Está en la página 1de 1

“En esta tierra, mulata

de africano y español
(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don
y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
Vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión,
porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.”

Puede interpretarse que el andar de dos en dos ocurre en el interior de cada uno de
nosotros. Es más, ya no somos dos, son tres, son cuatro son mùltiples los que nos
habitan. La danza resulta un andar de varios, unidos por un mismo motivo: la
manifestación de vivencias y sentimientos individuales. A continuación veremos el
adelanto de un proyecto destinado a presentar la multiplicidad que construye toda
manifestación cultural, multiplicidad entendida no solo como diversidad
identitaria, sino también desde las problemáticas sociales como causas de dichas
manifestaciones.
La salsa nos ha acompañado en distintos escenarios de nuestra vida cotidiana, en
ocasiones como mera banda sonora y en otras como la base sobre la cual nuestros
pasos se organizan en el espacio. Rara vez pensamos en los distintos factores que
la componen, los dioses que la habitan y las peleas que han permitido su
surgimiento. De ahí que invocar a Babalú (Dios de la enfermedad tanto del cuerpo
como de la tierra) en medio de una canción creada para ser disfrutada no sea
extraño. Se muestra la dualidad (o multiplicidad) propia de este género: es al
mismo tiempo la búsqueda por el goce del cuerpo y la posible deconstrucción del
mismo que genera el contexto en el cual se desenvuelve.
Deconstruyamos pues las imágenes estáticas sobre lo que somos los individuos y
abracemos nuestras multiplicidades: nuestros corazones africanos, nuestros pies
indígenas, nuestras palabras españolas. Somos la mezcla de todo esto, somos
como una salsa.

También podría gustarte