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Responsabilidad en el Ejercicio de la Función Notarial, Régimen

y Proceso Disciplinarios

3.1. Responsabilidad en el Ejercicio de la Función

Para el autor, el notario tiene responsabilidad administrativa disciplinaria por el


incumplimiento de la ley del notariado, normas reglamentarias y conexas, estatuto y
decisiones dictadas por el Colegio de Notarios respectivo y por el Consejo del
Notariado. Sin perjuicio de ello, el notario es responsable en las vías civil y penal, de los
daños y perjuicios que, por culpa o dolo, ocasione a las partes o terceros en el ejercicio
de la función. Obviamente las consecuencias civiles, administrativas o penales de la
responsabilidad del notario son independientes y se exigen de acuerdo a lo previsto en
su respectiva legislación.

Asimismo, respecto de la responsabilidad administrativa que, es la que nos


compete explicar, es menester incidir en el Art. 55° de la Ley del Notariado vigente,
referido a la fe de conocimiento y a la fe de identificación, cuando expresa que: “el
notario que diere fe de identidad de algunos de alguno de los otorgantes, inducido a
error por la actuación maliciosa de los mismos o de otras personas, no incurrirá en
responsabilidad”. Sobre este tema la doctrina peruana ha desarrollado una interesante
interpretación, pues si bien literalmente el citado numeral así lo expresa, de manera
alguna significa que el notario se libere de responsabilidad acreditando que se le
presentó un documento falso o que existió tal situación, sino que debe acreditar que
actuó sin negligencia; en otras palabras, que pese a haber utilizado todos los medios a
su alcance, no le fue posible evitar incurrir en error. Siendo este el criterio, con una muy
buena intención, el acotado Art. 55° del Decreto Legislativo N° 1049 del notariado, ha
introducido la obligación del notario de: “acceder a la base de datos del Registro
Nacional de Identificación y Estado Civil – RENIEC – en aquellos lugares donde se
cuente con acceso a internet y sea posible para la indicada entidad brindar el servicio de
consultas en línea, para la verificación de la identidad de los intervinientes, mediante la
verificación de las imágenes, datos y/o la identificación por comparación biométrica de
las huellas dactilares. Cuando el notario lo juzgue conveniente exigirá otros documentos
y/o la intervención de testigos que garanticen una adecuada identificación”. Es obvio que

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con el avance de la ciencia y la tecnología, la aparición de la informática, ahora existan
otros medios de que pueden hacer uso los notarios, a fin de no incurrir en
responsabilidad.

La responsabilidad disciplinaria o profesional (administrativa), señala Gonzales,


surge por el incumplimiento de los deberes de actuación funcional regulados en la
legislación notarial, por transgresiones a la ética profesional o por infracción de los
deberes corporativos. El Art. 149° de la presente ley hace un listado de faltas
disciplinarias, aunque en realidad algunas de ellas se relacionan con la conducta moral
del notario, por lo que esta norma hace gala de una deficiente sistemática:
 La embriaguez habitual. No se requiere la interdicción civil por esta causa,
ni da lugar a un procedimiento disciplinario ya que, en este caso, se
produce el cese del notario por faltarle una de las condiciones para el
ejercicio profesional, cuál es, la capacidad de ejercicio. Por tanto, el
procedimiento aplicable no es el disciplinario, sino el previsto en el Art.
15.2 del reglamento.
 El uso habitual e injustificado de sustancias alucinógenas. Sobre el
particular, también es aplicable lo señalado en el acápite anterior.
 La conducta no acorde con la dignidad y decoro del cargo. Es decir, la
vida privada del notario se considera como elemento que afecta su
desenvolvimiento profesional. Nuevamente es aplicable lo señalado en el
primer acápite, pues se trata de violaciones a la conducta moral
intachable, que es uno de los presupuestos habilitantes para el ejercicio
de la función. El procedimiento no es disciplinario, sino el previsto en el
Art. 15.2 del reglamento.
 El reiterado incumplimiento de sus obligaciones civiles y comerciales.
Nuevamente, la vida privada tiene repercusión en la esfera pública: lo que
se justifica por cuanto el notario actúa por la certeza y la verdad; en tal
sentido, no parece admisible que este no cumpla continuamente sus
propios compromisos. Nuevamente se trata de un tema moral, que se
regula por el procedimiento del Art. 15.2 del reglamento.
 El ofrecer dádivas para captar clientela. Es una falta evidente de la ética y
deber profesional, pues de esta manera se engaña al usuario (a quien se
le cobra más con el fin de solventar la dádiva), y se obtiene trabajo

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profesional por hechos que no tienen relación con la capacidad o
profesionalismo del notario. Es sancionable por vía del procedimiento
disciplinario.
 El aceptar o solicitar honorarios extras u otros beneficios, para la
realización de actuaciones irregulares. En este caso, la falta se encuentra
en realizar una actuación contraria a la ley, pero ello se agrava si se trata
de una actuación inducida por la obtención de una ventaja ilícita. El
problema aquí es: si no existe arancel (honorario tarifado), ¿cómo saber
que el honorario es extra? Es infracción sancionable en la vía del
procedimiento disciplinario.
 El uso de publicidad que no se limita al anuncio de su nombre y dirección.
La razón de esta prohibición se encuentra en que el servicio notarial es
único, y no está sujeto a distinciones; por tanto, mal haría un notario en
sobreestimar su actuación por hechos que escapen a su propio prestigio,
el mismo que por sí no puede ser objeto de publicidad. También es falta
disciplinaria.
 En algún momento se discutió si la instalación de carteles en la vía
pública, anunciando el local del notario, son infracciones a las reglas de
la publicidad. La respuesta es matizada: en los alrededores del oficio
notarial, la publicidad viene impuesta como un auxilio del público que
requiere el servicio; en cambio, la colocación de anuncios en lugares
alejados del oficio sí constituye infracción, pues entra en contravención
del deber de mantener solo una oficina, pues la seguidilla de carteles
tiene la idea subyacente de acercar la notaría a lugares que son lejanos,
que invaden, incluso, otros distritos, y que dan una falsa apariencia con el
fin de sustraer, ilegítimamente, la clientela de un cierto sector. No se
diga, en contra de nuestra opinión, que ello elimina la libre competencia
entre los notarios, pues tratándose de un sistema de acceso cerrado a
cierto número de plazas, entonces no existe uno de los presupuestos de
la competencia: libre acceso.
 El incumplimiento de los deberes del notario establecidos en esta ley,
normas reglamentarias o conexas y el estatuto. Es una regla genérica que
busca cubrir, a través de una tipicidad abierta, todos los posibles casos en

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los que se incurra en falta disciplinaria, para lo cual se requiere que haya
una norma que imponga la obligación, y un hecho concreto en que el
notario no la haya observado. Se trata de infracción disciplinaria.
 No acatar las prohibiciones contempladas en esta ley, lo cual debe
concordarse con el art. 17° LN, referido a las prohibiciones del notario con
respecto al ejercicio de una función pública, al ejercicio de la abogacía, al
ejercicio territorial y ubicación del oficio, y a las prohibiciones en relación a
determinados asuntos. Es también una falta disciplinaría.
 En teoría se considera que las faltas disciplinarías se cometen en forma
objetiva, es decir, sin necesidad de que concurra dolo y culpa. Así parece
señalarlo a contrario sensu el Art. 146°. También se ha discutido que este
régimen disciplinario no respete el principio de tipicidad de las
infracciones, y que no gradúe las sanciones. En nuestra opinión, estas dos
objeciones son perfectamente salvables, sin que se afecte el derecho
fundamental al debido proceso. Con respecto a lo primero, la tipicidad se
deduce de los deberes impuestos al notario por la propia ley, de tal suerte
que su incumplimiento constituye per se una infracción. Por ejemplo, la ley
señala que el notario debe extender la escritura pública con minuta
autorizada por abogado; pues bien, si no lo hace, entonces incurre en
violación del deber, y la tipicidad no sufre. Con respecto a lo segundo, la
gradualidad se deduce de la propia sistemática de la ley y de los principios
que regulan la función notarial (ejercicio personal, autónomo, exclusivo,
imparcial y ceñido a las reglas de veracidad y diligencia). Por ejemplo,
elevar una escritura pública sin minuta constituye una falta leve si en el
instrumento se atesta esa misma situación; en cambio, se convierte en
una falta grave si el instrumento atesta que hubo minuta, cuando en
realidad no lo hubo, pues en tal caso se infringe el principio de veracidad.
Por su parte, es una falta muy grave entrometerse en funciones ajenas a
las del notariado, por ejemplo, participar en diligencias judiciales como
dador de fe pública, cuando la ley ya le atribuye esa potestad al fun-
cionario del mismo juzgado.

El reglamento, adicionalmente, ha ayudado en la tipificación más precisa de las


faltas, y así hace un elenco detallado de infracciones disciplinarias leves (Art. 74°),
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graves (Art. 75°) y muy graves (Art. 76°), así como un régimen de sanciones y su
graduación (Art. 77°), (Gonzales, 2012, p. 1428- 1431).

3.2. Proceso disciplinario


El régimen disciplinario del notariado, menciona Gonzales (2012), tiene como
finalidad que la función notarial se ejerza en base a los principios de defensa del bien
común, seguridad jurídica en la contratación y tráfico jurídico, veracidad de los hechos,
eficiencia del servicio y respeto por la legalidad (P. 1438).

La primera instancia la resuelve el Tribunal de Honor de los Colegios de Notarios,


y la segunda instancia, el Consejo del Notariado (Art. 147° LN).
Además, cada Colegio de Notarios tendrá un Tribunal de Honor, compuesto de
tres miembros que no integren simultáneamente la directiva, y/o abogados de
reconocido prestigio moral y profesional (Art. 132°LN).

El Tribunal se elige en asamblea general, mediante votación secreta, por


mayoría de votos y mandato de dos años. Se elegirá de la misma forma a los miembros
titulares y suplentes. Estos últimos actúan en caso de abstención o impedimento de los
titulares (Art 133° LN), Sin embargo, en tanto no se elijan los miembros de los
Tribunales, las Juntas Directivas tendrán competencia para resolver en primera instancia
todas las denuncias y procedimientos disciplinarios, hasta su culminación (Primera
Disposición Complementaria, Transitoria y Final de la LN).
Y, además, el procedimiento se compone de las siguientes fases: inicio, in-
vestigación, audiencia, resolución e impugnación (Art. 65° reglamento).

El procedimiento disciplinario se inicia por denuncia de parte, a instancia de la


junta directiva, del Consejo del notariado o de oficio por decisión del Tribunal de Honor
(Art. 151 LN y Art. 66° reglamento).

De oficio o por instancia, el Tribunal de Honor solícita informe al notario


cuestionado, quien debe absolverlo en 10 días útiles. El Tribunal resuelve la apertura o
no del procedimiento disciplinario en el plazo de 20 días hábiles. La resolución que
deniega la apertura es impugnable, aunque no se señala el plazo, se supone que debe

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aplicarse las normas del procedimiento general, por lo que el plazo de apelación será de
15 días útiles. El expediente se eleva al Consejo del Notariado, quien resuelve (Art. 68°
reglamento).

Por el contrario, la apertura de procedimiento disciplinario no es impugnable, y


tendrá expresa indicación de la imputación, el fundamento jurídico que sustenta la
calificación de los hechos como presunta infracción y el derecho del notario a formular su
descargo en el plazo de 15 días hábiles. Inmediatamente, luego de notificada esta
resolución, se remite el expediente al Fiscal de la Junta Directiva (Art. 69° reglamento).

De esta manera, el Fiscal realiza la investigación en el plazo de 45 días hábiles,


para lo cual actúa las pruebas ofrecidas por el notario o el denunciante, así como las que
crea conveniente, de oficio. Luego de concluido el plazo, emite un dictamen,
debidamente sustentado en los hechos y el derecho, en el que pide la absolución o la
responsabilidad del notario, en cuyo caso propone la sanción. El Fiscal notifica el
dictamen al notario y al denunciante. Seguidamente, remite lo actuado al Tribunal de
Honor (Art. 70° reglamento).

Asimismo, Ochoa (2011), indica que el Tribunal de Honor cita a la audiencia en el


plazo máximo de 15 días útiles, para lo cual se notifica al fiscal, notario y denunciante, si
fuese el caso. El art. 71 del reglamento señala que la audiencia se inicia con la
sustentación oral del fiscal, luego se concede el uso de la palabra al denunciante y,
finalmente, el notario o su abogado ejerce el derecho de defensa. La norma ha
confundido una audiencia en la que se discuten e impugnan las pruebas, y en la que se
actúan otras más, con un simple informe oral de las partes. Solo lo primero asegura un
debido procedimiento sancionador, con igualdad, bilateralidad y contradicción. Por el
contrario, hoy la investigación es meramente inquisitiva por obra del fiscal. El
anteproyecto, en este punto, era claramente superior.

El Tribunal de Honor emite resolución final en el plazo de 45 días hábiles,


contado desde la remisión del expediente. La resolución puede ser absolutoria, o
conforme con la del Fiscal, o conforme parcialmente mediante la imposición de una
sanción menor o, incluso, mayor a la propuesta. Excepcionalmente, puede declarar la

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nulidad del procedimiento y retrotraer la investigación al momento en que se incurrió en
el vicio (Gonzales, 2012, P. 1440).
El Art. 72° del reglamento dispone que la resolución del Tribunal de Honor es
apelable en el plazo de 15 días hábiles, y el recurso se interpone ante el mismo Tribunal.
En caso de denegatoria de la apelación, el interesado puede acudir en queja,
directamente ante el Consejo del Notariado, en el plazo de 15 días hábiles desde la
notificación de la denegatoria. En tal caso, el Consejo dispone la elevación del
expediente y con su solo mérito procede a resolver

Una vez concedido el recurso, el Consejo del Notariado cita a vista de la causa.
Excepcionalmente, dispone la actuación de prueba de oficio cuando sea imprescindible
para tomar decisión, en cuyo casonotifica a las partes. La resolución del Consejo se
emite en el plazo de 180 días contados desde la recepción del expediente, y con ello se
agota la vía administrativa (Art. 73° reglamento).

Los órganos que ejercen la responsabilidad disciplinaria notarial (Tribunal de


Honor del Colegio de Notarios y Consejo del Notariado), pueden imponer las siguientes
sanciones: amonestación privada, amonestación pública, suspensión temporal hasta por
un máximo de un año y la destitución (Art. 150° LN).

La amonestación privada constituye una llamada de atención por escrito dirigida


al notario para que corrija su actuación, y que solo se notifica al notario concernido. La
amonestación pública es la misma llamada de atención, pero que, además de notificarse
al notario infractor, se publica en el diario oficial y en otro de circulación nacional. La
suspensión es el cese temporal en el ejercicio de la función notarial y se extiende desde
un día hasta un año; por lo que debe procederse al cierre temporal de los registros
mediante diligencia levantada por el decano y secretario del Colegio. La destitución es el
cese definitivo en el ejercicio de la función notarial, como consecuencia de una infracción
(Art. 77° reglamento).

El procedimiento disciplinario tiene como finalidad hacer valer la


responsabilidad administrativa del notario por incumplimiento de los deberes de
su función, así como de las obligaciones corporativas (Art. 144°L.N.). Un paso
adelante de la ley lo constituye la tipificación de infracciones d isciplinarías en el
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Art. 149° L.N., aun cuando por obvias razones de economía y simplicidad
legislativa, se tiene que acudir al método de "tipificación por relación (per
relationem)”. Es decir, existe una cláusula general en la cual se dice que
constituye infracción toda conducta que signifique incumplimiento a los deberes
establecidos en la ley, reglamento, normas conexas, estatuto y Código de Ética
(Art, 149°-c L.N). Este precepto, además, tiene la ventaja de autorizar que el
reglamento establezca otras infracciones susceptibles de sanción, lo cual es
muy importante pues se adapta a las garantías del procedi miento sancionador
en cuanto permite tipificación de faltas por vía de reglamento siempre que la ley
lo permita, y en este caso la Ley del Notariado lo permite.

El Art. 149° de la ley es relevante por varios motivos: en primer lugar,


tipifica las faltas y evita la discrecionalidad; en segundo lugar, establece un
listado que puede aumentarse por vía reglamentaria con lo que se facilita la
enumeración de las infracciones y su sanción a través de normas de menor
jerarquía normativa (inc. c). Pero se comete un grave error de técnica legislativa,
pues en su afán de tipificación, utiliza el mismo dispositivo para listar las
infracciones en la actuación notarial, así como aquellas referidas a la conducta
personal del notario, esto es, a su moralidad social y objetiva.

En este mismo sentido, la ley reconoce que el procedimiento disciplinario


debe respetar todos los derechos y garantías estableci dos para los
procedimientos administrativos, específicamente los de corte sancionador, con
lo cual se asegura el derecho de defensa del notario (Art. 148°). Otra precisión
importante es que el procedimiento disciplinario solo es pertinente en el caso de
infracciones (art. 147°).

Muy distinto es el caso del procedimiento de cese previsto en el tercer


párrafo del Art 21° de la ley, que es competencia de la Junta Directiva en
primera instancia (Art. 21°-i), y del Consejo del Notario en fase de impugnación,
que cuenta con normas adicionales en el Art. 15.2 del reglamento. Este se aplica
por la pérdida de una de las condiciones requeridas para el acceso al notariado;
por ejemplo, la pérdida de la condición de abogado, la incapacidad física o la
pérdida de la conducta moral intachable.
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Nótese que ambos procedimientos versan sobre materia distinta y los
órganos competentes también son diferentes. Así, el procedimiento disciplinario
trata sobre infracciones en la actuación notarial; mientras el procedimiento de
cese simplemente constata que se ha producido la pérdida de una de las
condiciones requeridas para el acceso al notariado. Por otra parte, en el
procedimiento disciplinario la competencia es del Tribunal de Honor, y solo,
excepcionalmente corresponde a las Juntas Directivas mientras dichos
Tribunales no se hayan constituido; mientras que en el procedimiento de cese la
competencia siempre corresponde a la Junta Directiva.

Un tercer procedimiento es el de cese automático, en el que simplemente


se comprueba el hecho constitutivo del cese, sin necesidad de más trámite, y se
procede en consecuencia (Art. 21°, segundo párrafo), esto es, comunicando el
hecho al Consejo del Notariado para que se gestione la resolución ministerial de
cancelación de título. Es el caso de cese por fallecimiento, condena penal o
renuncia.

Para el autor, la responsabilidad disciplinaria o profesional emerge del


incumplimiento por parte de los notarios de la ley del notariado o del reglamento notarial,
de las disposiciones que se dictaren para la mejor observación de estos o de los
principios de ética profesional, en cuanto esas transgresiones afecten la institución
notarial, los servicios que le son propios o el decoro del Cuerpo, y su conocimiento
compete al Tribunal de Honor y al Consejo del Notariado.

De esta manera, en toda acción que se suscite contra un notario, sea en el orden
personal o por razón de sus funciones profesionales, deberá darse conocimiento al
Colegio de Notarios, para que éste, a su vez, adopte o aconseje las medidas que
considere oportunas. A tal efecto los jueces de oficio o a pedido de partes, deberán
notificar a dicho colegio toda acción intentada contra un notario, dentro del plazo que la
ley procesal señale.

La acción disciplinaria prescribe a los cinco años computados, desde el día en


que se cometió la presunta infracción administrativa disciplinaria; no obstante el inicio del
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proceso disciplinario y/o la existencia de un proceso penal interrumpen el término de la
prescripción (Art. 154° LN).
El proceso disciplinario y la sanción procederán aun cuando el notario haya
cesado en el cargo (Art. 155° LN).

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