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1ª Lectura
Sof 2,3;3,12-13: Dejaré en medio de ti,
un pueblo pobre y humilde
Salmo responsorial
Sal 145,7.8-9a.9bc-10
Estribillo: Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos
2ª Lectura
1 Co1,26-31: Dios ha elegido a los débiles del mundo
Antífona de la comunión Mt 5,3-4: Bienaventurados los pobres
de espíritu porque suyo es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos por que
poseerán la tierra, dice el Señor.
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Contexto celebrativo
Nuestro encuentro dominical con el Señor, al que somos
convocados para escuchar su Palabra, nutrirnos con su Eucaristía, y
asumir los caminos de nuestra salvación, nuevamente nos reúne en
este Domingo IV del Tiempo durante el Año.
En los domingos anteriores celebramos la Epifanía = Manifestación
de Jesús, que es reconocido por los magú como verdadero Dios, en su
realidad humana, y que llama a todos los pueblos y naciones a aceptar
al Salvador que se ha hecho carne: humano como nosotros. Así da inicio
la revelación definitiva de Dios, que nos envía a su propio Hijo hecho
carne para salvarnos, y hacernos herederos de su Reinado.
Jesús inicia su vida pública al ser bautizado por Juan Bautista, y
ungido por el Espíritu Santo, y el Padre lo revela como su Hijo, su
Amado, en quien se complace. Títulos que, como sabemos, encierran su
tarea y misión salvadora, y que Él hace realidad con su vida, pasión,
muerte, y resurrección.
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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
Evangelio
Jesús, en una montaña cercana a Cafarnaúm, manifiesta el
proyecto del Reinado de Dios, que esta marcado por la “justicia”, pero
no como la entendemos generalmente, sino con el sentido que tiene en
la Palabra de Dios: Justo es el que agrada a Dios con su vida, sus
acciones, su comportamiento familiar, social y religioso.
Justo es un equivalente de “santo”, del que es fiel a Dios, y cumple
su voluntad, cfr. Mt 4,17.
El Sermón de la Montaña, más allá de ser una exposición de las
exigencias cristianas, es una llamada a la santidad y la fidelidad al
camino de Jesús, como fuente de felicidad plena, dóciles a la acción
Espíritu Santo que nos fortalece, sostiene y santifica.
Los pobres son quienes están abiertos y disponibles para vivir el
Reinado de Jesús, Mt 4,17; So 2,3; Sal 22,27; 1 Co 1,26 s. Como también
los pequeños, Mt 11,25; 18,2-4; 19,13, o los últimos: 19,30; Mc 9,35.
Mateo insiste en la pobreza de “espíritu” que no tiene nada que
ver con la mediocridad, inestabilidad, superficialidad, etc. Pobre es el
que se entrega incondicional, dócil y generosamente al Señor y a su
voluntad. Sabe usar los bienes que el Señor pone en sus manos, pero no
se apega a ellos, no se siente dueño sino administrador para el bien
común. La pobreza de espíritu es una actitud interna que se manifiesta
en una pobreza efectiva, en palabras y acciones, cfr. Mt 6,19 s. 10,9-10;
19,21-24; Hch 4,32; Sal 37,11.
La mansedumbre, actitud tranquila y pacificadora, que nos hace
heredar el Reinado de los cielos. Es lo opuesto a las actitudes de
agresividad y violencia.
Los que lloran, signo del sufrimiento, victimización, violencia, y
ataques, que encontrarán en el Señor la fortaleza y el consuelo.
Tener Hambre y sed de justicia, no humana, sino de la santidad,
fidelidad y comunión con Dios, encontrará su respuesta, pues serán
saciados, por y en el encuentro con Jesús.
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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
1ª Lectura
El profeta Sofonías vive su ministerio, cuando Juda lleva un siglo
sometida al dominio asirio, desde el 734 a.C. El seguimiento del Señor
ha ido perdiéndose, y crecen las costumbres paganas y extranjeras. En
tiempo de Manasés, 693-639 a.C. esta pérdida de la fidelidad a YHWH,
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Salmo responsorial
La Palabra escuchada, que obra y actúa en nosotros si la dejamos
resonar y transformarnos interiormente, encuentra en el Salmo
Responsorial nuestra respuesta a la Palabra, con la misma Palabra.
En este domingo está tomada del Sal 145, que es el principio de la
doxología final del Salterio: Sal 145-150, conocido como Tercer Hallel,
Alabanza al Señor. Los Sal 113- 118, forman el pequeño Hallel, cantado
o recitado en las fiestas, especialmente en la cena Pascual. El Sal 136,
llamado Gran Hallel, que igualmente se recitaba o cantaba en la Pascua,
después del Pequeño Hallel.
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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
2ª Lectura
En la Segunda Lectura continuamos con la Primera carta del
Apóstol Pablo a los Corintios, hoy con lo vv. 26-31, con los que finaliza el
c. 1, subrayando que la elección de Dios no está dirigida a los sabios,
nobles y poderosos, sino a quienes el mundo considera insensatos, para
confundir a los sabios; a lo débil para confundir a los fuertes; lo vil y
despreciable, lo que no vale nada según el mundo, para confundir a
quienes piensan y se sienten importantes. En consecuencia: nadie
puede presumir delante Dios.
Debemos nuestra vida cristiana y nuestra salvación a Cristo, que es
para nosotros la sabiduría, protección, santificación y redención, que
viene de Dios. Si quieres presumir de algo, entonces presume de Jesús,
que es tu Señor y salvador.
Pablo y su comunidad se convierten en el argumento para probar
la teología de la Cruz, pues de nada sirven títulos, capacidades,
distinciones, méritos, estatus sociales…, frente al camino del amor
hasta el extremo que Jesús asumió, hasta morir en la cruz.
El v. 31, cita de manera libre a Jr 9,22-23: El que gloríe, que se
gloríe en el Señor, cfr. Rm 3,27 y Ga 6,14.
Asumes en tu vida cotidiana este camino: la sabiduría de la Cruz.
Antífona de la comunión
La Palabra escuchada y sacramentalizada, se hace nuestro
alimento para que experimentemos, en el hoy de nuestra historia la
presencia salvadora de Jesús, y al recibirla dejemos que actúe en
nosotros, nos fortalezca para asumir con alegría y generosidad el
camino de las Bienaventuranzas, ya desde ahora, pero con la esperanza
puesta en el Banquete del Reinado de Jesús, en la casa del Padre.
La Antífona de la Comunión hace resonar en nosotros el camino de
las Bienaventuranzas, de la verdadera y plena felicidad, ya en nuestro
presente, lo que nos motiva para seguir el camino de Jesús hasta la
meta en el Reinado que nos tiene preparado: “Bienaventurados los
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Pbro. José Ignacio Martínez Aurioles. T. B. L.
Respuesta en tu vida
Fortalecidos y nutridos con la Palabra hecha carne, nos alegramos
en el Señor, pues estamos llamados a ser felices, no con la felicidad
hueca y vacía, del vicio y los falsos placeres, sino a la felicidad honda y
profunda del encuentro y comunión con Dios y con nuestros prójimos.
En la medida en que nuestros apegos, y ambiciones materialistas
nos seducen, y esclavizan, en esa misma medida perdemos la verdadera
felicidad, que no depende del poder, del tener, del dominar y oprimir;
del cuánto y el cómo llenarnos de cosas, perdiendo el sentido del amor,
solidaridad, fraternidad y servicio al prójimo. ¡Hay más alegría en dar
que en recibir!
Hoy el Señor nos llama a definirnos, a purificarnos, a reubicarnos
en nuestras situaciones y realidades, pero no en función del tener, sino
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del don y la entrega de nosotros mismos, usando los bienes que Él pone
en nuestras manos, para el servicio y la solidaridad fraterna.
+ ¿Eres consciente de cuál es tu destino final? ¿Lo construyes
acaparando bienes, o compartiendo tus bienes y valores?
+ ¿Valoras la pobreza, aceptada y asumida voluntariamente?
¿Entiendes la pobreza como don de ti mismo?
+ ¿Sabes escuchar, alabar y bendecir al Señor, con hechos
concretos?, o ¿estás más preocupado por el tener, que por el ser?
+ Si Dios elige a los pobres y débiles según el mundo, ¿Tu
perteneces a esos elegidos? ¿Lo manifiestas en tu sencillez y pobreza
efectiva y voluntaria?
+ ¿Reconoces y valoras que el destino del hombre es la Felicidad –
Bienaventuranza, y la buscas con los criterios de Jesús?
Oración colecta:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, venerarte con toda el alma y
amar a todos los hombres con afecto espiritual.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quien vive y reina contigo, en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
A. M. D. G. Mq.
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