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Son mencionados por los investigadores Carlos Gómez Gil y José Ramón González
Parada en el ensayo de 136 páginas El debate sobre el Antropoceno en la crisis
ecosocial, publicado en septiembre por la Universitat d’Alacant (UA). Los autores se
hacen eco del Informe Mundial 2020 sobre Desastres de Cruz Roja, que contabiliza
1.700 millones de personas “afectadas gravemente” en el planeta -durante la última
década- por los citados fenómenos climáticos; y en al menos 400.000 personas
fallecidas.
Asimismo, se destaca en el libro, “de la misma forma que el carbón impulsó la
revolución industrial en Europa durante el siglo XIX, la digitalización y las tecnologías
de la información están propulsando la economía y la sociedad global en el siglo XXI
con características novedosas, marcadas por el poder absoluto de un reducido grupo de
megacorporaciones (…)”.
El sociólogo Carlos Gómez Gil responde a la siguiente entrevista por correo electrónico.
Además de profesor titular e investigador en Cooperación para el Desarrollo en el
Departamento de Análisis Económico Aplicado de la UA, es autor –entre otras obras-
de Debates y controversias en la cooperación al desarrollo” (Universitat d’Alacant,
2020).
Este nuevo capitalismo digital avanza sobre un nuevo tecnoextractivismo que obtiene
cantidades ingentes de información personal y sobre nuestras vidas, con las que
consigue un capital y unos beneficios nunca vistos en el mundo. De esta manera, se está
avanzado de una acumulación de capital físico a capital algorítmico, generador de
fabulosas plusvalías. Si sumamos los beneficios de cuatro gigantes tecnológicos
(Facebook, Apple, Microsoft y Alphabet-Google) solo en 2020, año de crisis mundial y
pandemia global, ascendieron a 171.208 millones de dólares, más que el PIB de 139
países, lo que otorga un poder financiero extraordinario para impulsar investigaciones,
inversiones o adquirir empresas y sociedades en todo el mundo.
La economía digital depende del acceso a tierras raras y materiales esenciales cuya
explotación y suministro está poniendo en riesgo océanos, ecosistemas valiosos, aguas
profundas de los océanos o la propia Antártida, limitando la expansión de las energías
verdes, del vehículo eléctrico y los planes de descarbonización anunciados.
Esta economía digital genera, además, una ingente cantidad de residuos cada vez más
difíciles de gestionar que están contaminando países empobrecidos, convertidos en
vertederos de nuestro desarrollo tecnológico. Al año se estiman en 53 millones de
toneladas de basura tecnológica generadas en todo el mundo, que para 2030 se
convertirán en 75 millones, de las que solo se recicla y procesa el 17%, según datos del
informe de la Universidad de las Naciones Unidas, Global E-Waste Monitor.
-¿Qué territorios del planeta habría que señalar en una Geografía del
Antropoceno? ¿Se podría relacionar este mapa, de algún modo, con la idea de
Colapso?
Son tantos los escenarios apocalípticos del Antropoceno que se van acumulando sobre
nuestro castigado planeta, sin posibilidad de regeneración, que la pregunta ya no es el
qué, sino hasta cuándo.
-“Vivimos una época de tensión permanente entre dos polos, el ecofascismo frente
a un acuerdo social global o el suicidio colectivo frente a la emancipación social”,
se afirma en el epílogo. ¿Puede constatarse ya el aumento de la conflictividad en el
planeta?
La sociedad vive tiempos extraordinarios de una singularidad que tiene que ser digerida
lejos del desencanto y del catastrofismo paralizante. Para ello, tenemos que recomponer
el sentido de humanidad que el capitalismo ha pulverizado con su lacerante desigualdad,
sus injusticias y ese daño generalizado sobre la Tierra. Nos toca aprender a adaptarnos a
otro clima, creando nuevas relaciones sociales de cooperación y solidaridad,
modificando con urgencia hábitos de consumo y cambiando las dinámicas de
producción para que respondan a las necesidades sociales.
Frente a ello, y a pesar de todo, estamos viendo cómo se mantienen y avanzan grupos
que apuestan por reconstruir espacios y economías públicas, por impulsar sociedades
descolonizadas, por enriquecer convivencias desde el feminismo, por dar voz a aquellos
a los que se les ha negado, por reconocer la importancia de movimientos indígenas en
sociedades mestizas, por reconstruir unas vidas alejadas del consumismo desaforado,
por establecer relaciones distintas con la naturaleza, por abandonar la violencia, el
patriarcado y la acumulación como señas de identidad de gobiernos fracasados.
Los movimientos populares que luchan por los derechos de los pobres y desposeídos
acaban planteando, de forma autónoma, otras formas de desarrollo y sistemas
alternativos de producción. Son experiencias económicas para la vida que cubren una
amplia gama de actividades: la ocupación productiva de fincas, la resistencia de los
pescadores artesanales, las luchas por el agua, el abastecimiento de alimentos, la
creación de cooperativas en las empresas quebradas o abandonadas, la oposición frente
a las megaminerías, o las luchas ante el extractivismo salvaje.
-El magnate Elon Musk (con una fortuna de 181.300 millones de dólares según
Forbes) promueve mediante su empresa SpaceX el lanzamiento al espacio de los
denominados satélites de Internet (en octubre sumaba 3.558 unidades lanzadas).
¿Es uno de los rostros visibles del Antropoceno? ¿Se apuntan en el libro otros
casos?
Que una persona decida hacer propaganda de la marca de sus coches enviando un
vehículo suyo en un cohete al espacio interplanetario, o que decida emplear miles de
millones de dólares para darse un paseo suborbital de cinco minutos en ingravidez
demuestra que el mundo por el que avanza el Antropoceno se está construyendo bajo
criterios que amenazan nuestra propia supervivencia de la mano de un puñado de
zumbados codiciosos y egocéntricos con dinero.
Creo que no hay que temer lo que hemos vivido con naturalidad durante la pandemia,
por ejemplo, y que ha demostrado que podemos mantener las bases de nuestras vidas sin
que suponga un cataclismo. Naturalmente que compartimos con investigadores como
Carlos Taibo sus propuestas de decrecimiento, como una llamada de atención para
reparar el daño que se está causando sobre el planeta y la necesidad de cambiar nuestra
forma de vida. La importancia de sus trabajos y la aportación de su pensamiento es una
fuente de inspiración, sin duda, para una mejor comprensión del Antropoceno.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia
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