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Análisis Los Cuatro Acuerdos de Miguel Ruiz

El libro que a continuación voy analizar entiendo que entra dentro del renglón de
superación personal. Es muy fácil de entender además a través de la lectura se
explican los términos que no son comunes y esto ayuda aún más a las personas que
buscan buen contenido y de fácil exposición.

Los cuatro acuerdos son cuatro principios que son aplicables por separados pero
conforman un conjunto de mucho potencial cuando se incorporan todos y es entonces
cuando podemos experimentar toda la fuerza que tienen estos acuerdos.

El primer acuerdo es: “Se impecable con tus palabras”.

En este acuerdo pude aprender que por medio de la palabra ponemos en movimiento
conceptos y valoraciones, definimos situaciones, generamos sentimientos y unificamos
voluntades. Hacer buen uso de la palabra manifiesta la diferencia entre unir o separar,
crear armonía o crear conflicto, agradar o desagradar.

Ser impecable con la palabra representa comunicar limpiamente, lo que queremos


decir, sin que haya necesidad de adjuntar ira u odio, el resentimiento o la agresividad
para buscar herir a nuestro receptor, la buena comunicación es asertiva en sí misma y
comunica pero no ofende.

Incorporar un nuevo procedimiento de actuación requiere de algo de disciplina,


entiendo que la repetición es la madre del hábito, si pretendemos aprender o agregar
una nueva pauta de comportamiento en nuestra vida debemos repetirla hasta que se
convierta en una capacidad inconsciente, es decir, aquello que hacemos sin tener que
pensar conscientemente de lo que estamos haciendo.

Para fijar la utilización de un proceso y recordar que queremos incorporar una nueva
habilidad es bueno que nos asignemos de recursos que faciliten la acción.

Para concluir el acuerdo, indagué sobre la palabra “impecable” deriva del latín y
significa sin pecado.
Segundo acuerdo es: “No te tomes nada personalmente”.

“No te tomes nada personalmente” esta afirmación a simple vista no parece que tenga
demasiada transcendencia y sin embargo, es la razón de bastantes problemas.
Estamos acostumbrados a juzgar, que consideramos que los demás nos juzgan
constantemente, estamos tan acostumbrados a juzgarnos que damos mayor valor a
nuestros pensamientos negativos que a los positivos.

Cuando alguien nos dice que inteligente eres, que bien haces tu trabajo, nos sentimos
bien, nos halaga, nos proporciona satisfacción y autoestima pero rápidamente lo
olvidamos, pero si al contrario nos dicen que somos brutos, que mal realizas tu trabajo,
el efecto es de enojo e ira, nos molestamos en muchas ocasiones agresivamente, esto
afecta nuestra confianza para situaciones futuras y el recuerdo del comentario
permanece en nuestra mente durante mucho tiempo.

En ambos casos lo que sucede es que se activa en nuestra mente un reflejo


condicionado, este es la respuesta a nuestra manera de interpretar los sucesos, porque
recordar que las emociones no existen por si solas, es decir, que no aparecen de la
nada, siempre hay una razón para todo y las emociones no son la excepción. En
nuestra educación nos han inculcado el hábito de calificar a las personas en función de
sus acciones y la realidad es que el error está en el hacer, no en el ser.

Tomarse las cosas personalmente representa aceptar el juicio de los demás, nos gasta
energía, nos hace perder la objetividad, crea conflictos entre las personas y un conflicto
sin resolver con el transcurso del tiempo, se convierte en odio.

La habilidad de no tomare nada personal, es una poderosa herramienta que nos


capacita emocionalmente para enfrentarnos con éxito a complicadas negociaciones, a
la toma de decisiones importante, situaciones delicadas y a conflictos, tanto en el
ámbito personal como profesional.

En el primer capítulo escribí que la repetición es la madre del hábito, no cabe duda que
para incorporar una nueva habilidad, debemos de repetir su acción hasta que pase a
formar parte de nuestra forma de ser, que nos capacite para hacer algo diferente de
manera estable y tener como consecuencia el resultado deseado.
Para llegar a conseguir los objetivos definidos y propuestos, primero hemos de ser,
como consecuencia de lo que somos al hacer y por la acciones del tener. Nuestra
cultura nos plantea la cuestión totalmente inversa, primero pensamos en que cuando
tenga entonces haré y en consecuencia seré, esta es una de las razones por la que
resulta tan arduo el cambiar, por consiguiente vale la pena asumir el riesgo de pensar
diferente y arriesgarse a probar.

Tercer acuerdo es: “No hagas suposiciones”.

Hacer suposiciones sobre lo que los demás hacen o incluso piensan de uno, es un
proceso que ocupa la mente sobre algo que no ha sucedido, transándolo en el espacio
del tiempo a un posible resultado de futuro, esta situación genera de inmediato
frustración en el individuo a nivel personal, llegando incluso a culpar a los demás de las
causas de sus problemas. La cuestión se agrava con el razonamiento, como la culpa
de lo que sucede es de los demás, la solución no depende de mí, y haciendo sentir a la
persona que no puede gestionar los acontecimientos que conforman su vida y este
hecho causa la reacción de generar veneno emocional en las conversaciones con otras
personas.

La base del progreso es trabajar la hipótesis sobre la forma de hacer, de igual forma
que el mundo cambia, las personas también deben de adecuar su forma de ser a la par
que incorporan nuevas creencias y valores, se debe abonar el tópico “yo soy así” por el
de “yo soy como quiero ser”.

Dejar de especular es una buena decisión, a partir de ese momento la comunicación


fluye con habilidad y claridad, libre de veneno emocional. Cuando no se hacen
suposiciones, las palabras se vuelven impecables.

Este tercer acuerdo no hagas suposiciones, no es fácil, porque habitualmente se hace


todo lo contrario, pero tampoco es difícil, debido a que es un nuevo proyecto y se inicia
cuando tomes la decisión de hacerlo de forma consciente.
Si realmente nos interesa cambiar, debemos empezar por decirlo, al hacerlo nos
convertimos en observadores de nuestra propia realidad y desde esa posición dirigimos
nuestra actitud, debemos tener en cuenta que en ocasiones nada se consigue en el
primer intento pero para perseverancia y la repetición es la madre del hábito.

Cuarto acuerdo es: “Haz siempre lo máximo que puedas”.

Esta frase tiene mucha fuerza, es algo así como que se ha de llegar al máximo
esfuerzo humano para conseguir objetivos. En este acuerdo entiendo que hay muy
pocas cosas que se pueden explicar debido a que es tan obvio que solo debemos dar
siempre el máximo en todo lo que hagamos, ya sea en el trabajo, en la universidad y en
nuestro día a día.

Hacer el máximo que puedas, es eso, el máximo que puedas, independientemente en


que su afán sea hacer mucho más, y hacer es sinónimo de acción, hasta que no se
pasa a la acción no sucede nada, o peor aun cuando ha decido hacer algo y ese algo
no pasa a la acción real, en su mente queda anotado como un debería haber hecho,
los debería son esos pensamientos continuos de frustración sobre algo que restan
energía y capacidad para trabajar, por lo tanto es importante que sea consciente de su
capacidad actual de comprometerse con la acción.

Los directivos acostumbran a dedicar todo su tiempo a la gestión cotidiana urgente de


su negocio, confiados en que mañana será un día con menos asuntos para resolver y
tendrá tiempo para pensar esas otras acciones que sabe que debe iniciar para no
quedar desplazado en el mercado, sabe que tiene deberías pendientes que se han de
implementar pero hace el máximo que puede, no ha pensado que a lo mejor si
contrata a alguien para que haga aquello que no es vital que haga el y que le libera el
tiempo necesario para que se dedique a las cosas importantes antes de que pasen a
ser urgentes, en ese momento desde la perspectiva empresarial sí que realmente
estará haciendo el máximo que puede.

Es habitual que los gerentes reciban preparación en las áreas de gestión profesional,
como administración, finanzas, ventas, marketing, etc. Nadie se plantea que un gerente
pueda asumir con éxito sus funciones sin una básica formación en los campos
descritos, pero además las funciones de gerencia implican liderar equipos y tomar
decisiones que influyen en el resultado del trabajo que realizan las personas y sin
embargo es habitual que el gerente no disponga de una formación básica en la gestión
de personas, tradicionalmente se da por hecho que el gerente sabe hacerlo.

Los sistemas tradicionales de gestión empresarial han cambiado, y lo han hecho a la


misma velocidad que se están produciendo los cambios en nuestra sociedad, ahora los
acontecimientos se desarrollan muy rápido en el mundo empresarial.

Luego del autor nos habla de los cuatro acuerdos nos expone otros temas como el
camino hacia la libertad, romper viejos acuerdos, el arte de la transformación, el nuevo
sueño, el cielo en la tierra y algunas oraciones que nos servirán de autoayuda para
poder aplicar los acuerdos.

En lo personal, recomendaría este libro a otras personas porque realmente ha sido de


mucha ayuda y más ahora en esta situación que está atravesando el país y el mundo
con esta terrible pandemia. Trataré de aplicar estos acuerdos y como consecuencia
conseguir un cambio positivo en mi vida.

Me gustaría terminar mi análisis con parte de una cita del autor Miguel Ruiz al final del
cuarto acuerdo:

“Tu amor y tu respeto por ti mismo crecen incesantemente. Puedes hacerlo. Si yo lo


hice, también tú puedes hacerlo. No te inquietes por el futuro; Mantén tu atención en el
día de hoy y permanece en el momento presente. Hoy es el principio de un nuevo
sueño.

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