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ADIÓS A LA NOSTALGIA
ngomezve@unal.edu.co
Epígrafe
Espero que esta presentación responda a las preguntas requeridas en la convocatoria del II Premio
Ana Santos Payán.
Recuerdo un día que entré a la librería y le pregunté al encargado por un libro para iniciarme en la
poesía. René, el librero de aquel mágico espacio, me contestó que la más grande poesía se ha escrito
en Cuba, con lo cual comencé un estudio juicioso y atento a los poetas latinoamericanos que
estaban en boca de todos. Luego, más agraciado por mi casa que por otras cosas, le dediqué todo
mi tiempo a conocer a los poetas colombianos.
Mis modelos, por lo tanto, son los que llevo conmigo en mi sangre latinoamericana. Mi poeta
favorita es María Mercedes Carranza. Uno de mis ídolos en la vida es Juan Gustavo Cobo Borda. Sin
Borges, qué decir, me ha despertado preguntas de formas que ni Berkeley es capaz de igualar. Y sin
Gonzalo Arango y el Nadaísmo colombiano no me hubiese explicado el Nihilismo… En fin, para
responder a otra de las preguntas relevantes, sin el barroco Tres tristes tigres y sin El cumpleaños
de Juan Ángel no hubiera podido encontrar manera de escribir el largo poema que les presento
ahora.
He escrito este borrador como un largo poema que muta entre el verso y la prosa. Encontrarán en
mis palabras una línea narrativa, es una historia corta y fácil de identificar: hablo de la nostalgia de
un ser que ya hace mucho tiempo despidió a su hermano en un aeropuerto. Debo decir que, si bien
la historia es real, los elementos se han exagerado bastante. La hipérbole, para no decir más, quizás
Bogotá, Colombia
No interesa,
señala mi hogar.
Y debajo de la estatua, el mar.
Playas blancas,
playas blancas
zarandear el panorama.
recordar lo vivido,
de aparentar un futuro y de
actualizar lo no visto.
Inmediatamente pienso,
en alguna discusión,
yo qué sé.
Un argumento,
para añadir,
par de idiotas.
II
Me prefiguro, entonces,
no,
lo no hecho,
lo desaprovechado,
lo ahora ajeno
cuasi dejado.
Te lo digo,
lo que ya no encuentro,
pienso especialmente,
en esta brisa,
ese aguacero.
No es lágrima,
Cuando se es narciso,
pequeño y feliz,
todo encierro.
Alguien me dice
que al que se le corre la teja le entra más luz.
cuando lo húmedo
III
era,
te lo digo,
y aconsejara.
TOC,
tu rutina de ermitaño
y tú,
el pianista,
mi hermano,
tempranamente armonizado,
aquel que aplaude cuando tiene que aplaudir e ignora distorsiones y errores fatales,
hermano,
te lo digo yo,
y me las arreglaba
te lo digo,
sino pesadillas.
Sonámbulo triste.
Todo eso,
ya perdidas en la tapia
del pasado.
Un problema, claro,
que prefigura,
eso sí,
IV
el dichoso Raval,
Cualquiera tendría un montón de cosas por decir respecto a la experiencia aérea de esperar
volver a tierra.
Hago memoria,
a la destrucción de películas.
pero los que tomamos viajes largos nos tenemos que conformar con la versión descafeinada del
hombre araña.
Es un trabajo importante,
Es un nuevo día,
VI
y la mugre española,
todo eso,
VII
Pronto volveré.
fin de año.
y extrañaré lo odiado.
VIII
Ahora, justo ahora, en esta esquina impersonal al otro lado del océano, cavilo,
me doy cuenta:
qué extraño,
Ya no te extraño.
en su mirada o,
Mejor dicho,
Y no porque me observen,
no, me ignoran,
un asco,
Luego me despierto
Y me acuerdo de mí.
Sentado en su silla,
en una silla,
él.
En alguna silla,
sentado,
Yo.
Sobre aquello,
A él le escribe él,
Sentado,
¿qué me escribes?
Yo,
Sentado,
yo que escribo,
Adelante, pienso.
IX
Y en realidad no me siento
ni me escribo
ni me quiero,
Primero,
para el aburrimiento;
segundo,
y, en consecuencia,
seducir y deslumbrar
infortunadamente,
no creo en él.
Existe, de repente, ese momento,
el cerebro,
la mente,
la consciencia,
el alma,
el ser y el espíritu,
el yo y el superyó,
cada uno,
se te apaga.
Te mueres en vida,
eso lo sabes,
Y, acaso,
no hay teoría,
fórmula ni
teorema;
no arregla el problema
débil y espontánea,
repentina,
inesperada,
y he llegado a lo siguiente:
Decir que nosotros escribimos es asumir el papel del rey siendo esclavos,
por lo tanto,
muertos y olvidados,
adquieren la etiqueta.