Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CONVERSACIONES DIFICILES - Verónica de Andrés
CONVERSACIONES DIFICILES - Verónica de Andrés
- Primer paso:
Sentir empatía, ponerse en el lugar del otro pensando en uno mismo. ¿En qué
oportunidad hice yo algo parecido? ¿Cómo me sentí? ¿Qué me despierta esa
emoción? Esto nos ayuda a interrumpir esa cadena de juicios automáticos que
solemos tener, en especial cuando estamos enojados con alguien. También nos
ayuda a imaginar qué nos gustaría que nos dijeran a nosotros si fuésemos el
receptor de ese mensaje.
- Segundo paso:
Poner a nuestro interlocutor en contexto, antes de empezar a hablar puntualmente
de aquello que nos molesta, enoja, preocupa. Esto implica expresarle a la otra
persona lo que nos mueve a hablarle. Por ejemplo, decirle: “Quiero conversar con
vos sobre un tema que me preocupa. Para mí la empresa es muy importante y la
imagen que damos a los clientes también, y por sobre todo, me importa nuestra
relación de trabajo aquí en la oficina y quiero cuidarla. Mi intención es conversar
para que podamos mejorar”. A su vez, puedo preguntarme qué quiero lograr con
esa conversación, cómo me quiero sentir, cuál es el mejor momento y lugar
para tenerla.
- Tercer paso:
Empezar la conversación señalando hechos, y no opiniones. Las opiniones, en
especial cuando indican algo negativo o mejorable, pueden cerrar a la otra
persona, ponerla a la defensiva. Por eso, es importante comenzar haciendo
observaciones concretas. El propósito es devolverle a la otra persona una foto
instantánea de su accionar, desprovista de toda adjetivación innecesaria. En lugar
de decir: “Eres un impuntual” o “Siempre llegas tarde”, expresar: “Observo que en
la última semana has llegado tarde cuatro veces”.
- Cuarto paso:
Una vez que se ofrecieron los hechos que sustentan nuestra apreciación,
expresar nuestras opiniones: “Cuando yo observo que llegas tarde, pienso que
estás comprometiendo la tarea, pues hay clientes que llaman por teléfono
temprano y no hay quien los atienda”.
- Quinto paso:
Expresar también nuestras emociones: “Cuando eso sucede, me enojo”.
- Sexto paso:
Exponer claramente cuál es nuestro deseo: “Lo que quiero que suceda es que
los clientes confíen en nosotros, que sepan que los vamos a atender, y además
que tú y yo podamos usar nuestra energía creativa para atraer más clientes, en
lugar de tener estas escaramuzas”.
- Séptimo paso:
Hacer el pedido que se deriva de nuestra observación de los hechos, nuestra
opinión y nuestro deseo de cambio: “Por eso te pido que nos pongamos de
acuerdo con respecto al horario” o “¿Es posible para ti llegar todos los días a las
ocho treinta o prefieres que pongamos el horario de atención al público a partir de
las nueve, y compensamos esa media hora a la salida?”
A partir del ejemplo presentado en “los siete pasos” anteriores, veamos cómo
organizaríamos nuestras palabras para tratar de solucionar ese conflicto. ¿Cómo
podríamos, entonces plantearle a la otra persona nuestro disgusto, opinión y
voluntad de resolución?
Este proceso puede parecer largo pero, en realidad, es sencillo; son unas pocas
palabras que, si están bien dichas y dentro de un correcto contexto, es bastante
probable que den buen resultado.