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Introducción
Uno de los temas menos abordados en la literatura especializada en investigación
cualitativa es el análisis de datos. Por lo general, los libros de metodología centran su
atención en la enseñanza de técnicas de recolección-construcción de datos, más que en
explicitar los procedimientos que permiten darle sentido a éstos. Incluso, en las
publicaciones académicas o en las clases y seminarios de investigación que se realizan en
las universidades –tanto a nivel licenciatura como posgrado–, este aspecto de la
investigación no siempre es abordado con claridad, profundidad y suficiencia. Esto lleva a
algunos autores a afirmar que “el análisis de datos constituye una de las actividades más
complejas y más oscuras en la investigación cualitativa” (Rodríguez, Gil y García, 1999:
197).
En parte, esto se explica por el hecho de que “tradicionalmente no han sido
abundantes las pautas o los modelos con los que el analista puede contar para guiar su
tarea” (Rodríguez, Gil y García, 1999: 197). A diferencia de la metodología cuantitativa,
que suele contar con herramientas estandarizadas que se aplican en momentos específicos
del proceso de investigación, el investigador cualitativo suele desarrollar “sus propios
modos de analizar los datos” (Taylor y Bogdan, 2010: 159), los cuales aplica desde el
momento mismo de su recolección-construcción, durante el trabajo de campo (Taylor y
Bogdan, 2010; Hammersley y Atkinson, 1994; Ruiz Olabuénaga, 2009). En ese sentido, la
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investigación cualitativa depende mucho más de la creatividad, intuición e imaginación del
propio investigador al momento de realizar su análisis.
Esto no quiere decir que no existan ciertos procedimientos o estrategias
relativamente estandarizadas para realizar esta tarea, sobre las que incluso existe cierto
consenso dentro de la comunidad científica. El objetivo de este documento es recuperar
algunos de estos procedimientos y estrategias y presentarlas como una serie de
recomendaciones para que las y los estudiantes del Taller de métodos cualitativos puedan
realizar un análisis de los datos recabados durante su trabajo de campo.
El análisis de datos
De acuerdo con Spradley, “el análisis de cualquier tipo implica una forma de pensar. Se
refiere a la examinación sistemática de algo para determinar sus partes, la relación entre
partes, y su relación con el todo” (Spradley, 1980: 85). En ese sentido, la forma en cómo
pensamos un fenómeno de estudio para identificar los elementos que lo constituyen, y saber
cómo dichos elementos se relacionan entre sí y conforman un todo, puede variar por
multiplicidad de razones, concernientes a nuestros propios marcos de referencias, tanto
biográficos como académicos, pues a final de cuentas “en el análisis nos basamos en lo que
sabemos para que nos ayude a comprender lo que ignoramos” (Strauss y Corbin, 2012: 88).
Por otro lado, realizar esta tarea de forma sistemática implica no sólo tener en claro
las técnicas y procedimientos que empleamos y los elementos sobre los que las empleamos,
sino reflexionar sobre ello a la luz del conocimiento resultante. En este caso, lo que
analizamos es el dato, pero también la forma en cómo lo construimos. El dato puede ser
conceptualizado como una unidad de información que es construida por el investigador
durante su trabajo de campo, la cual requiere de alguna clase de soporte que permita su
registro y posterior consulta o exposición. Por ejemplo, el dato puede sedimentarse en
texto, imagen o sonido, por lo que se requiere de papel, lápiz o pluma (o sus sustitutos
electrónicos), cámara fotográfica o de video y grabadora de audio. Estas tecnologías no
sólo hacen posible la construcción del dato, sino que también lo condicionan, por lo que su
uso no es inocente y requiere problematizarse.
El análisis de datos puede definirse “como el conjunto de manipulaciones,
transformaciones, operaciones, reflexiones, comprobaciones que realizamos sobre los datos
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con el fin de extraer significado relevante en relación a un problema de investigación”
(Rodríguez, Gil y García, 1999: 200). En investigación cualitativa, el proceso que se sigue
para el análisis es principalmente da carácter inductivo, esto es, se pasa de una perspectiva
centrada en lo particular, basada en la evidencia concreta de una realidad específica, a
formular generalizaciones que puedan ser comprobadas en otros casos al interior del mismo
objeto de estudio en un primer momento, como en otros objetos y contextos en un segundo
momento. Sin embargo, lo cierto es que los investigadores suelen apoyarse tanto de la
inducción como de la deducción para realizar sus análisis, como lo menciona Flick.
Para Angroniso (2012), situado desde una lógica inductiva, existen dos formas
principales de hacer análisis:
Entre las recomendaciones que da Angrosino (2012) para realizar análisis de las
notas de campo, construidas principalmente a partir del uso de la técnica de la observación
participante, pero que pueden aplicarse a otras técnicas de recolección-construcción de
información, se encuentran las siguientes: gestión de datos, que nos permita tener la
información ordenada y a la mano; lectura general de esos datos, para tenerlos frescos en la
memoria; y clarificación de categorías, que supone la descripción de las notas y su
clasificación a partir de categorías o temas, ya sea a partir de nuestros referentes teóricos o
que se desprendan de los mismos datos.
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Por su parte, González Martínez (2003) identifica cuatro operaciones básicas para el
análisis de datos, algunas de las cuales se asemejan a las propuestas por Angrosino:
conceptualizar, categorizar, organizar y estructurar. Para facilitar el entendimiento de estas
operaciones, González Martínez presenta el siguiente cuadro:
Término Pregunta
Conceptualizar: ordenar por ideas y/o ¿Cuántas ideas diferentes señalaron los sujetos estudiados
pensamientos para cada pregunta u objeto(s) de observación?
Categorizar: reunir las ideas y/o ¿En cuántas categorías se pueden agrupar todas las ideas
pensamientos en grupos que las emitidas por los sujetos para cada pregunta u objeto(s) de
contengan observación?
Organizar: visualizar la forma como se ¿Cómo están organizadas las categorías que incluyeron
estructura un todo todas las ideas expresadas por los sujetos estudiados, para
cada una de las preguntas u objeto(s) de observación?
Estructurar: acción de distribuir y ¿Cuál es el esquema y/o mapa conceptual resultante de la
ordenar las partes en un todo ejecución de los pasos anteriores, para cada una de las
preguntas u objeto(s) de observación?
Corbin señala que el análisis cualitativo es a la vez un arte y una ciencia, porque
“sin el componente científico nuestros hallazgos se verían más como un trabajo de ficción
que como una investigación, sin el componente artístico los hallazgos serían estériles y no
tendrían creatividad” (2010: 19). Para asegurar la calidad del trabajo científico, esta autora
propone la puesta en práctica del pensamiento crítico por parte del investigador,
particularmente para cuestionar nuestras suposiciones respecto a los datos (¿por qué
suponemos lo que suponemos?), las teorías que utilizamos para analizarlos (entendiendo
que éstas se generaron en otros contextos y para explicar otros problemas diferentes al
nuestro) y las interpretaciones que generamos sobre ellos (¿qué estamos interpretando y por
qué lo hacemos de esa manera?).
Paso ahora a abordar algunos de los procesos más elementales para la realización de
un análisis de datos, centrado sobre todo desde la lógica de la teoría fundamentada, no sin
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antes recordar las palabras de DeWalt y DeWalt (2011: 179), quienes subrayan que el
análisis de datos depende de las siguientes operaciones básicas: “leer, pensar y escribir; y
releer, repensar y reescribir”.
Codificación y categorización
Una de las características de la investigación cualitativa es que si bien suele trabajarse con
pocos sujetos, el volumen de información que se genera es por lo regular bastante grande,
por lo que una operación necesaria para el proceso de análisis es reducir esa información
por medio de abstracciones (Álvarez-Gayou, 2018; Corbin, 2010). Una forma de hacerlo es
a través de la codificación. Para Coffey y Atkinson, “la codificación puede concebirse
como una manera de relacionar nuestros datos con nuestras ideas acerca de ellos” (2003:
32). Sin embargo, estos autores advierten que si bien “la codificación puede ser parte del
proceso de análisis, no debe confundirse con el análisis del mismo. En otras palabras, la
codificación no debe considerarse sustituto del análisis” (Coffey y Atkinson, 2003: 31).
Este proceso de codificación se puede realizar de diversas maneras. Por ejemplo, en
algunos casos se sugiere que el investigador haga una lista se códigos a partir de la
literatura consultada, de los temas contenidos en las guías de entrevista o incluso de las
intuiciones del propio investigador (Gibbs, 2012). Cuando tomamos conceptos de la
literatura, estamos utilizando “códigos construidos” (Flick, 2007). “Lo opuesto de
comenzar con una lista dada de códigos es empezar sin tener ninguno. Habitualmente, este
enfoque recibe el nombre de codificación abierta (…), quizá porque se intenta hacerlo con
una mente abierta” (Gibbs, 2012: 71).
Por otro lado, conviene tener en claro las perspectivas a partir de las cuales se
codifican e interpretan los datos. La émic, por ejemplo, se apoya en los términos o
expresiones que utilizan los sujetos para nombrar, valorar e interpretar su realidad. Estas
categorías conceptuales reciben también el título de folk o conceptos nativos, los cuales
“son los preferidos” de algunos autores “porque están más próximos al material estudiado”
(Flick, 2007: 195). La etic, por el contrario, se construye desde la perspectiva del sujeto
investigador, quien a partir de sus marcos de referencia, sean estos documentales o
experenciales, define y clasifica una otredad que no entiende (o al menos no explica) desde
adentro, sino desde afuera. Ambas perspectivas pueden y suelen utilizarse de manera
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conjunta, ya que el conocimiento se construye en el diálogo que logramos establecer entre
ellas.
La codificación puede también ser entendida como una forma de separar y de juntar.
Se separan fragmentos de los documentos que se están analizando para agruparlos, a partir
de incorporarles una o varias etiquetas, con otros que tienen características o propiedades
similares, independientemente de si son del mismo documento o de otros que estamos
utilizando en nuestro estudio. La etiqueta o código permite localizarlo no sólo en una
dimensión física (dentro del documento o agrupado con otros fragmentos), sino conceptual.
¿Qué se codifica? De entrada, todo aquello que nos parezca significativo, que nos
llame la atención, que nos increpe de alguna manera. Aunque también se puede intentar
codificar todo el texto, dependiendo el grado de detalle que nos interese. Así, por ejemplo,
“un texto puede codificarse línea por línea, oración por oración o párrafo por párrafo, o se
puede asociar un código a textos enteros (un protocolo, un caso, etc.)” (Flick, 2007: 196).
Pero independientemente del grado de detalle que busquemos, dos son las operaciones
básicas que se recomiendan para el análisis y, por tanto, para la codificación: “la
formulación de preguntas y la comparación. Sin importar la etapa de la investigación se
hacen preguntas y se comparan resultados” (Corbin, 2010: 29).
Algunas preguntas básicas que se le puede hacer a los datos cuando comenzamos el
análisis, de acuerdo con Charmaz (en Gibbs, 2012: 67), son las siguientes:
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Por lo general, los primeros códigos que formulamos al comenzar el análisis de un
texto son de carácter descriptivo. Sin embargo, la apuesta es poder transitar, poco a poco,
hacia la elaboración de códigos más analíticos, más teóricos, más abstractos (Gibbs, 2012;
Flick, 2007). Ahora bien, ¿qué es lo que se puede codificar? A partir del trabajo de Strauss,
Bogdan y Biklen, y Mason, Gibbs (2012: 73-74) señala los siguientes elementos:
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entre conceptos y los conceptos genéricos, o las categorías y conceptos superiores” (Flick,
2007: 193). Se trata de agrupar, en torno a conceptos de mayor abstracción,
Tanto la definición de los códigos como la construcción de categorías dependen de
la elaboración de memorandos. Los memorandos son notas de distinta naturaleza que nos
permiten registrar nuestro proceso de análisis. Por ejemplo, “una función clave de estos
memorandos es anotar la naturaleza de un código y las ideas que se encuentran tras él, y
explicar cómo se debería aplicar el código o qué clases de textos, imágenes, etc., se
deberían vincular con él” (Gibbs, 2012: 66).
Los códigos que se han mencionada hasta ahora no son los únicos que se utilizan
para analizar los datos, pero sí son los más elementales. El análisis tampoco se limita a
generar códigos y categorías. Sin embargo, este procedimiento de codificación resulta ser
bastante útil para realizar análisis y elaborar reportes de investigación.
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Bibliografía:
Coffey, Amanda y Atkinson, Paul (2003). Encontrar el sentido a los datos cualitativos.
Estrategias complementarias de investigación. Medellín, Colombia: Universidad de
Antioquia.
Corbin, Juliet (2010). La investigación en teoría fundamentada como medio para generar
conocimiento profesional, en Silvia Bénard Calva (coord.), La teoría fundamentada: una
metodología cualitativa (13-54). México: Universidad Autónoma de Aguascalientes.
DeWalt, Kathleen M., y DeWalt Billie R. (2011). Participant observation. A guide for
fieldworkers. Estados Unidos: Altamira Press.
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Flick, Uwe (2007). Introducción a la investigación cualitativa. España: Ediciones Morata
S. L. / Fundación Paideia Galiza.
Rodríguez Gómez, Gregorio, Gil Flores, Javier y García Jiménez, Eduardo (1999). Capítulo
XI: Aspectos básicos sobre el análisis de datos cualitativos, Metodología de la
investigación cualitativa (197-218). Málaga, España: Ediciones Aljibe.