Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Witkiewicz
Stanislaw Ignacy
PERSONAJES
ACTO PRIMERO
Una sala-comedor pobremente amueblada. Enfrente un sofá. Delante del sofá
una mesa cubierta con un mantel de plástico. La Madre sentada cerca de la
mesa, sola, con el tejido en la mano. A la izquierda una ventana, a la derecha
una puerta.
DOROTEA: Sí, señora. Yo también fui madre. Pero tuve suerte: a mi hijo
me lo mataron en la guerra.
DOROTEA: No es que yo tenga nada en contra del señor León. Pero a veces
vale más tener hermosos recuerdos de un hijo, que tenerlo a él vivo
y sano, pero no como uno quisiera que él fuese. ¡Qué sé yo qué
clase de hombre hubiera sido mi Freddy hoy en día. ¡Con lo revuelto
que anda hoy el mundo ! De pequeño era un horrendo mocoso malcriado;
ahora por lo menos tengo la satisfacción de saber que es un
héroe, y de héroe no hay quién me lo quite.
LA MADRE 2: Dorotea querida, ¿No ves que estoy sufriendo? ¿no te das
cuenta de que sufro espantosamente? No puedo seguir trabajando
así. Y míralo a él. . ., siempre ocupado, y tan distante; tan por encima
de todas las contingencias, que no logro ni hacerle entender que
ya no puedo seguir así. . ., tejiendo y tejiendo y tejiendo. . . ¡Dios
mío! Esta casa. . ., mis ojos. . ., me estoy quedando ciega. . ., el médico
me prohibió seguir tejiendo. . ., ¡ay, Dorotea, Dorotea!
DOROTEA: Lo que debía usted haber hecho es darle unas buenas nalgadas
de chico. Hoy en día, con lo duros que están los tiempos, un hombre
así se vuelve tan mentiroso, miente tan descaradamente de todo lo
habido y por haber, tan se miente y se re-miente a sí mismo y hasta a
su propia madre, y luego embrolla tan enredadamente en sus mentiras
a sí mismo y a los demás, que ya no hay fuerza humana que lo
desenrede. Tiene que seguir mintiendo hasta el fin. Hasta convertirse
en una mentira viviente —eso es lo que suele suceder.
LA VOZ: Igualito que yo. Pero yo era consecuente conmigo mismo —no
le tenía miedo a la soga. (Canta:)
Angula, entre el hampa, tiene fama casi santa. . .
DOROTEA: ¡Uy!, iuy!, ¡uy! ¡Hoy sí que la pescó usted buena, señora!
LA MADRE: (Llora, pero se domina.) Está bien, León, hijo mío, está bien.
Ya pasó, ya estoy bien. Hijo, tú sabes que por ti haría cualquier cosa.
. . Si no fuera por ti, no seguiría viviendo un minuto más. . . Ya
no me quedan fuerzas. . .
LEÓN: Sí, sí, ¿pero para qué aplastarme con este gran sacrificio? Mejor
piensa qué harías si no fueras mi madre, si no tuvieras que tejer
constantemente
tus carpetitas, si pudieras hacer todo lo que quisieras. . .
¿Acaso no harías lo mismo precisamente y con el mismo ahínco? En
vez de esta carpetita para vender, harías una de adorno, medias para
los pobres, qué sé yo. ¿No es cierto?
LEÓN: Supongo que no. Tú sabes hasta qué punto distraen mi mente todas
esas cosas que llaman "mis mujeres". Decidí romper mis últimos
cinco romances, que se han entrelazado de una manera muy extraña
y casarme con alguien de una esfera espiritual totalmente distinta.
Wengoriewski, hijo de un carpinterillo cantor, puede permitirse cierta
"mésalliance" aunque sea sólo espiritual. Otro tipo de "mesálliance"
sería para mí difícil de cometer. Aun si tomamos en cuenta la línea
materna —o sea el lado de la rueca-, y no sólo a mis antecesores por
parte de padre —o sea el lado de la espada—; aun así, y en el peor de
los casos, y desde el punto de vista del Almanaque de Gotha. . .
LA MADRE: ¡Leoncito!
LEÓN: Estaba bromeando. No sé si los de la Zebada -o simplemente
Zebada- estén anotados allí y además me importa un bledo...
LA MADRE: Es una lástima que haya tenido que vender ese libro bello
cuando tú eras pequeño todavía. El respeto a los ancestros. . .
LEÓN: Sólo por un año, o dos cuando mucho. ¿Sabes, mamá, que tengo
un orgullo anormal en cuanto al dinero? Hay una cosa que nunca podría
hacer: casarme con una rica. Estaría siempre dispuesto a romper
con mi mujer por cualquier tontería.
LA MADRE: ¿Qué? ¿Abrir escuela sin título ninguno? ¿Y sobre todo sin
relaciones? No te parece que esto es llevar las cosas un poco lejos. . .
LA MADRE: Deja en paz tus grandes ideas por un momento. Tú crees que
tienes sentimientos, cuando en realidad no eres más que un sentimental.
Cuando aludo a mi posible muerte, lo único que se te viene a la
mente es tu propio suicidio, que además no ocurrirá nunca, porque
en el fondo no eres más que un cobarde.
LEÓN: ¿Y qué queda después de una discusión como ésta?, una sola
conclusión: que renuncie a mi labor esencial y que me ponga a ganarme
la vida a lo imbécil.
LA MADRE: ¡León, hijo mío! ¿De veras crees que soy como lo que
parezco cuando hablo contigo?
LA MADRE: (Sola.) ¡Dios mío! Siempre pasa lo mismo. Por más que
me tenga jurado no volver nunca a hablar de estas cosas, no puedo
remediarlo. . . Tuve que hacerlo. ¡Oh, qué terrible suplicio el de
estos actos que sin querer nos nacen de las entrañas, y ante los
cuales se retuerce de pavor nuestra estúpida máscara humana, en
este mísero y bestial baile de disfraces, que es la vida social desde
la Revolución Francesa! Y sin embargo, tiene razón este animal de
mi hijo. (Entra Dorotea y pone la mesa.) ¿Dónde fue a parar toda
mi educación? ¿todo mi pretendido refinamiento aristocrático?
Pero tengo que hacer acopio de todas mis fuerzas para la lucha final
y volver a ser yo misma. (Cambiando de tono.) Dorotea, querida,
tráeme por favor mi tocado negro.
LEÓN: Pero, por favor mamá, sin dramas a la Ibsen, con toda esa dizque
tragedia de los oficios con sus ventajas e inconvenientes. Mejor nos
atenemos a las tragedias de sopa fría y carne reseca a la Strindberg.
LEÓN: ¿Qué más da? Tenemos la eternidad por delante. Por lo tanto, a
partir de este momento , vamos a tutearnos.
LEÓN: ¡Me aburre tanto todo esto! Hay cosas mil veces más importantes
que el que nos queramos o dejemos de querer. Se puede
crear vida, sin resolver esos problemas aparentemente profundos,
y en realidad muy pequeño-burgueses.
LA MADRE: No. No y no. Todo va ligado entre sí. La» sopa fría y el
barrer de la casa. Ahora tengo una sirvienta, pero mis ojos. . .
LEÓN: De ninguna manera. Tuve una idea genial. ¿Saben que pude haber
sido artista en tres artes distintos? Pintor, músico, escritor. Y también
pude haber sido un buen artesano en cualquiera de estas tres
ramas: un simple pintorzuelo realista, dedicado a imitar la inimitable
naturaleza, un compositor de canciones cursis para chicas histéricas o
un literato, o sea un individuo capaz de escribirlo todo. Y pude también
hacer dinero. Pero también pude haber sido un artista verdadero,
o sea alguien que crea conceptos formales a costa de cualquier
deformación. Podría haber alcanzado fama, o no -eso es otra cosa—,
o podría haber sido un farsante que especula sobre la decadencia del
arte, un chacal que lame las sobras de platos ajenos, y de este modo
amasar una bonita fortuna. Pero no quise. Mi ambición va mucho
más allá.
SOFÍA: Por una vez deja en paz a tu madre. Tú eres quien te chupas la
sangre a ti mismo.
SOFÍA: Todo eso son promesas vanas. Ni tú mismo sabrías cómo realizarlas.
LEÓN: Sé cómo comenzar. Ante todo no hacer como avestruz sino mirar
la verdad a la cara, y con este intelecto tan despreciado hoy, rechazar
y vencer la verdad histórica que se deja caer sobre nosotros: la
uniformidad, la mecanización, la ciénaga sórdida de la perfección
social. So pretexto de que el intelecto se ha convertido en síntoma
de decadencia, ¿vamos a convertirnos en antiintelectuales o en idiotas
artificiales a la Bergson? No. Todo lo contrario: hay que ser consciente
hasta el último límite y hacer conscientes a todos. Es una tarea
difícil hacer conscientes a las masas, que el natural desarrollo social
lleva a una catástrofe. Habrá que fundar institutos especiales
para estudiar esta ciencia y difundirla a distintos niveles. La acción
tiene que ser colectiva y a escala gigantesca. Si mil millones de personas
se oponen conscientemente a una catástrofe, esa catástrofe no
tendrá lugar. Con que consiguiéramos una toma de conciencia general,
en todas las clases, en todas las sociedades sencillamente no podría
ocurrir tal catástrofe, excepto quizá entre las hormigas.
SOFÍA: ¡Oh, si llegáramos a verlo! Si esa idea pudiera tomar cuerpo, sería
realmente extraordinario.
LEÓN: No tenemos nada que perder. Quizá sea una ficción, pero es la
única que vale la pena intentar. De todos modos, hacia donde vamos
ahora, hacia donde nos arrastran las ciegas fuerzas sociales, o sea la
mecanización total y el embrutecimiento, no hay nada para nosotros.
Es el vacío absoluto. Nos espera un trabajo enorme -ha y que forjar
de la nada las bases de las nuevas posibilidades y estas son incalculables.
Será el más diabólico cambio que imaginarse pueda. Por eso,
ante todo , hay que desmaterializar el socialismo, empresa imposible
y, sin embargo, necesaria... No se trata de destruir la sociedad, ni de
crear payasos a la Nietzsche, sino de utilizar las fuerzas sociales para
crear las condiciones sociales y no individuales que permitirán el
advenimiento de una nueva humanidad. Y aparte de eso todos los
otros medios físicos de regeneración pueden seguir reforzándose. ¿Y
qué es lo que hacemos ahora? Producir autómatas rebosantes de
salud, mil veces más trágicos en su automatismo que los insectos,
porque nosotros lo hemos tenido todo y lo hemos perdido todo. (Se
deja caer exhausto en una silla.)
SOFÍA: Sí, entiendo. Me has dejado exhausta. No cabe duda que es una
gran idea. Pero quisiera saber algo: ¿todo eso lo haces por amor a la
humanidad?
trabajo.
SOFÍA: Eso nunca. No me harás morder el anzuelo. Primero te dejo, y
hago la campaña a tu favor puteando.
LEÓN: Bueno, bueno. Ya veremos cóm o nos las arreglaremos.
LEÓN: Escúchenme. ¿No entienden que soy y o quien les da a sus vidas
un significado más alto? Y o solo. Lo que pasa es que mamá no ha
podido meterse esto en la cabeza en todos estos años. Si no fuera por
mí, ustedes dos no serían más que subproductos ordinarios de la
vida pequeñoburguesa, trágica tan sólo por su infinita pequenez y
sosería. Y o arrojo una luz distinta, más brillante, sobre este cuadro,
creando un ambiente que sazona esta tragedia de sopa fría y de
madres que pierden la vista, de manos gastadas hasta el hueso de
tanto tejer... Soy y o quien le da a tod o esto su verdadero significado.
Eso nunca lo entenderá ella. Aunque mi gran idea fuera una
necedad, y o sería grande aun como vampiro, pero ustedes, ¿lo
son ustedes? Quizá Sofía sea grande a su modo, com o un vampirito
chico que aún está criándose y chupa a hurtadillas, por su cuenta. Si
no fuera por mí, no seríamos más que una de los cientos de miles de
familias venidas a menos, con un matrimonio plebeyo, con un hijo
de padre criminal, con una madre baronesa. (A Sofía.) Haz de saber
que el nombre de soltera de mi madre es de la Zebada, con Z, y no
como cualquier cebada, con C, como podríamos suponer. Ya en el
siglo once la familia de la Zebada se había establecido a orillas del
Rhin. ¡Ja, ja! Y o también soy algo snob, pero al mismo tiempo me
entusiasma la idea de que mi padre haya acabado en la horca —soy
snob de categoría. Estas indecencias brutales las digo con tod o
propósito.
11 6
vuelve en seguida.)
DOROTEA: Un hombre quiere hablar con el señor León.
LEÓN: Invítelo a cenar. Y sirva el vodka. (Dorotea sale.)
LA MADRE: ¡ León!
LEÓN: No te preocupes, alcanzará para todos. Siento que es mi deber
chupar a mi madre hasta la última gota de sangre —así totalmente
reseca, pasará a la historia. (Entra el Sr. Cabezadevaca. empresario de
teatro.) ¡Ah , es usted Sr. Cabezadevaca! El Sr. Cabezadevaca es el
empresario del teatro "Ilusión"; él me alquiló el auditorio para mi
conferencia de esta tarde. Madre, tendrás que completar lo del alquiler
—apenas se vendieron la mitad de los boletos. Todavía no he hablado
de ello, pero hoy he dado la primera conferencia de mi vida.
Permítame presentarle a mi madre, y a mi prometida, la señorita
Pleito.
LEÓN: ¡Madre, por Dios! ¿Así que esas tan cacareadas notabilidades,
crema y nata de la sociedad intelectual, no son más que un hatajo de
idiotas? Porque bueno, uno puede estar en contra de una idea; pero
uno trata de entenderla, uno la combate racional y objetivamente.
LEÓN: ¡Vaya, otro golpe bajo! Tendré que soportar éste también. Estaré
en la ruina durante los próximos dos años, pero no he de rendirme.
LEÓN: Una vez en la vida, madre, vamos a cenar en paz, ¿quieres? (Se
sirve una copa de vodka y bebe.)
LA MADRE: ¡León!
SOFÍA: Hay una cosa que no acabo de entender: si odia a toda la humanidad
en general y a cada individuo en particular, y se porta tan cruelmente
con sus más cercanos allegados —aunque esto lo entiendo
perfectamente— ¿por qué se empeña en seguir adelante? ¿Qué mecanismo
impulsa su sicología?
LEÓN: (Borracho, irónicamente.) No entiendes en lo más mínim o a los
grandes hombres, mi vida. Pero ya irás aprendiendo. No, no cejaré en
mi empeño.
LA MADRE: Hablar cuesta poco. Sofía. ¿Un poco más de macarrones?,
no te dé vergüenza. Todo esto..., me ha hecho perder mis modales.
queda inmóvil.)
TELO N
ACTO SEGUNDO
LA MADRE: Tan feliz que estaba allá contigo, en la cocina, Dorotea. Allá
me sentía en mi casa. En cambio aquí, hasta sentada en este banco,
todo me parece extraño y me da miedo, como si fuera otro mundo .
12 0
correr com o un ratoncito a través de estas mismas habitaciones. Y
después "zaz" , el ratoncito cae en la ratonera y y o despierto. Así me
pasa varias veces al día.
para m í la peor de las torturas. Lo más horrible son las noches. Sola,
en esa cama lujosa, me parece que soy una niña pequeña, de los tiem
mu y buena...
LA MADRE: (Sola.) ¡Oh, Dios! Estas manchas se vuelven cada vez peores.
(Bebe.) Ya no sé si existo, o si tod o esto es un horrible sueño de ultratumba
, quizá he muerto y no lo sé, y esto es un castigo en el infierno
Pleito: (Muy respetuoso.) ¿Qué hay de bueno, señora? Veo que sigue
usted con su tejido. Je, je.
LA MADRE: ¡Oh!, señor Apolinar. Siéntese usted. Estoy mu y cansada.
Pleito: Le voy a decir algo más: en la ciudad dicen que su hijo tuvo que
asociarse —desde luego con fines ideológicos— con gente poco apropiada
para un joven recién casado, hijo de una señora como usted.
LA MADRE: ¿Qué quiere decir con eso? ¡Señor Pleito, por amor de Dios,
no me atormente más!
Pleito: Si le sirve de consuelo, hablaré con toda franqueza: dicen que se
juntó con unos tipos que están mu y ligados con algunas embajadas de
ciertos países nada amigos del nuestro. No hay ninguna prueba, pero
se habla. Me hablaron de cierto club, mu y indecente, financiado
por..., por personas mu y mal vistas. Además, señora, no es posible
que un marido joven ande por ahí con esa terrible millonaria Lucyna
Beer, que envenenó a su propio marido y ahora mantiene a los peores
pillos, y está depravando a la juventud. Ayer, lo vieron con ella en
L'lllusion o en El Dorado. Así es cómo nuestros hijos ganan...
LA MADRE: (Sin oír la Voz.) ¿Sería yo quien los obligó a eso? Oh, no es
posible... Pero y o también pensaba así; y o misma acabo de hablar de
ello con Dorotea. No, no, no, es absolutamente imposible. Van a
llegar aquí dentro de poco, y lo negarán. Y o no quiero que eso sea
verdad. Este lujo yo no lo disfruto. Y o podría vivir de mis tejidos.
"Tienes el vicio del trabajo", así me dijo León. ¡Oh, miserable!,
Espectros de Ibsen.
LEÓN: Quizá. Tú eres siempre la misma y despiertas las mismas reacciones
LA MADRE: (Sigue con la cara en las manos.) ¿Qué estás diciendo? ¿De
qué derecho hablas? Y o también te quiero sólo a ti . Abrázame. Tod o
LEÓN: (Se levanta. La Madre no se quita las manos del rostro. León lucha
consigo mismo.) No. Tod o eso es una calumnia indecente. Ni yo ,
ni Sofía. . .
Lucyna: ¡León, León! No pude resistir más tiempo. Hace una semana
que ni vienes a verme. Por fin conseguí tu dirección. Oh , ésta debe
ser tu madre. Le ruego me disculpe por esta intrusión. Vo y a casarme
contigo. T ú eres el único a quien quiero. Señora, León es mi único,
mi último amor. No puedo vivir sin él. ¿Por qué está Ud. sentada en
el suelo?
está perdido.
LA MADRE: (Sigue sentada en el suelo.) ¿Qué pasa? ¿Quién es esta señora?
LEÓN: (Fríamente.) Es la señora Beer, que está enamorada de mí ; pero
el sentimiento no es mutuo.
Lucyna: ¿Que no es mutuo? ¡Oh, no! Tú me amas, León. No seas cruel.
LEÓN: (Sugestivo.) ¿No se da usted cuenta, señora, que hay cosas más
importantes en la vida que el amor? Vayase de aquí inmediatamente.
¿No ve usted que aquí acaba de ocurrir una desgracia? (La Madre se
levanta y se apoya en una silla, muy erguida.)
Lucyna: Conmigo no hay desgracias que valgan. Y o los salvaré a los dos.
Con toda seguridad están arruinados. León tiene que cumplir con su
destino. Sus ideas tienen que vencer. Sé que llegué en mal momento ,
pero me tendrán que perdonar. Ahora, después de pasar una semana
sin verte, he comprendido que t ú eres la razón de mi vida. Estemos
juntos en la desgracia. El nunca quiso darme su dirección. No he
podido averiguarla en ninguna parte. ¿Sigues avergonzado de mí ?
(Dirigiéndose a la Madre.) Nos han visto juntos una sola vez. (A
León.) Ni la policía sabe dónde vives. Me lo dijo aquél, ya sabes...
(A la Madre.) Diga algo, señora Fajkosz, haré tod o por...
do de la silla. )
LEÓN: (Aspira por la nariz.) Tienes razón. Sofía, la cocaína es una maravilla.
Siento la mente despejada y ya nada me importa. Espero que se
queden a cenar con nosotros. Mamá, toma un poco. Es increíble.
Ahora tod o me parece distinto. No es como tu horrible morfina y el
vodka.
SOFÍA: (Aparece.) La cena está lista, pero es cena fría. Pasen. Ya estar
el vodka y los bocadillos. Vamos a divertirnos como locos. Una no
che en que tod o nos importará un comino.
LA MADRE: Lo dijiste mu y bien. Leoncito: no hay ningún drama. Esto\
completamente sobria, pero en otra dimensión; no abajo, sino arriba
Todo asciende más allá del alcohol. Es increíble. ¿Quiere alguien dar
me la mano? Estoy ciega.
TELO N
13:
o quién sabe qué. Por lo tanto los dejo en libertad de interpretarla como
quieran, porque es lo que van a hacer de todos mqdos. Como dice
un viejo proverbio ruso: "N o se puede cortar el vidrio con un dedo.
" A pesar de tantas desgracias, me siento en realidad reconciliado
con mi destino. Y no piensen ustedes que estoy otra vez drogado como
aquella noche cuando murió mi madre (Indica el cadáver sin mirarlo.
| La cocaína es excelente en el moment o de tomarla, pero des-
pus hay que pagar un precio terrible. Fui aumentando la dosis, hasta
que al final toda la realidad, apretada en su cúspide hasta los últimos
límites, tensa hasta estallar, se volvió contra mí, y todo lo que había
13 4
sido tan hermoso se torn ó horrible en la misma proporción. Me en
contraba, en un infierno, en otro planeta; solo, único de mi especie
solitario, terriblemente ajeno a tod o lo que me rodeaba, y las demá
personas eran para m í —incluso mi difunta madre— unos extraños in
sectos incomprensibles. Sí —pued o decir que me hallaba en un infier
no moral, y hasta ahora no sé en qué consistía aquel infierno. No
no— , no todas las situaciones pueden resolverse de ese modo. No quie
ro parecer un moralizador, pero a nadie le aconsejaría usar esa por
quería, a menos que no tenga ya nada que perder. Y o desde luego po
dría hacerlo ahora mismo, pero no quiero, por razones que no revela
ré nunca. No tengo la menor idea de lo que pueda haber detrás de es
cortina. Este cuarto, dicen —no , no diré quién lo dice— , no tien
puertas ni ventanas. ¿Cómo hice para llegar junt o al cadáver de m
madre?, sigue siendo un misterio, aun para mí. Recuerdo, únicamen
te, que la última noche y o alternaba la bebida con la cocaína sin pa
rar, hasta que de pronto izaz!, y aquí estoy. Tengo una cruda y u
dolor de cabeza pavorosos, y la vida me da náuseas. Una reacción t
pica provocada por la cocaína. Pero insisto en que la situación es ab
solutamente real; lo que quiere decir que y o soy yo, y no mi doble
que no me he suicidado, que mi salud mental es perfecta, etc., etc
Me abstengo únicamente de analizar ciertas cosas, en lo especial a
gunas relaciones que existen entre el espacio y el tiempo. Por ejem
pío, no sé — y no lo quiero saber—, cuánto tiempo ha pasado desde
aquella noche.
13£
La Desconocida: Estoy segura que no me reconoces, León. Soy t u madre,
cuando tenía 23 años, antes de nacer tú .
(La Tía se levanta y se le acerca. )
LEÓN: Sin embargo, papá, no tuve surte. Fui y o quien provocó la muer
te de mi madre y mis ideas son. . .
LEÓN: Todo esto ahora, cuando mi madre está muerta. Ni ese consuelo
me queda. ¡Qué mala suerte! Claro que podía y o haberme muerto
antes y entonces ni siquiera hubiera tenido esta satisfacción. Todo esto
es una mierda. Ustedes por lo menos se desplazan en el tiempo.
Y o ni eso puedo.
de rodil/as, sollozando. )
LEÓN: ¡Mi pobre viejecita! ¡Ahora nada puede ayudarla! ¡Qué inmundo
fui , qué inmundo! (Llora. )
Pleito: ¡Qué gusto me da volver a verlo! Ah , pero por ahí andan diciendo
que usted, adrede, le dio alcohol a su señora madre, para que se
muriera antes. No sé. Quizá lo hizo usted inconscientemente. Hay
muchas teorías ahora. . .
TELO N