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FACULTAD DE DERECHO
PRIMERA UNIDAD
SEMANA 1
DERECHO INDIANO
MAZATLAN SINALOA
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DERECHO INDIANO
El Derecho indiano es aquel derecho que rigió en las Indias Occidentales durante el período de
dominación de la Corona Española. Podemos dar para estos dos tipos de concepto: uno "estricto" o
"restringido" y un concepto "amplio" de las personas.
En su concepto estricto, nos referimos a él como "Leyes de Indias" o "Derecho especial de Indias",
definiéndolo como un conjunto de leyes y disposiciones de gobierno promulgadas por los reyes y por
otras autoridades subordinadas a ellos para establecer un régimen jurídico especial en las Indias. Y en su
sentido amplio, lo podemos definir como el "Conjunto de reglas jurídicas aplicables en Indias". Es decir,
además de la legislación especial de Indias, el Derecho Indiano en sentido amplio incluye al Derecho
Castellano, la costumbre indígena, las Bulas pontificias, las Capitulaciones entre la Corona y los
descubridores y colonos, y la costumbre criolla.
Conjunto de disposiciones jurídicas expedidas por los monarcas castellanos o sus autoridades delegadas
para aplicarse con carácter general o particular, en todos los territorios de las Indias Occidentales desde
el siglo XVI, extendiéndose hasta finales del siglo XIX a propósito de las independencias de Cuba,
Puerto Rico y Filipinas.
La Recopilación de las leyes de Indias de 1680 estableció el orden de prelación del derecho aplicable a
las Indias (Rec. Indias 2.1.2), así, el derecho indiano se conformó de normas civiles y canónicas
especialmente creadas para las Indias, formándose el derecho propiamente indiano. A falta de
disposición específica se debía recurrir al derecho castellano civil o canónico, según fuera el caso.
También se reconocieron las costumbres indígenas como elemento integrante de este orden normativo,
siempre que no fueran contrarias a la religión y a las disposiciones reales. Elemento importante en el
desarrollo del derecho indiano lo fueron las costumbres, que podían ser o criolla o indígena, la primera
dirigida a los españoles y criollos, mientras que la segunda solo era aplicable a los indios.
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Derecho Indiano en sentido amplio
El derecho indiano se distingue de dos maneras: en sentido amplio era el aplicable en las Indias e incluía
a indígenas, negros, europeos y mezclas.
Finalmente es menester aclarar tres conceptos municipales que se han confundido desde siempre:
Ayuntamiento: Máxima autoridad de gobierno del municipio, integrada por el Presidente Municipal,
Síndico (s) y Regidores.
Cabildo: Es lo mismo, pero dicho concepto se utiliza de manera interna, cuando el Ayuntamiento va a
sesionar para discutir asuntos públicos del municipio (sesión de cabildo).
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Administración Pública Municipal: Se refiere al gobierno del municipio, es decir, tanto Ayuntamiento
como las direcciones, coordinaciones, departamentos y oficinas que brindan los servicios a la
ciudadanía.
Cuando un ciudadano tiene algún conflicto vecinal, una petición o una queja sobre algún servicio
público, regularmente la primera autoridad a la que acude, es a la municipal.
De ahí que el municipio es el primer contacto con la ciudadanía, y desde luego que elegir a los
ciudadanos más capacitados para que ocupen un asiento en el cabildo municipal, es vital y de mucha
importancia.
EL DERECHO INDIGENA
Los derechos reconocidos a los pueblos indígenas de México son individuales y colectivos. Los
derechos individuales corresponden a los derechos humanos reconocidos a todo mexicano, considerando
su especificidad cultural para ejercerlos respetando, sobre todo, su libertad de expresión, reunión y
manifestación, en sus propios idiomas. Los derechos colectivos corresponden al libre ejercicio de su
autonomía política para decidir su desarrollo humano, sustentable, social, económico, jurídico, cultural
(Teoría de los Derechos Humanos Interculturales).
El derecho a la consulta a los pueblos indígenas está reconocido en el apartado “B” del artículo segundo
de la Constitución federal donde se establece la obligación del Estado de consultarlos, por ser entidades
de interés público, en el diseño, aprobación y aplicación de las políticas públicas relacionadas con su
desarrollo (Teoría del Desarrollo Intercultural).
El derecho a la participación ciudadana o política de los indígenas, para elegir a sus representantes y
tomar decisiones públicas, está reconocido a título individual, como todo ciudadano mexicano, para ser
ejercido dentro y fuera de sus comunidades; y también a título colectivo como entidades de derecho
público para formar parte de los órganos del poder político del Estado mexicano, como municipios
autónomos, artículo segundo, apartado “A” (Teoría del Derecho Público Intercultural).
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Los derechos a la tierra y sus recursos naturales han sido los principales a considerar como objeto de
consulta debido al acoso de intereses empresariales nacionales e internacionales. Sin embargo, la
Organización Internacional del Trabajo considera que para garantizar su “desarrollo”, la consulta debe
abarcar a todos los derechos reconocidos (territoriales, sociales, culturales, políticos, jurisdiccionales…).
Para garantizar el efectivo derecho a la consulta se debe garantizar, primero, el derecho a la identidad
indígena de los que forman parte de los pueblos, a través de la expedición de un documento oficial
donde se haga constar su origen étnico. En México no se prohíbe expresamente que en las Actas de
Nacimiento se haga constar el origen indígena de las personas, por lo cual en el estado de Chihuahua ya
se elaboró la primera acta de nacimiento en rarámuri, y existe apoyo de las comunidades para que ello se
haga a nivel nacional (excepto algunas voces de no indígenas por considerarlo discriminatorio). Creo
que también se debe hacer constar el origen étnico en la Cédula Identidad Nacional, cuya expedición
está aprobada y así los derechos indígenas sean garantizados por las autoridades indígenas y no
indígenas en todo el territorio nacional.
EL DERECHO CASTELLANO
El derecho castellano fue el conjunto de normativas jurídicas, instituciones y principios por los que se
rigió el Reino de Castilla durante la Edad Media. Hay que tener en cuenta que en esa época aún no se
había formado España como nación, por lo que no se aplicaba al conjunto del actual territorio.
Esta filosofía jurídica heredó parte del antiguo derecho romano y tenía influencias germánicas y
canónicas. Para llegar a consolidarse se considera que se produjo una lucha soterrada entre el viejo
derecho nacional, enfocado al dominio de los señores feudales; y los partidarios del nuevo código, que
favorecía la concepción de una monarquía absolutista.
Algunas de las fuentes históricas que llevaron al establecimiento del derecho castellano fueron el
Ordenamiento de Alcalá o los Ordenamientos Reales de Castilla. El derecho castellano adquirió una
especial importancia tras el descubrimiento de América.
Al ser la conquista y la posterior colonización patrocinada por Castilla, su derecho fue la base de toda la
legislación que se introdujo en el nuevo continente. Se define el derecho castellano como aquellas
disposiciones legislativas y doctrina jurídica que se usaron en el Reino de Castilla hasta el nacimiento
del Estado español. Se considera que este tipo de derecho tiene su origen en los lineamientos del
derecho romano durante la Edad Media.
La gran cantidad de pueblos que pasaron por la península dejaron su impronta en cada ámbito de la
sociedad, incluyendo, evidentemente, el jurídico. Una de las primeras influencias fueron las normativas
celtíberas, aunque la llegada de los romanos instauró su derecho de manera prácticamente total. La
posterior invasión visigoda añadió algunos elementos provenientes de la doctrina germánica, al igual
que ocurrió más tarde durante la presencia árabe en la península.
En cualquier caso, el derecho romano consiguió sobrevivir, conservando su importancia a través
del Libro de los jueces. Este actualizaba la legislación promulgada por los visigodos, dándole un toque
romanizado.
Según los historiadores, no se puede afirmar que el derecho castellano se aplicara de manera uniforme.
Más bien al contrario, ya que se iba creando y aplicando dependiendo del contexto. Las normativas
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comunes que iban surgiendo se recogían en las llamadas Partidas. Estas formaban un cuerpo normativo
que tenía su origen en la Castilla gobernada por Alfonso X, en la segunda mitad del siglo XIII. Este rey,
llamado El Sabio, trató de uniformar las leyes de su Reino al punto máximo posible.
El contenido de las Partidas era muchas veces más filosófico que legal, aunque ciertamente eran textos
legislativos. Ya durante el siglo XV aparecieron escritos que ayudaban a ordenar las diferentes
normativas que todavía existían en el reino. El mejor ejemplo de esto fue el Ordenamiento de Alcalá.
En realidad, no fue hasta el descubrimiento de América cuando el derecho castellano adquirió una
consideración jurídica como fuente de derecho común.
SITUACION DE CASTAS
“Casta” (y su plural, “castas”) es una de estas palabras. Además de sus variados usos que en buena
medida quedan todavía por aclarar ha dado origen a la expresión “sociedad de castas” o “sistema de
castas” para describir, representar y entender la sociedad colonial latinoamericana. Esta expresión se ha
popularizado para remitir no sólo a un sistema de estratificación cerrada, sino a un sistema jerárquico
racial, donde “casta” es comúnmente tomada como sinónimo de “raza”.
R. Douglas Cope, por ejemplo, describe la sociedad de castas como “un orden jerárquico de grupos
raciales clasificados según la proporción de sangre español”, si bien, al mismo tiempo, cuestiona la
eficacia de esta “jerarquía racial” entre los plebeyos y sugiere que pudiera tratarse de algo confinado al
mundo de la elite. Por otra parte, la asociación entre “casta” y “raza” aparece con frecuencia. A pesar de
establecer una distinción entre las concepciones de la diferencia de la época y el concepto moderno de
raza.
El modelo de la sociedad de castas ha sido usado sobre todo en relación con la Nueva España, si bien
con cierta pretensión de que se pudiera aplicar a todo el imperio. En la década de 1960 ya es algo
asentado en la historiografía.
El sistema o sociedad de castas colonial es un concepto historiográfico moderno, según el cual
el Imperio Español, durante la administración de sus posesiones de América, habría clasificado a las
personas por razas y cruces étnicos para organizar un sistema social estratificado.
De acuerdo con este sistema, la sociedad americana bajo la dominación española se organizó como
una pirámide jerárquica que ubicaba en la cúspide a los españoles (clasificados a su vez
en «peninsulares» y «criollos»), y bajo ellos, a la mayoría de la población integrada por indios o
naturales (pueblos originarios), negros (traídos como esclavos de África) y castas (descendientes de
relaciones sexuales entre las tres grandes ramas étnicas anteriores). Robert Cope lo relaciona con el
régimen español de «limpieza de sangre» y lo define como «un orden jerárquico de grupos raciales
clasificados según la proporción de sangre español».1 Algunos autores consideran que existe una
continuidad entre el sistema de castas colonial y los procesos actuales de discriminación racial en los
países hispanoamericanos.
La idea de que el Imperio Español estableció en sus provincias americanas un sistema de castas fue
formulada por primera vez en la década de 1940 por los historiadores argentino Ángel Rosenblat y
mexicano Gonzalo Aguirre Beltrán, en sus obras La población indígena de América, desde 1492 hasta la
actualidad (1945) y La población negra de México 1519-1810 (1946), respectivamente.
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PERSONAS DE RAZA
Varias denominaciones fueron usadas para referirse al origen y características de las personas en la
sociedad novohispana que, como ya se mencionó, tuvieron que ver con su procedencia, “color de piel”,
nación, oficio, condición económica o jurídica. No obstante, existieron diferencias generales en las que
los grupos humanos fueron identificados en la sociedad novohispana. A lo largo de los siglos XVI y
XVII fue usual hablar de nación como sinónimo de origen o lugar de nacimiento. El diccionario de
Covarrubias de 1674 explica a la nación como “reino o provincia”, mientras que el de Autoridades de
1734 se refiere a nación como “la colección de los habitadores en alguna provincia, país o reino”.
Por otra parte, la noción de castas comenzó a tomar relevancia en el siglo XVII, pero sobre todo en el
XVIII y significó básicamente “mezcla”. En el diccionario de 1611, casta significa linaje y “generación
y procreación de hijos” (COVARRUBIAS, 1674, p. 209). Según lo revelan varias investigaciones, entre
ellas la del antropólogo Gonzalo Aguirre Beltrán, los grupos “mezclados” sobre todo entre indígenas y
africanos comenzaron a ser muy significativos desde los primeros años después de la conquista de
México (AGUIRRE BELTRÁN, 1973). Algunas parroquias de la Nueva España dividieron los registros
bautismales, matrimoniales o de defunciones en indios, españoles y castas, refiriéndose precisamente a
estos grupos resultado de la convivencia y el intercambio entre indígenas, europeos y africanos.
También fue utilizada la noción de “gente razón” para dar cuenta de grupos que no fueran “indios” o
“negros”, es decir aquellos hijos de españoles o resultado de esta mezcla. En este sentido el término de
castas no tuvo las implicaciones que algunos estudiosos2 han querido atribuirles en el sentido de dividir
a la sociedad en grupos sociales, económicos o culturales marcadamente segregados y jerarquizados
como también se ha sostenido con relación a los famosos cuadros de castas o de mestizaje a los que se
hará alusión en párrafos posteriores. Es interesante hacer notar que algunos cuadros de castas tuvieron el
interés por reconocer la diversidad y la complejidad dentro de una identidad hasta cierto punto común.
Por ejemplo, cuadros de castas, en el que aparece la Virgen de Guadalupe, como patrona de la sociedad
mexicana “cubriendo o protegiendo” a todas sus “castas”, que como se verá a lo largo de este texto no
tuvieron un número definido, un significado único o una nomenclatura jurídica, sino que muchas fueron
sinónimo de “mezclas”.
La idea de raza, sin duda marcó nuevas pautas sociales y nuevas formas de entender a los grupos
humanos que repercutieron en prejuicios, estereotipos y racismo. El concepto de raza y su soporte
“científico” se desarrolló a partir de las ideas racionalistas e ilustradas del XVIII (WIEVIORKA, 2009)
y comenzó a ser retomado en documentos, escritos y tratados científicos para distinguir a las personas
por diferencias “raciales” que abarcaban los rasgos físicos y el color de la piel vinculados a culturas
“superiores e inferiores”. La noción de “raza” en épocas anteriores no había tenido siempre las mismas
connotaciones e incluso existían contradicciones en su uso. Por ejemplo, es interesante hacer notar que
en el diccionario del siglo XVII raza se refiere a las “castas de caballos” y tiene una acepción negativa
ya que señala que: “raza en los linajes se toma en mala parte, como tener alguna raza de Moro o Indio”.
Sin embargo, en el diccionario de 1737, los significados de raza son sinónimos de “casta, calidad del
origen o linaje”.
Sin duda alguna, por lo menos desde el siglo XVIII, y con las nuevas ideas “pseudocientíficas” sobre la
raza, se divulgaron y promovieron pensamientos que vinculaban la apariencia con las características
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culturales y la asociación de grupos humanos “superiores o inferiores”. Este discurso arribó a México,
cuando el mestizaje social y cultural se había extendido en varias regiones del país en esta época. Desde
que Clavijero escribió la primera historia antigua de México, señaló que muy pocos “negros” habían
participado en la conformación de la Nueva España. Humboldt, en su Ensayo Político sobre la Nueva
España, que tuvo gran difusión en el extranjero, también divulgó una idea errada y hasta cierto punto
manipulada sobre los grupos que formaban a la sociedad mexicana. Estas ideas se fortalecieron a lo
largo del siglo XIX, y los africanos y afrodescendientes fueron literalmente “desapareciendo” de la
historia oficial y de los discursos y proyectos nacionales de liberales y conservadores. Si los “indios”
significaban un problema para el desarrollo, la consolidación y el progreso del nuevo país, los “negros”
lo eran aún más, por lo tanto, debían borrarse del pasado y presente de México. El mestizo que nació,
como dice Navarrete, a partir del siglo XIX, era un hijo “bastardo”, pero digno de dos “grandes raíces”
la india del pasado glorioso y la española, relacionada a las civilizaciones europeas, no convenía hacer
aparecer el pasado africano en esa unión.
El desarrollo de la idea de raza estuvo vinculado con la noción del mestizo y de la nación en términos de
un proyecto de estado-nación desde finales del periodo colonial, pero fundamentalmente a lo largo del
siglo XIX, después de la independencia de México. La ideología decimonónica del mestizo mexicano
respondió a contextos históricos que de manera general pueden resumirse en el largo proceso de luchas
internas entre liberales y conservadores a lo largo del siglo XIX. Los proyectos de la nueva nación
consideraban como un impedimento la diversidad cultural en un territorio extenso, con marcadas
diferencias regionales en la economía, la sociedad y la cultura. Además, las amenazas continuas de
intervenciones extranjeras hacían necesaria una consolidación interna que, aunque no justifica el interés
por la construcción de una sociedad mexicana homogénea, la explica.
Quizá lo más significativo de la ideología mestiza, pero más aún de creación de una “raza mestiza” sea,
como lo advierte Federico Navarrete, el truco ideológico de amalgamar lo “biológico con lo cultural” lo
“esencial con lo histórico”. Este mestizo, denominado por Navarrete como una especie de Frankenstein,
albergaba una contradicción fundamental: reunía la sangre de dos razas, pero para sus progenitores era
claro que la blanca era la superior, la más racional, la más evolucionada, mientras que la indígena estaba
dotada de “virtudes vagas”. Por ello, dice Navarrete, que el único resultado deseable era el
“blanqueamiento” de los indios, nunca la indigenización de los blancos. Se trataba de “mejorar la raza”,
no de echarla a perder.
Así lo expresaron varios pensadores de la época como Francisco Pimentel, intelectual y funcionario de
finales del siglo XIX. Pimentel recibió en 1879 una solicitud del Ministro de Relaciones Exteriores de
México para que emitiera su opinión en torno a la conveniencia o no de colonizar el norte del territorio
con “negros” de Estados Unidos. En una carta de respuesta, Pimentel respondió, entre otras cosas, lo
siguiente: “Pues bien, ¿será la degradada raza negra la que venga a corregir a los indios, o será mejor
que nuestro Gobierno proteja la colonización del morigerado belga, del industrioso inglés, del
emprendedor alemán”.
Los mestizos se entendían como descendientes de españoles, aunque el mismo reconoció que muchas
veces se confundían con otras castas. Alamán hace especial énfasis en que las castas derivadas de sangre
africana eran “reputadas infames de derecho.” El historiador utiliza en sus escritos los mitos y prejuicios
que caracterizan a la historiografía del siglo XIX sobre la población de origen africano. Por ejemplo,
dice, entre otras cosas, que durante el periodo colonial estas personas no podían obtener empleos, que se
les prohibía portar armas y que los de “raza” española muy raramente se casaban con estas castas. Sin
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embargo, también reconoce que “esas castas infamadas por las leyes, condenadas por las
preocupaciones, eran la parte más útil de la población”. Reconoce su destacada participación en las
milicias, oficios y artes mecánicas y resume: “en suma puede decirse, que de ellos era de donde se
sacaban los brazos que se empleaban en todo”.
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En la época de la Colonia la religión católica ganó nuevos e importantes territorios, cambió el lenguaje,
la traza de las ciudades, las manifestaciones culturales y artísticas y se inició el mestizaje o sincretismo,
es decir la mezcla entre los conquistadores y los conquistados, combinación que definió el carácter
actual que tienen hoy todas las naciones llamadas latino o hispanoamericanas.
Para entender cabalmente la complejidad de la época de la Colonia en México habría que analizar, en un
principio, dos tipos de dominación española: la conquista militar y la conquista espiritual, y después,
adentrarse en cómo fue el establecimiento de las ciudades españolas, cuál la situación de los naturales,
cómo estaba constituido y cuál era el funcionamiento del gobierno colonial; la importancia de las
autoridades eclesiásticas, las nuevas formas de moral y también el terror que inspiró el Santo Oficio
todo ello sin olvidar, por supuesto, los estratos o castas de los que estaba compuesta la sociedad
colonial.
La independencia de México fue la consecuencia de un proceso político y social resuelto con las armas,
que puso fin al dominio español en la mayor parte de los territorios de Nueva España y dio inicio
al Primer Imperio Mexicano. La pérdida de esta posesión tuvo una importancia decisiva para la
economía del Imperio Español, ya que los ingresos mexicanos representaban el ochenta por ciento del
total de los caudales americanos al final del periodo colonial. La guerra por la independencia mexicana
inició el día 16 de septiembre de 1810.
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Ideológicas: el pensamiento ilustrado
Este tuvo origen en Francia e Inglaterra en el siglo XVIII y pronto se difundió en América. Las ideas
ilustradas influyeron en los criollos y su mentalidad acerca del gobierno y la política. Estos conocieron
cuestionamientos al poder monárquico, teorías de soberanía popular y de la división de poderes en los
escritos de Voltaire, Rousseau y Montesquieu.
La crítica de la ilustración al absolutismo monárquico promovió la defensa de conceptos como la
libertad e igualdad en los movimientos independentistas, incluido el mexicano.
Políticas: la independencia de las 13 colonias y la Revolución Francesa
Las colonias de Norteamérica se independizaron de Inglaterra en 1776. Así, asentaron un precedente que
demostró cómo una revuelta armada llevó a la creación de una república. La autonomía lograda y su
crecimiento como país fue admirado por quienes estuvieron a favor de la independencia en las colonias
hispanoamericanas.
Por otra parte, la Revolución Francesa de 1789 demostró que era posible acabar con el abuso de poder
de los reyes. En los virreinatos hispanos, muchos quisieron terminar con la soberanía que residía en un
solo hombre, el monarca. Ese poder soberano debía estar distribuido entre todo el pueblo mediante la
justicia, la igualdad y la libertad.
Militares: la invasión francesa a España
El motivo detonante externo fue la
invasión que sufrió España por parte del
ejército francés, dirigido por el emperador
Napoleón Bonaparte en 1808. La invasión
provocó inestabilidad política, la renuncia
de Carlos IV como rey y el secuestro de su
sucesor Fernando VII.
Napoleón nombró a su hermano, José
Bonaparte, rey de España y de las Indias.
Pero en España y América se formaron
juntas de gobierno que lucharon por el
restablecimiento del mando y pidieron
soberanía popular. El descontento en la
Nueva España impulsó los primeros
movimientos de insurgencia que se realizaron en el año 1808.
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Primera etapa, el inicio (1810-1811): comenzó con el Grito de Dolores proferido por el cura Miguel
Hidalgo en septiembre de 1810. Campesinos e indígenas lo acompañaron para derrocar el sistema
político que los defraudaba. Así, se proclamaron como defensores del rey Fernando VII, pero también
como contrarios al mal gobierno impuesto en Nueva España.
Estas multitudes buscaron apoderarse de bienes españoles y distribuirlos entre los pobres. El
movimiento creció por varios meses, pero su final llegó sin poder tomar el control de la capital del
virreinato. En enero de 1811, Hidalgo y otros líderes fueron apresados y luego se les sentenció a muerte.
Segunda etapa, la organización (1811- 1815): José María Morelos tomó las riendas del movimiento.
Bajo su liderazgo se llevó a cabo el Congreso de Chilpancingo (1813) y se sancionó
el Decreto Constitucional para la libertad de la América Mexicana (1814). La intención del movimiento
insurgente era declarar la soberanía del pueblo mexicano, eliminar el sistema de castas y tener un
gobierno con división de poderes.
Ante tales ambiciones, la persecución del ejército español continuó. Sus tropas asediaron los territorios
controlados por los insurgentes hasta que, finalmente, capturaron a Morelos y lo llevaron al paredón de
fusilamiento. Los seguidores de Morelos y demás rebeldes se replegaron y buscaron refugio en las
sierras del sur de México.
Tercera etapa, la resistencia (1816-1820): en este periodo, la lucha independentista estuvo fracturada.
Los rebeldes formaron guerrillas de resistencia. No obstante, fue un momento en el que las tropas
españolas recobraron el dominio de pueblos y ciudades que antes estuvieron en el bando insurgente. Los
líderes inquebrantables de esos años fueron Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo.
Cuarta etapa, la consolidación (1820-1821): este fue el momento en el que se consiguió el pacto entre el
oficial del ejército español, Agustín de Iturbide y el caudillo insurgente, Vicente Guerrero. Aunque
fueron adversarios por años, convinieron en terminar la lucha. Entonces decidieron unir sus fuerzas y
asegurar la independencia de México.
En febrero de 1821, se aprobó el Plan de Iguala, los combatientes se reunieron en el Ejército Trigarante
y tomaron el control del gobierno. Bajo el estandarte del Ejército Trigarante se acordaba defender la
independencia, la religión católica y la unión. Finalmente, con la firma del Tratado de Córdoba, las
tropas españolas abandonaron la ciudad de México. El ejército entró con Iturbide al mando el 27 de
septiembre de 1821 y se selló la independencia de México.
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BIBLIOGRAFIA
Guillermo Floris Margadant. Introducción a la historia del derecho mexicano, editorial Esfinge edición 2010 pág. 23, México
D.F.
https://hectorpaul.wordpress.com/2013/01/11/historia-del-derecho-mexica/
El Derecho De Los Aztecas, Joshep Kohler
Introducción A La Historia Del Pensamiento Jurídico En México, Javier Cervantes Y Anaya
https://www.elhistoriador.com.ar/como-y-cuando-surgio-el-imperio-azteca/
https://es.wikipedia.org/wiki/Castizo_(casta)
https://www.todamateria.com/causas-y-consecuencias-de-la-independencia-de-mexico/
https://www.redalyc.org/journal/1346/134658381005/html/
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