Está en la página 1de 2

"Capicúa": El día 18 el Papa celebró 81 años

Pocas veces se puede celebrar el día 18 81 años, como ha hecho hoy el Papa Juan
Pablo II. Las noticias que tenemos son de que transcurriría el día trabajando en los numerosos
desafíos que tiene la Iglesia en ese principio de milenio, por ejemplo el viaje a Armenia y
otras poblaciones como Kazajstán y Kirguizistán (de mayoría musulmana). También hay un
viaje a Bulgaria, dentro del plan que ya ha comenzado de ir a Grecia y Siria, que puede ser de
utilidad para la unidad con las iglesias ortodoxas. Al celebrar de modo más o menos íntimo
este aniversario, también festeja los resultados alcanzados en el viaje por Grecia y Siria.
Hay quien dice que la salud del Papa es fuerte debido a la gente y la oración, que son
el secreto del Papa Wojtyla, auténticos vigorizantes en momentos de cansancio. Así lo
documenta Luigi Accattoli, un importante vaticanista al observar como después de momentos
de gran cansancio su rostro cambió de expresión y la sonrisa contagió su cuerpo. Recuerdo
que en el encuentro con los jóvenes de Roma, en Tor Vergata, alzaba las manos como no
había hecho desde muchos años antes, pues debido a sus lesiones mantiene siempre un brazo
más bajo. Por eso dicen que se recupera con el contacto con la gente. Pero el enviado de «Il
Corriere della Sera» cuenta del "otro secreto": «El lunes, en Quneitra, arrodillado en aquella
iglesia semidestruida, adonde había llegado arrastrándose más que nunca, le fueron suficientes
cinco minutos de recogimiento para recuperar la paz en su rostro».
El pasado 13 de mayo hacía 20 años del atentado que sufrió en la plaza de San Pedro
cuando cayó víctima de la bala disparada por el terrorista turco Mehmet Alí Agca.
Precisamente en ese día de la fiesta de la Virgen de Fátima, el Papa puso en sus manos la paz
en Tierra Santa. A la vuelta de su viaje por Grecia, Siria y Malta proclamó que es necesario
«romper esta cadena inmoral de provocaciones y de represalias» para que vea la luz «el día
bendito» de la paz en Oriente Medio; «¡nos encontramos ante una espiral de violencia
absurda!», precisamente en Tierra Santa. «¡Sembrar la muerte todos los días no hace más que
exasperar los espíritus y retrasar el día bendito en el que todos los pueblos podrán mirarse a la
cara y caminar juntos como hermanos!», clamó el Papa. «Todos, y en particular los
responsables de la comunidad internacional, tienen el deber de ayudar a las partes en conflicto
a romper esta cadena inmoral de provocaciones y de represalias. Hay que recordar, además,
eso que tantas veces se ha repetido, que el lenguaje y la cultura de la paz tienen que prevalecer
sobre la incitación al odio y a la exclusión». Y pidió a la Virgen de Fátima la paz en Tierra
Santa, «para que sean purificados los corazones y propósitos de todos, para que cesen las
masacres y para que las energías de unos y otros se empleen finalmente para la construcción
efectiva y duradera de la paz».
En estos días ha salido a la luz algún comentario sobre el "misterio" de quien quiso matar a
Juan Pablo II, hace 20 años: en aquel caluroso miércoles la figura blanca del Papa, de pie, en
el auto descubierto, caía entre los gritos de la gente que llenaba la plaza de San Pedro del
Vaticano. La mano del turco Mehmet Ali Agca se levantó por encima de la cabeza de los
fieles apretando una pistola en dos disparos. Sólo un proyectil alcanzó al Papa, quien fue
llevado a toda velocidad al hospital Gemelli de Roma, donde le tuvieron que extraer gran
parte del intestino. Le protegió la Virgen de Fátima, y desde entonces esta fecha ha sido
asociada al "secreto de Fátima", el tercer secreto no revelado hasta hace poco. Juan Pablo II
dijo el 13 de mayo de 1994 que «...fue una mano materna quien guió la trayectoria de la bala
y el Papa agonizante se paró en el umbral de la muerte», y el 13 de mayo del año pasado, en la
beatificación de los dos pastorcillos ya fallecidos que fueron testigos de las apariciones de
María en Portugal, se anunció la revelación del tercer secreto donde se hablaba de la figura
blanca del obispo de Roma que cae ante los enemigos. Sor Lucía, la única de las tres videntes
en vida de las apariciones de Fátima, que tuvieron lugar el 13 de julio de 1917, sostiene que
fue la Virgen quien salvó al Papa del atentado que estaba profetizado en aquel texto -ya
público- que reza: «Un obispo vestido de blanco camina con dificultad hacia la Cruz, entre los
cadáveres de hombres y mujeres martirizados. Son obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y
numerosos laicos. Después, de repente, también él cae a tierra, como muerto, bajo los disparos
de un arma de fuego».
Yo pude estar en Fátima este verano, y comprobar que es un centro de peregrinación
que tiene un encanto especial. Basta ver los peregrinos que llenan la plaza en la noche del
sábado, con las velas encendidas y el pausado rezar el Rosario atentamente, cada uno en su
lengua, siguiendo en procesión a la Virgen. Alrededor del lugar de las apariciones reina la paz
de la oración, y un río de gente va llegando en recogimiento, algunos hacen de rodillas los
últimos tramos. El pasado día 13 se han congregado allí más de 600 mil peregrinos para
celebrar el primer aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta, y la revelación de
esta tercera parte del «secreto» de Fátima.
Llucià Pou i Sabaté

También podría gustarte