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MINISTERIO DE LA MUJER

En Proceso De Desarrollo Espiritual

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y
sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abun-
abun dando en
acciones de gracias.” — Col. 2: 6, 7.

Cuando uno lee la Biblia encuent


encuentra
ra muchos pasajes que demuestran el rechazo de Dios de la religión
carente de sentido (Isa. 1:11-18;
18; Jer. 6:20), de la hipocresía en la religión (Luc. 11:42-44;
11:42 Mat. 6: 1-16), y
de las actividades dañinas hechas en nombre de la religión (Luc. 22: 11-6; Juan.. 18:19-24;
18:19 Hech. 26: 9-11).

Opuesto de estas circunstancias tan negativas y equivocadas, Jesús dice: “Si alguno tiene sed, venga a mí
y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan. 7:37 b,
38). La verdadera
adera experiencia de salvación es dinámica y viva, permite que la persona crezca en ella,
desarrollando su fe en formas auténticas y profundas.

La Base: Mi Relación Personal Con Jesús

¿Qué significa para usted tener fe? ¿Es creer en algo o alguien? ¿Es un credo, o sea ciertas creencias que
son importantes para usted? La fe incluye esto, pero básicamente la fe es aquel compromiso de nuestra
vida que le da sentido y unidad. Para el creyente, nuestro compromiso es con Cristo, nuestro salvador.
Nuestra fe encuentra sentido con él y en él. La comunidad en que uno desarrolla su fe es un agente de
bendición para la persona y para el cuerpo de Cristo porque les ayuda a que se afirmen los valores
principales para la vida. La fe de uno es la orientación básica de su vvida;
ida; para el creyente es aquella
confianza en Dios que le da sentido y valor a toda relación que sostiene.

El autor de Hebreos da la definición clásica de la fe: “Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve” (Heb. 11: 1)
1).. Para tener esta fe cristiana uno tiene que tener un
compromiso con Cristo como su salvador, y para entrar en este compromiso uno tiene que aceptar su
oferta de la salvación, y hacerle Señor de su vida.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2: 8, 9).

Pablo destaca tres ideas en este pasaje: gracia, la iniciativa del Dios de amor para salvar; fe, la respuesta
de la persona a esta iniciativa, y salvación, el gran don de Dios. La palabra salvación viene de una

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palabra que tiene el sentido de salud, sana, completa. Somos cambiadas de nuestro estado previo a ser
criaturas nuevas, personas que tienen salud espiritual y que andan en luz, no en tinieblas.

Dios quiere que cada persona tenga la oportunidad de ser salva. El ama a todas las personas y no quiere
que ninguna quede fuera de esta gran salvación.

“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo
por él” (Juan. 3:17).

La salvación es el don más grande que Dios da a la persona. Aceptémosla, apreciémosla y


compartámosla con otros.

Mi Peregrinaje Con Dios

La vida cristiana es una vida de relación, de intimidad con Cristo por medio del Espíritu Santo que mora
en cada creyente. Es una vida en desarrollo. Pablo lo describe así,

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para
lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (Fil. 3:12).

La vida cristiana es un desafío


afío para el creyente, para proseguir, para crecer en el conocimiento de Cristo.
Pablo en los capítulos 4-66 de Efesios usa la figura de andar que significa vivir, el estilo de vida o el
peregrinaje del creyente. Como pensamiento introductorio y clave a las divisiones en estos capítulos
dice:

“... os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Ef. 4: 1);

“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la
vanidad de su mente” (Ef. 4:17),

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados, y andad en amor, como también Cristo nos amó” (Ef.
5: 1, 2a),

“Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:2 1).

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Ef. 6:10).

La vida del creyente es una vida de compromiso con Cristo, es distinta a la de las personas que no tienen
este propósito para sus vidas.

Ayudas Para El Peregrinaje

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Creo que la ayuda más grande que tenemos para vivir nuestro compromiso ccon on Cristo es su propia
presencia con nosotros. “Permaneced en mí y yo en vosotros” (Juan. 15: 4), nos dice. Una lectura
cuidadosa y repetida de Juan 14--1717 nos ayuda a comprender el mensaje tan personal de Jesús en esta
última noche antes de su crucifixión. Sin duda alguna la ayuda más grande que tenemos para vivir la vida
cristiana es la presencia activa de Jesús en nosotros por medio del Espíritu Santo.

Es Cristo quien nos enseñó a llamar a Dios Padre, y aún más, a hacerlo en la forma más personal e
íntima:: “Abba, Padre” (Mar. 14:36). Es el nombre de relación, de amor, que resalta la presencia
constante de nuestro Dios con nosotros.

Otra ayuda que nos da para nuestro peregrinaje es la Palabra de Dios, el mensaje divino para el pueblo
escogido, un mensaje personal
rsonal para cada peregrino. Debemos amar la Biblia, meditar en ella y procurar
crecer en nuestro conocimiento y aceptación de ella.

Hay muchas maneras de hacer la vida devocional, y cada persona debe buscar su propia forma de
hacerla. Insistir en que cada persona lo haga en la misma forma es arriesgar una posible frustración
mayor. Cada persona es distinta y debe buscar su manera de leer y estudiar la Palabra de Dios y de
crecer en ella.

Todos necesitamos encontrar la mejor manera para realizar nuestra lect lectura
ura de la Palabra. El estudio de
la Biblia en la iglesia nos ayuda con enseñanzas básicas, interpretaciones acertadas y un desarrollo de
conocimiento y aplicación. Una forma buena para estudiar la Biblia es el método inductivo, porque nos
ayuda a meditar o reflexionar sobre su enseñanza. Después de leer un pasaje uno contesta las siguientes
preguntas:

(1) ¿Qué dice este pasaje?

(2) ¿Qué quiere decir este pasaje?

(3) ¿Qué significa este pasaje para mí ahora?

Uno no debe acercarse a la Biblia como un rito, o como un lega


legalismo,
lismo, sino como un privilegio, con
anticipación y expectativa para ver lo que el Padre amante tiene que decirle.

Hay personas que hacen de la Biblia un dios. Es objeto de su adoración. Esto nunca fue la intención de
Dios. Es la Palabra de Dios. En ella se revela el mensaje básico de Dios para su pueblo. El salmista dice:
“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105).

La oración es otra ayuda para el desarrollo de la vida cristiana que no debe ser descuidada. La oración es
conversar
sar con Dios. Puesto que la fe cristiana es una religión relacional, no podemos dejar a un lado la

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comunión con nuestro Dios. Hay que hablar con él, no solamente en las oraciones en la hora devocional,
o en el templo, o antes de las comidas, sino constantemente. Nuestro desarrollo como creyentes
depende de esta relación que permite la oración constante. La oración nos permite no solamente
abrirnos a Dios, sino también escuchar su voz y crecer en esta relación mística entre Padre e hija.

Otra ayuda son los dones espirituales que Dios reparte a cada creyente. Uno debe saber cuáles son los
dones que Dios le ha dado, y debe buscar maneras de usarlos para la gloria de Dios. Los dones son dados
en el contexto de la iglesia y encuentran su radio de actuación con eell ministerio de este cuerpo. Los
dones son para ayudarnos a cumplir con la edificación y el crecimiento del cuerpo de Cristo, y con
nuestras responsabilidades como creyentes.

Nunca debemos limitar a Dios a los dones que están en las listas en la Biblia. Di
Dios
os puede dar los dones
que quiere a sus siervos. Usted tiene dones; lo importante es cómo los usa para traer gloria a Dios y
bendición a otros.

Dios también nos da una comunidad en la cual podemos encontrar nuestro significado como personas.
La iglesia, la familia de Dios, el cuerpo de Cristo, nos da una base de significado y de apoyo que es
esencial para la vida de fe. No se puede ser una cristiana sola. Hay que estar en una relación con Dios
por medio de Cristo. Entonces tiene relación con su cuerpo que eess la iglesia a la cual pertenecemos. Esta
comunidad nos da amor y aceptación como miembros de la familia y nos apoya en nuestro desarrollo
cristiano.

Estas cinco ayudas son regalos de Dios para nosotras. El nos ama y nos acompaña en nuestro
peregrinaje de fe. La mujer que le ama y quiere andar con él los recibe y los usa a diario.

Señales Del Peregrino

Cristo no quería dejar al creyente sin un entendimiento claro de cómo debía desarrollar su vida en
forma auténtica y significante. Por esto usaba términos fáfáciles
ciles de entender. “Vosotros sois la sal de la
tierra” (Mat. 5:13 a). Así como la sal da sabor a la comida, la mujer cristiana debe dar gusto a su
ambiente, el

gusto de la vida que Cristo da. Debe curar y limpiar el cuerpo por su acción de entrega a la misión
mis de
Dios en la tierra; debe dar sed de Dios por medio de su vida relacionada con él. Esta señal es más bien
silenciosa; no se ve la sal, pero se nota su efecto o su falta. Jesús nos llama a ser sal.

“Vosotros sois la luz del mundo” (Mat. 5:14). Este min


ministerio
isterio es de proclamar en forma abierta el
mensaje y la presencia de Cristo por medio de un testimonio abierto. La luz no se pone debajo de un

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almud, sino encima de un candelero para que alumbre toda la casa. La luz quita las tinieblas y produce
nueva vida.

La Biblia también enseña que la persona es como levadura, que sirve para leudar toda la masa. Nuestra
vida debe ser entregada a producir una estructura social más justa, relaciones personales más
humanizantes, y una vida cristiana más auténtica.

Jesús nos
os dice que somos sus testigos: el testigo da razón de lo que ha visto o ha experimentado. La
mujer cristiana tiene que saber decir: “No puedo dejar de decir lo que he visto y oído” (Vea Hech. 4:19,
20). Ser un testigo requiere la habilidad de decir a otro
otros,
s, sin miedo, quién es, quién es su Señor y cuál es
el propósito de su vida.

El peregrinaje del creyente se basa en su conversión y su desarrollo en Cristo. Es estimulado y ayudado


por Dios por medio de la presencia activa de Cristo en su vida, la Biblia, la oración, los dones espirituales
y la comunidad cristiana a la cual pertenece. Como respuesta el creyente acepta como suyas las señales
del peregrino, de ser sal, luz, levadura y testigo fiel de Cristo. Cada uno estimula el desarrollo espiritual
de la persona
rsona y debe ser utilizado concienzudamente por la mujer cristiana en este peregrinaje que es la
vida.

Mi Desarrollo Espiritual

El desarrollo es una realidad de la vida; la mujer va pasando de etapa en etapa en su vida cronológica y
social, pero también en su desarrollo espiritual. Pablo habla de creyentes que son niños que todavía
tienen que tomar leche (1 Cor. 3: 2). Tenemos que dejar de ser niñas y crecer “en la gracia y el
conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 3:18).

Ser una mujer cristiana demanda que mire con hone stidad dónde está en su desarrollo espiritual y en
su peregrinaje. ¿Es rígida su fe? ¿Es una fe de obras? ¿Puede sobrellevar las dudas y las incongruencias
de la vida? ¿Ha podido reflexionar sobre su fe y ha sacado conc
conclusiones
lusiones básicas y fundamentales que

son propias? ¿Es auténtico su compromiso con Cristo e influye en cada aspecto de su vida?

Las siguientes metas espirituales pueden ser un estímulo para usted como mujer en desarrollo. Cada
una la llama a una toma de conciencia
ciencia de su nivel de desarrollo actual y a un desafío para continuar
creciendo en su fe.

(1) Apreciar la realidad del desarrollo en forma completa: física, mental, espiritual, emocional, y buscar
formas de evaluarse enteramente en cada etapa de su desarrollo
desarrollo.

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(2) Aceptar su propia responsabilidad del desarrollo de su vida como hija de Dios, de apoyar a otras
personas frente a esta misma circunstancia. La interdependencia en el cuerpo de Cristo es un factor
importante en el desarrollo de la vida espiritual de los miembros individualmente y como grupo.

(3) Aprender a compartir su historia, su testimonio, con otros, viéndolo como parte integral y
relacionada con la historia del pueblo de Dios. Al compartir su historia en forma verídica, anima a otros
en su desarrollo espiritual.

(4) Desarrollar la habilidad de reflexionar sobre el significado de la fe, de las creencias y de la


autenticidad de sus expresiones diarias.

(5) Desarrollar la habilidad de relacionarse honesta y amablemente con otros, de hablar la verdad en
amor. Esto es un paso para construir confianza el uno en el otro y así promover el crecimiento y la
relación.

(6) Entender que su rol como creyente es de ser una ministra de Dios. En el desarrollo espiritual, las
puertas de servicio y ministerio se abren más y más, y se ex
expanden
panden hacia horizontes nuevos de
participación en el Reino de Dios.

(7) Analizar los factores sociales que militan en contra de la fe en nuestro tiempo, reconocer su
influencia nociva, y formular una posición concienzuda y cristiana de cómo limitar su influencia,
influen y
manejarlos en forma cristiana.

(8) Desarrollar una tolerancia para las ambigüedades o incongruencias de la vida. Una persona sin esta
capacidad llega a estar cada vez más estancada en su fe, llega a ser una persona rígida en la forma de
afrontar las realidades
lidades de la vida.

(9) Aprender a tener esperanza, y a regalarla a otras personas. Pedro en tiempos de crisis, escribe de la
esperanza viva para la cual hemos renacido (vea 1 Ped. 1: 3).

Sí, mi fe se basa en una experiencia de conversión y va creciendo mientr


mientras
as voy en mi peregrinaje con
Dios, en el cual reconozco la ayuda que Dios me da: su

presencia activa, su Palabra, la oración, los dones espirituales y la comunidad cristiana. Se responde
frente a estos grandes regalos de nuestro Dios con las señales del pe peregrino:
regrino: sal, luz, levadura y un
testigo auténtico.

Mi desarrollo espiritual es un reto grande; es tarea para toda la vida. Como mujer cristiana con una
relación íntima con mi Dios, voy creciendo de etapa en etapa, consciente de la gracia de Dios que obra

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en mí. Soy especial para Dios, y respondo en formas cada vez más auténticas de mi desarrollo como
creyente en él.

Actividades De Reflexión Y Aprendizaje

1. Escriba la historia de su peregrinaje espiritual. Puede incluir experiencias de su niñez, y su juventud;


su conversión, y su desarrollo desde este principio. Analice dónde está ahora y su necesidad de
crecimiento. ¿Necesita tomar una decisión a la luz de este estudio y su reflexión?

2. Haga una lista de los valores principales de su vida. Póngalos en o


orden
rden de prioridad con los más
importantes primero en la lista. ¿Cómo influyen estos valores en su desarrollo espiritual?

3. Escoja un himno que expresa bien lo que usted siente en cuanto a su desarrollo como creyente.
Cántelo. Sería bueno aprenderlo de memori
memoriaa para así afirmar su desarrollo espiritual.

Preguntas para contestar a solas o en grupo

¿Qué significa para usted ser salva? ¿Hay alguna anécdota personal que le ayuda a expresar lo que usted
siente en cuanto a su experiencia con el Señor?

¿Siente usted que


ue se ha desarrollado espiritualmente en los últimos tres meses? ¿Cómo?

¿Cómo le ayuda Cristo en su peregrinaje espiritual? Dé ejemplos específicos.

¿Cuáles metas espirituales del capítulo le sirven más de estímulo para su desarrollo cristiano? ¿Cómo
puede usarlas como reto personal?

4. Como Persona Distinta Al Hombre

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa larga


largamente
mente a la de las piedras preciosas.
Abre su boca con sabiduría, Y la ley de clemencia está en su lengua. Se levantan sus hijos
h y la llaman
bienaventurada; Y su marido tam
tam-bién la alaba.” — Prov. 31:10, 26, 28.

¿Quién es la mujer? ¿Quién es el hombre? ¿Cómo podemos entendernos mejor? ¿Cómo podemos llegar
a experimentar y realizar toda la potencialidad que el Señor nos ha dado? ¿Cómo puedo llegar a ser la
mujer que debo ser?

Como mujeres muchas veces hemos experimentado rechazo o marginación por nuestra sociedad por el
simple hecho de ser mujer. Citas dadas por las Naciones Unidas durante la Década de la Mujer (1976-
(1976
1985) indican que mientras las mujeres son aproximadamente el cincuenta por ciento de la población
del mundo, ellas hacen dos tercios del trabajo, ganan una décima parte de las ganancias obtenidas, y

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son dueñas de menos de un por ciento de la propiedad total en el mundo. Al afrontar esta triste realidad
de nuestro mundo
undo actual, a veces nos desanimamos. Cuántas veces la niña, y más adelante la mujer dice
o piensa: “Si yo fuera hombre”, porque muy pronto reconocemos que hay diferencias de oportunidades,
de prestigio, de posición social, de responsabilidad y de realizac
realización.
ión. Según la personalidad de la mujer
afectada su respuesta a esta situación puede ser resignación, rebelión, creer que es neutral, o sentirse
privada, cosifícada o marginada (y muchas veces se siente fuertemente culpable por estos
pensamientos). Pero hay mujeres que reflexionan seriamente sobre su vida y la de los demás y buscan
su propia humanización y la del hombre. Como mujeres cristianas ésta debe ser nuestra respuesta y
compromiso.

Hay que recordar que somos hechas a la imagen de Dios. Somos distinta
distintass al hombre, pero no somos
inferiores ni superiores a él. Es de suma importancia que reconozcamos estas diferencias para que
podamos llegar a ser todo lo que Dios ha querido para nosotras.

La Mujer

Hay posiciones muy contradictorias en cuanto a la mujer en nuestro medio. En el Día de la Madre parece
ser la persona más idealizada y respetada de nuestro mundo; pero cuando se habla de ocupar
posiciones no tradicionales, se escuchan voces que rechazan totalmente esta posibilidad, porque es
mujer. Lo

más triste es que a veces son las mismas voces que toman estas dos posiciones tan contradictorias.

En verdad, es difícil hablar del rol de la mujer sin exagerar de un lado o del otro. Hay quienes insisten en
que la mujer es inferior al hombre, su sierva, su esclava. Hay otros que insisten en que la mujer es igual
al hombre y así está en competencia con él. Y hay los que insisten en que la mujer es superior al
hombre, en sentimientos, en habilidades, en potencialidad y así tiene que reemplazarle en la vida
pública y social.

Creo que estos acercamientos a la búsqueda de la identidad de la mujer son totalmente equivocados. Se
puede apreciar que hay razones para cada posición, y como mujeres podemos entender las reacciones
de las mujeres que han tomado estas dos últimas po
posiciones,
siciones, porque muchas veces nosotras hemos
vivido circunstancias en que hemos sido no solamente mal comprendidas, sino oprimidas.

No es mi propósito resaltar esta toma de conciencia porque creo que la mayoría de nosotras ya hemos
experimentado estas realidades
idades y somos conscientes de esta situación, y si no nos hemos dado cuenta
de esto creo que es porque no queremos reconocerlo. Mi propósito es ayudarnos a reconocer quiénes
somos en verdad. Ya hemos resaltado anteriormente que la mujer es un ser humano, hecho
h a la imagen
de Dios. ¡Somos especiales!, tenemos un valor grande, incalculable.

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La lucha por la identidad femenina no es nueva en nuestra década; se encuentra en la historia de


muchos pueblos. En nuestra tradición judeocristiana tenemos que reconocer que se desarrolló un fuerte
prejuicio contra la mujer. Por ejemplo, el Rabino Ben Sira en el libro apócrifo Eclesiástico dice: “De una
mujer vino el principio del pecado, y como raíz de ella, todos morimos”. Cuando nació Jesús las normas
estaban establecidas:
as: la mujer estaba aislada, no podía hablar en público, no podía valerse por sí misma;
era inferior, era posesión de su padre, de su esposo o de su hijo. El judío varón oraba dando gracias a
Dios en esta forma: “Oh Dios, te doy las gracias que no nací gen
gentil,
til, ni esclavo, ni mujer.”

En este ambiente nació el Salvador; vino al mundo por medio del cuerpo de una mujer sumisa a la
dirección de Dios, una mujer que encontraba su destino, su identidad por medio de esta experiencia de
cumplir la voluntad de Dios. Cuando
uando Jesús empezó su ministerio veía que su papel era ministrar tanto a
mujeres como a hombres, y él liberó a las mujeres. El no fue limitado por las normas de su día, ni por las
leyes, ni por las costumbres y los prejuicios

aceptados por su sociedad. Él hablaba con las mujeres, las sanaba, las hacía completas y les inspiraba a
dar su vida en el servicio.

Luc. 8: 1-3
3 nos dice que a Jesús le seguían en el camino sus discípulos y muchas mujeres que habían
encontrado nueva vida en él. Nadie, ningún rabino, tenía a mujeres en su séquito; ellas no podían
estudiar, no podían opinar, no podían ni hablar con un hombre. Pero los Evangelios resaltan la relación
especial de las mujeres con Jesús: Marta y María, Susana y Juana, entre otras. No eran solamente
amistades,s, eran sus discípulas, aprendían de él, y él las consideraba dignas de compartir con él en el
Reino, de aprender teología, de saber de las nuevas realidades de la vida religiosa. (Lea Luc. 10:38-42
10:38 y
Juan. 11: 1-12:8).
12:8). María tomó la posición de alumna cua cuando
ndo se sentó a los pies del maestro para
escucharle.

Así, hoy día nosotras debemos afirmar nuestro valor, nuestra identidad de mujer por haber sido creadas
a la imagen de Dios, con todo lo que esto significa; y porque Cristo, el Salvador, nos ha liberado de
d los
prejuicios y normas esclavizantes, y nos ha dado vida eterna y abundante.

Acuérdese de las propias palabras de Jesús:

“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente
libres” (Juan. 8:32, 36).

No hemos de volver a esclavizarnos con ideas ajenas a las de Cristo.

La Mujer, Diferente Al Hombre

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La sicología se ha profundizado mucho en los estudios de las personas para ayudarnos a entendernos
mejor, pero hay estudios fundamentales de la sicología qu
quee son muy limitantes para la mujer. Casi todos
estos análisis son basados en los estudios del hombre como tal, pero los resultados han sido impuestos
después como la norma para ambos sexos. Como consecuencia, los valores que se consideran en el
desarrollo de la persona son los valores del hombre, y sus tareas de desarrollo se consideran normativas
para las de la mujer.

El famoso sicólogo Freud, quien tanto ha influido al mundo entero, proyecta a la mujer como una
persona inferior al hombre, una persona ansi
ansiosa
osa y neurótica por no ser como él. Además, enseña que en
el desarrollo la mujer demuestra menos sentido de justicia que el hombre; que no está tan dispuesta a
afrontar grandes exigencias de la vida; que ella es influida más a menudo en sus juicios por sus
sentimientos de afecto u hostilidad. Otros sicólogos y siquiatras de

gran influencia han seguido el mismo camino: la mujer es distinta del hombre, parece que la mujer es
menos que normal.

Hoy día se está estudiando más detalladamente a la mujer. Hay muchomuchoss libros que se están publicando
sobre la identidad de la mujer, su desarrollo, su potencial, su vida en todos los aspectos. Un libro
interesantísimo sobre la mujer es En una Voz Diferente por Carol Gilligan, profesora de Educación de la
Universidad de Harvard.
vard. Gilligan, con muchos otros sicólogos y sociólogos modernos, afirma que el
hombre y la mujer sí son distintos, y que cada uno tiene una perspectiva distinta. La mujer se orienta
hacia la vida con su sentido de su responsabilidad hacia las relaciones, especialmente en cuanto a las
relaciones personales de significado. Tiene un sentido continuo de adhesión, de apego.

El hombre tiene otra orientación hacia la vida. es posicional, se orienta hacia las circunstancias y sobre
los derechos del individuo. Aun en las relaciones sexuales las perspectivas son distintas. En una
investigación hecha sobre las diferencias en imaginación proyectiva entre los sexos, la fantasía del
hombre era orgullo, mientras para la mujer era cuidado.

En los
os estudios de la sicología de desarrollo enfatizan la importancia para el adulto de desarrollar la
autonomía, de separarse de sus padres, de ser una persona auténtica, de desarrollar su individualidad y
los derechos naturales del ser humano. Estos son aspaspectos
ectos de enfoque masculino hacia la vida.

Hay una necesidad apremiante para enfatizar que la mujer encuentra su sentido como persona en
forma distinta: por medio de hacer y mantener afiliaciones y relaciones. Toda la estructura síquica de la
mujer se basa en su potencial para una vida más afiliativa, más relacionada con la de otros. Ella rechaza,
o quiere rechazar la agresión como norma de la vida. Pero cuando la sociedad nos enseña que la mujer
tiene que ser como el hombre para ser normal, que tiene que serr más agresiva, autónoma, posicional,

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empiezan sus problemas. Psicológicamente está procurando ser lo que no es. Hay que llegar a valorar la
perspectiva de la mujer tanto como la del hombre. Entonces la libertad de desarrollo de cada uno va a
ser realizada.. La vida va a tener más sentido; la relación entre el hombre y la mujer va a ser mejor, más
de acuerdo con el plan original del Creador al hacernos distintos.

Déjeme hacer un paréntesis en este momento. La mujer que tanta responsabilfdad siente hacia los
demás, muchas veces no siente ninguna responsabilidad hacia sí misma. Si ella piensa en sus propias
necesidades, ella y los demás la denominan egoísta; si piensa en su supervivencia o en cuidarse a sí
misma, inmediatamente se autocondena por pensar en sí m misma. Hemos

sido programadas desde nuestro nacimiento que el rol de la mujer es de autosacrificarse en todo. Pero
hay que reconocer que si no somos responsables y cuidadosas de nosotras mismas no podremos
relacionarnos bien con otros. Hemos de amarnos, apa
apartar
rtar tiempo para nosotras mismas, cuidarnos y
ayudarnos. Si hacemos esto tendremos algo de valor que compartir con otros; una base firme para
relacionarnos con ellos.

En el año 1848 hubo un congreso de mujeres en el estado de Nueva York en los Estados Unidos, Unid donde
iban a considerar la condición social, civil y religiosa de la mujer, y sus derechos en estos campos. Una
de las asistentes, Elizabeth Cody Stanton, enardecida por las restricciones a las mujeres, dijo a un
reportero allí:

“Póngalo en letras mayúsculas:


sculas: el autodesarrollo es una

responsabilidad mayor que el autosacrificio. La cosa que más retiene y milita contra el autodesarrollo de
la mujer es el autosacrificio.”

El autosacrificio sin un fuerte sentido de propósito debilitará a la mujer, y probablemente esclavizará a


las personas por las cuales se sacrifica.

Debemos reconocer que la mujer tiene la responsabilidad de considerarse a sí misma tanto como se
considera a los demás. La doctora Jean Miller, sicoanalista y especialista en cuanto a los problemas de la
mujer, dice que hay que tener una nueva sicología de mujeres y que ésta tendrá que empezar desde un
punto distinto, desde su propio desarrollo. Esta sicología tiene que basarse en los siguientes conceptos:

(1) La mujer tiene una base distinta del hombre; ella queda con, construye encima de, y se
desarrolla en ell contexto de adhesión y afiliación con otros.

(2) El sentido de identidad de la mujer se organiza alrededor de las relaciones y afiliaciones, en su


habilidad de hacerlas, y después, en su habilidad de mantenerlas.

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(3) Para las mujeres la amenaza del rompimiento dde


e una afiliación es percibida no solamente como
una pérdida de relación, sino como una pérdida total de su ser.

Sin duda alguna ésta es una voz nueva que pide la estructura de una sicología de la mujer centrada en la
posibilidad de un acercamiento distinto
distinto,, y más significante a la vida y a su propia manera de funcionar;
una sicología en la cual la afiliación es tan apreciada, o más que el sentido de autonomía e
individualización.

Para llegar a ser la mujer especial que podemos ser, hemos de entender mejor ccómo ómo somos y cuáles son
los enfoques sicológicos de nuestra vida. Un estudio así daría la posibilidad de formular verdaderamente
una sicología desde la perspectiva de la mujer, y de su vida diaria como adulta.

La Mujer Y El Hombre: Seres Humanos Y Compañero


Compañeros

En su libro, Identidad, la doctora Rut Tiffany Barnhouse, una siquiatra cristiana y profesora en un
seminario, dice que es difícil para la mujer encontrar su identidad porque tenemos identidades
estereotipadas de la mujer y del hombre. Estas son muy limi limitantes
tantes y hasta dañinas para el hombre y la
mujer. No somos todos iguales, y cuando procuramos que todos seamos iguales se producen vidas
traumatizadas. Hay muchos factores que entran en nuestra identidad: sexo, edad, madurez, salud física,
ocupación, religión,
ión, educación, clase social, relaciones familiares, estabilidad emocional y mental,
inteligencia, nacionalidad, cultura y temperamento, entre otros. Factores sicológicos como ser
introvertido o extrovertido, lógico o sentimental, intuitivo o práctico son básicos en la formación de la
identidad de la persona.

Los hombres y las mujeres son distintos en su orientación y su actuación, y cada hombre y cada mujer
son distintos de los demás también. Es una tragedia para la relación entre las personas cuando
procuramos
ramos hacer que cada una quepa dentro de una idea preconcebida o estereotipada. El hombre
tiende a mirar los problemas morales en forma más analítica: divide el problema en partes y entonces
escoge la parte más precisa o correcta según sus criterios. La mu
mujer
jer tiende a mirar la totalidad del
problema, incluyendo las relaciones involucradas, y esto hace más difícil que tome una decisión. El
hombre es más orientado a metas; la mujer a situaciones y relaciones. Así la voz de ambos sexos debe
ser oída, porque hacen
cen falta las dos perspectivas para una orientación más equilibrada y sana.

Para el bien de la humanidad tiene que haber respeto mutuo entre el hombre y la mujer: deben
aprender a reconocer y apreciar las diferencias en sus perspectivas; deben aprender a reconocer
r ya
cultivar las cosas similares en su humanidad compartida. Como seres humanos tienen metas mutuas,
aunque como hombre y mujer pueden diferenciarse entre sí drásticamente en la forma de acercarse a
estas metas.

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Deben aprender a no dejar que estas diferencias sean una fuente de contensión entre ellos, pero a
apreciar la plenitud de su complementariedad. En esta forma los hombres y las mujeres pueden hacer
juntos más que la suma de lo que podrían hacer separados.

La mujer que se conoce bien a sí mis


misma,
ma, y está consciente y sanamente orgullosa de sus dones
específicos, sabiendo cómo y cuándo debe usarlos para el bien de todos en la relación, está en posición
de ser efectiva en cambiar el desequilibrio femenino y masculino en todos los aspectos de la vida.
vi La
mujer debe tener confianza en sí misma y en la validez de su interpretación de la vida, de cómo la ve, y
cómo la interpreta. Debe saber presentar y defender su interpretación y sus decisiones con una firmeza
acertada, basada en su propio desarrollo como mujer hecha a la imagen de Dios. En este momento, y
solamente entonces, será posible la liberación de la totalidad de la humanidad, porque en verdad el
hombre no estará libre hasta que la mujer también sea libre.

Tanto el feminismo, en que se ha procu


procurado
rado poner al hombre en una posición de desigualdad y de
desprecio, como aquellas personas que han visto al hombre como un enemigo, son equivocados. Tanto
lo uno como lo otro produce una situación lamentable. Hay que resaltar lo que tenemos en común; hay
que
ue ser aliados, compañeros en nuestra común búsqueda de nuestra humanización. Tanto el hombre
como la mujer son compañeros en este peregrinaje.

La mujer es especial; es distinta al hombre. Encuentra una significancia personal mayor cuando se da
cuenta que Dios la ha hecho así; y también que es el plan de su Creador que encuentre con el hombre
esta relación especial que les permite resaltar las cualidades especiales de cada uno, en aprecio y
respeto mutuos. Es entonces que pueden llegar a ser coherederos del plan de Dios para su creación.

¡Soy mujer! ¡Soy especial! en mi relación con el hombre. Traigo a las relaciones mi perspectiva especial,
la de la importancia de relacionarme con los demás. Cuando uso esta perspectiva, soy fiel a mí misma,
fiel a mi compañero,
ero, y fiel al plan de Dios para mi vida. En este momento Dios puede bendecir mi vida y
mis relaciones, no solamente en mi propia experiencia, sino también en las vidas de todas las personas
con quienes me relaciono.

Actividades De Reflexión Y Aprendizaje

1. Describa cómo usted y un hombre (esposo, padre, hijo, etc.) resolverían una crisis en su familia. Anote
las diferencias entre su forma de acción con la del hombre. ¿Qué siente en cuanto a esta situación?
¿Hay tanto valor en la forma en que usted la resu
resuelve
elve como la forma en que el hombre lo hace?

2. ¿Por qué cree usted que Dios hizo distintos al hombre y a la mujer? Explique cómo nuestras
diferencias nos pueden unir y dar más significado a nuestras vidas.

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MINISTERIO DE LA MUJER

3. Haga un estudio bíblico del valor de la persona como individuo, usando Luc. 19: 2-10
2 o Juan 9.
Resalte el concepto de la persona en cuanto a sí misma y en cuanto a sus relaciones antes y después de
su encuentro con Cristo. ¿Nota usted un progreso en el aprecio que la persona tiene de sí misma
después de tener
er su vida cambiada por Cristo? ¿Cómo puede aplicar esta situación y estas enseñanzas a
su vida como mujer cristiana?

Preguntas para contestar a solas o en grupo: ¿Qué significa ser mujer?

¿Le gusta ser mujer, o prefería ser hombre? ¿Por qué?

¿Qué podemos hacer para promover el compañerismo entre el hombre y la mujer? ¿Está dispuesta a
hacerlo?

¿Qué ve usted en la vida de Cristo que resalta el valor de los hombres y las mujeres como tales?

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