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La rivalidad entre franciscanos y dominicos en el siglo XIII

El contexto de esta rivalidad filosófica y teológica dentro de la Iglesia tiene lugar en un


contexto marcado por dos acontecimientos clave en este periodo: por un lado, la recepción
de Aristóteles en la estela de la filosofía y la teología de autores árabes como Avicena y
Averroes; por otro lado, la fundación en Europa de grandes Universidades como la
Universidad de París, la de Oxford, Bolonia, Salamanca, Padua, Praga, etc.
Junto a la hasta entonces poderosa orden benedictina en el siglo XIII cuajaron dos órdenes
religiosas muy relevantes en el curso de la historia europea: la orden franciscana y la
orden dominica.
Basta, en primer lugar, mencionar a los principales autores adscritos a cada una de ellas
para resaltar su respectiva importancia. Fueron dominicos, por ejemplo, Alberto Magno,
Tomás de Aquino y el Maestro Eckhart. Y fueron franciscanos Buenaventura, Roger
Bacon, Duns Scoto y Guillermo de Ockham (algunos de estos autores fueron, respecto al
cristianismo oficial, auténticamente heterodoxos, hasta el punto de que nunca han sido
coronados como “santos” de la Iglesia -como sí lo son Alberto Magno o Tomás de
Aquino).
Desde el punto de vista filosófico las doctrinas de los autores franciscanos estaban
inicialmente apegadas a San Agustín (y, a través de él, al platonismo), en cambio, los
dominicos alumbraron una nueva teología -que poco a poco fue considerada, a partir del
siglo XIII hasta nuestros días- la más ortodoxamente cristiana- en la que la filosofía
inspiradora era la filosofía de Aristóteles. Los dominicos por un lado disputaron con el
averroísmo latino, y, por otro, como se acaba de señalar, con el agustinismo de los
franciscanos. Precisamente por representar la ortodoxia el Papa de Roma terminó
confiando a la orden de los dominicos nada menos que el tribunal de la Inquisición
(encargado de acabar con las herejías).
¿Sobre qué rivalizaban estas dos órdenes religiosas (además de por acumular el mayor
poder posible dentro de la organización eclesiástica)? En general, cada una afirmaba que
era más puramente cristiana (aunque la orden dominica sostenía que su versión del
cristianismo era más “moderna”, estando más “actualizada”, más ajustada a su propia
época). Y, ¿en qué se distinguían? La orden dominica era más intelectual, más partidaria
de acudir a la “razón” para forjar una teología que refuerce la fe en la revelación de las
Sagradas Escrituras. Por su parte, la orden franciscana situaba a la fe muy por encima de
la razón (no negaba la importancia de esta última, pero no la tenía por algo definitivo ni
primordial); es importante resaltar que en el seno de la orden franciscana, lentamente,
fueron concretándose una serie de elementos que terminaron desembocando en la reforma
protestante de Lutero (por ejemplo, la denuncia de la acumulación de riquezas por parte
de los dominicos, o ideas sobre la separación de la Iglesia y el Estado, el carácter
“privado” de la fe, etc.).

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