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DERECHO

PENAL
GENERAL
LA ANTIJURICIDAD EN EL DELITO
Docente: Orlando Abril Paredes
ANTIJURICIDAD
La antijuridicidad es la contrariedad del hecho con el
Derecho; esto es, comparando el hecho con el
ordenamiento jurídico establecer si el Derecho
prohíbe o permite la conducta. La norma emite
mandatos prohibitivos, donde la antijuricidad lo que
hace es excluir la existencia de un permiso para
realizar el hecho.
A las causas que autorizan la realización del hecho,
se les denomina causas de justificación. Estamos,
por lo tanto, ante una norma y una contranorma, de
modo que en la antijuricidad se utiliza el método de
regla-excepción.
ANTIJURICIDAD

I. ANTIJURIDICIDAD FORMAL Y ANTIJURIDICIDAD MATERIAL


La antijuricidad formal implica la contradicción entre una acción y el ordenamiento
jurídico. Su ámbito se reduce a la contradicción del acto con la norma.
La antijuridicidad material consiste en el carácter dañino del acto con respecto al bien
jurídico protegido por la norma penal. Se hace para ello un análisis sobre los motivos
de desvalorización de estos hechos por parte de Código Penal. La importancia de la
antijuridicidad material está señalada en el artículo IV del Título Preliminar del CP,
porque la pena precisa la lesión o puesta en peligro de bienes jurídicos.
Puede ser que la conducta sea contraria a la norma (formalmente antijurídica), pero
que ésta no se encuentre en contradicción con los fines del orden jurídico que regulan
la vida en común (esto es, que sea materialmente antijurídica). La falta de antijuricidad
material de una acción se produce cuando esta acción “aparece como un medio justo
para un fin justo”.
ANTIJURICIDAD
II. CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
Las causas de justificación son disposiciones que prevén casos
excepcionales en los que se puede violar la norma, excluyendo
totalmente la posibilidad de cualquier consecuencia jurídica,
no solo penal sino también civil, administrativa, etc.; y no solo
respecto del autor, sino de aquéllos que no lo hubieran
ayudado o inducido.
En suma, las causas de justificación prevén casos excepcionales;
en consecuencia, y de manera excepcional, la lesión o puesta
en peligro del bien jurídico protegido.
ANTIJURICIDAD
III. LA LEGÍTIMA DEFENSA
Tanto la Constitución Política del Perú (en el art. 2º, inc. 23) como en el
Código Penal (art. 20º, inc. 3) comprenden el acto justificante de la legítima
defensa.
Una conducta típica no es antijurídica cuando fuese necesaria para
neutralizar una agresión antijurídica y actual contra el autor o un tercero.
En la legítima defensa, se puede reconocer notoriamente al ilícito agresor
frente al derecho defendido. Dado que la relación valorativa entre el
Derecho y la ilicitud legitima abiertamente la defensa, a diferencia de otros
derechos que pueden ejercerse en situaciones de excepción (en especial, el
estado de necesidad), básicamente la legítima defensa no depende de una
ponderación de intereses en disputa, la defensa se determina según la
peligrosidad e intensidad de la agresión y no de acuerdo al valor del bien
atacado”.
ANTIJURICIDAD
A) Agresión ilegítima
Una agresión consiste en una acción u omisión dolosa por parte de una persona
natural. Para que exista una agresión no es necesario que se llegue a la
consumación de una lesión, basta el intento idóneo de realizar dicha lesión, es
suficiente con que la conducta represente objetivamente una agresión inminente,
sin importar si ello es querido o solo previsible por el agresor.
A.1. Carácter ilícito de la agresión La ilegitimidad de la agresión implica una
antijuricidad formal y material; es decir, debe darse una efectiva puesta en peligro
de bienes jurídicos defendibles, existiendo un riesgo inminente de ser lesionado.
En buena cuenta, una agresión es antijurídica si representa un ilícito de conducta
y hace temer la realización de un ilícito de resultado (en un interés accesible de
legítima defensa).
ANTIJURICIDAD
A.2. Actualidad de la agresión El Código Penal señala que la
defensa se manifestará mediante el “impedir” o “repeler” la
agresión, pudiendo ser ésta “inminente” (cuando el desarrollo
del trámite es sobreviniente e inevitable) o “actual” (se da
durante el desarrollo de la agresión, por lo que se entiende que
esta última desaparece cuando el delito está consumado o
agotado).
A.3. Bien jurídico protegido La agresión puede recaer sobre un
bien jurídico individual perteneciente a una persona natural o
jurídica, pudiendo ser bienes jurídicos individuales, como
bienes jurídicos de uso común. Una pelea o riña mutuamente
aceptada no da lugar a la legítima defensa, dado que el agente
no está obligado a participar en dicha riña, siendo el mismo
agente quien pone en riesgo su bien jurídico al aceptar hacerlo.
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B) La necesidad racional del medio empleado


Cuando se menciona “medio empleado”, el verdadero espíritu del artículo
más que referirse al simple instrumento o arma con el cual se evita la
agresión, tiene como idea central la agresión ilegítima en sí, es decir, la
modalidad de defensa.
Se determina la necesidad de la acción considerando las acciones que el autor
tenía a su disposición para impedir la agresión antes de comenzar la
defensa, y estableciendo si (el modo en que se ejerce) la defensa
emprendida es la que causa menos daño: si bien no está obligado a correr
riesgos innecesarios, tampoco debe incurrir en un medio desproporcionado
(como matar) si es posible repeler la agresión con medios menos drásticos.
Para la determinación de los medios empleados se utiliza: la racionabilidad de
la defensa, la cual se determina mediante el análisis de las situaciones y
circunstancias concretas que concurren en el hecho
ANTIJURICIDAD
C) Falta de provocación suficiente
Para prevenir futuros abusos de este derecho, el Código Penal
dispone que el agresor no haya actuado impulsado por una
provocación suficiente por quien ejerce la defensa; por ello es
importante determinar si el agente es responsable de la
provocación. De darse el caso de una provocación fortuita, el
agente no es responsable de ésta, salvo que la desidia o
descuido sea lo bastante grave como para considerarlo como
suficiente.
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D) Elemento subjetivo de la defensa Exigencia que el agente


haya actuado con conocimiento de las circunstancias de la
agresión ilegítima y con la voluntad de defenderse (animus
defendi). En caso de que se desconozca la agresión y se actúe
sin voluntad de defenderse, se estará fuera de las causas de
justificación.
E) Legítima defensa de terceros Está permitido que una persona
salga en defensa de los bienes jurídicos de terceros ante una
agresión ilegítima, sin necesidad alguna de obligación o deber
de garante, y siempre y cuando concurran las mismas
condiciones que en la legítima defensa propia.
ANTIJURICIDAD
IV. ESTADO DE NECESIDAD JUSTIFICANTE
Consiste en un estado de peligro actual para legítimos intereses que únicamente
pueden conjurarse mediante la lesión de intereses legítimos ajenos y que no dan
lugar a una legítima defensa, ni al ejercicio de un deber. Así, existe un interés
preponderante, justificándose el sacrificio del otro bien jurídico, por lo que se
excluye de esta forma la antijuridicidad.
En esa misma posición de preponderancia de un bien jurídico sobre otro se encuentra
el fundamento justificante del estado de necesidad.
Para que se configure un estado de necesidad debe existir:
a. Situación de peligro: La situación de peligro debe ser real, actual, o inminente. El
peligro deja de ser actual para ser permanente o continuo. Habrá peligro inminente
cuando la afectación del bien jurídico aparezca como segura o muy probable.
b. Acción necesaria: la realización del acto típico debe ser el medio para evitar el
peligro, no existiendo para ello un camino menos lesivo. El bien jurídico salvado
debe ser mayor al que se sacrifica.
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A) Elemento subjetivo El elemento subjetivo que requiere el


estado de necesidad es el conocimiento de la situación de
peligro y la voluntad de evitar el mal grave.
B) Estado de necesidad imperfecto Se está ante este supuesto
cuando se da una situación de peligro imaginario, a la que
deberá aplicarse las reglas del error de prohibición.
ANTIJURICIDAD

V. OBRAR POR DISPOSICIÓN DE LA LEY EN EL CUMPLIMIENTO DE UN DEBER


O EN EL EJERCICIO DE UN DERECHO
El cumplimiento de un deber o el ejercicio de un derecho es aquél que se
realiza dentro de los límites legales y conforme al Derecho.
En tal sentido, se relaciona éste principio directamente con el art. II del T.P. del
Código Penal (principio de legalidad), señalándose que “nadie será
sancionado por un acto no previsto como delito o falta por la ley vigente al
momento de su comisión ”
La redacción del inc. 8 del art. 20 del CP comienza con la frase “el que obra
por disposición de la ley”, lo cual nos remite a un sentido imperativo del
cumplimiento de determinadas normas: se estatuyen deberes y derechos.
ANTIJURICIDAD

A) Cumplimiento de un deber
Cuando se hace mención al “cumplimiento de un deber”, se presupone una
obligación de lesionar un bien jurídico, siempre y cuando se reúnan las
condiciones exigidas por el ordenamiento jurídico. De esta manera se evita
que se considere el cumplimiento de órdenes sin un límite: estará regulado
tanto por la finalidad del deber como por la necesidad de realizar el acto
típico.
El uso de la violencia por parte de la autoridad
La autoridad y/o sus agentes utilizan la violencia provocando lesiones o
incluso la muerte siempre y cuando exista una necesidad racional para utilizar
dicho medio, no habiendo a su alcance otro tipo de medida no violenta; eso
sí, evitándose cualquier exceso.
ANTIJURICIDAD
B) Obediencia debida a un superior jerárquico
Existen situaciones en las que ciertas órdenes deben ser acatadas a pesar que el
agente conozca su carácter antijurídico.
El que actúe dentro de los límites del cumplimiento lo hará justificadamente.
Existen estos presupuestos que determinan la actuación del agente:
a. Relación jerárquica cierta;
b. Competencia del que da la orden para dictarla dentro de sus facultades;
c. Competencia del subordinado para ejecutar el acto ordenado por el superior;
d. Que la orden sea expresa y que aparezca revestida de las formalidades legales
necesarias.
ANTIJURICIDAD

C) El ejercicio de un derecho
Debe tratarse de un derecho que entrega la facultad de hacer o dejar de hacer a una
persona un determinado acto no prohibido, sin incurrir en un abuso del derecho.
Hurtado Pozo señala que es indispensable determinar si el titular puede ejercerlo
directamente o si requiere la intervención de una autoridad competente. Ej: Las vías
de hecho: supone el ejercicio de un derecho al margen de la ley, fuera de las causas
legales, por lo que se le considera como antijurídico. Que el Derecho conceda una
potestad no significa que permita realizarlo de cualquier modo y a costa de lesionar
bienes de otro. Derecho de corrección de los hijos: El art. 423º del Código Civil
señala que entre los derechos y deberes de los padres al momento de ejercer la
patria potestad está el “corregir moderadamente a los hijos”. Los límites de este
derecho los impone la Constitución tanto en su art. 1º, que nos habla de la
protección de la persona y del respeto a su dignidad; como en el art. 2º, inc. 28, que
reprime toda violencia física o psíquica y tratos inhumanos o humillantes. Es
inexorable que sin una finalidad educativa, no cabe exención de la antijuridicidad de
ningún tipo.
ANTIJURICIDAD

D) Ejercicio legítimo de un oficio o cargo


La primera exigencia que se hace para configurar el presente precepto consiste en que
el oficio o cargo estén reconocidos por el ordenamiento jurídico y que sean ejercidos
según las formalidades y requerimientos establecidos (v.gr. que un abogado ejerza la
profesión debidamente habilitado por el Colegio de Abogados).
Se insiste en que la eximente solo configurará cuando los actos profesionales de los
que se traten realicen efectivamente el tipo. Se excluyen así las conductas cuya
tipicidad pueda negarse por razones previas.
En cuanto a la actividad deportiva, se debe conocer que en determinados deportes de
contacto como el fútbol, boxeo, artes marciales, etc., existen ocasiones en las que se
producen lesiones jurídico-penales. Sin embargo, se presupone el consentimiento
de la víctima, que asume este hecho como probable.
ANTIJURICIDAD
VI. EL CONSENTIMIENTO
El consentimiento es regulado en el inc. 10 del art. 20º del CP, eximiendo de
responsabilidad penal a quien actúa con el consentimiento válido del titular de un
bien jurídico de libre disposición. Este consentimiento debe estar expresamente
manifestado, de manera que no quede duda en contrario de que esa es la voluntad
del titular.
Para configurarse el eximente del consentimiento, es necesario que se den
determinados requisitos:
a. Facultad reconocida por el ordenamiento jurídico a una persona de disponer
válidamente de determinados bienes jurídicos. Nuestra legislación considera en el
art. 725º del Código Civil que estos bienes deben formar parte de aquellos que la
persona puede disponer libremente, estando fuera de la esfera de la legítima, que
es la parte de la herencia de la que no puede disponer libremente el testador
cuando tiene herederos forzosos (art. 723º). Esta porción de libre disposición varía
dependiendo de si tiene herederos forzosos o no, como hijos otros descendientes o
cónyuge (pudiendo solo disponer de un tercio de sus bienes); en caso solo tenga
padres u otros ascendientes podrá disponer de la mitad de sus bienes libremente;
y de darse la situación de que no concurra ninguno de los dos vínculos anteriores,
la persona podrá disponer de la totalidad de sus bienes.
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b. Capacidad del titular de disponer de sus bienes; es decir, que


la persona tenga capacidad de discernimiento para tomar
decisiones.
c. Ausencia de vicios; caso contrario, cuando concurra cualquier
vicio de la voluntad del titular (error, coacción, engaño, etc.) se
invalida el consentimiento.
d. El consentimiento debe manifestarse antes de la comisión del
hecho y ha de ser conocido por quien actúa a su amparo.

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