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CONTENIDO
Introducción
Antecedentes
Conclusiones
INTRODUCCION
“Toda nación que deje hacer a otra, una navegación que podría hacer ella
misma, disminuye sus fuerzas reales y relativas, a favor de intereses
extranjeros”.
La sentencia, hecha en 1.816; corresponde a Manuel Belgrano, político y
militar argentino y traduce un criterio político de satisfacer una necesidad, en
beneficio del Interés Nacional.
Una marina mercante nacional eficiente, ahorra divisas al país, transportando
mercancías de importación en sus propios buques, captando así el valor flete
en divisas que se estaría pagando al transportador extranjero; esa misma
marina mercante, capta flete transportando productos de exportación nacional
en sus buques, haciendo que el valor flete quede en el ámbito del propio país.
En este y en los siguientes días, presentaremos una serie de conceptos que
podrán servir para el análisis de los delineamientos que configuran una Política
Naviera, de conformidad con los Objetivos Nacionales definidos en las Políticas
Nacionales de Desarrollo, para el desenvolvimiento económico y social y el de
su relacionamiento económico, comercial y de integración regional, en el
concierto de las naciones del mundo.
A ese efecto, se identifican y definen elementos para la determinación de
Políticas que respondan a los desafíos que enfrenta la actual coyuntura en el
sector, mejore la inserción del país en el contexto mundial globalizado e
impulse su participación en los procesos de integración, desarrollando alianzas
con sus principales socios, a través de convenios que promuevan la mayor
apertura de manera coordinada con las Políticas Económicas y de Transporte
del Estado.
Analizaremos objetivos que han de ser tomados en cuenta de conformidad con
prioridades que se puedan establecer y definir parámetros conceptuales
generales que hagan posible la consecución de esos objetivos.
La Política Naviera que resulte de nuestro análisis no se debe apoyar en el
“trato especial y diferenciado”, bajo la justificación de que somos un País de
menor grado de desarrollo relativo. Pero no se deberá desconocer aspectos
preferenciales que se pueda tener en los procesos de integración, ni el
reconocimiento de asimetrías en las negociaciones con los socios más
poderosos. Tampoco se debe desatender las áreas de negociación, en el
marco de las Organizaciones Internacionales que se destinan a favor de los
países en desarrollo; por el contrario, se debería proponer una participación
activa en dichas negociaciones y en aquellas organizaciones buscando la
mayor apertura posible y la inserción en los procesos encaminados al beneficio
del país.
Nuestra presentación consta de los siguientes capítulos:
- Introducción
- Antecedentes
- Marco geográfico y situación actual del sector fluviomaritimo nacional
- Bases para una Política Naviera
- Objetivos de una Política naviera
- Interacción entre la Política Naviera y las Políticas Públicas
- Relevancia de la Política Naviera
- La ejecución de la Política Naviera
- Marco institucional - Legal
- Conclusiones
ANTECEDENTES
Desde el fondo de la historia de la navegación en América del Sur, rescatamos
que en la época anterior al descubrimiento del continente por Cristóbal Colón,
el hombre americano originario navegaba sus ríos en canoas, piraguas, balsas
o embarcaciones de totora o de troncos labrados para trasladarse de un punto
a otro.
La necesidad de obtener alimentos y otros objetos para su bienestar y de
trasladarse para obtenerlos, ha sido el principio de todo el proceso del
desarrollo humano. El aprovechamiento de los recursos naturales significó
acceder a ellos, descubrir técnicas de producción, acentuar la atracción de
ciertos lugares, etc.
Un medio idóneo para esas acciones fue la navegación que, en el caso de
nuestro subcontinente, fue proficuo en el período de la conquista, de la colonia
y en la etapa posterior de la independencia de los países, hasta nuestros días.
Revisando la historia observamos que, en la época de la Conquista, el 8 de
marzo de 1.545, zarpa de Asunción la Carabela “Comuneros”, construida
íntegramente en astilleros paraguayos, llevando preso a España al depuesto
Adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Otra nave significativa de esa época
y construida en los astilleros de esta tierra, que era Colonia Española, fue la
Carabela “San Cristóbal de Buena Ventura”, que acompañada de dos
bergantines, además de balsas y canoas tripuladas por indios, partió de
Asunción, transportando a Juan de Garay y sus acompañantes, para fundar
por 2ª vez la Ciudad de Buenos Aires. Dicha Carabela, prosiguió luego a
España, llegando con la noticia de la fundación acaecida.
Saltando los tiempos, el 4 de diciembre de 1.802, arribó a Cádiz una fragata de
400 toneladas construida en los astilleros de Angostura. La construcción fue
dirigida por un pionero de la industria naval, Casimiro Francisco de Necochea y
encomendada por el Gobernador Lázaro de Ribera.
Ya en la etapa independiente de nuestra patria, la historia refiere que, el 2 de
julio de 1.856 fue botado el “Yporá”, primer barco a vapor construido en
astilleros nacionales. Era un buque de 226 toneladas, con máquinas de 70
caballos de fuerza y con capacidad para el transporte de pasajeros y cargas.
Afectada a la navegación regular al Río de la Plata, participó en la Guerra
Grande y, al final de ella, se refugió en el Yhaguy donde, hasta hoy, pueden
verse sus restos en el conocido Vapor cué. Otros buques construidos por
manos paraguayas, durante la presidencia de Don Carlos Antonio López,
fueron el “Salto del Guairá”, el “Correo”, el “Río Apa”, el “Ygurey” y el “Jejuí”,
botados entre 1.857 y 1.859.
Estos buques tuvieron amplia relevancia en el comercio de bienes paraguayos
y del extranjero durante el Gobierno de Don Carlos Antonio López y los
primeros años del Gobierno del General Francisco Solano López, antes del
inicio de la Guerra Grande.
La historia continúa con los pioneros de la construcción naval de postguerra: el
insigne Don Andrés Scala, que estableció un astillero en las inmediaciones de
la boca de la bahía de Asunción, a principios del siglo XX y Don Jorge Barzi
que poseía un pequeño astillero en lo que hoy son los los Astilleros de Guerra
y Marina, en Puerto Sajonia, posteriormente adquirido por el Estado paraguayo
en fecha 2 de enero de 1.927.
No nos meteremos a hurgar en los anales de la historia, sobre el régimen
normativo que regía la navegación, pero ciñéndonos exclusivamente a los
antecedentes en nuestro país, recordaremos que, hacia fines del siglo XIX, el 9
de febrero de 1.883, el Gobierno de la Nación promulga la “Ley de Capitanías”,
la que fue, posteriormente, reemplazada por la Ley N° 928/27, “Reglamento de
Capitanía”, de fecha 7 de Setiembre de 1.927 que sigue vigente. Este, dedica
el Capítulo IX a la construcción y reparación de buques, lo que indica la
presencia del Estado en la regulación de tal actividad, por aquellos años.
Por la misma época, principios del siglo XX, el Gobierno Nacional dispuso que
se tenga por Ley de la República, del 5 de Octubre de 1.903, el Código de
Comercio de la República Argentina, sancionado en el año 1889, en ese país.
De dicho Código, permanece vigente el Libro III – DE LOS DERECHOS Y
OBLIGACIONES QUE RESULTAN DE LA NAVEGACION.
Ese sobrecosto incluye las dificultades de acceso a los puertos marítimos, por
la obligada dependencia de las políticas internas de los países de tránsito que
producen demoras y serias restricciones al libre tránsito de la carga paraguaya.
Basta recordar las recientes dificultades de libre tránsito de bienes paraguayos
en la República Argentina y que, aún hoy, se ciernen amenazantes para el
normal desenvolvimiento de nuestro Comercio Exterior.
Los Objetivos son los resultados por alcanzar; la Política comprende los
medios y procedimientos a emplear para alcanzar esos objetivos y la Estrategia
defina la forma y variedad de actividades a realizar.
CONCLUSIONES
Haciendo una retrospección de todo lo antedicho, y a modo de conclusión, en
primer lugar, deberíamos rescatar aquellos elementos de la Política Naviera
observados en la recapitulación de nuestra Historia: la voluntad y el interés de
navegar; la autoridad de ejecución; la industria naval; y la legislación
normativa.
Ella deberá ser coherente con los objetivos más amplios de la Política
Económica nacional, coadyuvando a promover el crecimiento y el desarrollo
económico y contribuyendo al mantenimiento de equilibrios macroeconómicos
y al alcance de de objetivos generales como la generación de empleo, entre
otros.
La adopción de una Política Naviera eficaz, puede ser el primer paso de una
serie de acciones que concurran al establecimiento de Políticas de Estado
que, faciliten a mediano plazo, el seguimiento y la actualización de la coyuntura
regional y mundial conforme evolucione, con miras a obtener ventajas para el
Desarrollo Nacional y el Bienestar General de la población paraguaya.