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Bolilla 4
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Caracteres.
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y Comercial coexisten dos regímenes igualmente válidos, el régimen de
comunidad de ganancias y el de separación de bienes. Sin perjuicio de
esto, existe un conjunto de disposiciones comunes y de orden público
que necesariamente deben observar los cónyuges y que la doctrina ha
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llamado “régimen primario”. Este conjunto normativo se encuentra
receptado en nuestro Código Civil y Comercial a partir del art. 454.
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que gobierna a todos los matrimonios, cualquiera sea el particular
régimen de bienes aplicable”. Este tipo de normas, conocido bajo el
nombre de “régimen primario”, existe en la mayoría de las leyes del
derecho comparado. En esta Sección común se regula: el deber de
contribución; la protección de la vivienda mediante la necesidad del
asentimiento del cónyuge no titular y las consecuencias de su ausencia,
falta o negativa; el mandato entre cónyuges; la responsabilidad por
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deudas y la administración de cosas muebles no registrables”. Surge a
las claras que este conjunto de disposiciones constituye un límite a la
autonomía de la voluntad de los cónyuges. Con respecto al fundamento
del régimen primario, éste encuentra su soporte en los principios de
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igualdad jurídica (art. 402 C.C. y C.) y solidaridad familiar, los cuales
son la base donde reposa el derecho de familia en el Código Civil y
Comercial.
1. Inderogables. Carácter que surge de manera expresa del art. 454 del
C.C. y C., el cual nos dice: “Las disposiciones de esta Sección (…) Son
inderogables por convención de los cónyuges, anterior o posterior al
matrimonio, excepto disposición expresa en contrario”. Es decir que ni los
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público de este conjunto de normas. Es decir que no es una facultad de
los contrayentes observarlas, es una obligación impuesta por la ley
conforme el fundamento e importancia que poseen.
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que requieren asentimiento, forma, oportunidad, revocación, sustitución
y efectos del acto realizado sin asentimiento. Representación conyugal:
mandato entre cónyuges y autorización judicial. Responsabilidad frente a
terceros: responsabilidad solidaria. Protección a terceros: falta de
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mandato expreso o de autorización judicial y supuesto de cosas muebles
no registrables.
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su naturaleza de orden público, independientemente del régimen
patrimonial que regule los efectos económicos del matrimonio, está
consignado en el art. 455 del C.C. y C.
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manera: “Los cónyuges deben contribuir a su propio sostenimiento, el del
hogar y el de los hijos comunes (…)”. Ambos cónyuges tienen los
siguientes deberes:
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A. Gastos de sostenimiento propio: En este caso, se hace referencia a los
gastos propios de cada uno de los cónyuges, es decir que cada uno posee
el deber de contribuir a su propio sostenimiento.
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deber de contribución, el otro se encuentra habilitado para exigir
judicialmente su cumplimiento forzoso. Los únicos legitimados para
iniciar el reclamo judicial “por incumplimiento al deber de contribución”
son los cónyuges, excluyendo así a los demás beneficiarios directos
contemplados por la misma norma (hijos comunes y no comunes
convivientes), sin perjuicio de las acciones que se les confieren a éstos en
el encuadre y aplicación de otros institutos del derecho de familia, como
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por ejemplo, demanda por incumplimiento de la obligación alimentaria
contemplada en el art. 661 del C.C. y C. Surge del propio texto de la ley
que la legitimación activa en este tipo de reclamo la poseen sólo los
cónyuges. Villagra de Vidal sostiene que es estrecha la legitimación
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activa conferida por el art. 455 del C.C. y C., ya que tendría que
otorgarse legitimación a los directamente perjudicados sea por sí o
representados por sus parientes o por el Ministerio Pupilar, incluso por
el progenitor con quien no convive para que el menor pueda reclamar
alimentos por sí tanto al cónyuge progenitor como al cónyuge del
progenitor conviviente que fuere remiso. Iniciado el reclamo judicial por
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observancia del mandato judicial, en los términos que emanan del art.
804 del Código Civil y Comercial. También serán de aplicación en su
caso, las medidas tendientes a garantizar el cumplimiento efectivo de las
obligaciones alimentarias, las cuales se encuentran receptadas en los
arts. 550 a 553 del mismo cuerpo legal.
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consortes, sin alterar en nada la naturaleza real de los derechos que
recaen sobre ciertas cosas de carácter ganancial. El dominio o la
propiedad siguen siendo “plenos” y “exclusivos” en cabeza del titular;
pero la ganancialidad impone al propietario una restricción en cuanto a
la forma de gestión: no puede gestionar como quiere sino que debe
hacerlo respetando otros intereses superiores. Se requiere la
conformidad de ambos cónyuges (que llamaremos cónyuge disponente y
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cónyuge aceptante) para la celebración de actos que importen la
disposición de determinados bienes que por su importancia, naturaleza e
incidencia en el grupo familiar, requieren una mayor protección. El
asentimiento conyugal se ha definido como “aquella declaración
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unilateral de voluntad por medio de la cual el cónyuge no titular del bien
presta su conformidad para que el titular realice un acto de disposición
que implica una afectación o compromiso de los derechos que tiene sobre
ese bien”. Surge de la definición citada que el cónyuge aceptante no
participa en el negocio jurídico, sino que brinda su conformidad,
pudiendo asimismo disentir, no siendo parte obligada en el negocio
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Caracteres. Se caracteriza por ser: 1. Unilateral: siendo única parte el
cónyuge no disponente (no titular); 2. No formal: siempre que el negocio
para el cual se otorga no lo sea; 3. Especial: pues no cabe asentimiento
general anticipado que cubra todos los actos futuros; 4. Revocable: hasta
la celebración del negocio para el que fue otorgado; 5. Pasible de
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someterse a condición o plazo: anterior o posterior a la celebración del
acto. 6. Sustituible por vía judicial: en los casos taxativamente previstos
por la ley.
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Recepción normativa. En oportunidad de referirnos al contenido del
régimen primario, enumeramos dentro de él al asentimiento conyugal.
Este forma parte del conjunto de disposiciones de orden público que
deben observar los esposos durante el proyecto de vida en común. Por lo
tanto no es materia disponible para los cónyuges. Cabe recordar que al
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lo relativo al régimen primario. b. Bienes gananciales: Se requiere el
asentimiento conyugal tanto para la promesa como para la efectivo acto
de enajenar o gravar de: i. Los bienes registrables. ii. Las acciones
nominativas no endosables y las no cartulares, con excepción de las
autorizadas para la oferta pública. iii. Las participaciones en sociedades
no autorizadas para la oferta pública. iv. Los establecimientos
comerciales, industriales o agropecuarios.
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Régimen de separación de bienes: Es de aplicación lo relativo al régimen
primario.
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Requisitos del asentimiento. Anteriormente no existía norma que tratase
los requisitos de exigencia para el asentimiento conyugal. Frente a la
inexistencia de una norma expresa que dé cuenta de estos interrogantes
surgieron los debates doctrinarios. La doctrina mayoritaria adoptaba el
criterio de no aceptar como válido un asentimiento genérico. Esta
cuestión fue superada por el actual Código Civil y Comercial, el cual en
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revocado, que el cónyuge que lo otorgó no hubiere fallecido o caído en
incapacidad, y que no haya expirado el plazo si fue así condicionado. b)
En el mismo momento de celebrarse el acto de disposición o con
posterioridad a la celebración del acto de disposición, supuesto que
implica una confirmación del negocio celebrado, que conforme la sanción
de nulidad relativa prevista por el Código (art. 456 C.C. y C.), puede ser
subsanado.
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Revocación del asentimiento. Al ser una declaración de voluntad
unilateral, el asentimiento puede ser revocado hasta tanto sea celebrado
el negocio principal; se encuentra prohibido pactar su irrevocabilidad, de
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conformidad con el art. 459 del C.C. y C. que prohíbe imponer
limitaciones a la facultad de revocar el poder. Si esta revocación se ejerce
en forma intempestiva y produce un daño, el esposo que la realiza podría
tener la obligación de indemnizar los perjuicios ocasionados,
dependiendo de las circunstancias del caso, en especial el motivo de la
revocación.
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el negocio jurídico celebrado con autorización judicial es oponible al
cónyuge no disponente, pero no genera obligaciones personales a su
cargo, por lo que no asumirá responsabilidad ni deuda alguna. En todo
caso, el precio o contraprestación que se obtenga en virtud del acto de
disposición realizado se subroga en la masa de administración del
cónyuge titular, ello en razón del principio de gestión separada de los
bienes que surge del juego de los arts. 459, 460, 469, 470 y 505 del C.C.
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y C., sea cual sea el régimen patrimonial-matrimonial aplicable.
que, conforme surge del texto de la ley puede operar desde: a) la toma de
conocimiento del acto de disposición, o b) la extinción del régimen
matrimonial. En cuanto a la legitimación para el planteo, recae sobre el
cónyuge perjudicado y sus herederos, quedando excluidos los acreedores
del cónyuge omitido, que no son los sujetos a los cuales la ley pretende
proteger con la exigencia del asentimiento. En el supuesto de que uno de
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Mandato entre cónyuges. Como ya desarrollamos, dentro de los
contratos permitidos entre cónyuges se prevé el de mandato. Si bien, el
art. 1002 del C.C. y C. establece la prohibición de contratación entre
cónyuges que se encuentren bajo el régimen de comunidad -cuestión que
solo posibilitaría al mandato dentro del régimen separatista-, el contrato
de mandato entre cónyuges encuentra su recepción dentro de las
disposiciones comunes a todo tipo de régimen, y sumado a su naturaleza
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de orden público, concluimos que es válido y de aplicación en ambos
regímenes (comunidad y separatista). La importancia y fundamento de
este contrato dentro de los efectos patrimoniales del matrimonio se
encuentra en el principio de libre disposición y administración que
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poseen los cónyuges dentro de los regímenes patrimoniales (arts. 469,
470 y 505), por lo que pueden delegar estas facultades a través de este
particular contrato. El art. 459 del C.C. y C. en principio establece que
uno de los cónyuges puede dar poder de representación al otro,
delegando el ejercicio de las facultades que el régimen patrimonial le
atribuye, por lo que se deberá tener en cuenta el régimen vigente al
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Autorización judicial para representar al otro cónyuge. El Código Civil y
Comercial contempla en su art. 460, la representación entre cónyuges
por medio de autorización judicial cuando por causas de naturaleza
objetiva no puede haber delegación por medio de mandato. El art. 460
dispone “Ausencia o impedimento. Si uno de los cónyuges está ausente o
impedido transitoriamente de expresar su voluntad, el otro puede ser
judicialmente autorizado para representarlo, sea de modo general o para
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ciertos actos en particular, en el ejercicio de las facultades resultantes del
régimen matrimonial, en la extensión fijada por el juez (…)”. Se desprende
del texto de la norma que uno de los cónyuges podrá solicitar
judicialmente la representación del otro sólo en los casos en que el
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potencial representado se encuentre: I. Ausente (art. 79). II. Impedido
transitoriamente de expresar su voluntad (arts. 24 y 32). Así, se admite
que el restante cónyuge acuda a los estrados judiciales para obtener
autorización por parte del magistrado para actuar por su cónyuge en las
potestades reconocidas por el régimen patrimonial, variando su
extensión de acuerdo a la justa apreciación del juez interviniente sobre
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terceros que contratan con ellos. Es decir que regula el aspecto externo
de las deudas, materializado a través de la responsabilidad frente a
terceros. Rige el principio de separación de deudas y sus excepciones
(arts. 461, 467 y 505). b) Pasivo definitivo (cuestión de la contribución
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régimen de separación de bienes (…) Cada uno de ellos responde por las
deudas por el contraídas, excepto lo dispuesto en el artículo”. Surge de la
normativa citada ut supra que con respecto a las deudas contraídas por
los cónyuges durante la vigencia del régimen patrimonial-matrimonial,
rige el principio de separación de deudas. Es decir que, en principio, el
cónyuge que contrajo la deuda responderá sólo él y con la totalidad de su
patrimonio frente a sus acreedores, y en el caso de que se encuentre
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sometido bajo el régimen de comunidad de ganancias, lo hará con sus
bienes propios y con los gananciales que se encuentren bajo su
titularidad. En consecuencia, lo relevante a los efectos de establecer con
qué patrimonio se responde frente a los acreedores es la titularidad del
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bien, y tratándose de bienes registrables, la inscripción registral (sin que
dentro del régimen de comunidad interese acreditar el origen de los
fondos en el sentido de lo dispuesto por el art. 466). El principio de
separación de deudas encuentra determinadas excepciones dentro del
derecho positivo, una de ellas es la contemplada en el art. 461 que
dispone: “Responsabilidad solidaria. Los cónyuges responden
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pues ya no hace recaer sólo sobre el cónyuge que ha contraído la deuda
el mayor peso de responsabilidad; ambos pueden ser demandados por el
cumplimiento de la obligación, y ambos responden con todo su
patrimonio, sin limitaciones. Esta responsabilidad solidaria es de
carácter excepcional, por lo que sólo procede en los casos enumerados
taxativamente por el legislador y son de orden público. Por lo que a
continuación explicitaremos aquellas deudas que hacen responsables
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solidariamente a ambos. Deudas comprendidas de acuerdo al fin por el
que se contrajo la obligación:
: Este supuesto,
en primer lugar, utiliza la expresión “necesidades ordinarias”,
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formulación que se vincula de manera directa con el nivel de vida que
lleva el grupo familiar, por lo que en los casos de gastos de lujo o
suntuosos solo responderá el cónyuge que contrajo la deuda. Asimismo,
estas necesidades ordinarias deben encontrar su fuente de nacimiento
en el “hogar”. Se desprende como elemento determinante para la
procedencia de este supuesto la “convivencia en el hogar”. En
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Por último, e independientemente del régimen de recompensas y cargas
previsto sólo para los casos de comunidad de ganancias, cabe
preguntarnos ¿el cónyuge no contratante que respondió solidariamente,
posee acción de regreso? Creemos que la respuesta es positiva, es decir
que el cónyuge que haya afrontado el pago de las deudas conforme lo
dispone el art. 461, posee acción de regreso en contra del otro. La
proporción de lo perseguido por medio de esta acción estará determinada
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y valorada de acuerdo a lo prescripto en el art. 455, “en proporción a sus
recursos”. Es decir, se deberá valorar la capacidad contributiva de cada
uno de los cónyuges para poder determinar en qué proporción se soportó
de más. Es cierto que, tratándose de un matrimonio sujeto al régimen de
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comunidad de ganancias, resulta difícil pensar en el ejercicio de una
acción de esta naturaleza, máxime porque si se produce la fractura
conyugal y con ella el divorcio, estas deudas serán cargas de la
comunidad (incisos a) y b), art. 489). No obstante, puede resultar una
herramienta útil en los casos de matrimonios que viven bajo el régimen
patrimonial de separación de bienes, que no comparten “deudas
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los bienes del otro sin mandato expreso, se aplican las normas del
mandato o de la gestión de negocios según sea el caso”. De tal modo,
corresponderá dilucidar en el caso en concreto, si ha habido una
actuación en interés de otro, quien conociendo esta circunstancia no la
impide (mandato tácito), o bien, si se ha asumido oficiosamente la gestión
de un negocio ajeno, sin la intención de hacer una liberalidad y sin
contar con autorización ni obligación legal o convencional (gestión de
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negocios).
celebrados por éste con terceros de buena fe, son válidos, excepto que se
trate de los muebles indispensables del hogar o de los objetos destinados
al uso personal del otro cónyuge o al ejercicio de su trabajo o profesión. En
tales casos, el otro cónyuge puede demandar la nulidad dentro del plazo
de caducidad de seis meses de haber conocido el acto y no más allá de
seis meses de la extinción del régimen matrimonial”. La protección que
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deudas. Gestión de los bienes en la comunidad: bienes propios, bienes
gananciales y bienes adquiridos conjuntamente.
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como nueva opción para los cónyuges al régimen de separación de
bienes. El Código Civil y Comercial innova otorgándole además, al
régimen de comunidad, el carácter de supletorio. Cuestión que se prevé
para los casos en que los cónyuges no opten expresamente por la
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separación de bienes. Se entiende que el fundamento de la supletoriedad
es que es un régimen que se ha enraizado con la idiosincrasia y la
cultura argentina, en tanto que la mayoría de la sociedad se ha educado
en un sistema que obliga a compartir por mitades lo ganado por un
esposo durante el matrimonio, presuponiendo que esta ganancia
proviene del esfuerzo de los dos miembros de la pareja, y que ella se
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produce porque el que la obtiene fuera del hogar cuenta con el apoyo de
su cónyuge para lograrla. En términos generales, este régimen se
caracteriza por la formación de una masa de bienes, denominada
“ganancial”, que al momento de la disolución del matrimonio será
dividida entre los esposos o entre éstos y sus herederos en partes
iguales. Cabe aclarar que durante la vigencia del matrimonio este
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Criterios y principios de calificación. Para determinar la integración
de las masas (propia y ganancial), es necesario calificar los bienes para
dilucidar si son de naturaleza propia o ganancial. Para esta tarea la
doctrina establece una serie de criterios y principios calificadores que se
deberán tener en cuenta al momento de realizarla. Estos son:
. Se debe tener en cuenta si el bien se adquirió
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con anterioridad o posterioridad a la celebración del matrimonio. Por lo
que, serán propios aquellos bienes adquiridos antes del matrimonio por
los cónyuges o aquellos que, adquiridos después, lo son por una causa o
título anterior. Serán bienes gananciales o comunes los bienes
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adquiridos a título oneroso durante el matrimonio o después de su
disolución por una causa anterior.
. Durante el matrimonio, son
bienes propios los adquiridos a título gratuito por cualquiera de los
cónyuges, sean por herencia, legado o donación. Son, junto con los
bienes aportados al matrimonio, los propios por excelencia.
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la extinción de la comunidad (…)”. La presunción infiere, salvo prueba en
contrario, que todo bien que no pueda calificarse como propio pertenece
a la comunidad.
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calificador. El art. 464. enumera los bienes que son considerados propios
de cada cónyuge. Agruparemos sus dieciséis incisos bajo los siguientes
criterios de calificación:
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Por adquisición previa a la celebración del matrimonio: Inciso a): los
bienes de los cuales los cónyuges tienen la propiedad, otro derecho real o
la posesión al tiempo de la iniciación de la comunidad.
Los adquiridos por subrogación con otros bienes propios: Inciso c): los
adquiridos por permuta con otro bien propio, mediante la inversión de
dinero propio, o la reinversión del producto de la venta de bienes propios.
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Los adquiridos por un derecho anterior al matrimonio: Inciso g): los
adquiridos durante la comunidad, aunque sea a título oneroso, si el
derecho a incorporarlos al patrimonio ya existía al tiempo de su iniciación.
Este inciso engloba todos los casos en que el bien se adquiere durante la
vigencia del régimen pero en virtud de un derecho existente al tiempo del
inicio de la comunidad. Lo característico de este supuesto, es que el
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derecho base de la adquisición del bien existía antes de la entrada en
vigencia del régimen de comunidad de ganancias, independientemente de
que se efectivice durante éste. Inciso h): los adquiridos en virtud de un
acto anterior a la comunidad viciado de nulidad relativa, que luego es
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confirmado durante ella. Se trata de bienes adquiridos por un título
viciado, cuya adquisición se perfecciona durante la comunidad. Se juzga
que el bien se incorpora al patrimonio del cónyuge en razón de un acto
que adolece de nulidad relativa, confirmado luego, no es una adquisición
nueva, sino una recuperación de la propiedad en razón de un título
anterior, por lo que rige el principio de incolumidad de masas. Inciso i):
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Los adquiridos por accesión: Inciso j): los incorporados por accesión a las
cosas propias, sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad por
el valor de las mejoras o adquisiciones hechas con dinero de ella. De esta
forma se reconoce la calidad de propios a aquellos bienes que se
incorporan por accesión a las cosas propias, incluidas las mejoras.
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Reservando el derecho de recompensa a la comunidad en este último
caso. Comprende tanto la accesión natural determinada por el
acrecentamiento por efecto de la naturaleza, como la que proviene de la
obra del hombre, como una edificación.
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cualquier título por el cónyuge que ya era propietario de una parte indivisa
de un bien al comenzar la comunidad, o que la adquirió durante ésta en
calidad de propio; Los valores nuevos y otros acrecimientos de los valores
mobiliarios propios. En el primer caso, se reconoce que la cuota parte
(originariamente propia) no constituye el objeto de la relación jurídica
que determina el condominio, sino que constituye la medida de un
derecho que, precisamente, por ser indiviso entre los restantes
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condóminos, se ejerce sobre la totalidad de la cosa con las limitaciones
que crea el derecho concurrente de los demás. En el segundo caso, se
hace referencia al aumento de valor de los bienes propios. En este
sentido, el aumento de valor de un bien propio posee la misma calidad
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que el bien que valoriza, por lo tanto se mantiene dentro de la masa
propia. Como se puede observar, se reconoce expresamente el derecho de
recompensa en favor de la comunidad en el caso de que, para la
adquisición de las partes indivisas o para el aumento de valor de bienes
propios, se hayan utilizado fondos gananciales.
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Los bienes propios por naturaleza: Inciso m): quedan incluidos: Las ropas
y los objetos de uso personal de uno de los cónyuges, sin perjuicio de la
recompensa debida a la comunidad si son de gran valor y se adquirieron
con bienes de ésta; Los bienes necesarios para el ejercicio del trabajo o
profesión, sin perjuicio de la recompensa debida a la comunidad si fueron
adquiridos con bienes gananciales. La norma incluye todo tipo de bienes
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ésta”. Entonces, de acuerdo con el texto de la ley, serán propias las
indemnizaciones percibidas por uno de los cónyuges por la muerte del
otro, así como las provenientes de un contrato de seguro, sin perjuicio de
la recompensa a favor de la comunidad. Inciso ñ): “el derecho a jubilación
o pensión”, y “el derecho a alimentos”, sin perjuicio del carácter ganancial
de las cuotas devengadas durante la comunidad y, en general, “todos los
derechos inherentes a la persona”. La norma otorga carácter propio a los
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derechos de pensión, jubilación y alimentos. Incluye además a todos los
derechos inherentes a la persona.
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el art. 464 del C.C. y C. Inciso b): Los adquiridos durante la comunidad
por hechos de azar, como lotería, juego, apuestas, o hallazgo de tesoro.
Con fundamento en la presunción de ganancialidad, el inciso b del
artículo 465 otorga la calificación de ganancial a todos aquellos bienes
que se adquieran durante la comunidad (requisito temporal) y sean
provenientes de hechos de azar, como por ejemplo lotería, juego,
apuestas, premios, concursos, desafíos, etcétera. Sí debemos detenernos
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en lo relativo al “hallazgo de tesoro”, será ganancial el bien hallado
cuando sea descubierto en una cosa ganancial, mientras que será propio
el descubierto en una cosa propia. Inciso c): los frutos naturales,
industriales o civiles de los bienes propios y gananciales, devengados
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durante la comunidad. Será ganancial todo fruto que se devengue
durante la vigencia de la comunidad (requisito temporal). Inciso d): los
frutos civiles de la profesión, trabajo, comercio o industria de uno u otro
cónyuge, devengados durante la comunidad. Los frutos civiles, por lo que
si son devengados durante la vigencia de la comunidad (requisito
temporal) serán gananciales. Inciso e): lo devengado durante la
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Los adquiridos por subrogación con otros bienes gananciales: Inciso f):
los bienes adquiridos después de la extinción de la comunidad por
permuta con otro bien ganancial, mediante la inversión de dinero
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confirmado después de la disolución de aquélla. Inciso l): los
originariamente gananciales que vuelven al patrimonio ganancial del
cónyuge por nulidad, resolución, rescisión o revocación de un acto jurídico.
Inciso ñ): La plena propiedad de bienes cuya nuda propiedad se adquirió a
título oneroso durante la comunidad, si el usufructo se consolida después
de su extinción y la plena propiedad de los bienes gravados con derechos
reales que se extinguen después de la comunidad.
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Los adquiridos por accesión: Inciso m): los incorporados por accesión a las
cosas gananciales, sin perjuicio de la recompensa debida al cónyuge por el
valor de las mejoras o adquisiciones hechas con sus bienes propios. De
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esta forma se reconoce la calidad de gananciales a aquellos bienes que se
incorporan por accesión a las cosas gananciales, incluidas las mejoras.
Reservando el derecho de recompensa al cónyuge que las soporto con
sus bienes propios.
Los adquiridos por un supuesto especial de accesión: Inciso n): las partes
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frente a terceros. En relación a los terceros (acreedores y/o herederos
forzosos de uno de los esposos) la prueba se complejiza recibiendo
tratamiento expreso en el mismo art. 466, donde se contemplan dos
supuestos diferentes:
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bien registral es propio, el art. 466 requiere: a) Que en el acto de
adquisición se haga constar que el bien se adquiere con la inversión o
reinversión de fondos propios; b) Determinar en forma precisa el origen
de los derechos sobre los fondos o cosas propias; c) Especificar la causa-
DD
fuente jurídica de la propiedad del consorte- dueño; d) No es
indispensable la prueba de estos extremos, sólo se requiere que sean
declarados y especificados; e) Conformidad del cónyuge del adquirente.
El cumplimiento de los recaudos aludidos en el instrumento de
adquisición del bien, excluye a este de la presunción de ganancialidad, y
por lo tanto, tendrá como efecto, la oponibilidad del carácter propio
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cónyuges responde por las obligaciones del otro”. Y en particular, dentro
del régimen de comunidad de ganancias, se encuentra contemplado en el
primer párrafo del art. 467, el cual reza: “Responsabilidad. Cada uno de
los cónyuges responde frente a sus acreedores con todos sus bienes
propios y los gananciales por él adquiridos. (…)”. Las deudas de los
cónyuges bajo el régimen de comunidad pueden ser clasificadas en: a)
Personales, b) Solidarias, y c) Concurrentes. Las deudas personales
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son las amparadas bajo el principio de separación de deudas, es decir las
contraídas por uno de los cónyuges y que no se encuentran
contempladas dentro de las excepciones al principio separatista de
deudas. En estos casos el cónyuge, por prescripción del art. 467,
DD
responderá con sus bienes propios y con los gananciales por él
adquiridos. Las deudas concurrentes y solidarias constituyen supuestos
de excepción al principio de separación de deudas debido a que hace
responsables a ambos cónyuges por las deudas contraídas por uno solo.
Las deudas concurrentes, por lo tanto, generadoras de responsabilidad
concurrente entre cónyuges, son aquellas que se encuentran previstas
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exclusiva, la ley entiende que fueron adquiridos conjuntamente por
ambos. Por lo tanto responderán por mitades frente a las deudas
personales de cada uno de ellos, como así también por las solidarias y
las concurrentes, ya que se presume que estos bienes son propiedad de
ambos en un cincuenta por ciento.
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los cónyuges con el propósito de asegurar a ambos esposos la exacta
participación por mitades en los bienes gananciales, igualdad que puede
haber resultado afectada por la gestión durante el régimen tanto en
detrimento de los gananciales y en favor de los propios como en
DD
detrimento de los propios y en favor de los gananciales. De ella resulta
también la debida determinación de los bienes propios de cada consorte.
El art. 468 dispone expresamente: “Recompensa. El cónyuge cuya deuda
personal fue solventada con fondos gananciales, debe recompensa a la
comunidad; y ésta debe recompensa al cónyuge que solventó con fondos
propios deudas de la comunidad”. Así, habrá derecho de recompensa
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surgen que para la disposición de la vivienda familiar y los muebles
indispensables de ésta se requiere el asentimiento del cónyuge “no
propietario - no disponente”.
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legislación argentina también consagra el principio de libre
administración y disposición por los cónyuges de aquellos bienes
gananciales que cada uno de éstos adquiere durante el matrimonio. Al
igual que el caso de los bienes propios, este principio no es pleno y por lo
DD
tanto encuentra limitaciones expresamente previstas en la normativa
civil. Así, además de las restricciones generales y de orden público
impuestas por el régimen primario (vivienda familiar y bienes
indispensables de ésta), además encontramos, conforme el art. 470, que
será necesario el asentimiento de ambos cónyuges tanto para la promesa
como para la efectivo acto de enajenar o gravar: a) bienes registrables; b)
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negarla si afecta el interés familiar”. En conclusión, el régimen que se
aplicará a los bienes adquiridos conjuntamente por los contrayentes será
el del derecho real de condominio con las modificaciones incorporadas
por el derecho de familia.
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bienes. Acción de separación de bienes. Acción de fraude. Momento de la
extinción: supuestos.
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2. La anulación del matrimonio putativo (inciso b). La declaración de
nulidad del matrimonio putativo produce la extinción de la comunidad.
Ya sea, tanto para el caso de que al momento de contraer el matrimonio,
ambos cónyuges eran de buena fe o, cuando uno solo lo era y luego haya
optado por disolver el régimen de comunidad (art. 429).
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3. El divorcio (inciso c). Igual es el razonamiento lógico-normativo que
esta causal encuentra con respecto al caso de muerte comprobada o
presunta. Al ser el divorcio una de las causales previstas de disolución
del vínculo matrimonial (art. 435, inc. c), tal disolución trae aparejada
DD
indefectiblemente la extinción del régimen patrimonial.
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determinadas hipótesis de procedencia impuestas taxativamente por la
ley, y que una vez entablada, pretende la extinción de la comunidad y
consecuentemente, el sometimiento al régimen separatista. La acción
judicial de separación de bienes es una acción autónoma de carácter
preventivo que tiene por principales fines: a) Extinguir el régimen de
comunidad manteniendo el vínculo matrimonial. b) Proteger la integridad
del activo ganancial representada por aquellos bienes en que el cónyuge
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peticionante posee un derecho en expectativa y que lo perfeccionará
luego la liquidación comunitaria. c) Ejercer el derecho que tiene el
cónyuge de controlar la gestión del otro (comprensivo de los actos
propiamente de gestión cuanto de los de disposición que hagan peligrar
DD
el derecho eventual sobre los gananciales); d) Procurar la satisfacción de
las necesidades económicas de la familia. La acción de separación de
bienes sólo será procedente si operan las causales establecidas por el
art. 477. Por lo que verificado en el plano de la realidad cualquiera de los
cuatro hechos hipotéticos previstos por esta norma, queda habilitada la
vía de la presente acción. La legitimación procesal, la poseen sólo y
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en perjuicio o para defraudar al otro cónyuge, la ley considera que estos
actos son inoponibles. La acción de fraude será reconocida a favor del
cónyuge contra el otro esposo cuando éste ha realizado actos de
administración o de disposición material o jurídica que tengan por fin
disminuir el contenido de bienes gananciales o su valor o ha actuado
para evitar que un bien se incorporara a su patrimonio ganancial. El
ataque en contra del acto fraudulento obtendrá como consecuencia la
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inoponibilidad del mismo para el cónyuge accionante. En cuanto a los
actos que pueden ser alcanzados por la acción de fraude, encontramos:
a) Con respecto al tiempo de celebración: alcanza tanto a todos los actos
anteriores como a los posteriores a la acción de divorcio y a la separación
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de bienes. De manera que se podrán atacar los actos jurídicos
fraudulentos realizados durante la vigencia del matrimonio o a su
disolución en la etapa de indivisión post comunitaria; b) De acuerdo a la
naturaleza de los actos: pueden ser acusados de fraudulentos tanto los
actos de administración como de disposición; c) Considerando el objeto
del acto: en principio, recae sobre actos que tengan por objetos bienes
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gananciales, salvo que los actos sobre bienes propios tengan como fin
defraudar los derechos sobre la vivienda familiar, los muebles
indispensables de ésta o que con ellos se intente apartar de su deber de
contribuir al grupo familiar. En lo referente a la prescripción de la
acción, el plazo es de 2 (dos) años en virtud de lo dispuesto por el art.
2562, inciso f que prevé una prescripción bienal para el pedido de
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patrimonio de los cónyuges, pues desde aquélla cesa la ganancialidad.
De tal modo las deudas y los bienes posteriores a tal fecha son ajenos a
la comunidad, quedando el patrimonio de cada cónyuge constituido por
los bienes que eran propios en la comunidad, por los gananciales que le
fueran adjudicados en la partición de aquélla y con los incorporados
luego de extinguida la comunidad. Por otro lado, el cuarto párrafo del
art. 480, prescribe: “(…) En todos los casos, quedan a salvo los derechos
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de los terceros de buena fe que no sean adquirentes a título gratuito (…)”.
Esto se debe a que el derecho que cada uno de los cónyuges posee sobre
los bienes gananciales y registrables -adquiridos por el otro- se
encuentra pendiente de publicidad hasta la inscripción en sus
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respectivos registros, por lo que se otorga expresamente, hasta esa
oportunidad, protección a los terceros que contraten con ellos a título
oneroso.
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El segundo párrafo del art. 482 del C.C. y C. establece la obligación que
pesa sobre cada uno de los contrayentes de informar con una antelación
razonable, su intención de otorgar actos que excedan la administración
ordinaria de los bienes gananciales, esto con el fin de que el cónyuge
informado pueda oponerse a los mismos cuando a consideración de él
exista una vulneración de sus derechos. La norma omite establecer las
consecuencias para los actos celebrados sin la comunicación previa.
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Medidas protectorias. Durante el periodo de indivisión, los cónyuges,
con el objeto de proteger sus derechos sobre los bienes indivisos, poseen
el derecho de requerir las siguientes medidas cautelares: a) Las previstas
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por las leyes de procedimiento locales (inventario, vista de libros,
designación de veedor, embargo, inhibición general de bienes, medida de
no innovar, prohibición de contratar, etcétera). b) La autorización judicial
supletoria para la realización de actos que requieren el consentimiento
del otro cónyuge frente a su negativa injustificada. c) La designación de
un administrador de la masa del otro cónyuge, ya sea en su persona o en
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por los cónyuges o por el juez, el otro podrá reclamar judicialmente que
se lo indemnice por el perjuicio causado.
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propio sostenimiento, el de los hijos menores, incapaces o con capacidad
restringida y los gastos de conservación y reparación de los bienes
gananciales (arts. 462 y 467). Cuando se trate de deudas para solventar
gastos sobre bienes gananciales del deudor, la responsabilidad solidaria
del no contratante se limita a su patrimonio ganancial (art. 467). Son
válidos los actos de gestión y disposición a título oneroso sobre cosas
muebles no registrables ejecutados por el copartícipe que ejerce la
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tenencia de la cosa, excepto que la disposición recaiga sobre los muebles
indispensables del hogar, sobre los objetos destinados al uso personal
del otro cónyuge o al ejercicio de su trabajo o profesión, caso en que
deberá requerirse el asentimiento del otro copartícipe (art. 462).
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Efectos frente a los acreedores. Reza el art. 487: “Efectos frente a los
acreedores. La disolución del régimen no puede perjudicar los derechos de
los acreedores anteriores sobre la integralidad del patrimonio de su
deudor”. Los acreedores -de fecha anterior a la extinción de la
comunidad- del titular de un bien ganancial pueden oponerse a la
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-con diverso alcance de acuerdo al art. 480- de modo que las deudas y
los bienes posteriores a tal fecha son ajenos a la comunidad. No obstante
ello, la titularidad que sobre los bienes tenían los cónyuges antes de
extinguida la comunidad no se modifica de pleno derecho disuelta
aquélla. La norma protege los derechos de terceros acreedores de los
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actos destinados a establecer los saldos líquidos de cada masa de
gananciales, para realizar luego la partición; de manera que abarca los
actos relativos al inventario de los bienes gananciales, a la determinación
y pago de las deudas de cada cónyuge ante terceros, a la dilucidación del
carácter ganancial o propio de algunos bienes, a la determinación de las
recompensas que se adeuden entre sí las masas gananciales y las masas
propias, y también a la estimación del valor de los bienes comunes.
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Respecto al pasivo definitivo, reiteramos, que él hace a la relación interna
entre cónyuges. Determinando qué deudas serán soportadas
definitivamente por la comunidad, esto es por el haber ganancial, y que
se materializan a través de las cargas de la comunidad y las obligaciones
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personales (arts. 489 y 490). Cuestiones éstas que recién adquieren
importancia una vez extinguida la comunidad y para su necesaria
liquidación.
comunes y de los que cada uno tenga, y los alimentos que cada uno está
obligado a dar. c) Las donaciones de bienes gananciales hechas a los
hijos comunes, y aun la de bienes propios si están destinados a su
establecimiento o colocación. d) Los gastos de conservación y reparación
de los bienes propios y gananciales.
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párrafo del art. 491, el cual dispone el reconocimiento de las
recompensas con carácter amplio: “La comunidad debe recompensa al
cónyuge si se ha beneficiado en detrimento del patrimonio propio, y el
cónyuge a la comunidad si se ha beneficiado en detrimento del haber de la
comunidad”.
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reconocimiento de una compensación derivada del derecho de
recompensa, debe ser intentada en la etapa de liquidación de la
comunidad, ya que será improcedente durante su vigencia. El art. 492
pone en cabeza del reclamante, es decir, quien invoca el derecho de
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recompensas, la carga de probarla, siendo admisible todos los medios de
prueba.
provecho que tal gasto significó para la comunidad y/o para el cónyuge
al momento de la extinción de la comunidad. De estos dos valores se
deberá tomar el menor, que será aquel que representará el monto a
compensar. En el caso de que del gasto, inversión o erogación no se haya
obtenido ningún provecho o beneficio, se tomará como monto el valor de
aquella. Es decir que si en la tarea de cotejo no existe el valor consignado
en el punto b), se tomará sólo el del punto a). La operación de cotejo,
necesariamente lleva implícita una valuación de los bienes objeto de la
recompensa, por lo que cabe preguntarnos ¿en qué oportunidad se debe
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realizar? La respuesta la encontramos en el art. 494, que incorpora una
pauta temporal, estableciendo que si bien la tasación será efectuada a la
época de la liquidación de la comunidad, aquella se deberá realizar
conforme el estado en que estaban los bienes al tiempo en que la
comunidad se extinguió.
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partición de la comunidad, no sólo es necesario determinar los bienes
que integran el activo comunitario, y su valor, sino también precisar y
valuar los créditos que los cónyuges pueden tener en contra de la
comunidad, o ésta en contra de ellos. En el último caso encontramos a
las recompensas, que para las cuales, una vez cuantificadas, el Código
Civil y Comercial prevé como pauta de liquidación, que una vez
determinadas las valuaciones de las recompensas, el valor final deberá
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ser colacionado a la masa común y en el caso de que el reembolso sea a
favor de un cónyuge, el importe correspondiente le deberá ser atribuido a
éste sobre la masa común. Es decir, en el primer supuesto el cónyuge
beneficiario deberá imputar el valor de las recompensas a la masa
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común para luego ser dividida en partes iguales, y en el segundo es de la
masa ganancial que se debitará el importe correspondiente. Pero, ¿qué
ocurre si la masa común es insuficiente para responder frente al crédito
debido al cónyuge acreedor? Problema que encuentra solución en la
última parte del art. 496, estableciéndose que el crédito por recompensa
no se extingue por falta de bienes para su realización. Sólo en este
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Supuesto de bigamia.
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de la masa indivisa. Pero es de cuidado, no confundir la masa partible
con la masa indivisa. Estas no necesariamente son las mismas. Como ya
vimos, la masa indivisa es aquella que se forma al momento de
extinguida la comunidad y nace con el estado de indivisión post
comunitario. Se encuentra integrada por todos los bienes gananciales
existentes al momento de la disolución de la comunidad. Mientras que,
la masa partible, es aquella que podríamos llamar “masa indivisa neta”,
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debido a que se compone por todos los bienes gananciales previa
deducción de las cargas de la comunidad (art. 489) y los créditos o
deudas resultantes del balance de recompensas (art. 488).
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División. A falta de acuerdo, la masa partible será dividida -conforme lo
establece el art. 498- por mitades entre los cónyuges, reproduciéndose
así el principio de igualdad imperante en nuestro ordenamiento jurídico
familiar. De modo que una vez determinados los bienes gananciales,
pagadas las deudas correspondientes y efectuadas las respectivas
compensaciones, la masa que subsista deberá repartirse por mitades
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entre ambos cónyuges o entre uno de ellos y los herederos del otro. La
partición por mitades que dispone el Código Civil y Comercial, consagra
la finalidad del régimen de comunidad, la cual no es otra que la de
participar ambos cónyuges de las ganancias obtenidas desde el comienzo
de la comunidad hasta su culminación, sin ponderar para ello los
montos o contribuciones efectuadas por cada uno, toda vez que no se
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extinción de la comunidad.
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códigos de procedimientos locales, el Código Civil y Comercial establece,
de manera expresa, la figura del partidor (art. 2373), así como la
posibilidad de que cualquiera de los copartícipes (en este caso, los
cónyuges) soliciten la licitación de alguno de los bienes de la herencia
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(art. 2372), al tiempo que contempla las diferentes etapas del proceso
particionario y los objetivos de cada una ellas -composición de la masa
(art. 2376); formación de lotes (art. 2377); asignación (art. 2378); entre
otras.
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coexistencia de dos comunidades de bienes, que involucran a tres
cónyuges, dos de buena fe y uno de mala fe, “el bígamo”. La norma
dispone: “Bigamia. En caso de bigamia y buena fe del segundo cónyuge,
el primero tiene derecho a la mitad de los gananciales hasta la disolución
de su matrimonio, y el segundo a la mitad de la masa ganancial formada
por él y el bígamo hasta la notificación de la demanda de nulidad”. El
matrimonio contraído de buena fe produce todos los efectos del
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matrimonio válido hasta el día en que se declare su nulidad, pero sólo
respecto del cónyuge de buena fe (art. 429). Tal es el asunto en el caso de
bigamia que el art. 504 presume la mala fe del bígamo. En estos casos, el
Código reconoce al contrayente de buena fe tres opciones para liquidar la
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comunidad de gananciales: a) considerar que el matrimonio estuvo
regido por el régimen de separación de bienes; supuesto en el que sólo
habría una comunidad para liquidar (la constituida por el segundo
matrimonio del bígamo) a la que se le aplicarán las normas contenidas
en esta Sección, mas no la disposición comentada. b) liquidar los bienes
como si fuera una comunidad. c) exigir la demostración de aportes de
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Se diferencia principalmente del régimen de comunidad en la
circunstancia de que no confiere a los cónyuges expectativas comunes
sobre los bienes adquiridos o ganados por cada uno de ellos, no
alterando el matrimonio el régimen de propiedad de los bienes.
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tenga, posea o adquiera, sin importar el tiempo o a que título responde la
incorporación a su patrimonio. Por lo que, bajo este régimen sólo existen
los denominados bienes personales de cada uno de los cónyuges. Al ser
de aplicación las disposiciones de orden público que integran el régimen
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patrimonial matrimonial primario o potestades domésticas, operan las
restricciones a la libertad de disposición, consagradas en el art. 456
(asentimiento). En consecuencia, rige el principio de separación de
deudas, a excepción de las deudas solidarias (art. 461).