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QUIJOTE

Personajes:
Viejo
Joven
Un viejo preso muchos años ya en una cárcel de alta seguridad con un tablero de
ajedrez y una bacinica. El viejo describirá el cuarto como si se tratase de un
hospital. 

VIEJO: Peón rojo toma rey... quiero orinar y nunca hay nadie que me ayude a
bajarme los pantalones. Ayer me demoré mucho en encontrarla. Antes era más
rápido para todo, dentro de poco me quedaré sentado y me orinaré encima porque
estoy cada vez más lento y no podré alcanzar la bacinica. Apestaré como el Rey,
pero no me importa, porque ya estoy viejo y cuando uno está viejo apesta, por
dentro y por fuera. Aquí está la bacinica, ahora tengo que bajarme el pantalón.
¿Cuándo será la última vez?... Los burgueses seguro que tienen una enfermera
que se la coge y los hace orinar, yo no puedo solo, la vez pasada me ensucié las
manos... manos con orín, gotas en el suelo, como lágrimas, la enfermera no me la
quiere coger porque soy un cualquiera. Al Rey seguro que se la coge. Mis dedos
están pegajosos, las gotas en el suelo, son mis gotas también, mis lágrimas, mi
familia abandonada. Apesta, todo apesta, por dentro y por fuera. Ji, ji, ji. Los
muertos apestan, la muerte apesta, la vida no. A un niño todo el mundo se la coge.
A un viejo no, salvo a un Rey o a un burgués. Yo tuve un niño alguna vez. Aún
puedo orinar solo. Mi niño olía bien. Pero un día dentro de poco no podré. El
tampoco podía, se orinó encima mío, yo me tuve que ir. Pronto seré como él. Está
bien, el peón se come al Rey ¡Mentira! No puede, nunca podrá. Terminará
orinándose encima, nunca podrá. 
(Entra un hombre joven, elegante. Detrás de él cierran la puerta.) 
JOVEN: Quisiera hablar un momento con usted. 
VIEJO: ¡Ah! un señorito burgués. Te toca jugar, buena posición. Rey blanco. 
JOVEN: No comprendo... 
VIEJO: Haz tu jugada y vete. 
JOVEN: No puedo jugar, tengo cinco minutos. Son las reglas, como el ajedrez. 
VIEJO: Orín en el suelo. (Soba con el pie.) Nunca se limpia. 
JOVEN: Es algo muy importante para mí, para los dos. 
VIEJO: Las blancas tienen ventaja, siempre ventaja. 
JOVEN: Yo he venido a conversar con usted... sin ventajas. Por favor, hay vidas
que pueden depender de lo que hablemos. 
VIEJO: El orín como mis lágrimas. 
JOVEN: Sé que usted tuvo un hijo. 
VIEJO: Mi hijo! Olía bien. 
JOVEN: Sé que debe parecerle extraña mi presencia aquí. Sé que nadie viene a
verlo y que se resiste a las visitas. Créame que para mi tampoco es fácil. 
VIEJO: Tengo sueño. 
JOVEN: Escúcheme, no soy médico ni policía así que no tiene por qué temer,
tampoco vine para ofrecerle ayuda, no siento piedad por usted así que no necesita
comportarse así. 
VIEJO: ¿Puede irse? Voy a dormir y tengo que bajarme los pantalones. 
JOVEN: No me iré hasta hablar con usted. Olvídelo. 
VIEJO: (Grita frenéticamente.) ¡Enfermera! ¡Enfermera! ¡Enfermera! Enfermer...
me... ra... 
JOVEN: Tranquilícese. ¿Se encuentra bien? 
(Tocan la puerta, levantan la mirilla.) 
JOVEN: Todo está bien, no hay problema (Al viejo.) ¿Un poco de agua? No?
Bueno, usted se preguntará cómo hice para entrar sin ser médico o policía. Pues...
son las circunstancias. Y las influencias, sobre todo lo último. Soy respetado y de
cierta manera escuchado. Por eso estoy aquí, tentando la última posibilidad de
salvar mi hogar, desgraciadamente tuve que decidir por esto. 
VIEJO: Quiero guardar mi ajedrez. Tienen frío. Los peones tienen frío. 
JOVEN: Quiero que sepa claramente que esta visita es en contra de mi voluntad y
obligado por la situación que enfrento, la cual no me deja alternativa. 
VIEJO: Váyase. No hay nada en venta. Mis peones no se venden. 
JOVEN: Quiero decir que sufro de una enfermedad latente, desde mi nacimiento.
Está aquí: predisposición a la locura. En mi juventud era divertido, yo lo tomaba
como chispazos de genialidad, siempre quise ser el mejor, luché por eso y ... 
VIEJO: Las blancas siempre tienen ventaja. Los burgueses no dejan jugar. No
tengo nada de qué hablar. Vete; voy a guardar mi ajedrez. 
JOVEN: No crea que no sé de lo que habla, a mi me costó mucho esfuerzo y
voluntad. Lo que me propuse lo logré, mi carrera, mis primeros puestos y una
esposa inteligente y hermosa a la que amo profundamente. Sé que... 
VIEJO: Cada hombre tiene la más hermosa. La mía me duró poco. He jugado sin
Reina, lo peor. Parece que tú lo tienes todo. ¿Para qué vienes? El viejo quiere
vomitar, quiere llorar, la soledad es mía. Déjenme en paz. 
JOVEN: No me iré sin que me escuche y lo hará, tendrá que responder! También
tuve la mejor madre del mundo, me educó con todo lo que se puede dar a un hijo,
me amó, me protegió y fue mi amiga; me envió a los mejores colegios y nunca me
faltó o por lo menos nunca sentí la falta de un padre. ¡Tu falta! 
VIEJO: ... Tú... 
JOVEN: Sí, yo soy el niño que usted abandonó hace tantos años. No sé por qué;
nunca lo entendí, mi madre dijo siempre que usted no tenía la culpa. Creo que ella
pretendía que yo lo amase. Es lógico que jamás pudiese hacerlo, usted siempre
significó una fantasía, un fantasma, pero eso no viene al caso. 
VIEJO: Mientes! Quieres algo. ¿Quién eres? 
JOVEN: No miento! 
VIEJO: Amanda, ¿cómo está? 
JOVEN: Muerta desde hace cinco años. No me complace decirte que murió
recordándote, compartiendo a su manera tu culpa y tu encierro. Sus últimos años,
en las noches, me llamaba desde su habitación de la que ya no quería salir. Me
sentí tan solo sin ella. Bueno, yo la amaba. 
VIEJO: (Para sí.) El destino es sólo una promesa, ahora se ha vestido de acreedor
y viene a verme. ¿Qué es lo que quieres? 
JOVEN: Saber. 
VIEJO: Vengarte. Quieres vengarte. 
JOVEN: No tengo rencor, no he venido a eso. Es algo mucho más importante, y
espero que lo sea para ti. Tengo que salvar a mi hijo. 
VIEJO: De mí? Ji ji ji... Tú te volverás loco, como yo, y tu hijo tal vez se salve. Dile
que su abuelo jugaba al ajedrez, con odio. 
JOVEN: No se trata de la locura... no sé... siempre he dudado en hablarle de ti. Su
abuelo. No sé si eres abuelo. Nunca fuiste padre. 
VIEJO: Me fui porque te amaba, ahora estás aquí, valió la pena. 
JOVEN: No te entiendo y tampoco me interesa. Tienes que salvar a tu nieto, lo
salvas y te prometo que le hablaré de ti. Claro que para eso tendrás que
convertirte en traidor. 
VIEJO: Traidor, traidor. El hombre que vive del hambre de sus hermanos es un
traidor. Yo sólo meo y me bajo los pantalones solo, sin enfermera. Siempre hice lo
mismo. 
JOVEN: Pero ahora la vida de tu nieto está en juego. Ha sido secuestrado por un
grupo subversivo, necesitamos un nombre, tú eras el jefe. Tú eres el único que
puede saberlo. 
VIEJO: ¿ A qué nombre te refieres? Ya no recuerdo a quién le toca jugar. 
JOVEN: Al nombre del jefe del comité para interceptarlo. 
VIEJO: Del... qué? Ji, ji, ji. Tienes una jugada difícil. 
JOVEN: ¡Del que va a asesinar a tu nieto! 
VIEJO: Mi nieto blanco como estas paredes. ¿Qué edad tiene? 
JOVEN: Cinco años. Su abuela lo vio nacer y murió. 
VIEJO: Amanda... Amanda. 
JOVEN: Lo tiene secuestrado el alto mando, necesitamos ese nombre, sino puedo
dar por muerto a mi hijo. 
VIEJO: Mi nieto limpio como estas paredes blancas. ¿Qué piden? 
JOVEN: Lo de siempre. Una lista de presos políticos por liberar. Entre ellos estás
tú. 
VIEJO: La vida de un niño por la causa. Las paredes se manchan de rojo con la
sangre de mi nieto. ¡Buena jugada! (Le estira la mano.)Lo felicito, oficial! 
JOVEN: Viejo loco, qué te pasa? Te estoy hablando de la vida de tu nieto, por
Dios. No puedes estar tan loco. 
VIEJO: Los niños que mueren de hambre, los he visto, se mueren mirando la
nada, no mueren de nada, sólo de hambre. 
JOVEN: Mi hijo no tiene la culpa, yo no tengo la culpa, el mundo es así, yo
también me pude haber muerto sino fuese por mi madre. El hombre es un animal
que cuida su prole. 
VIEJO: Amanda sufrió mucho, por eso me odias y odias todo esto. Has venido a
vengarte. Mi nieto está en su casa. 
JOVEN: No me conoces, por supuesto. ¿Cómo crees que utilizaría a mi hijo? ¡No
sabes quién soy ni nada de mi vida, pero no te olvides que fue Amanda la mujer
que me educó! Yo jamás haría eso! 
VIEJO: Eres tan diferente ¡No, no eres diferente! Eres igual que todos, egoísta,
soberbio... Mi nieto ¿Cómo se llama? 
JOVEN: Omar. 
VIEJO: Paredes Rojas. Lo van a matar... mi nieto. No tiene la culpa. 
JOVEN: El tiempo se cumple, dame el nombre. 
VIEJO: ¿Qué quieres? ¿Quién eres? Apestas a traidor, traidor a la humanidad. 
JOVEN: Dame el nombre. 
VIEJO: Libera a mi nieto, déjalo libre, no lo eduques, no lo mates, estás
apestando, estás casi muerto. Me duele verte. Tu madre llora por ti... 
JOVEN: Sólo soy un triunfador. Un hombre de éxito, gano mucho dinero. ¿Es eso
tan malo? 
VIEJO: Vete y mira la pobreza, con tus ojos, no es lo que lees en los periódicos ni
en los libros. La pobreza sólo la sientes en la mesa del pobre. Los peones son los
pobres porque mueren primero. ¡Ah! Pero los que protegen al rey no, ellos son
importantes. 
JOVEN: ¡No sé! ¡No lo comprendo! El tiempo pasa, tu nieto está en peligro de
muerte y tú me hablas de los pobres. ¿Qué sabes tú? La pobreza la pasamos mi
madre y yo. Tú nunca estuviste. ¡Yo la conozco, tú no! Tú eres un fanático y
estúpido soñador que cree que el hombre puede ser mejor y cambiar. No, no me
hables de pobreza. Recuerdo que tuvimos que huir con mi madre de tus pobres,
de su maldad, de su pestilencia. Una noche uno de los pobres que tú defiendes se
tiró borracho encima de Amanda 
VIEJO: ¡Hace frío! El blanco es un espacio helado. Para hombres que se creen
superiores, que amontonan la riqueza, dos reinas, cuatro torres, muchos peones, ji
ji ji, se mueren amontonándola. Sí estoy loco, me orino encima, y en las noches
hombres mutilados pasan por los corredores sangrando, gimiendo por sus
muertos y me reclaman. Yo lloro porque vienen de la guerra, la guerra es el
infierno. ¿Por qué me tocan la puerta? Ya soy viejo, hice lo que pude. ¡Váyanse!
¡Váyanse! Yo apesto, ¡vete! tengo que continuar mi maldita misión, tengo frío, no
lo sé... mi misión... y tú aquí vestido de rencor y resentimiento... (le mira los
ojos.) Y tus ojos. A ver? Sí, claro! Ahí están! Ocultan tras su engañoso brillo el
perpetuo estigma del poder, como yo hace tantos años, pero yo juego con las
negras. Iguales, somos iguales! Y mi nieto no tiene la culpa, sólo nosotros,
¿entiendes? Los locos. 
JOVEN: ¿Qué esperas? Dame el nombre, hazlo a cambio de todo lo que me
debes, por favor. 
VIEJO: Al ajedrez, te juego la vida de mi nieto contra las negras. Ganas tú, te doy
el nombre. 
JOVEN: No estás hablando en serio. 
VIEJO: Yo siempre he querido ganarle a las blancas. Esta Reina roja es hermosa,
siéntate. 
JOVEN: Yo no voy a jugar ajedrez contra ti. 
VIEJO: El nombre, el nombre. Ah! Sí, se me sale, ¡me orino!, necesito perder para
volverme traidor. 
JOVEN: Eres una mierda, estás... 
VIEJO: Arregla tus piezas, coge, coge... 
JOVEN: Eres... cuando entré por esa puerta esperaba olvidarme del rencor y... 
VIEJO: Voy a usar la salida india, tengo ganas de orinar, no me gusta orinar
cuando juego, me desconcentra. 
JOVEN: Por favor, no nos queda tiempo. Mi hijo va a morir. 
VIEJO: Tú empiezas, blancas empiezan. Si me dan ganas de mear me esperas,
no quiero mojar las piezas. 
JOVEN: (Juega. Para si.) No puede ser, ésto no puede estar pasando. 
VIEJO: Como te dije, Salida India. 
JOVEN: Por favor, me quedaré contigo, dejemos ésto, van a asesinar a mi hijo. 
VIEJO: Juegue, señor burgués, juegue. 
JOVEN: (Pausa, se tranquiliza, juega.) Burgués... esa palabra ya no se usa en
estos tiempos. 
VIEJO: Tal vez... (Juega.) Pero tú eres burgués. 
JOVEN: Y... no es pecado. Gano dinero honradamente (Juega.) 
VIEJO: Mmh-ju, buena jugada sacrificas un peón para ganar posición. Es tu estilo. 
JOVEN: Tú lo has dicho: buena jugada... 
VIEJO: Tú mueves las piezas y haces con tus piezas lo que quieras. Hasta que
una jugada te sorprende... (Juega.) No todo depende de ti... 
JOVEN: Eso es la vida. (Juega.) 
VIEJO: Podría ser mucho mejor, con menos gente como tú. 
JOVEN: ¿Por qué tendría que creerte? 
VIEJO: (Juega.) Jaque... 
JOVEN: No veo el jaque. 
VIEJO: La vida te ha puesto en jaque... tu hijo en peligro. No lo estaría si no fuera
por ti. ¿Ahora me crees?... Tus actos, tu ambición. 
JOVEN: Está bien, soy un hombre ambicioso, ¡pero tú! (Pausa, se frena.) Lo
siento, tienes razón. Estoy arrepentido, voy a reflexionar sobre esto. Si recupero a
mi hijo te prometo que voy a cambiar. 
VIEJO: Un hombre, una vez (Se para.) pidió un dinero. Un obrero, un sucio obrero.
El jefe se lo negó. Era tan poco, y se lo negó. Le gritó que aprendiera a administrar
su dinero. Se lo negó. El jefe tenía estudios –mierda de estudios– mierda de
maestros, mierda de todos. 
JOVEN: No entiendo. 
VIEJO: Todos se humillan, todos agachan la cabeza, todos son unos cabrones. El
niño murió, el sucio obrero pedía dinero. El niño enfermo, su padre un sucio obrero
no tenía plata, el jefe tenía estudios. (Irónicamente.) Administrar, tienes que
aprender a administrar. 
JOVEN: Tú eras ese. Tú eras el jefe. 
VIEJO: Todos los cabrones de este mundo me enseñaron a administrar. Un niño
muerto... un ataúd blanco... lleno de sucios obreros que se quedan callados. Y el
niño que daba vueltas en su ataúd, deteniéndose en cada una de las miradas de
los sucios obreros, callados. Lo arranqué de su tumba y me lo llevé por el barrio
sucio, nos revolcamos por las calles sucias de los obreros y visitamos juntos a mis
maestros, el niño muerto vomitó sobre ellos y sobre los padres y sobre las fábricas
y sobre los gerentes y sobre todos los demás cabrones. Entonces se despidió de
mí. Me entregó su corazón y me dejo parado solo, bajo la lluvia espesa, casi
caliente, yo también vomité sobre un basurero, por última vez... 
JOVEN: Eres tan extraño... un viejo extraño. Me siento mal, me pasan por la
cabeza... creo que estás loco. Definitivamente, estás loco. (Ríe
desenfrenadamente, sin control.) Es gracioso, yo hablando con mi padre por
primera vez en mi vida y jugando al ajedrez. Y no lo entiendo, no te entiendo. Allá
afuera las cosas son ya diferentes. El hombre no es más un muñeco de trapo que
rellenas con arengas ingeniosas y discursos grandilocuentes que proclaman la
libertad y la justicia. El mundo cambia y se reinventa todos los días, y eso es
saludable! Las cosas que hoy creímos mañana serán olvidadas. Hasta las iglesias
sienten temblar sus cimientos. Y eso está bien! Que tiemblen! Y que cambien, lo
pueden hacer. Todos lo pueden hacer, somos libres! Yo pienso que ese es el
camino de la libertad, aunque todavía no esté del todo bien, no sé, pero tendrá
que mejorar, mañana vendrán otros y tal vez me toque a mí cambiar, estoy
dispuesto a hacerlo. Tú y los tuyos lo están? Qué clase de gente son que no
pueden hacerlo? Ahora soy yo el que te pregunta: quién eres? No te entiendo, hay
algo, algo aquí entre nosotros, un abismo. Supongo que debe ser ese tirano que
llamamos tiempo. (Transición.) Mi hijo! Pero no, no es mi tiempo, ni el tuyo. ¡Es el
tiempo de mi hijo! Tú estás gastando el tiempo de mi hijo, de tu nieto y no te
importa ¡y tampoco puedo entender eso! 
VIEJO: Juega y verás... te toca. 
JOVEN: (Tira las piezas.) ¡Vete a la mierda! ¡No lo haré! ¿Entiendes? ¡No lo
haré!... Y no volveré nunca más; no, no tienes derecho a hacer esto. Te odio, no
puedo dejar de hacerlo, te odio. Si muere mi hijo... (Casi llorando.) 
VIEJO: No tienes porque odiarme, tú haces lo mismo con los demás y nadie te
odia tanto... 
JOVEN: ...Creo que... Ya lo sé... todo esto es una especie de aleccionamiento,
estás utilizando mi angustia para adoctrinarme. Está bien, no necesitas ir más
lejos, acepto todo lo que dices, te firmaré lo que quieras. Lo regalo todo, lo doy y
dejo todo por la vida de mi hijo. 
VIEJO: Eso no arregla nada, este no es el único Ajedrez, hay más, muchos más.
Paredes rojas por todas partes, pintadas con hambre de pobres. Y yo viejo, si
fuera joven, como tú... 
JOVEN: Jamás pensaré como tú. ¡Entiéndelo! Eres un fanático, necesitas
ayuda... (Pausa.) He perdido el tiempo al venir a verte, ¿no?... Qué voy a hacer. 
VIEJO: Yo también sufro... 
JOVEN: Sí... lo siento por ti... (Toca la puerta para que lo dejen salir.) 
VIEJO: Nunca te deje de amar... en las guerras, en los ríos, en mis sueños. 
JOVEN: Adiós. 
VIEJO: También amaba a Amanda. 
JOVEN: Nos abandonaste... 
VIEJO: Tuve que irme... mataron mucha gente... por nada. Me tuve que ir, nos
culparon. Fueron los soldados y tú recién abrías los ojos, no, no verías más
muerte. Mi grupo murió de a pocos, me quedé solo. Por nada. 
JOVEN: Adiós... 
VIEJO: ¡Tal vez tengas razón! Soy un viejo loco... Mi misión no existe, existe el
frío, la soledad, el hombre. El hombre que es lobo del hombre... la misión, no
existe (Llora.) 
JOVEN: (Han abierto la puerta y está a punto de salir.) 
VIEJO: ¡Salvador!... ¡Juan Salvador! Ese es el código. 
JOVEN: ¿Estás seguro? 
VIEJO: Vete a llamar. 
JOVEN: ...Gracias, de verdad gracias... Vuelvo en un momento (Se va.) 
VIEJO: Mi nieto vivirá y sabrá algo. Soy muy viejo y me he vuelto débil, esto llegó
a su fin. (Saca un fierro con forma de cuchillo que escondía bajo la cama.) Todavía
me quedan fuerzas para usarte. Jaque mate a las rojas. Perder. Siempre supe que
tenía que perder, extraña esencia la de mi espíritu. Luchar por siempre. Tal vez mi
nieto lo entienda. Amanda, sólo tú estuviste siempre conmigo. Solo tú. (Se clava el
puñal.) Ya vienes, tu caminar, tu mirada completa, ¿me perdonas?, te amo, como
siempre. ¿Quiénes son los que vienen tras de ti? Todos son jóvenes, y vienen
arrodillados, arañando los muros, sangrados, con fusiles en los brazos como niños
de pecho, por las calles pobres y sucias. ¡No! no son fusiles, son niños que lloran
de hambre y otros que salen debajo de los basurales, con su sonrisa de recién
venidos... a este mundo de 64 cuadros, del universo, del tablero... de atrás tuyo,
mi Amanda. ¡Se suben! ¡Se suben al tablero!... derrumbando torres, aglomerados,
desordenando todo... jugando a vivir... sonríen... (Muere.) 
FIN 

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