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LA INVESTIGACIÓN COMO FORMA DE DESARROLLO PROFESIONAL

DOCENTE: RETOS Y PERSPECTIVAS

LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA Y EL PAPEL DEL PROFESOR


Investigación es una palabra sofisticada que asusta a mucha gente. Esto es
innecesario. Es bastante simple. Esencialmente la investigación no es más
que un estado mental… una actitud amable y de bienvenida al cambio…
salir a buscar un cambio en vez de esperar que venga.
La investigación es un esfuerzo por hacer mejor las cosas y que el
momento del cambio no nos encuentre dormidos. Es una mente que
resuelve problemas en contraste con una conformista. Es la mente del
mañana en vez de la mente del ayer. (Kettering, en Boyd 1961).
Por investigación educativa se entiende generalmente la centrada en lo
pedagógico, sea ella referida a los estudios históricos sobre la pedagogía,
a la definición de su espacio intelectual o a la investigación aplicada a
objetos pedagógicos en busca del mejoramiento de la educación, como es
el caso de la indagación sobre el currículo, los métodos de enseñanza y
demás factores inherentes al acto educativo como el tiempo de
aprendizaje, medios y materiales, organización y clima de la clase,
procesos de interacción o comunicación.

La educación está permeada por contextos como el social, económico y


político inmersos en la cultura, esto obliga a que los procesos de enseñanza y
aprendizaje respondan a las nuevas dinámicas de la sociedad actual, a sus
necesidades y claramente a las expectativas generadas por procesos como la
globalización.
Para dar cuenta de las diferentes problemáticas que se presentan en los
sistemas educativos y en el proceso mismo de la educación, se acude a la
investigación educativa, entendida esta como proceso en el cual el
investigador se cuestiona sobre un problema o situación de tipo educativo, lo
define, analiza, formula acciones para mejorar y estas a su vez pueden ser
aplicadas en las aulas de clase con el fin de provocar cambios relevantes
(Martínez González, 2007). Como lo afirma Martínez González, la
investigación es una acción cada vez más necesaria para identificar y
diagnosticar necesidades educativas, sociales, institucionales y personales, y
para promover cambios eficaces en las prácticas educativas, de enseñanza,
en la organización de los centros e instituciones educativas, en los procesos
de convivencia y resolución de conflictos y en las relaciones que mantienen
los diversos agentes de la comunidad educativa.

La investigación en educación es un proceso cada vez más indispensable para


renovar y transformar los ambientes escolares, de enseñanza y aprendizaje
logrando calidad en la educación, es decir, que responda a las necesidades de
los estudiantes según sus contextos. Entonces, la investigación se convierte
en un factor importante y necesario en los entornos escolares, permitiendo
transformaciones favorables, "es decir, la investigación debe proporcionar
nuevas y mejores formas de comprensión sobre la dinámica de los procesos
de enseñanza y aprendizaje" (Cit. en Kennedy, 1997: 10), por lo que la mejora
de los procesos y resultados educativos debe ser el principal propósito de la
investigación educativa. En este contexto, "la investigación educativa tiene
un doble objetivo: la producción de conocimiento y la mejora de la práctica
docente".
Esta investigación se asume como una forma posible para el desarrollo
profesional, "en la medida en que puede relacionarse con la práctica docente
y con los profesores que se encuentran inmersos en tales procesos de
investigación" (Cit. en Maciel de Oliveira, 2003: 1), por lo que una práctica
profesional docente solicita profesores con un fuerte compromiso educativo,
conscientes de la responsabilidad social que conlleva la enseñanza,
competentes y autónomos en la toma de decisiones, dispuestos al cambio,
con dominio de conocimientos en lo disciplinar, didáctico y pedagógico, con
cualidades éticas y valores que lo distingan de otros profesionales, líderes
críticos para transformar su quehacer profesional y la escuela a la vez,
empeñados en aprender mediante la formación continua, con capacidad para
el trabajo en equipo y, con habilidades y destrezas para la investigación.

En este sentido, Cochran-Smith Lytle "muestran el rol del profesor como


tomador de decisiones, consultor, desarrollador del currículo, analista,
activista, líder escolar, y también como conocedor de los cambios en los
contextos escolares" (2009: 4). Esto transforma el rol del profesor pasando
de ser un mero consumista de los productos de las investigaciones, y lo
convierte en un ente activo de dichos procesos y resultados.

Son bastantes las cualidades, conocimientos, actitudes y aptitudes que se


esperan de los profesores, que permitan posicionarlos en la sociedad como
gestores de verdaderos cambios educativos y sociales. Desde el siglo pasado
se ha estudiado los beneficios de la investigación para que el profesor
adquiera y desarrolle saberes propios de su profesión y los aplique en su
contexto.
Cochran-Smith Lytle plantean que "la idea de emplear los resultados de las
investigaciones en las aulas de clase está ligada a programas de desarrollo
profesional y estrategias de profesionalización docente, al mejoramiento
escolar y curricular procurando cambios estructurados y organizados".

El énfasis es transformar la teoría y la práctica educativa hacia un fin


emancipador, transformando la práctica profesional y la investigación
educativa en formas de empoderamiento, en la que los profesores generan
conocimiento en y sobre la enseñanza, el aprendizaje y la escolaridad,
cuando convierten sus salones de clase, en espacios y proyectos de
investigación, aprovechando el trabajo colaborativo entre comunidades de
investigación.

Reconocer que la investigación educativa es un proceso que mejora la


enseñanza y genera conocimiento, debe estimular al profesor para que sea
una práctica recurrente en su quehacer profesional. Investigaciones
evidencian que "las actividades desarrolladas por los alumnos poseen
características rutinarias y repetitivas, alejadas del entorno sociocultural y los
saberes previos de los alumnos, lo cual no favorece el aprendizaje", por lo
que los profesores deben involucrarse como agentes activos en las
investigaciones para superar las dificultades que se presentan en las aulas de
clase.

Esto se puede lograr mediante el análisis, la reflexión y el actuar frente a las


múltiples problemáticas que se presenta en los contextos escolares, el
docente debe enfrentar los retos que exigen los niños, niñas y jóvenes con
los que se trabaja a diario. Como lo afirman Cochran-Smith Lytle (2009: 3),
"los profesores podrían ser poderosos agentes en la escena educativa,
capaces de hacer una diferencia en virtud de las decisiones que pueden
tomar basadas en el día a día".
Analizar y reflexionar propicia el repensar sobre el para qué enseñar cierta
disciplina y también acerca de los procedimientos y fundamentos usados que
permiten que los alumnos aprendan. Por su parte, actuar es poner en
práctica conocimientos construidos y adquiridos en la práctica, según
Schoonmaker, "la investigación deberá elaborar los problemas de la práctica
y ayudar a los profesores en la toma de decisiones", sin embargo, se debe
evidenciar cuales son los tipos de conocimiento que caracterizan un
profesional de la educación, para de esta manera, poder facilitar tales
procesos de investigación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cochran-Smith, M. y Lytle, S. (2009). El movimiento de investigación docente:
una década después. Investigador educativo.
Kennedy, M. (2002). Conocimiento y enseñanza. Docentes y enseñanza:
teoría y práctica.
Maciel de Oliveira, C. (2003). Investigar, reflexionar y actuar en la práctica
docente. Revista Iberoamericana de Educación, (33). Recuperado el 1 de
octubre de 2013.
Martínez González, R. A. (2007). La investigación en la práctica educativa:
Guía metodológica de investigación para el diagnóstico y evaluación en los
centros docentes. Madrid: Centro de Investigación y Documentación
Educativa, Ministerio de Educación y Ciencia.

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