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Capítulo 7: Intervenciones específicas para las personas mayores.

Tema 11: Afectividad y sexualidad en las personas mayores.


“El deseo de sentir, ser seducido, expresar afectos o alcanzar una fantasía sin soñar, son
sensaciones inalterables, permanentes en el tiempo y posibles a cualquier edad.”
OCTAVIO PAZ

La sexualidad en las personas mayores aproximándonos a una definición.


La sexualidad es un componente importante, una necesidad básica de la persona, pero
dentro de las más complejas de la vida humana y al abordar esta temática, se enfrenta un
doble inconveniente: el primero es ahondar en las singularidades de esta etapa con
respecto al tema, suele ser una tarea difícil debido a la falta de información y
documentación de datos investigados al respecto y el segundo inconveniente, guarda
relación con el concepto de sexualidad, donde se tiende a asemejar este concepto con el
de genitalidad, como si la sexualidad solo se expresara a través de los genitales.
Considerando lo anterior, la sexualidad tiene múltiples significados para las distintas
personas y según la etapa de ciclo vital, considerando además la educación y experiencias
que se tienen al respecto (Cedeño, 2006)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la sexualidad como un aspecto central
del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles
de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se
vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes,
valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales. Esta sexualidad puede
incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan
siempre. (OMS, 2015)
Está muy extendida la creencia de que los cambios que se producen en la vejez son
exclusivamente negativos, lo cual se sostiene en la pérdida de habilidades y capacidades
(Pedrero, 2017), pero para poder abandonar esos conceptos, se debería iniciar entendiendo
como define Maslow (s.f) el concepto de Salud Sexual Geriátrica, donde se hace mención a
la “expresión psicológica de emociones y compromiso, que requiere la mayor cantidad y
calidad de comunicación entre compañeros, en una relación de confianza, amor, compartir
y placer, con o sin coito.” (Herrera, 2003)
Tomando este último concepto, se hace evidente que el grupo de personas mayores, como
seres humanos, se mantienen sexuados, entendiendo que la sexualidad no posee solo una
connotación física de expresión, sino que es una forma de interrelación humana, que se
encuentra en relación con la capacidad de sentir placer y afecto, la cual nace y muere con
la persona, involucrando aspectos físicos, emocionales y sociales.
Aunque la actividad sexual tiende a la disminución en torno al tema de la frecuencia, a
medida que pasan los años, es un tema que se mantiene vigente entre el grupo de las
personas mayores, dado que la expresión de su sexualidad se mantiene.
Con respecto a los aspectos afectivos y sociales, estos pueden incluso mejorar o mantenerse
en la vejez: el deseo, el placer de una caricia y el abrazo, la ternura, la intimidad con el
otro(a), la capacidad de cuidar y ser cuidados; son comportamientos que no obedecen a un
patrón de edad.
Los afectos siempre están abiertos y uno puede desear, sentirse atraído o enamorarse a
cualquier edad. El corazón humano está abierto a amar y a ser amado, porque somos seres
para el contacto y vinculación.

Algunos cambios asociados a la sexualidad del adulto mayor


Los cambios fisiológicos asociados a la sexualidad se inician lentamente entre los treinta y
cuarenta años, para progresivamente ir haciéndose más evidentes a medida que se avanza
en el ciclo vital. Este camino es lento y variable de una persona a otra.

Ciclo sexual humano y sus cambios en la persona mayor


Pese a que el proceso es variable en cada persona, existen rasgos comunes en torno a
factores biológicos, los cuales Herrera (2003) hace mención dentro del ciclo sexual humano,
descrito por el DSM IV y que son presentados en resumen en la siguiente tabla:
Fase de excitación El hombre mayor necesita más minutos que el joven para lograr
una erección y ésta es menos firme; en la mujer la fase de
expansión y lubricación de la vagina se encuentra más alargada.
Fase plateau En el hombre esta fase es más larga por la disminución de la fuerza
del músculo cremaster, con la consecuente disminución de la
elevación testicular.
En la mujer, debido a la disminución en la elevación del útero,
produce que la duración y la intensidad a la estimulación sexual
para lograr un orgasmo estén aumentadas.
Fase de orgasmo Es más corta en el hombre, junto con un menor volumen de
líquido seminal; en la mujer las contracciones musculares para el
orgasmo siguen presentes, pero en número e intensidad,
pudiendo ser dolorosas.
Fase de resolución La pérdida del volumen peneano es más rápida y el período
refractario está alargado en el hombre; en la mujer esta fase está
más alargada, presentando una reducción de capacidad de
multiorgasmo.

Ahora si se establecen diferencias con respecto a los cambios por género que viven las
personas mayores, éstas pueden expresarse en la modalidad de una disfunción, dentro de
las cuales se encuentran:
En el hombre:
- Sus niveles de testosterona pueden disminuir levemente con la edad (1% año,
después de los 50 años), lo cual se puede incrementar en presencia de
enfermedades crónicas y consumo de alcohol.
- Alrededor de un 25% de los mayores de 65 años sufre de impotencia sexual, cifra
que se eleva a cerca de 50% en mayores de 80 años. (Marín et al, 2002). Esta
impotencia puede obedecer a distintos factores como el estrés, fatiga, depresión y
a consecuencia de alguna enfermedad orgánica.
- Tal como fue mencionado, existe una respuesta sexual enlentecida y con una
presencia de menor fluido pre-eyaculatorio.
- Enfermedades vasculares como la isquemia e HTA, pueden afectar el drenaje del
área del pene, así como también ser factores de riesgo de desarrollo de disfunción
eréctil.
- La neuropatía asociada a la presencia de diabetes, afectan la respuesta sexual de los
individuos; el 50% de los diabéticos desarrolla disfunción eréctil, tanto por esta
neuropatía como por alteración vascular.
- El uso de medicamentos asociados al tratamiento de la depresión, pueden agravar
o provocar una disfunción eréctil como efecto secundario.
En la mujer:
- La menopausia como evento final de la vida reproductiva de la mujer, puede tener
un efecto positivo, al no existir el temor asociado a un embarazo no deseado, lo que
podría ocasionar mayor satisfacción; mientras que en otras, podría generar baja
autoestima o inseguridad.
- Existen evidentes físicos y estéticos, pueden ocasionar cambios en la imagen
personal e inseguridades al momento de relacionarse con su pareja.
- Desde el punto de vista hormonal, la baja en los estrógenos ocasiona cambios en el
epitelio urogenital, lo cual puede asociarse a una mayor incidencia de infecciones y
dolor durante el coito. La terapia hormonal de reemplazo puede ser la respuesta y
una gran ayuda, para mejorar algunos casos de disfunción sexual.
Valoración geriátrica integral desde la mirada de afectividad y sexualidad.
ESFERA CLÍNICA
- Anamnesis y patologías de base
ESFERA FUNCIONAL
-Exploración y examen físico
- Capacidad funcional al momento de la
- Polifarmacia valoración
- Síndromes geriátricos
-Valoración de necesidades

Sexualidad y
afectividad
ESFERA SOCIAL
ESFERA MENTAL
- Roles asignados
- Fragilidad
- Conductas vinculdas a la cultura
- Valoración cognitiva
- Capacidad de establecer y mantener
- Valoración afectiva relaciones
- Realización personal

Pensando en el proceso de atención, en el contexto de esta “Valoración geriátrica integral


de la persona adulta mayor”, es necesario considerar el ámbito de la afectividad y
sexualidad, como parte de una de las dimensiones que deben ser evaluadas, atendiendo al
modelo de promoción y detección, descritas para este nivel de atención.
Esta valoración como proceso diagnóstico de carácter interdisciplinario, otorga
herramientas para identificar las distintas dimensiones o esferas, las cuales permitirán
desarrollar un plan de tratamiento y seguimiento de los posibles problemas identificados.

Esfera clínica:
 Esta suele ser la más complicada de cuantificar, por lo peculiar que es la forma de
enfermar para la persona mayor, así como también la presentación atípica e
inespecífica de la enfermedad, donde suelen confundirse los procesos patológicos
con los cambios fisiológicos propios y asociados a su edad. En el ámbito de la
afectividad y sexualidad, resulta clave realizar una completa anamnesis, con
búsqueda de presencia de patologías crónicas (Diabetes y neuropatías asociadas,
hipertensión arterial crónica, enfermedades cardiovasculares) que podrían causar
disfunción sexual.
 Dentro del examen físico, se debe consultar acerca de la historia y función sexual
durante su vida previa al momento actual, haciéndolo mediante una entrevista con
preguntas cortas y concretas, dándole tiempo de responder, llevándolo a la reflexión
acerca de su actividad y presencia de deseo sexual al día de hoy. Es importante
identificar que si existen dificultades en este ámbito, a menudo suelen presentarse
previamente al llegar a esta etapa, agudizándose en la persona mayor.
 Otro ámbito que debe ser considerado en esta esfera es la presencia de
enfermedades de transmisión sexual (ETS), realizando los exámenes pertinentes de
acuerdo a la valoración realizada (VDRL, VIH), así como también esta es una
importante instancia para brindar educación acerca del sexo seguro y los riesgos
asociados a las ETS. De ser confirmado un diagnóstico, es momento de brindar
apoyo psicológico y referir a la terapia indicada.
 En la información entregada por la persona mayor, se debe indagar acerca de uso
de fármacos y número de estos (polifarmacia), dentro de los cuales podrían
identificarse algunos que inhiben el deseo y funcionamiento sexual, tales como los
antidepresivos, antipsicóticos e antihipertensivos (bloqueadores y diuréticos). El
consumo de alcohol, como hábito debe ser consignado, como causa frecuente de
disfunción sexual. (Marín et al, 2002). Este punto es muy importante, porque el
riesgo de iatrogenia en las personas mayores es de 3 a 5 veces mayor que en el
adulto. (Sociedad Española de Geriatría y Gerontología SEGG, 2006).
 Con respecto a la presencia de síndromes geriátricos, estos deben ser valorados en
el contexto de su impacto en el aspecto afectivo y cómo interfieren en la expresión
de la sexualidad de la persona mayor, identificando que tipo de necesidades se ven
alteradas por la presencia de éstos.
Luego de realizada esta valoración, algunos de los posibles diagnósticos de enfermería que
podrían surgir según la taxonomía NANDA, son:
- Alteración del rol en la función sexual, relacionado con limitación real/autopercibida
impuesta por una enfermedad crónica.
- Alteraciones en la consecución de la satisfacción sexual.
- Patrón sexual ineficaz, relacionado con déficit de conocimientos acerca de cambios
fisiológicos en la persona mayor.

Esfera funcional:
 En este ámbito, la valoración está dirigida a recoger información sobre la capacidad
de la persona mayor, para realizar su actividad habitual y mantener su
independencia en el medio en el que se encuentra. Pese a que las escalas que a
menudo se utilizan para obtener esta información (EFAM, Barthel, Katz, Lawton y
Brody), no recogen información explícita sobre el ámbito de la afectividad y
sexualidad, deberían ser consideradas como actividades avanzadas de la vida diaria
(AAVD), entendiendo que incluyen aquellas que permiten al individuo su integración
social y recreativa, que implican un esfuerzo físico de por medio. (SEGG, 2006).
 Es importante que el ámbito de la afectividad y sexualidad, también sufre un
impacto frente a la presencia de deterioro funcional, el cual se relaciona
directamente con el riesgo de ingresos hospitalarios, mortalidad y polifarmacia. En
el momento de explorar esta esfera, se hace importante preguntar acerca de la
dependencia/independencia a la hora de expresar sus necesidades en el ámbito
sexual.
Dentro de los posibles diagnósticos de enfermería, se encuentran:
- Alteración de la función sexual, relacionada con polifarmacia.
- Limitación de la actividad sexual, relacionada con pérdida de la autovalencia/estado
de dependencia.
Esfera mental:
 En este ámbito es importante atender al estudio tanto de la esfera cognitiva como
afectiva, teniendo en cuenta las variables implicadas en la fragilidad. Existe una
fragilidad de tipo afectivo, donde un 25% de las personas mayores padecen algún
trastorno por ansiedad y depresión; por lo que la identificación de estos factores de
riesgo de manera temprana, podría ser una estrategia útil. La depresión y los
síntomas asociados, tienen importantes repercusiones sobre la calidad de vida, la
situación funcional y cognitiva.
 Dentro de la evaluación cognitiva, es importante considerar que el deterioro en este
ámbito a menudo se asocia a la expresión de trastornos conductuales. Además,
frente a este escenario existirá una dificultad agregada, para obtener información
importante en torno a la expresión de su afectividad y sexualidad, dependiendo del
grado del deterioro experimentado por el usuario.
 Es importante recordar que en la persona mayor, no impera el modelo de sexualidad
del joven, sino que esta debe considerarse en un sentido más amplio y no como una
actividad cuyo fin único es el coito. Aún en aquellas personas con un grado de
discapacidad mental, se mantienen intactas las capacidades para vivenciar el placer.
(Pérez, 2008)
Algunos posibles diagnósticos de enfermería:
- Déficit de conocimientos relacionados con cambios fisiológicos de la conducta sexual
- Conductas sexuales exacerbadas, secundarias a deterioro cognitivo

Esfera social:
Esta esfera evalúa la relación de la persona mayor con su entorno; la cual a menudo resulta
compleja debido a que no existe acuerdo entre los componentes de la llamada “salud
social”. (SEGG, 2006) Pero si se sitúa en el ámbito de la afectividad y sexualidad, cobra vital
importancia los roles asignados socialmente, las conductas esperadas de acuerdo al patrón
sociocultural de cada individuo, el cual está influido por la calidad de sus relaciones
interpersonales, el contexto en el cual se desenvuelve y la integración de sus experiencias
vividas.
Otro factor a considerar es la autopercepción de “yo”, donde la persona mayor se convierte
en destinatario de sus propios prejuicios y, ello funciona como el principal responsable de
la auto-desvalorización sexual.
En forma dirigida, se debe indagar sobre aquellos factores que podrían influir
negativamente en la sexualidad de la persona mayor:
 Presencia/ausencia de compañero(a) sexual afectivo, debido a soltería, viudez o
enfermedad grave de la pareja. Se debe considerar que el hecho de perder la pareja
es un factor determinante del cese de la actividad sexual. La persona mayor suele
resistirse a la idea de vivenciar nuevamente placer, con una pareja distinta a la
antigua, especialmente cuando la convivencia con la persona fallecida fue
prolongada y satisfactoria.
 Se debe valorar el interés sexual de la persona mayor; el cual está en directa relación
con el que haya desarrollado y mantenido a lo largo de la vida. El comportamiento
sexual es similar al resto de las funciones del individuo, el cual si no se ejercita,
merma hasta desaparecer. (Pérez, 2008)
Dentro de los posibles diagnósticos de enfermería al valorar este ítem, es posible
encontrar:
- Alteraciones en las relaciones con la persona significativa.
- Falta de intimidad relacionado con ausencia de persona significativa
- Disposición para mejorar la relación afectiva/sexual, relacionado con deseo
manifiesto de compartir las necesidades físicas y emocionales entre la pareja.
- Duelo complicado, relacionado con pérdida de persona significativa
Rompiendo mitos y estereotipos asociados a la sexualidad de las personas mayores.
Sobre la sexualidad en el mayor se han generado una serie de creencias, que pueden llegar
a convertirse en verdaderos prejuicios en contra de ellos, que se expresan tanto en lo
personal como en lo colectivo.
- Una de las certezas más frecuentes y dañinas para las personas de edad avanzada,
es la que dicta que no tienen una vida sexual activa y que no están interesados en
comprometerse en alguna relación romántica.
- Otro prejuicio lleva a considerar a las personas mayores que mantiene deseos
sexuales como personas anormales o inmorales.
- Además se cree que la belleza y la sexualidad son exclusivas de la juventud, que la
imagen corporal de los viejos es fea y que no tienen ánimos para pensar en su
arreglo personal.
Con respecto a los estereotipos negativos de la vejez, los autores Levy y Myers (2004),
tras realizar varios estudios experimentales y longitudinales en personas mayores,
concluyeron que estas visiones sociales negativas influyen en la memoria, causan estrés
y peores estrategias para combatirlas, e incluso, predicen menor longevidad en el grupo
de los adultos mayores. También demostraron que aquellos mayores que tenían una
opinión positiva sobre su propio envejecimiento, gozaron (en un seguimiento de 18
años) de una salud funcional mejor que los que tenían una opinión más negativa.
Por lo tanto, es tan importante para los profesionales que trabajan con personas
mayores, combatir los estereotipos mediante la entrega de conocimientos formales, ya
que solo a través de ellos, se pueden desmitificar creencias que pueden afectarlos desde
una perspectiva tanto social como individual.
Propuestas de intervención y abordaje del tema en los distintos contextos de
atención.
Con el incremento del número de adultos mayores en la población, se hace evidente la
necesidad de servicios de salud y profesionales preparados para brindar una atención
integral.
La reticencia de mucha gente mayor de referirse de manera precisa y a entregar
información acerca de su sexualidad, puede resultar un desafío agregado para los
profesionales de salud que trabajen con ellos (Helmes, 2012).
Por lo que se recomienda que en primer lugar, el profesional examine su conocimiento
y las actitudes frente al tema; dado que a través de la exploración y entendimiento de
estas creencias, podrá desarrollar y evaluar intervenciones que se encuentren centradas
en las necesidades del usuario y no en las suyas.
Cabe destacar la importancia de contar con un cuerpo formal de conocimientos, dado
que la sexualidad es y ha sido una de las áreas del comportamiento humano más
desconocida y en la que “aún prima muchas veces la anécdota sobre el conocimiento
científico” (Herrera, 2003)
a- Intervenciones en la atención primaria
La mayoría de los procesos de atención en el contexto de la atención primaria se inician
con la realización del “Examen de Medicina Preventiva en el Adulto Mayor” (EMPAM),
donde se busca dentro de sus ítems, realizar una valoración de la funcionalidad a través
del Examen de Funcionalidad (EFAM), el cual no considera dentro de sus ítems de
evaluación aspectos relacionados con la vida sexual, sin contemplarlo en relación a la
salud, al ocio o relaciones interpersonales.
Pero ¿Cómo se puede llevar a la práctica estas intervenciones?
- Teniendo en cuenta que los principales problemas de salud en la población chilena son
las enfermedades crónicas no transmisibles, dentro de las que se encuentran
principalmente las patologías cardiovasculares, respiratorias crónicas,
osteomusculares, dentales, cánceres, diabetes, y mentales; se debe consultar
directamente acerca del impacto de éstas en el ámbito de la sexualidad y afectividad
del adulto mayor.
- Trabajar para asegurar una valoración integral, evitando la fragmentación producida
por una atención desde los programas, perdiendo con ello a la persona como eje central
del proceso de atención, el cual suele ser un problema frecuente.
- En torno a la solicitud de exámenes anuales, donde se encuentran el VDRL y VIH, se hace
mención a su realización únicamente en caso de que el profesional que aplica el
instrumento de valoración, evalúe este riesgo. Esta puede ser una excelente instancia
para conducir la entrevista a preguntas directas, sin asumir a través de su mirada cuál
podría ser la conducta o situación del usuario.
b. Intervenciones en nivel secundario y terciario.
Si bien en este nivel, la persona mayor ya requiere de algún tratamiento específico por
el cual ha sido derivada; el tema de la sexualidad debe ser abordado en la etapa más
importante del proceso, desde la mirada de la valoración.
Esto quiere decir, que para poder realizar intervenciones de carácter integral y que
tengan un positivo impacto en la vida del usuario, se deben considerar todas sus
dimensiones y, más aún cuando se trata de un contexto en el cual se desarrolla una
enfermedad, la cual seguramente a través de su tratamiento o consecuencias directas,
tiene un impacto en este ámbito tan importante de la vida.
El registro de la información resulta aún más vital, pensando en el riesgo de la
fragmentación y pérdida de datos relevantes, la cual puede resultar vital para el trabajo
y abordaje del equipo interdisciplinario.
Cabe mencionar que en nuestra sociedad existe un escaso conocimiento sobre el tema
de la sexualidad y más aún si se trata de las personas mayores, incluso dentro de los
profesionales de la salud. La creencia y la presencia de estos conceptos erróneos, a los
cuales se hizo mención en el apartado anterior, se plasman en elementos tan concretos,
como las historias clínicas de los pacientes, donde no se recogen ni consignan datos
acerca de la actividad sexual.
En este nivel de atención, el usuario necesita de información y respuestas claras que den
solución a sus dudas, por lo que el profesional debe estar preparado y contar con un nivel
de conocimientos, que sumado a sus capacidades de comunicación, brinden el espacio a la
expresión de la persona mayor.

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Curriculum Vitae
Carolina Barrientos Lefiñir, Enfermera-Matrona, PUC
Máster © en Gerontología, fundación FUNIBER
Diplomada en paciente crítico y dirección de servicios clínicos (PUC)
Diplomada en gerontología social y educativa (PUC)
Académica de la Escuela de Enfermería, Universidad San Sebastián.

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