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«A menudo las biografías de las personas eran más interesantes que ellas mismas», opinaba
el Premio Nobel de Literatura Josip Brodski en una de sus últimas entrevistas acerca de las
personas con que compartió la prisión. Parece que la observación incidental del gran maestro
de la literatura refleja uno de los momentos clave del trabajo biográfico como método del
quehacer educativo con personas adultas. Existe una determinada discrepancia entre la forma
como el ser humano quiere presentarse y su realidad interior. Esta idea no es nueva, está a la
vista en el arte, en la filosofía, en la psicología. El único campo donde no se le ha prestado
suficiente atención es probablemente la educación de adultos. El análisis de la propia vida, de
la historia de la propia familia en el proceso de aprendizaje proporciona un impulso para el
autodesarrollo y permite configurar armónicamente la relación de una persona (mayor) con su
entorno, definir sus propios recursos interiores y de esa manera esbozar perspectivas y
puntos de orientación para un ulterior desarrollo razonable.
Cada persona es única, única es también la historia de su vida y único su destino, de la misma
manera que puede ser único el quehacer biográfico. Antiguamente se creía que el aprendizaje
biográfico sólo era apropiado para el trabajo educativo con personas de edad avanzada, pero
cada vez resultaba más y más claro que las personas jóvenes y de edad media participan con
mucho gusto en eventos basados en la aplicación de este método.
En la educación de adultos el método biográfico configura la totalidad de las metodologías
activas que hacen posible investigar y captar el curso vital (la biografía) de un ser humano
concreto.
Se puede caracterizar una biografía como la historia del desarrollo de una persona, la que se
define por la correlación existente entre determinados factores como nacionalidad, entorno,
idioma/dialecto, etc. El curso vital de una persona también puede estar influido por parámetros
tales como el sentimiento de apego a la propia tierra, el origen, los planes de vida individuales,
tal o cual acontecimiento casual. El trabajo con estos «componentes» del destino humano
concreto, en el marco de programas educativos, ayuda a entender como un todo la historia de
la vida humana.
Estos factores (¡incluida la nacionalidad!), en su acción combinada, en diferentes relaciones,
en coincidencia y en conflicto unos con otros, son los que por así decirlo «soportan» a la
persona a lo largo de la vida y al mismo tiempo influyen en sus decisiones, acciones y
actitudes.
Sin lugar a dudas en el curso de su vida cada ser humano va configurando principios vitales
(en situaciones vitales complicadas se puede hacer uso de ellos, a veces se los declara
abiertamente, a veces permanecen en la esfera de la intimidad, donde no hay acceso a otras
personas). Los principios vitales ayudan a «estructurar» la vida y a comprenderla. La
discusión de los principios vitales en diferentes formas del trabajo de grupos ayuda también a
entender la propia vida.
En cada vida hay determinados hitos que se perciben como momentos críticos. Éstos pueden
guardar relación con determinados acontecimientos de la historia del país o de la vida privada
y profesional. Mientras las circunstancias privadas asumen formas diferentes en cada
persona, los procesos históricos generales, los acontecimientos cruciales de la historia
nacional que se producen durante la vida de una persona individual se materializan como
experiencias vitales similares, lo que hace posible reunir en una sola generación a esas
personas (con los más diferentes destinos, caracteres y cosmovisiones). Como ejemplo se
puede aducir en nuestro país la conocida «Generación de los Sesenta», o en Europa la
llamada «generación perdida». La historia de un estado (o de un lapso de tiempo
determinado) aparece en este caso como un peculiar «dictador» de un destino concreto. Por
otra parte no se puede adscribir completamente a una persona a una determinada generación
solamente sobre la base de su edad, ya que ello podría conducir a diferentes dificultades
relacionadas con la autopercepción de la personalidad, o por el contrario a una simplificación y
empobrecimiento en el proceso de análisis de la propia vida. Las discusiones sobre las
diferentes generaciones son también una cara del método biográfico.
La biografía no es lo mismo que el curso vital: la primera es una construcción, una cierta
estructura que existe en la conciencia de una persona. Cada parte individual de la historia es
un acontecimiento y se caracteriza por un principio y un fin. Además de elementos esenciales
(acontecimientos), la biografía contiene también variadas transiciones, puentes, peligros,
discrepancias invisibles, obstáculos y «acelerantes». Gracias a estos «elementos
auxiliares» la biografía no se descompone en fragmentos individuales sino que por el contrario
determina la dirección global de la vida, y al mismo tiempo incluye en la biografía de una
persona las historias de otras personas así como otros fenómenos y acontecimientos.
La orientación del trabajo educativo con adultos hacia el método biográfico representa también
el establecimiento de construcciones mentales que en su estructura y en el contexto de la
situación real vivida en el pasado se manifiestan en el presente.
El método biográfico se basa en recuerdos, es decir en la reproducción mental de un
acontecimiento, de un episodio que ha quedado prendido a la memoria. En sentido cultural
general los recuerdos cumplen diferentes funciones.
Los recuerdos como ritual: antiguamente una forma dominante de la experiencia
comunitaria, algo importante para la identidad comunitaria y la educación tradicional. El
contenido de los recuerdos rituales refleja una suerte de norma no escrita, una forma de
proceder cuyo objetivo es el mantenimiento de los valores tradicionales. Su principal
peculiaridad es la tendencia a la inmutabilidad, a la conservación de esos recuerdos en su
forma original.
Los recuerdos como diálogo con el tiempo y con un receptor: la categoría clave para esta
función es el tiempo que produce cambios en el ser humano. En la medida en que la persona
maneja un mismo acontecimiento, cuenta el mismo hecho o la misma historia de manera
diferente. Esto significa que en la conciencia del ser humano el pasado se transforma. Con el
paso del tiempo el ser humano va cambiando, y lo que ha vivido es visto cada vez en una
nueva perspectiva. Los sucesos vividos son objeto de un «re-ordenamiento», aparecen
nuevos acentos y detalles. La relación con el pasado depende también de la situación en que
actualmente se encuentra la persona. La posición respecto del pasado (¡y por consiguiente
respecto de uno mismo en el pasado y en el presente!) va cambiando según a quién van
dirigidos esos recuerdos. En cierto sentido los recuerdos son el producto determinado de un
diálogo entre el narrador y quien o quienes lo escuchan. En eso consiste
la INTERACTIVIDAD del método biográfico, cuando el proceso de rememoración es
construido como un diálogo en el que juegan un papel igualmente activo el narrador y los
oyentes, el pasado y el presente, el acontecimiento y un rela-cionamiento dinámico con él. Un
abordaje así constituye un trabajo interno esencial de la persona consigo misma, trabajo que
demanda honestidad, apertura y disponibilidad para el diálogo.
Los recuerdos como trauma. Es sabido que ni la víctima ni los victimadores quieren recordar
aquello que les causaba dolor y que cambió su vida; no quieren que «eso vuelva a salir a
flote». Las angustias vividas causan dolor y no dejan a la persona en paz. A veces puede
ocurrir que una pregunta sobre la biografía personal planteada de manera directa le ocasionen
a la persona interrogada estados dolorosos o emociones negativas. En algunas formas de la
psicoterapia esto está permitido, pero en el quehacer educativo con personas mayores se
debería hacer lo posible por evitarlo. A pesar de que el pasado pueda contener recuerdos
pesados, así como dolores y pérdidas, el participante de edad avanzada tiene que sentirse
cómodo y seguro. Durante los primeros encuentros se habla de temas neutrales (de tipo
social, cuestiones cotidianas, temas de segundo orden y descriptivos); ellos permiten
averiguar los roles que la persona ha jugado antes. En caso de que la conversación se deslice
por «terreno riesgoso» se recomienda trabajar con preguntas como «¿Qué es lo que le ayudó
a superar la situación»?
En este contexto surge la pregunta acerca del objetivo que tiene en el trabajo educativo el
procesamiento mental de la propia biografía. Con la edad, la propia biografía gana en
importancia para todas las personas. Surgen preguntas: ¿Por qué se reflexiona cada vez con
más frecuencia sobre el pasado? ¿Por qué se compara cada experiencia con lo que ya se ha
vivido? ¿Se «incorpora» lo nuevo a lo ya vivido, o no? La disponibilidad para aceptar lo nuevo
depende de experiencias anteriores, fijadas en la biografía, e influye en la decisión que toma
la persona, en sus intereses, prioridades y valores. Si las impresiones actuales guardan
sintonía con el pasado y están vinculadas con emociones o recuerdos positivos del pasado,
entonces lo nuevo, el Hoy, es aceptado. Si las experiencias presentes no encuentran
resonancia alguna en el pasado, el adulto en el mejor de los casos se queda indiferente, o
incluso asume una actitud activamente hostil respecto de las nuevas experiencias. Las
experiencias pasadas influyen por tanto en las impresiones y relaciones presentes, y en
parte «dictan» el comportamiento. Esto significa que toda experiencia anterior es enemiga de
lo nuevo. ¿Cómo se pueden «reconciliar» el ayer y el hoy? ¿Cómo se puede superar esta
contradicción? La solución puede consistir en mirar con otros ojos las experiencias pasadas.
Las experiencias elaboradas de esa manera y que no se acomodan a las concepciones
presentes crean nuevas concepciones, acuñan modos de ver de la persona desde la
perspectiva que para ella misma tiene sentido.
También es importante el hecho de que en el marco de las construcciones biográficas se
desarrollan los límites internos de lo explicable, mientras que se rechaza todo lo que no se
adapta a la propia concepción. A la inversa, aparece habilitado todo lo que, desde el punto de
vista de una persona concreta, era importante para la sociedad, lo que formaba parte de las
experiencias anteriores o coincide con ellas, lo que puede ser profundizado o ampliado y por
lo tanto «se adecua» a la concepción de la vida.
Por tanto el método biográfico es una oportunidad de profundizar y ampliar las experiencias
vitales en el camino hacia uno mismo, ya que hace posible la modificación del «ángulo
visual»: Uno puede considerarse a sí mismo desde la perspectiva de hace 30 años, con lo que
cambia la relación con la situación actual. Uno puede contemplar la situación del pasado
desde su posición actual, con lo que aquella aparece a una luz totalmente diferente.
En un proceso así la persona se comporta al mismo tiempo de manera complicada y simple.
Absorbe como una esponja no sólo lo hermoso sino también (lo que resulta mucho más
simple, accesible y consiguientemente más fácil para la percepción) los clichés variados, las
verdades de perogrullo y las opiniones estereotipadas de los que propiamente está «tejida» la
cultura de masas. Los estereotipos pueden influir en las ideas que tiene la gente sobre su vida
y su destino. Si se reflexiona sobre las dificultades que se presentan en la práctica en el
trabajo educativo biográfico, se puede mencionar los siguientes «casos»:
Por una parte está la tendencia a provocar el asombro del oyente o lector. Para ello el
narrador utiliza todo tipo de «elementos auxiliares», procedimientos pseudos-literarios
(grandilocuencias, hipérboles, descripciones superfluas), lo que inevitablemente
conduce a la autoadmiración y disminuye el valor de toda la actividad.
El problema siguiente, que guarda estrecha relación con la dificultad arriba
mencionada, es la utilización de lugares comunes, clichés y estereotipos verbales
prestados del periodismo. El uso de «productos» literarios ajenos de ninguna manera
es un préstamo intencional; con el paso del tiempo las propias vivencias se cubren con
impresiones similares tomadas de otras fuentes. Poco a poco éstas son objeto de
apropiación y conducen a la formación de clichés, hasta erizarse de fórmulas
previamente adquiridas («nuestra gran patria», «defensa heroica», «valiente trabajo»).
De esa manera la narración se convierte en una especie de ritual que se basa en la
emisión de generalizaciones y repeticiones que sustituyen la comprensión del pasado
y el diálogo vivo con el presente.
Un problema importante viene dado por la necesidad de determinar la posición del
participante. Más arriba se mencionaba que el método biográfico presupone un diálogo
confidencial. Con frecuencia el participante debe desprenderse de sus acostumbrados
roles y máscaras, con lo que se coloca en una posición desfavorable e incluso
vulnerable. Para los varones rusos de edad avanzada la narración sobre el pasado
constituye muchas veces una posibilidad de compensar el disgusto que se siente por
la vida presente. La situación que se crea cuando él como narrador ocupa el punto
central del interés puede convertirse en una especie de tentación y provocar el deseo
de ofrecer una apariencia mejor (¡todavía mejor!), de fundamentar su posición (¡la de
entonces y la de ahora!) para al menos parecer diferente. Para los objetivos del trabajo
biográfico es importante ocupar la actitud de «ser» en comparación con la
de «parecer».
«Es sabido que la piedra fundamental del carácter de las personas se pone en la
infancia. ¿Será que ustedes pueden recordar alguna historia de su infancia que haya
tenido en ustedes un influjo tan grande que todavía hoy la recuerden? ¿Hubo algún
acontecimiento que en opinión de ustedes los ha hecho tal como ahora son»
«Se escucha a menudo que la victoria de 1945, que había sido tan esperada, trajo a
los hombres y a las mujeres de la Unión Soviética una felicidad inalterable. ¿Tal vez
pueden ustedes recordar algún incidente que hayan vivido como decepción, algún
caso que haya quedado en su memoria como algo que contradecía el ambiente de
dicha generalizada»?2
Por regla general una narración, independientemente del contenido y duración de la misma,
contiene los siguientes componentes:3 introducción - orientación (descripción del lugar y el
tiempo de la acción, y del círculo temático); situación - circunstancias de la complicación
(surgimiento de un obstáculo, giro inesperado de la acción, ruptura de la secuencia);
valoración de la situación (suspensión de la acción con el fin de mostrar la
tensión/complicación/carácter equívoco de la situación descrita); arreglo (superación del
obstáculo) y finalmente conclusión (terminación de la narración, retorno al presente, nexo con
el choque introductorio que había sido propuesto al comienzo por el moderador).
El concepto clave para el método narrativo, en el quehacer educativo biográfico, es el «caso»,
que debe entenderse como un episodio cerrado (una historia concluida) que ha quedado en la
memoria y que ocurrió en un determinado período de tiempo y en un determinado espacio de
la vida de una persona. El estatus de un acontecimiento4 le es conferido a éste por el mismo
narrador; es para él un episodio vivido y cerrado en el pasado pero que internamente está
lleno de sentido y de alguna manera «ilumina» su vida posterior (¡de lo contrario no habría
quedado marcado en la persona!). Esto quiere decir que dicho acontecimiento hace tiempo
que no coincide con aquellas realidades que configuran el curso formal y oficial del curso vital
de una persona, lo que la persona presenta como etapas importantes de la vida, como
escalones de la socialización. En el trabajo práctico se pone de manifiesto que el bachillerato,
el ingreso a la universidad, la boda, la carrera profesional, etc., en absoluto son percibidos por
la persona como acontecimientos significativos y determinantes de un destino, mientras que
episodios evidentemente privados y de segundo orden (un encuentro casual, una
historia «trivial», una conversación a primera vista insignificante, la superación exitosa de un
problema cotidiano) influyen en serias decisiones vitales, conducen a esos giros bruscos en la
vida de la familia que predestinan el ulterior desarrollo de una persona. Las mismas
experiencias vitales que avanzan de manera permanente e ininterrumpida aparecen en este
contexto como un decorado peculiar, de cuando en cuando entran en un diálogo parigual con
el narrador, a veces le dictan duramente sus condiciones, otras veces se hacen a un lado.
Como rasgos característicos de un acontecimiento aparecen pues en el método narrativo los
siguientes: Conservación verbal (un episodio que no ha quedado fijado en forma oral o escrita,
que sólo existe en la conciencia de una persona, como quien dice para «consumo interno», no
puede tener el estatus de un acontecimiento). Tiene que ser único en su género (la repetición,
la rutina trasladan un acontecimiento a otra categoría). Pero como ya se ha dicho
anteriormente, lo más importante es que desde el punto de vista del narrador se haya
mantenido siempre en la memoria y se reproduzca una y otra vez, porque es percibido por él
como algo único, algo que lo cambiado fundamentalmente a él y ha cambiado sus relaciones
con el mundo.
Además de la narración de un acontecimiento concreto, a menudo aparece también en el
discurso de los participantes otro componente que es muy importante para el posterior trabajo
con narraciones, y es el argumento narrativo. Se trata de un credo peculiar que se desarrolla
como un comienzo movilizador y estimulante y que es asumido por la persona, en primera
línea por su repetibilidad real o aparente. Como ejemplo de argumento narrativo se puede
citar las siguientes expresiones:
Los que resaltan las peculiaridades, características y rasgos que desde el punto de
vista del que está hablando son positivos («En la familia han crecido tres generaciones
de comunistas convencidos. No necesitamos la ideología occidental, tenemos ideales
propios». «En nuestra familia todos cocinan bien, también los varones».). Si bien el
narrador está emitiendo valores familiares tradicionales de tipo ritual, al mismo tiempo
está construyendo su propia imagen positiva.
Los que resaltan las características únicas del narrador y que desde su propio punto
de vista se presentan con especial contraste sobre el trasfondo de la familia. La
similitud/disimilitud es un componente importante de la vida y de sus propias
características («En la familia a todos les gustaban las canciones y estando juntos a la
mesa rara vez era posible librarse de canciones. A mí eso siempre me resultaba
extravagante»).
La valoración de acciones y situaciones actuales mediante afirmaciones que adquieren
la forma de enseñanza, de moralización, de clichés y sentencias morales («En nuestra
familia no había divorcios». «Tanto hermanos como hermanas, todos íbamos bien en
la escuela».). Pueden aparecer en forma de elogio o también de reproche, o de cierto
consuelo («En el caso de todas las mujeres de nuestra familia la vida privada no les
resultó bien. ¡Qué se puede hacer! ¡Destino familiar»!). La similitud de los destinos
privados puede aparecer como una fuerte motivación interna que codetermina las
acciones de las personas.
Se debe recalcar que los nuevos valores y contenidos que se ha percibido en el curso del
proceso práctico del quehacer biográfico, en la medida en que se entrelazan unos con otros,
pueden varias veces multiplicarse, modificarse, juntarse unos con otros, y de esa manera
poner una y otra vez de manifiesto los nuevos accesos, recursos y posibilidades inesperadas
de cada participante. Por tanto la imagen del mundo se transforma, se hace más amplia,
colorida y dinámica en el mejor sentido de la palabra.
En la medida en que el ser humano valora acontecimientos, hechos y situaciones vitales, está
aprendiendo a contemplar lo conocido y vivido desde otro ángulo (¡sin despreciar por eso los
antiguos puntos de vista!); de esa manera se desarrolla una cualidad tan importante para el
sistema de valores democráticos como es el pensamiento critico; en último término, la persona
aprende a contemplar el pasado desde el punto de vista del presente. La realidad de las
mencionadas transformaciones sólo acontece en el diálogo con otras personas, durante el
intercambio intensivo, la comparación y el reflejo de las propias experiencias en
el «espejo» de los demás. El método biográfico favorece indirectamente la apropiación de
valores democráticos, ya que en el centro de la atención, del proceso educativo, se coloca a
una persona viva, con sus debilidades y carencias, con sus alegrías y penas; más aún, se la
coloca en el centro de la historia. Sus vivencias personales se convierten en objeto central de
la elaboración mental, y su historia «oficial» en el trasfondo delante del cual tiene lugar la
verdadera historia, la historia de una vida humana irrepetible.
https://www.dvv-international.de/es/educacion-de-adultos-y-desarrollo/ediciones/ead-682007/
talleres-de-historia-y-educacion-de-adultos/el-aprendizaje-biografico-en-la-educacion-de-adultos