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APUNTES SOBRE LA TRANSFERENCIA COMO MOTOR ESENCIAL DEL PROCESO


ANALÍTICO.

Jerson Yovany Cárcamo Vásquez. Analista en formación- Tegucigalpa, Honduras. Noviembre


de 2022

Resumen

De los múltiples aportes del Psicoanálisis a la práctica clínica, el concepto de


transferencia y su vinculación con las resistencias, su contribución a la interpretación y
construcción han mantenido su vigencia a más de un siglo de su puesta en escena. Es así
como el campo analítico no alcanzaría su fin de restituir el dominio del yo sin que se susciten
de manera tanto evidente como encubierta los estilos de vinculación entre el analizante y sus
objetos tempranos, cuya latencia espera el momento y la persona oportuna para suscitar la
ecuación que da como resultado el motor básico del proceso de análisis en el cual las
representaciones pretéritas se tornas actuales, y reavivan las condiciones para iluminar le
camino a la cura.

Palabras clave: Psicoanálisis, transferencia, resistencia, interpretación, construcción.

Cuatro características han definido la técnica psicoanalítica desde sus orígenes, esta es
a su vez un (i) método basado en la comunicación bidireccional, afianzado en la palabra como
(ii) instrumento clave para conducir y participar en un (iii) marco de actuación analista-
analizante cuya finalidad apunta hacia la (iv) cura en relación con el síntoma; todo esto
fundamentado en una teoría científica explicativa de la personalidad hace que tal intercambio
tanto personal como interpersonal (Etchegoyen, 2014).

Partiendo de la asociación libre como canal esencial, la técnica apunta a descubrir la


disociación de la conciencia, el trauma originario responsable del olvido y las resistencias que
se manifiestan durante el proceso obstaculizando el acceso al material inconsciente; este
descubrimiento aunado a las interpretaciones resultantes ofrece al analizante una serie de
premisas, hasta entonces desconocidas, sobre sí mismo y su malestar las cuales contribuyen a
una mejor comprensión de su realidad psicológica (Etchegoyen, 2014).

Sin embargo, hablar del proceso psicoanalítico obliga a reflexionar sobre el concepto,
utilidad y alcance de la transferencia como motor del proceso; en tanto actitud emocional del
analizante en relación con el analista. Roudinesco & Plon (2008) la definen como: “un proceso
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constitutivo de la cura psicoanalítica en virtud del cual los deseos* inconscientes del analizante
concernientes a objetos exteriores se repiten, en el marco de la relación analítica, con la
persona del analista, colocado en la posición de esos diversos objetos”. (p. 1101)

Rycroft asume la transferencia como “El proceso por el cual el paciente se desplaza
hacia las ideas, sentimientos, etc, de su analista, que derivan de figuras previas en la vida de
aquel […] por el cual se relación con su analista como si este fuera un objeto que formo parte
de su vida; por el cual proyecta sobre su analista las representaciones de los objetos adquiridas
por introyecciones anteriores […]; por el cual proporciona al analista la significación de otro
objeto, generalmente anterior”. (p115).

Mas específicamente, Rycroft (1976) distingue dentro del campo analítico tres
condiciones importantes, a saber: La “interpretación de la transferencia” o declaraciones
explicitas del analista en relación con el estilo de conducción del paciente; la “neurosis de
transferencia” entendida compromiso emocional de paciente con su analista, y la “relación de
transferencia” o las interacciones impulsadas en el marco del análisis que son correspondientes
al mencionado compromiso emocional del analizante (Rycroft, 1976).

Desde La Interpretación de los Sueños Freud se aproxima al concepto de transferencia,


partiendo de la imposibilidad de que una representación inconsciente rebase la barrera
represiva, razón por la cual ha de enlazarse mediante un afecto con una representación
preconsciente de carácter sustitutiva y menos ansiógena, todo con el fin de ocultarse; pero
movilizando muchos de los procesos de la vida anímica del sujeto. Anteriormente, en
Panorama de las neurosis de transferencia, recalca que las vivencias afectivas forman parte de
la vida anímica, encarnadas como vestigios de traumas anteriores que, ante situaciones
parecidas o equivalentes, activan huellas mnémicas que son vinculadas conscientemente con
la angustia objetiva (Freud, 1895, 1900-p. 687).

En esta misma línea, Freud (1938) resalta que: “el paciente no se conforma con ver en
el analista, a la luz de la realidad, un auxiliar y consejero, al que ademas remunera sus
esfuerzos […] por el contrario, […] se ve en aquel una copia_una reencarnación_ de alguna
persona importante en su infancia, de su pasado, tranfiriéndole pues los sentimientos y las
reacciones que seguramente correspondieron a ese modelo pretérito”. (p. 3397)

Para Garma, A. (1984), en la percepción que el analizante desarrolla de su analista,


reedita la figura de los padres o de otras figuras importantes en la infancia que contribuyeron a
determinar su estructura de personalidad; mientras que Etchegoyen (2014) subraya que el
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surgimiento de la transferencia demanda al analista ocupar el lugar de un espejo que solo


refleja lo que le es mostrado o proyectado, sin relevar nada de sí, ni dejarse enredar en los
nudos surgidos de dicha transferencia; esto en aras de que el paciente alcance un mejor
conocimiento de sí mismo que le ayude a modificar su personalidad y acercarse a la cura.

Dicha posición de espejo es posible en el marco de la regla de abstinencia, norma ética


y recurso técnico necesarios para el análisis. Conviene recordar que, para Freud, “la cura debe
desarrollarse en la abstinencia”, situación que aglutina todo aquello que el paciente puede
desear, por insoportable que resulte para este, y es que tal abstinencia (del analista) permite
que los deseos y necesidades del analizante subsistan, sirviendo como un impulso natural
hacia la tarea psicoanalítica, la comprensión de sí y la modificación de su condición (Freud S.,
1915. p. 1692).

La regla de la abstinencia demandará del analista limitarse a otorgar satisfacciones


inmediatas al analizante, y también le exige una posición de reserva en cuanto a su información
personal dada su impertinencia y poca utilidad en el contexto analítico. Es la regla de
abstinencia la que reviste al analista de un papel impersonal que en definitiva no origina la
transferencia del paciente, pero sí las condiciones en que esta pueda manifestarse. Dichas
reservas preservan en el paciente su capacidad para simbolizar (necesaria para el análisis) y
previenen que el proceso se sesgue, desvíe o detenga (Garma, 1984; Etchegoyen, 2014).

Freud desentraña los alcances de la transferencia en tanto manifestación de resistencia


como condición sine qua non para la alcanzar la cura. Aquí recalca la necesidad del individuo
de verter, en toda nueva persona disponible en su horizonte (el analista, por ejemplo), las
representaciones libidinosas concientes y aquellas retenidas o inconcientes, ambas reflejo de
necesidades infantiles parcialmente satisfechas. Esta inversión-regresión de la libido, propia del
desarrollo de la psiconeurosis, ha de reavivar viejas imágenes infantiles, por lo que hacerla
consciente y ponerla al servicio de la realidad es una obligación en el camino hacia la cura
analítica(Freud S., 1912. pp. 1648-1650).

En torno a la utilidad de la transferencia, Freud advierte que en el trabajo analítico de


interpretación y re-construcción, la aspiración apunta a vencer las resistencias del paciente
permitiendole abandonar las represiones correspondientes a estadios más tempranos en su
vida anímica, para sustituirlas por otro tipo de reacciones mas acordes a su momento evolutivo
actual. Esta labor resulta del acceso a diversas fuentes de información de que el paciente
dispone, incluyendo la vivencia de sus síntomas, la interpretación de sus sueños, el caudal de
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sus asociaciones libres, sus actos fallidos y por supuesto el análisis de la transferencia, esta
ultima “particularmente calculada para favorecer el regreso a viejas conexiones afectivas”
(Freud S., 1937 pp. 3365-3367).

La lógica de la transferencia aduce que la confesión de las mencionadas necesidades


infantiles parcialmente satisfechas y sus impulsos asociados, resultan insolubles ante la
persona a quienes originalmente fueran referidas, por lo tanto la figura del analista ha de
completar una oportuna ecuación que faculta la manifestación de tales necesidades e impulsos,
ya sea como discursos o como actos. Así entonces, la transferencia se compone de una arista
positiva como de una negativa; la primera revestida de los sentimientos egosintónicos del
analizante, nada alejados de las fuentes eróticas y las inervaciones entre la esfera conciente y
las representaciones inconcientes de objetos sexuales, ahora dirigidas hacia personas
estimadas a quienes se remiten sentimientos tiernos o amistosos (Íbid. Pp 1651-1653).

La ambivalencia, termino introducido por Bleuler dará cuenta de la existencia tanto de


una transferencia positiva como negativa dirigidas al mismo objeto, particularmente presentes
en las psiconeurosis de mejor pronóstico, a contrario sensu aquellos casos en los que la
transferencia negativa, ha gobernado el entorno analítico, ocasionando que la posibilidad de
sugestión y consecuentemene de cura, se alejen del panorama, dado que su caracteristica
principal radica en trasngresión por parte del analizante de la regla esencial del psicoanalisis: la
comunición fluida del pensamiento y su libre asociación sin coerciones concientes.

En sus últimos años, Freud (1938) ofrece en Compendio del Psiconálisis un recorrido
sintético acerca de la técnica psicoanalítica donde reflexiona sobre los aspectos de utilidad y
alcance de la transferencia en el proceso que de acuerdo con el mismo Freud, asume por una
parte una ventana de oportunidad par la conducción del analisis, dado su carácter interpretable
que obrará en favor del fortalecimiento de un Yo, otrora debilitado por el conflicto interno,
generando un campo de acción en el que analizante y analista crean una alianza para enfrentar
tanto las presiones instintuvas, como las morales y objetivas emanadas del Ello, del Superyó y
del mundo externo, respectivamente. Este fortalecimiento del Yo, resultante tras revelar la
verdad sobre su transferencia deriva en un aumento del rango de autonocimiento del analizante
aumenta y resta así el marco de acción de su resistencia.

Por otra parte, la transferencia _en tanto negativa_ se constituye como un factor
inmimente de riesgo, a razón de las resistencias que en torno a ella operan y que se
manifiestan en las reacciones hostiles hacia el analista. Freud advierte del peligro que reside en
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la confusión que el paciente llegue a alcanzar, que le hagan considerar como reales y vigentes
los estados transferencialess que no son más que el reflejo de estadios pasados; tal situación
hará que el análisis de transferencia sea vivido como doloroso y ofensivo y vuelque hacia el
analista sentimientos antagónicos que pueden manifestarse en el actuar durante el análisis o
en el abandono de este, otras manifestaciones puede reflejarse en la resistencia represiva y el
sentimiento de culpa (Freud, S. 1938. pp. 3399-3402).

Sobre la utilidad y alcance, Freud sostiene que la transferencia posee dos ventajas, la
primera es aquella mediante la cual es conferida al analista una posición sustitutiva de los
objetos tempranos que sirvieron como modelo para la constitución del Superyó. Es aquí donde
esta nueva posición del analista le faculta para reeducar al paciente en relación con su neurosis
y llevarlo al nivel de evolutivo que es capaz de alcanzar para enfrentar el exterior y sublimar sus
impulsos (Freud S., 1937).

Sobre el nivel de sublimación; para Freud, el analista ha de subordinar su actuación a


las capacidades del analizante, mas que a sus propios deseos; y ante esto advierte también
que intentar sublimar los instintos más allá de la capacidad propia del paciente es por por sí
mismo patogénico, pues la sublimación ha de genearse espontaneamente a medida que el
análisis deshace las inhibiciones, sin perder de vista que la subliación no resulta alcanzable en
todos los casos (Freud S., 1912. P. 1659).

Otra ventaja de la transferencia radica en el escenario que faculta el actuar del paciente
como canal de expresión de vivencias determinantes que escapan a la representación palabra.
En todo caso, es el elemento de sugestión el que determina el alcance exitoso de la
transferencia positiva en la busqueda de la cura. (Freud, S. 1938. pp. 3398-3399).

La transferencia positiva, entonces se consolida como el aporte más valioso del sujeto al
análisis, en tanto es esta la que permite al analista elevar a nivel normal lo procesos psiquicos,
del Yo, y al hacer conciente lo que inconsciente se mantenía se logra restituir el dominio Yoico,
facilitando las tareas de asociación, interpretación y construcción tan necesarias para reeditar
el pasado que ha aquejado al analizante.

Por tal razon, aunque compleja, la transferencia es necesaria para avivar el proceso de
análisis y es la vision extranjerizada del analista la que debe preservarla dentro de los límites
sanos que hagan condiciones para elevar el autonocimiento y la capacidad de la sublimación,
asi como para reducir las resistencias que continuen atando al paciente a su devenir histórico
no sabido y no desentrañado.
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Referencias
Etchegoyen, R. H. (2014). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. 3a Ed., 1a reimpresión
. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1900). La interpretación de los sueños. En S. Freud, Obras Completas. 4a ed. (págs.
344-754). Madrid: Biblioteca Nueva.
Freud, S. (1912). Consejos al médico en el tratamiento psicoanalítico. En S. Freud, Obras
Completas. 4a. Ed. Tomo II (págs. 1654-1660). Biblioteca Nueva.
Freud, S. (1912). La dinámica de la transferencia. En S. Freud, Obras Completas. 4a. ed. Tomo
II (págs. 1649-1653). Madrid: Biblioteca Nueva.
Freud, S. (1915). Observaciones sobre el amor de transferencia. En S. Freud, Obras
Completas. 4a. Ed. Volumen II (págs. 1689-1696). Madrid: Biblioteca Nueva.
Freud, S. (1937). Construcciones en Psicoanálisis . En S. Freud, Obras Completas. 4a. Ed.
Volumen III (págs. 3365-3377). Ciudad Nueva.
Freud, S. (1938). Compendio del Psicoanalisis . En S. Freud, Obras Completas, 4a. Ed. Vol III
(págs. 3379-3418). Biblioteca Nueva.
Garma, Á. (1984). El psicoanálisis. Teoría, clínica y técnica.
Roudinesco, É., & Plon, M. (2008). Diccionario de Psicoanálisis. 2a ed. . Buenos Aires : Paidós
Rycroft, C. (1976). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

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