Está en la página 1de 3

RESUMEN DEL CAPITULO IV CAMBIO DEL ROL FEMENINO, PARTE 4 EL

FEMINISMO MILITANTE pp. 88-99, EN JOSE PEDRO BARRAN, BATLLE, LOS


ESTANCIEROS Y EL IMPERIO BRITANICO- TOMO 1, EL URUGUAY DEL
NOVECIENTOS, E.B.O, MONTEVIDEO, 1990.

4- El feminismo militante

La demografía y el ambiente que ella modeló condujeron a la “liberalización” de la


mujer de su viejo y exclusivo papel de madre. Su entrada en el mercado de trabajo, la
enseñanza y la cultura lo prueban. El feminismo militante, es decir, la ascensión
consciente por la mujer del nuevo rol social que la demografía y la sociedad le habían
asignado, nació precisamente en el novecientos.
Fue Uruguay el pionero, orientada la acción hacia la obtención de la plenitud de los
derechos civiles y políticos de la mujer, el feminismo nació por iniciativa de la maestra
uruguaya María Abella de Ramírez, quien se había radicado en la ciudad argentina de
la Plata fundando allí el primer centro feminista en 1903.
En 1916, a iniciativa de Paulina Luisi, nació el “Consejo Nacional de Mujeres”, afiliado
al Consejo Internacional de Mujeres con sede en Inglaterra.
El programa “mínimo” de reivindicaciones femeninas presentado por la uruguaya
María Abella de Ramírez al Congreso Internacional de Libre Pensamiento de Buenos
Aires en 1906, estableció en lo sustancial:
1) Educación física, moral e intelectual igual para ambos sexos.
2) Que todas las profesiones que están abiertas a la actividad del hombre,
lo estén también para la mujer.
3) Que en todas las reparticiones publicas sean admitidas las mujeres
como empleadas con el mismo sueldo y condiciones que los varones (…)
7) Que la mujer no este obligada a vivir donde al marido se le ocurra fijar el
domicilio, sino que el domicilio conyugal debe ser de común acuerdo (…)
11) Divorcio absoluto, bastando el pedido de una sola de las partes, porque si
para unirse en matrimonio se necesita el consentimiento de ambos
contrayentes, para vivir desunidos en él basta la voluntad de uno…
12) Suprimir la prisión por adulterio…
13) Que la prostitucion sea tolerada, pero no reglamentada, la mujer soltera
y mayor de edad es dueña de si misma; su cuerpo es lo que mas
legítimamente le corresponde: puede hacer de ello lo que quiera, como el
hombre, sin pagar impuestos ni sufrir vejámenes policiales”.
***
El batllismo fue un aliado natural del feminismo.
Las leyes de divorcio de 1907 y 1913 se hicieron en nombre de un nuevo tipo de
matrimonio y la liberalización de la mujer.
La ley del 26 de octubre de 1907 permitió el divorcio por causales que por cierto lo
tomaban dificultoso: adulterio con las diferencias de sexo ya anotadas, tentativa de
uno de los cónyuges contra la vida del otro, actos graves de violencia, injurias graves o
malos tratamientos del marido que hicieron intolerable la vida en común, condenación
de uno de loes esposos a penas de penitenciaria por mas de 10 años, abandono del
hogar por mas de 3 años; y mutuo consentimiento después de transcurridos dos años
desde la celebración del matrimonio.
El 9 de setiembre de 1913 quedó sancionado el divorcio por sola voluntad de la mujer
luego de transcurridos dos años de matrimonio.
Las leyes de divorcio no destruyeron al matrimonio pero la progresiva extensión del
hecho denotó el cambio demográfico y mental de la sociedad uruguaya. De 1907 a
1915 hubo 770 sentencias, el 70% en Montevideo y el 30% en el interior, como era de
esperarse.
En 1914, los diputados batllistas Héctor Miranda, Juan A. Buero, Atilio Narancio y
Cesar Miranda, recogían otro postulado feminista al presentar el primer proyecto de
ley acordando a la mujer el derecho del sufragio y el de ser electa para los cargos
representativos.
***
El feminismo fue algo más que un movimiento, fue una actitud vital. Precisamente la
encarnaron dos mujeres que no militaron en el movimiento: Irma Avegno y Delmira
Agustini.
El novecientos, con una prensa que ya se dirigía a las masas, fue la época de los
grandes “escándalos”, es decir, de las intimidades que se hacían publicas, por lo
general a raíz de la muerte, revelando el cambio que estaba sucediendo en la antigua
“aldea”. La mujer las protagonizó. En parte porque todo lo insólito que ella hiciera
resultaba escandaloso a los ojos de nuestra sociedad puritana.
Irma Avegno era una soltera de “edad madura”, hija del diputado Emilio Avegno.
Pertenecía a la más encumbrada y rica sociedad montevideana, viviendo con su
familia en un chalet sobre la Rambla de Pocitos.
De carácter independiente, generosa con los humildes, se convirtió también en una
mujer de negocios. Obtuvo dinero de los bancos, de sus parientes ricos y de
respetables profesionales, utilizando su brillante inteligencia, falsificando de vez en
cuando la firma de su rica e íntima amiga, Eulalia Rubio, y prometiendo altísimas
tasas de interés para la época -40% anual-. Con esas sumas fue mujer de empresa,
compradora y vendedora de tierras, estanciero, dueña de un stud en Maroñas.
Envuelta en la vorágine del lujo y los vencimientos que pagaba adquiriendo nuevas
deudas, la caída sobrevino.
El lunes 9 de junio de 1913 estalló el escándalo en la prensa. Titulares a toda pagina
en los diarios capitalinos daban cuenta de “Una señora de nuestra alta sociedad
acusada de estafas y falsificaciones. Desaparecen más de un millón y medio de pesos.
Bancos y capitalistas victimas del engaño. La autora de esos delitos desaparece de
Montevideo y se teme haya atentado contra su vida. El Ministro de Relaciones
Exteriores pierde medio millón de pesos. Las instituciones bancarias $400.000. .
Intervención del juez de Instrucción y del fiscal del crimen”.
En la noche del 6 de junio, Irma Avegno se embarco hacia Buenos Aires, luego de
escribir varias cartas confesando sus delitos. El día 12 de suicido de un balazo, su
cuerpo fue hallado en una chacra cerca del Hospital de Lomas de Zamora.
De inmediato la prensa la transformo en heroína y victima. Había revelado coraje y
¿acaso no eran más culpables los usureros que le dieron dinero esperando tasas de
“agiotaje”?
Cuando se trajo su cuerpo a Montevideo, el entierro fue apoteótico, “Mas de 50.000
personas”-exageración del cronista sin duda- la acompañaron hasta el Cementerio
Central. Hubo oradores que la enaltecieron.
Haya sido lo que haya sido, Irma Avegno se convirtió en un símbolo de la liberación
femenina. Los diarios argentinos y uruguayos le atribuyeron una carta de despedida –
sin duda falsa- que era todo un manifiesto:
“Muy superior debe ser la mujer con relación al hombre cuando lo maneja a su
albedrío y lo constituye en mero proveedor de oro para que ella satisfaga caprichos de
su vanidad (…). La mujer con fortuna no debería esclavizarse. La teoría del amor es
más que suficiente –para la que no haya nacido viciosa- para optar siempre por la
castidad. Quien toma en serio al hombre, refleja enfermedad de espíritu. La vida es un
pasaje de gloria para quien sabe disfrutarla penetrando en el axioma: El prójimo soy
yo”.

5- La reacción conservadora.
La rebelión femenina tuvo sus enemigos en las “clases conservadoras”, la generalidad
de los partidos tradicionales no batllistas y la opinión católica.
Sin embargo, la reacción frente a los proyectos feministas fue distinta según estos
afectaran o no la unidad de las fortunas o tendieran a hacer a la mujer en una
militante de la luchas social.
Cuando el batllismo propuso el sufragio de la mujer, católicos, conservadores y
blancos alzaron la voz pero no pusieron el grito en el cielo.
De todo lo que se deduce que los derechos políticos de la mujer no merecieron la
violenta repulsa de estos sectores. De haberla recibido no se hubiera aprobado en la
Convención Nacional Constituyente de 1917 la Constitución de 1919 que facultó al
Poder Legislativo para conceder el voto a la mujer siempre y cuando estuvieran
acordes los dos tercios de ambas cámaras, hecho que aconteció por ley el 18 de
diciembre de 1932.

También podría gustarte