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Hoy en día, la tecnología es parte del sistema de vida de todas las sociedades.

La ciencia y la
tecnología se están sumando a la voluntad social y política de las sociedades de controlar sus
propios destinos, sus medios y el poder de hacerlo. La ciencia y la tecnología están
proporcionando a la sociedad una amplia variedad de opciones en cuanto a lo que podría ser el
destino de la humanidad.

El siglo XX

A pesar de toda la algarabía que se produjo el pasado fin de año con la supuesta conclusión del
milenio, se sabe a las claras que el 31 de diciembre del presente termina este ciclo de mil años de
historia del hombre. Poco antes de terminar 1999 se hicieron muchas listas, se organizaron por
jerarquías los avances de la humanidad, los grandes hombres, en fin, todo lo que se quiso con tal
de otorgar magnificencia al falso concluir de 10 siglos.

Pero me interesa echar una mirada a lo que pudiera ser el rasgo característico del siglo XX. Entre
los avances científicos y técnicos, sin duda, hay para escoger. Desde los antibióticos hasta la
televisión, pasando por la consabida computación que invade nuestras vidas hasta el último
reducto y la carrera espacial y la energía atómica. En fin, sé que paso por alto muchos inventos
importantes, pero puedo concluir con el ejemplo de la biogenética y sus clones escalofriantes que
amenazan con cambiar la mismísima sicología del ser humano. Muchos dirán que el rasgo
fundamental del siglo que termina cae en la esfera del desarrollo científico. Otros dirán que, como
casi siempre ha sido, la veta predominante es el afán de hacer la guerra. Y, si de conflagraciones se
trata, en este siglo tenemos las dos guerras mundiales con sus millones de muertos y, para
bochorno de la especie, los horrores de la Segunda.

Ahora quiero hacer un alto para traer a colación el caso de una mancha de salmones atrapados en
la red de un pescador. Los peces, viviendo a sus anchas y sin la menor sospecha de que sus vidas
están amenazadas, nadan completamente identificados con la paz que la rutina de sus existencias
les otorga. De pronto se ven enredados en algo incomprensible, nunca experimentado, que les
impide nadar. Comienzan, con desespero, a buscar un escape de aquello que los alza sin remedio
hacia la luz cegadora que siempre vieron, pero que nunca tentaron. Finalmente son alzados fuera
del agua y tirados en una superficie dura. Aletean mientras agonizan por asfixia. Finalmente
mueren sin saber de dónde ni por qué les llegó ese fin tan extraño.

Lo experimentado por los salmones es exactamente lo que han experimentado millones de seres
humanos a lo largo de estos últimos cien años. Lo que caracteriza al siglo XX es la triste existencia
del perseguido y la bochornosa existencia del perseguidor. Lo que en siglos pasados mayormente
se limitaba a guerras que, aunque disfrazadas de religiosidad o ideologías, en el fondo eran pugnas
por dominios económicos, en nuestro siglo es una real persecución por ideología, raza, color,
credo religioso o sexo. La especialización de la persecución llega a niveles tales que todos los que
ahora leen este artículo en algún momento de sus vidas han sido perseguidos y muchos, aun
ahora, todavía lo son.

La persecución masiva de seres humanos comenzó con la fatídica revolución de octubre de 1917
con el nefasto Lenin a la cabeza, seguido por Stalin. La caza de judíos alcanza su esplendor en la
Segunda Guerra Mundial y, al concluir, nace todo un mundo comunista cuyo credo es,
precisamente, la especialización del perseguidor en detrimento del perseguido. Hoy, a pesar del
desplome ridículo del bloque comunista, la persecución sigue siendo la peor plaga del siglo.

El caso de Cuba es ejemplarizante. ¿Qué puede necesitar un hombre como Castro a su edad y
después de tantos años ejerciendo el poder sin limitaciones? Nada, no necesita nada, sin embargo
mantiene en pie la persecución a pesar de que muy bien pudiera retirarse a ver el tiempo pasar
hasta que la muerte lo sorprenda lleno de honores que él sabe falsos, pero en paz y bien
custodiado. Este siglo, sin duda, es una constante carrera de alguien que huye y otro que caza, y
muchas veces bajo la mirada complaciente de espectadores neutros que, por no tocarles a ellos –
al menos en ese momento– no se preocupan por el mal ajeno.

El ser humano debe poner rumbo hacia la eliminación de la persecución. Para eso, primero, debe
comprender que desde hace mucho está sumido en el error de perseguir. Cuando esa ecuación
cambie, cambiará el destino de la humanidad. La única herramienta que veo a mano hoy día para
mejorar esa situación es en el terreno ideológico: promover hasta la saciedad la Declaración de
Derechos Humanos de Naciones Unidas y buscar las vías de generar riquezas para exterminar la
miseria. Y no debo estar muy desacertado porque, en casi todas partes, los activistas de derechos
humanos forman parte de la legión de los perseguidos. Debemos esforzarnos por dejar un legado
más humano y comenzar el nuevo siglo haciendo hincapié en el fin de la demente carrera de la
persecución.

La era atómica

Después de la segunda guerra mundial, los investigadores lograron hallar los medios que
posibilitaron el uno de la energía nuclear con fines pacíficos: la medicina, producción de energía
eléctrica, transportaciones, etc. Pero la utilización de la energía nuclear planteada todavía
numerosos problemas que inspiran una fuerte desconfianza y resistencia por parte de algunos
sectores de la sociedad.

Efectos negativos de la tecnología

Durante las últimas décadas, algunos observadores han comenzado a advertir sobre algunos
aspectos destructivos y perjudiciales derivados de la tecnología, y se argumenta que ello es
consecuencia de la incapacidad de los gobiernos y las industrias para predecir o valorar los
posibles efectos negativos del desarrollo acelerado de los productos tecnológicos.

. La contaminación atmosférica, que proviene de muchas fuentes, principalmente de las centrales


térmicas que queman combustibles fósiles, de los desastres nucleares y de los tubos de escape de
los automóviles, está provocando el "efecto invernadero" o calentamiento de la superficie;

. Los recursos naturales, incluso los no renovables como el petróleo, se están usando por encima
de sus posibilidades;

. La destrucción masiva de selvas y bosques, que puede tener a largo plazo graves efectos en el
clima mundial.

. Los gases contaminantes, emitidos por los automóviles y las industrias, están provocando el
adelgazamiento de la capa de ozono, lo que conduce a intensificar la radiación ultravioleta con
graves peligros para la salud.
. Pesticidas como el DDT amenazan la cadena alimenticia;

. La caza y pesca indiscriminadas, así como los derrames de petróleo en el mar, amenazan la
supervivencia de especies animales en vías de extinción, como es el caso de la ballena;

. Los residuos minerales usados por la industria están contaminando ríos, lagos y mares, así como
las reservas de agua subterránea;

. El medio ambiente ha sido tan dañado por los procesos tecnológicos que uno de los mayores
desafíos de la sociedad moderna es la búsqueda de lugares para almacenar la gran cantidad de
residuos que se producen;

. En el aspecto social, la amenaza a ciertos valores, como la calidad de vida, la libertad de elección,
la igualdad de oportunidades y la creatividad individual

Los grupos de presión ecologistas. La grave situación producida por los efectos negativos de la
tecnología, ha provocado reacciones entre grupos ecologistas cada vez más influyentes, que en
diversas formas se han manifestado en contra de las amenazas al medio ambiente y a la vida en el
planeta. Aunque desde el siglo XIX se empezó a ejercer presión de estos grupos, logrando en Gran
Bretaña la aprobación de leyes que limitaran la contaminación, en la segunda mitad del siglo
veinte estos grupos comenzaron a exigir leyes más restrictivas, aunque en ocasiones eran poco
realistas.

A pesar de todas las alternativas planteadas y puestas en práctica para reducir los efectos
negativos del avance tecnológico, aún falta mucho por hacer y se debe insistir una y otra vez en
concientizar no sólo a los gobiernos y a las grandes empresas industriales, sino también al
ciudadano común que de manera irresponsable abusa de la utilización de recursos naturales como
el agua, arroja desperdicios a la vía pública y a los ríos, o por descuido provoca incendios
forestales. Es necesaria una profunda toma de conciencia sobre los graves riesgos que conlleva
todo ese tipo de amenazas contra la vida en el planeta; sería paradójico y terrible que ésta llegara
a su fin ya no por el estallido de una tercera guerra mundial desencadenada por los gobiernos
poseedores de energía nuclear, como tanto se temió durante la Guerra fría, sino por un
injustificable y fatal descuido de la especie humana en su conjunto.

Conclusión

Está claro que entre la ciencia, la tecnología, y la sociedad existe una estrecha relación. Y esta
estrecha relación podría considerarse hoy en día como indestructible, es decir, en nuestros
tiempos la sociedad está tan ligado con estos dos señores que es imposible de separarlos. No
tanto imposible de separarlos, sino, que serian muy difícil de separar.

En nuestros tiempos todo depende de la ciencia y la tecnología, todo esta basado en la tecnología.
Y cada día que pasa esta dependencia se hace mayor, algunos piensan que llegará el momento en
que esta dependencia será tan amplia que entonces seremos manejados por la tecnología.

En cierta forma es cierto, hoy en día nos podemos dar cuenta que en cierto sentido somos
manejados por la tecnología. Cada vez que se crea un nuevo invento tecnológico ahí estamos
nosotros, nos dejamos llevar por la tecnología. Son pocos los hogares donde no hay un televisor,
un radio, etc.
Estoy de acuerdo con algunos autores que dicen que la tecnología es un Dios y a la vez un
demonio. Trae consigo muchas cosas buenas, pero si nos dejamos arrastrar, no se sabe hasta
dónde llegaremos, no sabemos qué suerte correremos.

La tecnología nos proporciona felicidad, nos resuelve muchos problemas, pero muchas veces
además de estos trae consigo nuevos problemas de difícil solución. Uno de los más grandes y
antiguos problemas que ha traído consigo la tecnología es la contaminación, que hoy en día es un
problema muy difícil de controlar.

La era atómica (también conocida como era nuclear) fue una expresión usada durante un tiempo
en la década de 1950, en la que se creía que las fuentes de energía del futuro serían nucleares. La
bomba atómica convertiría a todos los explosivos convencionales en redundantes y las centrales
nucleares harían lo mismo con las fuentes de energía fósil, como el carbón o el petróleo. Había un
sentimiento general de que todo usaría energía nuclear de alguna clase. Esto incluso pasaría con
los automóviles, llevando a Ford a mostrar el concepto de Ford Nucleon al público en 1958.

En la década de 1960 el término fue perdiendo fuerza, pero el concepto se mantuvo. En la serie de
televisión Thunderbirds, se presentó una serie de vehículos completamente nucleares, como se
muestran en sus cómics. En 2001: una odisea en el espacio, incluso aparecía un bolígrafo atómico.

Los expertos predijeron que gracias a las centrales nucleares del futuro, la electricidad sería tan
barata como el agua, o incluso más barata, y que los contadores de consumo eléctrico serían
eliminados.

El término fue inicialmente empleado con sentido positivo, pero en la década de 1960 las
amenazas consecuentes con el desarrollo de las armas nucleares habían empezado a ser la
tecnología atómica más conocida. A finales de la década de 1970, la energía atómica se encontró
con dificultades económicas y el rechazo público, que llegó a su clímax con el accidente de Three
Mile Island de 1979 y el desastre de Chernobil de 1986, que acabaron con las perspectivas de
extender las aplicaciones de la industria nuclear. De esta forma, la expresión "edad atómica" hoy
en día conlleva un sentimiento de nostalgia o de inocencia

La era atómica nació en Alemania, en diciembre de 1938, cuando al término de infinito número de
experimentos previos los científicos alemanes Otto Hahn, Fritz Strassmann, Lise Meitner y Otto
Frisch descubrieron la fisión o desintegración nuclear. Es decir, que el núcleo de uranio
bombardeado por neutrones se podía dividir en dos y al dividirse se producía una explosión y se
liberaba gran cantidad de energía nuclear. El 2 de diciembre de 1942, el físico italiano Enrico Fermi
construyó el primer reactor atómico en Chicago y le llamó “pila atómica” en donde, por primera
vez, se llevó a cabo la primera reacción nuclear en cadena autosostenida. Había nacido la era
atómica, pero de la tecnología. El 16 de julio de 1945, cuando los científicos del “Proyecto
Manhattan” hicieron explotar la primera bomba atómica en Alamogordo, en el desierto de Nuevo
México, Estados Unidos, había nacido la era atómica de la tecnología-armamentista. Y, por último
cuando la aviación norteamericana lanzó las primeras bombas atómicas en las ciudades japonesas
de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y el 9 de agosto de 1945, ya fue nada más el primer bombardeo
atómico militar de la historia

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