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CARLOS ARTURO GUARÍN JURADO

Magistrado ponente

SL3604-2022
Radicación n.° 91876
Acta 35

Bogotá, D. C., tres (3) de octubre de dos mil veintidós


(2022).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


CERRO MATOSO S. A., contra la sentencia proferida por la
Sala Civil, Familia, Laboral del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Montería, el nueve (9) de diciembre de dos mil
veinte (2020), en el proceso que le instauró IVÁN RAMIRO
LÓPEZ ÁLVAREZ.

I. ANTECEDENTES

Iván Ramiro López Álvarez llamó a juicio a Cerro Matoso


S. A., para que se declarara «la nulidad del proceso
disciplinario» que le efectuó la empresa y que culminó con la
decisión de terminar el contrato de trabajo, en razón a que
se le vulneró el debido proceso.

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Solicitó que, en consecuencia, se condenara a la


demandada a reintegrarlo al cargo que venía desempeñando
o a uno de mayor jerarquía; a pagarle los salarios y
prestaciones sociales (legales y convencionales), que se
hubieren causado, junto con los intereses moratorios y los
aportes a seguridad social; a indexarle lo adeudado; a lo que
resultare probado y a las costas.

Narró que el 9 de diciembre de 1991 se vinculó a la


empleadora, mediante contrato de trabajo a término
indefinido; que inicialmente desempeñó el cargo de «operador
de máquinas y herramientas III»; que, a la finalización del
vínculo, era «mantenedor mecánico DRKEF»; que el 25 de
febrero de 1992, ingresó a Sintracerromatoso, por lo que es
beneficiario de la Convención Colectiva 2016-2018.

Contó que el literal d) numeral 2° del artículo 19 del


Reglamento Interno de Trabajo establecía la jornada de labor
en tres turnos rotativos de ocho horas diarias; que, sin
embargo, la empleadora realizó una modificación unilateral
al imponer dos de 12 durante cuatro días, seguidos de cuatro
días de descanso.

Precisó que por ese cambio la organización sindical a la


que pertenecía, el 12 de marzo de 2015 citó a asamblea
general, para definir si realizaba cese de actividades; que «la
huelga» fue aprobada por mayoría, teniendo en cuenta que
de los 1042 trabajadores 526 hicieron parte de ella.

Apuntó que como fecha para iniciarla se fijó el 14 de

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abril de 2015 a las 15:00; que el 22 de ese mes y año la


accionada presentó demanda contra la asociación sindical,
con la finalidad que se declarara la ilegalidad de «la
suspensión colectiva de trabajo»; que el 1° de mayo de 2015
se suscribió el acta de levantamiento del «cese de
actividades».

Destacó que, en esa oportunidad, las partes se


comprometieron a acatar el fallo y el empleador a no realizar
procesos disciplinarios por los hechos relacionados con aquel
evento, «hasta tanto se profiera sentencia de última instancia
en firme»; que, en Decisión del 2 de julio de 2015, emitida por
el Tribunal Superior de Montería, confirmada por la Corte en
la del 8 de marzo de 2017, se declaró «la ilegalidad del cese
de actividades».

Afirmó que la última de las providencias se notificó por


edicto el 27 de abril de 2017; que el sindicato solicitó
aclaración y complementación oportunamente; que esa
petición se negó en auto del 2 de agosto de 2017, comunicado
por estado el 9 de ese mes y año; que, en consecuencia, tal
pronunciamiento se ejecutorió el 14 de agosto de la misma
anualidad, como fue certificado por la secretaría de la Sala.

Expuso que el 28 de abril de 2017 el representante legal


de Cerro Matoso S. A. dirigió un Comunicado a los
trabajadores, anunciando que estudiaría las medidas legales
y disciplinarias pertinentes; que el 3 de mayo de 2017 se le
citó a descargos; que esa diligencia se llevó a cabo ese mismo
mes sin la participación del Ministerio del Trabajo; que en

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esa oportunidad expresó que no participó activamente de la


huelga; que, no obstante, el 17 de mayo de esa anualidad se
le notificó la terminación del contrato laboral con justa
causa.

Precisó que interpuso «recurso convencional de


reconsideración» ante su superior, quien reiteró el finiquito
en Memorial del 24 de mayo siguiente; que intentó igual
solicitud ante el «Comité de Relaciones Laborales», que en
sesión del 7 de junio de 2017, confirmó aquella decisión, pero
supeditó la efectividad de la desvinculación a la firmeza del
fallo de la Corte y, conforme el artículo 140 del CST «le
exoneró de la prestación del servicio, desde la fecha de
notificación […] hasta que quedare en firme la sentencia de
segundo grado».

Señaló que el 12 de junio de 2017 se refrendó la


terminación del contrato; que en Comunicación del 10 de
agosto de ese año, se le informó que tal manifestación de
voluntad tenía efectos a partir de ese día; que, en medio de
todo, el 31 de julio fue calificado por la Junta Regional de
Calificación de Invalidez del Bolívar, con una pérdida de
capacidad laboral del 29.98 % con fecha de estructuración
del 4 de febrero de la misma anualidad; que de igual forma
le fueron prescritas dos incapacidades laborales por 30 días
cada una, el 8 de agosto y 5 de septiembre de 2017.

Manifestó que interpuso acción de tutela para que se


protegieran sus derechos sindicales y de estabilidad laboral
reforzada; que en sentencia del 7 de noviembre del

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mencionado año, el Juzgado Segundo Promiscuo Municipal


de Montelíbano – Córdoba, dispuso transitoriamente su
reintegro; que en decisión del 12 de diciembre de 2017 ese
pronunciamiento fue confirmado por el Juzgado Promiscuo
de Familia de Montelíbano.

Afirmó que la empleadora hizo efectivo esa reinstalación


el 22 de noviembre de 2017; que, sin embargo, se le ha
impedido el ingreso a laborar, por cuanto le exoneró de
prestar el servicio, desde esa fecha hasta el 22 de febrero de
2018, que se cumplían los cuatro meses en los que se otorgó
la protección constitucional (demanda, expediente digital
cuaderno n.° 1).

La demandada se opuso a las pretensiones y, en cuanto


a los hechos, aceptó i) la existencia de un contrato de trabajo
con el accionante; ii) el cese de actividades que tuvo lugar del
14 de abril al 1° de mayo de 2015, que fue declarado por la
jurisdicción laboral como ilegal; iii) la suscripción del acta de
levantamiento del mismo; iv) la terminación unilateral del
vínculo; v) la interposición del recurso de reconsideración; vi)
la acción de tutela presentada por el demandante; vii) la
protección constitucional que se le otorgó y, viii) la
exoneración que profirió de la prestación del servicio.

Puntualizó que el acta del levantamiento del cese de


actividades no tuvo por finalidad la modificación o aclaración
de ninguna disposición convencional; que se atuvo a los
artículos 16 y 65 de la CCT 2016 – 2018 que regularon lo
relativo al procedimiento disciplinario convencional y a la

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facultad del empleador de finiquitar el contrato laboral y que


la sentencia CSJ SL3195-2017, por medio de la cual se
confirmó la declaratoria de ilegalidad de la suspensión
colectiva de actividades, quedó ejecutoriada el 9 de agosto de
2017.

Adujo sobre los demás, que no eran ciertos o que se


trataban de apreciaciones del demandante.

Formuló como excepciones de mérito las de inexistencia


de las obligaciones reclamadas, cobro de lo no debido, pago,
buena fe, compensación, prescripción e inexistencia del
despido injusto (réplica, expediente digital cuaderno n.° 3).

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Promiscuo del Circuito de Montelíbano el 17


de febrero de 2020, resolvió:

Primero: Declarar ineficaz el despido efectuado por la empresa


CERRO MATOSO S. A., en razón de las motivaciones expresadas
anteriormente. Segundo: Como consecuencia de lo resuelto,
condenar a la demandada CERRO MATOSO S. A., a reintegrar en
forma definitiva al actor […] en razón de las motivaciones
expresadas anteriormente. Tercero. No se accede a condenar a la
empresa al pago de salarios, prestaciones sociales, aportes a la
seguridad social, por sustracción de materia, por cuanto el
trabajador se encuentra laborando. Cuarto. Se condena en costas
a la parte demandada […] (acta audiencia, expediente digital
cuaderno n.° 6).

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Civil, Familia, Laboral del Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Montería, el 9 de diciembre de 2020, al

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desatar la apelación de la demandada, confirmó la primera


decisión.

Dijo que en aplicación del principio de consonancia


determinaría si el despido del accionante fue ineficaz, en
razón a que la notificación del procedimiento disciplinario
que definió la terminación del vínculo, debía surtirse después
de la firmeza de la sentencia que declaró la ilegalidad de la
suspensión colectiva de actividades.

Estableció que no se discutió: 1) que Iván Ramiro López


Álvarez mantuvo una relación laboral con Cerro Matoso S.
A.; 2) que aquél se afilió a Sintracerromatoso; 3) que
judicialmente se declaró la ilegalidad del cese de actividades
promovido por esa organización sindical; 4) que la decisión
inicial fue confirmada por la Corte en providencia del 8 de
marzo de 2017; 5) que contra este pronunciamiento se
solicitó aclaración y adición, la cual fue resuelta el 2 de
agosto de 2017 y notificada por estado el 9 de ese mes y año.

Memoró que según la providencia CC SU036-1999 la


declaratoria judicial de ilegalidad de un cese colectivo, genera
la reanudación inmediata de las actividades laborales y
faculta al empleador para solicitar la suspensión o
cancelación de la personería jurídica del sindicato; reclamar
el pago de los perjuicios y despedir a los trabajadores que
participaron del mismo.

Explicó que, en el último caso, se requiere también


agotar un procedimiento que permita individualizar y

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determinar a los subordinados que intervinieron en la


suspensión colectiva de las actividades, debido a que solo
procede la finalización del vínculo cuando la intervención de
estos fue activa.

Razonó que para que la declaratoria de ilegalidad del


cese de actividades desate esos efectos jurídicos, se necesita
de la ejecutoria de la sentencia que así lo determine, porque
según las decisiones CC C543-1992 y CC C641-2002, existe
un derecho constitucional fundamental al acceso a la
administración de justicia, que incluye obtener una
sentencia definitiva que logre su ejecutoria.

Estimó que, en tratándose de la firmeza de las


providencias, existen las siguientes reglas:

(i) Ninguna providencia judicial queda en firme sino una vez


ejecutoriada, aun cuando eventualmente puede llegar a ser
obligatoria si se conceden los recursos en el efecto devolutivo;
[…], (ii) Solamente cuando las decisiones judiciales quedan
ejecutoriadas son de estricto cumplimiento, sin embargo, la
producción de sus efectos jurídicos supone el conocimiento
previo de los sujetos procesales.

Aseveró que idéntica condición impone el artículo 451


del CST, al determinar que «la providencia [que declara la
ilegalidad de una suspensión o paro colectivo] deberá
cumplirse una vez ejecutoriada»; que al tenor de ello, era
necesario tener en cuenta que «la sentencia del 8 de marzo de
2017 […] fue imperativa y obligatoria a partir de la firmeza de
la […] que resuelve la solicitud de aclaración y adición
solicitada», por cuanto, antes de ese momento, «la ilegalidad
de la huelga era un hecho incierto sin ningún tipo de efecto

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jurídico».

Explicó que el artículo 302 del CGP se refiere a dos


clases de providencias, dependiendo si fueron proferidas
oralmente o escrituralmente; que «las primeras» siguen las
siguientes reglas:

1) Una vez notificadas, cuando: a) no sean impugnadas, b) no


admitan recursos y c) queda ejecutoriada la providencia que
resuelva los últimos.

2) Siendo objeto de una solicitud de aclaración o


complementación: a) cuando se resuelva la solicitud de
aclaración o complementación.

Mientras que, las segundas se rigen por otros términos,


así:

1) Tres días después de notificadas cuando: a) carecen de


recursos, b) cuando han vencido los términos sin haberse
interpuesto los recursos que fueren procedentes, c) cuando
queda ejecutoriada la providencia que resuelva los interpuestos.

2) Siendo objeto de una solicitud de aclaración o


complementación: a) tres días después de notificadas.

Aseguró que la última de las condiciones de ejecutoria,


emerge del artículo 302, así como del inciso 3° del artículo
285 del CGP, en el que se señala que la aclaración no admite
recursos, pero que dentro de su ejecutoria pueden
interponerse los que procedan «contra la providencia objeto de
aclaración»; que, así las cosas,

Una decisión escrita sobre la cual pesa una solicitud de


aclaración no queda ejecutoriada con la mera resolución de la
misma, sino que debe esperar que transcurran tres días, para
que, conjuntamente con el proveído que resolvió la aclaración
quede en firme.

Apuntó que de resultar aplicable el artículo 332 del

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CPC, por cuanto el recurso extraordinario de casación se


interpuso el 22 de julio de 2015, esto es, en vigencia de ese
compendio, en todo caso se arribaría a igual conclusión,
porque con fundamento en ese precepto la Sala de Casación
Civil estimó que «La providencia que no está sujeta a
impugnaciones queda en firme ipso iure [de puro derecho];
salvo que se pida oportunamente su aclaración o adición, en
cuyo caso se posterga su firmeza hasta la ejecutoria de la
providencia que resuelva la respectiva solicitud»1.

Señaló que en lo que toca con la ejecutoria de las


decisiones judiciales, los artículos 331 del CPC y 302 del CGP
son idénticos, por lo que no le asistía razón a la demandada,
al argumentar que la sentencia proferida por la Corte quedó
ejecutoriada con la resolución de la aclaración, por cuanto
ese razonamiento sería válido si se hubiere dictado en
audiencia oral.

Concluyó que, por consiguiente, la sentencia no escrita


del 2 de julio de 2015, que declaró ilegal la huelga, «cobró
firmeza cuando quedó ejecutoriada la providencia que desató
el recurso de apelación, esto es, el momento en que se
ejecutorió la sentencia SL3195-2017», lo cual ocurrió el 14 de
agosto de 2017, una vez cobró firmeza el pronunciamiento
CSJ AL4950-2017, que resolvió la petición de aclaración y
adición, esto es, pasados tres días después de su notificación
por estado (f.° 69 y 74, ibidem).

1 «Auto del 2 may. 2007, Exp. 2007-00025-00, reiterado en las


sentencias del 3 de septiembre de 2013, rad. 11001-02-03-000-2012-
01526 y SC15579-2016 del 31 de octubre de 2016».

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Arguyó que, aunque había certeza sobre la ilegalidad de


la huelga, ello no podría restarle validez o eficacia a las reglas
que sobre firmeza y obligatoriedad de las sentencias
estableció el legislador; que tampoco podía pasarse por alto,
que aquella decisión no solo fue objeto de aclaración, sino
también de complementación; que así, aun cuando es cierto
que no resultaba posible modificar el sentido y alcance del
fallo, debía repararse en que la última solicitud, discutía la
vulneración de los derechos de los trabajadores.

Refirió que sobre el punto, en uno de sus precedentes,


había alertado respecto de la necesidad de que el servidor,
para su defensa en el trámite disciplinario, contara con la
resolución del punto de ampliación de la sentencia, tanto así,
que en la aclaración de la CSJ SL3195-2017, se consideró
que la Corte sí debió pronunciarse sobre si la huelga fue o no
pacífica, porque de ello dependía la justificación de los
despidos.

Destacó que el demandante no contó con esa


oportunidad, porque tanto el trámite previo al finiquito, como
la decisión del despido y la notificación de este, se surtieron
antes de la decisión de aclaración y adición de la multicitada
providencia.

Insistió que, en relación con la Convención Colectiva


2016 – 2018, también podía encontrarse la necesidad de la
firmeza de la declaratoria de ilegalidad, para habilitar al
empleador a iniciar el trámite disciplinario, por cuanto, a

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pesar de que el artículo 116 extralegal, permitía empezar esa


actuación dentro de los cinco días hábiles siguientes a la
comisión de la falta, siendo que la imputada fue la de
participar activamente en una huelga ilegal, era imperativo
esperar al fallo judicial en firme que así la catalogara.

Aclaró que el operario fue citado a descargos el 3 de


mayo de 2017, para ser escuchado en diligencia del 10
siguiente (f.° 85 a 148, cuaderno n.° 2), por lo cual el trámite
inició «de manera extemporánea por anticipación, a lo
estipulado en el numeral primero del artículo 16», porque no
se había dado la ejecutoria de la decisión judicial que declaró
ilegal el cese de actividades y no habían transcurrido cinco
días después de ello.

Sostuvo que la actuación del empleador fue prematura,


«máxime cuando además quedó establecido mediante ACTA
DE LEVANTAMIENTO DE CESE DE ACTIVIDADES DEL 1° DE
MAYO DE 2015 solo se iniciarían una vez se profiriera
sentencia de última instancia en firme»; que, en efecto, ese
acuerdo extra convencional era válido y vinculante, tal como
se había considerado en la sentencia CSJ SL8155-2016 y en
aquella en la que no se casó lo considerado en el proceso
radicado «2018-00465-01», en el que se explicó que el poder
obligatorio de lo pactado emergía de la posibilidad de
condiciones que mejoraren, como en el caso, los derechos
convencionales.

Resaltó que, por tanto, no hubo equivoco en la primera


sentencia al declarar ineficaz el despido, porque era la

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consecuencia del acuerdo convencional, ante el


desconocimiento del procedimiento previsto para situaciones
como las del caso (sentencia, cuaderno del Tribunal,
expediente digital).

IV. RECURSO DE CASACIÓN

Interpuesto por la demandada, concedido por el


Tribunal y admitido por la Corte, se procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende que la Sala case la sentencia recurrida, para


que, en sede de instancia, revoque la decisión de primer
grado (recurso de casación, expediente digital).

Con tal propósito formula dos cargos, por la causal


primera de casación, los cuales fueron replicados y pasan a
resolverse.

VI. CARGO PRIMERO

Denuncia que el Tribunal incurrió en violación medio de


los artículos 285, 302 y 627 del CGP; 331 del CPC; 145 del
CPTSS y 29 de la CP, lo que condujo al quebrantamiento,
bajo la modalidad de la vía directa por aplicación indebida de
los artículos 27, 37, 39, 47, 186, 249, 306, 307, 450, 451 y
467 del CST; 1° de la Ley 52 de 1975; 1° y 55 de la Ley 50 de
1990; 26 de la Ley 100 de 1993.

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Sostiene que el juez de la apelación se equivocó al


considerar que la «Sentencia Laboral 3195 de 2017», surtió
ejecutoria con la firmeza del «Auto 4950 de 2017», por medio
del cual resolvió su aclaración, porque ese entendimiento
tendría cabida a la luz del artículo 331 del CPC, pero no del
302 del CGP que lo modificó.

Asegura que, según la última norma, la firmeza de una


providencia ocurre «una vez emitida la […] que resuelve sobre
la aclaración o complementación […] máxime cuando contra
ésta no procede recurso alguno», esto es, inmediatamente se
expida y notifique.

Expone que la nueva normativa procesal cambió


sustancialmente la regla sobre la ejecutoria de los
pronunciamientos, respecto de los cuales se presente adición
o aclaración, pues para ello «basta con que se expida y
notifique la […] que la resuelva para que adquiera firmeza, lo
que significa que la ejecutoria de la segunda providencia no
condiciona la firmeza de la primera»; que así lo razonó la Sala
Civil de la Corte en la sentencia CSJ SC, 11 abr. 2018, rad.
2776 y el tratadista Parra Quijano en concepto adjunto al
recurso.

Argumenta que entonces no es verdad que los artículos


331 del CPC y 302 CGP manden lo mismo; que, inclusive,
debía tenerse en consideración que, respecto de la aclaración
de las decisiones judiciales, en perspectiva del artículo 285
del CGP, la sentencia CC C548-1997 consideró que era un
remedio constitucionalmente admisible, en la medida que, no

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obstante, el juez no puede reformar su propia decisión, en


estos casos permanece incólume el contenido del fallo
proferido.

Asevera que, siendo así, si lo que se aclara es lo


ambiguo y lo demás debe permanecer intangible, «no es cierto
que la sentencia […] que confirmó la declaratoria de ilegalidad
de la huelga “fue imperativa y obligatoria a partir de la firmeza
de la sentencia (sic) que resuelve la solicitud», por cuanto esa
definición del asunto «era un hecho absolutamente cierto e
indiscutible», a tal punto, que aún de haberse accedido a la
reclamación posterior, la Corte no podía revocar ni reformar
el fallo.

Indica que,

Resulta un contrasentido afirmar, como lo hizo el Sentenciador


de la alzada, que si la providencia no es susceptible de ataque
por medio de ningún recurso ordinario queda en firme ipso iure,
pero que si se pide oportunamente su aclaración o adición, su
firmeza se posterga hasta la ejecutoria de la Providencia que
resuelva la respectiva solicitud (3 días después de notificado el
auto laboral), pues ante la misma situación debe aplicarse la
misma consecuencia, de tal manera que, como contra la
providencia que resuelve sobre la aclaración o complementación
no procede recurso alguno, una vez emitida la providencia que
resuelve dicha solicitud, queda ejecutoriada la sentencia.

Por lo demás, muy feble resulta el argumento del Tribunal


conforme al cual como en la sentencia SL3195- 2017, la
Honorable Magistrada, Dra. Clara Cecilia Dueñas Quevedo,
aclaró su voto, arguyendo que la Honorable Corte debió
pronunciarse sobre si la huelga fue o no pacífica, existiendo tal
aclaración, resultaba relevante para configurar la defensa de los
trabajadores, contar con la decisión de la Honorable Corte que
resolviera la solicitud de aclaración y adición de la sentencia
SL3195-2017, dado que no es el contenido de la aclaración lo
que determina la fuerza ejecutoria de las providencias sino los
claros mandatos legales. Además, lo que exhibe ese razonamiento
del Tribunal es que inexplicablemente está más de acuerdo con

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la tesis proclamada en la aclaración de voto de una integrante de


la Sala, que con lo plasmado por los demás, por cierto, con acierto
indiscutible. No debe olvidarse que una regla procesal elemental
es que los salvamentos de voto y las aclaraciones, no son más
que simples constancias, que no alteran la esencia de la ratio
decidendi ni de la parte resolutiva, plasmadas en la sentencia
mayoritaria.

Señala que el juez de la apelación, lo que pretende es


hacer prevalecer un formalismo excesivo; que ello le llevó a
aplicar indebidamente la norma sustantiva enlistada en la
proposición jurídica, con base en la cual impuso las
condenas, en razón a que la sentencia que declaró la
ilegalidad adquirió ejecutoria con la notificación del auto que
resolvió la solicitud de adición o aclaración, esto es, «con la
desfijación del Estado del 9 de agosto de 2017, lo que significa
que para el 10 del mismo mes y año, día siguiente a su
notificación, estaba en firme, en los términos del artículo 451
del CST» (demanda de casación, expediente digital).

VII. RÉPLICA

Razona que la acusación no presenta unos reproches


distintos a los que expuso en la apelación, motivo por el cual
el cargo se asemeja más a un alegato de instancia, con el que
pretende revivir el litigio; que, además, por la naturaleza del
ataque, el impugnante no se refiere a la certificación emitida
por la Corte, en la que quedó constancia de que la sentencia
CSJ SL3195-2017, se ejecutorió el 14 de agosto de 2017.

Plantea que, en todo caso, desde lo jurídico, ningún


desatino puede endilgársele al juzgador, porque aquella
decisión «[…] fue expedida por fuera de audiencia, lo que

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encierra el marco de su regulación en el literal 3 [del artículo


302 del CGP] y no en lo establecido en los literales 1 y 2 como
erradamente lo [sustenta la censura]», razón por la cual la
firmeza de ese pronunciamiento, debía computarse al
finalizar los tres días siguientes a la notificación por estado
de lo resuelto en la aclaración o adición.

Dice que de esa forma está explicado en las sentencias


CSJ STL9474-2018 y CSJ SL047-2022, en las que quedó
expuesto el irrespeto de Cerro Matoso S. A. al término de
ejecutoria de la decisión que declaró la ilegalidad de la
huelga.

Aduce que para defender la posición del recurrente, no


sería posible acudir al concepto rendido por el tratadista
Parra Quijano, por cuanto no se incorporó en el trámite de
las instancias y que, de consultársele en su integridad, en
cualquier contexto permitiría arribar a la misma conclusión
del Tribunal, esto es, que hay diferencia entre la ejecutoria
de las decisiones orales y las escritas.

Solicita que se niegue la prosperidad de esa acusación


y el quiebre de la decisión, en la medida que también está
soportada en otras inferencias incuestionadas (oposición,
expediente digital).

VIII. CONSIDERACIONES

La acusación denuncia que el juez colegiado incurrió en


«violación medio» de los artículos 285 y 302 del CGP; 331 del

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CPC, 145 del CPTSS y 29 de la CP, lo que le llevó a «aplicar


indebidamente», entre otros, los artículos 450, 451 y 467 del
CST; sin embargo, no precisa la afrenta que adjudica
respecto de los preceptos adjetivos; así como tampoco indica
cómo se configuró el sub-motivo de violación que endilga de
la normativa sustantiva.

Por tanto, la censura pasa por alto, de un lado, que en


la especial vulneración que increpa, lo que conlleva a la
infracción de la norma sustantiva, es la trasgresión de la
procesal, esto es, su aplicación indebida, interpretación
errónea o infracción directa, motivo por el cual requería
sustentar tanto aquella como la última2.

Mientras de otro, que la aplicación indebida por la vía


directa puede estructurarse de diferentes formas, como
cuando: a) el sentenciador otorga un recto entendimiento a
la disposición, pero, «esta no resulta aplicable a los hechos del
proceso, porque no los regula» o, b) le hace producir efectos
contrarios o no deduce los legalmente pertinentes, porque los
extiende o los cercena3, lo que imponía al recurrente la
obligación de precisar su ataque.

Sin embargo, como del análisis de la segunda sentencia,


que tuvo en consideración las normas que regulaban el
asunto, en contraposición con los cuestionamientos del

2 CSJ SL, 2 dic. 1997, rad. 10157; CSJ SL, 25 mar. 2009, rad. 34401;
CSJ SL9512-2017
3 Sentencias CSJ SL, 9 jun. 2000, rad. 13347; CSJ SL, 27 mar. 2007,

rad. 30377; CSJ SL, 16 mar. 2010 rad. 33512; CSJ SL14091-2016;
CSJ 21099-2017 y CSJ SL1913-2019.

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ataque, en los que se confronta la comprensión de la norma


procesal, se sigue un problema de legalidad bien definido, la
Sala realizará el control de legalidad, teniendo en cuenta la
afrenta que se devela del esquema argumentativo planteado
por la impugnación y determinará, a partir de la normativa
de integración procesal del artículo 145 del CPTSS, si el juez
de la alzada interpretó con error los artículos 331 del CPC y
302 del CGP y si ello le condujo a aplicar indebidamente los
artículos 451 y 467 del CST por haber extendido su genuino
alcance.

Para el efecto, importa recordar que no se discute: 1)


que Iván Ramiro López Álvarez mantuvo una relación laboral
con Cerro Matoso S. A.; 2) que aquél se afilió a
Sintracerromatoso; 3) que en sentencia del 22 de julio de
2015, proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Montería, se declaró la ilegalidad del cese de actividades
promovido por esa organización sindical; 4) que dicha
decisión fue apelada y confirmada por la Corte en la
providencia CSJ SL3195-2017 del 8 de marzo de 2017; 5)
que contra este pronunciamiento se solicitó aclaración y
adición, la cual fue resuelta en el proveído CSJ AL4950-2017
del 2 de agosto de 2017, notificado por Estado el 9 de ese
mes y año.

Tampoco: 6) que el trabajador fue citado a descargos el


3 de mayo de 2017, para ser escuchado en diligencia el 10
siguiente; 7) que según la CCT 2016-2018 el empleador
debía esperar cinco días siguientes a ocurrida la causal, esto
es, a la ejecutoria de la sentencia que declaró la ilegalidad del

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Radicación n.° 91876

cese de actividades y, 8) que el impugnante se comprometió


mediante acta de levantamiento de cese de actividades, en la
cual mejoró los derechos convencionales, a esperar la firmeza
del pronunciamiento jurisdiccional.

Ciertamente, en relación con esas premisas, el juez de


segundo grado coligió que la actuación el empleador, esto es,
la iniciación del trámite disciplinario que le permitiera
corroborar la participación activa del trabajador en la
suspensión colectiva o cese de actividades declarado como
ilegal y, por ende, que diera lugar a la terminación justificada
del contrato, fue «extemporánea por anticipación», porque la
sentencia que definió el asunto, quedó ejecutoriada el 14 de
agosto de 2017, cuando se surtió el término de traslado del
auto que negó la adición y aclaración.

Frente a lo último, la censura arguye que un correcto


entendimiento del artículo 302 del CGP, hubiera llevado al
sentenciador a advertir que la firmeza de la sentencia CSJ
SL3195-2017 se surtió el 9 de agosto de 2017, cuando se
notificó por estado el auto que negó la aclaración y la adición
impetrada, debido a que esa nueva norma procesal, extiende
la ejecutoria de las decisiones contra las que se interponga
ese tipo de solicitudes, al momento mismo en que han sido
«[…] resueltas», no como lo precisaba el artículo 331 del CPC,
a la firmeza de esos pronunciamientos.

Sobre el particular, halla la Sala que le asiste la razón a


la acusación, al aseverar que los preceptos citados contienen
redacciones disímiles, porque como se puede advertir de su

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Radicación n.° 91876

estructuración, la nueva normativa procesal pareciera variar


el cómputo de la firmeza de las decisiones judiciales contra
las cuales se requiere adición o aclaración, así:

Artículo 331 CPC Artículo 302 CGP


Las providencias quedan Las providencias proferidas en
ejecutoriadas y son firmes tres audiencia adquieren ejecutoria
días después de notificadas, una vez notificadas, cuando no
cuando carecen de recursos o sean impugnadas o no admitan
han vencido los términos sin recursos.
haberse interpuesto los
recursos que fueren No obstante, cuando se pida
procedentes, o cuando queda aclaración o complementación
ejecutoriada la providencia que de una providencia, solo quedará
resuelva los interpuestos. ejecutoriada una vez resuelta la
solicitud.
No obstante, en caso de que se
pida aclaración o Las que sean proferidas por fuera
complementación de una de audiencia quedan ejecutoriadas
providencia, su firmeza sólo tres (3) días después de
se producirá una vez notificadas, cuando carecen de
ejecutoriada la que la recursos o han vencido los
resuelva. términos sin haberse interpuesto
los recursos que fueren
Las sentencias sujetas a procedentes, o cuando queda
consulta no quedarán firmes ejecutoriada la providencia que
sino luego de surtida ésta. resuelva los interpuestos.

Sin embargo, la validez de esa precisión conceptual no


le otorga la razón a la recurrente, debido a que, la redacción
de esos preceptos obedece al esquema procesal civil bajo el
que desatan sus efectos, al cual, la Corporación se referirá a
modo de contextualización, en aras de determinar su
genuino alcance, con la obligatoria precisión de que en
asuntos laborales y de seguridad social, desatan su influjo
exclusivamente en lo que toca con la ejecutoria de las
decisiones judiciales.

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Radicación n.° 91876

En consecuencia, se impone tener en cuenta, que en la


intelección de las normas citadas, no es posible pasar por
alto que la primera está diseñada para regular la ejecutoria
de decisiones que se dictan en un trámite,
preponderantemente escritural, reglado, formal y riguroso;
mientras que la segunda tiene su razón de ser, como se
indicó en la exposición de motivos al CGP (Ley 1564 de 2012),
entre otras, en la implementación de la oralidad, con la
pretensión de lograr un procedimiento flexible, ágil, célere y
de duración razonable4.

Por tanto, los nuevos preceptos adjetivos de ese


compendio, implementaron a semejanza del esquema
procesal laboral, «el diseño de procesos que se desarrollan en
audiencias concentradas, con plena inmediación del juez,
con igualdad de oportunidades […] y con total publicidad
(transparencia) en la actuación», en las que se lleva a cabo el
«mayor número de actos procesales en menor tiempo», sin
solución de continuidad.

En ese marco, es entendible que en el procedimiento


principalmente escritural, la ejecutoria de las decisiones
(comprendida como la conexidad entre una providencia y la
firmeza que ella adquiere), necesita de un conjunto de actos
autónomos, desconcentrados e independientes, a través de
los cuales se garantice el conocimiento de la providencia y la
existencia de un término de ejecutoria, que también permita
definir si se interponían o no los recursos a que hubiere

4 Gacetas del Congreso n.° 114 y 116 de 2012.

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Radicación n.° 91876

lugar.

Efectivamente, en aras de respetar la rigurosidad del


procedimiento, así como también su desarrollo ordenado y
lógico, la normativa procesal previa a la oralidad, establecía
y diferenciaba los términos que daban lugar a ejercer un
derecho o ejecutar algún acto en curso, a tal punto que con
esos propósitos, en relación con la ejecutoria de una
providencia judicial exigía de manera autónoma e
independiente pero sucesiva:

i) la emisión de la decisión (auto o sentencia – artículo


302, 303 y 304 CPC);

ii) su comunicación efectiva, por medio de las formas


establecidas para el efecto, las cuales también tenían
determinados plazos (estado o edicto – artículos 321, 323,
324, 325 y 326 CPC) y,

iii) la finalización del cómputo de los tres días siguientes


a su notificación, sin la interposición de medios de
impugnación procedentes.

En contraste, en el nuevo esquema procesal, de corte


oral oralmente, sin desconocer que todas las actuaciones son
también preclusivas y cronológicamente diferenciables y que,
por tanto, finalizada una de ellas se debe dar apertura
inmediata a la subsiguiente, resulta lógico, que con el
objetivo de lograr trámites más prontos, la firmeza de una
decisión así comunicada, no requiera de la sucesión de

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 91876

pasos, mediados, como en el trámite antiguo, por el tiempo o


por determinada formalidad, pues para garantizar iguales
objetivos, lo único que se requiere es el proferimiento a viva
voz de la decisión.

Lo dicho, por cuanto la dinámica concentrada y sin


solución de continuidad de la diligencia (artículo 5° CGP),
conlleva a que, en un único acto, se den a conocer la decisión
y las razones que la soportan (artículos 278, 279 y 280 del
CGP), sin necesidad de acudir a un medio de comunicación
distinto a la notificación en estrados (artículo 294 ibidem), ni
tampoco a un lapso que ayude a establecer la ejecutoria de
la decisión o a determinar si es viable interponer algún medio
de impugnación, pues ello sería diferir la firmeza de la
decisión, a un momento distinto de la audiencia, lo que
contraría el propósito con el cual está concebida.

Ahora, en relación con la interposición de recursos en


la misma audiencia, debe tenerse en cuenta, que la actuación
del profesional del derecho, también modernizada por las
nuevas prácticas procesales y los principios de oralidad y
concentración, le impone estar preparado, acorde con la
estructura del trámite, para intervenir activamente y tomar
decisiones rápidas y efectivas, pues dentro de un
procedimiento de esta naturaleza, la regla es que toda
providencia dictada en la diligencia queda notificada
inmediatamente, después de proferida (artículo 295, ibidem).

En torno a ello, con especial énfasis en la oralidad


laboral, en sentencia CC C493-2016 se explicó:

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 91876

[…] no resulta excesivo que el apelante sustente diligentemente


las razones de su inconformidad de modo verbal una vez dictado
el fallo. Máxime cuando la parte afectada no es sorprendida con
la decisión adoptada en primera instancia, ya que cuenta con la
posibilidad y el deber procesal de asistir y participar activamente
en las etapas previas del proceso, como la audiencia conciliación,
decisión de excepciones previas, saneamiento y fijación del litigio
y la de trámite y juzgamiento (art. 44 CPL y SS) en cuyas
oportunidades las partes en litigio pueden dar a conocer sus
argumentos de hecho y derecho, posibles fórmulas de solución
del conflicto, indicios sobre los hechos probados y los distintos
medios de prueba que pueden llevar al convencimiento o no del
juez del proceso, sin que se pueda afirmar que son sorprendidas
con el fallo judicial.

[…]

De igual modo, la acusación de afectación desproporcionada e


irrazonable del derecho a la doble instancia (CP. 31) y el efectivo
acceso a la administración de justicia (CP. 229) fue impróspera
en tanto que la finalidad de la celeridad en la jurisdicción
ordinaria laboral no se encuentra prohibida, y en efecto es
materializada a través de la medida de la oralidad como eje rector
dentro de los procesos surtidos ante la jurisdicción ordinaria
laboral. Se estimó como razonable la exigencia de dicha carga
procesal a la parte recurrente, y en calidad de parte afectada no
es verdaderamente sorprendida con la decisión adoptada en
primera instancia, ya que cuenta con la posibilidad y el deber
legal de asistir y participar activamente en las etapas previas del
proceso.

De donde, en síntesis, la regla general de ejecutoria de


las decisiones judiciales en vigencia del CPC, esto es, en un
sistema escritural, apareja i) la emisión de la decisión por
escrito y, ii) el cómputo de los tres días después de su
notificación; mientras que, en el CGP o, inclusive, en el
CPTSS (artículo 42), por estar regidos bajo el principio de la
oralidad, esas condiciones, constituyen la excepción, porque
la guía o pauta preponderante, es que los autos o sentencias,
logren su ejecutoriedad inmediatamente después de
pronunciadas, sin interposición de recurso alguno.

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 91876

Sobre el asunto, la Sala Civil en la providencia CSJ


SC2276-2018 explicó que,

[…] la sentencia se encuentra ejecutoriada cuando se hubiere


proferido en procesos de única instancia, o cuando no sea viable
la interposición de algún recurso, o cuando, resultando
procedente la impugnación, ésta no se hubiese presentado, o
cuando la presentada se hubiera resuelto, aunque vale la pena
agregar que cuando se hace referencia a la posibilidad de abrir
paso a una segunda instancia, debe incluirse la consulta, desde
luego en la medida que ese grado jurisdiccional aplique en la
situación concreta, lo cual es cada vez más reducido.

Ahora, cuando se trata de la ejecutoria de providencias de


segundo grado, es claro que de no proceder más recursos, su
ejecutoria se predica una vez notificado el proveído y
finiquitado el término previsto en la norma, que puede ser
usado, valga recordarlo, para solicitar la corrección, la
aclaración o la complementación del veredicto, caso en el
cual la ejecutoria aplica una vez emitida la decisión
correspondiente.

[…]

De lo anterior se desprende que la ejecutoria de una decisión


emitida en vigencia del C. de P. Civil podía presentarse en el acto
de su notificación, cuando carecía de recursos, a menos que
oportunamente se hubiera solicitado su aclaración o adición,
evento en el cual, la indicada figura jurídica se extendería hasta
el momento en que la providencia resolutoria de la respectiva
petición, cobrara firmeza.

Ahora, si la determinación admitía impugnaciones, con base en


la indicada disposición legal, se reitera, su ejecutoria se producía
cuando «h[ubier]an vencido los términos sin haberse interpuesto
los recursos que fueren procedentes, o cuando queda[ra]
ejecutoriada la providencia que res[olviera] los interpuestos».

[…]

Lo expuesto permite concluir que si la decisión no admitía


recursos, o los mismos no se formularon oportunamente, el
término de ejecutoria se consolidaba vencidos los tres días
siguientes a la notificación de la providencia, o transcurrido
el término señalado para la formulación de los recursos
procedentes, sin que se requiriera su declaratoria.

Luego, si como antes se expuso, oportunamente se impetró


su aclaración o adición y la audiencia no se prosiguió en la

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Radicación n.° 91876

misma fecha de emisión de la providencia, la firmeza de ésta


«solo se producirá una vez ejecutoriada la que la resuelva»5.

Falta decir que lo consagrado en el artículo 331 del C. de P.


Civil aplicaba, sin duda alguna, en los procesos escriturales,
[…], Sin embargo, cuando la sentencia se dictaba en
audiencia, el término de tres días, previsto en esa norma no
era aplicable porque si ese plazo tenía por finalidad la de
interponer recursos o, previo a ello, pedir aclaración
complementación o corrección del fallo, es claro que la
estructura de la audiencia obligaba que tales actividades se
desarrollaran allí, de tal suerte que, terminada sin que se
hubieran interpuesto recursos o cuando estos no procedían, la
sentencia se entendía ejecutoriada, con una excepción,
consistente en la procedencia del recurso de casación[…].

Destaca la Corte esas premisas jurídicas, porque en


relación con el artículo 42 del CPTSS, que regula las
actuaciones que en materia laboral y de seguridad social,
pueden surtirse por fuera de audiencia, permiten acentuar,
i) que los sistemas adjetivos impuestos por el legislador, han
tenido prevalencia de determinado esquema procesal
(escritural u oral); ii) que, no obstante, los procedimientos
siguen siendo mixtos, por cuanto, a pesar de que la mayoría
de las actuaciones, en anteriores épocas eran escritas,
también existían otras que se regían por la oralidad y,
viceversa; iii) que, dependiendo de ello, habrá de establecerse
la regla general de ejecutoria de las decisiones judiciales.

Así las cosas, es evidente que, en armonía con esa


mixtura, que se insiste, también se evidencia en el
procedimiento laboral, el artículo 302 del CGP, en relación
con el 145 del CPTSS, en los dos primeros incisos,
determinaba la firmeza de las decisiones que se emitían en
audiencia, difiriéndola a la interposición de los recursos y su

5 Parte final inciso 1º, artículo 331 C. de P.C.

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Radicación n.° 91876

solución o, a la emisión de la providencia que resuelva la


solicitud de aclaración o adición, lo cual, se entiende y se
insiste, se realiza en un único acto, por lo que no requiere una
notificación distinta, ni término de ejecutoria.

Mientras que, el inciso tercero, se refiere a las


condiciones de firmeza que estaban establecidas para las
decisiones que se profieren por escrito, al imponer que su
ejecutoria ha de entenderse surtida tres días después de
notificadas y si bien es cierto no regula, expresamente, la
hipótesis de cuando se pide aclaración o adición, en esos
eventos ha de entenderse que, habiéndose proferido la
decisión por fuera de audiencia, la ejecutoria sigue aquella
regla, en tanto que, en esa casuística, no basta la emisión de
la providencia, sino su comunicación efectiva y el término
otorgado por la norma.

En otras palabras, para que se encuentre en firme una


providencia sobre la que se solicitó aclaración o adición, será
indispensable que la decisión que la esclarezca o
complemente se notifique por estado, caso en el cual, deberá
esperarse los tres días legales de su ejecutoria, pues este
último pronunciamiento resulta inescindible del primero.

Conclusión que refuerza:

1) El hecho de que el artículo 285 del CGP, disponga


que «la providencia que resuelva sobre la aclaración no admite
recursos, pero dentro de su ejecutoria podrán interponerse los
que proceden contra la providencia objeto de aclaración» y, el

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287 ib que, «Dentro del término de ejecutoria de la providencia


que resuelva sobre la complementación podrá recurrirse
también la providencia principal», pues de admitirse que, con
independencia de esas solicitudes, la decisión primigenia
queda ejecutoriada desde la emisión de la última, no tendría
cabida la autorización que la norma realiza para interponerle
impugnación en ese término.

2) Que en punto de la decisión judicial,

[…] la sentencia y su complemento no son dos actos procesales


distintos, inconexos o separables, sino, precisamente, uno solo
que puede comprender uno o varios pronunciamientos para cuya
estructuración interna y externa, congruencia, precisión,
claridad y adecuada motivación la ley fija un particular momento,
pero que, por las razones anotadas, puede ser aclarada, corregida
o adicionada en otro posterior, conforme a reglas procesales
predeterminadas (CSJ SL3844-2015).

Ahora, aunque es cierto que los fallos de segunda


instancia no cuentan con recurso alguno (salvo el de
casación, cuando este es procedente), ello no significa, como
al parecer lo entiende la acusación, que queden ejecutoriadas
inmediatamente se profieran «por fuera de audiencia», porque
según lo explicado, en esos eventos el acto de comunicación
y firmeza es complejo y no único y concentrado.

De contera con lo dicho, en el término de ejecutoria, que


es de imperativo acatamiento e indisponible por las partes,
no incide que la providencia no tenga recursos o que las
solicitudes de aclaración o adición no puedan modificar el
sentido de la sentencia o el auto, pues esos tres días, después
de la notificación, corren por mandato de orden público, con

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Radicación n.° 91876

independencia de la procedencia de la impugnación.

Finalmente, no se pasa por alto que la Sala de Casación


Civil, se ha referido, por ejemplo, en las providencias CSJ
AC2717-2020; CSJ SC4156-2021 y CSJ AC5903-2021 a la
ejecutoria de las decisiones en esos eventos, señalando que,
ella ocurre al momento de la «emisión» de la aclaración o
adición de la decisión; sin embargo, de acuerdo con lo
razonado, ese entendimiento tiene cabida, cuando el
proferimiento del auto o del fallo es oral, máxime si se
advierte que dicha terminología también la ha utilizado el
juez límite en la materia cuando se refiere al artículo 331 del
CPC, sobre el cual no hay dubitación al respecto.

Por fuerza de lo explicado, no existe la infracción


normativa de los preceptos adjetivos, cuya comprensión llevó
al Tribunal a considerar, que la ejecutoria de la sentencia por
medio de la cual se confirmó la declaratoria de ilegalidad del
cese colectivo de actividades que se profirió el 8 de marzo de
2017, contra la que se interpuso solicitud de adición o
aclaración, que se resolvió en providencia CSJ AL4950-2017
del 2 de agosto de 2017, ocurrió el 14 de ese mes y año,
cuando venció el término de ejecutoria de tal auto, pues esa
tramitación se realizó de forma escritural.

Luego entonces, no hay lugar a determinar si el juez de


la apelación aplicó indebidamente la norma sustantiva, por
cuanto, tal y como lo había planteado el cargo, era la
violación medio, que no se estructuró, la que abría el paso a
esa vulneración.

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Con todo, en gracia de discusión, se agrega que, de


concederse la razón al recurrente, esto es, de tener como
fecha de ejecutoria de la segunda sentencia (que confirmó la
declaratoria del cese de ilegalidad), el 9 de agosto de 2017,
cuando se emitió el auto que resolvió la aclaración y adición,
tampoco se arribaría al quiebre de la decisión del colegiado,
porque para ello la censura requería confrontar la totalidad
de sus premisas cardinales, en especial, debido a que, en
perspectiva de las consideraciones que no cuestiona, esa
variación en la fecha es intrascendente.

Tal la conclusión, pues el Tribunal argumentó que la


ejecutoria de la decisión CSJ SL3195-2017, era
imprescindible para desatar los efectos jurídicos de la
declaratoria de ilegalidad del cese de actividades, entre ellas,
la terminación con justa causa del contrato de trabajo,
porque:

1) Así se seguía el artículo 451 del CST.

2) De esa manera lo exigía el artículo 116 de la CCT


2016-2018, por cuanto, según ese precepto, el empleador
estaba facultado a «citar a descargos» a su trabajador, dentro
de los «cinco días siguientes» a la estructuración de la causal
que justificaba el despido, motivo por el cual, si se imputaba
su participación en la suspensión colectiva de las actividades
declarada ilegal, requería que esa actuación se desplegara
después de ejecutoriada la segunda sentencia.

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3) Las partes acordaron mediante acta de levantamiento


de cese de actividades, es decir, a través de un acuerdo extra-
convencional, el cual era válido, en la medida que mejoró los
derechos extralegales, que se requería la firmeza de la última
de las decisiones judiciales que se profieran en ese trámite
especial.

Nótese que, en relación con esas premisas


incuestionadas, la recurrente tampoco puede justificar, que
hubiere llamado a descargos a su trabajador el 3 de mayo
de 2017, esto es, mucho antes de que conociera que la
sentencia de segunda instancia iba a lograr su ejecutoria,
aun cuando se tomara para su firmeza, de la manera en que
lo pide, el 9 de agosto de esa anualidad.

Por lo tanto, en razón a que en ese escenario, en todo


caso, la consideración del Tribunal sobre la
«extemporaneidad por anticipación», que fue lo que le llevó a
considerar, sin que le fuera criticado, que el despido no se
realizó con apego a lo regulado en el procedimiento
disciplinario de la convención colectiva y que, a su juicio,
generó la ineficacia del finiquito, se negará la prosperidad del
ataque.

IX. CARGO SEGUNDO

Cuestiona la legalidad de la sentencia atacada por


interpretación errónea del artículo 467 del CST «lo que
condujo a aplicar indebidamente» los artículos 27, 37, 39, 47,
186, 249, 306, 307, 450, 451 del CST; 1° de la Ley 52 de

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Radicación n.° 91876

1975; 1° y 99 de la Ley 50 de 1990 y 26 de la Ley 100 de


1993.

Plantea que bajo la idea cierta de que «el acta de acuerdo


de levantamiento de cese de actividades» no era un acuerdo
extra convencional, se equivocó el Tribunal al considerar que
aquella tenía efectos vinculantes, porque esa fuerza y el
carácter normativo es propio de la convención colectiva, lo
que le otorga aplicación preferente sobre cualquier otro
pacto.

Afirma que así se ha considerado, entre otras, en las


sentencias CSJ SL1681-2017 y CC SU1185-2001, al
determinar el alcance del artículo 467 del CST, en
perspectiva del derecho a la huelga del artículo 55 de la CP y
los Convenios 151 y 154 de la OIT; que, en efecto, la
jurisprudencia ha indicado, que a la par con los reglamentos
y el laudo arbitral, la convención colectiva constituye derecho
objetivo y establece las obligaciones, deberes y facultades de
los sujetos del vínculo laboral.

Arguye que, en ese contexto,

Un acta de levantamiento de cese de actividades no tiene la


virtualidad de modificar el contenido de la convención colectiva
de trabajo vigente, pues su génesis no responde a un proceso de
negociación colectiva tendiente a la construcción, por esta vía, de
normas que regulen la relación laboral vigente entre las partes,
ni de mecanismos que tengan como finalidad aclarar o precisar
el alcance de disposiciones convencionales.

Discurre que, no obstante, el empleador y los


trabajadores pueden celebrar acuerdos y convenios que no

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33
Radicación n.° 91876

estén revestidos de solemnidad como la convención, estos


han de ser utilizados para aclarar aspectos oscuros o
deficientes de las normas extralegales; que no pueden, por
ende, llegar a variarlos, de tal manera que cambien aspectos
definidos o introduzcan unos distintos de los acordados; que
así se ha adoctrinado, por ejemplo, en la providencia CSJ
SL14342-2017.

Indica que, por lo expuesto,

lo que se colige [es] que un acta de levantamiento de cese de


actividades en el que “La empresa y sindicatos se comprometen
a acatar y a cumplir el fallo de última instancia del proceso
judicial” NO CONSTITUYE UN ACUERDO EXTRA
CONVENCIONAL ACLARATORIO NI MODIFICATORIO, por lo que
es palmario el yerro jurídico en el que incurrió el Tribunal al
otorgarle dicha naturaleza jurídica a una simple acta.

Agrega que la sentencia CSJ SL8155-2016 que el juez


de la apelación tomó como insumo de su proveído, no
constituía precedente en el particular, pues versó sobre un
asunto distinto en el que se suscribió un acuerdo extra
convencional, no como en el presente, un acta de
levantamiento de cese de actividades; que de no haber
incurrido en ese error «jamás habría considerado que la
citación a descargos “se realizó de manera extremadamente
prematura a la oportunidad procesal dispuesta según la
convención colectiva para iniciar dicha etapa”».

Solicita que, en sede de instancia, se tenga en cuenta


que cumplió con los requisitos del artículo 16 de la CCT y los
del artículo 450 del CST, los cuales, en todo caso, no
quedaron modificados por el «acta de levantamiento de cese

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34
Radicación n.° 91876

de actividades» (demanda de casación, expediente digital).

X. RÉPLICA

Reitera que la impugnación utiliza este medio


extraordinario como si se tratara de una tercera instancia;
que ello se demuestra con la identidad entre la apelación y
los cargos planteados y que, sobre el particular, ya se ha
pronunciado la Corte en anteriores oportunidades.

Señala que la censura «pretende decir que erró el


sentenciador de segundo grado al respetar el acuerdo que ella
misma firmó para conseguir su objetivo, que luego incumplió y
que ahora espera restarle validez», lo cual demuestra su mala
fe, pasando por alto adicionalmente que,

[…] en dicho acuerdo y como se expresó en la oposición al cargo


anterior, los artículos 450 y 451 sustantivos no facultaron a
CERRO MATOSO S.A. para despedir al trabajador antes del 14
de agosto de 2017, mucho menos la facultaron para despedirlo
antes de esa fecha y condicionar la efectividad del retiro hasta
después de la misma […]. Aceptar en este momento que el
acuerdo en donde la empresa y el sindicato ni modificaron ni
variaron el contenido del procedimiento disciplinario como
confusamente lo plantea en la casación el recurrente, sino que
determinaron la oportunidad para iniciar los procesos
disciplinarios a la ejecutoria de la providencia de cara a los
términos de la norma convencional como se evidencia de una
lectura de la cláusula 6 adjunta, resultaría premiar la mala fe.

Afirma que la empresa utiliza aquel acuerdo a su


conveniencia, pues en otras oportunidades, como la
analizada en la sentencia CSJ SL1114-2021, lo aplicó para
reintegrar a un trabajador, despojarlo de su indemnización y
volverlo a despedir con justa causa y que, aun con
prescindencia de lo pactado, el fallo confutado concluyó, que

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Radicación n.° 91876

de todas formas, «la ley le imponía el deber a CERRO MATOSO


S. A., de esperar la firmeza de una sentencia para ejercer las
facultades que el artículo 450 y 451 sustantivo le conceden»
(demanda de casación, expediente digital).

XI. CONSIDERACIONES

El Tribunal, en lo que respecta al punto del recurso


extraordinaria, arguyó:

i) Que el «acta de levantamiento de cese de actividades»,


por medio de la cual se convino que el empleador no iniciaría
trámite disciplinario alguno contra sus trabajadores, hasta
tanto no quedara en firme la sentencia de segunda instancia
que declarara como ilegal la suspensión colectiva, era un
«acuerdo extraconvencional».

ii) Que el mismo era válido y vinculante pues, conforme


a lo considerado en la sentencia CSJ SL8155-2016 y en
aquella que no casó la proferida en el trámite «2018-00465-
01», había introducido condiciones que mejoraban los
derechos convencionales.

La censura, por su parte, plantea que el colegiado


interpretó con error el artículo 467 del CST, porque, a pesar
de que acertó en advertir que el convenio en referencia no era
un acuerdo extra convencional, debió afirmar que a este
pacto no le resultaba posible modificar, como lo hizo, lo
acordado en la convención colectiva, por cuanto la última era
vinculante y prevalente.

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Enfrenta la Sala los fundamentos de la sentencia con


los de la censura, en razón a que de ello emerge que esta
olvida que, en aras de que el recurso extraordinario no pierda
su finalidad legal y constitucional, debe presentar una
confrontación a la segunda sentencia, «completa en su
formulación, suficiente en su desarrollo y eficaz en lo
pretendido», al tenor de lo recordado en las sentencias CSJ
SL1982-2020; CSJ SL4699-2020; CSJ SL200-2021; CSJ
SL674-2021; CSJ SL1471-2021.

Así se dice porque, aunque adjudica la comprensión


equivocada de la norma, no realiza el correspondiente juicio
comparativo entre la intelección que el Tribunal imprimió a
esa normativa y la que debió haber realizado, al tenor de lo
explicado en la sentencia CSJ SL3105-2020, en la que se
puntualizó:

A efectos de que el ataque enfilado por interpretación errónea


tenga vocación de ventura, el recurrente deberá señalar y
demostrar cuál fue la inteligencia equivocada que [el juzgador]
les dio a las normas legales denunciadas y cuál el entendimiento
que, a su juicio, debió asignarse a éstas.

Como lo ha explicado, con reiteración esta Sala de la Corte, “La


interpretación errónea de la ley tiene cabida en el recurso
extraordinario, cuando el sentenciador halla en la norma una
inteligencia o un alcance, distintos de los que contiene, es decir,
cuando el entendimiento de la misma por aquel es equivocado o
erróneo; de aquí que el casacionista esté obligado en su demanda
a indicar cuál fue el sentido errado que le imprimió el juzgador y
cuál el verdadero que debió darle” (sentencia del 24 de enero de
1973).

Tal falencia resulta imposible de superar, si se tiene en


cuenta que la argumentación del embate, además, parte de
una premisa falsa, al referir que el segundo juez negó la

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Radicación n.° 91876

condición de acuerdo extra convencional al «acta de


levantamiento de cese de actividades».

Efectivamente, si se vuelve sobre las consideraciones de


la sentencia atacada, se colige que ello no fue lo que definió
el juez de la apelación, pues, por el contrario, partiendo de
esa naturaleza, consideró que el acuerdo era válido y
vinculante.

Así las cosas, el ataque no debate las verdaderas


consideraciones jurídicas de la decisión y, en todo caso, por
la naturaleza del cargo, no destruye la premisa fáctica según
la cual, a través del acta en mención, las partes acordaron
una modificación que beneficiaba los derechos
convencionales.

En ese contexto, no hay lugar a quebrar la decisión


recurrida, por dos razones principales. La primera, porque el
cuestionamiento deja indemne la totalidad de cimientos del
fallo analizados en el presente cargo, pero también los
expuestos al desatar el inicial, a los que se remite la Sala y,
la segunda, pues en perspectiva de lo deducido por el
Tribunal, sin confutación alguna, no hay equívoco en su
estimación.

Así se dice, en razón a que la jurisprudencia ha


explicado, entre otras, en las sentencias CSJ SL5173-2020
(que reitera, los fallos CSJ SL3325-2018 y CSJ SL1680-2020)
y CSJ SL2768-2021, que el conflicto colectivo «no puede
reducirse a aquel que abre el camino a la negociación colectiva

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estrictamente reglada en las leyes sustantivas laborales»,


pues ello conduciría a «normalizar la idea de que “la
negociación es “buena” y el conflicto “malo”, e incluso
implicaría convalidar un pensamiento incompatible con el
criterio que, hoy por hoy, reconoce el carácter multiforme y
polivalente de la huelga […]».

En otras palabras, que aquel es un concepto general


que engloba cualquier discrepancia o disputa entre los
trabajadores debidamente organizados y/o asociados y/o
unidos por un interés común y los empleadores, que, por lo
general, se enfrentan al denominado «conflicto de intereses»
(antes económico), especialmente respecto de «un amplio
portafolio de puntos relativo a las condiciones de trabajo y
empleo, que pueden o no ser cuantificables y estimables
económicamente» (CSJ SL3325-2018), que tiene por objeto o
finalidad modificar, mejorar y regular «las […] preexistentes».

De ahí que en «los conflictos colectivos pueden


vislumbrarse […] múltiples ámbitos en los que transitan
cualquiera [de los] intereses profesionales, económicos o
sociales de las personas trabajadoras, que pueden ser
defendidos a través de [diferentes] mecanismos de presión
[…]» (CSJ SL2768-2021), que podrían dar lugar al uso de
otros figuras del derecho del trabajo, que cumplen con la
función de equilibrar la «fuerza para la que está llamado a
servir», entre ellas, la de la negociación colectiva de trabajo y
la huelga.

Ahora, aquel instituto, que es el que concierne al

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presente asunto, ha sido concebido como un derecho social


humano y fundamental, garantizado en los artículos 39 y 55
de la CP; 10° del Convenio 087 de 1948 y 2° y 4° del Convenio
098 de 1948 de la OIT, referentes al fomento y defensa de los
intereses de los trabajadores, la estimulación del diálogo
obrero patronal en aras de ejercer mecanismos de
negociación voluntaria que tienen como fin: «(a) fijar las
condiciones de trabajo y empleo, o (b) regular las relaciones
entre empleadores y trabajadores, o (c) regular las relaciones
entre empleadores o sus organizaciones y una organización o
varias organizaciones de trabajadores, o lograr todos estos
fines a la vez».

Tales objetivos se alcanzan, en los términos de la


sentencia CC C495-2015, no sólo en

[…] la presentación de pliegos de peticiones y a la suscripción de


convenciones colectivas, sino que incluye todas las expresiones
de acuerdo mutuo y recíproco que se dan entre trabajadores y
empleadores, cuyo propósito es el de regular mediante la
concertación voluntaria las condiciones de trabajo, sobre la base
de la existencia de un conflicto económico laboral.

Por ello, al referirse a la finalidad de la negociación


colectiva, la Corte, en la sentencia CSJ SL2615-2020, que
reitera la CSJ SL14463-2017, señaló:

La negociación colectiva es, fundamentalmente, un sistema de


creación de reglas y, a la vez, de solución de los conflictos de
trabajo que se habilita en el reconocimiento estatal de la facultad
normativa creadora que tienen las fuerzas sociales, en este caso
las organizaciones de trabajadores.

La finalidad que se le adscribe es la de constituirse en un medio


para alcanzar la justicia en las relaciones de trabajo, dentro de
un espíritu de coordinación económica y equilibrio social; por ello
está dotada de aptitud para resolver el conflicto y además se le
reconoce su carácter de fuente material de derecho, que es lo que
permite que los convenios colectivos de trabajo tengan eficacia

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automática e imperativa, es decir que sean inderogables por


actos procedentes de la autonomía privada individual.

De ahí, que las negociaciones dentro de las relaciones


laborales de naturaleza colectiva, puedan conducir a
diferentes herramientas de regulación del empleo, las cuales
se definen y diferencian por los tiempos, finalidad, formas y
régimen regulatorio que les sea aplicable, ya que, como se
indicó en el fallo CSJ SL3355-2020 «el Código Sustantivo de
Trabajo ofrece una serie de instrumentos, que han de ser
usados gradualmente, con miras a llegar a una solución,
privilegiando, en todo caso, lo que la doctrina ha llamado la
autocomposición […]».

En ese contexto, dentro de la autocomposición, como se


ha explicado, por ejemplo, en los fallos CSJ SL12575-2017,
que reitera las reglas de las CSJ SL, 3 jul. 2008, rad. 32347
y CSJ SL, 20 jun. 2012, rad. 39744, las partes, en desarrollo
del principio de la autonomía de la voluntad, pueden
suscribir acuerdos individuales y colectivos que regulen las
condiciones de empleo.

Dentro de los últimos, puede existir una clasificación


adicional, que, como se dijo en precedencia, depende de
varios factores, entre ellos, las formas y etapas que le
preceden y el régimen legal aplicable. De ahí que pueden ser
acuerdos extra convencionales o convencionales.

En relación con los primeros, que son los que centran


el debate, la Corte, en la primera sentencia, señaló:

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Nada se opone a que en el Derecho del Trabajo los trabajadores,


bien sea por si mismos o representados por la organización
sindical a la cual pertenecen, celebren acuerdos con los
empleadores tendientes a regular diversas situaciones
laborales y menos aún, tampoco puede haber oposición o
ilicitud en cuanto con ellos se superen los mínimos derechos
legales o inclusive convencionales. Si el simple acto unilateral
de un empleador puede crear derechos para los trabajadores en
tanto superen los mínimos legalmente establecidos, con mucha
mayor razón ello puede aplicarse a los convenios directos que
celebren con sus servidores.

Un acuerdo, como el que ahora ocupa la atención de la Sala, se


convierte en ley para los contratantes sin desconocer el clásico
principio que lo informa y según el cual debe ejecutarse de buena
fe. Así se desprende claramente de los artículos 1602 y 1603 del
Código Civil, que entre otros regulan el efecto de las obligaciones
válidamente celebradas y de cuyas fuentes o nacimientos,
señaladas en el artículo 1494 ibidem, vale la pena destacar el
concurso real de voluntades de dos o más personas o el hecho
voluntario de la persona que se obliga. (Resaltado fuera del texto).

Se tiene entonces que tales arreglos producen efectos para las


partes, siempre que sean para aclarar y/o mejorar las
condiciones que ya han sido pactadas, e incluso, no necesitan
ninguna solemnidad y no requieren -como se afirmó a espacio-
de depósito en los términos del artículo 469 del Código
Sustantivo del Trabajo, para gozar de plena validez.

Por consiguiente, en razón a que, los acuerdos extra


convencionales surten plenos efectos jurídicos, cuando: i) no
desconocen derechos mínimos de los trabajadores; ii) ni
modifican los extralegales obtenidos a través de un
instrumento colectivo en detrimento de sus titulares; iii)
tienen objeto y causas lícitas y no trasgredan el orden
jurídico imperante, no podría endilgarse yerro jurídico en la
decisión que se analiza al otorgarle poder vinculante a lo
acordado entre el sindicato y el empleador, en el marco de un
conflicto colectivo.

Colige la Corte lo último, porque al tenor de lo


adoctrinado, no hay yerro en la determinación del Tribunal,

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según la cual, el acta por medio de la cual se plasmó lo


convenido para levantar el cese de actividades fue un
acuerdo extra convencional; además, no se demostró, que
este incumpliera alguna de las condiciones para su validez.

Nótese además que la discusión sobre la modificación a


la convención colectiva, en desmedro de los derechos de los
trabajadores, conllevaría un juicio fáctico probatorio,
imposible de abordar por la vía de puro derecho.

Por las razones inicialmente expuestas, el cargo se


desestima.

Costas responsabilidad de la recurrente y como


agencias en derecho se impone a favor del opositor, la suma
de nueve millones cuatrocientos mil pesos ($9.400.000), que
deberá ser tenida en cuenta en la correspondiente
liquidación a cargo del juzgado, al tenor del artículo 366 del
CGP en relación con el 145 del CPTSS.

XII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia proferida por la Sala Civil, Familia, Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Montería, el nueve
(9) de diciembre de dos mil veinte (2020), en el proceso que
instauró IVÁN RAMIRO LÓPEZ ÁLVAREZ contra CERRO
MATOSO S. A.

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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al Tribunal de origen.

SANTANDER RAFAEL BRITO CUADRADO

CECILIA MARGARITA DURÁN UJUETA

CARLOS ARTURO GUARÍN JURADO

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