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«CUATRO NOVELAS ESPAÑOLAS

CONTEMPORANEAS»
• Gonzalo Sobejano analizó obras de Cela,
Ferlosio, Martín-Santos y Benet
Bajo el título «Cuatro novelas
españolas contemporáneas»,
Gonzalo Sobeja no, profesor de
la Universidad de Pennsylvania
en Filadelfia, impartió del 27 de
marzo al 5 de abril pasados, en
la Fundación Juan March, un
curso de cuatro lecciones sobre
otras tantas obras de autores
considerados representativos del
género novelístico español de
nuestro siglo: La familia de
Pascual Duerte, de Camilo José
Cela; El jarama, de Rafael Sán­ GONZALO SOBEJANO, murcia­
chez Ferlosio; Tiempo de silen­ no, ha sido profesor en las Uni­
cio, de Luis Martín-Santos; y versidades de Heidelberg, Colo­
Saúl ante Samuel, de Juan nia y Columbia, y actualmente lo
Benet. es de la Universidad de Pennsyl­
Ofrecemos seguidamente un vania en Filadelfia (Estados Uni­
extracto del ciclo en el que el dos). Ha sido director del Insti­
tuto Internacional en España.
profesor Sobejano analiza cada Miembro de la Asociación Inter­
título dentro del contexto de las nacional de Hispanistas y vocal
corrientes narrativas de la de su Junta Directiva. Premio
época. Nacional de Literatura «Emilia
Pardo Bazán» 1971, ha formado
parte del Consejo Editor de la
«La familia de Pascual Duarte» «Revista Hispánica Moderna",
«Rornanic Heview», «Revista Ibe­
roamericana", y actualmente si­

E N 1942, hace ahora cua­


renta y dos años, se publicó
en Madrid la primera novela de
gue perteneciento a los de «His­
panic Review" , «Anales de la Na­
rrativa Española Contemporánea",
«Insula» y otras prestigiosas pu­
Camilo José Cela, La familia blicaciones literarias. Es autor de
de Pascual Duane, reeditada numerosos trabajos sobre litera­
hasta hoy abundantemente, tra­ tura española contemporánea.
ducida a los más diversos idio­
mas, llevada a la pantalla en
1976, y estudiada por crí ticos
desde todos los puntos de vista acciones y reacciones, que le
posibles. llevan al crimen, y en el resul­
«Pascual Duerte es una no­ tado de su s crímenes, que le
vela lineal, escrita en primera conducen a la soledad de la
persona, que abarca toda una cárcel, desde donde, condenado
intensa vida» , definía Cela su a muerte, se confiesa.
novela primera, diez años des­ Proceden los crímenes de
pués de aparecer. La intensidad Pascual Duarte desde el auto­
de la vida de Pascual Duarte mático impulso de desquite con­
consiste en la violencia de sus tra el agente de una molestia o

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Cuatro novelas españolas

herida (la yegua , la perra), pa ­ novela de Cela con los cuentos


sando por la emocional ven­ de Edgar Allan Poe, que tienen
ganza de honor contra el burla­ como narrador-protagonista al
dor (<<El Estirao»), hasta llegar autor de uno o varios crímenes:
a una especie de venganza me­ cuentos como «El gato negro» y
tafísica contra el origen mismo «El corazón delator».
de su vida (la madre). Sólo al Donde La familia de Pascual
asesinar al conde de Torrerne­ Dusrte muestra más claramente
j ía, Pascual ha encontrado por la presencia de un escritor de
fin a un culpable distante, que grandes dotes propias no es en
no pertenece explícitamente a la la composición misma del con­
familia particular. sino a la junto ni tampoco en la adop­
general: a la sociedad. Resulta ción de los modelos dichos,
así Pascual Duarte no sólo la sino en otros aspectos: el poder
- víctima de su familia carnal ,
sino desde el principio el repre­
sentante de la clase social des­
de representación concreta del
mundo abarcado por la confe­
sión, el trémolo quejumbroso o
poseída, desamparada y desti­ flébil de ésta, y un nuevo modo
nada a sufrir y a perder. de dar a sentir la crueldad y su
Sería así La familia de Pas­ contrario, la piedad.
cual Dusrte no sólo un impre­ y también queda indicar, co­
sionante poema confesional, mo otra nota saliente, el con­
sino también el testimonio de traste de crueldad y piedad en
una realidad española inmedia­ que estriba la visión de Pascual
ta. Si el testimonio fue poco Duarte: aspecto moral que de ­
advertido, se debe cuando me­ termina hondamente el arte de
nos a dos razones: una , que el Camilo José Cela.
autor abordó por modo alusivo­ Pascual Duarte sólo es cruel
elusivo aquella realidad; otra, en la medida en que se detiene
qu e no le fue fácil dar al con­ a describir las violencias suyas y
tenido propuesto (la confesión las ajenas y la vileza de la
del condenado a mu erte) la realidad que ha conocido.
forma uni taria adecuada , por A través de esa crueldad descrita
sentirse atraído hacia div ersos asoma una bondad no por in­
patrones narrativos: la novela fructífera menos patente, y la
picaresca antigua y la neopica­ piedad, concentrada por Pascual
resca urbana de Baroja, el ro­ en su hermana Rosario. El amor
mance de ciego y la tragedia de Pascual a su hermana pro­
rural (Valle-Inclán, García Lor­ cede de saberla, como él, des­
ca), e incluso la «historia ex­ graciada y buena: desgraciada
traordinaria» o cuento de ho­ por ser buena.
rror al modo de Poe. La anti­ No quiere decir todo ello que
gua novela picaresca, cuya in­ hayamos de canonizar a Pascual
fluencia tonal, anecdótica y Duarte, previa su transfigura­
estilística es tan palmaria en la ció n en «delincuente honrado».
primera novela de Cela, ofre ció Pero Camilo José Cela dibujó a
a éste algunos elementos ade­ su primer protagonista con el
cuados: la autoconfesión; la es­ calor y la hondura de un cora­
tructura lineal de la hi storia; la zón compenetrado, y de ahí
crítica implícita de los males deriva -de la gracia del per­
sociales... sonaje- la pervivencia de su
Muy probable me parece hoy novela cu a ndo ya no importa
una conexión intertextual de la demasiado si la interpretación
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que le corresponde es o debe ser objetos en El jarama es aún
social, política, moral, psicoa­ más singularizadora que la de
na lítica, mítica o cualquier otra. los lugares. La aparición de los
objetos tiene poco de común.
«El J afama» general o serial: tiende más
bien a co m po ner un mundo
usado, un día habitado, una
Sin duda. en El jarama, como existencia impregnada de hu­
en la vida. todo es simbólico, manidad concreta. actuante y
todo posee una entidad particu­ viva. Y en contraste con la pre­
lar a la que se puede atribuir cisa concreción de lugares y
siempre un valor general. El cosas, las personas está n menos
jarama es el pasar del tiempo; dibujadas y se perfilan hablan­
el día en sus orillas es la vida do; y, además, el narrador vi­
que fluye como el río; los sualiza a menudo, con memo­
muchachos que se bañan repre­ rable exactitud, gestos, posturas
sentan la juventud desprevenida. y movimientos.
y los ' mayores que beben y con­ Es el tiempo la categoría
versan, la edad experimentada y puesta de máximo relieve en El
reflexiva; el accidente simboliza jarama. El principio organiza­
la muerte imprevisible; la ahoga­ dor de la novela es el día , cuyas
da es la oveja sacrificial, etcétera. partes se marcan sutilmente y
La novela misma adoptaría una cuyas horas van desgranándose
estructura fluvial ; el lenguaje hasta el oscurecer. El presente.
mismo es como un río; el tren puesto de relieve desde el um­
que pasa por el puente y el bral de la novela, la domina de
puente que pasa sobre el río un extremo a otro. Como tem­
forman otros signos simbólicos poralidad -el ahora en su
del correr del tiempo; la luna es pasar- ofrece dos aspectos prin­
la muerte; Lucio, la conciencia cipales: el cómputo de las horas
clarividente, y el hombre de los y el sentimiento expreso de la
zapatos blancos la conciencia fugacidad del día.
sentimental e impresionable... Es. a mi parecer. el día habi­
Pero de los dos aspectos del tado. lo que el autor se sintió
símbolo, el general y el particu­ movido a crear para sí y para
lar, es este último el que no sus lectores.
debería nunca perderse de vista Sería un ejercicio aleccionan­
si se quiere preservar a la no­ te, aunque aburrido. contar las
vela su más singular y arduo muchas veces que los críticos
empeño: aprehender el presente han dicho que en El jarama no
en su entidad incomparable. Pa­ ocurre nada. Pero lo cierto es
ra realzar la historia única por que es una novela rebosante de
encima del mito, Ferlosio apela intensidad. Un primer nivel de
a un procedimiento, definible intensidad es el constituido por
como objetivista, que consiste la tensión entre lo que se desea
básicamente en el adecuado em­ o espera que pase y lo que
pleo de una concreción descrip­ parece que no pasa; intensidad
tiva, una temporeidad alusiva y que, al hacerse notar, establece
un dramatismo personal, situa­ un ritmo de expectativa. Pero
cional y di a loga l constante. hay otra intensidad activa o
Mundo concreto. tiempo pre­ positiva, dramática. que puede
ciso , existencia intensa. apreciarse como gradación del
La visión de las cosas o los conjunto y como pluralidad de
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Cuatro novelas españolas

«Tiempo de silencio»
RlNDAOON JUAN au.J.QI

CNatTo 1U1fIelAs esptlñolAs En 1962, ocho añ os después


contempemíMiIU de El Jarama, se publica en
Barcelona Tiempo de silencio,
GONZALO S08EJANO
novela que el consenso general
estima co mo punto rinal del
modelo soc ia lrealista y princi­
pio de otro paradigma novelís­
tico (estructural o dialéctico) a
partir del cua l se reduce el tes­
timonio sobre la realidad inme­
diata y cobra fuerza la pesquisa

- inte lectiva acerca de los modos


y Iines pertinentes a la novela.
El modelo que Martín -Santos
introduce podría caracterizarse
así: la persona, en estas novelas ,
se transforma y transpone pro­
teicamente en busca de nexos
_J
nDU'Q Di III..ENCIl la I
sociales que le den razón de sí
mi sma; el contexto social se
ofre ce en ca mb ia n tes relaciones
que se deshacen y rehacen a
ritmo rápido. La movilidad es­
casos dramáticos yu xta p uestos, pacial se distingue por el desa ­
enlazados o sueltos. Es decir: una sosiego y la agita ción en lo
intensidad general y otra for­ interior de un lab erinto, imagen
mada por agregación de tensio­ simbólica que traduce el anhelo
nes particulares. de libertad y la dificultad de
Visto el conjunto de la no­ lograrla. Y la indagación del
vela como una sola unidad presente obliga a un registro
dramática, podría decirse que del pasado sig n ifica tivo median ­
en ella el paso de l tiempo cifra te una selección de los conteni ­
el conflicto entre la vida y la dos de la memoria , de tal modo
muerte como un «caer de re­ que la materia del tiempo se
pente de lo blanco a lo negro», descompone en fragmentos de
en palabras del pastor glosando rom pecabezas.
la desgracia . Pero la intensidad En correspondencia con estos
de El Jarama consiste, además, patrones co n fig u ra tivos, a saber,
en una pluralidad de tensiones Proteo, el laberinto, el rompe­
particulares: de personas, pare­ cabezas, las actitudes bási cas
jas, familias, grupos. Son dra­ pudieran co ndensa rse en estas
mas de conciencia, de situación, tres : el ansia comunicativa de la
y a veces casi puramente ver ­ confesión, la reversión irónico­
bales. agresiva de la sátira y esa clari­
El ho y salvado de El Jarama vidente contemplación de lo que
es un ayer verdadero que su se ha perdido.
autor vivió (o pudo vivir, lo Tiempo de silencio, Tiempo
mismo da): un ayer que otros de destrucción: la semeja nza de
vivimos (o pudimos vivir) hace los títulos de ambas novelas de
ahora treinta años. Martín-Santos las hace parecer

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como un díptico, en el cual la palrnente de su enfoque satírico


violencia del castigo domina el y sarcástico: gracias a su eléc­
primer cuadro, y el anhelo de trica descarga de irritación fren­
averiguar el porqué de la cul­ te a tan tas cosas.
pabilidad propia y de la ajena La visión del mundo en Tiem­
rige el segundo. Ni el tiempo, po de silencio es compleja, di­
ni el lugar, ni la acción, ni el námica y, sin embargo, por la
protagonista unen las dos nove­ violencia satírica que la im­
las. Su elemento unificador es pregna, dejó descontentos a no
temático y de actitud: aparecen pocos lectores. La insatisfacción
ambas como variaciones de un más fundada quizá sea la que
tema. Tiempo de silencio es la tiene por motivo la aspereza
novela del fracaso de un indivi­ inhumana de la imagen. Some­
duo (médico investigador del
cáncer) en el seno de una socie­
dad enferma. Tiempo de des­
trucción, la novela del esfuerzo
tidos a las más iracundas formas
de la caricatura, la sátira y la
parodia, a través de un lenguaje
que entabla su juego libérrimo
-I
de un individuo (juez) en el por encima de cualquier res­
seno de una sociedad culpable. peto, los personajes de la no­
En Tiempo de silencio el vela funcionan a menudo como
desenlace es la degradación del títeres de retablo. Si se añade
hombre de ciencia -a causa de que la más patente innovación
su endeble voluntad y de la ine­ expresiva de Tiempo de silencio
ficacia de la sociedad circun­ consiste en la interposición de
dante- a la condición de ruti­ un lenguaje casi científico entre
nario médico de aldea; derrota el mundo descrito (ajeno a la
equivalente al hundimiento del ciencia y hostil a ella) y la con­
individuo bien dotado, en la ciencia de un lector avezado a
opresión de aquellos años 40 de la diafanidad de la novela obje­
España, cuando estaba prohi­ ti vista dominante hasta entono
bida la palabra. El desenlace de ces, la sensación de acritud des­
Tiempo de destrucción -muer­ piadada se acentúa.
te trágica del juez Agustín a
manos de los disciplinantes alu­
cinados de San Vicente de Son­ «Saúl ante Sarnuel»
sierra- cumpliría, según José
Carlos Mainer, el destino de Deliberadamente, ya escriba
imposibilidad de los mejores un relato corto, ya componga
españoles: la muerte. una vasta novela, Juan Benet
Tiempo de silencio fue, en la el ude la aclaración, suscitando
hora de su publicación, una en el lector una curiosidad
obra revolucionaria. No por su constante que no se satisface al
trama argumental, desde luego, término de la obra, pues el
la mayoría de cuyos ingredien­ final impondrá nuevas lecturas.
tes eran bastante trillados en las Quizá Saúl ante Samuel (1980)
novelas de la época. Lo revolu­ sea la novela en que tal efecto
cionario estaba en el nuevo tra­ de seducción ' alcance una forma
tamiento dado a esa misma más apremiante. Como en
materia de la aislada España de cualquier narración de Benet,
los años del hambre. A pesar de pero en grado extremo, en Saúl
la negatividad del fracaso, Tiem­ ante Samuel la frase prende, el
po de silencio dinamiza la rea­ párrafo deslumbra, el capítulo
lidad descrita en virtud princi­ imanta, el conjunto fascina.

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Cuatro novelas españolas

¿Quién es Saúl y quién Sa­ ción de la música a la poesía:


muel en esta historia? Saúl: repetición, ocultación y varia­
actividad arriesgada, toma de ción de motivos, cambios de
partido, asumida culpa, manos ritmo, polifonía. Sirven de pun­
sucias. Samuel: contemplación tales intelectivos del edificio
resguardada, pasi vidad física, musical las reflexiones origina­
atención mirona o vidente, en­ les, elevadas, a menudo senten­
vejecimiento incorrupto. La his­ ciosas a pesar de su longitud,
toria diseminada a través del vertidas hacia problemas muy
laberíntico discurso de esta no­ diversos: cristianismo, la duali­
vela es (para la sibila, para dad, el deseo, la falta de finali­
Simón y para el lector) la histo­ dad, la culpa, el mal...
ria de un fratricidio. Si los lugares, por imagina­
y nada más inmediato que rios que sean, se describen con
- poner el fratricidio general de
la guerra española en íntima
conexión con el particular. En
detallismo penetrante, y si las
relaciones entre los personajes,
al principio difíciles de preci­
la novela se yuxtaponen y sar, van adquiriendo a través de
coordinan, provistos de análogo las repeticiones y variaciones un
relieve, la discordia entre ambos dibujo más acusado, el trata­
hermanos (el legítimo y el «bas­ miento del tiempo se inspira en
tardo») y el conflicto entre la suspensión de su vigencia
ambas causas (del pasado ¿y del como sucesión y en el recono­
futuro?). Pero no hay simplifi­ cimiento de su única realidad
cación maniquea: no se maldice como ámbito de la conciencia
a Caín ni se glorifica a Abe!. total, formado por una trama
La impresión última es que el múltiple e inextricable de apa­
fratricidio familiar y el general rentes ayeres, hoys y mañanas.
afirman el compromiso contra Ello introduce al lector en un
la interminable angustia de la laberinto selvático que no ven­
abstención. dría a ser otra cosa que la
El título mismo, SaúJ ante explosión potencialmente infi­
SamueJ, induce a admitir que si nita del instante.
en el plano de la acción na­ SaúJ ante SamueJ es, en mi
rrada el protagonista es Saúl (el opinión, uno de los más altos
hermano menor), en el del dis­ poemas novelescos de nuestro
curso narrativo el auténtico pro­ tiempo. Como verdadera poesía
tagonista, «ante» quien aquél (y no «literatura»), encierra nece­
aparece, es Samuel (el primo sariamente un profundo valor
Simón), y éste y el narrador de testimonio. Sobre la condi­
absoluto coinciden en saber ción humana, sobre la psicolo­
mucho, tanto, a fuerza de mirar gía del hombre concreto, esta
y de suponer, que no tienen novela ofrece un testimonio que
necesidad de aclarar nada. La pudiera compendiarse en el
narración, sea quien quiera el rechazo de las motivaciones ra­
que la conduzca, adopta el pro­ cionales y en el reconocimiento
cedimiento de contar varias ve­ del instinto como primer mo­
ces lo que pasó una vez y está tor. Tragedia humana SaúJ ante
pasando siempre. Es el método Setnuel y, por lo mismo, ética y
característico del «nouveau ro­ política. El fratricidio entre los
man», pero en la narrativa de luchadores y el fratricidio infl i­
Benet parece haber sido siempre gido por los inactivos a los
ejercitado como una transposi­ luchadores. •
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