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"Capicúa": El día 18 el Papa celebró 81 años

Juan Pablo II ha cumplido el día 18, 81 años, y pocas veces se puede celebrar un
aniversario capicúa. Pasó el cumpleaños como una jornada normal de trabajo, según cuenta la
agencia Zenit: misa en su capilla privada, visitas, preparación del Consistorio del entero
Colegio Cardenalicio (convocado del 21 al 24 de mayo, para estudiar las reformas en la
Iglesia), y trabajar en los numerosos desafíos que tiene la Iglesia en ese principio de milenio,
por ejemplo los viajes a Ucrania el próximo mes de junio; a Armenia y otras poblaciones
como Kazajstán y Kirguizistán (de mayoría musulmana). También tiene previsto un viaje a
Bulgaria, dentro del plan que ya ha comenzado al ir a Grecia y Siria, de cara a la unidad con
las iglesias ortodoxas. Al celebrar de modo más o menos íntimo este aniversario, también
festeja los resultados alcanzados en este último viaje –era el 93º fuera de Italia-, que ha sido
para el Papa motivo de alegrías.
Este último año de su vida, en medio de rumores de su enfermedad, ha sido año de
muchos eventos, con el Año del Gran Jubileo del 2000 (la Jornada Mundial de la Juventud, en
la que participaron más de dos millones de jóvenes, y tantas otras actividades jubilares,
clausuradas el 6 de enero de 2001), además de la creación de 44 nuevos cardenales
(consistorio del 21 de febrero de 2001), numerosas ceremonias de canonizaciones, etc.
Su pontificado, que cumplirá 23 años el próximo 22 de octubre, es el sexto más largo en la
historia del papado.
Hay quien dice que la salud del Papa es fuerte debido a la oración y a la gente, que son
el secreto del Papa Wojtyla, auténticos vigorizantes en momentos de cansancio. Así lo
documenta Luigi Accattoli, un importante vaticanista al observar como después de momentos
de gran cansancio su rostro cambió de expresión y la sonrisa contagió su cuerpo. Recuerdo
que en el encuentro con los jóvenes de Roma, en Tor Vergata, alzaba las manos como no
había hecho desde muchos años antes, pues debido a sus lesiones mantiene siempre un brazo
más bajo. Por eso dicen que se recupera con el contacto con la gente. Pero el enviado de «Il
Corriere della Sera» cuenta del "otro secreto": «El lunes, en Quneitra, arrodillado en aquella
iglesia semidestruida, adonde había llegado arrastrándose más que nunca, le fueron suficientes
cinco minutos de recogimiento para recuperar la paz en su rostro».
Llucià Pou i Sabaté

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