Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
DERECHOS
REALtrS
Tnareoo »n DnnEcuos RnerEs
TnereDo DE
DEREcHos Rp¿,LES
Touo
I
TERcEnR Eo¡crolv
TRATADO DE DERECHOS REALES
O GUNTHERGONZALESBARRÓN
- Prefacio de la terceraedición 25
CapÍruro I
LA CATEGORÍA IURÍDICA
DELOS DERECHOS REALES
CnpÍruro II
Et PRINCIPIO DE NUM.ERUS C¿AUSUS DE
LOS DERECHOS REALES. PACTOS PROHIBITIVOS
Y RESTRICTIVOS DE DISFRUTE O DISPOSICIÓN
10
INolcs
4.3 Reglas especiales en los pactos que prohíben enajenar o gravar t46
4.4 Pactos que prohÍben enajenar o gravar en la Ley General de So-
ciedades. r52
5. Pactos de restricción del disfrute.. ... ... 155
CapÍrulo III
LA REFERENCIA OBJETIVA DE
LOS DERECHOS REALES: LOS BIENES
11
GuNrn¡n GoNzeus BannóN
CapÍruro IV
VINCULACIÓN ENTRE BIENES
t2
INorc¡
C¡.pÍrulo V
LA POSESTÓN
I3
Guur¡rrn GoxzerE,s BennóN
Capíruro VI
CLASES DE POSESIÓN
14
INorcp
CepÍruro VII
CLASES DE POSESIÓX (CONT.):
LA POSESIÓN PRTCANIA
CapÍruro VIII
Ntg I=Y or N E RVAC I Ó N
lEIr :c 9 :
Y PÉRDIDA DE tA POSESIÓN
15
GuNrnEn GoNzalps BennóN
ClpÍruro IX
EFECTOS DE LA POSESIÓN
l6
INrorcr
17
GuNrHrn GoNzerrs B¡,nnóN
posesorias
Presunciones 676
5.1 Introducción. ... ... 676
5.2 Presunción de continuidad. ... ... 676
5.3 Presunción de los accesorios .. ... 680
5.4 Presunción de buena fe ... ... 682
5.4.1 Fundamento 682
5.4.2 Presupuestos de la buena fe ... ... 683
5.4.3 La inscripción contradictoria no elimina necesaria-
mente la buena fe del poseedor.. ... 686
5.4.4 Buena fe y mala fe en la actuación con representantes 691
5.4.5 ¿Retroactividad de la mala fe? ... ... 692
5.5 Presunción de propiedad. ... ... 692
Efectos ulteriores de la posesión... ... ... 695
CapÍruro X
TIQUIDACIÓN DEt ESTADO POSESORIO
2, ¿En qué casos se aplican las normas sobre liquidación del estado
posesorio? 700
3. Reembolso de frutos 704
3.1 Poseedor de mala fe.... ... 704
3.2 Poseedor de buena fe... ... 707
3.3 Reembolso de frutos: ¿Obligación in natura o in valore? ... ... 709
4. Indemnización del poseedor a favor del propietario. ... ... 7ll
5. Contrapartida a la devolución de todo el disfrute: El propietario
debe reembolsar las mejoras 772
5.1 Gastos, reparaciones y mejoras 714
5.2 Las mejoras: elementos configuradores. ... ... 714
5.3 El reembolso por mejoras fayorece, también, al poseedor de
mala fe ... ... ... ... ... :-.. ... ... 717
5.4 Reglas del reembolso de mejoras... ... 720
5.5 Retención por mejoras 724
l8
INolcr
CapÍruro XI
EL DERECHO DE PROPIEDAD: DE LA
CONCEPCIÓN LIBERAT A LA SOCIAT
CapÍruro XII
EL CONCEPTO IURÍDICO DE PROPIEDAD EN EL
DERECHO CIVIL DE LA MODERNIDAD
CapÍrulo XIII
Et CONCEPTO JURÍDICO DE PROPIEDAD EN Et
DERECHO CIVI DE LA POSTMODERNIDAD
1. postmodernidad
Iclea de la 795
2. Concepto de propiedad . ... ... 797
3. Función social de la propiedad 798
4. Función social e interés social .. 803
5. Contenido del derecho de propiedad.. ... ... 809
19
GuNrnrR GoNzar-Es BennóN
C¡.pÍruro XIV
RESTRICCIONES A LA PROPIEDAD
C¡.pÍruro XV
EXPROPIACIÓN
2o
INprcr
C¡.pÍrur.o XVI
MODOS DE ADQUISICIÓN DE tA PROPIEDAD
2l
GuNrnrn GoNznrrs B¡rnnóN
22
INolc¡
23
PnErRCro DE LA
Tnncnna EprcróN
No digo que todos deban reaccionar igual o que necesiten los mis-
mos estímulos. Pero esta es mi experiencia, y de alguna manera quiero
transmitirla a los nuevos investigadores.
Por otro lado, Ia nueva doctrina del Derecho registral solo se explica
por rni breve paso, pero importante, en la Sala Tiansitoria del Tribu-
nal Registral. Allí me di cuenta que seguíamos vinculados con frases
iruecas de contenido, sin sustento real. Vale repetir estas falacias para
estar prevenidos "la inscripción constitutiva es superior", "el contrato
sin inscripción solo genera efecto inter partes", "el asiento prima sobre
el título", "el registro es la verdad oficial", y tantas otras sandeces de ese
tipo. Este no es lugar para refutarlas. El iector atento podrá apreciar el
fundarrrento de nuestras afirmaciones en esta misma obra o en Derecho
Registrol y Notarial (2 tomos, ]urista Editores, Lima 2012).
Por otro lado, hace algún tiernpo tuve a la mano una encuesta
realizada entre un grupo de registradores sobre la primacía del asiento
o del titukr, y la nrayoría se inclinaba por lo segundo. Es decir, entre
los propios profesionales del registro -que por obvias y comprensibles
razones. están dados a privilegiar Ia actuación propia-, se admitía Ia
importancia superlativa dei hecho jurídico como creador de los dere-
chos; mientras que la publicidad se limita a procurar la notoriedad de
esos hechos. La publicidad es como la sombra del cuerpo, y a nadie
se ie podría ocurrir sostener que la preponderancia la tiene la sombra.
En todo caso, esta encuesta pone en evidencia que el debate ideológico
se va ganando.
26
Pn¡recto DE LA TERCER¡. porcróN
Esta obra nace, pues, bajo el signo de todos esos avatares, y se pro-
yecta hacia nuevas dimensiones.
27
GuNrupR GoNz¡r-ss Bennóu
EL AUTOR
28
Pnnracro DE LA
SncuNn,q. EprcróN
29
GuNrHrn GoNzerrs BannóN
Por último, no puedo dejar de resaltar una vez más la amistad que
nos une con el profesor José Antonio Álvarez Caperochipi, quien se
encargó amablemente de darle alguna difusión a esta obra en España,
lo cual derivó en los elogiosos comentarios expuestos en las recensiones
de Ángel Rebolledo Varela y Carlos Vattier Fuenzalida, los mismos que
fueron publicados en importantes reyistas españolas y que aquí repro-
ducimos. A todos ellos, mi agradecimiento.
30
-
PnnrRcro DE LA
PnrvrERa EprcróN
3l
GuNlsr,R GoNzer¡s BeRnó¡.r
32
Pnrracto DE LA PRTMERI rorclóN
El presente libro, con todas sus limitaciones, aspira a ser esa "doc-
trina atenta" que ayude a la mejor comprensión y aplicación de la ley.
EL AUTOR
33
Pnóroco
un manual no es fácil de escribir, y menos cuando es un libro de tesis;
un manual representa un gran esfuerzo y también una lucha interior. y
esto sucede porque cuando un autor escribe un manual 1o escribe siempre
teniendo delante otro manual, en el que se identifica pero que se siente
llamado a superar. Y eso crea el misterio profundo de una tradición. y el
derecho civil se continúa y perpetúa no por la ciencia jurídica, que es un
océano demasiado profundo y sin límites, sino por un vínculo espiritual
misterioso, que cada autor escoge, y que esta cercano al de una filiación.
Y el derecho civil muestra también su creatividad, porque sabe encontrar
al autor idóneo para las caras cambiantes del derecho civil de cada pueblo
y de cada tiempo. Por eso les invito a asistir fascinado al nacimiento de
un nuevo manual de derecho civil peruano, que presiento representa el
fin de un tiempo y el comienzo de un tiempo nuevo.
En la doctrina civil española he llegado a identificar una tradición
civilista en los tiempos recientes, que se asienta en cuatro manuales
fundamentales: Febrero, Gutiérrez, Sánchez Román y Castán. Los "Fe-
breros" (Febrero, Febrero reformado, Febrero novísimo) educaron a varias
generaciones de juristas del Antiguo Régimen, en un ámbito muy deii-
mitado del derecho civil, que recibía y explicaba la tradición rornanista
del Digesto y Las Partidas. Gutiérrez traduce el Febrero a las exigencias
de un derecho codificado y a la aparición del Estado moderno. sánchez
Román, frente a Gutiérrez, asume los principios de una sociedad laica y
republicana, obsesionado por un matrimonio civil obligatorio. y castán,
el castán auténtico de las primeras ediciones antes de su engorde mons-
truoso, reescribe los estudios de sanchéz Román desde una perspectiva
35
JosÉ ANroNro Álven¡z CRprnocrilpt
positivista y autoritaria, que sentó las bases del nuevo Estado surgido tras
la guerra civil española. Todos ellos tuvieron su tiempo y cada tiempo
escogió su manual. Todos los manuales se escribieron intentando superar
las limitaciones y contradicciones de un texto anterior.
36
Pnóroco
37
RncENsrórv pusucADA EN LA Rnvrsra
oE DEnECHo Pnrvlpo (Eseaña)
39
ÁNc¡r, Lurs RpsoI-rpoo V¡.Rrt¿
40
RpcrNsróN puBLrcADA p¡¡ le Rsvrsre oE DrRr,crro Plrvaoo (España)
4l
ÁNcsr Lurs RssorI-¡oo VeR¡ra
42
RrcrNsróN IuBLICADA s,N Le REvIsre pr DsnrcHo Pntv¡oo (EsplÑn)
43
ÁNcEr Lurs RssorrEpo V¡npre
4,1
Rsc¡NsróN puBLrcADA EN Le R¡vrste »r DrnrcHo PRtvaoo (Espeñe)
45
RrcnNsróN puBLrcADA EN EL
ANuanro DE DEnEcuo Crvrr (Esneñn)
La historia de la codificación civil de Perú ha sido muy agitada y
hasta cierto punto experimentalista, pues en poco más de siglo y medio
de vida independiente, en dicho país se han promulgado tres códigos
civiles que obedecen a orientaciones de signo diferente. En efecto, el
primero de estos Códigos se publicó en 1852, era de corte francés y su
influjo perdura todavía hoy en la disciplina de Ia transmisión de los bie-
nes inmuebles por ei solo consentimiento; el segundo Código de 1936,
de marcada influencia alemana, aunque adoptó muchas soiuciones del
código brasileño, en el que destaca una extensa Parte general donde se
contiene el régirnen del acto jurídico; en fin, el código vigente es de l9g4
y en él se aprecia una cierta influencia del Código italiano de 1942, que
ha desfigurado en parte la matriz germánica de 1936, si bien el Libro v
que trata sobre los derechos reales, es el que ha mantenido una mayor
fidelidad a esta última.
47
CeRros VerrrEn FupNzeLIo¡
diálogo con la literatura europea y en las que se siguen con tanta atención
como preocupación las últimas vicisitudes del análisis económico de las
instituciones jurídicas. A esta clase de obras pertenece el Curso que re-
señamos aquí, que se inserta indiscutiblemente, como señala el profesor
Alvarez Caperochipi, en nuestra tradición hispana, dado el conocimiento
y utilización por su autor de las obras generales y monografícas espa-
ñolas, lo mismo civilistas que hipotecaristas, sin olvidar sus oPortunas
referencias a nuestra jurisprudencia registral.
48
a
49
CeRros Varu¡n FurNzeLroe
50
RpcsNsróN puBLrcADA ¡N Er ANuanro o¡ DEnscso Clvrr (Espeña)
51
t--
a
CnpÍrur,o I
tA CATEGORÍA JURÍDICA
DE LOS DERECHOS REATES
1, PRESUPUESTO SOCIAL QUE SUSTENTA LA CATEGORIA
JURÍDICA DE LA PROPIEDAD Y DERECHOS REALES
Una de los comportamientos constantes en la naturaleza humana
es el "afán de adouirir". Este deseo de adcuisición es común a todos los
seres vivientes, lo que incluye animales y seres humanos, niños o adultos.
En sus formas más primitivas, este afán de adquisición es una expresión
clara del instinto de supervivencia. En sus formas más refinadas, cons-
tituye un rasgo esencial de la personalidad humana, en el que los logros
y las adquisiciones son medios de autorrealización, lo cual a su vez se
vincula directamente con la libertad individualttl.
lrl PIPES, Richard. Propiedad y Libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la historia,
traducción de Josefina de Diego, Fondo de Cultura Económica, México ),999, p.363.
Ibíd., pp. 97-99.
¿Cómo se llega a "institucionalizar" este instinto? Es conocido que los animales de-
fienden su territorio y reconocen algo parecido a la superioridad del estado posesorio
GuNrnER Got¡z¡.I-Es Bannón
frente al otro. Pero el animal ignora el "derecho" 1'el "deber'l por lo que en caso de
conflicto decide la fuerza física. En cambio, el hombre puede "decir que tierle derecho"
y el otro que "está obligado a determinado comportamiento", con lo cual se institucio-
naliza esa relación vital: LARENZ, Karl. Derecho Justo. Fundatttentos de ética jurídica,
traducción de Luis DiezPicazo, Editorial Civitas, Madrid 1993' p.56.
Cit. PIPES, Richard. Propiedad y Libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la
historia, Op. Cit., pp. 106-107.
tsl "En 1o que respecta al derecho de propiedad, en ei Derecho babilónico se hacía distin-
ción enire bienes muebles e inmuebles. El Código diferencia, er.r 1o que concierne a la
reivindicación de las cosas como a su transmisión hereditaria, entle camPos, huertos
y casas por un lado y anin-rales, esclavos, cereales, barcos, oro y plata por otro. ( ")
Én .uorto a los bienes de una familia, estos pertenecían exclusivamente a 1a propia
familia, no a las singulares personas que 1a componían, formando pues una unidad
jurídico-económica autónoma. El cabeza de familia garantizaba en la venta de inmue-
b1.. u r., comprador de cualquier reclamación ulterior Por Parte de algún miembro
familiar. Por ello, los documentos de compraventa eran firmados por el padre junto
con sus hijos, si bien estos intervenían de modo testimonial, limitándose a jurar que
no levantarían ninguna reclamación posterior. En general, la propiedad tenía carácter
absoluto, recono.cido por la le¡ no estando sometida más que a determinadas servi-
dumbres en casos concretos derivados de la misma naturaleza de las cosas: servidum-
bre de pasturaje, de paso sobre el fundo del otro, de muro ciivisorio, de regadío, etci':
LARA PEINADO, Federico. código de Hammurabi. Estudio Preliminar, traducción y
comentarios,4' edición, Editorial Tecnos, Madrid 2008, pp' CXII-CXIV.
56
I
Le cer¡conÍa Juní¡tce DE Los DERECHos REALES
En el caso del Derecho romano más antiguo, la Ley de las XII Tablas
(451 a.c) garantizó con firmeza los derechos de propiedad, sancionando
con la muerte el hurto descubierto flagrantemente durante la noche. En
el caso de los hurtos flagrantes cometidos durante el día, el ladrón era
azotado y entregado al agraviado (Tabla Vltt¡tet.
El estilo lacónico y hasta rudo del Código babilónico se muestra aqui: Ley 10'.- "Si el
comprador no ha presentado al vendedor que le vendió (el objeto) ni los testigos en
cuya presencia se efectuó la compra, y el dueño de la cosa perdida presenta testigos que
testimonien sobre su cosa perdida, el comprador fue el ladrón: será castigado con la
muerte. El propietario de la cosa perdida recobrará su propiedad perdida' (lbíd., p. 9).
PIPES, Richar d. Propiedad y Libertad. Dos conceptos inseparables a lo largo de la histo-
ria,Op. Cit., pp. 110-111.
"Es muy interesante señalar que las leyes asirias exigían la redacción de tres originales
en los contratos de compraventa de inmuebles. Uno se entregaba alaofrciales quepu,
que representaban al rey, otros pasaban al comprador como título de su adquisición y el
tercero 1o archivaba ei escriba de la ciudad, representante de las autoridades locales. El
vendedor no recibía ninguna copia (P. Viilard, 1996)'1 Cit. LARA PEINADO, Federico.
Código de Hammurabi. Estudio Preliminar, traducción y comentarios, Op. Cit., p. XL.
RASCON GARCIA, César y GARCIA GONZALEZ, José María. Ley de las XII Tablas.
Estudio Preliminan traducción y observaciones, Editoriai Tecnos, Madrid 1996, p.25.
En Las Instituciones de Gayo (G.3.189) se señala lo siguiente: "La Ley de las Doce Ta-
blas castigaba el hurto manifiesto con la pena capital. En efecto, el ladrón que era per-
sona libre sufría la pena de azotes, y era entregado al que había sufrido el robo; pero los
antiguos discutieron sobre si quedaba como esclavo o únicamente como adjudicado.
Tratándose de un esclavo también se castigaba con azotes. Pero, posteriormente, pro-
bada la crueldad de este castigo, el pretor estableció en el edicto, tanto para el hombre
libre como para el esclavo, la pena del cuádruplo del valor de la cosa robada': ORTIZ
MÁRQUEZ, Iulio. Comentarios a las lnstituciones de Gayo, Ediciones Tercer Mundo y
Universidad Libre de Colombia, Bogotá 1968, p. 426.
57
GuNrnER GoNzer-rs BannóN
58
Le cerrcorÍa JunÍotca DE Los DERECHos REALES
116l DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos del derecho civil patr¡monlal, Editorial Civitas,
Madrid 1995, Tomo l[l, p.44.
It7) Una de las materias fundamentales de la "Constitución Económica" es el reconocimiento
de la propiedad (art. 70 Const. 1993) y de la iniciativa privada como base para la creación
de la riqueza. En ambos casos se trata de aplicaciones concretas del principio supremo
(prius) de la dignidad del hombre: "Como drjera GOLDSHNIIDT, cada persona humana
individual es una realidad en sí misma, mientras que el Estado no es más que una realidad
accidental, ordenada como lin al bien de 1as personas individuales. Parece, pues, perfec-
tamente oportuno afirmar que el derecho fundamental para el hombre, base y condición
para todos los demás, es el derecho a ser reconocido siempre como persona humana. El
Derecho, el ordenamiento jurídico en su conjunto, no quedará iluminado en términos
de LUCAS VERDÚ legitimado, sino mediante el reconocimiento de la dignidad de la
persona humana y de los derechos que le son inherentes" (FERNÁNDEZ SEGADO, Fran-
cisco. "Dogmática de los derechos de la persona en la Constitución Española de 1978 y
en su interpretación por el Tribunal Constitucional".En Derecho. Revista de la Facultad de
Derecho de la Ponttfcia Universidad Católica del Perú, N' 48, Lima, 1994, p. 199). Todos
los derechos consagrados en la Constitución se dirigen a posibilitar el desarrollo integral
del ser humano, tal como lo exige su dignidad, la cual se vincula con dos de los valores
superiores del ordenamiento jurídico: la libertad y la igualdad: Ibíd., p. 200.
l8]
I
SANTOS JUSTO, A. Direitos Reais, Coimbra Editora, Coimbra 2010, pp. l4-15.
Le cersconÍ.q IURÍotce DE Los DERECHos REALES
Ile] El prin-ritivo dominium ex iure r1uiritium alude al carácter absoluto del derecho, sin
limitaciones, pues en una primera época ni siquiera existíat.r los derechos reales lirni-
tados, y que se encontraban exentos de gravamen fiscal, pues los tributos solo recaían
en las tierras del ager publicus y sobre los fundos provinciales: GATTI, Edmundo.
Propiedad y Dominio, Abeledo Perrot, Buenos Aires 1996, p. 46.
[20] SANTOS iUSTO, A. Direitos Reals, Op. Cit., p. 15.
[21 ]
RENGIFO GARDEAZÁBAL, Mauricio. Teoría General de la Propiedad, Editoriai Te-
mis, Bogotá 2011, pp. 7 I -7 3.
HUGO GROCIO llegó a definir el derecho real como "un derecho de propiedad entre
una persona y una cosa, sin relación necesaria con otra persona" (Cit. LEITÁO, Luis
Manuel Teles de Menezes. Direitos Reais, Almedina, Coimbra 2009, p. 32).
En el Derecho romano ya se deduce que la propiedad es un poder pleno. La famosa
sentencia de CELSO por la cual se prohíbe el dominio solidario, es extraordinaria-
mente reveladora. En primer lugar, es contradictorio ia coexistencia de la propiedad
61
Gu¡¡rnEn GoNz¡.lps BennóN
62
a
t2ul Los juristas del siglo XIX, que terminaron de construir la teoría clásica del derecho real,
tomaron como base las fuentes justinianeas. En ellas se estableció claranrente que uno
de los tipos clásicos de derecho real (las servidumbres) no podía contener una obliga-
ción, 1o cual permitió deducir que se trataba de un poder directo e inmediato so|re
la cosa. Es suficientemente indicativo el siguiente parágrafo de las fuentes: D.8.1.15.1:
'No es propio de las sert'idumbres que alguien haga alguna cosa,
Lror ejemplo, que
levante] jardines, que proporcione una vist¿ más agradable o que con ese fin pinte-en
su propiedad, sino que alguno tolere o no haga algo": D'ORS, Alvaro y otros. E/ Digesto
de lustiniano. Versión Castelland, Editoriai Aranzadi, Pamplona 1968, Tomo I, p. 3,15.
También puede citarse las instituciones de Justiniano (1.4.6.1): "La capital di\.isión de todas
las acciones ... se determina en dos especiesl pues o son reales o personales. Porque cada
cuai o reclama contra aquel que le está obligado, o por contrato o por delito, para cuyo caso
han sido dadas las acciones personales, por las cuales se pretende que su adversario debe
darle o hacerle alguna cosa ... O entabla su demanda contra aquel que por ningún título le
está obligado, pero a quien mueve controversia sobre alguna cosa: para cuyo caso se han
establecido las acciones reales; como por ejemplo, si alguno poseyera una cosa corporal
que Ticio ahrmara que era suya, y de la que el poseedor dijese que é1 era dueño; porque si
Ticio pretendiese que era suya la acción era real" (el subrayado es nuestro).
El Derecho romano fue, en gran parte, un derecho de "acciones", esto es, de remedios
judiciales destinados a tutelar determinadas situaciones de 1a vida.
t:zl "Ejemplo: Si A es propietario de un cesto de manzanas, nadie puede quitárselas.- Ejem-
plo contrario: A ha vendido sus manzanas a B (venta, contrato obligacional), con e1 cual,
por consiguiente, está comprometido. si antes de que A entregue las manzanas, c se las
roba, B no puede hacer nada contra C; sólo de A, todavía propietario, puede exigir que
haga lo necesario para entregarle, a pesar de todo, las manzanas (en virtud de la relación
obligacional existente entre ellos": HEDEMANN, Justus wilhelm. "Derechos Reales'l En
LEHMANN, Heinrich y HEDEMANN, Wilhelm. Tratado de Derecln Civtl, traducción
de losé Luis Díez Pastor y ManuelGonzález Enríquez, EDERSA, Madrid 1955, p. 35.
f28l RIGAUD, Luis. E/ derecho real. Historia y teorías. Su origen institucional,Op. óit., p. O.
t2e1 Aunqueladistinciónentre'derechosreales"y'derechosobligacionales"noire.rpu.r-
ta por los juristas romanos; sin embargo, no cabe dudas de que ésta fue intuida. Para
63
GuNrupR GoNz¡.tps Bennón
64
Le c.rr¡,coRÍe JURÍorcn DE Los DERECHos REALEs
Este concepto fue defendido por el pandectista alemán Carl George von \VÁTCHER,
quien sostuvo que la propiedad es un poder jurídico inmediato sobre una cosa corpó-
rea, que se establecía en forma independiente de cualquier otra relación existente. Por
su parte, Heinrich DERNBURG sustentó que los derechos reales implican una atribu-
ción inmediata de una cosa a sus titulares. La tesis clásica fue acogida por PUCHTA,
VANGEROW ARNDTS e NEUNER, y estuvo en Ia base de los trabajos preparatorios
del Código Alemán, conforme se reconoce en la exposición de motivos: LEITÁO, Luis
Manuel Teles de Menezes. Direitos Reais, Op. Cit., pp.37-38.
[il] GATTI, Edmundo. Derechos Rcales. Teoría General, Lajohuane, Buenos Aires 2006,
pp.69-71.
65
GuNrupR GoNz¡.rEs Bannó¡.¡
trsl RIGAUD, Luis. E/ derecho real Historia y teorías. Su origen institucional, Op. Cit., p. 85.
66
Ln c¡.rscoRÍe Iuníorc¡, DE Los DERECHos REALES
deduce de aquí que la pretensión del propietario se dirige a que los demás
observen un determinado comportamiento"[36].
Cit.DÍEZ PICAZO, Lu\s. Fundantentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo I,
p.61.
En términos sencillos, "obligación" es la relación jurídica en la cual un sujeto (deudor)
tiene el deber de realizar a favor de otro (acreedor) determinada prestación o conducta
con valor patrimonial: ALTERINI, Atilio Aníbal; ANIEAL, Oscar )osé y LOPLZ CA-
BANA, Roberto. Curso de Obligaciones, Abeledo Perrot, Buenos Aires 1990, p. 8.
Esta tesis fue seguida en Francia por ORTOLAN, ROGUIN, PLANIOL y DElt'iOGUE.
En Italia, principalmente, por PEROZZI y ARANGIO RUIZ. Vid.: PENA BERNAL-
DO DE QUIROS, Manuel. Dereclrcs Reales. DerecLto Hipotecario, CRPIvIE, lvladrid
199, Tomo I, pp.56-57.
"El Derecho persigue regular conductas sociales a través de prohibiciones y mandatos
para cumplir su función central, que es la consecución de la convivencia social. Esto
implica, necesariamente, dos aspectos: la existencia de una persona que debe efectuar
o abstenerse de un comportamiento determinado, y a su vez, la existencia de otra per-
sona que se encuentre en la posibilidad de exigir la acción o abstención. Los poderes
jurídicos se ejercen en realidad sobre las personas a las que se exige determinados
comportamientos, los cuales pueden estar referidos a una cosa, a un lugar, o a un mo-
mento. Lo jurídico implica relación intersubjetiva. El aspecto material de la relació¡r
jurídica es siempre una relación social, y ésta se da entre personas. Si regresamos a
nuestro parque, veremos que no hay nada de jurídico en el juego del niño con ia pelota
(...). Pero si alguien pretende quitarle la pelota al niño, éste podrá exigir como com-
portamiento la abstención de aquellas acciones que puedan perturbar su derecho de
propiedad (...). Se regulan comportamientos, pero derivados de una vinculación inter-
subjetivi': BULLARD GONZÁLEZ, Alfredo. La relación jurídico-patrinronial, Lluvia
Editores, Lima 1991, p. 1 I 1.
67
GUNTHE,R GoNz¡.rEs B¡nnóN
de abstención que incide sobre todas las personas que no son titulares
de un derecho realt'ol.
68
a
"La historia de la propiedad sigue una línea continúa y progresiva de limitación del
derecho": BIONDI, Biondo. Las seryidumbres, traducción de Juan Manuel GonzáIez
Porras, Editorial Comares, Granada 2002, p.77.
t1-{l "El error de la concepción del derecho real como poder sobre la cosa se encuentra en su
construcción sobre el paradigma del dominio. El concepto de poder sobre las cosas es
primordial y no se aleja de la antigua mentalidad. Pero el desarrollo del ordenamiento ju-
rídico dictado por exigencias prácticas, no se adapta siempre a los esquemas primitivos.
Servidumbres negativas e hipotecas, que son históricamente instituciones más recientes,
no responden en absoluto al esquerna del derecho como poder": Ibíd., p. 58.
GuNrHeR GoNzarEs B¡.nnóN
70
Le cerecoRÍe )uRÍ»tcn DE Los DERECHos REALES
7l
GuNruE,n Gouz¡,rps BennóN
72
La cerrconÍ¡. IunÍorce DE Los DERECHos REALES
real se ejerza sobre una cosa, y que el derecho personal haga lo propio
sobre una persona, pues tal concepción surge de una visión exagerada-
mente natural de los fenómenos jurídicos, en el sentido de confundir
el poder físico del propietario con la relación directa sobre la cosa. En
verdad, no existen derechos contra las cosast521. La prueba que esgrime
el profesor de Yale es simple y contundente:
'A es dueño del fundo Blanco. B es dueño del fundo Negro. A con-
trata con B para que este no entre en su propio fundo por cierto
tiempo. El derecho de A contra B es fu personam porque es solo un
derecho o pretensión contra B que no forma parte de un conjunto
de derechos similares. En cambio, el derecho de A contra B sobre
Blanco es in rem porque forma parte de un gran conjunto de dere-
chos similares y separados contra muchas personas. Desde un punto
de vista intrínseco, tanto el derecho de A frente a B sobre Negro
como el derecho de A frente B sobre Blanco (su propio terreno) no
difieren en nada. Desde un punto de vista extrínseco, la diferencia
solo reside en que el segundo derecho está acompañado por otros
derechos similares pero separados contra personas indeterminadas"ts3l.
73
a
I56l El carácter relacional está fuera de discusión, Pero un tema distinto será determinar
si la posición del sujeto pasivo tiene primacía o la tiene el sujeto activo._Por ejemplo,
en el caso del realista AIfROSS, el punto de arranque se encuentra en el deudor. Así,
1o reconoce la doctrina que ha profundizado en dicho autor: "En el análisis de Ross,
el elemento primario es la protección por el derecho, cuyo reverso es el contenido
del derecho. La protección por el derecho y las actitudes y expectativas directamente
relacionadas estipulan las restricciones del comportamiento de un obligado, i. e. sus
obligaciones 1,, por ello mismo, de modo indirecto, las facultades del titular de un dere-
choá, en otras palabras, el contenido del derecho. De esta manera, el punto de vista del
deudor es primario al del acreedor. Un derecho tiene contenido en tanto se encuentra
protegido;isto es, el titular tiene facultades si cuenta con la protección jurídica corres-
pondiente" (NIEMI, Matti. Hohfeld y el análisis de los derechos, Op. Cit., p. 15).
Is7] iffNCtfO GARDEAZÁBAL, Mauricio. Teoría General de la Propiedad, Op. Cit.,
pp.156-157.
Ln tal sentido: "si A es dueño de un inmueble, entonces tiene e1 privilegio o facultad para
entrar en é1, permanecer allí o saiir de é1, mientras que un grupo amplio de personas in-
determinadai carece de ese privilegio. Paralelamente, si A tiene la pretensión para que B
no entre en el inmueble ¡ por ende, este tiene el deber de no ingresar, la relación jurídica
es real ya que forma parttde un grupo de relaciones juridicas idénticas y separadas del
mismo tipó (A tiene 1a misma pretensión contra un número indefinido de personas: C,
D, etc). Lo mismo puede decirse de las potestades e inmunidades" (lbíd., p. 156)
a1
Le cernconÍn JunÍprce, DE Los DERECHos REALEs
caso particular del Código Civil Cubano de 1982 cuyo Libro Primero se
refiere, precisamente, a la "Relación |urídica". En efecto, el artículo 22 del
Código, luego de las disposiciones prelirninares, señala que: "tiene carácter
de jurídica la relación entre personas a la que la ley le atribuye efectos";
y el artículo 23 establece que los elementos de la relación jurídica son
los sujetos que intervienen en ella, el objeto y la causa que la generals8l.
La propiedad, y por extensión cualquier otro derecho real, es "un conjunto de relacio-
n.r;u.ídi..t réales de diferente tipo, más exactamente, es un conjunto de privilegios,
permisiones, potestades e inmunidades de carácter ¡"_ul lu: t:.lry:d.l lrrna Persona
por medio de reglas constitutivas y regulativas": RENGIFO GARDEAZABAL, Mauri-
cio. Teoría General de la Propiedad' Op. Cit., p. 158
[61] ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, Juan. llícitos atípicos, Editorial Trotta, Madrid
2006, p. 48.
f62l WALóRON, Jeremy. The right to private property, Clarendon Paperbacks, 1988, p.27 .
[63] La definición aquí adoptadá está claramente inspirada en la importante (y fundamen-
tai) obra de: RE\CIFO GARDEAZÁBAL, Mauricio, Teoría General de Ia Propiedad,
Op. Cit., p. 161.
tel tá doctrina tradicional ya había entrevisto que el derecho real tiene como caracterís-
tica fundamental que se ejercita contra Persona no individuabzada. Así: "El elemento
común y caracterísiico de los derechos reales se encuentra en la posibilidad de afirmar
76
La c¡.r¡conÍe IuxÍorc¿. DE Los DERECHos REALES
y hacer valer coactivamente el derecho sobre persona no individuali zada. Lo que carac-
terizaalr derecho real no es poder sobre la cosa, que falta en algunas relaciones, sino la
impersonalidad del sujeto sobre el que se hace valer y contra el que se puede ejercitar
la acción. La impersonalidad es diferente de 1a indeterminación que se encuentra en las
obligaciones que se califican de cómo un sujeto indeterminado,propter rem. En estas,
la obligación ha surgido y con contenido preciso: sujeto pasivo de e1la será aquel que se
encuentre en la situación determinada prevista en el título constitutivo. Estamos siem-
pre en el ámbito de las obligaciones, y la ¡eferencia a la cosa tiene solamente el valor de
identifrcación del deudor": BIONDI, Biondo. Las servidumbres, Op. Cit.,p.73.
lesl 'tl único análisis cientíñco de la realidad correcto, tendiente a determinar la naturaleza
jurÍdica de cualquier relación, debe centrarse en la conducta regulada. Esa es la única
diferencia vá1ida. Si 1a conducta regulada por la norma jurídica, positiva o contractual,
es la del sujeto pasivo o deudor, el derecho es mediato y por tanto de carácter crediticio
y, como consecuencia esencial, relativo (. . . ) En cambio, si la conducta regulada por la
norma, positiva o contractual, es la del sujeto activo o acreedor, el derecho es inme-
diato y por tanto de carácter real ¡ como consecuencia esencial, absoluto": ALESSIO
ROBLES, Miguel. Temas de Derechos Reales,Editorial Porrúa, México 2012,p. 17.
El criterio ya había sido entrevisto con anterioridad en un famoso libro: "Cuando una
cosa es mía lo que me interesa es que yo puedo directamente hacer o dejar de hacer
con eila todo lo que me permite la ley y la naturaleza de ia cosa, mientras que cuando
tengo un derecho de crédito, 1o que me interesa es que yo puedo gozar de 1a actividad
ajena o exigirla: MORINEAU, Oscar. Ios derechos reales y el subsuelo en México,Fondo
de Cultura Económica, México 1997, pp. 177 -178.
GuNrupR GoNzerp,s BeRnón
t66l ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, luan. Ilícitos atípicos, Op. Cit., pp.48-49.
78
Le cerrcoxÍn IURÍoIce DE Los DERECHos REALES
"El límite trazala frontera del derecho subjetivo, ia línea que la facultad de obrar no
puede pasar. Al titular no le es permitido ir más allá del límite. Es importante señalar
que loilimltes no solamente son aquellos precisados en las normas legales. Será deci-
iivo el rol del intérprete de deducir los límites del contenido y de ejercicio sobre los de-
rechos subjetivos iomando en consideración los principios generales del derecho del
ordenamiento jurídico ¡ en particular, Ios principios constitucionales": MORALES
HERVIAS, Rómulo. "La propiedad en las situaciones jurídicas subjetivas': En PRIORI
POSADA, Giovanni (Editor). Estudios sobre la propiedad,PUCP, Lima 2012, p' 103.
l70l RENGIFO GARDEAZÁBAL, Mauricio. Teoría General de la Propiedad, Op. Cit., p. 161.
17t]l De alguna manera esta idea se encuentra presente en Betti: "toda relación jurídica es
instrumento de tutela de intereses en la vida de relación; de esto se deduce que no hay
80
Le carnconÍe JURÍoIce DE Los DERECHos REALES
Nada menos que el filósofo alemán Robert Alexy tiene esta po-
sición, en cuanto considera que el derecho real es una terminología
"funcional", o sea, es útil para los fines del Derecho civil; ¡ además,
desde una perspectiva purista, se trata simplemente de una "deno-
minación abreviada" que igual reconoce el carácter relacional del
Derecho. En tal caso, se habla de los llamados DERECHOS A ALGO,
cuyo enunciado general es: "(a) tiene frente a (b) un derecho a (G)".
Dentro de este esquema se encuentra el derecho a la vida y, también,
los derechos reales, pero nótese que ello ocurre desde una perspectiva
de "teoría analítica":
ninguna relación jurídica que tenga la propia finalidad en sí misma y que no tenga
carácter instrumental, en cuanto que es instrumento de defensa de intereses en la vida
¡
social, por tanto, instrumento para un fin de convivencia': BETTI, Emilio. Teoría
General de las Obligaciones, EDERSA, Madrid 1969, Traducción de )osé Luis De Los
Mozos, Tomo I, p. 6.
t72l ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fundamentales, Centro de estudios políticos y
constitucionales, Madrid 2007,tradrcción de Carlos Bernal Pulido,p. 164.
81
GuNrHrR Go¡¡zerps Bennón
[7]l COMPORTI, Marco. Diritti reali in generale, Giuffré Editore, Mi1án 1980, p. VI.
r71) Ibíd., p. 23.
r7s) DI MAIO, Adolfo y FRANCARIO,L. Proprietá e autonomia contrattuale, Giuffré Edi-
tore, Milán 2001, pp. 7 4-7 5.
Los autores agregan que la previsión de un determinado destino de los bienes en la
82
Le cerpconÍA IURÍDrcA DE Los DERECHos REALES
83
GuNrnrn GoNzatrs Bannó¡¡
l77l WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Reales, traducción de |osé María Miquel
González, Fundación Cultural del Notariado, Madrid 2007, Tomo I,pp.56-57.
84
La car¡conÍa IURÍoIc¡, DE Los DERECHos REALES
B6
L¡, cersconín JunÍorcn DE Los DERECHos REALES
- Especialidad.
- Adherencia.
Desde una perspectiva técnica, la especialidad exige que la cosa sea
determinada, actual y autónoma. Esta nota distintiva tiene fundamental
importancia, pues las cosas genéricas o las universalidades no pueden ser
objeto de un derecho real, pues les falta concreción -aunque sí pueden
serlo de negocio obligatorios-. La actualidad se refiere a la existencia pre-
sente, y no futura de la cosa, pues en tal circunstancia no puede haber
derecho real involucrado, pues se carece del elemento objetivo sobre el
cual referirse. Nuevamente las cosas futuras pueden ser el contenido de
una obligación. Por último, la autonomía implica que el objeto de derecho
no recae en las partes, sino en las cosas autónomas o individualizadasl8al,
es decir, separadas del resto de los objetos de la realidad externa.
t81l LEITÁO, Luis Manuel Teles de Menezes. Direitos Reals, Op. Cit,pp.26-27.
87
GuNru¡n GoNzerps B¡nnóN
88
La cerpconÍ¡. lunÍorce DE Los DERECHos REALES
ler] La doctrina ha ideado este ejemplo: "En el caso de enajenación por parte del acreedor
simulado, de la cosa que le fue pagada indebidamente, el verdadero acreedor no tendrá
90
Le cerncoRÍe lunÍ»tce DE Los DERECHos REALES
Por otro lado, si la posición jurídica del titular sufre una violación,
entonces el titular cuenta con diferentes remedios jurídicos que le perrni-
ten dirigirse contra los terceros y lograr el reconocimiento del derecho,
Ia neutralización de Ia perturbación o la cesación de la resistencia. Es el
caso de las llar¡adas "acciones reales" que le permite al propietario, por
ejemplo, recuperar la cosa de quien Ia posea o detenta, sin importar la
razón de esa posesión. En buena cuenta, esta protección jurídica significa
que el derecho real, respetado por todos, puede ser defendido mediante
pretensiones de restitución y negatorias, dirigidas contra quien lo lesione;
por el contrario, el derecho de crédito solo ofrece Ia posibilidad de accio-
nar contra el deudorle2l. Aqui, la exclusión se manifiesta en su vertiente
de "oponibilidad»te']).
ningún medio para tomarla de las manos del tercer adquirente al que no podrá inquie-
tar (salvo el caso del artículo 1671 CC); deberá contentarse con el precio de la venta,
inferior posiblemente al valor real de la cosa, y si el enajenante no puede hacer frente a
sus compromisos sufrir la pérdida resultante en ei concurso como los otros acreedores.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no hay un ius in re ni derecho de persecución?": RI-
GAUD, Luis. El derecho real. Historia y teorías. Su origen institucional,Op. Cit., p. 186.
fe2) WESTERN{ANN, Harry y otros. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 58.
le3l Es interesante anotar que la oponibilidad descarta la recurrente idea, errónea por 1o
demás, de que existiría una propiedad "inter-partes", conseguida por el contrato de
transrnisión, y otra propiedad "absoluta I derivada de la inscripción. Asi: "Si el derecho
real, por serlo, es un derecho absoiuto, no puede mantenerse para este, sin contradic-
ción con su concepto, la posibilidad de una duplicidad transmisiva que, según se la
entienda operar a través de la inscripción registral o de la entrega que sigue al con-
trato, dé lugar, respectivamente, a la adquisición de un derecho absoluto o valedero
erga omnes, o a un derecho relativo, esto es, eñcaz solo inter partes. Si efectivamente
se adquiere un derecho real, se lo ha de adquirir tal como el derecho real es en sí
r¡ismo: caracterizado por la nota de su natural trascendencia u oponibilidad erga om-
n¿s": GORDILLO CAÑAS, Antonio. "Bases del derecho de cosas: sistema español'l En
RXINA TARTIERE, Gabriel de. Derechos Reales. Principios, Elementos y Tendencias,
Editorial Heliasta, Buenos Aires 2008, p. 27.
91
Guut¡¡rR Go¡¡zarps BannóN
CULACiATI, Martín .i\'{iguel. "Tutela de los derechos reales'l En KIPER, Claudio (Di-
rección). Juicio de acciones reales,Hammurabi, Buenos Aires 2010, pp.20-21.
PENA LÓPEZ, José María. Concepto de dereclrc real (revisión crítica de su caracteriza-
ción en la doctrina moderna), Ediciones Tórculo, La Coruña 1998, p, 88.
I%l CICERO, Cristiano. L'ipoteca, Giuffré Editore, Milán 2000, p.398.
fe7) Un sector de Ia doctrina portuguesa, a la que obviamente nos adherimos, considera
que la prioridad o "prevalencia'solo se aplica en los derechos reales de garantÍa, pero
no en el conflicto con otros derechos, por ejemplo, entre dos compradores, pues en tal
caso la preferencia de uno de ellos elimina ei derecho del otro, por 1o que no existe pre-
valencia alguna. Esta es la tesis del profesor PINTO COELHO (Cit. SANTOS IUSTO,
A. Direitos Reais, Op. Cit., pp. 22-23).
Sobre el particular, puede citarse este otro texto de la doctrina portuguesa: "en el
caso de dobie alienación de derechos de la misma naturaleza, de acuerdo con PINTO
COELHO, tampoco tendría sentido hablar de prevalencia, dado que una vez con la
primera alienación, el enajenante perdió la legitimidad para volver a disponer del mis-
mo bien, no existiría un verdadero conflicto entre derechos reales, sino un conflicto
entre un derecho y un no-derecho. La prevalencia, según el autor, sería asi restringida
a los derechos reales de garantía, único caso en el que sería necesario jerarquizar de-
rechos reales de la misma naturaleza que inciden sobre la misma cosa" (Cit. LEITÁO,
Luis Manuel Teles de Menezes, Direitos Reais, Op, Cit., p. 54, aunque este autor no
comparte esta opinión).
92
Le cerpconÍe luRÍo¡ce DE Los DERECHos REALES
93
t=
GuNrHpn GoNzerrs BennóN
decir que llegó el primero. Cuando son varios los que corren, habrá un primero que
conseguirá el premio de la carrera y los demás serán catalogados en segundo, tercero,
etc., lugar. Lo mismo sucede en nuestro sistema; para que la prioridad tenga un valor
se requiere por 1o menos dos títulos contradictorios; uno de los cuales llegó el primero
al recinto acogedor del Registro": RUIZ, Francisco. "El principio de prioridad'l En Re-
vista Crítica de Derecho Inmobiliario, N'295, Madrid, diciembre 1952,p.866.
ItooJ
¿Cuándo el permiso emanado de una norma permisiva da lugar a un derecho? La res-
puesta es la siguiente: "El hecho de que una acción se halle permitida (en sentido fuerte)
por una autoridad, supone que tal acción será tolerada por dicha autoridad si llegara a
ser ejecutada por el sujeto destinatario del permiso. Esta determinación de la autoridad
de no interferir en la conducta del sujeto respecto de ese acto, sin embargo, no implica
que ta1 autoridad se encuentre comprometida a proteger al destinatario de eventuales
interferencias por parte de otros sujetos. Si la autoridad decidiera combinar el permiso
con una prohibición de impedir (interferi¡ obstaculizar) al titular del permiso de llevar a
cabo la acción en cuestión, podría sostenerse que este cuenta con un derecho en relación
con 1os sujetos de la prohibición complementaria (...) Esto marca, claro está,\a correla-
ción entre el derecho de un sujeto y la obligación de otro: decir que un sujeto A tiene el
derecho (reconocido por la autoridad), en relación a un sujeto B, de ejecutar (omitir) el
acto p, significa que A tiene un pernrlso (otorgado por la autoridad) de llevar a cabo p
y, adernás, que B tiene el deber de no impedir que A realice (omita) p": MENDONCA,
Daniel. Las claves del derecho, Gedisa Editorial, Barcelona 2008, p. 103.
94
Le cerrcoRÍe IunÍolca DE Los DERECHos REALES
Ir0)J Hohfeld utiliza el término "privilegio", aunque otros autores se decantan por el de "1i-
bertad'l Sobre el tema: "En primer lugar, tener una libertad no es lo mismo que gozar
de una facultad o privilegio. La mera libertad consiste en la ausencia de prohibición
(permisión en sentido débil). En cambio, la facultad o privilegio es un penniso ex-
plícito para hacer o no hacer algo (permisión fuerte)": RENGIFO GARDEAZÁBAL,
Mauricio. Teoría general de la propiedad, Op. Cit., p. 159.
[ 102] "La correlación libertad-derecho es interpretada de manera tal que el titular tiene la
libertad de realizar actos del tipo B, i.e., nadie tiene el derecho de prohibir a A (titular)
hacer los actos B; en otras palabras, nadie puede demandar que una sanción sea impues-
ta a A por realizar acciones B. Un ejen-rplo de la relación libertad-derecho er.r el derecho
de propiedad sería un caso en donde el dueño puede plantar árboles en su propiedad;
esto es, nadie tiene el derecho a demandar que una sanción sea impuesta a A por realizar
las acciones B": NIElvfl, NIaúi. Hohfeld y el analisis de los derechos, Op. Cit., p. 109.
lroll Ibíd., pp.80-81.
J l o.ll "Un ejemplo del derecho de propiedad sería una situación en la que el dueño de un
pedazo de tierra tiene el derecho de demandar que otros no usen su propiedad": Ibíd.,
p.107.
I lo5l
La doctrina habla de la tendencia de brindar soluciones "reales" a las relaciones obli-
gacionales: "Puesto que semejante evolución está ligada, ciertamente con la protección
95
GuNrsrR GoNzar¡s BennóN
n.rás eficaz que elordenamiento reserva para las situaciones "reales'i en comparación
con las obligatorias, donde la protección está constituida solo por el resarcimiento del
daño, se asiste cada vez más, en la práctica contractual, a la creación de situaciones
que puedan gozar de una protección más incisiva. En ta1 sentido, se recurre, siempre a
condición, suspensiva o resolutoria, del contrato; a cláusulas que atribuyan a la parte
acreedora el receso del contrato con suspensión de la contraprestación, en caso de un
retardo, aun si fuera mínimo, en el cumplimiento de la otra parte; a la cláusula que
atribuye al acreedor una posición "real" propiamente dicha, a través de recursos para
eludir a través de estratagemas -hoy cada vez más latamente permitidas- la prohibi-
ción dei pacto comisorio (piénsese en ia venta con finalidad de garantía pa ra el leasittg,
especialmente en 1a forma dellease back, donde el tradicional financiamiento se realiza
a través del mantenimiento de la propiedad del bien que el deudor habría adquirido
o construido con la suma obtenida por mutuo); a cláusulas que estipulan una previa
liquidación del daño derivado del incumplimiento o del retardo, acompañada por ga-
rantías seguras, como lafranza bancaria de realización inmediata; a la expansión del
aseguramiento del crédito": GIORGIANNI, Michele. "La Parte General de las Obliga-
ciones a 50 años de la entrada en vigor del Código Civil Italiano'l En Advocatus. Nueva
Época, Revista de los alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima,
Lima, diciembre 2003, pp. 19l-192.
96
Le cer¡conÍe ¡uRÍorce DE Los DERECHos REALES
tr06l «Si la posesión de una cosa ya ha sido transferida a un sucesor (como tercero) a través
de una transferencia que cumple con los requisitos minimos, la ntencionada falta de
sujeción del titular (no limitación) es transformada en una potestad de impugnar del
titular legítimo, y si el sucesor como un nuevo titular entra en una posiciSn áe su;e-
ción. El titular legítimo (y previo) adquiere protección dinámica en lá forma de potás-
tad de impugnación, p. ej., el título del sucesor puede ser decla¡ado nulo (ineficai). por
otro lado, el titular actual también adquiere tal protección apelando a su título, p. ej., la
posesión o la buena fe ¡ cuando sea necesario, p. ej., por una acción del titular legiti-
mo, demande la confirmación de la validez de su título y retenga la posesión del ob]eto
disputado (como una protección distinta con relación al litigio). Eite tipo de relaáión
especial con terceros, la relación proactiva entre el titular legítimo (previ,o) y el sucesor
descrita antes, puede ser vista significando que, por razón del títul-o, el suiesor puede
ser considerado como el titular del derecho y la parte contendiente como la otrá per-
sona. Si, excepcionalmente, el sucesor adquiere la protección de su títu1o -proteciión
dinámica- o, en otras palabras, se admite o confirma que el titular legítimo no tiene
una potestad (válida) para impugnar, entonces el sucesor, respecto dil derecho que
ha adquirido, se convierte en el nuevo y legítimo titular del derecho; se encuentra en-
tonces en una posición de inmunidad y potestad ¡ generalmente, también de libertad
y de derecho' El previo_titular, 1a parte contendiente, es entonces un observador y se
encuentra en posición desujeción e incapacidad y generaln.rente, también en las posi-
ciones de deber y de no-derecho': NIEMI, Maüi. Hohfeld y el análisis de los derichos,
Op. Cit., pp. 84-85.
I'0¡ RENGIFo GARDEAZÁBAL, lVlauricio. Teoría general de la propiedad, op. cit., p. 151.
GuNrurn GoNz¡,rEs Ben rtóN
Los remedios jurídicos en tales casos pueden ser la nulidad del acto
administrativo o del acto privado, si fuese el caso; o la declaración de
ineficacia frente a tercero. Es el caso, por eiemplo, del tercero que dis-
pone de bien ajeno, lo que implica su incomPetencia para lograr efectos
en el ámbito del derecho real, aunque el negocio pueda ser válido desde
la perspectiva obligacional. Lo mismo ocurre con el acto dispositivo de
un cónyuge respecto de un bien social, en el cual se ha obviado la com-
petencia conjunta.
tr08l 'Tampoco se puede considerar como contenido del derecho real la obligación de res-
tituirla.oro ó d. restablecer la situación de hecho, como consecuencia de la verifica-
ción del derecho o de su violación, ya quetalfacere no forma parte del contenido del
derccho, sino que es la consecuencia de su violación. Todo esto no excluye el que, de
forma accesoria o con finalidad sancionadora, el titular tenga el derecho de pretender
una prestación positiva. El propietario tiene el deber de pagar el impuesto y en las
relaciones de veiindad puede ser cornpelido a la prestación positiva. Pero nadie dirá
que el contenido de la propiedad consiste en tales prestaciones": BIONDI, Biondo. las
servidumbres, Op. Cit., pp.75-76.
tloel Nosololaposibilidaddeconcurrenciadederechosrealessirveparanegarlaexclusivi-
dad, sino, también, la extendida idea que los derechos de crédito también se expandert
hacia los terceros mediante la tutela extracontractual de1 crédito. Así piensa, por ejem-
plo, el profesor portugués MENEZES CORDEIRO (Cit. LEiTÁO, Luis Manuel Teles de
Menezes. Direitos Reais, Op. Cit.' p. 50).
lrl0l La concurrencia será posible cuando se trate de derechos reales de función diferente, o
98
Le c¡.rpconÍe IURÍolce DE Los DERECHos REALES
cuando el derecho real se restringc- por otro derecho real (rnenor) sobre la misma cosa
(SANTOS JUSTO, A. Direitos Reais,Op. Cit., p. 3l),
tl"l LEITÁO, Luis Manuel Teles de Menezes. Direitos Reals, Op. Cit., p. 50.
ilr?l BARBERO, Domenico. Sistema de Derecho Privado, traducción de Santiago Sentís Me-
lendo, EIEA, Buenos Aires 1976, Tomo II, p. 213.
trrsl Esta idea arranca con los pandectistas alemanes, específicamente con Windscheid.
Para este es impensable que un derecho real limitado pueda modilicar la propiedad;
el derecho real limitado, aunque derecho reai, es una tipicidad rigurosa y en número
reducido, está ideado como algo externo a la propiedad, que desde el exterior puede
comprirnirla y condicionar su eficacia, pero que no podrá incidir nunca en su estruc-
tura (GROSSI, Paolo. La propiedad y las propiedades. Un análisis histórico, traducción
99
GuNrr¡pn GoNzerps BennóN
de Luis DiezPicazo, Editorial Cívitas, Madrid 1985, p. 126).La propiedad, como sÍnte-
sis de poderes, no tiene nada que compartir con ios particulares poderes sobre la cosa.
Es un poder suprerno de cualidad diversa que los compendia a todos: de ailí el rasgo
de "simplicidad" de la propiedad moderna. El derecho real iimitado es solamente un
accidente que puede interferir en su vida, pero siempre desde el exterior y siempre con
proyección sobre la eficacia, sin incidir en el ¡nonolito de la propiedad. La pro¡riedad y
los derechos reales limitados pertenecen a dos universos regidos por razones diversas
y opuestas. La propiedad, como síntesis de poderes, no tiene un contenido precisable y
le repugna toda definición de contenido. Su abstracción es total: abstracto es el sujeto
titular y abstracto es su contenido para soportar los poderes más variados. Aquí se
lralia el carácter "abstracto" de la propiedad moderna (Ibíd., pp. 130-131). Empero,
el fundamento ideológico que justifica esta tesis es impresentable, por lo que es
preferible sostener que la coexistencia de varios derechos sobre una misnra cosa se
encuentra a tono con la política de difusión de la propiedad que progugna la nueva
visión de las Constituciones.
tr'11 BARBERO, Domenico. Sistema de Derecho Privado, Op. Cit., Tomo II, pp.213-211.
t00
Le cerpconÍe ¡unÍorca DE Los DERECHos REALES
La doctrina más atenta ha señalado una importante diferencia entre el régimen ad,
quisitivo de 1os derechos reales y de las obligaciones. En el primer caso se adrnite la
adquisición a "non domino"(art. 948 CC) o sobre res nullius (arr.929 CC) en base a
la relación de inherencia del derecho con el bien. En las obligaciones, en cambio, no
es posible ninguna de estas figuras dado al carácter relativo de la relación jurídica de
crédito (acreedor - deudor). Deriva de esto que, a los efectos de la transferencia de 1a
situación jurídica, el derecho real es por lo regular transferible sin limitaciones; mien-
tras el derecho obligacional, en el ámbito de la regulación contractual es por 1o regular
insusceptible de. transferencia a otro por acto unilateral, en vista a la natural repug-
nancia de una cesión de contrato sin el consentimiento de la otra parte: COMPORTI,
Marco. Diritti reali in generale, Op. Cit., p. 202.
HERNÁNDEZ GIL, Antonio. "Derechos Reales - Derecho de Sucesiones'l En Id.
Obras Comple¡as, Editorial Espasa Calpe, Madrid 1987, Tomo IV p. 31.
101
GuNrn¡R GoNzerps BnnnóN
En efecto, el derecho real otorga una tutela frente a todos con ca-
rácter primario y esencial, con lo que se logra la actuación del derecho
mismo. Por el contrario, el derecho de crédito no se actúa por el tercero
(¡no es el deudorl), y este solo queda obligado a la conservación de la
prerrogativa por imperio de la regla que impone el deber de no causar
daños a otros (neminen leadere). En tal sentido, se dice que Ia existencia
del derecho implica que el resto de los sujetos (sin la titularidad) asurra
102
La cerr,coní¡, )uRÍ»lc¡ DE Los DERECHos REALES
Il ls] Esto no es un descubrimiento reciente. Hace un siglo lo decia el jurista francés RO-
GUIN: "se incurre en una confusión bastante frecuente -tratándose del lado pasivo
del derecho- al no distinguir el deber del sujeto pasivo constitutivo de la relación, del
de toda persona de no inmiscuirse en una relación de derecl.ro que le es ajena y de no
poner obstáculos a la conclusión y alarealización de esta relación. Esta obligación de
abstención es completamente general, refiere a todos y a toda clase de relaciones de
derecho; pero no fórma parte integrante de ninguna de ellas": Cit. RIGAUD, Luis. E/
derecho real. Historia y teorías. Su origen institucional, Op. Cit., p. 151.
ESCOBAR ROZAS, Freddy. 'Algunas cuestiones funda¡nentales sobre el deber juridi-
co'l En Id. Teoría general del derecho civil - cinco ensayos, ARA Editores, Lir¡a 2002,
pp.36-39.
103
GuNrHsR GoNzRLes BexnóN
solo mientras ]a vida subsiste. Pues bien, el propietario quiere disfrutar del
bien, el acreedor quiere recibir la prestación y el sujeto quiere vivir. Ese es el
contenido directo de los derechos mencionados; sin embargo, puede ocurrir
que estos derechos ya no puedan actuarse por imposibilidad, destrucción,
muerte o interferencia ajena que deviene en absoluta. En una situación de
ese tipo, el ordenamiento jurídico concede un remedio subsidiario que sirve
para tutelar todos los tipos de derechos subjetivos: el resarcimientotr2rl.
104
L¡. cnrpconÍe IunÍuce DE Los DERECHos REALES
por atentado contra la vida no significa que el sujeto "siga vivo", por lo
que el derecho subjetivo ya no se actúa en forma directa. Igual ocurre
con la propiedad o el crédito, pues el derecho no actúa por sí mismo si
la cosa se ha perdido, sino por compensación. Por tanto, la circunstancia
conocida de que todos los derechos cuentan con la tutela del resarci-
miento, no constituye indicio alguno para igualarlos y ni siquiera para
considerarlos absolutos.
105
,
106
L¡. c¡,r¡conÍe ¡unÍnrca, DE Los DERECHos REALES
El Código Alemán tiene cinco libros: Parte general, derecho de obligaciones, derecho
de cosas, derecho de familia y derecho de sucesiones. Esta ordenación sigue los tra-
tados de Pandectas, esto es, sigue casi a pie juntillas la doctrina conceptual del siglo
XIX. Sin ernbargo, como anécdota, vale mencionar que el derecho de cosas ocupa
normalmente el segundo lugar en los tratados, pero en el Código fue relegado al ter-
cer libro: ENNECCERUS, Ludwig (revisado por NIPPERDEY Hans Carl). Derecho
Civil (Parte General). En ENNECCERUS-KIPP-WOLFF. Tratado de Derecho Cívil,
traducción de BIas Pérez González y José Algue5 Bosch Casa Editoral, Barcelona,
1953, Tomo I-1", p. 36.
"La Parte General del Derecho Civil, cuyo precedente más remoto son las reglas preli-
minares de las Instituciones de Gayo y de )ustiniano, il.canzó amplio desenvolvimien-
to entre los pandectistas alemanes, debido principalmente al influjo de la doctrina
racionalista del Derecho natural. En ella, además de las normas jurídicas en general y
de las fuentes del derecho, se estudia el derecho de las personas, la doctrina general de
los derecl.ros subjetivos y la del negocio jurídico. Las críticas dirigidas recientemente
contra la parte general y que se basan en la excesiva abstracción de sus conceptos,
solo tienen cierto fundamento referidas a la doctrina del derecho subjetivo y la del
negocio jurídico, cuya plena inteligencia requiere el conocimiento de las particulares
instituciones jurídicas (derechos reales, obligaciones, contratos, testamentos, etc.). A
pesar de ello, la parte general tiene el gran mérito, que ya puso de relieve SAVIG-
ÑY, de descubrilnos la base común de las distintas instituciones jurídicas": GARCÍA
VALDECASAS, Guillermo. Parte General del Derecho Civil Español, Editorial Civitas,
Madrid 1983,p.37.
Es el caso del proyecto de Plan de Estudios de la Facuitad de Derecho de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, que todavía no ha recibido aprobación formal.
t07
GuNrne n GoNzar-rs BennóN
108
t-
Estos problemas son los que se quieren evitar mediante una nueva
teoría del derecho civil.
109
CapÍrur.o II
EL PRINCIPIO DE NUMERUS CLAUSUS
DE tOS DERECHOS REAIES. PACTOS
PROHIBITIVOS Y RESTRICTIVOS
DE DISFRUTE O DISPOSICIÓN
111
I. LA CATEGORIA DE LOS DERECHOS REALES COMO
PRODUCTO DE LA GENER ALIZACIÓN Y ABSTRACCIÓN
IURÍDICA. SUS VENTAIAS
En el Derecho romano arcaico, todos los derechos sobre las cosas
se reconducían necesariamente a la propiedad, pues no se concebía una
figura distinta. La visión era fundamentalmente naturalística, pues el
derecho se identificaba con la cosa misma, por tanto, ser titular del dere-
cho era 1o mismo que ser titular de la cosa. En tal contexto, los actuales
derechos limitados eran modalidades del do¡ninio, por consiguiente, las
servidumbres de agua o acueducto (las más antiguas) constituían un
derecho de propiedad sobre la franja del terreno; o el usufructo era un
dominio divididolt34l. solo, con posterioridad, Ia cosa material fue objeto
de división jurídica, y cada porción (pars dominil) constituyó un dere-
cho real distinto, limitado, que coexiste con la propiedad. En virtud de
tal evolución, se terminó reconociendo situaciones jurídicas construidas
sobre la base del dominio que recibieron el nombre de "modificaciones
de la propiedad»lr35l, Estos nuevos derechos debieron echar mano del
razonamiento analógico.
113
GuNrupR GoNzerps BennóN
I136l «El dominium es, cor¡o ciaramente expone P. GROSSI, e1 presupuesto 1ógico e históri-
co de los llamados iura in re aliena.La concepción del dominio en el Derecho romano
es, ante todo, la máxima expresión de la libertad y de la preeminencia del pater y, por
e1io, la esencia del objeto del dominio es, por su propia naturaleza, absoluta y Pura.
Esto explica que en el derecho clásico no existieran propiamente derechos reales sobre
cosa ajena, y su posterior construcción se debió concretamente a las exigencias de la
economía en general y del tráfico jurídico negocial; estableciéndose como límites al
dominio y, por consecuencia, sujetos a una tipicidad formal y funcional, dependiente
de la idea abstracta y completa de dominio, sustrayéndose por esta razón a la auto-
nomía privada cualquier posibilidad de eventuales creaciones o innovaciones de los
tipos cárrados admitidos en el sistema": ROMÁN GARCÍA, Antonio. La tipicidad en
los derechos reales,Edilorial Montecorvo, Madrid 1994, p.26.
lr'71 BIONDI, Biondo. Le servitú prediali nel diritto romano, Giuffré Editore, Milán 1969,
Pp. 4-s.
114
a
115
Guxrupn GoNzelrs BnnnóN
116
a-
ir4{l Los tipos de relaciones jurídicas son "tipos-figuras normativas" surgidos en 1a realidad,
Puesto que se relteren a contenidos de regulación clasificados de cierto modo, y a los
que también se les puede llamar "tipos jurídico-estructurales'l Algunos de ellos son
producto de la ciencia del Derecho, aunque la mayor parte de ellos deben su origen
al tráfico económico. cuando el legislador los ha regulado, es porque ya han existido
antes en la realidad de la vida, habiendo el legislador reconocido su valor jurídico
mediante la aprobación de un conjunto de reglas que se estimaron más adecuadas a
su naturaleza. El legislador no los "inventó'l sino que los'descubrió": LARENZ, Karl.
Metodología de la ciencia del derecho, Op. Cit., pp.456-457.
tr45i Una ampliación del sistema de tipos estructurales se logra mediante
las "series de ti-
pos'l En este caso los tipos que son afines entre sí, pero que, no obstante, han de dis-
tinguirse, se alinean de modo que las cosas comunes y las dilerencias sean notorias.
Al asignar su lugar a un "tipo'en la "serie de tipos'] se destacan los rasgos que les son
característicos, pero también los que 1o unen con tipos vecinos. El valor cognoscitivo
del tipo, como una forma de pensamiento, radica en que noticia claramente 1os rasgos
particulares contenidos en el tipo, 1o que hace comprender la llamada "naturaleza de
1as cosas". Es una forma de pensamiento que se aleja del mero concepto abstracto. Pero
el sistema "tipológico" no es suficiente para hacer visibles las ideas jurídicas y pautas de
valoración generales que están por encima de los complejos de regulación particula-
res; para ello es necesario volver 1a mirada a los principios jurídicos: Ibid., pp. 461-465.
r17
GuNrupn GoNz¡.rrs BennóN
3.1 PRECEDENTESHISTÓRICOS
El Derecho romano era esencialmente liberal y,por ello, no permitía
las vinculaciones del dominio, ni la excesiva concurrencia de derechos
sobre los bienes. En tal sentido, fuera de la propiedad, solo se admitía un
breve elenco de derechos reales (numerus clausus), tales como las servi-
dumbres, la superficie, los derechos de garantía y la enfiteusis, esta última
de origen griego y que solo fue recibida muy tardíamente en Roma[1a6].
Iraol El Derecho antiguo no reconocía más cargas sobre la propiedad que las servidumbres,
pero tan limitadas que no podían constituir un peligro para la propiedad, pues se extin-
guían con la muerte del beneficiado (ejemplo: usufructo). En cuanto a las servidumbres
admisión a fin de impedir
!rediales, dado su carácter permanente, era preciso limitar su
que la propiedad quedase vinculada. Por este motivo, los juristas romanos establecieron
li regla de que solo eran válidas las servidumbres prediales cuando estuviesen origi-
nadas por el destino económico del fundo dominante. En buena cuenta, el propietario
podía árruinarse individualmente, pero no podÍa arruinar la propiedad ni al propietario
iuturo, ni disminuir el valor absoluto de la propiedad: IHERING, Rudolf von. EI Espíritu
del Derecho Romano (Abreviatura), Marcial Pons, Madrid 1997 pp. 16l-162'
'
118
Er pptNcrpto DE NUMERUS c¿Ausus DE Los DERECHos REALES
lrail 'A veces, había varios dueños sucesivos, desde el cultir.ador hasta el príncipe. Esta
estructura de los derechos reales sobre las cosas fraccionaba el goce econón-lico de
los bienes a1 distribui¡ las rentas conseguidas con el trabajo y el capital de un único
empresario entre una pluralidad de titulares de dudosa )egitimación, al par que desani-
maba la iniciativa productiva del empresario agrícola y el tráfico de 1os bienes, tanto a
causa de la incertidumbre de los derechos como de la certeza de no obtener el duerio
inferior para sí el resultado total de su esfue¡zo':LACRUZ BERDE]O, José Luis y otros.
Elementos de dereclto civil,Tomo Ill-1': Posesión y Propiedad, José Maria Bosch Editor,
Barcelona 1990,p.22.
t1{8) Idéntica terminología se conserva por el artículo 70 de nuest¡a Constitución de 1993r
"El derecho de orooiedad es inviolable..ll
r'4'g1 COMPORTI, Marco. Diritti reali ín generale, Giuffré Editore, Iv1ilán 1980, pp.209-210.
Sobre este tema, es bastante expresiva la Exposición de motivos del Código Napoleó-
nico de 1804: "En el Antiguo Régimen, la distinción entre personas privilegiadas y no
privilegiadas, nobles o plebeyos, entrañaba, en relación con los bienes, una multitud
de distinciones que han desaparecido y que ya no pueden revivir. Cabe dccir que las
cosas eran clasificadas como las personas mismas. Había bienes feudales y no feudales,
bienes sirvientes y bienes Jibres. Todo esto ha dejado de eústir; no hemos conservado
más oue las servidunrbres urbanas v rústicas oue el acercamiento de los hornbrcs hace
indispensables, y que derivan de los deberes y de las atenciones que son únicos en
poder hacer posible la sociedad. Al hablar de las dif'erentes clases de bienes, hernos
distinguido el simple uso del usufructo y el usufructo de la propiedad. Hemos enu-
merado las diversas especies de rentas y derechos que pueden entrar en el patrimonio
de un particular": PORTALIS, Jean Etienne Marie. Discurso preliminar al Código Civil
francés, traducción de I. Cremades y L. Gutiérrez-Masso¡r, Editorial Civitas, Nladrid
1997,pp, 89-90 (el subrayado es nuestro).
119
Gu¡¡Tu¡n GoNz¡,rEs BnnnóN
irsol Sin embargo, la intención del codificador, muy clara como se aprecia de la anterior cita
de Portalisl ha chocado con la evolución posterior. En la actualidad, por ejemplo, la
mayoría de la doctrina francesa se muestra favorable a la libre creación de los derechos
reaies (Marty y Raynaud, Atias, Larroumet, Derrupé). También debe mencionarse el
antiguo fallo de la Corte de Casación, de t 3 de febrero de 1834, llamado Caso Caque-
tardl en el que se discutió la validez de un derecho sobre los árboles separado de 1a
orilla. La migistratura avaló el pacto con la siguiente afirmación: "Los articulos 544,
546 y 552 del-COdigo Civil son declarativos del derecho común relativo a la naturaleza
y a lás efectos de lJ propiedad, pero no son prohibitivos. Ni estos artículos, ni ningu-
na otra le¡ excluyen las diversas modificaciones y descomposiciones que el derecho
ordinario de propiedad es susceptible tener'l El Decreto del Registro, de 04 de enero
de 1955 ha validado de alguna manera la opinión favorable al numerus apertus, Pues
indica que todos los derechos reales inmobiliarios son objeto de publicación (art. 28);
por el cóntrario, la ley de 23 de marzo de 1855 prohibía la publicación-de los derechos
ieales sui generii: TERRI, Franqois y LEQUETTE,Yves. Los grandes fallos de la juris-
prutlencii civil francesa, Librería Ediciones del Profesional, Bogotá 2005, traducción
de Marie Louise Crepy Chabot, pp. 289 ss.
Ir51l COMPORTI, Marco. Diritti reali in generale, Op. Cit., p. 211.
tts4 ROMÁN GARCÍA, Antonio. La tipicidad en los derechos reales, Op. Cit. pp.96-97.
120
t--
Er pRlNcIpto DE NUMERUs c¿AUSus DE Los DERECHos REALES
t"tt DÍEZ PICAZO, Luis. 'Autonomía privada y derechos reales'l En W.AA. Libro en
Homenaje a Ra?nón María Roca Sasfre, Colegios Notariales de España, Madrid 1975,
Tomo I, p.299.
trsll "Mientras que los derechos personales son infinitos en relación al reconocimiento de la
figura general del contrato y del acto ilícito, los derechos reales son típicos. Son pocos y
bien definidos. Ya en el derecho romano constituyen una categoría cerrada y limitada:
t21
GuNrupR GoNz¡.rps BennóN
son acluellos reconocidos como tales y no otros. La autonomía privada puede extender-
se libremente en el áurbito de los contratos, así conro cunrplir los miis variados actos
ilícitos, pero no puede atribuir a una relación eiectos reales que no estén admitidos
por la 1e¡ A la extensión de los vínculos fundiarios, que se origina en el relgimen feu-
dal, se opone violentamente la rer.olución francesa; sucesivanrente Io hacen tarrbién el
código napoleónico 1'los que lo han seguido, que retornan a Ios tipos de derechos rea-
les reconocidos por el derecho romano": BIONDI, Biondo. Las sen'idwnlrrr.s, Op. Qlt.,
pp.74-75.
f lssl "Mientras que en Ia constitución de un derecho personal, el agente vincula su propio
patrimonio, y es libre de hacerlo porque no se sale de la esfera de 1a libertad que 1a 1ey
le atribuye a cada sujeto, en la constitución de un derecho real, la cosa se encuentra en
una determinada situación de manera objetiva. En este campo se detiene Ia autonomía
privada, ya que el interés general impone la necesidad de que los vínculos de una cosa
sobre todos los fundos, no se dejen a la libre iniciativa de los particulares": Ibíd., p. 75.
r56l
I
Con.rporti considera que la problemática de1 nwnerus clausus es diversa de aquella de
la "tipicidad'i En tal sentido, e1 primero atiende a la exclusividad de las fuentes que
originan el derecho rea1, que se reduce al ordenartiento jurídico. Por tanto, este es un
problerra, principalmente, de política legislativa (¿quién crea los derechos reales?, ¿1a
ley o los particulares?). En cambio, el segundo trata sobre la determinación del con-
tenido del derecho real, esto es, el tipo de situación jurídica que e1 sujeto puede elegir.
Esta última responde a una cuestión estructural, esto es, la relación entre el poder y
el bien. No obstante la distinción, el propio autor considera que ambos principios son
interdependientes (COMPORTI, lvlarco. Diritti reali in generale, Op. Cit., p.216). Por
el contrario, otro sector doctrinal (por ejemplo: Alessandro Natucci) señala que esta
distinción peca de artificiosa y ninguna utilidad se obtiene de ella (Cit. ROMÁN GAR-
CÍA, Antonio. La tipicidad de los derechos reales, Op. Cit., p. 108).
llsTl "Las alusiones al dominio útil y directo se nutrieron de los desarrollos doctrinarios de
los romanistas medievales (siglos X-XIII) sobre las desmembraciones del dominio. Al
ser titular pleno de un bien, el propietario quedaba facultado para descomponer sus
poderes (usar, disfrutar, disponer, poseer) y asignarlos a otras personas. Este régimen
de asignación de derechos pennitía 1a coexistencia simultánea y el entre-cruzamiento
t22
EI- pRtNcIpro DE NU¡¿ERUs c¿Ausus DE Los DERECHos REALES
de varios derechos-habientes sobre un mismo bien. Hacia el siglo XI, por ejemplo,
los derechos sobre Ia tierra enfeudada se encontraban divididos. Por un lado, el señor
feudal era el titular de un derecho de propiedad y por el otro el vasallo e¡a un usufruc-
tuario, pero con cada vez más poderes fácticos sobre el predio': GUEVARA GIL, Ar-
mando. "La propiedad agraria en el derecho colonial'. En PRIORI POSADA, Giovanni
(Editor). Estudios sobre la propiedad, PU CB Lima 2012, p. 27 6.
IIs8l ROMÁN GARCÍA, dntonio. La tipicidad en los tlereclns reales, Op. Cit., p. 83.
lrsel Ibid., pp. 85-87.
lt60l Sobre este terna, Diez Picazo llega a la conclusión que el derecho de propiedad es
absolutamente típico: o es .la suma de facultades amplias pobre un bien, o ya no es
propiedad, pues se translorma en un derecho distinto. Desde tal prer»isa, el profesor
t23
GuNrHEn GoNzer-rs Bennó¡¡
español también infiere que la libertad de los particulares para configurar los derechos
reales solo comprende a los llanrados derechos reales lir-nitados o sobre cosa ajena.
Por el contrario, en el campo de los derechos reales de garantía sí impera Ia tipicidad
y el número cerrado, 1, ello porque- esos derechos imponen un privilegio excepcional
a la natural condicitin de igualdad de los acreedores para concurrir en el patrimonio
cornún del deudor: DÍEZ PICAZO, Luis. "Autonomía privada y derechos reales'l En
VV.AA. Libro en Homenaje a Ramón lvfaría Roca Sasfre, Colegios Notariales de Espa-
ña, Madrid 1975, Tomo I, pp. 329-330.
ll6l l MURILLO,.NIaTía de los Angeles. "Numerus Clausus vs. Numerus Apertus: ¿cuál es el
sistema que conduce a la eficiencia?'l En I¿¡s et Veritas. Ret,ista de Ia Facultad de Dere-
cho y Ciencias Políticas de la Universidad de Lima, No 27, Lima, enero-junio 1997, pp.
196 y ss.
Algún autor ha ensayado el siguiente argumento: "Otro de los grandes errores que
conlleva 1a distinción entre derechos reales y personales, es suponer que 1as relaciones
jurídicas llamadas reales, por el hecho de ser oponibles por n.randato legal, deben ser
frnitas ¡ en consecuencia, los individuos no pueden crear otras más, pues podrían
violentar el interés de la colectividad. Pues bien, teniendo en consideración el carácter
de oponibilidad de una relación jurídica no es otorgado por la ley sino por los me-
124
-
canismos de publicidad, tanto para de¡echos reales como derechos personales (una
propiedad o una hipoteca pueden ser igualmente oponibles a un arrentlamiento o un
contrato de opción), e1 mantenimiento de una lista ccrrada de derechos reales no cur¡-
ple ninguna finalidad": PIZARRO ARANGUREN, Luis. "Un estudio preliminar sobre
la modificación integral del Libro de Derechos Reales del Código Civil de 1984'1 En
VV.AA. El Derecho Civil Peruano. Perspectivas 7'Probletnas ActLtales, PUCP, Lima 1993,
p.217 . La tesis de PIZARRO recusa la distinción entre derechos reales y obligacionales
(propone reemplazarla por la distinción entre relaciones oponibles y no-oponibles), y
si ello es asi, según é1, el principio de numerus clausus carece de sentido. Sin embargo,
el autor no se ha dado cuenta que su tesis es una petición de principio, pues e1 car.nbio
de denominación lleva exactamente al mismo sitio: los derechos reales son oponibles,
y los obligacionales, no. Este es un buen ejemplo de argumento absurdo.
t1631 ALVARFZ CAPEROCHIPI,
José Antonio. Curso de Derechos Reales, Edito¡ial Civitas,
Madrid 1986, Tomo 1,p.20.
t'6{l Cuando el dominio se dividía en dos -1o que sería factible mediante el numerus aper-
fus-, un esforzado productor y capitalista no podía tener el esfuerzo íntegro de su
trabajo, y debía compartirlo con un me¡o rentista. La historia nos muestra con toda
claridad las inconveniencias de la libertad absoluta en la configuración de los derechos
sobre los bienes; así tenemos que 1os problemas generados por la división económi-
camente ineficiente de diversas titularidades sobre un mismo bien fue la causa prin-
cipal por la que el legislador optó por eliminar la enfiteusis en el año lgll (Ley 1447),
con lo cual se dejó en libertad a los propietarios para que puedan circular los bienes
sin gravámenes perpetuos: CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales,
Cultural Cuzco, Lima 1995, Tomo lI, p. 241 . En la misma 1ínea, debe recordarse que el
Código Civil de 1936 eliminó los censos consignativo, reservativo y enfitéutico -que sí
estaban regulados en el Código de 1852-, con lo cual prohibió su constitución a partir
de ese momento, en virtud del runnerus clausus de 1os derechos reales.
t25
GuNrusn Go¡rzerps BenxóN
Ir6sl BIONDI, Biondo. Le servitú prediali nel diritto romano, Giuffré Editore, N{ilán 1969, p. 4.
lt66l GUEVARA GIL, Ar¡nando. "La propiedad agraria en el derecho colonial'l En PRIORI
POSADA, Giovanni (Editor). Estudios sobre Ia propiedad, PUCB Lima 2012,pp.279-280.
It67l Laexcesivalibertadenlaconfiguracióndelassituacionesjurídicasreferidasalaexplo-
tación de la tierra hizo que se mantenga por mucho tiempo las formas de servidumbre
personal: FIGALLO ADRIANZÉN, Guillermo. Derecho Agrario Peruano, Gráfica Ho-
rizonte, Lima, s/f, p. 224.
t168l «La temporalidad de los derechos reales de uso de cosa ajena, salvo e1 caso especial de
las servidumbres que merecen comentario aparte, está basada en dos valores que exce-
den el espacio de1 particular: la consolidación de los bienes en propiedad de particula-
res, para fomentar la circulación de la riqueza y la necesidad, como ñn del derecho, de
evitar los naturales focos de conflicto que se generan con la titularidad de dos o r¡ás
derechos, reales o personales, respecto del r¡ismo bien": ALESSIO ROBLES, lvliguel.
Temas de Derechos Reales, Editorial Porrúa, México 2012,p.37. Lo curioso es que este
autor recusa el principio de numerus clausus, pero no se da cuenta que los argumentos
que é1 mismo utiliza para justificar la temporalidad de los derechos reales limitados
son los mismos que hacen peligroso que esos derechos puedan multiplicarse al libre
albedrío de los propietarios.
126
EL pnlNclplo DE NUrvf¿RUs :LAUSUS DE Los DERECIIos REALES
social.
YÉLEZ SARSFIELD, autor dei Código Civil Argentino, justificaba el nume nts clausus
en que la multiplicidad de derechos reales sobre unos mismos bienes es fuente fecunda
L
I
t27
I
GuNrHsn Go¡.rzelcs B¡.nnóN
t28
l-
El art. 999 define el usufructo como derecho que confiere las fa-
cultades de usar 1, disfrutar temporalrnente un bien ajeno, sin afectar
su sustancia, sin embargo, la norma agrega que: "pueden excluirse del
usufructo determinados provechos y utiliclades", por lo cual, el contenido
legal del usufructo puede sufrir una variación por voluntad de las partes.
129
GuNrrien GoNzRLss Bennó¡r
lrTsJ Cit. ALVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de dercclrcs reales, Op. Cit., p. 20.
130
EL pRrNctplo DE NUMERus c¿AUSr/s DE Los DERECHoS REALES
131
GuNrurR GoNzeLps BannóN
¿Qué naturaleza tiene este derecho real?, ¿se le puede considerar típico?
La jurisprudencia registrallrTel consideró admisible la figura, pues, "en el
Derecho comparado se le reconoce eficacia de absolutividad u oponibilidad".
Nuevamente el argumento no es convincente, sin embargo, la solución es
sintple: el derecho de sobreelevaciónlrsol (enajenación o reserva de "aires")
tiene suficiente base de apoyo en el artículo 955 Cclt8ll, por el que se
pennite una propiedad separada del suelo, lo que ocurre en los casos del
régimen de propiedad exclusiva y común (propiedad horizontal) o super-
ficie, aun cuando en la práctica, normalrnente, la hipótesis se refiera a ia
primera figura. Por tanto, la "venta de aires" da origen al nacimiento de
un objeto de derecho autónomo, sobre el que recae Ia propiedad sobre la
unidad exclusiva, ya delimitada pero de futura edificación, que se somete
al régimen de propiedad exclusiva o común.
de 1998.
tt80l Éste puede definirse como aquel derecho que tienen los copropietarios de un edificio
sometido al régimen de propiedad horizontal para continuar la edificación a partir del
último piso, siernpre que las condiciones arquitectónicas del edificio, y las regiamenta-
ciones urbanisticas 1o permitan: BONETTO DE CIMA, Angela y BORTOLATTO DE
SZPEINER, Ana María. "L¿ cláusula de reserva de sobreelevación y la ley de propiedad
horizontal'l En VV.AA. Estudios de derecho civil, Editorial Universidad, Buenos Aires
1980, p. 68.
{18rl La norma presupone la separación del dominio entre distintas plantas cuando afirma
que: "El suelo o el sobresuelo pucden pertenecer total o parcialmente, a propietario dis-
tinto r¡ue el dueño del suelo".
t32
Er pnt¡¡cIpIo DE NuMERT/s c¿AUsus DE Los DERECHos REAT.ES
lr82l «8. Por 1o tanto, conforme a lo señalado por el registrador, al haber quedado registrado
los aires que le corresponden al departamento N. 308 en la partida matriz, en prin-
cipio resulta suficiente la constancia consignada en el asiento relativo al reglamento
interno en el sentido de que a las secciones ubicadas en el tercer piso le corresponden
la reserva de aires para futura construcción conforme a la descripción que consta en
la memoria de independización. Sin embargo, este Colegiado estima que al tratarse de
una edilicación sujeta al régimen de propiedad exclusiva y común en la que se confi-
gura el sistema de inscripción de pluralidad de folios que implica que las secciones de
propiedad exclusiVa consten registradas en una partida de independización que está
vinculada con la partida matriz en la que corren registradas las zonas comunes, no
existe obstáculo para que se publicite en la partida relativa a la sección de propiedad
exclusiva que le corresponden ios aires reservados para futura edificación que queda-
ron registrados en la partida matriz'i
133
GuNrHEn GoNzar-¡s BennóN
134
EL pRINcTpIo DE NUMERUS CI,AUSUS DE LOS DERECHOS REALES
de la cuota, aun cuando las partes hayan identificado ese porcentaje con
un sector de suelo, entonces se admite la inscripción de Ia transmisión,
sin embargo, la cláusula de conversión de la cuota en superficie concreta
se considera de efectos meramente obligacionales, por lo que este pacto
queda agazapado, sin eficacia real frente a terceros. Por tanto, no se
reconoce que el acto traslativo de la cuota ¡ simultáneantente, el acto
traslativo del espacio, tengan, ambos, eficacia real, pues ello haría nacer
una contradicción. Sin embargo, el tema puede tener una solución práctica:
dotar al citado pacto del carácter de partición, que sí es acto inscribible,
pero con efectos diferidos por virtud de una condición suspensiva, que
podría cumplirse con la autorización municipal de sub-división. Esta
construcción dogmática pemite una triple ventaja: primero, mientras no
exista la independización, el adquirente de cuota ya inscribe su derecho
en el registro; segundo, la partición está consumada en forma irrevo-
cable, por lo que no se necesita de un segundo acuerdo de voluntades
que podría frustrarse por mala fe del vendedor; tercero, la partición se
encuentra lista para inscribirse en cuanto se obtengan los requeritlientos
técnico -regist rales.
6. De conformidad con el art. 170 del Código Civil el acto juridico se interpreta
de acuerdo con su causa, es decir, según el fin o resultado económico-individual
pretendido o querido por las partes; y en tal contexto, es claro que la interpreta-
ción negocial lleva a sostener que la causa o finalidad de los sucesivos contratos
materia del presente títu1o versa fundamentalmente sobre un objeto físicamente
determinado, y solo accesoriamente sobre las acciones y derechos.
Ahora bien, cabe señalar que sÍ es posible que un acto jurídico trate de manera
principal sobre la transferencia de acciones y derechos, en cuyo caso la estipula-
ción tendrá por objeto una cuota o porcentaje del bien cotnún, y en Ia que sub-
sidiarianlente se consigna que dicha cuota corresponde a un espacio fisico, para
cuyo efecto se requiere que este pacto sea considerado de carácter obligacional o,
en su defecto, deducirlo de la cornún intención de las partes, tal como ocurre ell
los casos en que la cláusula se establece con sentido futuro, esto es, que la transfe-
rencia de la porción concreta no tiene efectividad actual, pues se encuentra supe-
ditada a la posterior partición material del bien. Demás está decir que la situación
planteada en este considerando no se presenta en el título evaluado'.
El texto completo de la resolución puede verse en la obra: GONZALES BARRÓN,
Gunther. El nuevo derecho registral,20 edición, Caballero Bustamante, Lirna 201 1 ,
Tomo II.
135
GuNrH¡R GoNzerE,s Ben nóN
tr8.1l Cit. ROMÁN GARCÍA, Antonio. La tipicidad en los derechos reales, op. cit., p. 152.
ltrtl Se propone la siguiente cláusula: "Los copropietarios expresan su voluntad irrevocable
deiormular puiticiót del bien común en los términos que constan en la memoria
descriptiva y plrno inserto, por lo que la sección 1 se adjudica en dominio exclusivo
ai copiopietario A, y 1a sección 2 se adjudica en dorninio exclusivo al copropietario B.
Esta iláusula tendri efectos obligacionales hasta que se apruebe la resolución munici-
pal de sub-división o hasta que se produzca la independización registral por cualquier
ótro mecanismo, en cuyo caio el pacto tendrá eficacia real inmediata y automática. Ta-
les hechos (sub-división o independización) tienen, por tanto, el carácter de condición
suspensiva de los efectos reales de la particiónl
t36
El pntNctplo DE NUM.ERUs cLAUSus DE Los DERECrlos REAr.Es
{1861
Para el caso del usufructo se dice otro tanto: "El derecho que en este caso se trar.rsmite
(por la cesión del ejercicio) es personal, dado que el usufru«uario no pierde su calidad
de tal. Por eso mismo la cesión carece de vocación registral": URBANEJA, Marce-
lo Eduardo. "Usufructo inmobiliario: aspectos notariales y registrales'l En LAMBER,
Rubén A. (Director). Usufructo. Aplicaciones civiles y comerciales, Editorial Heliasta.
Buenos Aires 20 I 1, p. 240.
187]
[
Demás está decir que es válida e inscribible la transmisión parcial de superlicie "pro-
cuota', por cuya virtud, an.rbos superficiarios tienen la facultad conjunta de levantar
el ediñcio.
En ese sentido, los ante-proyectos de Código Civil de 2OO5 y 2006. Este último propu-
so el siguiente texto sustitutorio del actual art. 882: "Salvo disposición legal distinta,
mediante acto jurídico se puede establecer la prohibición de disponer o gravar, hasta
137
Gu¡rrsrn GoNzeLss B¡,nnór.t
por el plazo máximo de diez alios, reduciéndose cualquier exceso al plazo indicado'l
En la misma línea, la reciente propuesta de reformas de 2011, que ha dado lugar a un
proyecto de ley de enmiendas del Código Civii (2012).
i'"1 GÓI,{EZ GÁLLIGO, Francisco Javíer. Las prohibiciones de disponer en el derecln espa-
nol, CRPIv{E, Madrid 1992, p. 28.
{'eol IbÍd., p. 33.
Irerl Dicho sistema se sustenta en el principio de libertad lundiaria y libre intercambio de
los bier.res, con lo que se trata de irnpedir la amortización de la propiedad y la multi-
plicidad de cargas y gravámenes; por su parte, busca facilitar el comercio de los bienes
y el cálculo de los adquirentes (DIEZ PICAZO,Luis. Fundamentos de Derecho Civil
Patrimonial, Editorial Civitas, lvladrid I 995, Tomo I, p. 319). Jerónin-ro González alega,
a este propósito, que las prohibiciones de disponer atentan contra los principios de no
amortización de la propiedad, el carácter absoluto de los derechos reales y la natural
embargabilidad de todos los bienes; en suma, estas prohibiciones de disponer engen-
dran situaciones jurídicas ambiguas ¡ por ende, conflictivas (Cit. CABALLERO LO-
ZANO, /osé lt{aría. Las prohibiciones de disponer. Su proyección como garantía de las
obligaciones, José María Bosch, Barcelona 1993, p. 25). García Pastor también rechaza
las prohibiciones por conside¡ar que son contrarias a la libre circulación de los bienes,
obstaculizan la ejecución de los créditos y restringen el principio de responsabiiidad
patrimonial universal (Cit. Ibíd., pp. 25-26).
138
Er- pnrNctpro DE NUMERUs c¿Ausus DE Los DERECHos REALES
de los pactos que impiden enajenar o disponer (art. BB2 CC). Ambas
prescripciones normativas están vinculadas.
Ile2] "La repulsa en principio de las prohibiciones voluntarias de disponer es lógica. El pro-
pietario puede desprenderse de Ia facultad de goce y establecer limitaciones a su do-
minio, de suerte que se traduzcan en derechos ajenos, pero es absurdo permitir que
el disponente de un derecho subjetivo ampute al adquirente la facultad de disposición
del mismo sin razón alguna seria ni beneficio para nadie. La ley no puede permitir
este aniquilamiento o muerte de la lacultad de disponer de los derechos patrimoniales,
apartándolos del tráfico jurídico. En el mundo dei Derecho, conro en el físico, nada
debe perderse sin beneficio de nadie ni consecución de un fin razonable. Por ello la
limitación más insignificante ha de redundar en benehcio de Ia colectividad o ha de
traducirse en una ventaja, provecho o beneficio de otra persona. La prohibición de
disponer impuesta caprichosamente, o sin justa causa que la motive, no ha de poder
provocar ventaja alguna, pues en ella solo hay que ver una destrucción infundada de
una facultad jurídica (...) La prohibición de disponer adultera o desnaturaliza el do-
minio o derecho real y provoca una situación anormal, porque entorpece el comercio
juridico separando del torrente circulatorio bienes cuya caracteristica es su enajena-
bilidad":ROCA SASTRE, Ra¡nón María, ROCA SASTRE-I\'IUNCUNILL, Luis María
y BERNA i XIRGO, loan. Derecho Hipotecario,9o edición, Editorial Bosch, Barcelona
2007, Tomo Y, pp. 642-643.
lre3l ARIAS SCHREIBER, Max. Exégesis del Código Civil Peruano, Tomo V WG Editor,
Lima 1993, p. 33, se rnuestra a favor de Ia libre circulación de los bienes y, en conse-
cuencia, contrario a todas las cláusulas de prohibición de disposición o gravamen. De
la misma opinión es CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinando. Derechos Renles, Op.
Cit., Tomo I, p. 58.
t39
GuNrse n GoNzer-ps BennóN
I le1]
PIZARRO ARANCUREN, Luis. "El Código Civil Peruano y la contratación actual'l
En VV.AA. ¿Por c1ué hay que cantbiar el Código Civil?,UPC, Lima 2001, p. 62.
Sinlil¡r opinión, en la misma obra colectiva, mantiene: BULLARD, Alfredo. "Sobre el
Código Civil y los dinosaurios'l En Ibid., p. 26.
l re5l
Cuando se'inoclifici' un de¡echo real tipificado, en realidad se está creando uno nue-
vo: ALTDi{lNI, )orge Horacio. "El numerus clausus en los derechos reales". En VV.AA.
Oódigo Civil Peru¡no. Di¿z Años. Balance y Perspectivas, Universidad de Lirna, Lima
1995, p. {lQ.
La libertad sólo puede existir dentro de los lín.rites determinados por el hecl.ro de que
cada uno puede pretcnder una libertad igual. Además, la libertad no puede compren-
dcr actos antijurídicos, pues tal libertad aniquilaría el Estado de Derecho en que se
apoya Ia libertad cle todos. Todo derecl.ro de libertad encuentra su lÍmite en el derecho
de libertad c1e los dcr.nás y en los deberes que e1 Derecho impone a cada uno en res-
guarrto de la paz juríclica: LARENZ, Ktri. Derecho Justo. Fundamentos de ética iLtrídica,
tlarlucción de Luis DíezPicazo, Editorial Civitas, Ivladrid 1985, p. 62.
1.+0
Et pRtNctpro DE NUMERus c¿ALrsus DE Los DERECrros REALES
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que los pactos prohibitivos de
disposición y gravamen son de interés notorio Ce las clases financieras
y bancarias, muy dispuestas a aumentar su poder a trar.és de la imposi-
ción de cláusulas sin ninguna negociación. JQué hará el deudor cuarrdo
se le condicione el otorgamiento del préstanto a la previa restricción rie
su libertad de disponer? Este tema no es teórico, v una moclifrcaciór'l
de la Ley General del Sistema Financiero realizada en 2002 api-rntaba
en tal sentido, pues declaró nulas las llamadas "cláusulas de restiicciórr
contractual»lte7). La doctrina europea 1'a había advertido que el ttt!rt?-t'Lts
apertus (lo que incluye la permisividad de las cláusulas proi-ribirir.:rs dc
disponer y gravar) es un aliado del poder financierolresl, cn clctrirrtcnti>
de los más débiles. Nuestra historia reciente confinla este aserto,leel.
1,11
Guxrspn GoNz¡.lrs Bannóu
142
Er pnlxctplo DE NUMERUs c¿Ausus DE Los DERECHos REALES
Por otro lado, el ejemplo citado podría ser aprovechado por aquellos
que pretenden "discriminar" a sus vecinos, pero no por razones de ruido
o similares; sino, por cuestiones de raza o status social. En efecto, es
conocido que en las playas del sur de la ciudad de Lima existen sectores
de viviendas que se han constituido como "asociaciones", por lo que la
entrada de nuevos "asociados" -en realidad: "propietarios"- está condi-
cionada a la declaración de aceptación por parte de la "asociu.i¿;rr"tzozJ.
es decir, en forma indirecta se ha logrado burlar la prohibición directa
de la le¡ por lo que en la práctica se han establecido restricciones del
poder dispositivo de los propietarios, pues cualquier acto de este tipo
debe ser previamente "autorizado". Por tanto, las cláusulas prohibitivas o
restrictivas de disponer, sin más, serían el pretexto ideal para discriminar
y "controlar a nuestros vecinos"; Io que obviamente no puede merecer
tutela jurídica algunatzo:1.
12021 En otras experiencias jurídicas, los derechos reales también han sido desplazados
por la constitución de personas jurídicas que se encargan de administrar el áomplejo
inmobiliario con Lrna gestión más flexible que en el caso de la propiedad (TpirnÉ,
Frangois y LEQUETTE ,Yves. Los grandes fallos de la jurisprudencia clvil
francesa, c)p.
.l20rl. cit., p.296). En el caso peruano, empero, la finalidad práctica no parece ser la mismi.
En forma increíble existe una doctrina que avala la áiscriminación velada: "De esta
manera, el titular de una sección de propiedad exclusiva no se obliga a no transferir
el derecho- real que ostenta, sino que se somete a respetar un procedirniento previo
Para que el posible adquirente de dicho derecho sea evaluado. Es decir, simplemánte se
Iimita la libertad de contratar en lo referido a la elección de las persona, .on lo, qr. ,.
pretende contratar, ya que, en caso el órgano calificador no apro6ara la transferencia del
derecho a la persona sometida a evaluación, el titular de dicho derecho deberá escoger a
otra persona a la cual transferir su derecho": TORRES ÁLVAREZ, Hernán. 'Aplicaiión
de las cláusulas de inalienabilidad en los reglamentos internos de propiedad hórizontal:
el caso de las habilitaciones urbanas de uso vacacional para pláyai En yyAA. Libro
Hotnenaje a Felipe osterling Parodl, volumen I, palestra gditorls, Lima 200g, p. 404.
Aquí la pregunta sería: ¿por qué la junta de propietarios de la casa de playa quiere
entrometerse en la venta privada de un inmueble? ¿eué va a evaluar, el iolor dá piel,
la cuenta bancaria o ambo¡ elementos del potencial comprador? Es evidente que esta
cláusula de inalienabilidad se funda en un fin ilícito, pués contraviene los principios
t43
GuNrupn GoNzeI-¡s B,tnnóN
r44
EL pn.tNctpto DE NUMERUs cLAusus DE Los DERE,cHos REALES
[20s]
AVENDAñO ARANA, Francisco. "Límites convencionales de la propiedad'l En
PRIORI POSADA, Giovanni (Editor). Estudios sobre lu propiedad,PUCP,Lima 2012,
p. r27.
[206] E1 término "enajenar" comprendería todo acto que implica una modificación jurídica
del derecho, tal como vender, donar, constituir un usufructo o instituir el régimen de
propiedad exclusiva y común.
145
GuNrurn GoNzeL¡s BennóN
t46
EL pnlNctplo DE NUMERUs c¿Ausus DE Los DERECHos REALES
En el Perú se ha entendido que la reversión opera por acto unilateral del donante, sin
causa objetiva alguna; en cambio, en el Derecho comparado, se entiende que es nece-
sario pactar un hecho objetivo, que aunado a la voluntad del donante, desencadene el
efecto. Así, por ejemplo, es usual que Ia reversión opere por premoriencia del donata-
rio, con lo que se busca evitar que los bienes donados terminen antes de tiempo en la
familia del donatario.
La doctrina española se muestra conforme con esta posibilidad: "En el Derecho de su-
cesiones y de las donaciones, se ha definido el modo en tono descriptivo de la siguiente
147
Gu¡¡rHrR GoNz¡.r-Es Bennóu
148
t=-
Et pnrNclpto DE NUMERus c¿AUSUs DE Los DERECHos REAr_Es
de una excepción más del BB2, aunque de carácter relativo, por el plazo
fijo y que solo es aplicable a un acto de disposición concreto: la partición.
149
GuNrnpn Gouzeres BennóN
150
El pnructplo DE NuMERUS cLAUSus DE Los DERECHos REALES
151
GuNrngR GoNzeLss BannóN
152
Er pRINclpto DE NUM,ERUS c¿AUSUs DE Los DERECHos REALES
Ahora bien, ¿cuál podría ser el interés serio y legítimo que justi-
fique la adopción de cláusulas que impidan la transferencia, gravamen
o afectación de las acciones?
Las sociedades anónimas se han construido tipológicamente, desde
la perspectiva del legislador, como organizaciones eminentemente capita-
listas, en las que las cualidades personales del socio no tienen relevancia,
153
GuNrsrR GoNzelr,s BenxóN
r54
EI- pRltsctplo DE NUMERUs c¿Ausus DE Los DERECHos REALES
Diritto commerciale,urET, 12' edición, Turín 2006, a cura de carlo Angelici y Gio-
vanni Battista Ferri, p. 298.
f221) DLEZ PICAZO, Luíi. Funrlamentos de Derecho Civil patrimoniat, Op. Cit., Tomo III,
pá9.32r.
f,,sI COMISIÓN REVISORA DEL CÓDIGo CIVIL. Exposición cIe Motivos
oficiaI deI Có.
digo Civil de 1984 - Libro de registros públicos, publicada como separata éspecial en el
diario oficial el 19 de noviembre de 1990, p. 19.
12261 Por el contrario,
eri España, por ejemplo, la jurisprudencia de la Dirección General de
los Registros y del Notariado ha denegado en múltiples oportunidades la inscripción
de todo pacto que establezca limitaciones, como los de no arrendar, o que disminuyan
o restrinjan directa o indirectamente las facultades del dueño de la finca hipotecada,
en cuanto atacan en más de 1o necesario el goce y libre disponibilidad de los inmue-
155
GuNrsrn GoNzerps BennóN
explicaremos enseguida.
bles, además de obstaculizar el destino y función social connaturales a las propias fin-
casResolución DGRN, de27 de enero de 1986. He aquí la decisión (GARCIA GIL,
Miguel y GARCÍA GIL, Francisco )avier. lurisprudencia Registral, Civil, Mercantil e
Hipotecaria, Librería Bosch, Barcelona 1989, p.949):
"Considerando que el primero de los defectos de la nota hace referencia a si es inscribi-
b1e en los libros iegistiales el pacto por el que 1a Entidad hipotecaria o quien le suceda
en la titularidad de la finca hipotecaria, está obligado a no arrendarla sin autorización
escrita de1 Banco prestarnista.
Considerando qr. h, sido reiterada la doctrina de este Centro en el sentido de que
no cabe la inscripción de todo pacto que establezca limitaciones u obligaciones, que
como la de no ariendar unida a la sanción del posible vencimiento anticipado en caso
de incumplimiento, disminuyan o restrinjan directa o indirectamente las facultades
dei dueño de la finca hipotecada, ya que además de atacar más allá de lo necesario
su goce y libre disponibiiidad, obstaculizan, por otro lado, el destino y función social
connaturales a las propias frncas (...)"
r56
EL pRINcIpIo DE NU¡IERUs C¿AUSUS DE LoS DERECHoS REALES
157
GuNrrr¡R GoNzRrps BennóN
I"¡ AVFNDAÑO VALDÉZ, )orge. "La propiedad en el Código Civil'l En PRIORI POSA-
DA, Giovanni (Editor). Estudios sobre la propiedad,PUCP, Lima 2012, p. 118.
r58
EL pn.tNctpto DE NUMERUS c¿AUsus DE Los DEREClros REALES
1228)
AVENDANO ARANA, Francisco. "Lin.ritaciones convencionales de la propiedad'l En
PRIORI POSADA, Giovanni (Editor). Estudios sobre la propiedad, PUCR l-ima 2012,
p. I31.
El art.926 mantiene la redacción anacrónica por la cual los actos o pactos "se oponen
159
GuNru¡n GoNzens BeRnóN
a tercero cuando están inscritos'] pero ello no perrnite asu¡rir qur- la rel¡renci¡ se.l ¡
cualquier tercero, incluso genérico o indeterminado, ¡ru.'s ello implicaria adopt¡¡ ]¿
inconveniente solución del registro constitutivo. En electo, una interpretación literal
podría concluir que el pacto solo surte ef'ecto frente a tercero (cualquiera que sea)
cuando esté inscrito; por lo que la falta de registro haría que su eficacia sea limitada
a la relación inter-partes, por tanto, la conclusión sería que se trata de una c1áusu1a
obligacional. Por el contrario, nosotros sostenemos una interpretación coherente con
el sister¡a general adoptado por el Código Civil, y que por lo demás es lo más justo:
los derechos reales nacen por efecto del solo consenso o por la perfección del título
(art. 949 CC). De esta forma, la sola existencia del acto o negocio hace que el derecho
real, o el pacto con ef-ecto análogo, surta efecto frente a todos los terceros, sin excep-
ción; no ob-stante, e.sta situación puede n'rodificarse si el titular del derecho no inscribe
su adquisición, por lo que podría enfrentarse a un tercero que si inscriba un titulo
ir.rcompatible (arf.2022, 1'CC). En tal caso, el primer comprador, por ejernplo, queda
desplazado por el segundo comprador, en virtud de la regla del registro declarativo.
Por tanto, nuestra interpretaciór.r se inclina decididamente porque el derecho o pacto
real surta efecto frente a cualquier tercero, aun no-inscrito, salvo cuando se trate de
tercero inscrito que sea titular de algún derecho sobre el mismo bien, en cuyo caso
este último.se sobrepone al no-inscrito:ADROGUÉ, Manuel. "El tercero registral'l En
ADROGUÉ, ManueI; GUTIÉRREZ ZALDIVAR, ÁIvaTo; ÁRRAGA PENIDO, NfaTio T.
AMUY, |uan Carlos. Temas de Derechos Reales, Plus Ultra, Buenos Aires 1986, p. 300,
que 1o denomina "tercero registral latino'l Así, el art. 926 gana en racionalidad I' se
vuelve coherc'nte con el resto del sisten-ra. Por tanto, la desafortunat-la redacción de esia
norma, compartida por otras similares en el mismo Código, debe entenderse asi: "/as
restricciones a la propiedad establecidas por pacto no surten efecto cuando se oponen u
un tercero (inscrito Lle título oneroso y ltuenafe)".
160
Et pRrNctpto DE NUMERUs c¿AUsus DE Los DERECHos REALEs
161
GuNrs¡n GoNz¡.lrs Bennór¡
t23rl La homologación judicial es el acto que propiamente produce la eficacia del convenio.
Véase: PLÁCIDO, AIex. Manual de derecho de familia, Gaceta Jurídica, Lima 2001, pp.
193-194.
t62
Er pntNcrpto DE NUMERus c¿AUsus DE Los DERECHos REALES
163
GuNTurR GoNzerrs Bn«nóx
1232j Sobre el particular, puede verse un reciente artículo nuestro que explica la definición
de "potestad" y de "libertad o priviiegio": GONZALES BARRON, Gunther. "Teoria del
derecho real construida a partir de la Constitución i En Gaceta Constitucional, Gaceta
furídica, N' 56, agosto 2012, pp.234-236.
t64
I
Et pRINctpIo DE NUMERus c¿AUSUs DE Los DERECHos REALES
La primera, indica que los dos padres, cónyuges, anticipan a favor del
hermano (l), herrnano (2) y hermano (3) un conjunto de bienes. Luego,
se agrega que la porción que le correspondería al hermano (4) ha sido
distribuida entre los hermanos (1) y (2), por virtud de la incapacidad <ie
aquel (4) para adrninistrar sus bienes, comprometiéndose ambos hermanos
(t) y (z) a sostenerlo mientras viva, y que luego de su fallecinriento, esa
parte se redistribuirá entre los otros tres hermanos.
165
GuNrnsR GoNzer,ss BennóN
t66
C¿.pÍruro III
tA REFERENCIA OBIETIVA DE
tOS DERECHOS REALES: LOS BIENES
I
12331 Alex7 pone como ejemplo el derecho a Ia vida, que por su carácter de absoluto permite
usar el mismo esquema lógico para el caso de la propiedad: "Todos tienen derecho a la
vida (...) Si se mira tan solo la literalidad de esta disposición, podría pensarse que, por
medio de ella, se confiere un derecho que tiene la estructura de una relación diádica
entre un titular y un objeto que, en este caso, consiste en un determinado estado del
titular, es decir, estar vivo. Un derecho semejante correspondería a aquello que en la
terminologia clásica se llam a ius in rem y que se contrapone al ius personam. No puede
dudarse de que, por razones de simplicidad, a menudo es funcional hablar de derechos
en el sentido de relaciones entre ujn sujeto y un objeto. Sin embargo, como observaba
correctamente Kant -y como desde entonces se ha mostrado a menudo- hablar de
tales relaciones no es otra cosa que una denominación abreviada de un conjunto de
derechos a algo, libertades y/o competencias (...) Estos derechos que se diferencian
exclusivamente en cuanto a su objeto. Uno de estos derechos tiene como objeto una
acción negativa (omisión); el otro, una acción positiva (un hacer) del destinatario. La
diferencia entre acciones positivas y negativas es el criterio principai para la división
de los derechos a algo según sus objetos": ALEXY, Robert. Teoría de los derechos fun-
damentales, Centro de estudios políticos y constitucionales, Madrid 2007, traducción
de Carlos Bernal Pulido, pp. 164-165.
169
GuNTsen GoNznr-Es BennóN
t2r1l La definición aquí adoptada está inspirada en el libro de: RENGIFO GARDEAZÁ-
BAL, Mauricio. Teoría General de la Propiedad, Editorial Temis, Bogotá 2011, p. I6l.
«No
t23sl puede dudarse de que, por razones de simplicidad, a menudo es funcional hablar
de derechos en el sentido de relaciones entre un sujeto de de¡echo y un objeto. Sin
embargo, como observa correctamente Kant -y como desde entonces se ha mostrado
a menudo- hablar de tales relaciones no es otra cosa que una denominación abreviada
de un conjunto de derechos a algo, libertades y/o competencias": ALEXY, Robert. Teo-
ría de los derechos fundamentales, Centro de estudios políticos y constitucionales, Op.
Cit., p. 164.
t2361 WESTERMANN, Harry y ofros. Derechos Reales, traducción de |osé María Miquel
GonzáIez y otros, Fundación Cultural del Notariado, Madrid 2007, Tomo I, p. 59.
t7a
Le nrrpRnNcrA oBJETTvA DE Los Dnnpcuos Rpel¡s: Los srENps
2, tOS BIENES
En el ámbito filosófico, el objeto denota cualquier ente, real o ficticio,
que pueda concebirse por la mente humana. En la ciencia de la física, por el
contrario, podrá entenderse como tal a todo cuerpo material, en cualquier
estado de la naturaleza en el que se encuentra[210]. Es fácil advertir que
ambos conceptos son inútiles para el Derecho: el primero por su extensión
1237i «cosa
es la referencia objetiva del derecho subjetivo': BIONDI, Biondo. Los Bienes,
traducción de Antonio de la Esperanza Martínez-Radío, Editorial Bosch, Barcelona
2003, p.25.
12381 'Las situaciones de la vida son complejas en cuanto acontecimientos en los que las
Personas (subjetividad) se insertan al mundo (objetividad) y coexisten con sus cir-
cunstancias. Estas situaciones pueden tener o no tener relevancia jurídica": MORALES
HERVIAS, Rómulo. "La propiedad en las situaciones juridicas subjetivas'l En PRIORI
POSADA, Giovanni (Editor). Estudios sobrelapropiedad,PUCp,LimaZ0l2,p.g3.
t23el Sobre el particular, se ha sostenido que ia referencia
objetiva es e1 elemento externo
sobre el cual trata el derecho; en cambio, el contenido es el conjunto de privilegios,
libertades e inmunidades que se permiten al titular: MESSINEO, Francesco. Manual
de Derecho civil y comercial,EIEA, Buenos Aires 1979, traducción de santiago sentís
Melendo, Tomo II, p. 258. Por ejemplo: la misma finca puede ser objeto de los dere-
chos de propiedad, usufructo o de un crédito o relación obligacional (arrendamien-
to); sin embargo, el contenido de los tres derechos es distinto: BARBERO, Domenico.
sistema de Derecho Privado, EJEA, Buenos Aires 1967, traducción de santiago sentís
Melendo, Tomo I, p. 281, pues los tres confieren distintas libertades o facultades.
{2{01 COVIELLO, Nicola. Doctrina General del
Derecho Civil, traducción de Felipe Tena,
ARA Editores, Lima 2007, p. 301.
171
Gu¡¡rurn Gouzerps BennóN
La doctrina sostiene comúnmente que las notas distintivas de los "bienes" son: aPro-
piabilidad, utilidad e individualización. Se discute, sin embargo, si dentro de estas ca-
iacterísticas debe incluirse la'tomerciabilidad'l esto es, que el objeto sea susceptible de
tráfico patrimonial: GARCÍA GARCÍA, José Manuel. "Teoría general de los bienes y de
las cosis'l En Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N" 676, Madrid, marzo-abril 2003,
pp.923-928. Posteriormente, tendremos oportunidad de exPoner nuestra propia opi-
nión sobre este último punto, que, desde ya, adelantamos como afirmativa.
{212) IV{ESSINETTI, David. "Oggetto dei diritti'lEn Enciclopedia del Diritto, Tomo XXIX,
Giuffré Editore, Milán 1979, p. 824. Sin embargo, el autor se equivoca cuando mencio-
na que e1 bien es una "situación", cuya connotación es de otro tipo, pues en realidad el
sustantivo definidor que le cabe es "ente'.
{2{ll BARBERO, Doménico. Sistema de Derecho Privado, Op. Cit., Tomo I, pp.289-290.
t72
La Re¡pR¡NcrA oBIETIVA DE Los DrnEcuos ReeLrs: Los slrr.rE,s
Un caso distinto son las partes del cuerpo que se separan y gozan
de utilidad para fines de trasplantes. Algunos consideran que se trata de
bienes en sentido técnicol2a6l, lo que se justifica por tratarse de elementos
separables del cuerpo y que fácilmente pueden reponerse, por Io que no
afectan en lo absoluto la salud del hombret247l. No obstante, se dice que la
donación de sangre, por ejemplo, pertenece a la categoría de las elecciones
existenciales, no sujeta a las reglas del "haber", sino a las del "ser", en el
que no hay contrato ni bienl2a8l. Sobre el particula¡ no puede admitirse
la cosificación de órganos esenciales o no regenerables del cuerpo. En
efecto, si se validase la ablación del cuerpo humano por dinero, con la
consiguiente "venta" de la salud propia, entonces se perjudicaría solo a los
más vulnerables, pues, ¿quién vendería sus órganos? ¿El rico o el pobre?
«Un
12411 ejemplo muy claro de esta interdicción del cuerpo por médicos y jueces lo en-
contramos en la jurisprudencia argentina, donde en diversos casos en los que mujeres
adultas deseaban acudir a la anticoncepción quirúrgica voluntaria, el sistema de saiud
les negaba esta opción, y se les exigía contar con una autorización judicial a tal efecto.
Lo mismo sucede respecto de las intervenciones de adecuación sexual y al derecho
a recurrir al aborto en los casos permitidos por la ley": SIVERINO BAVIO, paula.
"cuestiones relativas al derecho a 1a disposición del propio cuerpo'l En pRIoRI po-
SADA, Giovanni (Editor). Estudios sobre la propiedad,PUCp, Lirna 2012, p. l87.
I'z{sl HEIDEGGER, Martín. Tiempo y ser, traducción
de Manuel Garrido, losé Luis lv{oli-
nuevo y Félix Duque, Editorial Tecnos, Madrid 2011, pp. 33-34.
12{61 «se suele citar como
ejen.rplos el cabello, la sangre, la leche de madre, ciertos órganos,
etcétera. Si esta separación no ofende el orden jurídico, tales partes en tanto tengan
valor, pueden ser consideradas cosas en el sentido técnico del vocablo, por lo qué se
puede otorgar respecto de ellas actos dispositivos de derechos": PApANo, Ricardo KI-
PER, Claudio, DILLON, Gregorio y CAUSSE, Jorge. Derechos Reales, Editorial Astrea,
Buenos Aires 2004, Tomo I, p. 9.
t2{71 "Mientras la persona esté viva, no puede
considerarse el cuerpo un bien. Algunos ele-
mentos o Partes del cuerpo sí podrían reputarse bienes. Piénsese en e1 cabelio, los
dientes, las uñas, la leche materna. Habría que mirar el elemento del cuerpo de que se
trate y la función que cumpla. Asi las cosas, no habrá ningún obstáculo para que una
persona venda su cabello o sus uñas": OCHOA CARVAJAL, Raúl Humberfo. Bienes,
Editorial Temis, 6. edición, Bogotá 2006, pp. 56-57.
1'z181 ESPINOZA
ESPINOZA,luan. Derecho de las Personas,Tomo I: Concebirlo y personas
Naturales, Editorial Grijley, 6. edición, Lima 2012, p. 355.
173
GuNrurn GoNzeLps B¡.nnó¡¡
I2lel "En rigor, prohibir ia venta de órganos Por razones de dignidad humana (no socavar
la dignidad del vendedor) y al mismo tiempo acePtar la situación de que personas en-
fermas no puedan ser tratadas por no poseer los recursos para costearse e1 tratamiento
(cualquiera que este sea), resulta una actitud bastante hipócrita. No se trata, a mi jui-
cio, de que esté intrínsecamente mal recibir algún incentivo (incluso económico) para
dar órganos post mortem (de hecho, veremos que otros modelos también Proponen
algún tipo de incentivo). Lo que es incorrecto es qu.e el acceso a los órganos dependa
dála situación económica del enfermo": RIVERA LOPEZ,Eduardo. Ética y trasplantes
de órganos, Fondo de Cultura Económica, México 2001,p.78.
"Es necesario el aislamiento, al menos pensable, de la unidad compleja del universo, de
modo que pueda delimitarse la propia esfera jurídica de las demás. También por esta
consideración el aire atmosférico y la luz del sol no son jurídicamente cosas: se en-
cuentran en la naturaleza en tan prácticamente ilimitada abundancia y de igual modo
a la total disposición de todos (no sin razón los romanos hablaban de res communes
omnium),que no es concebible, además de carecer de valor, la delimitación de la esfera
jurídica atribuible a cada uno de los sujetos; son entidades de ta1 manera ínsitas en
las necesidades naturales del hombre, que no sería concebible que cada uno tuviera
una esfera de goce distinta de la de los der4ás": BIONDI, Biondo' Los Bienes, Op. Cit.,
pp.28-29.
174
Le RrppnENcIA oBJETTvA DE Los DERscHos Rrel¡s: Los srENps
t2stl MESSINEO, Francesco. Manual de derecho civil y comercial, Op. Cit., Tomo II, p. 259.
I23'11 ENNECCERUS, Ludwig y NIPPERDEY, Hans Carl. "Derecho Civil (Parte General)'1
En ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martín. Tratado de Derecho Ci-
vil, traducción de Blas Pérez González y Iosé Alguer, Bosch Casa Editorial, Barcelona
1971, Tomo I-1", p. 535.
l'?s3¡ FERMRA, Francesco. Teoría jurídica de la hacienda mercantil, traducción de josé
MarÍa Navas, EDERSA, Madrid 1950, pp. l7-19.
175
GuNrr¡rR GoNzeLrs B.rnnó¡¡
I25'tl «En efecto las cosas que pueden ser objeto de derechos son aquellas apropiables, suscep-
tibles de entrar a formar parte del patrilnonio individual o colectivo y ser comercializados
a través de intercambios que el Derecho reglamenta. Deriva de ello que las cosas ¿xúra
commercium, comunes a todos (aire, luz solar, agua marina) no son bienes en sentido
jurídico": GAZZONI, Francesco. Manuale di diritto privafo, ESI, Nápoles 1998, p. 185.
t25sj El bien es aquel sobre el que puede ejercitarse la actividad económica del hombre
mediante la adquisición y el intercambio, porque representa una utilidad estimable en
dinero por vía directa o indi¡ecta: COVIELLO, Nicola. Doctrina General del Derecho
Civil,Op. Cit., p. 301.
176
Le nnprRr,NcrA oBlETrvA DE Los DpR¡,cuos Rretns: Los srENps
f2s6) «La
acción contra la infracción se puede hacer efectiva, entre otras, de las siguientes
maneras: ordenando el cese de los actos que cor.rstituyen la infracción y/o la indemni-
zación de periuicios, ordenando el retiro del circuito comercial de los productos resul-
tantes de la infracción (incluyendo envases, enrbalajes, etiquetas, material publicitario.
etc.), ordenando la prohibición de la importación o de la exportación de los productos,
materiales o medios resultantes de la infracción, transfrriendo la propiedad de los pro-
ductos, materiales o medios utilizados resultantes de la inlracción en cabeza del legíti-
mo titular de la patente y ordenando la adopción de medidas necesarias para evitar la
continuación o la repetición de la infracción, etc.": CASTRO GARCÍA, Juan David. Ia
Propiedad Industrial, Universidad Externado de Colombia, Bogotá 2009, p. 329.
177
a
El art. 1532 CC señala que todos los bienes pueden ser materia de
compraventa, salvo aquellos cuya enajenación se encuentra prohibida
por la ley. Sin embargo, hay que distinguir entre la "enajenabilidad" y la
"patrimonialidad", pues no son conceptos equivalentes. La primera alude
a la capacidad del objeto para ser cedido o transferido; mientras que la
segunda se refiere a la capacidad de prestar alguna utilidad general en el
plano económico. Por tanto, la imposibilidad de enajenación constituye
una categoría distinta de la falta de patrimonialidad, pues mientras la
primera impide una transferencia dominical válida, empero, sí permite
la constitución de ciertos derechos limitados (por ejemplo: los recursos
naturales no son enajenables, pero, pueden ser materia de una concesión
administrativa); en cambio, la segunda, implica la absoluta imposibilidad
de celebrar actos de tráfico, de cualquier tipo. Por ejemplo, los bienes del
178
Le npppRpNcIA oBJETIVA DE Los Dpnrcnos Rrelps: Los slpl.¡ps
t79
GuNTHrn GoNzeI-¡s BennóN
180
Le R¡ppRsNcIA oB,ETrvA DE Los DrnrcHos Rnarps: Los sIp^-¿s
12651 El detalle de estos sistemas puede revisarse en la excelente obra de: RIVERA LOPEZ,
Eduardo. Ética y trasplantes de órganos, Op. Cit., pp. 86 y ss.
181
GuNrupn GoNzerss Bannón
t82
Le nrrrR¡NcIA oBJETTvA DE Los DErucuos REar¡s: Los sreN¡s
183
GUNrH¡R GoNzerps BennóN
como el lugar que el ser exige para su manifestación. El hombre es allí, en sí mismo
patente. Dentro de él se ubica el ente y es puesto en obra. Por eso decimos: el ser del
hombre es, en el sentido estricto de la palabra, la ex - sistencia. En la esencia de la ex
- sistencia, como tal lugar de la manif-estación del ser, tiene que fundarse originaria-
mente la perspectiva de la manifestación del se¡"; HEIDEGGER, Ivlartin. lntroducción
a la metafísica, traducción de Ángela Ackermann Pilári, Editorial Gedisa, Barcelona
1999, pp. 184-185.
En la física, es tradicional la distinción entre energía y materia. La primera es una fuer-
za que impulsa el movimiento de los cuerpos, por lo que cambian de lugar y velocidad,
unos respecto de los otros (tv1ARTICORENA, Benjamín. "La Energía'l En Enciclopedia
Temática rlel Perú, Tomo XI, El Comercio, Lima 2004, p.46); mientras la segunda es
masa concentrada (cuerpos, cosas). Es evidente que la masa constituye normalmente
la referencia objetiva de los derechos reales, pero la energía solo podrá tener esa condi-
ción cuando se acerque al mundo de la masa, esto es, y fundamentalmente, se le pueda
sujetar y dominar.
[]7rl BESSONE, N1ario. Casi e questione di diritto privafo, Tomo IY Proprieta e dirítti reali,
t84
La nrr'¡Re NcrA oBIETT!'e DE Los Dst¡crros Rrelps: Los sr¡¡{¡s
esta solución parece dudosa para las energías que cuentan con una plu-
ralidad de usuarios (ejemplo: ondas electromagnéticas, que luego de su
irradiación en el aire son puestas a disposición de cualquiera que tenga
los medios para captar la señal)t2zrJ. Aquí se presentan dos problemas: su
condición de "bien", en particular de bien demanial; y la necesidad de
permitir el ejercicio de la libertad de expresión.
También ha suscitado polémica la hipótesis de uso comercial del
nombre personal, por ejemplo, en contratos de auspicio, publicidad, aporte
para una sociedad mercantil como nombre comercial o la creación de
marca. En tales casos, ¿el nombre es un bien? Sobre el particular, téngase
en cuenta que el nombre es un elemento que configura la identidad, un
atributo formal de la personalidad, por lo que se trata de un derecho
inalienable, imprescriptible ¡ obviamente, personalísimo. Sin embargo,
es válido ceder el uso o ejercicio del nombre con fines comerciales. Nó-
tese que la función específica del nombre (individualizar üna persona)
se mantiene inalterable, pues el limitado uso comercial no lo mediatiza,
sino que lo reafirma. El nombre no es un bien, pero su uso económico
le permite circular limitadamente en el tráfico, por lo que alcanza las
características típicas de todo bien. Es cierto que será un bien especial,
incorporal, abstracto, objetivado por la ley para ciertos casos, que no ol-
vida su naturaleza de elemento de la personalidad. Es una convivencia de
cualidades no siempre pacífica, pero bien conocida por el Derecho desde
tiempo atrás, pues lo mismo ocurre con los derechos morales (personales)
y patrimoniales de autor.
185
GuNrnpn GoNzeres BexnóN
r86
La nErE,RrNcIA oBjETrvA DE Los Dr,nrcHos Rs.AL¡s: Los stpI.JEs
t2781 SPArrA, Paolo. Diritto Commerciale,Tomoll: Element, CEDAM, Padua 2006, pp.141-142.
I'?7el VICENT CHULIÁ, Francisco. lntroducción al Derecho Mercantil, Op. Cit., p. 234.
187
GuNrnrn GoNIzer¡s BennóN
4. BIENES Y DERECHOS
Los derechos no entran en el ámbito de los "bienes", ni siquiera de los
incorporales. Este equívoco nace en el Derecho romano, más precisamente
en las Instituciones de Gayot2stl, cuando el jurista ronlano enumeró entre
las "cosas" a las "obligaciones contraídas de cualquier modo". Pero Gayo
no tenía en cuenta las precisiones dogrnáticas actuales, y su fin era más
modesto: hacerse entender entre los peritos y no-peritos del derecho, tal
como ahora podría hacerlo el legislado¡ más preocupado de la ordena-
ción jurídica de la vida social que de las construcciones teóricas{2821. En
verdad, el rechazo de esta tesis es muy simple y obedece a cuestiones de
pura lógica: si la referencia objetiva es el "término de referencia" de una
tutela jurídica otorgada por un derecho subjetivo, entonces ese objeto no
puede ser a su vez un derechot283l, pues en ese caso la conexión entre
[28o] PEñAILILLO ARÉVALO, Daniel. "Los derechos reales en algunos Códigos latinoa-
mericanos de los siglos XX y XXI'I En DE REINA TARTIERE, Gabriel. Derechos Rea-
Ies. Principios, Elementos y Tendencias, Editorial Hcliasta, Buenos Aires 2008, p. 100.
[281] G.3.14: "Son incorporales las no tangibles, como son las c1ue consisten en un derecho; por
ejemplo, una herencia, un usLrfructo, y las obligaciones de cualcluier clase. (...)": ORTIZ
MÁRQUEZ, lulio. Comentarios a las lnstítuciones de Gayo, Ediciones Tercer Mundo y
Universidad Libre de Colombia, Bogotá 1968, pp. 158-159.
t'?s2l BARBERO, Doménico. Sistema de Derecho Privado, Op. Cit., Tomo I' p' 301.
t28rl Ibídem.
188
Le RsrpnpNcrA oBlETrvA DE Los DpRpcHos Rseres: Los srpxrs
189
GuNrn¡n GoNzerE,s BannóN
situación sucede con la actual garantía mobiliaria, solo que la cesión será
exclusivamente con fines de garantía.
190
La REprRpNcrA oBlETrvA DE Los D¡RE,cuos Rsel-rs: Los srEN¡s
t2e?l No obstante, siempre cabe la posibilidad de que el legislador se haya querido referir
a esta hipótesis. En el Derecho romano (lnstituciones de Gayo) existió una previsión
análoga al te¡na que ahora nos ocupa: "Por Ia misma razón se admíte c1ue lo que otro
escribe en un papel o pergamino mío, aLtnque sea con letras de oro, es de mi propiedad,
porque las letras ceden al papel o pergamino; así pues, si yo reclamo mi papel o pergami-
no, y no pago el gasto de la escritura, podré ser rechazado por la excepción de dolo malo"
(C.3.77): ORTIZ MÁRQUEZ, lulio. Comentarios a las htstituciones de Gayo, Op. Cit.,
p. 197.
El Derecho alemán contiene una disposición inspirada en GAYO respecto a la propie-
dad del papel con relación al crédito documentado en él: "La propiedad del título de
obligación expedido sobre un crédito corresponde al acreedor. El derecho de un tercero
sobre el crédíto se extiende al título" (par. 952,1 BGB). Aquí el término "título de obli-
gación'(o'tomprobante de deuda'para otros traductores) alude a los documentos
(papeles) de reconocimiento de deuda que no son títulos valores: HUECK, Alfred
y CANARIS, Claus Wilhem. Derecho de los Títtilos-Valor, traducción de Jesús Alfaro
Águila-Real, Editorial Ariel, Barcelona i988, p. 4.
191
GuNrnpn GoNzer-ss B¡.nnóN
5. BIENES Y COSAS
Es común encontrar en los tratados doctrinales o, incluso, en la
misma legislación, el uso de los términos "bien" y cosa", sin haberse
precisado el ámbito de aplicación de cada uno de ellos. Sobre el tenta
hemos encontrados tres posturas principales:
192
Le R¡rERsNcrA oBJETTvA DE Los DeRrcuos R¡erps: Los sleNes
t2es) Esladistinción que hace; GATTI,Edmundo. Derechos Reales. Teoria General, Op. Cit.,
pp. 188-189.
I'?eol CASTAÑEDA,
Jorge Eugenio. Los Derechos Reales, Imprenta Villanueva, Lima 1958,
Tomo I, pp.16-17.
r'ze7l CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo l, p.73.
I'?esl RAMÍREZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. t:2.
t'?eel MESSINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial, Op. Cit., Tomo II, p. 259.
Aunque no faltan voces disidentes, en general, la posición de los autores italianos está
influenciada claramente por el art. 810 del Codice: "Son bienes las cosas c1ue pueden ser
objeto de derechos". Sobre este particular, FERRARA, Francesco (Teoría jurídica de Ia
hacienda mercantil, Op. Cit., p. 4) dice: "La palabra "bien" ha asumido actualmente
un significado técnico restringido que, en definitiva, corresponde al que se atribuyó
al término cosa, mientras que correlativamente se ha ampliado el concepto de ésta.
De acuerdo con el.sistema que ha querido consagrarse, constituye la cosa una enti-
dad extrajuridica, es decir, que existe fuera del Derecho, y de la que este no se ocupa,
convirtiéndose en bien (entidad jurídica) únicamente cuando puede ser apropiada y
disfrutada económicamente'l
13001 BIONDI, Biondo. Los Bienes, Op. Cit., p. 34.
r93
GuNrnrn GoNz¡,lrs BexxóN
en forma expresa alude a "cosa mueble". ¿Por qué se usa, aquí, el tér-
mino "cosa" en lugar del comúnmente utilizado "bien"? Esta precisión
terminológica no parece ocasionarse en un descuido del legislador, sino
más bien a una expresa decisión. En efecto, si el art. 947 regula la trans-
misión de Ia propiedad mediante la tradición, entonces resulta obvio que
un traspaso posesorio solo opera en el ámbito de las "cosas", es decir, de
los objetos corporales susceptibles de apropiación y utilidad económica.
En un objeto incorporal (ejemplo: derecho de autor o marca de fábrica)
resulta inimaginable la existencia de un traspaso posesoriol30rl.
I30rl Este criterio ya fue expuesto en las Instituciones de Gayo (G.3.28): "Es evidente que las
cosas incorporales no ion susceptibles de entrega"'. ORTIZ MÁRQUEZ, Julio. Comenta-
rios a las Instituciones de Gayo, Op. Cit., p. 165.
194
Le RpppReNcIA oBIETIvA DE Los DsRrcFlos R¡etE,s: Los slpNlrs
195
GuNrupR Goxzeres Bnnnóx
196
Le RrrprpNcrA oBJETTvA DE Los Drxpcuos Re,rlps: Los glpNEs
tmel
¿Cuáles son las características económicas similares entre los inmuebles asintilados
y los predios? Básicamente son tres: Ia identificabilidad del bien (es decir, su fácil di-
ferenciación entre bienes del mismo género), la muy difíciI posibilidad de ocultación
del bien y la relevancia económica de este
13071 Se ha señalado agudamente
que la distinción está en crisis'dado el valor extraordina-
rio que van tomando cierta clase de bienes muebles y ante la posibilidad de determina-
ción, y por ende de publicidad, casi tan perfecta como la de los inmuebles, de algunas
especies de bienes r¡uebles": VALLET DE GOYTISOLO, ]uan. Panoratna tlel derecho
civil, Bosch Casa Editorial, Barcelona 1973, p. 134.
Jorge. 'Anteproyecto del Libro de Derechos Reales'l En CO-
13081 AVENDAÑO VALDEZ,
).97
Gurvrnpn GoNzer¡,s BennóN
198
Le npruR¡NcrA oBlETrvA DE Los D¡prcHos Rretrs: Los rrpNps
frr'l Cit.
PAU PEDRON, Antonio. "Efectos de Ia inscripción en la constitución de los dere-
chos reales". En Revista Crítica de Derecho lnmobiliario. Núttero Corunemorativo de los
50 años de la reforma hipotecaria de 1944, CRPME, Madrid 1995, pp. 35-36.
199
GuNrnEn GoNzer-Es Bennóru
200
Le nprrnpNcrA oBrETrvA DE Los DrRscHos ReaLps: Los nr¡Nss
201
GuNrurR GoNzerrs BennóN
202
Le Rprrn¡NrcrA oBJETTvA DE Los D¡RrcHos R¡arps: Los srpNrs
13r8l «La
tradición atribuye al pretor competencia específica en materia de proceso civil,
el cual se desarrollaría en una primera instancia ante el pretor, que sería el encar-
gado de decir el derecho aplicable y encauzar el litigio, para que en una segunda
instancia fuera decidido por un juez, un árbitro o un tribunal de jueces, que ierían
los que dictarían la sentencia. La actividad jurisdiccional del pretor, conocida con
el nombre de iurisdictio (decir el derecho), cornprendería tan'rbién la facultad de
promulgar un edicto, en el que originariamente se recogerían las normas procesaies
que debían cumplirse por las partes en litigio, para acabar comprendiendo toda la
materia del derecho civil. A través de la vía del derecho pretorio, contenido en el
edicto del pretor, se complementa el ius civile, pero, en ocasiones los pretores, con
su interpretación extensiva o analógica del derecho civil, llenan las posibles lagunas
legales o clarifican normas ambiguas o no suficientemente precisas": FERNANDEZ
DE BU]AN, Antonio. Derecho Público Romano y recepción del derecho romano en
Europa, Editorial Civitas, Madrid i999, p. 113.
203
GuNrHrR GoNzerps BennóN
I3tel ARGüELLO, Luis Rodolfo. Manual de derecho rotnarrc, Editorial Astrea, Buenos Aires
1996, pp. 224-225.
204
La R¡rrnpNctA oBrETrvA DE Los DeRpcHos Rperps: Los etENps
CARRETERO GARCÍA, Tirso. "Retornos al código civil, capÍrulo Ir.En Revista crí-
tica de Derecho Inmobiliario, N'440-441, Madrid, enero-febréro 1965,p.97.
sANTos BRIZ, faime. 'Artículo 334 del código civil'l En ALBALAbEJO, Manuel
y oÍlz ALABART, Silvia (Directores). comenlarios al Cócligo civit y compilaciones
Forales, EDERSA, Madrid 1980, Tomo V-1., p.31.
205
GuNra¡n GoNzelrs B¡.nnóm
Por ejemplo, si yo tengo una factura de una CompañÍa minera por US $ 100,000 o
200,0b0, ierá muy fácil cobrar el crédito, y luego un aparecer con una 'garantía inscrita"
sobre el mismo crédito; en tal caso, la Compañía minera deberá volver a pagar, pues
'ilo
respetó Ia garantía c1ue es oponible por efecto del registro". ¿A alguien puede ocurrírsele
qu. .rn .tldito se convierti en garantía sin que el deudor conozca en forma indubitable
Ia situación? ¿es admisible que el registro sea preferido a la notificación? ¿es posible
construir un ii.t.rm patrimonial en donde n-riIes y miles de pagos diarios deben con-
sultarse a1 registro con eI fin de evitar que ese crédito "se haya otorgado en garantía'?
[32.]l para mayorei detalles puede verse: GONZALES BARRÓN, Gunther. "Hay que dero-
gar la 1ey de garantía mobiliaria'l En Actualidad lurídica, Gaceta Juridica, Lima, julio
2006, pp. 289 ss.
206
La nr,ppnpr.¡crA oBJETTvA DE Los Den¡cnos Rper¡s: Los arENps
l]211 "Esta mayor consideración social de algunos bienes se refleja en el ordenamiento jurí-
dico, que predispone para ellos un particular régimen, sobre todo en cuanto contem-
pla formas y garantías acerca de la enajenación y constitución de derechos sobre ellos":
BIONDI, Biondo. Los Bienes, Op. Cit., p. 103.
r32s) DIEZ PICAZO, Ltis. Fundamentos de
Derecho Civil Patrimonial, Editorial Civitas,
Madrid 1995, Tomo III,p. 179.
A pesar de esta opinión generalizada, no deja de asombrar e1 hecho que algún autor
considere que 1a clasificación de bienes muebles e inmuebles está basada exclusiva-
mente en cuestiones fisicas; es el caso de: CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando.
"Bienes muebles e inmuebles vs. Bienes registrables y no registrables'l En Revista del
Magíster en Dereclto Civil,PUCP, Volumen I, N' 1, Lima 1997,pp. 124-125.
[127) HEIDEGGER, Martin.
lntroducción a la metafísica, Op. Cit., p. 101.
207
G uN'rHrn GoNzer¡s Ben nóN
con un lugar de asiento de las relaciones más privadas del hombre. His-
tóricamente, incluso, la propiedad del suelo está vinculada con un interés
social, de protección de la familia, base del orden social; en cambio, la
propiedad mobiliaria es individualista, no interesa más que a su titular.
13281 A nivel normativo, la Constitución de 1979 consagró por primera vez en nuestra historia
constitucional, el derecho fundarnental a la vivienda decorosa; con lo cual se reconoció
que el ser humano tiene necesidades vitales que el Estado debe coad¡rvar a que se realicen;
entre ellas la vida, la alünentaciór.r, la salud 1,, córno no, la vivier.rda. Si el hornbre carece de
vivienda entonces su vida se convierte en indigna, por cuarlto carece de albergue, descan-
so, intimidad, resguardo de su ser individual y farnilia¡ etc. Sin ernbargo, esa norma fue
atacada por los neo-liberales como ejemplo de concesiones a los socialistas y cornunistas
que participaron en 1a Asamblea Constituyente de 1978, por lo que debía eliminarse. En
efecto, Ia Constitución de 1993 elirnir.ró todo rastro del derecho a la vivienda, en el enten-
dido que de esa forma el Estado Peruano se iiberaba de sus obiigaciones sociales, a efecto
de centrarse en desarrollar la inversión, mejorar las condiciones de negocios, facilitar la
entrada de capi¡¡]s5 extranjeros; aun cuando ios peruanos t-to tuviesen vir-ienda.
No obstante, la intención de la Asamblea de 1993 no se logró, felizrnente. El Perú es
Estado Parte de una sene de Tratados de derechos humanos que contemplan el de-
recho a la vivienda, por lo que éste igual tiene rango constitucional por virtud de la
famosa cuarta disposición transitoria y final de la Constitución, que incorpora todos
los instrumentos de derechos humanos. Por último, también hubiera bastado invocar
la cláusula del bien común (art. 70 Constitución), que permite la intervención del le-
gislador ordinario sobre e1 derecho de propiedad, ya sea Para moldearlo, configurario,
reglamentarlo, restringirlo y tan-rbién extinguirlo cuando se produzcan hipótesis que
atentan contra el interés general. Si el bien común propende que la riqueza alcance a
todos mediante políticas redistributivas y de justicia social, entonces ¡esulta evidente
que tan-rbién debe propenderse a cubrir la necesidad de vivenda.
La Declaración Universal de 1os Derechos Humanos de 1948 ya reconoce el derecho a
la vivienda en su art. 25.1: "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda,la asistencia médica y los servicios sociales necesarios'l Por su par-
te, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) de
1966, reitera una disposición en similares ténninos. AsÍ, el art. 11.1 del Pacto dice: "Los
Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel ade-
cuado para sí y su familia, incluso alimentación, r'estido y vivienda adecuados, y a una
mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas
apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto 1a im-
portancia esencial de la cooperación internacional fundada en el lib¡e consentimiento'l
Por tanto, la supresión nominal que realizó la Constitución de 1993 no tuvo efecto
práctico algunó, pues los tratados de derechos humanos igual obligan al Perú y tienen
rango constitucional.
208
Le R.rprxpNcrA oBJETTvA DE Los Dr.Rr.cHos Rrel¡s: Los sr¡NEs
p:ql E1'derecho humano a la tierra" nace con la frnalidad de otorgar un sustento de vida y
dignidad a las comunidades, agricultores y seres humanos, en general, cuyo reconoci-
miento permitirá que sus derecl.ros puedan ser ejercidos a plenitud. Aqui las aprecia-
ciones del Relator Temático del derecho humano a la vivienda adecuada (ONU, Con-
sejo de Derechos FIumanos. Informe del Relator Especial sobre una vivienda adecuada
como parte del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr, Miloon Kothari, en aplicación
de Ia Resoluci ón 601251de la Asamblea General de 15 de marzo de 2006, A/HRC/4/18
de 5 de febrero de 2007, p. 1 1):
"29. Sin un reconocimiento adecuado de los derechos tanto individuales como colec-
tivos sobre la tierra, el derecho a una vivienda adecuada en muchos casos no se puede
ejercer de forma eficaz. No obstante, el derecho a la tierra no está únicamente vincu-
lado al derecho a una vivienda adecuada, sino que está integralmente relacionado con
los derechos humanos a la alimentación, el sustento, el trabajo, la libre determinación
y la seguridad de la persona y del hogar y el sostenin-riento de los recursos comunes de
propiedad. La garar.rtia del derecho a la tierra es por tanto fundamental para la mayoría
de la población mundial que depende de la tierra para sus vidas v sustento. En el con-
texto urbano, el reconocintiento iurídico de los derechos sobre tierra con frecuencia es
crucial para proteger el de¡echo a una vivienda adecuada, en particular el acceso a los
senicios esenciales y a los modos de ganarse la vida, especialmente para los pobres de
las zonas urbanas. (. . . )
30. El Relator Especial está convencido de que el Consejo de Derechos Humanos de-
bería examinar la posibilidad de dedicar atención a la cuestión del derecho humano
a la tierra y realizar estudios al respecto que se basen en la labor de los movimientos
organizados de agricultores y poblaciones indígenas. El Consejo está en una situación
idéal para garantizar el reconocimiento de la tierra como un derecho humano en el
derecho internacional relativo a los derechos humanos (. . . )'1
El art. 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociaies y Culturales con-
sagra el derecho de toda persona al nivel de vida adecuado, lo que abarca alimenta-
cién, vestido y vivienda adecuados, y una mejora continua y permanente en 1as condi-
ciones de existencia. Aquí se reconoce en forma explícita el derecho de estar protegido
contra e1 hambre, por Io que se urge la adopción de medidas concretas para reformar
los regímenes agririos para efecto de lograr una explotación y utilización más eficaz
de las riquezas naturales. El Comité respectivo de la ONU, mediante la Observación
General Ñ" t2, de 1999,realtzó una interpretación detallada respecto al derecho a la
alimentación: MONSALVE SUÁREZ, Sofía. "Derecho a la tierra y derechos humanos".
En E1 Otro Derecho, ILSA, Número 31-32, Bogotá' agosto 2004' p. 48.
El derecho a la alimentación adecuada exige que se garantice su acceso físico y econó-
mico. La Observación define tres obligaciones de los Estados: obligación de respetar e1
acceso a una alimer.rtación adecuada, 1o que prohíbe desalojos forzados o despojo de
tierras sin compensación del Estado cuando las víctimas pierden su sustento vital. La
obligación de proteger requiere que e1 Estado adopte medidas Para velar que emPre-
sas ó particulares no priven a otras personas del derecho a la alimentación adecuada.
210
Le nppplpNcrA oBJETTvA DE Los D¡RpcHos REeres: Los sr¡Nrs
La obligación de realizar implica que el Estado debe tomar medidas que aseguren 1os
medios de vida de la población, incluida la alimentación. En buena cuenta, debe con-
tarse con las garantías de acceso completo y equitatir.o a los recursos económicos, ei
derecho a mantener tierras y heredarlas, el acceso al crédito, a los recursos naturales y
a una tecnología adecuada (iUia., p. +S¡.
El derecho humano a la alimentación, del cual se deriva el derecho a la tierra, exige
repensar las ¡eformas liberales de la propiedad agraria, pues la liberalización solamen-
te ha beneficiado a los grandes productores agro-industriales en la medida que fácil-
mente compran tierras a los campesinos empobrecidos o endeudados, por lo que se
produce una concentración del suelo rústico en beneficio de grandes inversionistas
(MONSALVE suÁREZ, sofía. 'Acceso a la tie¡ra: una obligacién de derechos huma-
nos'l En Conferencia de Acceso a la tierra (Ponencia), Bonn 19-23 marzo 2001), con
secuelas de desarraigo social, pérdida de identidad, mayor pobreza y sentimiento de
frustración. En el Perú ya se está produciendo el retorno del latifundismo y sus proble-
mas, incluso en orden a la libre competencia pues una empresa o grupo de empresas
tienen la posibilidad de decidir el precio de ciertos productos. No se piáe que el Estado
Peruano otorgue una dádiva a los pequeños agricultores mediante la fijación de límites
a Ia gran propiedad rural, sino que simplemente cumpla el art. 88 de la Constitución
que le permite establecer extensiones máximas. En caso contrario, el fenómeno anó-
malo del latifundismo y vasallaje regresará a nuestro país, con las secuelas de agudos
conflictos sociales.
txol Si bien es cierto que los inmuebles han perdido centralidad en la creación de riqueza,
la que se sustenta ahora en la organización empresarial; sin embargo, la empresa no es,
propiamente, un "bien'dentro de la sistemática de los derechos reales; ypor ello, mal
podría tomarse en cuenta la organización empresarial como ordenadora de Ia clasifi-
cación de los bienes. Por tanto, en términos económicos la distinción de los bienes se
iimita a los bienes productivos (o que constituyen medios de producción) y los bienes de
consumo (GAZZONI, Francesco. Manuale di diritto privato, Op. Cit., p. 188); pero ella
-tal como está configurada por la ciencia económica- no tiene sustantividad juiídica.
211
Guxlrt¿n GoNz¡.t-Es BannóN
J33rl «En efecto, los terceros consideran como titular del derecho a quien se comPorta como
ta1. La posesión puede ser solo una a¡rariencia que no corresponde obligatoriarnente a
]a realidad, pelo en la mayoría de los casos, corresponde. En consecuencia, incluso a1
suponer que esta no corresponde a la realidad, es conveniente procurar la seguridad en
lai relaciones jurídicas haciendo prevalecer la posesión, salvo en ciertos casos excep-
cionales de pérclida o hurto de un mueble. En esta n.redida, se entiende la utilidad y ei
alcance de 1i regla fundamental que establece el artículo 2279 del Código civil (fran.-
cés). Este texto áice que: "en cuanto a muebles, la posesión tiene la validez de un título"
(...).De alli se desprende que, en el caso de una persona que pretenda ser la propieta-
ria de una cosa mobiliaria quiera reivindicarla de manos de un tercero, si ese tercero
tiene la posesión del mueblá, 1a reivindicación estará paralizada, con 1a condición de
que el póseedor sea de buena fe, ya que la posesión no va hasta permitir Ia asimilación
de un poseedor al verdadero titular de un derecho real, cuando el poseedor sabe que
no tiene ningún derecho sobre ia cosa': LARROUN'IET, Christian. Derecho Civil. Intro'
ducción al estudio del derecho privado,Edttorial Legis, Bogotá 2008, pp' 351-352'
212
Le R¡ren¡NcIA oBIETTvA DE Los DeRrcnos REelps: Los srpN¡s
l.r-121
PUIG BRUTAU, )osé. Estudios de dareclrc contparndo, Editorial Boscir, Barcelona
1951, pp.44-45.
Jl-ilI Ibíd., pp. a5-a6.
[.r]{l Ibíd., pp. 5l-s3.
[3is ] 'Aunque modernanrente la distinción bienes muebles-inmuebles se ha atenuado en al-
gunos supuestos, puesto que hay algunos bienes muebles valiosos que podrían equi-
pararse o superar Ia importancia de ios bienes inrnucbles, sique siendo fundamental
dicha distinción, por razones económicas y sociales, y por su n)a,vor perntanenci¿ o es-
tabilidad, base de l¿r existencia misma de los bienes muebles que se sitúan precisamente
dentro de Ios inmuebles. La ir.nportancia de la viviend¿r, del local de negocio como base
de la empresa o de la profesión, de los solares como base de la ediñcaciór.r, de las fin-
cas rústicas como base de las ex¡rlotaciones agrarias y eanaderas, mantiene Lrlenamente
actualizada la distinción entre bienes muebles e inuluebles, a pesar de que ya ¡ruede
considerarse tópico que es la idea superadora de la distinción. Por eso, la pretensión de
sustituir la distinción bienes muebles-bienes inrnuebles, por otras, como la de 'bienes
registrables-no registrables'carece de se¡rtido, pues una cosa es que, dentro de los bienes
muebles exista un grupo especial de bienes registrables, y otra diferente es que la regula-
ción de ellos se equipare totalmente, en todos los aspectos, a la de los bienes inmuebles":
GARCIA GARCIA, José N1anuel. "TeorÍa general de los bienes y las cosas'l En Revista
Crítica de Dcreclrc Itunobiliario, N" 676, Itfadrid, marzo-abril 2003, pp. 951-952).
I3r6l "El Derecho rorrano durante la época clisica (Gai 2, 14-22) presenta la distinción
entre res mancipiy res nec mancipi, que probablemente se refiere a aquella ntás antigua
entrefamiliay pecunia, que a su vez se remonta a la distinción entre bienes del grupo
y bienes del pater familias. Como antiguamente los romanos eran un pueblo de agri-
cultores, entre las res tnancipi, o sea, las socialmente más intportantes, enumeraban las
cosas atinentes a la agricultura: el suelo, los animales de tiro ,v de carga, los esclavos y
213
GuNtsE.n GoNz¡Les BaRRox
las rnás antiguas servidurnbres rústicas de paso 1'de acueducto. Rcs ¡rec mancipi er'tn
todas las demás cosas. Y como la categoría de las rcs nltlttci1i pern'lJnece cerrada, la
otr¿ viene a comprender todas las demás cosas que los romanos sucesivanlente toru¿rn
en consideración, aun teniendo importancia no menor que las otras: y es así como el
suelo provincial, aun siendo socialmente tan importante col-no el itálico, está com-
prendido entre las res nec mtrncipi. A esta distinción, que ha perdido su significado
en la época postclásica y que es abolida por )ustiniano como ya fuera de la realidad
(Cod. Just. 7,31,1,5), cornienza a subentra¡ la de muebles e inmuebles. Es verosÍmil
que la terminología no sea clásica, pero el germen de la distinción se encuentra hasta
en el Derecho nrás antiguo. Las XII Tablas, en orden al tiempo para ia usucapión,
distirrguían entre elJundiy ceterae res, admitiendo para los primeros dos años v uno
para todas las demás cosas. Estos diversos términos se fundan no sobre la movilidad o
no, sino sobre la diversa importancia que tienen los fundos respecto a las ceterae res,
importancia que aconseja para los primeros un término más largo": BIONDI, Biondo.
Los Bienes, Op. Cit., pp. 103-104.
Sobre el Cotn¡non Law, puede verse el breve, pero magnífico libro de: POUND, Ros-
coe. El espíritu del Common Law, traduccíón del inglés de José Puig Brutau, Bosch
Casa Editorial, Barcelona 1954.
Sin embargo, vale recordar que en el Derecho romano, Ia hipoteca podía recaer sobre
bienes muebles o inmuebles, en forma indistinta, por 1o que no era extraño que se
reconozca la hipoteca naval, aun cu¿rndo el buque sea mueble: RANIOS NUÑEZ, Car-
los. "La hipoteca naval en el Perú: ¿mueble o inmueble: un debate que no acaba?'l En
VVAA. Libro Hontenajc a Fernando Vidal Ramírez, Idenrsa, Lima 201l, Tomo lI,p. 192.
214
Le Rpr¡RsNcrA otsJETrvA DE Los DrRrcHos R¡elps: Los Br¡Nrs
215
GuNrHsn GoNzeLss BeanóN
t3rrl Art. l"Ley z4]rl: "Pueden ser objeto de hi¡rotcca los buques mercantes con arreglo a
las disposiciones de esta le¡ Para este solo objeto, se considerarán los buques mercan-
tes como bienes inmuebles, entendiéndose modificado en este sentido el artículo 598
del Código de Comercio'l
lrl2l En tal sentido, el profesor argentino Rodolfo González Lebrero dice 1o siguiente:
"el buque, indudablenlente, desde el punto de vista físico es un mueble, y lo es también
desde el punto de vista jurídico si nos atenemos a la clasificación bipartita de nuestra
ley cir.il, pero no ofrece dudas que por su grarl r'alor económico y la in'rportancia v
trascendencia económica de.l acto navegatorio, se impone dotarlo de un tratamiento
jurídico adecuado que tutele lir seguridad de los contratos a trar,és de derogaciones al
régimen de los bienes muebles": Cit. DONIÍNGUEZ CABRERA, jVlaría del Pino. E/
Registro de Bttc1uas, Emltarcaciones y ArteJactos Navales, Editorial Dilex, l\Iadrid 2005,
P. 88.
216
t--
Le nE,rE,xpNcrA oBJETTvA DE Los Dpnpcnos Rperps: Los slpNEs
7. BIENES INMUEBLES
El art.
BB5 del C.C. enumera los distintos tipos de bienes inmuebles
reconocidos por el legislador. A partir de este listado puede formularse
la siguiente tipología:
i) Inmuebles por naturaleza.
ii) Inmuebles por ficción legal.
iii) Inmuebles por analogía.
t3431 'El suelo o nuda superficie puramente natural, perceptible inmediatamente a la vis-
ta, comprende tierra, arena, piedras, lava, agua superficial, no importa sea pública o
privada; absorbe e incorpora a otras entidades como agua, abonos, detritus, lava, que
devienen inmuebles por el hecho de que devienen suelo. Cuando taies entidades, de
las cuales consta el suelo, se destacan o bien se consideran separadas de é1, cesan de ser
inmuebles, aun cuando no se haya efectuado materialmente la separación. Por tanto,
la enajenación de una cantidad d e tierra, arena, piedras, está sometida a la disciplina
de los muebles": BIONDI, Biondo. Los Bienes, Op. Cit., p. 111.
2t7
Guurur,n Gor.rzA.rss BennóN
[3,11]
PÉREZ PÉREZ, Emilio. Propiedad, Comunidad y Fínca Registral, CRPME, Madrid
1995, p.316.
[3,15] "Es ya una opinión plenarnente compartida la de que el objeto de la propiedad puede
perfectamente concebirse como un espacio cúbico y de que ha quedado superado e1
tradicional concepto de que la propiedad alcanza sin límites a toda proyección verticat
superior e inferior (...) En este sentido, tanto la doctrina como la práctica admiten la
posible configuración de objetos de derecho diferenciados sobre y bajo la rasante de
la superficie del suelo, de forma que Ia finca ya no puede considerarse, en su acepción
clásica de porción de superficie terrestre, delimitada Por una línea poligonal, sino más
bien como el espacio en el cual es posible la const¡ucción de una edificación suscepti-
ble de propiedad independizada": ARNÁIZ EGUREN, Rafael. los aparcamientos sub-
terráneos. Notas sobre su organización jurídica y su acceso al Registro de la Propiedad,
Editorial Civitas, Madrid 1993, pp. 46-47.
[3,f6] BIONDI, Biondo. Los Bienes, Op. Cit., p. 112.
[317] RAMÍREZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de derechos reales, Op. Cit.,Editorial Rho-
das, Lima 1996, Tomo I, p. 185.
218
La nrr¡nnNcrA oBIETTvA DE Los DsnrcHos Reetrs: Los grpN¡s
l3a8l Para graficar el problema del agua, transcribimos una parte relevante del Libro del
Agua de la universidad de Antioquía (colombia): "No se puede medir con precisión
la cantidad de agua del pianeta. Sin embargo, según cálculos, habría unos 1.4^00 millo-
nes de kilómetros cúbicos, de los cuales e\97,4o/o es decir, casi toda el agua, es marina,
salada, no aPta Para el consumo humano. Esa masa total de agua no varia, pero circula
permanentemente entre el mar, el cielo y la tierra firme. De esta circulación dependen,
directamente, los recursos de agua dulce de todas las regiones. Es claro, puei, que el
agua dulce no predomina; representa apenas el2,60/0 del água del mundo. Ademis, su
distribución no es unifo¡me: las dos terceras partes se encuentran en estado sólido,
en el hielo de los glaciares y casquetes polares, o sea de difícil acceso al consumo hu-
mano. La Parte restante está en los rios, lagos y nubes; y en el cuerpo de las criaturas.
En los acuÍfeos subterrános yace también buena cantidad, también de difícil acceso.
En síntesis: solo el 0,014% del agua mundial es dulce, líquida y superficial. se podría
decir, ¡una gota de agual; sin embargo, la estamos deteriórandó ,rn, g.un velocidad.
Cada día es más difícil y más costoso encontrar agua segura para "el con-sumo humano.
La situación mundial no es nada alentadora. Las Naciones-Unidas calculan que una
cuarta Parte de la humanidad no tiene asegurado el abastecimiento de agua duice, y el
futuro no deja acariciar mejores perspectivas. Pa¡a el año 2000 seremos 6-.100 millones
de personas y_ si se considera en 200 litros por dia el consumo promedio por persona,
la demanda diaria de agua será de 1.200 millones de metros cúbicos. Pero como el
agua en ei mundo no aumenta, la que tenemos hoy es la misma que hemos tenido
siempre, es imperioso para la humanidad estudiar y resolver el pro6lema del manejo
y preservación de este recurso. De lo contrario, se tornará er-, uná om"naza implacable
para la raza humana, persistiendo así la pérdida de cultivos, infraestructura y vida
por efecto de las inundaciones, avalanchai, contaminación y erosión. La agricuitura
es ia actividad humana que más agua dulce consum e: el,70o/o de toda el agual A escala
mundial, la superficie de regadíos se ha multiplicado por cinco en los últimos 90 años,
pasando de 47,3 millones a 272 millones de hectáreai. No es descabellado pensar que
entre los agricultores y los habitantes de las ciudades, necesitados de agua potable y de
servicios de saneamiento, se produzca un conflicto directo a la hora dJdisponer dó las
existencias de agua._El agul ei el único elemento irremplazable en la natúraleza y sin
ella finalizan todas las posibilidades de vida": cit. ocHoA CARVAJAL, Raúl Hum-
berto. Bienes, Editorial Temis, 6. edición, Bogotá 2006, pp. 43-44.
t31ei «El mundo enfrenta múltiples
crisis del ugua, p.ro las sáóiedades siguen prestando es-
casa atención a cómo se utiliza, aparentemente, dando por sentado que es inagotable. y
también se ignora la necesidad de reorganizar la produáción y el coniumo de rianera de
tomar en cuenta cómo administrar las existencias hidricas. Las inundaciones son cau-
sadas a menudo por tormentas y huracanes, y también por lluvias excesivas, que en los
últimos años han aumentado corno consecuencia del cambio climático. El aumento de
la evaporación de mares más cálidos y una mayor concentración de agua en el aire au-
mentan la intensidad de ias lluvias, lo que provoca mayores inundaciones en numerosos
países, con daños inmensos. Se estima que las inundaciones de Pakistán y Tailandia, un
par de años atrás, costaron alrededor de 30,000 millones de dólares a iada país. pero
las inundaciones también son provocadas por Ia tala de bosques, especialmente en las
montañas. En lugar de filtrarse en la tierra, el agua de las lluvias se éscurre debido a la
219
GuNrHrn GoNznrrs BexnóN
220
Le n¡rrn¿NctA oBJETIVA DE Los DpRecrlos R¡er¡s: Los nr¡Nrps
221
Gu¡¡rH¡n GoNz¡.rrs B¡ nnó¡.r
Por otro lado, los ilamados "diques" son cavidades revestidas de cons-
trucción, situados en la orilla de una dársena u otro sitio abrigado, cuya
finalidad es dar entrada a los buques para limpiar o carenar en seco. Por su
parte, los muelles son las estaciones construidas en la orilla de los ríos o en
la costa de los mares o lagos para fin de atraque de las embarcaciones. En
ambos casos,son "inmuebles por naturaleza", pues los diques y los muelles
(inc. 5) son construcciones unidas al puerto, convirtiéndose de esta manera
en inmóvilestrs4l. La misma característica la tienen las estaciones y vías de
ferrocarril (inc. 9), por cuanto se trata de construcciones adheridas firme
y permanentemente al suelo, cuyo fin es servir al transporte de ferrocarril,
sea de pasajeros o de cargat3ssl, sin embargo, en forma incoherente la Ley
26877 derogó este inciso, por lo que una interpretación literal permitiría
entender que las estaciones y vías férreas son muebles. No obstante, si bien
la disposición normativa fue abrogada, empero, tales bienes deben seguir
considerándose bienes inmuebles, pues se trata de construcciones perma-
nentes adheridas al suelo (art. 886-3 CC, contrario sensu).
I35rl El art. 66 de la Constitución señala que todos los recursos naturales -tierras, aguas,
minas, bosques, etc.- son patrimonio de la Nación. ¿Qué significa esta norma? Se ha
sostenido que el art. 66 irnpide la propiedad privada en los recursos naturales -excepto
en las tierras-, y que utilizando el eufemismo de la "Nación" (Estado-comunidad), en
realidad se alude a que los recursos naturales son patrimonio del Estado como per-
sona jurídica representativa de la Nación, por lo que en suma los recursos naturales
serían un tipo de dominio público, susceptible de aprovehamiento a través de títulos
otorgados por el Estado, pero en los que no puede haber exclusivo beneficio privado:
FIGALLO ADRIANZÉN, Guille¡r¡o. "La concesión de aprovechamiento de los re-
cursos naturales renovables en el Derecho Peruanol En Vox Juris. Revista de Derecho,
Universidad de San Martín de Porres, No 8, Lima 1997, pp.2l9-220.
l3s'tl RÁltlÍREZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., 'lbmo I,
pp.188-1se.
13551 CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit., Tor.no I, p. 103.
222
Le Rere R.rNcrA oBlETrvA DE Los DeRpcgos Rr¡,lr,s: Los sleNes
lrs6l Por lo demás, la doctrina es prácticarnente uniforme: "Son las llarnadas partes inte-
grantes del inrnueble, a que antes nos hemos referido, y que tienen también la conside-
ración de inmuebles. Asi las construcciones de todo género adheridas al suelo (forman
una sola finca con el suelo o solar). También los árboles, las plantas y los frutos pen-
dientes": GARCÍA GARCÍA, |osé Manuel. "Teoría general de los bienes y las cosas",
Op. Cit., p. 955.
psTl
La doctrina nacional opina unánimente en este sentido. Puede citarse, por ejemplo, a
RAMÍREZ CRUZ, Eugenio María (Tratado de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I, pp. ts:-
184) y CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand (Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 96).
«Tanto
13581 Ios edificios como los á¡boles y las plantas, en general, se reputan i¡rmuebles
por su directa vinculación al inmueble. Los materiales de una edificación son muebles
por naturaleza antes de incorporarse al inmueble o después de separarse de este. Las
plantas que se separan definitivamente se vuelven muebles. Si la separación es tempo-
raI, como cuando se van a transplantar, siguen siendo consideradas inmuebles. Si la
planta está en una matera es un bien mueble, pues no existe adhesión al inmueble":
OCHOA CARVAJAL, Raúl Humberto. Bienes, Op. Cit., p. 12.
r35el RIVERO VALDÉS, Orlando. Temas de Derechos Reales, Editorial Félix Varela, La Ha-
bana 2007, p.283.
223
GuNrnpn Go¡¡zelss BennóN
Por tanto, 1o que se requiere a fin que los bienes, físicamente mue-
bles, devengan en inmuebles, es la incorporación física con el suelo,
de modo que formen un todo con este[360]. En el caso de las plantas y
árboles, por ejemplo, estos cuentan con una incorporación orgánica, en
tanto las plantas se alimentan y nutren del suelot3url. Por otro lado, las
construcciones han sufrido una incorporación de tipo material o físico
al haberse adherido de forma permanente con el suelo. La calidad de
inmueble se logra con el acto de incorporación (permanente), y con
independencia de la técnica constructiva que se utilice, siempre que
la edificación esté adherida sólidarnente al suelo y de forma perma-
nente. Si bien es necesaria la conjunción material, no importa con qué
rnedio es realizada; por el contrario, no basta con apoyar materiales de
construcción en un terreno para convertirlos en inmueble, aunque se
tenga el propósito evidente de construir; y eso ocurre, precisamente,
con las casas pre-fabricadas, que mientras no se han fijado de modo
permanente en el suelo, no son más que materiales destinados para la
construcciónt3621. El Reglamento Nacional de Edificaciones, aprobado
por Decreto Supremo N" 011-2006-VIVIENDA, define ei término "edi-
ficación" como "obra de carácter permanente, cuyo destino es albergar
actividades humanas. Comprende las instalaciones Jijtts y cofitplementarias
{3601 "La inn-rueblización comienza con la incorporación y termina con la separación: pues-
to que la construcción no surge instantáneamente, hay inmueblización sucesiva, esto
es, a medida que los singulares materiales son incorporados: Ios cimientos de un edi-
ficio o la construcción parcial son inmuebles no menos que el edilicio com¡rleto, 1'a
que no es la terminación la que determina la inmueblización, sino la incorporación.
Inversamente vla calidad de inmueble cesa a medida de la demolición por cualquiera
y por cualquier causa que suceda": BIONDI, Biondo. Los Bienes, Op. Cit., p. 116.
13611 «Los árboles son inmuebles porque se incorporan necesariamente al terreno del cual
extraen vida y nutrición; como árboles no pueden tener existencia independiente dei
suelo: un árbol arrancado no es árbol, sino leña. La palabra "árbol" se debe interpretar
extensivamente porque el pensamiento es el de referirse a todo aquello que trae nece-
sariamente vida del suelo y pertenece al orden de ios vegetales; por esto, asÍ como no
son tales todos los. seres vivientes (hormigas, topos), aunque viven del suelo, son en
cambio inmuebles los árboles de toda especie y destino, cualquiera que sea su desarro-
ilo, desde la hierba y el primer brote, que apenas aflora sobre la superficie de la tierra,
al árbol de alto tronco pronto para la tala": Ibíd, p. I 13.
t"'l Ibíd., pp. 117-118.
224
Le RtrsnpNcrA oBJETTvA DE Los D¡Rpcuos Rrerrs: Los BlrN¡s
"Es el caso de las plantaciones, de las construcciones que se levantan sobre el suelo,
bien sea que se trate de una construcción hecha para durar, tal como un inmueble
construido con piedras, o que se trate simplemente de una choza que puede desapa-
recer. ivfientras esa choza esté fijada al suelo, debe ser consideradi¡ conlo un inmueble
por naturaleza": LARROUMET, Christian. Derecho Civil. Introducción al estudio del
derecho pri'ado, Op. Cit., p. 338.
OCHOA CARVAJAL, Raúl Humberto. Bienes, Op. Cit., p. 15.
225
GuNtrpn GoNz¡.lps BannóN
1165l El Reglamento de inscripciones del Registro de Predios aprobado por Resolución N'
248-2008-SUNARP/SN publicado el 30 de agosto de 2008, establece en su art. i9-a)
que los predios rústicos se dividan en rurales o eriazos. Esta clasiñcación no tiene
sustento grarnatical ni cientiñco, lrr¡r lo que se trat¡ de una distinción erradar puc's, los
adjetivos "rural" y "rústico'no deben cortsiderarse sinónintos, \'r'n todo caso, solo lo
"rural" puede identificarse con Io "agrario'l
Sobre el particular, se ha dicho con sapiencia que: ",{,1 hablar de tierra rústica v suelo
agrícola (o tierra culta), no hay sinonimia , La rtistica es aquella que no ha sido objeto
de actividad cultural agraria con el cultivo de vegetales o crianza de animales, todavía
está en estado tosco, rudo o inculto . El suelo agrario es la tierra culta, es aquella en la
que se desarrolla actividad productiva agraria. La tierra es culta con el cultivo de ve-
getales o 1a cría de animales, entonces se está haciendo agricultura. Esta tierra además
de ostentar contenido econónrico productivo, debe desarrollarse en un ambiente sano
y ecológicamente adecuado. El buen cultivo de la tierra agraria, en el derecho agrario,
descansa en la actividad agroambiental": GONZÁLEZ LINARES, Nerio. Derecho agra-
rio contemporóneo y derecho civil, Editorial San Marcos, Li¡ria 2011, p. 190.
t3661 Así lo ha declarado el Tribunal Registral en la Resolución N'360-2005-SUNARP-TR-L
226
Le REr¡nr,NcIA oBJETTvA DE Los DenE,cr¡os Rp¡Lss: Los srrNps
complenrentado por la presión atmosférica, el agua, el clima, la luz solar y otras fuerzas de
la naturaleza. La tierra cultivada debe ser conducida y explotada en un ambiente sano que
ofrezca seguridad para el alimento del hombre -es exigencia natural y legal-. El productor
debe observar la sanidad agraria durante todo el proceso de cultivo o la crianza hasta llegar
al consumidor. En suma, lo hemos dicho, la tierra es el bien productivo por excelencia, es
naturaleza productiva de bienes para la vida y la salud del ho¡rbre. No olvidemos, la ense-
ñanza de Carrera, que actividad agraria es naturaleza y vida. De lo precedente rápidamente
se colige lo distante y disírnil que es la tierra agraria de la urbana": GONZÁLEZ LINARES,
Nerio. Derecho agrario contemporáneo y derecho civil, Op. Cit., p. 190.
r'681 VATTIER FUENZALIDA, Carlos y ESPÍN ALBA, Isabel. Derecho Agrarío, Editorial
Reus, Madrid 2005, pp. 14-15.
t'u'l Art. 2.- El concepto constitucional <tierras> en el régimen agrario, comprende a todo
predio susceptible de tener uso agrario. Entre otros, están comprendidas las tierras de
uso agrícola, de pastoreo, las tierras con recursos forestales y de fauna, las tierras eria-
zas, así como, las riberas y márgenes de álveos y cauces de rÍos, y en general cualquier
otra denominación legal que reciba ei suelo del territorio peruano. El régimen jurídico
de las tieras agrícolas se rige por el Código Civil y la presente lev.
227
GuNTupR GoNzerss Bennóx
228
Le Rrr¡RpxcrA oBIETTvA DE Los DpRpcnos Rpal¡s: Los nrrrups
229
Gu¡,rrF{En GoNzer¡s BennóN
l37rl Hasta hace poco, la propiedad urbana "de hecho" no contaba con un sistema expe-
ditivo de regularización, pues formalmente sólo podía considerársele "suelo urbano"
luego de un procedirniento de habilitación. Sin embargo, 1a situación ha cambiado
con la aprobación del Dec. Sup. N' 011-2005-VIVIENDA (publicado el 13-5-2005)
que modifica el Reglamento de la Ley de Regularización de Edificaciones, Dec. Sup.
N" 008-2000-MTC, convertido ahora en el Dec. Sup. N" 035-2006-VIVIENDA, Texto
Único Ordenado, que introdujo la nueva categoría de predios rurales ubicados en zo-
nas constituidas como u¡banas, según la municipalidad, lo que significa reconocer la
categoría de predio urbano "de hecho'l
13721 Un supuesto distinto se produce en: "aquellos centros poblados urbanizados con an-
terioridad a la vigencia de las normas sob¡e habilitación urbana, en cuyo caso por
evidente efecto irretroactivo de las normas, no se requiere cumplir los requisitos an-
tes señalados (de habilitación)" (GONZALES BARRON, Gunther Hernán. 'Ámbito
de aplicación de la Ley de Regularización de Edificaciones". En Actualidad Jurídica,
Gaceta Jurídica, Tomo 73-8. Lima, diciembre 1999). En estos casos, la naturaleza del
suelo es propiamente urbana ¡ por ello, en el articulo publicado en 1999, los llamé
predios urbanos "por tradición". El nombre 1o tomé de los denominados "pueblos
tradicionales" definidos en la legislación especial de COFOPRI como "aquella comu-
nidad con identidad, costumbres y tradiciones propias, establecida de manera progresiva
sobre terrenos públicos o privados, desde tiempos inmemoriales y en menor proporción
a mediados del siglo XX, habiendo sido en algunos casos constituidas y reconocidas con
posterioridad como Capital de Distrito, Anexo, Centro Poblado o cualquier otra defi-
nición afín, de una Capital de Departamento cuyos pobladores cuentan con títulos de
propiedad imperfectos, basados en la tradición, uso o costumbre y que no pueden ac'
ceder a la ins*ipción registral" (artículo 1 de ia Directiva N" 021-99-COFOPRI sobre
Normas Complementarias para la Formalización de Pueblos Tradicionales, aprobada
por Resolución Ministerial No. 301-99-MTC/15.01). La finalidad de dicha norma lue
permitir la formalización de zonas urbanas antiguas que no cuentan con habilitación;
pero luego se le derogó pues quedó comprendida en la categoría general de "centros
poblados'l La terminología hizo fortuna y, posteriormente, ha sido utilizada Por otros
autores (PALACIOS LEON, Nélida. 'Aspectos relevantes de la regularización de edifi-
caciones". EnTemas de derecho registral, SUNARB Lima 2000, p. 14).
230
L¡, RsruRrl'rcrA otslETrvA DE Los Drnpcnos RsRrps: Los ernxes
231
Gu¡{rF{rR GoNz.rtrs B¡nnóN
lr7{l por tanto, hay predios ubicados en área urbana (por la zonifrcación), pero que son de
uso urbano, rural o eriazo (por el destino). El primer dato corresponde a la planifica-
ción urbanística; nrientras el segundo depende de una circunstancia material, cómo es el
disf¡ute efectivo clue se le da al inmueble. Algo más aluda a complicar el tema: e1 predio
en área urbana tendrá la condición jurídica de urbano, propiamente dicho, cuando haya
concluido la habilitación. Sin embargo, es usual que los predios en área urbana, y con
uso de urbano, sean objeto de la nrisr-na nornrativa que los urbanos con habilitación, por
1o que bien podrÍan denominarse "urbanos de hechol tal como los reconoce un sector
importante de la doctrina, y en muchos casos asi lo adrnite tatnbién nuestra costumbre
adntinistrativa, queJo cataloga conro urbano para todo efecto legai, a pesar de la falta de
habilitación. La situación parece justilicarse por cuanto en nuestro país existen cientos de
Municipalidades Provinciales, y miles de Centros Poblados, que no cuentan con recursos
humanos, ecoriórnicos o iogísticos que permita hacer exigible 1os complicados procesos
de habilitació¡r. En suma, la realidad social y económica impone que en muchos lugares
232
Le nrreRpxcrA oBIETIVA DE Los DpR¿cnos Rpalns: Los ¡r¡tv¡s
de nuestro pais se entienda que son predios juridicanrente urbanos a todos aquellos que
lo son de hecho, pues cxiste urposibilidad de cunr¡rlir ia norntatir.a de la ntateria.
La solución administrativa se sustenta, precisamente, en la va mencionada doctrina de
Ios llar¡ados preclios urbanos "de hecho'l lo cual per»tite que c'l órgano adntinistrador
o el juez puedan resoiver con rnavor flexibilidad los conflictos de intereses que se pre-
sentan con respecto de la propiedad inmobiliaria sujeta a tales características. De estir
manera, el juzgador no queda atado a una calificación estrictamente formal del suelo,
¡ ante las lagunas normativas, puede resoh,er el caso concreto con una solución justa.
Por ejemplo, la emisió¡r de una licencia de obra en un predio que carece de habilita-
ción presupone que le otorga la condición jurídica de urbano. En ese sentido, la citada
Resolución N" 360-2005-SUNARP-TR-L de 2.1 de junio de 2005.
Por otro lado, distinto es el caso de las "islas rústicas'l que por el fenómeno de la ur-
banización progresiva, se trxta de predios de uso agrario que se encuentran ¡odeados
de inmuebles urbanos, por lo que esta es la zonificación establecida normativamenle.
AquÍ, ei predio es claralnente rural ¡ra¡¿ cualquier efecto jurÍdico, con la única excep-
ción del fin catastral, para lo cual se le reputa urbano.
t-r751 '(Un aspecto fundar¡er-rta1 en el examen de la polÍtica de suelos es el de su conservación,
L)J
GuNTsEn GoNzeLps BnnnóN
"En efecto, el primer bloque está formado por el régimen del suelo
rústico, el derecho de dominio y otros derechos reales, en especial,
los retractos. A ello se ariaden las clásicas instituciones de la refor-
ma y el desarrollo agrario, entre las que son de gran actualidad la
unidad mínima de cultivo, la concentración parcelaria y los Fondos
de Tierras. Este bloque comprende, además, las norr¡as relativas
a la empresa agraria y sus modalidades, Ia explotación agrícola
y la explotación prioritaria, así como ios agricultores jóvenes, ia
sociedad civil, en especial, la sociedad agraria de transformación
y las cooperativas agrarias, En fin, caben aquí las normas con-
cernientes al uso del agua, los montes y Pastos, Ia agricultura de
montaña, la reforestación y el medio ambiente.
234
L,c Rrrn,npNcrA oBJETTvA DE Los DpntcHos RpRres: Los sr¡Nss
El segundo bloque gira en torno a los contratos agrarios, tanto los que
permiten constituir y ejercer la empresa agraria como las figuras que
surgen con ocasión de la misma y la comercialización de los productos
agrarios. Así, junto al arrendamiento rústico (...), tenemos las diversas
modalidades de aparcería; a estos contratos hay que añadir los de
crédito y seguros agrarios, así como las denominaciones de origen, las
referencias de calidad y los derechos sobre las obtenciones vegetales.
Por último, Ia comercialización se articula por la contratación de los
productos agrarios, los acuerdos interprofesionales y los contratos
de integración, así como por la responsabilidad por el consumo de
alimentos defectuosos y la seguridad alimentaria.
t377r VATTIER FUENZALIDA, Carlos y ESPIN ALBA, lsabel. Derecho Agrario,Op. Cit., p. 15.
13781 Cfr. GONZALES BARRÓN, Gunther. "El derecho a una ciudad o hábitat con calidad de
vida I En Gaceta Constitucional, Gaceta Jurídica, N. 5l , Lima, marzo 2012, pp. 289-312.
235
Guxrrrr,R Goxze lps BannóN
236
Le RprsRnNcIA oBIETM DE I-os DERrcr¡os R¡lrts: Los sr[xrs
t'otl En_ forma simplista se dice: "el retracto no es más que una institución que colisiona con
la libertad que tienc'u los contratantes de elegir la persona con la cuil ent¿rblarán un
vínculo contractual particular -en el caso, una compraventa-, por cuanto corresponde
a la le1: en últilro térr¡ino, deternrinar qué sujetos
i.,rcvaleccn'respecto a otros en una
deterrninada relación juridica, para lormar parte de esta": CARRANZA ÁLVAREZ,
César. "Retracto de finca rústica 1'libre dis¡rosición de propiedad agricola'i En Diálogo
la Jurisprttde nciri, Caceta )urídica, N" 1.18, Lima, enero 2011, p. 116.
t3821 También se olvida
de estas consideraciones, CASTiLLO FREYRE,ilar io (Cotttentarios
al contrato de compravenla, Gaceta ]urídica, l,ima 2002, p.3a1) cuanclo señala que:
"lndependientemente de criterios de índole socral al respicto, está claro que ia ctn-
centración de la propiedad agricola en pocas manos ),bajo lorrlas asociativas privadas
que contribuyan a la in1'ección de capitales en el catnpo, son factores decisivos en el
incremento de la producción y productiviclad'l
No podemos compartir la idea que el latifundio sea la solución a los problemas del
agro; eso implica regresar a 1a primera mitad del siglo XX, con el lastre de monopolio,
posición dominante, subida de precios, lalta de seguridad alimentaria, abusos labora-
les y personales, descot-tocitniento de los dercchos humanos, relaciones de se¡,idum-
bre, entre. otros graves problenras. EI tema agrario no se resuelve con un simple cálculo
de_costo-benelicio que favorece a los grandes intereses y trasnacional.s; p.io olvida a
millones de campesinos pobres. Por tanto, no solo se trata de un problemá económico,
sino social, cultural y vital.
Así, pues, con conocimicnto de causa se dice que: "La tierra en América Latina está
bajo asedio, entrc otras r¡.zones, porque es la puerta de acceso para la explotación fo-
restal, minera o de hidrocarburos; a ello se suma que es, también, la principal fuente de
alimentos para el planeta, que hay una gran expectativa de aprovechar ei incremento
constante del precio de los productos agrícolas y que el mercado de insunros para
agrocombustibles tiene un gran potencial" ("Latinoantérica: la tierra bajo asedio;. En
La Revista Agrarid, CEPES, N" 131, fulio 20i l, p. 12).
tr83l CARRANZA Al,vAREZ, césar. "Retracto
de finca rústica y libre disposición de pro-
piedad agrícola'l En Diríiogt¡ con la /urisprudencia, Gaceta )urídica, N" 14g, Enero
20t1, p. 1r7.
l)/
GuNrusR GoNzerE,s BennóN
2 in fine, que: "El régimen jurídico de las tierras agrícolas se rige por el
Código Civil y la presente Ley". Es decir, las normas agrarias, incluso las
ultra-liberales de la década de los 90's, remiten específicamente al Código
Civil. Siendo así, es absurdo sostener que una norma del mismo Código
se encuentre derogada, cuando resulta que la propia legislación agtaria
establece que esta materia se regula por el citado cuerpo normativo, en
el que se encuentra precisamente el retracto.
238
l
Le Rr,rrnrNcrA oBIETTvA DE Los DpRrcHos Rrer¡s: Los s¡¡Nps
tr81l «Como manifiesta Ballarín Nlarcial, la función social de la propiedad se cur.nple, ante
todo, poniendo a la finca en situación de producir, pero, además, se requiere alcanzar
ciertos indices o niveles con los cuales se llega a la adopción de1 principio del buen
cultivo. De este ntodo la productividad agraria alcanza el rango de principio general
del derecho agrario y se constituye en la meta que deben alcanzar las normas juridico-
agrarias": BREBBIA, Fernando y MALANOS, Nancy. Derecho Agrario, Editorial As-
trea, Buenos Aires 1997 , p. 209.
t3t5l El artículo 3 del DecretoLey 14197 definió a las tierras eriazas como aquéllas "que
no
están sujetos a explotación, como son los no cultivados por falta o exceso de aguá y de-
más terrenos inrproductivos; exceptuándose los de forestación o reforestación, las lomas
con Pastos naturales dedicados a la ganadería, Ios terrenos urbanos y los usados conJines
domésticos o industriales". Mucho después, el artículo 24 del Decreto Legislativo 653
estableció una nueva definición de tierras eriazas (muy parecida a la anterior), que com-
prende las no cultivadas por falta o exceso de agua y los demás terrenos improductivos,
excepto: a) las lornas y praderas con pastos naturales dedicados a la ganadería, b) las
tierras de protección y las que constituyan patrimonio arqueológico de la Nación, c) las
tierras eriazas ubicadas dentro del área urbana o de expansión urbana, en cuyo caso es-
tarán sujetas a la legislación de la materia. Por su parte, normas posteriores han regulado
el tema de las "tierras eriazas", y bien vale la pena hacer un sorrtero análisis de estas:
- EI artículo 4 del Decreto Legislativo 667 consideraba que los predios eriazos califi-
cados para fines agrícolas tenían naturaleza rural, por 1o que el acto de calificación
administrativa les privaba de su carácter eriazo. Sin embargo, IaLey 26505, "Ley de
Tierras'l señala en su artículo 2o qoe "el concepto constitucional'tierras' en el régimen
agrario, comprende a todo predio susceptible de tener uso agrario. Entre otras, están
comprendidas las tierras de uso agrícola, de pastoreo, las tierras con recursos forestales
239
GuNrnER GoNzarps BanxóN
y de fauna,las ticrras criazns. así como, las ribcr¡ts y tnárgenes de ólveos y cauces de
ríosi y en general, cualquier otra denominación lagal clue reciba el suelo del territorio
pentano. El ,égi,urn jurídico de las tierras agrícolas se rige por el Código Civil y la
prese¡ie ley". La mención que se hace en esta últit¡a norma a las tierras eriazas se
iomplementa con la circunstancia que deban ser susce¡rtibles de tener uso agrario'
lo que concordaba en su momento con el artículo .t'dei Decreto Legislativo 667, que
consideraba cotlro rurales a las tier¡as eriazas "caliñcadas ¡'¿¡¿ uso agrario'l En tal
sentido, la Ley 26505 no habría ntodificado el Decreto Legislativo 667. Por lo demás,
la derogación de esta últinta norma no debe nrodific¿rr el resultado inter¡rretativo,
pues lo contrario significaria darle carácte¡ agrario a tierras que no la tienen.
La octava Disposición con.rplementaria del Decreto Supremo 151-2001-EF, Re-
glamento Genóral de Procedimientos Administratrvos de los Bienes de Propiedad
Estatal, actualmente derogado, precisaba lo siguiente: "Rati.iíqucse la calidad de te-
rrenos eriazos, y por ende, de las montañas, cerros y lomas del territorio nacional
ubicados en área urbana, de expansión urbana o fuera de esta últitna. Se exceptúan
de lo dispuesto cn el párrafo anteríor aquellos adjudicados en ProPiedad a particulares
c\re ,o L,ayan revertido al dominio del Estado por nonna legal expresa". Esta norma
era compatible con el artículo 24 del Decreto Legislativo 653, pues la disposición
reglan.rentaria simplernente ratificó la condición eriaza de montañas, cerros y lomas
ubicados en zonal urbanas o de expansión urbana, sin embargo, para efectos de
habilitaciones, zonificación, entre otros aspectos urbanísticos, se deberá respe-
tar su condición de área urbana. En cambio, por aplicación del art. 24 del Dec.
Leg. 653, estas montarias, cerros y lomas no podían ser objeto de adjudicación para
fines agrarios (véase e1 siguiente parágrafo).
El Decieto supremo 007-2003-AG (publicado en ei diario oficial el 6 de enero del
2003) precisa que el PETT (luego COFOPRI, y actualmente los Gobiernos Regio-
nales) toncluirá con el trámite de adjudicación de terrenos eriazos en 1os expedien-
tes iniciados con la legislación anterior a la Ley 26505,y que estuvieron paralizados
por virtud de la ordenanza N. 228 de Lima N{etropolitana, del 25 de agosto de
i999, sobre clasificación del suelo N{etropolitano por condiciones Generales de
uso. según los.considerandos de este Decreto Suprerno, la ordenanza Municipal
establece que las tierras eriazas ubicadas dentro del área urbana o de expansión
urbana de Lima quedan suietas a la exclusión prevista en el artículo 24 del De-
creto Legislativo 653, lo cual implica que esta§ tierras no pueden ser objeto de
adjudicación para efectos agrarios.
240
Le RrrtR¡NcrA oBIETTvA DE Los DpREcuos RprLes: Los gtpr,¡¡,s
sobre ellos ningún acto posesorio. El artículo l" de esta norma señala:
"El Estado entra en posesión de todos los terrenos eriazos del territorio
de la República, en los que no se haya ejercido acto posesorio, de acuer-
do a lo dispuesto por el Código Civil". EI artículo 3 otorgó un plazo no
mayor de un año a quienes tuvieran en propiedad terrenos eriazos para
que presentaran al Estado los estudios de irrigación, a cuyo vencimiento
dichas tierras "pasan a poder del Estado, en caso de que no sea factible
o conveniente su irrigación por el propietario".
El Decreto Ley 14197, del 31 de agosto de 1962, reiteró este mismo
mandato, estableciendo que eran de "propiedad del Estado todos los terrenos
eriazos del territorio nacional, cualquiera que fuese el título anterior de
adjudicación". El artículo 3 de este Decreto contiene una definición legal
de terrenos eriazos como aquellos "que no están sujetos a explotación,
coffto son los no cultivados por falta o exceso de agua y demás terrenos
improductivos; exceptuándose los de Jbrestación o reforestación, las lomas
con pastos naturales dedicados a la ganadería, los terrenos urbanos y los
usados con fines domésticos o industriales"lr86l. se ha objetado la consti-
tucionalidad de est¿rs disposiciones legales (dictadas durante la vigencia
de la Constitución de 1933), pero bien vale la pena citar un dictamen
aprobado en sesión de consejo de la Facultad de Derecho de ia univer-
sidad de San N{arcos de fecha 19 de septiembre de 1963:
1186r En este punto, seguimos el recornendable libro de: cASTRO- pozo DÍAZ, Hildebran-
d,o. Régimen legal urbano, Gaceta lurídica, Lima 2000, pp.370-371.
24t
GuNrnrn GoNzer.Es BrnnóN
Otras normas reiteraron el mandato referido a que las tierras erizas pasan
al dominio del Estado. Entre estas pueden citarse los Decretos Leyes 17716,
18460, 19462,19955 y 19959. Sin embargo, el desconocimiento de estas normas
y la pretensión de aplicar la Constitución de 1993 a ieyes dictadas hace más
de medio siglo ha conspirado en contra de su debido cumplimiento, por 1o
que muchos especuladores de tierras eriazas (que no pagaron nada por ellas
o que incumplieron la obligación de habilitarlas con fines agrarios) se han
beneficiado con las plusvalías urbanas generadas por el avance de la ciudad,
o por el trabajo de los mismos pobladores de los asentamientos humanos,
quienes no pueder: formalizarse hasta que se negocie con un "propietario"
meramente formal, amparado solamente en una inscripción registral, sin
que nunca haya ejercido algún acto posesorio, razón por la cual su derecho
fue revertido en mérito de las disposiciones legales mencionadas. Sobre el
particular, debe compartirse la opinión de Castro-Pozo:
"Si el Estado es propietario, por imperio de Ia ley de los terrenos
eriazos de la República, pudiendo en consecuencia usarlos, afectarlos
en uso, arrendarlos, adjudicarlos u otorgarlos en concesión a iavor
de terceros, conforme lo establece¡r las leyes que hemos referido, es
obvio que dicho mandato, entre otros, tenga que concretizarse con
la respectiva inscripción registral de su titularidad, inclusive, con la
canceiación de aquellas inscripciones registrales que se le opongan
y que figuren a nombre de terceros particulares (...) Algunos, sin
embargo, entienden que la titularidad del Estado sobre los terrenos
eriazos constituye una declaración al vacío y que si bien el Estado es
el propietario de los terrenos eriazos de la República, dicha titularidad
solamente le permitiría aprobar sobre ellos reglamentaciones generales,
pues debe abstenerse o ceder frente a Ia pretensión de su dolninio
privado cuando existan títulos, escrituras o inscripciones registrales
sobre ellos. Nada más caprichoso y sin sentido. De igual rnanera,
algunos registradores entienden erradamente que sólo corresponde
al Poder Judicial declarar la nulidad de las inscripciones registrales
existentes sobre terrenos que tienen la condición de terrenos eriazos,
por lo que en peligrosa contradicción a Io dispuesto por la ley vienen
242
La nprpnpNcrA oB)ETrvA DE Los Dpnpcnos RE,Rr-ps: Los srpNes
243
GuxrrrrR GoxzRLr,s BennóN
244
LR t¡rrn¡xcrA oBJETTvA DE Los DrRe crros R¡¡,lps: [,os BrrNss
245
Guxrnun GoNzarrs BannóN
246
L¡, nrrsRpNcrA oBJETTvA DE Los Dpn¡cuos Rpelps: Los slpN¡s
l3e2l Si los eriazos son dominio público, entonces no se aplican las reglas eslrecñificamen-
te previstas para la enajenación de bienes del dominio privado, tales como la venta
mediante subasta pública o, excepcionalmente en deten¡inados supuestos, en forma
directa, para 1o cual se re-quiere la resolución aprobatoria del titula¡ del plieg6 d6 1u
entidad, con el preceptivo informe técnico de la Superintendencia de Bienes Estatales
- SBN. La venta directa puede hacerse cuando el predio estatal colinda con otro de
propiedad del solicitante y cuyo acceso directo sea a través de aquel, o si el predio es
necesario para ejecutar un proyecto de interés nacional, regional o local, cuya viabili-
dad haya sido calificada y aprobada por el organismo competente, o cuando un par-
ticular ejerza la posesión plena del predio antes del 12 de abril de 2006: GONZALES
BARBADILLO, Elvira. "La nueva administración de los bienes del Estaddl En VVAA.
Manual de actualización administrativa, Gacefa )uridica, Lima 2010, pp. i73-175.Si
bien estas hipótesis no obligan al Estado para aprobar la venta directa, sin embargo,
consideramos que el último caso habría quedado sin ef'ecto por virtud de la Le1'que
impide 1a prescripción adquisitiva de los bienes de dolninio privado del Estado, pues
ya no existe el riesgo que el particular logre la adquisición.
tre3l Art. l3 Decreto Supremo N'011-97-AG, Reglar.nento de la Ley 26505: "La Comisión de
la Promoción de la inversión Privada - COPRI (actuaimente: PROINVERSIÓN), es la
encargada de vender u otorgar en concesión las tierras e¡iazas de do¡¡linio de.l Estado, a
ser destinadas preferentemente para el incremento de la producción agraria ( . . . )'1
Art. 10, de la misma norma reglatnentaria: "Las tierr¿s eriaz¿s con aptitud agrope-
cuaria serán identificadas y delimitadas por el Ministerio de Agricultura, a través del
Instituto Nacional de Recursos Naturales - INRENA. Los planos correspondientes se
elaborarán de acuerdo con la información técnica y legal existente, así co¡¡.to con la
que le proporcionen las demás instituciones públicas y privadas en 1o que concierna a
sus planes y proyectos, de conformidad con sus respectivas competencias sectoriales,
recabándose además la inlorr¡ación existente en los Registros Públicos'l
247
GuNrr¡rn GoNzal¡s B¡nnóN
El art. 1'de la nrisnla norma, modificada por Decreto Sup¡srx6 N' 033-99-AG, señala
que la mención al Nlinisterio de Agricultura está relericla a las l)irecciones Regionales
o Subregionales Agrarias o al Proyecto Especial dc Titulación de Tierras y Catastro
Rural - PETT.
Ir"l Primeradisposicióncomplementaria,segur.rdopárrafbdelaLey29151,del Sistemade
Bienes Estatales: "Los predios del Estado, identificados como de alcance nacional, y los
comprendidos en provectos de ínterés nacional, perrnanecerán bajo cornpetencia de la
Superir.rtendencia Nacional de Bienes Estatales - SIIN y/o de Ia entidad pública titular
del bien o responsable del prol'ecto, de conforrnidad con la normatividad vigente y lo
establecido en el reglarnento de la presente le1"l
El Reglamento aprobado por Decreto Supren.ro N" 007-2008-VIVIENDA define Ios
bienes de alcance nacional er.r el art. 2.2.c.
248
Le R¡npR¡NcrA oBIETTVA DE Los DpRpcHos Rrelps: Los atrlrps
249
GuNrupR GoNz¡.rr,s BennóN
i3eul Véase los considerandos del Decreto Supremo 007-2003-AG, publicado en el diario
oficial eI día 6 de febrero del 2003.
lreTr Artículo 1o Decreto Supremo 007-2003-AG: "El Proyecto Especial Titulación de Tierras
y Catastro Rural del Ministerio de Agricultura, concluirá el tram¡te de los expedientes
considerados dentro del Decreto Supremo N" 010-97-AG, cuyos terrenos se encuentren
dentro de los alcances de la Ordenanza N' 228, de 25 de agosto de 1999, aprobada por la
Municipalidad de Lima Metropolitana".
pesl
Efectivamente, autores francéses como Bonnecasse y Planiol-Ripert-Picard califican
a los inmuebies por analogía como 'derechos inmobiliarios": Cit. RAMÍREZ CRUZ,
Eugenio. Tratado de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo l,p. 194.
250
Le nErpneNcrA oBrETrvA DE Los DpRpcr¡os Rperps: Los stpNps
l3eel Se dice, por ejemplo, que 1aconcesión minera es un inmueble en razón que las co-
sas corporales constitutivas de su objeto material -las sustancias minerales concesi-
bles antes de su extracción- son inmuebles por naturaleza. No obstante su carácter
inmueble, Ias concesiones mineras son distintas e independientes de1 dominio -y de
cualquier otro derecho- sobre_el predio superficial quJabarca, aunque el predio y la
concesión tengan un mismo dueño: ossA BULNES, )uan Lu'is. Deiecho áe Miniría,
Editorial )urídica de Chile, Santiago 1989, p.54.
En términos generales (y no sólo referido a la concesión minera), se habla de una ca-
tegoría que agruPa los "derechos reales administrativos", por cuanto el derecho recae
sobre bienes de dominio público, lo cual implica que el cóncesionario se somete a un
régimen jurídico especial propio del derecho administrativo: GoNZÁLEZ ?ÉREZ,
Jesús. los derechos reales administrativos, Editorial civitas, Madrid 1989, pp. 36-37.
I40ot DiEZPlcAZo,Luis. Fundamentos
de Derecho civil patrimonial, op. cit.,Tomá ttt, p. te+.
t10'l ROCA SASTRE, Ramón Maria. Derecho
Hipotecario, Bosch Caia Editorial, Barielona
1954, Tomo III, pp. 308-309.
14021 Cit. CASTAñEDA,
forge Eugeni o. Los Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 25.
[403] Por ejemplo, y sólo en nuestra
doctrina: cuADRos vlLLÉNA, carlos Feidinand. De-
rechos Reales, op. cit., Tomo I, pp. 120-t2t; RAMÍREZ cRUZ, Eugenio María. Trata-
do de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 201.
t101r Cit. PÉREZ PÉREZ, Emilio. propiedacl,
Óomunidad y Finca Registral, Op. Cit., p. 331.
251
l
GuNrgrR GoNzet¡,s BenRól'¡
Il0sr ROCA SASTRE, Ramón María. Derecho Hipotecario, Op. Cit.' Tomo III, p. 290.
t1061 En el caso de la concesión minera, por ejemplo, se dice que existe una separación abso-
luta entre el dor¡inio del suelo y e1 dominio sobre la concesión minera, siendo esta tan
independiente de aquella, que cualquier facultad referida al dominio del suelo no afec-
ta la ioncesión, y viieversa. La concesión como objeto inn-rueble es transferible y trans-
misible, susceptible de hipoteca y de otros derechos reaies, así como, en general, de
todo acto o contrato: LIRA OVALLE, Samuel. Curso de Derecho de Minería, Editorial
'I'exto unico ordenado
Jurídica de chile, sanriago 1992,pp.101-102. El articulo 9 del
de la Ley General de lVlinería señala que: "La concesión rninera es un inmueble distitto
y separado del predio donde se encuentra ubicada". Esta situación es exactamente la
misma que se produce en otras concesiones, pues el inmueble por naturaleza (predio)
tiene viáa juríáica independiente con respecto al inmueble por analogía (concesión).
tnorl Según BIONDI, Biondo. Los Bienes, op. cit., p. 122: "mientras 1a hipoteca del usu-
fnicto significa hipoteca del derecho en sí y no de la cosa, la hip-oteca del derecho de
propiedad no tiene otro significado que el de hipoteca de lacosal En nuestro criterio
es preferible sostener que 1a hipoteca sobre usufructo tarnbién recae sobre la cosa,
pero en cuanto a un apior.echamiento más limitado ("pars dominio" =. hipoteca sobre
una fracción de la cosi). De esta manera se evita la equívoca doctrina de "los derechos
sobre derechos'l de la cual se hace una crítica en el texto principal.
252
Le nrprRtxcrA oBiETrvA DE Los DpRrcr¡os Rrerrs: Los srpNps
derecho menor, por lo que el primero aún mantendrá una base mínima
de aprovechamiento y utilidad para su titular.
253
GuNrnER GoNzerss BennóN
254
a
255
Guxtr¡ER GoNzeLr,s B¡.nróN
tarsl El sistema del tblio reai implica tlut'cl Registrrr se orgl:riz¿ triiranLl() conro base iunda-
r-lrental el il-lmuebl.'(¡rrerlio o ct¡nccsión, c'n c¡ie aJ-i,.r . f)e irl¡
i:trircr¿. a cJrl.r inrru!.-
ble le corresponcle una i1¡.ja en donde se c(rncr'nlrr itrtlo ei hi.lo:r.ri :':nd.i;r¡ de dicho
hicn. En esa hoja sc ins¡rjbrn toJo. los t;:u.r.rs.;;c i,':-.::L'::::: -j:.,- ') i);*c-r,,. i,,r-.:i:
tuyentes, n-rodificativos o extintivos de 1¿ .jti¡¡¡icill iunill¡a .1el l:'.:-'r,:c!,¿. E, l:'.:.'rc-'¡.1,¡
que desee conoccr Ia historia del bien sólo necesita consuit¡r 1r¡s ú¿:os::s;r::.¡. e;: l¿
hoja correspondic'nte a éste. El fblit¡ real hace nacer en c'l Regisiri¡ un ..rir,.rq(r de r:-.'
muebles inscritos, buscando de esa manera documentar v patentizar el c'si¿do ru:lir;o
conrp[s¡6 de cada una de las hncas. con el hn de taci]itar v asegurar su trai.(r iu;iJr;.r.
Cuando la finca se inscribe por prirr-rera vez se le abre una hoja particular. a la cual s.'
le adjudica un núr¡relo profio qLre servirá para identificarla en Io sucesilo, r a partir
de ese momento se practicarán las sucesivas inscripciones referentes a la rnisnra frnca:
DE ANGEL )'AGÜEZ, Ricardo. Aytariencia jurídica, posesión y pul,licitlnd intnobilinri¡
registral, Publicaciones cle la Universidad de Deusto, ililbao 1982, p. 102.
l{'61 El registrador español García García dest¡rca que este sisteura no solo responde a un
problema formal de organización interna del Registlo para establecer orden en las ins-
cripciones, sino quc trata de resolver un problen.ra de londo que repercute en la totali-
dad de 1as características del ordenamiento registral. Con la llevanza del Registro por
fincas se produce un historial com¡rls¡6 y claro a través del folio (hoja) registral, que
permitirá aplicar Ios principios de tracto sucesivo, calificación, legitimación, inoponi-
bilidad y fe pública, que son los principios básicos en cualquier sistema inmobiliario
moderno. La gran ventaja de Ios sistemas cic fblio reai es que, al llevarse el Registro pror
fi,ncas, "ofertan al púltlico un solo propietario": GARCÍA GARCÍA, |osé lvfanuel. "La
frnca como base dcl sistema inr¡lobiliario'l En Revlsta Crític¡ de Dereclrc Inntobiliario.
Número Cotunetnorativo de los 50 años de la refornra lúpotecaría de 1944. Colegio de
Registradores de la Propiedad 1'l{ercantiles de España - Centro de E-studios Registra-
les, Madrid 1995, p. 269, quien reproduce la afortunada fr¿se de Celestino Pardo.
GARCIA CÁNTEIl.O, Gab¡it'1. "La finca como objeto de derecho real'l En Ret,ista Crí-
tica de DerecLto Inmobiliario. N' 453. Madrid, marzo-abri1 1966, p.307 .
256
La R¡rpn¡scrA oBJETT\A DE Los DsRpcHos REaLr,s: Los srENps
257
GuNrupR GoNzet¡s BennóN
t{201Los Registros Públicos se rigen por el Cc,digo Civil. sus ler'.'s v reslanlentos esPr'.ia1es
(art. ZdoS CC). En tal sentldo,-los regl.lnrentos que r!-gulan.'1 f.rocedinriento o las
inscripciones de cada registro, tienen una terarquia suPerior elltre todas las norl-nas
.-"rodo, de la superrntendencia Nacional de los Registros Públicos (su\ARP).
Por el contrario, lis directivas son regulaciones internas, subordinadas a las lel'es y
reglamentos, por lo que se trata de guías de aplicación para aclarar las dudas de los
registradores y lograr uniformidad de criterios. Siendo así, es evidente que Por exPreso
llal¡ado det iOdigo Civil, los reglamentos especiales tienen primacía sobre las directi-
vas, aun cuando se trate de disposiciones aprobadas por el rnismo órgano (Directorio
de 1a SUNARP). Este último punto no es decisivo, pues recordemos que los Decretos
de urgencia y los Decretos supremos emanan del Presidente de la República, Pero no
cuentiu con el mislno rango normativo. Sin ernbargo, sería conveniente que e1 proce-
dimiento para el dictado dá un reglamento por parte de la SUNARP sufra alguna agra-
vación con relación a las directivai. Por ejemplo, podria establecerse que el reglamento
necesita u¡ periodo cle consulta o la constitución de una comisiór.r de expertos para la
preparaciór.r del ante-proyecto, etc.
bni.rr,-.n, una dirictiva, como la N.006-2011, no puede derogar un reglamento
especial, en este caso, el de las inscripciones, de 1936 (arts. 37 a 43, 68). Existe, pues,
una violación de la jerarquía normativa consagrada por el código civil.
ta2tl Hasta hace poco esiuvieron en vigor los artículos 37 a 43,y 68 del Reglamento de las
Inscripciones (de 1936), y la Directiva N" 004-2001-SUNARP/SN, sobre inscripción
de concesiones cle.obras públicas de infraestructura y de servicios públicos, e hipoteca
(Resolución N. 156-200i-SUNARP/SN dei 06 de junio de1 2001, publicada el 09 de
junio del 2001, y modificada por la Resolución N' 332-2004-SUNARP/SN de 22 de ju-
iio d.l zoo+, y publicada eI 3d de julio del 2004). Estas disposiciones fueron derogadas
expresamente por la Directiva N' 006-201 1'
258
La nrrpR¡NcrA oBJETTvA DE Los DrRpcHos REel¡s: Los alE,rv¡s
f1221 El art. 23, tercer párrafo, deitaLey 26821, Orgánica para el aprovechamiento sostenible
de los recursos naturales, estabJece que: 'tas concesiones son bi.enes incorporales regis-
trales. Pueden ser objeto de dispttsición, hipoteca, cesión y reivindicación, conJonne a las
leyes especiolas. El tercero adc1uirente de una concesión deberá sujetarse a las condiciones
en quc fuc originariarnente olorgada. La cottcesión. su disposición ), la conslitución de
derechos reoles sobre ella. deberán itscribirse en el rcgistro res!¿ctivo". Esta norma exi-
ge que la inscripción de todas estas concesiones se haga en el Registro respectivo, y
como no crea ningún registro en especial, es de suponer que se refiere al actual registro
de concesiones para la explotación de servicios públicos, previsto en el art. 2 de la Ley
26366.Por tanto, el problerna es el del nomen iuris, que no cuadra con el objeto materia
del registro, pero ello no es impedimento para negarle su acceso al registro, pues exis-
ten normas con rango de ley que buscan este propósito. Por lo demás, en el Derecho lo
decisivo es la sustancia, y no la denominación.
11231 El art. 2009 CC establece que los Registros Públicos (en este caso, el de concesiones) se
rigen por sus reglamentos especiales. Dentro de este án.rbito se encuer)tra el Reglanren-
to de las Inscripciones de I 936, insólitamente derogado por la Directiva N' 006-20 i 1 ,
Io que después se analizará con nrás detalle.
la2{l De esta manera; además, se otorga mayor seguridad juridica a Ios concesionarios,
irus5
no existe debate sobre qué concesiones se inscriben y cuáles no. Un ejemplo de dis-
cusión sobre este telna, que no se da en nuestro país, pero sí en España, puede verse
en: SANTOS BRIZ, Jaime. 'Artículo 334 del Código Civil Espariol'l Op. Cit., Tomo V
- Volumen 1", pp. 28-29.
259
GuNrr¡¡n GoNzer-ss BennoN
t{2sl Dentro de este contexto, podenrc-rs distinguir tres grandes clases dr. concesiones (todas
e11as inscribibles), siguiendo la clasifrcación dada por el rcgistrador español ARNAIZ
EGUREN, Rafael. Ios rrpa rcamie túos sultlcrrtíneos. Ab/¿s s¿.¡ü¡c s¿r organizacitin jurídit'o
y su acceso al Registro de la Propiedarl, Editorial Civitas, Nladrid 1993, pp. 40-41:
- Concesiones de obras públicas: consiste cn la autorización pública para la realizir-
ción de una obra concreta, cuya nota esenciirl, desde el punto de vista intnobiliario,
radica en la posibilidad de ocupación exclusiva de bienes denraniales, o no. Ésta se
caracte¡iza porque el particular realiza la obra, mientras Ia contrirprestación que
recibe se materializa a través de la explotación de dicha obra, por lo que percibe un
precio de los usuarios.
- Concesio¡res de servicios públicos: consiste en la adiudicación de la prestación de
un servicio determinado, de titLrlaridad inicialnrente pública, mediante ¡rercepción
de tasas a los usuarios 1, que, ocasionallnente, puede exigir, tarnbién, la ocupación
de bienes de pertenencia pública, demaniales o patrimoniales.
- Concesiones para la utilización o explotación particular de recursos naturales:
consiste en la posibilidad de que la Administración perrnita la utilización particular
(con exclusión de terceros) de algún recurso natural, a carnbio de un canon a satis-
facer por el co¡rcesionario a lavor del Estado o de la AcL'ninistración.
260
a
t126J Fn el sisten-ra anterior existia una partrcularidad sobre este terra, aunque no llegaba a
conr,ertirse en excr'pció11, que solo result¡ba aplicable a las concesioncs de t'crrocarri-
les, canales de regadío v demás obras públicas de igual índole. En estc caso, la "inscrip-
ción principal" de Ia concesión se realizaba en el lugar donde el concesionario tenía su
domicilio ("oficina principal") ¡'por el cual de bcria neccsari¡mente atraves¿1r la obra.
Por tanto, la inscripción principal no podía realizarse en el dornicilio de Ia concesio-
naria, si este no coincrdía con algún lugar por donde iba a atraveser la obra (art. 37 RI,
de 1936). Ef-ectuada esta inscri¡rción, se extenderían las "inscripciones de referencia"
en las demás oflcinas dcl Registro por donde atravesase la cosa pública, y bajo partida
independiente. Por tanto, en cste caso, la finca concesional estaba compuesta por una
"inscripción principal" 1', eventualmente, p6¡ múlti¡rlcs "inscri¡rciones de referencia'l
No obstante, vale Ia pena seña1ar que 1a doctrina española, comentarista de esta misma
figura, de la cual nuestro derecho sirnplemente la copió, opina que la concesión siem-
pre se entiende como una sola finca, pues en buena cuenta esta se verificó en e1 Regis-
tro de Ia inscripción principal, sin que las sucesivas inscripciones de referencia tengan
más sustantividad que la dcrivada de la prirnigenia: BENAVIDES DEL REY, José Luis.
"Las concesiones administrativas de autopistas y el Registro de la Propiedad'l Er.r Revls-
ta Crítica de Derecho lnntobiliaric¡, N" 523. NIadrid, novienrbre-diciernbre 1977. It{ás o
menos dentro de la n-risma línea se encuentra Roca Sastrc, para quien las concesiones
sobre fer¡ocarriles adoptan un "sistema mixto'l a mitad de camino entre la inscrip-
ción especial y centralizada, y la inscripción corriente y descentralizada: 'tonsistc en
inmatricular íntegramente el férrocarril en el Registro (y dentro de é1 en el ayunta-
miento correspondiente) donde radique e1 punto de arranclue o cabecera de la obra,
extendiéndose en los dcmás Registros v ayuntamientos que el ferrocarril atraviese, un
breve asientr¡ especial de relerencia a aquél primordial. Es el sistema adoptado por la
legislación españolí': ROCA SASTRE, Rar¡ón Maria. Dereclto Hipotecario. Op. Cit.,
Tomo Iil, p. 310.
261
GuNrurn GoNzel¡s BennóN
f4271 La legisiación especial tambiér.r reafirma este criterio, y para ello habrá que citar nue-
vamente el fundamental art. 23, tercer párrafo, de la Ley 26821, Orgánica para e1 apro-
vechamiento sostenible de los recursos naturales, pues allí se habla de los actos que
afectan la concesión misma, es decir, actos que modilican subjetiva u objetivamente la
concesión como un valor patrimonial unitario.
Ir28l La Exposición de Motivos del Código de 1984 dice: "lo que e1 Código hace es estable-
cer reglas generales de aplicación a todos los registros, que, aún cuando no se denomi-
nen de la 'propiedad inmueble' tienen sus mismas caracteristicas, como es el caso de1
Registro de Concesiones Mineras, que es un registro de inmuebles, que forma parte
del Registro de lvlinería, respetando por cierto, la vigencia de sus normas particulares":
CoMISIÓN REVISORA DEL CÓDIGo CIVIL. Exposición de Llotivos oficial del Có-
digo Civil de 1984 - Registros Públicos, Separata del diario oficial del 19 de noviembre
de 1990, p. 20.
Debemos aclarar que cuando se dictó el Código Civil, las concesiones estaban adscritas
al "registro de propiedad inmueble'l pero en virtud de laLey 26366 se creó (recflrs: "se
redenominó"), entre otros, el "registro de concesiones" y el "registro de predios" (con
262
a
Le Rp¡pR¡NcrA oBIETTvA DE Los DpRpcuos Rperps: Los atpNrs
ese nombre, a partir delaLey 27755), los que integran la categoría general de registros
de la propiedad inmueble. En ta1 sentido, y de acuerdo con la normativa actuaimer.rte
vigente, no existen dudas respecto de que el art. 2Ol9 CC resulta aplicable al registro de
concesiones, pues este forma parte del ger.rérico Registro de Propiedad Innrueble, según
Ia propia definición dada por laLey 26366, modificada por laLey 27755.
.
ta2el Esta interpretación ha tenido un fuerte
respaldo con la Resolución del Tribunal Regis-
tral No 193-2007-SUNARP-TR-L de 29 de marzo de 2007: "tanto el contrato de conle-
sión como los bienes que se encuentran afectados a la explotación del servicio púb1ico
-terrenos, oficinas, redes eléctricas, servidumb¡es, etc.-, forman parte de un único bien,
1a concesión, y por tanto,deben registrarse en 1a partida de la concesión, a1 margen que
se anote la afectación del bien en su respectiva partida'(1,{" considerando).
GuNrIIr,R GoNzeI-r,s BennóN
264
La RsrER.pNcIA oBIETTvA DE Los DsRrcFros Rserps: Los nlpNps
I'ool '<prr"t bien, en este punto podría plantearse el problema de si la obra nueva declarada
habría de sujetarse para su inscripción a los requisitos exigidos por el art. 37.2 dela
Ley del Suelo, es decir la presentación de Ia licencia y la expedición de certificado por
el técnico correspondiente. La solución más lógica debe ser 1a negativa. El concesiona-
rio no construye amparado por un acto administrativo de remoción de obstáculos
tipo licencia, sino obligado por una condición de eficacia de la propia concesión.
Por otra parte, en la medida en que la edificación ha de sujetarse al pliego de condi-
ciones particulares sobre las características de la construcción, debe entenderse que la
conformidad de la Administración concedente sobre el cumplimiento del contenido
de dicho pliego equivale al certificado técnico': ARNÁIZ EGUREN, Rafael. Los apar-
camientos subterróneos. Notas sobre su organización jurídica y su acceso al Registro de la
Propiedad, op. cit., p. 95. Nótese que el registrador español considera con toda razón
que la construcción es condición para la eñcacia de la concesión, y por tanto es el
título habilitante para ejecutar la obra.
t43rl Otra errata; pues el nombre oficial de esta figura es "declaratoria de edificaci
ón", y ya
no el tradicional de "fábrica' (Ley 29090, sus mod.ificatorias),
¡
265
GuNruE,x Gonzercs BennóN
t4321 Este pronunciamiento dcjó atrás una anterior decisión, francamente errada, que ha-
bía declarado que las obras no eran ir-rscribibles en el registro de concesiones, pues
se infringÍa el princi¡rio de especialidad, en tanto, alegaba, que las construcciones se
inscriben necesariamente en el Registro de Preclios, y no cabe que un mismo acto ten-
ga acceso en otro Registro: Res. No 511-2006-SUNARP-TR-L de 05 de septiernbre de
2006. Este fundamento se revierte de la siguiente manera:
a) Los prcdios y las concesiones son inmuebles de distinto tipo, por lo que se ins-
criben en partidas registrales diferentes e independientes una de 1a otra; en conse-
cuencia, no se infringe el principio de especialidad cuando estamos ante registros
distintos; por lo dernás, es relativamente usual que un mismo acto se inscriba en
varios registros, como ocurre con las sucesiones intestadas y testamentos.
b) La concesión es un bien complejo en el que se unifican una serie de valores mate-
riales, juriilicos y patrimoniales, entre los que se encuentra las obras; por tanto, si
la publicidad de Ia concesión pretende ser completa, entonces deben ser inscribi-
bles esos bienes que se lc' adicionan.
c) El art. 68 RI señalaba, en ese momento, que en la partida de concesiones se inscri-
bían las obras. La confusión se origina por considerar que un acto no se inscribe
266
La RrrpR¡NctA oBIETIVA DE Los DpRpcnos Rnerps: Los BtrNrs
en dos registros, lo que es admisible cuando ello sea necesario de acuerdo con la
naturaleza del bien o del objeto que constituye el eje de 1a l.roja registral. En el caso
de concesiones, la inscripción de las obras sejustifica por cuanto estas se asientan
en zonas de dominio público o que afectan predios privados, pero qur- ¡ror la no-
toriedad de la construcción hace impensable que se pueda constituir un terccro
de buena fe, por lo que se hace nrenos ir-nportante la inscri¡rción en el registro de
predios ¡ r'iceversa, se potencia la publicidad en el registro de concesiones. Para
mayores detalles sobre la c¡ítica de esta resolución (ahora superada), puede verse
nuestro articulo: GONZALES BARRÓN, Gunther. "El Registro de Concesiones:
linalidad, actos inscribibles l efectos'l En Jus Dt¡ctritut d" Práctica, Editorial Gri-
jley', N" 1, enero 2007 , pp. 1 59- 1 70.
I4r3l 'Que, aun en el supuesto actuahnente frecuente de que los bienes de donrirrio y uso
público consten inuratriculados c-n ei Registro, ia concesión adrlinistrativa puedr' se-
guir una suerte diferente de la inmatriculación de tales bienes, ya que cor-rfbrme al
artícu1o 6 RH cabe que tales bienes sean objeto de'desinscripción', con lo que se plan-
tearia problemas respecto a las concesiones administrativas si cstuvieran inscritas en el
mismo folio que tales bienes, y de ahi que haya que considerar acertada la posición del
Reglamento Hipotecario q-ue prevé la apertura de folio para 1as concesiones adminis-
trativas": GARCÍA GARCÍA, |osé Manuel. "La finca como base del sistema inrnobilia-
rio'l En Retista Crítica de De recln Inmobiliario. Número Conmentoratit o de los 50 años
de la reforma hipotecaria de 1944, Op. Cit., pp. 306-307. Ni siquiera en este caso resulta
procedente que en la finca predial (del dominio público) albergue la inscripción de ia
concesión como acto secundario; en efecto, aun en esta hipótesis la finca concesional
mantiene su ¡rls¡¿ autonomía con respecto a la finca predial de dominio público. En
suma, la concesión misma es 1a causal determinante para la apertura de la finca (par-
tida) concesional; en ningún caso Ia concesión es acto secundario de la finca predial,
ni siquiera cuando ésta alberga un inmueble de dominio público. Más recientemerrte
ha opinado exactamente lo mismo GÓN,lEZ GÁLLIGO, Fr¡ncisco ]avier. "La hipoteca
de la concesión de obra pública y su conexión con la normativa hipotecaria'l En Revis-
ta Crítica de Dereclto Inmobiliario. N" 676. Madrid, ¡narzo-abril 2003, p. 1053:'A su
vez, los bienes inmuebles demaniales públicos y los privados, afectos a la concesión,
deberán estar inscritos, si se quiere que conste registralmente la aiectación; pero no es
obstáculo su no inscripción para que pueda inscribirse Ia concesión administrativa'l
267
GuNrHsn GoNzer,ss Bennóu
143'rl "La condición demanial de un bien hace la publicidad registral innecesaria, pues la
nota de demaniaiidad comporta la publicidad en sí misma. La zona marítimo terrestre
o el patrimonio histórico-artístico, no necesitan de publicidad registral alguna porque
participan de la publicidad superior de la ley": ALVAREZ CAPEROCHIPI, )osé Anto-
nío. Derecho inmobilíario registral, Editorial Civitas, N{adrid 1984, p. 85.
EIart.73 de nuestra Constitución de 1993 no define a los bienes de dominio público, pero
sí señala sus características de inalienabilidad (no pueden enajenarse) e inembargabilidad
(no son susceptibles de embargo). Es cierto que omite 1a clásica característica de impres-
criptibilidad, pero esta puede deducirse del hecho que no son enajenables, ya sea por acto
voluntario o por cualquier otro acto de adquisición de la propiedad (como Ia usucapión).
ta3sl El art. 5.5 de la Directiva N'006-2011 establece que en caso de bienes registrados, se
extenderán en sus propias partidas (prediales) las anotaciones que publiquen la afec-
tación del predio, consignándose los datos de la concesión. Bien vistas las cosas, esta
norma pretende, no impedir que haya inscripciones en cada una de las partidas de los
distintos objetos, sino más bien permitir que el acto inscrito en el registro de predios
se pueda inscribir también en el registro de concesiones, y por ello la misma norma
dice que en la inscripción predial deberá indicarse "la parte afectada a la concesión",1o
que implica que ambas partidas estén coordinadas, y si hay coordinación ello irnplica
que las inscripciones se hacen en ambas partidas. Estamos, pues, no ante una norma
restrictiva, sino ante una permisiva y aclaradora del sistema en su conjunto. El prin-
cipio de coordinación estuvo ya reconocido en la antigua Directiva N'004-2001, y se
mantiene en la vigente N" 006-2011 (art. 5.5).
Sin embargo, ei art. 5.11 de la Directiva N'006-2011 da a entender que, en el caso
de inscripción de servidumbres, es necesario que el Área de Catastro deba informar
de los predios sobre los que recae el gravamen. ¿Para qué? Ello solo puede tener una
explicación: la coordinación forzosa, esto es, que el registro de predios pase a con-
vertirse en requisito del registro de concesiones. Este tema debe merecer una urgente
revisión, a efecto de acercarse a la esclarecedora doctrina impuesta en la Resolución
del Tribunal Registral N' i93-2007-SUNARP-TR-L de29 de marzo de 2007: "las obras
que se realicen con motivo de la explotación de una concesión y que, por tanto, están
afectadas a dicha concesión, forman parte de la misma, por lo que se inscriben en su
partida respectiva, con independencia de que se registre la afectación en la partida del
predio sobre la que recaen'(sumilla).
Algo más: ei artículo 1' del Decreto Supremo N' 002-2008-JUS, dispone que las ser-
vidumbres reconocidas o impuestas por el Ministerio de Energía o Minas a favor de
las concesiones eléctricas definitivas, se inscribirán en el registro de concesiones, en
268
L¿, Rpr¡R¡NcrA oBJETTvA DE Los DsRecHos Rreres: Los sr¡Nrs
forma independiente a los predios sobre los cuales recayesen dichas servidumbres
eléctricas, sea que se encuentren inmatriculados o no en el Registro de Predios. Por
tanto, se reconoce el principio de coordinación facultativo, pero ello no está tan cla¡o
en la Directiva, lo que obviamente es una incongruencia.
[436] Este principio (o regla de técnica registral) puede definirse como: "la coordinación
de los historiales jurídicos de las fincas físicas sobre los que se asienta la concesión,
con el folio abierto a la concesión, esto es, con la finca funcional en que la concesión
administrativa consiste": GÓMEZ GÁLLIGO, Francisco favier. "La hipoteca de la con-
cesión de obra pública y su conexión con la normativa hipotecarid'.En Revista Crítica
de Derecho Inmobiliario. Op. Cit., p. 1040.
Si bien la coordinación prevista en el caso específico de los ferrocarriles (y análogos de
la misma especie) es "negativa'l en tanto aquí los predios incorporados a Ia concesión,
GUNIH¡R GoNzerr,s Beanót*l
ya sea por expropiación o por cualquier otro título, quedan "des-inscritos" de las fincas
prediales que los hubiesen albergado, por lo que de allí en más la única linca que los re-
coge -sin necesidad de una coordinación "positiva'- es la concesional. Esta cr¡nclusión
aparece claramente sentada en el derogado art. 39 del R.1., en e1 cual se establece que
los derechos sobre terrenos incorporados a 1a concesión solo producen efectos frente
a tercero cuando quedan canceladas las inscripciones originarias relerentes a las mis-
mas porciones de terreno (obviamente se refiere a las fincas prediales originarias). En
tal sentido, el terreno incorporado a la finca concesional, conlleva la cal-rcelación de la
finca predial. Sobre e1 particular se ha dicho lúcidamente que el art. 64 del Reglarnento
Hipotecario Español de 1915 -análogo a nuestro art. 39 R.l.-, permite ver el siguiente
símil: "una especie de monstruo que devoraba fincas, las cuales al ser asimiladas por
el ente concesión, sufrían una transubstanciación registral": ROCA SASTRE, Ramón
Maria. Derecho Hipotecario, Op. Cit., Tomo III, p. 314.
Para entender adecuadamente Ios abrogados arts. 37 al43 de nuestro R.l. era necesario
revisar su antecedente inmediato, cuál es, e1 Reglamento Hipotecario Español de 1915;
para ello resulta altamente recomendable la obra de Roca Sastre (lbíd., Tomo III, pp'
307-322), quien en ese momento (1954) ya comentaba el tema desde una perspecti-
va histórica, pues el Reglamento Hipotecario de 1915 había sido sustituido por el de
1947.En nuestro medio, la cuestión no ha merecido mayor tratamiento, salvo el breve
comentario de: SORIA ALARCON, Manuel. Comentarios a la legislación registral,Pa'
lestra Editores, Lima 2001, pp. 55-61.
270
Le Rpprnr,NcrA ogJETivA DE Los DsR.scFros Rperns: Los s¡pNE.s
271
GuNrs¡x GoNzeles Ben nóx
derechos de seryidumbres, reguladas por leyes especiales, en benefcio del titular de la con-
cesión, requiere de una adecuada protección y publicidad, Io cual constituye un elemento
clave para su reconocimiento y respeto por los terceros; y por ende, para la efectividad y éxito
de la concesión; Que, la adecuada publicidad de tales servidumbres se ve afectada cuando
recaen sobre áreas o predios no ínscritos, pues ello imposibilita su acceso al Registro; Que,
en tal contexto, y en atención a que estas servidumbres constituyen un benefcio afavor de
la concesión, resulta necesario que se publiciten en la partida de la concesión, las servidum-
bres a sufavoi que recaen sobre áreas o predios no inscritos; De esta manera se brínda una
adecuada publicidad a tales servidumbres y que, a la vez, coadyuve a dar seguridad jurídica
y confanza en las inversiones privadas c1ue se realizan en esta ntateria ,,.".
[{3e] Esta Resolución tiene como finalidad dictar normas para la inscripción de servidum-
bres sobre predios no-inscritos, ora a favor de las concesiones reguladas por la Ley
26221, de Hidrocarburos, ora de las sen'idumbres previstas en las demás disposicio-
nes especiales (art. 2), lo cual incluye obviamente a otras concesiones reguladas en
normas especiales.
14{01 La única particularidad sobre este tema, aunque no excepción, se da nuevamente en
272
Le RrrsnpNcrA oBlETrvA DE Los DrnEcuos Rn¡,rrs: Los srpNps
B. BIENES MUEBLES
El art. 886 CC enumera los distintos tipos de bienes muebles reco-
nocidos por el legislador. De este listado podemos hacer una tipología
análoga ala de los bienes inmuebles:
273
GuNrur,n GoNzeres B¡nnóN
Sin embargo, es bueno tener presente que los bienes pueden cambiar
su condición cuando se produzca algún fenómeno natural o jurídico que
los altere. Por ejemplo, un conjunto de ladrillos tienen naturaleza mobi-
liaria, pero al ser incorporados en forma permanente a una construcción
pasan a tener la condición de inmuebles por virtud del fenómeno de
la accesión. Por el contrario, la demolición de un edificio extingue su
cualidad de inmueble por incorporación, al transformarse en escombros
transportables ¡ por tanto, en bienes muebles (inc. 4)t++zl.
11{21 SANTOS BRIZ, Jaime.'Artículo 334 del Código Civil'l Op. Cit., Tomo V-1', P. 14.
tsrl En este punto, seguimos la opinión de RAMÍREZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de
Derechos Reales, Op, Cil., p.217: "sintetizando: las rentas y pensiones se reducen, en
último análisis, a sumas de dinero, que son obviamente muebles'l
274
Le R¡rptpNcrA oB)ETrvA DE Los D¡n¡cuos Rper¡s: Los ¡lrNrs
lsal El Códjgo Civil de 1936 contenía una disposición que enunciaba los bienes
que tenían
la condición de dominio público. La doctrina comentarista de dicho Códig^o decía lo
siguiente.: "Los primeros son los bienes que pertenecen al Estado y son de uio público,
e.s decir, los que están afectos a la utilización de toda la ciudadanla. Son bienei priva-
dos los que pertenecen a personas de derecho privado (hombre, sociedad, asociáción)
y los que Pertenecen al dominio privado del Estado, o sea los que no han sido afecta-
dos al uso público o declarados de necesidad y utilidad públici; es así que las tierras
del Estado, que no son caminos, pueden ser vendidas a párticulares. Estidistinción es
muy impor-tante po¡ l¿5 diferentes consecuencias jurídicas que genera, se tiene asÍ que
los bienes del dominio público del Estado son inalier.rables, impiescriptibles, inembir-
gables, calidades que no poseen los bienes del dominio privadó del Eitado, y cuya jus-
tificación radica, precisamente, en el destino que el Estado da a esos bienes": lvtÁls'cH
VON HUIv{BOLDT, Lucrecia. Derechos Reales,LibrerÍa Studium, Lima 1984, p. 19.
t4'sl AVENDAñO VALDEZ,
|orge. ''Exposición de Motivos del Ar.rteproyecto de1 iibro de
DCTCChOS RCA1ES'1EN COMISIÓN REFORMADORA DEL CÓDiGO CIVIL DE 1936.
y Anteproyectos de la Reforma del Código Civil, Op. Cit., Tomo I, p. 791.
,..-.
rel lloyrrt.ot
Sin embargo, la Constitución de 1979 introdujo olgun"r disposiciones genériias sobre el
tema, tales como: "Los bienes públicos, cuyo uso es de todol, no .on o6;eto de derechos
privados" (art. 128), o que los recursos naturales pertenecen al Estado (art. 1 lg). por su
parte, el Decreto Supremo N'007-85-JUS, Reglamento de Acondicionamiento Territorial,
Desar¡ollo Urbano y Medio Ambiente, del 20 de febrero de 1985, actuó en los hechos como
norma de desarrollo constitucional, cuando señaló: "ras calles, parques, plazas y paseos; los
275
GuurHEn GoNz¡.t¡s B¡.nnón-
los conceptos generales del sistema jurídico, como es el caso de los bienes
y su clasificación, de lo que no se escapan, ni siquiera, los bienes estatales.
Por tanto, era necesario prever algunas normas generales sobre esta clase de
bienestno'1. Es más, el Código no ha podido escapar de regular tangencial-
mente algunos bienes declarados de dominio público o del "patrimonio de
la Nación", como es el caso de las aguas y las minas, respectivamente, que
se catalogan de "bienes inmuebles" (art. 885, incisos 2-3, CC).
bosques y prados; áreas de conservación y protección; las playas; Ios ríos y lagos cott sus cauces y
riberas, y otras areas de uso público tienen el carácter de intangibles, inalienaltles e imprescríp-
f
tibles, Los municipios no pernitirán su aplicación a nes o modalidades de uso diferentes a las
que su caracter de bien público les intpone" (art. 56). Sin enrbargo, este reglamento fue susti-
tuido íntegramente por el Dec. Sup. 027-2003-\'IVIENDA, publicado el 06- 10-2003, que no
reprodujo el precepto antes citado, y que en la actualidad se encuentra también derogado.
lut) La doctrina en general ha criticado la supresión de las normas referidas a los bienes
estatales. Por ejemplo, tenemos a CUADROS YiLLENA, Carlos Ferdinad. Derechos
Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 166; RAiUÍREZ CRUZ, Eugenio Nlaría. Tratado de Dere-
chos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 287.
f#cl '¡1 dominio público constituye una institución jurídica que procede de1 Derecho Romano
y que, con el transcurso del tiempo, la misma ha sido asimilada en determinados ordena-
mientos jurídicos, inicialmente, en el Derecho Civil, para posteriormente ser materia de
estudio del Derecho Público. Así pues, la tendencia actual es que dichos bienes sean objeto
de estudio del Derecho Administrativo y los actos que recaigan respecto de los bienes de
dominio público tengan base legal expresa, pues sus características especiales y exorbitantes
en el derecho en general, determinan Ia asunción de competencias y atribuciones de entida-
des públicas de similar naturalezi': JIMÉNEZ MUzuLLO, Roberto. "Los bienes estatales en
la jurisprudencia constitucional'i En VIGNOLO CUEVA, Orlando y IIMÉNEZ tr,tUzult O,
Roberto (Coordinadores). Homenaje a Allan Brewer-Carías, Op. Cit., pp. 95-96.
t{4el Art. 1 Ley 26856, de Playas, del 5 de septiembre de 1997:
"Las playas del litoral de la República son bienes de uso público, inalienables e imprescripti-
bles. Se entiende como playa el área donde la costa se presenta como plana descubierta con
declive suave hacia el mar yfonnada de arena o piedra, canto rodado o arena entremezclada
con fango más una franja no menor de 50 metros de ancho paralela a la línea de alta marea.
El ingreso y uso de las playas es libre, salvo en los casos señalados expresanrcnte en la
presenteLey".'
Art. 2 Ley 26856, de Playas:
"Se considera zona de dominio restringido la franja de 200 metros ubicada a continua-
ción de Ia franja de 50 metros descrita en el artículo anterior, siempre que exista conti-
nuidad geográfica en toda esa área.
276
,
277
GuNrupR GoNzeI-¡s BeRnóN
278
Le n¡rpRrxcrA oBJETIvA DE Los Drnrcr¡os REeLEs: Los srpNps
I't531 MIRALLES GoNZÁIEZ, Isabel. Dominio pLiblico 1, propiedad prit,aLh ctt la nueva Ley
de Costas, Editorial Civitas, Ilad¡id 1992, p. 21.
l{rl "El agua es un bien natural, que se caracteriza
¡16¡ 511 gran ntovilrdad )'por su Presencia en
todos los elementos de la naturaleza. Es un eleirento que no puede ser iotalntente destrui-
do, e independientemente de cuál sea su uso, siempre será iestituido de una forma o de
otra al ¡nedio acuático. Esta movilidad impide toda apropiación real y permanente. Esta
observación nos perntite clasificar al agua bajo la categoiía de cosas.o,run.r. Los seres
humanos, con toda la ciencia y tecnología que har.r desirrollado, no pueden ejercer el do-
minio exclusivo y abosluto, porque su producción y autorregeneración se nos escapa por
complcto. Por ello, sca cual sea el sistema aplicable al agua, é1 hombre siempre h" ienl,io
conciencia de que el agua pertenece a todos, porque es un elemento qu. orá.r-,o la vida y
tiene el carácter de un bien_que se renueva sin cesir, por tanto, ,-ro puád. ser la propiedaá
de uno solo. La imposibilidad de la apropiación se debe a sus caricterísticas fisicas y su
Papel indispensable en la vida y desarrollo de la vida humana. Solo Ia calificación juriáica
de cosa común toma en cuenta la naturaleza de la misma, aunque algunos juristas afirmen
que esa naturalezajurídica es consecuencia de la falta de protección del agua, y postulan
que el régimen de las libertades ligado con el estatus de la cosa comúr.r coistitúi.e la legi-
timación de los abusos. Pero el problema no es su naturaleza jurídica, sir.ro los intereüs
sectoriales -agroindustria, industria contaminante- contradictorios a la preservación de
este recurso. Empero, esta argumentación no es válida, porque como usuarios de un bien
común no tenemos la total libertad de hacer lo que querarnos sobre el recurso. El agua es
una res comntunis, y no una res nullius. A1 ser común, un recurso solo puede ser sotneti-
do a un derecho de uso que no 1o agote y que deje intacto el derecho de uso a los demás
aderruis de que tiene un valor económico y arnbiental innegable": TRUJILLo sE-
111{ios,
GURA, Julio. "Hacia una nueva naturaleza jurídica del agua: res comrnunis'l En RABASA,
Emilio y ARRIAGA GARCÍA, Carol B. (Coordinadoretl. Agua. Aspectos Constitucionales,
Editorial Porrúa - un iversidad Nacional Autónoma de México, México 20 1 1, pp. I 63- 164.
279
GuNrnpn GoNzerEs BennóN
280
Le Rrrrnr,NcIA oBJETTvA DE Los Dr.REcuos Re¡r-Es: Los stExEs
preyistas en la ley; su plazo es indeterr.ni¡rado mientras subsista la activid¡d ¡rara la que fue
otorgada; atribuye al titular la potestad de electuar directarnente o en coparticipación, se-
gún el caso, inversiones en tratan)iento, transfcrrmación y rc.utilización para el uso otorga-
do, en tal caso, el agua excedente se entrega a la Autoridad Nacional para su distribución;
faculta a ejercer las servidr¡nrbres previstas en esta le1'y de acuerdo con las actividades y
tipo del uso de agua que realice el titular; es irrherente al objeto al cual lue otorgado; las
licencias de uso r.lo sor-r transleribles, por Io que si el titular no desea continuar con su uso,
entonces debe revertirla al Estado, a trar'és de Ia autoridad nacional (art. 50).
El Reglarnento de la Ley de Recursos Ilídricos fue aprobado por el Decreto Supremo
N.0I-201O-Ac.
¡rszl LcI N' 29763, Forestal i'dc Fauna Silvestre, solo entrará en vigor cuando se apruebe
su reglaurcnto que debcrá sc'r refrendado por los Ministerios de Agricultura, de Ia Pro-
ducción y de Cornercio Exterior y Turismo. Micntras tanto, se nrantiene en vigencia
laLeyN"27308,v sureglarttentoaprobadoporDec.Su¡r.01-l-2001-AG,condiversas
modihcatorias (Dec. Sup. 006-2002-AG, Dec. Sup. 026-2002-AG), con excepción de
los arts. 12, 13, 1.1, 15,16, 17 y 135, sexta, séptinra )'octa\.a disposición cotnplementa-
ria y transitoría de la nuer.a ley', (lue son de aplicacion innrediatir.
El Perú es un país que tiene un alto porcentaie de sus tierras cubiertas por bosques, sin
enrbargo, no existe una sola n'ronografia escrita sobre estr' inrportirnte tenra. No es caso
úr.tico, como se denuncia tarnbiérr er.r la doctrina civilista españolr: LUNA SERRANO,
Agustín. "Reflcxiones sobre cl de¡ecl'ro tbrestal'l En P,ELLO J,\NEf R.O, Don.rinso (Direc-
tor). Política Legislatít'a For¿.it¿r/, \unta de Galici¡, Santiago cie Conrlrostela 1997, p. 165.
Asirnismo, debc indic:rrs.'rlur'1as tierras lbrestalcs s.,n de.lon-rinio púLrlico, [rr'ro pue-
den ser aprov.'chadrs por p.rrticr,rlares,r tra\'és de concesione:, sin enrbargo, es posible
que los predios sean de propicdrd prrvacia, aun(lue de uso boscoso, pcro incluso cn
ese caso, se e¡lcuentr¡n fuertemente interlendas por Ios debercs de collservación del
bosque y de reposición del rnaterial arbóreo.
I{ssl Ln Ley Ger.rerll de NIinería fue aprobada por el l)c'creto Legislativo 109 (ario 19iil),
y una década despu{5 se aprobó el Decrcto Legislativo 708, Ley de Promoción de in-
versiones en el Sector lllinero (ario 1991), lror Io que fue necesario refundir anrbas
normas en un Texto Unico Ordenado aprobado por Decreto Suprerno N'014-92-EM.
Las minas no son, en estricto, dominio público ni donlinio privado ciel Estado, sino una ter-
cera categoría, "dominio especial'l por el cual el Estado resulta investido de poderes especia-
les que le permiten disponer de los yacimientos corl miras en el interés general: LEGOUX,
Pierre. "Lrtroducción a Ia segunda edición'l reproducida en ia 6u edición de la obra cie: BA-
SADRI AYULO, Jorge. DerecltLt i\[itrcro Paruano, Editorial Crijlcl', Linra 1996, pp. 12-13.
Sin embargo, por su car'ácter de inrprescriptible e inalienable (art. 66 Const.), el domirrio
minero se asemeja al dominio público, y en esta obra se le cataloga dentro de é1. Por
su parte, el profesor fiancés Legoux aclara, acertadanrentc, que Ia soberanía estatal de
las minas no necesariamente coincide con la tesis'dominial'i ¡-rucs el Estado puede ser
soberano de las minas, como lo es de las tierras, por lo que cuenta con Ias potestades de
ir.nponr'r limitaciones, cargas o tributos y ejL'rce jurisdicción, pL-ro eso no inrpide que
pudiese reconocer la propiedad privada. Er-r el caso dc' reconocer el sistema de 'dominio
eminente'l entonces cabe otorgar derechos de plopiedad sobre las minas. Así, se explica
en el siguiente párralb: "En tanto, la propiedad minera pertenece exclusiva y absoluta-
mente al sujeto que la adquirió por concesión legal minera o por otro nredio a partir
de aquella, y el Estado solo tiene un poder de legislación, jurisdicción y contribución al
que denomina dominio originario (sic); el Estaclo no puede justificar el establccimicnto
de regalías mineras en la cornpensación por el agotan-riento de sustancias que no son
281
GuNru¡R GoNzales BennóN
282
Le RenrR¡NcrA oBJETIvA DE Los D¡Rpcuos Rpatps: Los gtpurs
283
G uxrg ¡R Gc¡¡¡zer¡s BennclN
derecho al cual imputar esta rclación, calificeindol¿ conro deber jurÍdico o como dcrecht
en relación a dicho sujcto. I-a propucsta de Nlaunz es considerar Ia cosa p[§]i6¿'desligada
de sus representacionós materialei y concebida como una relación especificu con la no-rma
jurídica'l De esta forma, los bienes púrblicos dejan de ser cosas, en sentido m¿teriai. para ser
relaciones de derecho, en las que tienen una irnportancia suslancial el elemento teleológico
o finalista, es decir, el lin al gue dichos bicnes están riestinados. El dominio público dejará
de se( en este senti,lo, un conjunto de bienes (playas, ríos, nlont('s, etc.) destinados o afec-
tados a un deterrrtiniido interés f.irblico, p¿rra ser precisamente ese inlerés público, ese des-
tino o afe ctación, Io que constituye la esencia dcl dominio público. En esta construcción, el
sujeto de dicha relación juríc1ica será el Estado, y la naturaieza lísica de los bienes dejarii de
ser un elenrento indispensable para su calificación, pasando a serlo el destino público al que
están adscritos. 'lodo el esquema se cierra así en plenitud de signilicado: Ia relación jurídica
que entraria la cosa pública tiene como contenido la prestación de una actividad determi-
nada por ¡rar¡s de un sujeto público (la Adrninistración del E-stado), a lavor de otros sujetos,
284
Le p.prplrrxcrA oBIETIvA DE Los DElrcrtos R¡ar¡s: Los ¡trN¡s
que norntalntente serán los ¡rr¡p¡65 ciurl¡duos. En el nLiclco cle la construcción ciueda, por
tanto, el destino o vinculación de la cosa a la satisiacción de un interés de carácter general'l
Sobre esta base, poclcmos entr¿e a conocer la pro¡rug51¿ del Profesor Parelo, que collo he-
nios seiralado, parte de la original visión iie \hunz. EL autor añnna, en este sentido, que ia
'tosa pública consiste en la relación jurídica en sentido estricto, (llrc nace en el rnontento en
que la Administración se autovincLlla por acto propio a Ia creación y al nrantcnirtriento de
una determinada prestación, en apiicación del ordenamicnto jurídico clue Io prevé 1' regula
así. Lo prinrero en la cosa pública cs, en efecto, el cleber juridico quc para la Administración
corrpetente surge del refericlo acto, pues Ia rclacióniuríclica determinada por dicho deber
es cabalmcntc la cosa publicil En esta visión del donrinio púrblico subl,ace un concepto
nuevo de lo que debe entcnderse por propiedaci estatal, de tal suerte que ya no se trata de
atesorar el dorniuio del Estaclo sobre detenniuados l¡ienes, sino cle entender que dichos
bienes obedecen a una fin¡lidad pública a la cual se obliga el Estado conro responsilble de la
persecución de los intereses concretos a los que tiende dicha relación. Se trata de una pers-
pectiva mucho más favorable al adrrinistrado, en la que no se pone énfasis en lo que dichos
bienes son en sí mismos, sino en lo que dichos bicnes deben procurar a los ciudadanos
(concretos o en su gcneralidad), es decir, en la función que debc cumplir el dominio público
I lue la Adnlinistración debe presttrr como titular de dicha rel¡ción iurídica': I\{ARTÍNEZ
\ASQUEZ, Francisco. "Reflexiones sobre Ia naturaleza juríclica del donrinio público'l En
SUPERINTENDENCIA DE illENES NACION.,\LE,S. Propicdad Estatal. Apwúes itrídicos
y administrativos, SBN, Linra 199E, pp.25-26.
t1611 ALVAREZ CAPEROCHiPI,
José Antonio. Dereclto Inmobiliario Regisfrrri, Op. Cit., p. 85.
11651 Cit.
JIN{ENEZ l\IURILLO, Roberto. "Los bienes estatales cn Ia jurisprudencia cor.rsti-
tucional'l En VIGNOLO CUE\A, Orlando y IINIENEZ NIURILLO, Roberto (Coordi-
nadores). I'lornernje a Alldn Brewcr-Carías, Op. Cit., pp. 102-103.
285
GuNrsrR GoNzern,s Be¡¡nóN
l'1661 «El
Reglanrento de la Ley del Sistema General de Bienes Estatales establece que la des-
afectación de un bien de donlinio público al dorninio privado del Estado ¡rrocederá
cuando hava perdido la naturaleza o condición apropiada para su uso público o para
prestar un servicio púbiico, y será aprobada por la SBN, de acuerdo con sus respectivas
competencias. Excepcionalmente, a solicitud de la entidad previo informe sustentato-
rio, la SBN procederá a aprobar la desafectación de los predios de dominio público. En
caso de bienes administrados por los Gobiernos Locales, la desafectación será electua-
da por estos, confbfme a la normatividad vigente. Una vez concluida la desafectación,
el Gobierno Local podrá solicitar el bien al Gobierno Regional o a la SBN, conforme a
los procedimientos establecidos en el Reglar.nento': Ibíd., p. 101.
t{6¡ IIMÉNEZ IvlURILl.O, Roberto. Compendio dc Legislación, Propiedad EstLttal, Arial
Editores, Lima 1999, p.22.
286
L¡ RrreRrNctA oBIETTvA DE Los DEtscuos Rperps: Los srpNps
287
Guvr H En Goxz¡.lrs B,A.nnóN
288
Le RrprReNcrA oBJETTvA DE Los Drt¡cuos Rpar¡s: Los slrxps
discutida: 'Así ¡rues, Ia esfera de acción del Derecho de cosas está notablenlente linrita-
da de alttL'mano con relacicirr al concepto gene'ral de domin¡ción de los bienes. Es quizá
éste uno de los delectos capitales de nuestro sistema iurÍdlco. En aras de la construcción
jurídica se sep¡ran nociones qur- r-n el sentido vulgar 1'en el rllne.jo econónrico cstán
incondicionalrnente asimrladas. Si la estructura conceptual a que esto res¡-ronde luera
Ia úl-rica posible, y por tanto viniera im¡,u¿51u con carácter torzoso (conro se figuraron
los juristas del siglo XIX), habría que confbn.r.rarse con ella. Pero cada día se suscitan
ma,vores dudas acerca de la necesidad 1' conver-riencia de disgregar de este rnodo la
materia jurídica...": HEDENIANN, )ustus \\rilherr. "Derechos Reales'l En LEiJMANN,
Heinrich y HEDEIvIANN, iustus lVilhelm. Tratado da Derccho Clyil, EDERSA, Madrid
1955, traducción de José Luis Diez Pastor y lvlanuel González Enriquez, 'lbmo II, p. 9.
Sin embargo, la solución del BGB se justiñca si pensamos en las diferencias de régiuren
entre los objetos corporales e incorporales, por cuanto estos últimos no están sujetos
a una dominación fisica (falta de señorío y exclusividad), por ello, no se puede hablar
propiamente de "posesión de los objetos incorporales'] y lnenos aún se puede imaginar
la usucapión. En Ia doctrina italiana, también COX{PORTI, Mtrco.Diritti reali in gene-
¡ale, GiutTré Editore, lvlilán 1980, pp. 125 ss, opina que el objeto de ios derechos reales
debe estar constituido solo por entidades corporales y materiales.
[{:0] "La noción de cosa parte del concepto de entidad perceptible con r)uestros sentidos. La
prirnitiva mentalidad no va más allá de la percepción material. Er.r principio no existe
una categoria genérica, sino t¿r-r solo singulares y deterrninadas cosas; se habla de corpo-
rd antes que de res.para indicar precisamcnte la materialidad. Corpus es la cosa tangible.
Los términos ronlanos más antiguos para indicar, no cosas singulares, sino categorías de
ellas, son los de.f anilia y pecunia": BIONDI, Biondo. Los Bicnes, Op. Cit., p. 18.
Cit. ESPINOZA ESPINOZA,luan. Derccho de las Personas, Editorial Huallaga, Lima
2001, pp. 261-262.
289
GuNrurR GoNzer-e s B¡.nnóN
"Los pensamientos de Kant son el lundanrento de aquellos que consideran a los dere-
chos de autor desde el punto de vista rnonista. Los más 1¡rominentes pensadores rnonis-
tas son Otto von Gierke 1'Philip¡r Allfred. Ellos sostuvieron que el derecho de autor es
fundamentalmente personal. Por ello, el derecho de autor es de ¡rersonalidad en lugar
de ser un dereciro de propiedad. Su principal caracteristrca es que un derecho de autor
es unita'rio e inalienable. La única manera de transferirlo es por disposición testamen-
taria. Un ejemplo de la aplicación o adopción de este sentido monista o unitario es la
Ley alemana de Derechos de Autor, que regula los derechos de autor y derechos co-
nexos. Esta no divide los derechos de autor en derechos patrimoniales o económicos y
derechos morales, y los regula como un cuerpo unitario de derechos. (...) En oposición
a los pensamientos monistas basados en Kant, los seguidores de Hegel desarrollaron
una teoría dualista, que asume que los derechos morales o personales del autor y los
derechos económicos están protegidos respectivamente por un grupo diferente de de-
rechos. EI niás prominente de estos pensadores dualistas es Josef Kohler, quien siguió la
posición de Hegel en el sentido que los derechos de autor son cosas exteriorizadas. Al
misuro tiempo, Kohler también reconoció que los derechos de autor protegen la volun-
tad del autor. Esto significa que los derechos de autor abarcan tanto derechos económi-
cos o patrimoniales, co¡no tanlbién derechos de personalidad o morales. Un ejemplo
de esta doctrina dualista es Ia Ley del Derecho de Autor francesa de 1957 (...). Asumir
que un autor conserva los ya mencionados derechos morales aunque haya cedido sus
derechos patrimoniales es ia idea básica de los derechos de autor. Se trata de un grupo
de derechos inalienable, aunque el otro grupo de derechos patrimoniales hayan sido
agotados": GARZA BARBOSA, Roberto. Dereclrcs de Autor y Derecltos Conexos. Marco
Iurídico Internacional. Aspectos filosóficos, sustantivos y de litigio intcrnacional, Editorial
Por¡úa - Tecnológico de Monterre¡ México 2009, pp. 32-33.
"La creación intelectual, como tal, puede, permaneciendo idéntica, exteriorizarse en
un número indeterminado de cosas; no es, por tanto, localizable en el espacio, si bien
en el espacio y en el tiempo es localizable el acto de su creación; no es conmensurable;
no es, por tanto, extinguible o destructible; es susceptible de goce simultáneo y total
290
Le RprenENcrA oBIETTvA DE Los DpRrcuos Rrerps: Los srsN¡s
Peruano reconoce esta realidad, pues si bien comprende los objetos cor-
porales e incorporales, sin embargo, el art. B84 cc restringe la regulación
codificada a los primeroslaTal.
Por parte de un número indefinido de sujetos, porque todos podrán gozar simultánea-
mente de el1a, a través de la multiplicidad de exteriorizaciones de uni misma creación
intelectual; por otra parte, esta misma posibilidad de goce no puede calificarse como
posesión (no obstante autorizadas y recientes tentativas), arguyendo sobre la posibi-
lidad de una posesión no exclusiva, porque de posesión, en el verdadero sentido del
término, no son susceptibles las creaciones intelectuales (y en efecto, veremos cómo
en la disciplina correspondiente no se encuentran ni acciones posesorias ni reivindi-
catorias): ASCARELLI, T¡lio. Teoría de la concurrencia y de los bienes inmateriales,
traducción de Evelio Verdera y Luis Suárez Llanos,Bosch Casa Editorial, Barcelona
1970, p.266.
I47'rl "Si bien los derechos sobre bienes incorporales se pueden considerar como derechos
absolutos, con evidentes analogías a los clásicos derechos reales (se protege un mono-
polio a favor del titular, con exclusión de los otros), siempre hay que ieconbcer en ellos
unas características especiales. Desde el punto de vista teórico no hay especial dificul-
tad para hablar de derechos reales sobre bienes incorporales, pero áe.de el punto de
vista práctico, las normas relativas a los derechos reales clásicos han de aplicirse a 1os
bienes incorporales a través de la analogía, con todas las dificultader que illo acarrea':
DIEZPrcAZo,Luts. Fundamentos de derecho civil patrimonial,op. iit. Torno III, pp.
1 60- 161.
I17sl FERRARA, Francesco.Teoría jurídica de la hacienda mercantíI, Op. Cit., pp. 6-g.
1176] Cit. CUADROS VILLENA,
Carlos Ferdinand. Derechos Reales,Op. Cit., Tó-o I, p. 66.
291
Gu¡¡Trre R GoNzerrs B¡,r.nóx
La protección del derecho de autor recae sobre todas las obras del
ingenio, en el ámbito literario o artístico, cualquiera sea su género, forma
de expresión, mérito o finaiidad, y no está supeditada al requisito del
registro o de otra formalidad. Los derechos de autor son independientes
de la propiedad del objeto material en el cual está incorporada Ia obra
(art.3, Dec. Leg. 822).La obra se define como: "toda creación intelectual
1177) FERRARA, Francesco. Teoría jurídica de la hacienda mercantil, Op. Cit., pp. 9-10
t178r CASTRO GARCÍA, Juan David. La propiedad itdustrial, Op. Cit. p. r+ ó.
292
a
293
GuNrnrn GoNzeLrs BennóN
t1831 "La doctrina c1ásica francesa, que bien parece ser la del Código Civil y que ha tenido
una gran influencia en la jurispruclencia, ha sido desarrollatla sobrc'todo por Aubry
y Rau. La rnayor parte de los autores modernos están todavÍa n-ruy apegados a ella
en Francia. El punto de partida de esta doctrina es el siguiente: El patrimonio es un
conjunto de derecl.ros y de obligaciones. En cousecuencia, solanrente los sujetos de
derecho pueden tener un patrirnonio, ya que no hay derechos ni obligaciones sin pcr-
sonalidad jurídica. El patrinronio es un atributo de la ¡rL'¡56¡¡lidad jurídica, sea que se
trate de personas fisicas o de personas morales. Todo sujeto de derecho es apto para
adquirir derechos y obligaciones que tengan un vaior pecuniario. El patrirnonio solo
aparece, entonces, corno la transposición de la personalidad juridica sobre ei tcrreno
económico, es dccir, de derechos y de obligaciones apreciables en dinero. No ha,v patri-
nronio sin personalidad jurídica": LARROUMET, Christian. Dercclto Civil. lntroduc-
ción al estudio del derecln privadct,Op. Cit., pp.3l0-311.
I{811
RENGIFO GARDEAZÁBAL, lt{auricio. Teoría General de la Propiedad, Op. Cit.,
pp.245-746.
Ibíd., prp. 26r-263.
296
LR nprpRsNcrA oBJETIVA DE Los D¡RscHos Rreres: Los slrNps
297
GuNrnrR GoNzeLes B¡,nnóN
298
Le R¡ppRpNcIA oBIETIvA DE Los DE,Rrcnos R¡,eus: Los sr¡Nps
14881 LARROUMET, Christian. Derecho Civil. Introducción al eshtdio tlel derecho privaclo,
Op. Cit., pp.3l2-313.
299
GuNrHpn GoNzerss B¡,nnóN
300
Le RereR¡NcIA oBIETIVA DE Los DrRrcuos R¡er¡s: Los sIpNps
30r
CapÍruro IV
VINCULACIÓN ENTRE BIENES
L. INTRODUCCION
Los bienes son objetos dinámicos que van sufriendo modificaciones
en sus condiciones físicas o en relaciones con otros bienes.
Las necesidades del tráfico hacen que los bienes sufran constante-
mente transformaciones de variada índole. En tal sentido, un bien puede
fraccionarse dando lugar a varios bienes diferentes. Según los casos, la
desmembración puede producirse destruyendo la unidad económica que
liga varios elementos vinculados entre sí (ejemplo: demolición de un
edificio); o si se trata de un cuerpo unitario, rompiendo su unidad física
con el fin de crear varios cuerpos autónomos (ejemplo: división de lote
de terreno).
305
GuNru¿R GoNzeLps BennóN
306
VINculactóN ENTRE BIENES
tle'l FERNÁNDLZDE BUIÁN, Antonio. Derccho Privado Romono,lustel, ivladrid 2011, p. 373.
lro:1 pgp¡,{ftA, Francesco. Teoría lurídica de la Hacienda Mercantil, Op. Cit., pp. 17-19.
t1e¡ GAZZONI, Francesco. N[anualc di diritto privafo, ESI, Nápoles 1998, p. 19i.
{4'41 MESSINEO, Francesco. Manuol de derecho civil y comercial, traducción de Santiago
Sentís N{elendo, EJEA, Buenos Aires 1979, Tomo II, pp.279-280
t4esl Los «b'enes unitarios" parecieran tener identidad conceptual con los "bicnes sirnples'] sin
embargo,1¿ clasificación de "bienes unitariosicoletivos" se realiza desde una perspectiva
distinta a la de los "bienes sin.rples/compuestos'l En efecto, ia primera atiende al nú-
mero, pues en los unitarios hay uno, obviamente; mientras en los colectivos hay varios
(ejemplo: tablero y piezas de ajerlrez), pero todos ellos están unilicados por la función
GuNmrER GoNzar-rs Bannó¡¡
308
VrNcurecróN ENTRE BIENES
f4e7) GARCÍA-PITA Y LASTRES, José Luis. El buque como objeto de garantía (consideracio-
nes sobre la hipoteca naval),Edersa, Madrid 2000, pp. 233-236.
[4e8] No todos los clrerpos flotantes pueden considerarse buques. Por ejemplo, no lo serían
las almadías formadas con las maderas, destinadas a la flotación, aunque encima de
ella se coloquen personas o cosas. Tampoco se consideran buques a los hidroaviones,
aunque evidentemente cuentan con el requisito de flotabilidad (Convenio internacio-
nal de 13 de octubre de 1919, Anexo D).
GuNrnpn GoNzerss B¡.n nóN
«Conviene
t4eel añadir que la aptitud para la navegación se presettta conlo algo difc.rente de Ia
navegabilidad o del destino de Ia construcción tlotante a navegar. Asi, Ia navegabilidad
se muestra corno una cualidad de la construcciór.r que, aparte de la tlotabilidad i'de la
aptitud para navegar, curnple otras condiciones. Sin lptrtud Para naYegar llo será posible
ei destino a la nar;egación (...)": DOI1ÍNGUEZ CABRERA, \Iarí¿ del Pino. E/ re¡¡istro
de buclues, entbarcaciones y artefactos nat,ales, Editorial Dilex, \ladrid 2005, p. 39. .
Sobre el particular, puede agregarse: "EI Códieo italiano de la navegación no solo hace
referencia a las naves, sinolambién a los aparatos flotantes (galleggiante). Por galleg-
giantehay que entender toda construcción llotante mór'i1 destinada a 1a navegación o
ál tráfico erlas aguas maritil.nas o internas, 1o que es el caso de las dragas, 1os pontones,
las barcas y las bálsas para la descarga de mercancías. Cot-no consecuencia, quedarían
excluidos de tal consiáeración, aquellos galleggíante fijos conto son los laros flotantes,
puentes flotantes fijos o balizas de señalización, dado que a diferencia de los anteriores
no reúnen el requisito de la navegabilidad. La diferencia entre las naves y los aparatos
flotantes @alleggianti) es eminentemente jurídica. Las naves están destinadas directa-
mente a linavegación y los galleggianti están destinadas a prestar a las naves servicios
o funciones urr*ilior.r; pero, al reunir los requisitos de flotabilidad y de aptitud p,ara
navegar, solo de ,r.n.rá indirecta pueden ser considerados como construcciones des-
tinadas a la navegación': Ibid., pp. 40-41
f5001 La legislación francesa circunscribe la aplicación del Derecho marítimo a los buques
310
VlNcureclóx ENTRE BIENES
311
GuNru¡n GoNzelps BennóN
t50rl EI art. 16 infine C. de C. señala que se abrirá el registro de buques en las provincias
litorales y en los departamentos que se considere conveniente, por haber un servicio
de navegación.
312
VrNcurecrót{ ENTRE BTENES
Iso{l Nuestra interpretación es confirmada por el Decreto Supremo N" 014-201 1-MTC,
Re-
glamento de la Ley de Reactivación y Promoción de la lVlarina Mercante Nacional, en
cuyo art, 14 se señala que la Dirección General de Capitanias y Guardacostas (DICA-
PI) cuenta con las competencias referidas a la seguridad de la vida humana, control
del tráflco acuático y combate de la contaminación, según establece la Ley N., 26620,
de control y vigilancia de las actividades rnarítimas, fluviales y lacustres, así como el
reglamento aprobado por Decreto Suprerno N" 028-DE/MGR de 25 de mayo de 200i.
t50sl Así lo ratifica el Decreto Supremo N. 014-2011-llITC, Reglamento de la LRPMMN:
"El transporte acuático o actividad naviera como parte de la Marina Mercante com-
prende el transporte de pasajeros o mercancías por mar, ríos o lagos navegables de un
punto geográfico a otro, a bordo de un buque" (art. 6).
313
GuNrnrn Go¡¡zerEs BennóN
3r4
VrNcurecróN ENTRE BTENES
tso8l No siempre-se pensó lo mismo. En los siglos XII y XIII se formó el concepto de "pa-
trimonio o fortuna de mar", que era independiente del patrimonio o fortuna de tierra
del propietario, naviero o armador de buque. La "fortuna de mar" aparece ligado con
la limitación de responsabilidad de la expedición marítima, puru io cual el navie¡o
tiene.un pril'ilegio: responde de las deudas hasta el límite del buque. Este concepto
ha sobrevivido en el Derecho Marítimo, y se encuentra en los artíéulos 600 y 60g de
nuestro_código de comercio. De esta manera, la "fortuna de mar'i que nació como
medio de limitación de responsabilidad, ha hecho pensar que el buque es una empresa
autónoma, separada del patrimonio restante del naviero, por lo que en cierta medida
cuenta con personería jurídica: LEóN MONTALBÁN, Andrés. "lnfluencias del Dere-
cho Marítimo en el Derecho comercial'l En wAA. Libro Homenaje a ulises Ltontoya
Manfredi, Editorial Cuzco, Lima 1988, pp. 337-338.
sin embargo, la "subjetivización" del buque ha merecido una enérgica respuesta: "En
estos preceptos se trata al buque como si fuera sujeto de derechos y obligaciones. Pero,
3r5
GuNrHpR GoNzelrs Bennóx
3t6
t--
\¡lNcu¡,acróN ENTRE BTENES
formar parte del cuerpo del buque, son indispensables para su servicio,
manejo y navegación. Los repuestos son las piezas para las máquinas y
aparatos de navegación, que se utilizan en reernplazo de otros similares
deteriorados por el uso u obsolescencia. Los pertrechos son las anclas,
cadenas, arboladuras, tablonería, alquitrán, brea, pinturas, grasas y cabos,
cáñamo, estopa y otras especies que se utilizan para el cuidado del buque
durante la navegación (Francisco Fariña)isorJ.
t50el La derogada Ley de l-lipoteca Naval (N" 211 1 , art. 7) también consideraba como acce-
sorios del buque, los aparejos, repuestos y pertrechos.
{sr0l No obstante, nuestro Código de Comercio mantiene la figura del abandono
en el art.
600: "El naviero será también civiln.rente responsable de las indernnizaciones a favor
de tercero, a que diera lugar la conducta del capitán en la custodia de los efectos que
cargó en el buque, pero podrá eximirse de ella, haciendo abandono del buque con
todas sus pertenencias, y de los fletes que hubiere devengado en el viaje'l
317
GuNruER GoNzerEs B¡,nnóN
318
VrNcur-ecróN ENTRE BIENES
Con estos tres ejemplos queda claro que la doctrina de las partes
integrantes tiene como finalidad evitar la destrucción de los bienes
mediante su división o alteración anti-económica. Se entiende que todo
bien es un recurso valioso, y que su división arbitraria implicaría destruir
ese valor, ocasionando perjuicio a las partes interesadas (por ejernplo: si
la única solución en la construcción en suelo ajeno fuese la demolición,
entonces se perdería la inversión) y a Ia sociedad, por cuanto Ia riqueza
general se vería disminuida con la pérdida del bien. Definitivamente, el
sistema legal busca evitar soluciones económicas ineficientes. Por ello, el
legislador define como "parte integrante" a todo elemento incorporado
a un bien, y que no puede ser separado sin destruir, deteriorar o alterar
319
Gu^-ru¡R Got'¡zerrs BennóN
a) Los bienes involucrados deben ser dos, por lo menos, pero uno
de ellos debe reputarse como "principal", mientras los otros
serán consideradas partes"lsrsl. Es obvio que la le1, no establece
reglas generales para determinar la principalidad, pero se pueden
deducir algunos criterios: el valor del bien o la naturaleza, pues
en algunos casos un bien se constituye en el soporte necesario
de otro, aunque pueda tener menor valor, por lo que igual se le
reputa principal por efecto de sus especiaies condiciones naturales.
Es el caso típico del suelo, que absorbe todo lo que se adhiera a
é1, pues resulta evidcnte que la construcción necesita <iel suelo
para existir; por tanto, tiene carácter esencial. Sin embarqo, en
el caso que ninguno de los elementos del bien resultaute pueda
considerarse una "parte integrante", entonces deberán aplicerse
por analogía ias reglas de la nrezcla, con sc'ntido equrtJtivrr prrr
Ilevar a una solución nrás justa. En etictc¡, si no h.rr-bren prin;i¡:1.
entonces resulta inrp651§1. deter¡linar que uno ebsorba al t)tl-t-r.
por lo que es preterible que se constituva una copropiedad entre
320
Vrr.{cureclóN ENTRE BIENES
32r
GuxrurR GoNzerps BeanóN
t'''r Segírn DIL:Z PICAZO,Luis. Ftmd¡tncntos de Derecho Civil Patritnonirll, Editorial Ci-
vitas, Madrid 1995, Tomo III, p. 192), lc¡s dercchos reales c1e un terccro sobre la Lrarte
intcgrantc desaparecen. Se a¡rli6x¡ los preceptos relativos a la accesión, lo cual implica
que cl ex - pro¡rietario se col.rvicrte en el titular de un derecho de crédito dirigido a
obtcner el cquivalentc pecuniario cle la parte incorporada. En el caso especÍfico de las
construcciones realizadas sobre suelo ajeno, el Código espaliol contiene reglas es¡reci-
ficas al.endiendo a la relevancia econónrica del tema (arts. 9.11 a 9,15).
t5r0l Lrcluso, el [ac]rón que utiliza la v.iga robada en la coustrucción dc su casa, se hace pro-
pietario de aquella: WOLFF, lt{artin. "Derecho de Cosas". En ENNECCERUS, Ludwig;
KIPP, Theodor,v \VOLFF, N{artin, Tratado d¿ Der¿cln Civll, Op. Cit., Tonlo III-1., p.
479, pero quedan a salvo -por supuesto- las acciones cir.ilcs de indemnización v las
penirles por el clelito. El desplazanriento de la propiedad sobrevive al I'recho qr.re se
destruya postcriormente la incorl¡oración. Así, pues, si den-rolida 1a casa se separa 1a
viga robada del techo, no por eso el anterior ducño recu¡rera la propiedad. Esta solu-
ción se impone por una cuestión de sirnple ltigica: si el art. 887, 2 CC considera que
322
VlNcurecróx ENTt{E BTENES
-)i-)
GuNru¡n GoNzelns Bannón
los motores de avión, los miimos qu., uun siendo incorporados a la aeronave, pueden
ser objeto de garantía a un acreedor distinto pese a que la_aeronave en su conjunto
esté
324
VrNcur-ecróN ENTRE BTENES
325
CUNTU¡n Goxzal¡s Bannóv
I;r8l Sin ernbargo, dcbe recordarse lo antes dicho: si no es posible identificar que alguna de
las piezas terrga el carácter de princi¡ral respecto a la pieza incor¡rorada, entonces no
rigen las nomras soble "partes integrantes", sino las de adquisición de la propicdad por
mezcla (a¡t. 937 CC). De esta mauera podcrnos evitar los casos clamorosarnente in-
justos sin ncccsidad de recurrir a la doct¡in¿r de las "partes intcgrantes no-esenciales'l
Pol ejenrplo: el anillo siem¡rre recibe a la piedra, por cllo es natural ir los usos que el
prirnero se considere bien principai. Pero, ¿qué ocurre si el valor de la piedra preciosa
es sustantivar¡rente nla)'or al del anillo? La solución injusta de haccr desaparecer los
dcrechos singulares sobrc la ¡riedra en vista a su incorporación al anillo, pueden ser
subsanados r.necliante las reglas de la rnezcla (o unión) de bienes, dando lugar a una
copropiedacl en clonde el ¡rorcentaje r1e cada condómino se encuentra en relación al
valor del elemento aportado.
326
VlNcuI-acróN ENTRE tsrENES
tanto, los vendedo;'es de este tipo de motores pueden requerir que la venta
contenga una cláusula de reserva de donrinio hasta ia cancelación del
precio, con el fin de recuperar la parte ell caso de impirgo. Para lograr
tal objetivo, se necesita que el motor rnantenga su individualidad física, a
pesar de la unión física. Por tanto, se reconoce que el titular del fuselaje
pueda ser una persona, y el titular del motor, otra, aun cuando arnbos
vuelen en la misnra aeronave.
r52el SANTOS BRIZ, Jairne. "Articulo 33,1 del Código Civil'l En ALBALADEJO, Manuel y
DIAZ ALABART, Silvia (Directores). Comentarios al Código Ci,il 7,a las compihcioncs
forales, EDERSA, trladrid 1980, Tomo V-1", p. 15.
i1/
GuNrusR GoNzalrs BennóN
el suelo hace que estemos en presencia de partes integrantes (art. 8BZ 1),
tal como lo señala la doctrina en forma mayoritariats3o), incluyendo la de
origen alemáu[s3'], que tiene especial relevancia para nosotros, por lo menos
en este tema, al ser la fuente inspiradora de la regulación del Código.
lsr0l Una de las pocas disidencias estuvo contenida, precisamente, en nuestro anterior Có-
diso de 1936: "Ticnet¡ el carácter de accesoríos los árbolcs olantados. las scmillus sem-
bradas y los frutos mientras no estón percibidos" (art.8 1 6). Este precepto no ha sido re-
producido en el Código vigente, lo cual también añade argumentos para calificar estos
casos como "partes integrantes", y no como "accesorios" según el Código derogado.
ENNECCERUS, Ludwig y NIPPERDEY, Hans. "Derecho Civil (Parte General)'l En
ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil,
Op. Cit., Torno I-1., p. 558.
RODRIGUEZ HERRERO, Almudena. La hipoteca de bienes muebles registrables, CR-
PME, Madrid t997, pp. 27 2-27 3.
Is33] MESSINEO,Francesco. Manualdederechocivilycomercial,Op.Cit.,TomoII,p.2T0.Esta
figura juridica está reconocida expresamente en el art. 820,2 CC italiano, pero especial-
mente se le regula en leyes especiales sobre prenda sin desplazamiento -para permitir la
328
a
Este vacío del Código se encontraba suplido por la antigua Ley 2402,
del 13 de diciembre de 1916, sobre Prenda Agrícola, cuyo art. 2 mencio-
nan una serie de bienes susceptibles de ser dados en garantía. Entre ellos
se encuentran los frutos de cualquier naturaleza, ya sea que se hallen
pendientes o separados de la planta (inc. 6;lt,,l. El art. 22 de la misma
ley precisaba que en el caso de prenda sobre frutos pendientes, la venta
judicial se postergaría hasta que la cosecha esté recogida, debiendo entre
tanto el juez colocar en el fundo un interventor o depositario, a solicitud
del acreedorls3sl. La actual ley procesal no contempla esta hipótesis, pero
debe entenderse aplicable la misma regla por virtud de los principios
generales que rigen la ejecuciónts30l.
prenda sobre frutos pendientes de recojo-, como es el caso de las leyes francesas de 1898
y 1906 sobre prenda agrícola, el ya derogado Decreto Ley español del 22 de septiembre
de 1917, cuya exposición de ntotivos es significativa: "nada práctico hubiera dispuesto la
Ley de Autorizaciones en cuanto al contrato de prenda agrícola sin desplazantiento si sus
precePtos no tuvieran el alcance que indiscutiblemente revisten de modificar, respecto al
contrato pignoraticio, la disposición de1 cc que exige que la prenda hal'a de quedar en
poder del acreedor o de un tercero v si no permitiese que las cosechas así como los ape-
ros y maquinarias destinados a la explotación agrícola de una finca detentinada, fueran
considerados a los mismos efectos como bienes ntuebles": Cit. RODRÍGUEZ HERRERO,
.tsral Almudena. La lúpoteca de biettes ntuebles registrables, Op. Cit., p. 272.
Normalmente, se entiende que los frutos pendientes ("frutos por anticipación') son
bienes futuros por carecer de indii'idualización en el momento presente; sin embargo,
en el ámbito de la garantía agraria, este tecnicismo se deroga con el fin de lacilitar la
constitución anticipada del negocio de aseguramiento. Asimismo, constituye bien fu-
turo -Por ineústencia del objeto- la garantía sob¡e cosecha futura, en la que no se exige
la existencia actual de la planta o del árbol, o la aparición de los frutos, pues económica
y jurídicamente lo relevante es que exista por 1o menos el plantio o sementera. Esta
disposición es aplicable mutatis mutandis a los frutos de otros bienes agrícolas, y no
solo a las plantas, colrlo es el caso de las crías en gestación de los animales, los cuales
pueden pignorarse sin que la madre quede comprendida en la garantía. Estas y otras
interesantes consideraciones pueden verse en: FERNÁNDEZ, Rayn.rudo L. y GOMEZ
LEO, Osvaldo R. Tratado Teórico-Práctico de Derecho Comercial, Ediciones Depalma,
Buenos Aires 1988, Torno III-C, p. 352.
l53sl Esta regla es común en el Derecho comparado, y
existe una muy similar en el art. 95
de la Ley Española de i954, sobre Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento:
GARCÍA GARCÍA, José lVfanuel. Cóáigo de legislación inmobiliaria, hipátecaria y clet
registro mercantil, Editorial Civitas, Madrid 2001, p.2305.
t5r6l La excepcionalidad de los "muebles por anticipación"
operaba solo en el ámbito estricto
de la prenda agrícola. No obstante, en algunos ordenamientos jurídicos extranjeros tam-
bién se considera dentro de esta figura a los minerales antes de su extracción. Sin embar-
go, en nuestro caso, el artículo 178 del Texto Único ordenado de la Ley General de Mi-
nería enunciaba los bienes muebles susceptibles de la antigua prenda minera, entre 1os
que incluye los enseres, maquinarias y minerales extraídos o beneficiados de propiedad
GuNturn Go¡,rzaL¡s Be nnóN
ART. 887:
Es parte integrante todo ob.¡eto corporal que se irrcorporo Jísicantentc
a un bien principal, etr .fornra perntttttente, pllra e_fecto de ddrle
valor, ulilídad o ttwttetttar su furrciótt social o ecottóntico.
La incorporaciónfísica hoce que se apliquen lds rcglas de lct accesión.
Las partes integrantes esenciales son acluellos elementos que se unen
de tal forma que la parte se destntye o raduce sustancialrnente su
valor con la separaciótt. I'lo hay derechos síngulares sobre partes
integrantes esenciales, salvo tlisposición legal cn cotÍrario.
Las partes integrarrtes no esenciales son aquellos elementos que
tnontietten su recognoscibilidad Jísica sobre el bicn resultarie, y
son retirables o destnontctbles sin producir destrucción o alterttción
sustancial del principal o de la parte. I'lo hay derechos sittgtilares
sobre partes integrantes no esettciales, salyo cpre la lcS, 6 ,¡ cont,enio
señalen algo distinto.
330
VlxculecróN ENTRE BTFNES
JJI
GuNrupR GoNzerrs Ben nóN
332
VlNcurecróN ENTRE BTENES
t5401 En el Derecho comparado pueden citarse las siguientes reglas extraidas de distin-
tos Códigos Civiles, de notoria uniformidad entre ellas:
Artículo 788 dcl Código Civil de Chile, de 1855: "El usufructuario de ganados o ¡eba-
ños es obligado a reponer 1os animales que mueren o se pierden, pero solo con el incre-
mento natural de los mismos ganados o rebaños, salvo que la muerte o perdida lueren
imputables a su hecho o culpa, pues en este caso deberán indemnizar a1 propietario. Si
el ganado o rebaño perece del todo o en gran parte por efecto de una epidernia u otro
caso fortuito, el usufructuario no estará obligado a reponer los anir¡ales perdidos, y
cumplirá con entregar los despojos que hayan podido salvarse'l
Artículo 2764 del Código Civil Argentino, de Vélez Sarsfield, pernrite que la urtiversa-
lidad de bienes pueda ser objeto de acción reivindicatoria, lo cual implica que le dota
el carácter de objeto unitario.
Artículos 499y 514 del Código Civil Espariol, de 1889, regula el usufructo de ganado,
que es una de las modalidades típicas de universalidad, Sobrc el particular, "cl Código
Civil (español) regula el usufructo de rebaños pero no el de anin.r¿les individualmer.rte
considerados. Sabino y Cassio opinaron que en el usufiucto de anirnales las crías per-
tenecen al usufructuario (D.7. 1.68.1). En el nrismo sentido, la doctrina del Código de
Napoleón (Laurent) i'la pandectística sometió a los animales concretos al régimen de las
cosas deteriorables atribuyendo todas Ias utilidades y crias al usufructuario (Glück). En
el usufructo de rebaño, por el contrario, el usufructuario tiene la obligación de reponer
las cabezas muertas con crías nacidas del mismo rebaño (Ulpiano: D.7.1.68.2; art.499
del CC). En principio puede afirmarse que en el rebaño las cabezas pierden su indivi-
dualidad y por ello el usufructuario puede disponer de las mismas pero manteniendo
siempre la identidad del rebaño. La obligación de reposición no se extiende a los anima-
les muertos por accidente o contagio sin culpa del usufructuario si la reposición fuese
muy gravosa (perecimiento parcial o total: artículo 499 del CC). El usufructo de gar-rado
estéril se considera cuasi-usufructo (art. 499 del CC)": ÁLVAREZ CAPERoCHIPI, Iosé
Antonio. Curso de Derechos Reales, Editorial Civitas, Madrid 1987, Tomo II, p.26.
Articulo 1013 Código Civil para el Distrito Federal de México, de 1932: "Si el usufruc-
to se constituye sobre ganados, el usufructuario está obligado a reemplazar con 1as
crías l¿s cabezas que falten por cualquier causa".
Artículo 1014 Código Civil para el Distrito Federal de México, de 1932: "Si el ganacio
en el que se constituyó el usufructo perece sin culpa del usufructuario, por efecto de
una epizootia o de algún otro acontecimiento no común, el usufructuario curnple con
entregar al dueño los despojos que se hayan salvado de esa calan.ridad'l
Artículo 1 01 5 Código Civil para el Distrito Federal de México, de 1932: "Si el rebaño pe-
rece en parte, y sin culpa del usufructuario, continúa el usufructo en la parte que queda I
Artículo 1016 Código Civil para el Distrito Federal de N{éxico, de 1932: "E1 usufiuctua-
rio de árboles frutales está obligado a la replantación de los pies muertos naturalmente".
Artículo 994 del Código Civil Italiano, de 1942, señala que en el usufructo de rebaño o
333
GuNrn¡R GoxzeL¡s BennóN
propio del derecho de familia (art. 320, 2" párrafo CC). Si bien
casa[s'lr],
esta figura es tan-rbién una universalidad, pero de distinto signo, carac-
terizado por la idea organizadora,lo que veremos en el próximo acápite,
sin ernbargo, de su regulación podemos extraer en vía analógica las notas
distintivas de toda universalidad: i) Es un conjunto de bienes, presidido
por la homogeneidad o la organización, según el caso; ii) Los bienes son
muebles, pues la absoluta autonomía de los inmuebles excluye que puedan
ser agrupados conlo universalidades; iii) i.os bienes son necesariamente
corporales, por lo menos en el ámbito de las universalidades por agregación,
en cuanto la hotnogeneidad solo puede predicarse de objetos corporales.
ganado, el usufiuctuario esta obligado a subrogar los anintale.s perdidos con la concu-
irente cantidad de los nacidos; l'si todos Perecen sin culpa del usufructuario, entonces
el usufructuario solo está obligado a rendir cuenta de ias pieles o su Yalor.
En la legislación nacional anterior, de carácter histórico, pueden citarse las si-
guientes reglas:
Los artícdo1 1106 y 1i07 del Código Civil Peruano de 1852 seguían fielmente el de-
recho romano, pr.i r. establecía Ia obligación de reponer el ganado_perecido con 1as
crias; sin ernbaigo, cuando la pérdida se ha producido sin culpa del usufructuario o
el ganado es estJril, entonces.le." esa obligación, por lo que solo se devolverá 1o que
huÉi"se quedado: GARCÍA CALDERÓN, Francisco. Diccionario de la lcgislación pe-.
,ronu, facsimilar de 1a segunda edición publicada en París, 1879, Universidad
"rirriórl
Inca Garcilaso de la Vega, Lima 2007, Torno II, p. 1818.
ArtÍculo 1092 del Código Civil Peruano de lB52: Usufructo sobre bosques y árboles.
Artículo 933 Código CÑil Peruano de 1936: "El usufructo de un rebaño obliga al usu-
fructuario a corrser,rrr las crías en número suficiente para reentplazar las cabezas de
que disponga y las que perezcan".
Ño obsianté, ya el Código de 1936 empezó Ia política de parquedad legislativa, pues
no reprodujo ias no_nnaisobre usufructo sobre bosques y árboles del C_ódigo anterior:
ROI\,IERO ROMAÑA, Eleodoro. Los Derechos Reales, s/e, Lir¡a 1955, Tomo II, p. 304.
tslrl MENAIE: "lVluebles y enseres de una casa': cABANELLAS DE TORRES, Guillermo.
Diccionarío enciclctpédico de derecho usual, 30" edición actualizada y ampliada por
Guillenrlo CabaneÍas De Las Cuevas, Editorial Heliasta, Buenos Aires 2008, Torno V
p. 338.
334
VtNcur¡.ctóN ENTRE BIENES
tsa2l Existen doctrinas extremistas que postulan que la universalidad es un objeto unitario,
susceptible por sí rnisrno de un derecho real. En tal sentido, "seria, en consecuencia,
contradicto¡io, pretender celebrar un contrato constitutivo de usufructo (acto de na-
turaleza obligacional y causal) sobre un conjunto de bienes, considerándolos como
unidad, para luego creer que el cont¡atante se convertirá en titular de un derecho real
de usulructo sobre elementos interdependientes entre si": PEPE, Iv{arceio Antonio.
"usufructo de londo de cornercio'l En LAN{BER, Rubén (Direct or). IJsufructo. Aplica-
ciones civiles y comerciales, Editorial Heliasta, Buenos Aires 2011, p.206. Si esta tesis
fuese cierta, habría que preguntarse, ¿se necesita reivindicar todos los rniles de ele-
mentos que conlorman el fondo ernpresarial cuando solo se encuentra en discusión
uno de ellos, por ejen'r¡rlo, Ia máquina industrial fundan.rental para la explotación? Es
claro, pues, que los objetos mantienen su singularidad.
((1o.
[5a3] La universalidad de hecho está integrada por un conjunto de cosas autónomas en
sí; lo que crea la noción de unidad es la destinación unitaria a un nlismo fin. Así, una
biblioteca está contl¡uesta de gran número de Iibros que guardan en sí su autonomía,
Pero su dueno los ha coleccionado en un todo, es decir, en una cosa colectiva, conjunto
o universalidad de hecl.ro. 2". La universalidad de hecho no puede mirarse conto una
sinlple suma de partes materiales, sino hasta cierto punto conto un todo que representa
algo más que la sur.na de sus diversos elementos. Un establecimiento comércial (empre-
sa o fondo de comercio), de que son ejemplo una libreria, una droguería, un a|ricén
de ropa o de viveres, etc., indudablemente es un todo diferente de I¿r suma de sus partes
o elementos": VALENCIA ZEA, Arturo y ORTIZ MONSALVE, Álvaro. Derecho Ciyil.
Tomo II: Derechos Reales, Edito¡ial Temis, 11. edición, Bogotá 2007, pp. 29-30.
-) -r:)
GuNrn¡n GoNzerps B.cnnóI'l
rr4l ocHoA CARVAIAL, Raúl Humberto. Bienes, Editorial Temis, Bogotá 2006, p. 30.
l5'r5l «Los objetos materiales sonimperfectos y cambiantes. Las ideas son la verdadera rea-
lidad, son inmutables, están más allá del espacio y ei tiempo' Las ideas son trascen-
dentes": GSNZÁLEZ GARCÍA, |uan carlos. Diccionario de Filosofía (voz: Ideas, en
Platón), EDAR Madrid 2004, P.227.
336
VrNcuracróN ENTRE BTENEs
Isa6l EI Código no define el menaje, pero sí señala los bienes que están excluidos de su defi-
nición: vestidos y objetos de uso personal, dinero, títulos valores, joyas, medallas, con-
decoraciones, diplomas y otras distinciones, armas, instrumentos de uso profesional
u ocupacional, colecciones científicas y artísticas, bienes culturales-históricos, Iibros,
archivos y sus contenedores, vehículos motorizados.
13471 "La teoría tradicional
exige, adernás de la pluralidad de cosas que tienen un destino
común, que estas sean muebles corporales y homogéneas. Pero esta teoria no nos pa-
rece aceptable, porque mientras por un lado no se muestra en armonía con la vida real,
por otro no puede decirse que haya sido admitida por la ley en formaque nos obliga
a seguirla. Y, en efecto, el requisito de la homogeneidad nunca aparece en la le¡ que
habla simplemente de universalidades de muebles: ¡ además, existen prácticamente
cosas heterogéneas que, según la opinión común, tienen un destino único ¡ por lo
tanto, unidad económica; por ejemplo, un servicio completo de mesa'l COVIELLO,
Nicola. Doctrina General del Derecho Civil, Op. Cit., p.327. Esta opinión es correcta,
siempre que se entienda referida a las universalidades en general, lo que incluye a las
de organización.
Por el contrario, en el Derecho romano, la universalidad de bienes requería la hornoge-
neidad, conforme se indica en el texto fundamental de Pomponio (D.,11.3.30.pr): FER-
NÁNDEZ DE BUIAN, Antonio. Derecho Privado Romano,lustel, Madrid 2}ll\ p.373.
-1.7 /
GuNrHrR. GoNzer¡s Ben nóu
tible de aporte social. Sin embargor esa norma no explora las múltiples
dificuitades teóricas y prácticas de este instituto. Consideramos que los
problemas son de tres órdenes.
338
VrNcureclóN ENTRE BTENES
I5'r81 «La
doctrina, en general, admite la existencia de transmisión general o lintitada de Ia
empresa, sin menoscabo de la disciplina jurídica que sería aplicable a sus bienes indivi-
dualizados. No ignora que tales eler.nentos estarán sujctos a iiertas particularidades, en
orden a su adaptación funcional a los fines que le son propios. No dejan de reconocer,
en definitiva, lá existencia de 1a empresa conio bien juridict susceptibie de tráfico, pero
considera que sobre tal institución confluirán disposiciones diferentes, en lunción de
la naturaleza de los bienes que comp_onen la unidad, estableciéndose su regulación por
bloques": I'IARTÍN REYES, IrfarÍa Ángeles. "La empresa como objeto de negocio júri-
dico: El sufiucto de en'rpresa'i En LAIvf BER, Rubén (Direct or). usufructo. Aplicaciones
civiles y comerciales, Editorial Heliasta, Buenos Aires 2011, pp. 132-133.
339
GuNrupn GoNzer-Es BennóN
Por su parte, el art. 438 señala que el usufructo legal puede recaer
sobre una empresa, en cuyo caso, las pérdidas de un año deben com-
pensarse con los beneficios de los años siguientes, por lo que estos le
corresponden al hijo. Esta disposición debería extenderse a cualquier otra
modalidad de usufructo.
fs49l
Esta es la opinión de uno de los mejores civilistas peruanos de trnales del siglo XX, y
aun cuando sus esluerzos se concentraron en el derecho mercantil, sin embargo, un
buen mercantilista necesita ser primero un excelente civilista: "La protección de [a
indivisión queda centrada en la unidad productiva bajo Ia moderna expresión de "em-
presa" y la causa de la protección ya no será exclusiva, o por 1o menos expresamente,
el interés de 1os herederos sino el interés de Ia empresa en sí y como consecuencia de
ello el beneEcio no solo de los herederos sino de la comunidad en general, al mantener
en operación la unidad productiva de bienes y servicios que es la empresa": TORRES
Y TORRES LARA, Carlos. De recho de la Empresa. Teoría de la emprcsa y materiales Lle
trabajo, Asesorandina, Lima 1987, pp. 105-106.
En palabras del agrarista italiano Antonio Carroza, uno de los clásicos de la discipli-
na: "En la sucesión de la empresa agraria, por el contrario, aparecen las posiciones
de efectividad: heredero no es y no puede ser uno cualquiera de los familiares, sino
únicaruente quien de ellos esté en grado de retomar el ejercicio de aquella actividad
340
VrNcureclóN ENTRE BTENEs
art.7 del Dec. Leg. 653, norma vigente, señala que la adjudicación corres-
ponderá al copropietario administrador (poseedor) o al copropietario con
mayor participación, lo cual indica claramente un orden de preferencia
que debe seguirse en Ia adjudicación, salvo cuando pueda hacerse parti-
ción r¡aterial en parcelas no inferiores a tres hectáreas de cultivos bajo
riego o su equivalente en tierras de secano. El artículo 6 del reglamen-
to, aprobado por Decreto Supremo N' 048-91-AG, precisa lo siguiente:
"considérase mejor rango para determinar la preferencia en adquirir la
propiedad de la parcela y/o parcelas resultantes del fraccionamiento que
acuerden los condóminos, al copropietario cuyo derecho posesorio esté
reconocido según las normas del derogado Decreto Ley No 17716".
productiva que ha cesado el causante por efecto de la muerte; o sea, en buena sustan-
cia, quien quiere, puede y sabe hacer oficio de agricultor": Cit.DÍAZ BEDREGAL, Flo-
rencio. "Sucesión Hereditaria y Derecho Agrario'1 En GONZÁLEZ LINARES, Nerio y
DÍAZ BEDREGAL, Florencio (Directores). Temas de derecho agrario contemporóneo,
Universidad Andina del Cusco - Universidad Nacional San Antonio Abad de1 Cusco,
Lima 1991,p.577.
tsstl MORALES ACOSTA, Alonso. Los grandes cambios en el derecho privado moderno,
Asesorandina, Lima 1990, p. 214.
341
GuNrs¡R Goxz¡.r-ps IlennóN
t5s21 «Desde
la perspcctil'a del pasivo, la diferencia fundamental que se encuentra con ios
supucstos de enajenación de la ernpresa se centra en la otra vertiente en que se rnani-
fiesta la sucesión universal, en concreto, en la posibilidad dc prcscindir de la obliga-
ción de coutar con el consentirniento individu¿lizado de los acrecdores sociaies Lrara la
transl-nisión de las deudas; en los sttpuestos cle la enajenación de la empresa mercantil,
es preciso cont¿r con el consentimiento de los acreedores para que la transmisión cie
las deudas sea eficaz frcnte a ellos y por consiguiente, para que tras la enajenación el
primitivo dc-udor quede liberatlo": ALESSIO RORLES, l\'liguel. Tetnas de ,lcrecltos rea-
les, Editorial Porrúa, N1éxico 2012, p.12.
lssrl La Ley N' 2259 establece, para cleterminada hilrótesis, una responsabilidad solidaria
entre el enajenante y el adquirente de la enrprcsa, Io cual significa obviarner.rte que se
han transmitido las deudas. En efecto, la norr.na "obliga a publicar avisos durante quin-
ce clias para que los acreedorcs se presenten dcntro de los treinta clías siguier-rtes a ha-
cer elcctivo el pago de sus créditos, bajo la sanción de que si no se hiciera las publica-
ciones dcben responder el vendedor y el corn¡rrador, solidariarnente f¡entc'a terce¡os,
y en el Decr eto Supiemo de 1 0 de septier.nbre de 1953, que impone la obligación de dar
avi.so a l¡r Cámarir de Conrercio ¡ror carta notaria] el día en que se entreguen los avisos
al periódico que debe publicarlos, corriendo el témrino a partir del día siguiente a la
pri mera publicación": NlONTOYA l\'{ANFREDI, Ulisc's. Dcrcclrc Co tne rc i al, Cultural
Cuzco, Lima 1938, Tonro 11,p.74.
342
VrNcurecróN ENTRE BTENES
313
GuNrHpn GoNzerns Ban nón
I5s7l «El concepto de'pertenencias' se relaciona normalmente con las cosas muebles que
se destinan a una cosa inmueble, o a otra cosa mueble, como en el caso señalado dei
buque, pero no con las cosas inmuebles que a su vez se destinan a otra cosa inmueble.
Estas otras situaciones de destino entre inmuebles dan lugar a lo que se denominan
'anejos' de los departamentos en propiedad horizontal, y a las titularidades ob rem en-
tre frncas. Pero en ninguno de ambos casos cabe hablar de pertenenclas, en el sentido
propio de este concepto, pues los anejos son inseparables de las cosa, y más bien cons-
tituyen, por ello, partes integrantes inseparables. Y en cualito a las fincas en situación
de titularidad ob rem, se trata de fincas'independientes', que tienen una conexión en-
tre ellas, pero que só1o se produce por razón de unión de titularidades y no de unión de
objetos. No se trata de una sola finca compuesta de dos partes integrantes, sino de dos
fincas con titularidad conexa e inseparable. La conexión es, por razón de la titularidad,
si bien hay que reconocer que a su vez esa conexión parte de una especial situación de
destino o servicio entre las fincas similar al de las pertenencias"; GARCIA GARCÍA,
|osé lvlanuel. "Teoría general de los bienes y las cosas", Op. Cit., p. 940.
It58l Por cada finca se abre una hoja en e1 Registro, la cual contendrá todo su historial jurí-
dico (art. 4,2 Reglamento de las Inscripciones del Registro de Predios de 2008, aproba-
do por Resolución N. 248-2008-SUNARP/SN. Anteriornrente este tema fue regulado
por el art. 1 de la Arrrpliación del Reglarnento de Inscripciones de 1970. La Exposición
344
l-
345
GuNrupR GoNzer-ps Beanóx
A la inversa, en algún caso especiñco, se eliminó por mandato legal Ia natural "rela-
ción de servicio" inherente en la accesoriedad. Se trató del art. 1017 del Código Civil
de 1936 (modificado por Le,v 10793 de 1947 y ampliado por Ley 13837 de 1962): "La
hipoteca se extiende a todas las partes del bien hipotecado, a srts accesorios, y al irnporte
dc las htdctnni:t¡ciones dc /trs s,grrros y dc la e.rpropiación: solt'o cttando sc tonstittt,t'e
soltfi: ti¿rrLts d,: cultivo o fLtndos \'an(tdL'ros. L'n cut'o cnso sólo sc c.tt¡ndert¡ al c,tsco,lcl
irnntLeble. a las inLle mnizaciones de los seguros del mismo y al valor de su exDropiaciórt"
(el subray'ado es nuestro). Esta disposición quedó derogada con 1a entrada en vigor del
Código Civil de 1984.
[561] CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit., Torno I, p. 152.
Este autor agrega conro ejemplo que si el arrendatario de una fábrica industrial intro-
duce una máquina de elevado rendimiento para rnejorar su productividad, ello produ-
ce una integración meramente económica, pero no una "relación de servicio" jurídica.
Es decir, la máquina no se convertirá en accesorio de la lábrica principal, en cuanto no
existe el consentimiento del propietario de uno de los bienes.
Is62] Cit.DÍEZPICAZO,Luis. Fundamentos de derecho civil patrimonial,Op. Cit., Tomo III,
p.191.
En tal sentido, se dice que el acto de destinación es un acto jurídico en sentido estric-
to, pero no un negocio jurídico, pues si bien requiere de voluntariedad, sus efectos vie-
nen deternrinados ex /ege, y no ex voluntate: GARCÍA GARCÍA, iosé Manuel. "TeorÍa
general de los bier.res y las cosas", Op. Cit., p. 9'11.
346
\II¡.C UI-¡CIó¡. EN IRE I]I ENES
rs6r1 DÍEZ PICAZO, Luis. FLtndoncntos de dereclto civil patrimtttúal,Op. Cit., Tomo III,
pp.190-191.
lsesl pEqfu\flA, Francesco (Teoría jurídica de la ltaciettda ncrcantil, Op. Cit., p. 37) habla
de un acto rea1, en el que se suma la voluntad y la situación de hecho por el que se
alecta el bien accesorio al destino de1 principal.
15661 ENNECCIIRUS, Ludwig y NIPPERDEY, Hans. "Derecho Civil (Parte General)'i En
ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, N{artin. Tratado de derccho cívil,
Op. Cit., Tomo I-1., p. 567.
347
GuNrHrn GoNzerps BennóN
15671 FERRARA, Francesco. Tcoría jurítlica dc la lt,tcicndtt ntercatttil, Op. Cit., p..11.
El maestro italiano agrega que la "relación de servicio" no produce efectos actuales
o inmediatos, sino únicamente constituve la prenrisa o la base de efectos futuros, en
cuanto expone al bien accesorio a quedar vinculado a todas las relaciones que tengan
por objeto el bien principal (lbíd., p. a).
ls68l El art. 1 101 CC señala que la hipoteca se extiende a los accesorios, pero no precisa cuá-
les son, por lo que debe recurrirse a la voluntad de las partes o a los usos del tráfico.
Esta situación, obviamente, puede generar serios problemas de orden práctico cuando un
mismo bien n.rueble es "hipotecado" corlro accesorio de un inmueble, y simultáneamente
gravado con 'garantía nlobiliaria'l Este conflicto puede solucionarse con la debida coor-
dinación entre el registro inmobiliario (donde consta la hipoteca) y el registro mobiliario,
y ello fue el propósito del art. 7,2 de la Ley 2402, sobre prenda agrícola: "Todo contrato
se inscribira en el Registro da la Propiedad Inntueble dcl departameúo a que pertenezca el
fundo en c1ue se hallen las cosas dadas en prenda. Para este efecto los registradores llevarán
un libro especial en el c1ue anotaran los contratos de prenda agrícola, consignutdo en el
asíento todos los detallcs y cirumstancias que pernitan identificar las cosas dadas en pren-
da, con arreglo al fornrulario que deberá expedir el Poder Ejecutivo. Esos tnisntos detalles y
circunstancias Jornnrán parte de los respectivos contratos. Para la anotación de los contratos
de prenda agrícola no es necesaria inscripción previa algunn"; que constituye una norma
pionera de la vinculación entre ambos registros, sin embargo, ha quedado derogada.
Posteriormente, el art. 3i de la Ley de Creación de COFOPRI, Texto Unico Ordeni¡do
aprobado por Decreto Supremo N' 009-99-N{TC: "Las prendas agrícolas que constitu-
yan Ios propietarios o poseedores de predios rurales inscritos en el Registro Predial de Litna,
se rcgistrarán exclusivamente en las partidas ragistrales de dichos predios. El Reglamento
348
Vr¡¡curecróN ENTRE BTENES
349
GuNrrrER GoxzeI-Es B,qnnóx
rio puede hipotecar su predio v esta garantia rcal se extiende por mandato legal a toclas
las partes intcgrantes dcl bien gravado, a sus accesorios, v al irr-rporte de las inclernniza-
ciones de los seguros y de la expropiación, sah'o pacto distinto, conforme lo establece
e1 artículo 1101 del Código Civil.
(que
¿Entonces cótno se resuelve cl conflicto entre la lúpotcca que recae soltre el irunucble
inclul'e partes iriegrantes y acccsorias), y la prenda que recde sobre losfrutos petrtlicntes
(gravados ro,Tls ¡7¡l¡r:ltles)? Es cvítlente (ftc eiltre una y otra garantía lny intersacción 1'
«tnJlicto de de reclrc¡s, tluc se rcsuelve ncdiante la aplicación de bs prhrcipíos de oponíbi-
lidatl y priorídad registralcs. La gararttía i¡tscrita cn pritner tértnint-¡ se oPonc a la htscrita
en segundo o ulteriL'¡res lugarcs.
AIgo sobre este asunto había señalaclo ei artículo 20 de la Ley 2402, actualrrente de-
rogado, cuando establecía que las hipotecas con que se gravan los funclos, no se ex-
tienden a las cosas dadas en prenda agrícola Por sus propietarios, con anterioridad a la
constitución de la hipotcca.
CUARTO: En este orden, si 1a prenda sobre frutos pendientes fue inscrita en prirner
térnrino, el acreedor hipotecario, que acePte una garantía real con posterioridad, ten-
drá que respetar los et'ectos de aquella pues le serán o¡ronibles. Es alli cuando adquie-
ren trascendencia cl artículo 7 de la Ley 2402,v artículo 10 de su Reglarnento, que obli-
gan a que tan pronto como se registre un contrato de ¡r¡g1tcl. agrícola, se tortte rrz(in
de él en el Rcgistro de Propiedacl Inluuet¡le rnecliantu. una nota rttarginal en la partida
registral del fundo del cual soll Partc los capitales tl¿tios en Ir'flda Tc'rl¡ritlrd. el cr¡rr-
trato, se cancelará la citada anotacicitl tll¿rqinal. Estir anot¿cit¡ll i'.rlllit!'il los t!'rceros
que contraelt rcsPecto del inn'ruebl.', conL)cer l.r situ.1.i!)i] iuriJ.i¡¡.i.'1.r prcndr, la quc
tendrán que resPetar hasta su total cancei¡ct,,n i'u.'s 1cs es t'i'olllble,
Si bien no es requisito de quir'll collstitulr. Ia 1'¡t'"tit tcll!'r ins'rito el dol¡inio del
inn-rueble donde se encuentran Ios sembrios o irutos pc'ndic'ntcs, dc'estario si c's itre-to-
rable que quien los grave acredite r'l dorr.rir.rio cicl ¡r¡¿¡116 o Ia relación,]urrclica que lo
vincula con el propietario con derccho inscrito (arrendarlliento, usutiucto, etc.) clue
lo legitime a prendar los sombríos, r'a que de 1o contrario se crearia la posibilidad de
admitir en el registro anotaciones cle gravánrenes sobre preclios cu,vos titr,rlares no Ios
han cor-rsentido, atentando registralrnente contra 1a segr-rridacl jurídica e'stática (princi-
pio de legitirnación) y el conjunto del sistenra juríclico, pues los inrtruebles padeceriirn
gravámenes que prácticamente les impedirían ir-rgresar al circuito couerci¿rl.
El.r este sentido, el constituyente de Ia prenda, a fin de hacer oponible su derecho frente
a terccros aclquirentes del inrnueble inscrito, dcbe precisar la partida registral de éste
a fin de que ef registrador verifi<tue las acciones que hicir-r-ros mención en este conside-
rando. Desdc luego que los terceros que contraten res¡recto del inn-rueble no se verán
perjudicados si estando inscrito éste, la prenda sobre los sembríos se hubiera inscrito
de buena o mala fe como si el predio sobre el cual recaen no estuviera registrado.
OUINTO: Ahora trien, si se ejecuta una hipoteca que grava un predio sobre el clue
también recae con preferencial rango prenda agrÍcola sobre los frutos pendientes, se
debe dejar a salvo el derecho del acreedor prendario. Sin ernbargo esta situación tendrá
que verificarse en sede judicial, pues en la rcgistral, conforme con el articulo 739 del
Código Proces¿rl Civil, el inrnucble se transflerc al adjudicatario dejando sin electo
todo gravamcn que (directa o indirectamcnte) pese sobre acluói, salvo la medida cau-
telar de anotación de dcntanda. Es en definitiva el órgano jurisdiccional quien debe
velar por la adecu¿rcla notihcación de qr-rienes tengan derecl-ros prcferentes, asPecto que
con.rpiende la regulariclad del proceso judicial, árnbito que está fuera clel alcance de la
calificación de las instancias registrales.
350
VrNcur-ec¡óN ENTRE tsrENES
351
GuNrrlpn Go¡¡zerrs B¡,nnóN
{s6el ARIANO DEHO, Eugenia. El proceso de ejecución, Editorial Rhodas, Lima 1998,
pP. 341.
ls70l El concepto de "inmueble por destino" se ha extendido más allá del destino agrícola,
comprensivo de los elementos vivos del fundo (animales de labor o de re¡rroducción,
de leche o carne, etc.) y los elementos inanimados como las máquinas de riego, los
aperos, los simientes, etc.; pues ahora se comprende en él la pertenencia industrial
(referida a los establecimientos empresariales y sus elementos, máquinas, mobiliario,
etc.),1a pertenencia de los edificios, es decir, todo aquello que, sin ser parte integrante
del misnro, sirve a su destino especíñco como calentadores de bario, cocinas, artefactos
electrodomésticos, etc.: SANTOS BRIZ, Jaime.'ArtÍculo 334 del Código Civil'l En AL-
BALADEiO, Manuel (Director). Comentarios al Código Civil y contpilaciones foralcs,
EDERSA, Madrid 1980, Tomo Y-L', p.22.
3s2
VrNcurectóN ENTRE BIENES
5.4 PROPUESTANORMATIVA
En virtud de nuestros comentarios y críticas, las nonnas propuestas
para el tema de los accesorios, son las siguientes:
ART.888:
Son accesorios los bienes c1ue, sin perder su individualidad jurídica,
se encuentran pernxanentemuúe afectados a la fwtciórt económica
o social del principal.
La afectación debe realizarla el propietario de atnbos bienes por
virtud de declaración expresa, tácittt o por hecltos conclu¡'entes que
permítan inferir la existencid del acto jurídico real.
Los accesorios pueden ser objeto de derechos sitrgulares.
El aprovechantiento pasajero no otorga la calidad de accesorio,
ni la separación provisional de un accesorio le c1uita ese carácter.
ART.889:
Las partes integrantes de un bien, y sus accesorios, siguen la con-
díción del principal, salvo c1ue la ley o el contrato, según el caso,
permita su separación.
ls7'l Cit.ROMEROROMAÑA,Eleodoro.LosDerechosReales,sle,Limalg55,TomoI,p.28.
ts72l BARBERO, Domenico. Sistema de Derecho Privado, Op. Cit., Tomo I, pp. 326-327. Se
debe distinguir el "goce materializado" del bien, que da como resultado el fruto; y el
353
GuNrr¡rn GoNzarrs BennóN
goce in ndtural que no da nacinriento a nur.\'os bienes (fr-utos), r'que nriis bi!-n es una
manifestación del concepto "valor de uso" utilizado por los econornist.rs: \lESSINEO,
Francesco. lvlnttual dc rlerccl:o civil t'ct'¡nt¡rcia/, Op. Cit., Tonro Il, p..jl3.
f5731 En este equír'oco incurren: CUADROS YILLEN.\, Carli¡s FerCinand. Dcrc¡lo-r R¿,r/es,
Op. Cit., Tomo I, p.159 r'R.\IIÍREZ CRL'2. Euqenio \larÍa. Iraln¡io r/c Dc'rr'c/¡os R¿a-
les, Op. Cit., Tomo I, pp. 2a0-2-11.
En puridad, es dudoso, incluso, que el interés devengado de una suma de dinero dada
en préstarno o la renta generada por un alquiler puedan ser considerados como "tiu-
tos" (civiles). Ttlngase en cuenta que estos provechos (interés, renta) provienen de una
reiación obiigacional en donde el "bien derivado" r'cndria a ser ur1 crédito, aun cuando
la ley pretende superar este escollo teórico estableciendo que ios frutos civiles se ad-
quieren cuando se recaudan, esto es, cuando se cobra el crédito (art. 892 CC). Por ello,
en el Derecho romano se consideró que el interés del dir-rcro no era un fruto, aunque sí
tcnía analogías con este. En ¡r¡¡¡¡.'r lugar, citamos un pasaje de )AVOLENO contenido
en D.50.16.121:"El hterés clue coltramos del dinero no esfrtLto. pues no proviene del mis-
mo dinero, sino de otra causa, esto es, de la nueva obligación [que nace del préstamo]":
D'ORS, Álvaro y otros. El Drges to de Justiniano. Versión Castellana, Editorial Aranzadi,
Parnplona 1968, Tomo III, p, 855. Un segundo fragnrento, interesante a este propósito
es de ULPIANO, está contenido en D.22.1.31 "Los intercses hacen |as veces de frutos y
no hay razón para separarlos de ellos, y así se observa en los legados y fideicomisos, en Ia
acción d¿ tutela y etr los demas juicios tle buena fe. Ltl tnistno dire tnos rcspecto a los otros
acrecintientos": Ibíd., Torno II, pp. 84-85 (los subrayados son nuestros).
Por otro lado, el "fruto civil" se identifica conro valor sr.rstitutivo por la falta de opor-
tunidad de contar con el "goce nraterializado'(frutos),v el "goce in natura'(valor de
uso) de un bien. Téngase en cuenta que en el arlendamiento, el inquilino no solamente
remunera por los eventuales frutos que pudiese percibir, sino fundamentahnente por
el valor de uso del bien. En consecuencia, resulta ¡ror lo menos sospL'6h65. -dcsde
el punto de vista dogmático- una categoría cor.no la de los "fiutos civiles'l en donde
354
Vl¡{cur-¡clóx ENTRE BTENEs
este concepto sustituye no solo a los frutos dejados de percibir, sino tan.rbién sustituye
valores econónricos ajenos a la noción jurídica de fruto, como es el caso del "valor de
uso'l La doctrina considera, efectivamente, que existen acusadas diferencias entre
los "frutos naturales o industriales" y los "frutos civiles", por lo que es muy difícil
conseguir una unidad conceptual para estas dos categorias: DÍEZ PICAZO, Luis.
Fundamentos de dereclto civil patrimonfuil, Op. Cit., Tomo III, p. 830.
Sin enrbargo, el legislador ha decidido mantener para fines prácticos ia unidad de los
"frutos civiles'l
rs7'tl IGLESIAS, )uan. Derccho romano, Editorial i\riei, Barcelona 1999, p. 146.
t57sl Podemos citar un texto de ULPiANO en D.7. I .59.1 : "Totlo lo que ilace en un fundo o cie
ol ttrrtfructtutrio. To¡nbién las pensiortcs de los cornpos orretulados
él se pcrcíbe, pertenece
con anterioridad si fueron expresamente com¡t¡sndifla5 (..)'1 D'ORS, Álvaro y otros.
Dígesto de lustiníano. \/ersíón Castellana, Op. Cit., Torno I, p. 318, Es tambiér-r intere-
sante el siguiente texto de ULPIANO citando al jurista de la época clásica SABINO:
D.71.12.2: "El uxtfructrrcrío pucde disfrutar la cosa por sí tnismo o pertrtitir a otro r1ue la
disfrute, y tanrbién arrend¡¡r o vender [el ejercicio del derecho de usL{ructo], Porque usa
el que arricnda y usa el que venile. (.,.) ": Ibíd., p. 306. Sin embargo, la cuestión no es tan
clara, pues muchos romanistas consideran que la renta por el goce de un bien ajeno no
era un "fruto", aunque se le consideraba así por analogía.
GuNrr¡rn Gouz¡.rps BannóN
tsTul Se critica la distinción entre frutos naturales e industriales, por cuanto los provechos
espontáneos de un bien no tienen ma1,or relevancia económica, por lo que ambas ca-
tegorías pueden refur¡dirse en una sola, pues los provechos de un bien normalmente
se obtienen en mérito del trabajo humano: DÍEZPICAZO,Luis. Fundamentos de dere-
cho civil patritnonial, Op. Cit., Torno III, p. 830. Con toda razón BARASSI, Lodovico.
Instituciottcs de derecho civil,José María Bosch Editor, Barcelona 1955, Tomo II, p.
147) señala que Ios frutos naturales (incluye allí los Ilamados "frutos industriales") son
los producidos directamente y de un modo natural u orgánico por el desarrollo de la
propia cosa, 'ton la ayuda o no del obrar humano'l En vista a esta conocida crÍtica, el
Anteproyccto de VECA VELASCO, forgey CÁRDENAS QUIROS, Carlos, En COMI-
slÓN REFORI{ADORA DEL CÓDIGO CIVIL DE 1936. Proyectos l,Anteprol,ectos de
la reforma del Código Civil, PUCR Lima 1980, Tomo I, pág. 905-906) siguió el art. 820
dcl Código Civil Italiano. En dicho Anteproyecto solo se reconocian dos clases de fru-
tos: los n¿turales o industriales definidos como: "ac1uellos que provienen directamente
del bien, concurra o no en ellos la obra del hombre, como las cosechas, las crías de ani-
males", y los civiles: "las rentas o intereses que se obtienen del bien como compensación
del goce que otro tenga de ello, como los intereses de los capitales, las rentas vitalicias o
perpetuas, el hnporte de los arrendamientos".
Is77l Pasa revista de ellas: CARCÍA GARCÍA,
José ltlanuel. "Teoría general de los bienes y
las cosas", Op. Cit., pp. 1016-1019.
356
VINcU¡.ecróN ENTRE BTENES
rs78l BARBERO, Domenico. Sistema de Derecho Privado, Op. Cit., Tomo I, p. 327.
357
GUNrH¡n Goxzel¡s BenRóN
ls7'l I\'IESSINEO, Francesco. Manual de derecho civil y patrimonial,Op. Cit., Tomo II, p. 313.
15801 ENNECCERUS, Ludrvig y NIPPERDEY, Hans. "Derecho Civil (Parte General)'] En
358
VrxcuraclóN ENTRE tsrENES
359
GuNrupn GoNzerr,s BennóN
la utilidad es su fruto, en tanto resulta ser el bien nacido por efecto del
conjunto empresarial, cuya finalidad es precisamente el lucro. Por ejemplo,
en el caso del usufructo de empresa, puede decirse que las utilidades son
frutos, o no, pero en cualquiera de los casos, ambas partidas Ie corres-
ponden al usufructurio por su derecho de aprovecharse todo el disfrute
áel bien, sean frutos en su sentido tradicional, sean otros beneficiostsssl.
6.4 CONSECUENCIASJURÍDICAS
El concepto jurídico de "fruto" se utiliza en nuestra legislación pri-
mordialmente para Ios siguientes efectos:
a) Determinar el c¡uantum de lo que el poseedor de mala fe debe
reembolsar al propietario a título de frutos (art. 910 CC¡tss6l' pn
sentido contrario, el poseedor de buena fe se apropia de los frutos
(art. 908 CC).
b) Deternrinar el c1uantunl de lo que el vendedor debe entregar al
comprador a título de frutos, además del bien mismo, siempre
que se haya producido demora en la entrega (art. 1554 CC)
c) Determinar desde qué momento se restituyen los frutos en caso
de ineficacia del negocio jurídico (nulidad, resolución o rescisión).
En el ámbito de nulidad, no existe norma expresa, por lo deberá
estarse al carácter retroactivo de la nulidad, con la consiguiente
360
VrNcurecróNr ENTRE BTENES
361
Guxrurn GoNzeres B¡nnóx
362
a
363
GuNrn¡R GoNzer¡s Bannóx
6.5 PRODUCTOS
Por otra parte, en la sistemática del Código, los productos vienen a
ser "/os provechos no renovc,bles que se extrnen de utt bien" (art. 895 CC).
En este sentido, el fruto es un "provecho renovable", mientras que el pro-
ducto carece de esa cualidad. Sin embargo, la distinción tiene limitados
efectos, pues las disposicÍones sobre frutos se aplican a los productos,
siempre que no haya exclusión expresa de 1a ley o del contrato (art. 895
CC). La norma solo se refiere a la "falta de exclusión" por disposición
legal, y no dice si esta puede provenir de contrato. En nuestra opinión,
no caben dudas que es así, por cuanto la regulación de los frutos es
dispositiva, y no imperativa.
(5"1 Según el art. 1016 CC los frutos pendientes (antes de la separación) al inicio del usu-
fructo -por analogía, al inicio de cualquier situación jurídica- pertenecen al usufruc-
tuario; mientras los pendientes al término del usufructo, pertenecen al propietario.
Esta disposición está inspirada en el Código Civil Español (art.451). Aqui se da rele-
vancia absoluta al momento de 1a "separación'l es decir, se es propietario de los frutos
al que tiene el derecho en el momento de la separación. Una regla similar está prevista
en el BGB (par. 101- 1 ), aunque tiene un matiz diferencial importante'. "Quien está obli-
gado a Ia entrega de frutos puede exigir indetnnización de los gastos ltechos en la obten-
ción de los mismos, siernpre que correspondan a una ordenada economía y no sobrepasen
el valor de los mismos frutos".
Ise4l Los frutos civiles casi sier.upre consisten en prestaciones periódicas, cuya división en
el tiempo debe hacerse en pro¡rorción a la duración del derecho; es intrascendente la
circunstancia de haberse efectuado el cobro o no de [a renta. Esta es la solución del
BGB (par. 101-2) y del Código Civil Español (art.451,3).
364
VrNcur-acró¡,¡ ENTRE BTENES
Los productos típicos son los que provienen de una cantera de piedra,
un yacimiento de sal, la carne de un animal sacrificado, etc. No se trata
de productos orgánicos, regenerables, que tienen su propio ciclo de vida
que se renueva periódicamente; por el contrario, se trata de la extracción
de partes de la cosa hasta agotarla totalmente.
365
Gu¡rrH¡R GoNzelrs BexnóN
todavía no existen pero han de existir, o con respecto a cosas que uno
tiene o va a tener. En el prirner caso estamos ante los "bienes futuros
objetivos"lsr6l, en cuanto no existen in rerum natLtra; mientras en el se-
gundo caso estamos ante ios "bienes futuros subjetivos", es decir, sobre
aquellos bienes que ya existen en la naturaleza, pero pertenecen a patri-
monio ajeno, sea que estos sean determinados (propiamente "ajenos") o
que simplemente recaigan en forma genérica sobre todos los bienes que
el constituyente tenga ahora o llegue a tener en el futurols"l.
lse6l D.20.1.15,pr: Pueden darse en hipoteca incluso las cosas que todavía no existen pero
han de existir, col¡o los frutos pendientes, el hijo que ha de nacer de una esclava, las
crías del ganado, de forma que Itan pronto] nazcan queden hipotecados...
t"'l D.20.1.1: Está adrnitido el convenio general de dar en prenda bienes Iactuales] y los
que se adquieran después.
D.20.1.6: En la hipoteca general de todas Ias cosas que uno tiene o va a tener no
entran aque'llas que nadie va a hipotecar en especial, como por ejemplo, e1 ajuar; igual-
mente hay que dejar a1 deudor los vestidos y aquellos esclavos de uso...
366
\tNcur-ecróN ENTRE BTENES
Isesl Artículo 1406 CC: "Es nulo el cotltrdto por tl qtte -ie' ¿/i.'¡orr¡l¿ sttltre la totalidod o una
parte sustancial ,l¿ los bierrcs qrte uttd pe rsotttl ptrt'Lla tdc1uirir ur elJirturo".
tseel En efecto, una de las "novedadr's" nrás discutibic.s de la citada iey', Io constitut'e la ga-
rantía gcnérica que recae sobre todos los bienes del dcudor, Irresentes o tuturos (art.4).
Esta fiqur¿ no rcprescnta una inocente reiter¡ción de la resp.onsaLrilidad ¡ratrimonial
del deudor, por cuanto en esta hipótesis estamos ante un derecho real que afectará
a terceros. Asi ¡ru65, si un bicn inglesa al ¡.rr1.1,.,',onro dcl deudor, 1', por efecto de la
garantía, este queda automáticarnente alectado con el gravirmen, e'ntonces los terceros
adquircntes sufrirán tal consecuencia. Dos ejemplos bastarán para demostrar los pro-
blemas: Primero, si'A'constituye garantía sobre todos sus bienes, L)resentes o futuros,
entonces el saldo resultante de sus cuerrtas bancarias tarnbién cluedará afectado con
ia garantia )', por tanto, el Banco debería retencr los fondos para evitarse la responsa-
bilidad consiguiente frente al acreedor garantizado; lo rnismo ocurrirá con cualquier
crédito, inder¡nización de póliza de seguro, etc., que pueda circular en el mercado.
Segundo, una elrpresi constituye una garantía gr'nérica a favo¡ de detenninado acree-
dor. Esta situación implicará que todas las mercaderías que ingresen a su patri¡nonio
innlediatanrente quedarán gravadas. Dc esta manera, casi todos los bienes que cir-
culan en la econornía podrán estar afectados de una u otra lrirnera, con lo cual se
impondrá, en la práctica, un dcber de verificación sobre toda adquisición rnobiliaria,
lo que resulta verdade'¡amente irracional. La cuestión se agrava si tolnanros en cuenta
que, ante la pern.risividad de la le¡ Ia mayoria de los acreedores exigirii este tipo de
garantia para contar con una protección reforzada, sin etrbargo, la protección de uno
conllevará la destrucción dcl trálico en general. Por lo demás, un deudor sujcto a esta
garantía renuncia en la práctica a obtencr crédito de un segundo acreedor, pues este
sabe que lo ¡rs66 o mucho quc adquiera el deudor ya está afectado a favo¡ del primer
367
GuNrsrn GoNzer-Es BennóN
En su¡na, ora por el distinto efecto típico de cada una de las moda-
lidades de bienes futuros, ora por la supresión moderna de los negocios
genéricos, el hecho concreto es que actualmente se considera como "bien
futuro", en sentido estricto, a la cosa que no existe pero ha de existir
(D.20.1.15.pr). Esta fórrnula romana es bastante expresita, y ha sido
acogida en una serie de ordenamientos modernos, como es el caso del
artículo 1532 de nuestro propio Código Cl.r'tl: "Pueden venderse los bienes
existentes o c1ue puedan existir".
acreedor. De esta forma, el deudor queda sin ninguna capacidad de crédito, y se sujeta
a un contrato de atadura que puede ser fuente de múltiples abusos, en tanto el primer
acreedor se convierte en un monopolista del crédito que no necesita competir en el
mercado por mejores condiciones o tasas por ese deudor, ya que, en la práctica, este
no puede obtener fi¡ranciamiento de otro acreedor.
Esta figura, afortunadamente, no es aplicable a la hipoteca en virtud del art. ll00
CC: "La hipoteca debe recaer sobre inmuebles específtcamente determinados".
t6ool Por 1o demás, y cómo ya ocurría en el Derecho rornano, lo más probable es que este
negocio genérico se convierta en una cláusula de estilo. Sobre el particular puede verse
el siguiente fragmento del Digesto: D.20.1.15.1: Lo que se dice de que el acreedor debe
probar que ia cosa pertenecía al deudor en el momento de convenirse la hipoteca, se
refiere a la que se conviene de manera especial, pero no a la que suele insertarse todos
los días en los documentos, de que, aparte las cosas especialmente dadas en hipote-
ca, queden también en garantía, como si se hubiese convenido especialmente una
hipoteca sobre ellos, los otros bienes del deudor que tiene actualmente o adquiera
después.
368
Vtwcur¡.clót¡ ENTRE BIENEs
369
GuNrHpn GoNzer-ps BannóN
Ia realidad física, pero que, a pesar de ello, se les considera "futuros", por
cuanto carecen de individualidad jurídica; en efecto, el fruto mientras se
encuentra en la planta o en el árbol, sin haberse producido la separación,
se reputa como parte integrante del bien principal y, por tanto, no existe
como objeto autónomo de derechos. En suma, el fruto pendiente tiene
esencia material (es tangible, mensurable, apreciable por los sentidos, etc.),
pero no existe como objeto separado, ya que el único bien existente es
el principal, esto es, el inmueble al que adhiere el árbol o la planta. Esta
situacién se presenta tarnbién en el Derecho moderno, y así podemos
mencionar el art. B8Z 2 CC, por el cual,las partes integrantes no pueden
ser objeto de derechos singulares. En efecto, por una cuestión de mera
lógica y racionalidad del sistema, no podría admitirse un propietario de
la planta, y otro propietario distinto del árbol; o un propietario de la casa,
y otro propietario de los ladrillostuotl. En consecuencia, la parte no es un
bien individualizado (por ejemplo: Ios frutos pendientes de separación),
pues, sobre é1, no caben derechos singulares, por lo que se le reputa "bien
futuro", es decir, cosa que no existe (para e[ derecho), pero ha de exis-
tir. Por otro lado, en el caso de las crías de ganado, sería perfectamente
posible que el animal l'rembra no se encuentre en gestación, por tanto,
este es un bien futuro, en el que la cosa no existe (en el mundo físico),
pero ha de existir.
1603l "En lo que respecta a los frutos pendientes y los árboles (aún no cortados), se podría
señalar que éstos existen ya en 1a naturaleza y que no parece correcto por tanto hablar
de cosas futuras. La objeción es fundada en abstracto. Sin embargo, no 1o es si se con-
sidera que, en la r-nente del legislador, una cosa puede ser cor-rsiderada futura, no sólo
cuando sea física o naturalmente inexistente, sino también cuando, existiendo física-
mente, no puede ser objeto autónomo de un derecho. Y ello ha sucedido precisamente
para las plantaciones (y consiguientemente, a fortiori, para 1os frutos pendientes) de
las cuales el legislador ha dicho que no se puede transferir la propiedad separadamente
de aquella del suelo. Para plantaciones y frutos por tanto, 1a existencia se identifica con
el corte o separación": FERRI, Lutgi. Lecciones sobre el contrato, traducción de Nélvar
Ca¡reteros Torres, Editora Jurídica Grijle¡ Lima 2004, p. 280.
A esa misma conclusión debe arribarse, en nuestro ordenamiento, por virtud al artícu-
lo 887, segundo párrafo, del Código Civil.
370
VrNcur-.a,cIóN ENT'RE BiENES
le4l Cit. TORRES MÉNDEZ, lvliguel. Estudios sobre el contrato de compratenla, Op. Cit.,
Parte II, p. -l-1.
371
GuNrnE n GoNz.lr-Es B¡.Rnox
DÍEZ PICAZO, Luis. Fundatnentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
pp.166-168.
El autor español nos da un interesante ejemplo de la determinación precisa, que es
propia de los derechos reales, en contraposición con la determinabilidad, que es ad-
mitida en el án-rbito de 1os derechos de obligación. Vale 1a pena transcribir el párrafo:
"¿Qué eficacia posee entonces un negocio jurídico que establece únicamente los cri-
terios de determinabilidad del objeto de la relación jurÍdico-real cuya constitución se
prevé? ¿Qué ocurre, v. gr., si yo lego el usufructo de una de las dos casas que poseo, a
elección del legatario, y si constituimos u¡ra servidumbre de paso que haya de gravar
aquella de mis fincas que un tercero, un técnico por ejemplo, determine como la más
adecuada o si pacto una prenda sobre uno de ios caballos de mi cuadra? Es evidente
que en todos estos casos nos encontramos ante un negocio jurídico plenamente efrcaz.
Se trata de una relación jurídico-real en estado de pendencia o de una relación
obligatoria instrumental, previa a la relación juridico-real definitiva": Ibíd., Tomo
III, p. 168.
372
VrNcureclóN ENTRE BIENES
1607l "Es indiscutible que de un examen profundo sale a la luz que el vendedor de cosa fu-
tura está, ya desde ei momento de la celebración del contrato, obligado a hacer todo lo
necesario que esté en su poder a fin de que el cor.nprador adquiera la propiedad. Por lo
tanto, si la cosa no llega a existir a causa de 1a dehciente actividad de1 vendedor, que,
por su negligencia, no produce el esfuerzo necesario para fabricarla, para construirla,
para separarla, etc., el contrato, lejos de considerarse nulo, es considerado no-cum-
plido, y el comprador podrá pedir a su elección, que se ordene al vendedor cumplir,
o que el contrato se resuelva por incumplimiento; en an.rbas hipótesis, además, podrá
demandar la condena al resarcimiento del daño, por retardo en el cumplimiento o por
incumplimiento definitivo. Si la falta de nacir¡iento de la cosa no fuese imputable al
vendedor; que, por su parte, haya hecho todo lo necesario, entonces él quedará iibe-
rado (a menos que haya garantizado el resultado, y asumido el riesgo contractual) por
imposibilidad sobrevenida de 1a prestación': FERRI, Luigi. Lecciones sobre el contrato,
Op. Cit., pp. 281 -282.
En nuestro país.la solución propuesta por el profesor italiano es indiscutible, a tenor
del artículo 1410 del Código Civil, por el cual, a falta de existencia del bien, el enaje-
nante queda sujeto a las normas de responsabilidad por incumplimiento, 1o que impli-
ca obviamente que dicho enajenante estuvo obligado a la producción o construcción
del bien.
373
GuNrur,R Goxzelr,s B¡nnóx
J/+
VrNcur-RcróN ENTRE BTENES
lo81 La siguiente opinión trata de llegar a la rnisma conclusión, pero se enreda en el camino:
'tsa existencia habría que relacionarla con Ia utilidad que dehne el objeto del derccho real.
Desde este punto de vista no se trataría de dar por cumplido el requisito de la existencia
soio con la existcncia actual de la utilidad que proporciona al sujeto un objeto actualnrente
inexistente, pero sí ptrdrÍa afirruarse que el grado de existencia clue se requerirá a la cosa
será únicanrente aquel que sea susceptible de pro¡ro¡6i¡¡ar a su titular la satisñcción de
str intcrés. De cste modo, por ejer-n¡rlo, si el titular de un solar que pretendc con5truir un
edificio y comenzar a vender los pisos sobrc el plano, tiene un provecto autorizado, con
las correspondientes licencias v puede cornenzar a negociar sobre este, no serJ necesario
exigir un nrayor grado de existencia al edihcio. O en el supuesto de unos frutos o unas
mejoras que nacerán o se realizarán o quedarán I'ri¡relscx¿m junto con la finca previa-
mente gravada, la mera potencialidad de su surginricnto podría considerarse un grado de
existencia suficiente,va que basándose en dicha existencia futura su titular podrá negociar
sobre ellos": IEI{RANDO NICOLAU, Esperanza. "Los bienes futuros corno objeto del
derecho real'l En DE REINA TARTIERE, Gabriel (Coordinador). Dercchos Reales. Princi-
pios, Elcrnertos ),Tendencias, Editorial Heliasta, Buenos Aires 2008, p. 190.
En efecto, esta tesis tiene el grar,e inconveniente cle subjetivizar e1 objeto, en el sentido
que una cosa pasa a ser existente cuando los individuos consideran que una expecta-
tiva, un derecho o un sinrple provecto son negociables. Sin er:rbargo, tal posibiiidad
de tráfico juridico no puede llevarse al ámbito de los dcrechos reales, sino a la de las
promesas licitas y válidas.
rdel Existen sentencias del Tribunal Su1.r¡sm6 Es¡rañol (de 30 de noviembre de 1990, de 01
de julio de 1992,09 de noviembre de 1993 y 1 1 de junio de 1998) que distinguen entre
"cosa futura e imprecisa" y "cosa futura determinada', en la que ya se da "la cxistencia
de una base material" sobre el terreno o solar sobre el que se va a construir el edificio.
Cfr: Ibíd., p. 198.
No obstante, d inportante avance técnico que rmpLca Ja citada distinción conceptual,
sin embargo, se da un paso adelante para inn-rediatamente retroceder, pues, la juris-
prudencia hispánica considera que tales negocios, incluso de cosa futura detetminirda,
solo producen efectos obligacionales. En el texto principal se da el salto que lalta a tal
doctrina: las unidades proyectadas son bienes en gerrnen o en transformación, pero
con una base material presente, por tanto, sobre ellos pueden recaer derechos reales.
-1 /3
Gu¡-¡rHpn GoNzerrs BrnnóN
(6101
Es interesante la perspectiva teleológica que sustenta la apertura de hojas del registro
en caso de unidades innrobiliarias en edificios en construcción, lo que es análogo a la
inscripción de nuestra pre-declaratoria de fábrica. Así tenemos la resolución de1 5
de noviembre de 1982 emitida por la Dirección General de los Registros y del Notaria-
do Español, cuya parte pertinente indica que:
"(...) Cdo. que la difusión que ha adquirido la cornpra de viviendas o locales en pro-
piedad no ya sólo en edificios construidos, sino en gran meclida también cuando és-
tos se encuentr¿rn todavía en construcción o incluso rneramente proyectados, origina
una intrincada red de relaciones jurídicas dada la cornplejidad de los elementos que
intervienen, que empieza 1'a a manifestarse en la fase que la doctrina conoce con la
denominación de prehorizontalidad, y en la que junto a la regulación legal constituida
por las leyes de la Propiedad Horizontal e Hipotecaria, ofrece especial relieve la juris-
prudencia de los Tribunales que trata de resolver aquellas cuestiones que Ia práctica
jurídica ha planteado con el fin de alcanzar soluciones que garanticen el cumplimiento
de las obligaciones pactadas a trar'és de los medios adecuados.
Cdo. que esta situación de pre-horizontalidad que aparece centrada especialmente en el
solar cor¡ro realidad tangible 1'en el edificio en construcción o sim¡rlg¡1s¡te en provecto
conlleva un gran interés para 1os adquirentes de departanrentos o locales, futuros coti-
tulares del edi6cio, en cuanto que en esta fase se deternrina el propio objeto adquirido
con sus características fis.icas y linrites, los derechos sobre el mismo así como el régimen
estatutario que regulará la futura comunidad, o la lijación de Ia cuota de participación
que corresponda a cada piso o local e igualmente -dato sumamente importante- ia
responsabilidad hipotecaria ya distribuida por cada 6nca independiente de las que van
a existir en el edificio en caso de haberse constituido garantía real por los créditos per-
cibidos para la construcción, y todas estas circunstancias -aparte de otras no señala-
das- permanecerán sin la suficiente publicidad con ios riesgos que ello comporta, si no
¡rudieran tener acceso al Registro de la Propiedad, que es la institución adecuada para
darles a conocer a los terceros, lo que lógicamente ha de tener lugar, si no existe norma
legal que Io impida, a través del título constitutivo del régirnen de propiedad liorizontal.
Cdo. que sin entrar en el exarnen del supuesto de constitución de régimen de propie-
dad horizontal en edificio proyectado, por exceder del contenido de este recurso, es
indudable que el art. 8 de la Ley Hipotecaria en su mismo núm.4o establece como regla
general el acceso a los libros registrales de los títulos constitutivos de propiedad hori-
zontal e¡r los casos en que la construcción del edificio esté no solo concluida , sino por
lo menos comenzada, con lo que nuestra ley trata de atender las exigencias indicadas
en el Cdo. anterior y atemperarse a Io que constituye el objeto primordial del Registro
de la Propiedad de salvaguardar los derechos de terceros.
Cdo. que la incógnita que podría presentarse con respecto a la deterrninación del mo-
mento en que se entienda que la construcción ha comenzado, aparece despejada en los
propios términos granaticales empleados por la le¡ y al contener la escritura califi-
cada la declaración de que en el solar ha colnenzado la construcción del edificio no se
376
VtNcurecróN ENTRE BTENES
observa obstáculo que impida el acceso al Registro del título constitutivo, así como que
una vez inscrito este título, puedan inscribirse como ñncas independientes los pisos o
locales del edificio conforme a 1o ordenando en el núm. 5 del mismo art. 8 de la Ley
Hipotecaria": GARCÍA GIL, Miguel Y GARCÍA GIL, Javier. Jurisprudencia registrai,
civil, mercantíl e hipotecaria, Librería Bosch, Barcelona 1989, pp. 905-906.
GuNrupR Gorvz¡.lps BennóN
378
VlxcurecróN ENTRE BTENES
379
GuNrnsR Goxzer-r.s BennóN
380
VrNcuracIóN ENTRE BTENES
38r
GuNrssR GoNzer¡s BennóN
Editore, lvfilán 2005, p. 33, quien señala que la ir.rscripción preventiva de1 contrato
preliminar está subordinada ila efectiva realizaciór.t del edificio, lo que no puede cotn-
partirse pues en tal caso 1a inscripción previa mientras la construcción se encuentra en
curso no tendría ningún sentido.
382
VINcurecIóN ENTRE BIENES
negocio versa sobre una parte o fracción del predio, que deba considerarse,
por ahora, jurídicamente futura. En este caso, sin embargo, el título de
hipoteca será válido desde la perspectiva obligacional, pero el acto no
será inscribible ni producirá el nacimiento del derecho real.
{6151 La 'tomún intenciór-r de ias partes" es el prograrna ncgocial común que trasciende el
mero significado literal de las declaraciones de 1os contratantes: GRoNDoNA, Mau-
ro. "La común intención de las partes y el principio de buena fe en la interpretación del
contrato: Un panorama de la autonomía privada'l En VV.AA. Estudios sobre el contrato
en general (por los sesenta aítos del Código Civil italiailo), traducción de Leysser León,
ARA Editores, Lima 2003, p. 682.
383
CapÍruro V
LA POSESIÓN
385
L. EL SISTEMA DE DERECHOS REALES SE BASA EN DOS
REGLAS DE ATRIBUCIÓN: POSESIÓN Y PROPIEDAD
El Derecho tiene especial interés en regular las relaciones de la vida
que surgen respecto de la distribución de la riqueza en una sociedad, según
los valores que inspiran el reparto, tales como ei prerlio por el esfuerzo,
trabajo y n-rérito; el incentivo hacia la nlayor producción; la solidaridad
entre los miembros de Ia contunidad, entre otros.
387
GUNrH¡R GoNzerps BannóN
16¡61 Las circunstancias que producen el llamado título solcmne (o más simplemente título
depropiedad) son de las más variadas. Por mencionar algunas, podemos citar las si-
guientes: a) ¡ocupé un bien que no tenía dueño anterior! (apropiación); b) ¡tengo en
poder el bien desde hace muchos añosl (usucapión); c) ¡compré el bien a su anterior
propietario! (contrato); d) mi causante dejó bienes a mi favor! (sucesión hereditaria).
1617l Esta circunstancia sobrevenida será cualquiera de las mencionadas en la anterior nota
a pie de página (u btras reconocidas por la ley), y conllevará que el nuevo sujeto favo-
rito cuente con su propio título solemne, que dejará sin et-ecto el anterior.
1618l Aqu'seguimos la excelente exposición de: SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il
388
Le Pospsró¡¡
t6201 D'ORS, Alvaro. Nueva introducción al estudio del derecho, Editorial Civitas, Madrid
1999, p. 103.
MIQUEL GONZÁLEZ, José María. La Posesión de Bienes Muebles (Estudio del art.
464, I del Código Civil), Editorial Montecorvo, Madrid 1979,pp.413-414.
WONNACOTT, Mark. Possession of Land, Cambridge University Press, Londres 2006,
pp.2-3.
389
GuxrH¡R GoNz¡.r-ps B,rnnóN
390
Ln Pos¡slóN
391
GuNrHpR Gouzltrs BeRnóu
f627) El art. 601 CPC establece que prescrito el plazo de un año para instar Ia pretensión
interdictal, el que tiene'derecho a la posesión" puede accionar a través de un proce-
so de conocimlento. Téngase en cuenta que en este caso el actor debe contar con un
"derecho a la posesión' ($,y no Ie basta la mera posesión (factum.). Exactamente 1o
mismo o.ur.É.on el proceso plenario, posterior a un interdicto, en donde se discute el
'derecho a la posesióni
MONTERO AROCA, Juan. lntroducción al derecho jurisdiccional peruano, Enmarce,
Líma 1992,pp.203-204.
Esta cuestión es bien conocida por nuestra jurisprudencia. A título referencial puede
citarse la siguiente sentencia de la Corte Suprema: "Desde el punto de vista de la prue-
ba, en el inierdicto no tiene significación li prueba escrita de la posesión ni el título
posesorio, sino que se discuten únicamente la posesión fácticay actual del actor y el
irecho perturbatorio o de despojo' (Casación N'282-96).
392
Le Pos¡stóN
393
GuNTne,n Goxz¡.r-¡s B¡,nnórq
«La
16331 evidencia, entonces, no apoya la tesis del papel decisivo que jugaría la titulación
registrada como llave para una serie de beneficios económicos y sociales. Y, en cuanto a
la pregunta que se hace al inicio de esta secciór.r, ¿cuán seguro es el derecho registrado?,
la respuesta parecéria ser que la seguridad es alta, pero que no se dit-erencia sustan-
cialmente de la seguridad que otorgan los títulos no registrados u otros documentos, e
incluso con los propietarios sin documento. Y detrás de esa respuesta hay una e.xplica-
ción:la diferenciación entre el título registrado y otros documentos es baja, porque 1a
segurid;rd del derecho se ha venido construyendo gradualmente y a través de múltiples
394
L¡ PosrsróN
395
a
despojados en procesos sumarios, sin que puedan alegar todas las razones
de su ocupación. Recuérdese que el poseedor se reputa, en muchos casos,
como "cuasi-propietario", pues el ordenamiento jurídico-civil 1o presume
titular por la sola posesión; o, en todo caso, io habiiita para convertirse en
dómino por efecto de Ia usucapión o accesión, sin perjuicio de la apropiación
de los frutos y la irresponsabilidad por la pérdida del bien.
lu35r ZELEDÓN, Ricardo. Sistemática del Derecho Agrarlo, Editorial Porrúa, lv{éxico 2002, p.260.
16-16l Hasta el análisis económico del derecho, visión neolil¡eral extremista y radical, reco-
noce la importancia de la posesión 1'la usucapión: ')Por qué no requerir al poseedor
ilegítimo que negocie la transferencia de pro¡risdad con el prolrietario? La respuesta
es obvia, cuando ei pro¡rigt¿¡ie abandona la p¡o¡rigi¡d, su actitud indica que r'¡lora la
propiedad en cero dólares o quizá ntenos, por 10 que cualquiera qu!' se toma el traba.jo
de tonrarla, la valora más. En un caso conlo éste,la negociación no es requerida para
demostrar la apropiación de la propiedad por tluien la encontró. Esto en realidad es una
maximización del r.alor, por lo clue Ia negociaciór.r sería un costo social perdido. Pero la
prescripciót-r adquisitiva es casi siempre de tierras, v 1a tierra como hentos rnencionado,
és raru r"z abandonada, perdida o extraviada. Cuando los costos de transacción son ba-
jos, 1as transacciones en el mercado son un método más eficiente de nrover la propieciad
hacia los usos sociales más valorados que las transacciones coercitivas. Pero los costos
de transacción pueden ser altos incluso cuando hablan-ros de transferencias de tierras.
Puede suceder que el propietario puede ser desconocido o que los lír¡ites a su derecho
sean desconocidos y el que va a adquirir 1a propiedad por prescripción no sabe cuándo
sobrepasa los límites de ésta y el propietario r.ro sabe que está siendo usurpado. Para
..ronáo el propietario se da cuenta y trata de imponer sus derechos, 1a evidencia puede
haber desaparicido y el poseedor puede conliar en que es e1 nuevo propietario, creando
una situación monopólica bilateral. (...) Savigny hace una interesante atingencia, la
intención de abandonar la propiedad puede muchas veces confundirse con un uso ne-
gligente de ésta. sería más simple decir que el ser un poseedor negligente implica, por
iu ionducta, que 1a propiedad no tiene mucho valor para é1 y crea la intpresión entre 1os
potenciales descubridores que la propiedad ha sido abar.rdonada y serÍa, por 1o tanto, un
juego justo. Considerar que la propiedad ha sido abandonada en estas circunstancias,
se co¡lvierte en un método de reducción de costos de tr¿rnsacciótt e incrententa las cir-
cunstancias por las cuales la propiedad puede ser transferida a un uso más valioso. Para
1a economíiia presbripción adquisitiva debe presentarse solo en caso que e1 poseedor
esté actuando de buena fe, esto es, que crea que electivamente la propiedad es suya.
De otra manera la doctrina alentaría transferencias de propiedad coercitivas de bajos
costos de transacción. En casos en los cuales no sea fácil identificar al verdadero dueño,
o que parezca que ha abar.rdonado la propiedad, 1a doctrina realiza una lunción tradi-
396
Le PosesróN
una perspectiva funcional, la acción del poseedor es más valiosa que la del
propietario que se conforma con inscribir un título, pero que permanece
inactivo e improductivo, esto es, que literalmente se queda "con los brazos
cruzados", pues no realiza actos económicos de producción de riquezaf637l.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que un gran número de las
demandas judiciales recaelt sobre bienes inmuebles cuyo uso es la vi-
vienda. Este dato empírico conecta el desalojo con otro espacio vital del
ser humano: la vivienda conto centro de ias actividades más íntin-ras del
hombre, así corno de su desarrollo individual y familiar.
[63e]
La lucha entre los patricios y ¡rlebeyos rornanos tuvo como causa económica, entre
otras de distinta índole, el uso exclusivo del que disfrutaban los patricios de la tierra
pública ubicada luera de la ciudad de Roma (ager publicus). Una vez más, el conflicto
social que arnenazó con desarticular 1a naciente sociedad latina fue originado por la
pésima distribución del suelo: GROSSO, Giuseppe. Lezioni di storia del diritto rotnailo,
Giappichelli Editor.e,5" edición, Turín 1965, pp.90-91.
Incluso, es reciente el caso de un Presidente Constitucional (de Paraguay) que fue des-
tituido del cargo por el Congreso, bajo la causal de las muertes producidas en tales
enlrentamientos, aunque, claro está, tal sanción tiene más de política y vengativa, antes
que jurídica.
398
a
Le PosEslóN
un
segundo sentido habla de la posesión como contenido de ciertos
por lo que, la posesión es el contenido jurídico y económico
derechosl,at),
de un derecho. Por ejemplo: La propiedad es el poder de usar, disfrutar
y disponer un bien (art. 923), mientras el usufructo es el poder de usar
y disfrutar en bien ajeno (art. 999 C.C.); en ambos casos el titular -pro-
pietario o usufructuario- tienen derecho a poseer, cuya finalidad es el uso
y disfrute. Precisamente, el derecho subjetivo garantiza y tutela el goce
del bien, es decir, la posesión del mismólu42l.
{t1l HERNÁNDEZ GIL, Antonio. Obras Cotnplelas, Tomo II: La Posesión, Espasa Calpe,
Madrid 1987, pp.20-21.
Iú'?1 SACCO, Rodololo y CATERINA, Raffaele. 1/ Posscsso, Op. Cit., p. 8.
Iúrl "Habria que preguntarse:
¿de qué sirve a Ia luz del derecho conceptuar al propieta-
rio como poseedor?, si las facultades de este derecho están establecidas en capitulo
correspondiente. Lo mismo cabe la pregunta: ¿de qué sirve considerar al titular de
un derecho distinto de la propiedad como poseedor con una calidad inlerior a la del
propietario?, si asimismo sus facultades están previstas en el capítulo correspondiente
a su derecho y además no está lacultado para convertirse en propietario del bien si su
posesión se funda.en ese derecho y no ha car¡biado la causa generadora de 1a posesión.
Podría decirse que existen ciertas reglas que son por igual aplicables a los poseedores
sin derecho, que a los poseedores con derecho, lo cual resulta cierto solo en determina-
dos casos. Como se verá más adelante, casi todas las reglas son exclusivamente aplica-
bles a ia posesión sin derecho, pero existen casos en los que es necesario lijar las reglas
GuNrn¡n GoNzelps BennóN
5. CONCEPTO DE POSESIÓN
para dirimir la controversia entre dos o más derechos, es decir reglas de prelación de
derechos que conllevan a la recuperación de la posesión del bien, en las que el legis-
lador, en base a su concepto de 1os principios generales del derecho, debe determinar
a quién corresponden frutos y gastos o incluso el pago de daños y perjuicios. La ubi-
cación geográfica de esas reglas cabe en el capitulo de la posesión si se aclara que son
por igual aplicables a la posesión sin derecho que a la posesión con derecho": ALESSIO
ROBLES, Miguel. Tcmas de derechos reales,Editorial Porrúa, México 2012, p.94.
Es necesario aclarar que en estricto no se trató de una polémica, pues Savigny ya había
fallecido (1779-1861), cuando Ihering formuló su tesis posesoria con la publicación
de sus artículos; e1 prirnero, sobre 1a protección posesoria (1868); el segundo, sobre
1a voluntad en 1a posesión (1S89), por lo que Savignyjamás pudo contestar o refutar.
Estos datos 1o hemos extraido del excelente volumen que compiia artículos biográficos
de ambos juristas germanos, directamente traducidos por: GOROSTIAGA, Norberto.
"lntroducción".En Tres Vidas llustres. Hugo. Savigny. fircring, Editorial Depahna, Bue-
nos Aires 1945,pp.5 y ss., y que bien merecería una reimpresión, pues se trata, ho¡ de
una obra de casi imposible acceso.
De ese libro existe una traducción al castellano realizada en Madrid, 1845, y que Ileva
el título siguiente: Tratado de la posesión según los principios del Derecho romano. El
texto ha sido nuevamente publicado en Editorial Comares, Granada 2005.
Cit. MARIANI DE VIDAL, Marina. Curso de derechos reales,Zavalía Editor, Buenos
Aires 2000, Tomo I, pp. 116-117.
400
Le PosrsróN
poseer el bien para sí, silro una voluntad cualificada para ser el señor o
el titular de la posesiónlua7l. Por tal motivo, según SAVIGNY, solo eran
poseedores el dueño, el que actúa como si fuese dueño (possessio ad usu-
capionem), el usurpador y el ladrón. Sin embargo, en el Derecho romano
se reconocían también como poseedores al enftteuta, al superficiario, al
acreedor prendario y al precarista; ninguno de los cuales tenía animus
domini. Para salvar la unidad de su teoría, SAVIGNY denominó a estos
supuestos anómalos como "poseedores derivados", por cuanto el titular
originario enajenaba la ¡rosesión para determinados efectos prácticos.
Según esta teoría, las otras categorías de sujetos que tuviesen contacto
con el bien (por ejemplo; arrendatarios, usufructuarios, depositarios)
eran "tenedores", y no gozaban de Ia protección posesoria. La cuestión
definitoria entre Ia "posesión" y la "tenencia" es la presencia del anintus
domini, salvo en los casos ya señalados de los poseedores derivados.
Por su parte, IHERING no recusa la voluntariedad en la posesión
(rectius: en el "corpus"), sino la existencia de una especial intención de
comportarse como propietario materializada en el anintus dontinilíasl .En
consecuencia, para IHERING no basta el contacto físico elitre el sujeto y
el bien, sino además es necesario ei ánimo de poseertu"l. En caso de au-
I#71 Cit. IHERING, Rudolf von. "La voluntad en la posesión'l En Id. La Posesiótt, tradr-rc-
ción de Adolfo Posada, Editorial Reus, l\fadrid, 1926, p. 305.
Iil8l Muchos de nuestros autores hablan desaprensivamente de que en la teoría posesoria
de IHERING "no se requiere voluntad". Esta ahrmación constituye un gra\:e equír'oco
como lo demuestra la siguiente cita textual del propio IHERING ("La voluntad en la
posesión'l Op. Cit., p. 280): "No cabe distinguir de una ntanera más clara la relación
posesoria y la mera relación de lugar; el contacto corporal, aunque sea inn-rediato,
cuando tal contacto se verifica sin conocirniento y sin voluntad, por parte de la perso-
na no produce la posesión. EI mero conocer no basta aún para este efecto. Por eso mis-
mo es por lo que e1 derecho romano no concede la posesión a las personas sin r,,oluntad
(incapaces), sin examinar si puede admitirse en ellas el conocitniento; conocer no es
querer, por lo que se exige también la voluntad. El prisionero cubierto con cadenas,
toca y ve sus cadenas; sabe que está sujeto por ellas; pero antes de decir que las posee,
más bien cabe afirmar que las cadenas Io poseen a é1. La relación exterior con la cosa
debe ser queridir; la relación posesoria, es la obra, el hecho de la voluntad'l
Uno de los autores r.¡acionales que sí deja en claro esta situación es: RAtvIiREZ CRIJZ,
Eugenio Nlaria.Tratado de derechos reales, Editorial Rhodas, Lima 1996, Tomo I, pp. 7-8.
leel El BGB Alemán también contiene implícitamente este mismo concepto, pues la pose-
sión requiere un contacto físico sobre el bien, que sea además voluntario, por lo menos
con una capacidad mínima (natural) de entender y querer. En tal sentido: "He dicho ya
cómo se explica, según esta opinión (GIERKE y ENDEITIANN), el deliberado silencio
del par. 85,1 acerca de1 elemento subjetivo de la posesión: es que hubiera sido peligroso,
401
GuNrHrR GoNzerrs BannóN
"La posesión no es, pues, la simple reunión del corpus y del ani-
mus, lo que implicaría para cada una de esas dos condiciones una
existencia previa, sino que el corpus es el hecho de la voluntad;
no existe en e1 pasado, al modo que la palabra no existe antes
de ser pronunciada. E1 corpus y ei animus son entre sí corno la
palabra y, el pensanliento. En la palabra toma cuerpo el pensa-
miento, hasta entonces puramente interno; en el corpus tonra
cuerpo ia voluntad, hasta aquel nromerlto puramente interior;
ninguno de los dos existía antes de entonces para la percepción.
La relación de lugar no tiene otra importancia, que 1a de ser ia
co¡rdición indispensable de la voluntad de poseer; pero no se
402
Le PosaslóN
r6st) lbid.,p.292.
rus4 HERNÁNDEZ GIL, Antonio. Obras Compleras, Op. Cit., Tomo II, pp. 52-53.
403
GuNrHpn GohrzeLE,s Ban nóN
404
Le Pos¡sróN
40s
GuNrurR GoNzRLrs BennóN
de las teorías, ya que al margen del apego que tenga cada una de ellas
con el Derecho romano, bien puede considerárseles sistemas autónomos
sobre la posesiónlr'stl. No obstante, la ventaja de la tesis de IHERING
-en el punto específico de la naturaleza de la relación posesoria- se
encuentra en haber captado a la posesión desde el punto de vista de su
materialidad, y difuminado sus diferencias con la tenencia, por lo cual
el ordenamiento jurídico tutela un hecho material, socialmente público,
y merece ser protegido por sí mismo, de acuerdo a ias concepciones
imperantes en la sociedad.
sobre esta polémica, vale la pena hacer alguna precisión final para
entender su contexto: Tanto SAVIGNY como IHERING buscaban ex-
plicar la teoría posesoria del Derecho romano, esto es' habían partido
áe las fuentes tratando de encontrar los elementos caracterizadores de
la posesión, sus diferencias con la tenencia, la naturaleza jurídica de la
posesión y los fundamentos suby.acentes a la tutela posesoria. Sus con-
ilusiones fueron radicalmente distintas porque interpretaron de diversa
manera el mismo material jurídico. La pretensiórl de ambos no era
construir una noción posesoria "en abstracto", sillo colllelltar el derecho
entonces vigente. Téngase en cuenta que durante toda Ia vrda de estos
juristas no i. Ilegó a dictar el código Cir-il Alemán (promulgado en
1gg6 y en vigor desde 1900), por lo que durante el siglo xIX -espacio
temporal de ia polérlica-, estuvo en vigor el Derecho romallo como de-
recho comúnt6sel. Por tanto, cuando SA\¡IGNY 1'IHERING exPonen sus
respectivas teorías, ellos están comentando el derecho entonces vigente,
basado en las fuentes rolnanas. Las explicaciones dogmáticas que hacen
sobre el Derecho romano posesorio son distintas (diferente concepción
del corpus y animus, de Ia tenencia, de la naturaleza de la posesión, del
fundamento de la tutela posesoria, etc.), pero en ningún caso ponell en
duda las reglas concretas del Derecho rotrano[6u0]. Por ejemplo: ambos
La circunstancia de que una teoría esté más cercana al razonat¡iento de los juristas
rorlanas no la hace aüton.ráticamente adecuada (o nlejor que 1a otra) para regular 1as
actuales relaciones económicas con resPecto a los bienes. No se olvide que SAVIGNY
ha inspirado distintas codificaciones, táles como la italiana y la argentina' En cambio'
II-IERiNG ha sido tomado en cuenta por las codificaciones alemana, suiza y peruana.
En cuaiquiera de lo§ casos, los matices existentes entre los distintos ordenamientos
jurÍdicos es muy ar.r.rplio, y ninguno adopta un modelo irnico e infranqueable.
iVIp¡.CXER, Franz. Histária lel Dereclt-o Privttdo de la EdatJ Modcrna, traducción del
alemán de Francisco Fernández lardón, Editorial Comares, Granada 2000,p.417.
"... tanto Savigny con.ro Ihering formularon sus opiniones con subordinación al orde-
406
Le PosrsróN
namiento juridico romano. No nos dicen cómo piensan ellos la posesión o cómo la vcn
en la ¡ealidad social. Tratan de explicar unos textos en donde se la configura. r\unque
desde otro punto de'vista ha de señalarse que si su labor fue de romanistas, sus opinio-
nes ejercieron influencia más allá de ese marco": HERNÁNDEZ GIL, Antonío. Obrns
Completas, Op. Cit., Tomo II, p. 56.
tstl Cit. CASTAÑEDA, )orge Eugenio. Los Derecho.s Rca/cs, Talleres Gráficos Villanueva,
Lima 1958, Tomo I, pp.74-75.
407
GuNTFI¡R GoNzerps BannóN
408
I
Le Pospslór,¡
410
Le Pos¡sróx
411
GuNrseR GoNzelEs BennóN
Art. 896 CC: La.posesión es el ejercicio de hecho de uno o más poderes inherentes a la
propiedad.
Así, ia generalidad de la doctrina que se contenta con definiciones circulares, tales
como: "se puede definir la posesión como un poder de hecho sobre una cosi': GAR-
CIA VALDECASAS, Guillermo. La Posesión, Editorial Comares, Granada 2006, p. l.
4t2
Le PosrsróN
4t3
GtrNrH¡R GoNzer-¡s B¡nróN
paradigmático existe una persona que tiene conlacto flsico sobre el bien,
pero eso no lo convierte en poseedor pues carece de control o dominio
de la situación. Por tanto, queda en claro que el ténnino de "control"
resulta ampliamente preferible para significar la idea que está detrás o
subyace en la posesión.
414
L¡, Pos¡sróN
4r5
GuNrurR GoNzeLes Ban nóx
416
Le Pos¡stóN
168¡l "Por exterioridad de la propiedad entiendo el estado normal externo de 1a cosa, baio
el cual cumple el destino económico de servir a los hombres. Este estado ton1a, scgri.l
la diversidad de las cosas, un aspecto exterior diferente; para las unas, se confunde
con Ia detención o posesión física de la cosa; para las otras, no. Ciertas cosas se tienen
ordinariamente bajo la vigilancia personal o real, otras quedan sin protección ni vigi-
lancia. El labrador deja sus mieses en pleno campo, el arquitecto de;a en sus obras los
materiales destl'nados a la construcción; pero nadie trata así sus objetos preciosos, sus
muebles, etcétera, todo el mundo Io encierra en su casa. El mismo estado, que para las
primeras cosas es normal, aparece para las segundas anormal, como un estado en el
cual la exterioridad de la propiedad no se manifiesta habitualmente con respecto a esas
cosas": )HERING, Rudolf von. La Posesión, Op. Cit., p. 207.
t6821 "Es señor de la cosa aquel que conforme a las ideas ámbientes (sic), a las costumbres
y a las relaciones sociales es considerado externamente como la persona de quien de-
pende la cosa. Se tráta de lo que yo llamaría un concepto'popular'o, si se quiere, un
concePto 'sociall El público es quien fija el señorío de la cosa, teniendo en cuenta el
estado de las costumbres, el medio ambiente, el grado de evolución de la vida social":
SALEILLES, René. La posesión de bienes muebles. Estudios de dereclrc alemán y de de-
recho francés, Op. Cit., p. 45.
417
GuNrspn Gomzarps BennóN
El control implica que el sujeto tiene injerencia sobre el bien, esto es,
la posibilidad de interferir físicantente en cualquier mornento, de forma
libre y voluntaria; en otras palabras, la cosa se encuentra bajo la dispo-
nibilidad y sujeción del poseedor, que puede usarla o no. Se encuentra,
pues, dentro de su esfera de dorninación de hecho.Sin embargo, en ciertos
casos, la posesión como tal requiere de algún elemento adicional, como
bien puede ser la explotación económica o efectiva de la cosa, conforme
ya lo indicamos, y para ciertos fines. En tal caso, es una posesión de
"alta intensidad".
4).9
GuNrs¡ii GoNz¡I-r,s BannóN
420
La Posnslóx
lrssl "La posesión es la manit'estación externa de1 derecho, el signo o actos que lo revelan
ante los ojos de terceros": CORI'ES, Nlilciades. La Posesión, Editoriai Temis, Bogotá
2010, p. 1
t6eol Sentencia de la Corte Suprema del 15 de diciembre de 1998: 'que en el caso de autos
ha quedado debidamente acreditado que si bien la agraviada no domiciliaba en el bien
sub litis, sí venía ejerciendo la posesión de dicho inr.nueble a iravés de actos de dis-
posición, constituido por todas las construcciones efectuadas en e1 mismo, por orden
suya, constatadas en la inspección ocular realizada por el juzgado, no pudiendo alejar al
encausado que desconoció este hecho, pues conlorme es de verse del escrito de perición
de garantías que electúa este ante la Prefectura. E1 día en que decide tomar posesión del
bien sub-litis, esto es, según sus propios términos encontró a la agraviada en el mismo,
abriendo zanjas para realizar construcciones, siendo asi, está debidamente acreditado
el proceder doloso del encausado, quien pese a las negativas del aquella,'quien lla-
mó a la Policía y'Serenazgo de La Molina'l dias después tomó posesión de dicho lote":
REÁTEGUI SÁNCHEZ, fames y ESPEJO BASUALDO, Carlos. EI delito de usurpación
inmobiliaria en el Código Penal Peruano, lurista Editores, Lima2012, pp. 32-33.
I6e'l WESTERMANN, Harr¡ WESTERMANN, Harm Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EIC-
KMANN, Dieter. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 160.
421
Guxrr¡En GoNzerEs B,q. nnó¡-
5,3,3 AUTONOMIA
De conformidad con el art. 897 CC "Aro es poseedor quien, encon'
trándose en relación de dependencia respecto a otro, conserva la posesión
en nontbre de éste y en cumplimiento de órdenes e instrucciones suyas".
All
Ln PospslciN
Cit., Tomo III-1", p.48. ¿Puede considerarse que en este caso existe una relación de
dependencia? Sí, porque la "dependencia'no es solo de origen laboral, sino también
abarca las de carricter familiar, personal o social. Por su pirrte, el art. 1168 del Código
Civil italiano reconoce la figura del "tenedor por razones de servicio u hospitalidad']
que no goza de ningún tipo de protección posesoria. Según la doctrina más auto-
rizada, hay razón de servicio cuando el detentador desarrolla una labor a favor del
poseedor (empresa que detenta una oficina de otra empresa poseedora para limpiar el
piso) o cuando el poseedor desarrolla una labor a far,.or del detentador (paciente que
detenta por largos meses la habitación de una clinica): SACCO, Rodolfo y CATERI-
NA, Raffaele. 1/Possesso, Op. Cit., p. 195. Las razones de hospitalidad son invocadas
para negar protección posesoria a un sujeto que tiene e1 control del bien. Se ha dicho
que la hospitalidad irnplica un consenso a 1a injerencia ajena, madurada por el propio
placer de gozar de la con.rpañía del huésped, y también inspirada pcr la solidaridad. La
doctrina y jurisprudencia italiana reconocen que los otros rnientbros de la farnilia del
poseedor (cón1,uge, hijos) son detentadorcs "por razones cle hospitalidad'l aunque e1
asunto ciertamente es discutido. Téngase en cuenta que el recor-rocintiento de un poder
autónomo a los varios rniernbros de una mislna fantilia no tutela ningún valor suscep-
tible de protección; y adernás, conlleva ciertamente ur.ra multiplicación no deseada de
las fricciones judiciales: Ibíd., pp. 200-203.
423
GuNrHpn GoNzel¡s BennóN
re5l ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil,
Op. Cit., Ton.ro IIi- 1', pp. 47 -48.
424
Le PospsróN
5.3,4 VOLUNTARIEDAD
La doctrina hace una atingencia irnportante: la injerencia inicial,
necesaria para fundar la situación de hecho, requiere propiamente de un
acto voluntario. En cambio, en la fase de injerencia sucesiva, cuando no
se realizan actos singulares de aprovechamiento (por ejemplo: el posee-
dor cercó el lote de terreno, pero nada más), se entiende que el poseedor
mantiene la voluntad de posesión basada en el acto inicial de interferencia
o de apro¡riación; siempre y cuando no exista una voluntad contraria que
haya puesto fin a su propio poder de hechot6e6l.
+z>
GuNrHrR GoNz¡¡-es BennóN
5,3,5 ESTABILIDAD
La situación posesoria debe contar con una relativa permanencia o
estabilidad, pues los contactos fugaces o esporádicos no tipifican como
posesión. Por ejemplo: el sujeto que pide un lapicero a préstamo, solo para
estampar su firma, no es poseedor. Otro caso análogo sucede cuando
l6e7l «La
voluntad posesoria puede ser deducida de hechos, de circunstancias; no es ne-
cesario que el poseedor exprese en forma directa la voluntad de adquirir la posesión
de cada cosa de las que adquiere, ni menos que en cada momento tenga conciencia
plena de todas y cada una de las cosas que se encuentran bajo su control o influencia.
Por este motivo, el dueño de un buzón adqulere la posesión de las cartas que en él
son depositadas, sin necesidad de que esté presente en el momento en que la carta
es depositada. No importa la falta de conciencia en tal momento; existe en todo caso
una voluntad tácita deducida del hecho de ser dueño del buzón y de haberlo hecho
colocar precisamente para que en él se depositen cartas, periódicos, etc. Es suficiente
que la cosa se encuentre en la esfera de dorninación del poseedor. Así, se estirna que
en relación con la casa donde una persona habita, el habitador posee todas y cada una
de ias cosas que en dicha casa se encuentren, ¡16¡ una parte, » por otra, las que alli le
son entregadas en su ausencia. La misma advertencia debe hacerse en relación con el
due'ño de un alnracén, de una fábrica, de un fundo o heredad (...) Con razón se advier-
te que no es necesaria siempre una voluntad singular o concreta, siendo suficiente en
nruchos casos una mera voluntad genérica, la que se aplica en general a todas las cosas
que se encuentran en la zona de influencia del poseedor": VALENCIA ZEA, Arturo.
La Posesión,3. edición, Editorial Temis, Bogotá 1983, pp. 31-32.
426
Le PossslóN
I6e8l Esta solución de sentido común ya era reconocida por GAyo desde la época del De-
recho romano clásico: "como principio general, cualquiera que esté en posesión en
nuestro nombre, como un procurador, un huésped o un amigo, se er-rtiende que somos
nosotros los que poseemos" (D.aL.29): D'oRS y otros (traductores). E/ Digcsto de lus-
tiniano. Versión Castellana, Op. Cit., Tomo III, p. 306.
r6eer SACCO, Rodolfo y
CATERINA, Raffaele. I/ possesso, Op. Cit., pp. t74-176.
17001 "Otros
autores han destacado también el carácter transitorio áe los actos <meramen-
te tolerados>. En atención a esta nota distingue Butera entre posesión precaria y actos
tolerados, pues la concesión precaria, aunque puede ser revocada razón del contra-
to en que se base, goza de mayor estabilidad. Por su parte, wolff "n
señala cómo ciertos
c_ontactos fugaces con las cosas no se valoran socialmente como posesorios: al tratar
delcorpus llama la atención sobre la estabilidad de la relación lnaierial: <un contacto
con la cosa que tenga desde el prirner momento un caráctcr fugazy pasajero no es un
señorío sobre la cosa> (por ejemplo, el amigo visitante respecto de la silla que ocupa).
Y se puede añadir con mayor motivo que un contacto de tal naturaleza nó puedeser
idóneo para potenciar la usucapión": MoRALES MoRENo, Antonio Manlel. pose-
sión y Usucapión, Consejo Superior de Investigaciones Cientíñcas - lunta de Estudios
Económicos, Jurídicos y Sociales, Madrid 1972, p. l2B.
El profesor español se muestra conlorme con la ausencia de posesión en todos las
hipótesis mencionadas, pero discrepa que la transitoriedad seá el criterio distintivo
de los "actos tolerados'l lo que efectivamente es un concepto distinto. No es lo mismo
'hcto tolerado" que'hcto transitorio'1
427
GuNrsen GoNzar-Es BennóN
[701] Los ejemplos se pucden multiplicar. Es el caso del cliente de un hotel, cuya detentación
es meramente provisoria, pues además carece del control exclusivo sob¡e 1a habitación.
Lo mismo ocurre con el abol-rado a los espectáculos teatrales frente al empresario, o el
asistente reqular a un estadio de tútbol: IbÍd., pp. 177-178.
t?o'?] VÁSQUEZ RÍOS, Alberto. Los Derechos Reales, Editorial San lvlarcos, Lima 2003,
428
Le PosgsróN
I'o'l Algunos autores solucionanestas hipótesis al calificar a los detentadores colÍro "ser-
vidores de la posesión': PAPAÑO, Ricardo y otros. Derechos Re¿les, Editorial Astrea,
Buenos Aires 2004, Tomo I, p. 64.
429
GuNrr¡p,n GoNz¡.r-rs BannóN
t70{r DE REINA TARTIÉRE, Gabriel. La Posesión,Abeledo Perrot, Buenos Aires 2010, pp. l-2.
430
Le PospslóN
6. POSESIÓN AGRARIA
La posesión agraria se convierte en ad usucapionenr cuando el
sujeto realíza hechos o actos de contenido productivo sobre la finca.
Sin tal requisito, el poseedor no puede enrumbarse hacia la usucapión,
lo que constituye una diferencia sustancial con la posesión civil de
predios urbanos, en los que basta el control sobre el bien para alcanzar
la prescripción adquisitiva, aun cuando se encuentre desprovisto de
connotación económica o de trabajo (art. 896 CC). En consecuencia, la
posesión destinada a la usucapión requiere de explotación económica
del bien, según el vigente Decreto Legislativo 1089, del año 2008, que
reitera el mismo criterio seguido desde el Decreto Ley N" 17716, Ley
de Reforma Agraria, dictado en 1969. La necesidad de actos produc-
tivos directos se origina en la premisa que el fundo rural es un bien
de producción (fundus instructus)t'otl, y que ello ocasiona un beneficio
general a la sociedad.
I70sl «Como manifiesta Ballarín Marcial, la función social de la propiedad se cumple, ante
todo, poniendo a la finca en situación de producir, pero, además, se requiere alcanzar
ciertos índices o niveles con los cuales se liega a la adopción del principio del buen
cultivo. De este modo la productividad agraria alcanza el rango de principio general
431
GuNtspn GoNzer.e s Brt RRÓN
de1 derecho agrario y se constituve en la meta que deben alcanzar las normas jurídico-
agrarias": BREBBIA, Fernando y IlALANÓS, NanÜ'. Der¿clrc Agrario, Editorial As-
trea, Buenos Aires 1997, p. 209.
17061 El ámbito del Derecho Agrario se ha ampliado en los últimos decenios, r'hoy no se
circunscribe solo a la tierra o los rnedios dr'Producción (\.\TTIER FUENZALIDA,
Carlos y ESPÍN ALBA, Isabel. D¿rcci ¡ o .\grorio, Editorial Reus, \ladrid 2005, p. 15):
"En efecto, e1 primer bloque está formado por el régimen del suelo rústico, el derecho
de dominio y otros derechos reales, en especial, los retractos. A ello se añaden las
clásicas instituciones de la reforma y el desarrollo agrario, entre las que son de gran
actualidad la unidad míninta de cultivo, Ia concentración parcelaria y los Fondos de
Tierras. Este bloque comprende, además, las normas relativas a la empresa agraria y
sus modalidades, la explotación agricola y la explotación prioritaria, así como los agri-
cultoresjóvenes, la sociedad civil, en especial, la sociedad agraria de transformación y
las cooperativas agrarias. En fin, caben aquí las normas concernientes al uso del agua,
los montes y pastos, la agricultura de montaña, la reforestación y el medio at.r.rbiente.
El segundo bloque gira en torno a 1os contratos agrarios, tanto 1os que pern'riten cons-
tituir y ejercer la empresa agraria como las figuras que surgen con ocasión de la misma
y la comercialización de los productos agrarios. Así, jur.rto al arrendamiento rústico
(...), tenemos las diversas modalidades de aparcería; a estos contratos hay que añadir
los de crédito y seguros agrarios, así como las der.rorninaciones de origen, las refe-
rencias de calidad y los derechos sobre 1as obtenciones vegetales. Por último, la co-
mercialización se articula por la contratación de los productos agrarios, Ios acuerdos
interprofesionales y los contratos de integración, así cot¡o por la responsabilidad por
el consumo de alimer-rtos defectuosos y Ia seguridad alimentaria.
En fin, el último bloque es el r¡ás heterogéneo y evolutivo pues comprende las principales
vertientes y transformaciones del Derecho comunitario y su financiación, la absorción de
las distintas aludas previstas por las organizaciones cornunes de mercado (OCM) en el
pago único por explotación,1a panoplia de al.udas contempladas por el desarrollo rural sos-
ienible y su posible modulación, y la actuación de las diversas administraciones públicas'l
432
La Pos¡sróN
433
GuNrs¡R GoNz¡.rrs BennóN
17tol Cit. DÍEZPICAZO,L¡Is. Fundamentos de derecho civil patrímonial, Op. Cit., Tomo III, p. 555.
lTrrl Sin embargo, en el Derecho romano se consideraba que la posesión era un "hecho'] por
lo menos esa es la postura prevaleciente de los romanistas (SERAFINI, SOHM, MIT-
TEIS, WENGER, KASER, IGLESIAS): FUENTESECA, C¡istina. La posesión mediata e
inmediata, Op. Cit., p. 13.
Las diferencias entre la propiedad (derecho) y la posesión (hecho) están bien claras
en el siguiente fragmento: "Dice POMPONIO, ¿habiéndose sumergido por naufragio
unas piedras en el Tíber, y habiendo sido extraidas retengo el dotninío, y no creo que la
posesión" (D. 41.2. 1 3,pr).
lttz) "yu posesión es un derecho real perfecto, autónomo e independiente. EI poseedor es
protegido porque es titular de un derecho, corno cualquier otro titular. Nada de apa-
riencia, sino rigurosa realidad. No ha1'engaño, no hav apariencia de reaiidad. No es
que el poseedor aparente otra cosa (por ei. propietario, usufructuario, arrendalario,
etc.), sino que exhibe un poder propio inherente a la titularidad de su derecho. Que es
claudicante el derecho de posesión. Claro; como cualquier otro. Todo de¡echo se aPo-
ya en un título o causa originadora de aquél. Si se demuestra que esa causa no existió
o que ha desaparecido, el derecho no habrá llegado a nacer o se habrá extinguido, pero
eso sucede con cualquier otro derecho subjetivo": BUSTOS PUECHE' José Enrique'
La doctrina de la apariencia jurídica, Editorial Dykinson, Madrid 1,999,p.60.
t7r3l '.<Como ya lo enseñaron Morineau en México y Hernández Gil en España, del aconteci-
miento del hombre protegido por el derecho, surge un derecho de carácter patrimonial,
que para ellos se esboza y para mí, sin duda, es un derecho real. En efecto, una vez actua-
lizada la hipótesis normativa, es deci¡ una vez que una Persona ejerce un poder de hecho
respecto de un bien o derecho, sin estar facultado por el ordenamiento jurídico, surge ne-
cesariamente para ella un derecho cuyas facultades subjetivas ya han sido analizadas. Ese
derecho reúne todas las características de los derechos absolutos de carácter patrimonial,
entiéndase de los derechos reales y carece por supuesto de todas las caracteristicas de los
derechos personales": ALESSIO ROBLES, Miguel. Temas de derechos reales, Op. Cit., p. 95'
lTtal También son populares las doctrinas eclécticas como la de MESSINEO, Francesco.
Manual de derecho civil y comercial, traducción de Santiago SentÍs Melendo, EJEA,
Buenos Aires 1979 Tomo III, pp.206-207: "la antigua disputa (que no tiene razón de
ser) de si la posesión es un hecho o un derecho subjetivo, se resuelve observando que
la misma nace como relación de hecho (aprehensión, o entrega, o uso); Pero, aPenas
nacida, se convierte en relación de derecho (aunque sea tendencialmente temporal),
en cuanto es inmediatamente productora de efectos jurídicos; y tan es así, que al po-
seedor, como tal, se lo admite a continuar poseyendo'l
434
Le PosrslóN
435
Guxrnr,n GoNzar-rs Bannó¡¡
El no-titular solo cuenta con factuttt possessiorrls, no tiene i u-s. Al hablars e de "la Pose-
sión como un derecho" se conlunde el "dereclrc" conla "tutela jurídica dcl hecln". En ese
ca-so tar¡bié¡r el ladrón tendría "dercclto". En realidad, ese hipotetico derecho no es más
que un poder de hecho tutelado dentro de ciertos límites por Ia ley: BARBERO, Dome-
nico. Sislcrna de derccho privado, Op. Cit., Tomo I, p. 380. En resumen, la ¡rrotección
juridica del poder de hecho no lo convierte en "dereclrc".
[7r 8] ROCA TRÍAS. Encarna. "Las relacio¡res cntre la posesión y el Registro de la Propiedad'l
En Revisla Crítica de Dcrecho ltmtol,íliario, N" 5-10, Nl¡drid, cnero-fcbrerr¡ i979, p. 11.
ITlel Ibíd., p. 12.
l72ol
La Exposición de N,fotivos Oficial del Código señala -sobre el particular: "el derecho
de posesión (sic) no requiere clel registro para arrojar publicidad. La publicidad del
derecho de posesión se encuentra c'n el ejercicio misr-no de los hechos propios cle la
posesión. Consecuencia de ello es que a ningún poseedor se le va a ocurrir delender
su derecho de posesión si se encuentra inscrito, ni tampoco le está privado dcfenderlo
porque no se encuentre inscrito, ni pensar que ante la talta de inscripción su defcnsa
va a ser infructuosa. Por otro lado, un juez no debe arnparar una acción posesoria por
sólo el hecho de estar inscrita y no deberá desestimarla por falta de inscripción. Ante
todo esto, pareciera que no existe razón alguna para la inscripción de la posesión,
por cuanto no va a signifrcar ninguna mejora a este derecho, ni le va a otorgar una
436
I Le Pos¡sróN
publicidad que de por sí tiene. Pt¡r otro lado, la inscripción de una posesiór'r sólo nos
puede indicar que, en el rnotnento en que se practicó, el tavorecido con la inscripción
se encontraba posevendo. Succ'de sin embargo, que eso lo ¡rr-rede probar el poseedor
Por cualquiera de los medios que el derccho pernrite; \'estos misnros rnedios le van
a permitir probar, casi con toda segurrdad, que su posesion es ntils antigua que la
inscripción de Ia ¡roscsión misr.na": COIIlSION REVISOR,{ DEL CóDIGO CIVIL.
ExposiciÓn de lv[otivos O.ficial dcl Cótligo Civil de 1981 - Libro de Reg,is/ro.s PLiblicos,
.f72r1 Scparata especial publicada en el diario oficial el día 19 de nor.iembre de 1990, p. 21.
"f)octrinal¡trente h¿r cle sostencrse Ia negativa,
1'ello sim¡rlemente por la razón i" qr.
(...) la posesión es un ltecho, v el Registro de la Propiedad es una institución dc publici-
dad de los actos v nc'gocios juridicos relativos a derechos, y precisantente a derechos de
carácter real inn-robiliario. Extrarregistralmente poderosas razones intponen al legisla-
dor atribuir cierta beligerancia jurídica a los estados posesorios, pero estas razones no
obligan a dar entr¿rda a la posesiór.r en el Registro. La coexistencia de un cloble tipo de
inmatriculaciones registrales, en propiedad y en posesión, no tiene consistencia. Si un
propietario carece de título adquisitivo de su dere'cho, arbítrese un ¡nedio de suplirlo,
pero siernpre a base de acreditar una titularidad dorninical o en propiedad. Sólo han de
penr-ritirse las inmatriculaciones e inscripciones dcl dor¡inio o dcrechos reales, pcro
nunca de la poscsión. A ésta, con la protección del derecho civil le basta. Este criterio
contrario a la inscripción de la ¡rosesión ha sido cor.rsagrado por la Ley Liipotecaria
vigente, lo que representa un importante cambio respecto de la legislación anterior, en
la cual la posesión era francamente admisiblc en el Registro": ROC¿ SASTRE, Ran.rón
María. Dereclto Hipotecario, Bosch Casa Edito¡ial, Barcelona 1954, Tomo I, p. 613.
I?2'?1 WOLFF, Martin. 'JDerecho de Cosas'l En
ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y
WOLFF, Martin. Tratado de Derccho Cívil, Op. Cit., Torno III-1., p. 32.
La sola posesión genera una situación prot'isional que no puede ser opuesta a la pro-
piedad o a los otros derechos reales. EI poseedor es protegido contra las intervenciones
ajenas, pero só1o provisionalmente.
437
GuNrnsn GoNzer,ps BennóN
438
Le PospsróN
es una situación de hecho que se ejerce sobre los bienes, mientras que los
derechos reales son situaciones jurídicas sobre bienes, pero formalmente
reconocidos por la ley y, como tal, tutelados.
B. SUIETOS DE LA POSESTÓN
La necesaria existencia de un sujeto como protagonista de todo hecho
jurídico voluntario, como es el caso de la posesión, no es una cuestión de
índole dogmática. simplemente, es el reconocimiento de que el hombre y
su libertad ontológica son el centro del ordenamiento jurídico (prius).La
Í72s1 La siguiente cita jurisprudencial es wa ratio decidendi pues sirvió como fundamento
ese¡cial para que el Tribunal declare improcedente una acción de amparo instada en
defensa del'derecho de posesión": "... en lo que respecta al derecho di posesión, dado
que el mismo es uno de naturaleza real contenido en la legislación infriconstitucional,
no corresponde a.este Colegiado evaluar si ese derecho es ejercido válidamente por eI
demandante...": sentencia del rribunal constitucional del 09 de septiembre del'2002,
expedida en el Expediente N" 1398-2001-AA/TC, y publicada en el diario oficial el 1g
de marzo de 2003. Más fácilmente debió decirse que la posesión no es un derecho,
sino un hecho tutelado dentro de ciertos límites por Ia legislación civil,
439
GuNrllrn Go^-ze Les Bennóx
i;261 VALLET DE COTTiSOLO, Iuan. Pent¡rontr¡ dcl dcreclrc cili/, Bosch Casa Editorial,
Barcelona 1973,p.96.
El frlósolb ETIENNE \\¡ILSON dice que el rasgo tundamcntal del mundo occidental
es la firme creencia en la eviclcnte dignidad del homb¡e. Esta creencia, elaborada en
la filosofía gric'ga por los estoicos, lue transplantada rápidamente al Derecho ronr¿rno,
luego aplicada por el pretor en el Derecho de gentes 1', en lin, posteriormente por la
doctrina cristiana que considera al hombre corno el más perfecto de los seres de la
Tierra, creado a imagen y semejanza de Dios, y con el logro de su salvación como el
más alto deber. Sin embargo, el tenra de la dignidad del ser hur.nano no pasaba, hasta
hace algunas decadas, de ser una discusión ñlosófica o de Derecho natural. Ahora, con
la dogmática jurídica creada alrededor de los derechos fundamentales de la ¡rersona,
se trata cle una materia íntimamente vinculada con el proyecto de r.ida de una conru-
niclad política, esto es, con la Constitucicin del Estado: Cit. Ibid., p. 88.
(t'z¡ ESPINOZA ESPINOZA,Jutn. D,:recho de las Pcrsottas, Editorial Huallaga, Lima 2001,
p.418.
{728i En el Derecho romano era debatida la posesión de las personas juridicas. PAULO lo
negaba basado en que la persona jurídica ("universitas") no tenía volur.rtad propia ¡
por ende, carecía de voluntad pose-soria (D.41.2.1.22). En carnbio, ULPIANO opinaba
que las personas'jurÍdicas sí podian poseer y usucapir, por cuanto ello era Io que se
observaba en la priictica (D.11.2.2): D'ORS, Álvaro y otros. E/ Digcsto de lustiníatto.
\rersión Castellana, Op. Cit., Tomo II1, p. 303. En el Derecho r'¡loderno 1a discusión
carece de senticlo, en tanto la noción de persona jurÍclica está plenamente consolidada
corno un sujeto con capacidad análoga a la pcrsona fÍsica.
440
Le PosrsróN
9,I INTRODUCCIÓN
El derecho real tiene como término de referencia a los bienes; y la
posesión sigue la misma suerte, aun cuando no se trate de un derecho
real, sin embargo, sí es un hecho jurídico vinculado con los objetos de
la realidad externa, por 1o que la analogía se impone naturalmente. para
Barbero, el objeto "es la entidad -material o inmaterial- sobre la cual recae
el interés implicado en la relación, y constituye el punto de incidencia de
la tutela jurídi6¿"tzzer. Si bien esta definición se hace en materia de "dere-
chos subjetivos", no existe inconveniente para trasladarla a sede posesoria.
172e)
BARBERO, Domenico. Sistema de derecho privado, Op. Cit., Tomo I, p. 280.
Para MESSINETTI, el objeto del derecho subjetivo es el ente del cual proviene la
utilidad que satisface el interés presupuesto de este último: Cit. ESCOBAR ROZAS,
Freddy. "Ei derecho subjetivo'l EnId. Teoría General del Derecho Civil. Cinco Ensayos,
ARA Editores , Lina 2002, p. 170.
17301
FERMRA, Francesco. Teoría jurídica de la hacienda mercantil, traducción de losé
lvlaría §avas, EDERSA, lVladrid 1950, p. 3.
441
Guurnr,n GoNzelrs B¡,nnóN
442
Le Pospsrós
443
GuNrHeR Goxz¡.r¡,s BennóN
res incorporalis -possessio usus fructus-. Ahora es posible, no solo la posesión de )os
corpora, sino también la posesión de los irra: posesión del usuliucto, del uso, de la
habitatio, de las servidumbres prediales, de 1a enfiteusis y de la superficie. Esta última
noción de lapos,sesslo tiene Ia amplitud de la más antigua noción de usr¡s": IGLESIAS,
luan. Derecho Romano, Editorial Ariel, Madrid 1999,p.204.
«Uno
17-16l de los logros de la influencia del D.'recho Canónico sobre Ia doctrina de los Glo-
sadores es la aml¡liación por parte de la doctrina canónica de la teoria de 1a posesión,
ampliando el concepto ciásico, alrlicándose a cosas incor¡ro¡¿ls5 couro por ejemplo:
prestaciones, derechos, beneficios, dignidades, diezmos, situaciones personales, y pro-
tegiendo este tipo de pe5s5io¡1 con la teoría de la buena fe": ACUILAR IIOS, Paloma y
HERRERA BRAVO, Ramón. Derecho Rotnano y Dereclto Canónictt. Ele rnentos.formati-
vos de las institucio¡tes iurídicas ettropc¿-c, Editorial Conrare-s, Granada 1994, pp. 43-44.
t7371 En tal ilusión óptica incurre: PASCO ARAUCO, Alan. "La suma de plazos posesorios
444
,
La PospslóN
415
GuNturn GoxzeLr.s B¡RnóN
446
Le PospslóN
417
GuxrnrR GoNzeres B¡nnóx
de las cosas que no pueden ganarse por prescripción. Esta confusión proviene de la
influencia que la posesión tiene en la usucapión; pero hemos de ex¡r¡s5¿¡ que no basta
sirnplemente poseer para poder prescribir, ya que deben concurrir otros elementos.
Existen, ernpero, bienes de uso público, que no son susceptibies de ser poseÍdos por
nadie. Así, las calles, las plazas, Ios caminos. Un bien inrprescriptible puede ser objeto
de posesión. Nada se opone a ello. (...) La irnprescriptibilidad de la cosa que se posee,
no impediría que el poseedor pudiera utilizar los interdictos a fin de deÍender, aunque
fuere momentáneamente, su posesión'l
t7'1sl El erro¡ se encuentra patente, también, en la Exposición de lvlotivos de1 abrogado Có-
digo de Procedinrientos de 1911: "Teniendo los interdictos por objeto Ia utilización
económica de la propiedad privada; respetando elios en la posesión una propiedad que
comienza; y teniendo por mira ulterior dispensar al poseedor de la prueba en el juicio
petitorio, es evidente que deben quedar fuera de su amparo todos aquellos bienes que
no se hallan en el comercio de los hornbres": Cit. CUZivlÁN FERRER, Fernando. Có-
digo de Procedimientos Civiles, Editorial Científica, Lima, s/l Tomo II, p. 1039.
448
Le Pos¡sróN
cualquier tipo; sin embargo, esa presunción puede destruirse con la prueba
en contrario del yerus possessor, por lo que la posesión de un particular
lo habilita a la tutela posesoria, aunque se descarta la prescripción adqui-
sitiva. Téngase en cuenta que se mantiene \a possessio ad interdict¿?, pues
la norma procesd no ha sido modificada, por lo que su efecto se limita
a impedir la possessio ad usucapionem, lo que ciertamente no es extraño
en muchos fenómenos posesorios, conro puede ocurrir, por ejemplo, en
la posesión del arrendatario o, incluso, en Ia posesión en concepto de
dueño, pero que ha sido objeto de interrupción por el propie[ario.
449
a
CapÍruro VI
CTASES DE POSESIÓN
t--
I. INTRODUCCIÓN
Según el art. 896 CC, son poseedores, el propietario, el arrendatario
legítimo o ilegítimo, el usurpado¡ el ladrón, el sujeto que recoge un ob-
jeto que se lo encuentra en la calle o aquel que compra de buena fe a un
falso propietario, etc. Todos ellos se encuentran dentro de las fronteras
de la posesión, sin embargo, es fácil advertir que los casos son diferentes
y exigen que el Derecho los trate de acuerdo con esa diversidad.
453
Gu¡¡rupR GoNz¡.LE,s BennóN
454
CresE,s p¡ posrsróN
455
t--
GuNrupp. GoNzeLss BennóN
l7{'q1Ibíd., p.48.
t7s0l SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. I/ Possesso, Giuffré Editore, Milán 2000,
p.195.
r75'r Ibíd., pp. 200-203.
456
Cles¡s oE pospslóN
I7s4 POLA, Pao\a. Llusucapione, CEDAM, 3' Edición, Padua 2006, p. 25.
457
G uN rr¡¿R Go^-zeLEs lie RtoN
t75rl "Sexto.- Que, en relación al cargo expuesto en el punto a),la impugnante alirnla que se
afecta su derecho a la legítima defensa por no haber sido emplazacia en el prescnte pro-
ceso desde 1os mornentos previos a Ia dernanda con la convocatoria a la conciliación
prejudicial. Que, sobre el particular, de1 acta de conciliación corriente a fbjas quince,
expedida por el Centro de Conciliación'Acordemos'l del tres de mayo de dos mil seis,
seieriflca que solo lue invitado a la audiencia de conciliación fijada para dicha fecha,
al demandado Augusto Kishimoto Shimabukuro, no obstante, que el actor partic-ipó
co¡no testigo del riratrimonio cir,il según aparece de Ia particla presentada por 1a hoy
impugnante corriente a fojas trescientos seseltta y cinco de autos, a mérito dcl cual la
Saü iitegró a la recurrcnte a la relación procesal corno litiscor.rsorte del demandado"
(Finaln-rente, sc dcclaró fundada Ia casación, en consecuencia, nulo k¡ actuaclo hasta
que se notifiquc de la demanda a la litisconsorte)'
458
Clesps o¡ posrs¡óu
459
GuNr¡¡e R GoNzel¡,s B¡nnóN
460
Cr¡.sEs os posEsróI¡
461
GuNrHpn GoNzar.ns B¡.nnóN
"Por ello, creo que, en general, los hijos no poseen el bien que
ocupan conjuntamente con sus padres cuando son menores de
edad, pues ocupan o residen en éi, lo hacen en virtud del interés
de los padres, quienes tienen el derecho -y el deber-- de tener a
sus hijos bajo su protección y cuidado. Sin embargo, cuando estos
adquieren la r-nayoría de edad, salvo los incapaces, y estos continúan
viviendo en el mismo inmueble conjuntamente con sus padres,
en principio -salvo excepciones--, usan el bien en interés propio,
para satisfacer, no la necesidad o requerimientos de los padres,
sino su propia necesidad de vivienda, no continúan residiendo
en el mismo bien para beneficio de los progenitores -quienes 1o
consienten por afecto, o por su sentimiento natural de los padres--,
por ello considero que son poseedores y no detentadores, como se
menciona en la sentencia rnateria de análisis"t's7].
{7s71 LAN,IA N,IORE, Héctor. "La usucapión de1 coposeedor".En Diálogo con Ia Jurispruden-
cia. Gaceta Iuridica, N" 132, Lima, scptiembre 2009, p.37.
462
Clasrs ¡¡ posr'srów
463
GuNrurx GoNzerrs BennóN
464
Cresrs or posssróN
466
Clasps or posrsró¡¡
t75el «la
posesiór.r ejercida por el hijo nrenor de edad sobre los bicnes de propiedad del
padre, nunca va a ser una posesión precaria, Lrucs su tr'tulo poscsorio eslusiamente su
caliclad dc hijo (...) El solo hccho de acudir a los hijos con una pensión aliurenticia,
no exi¡ne al padre de la obligación de proporcionarles vivienda, pues este hecho debe
tonrado en cuenta a etectos de fijar la pensión, 1, no tiene efecto alguno en la calidad
posesoria del hijo (. . . ) De obtenerse el desalojo de la madre, que cjerce Ia tenencia del
menor, se estaría obteniendo de forma indirect¿ el desalojo del hijo, quien no tiene la
calidad de precario'l
tz6ol HURTADO POZO, losé. lv'lanuttl de dereclrc penal, EDDILI, Lima 1987, p. 375.
(7611 «En
De¡ecl.ro penal, y por exigencias del principio de iegalidad, la contradicción al or-
denamiento juridico procederá siempre v necesariamente de la verificación de una de
Ias conductas previstas como delikr en la Le;,irenal; es decir, de la vcrificación de una
conducta típica. Pero con eso no basta; es preciso además clue se contradiga el deber
ser ideal. Y es posible que la conducta tÍ¡rica se ajuste a ese deber scr ideal: sucederá en
aquellos casos en que la verificación de la misma resulte positiva Lrara las valoraciones
que, realizadas por el ordenar¡iento en su conjunto, constituven ese deber ser ideal.
467
GuNrHsR. GoNzelps BennóN
En este caso diremos que la conducta está justificada, por lo que no resultará contraria
a la norma objeto de valoración": CARBONELL MATEU, )uan Carlos. Dereclrc penal:
concepto y principios constitucíonales, Tirant Lo Blanch, Valencia 1999, p. 53.
Sin en.rbargo, 1a realidad ha su¡rerado la teoría. De otra manera no se puede calificar
la existencia de un proceso judicial de desalojo, de ca¡ácter especiai, para los casos en
Ios que e1 trabajador incumple su obligación de devolver el bien inmueble destinado
a casa-habitación proporcionado por el empleador. Este proceso se encuentra regu-
lado por el Decreto Supremo 0t l-91-TR: MUÑOZ WELLS, Jorge. "Sobre el proceso
autónomo de desocupación judicial de inmueble de acuerdo al D.S. 011-91-TRl En
Aequitas. Revista de Derecho y Ciencia Política, No 3, Lima 1996, p. 112.
Hasta los existencialistas reconocen que, en la filosofía de la ciencia, la nada carece
de sitio. AsÍ: "Precisamente, la ciencia rechaza la nada y prescinde de ella corno de algo
nulo. Ahora bien, al despreciar de este modo la nada, ¿no estamos precisamente admi-
tiéndola? Aunque, ¿se puede hablar también de admitir cuando lo que admitarllos es
la nada? Tal vez estos giros del discurso se muevan ya en un juego de palabras vacío.
Frente a eso, la ciencia tiene que volver a afirmar ahora su seriedad y lucidez; que lo
único que le importa es el ente. ¿Qué otra cosa le puede parecer a Ia ciencia 1a nada
más que un espanto y una fantasmagoría? Si la ciencia está en lo cierto, entonces una
468
Cres¡s oe posrslóN
Pues bien, eso mismo pasa con el Derecho. Nadie regula las negacio-
nes, sino los hechos. La ley indica que el contrato es un "acuerdo"; pero,
normalmente, no se establecen normas para el no-contrato. Por tanto,
es lógico que el Código Civil omita regular la inexistencia del negocio
jurídico; sin embargo, ello no impide que tales negaciones tengan impor-
tancia práctica, pues con ellas se puede borrar la tenue apariencia de un
hecho, o poner fuera de sitio la pretensión de convalidarlotTual.
cosa es segura: la ciencia no quiere saber nada de la nada. Al final, esa es la concepción
rigurosamente cientifica de la nada: la sabemos en la medida en que no queremos sa-
ber nada de el1a': HEIDEGGER, Martin. ¿Qué es la metafísica?, traducción de Helena
Cortés y Arturo Leyte, Alianza Editorial, Madrid 2012, pp. 17 -18.
17641 Por ejemplo, en la inexistencia del negocio jurídico, el tema tiene gran relevancia para
distinguirlo de la acción de nulidad. En efecto, la inexistencia es la nada para la ciencia,
y la nada siempre será una negación; simplemente el no-ser; por tanto, el plazo para
declararlo nunca se inicia, pues no existe en el mundo fenoménico; la nada impide el
inicio del cómputo; por lo que se trata de una pretensión imprescriptible, pero, ¿si la
ley no lo dice? ¿qué hacemos? En este caso, como en muchos otros, la regla se dedu-
ce, se obtiene desde 1os principios y la sistemática del derecho. Es muy fáci1 hacer Ia
deducción: En primer luga¡ si el acto juridico se declara nulo, entonces el no-acto se
declara inexistenté, pues la nulidad presupone que siquiera existe el hecho fenoménico
como tal. En segundo lugar, la nulidad del acto jurídico se puede declarar en el plazo
de diez años desde que la pretensión puede ejercitarse, o sea, desde que el hecho ocu-
rre en el mundo; en cambio, el no-acto es nada, no hay hecho, por lo que e1 inicio del
cómputo es imposible, por tanto, el remedio es imprescriptible.
Gur'iturR GoNze¡-r,s Bennox
f7651 "En el Derecllo hay fuentes (hechos y actos creadores de normas), pero no todo el
Derecho está basado en fuentes. FIal'normas cuya validez no descansa sobre criterios
lonnales, sino rnateriales. Este es el caso tanto dc- las nornr¿rs irnplícitirs como el de las
norntas necesarias. La juridicidacl de las norr.nas implicitas depende de su coherencia
valorativa con otras normas del sisterna que sí son válidas ft¡¡nraln-rente": AGUILÓ
REGLA, |osep. "Positivisrno y Postposítivisn-ro'l En LINFANTE VIDAL, Isabel. 1lrfdr-
prctackin juríLlica y tcoría del dcrcclto, Palcstra Editores, Lima 2010, p. 27.
470
ClRs¡s o¡ posrsró¡-
general degradado por mala conducta. Para lhering, sin ernbargo, todas
las hipótesis se reducen a los generales degradados, es decir, son posesión,
pero con la ley en contra. Absurdo.
472
Cl¡.srs or- poseslóx
Es bueno aclarar que en el Derecl.ro romano clásico, la posesión civil se identifica con
la del poseedor que cuenta con buena fe yjusta causa, pues solo con estos requisitos se
podría logrirr la usucapión. Sin enrbargo, en el Derecho justinianeo, la posesión civil
abarca a los poseedores que solo tienen defensa posesoria, así couro alos ad usucapio-
aerir (FERNÁNDEZDE BUJAN, Antorrio. Derecho Prit,ado Rttnano, Op. Cit., p. 350).
Por el contrario, ia llamada "posesión natural'l según el Derecho romano, es contraria
a la civil, por 1o que se ejerce sin intención de apropiarse del bien, ni actuar en condi-
ción de titular del derecho real. En Ia posesión natural, obviarnente, está neglda toda
posibilidad de usucapión, pues el Derecho no puede otorgar algo que el propio sujeto
rechaza. Asimismo, carece de la protección interdictal. Un tercer género es la posscssio
opossessio ad htterdicta,la que puede ser dct'endida a través de los interdictos.
FUENTESECA, Cristina. Lo posesión ntediata e irunadiata, Op. Cit., p. 10.1.
473
GuNruEn GoNzeLrs BnnnóN
474
Clasps oE posesróN
t"'l Ulpiano en D.41.2.10.1: "es muy distinto poseer una cosa, que estar en la mera posesión
o tenencia de una cosa, de modo que no posee el que tiene la cosa para asegurar su
conservación o el pago de legados . . ., sino que está en la mera posesión o tenencia de
ia misma, con una finalidad de custodia": FERNÁNDEZ DE BU]AN, Antonio. Dere-
cho Privado Romano, Op. Cit., p. 349.
475
GuNrrrrn GoNzerps Bennóx
476
Cl¡.srs »p posrslóN
En buena cuenta:
"la construcción expuesta por la doctrina alemana consiste e¡r añadir
más grados cualrto r'rayor sea la distancia entre el poseedor innrediato y
el mediato. Así, el subarrerldatario sería, por ejemplo, poseedor inmediato,
el arrendatario ocuparía la posición de poseedor mediato de primer gra-
do, el usufructuario que arrendó sería el poseedor mediato de segundo
grado ¡ finalmente, el nudo propietario sería el poseedor mediato de
tercer grado. E incluso, cada uno podría ceder o transmitir su respectiva
177'1 ENNECCERUS, Ludrvig, KIPB fheodor y \VOLFF, Martin. Tratttdo de Derecho Ci,il,
Op. Cit., Tomo ill-1", p. 59.
tzusl FUENTESECA, Cristin a. Ld posesión m¿diata e iruncdiato, Op. Cit., pp. 86-.37.
r:-vl Cir. Ibíd., p. 97.
tzaol ENNECCERUS, Ludwig, KIPB Theodor y \VoLFF, Marrin. Trotado da Der¿clrc Civil,
Op. Cit., Tomo III-1', p. 60.
I78rj Ibídem.
477
GuNrspn Goxzerps Bennóru
I78:l FUENTESECA, C¡istina. Lil posesión e ituncliata, Ediciones Legales, Lirna 2013, pp.
1 51 - 1 52. En este caso, hemos citado la reimpresión peruana de la obra, como testimo-
478
Crasns »p pospsróN
479
GuNrnpn GoNzer¡s BennóN
4,5
LA POSESIÓ¡¡ TT'ITOIRTA Y tAS REGLAS GENERATES DE
LA POSESIÓN
El Código Civil Peruano dedica t-uuchas reglas a la posesión, Pero
ninguna a la posesión mediata, salvo la que define a la figura (art. 905
CC). La pregunta evidente es si tales norl.nas contprenden tantbién a la
posesión mediata e inrnediata. La cuestión no puede resolr'erse ell tornra
dogmática, o mediante arguntelttos tales cor-l-lo "donde la lev no distingue,
tarnpoco puede hacerlo el intérprete". En tal sentido, es necesario evaiuar
Ios intereses subyacentes en Ia nornta, \' su evel'ttual aplicabilidad a las
hipótesis de posesión intermediada o directal;e21. Por ejemplo, es dudoso si
la acción reivindicatoria instada por el propietario en contra el poseedor
inmediato, deba emplazar tan-lbién al mediato, o viceversa.
t7e0l Cit. FUENTESECA, Cristina. La posesión tnediata e inn¡cLliata, Op. Cit., p. 59.
l7e'l lbíd., pp. 81'82.
l7ezl Por ejer-nplo, en los siguicntes casos el término "posesión" comprende tambiér-r a la
"r.r.rediati':
- El poseedor r.nediato (en concepto de propietario) puede adquirir la propiedad de
un bien por usucapión, sin tener control lísico directo, bastándole poseer Por me-
diación de un poseedor inn-rediato (en cor.rcepto de arrendatario);
- El poseedor de buena fe (puede ser el mediato) hace suyos los frutos;
- El poseedor de buena fe, y en concepto de dueño (puede ser e1 mediato) adquiere la
propiedad del bien mueble si es que Io recibe, aunque el cnajenante no sea su titular;
etc. Esta última hipótesis, sin embargo, ha generado discusión en la doctrina.
480
Crasps ot pospstó¡¡
481
GuNlu¡R GoNz¡.rrs BennóN
482
Cl.qses ru, posr.sróN
483
Guxrspn GoNzerrs BennóN
I7e5l MARIANI DE VIDAL, Marina. Derechos Reales, Zavalía Edito¡ Buenos Aires 2000,
Torno I, p. 138.
[7e6] La categoría preferentemente es Ia de bona fdei possessío y su contrapue_sta, la posesión
de mala fe: IHERING, Rudolf von. "La voluntad en la posesión'l En Id. La posesión,
traducción de Adolfo Posada, Editorial Reus, Madrid 1926, pp.605-606.
Así 1o dice textualmente PAULO en el fragmento contenido enD.41.2.3.22: "aunque
puede dividirse en dos clases (la posesión): de buena fe y sin buena fe": D'ORS, Álvaro y
otros. E/ Drgesto de lustiniano. Versión Castellano, Op. Cit., Tomo III, p. 305.
En las pocas veces que lo menciona, el Derecho romano utilizó la expresión "posesión
justa" en lugar de "posesión legítima'l Por ejemplo, lo hace PAULO en D.41.2.11: "Po-
see justamente el clue posee con autoridad del pretor": Ibíd., p.306.
AVENDAÑO YALDÉL, Jorge.'Anteproyecto del Libro de Derechos Reales'l En CO-
MISIÓN REFoRIIIADoRA DEL CÓDIGo CIVIL DE 1936. Proyectos y Anteproyectos
de Ia Re.forma del Código Civil, PUCB Lirna 1980, Tomo I, p. 792.
484
Crns¡s oE, pos¡slóN
I7e8l MARIANI DE VIDAL, Marina. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 155.
ITeet Lajurisprudencia no siempre ha diferenciado con claridad los efectos de la nulidad y
de la anulabilidad en sede posesoria. Por ejemplo:"... La posesión puede ser legítima
o ilegítima, dependiendo de su conformidad o no con el Derecho, siendo la posesión
de buena fe y la posesión de mala fe, una subclasificación de la posesión ilegítima. La
ilegitimidad en la posesión no sólo está dada por Ia existencia de un titulo viciado,
es decir, que adolece de una causal de nulidad o anulabilidad, sino que además se
da cuando ésta se basa en un título en que el transferente ca¡ece de legitimidad para
ello, es decir, cuando el defecto es de fondo. Ambos casos parten de la existencia de
un título, que por presentar defectos de forma o de fondo convierten a la posesión en
ilegítima" (Casación N" 1437-99).
t8{01 Por ejemplo: si el sujeto que vende un bien no es propietario, entonces solamente
trans-
mitirá la posesión, más no la propiedad; por lo que el comprador será reputado como
poseedor ilegítimo. Sobre el particular, se dice: 'que el título o causa puede existir, ser
válido, y que la posesión haya sido transmitida por un modo suficiente para adquirir
derechos reales, y no obstante ello ser ilegítima por emanar el contrato de una persona
que no tenía derecho a poseer la cosa (p. ej., si el que la vende no era su verdadero pro-
pietario), o si no lo tenía para transmitirla (p. ej., si el usuario cede su derecho, ya que
485
GuNrn¡,R GoNz¡,r¡s Benxóu
tal cesión está prohibida)": PAPAÑO, Ricardo, KIPER, Claudio, DILLON, Gregorio y
CAUSSE, Jorge. Derechos Reales, Editorial Astrea, Buenos Aires 2004, Tomo I, p. 69.
terl Es una conclusión generalizada, por ejemplo: WESTERMANN, Harr¡ WESTER-
MANN, Harm Peter, GURSKY, Karl Heinz y EICKMANN, Dieter. Derechos Reales,
traducción de José María Miquel Gonzále2, Ana Cañizares Laso y otros, Fundación
Cultural del Notariado, Madrid 2007, Tomo I, p. 381.
486
Ctesps oE pospsróu
lao¿lAsí ocurre con la concubina del poseedor que ha nacido en el extranjero, por lo que
aquella tiene dudas sobre la condición de su pareja, recientemente fallecido, pues des-
conoce si tiene hijos o no en su país natal. Desvanecer esta duda demostraría una
alta diligencia que tal vez no sea justificable por las circunstancias, por lo que una
hipotética culpa leve no debe influenciar en la buena fe. Según DÍEZ PICAZO, Luis
(Fnttlamentos de Derecho Civil Púrimoníal, Op. Cit., Tomo lll, p. 586), los estados de
duda deben equipararse a la mala fe, si en la duda hubo culpa grave; v colocarse en el
campo de la buena fe, si es que la duda no fue despejada por culpa leve.
tm§l A veces esta condición subjetiva piantea ulteriores problenras si se trata de situaciones
pluripersonales o de personalidad interpuesta He aqui algunas hipótesis particulares
(lbíd., p. 588):
- Si el poseedor es una persona jurídica cu1'os socios son los transmitentes de la po-
sesión en calidad de personas naturales (o viceversa), y etos conocen la ilegitimi-
dad de la posesión, entonces no existe buena fe e de la persona jurídica. Faltaria la
"creencia honestd' en la situación.
- Si la posesión se realiza a trar.és de un representante voluntario, se exigirá que la
creencia honesta la tengan el representado y el representante (cuya actuación -aun
en el ámbito de la buena fe- repercute en la esfera jurídica del representado).
- Si Ia posesión se realiza a trar'és de un representante legal, y teniendo en cuenta
que la voluntad del representado no influye en la califrcación del estado posesorio,
entonces solamente se evaluará la creencia honesta del representante.
- Si la adquisición se lleva a cabo por medio de la representación orgánica de una
persona jurídica, la creencia honesta de la iegitimidad debe quedar referida a los
componente-s del órgano de representación decisorio en la celebración del acto ad-
quisitivo (directorio, gerencia, consejo directivo, etc.).
- Si la posesión se lleva a cabo por varias personas simultáneamente (coposesión), el
problerna se presenta cuando algunos coposeedores son de buena fe y los otros de
mala fe, por 1o que habría que individualizar y escindir los efectos de la posesión,
según el caso.
18061 En doctrina se hace una sub-clasificación de Ia posesión ilegítima: posesión de sim-
ple mala fe y posesión yiciosa. Esta última se produce en los bienes muebles cuando
ha existido hurto, robo o abuso de confianza; en el caso de los inmuebles, cuando ha
existido despojo violento (MARIANI DE VIDAL, Mariana. Derechos Reales, Op. Cit.,
Tomo I, p. i57). El Código de 1984 no reconoce esta sub-clasificación, ni atribuye
dit'erencias por las consecuencias jurídicas.
488
CresEs op posrslóN
Por otro lado, el art. 907 CC ha ido más allá que el modelo ger-
mano, por cuanto establece que la sola citación con la demanda, si
r8o7l GAZZONI, Francesco. Manuale di diritto privafo, ESI, Nápoles 1998, pp. 216-217.
t80sl WOLFF, Martin. "Derecho de Cosas'l En ENNECCERU§, tudwig, ttme Theodor y
WOLFR Martin. Tratado de Derecho Civil,Op. Cit., Tomo III-1", p.580.
489
GuNrspR GoNzetss BennóN
ls0el WESTERMANN, Harry WESTERMANN, Hann Peter, GURSKY, Karl Heinz y EIC-
KI\'IANN, Dteter.Derechos Reales, Op' Cit., Tomo I, p. 384.
490
Cres¡,s ou pospsróN
DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de derecho civil patrimonial, Op. Cit., To¡no III,
p. 588.
¿Qué es el fruto? Vale la pena recordar que es un bien derivado directamente de otro
bien, es un goce materializado en una realidad objetiva, no es el simple "valor de usoi
¿Esto indica que el poseedor de buena fe debe restituir todas las otras utilidades del bien,
distintas de los frutos? La norma debe interpretarse en el sentido que el poseedor de
buer.ra fe se apropia de la utilidad natural que produce el bien, y no solo de los frutos
en definición técnica. La justificación no solo se encuentra en la literalidad de la le¡ sino
en la idea, luego enunciada, que la posesión es un poderoso título para fundar 1a riqueza.
{8t21 "Existe también el supuesto del poseedor de buena fe, en que se discute si tiene un tí-
tulo de propiedad sobre los frutos (los hará suyos: art.451 del Código Civil), o bien, se
trata de que, perteneciendo al propietario, se dispensa al poseedor de la obligación de
491
GuNrur,R GoNzatrs Bennóu
492
CLesps »s pos¡slóNr
493
GuNrur,R GoNzarps Bennón
IsrTl Sobre esta cuestión, existen disquisiciones de orden terminológico: "Se afirma, enton-
ces, que 1a peculiaridad de la responsabilidad bbjetiva' es, en realidad, la admisibili-
dad, como únicas circunstancias eximentes, del caso fortuito ylafuerza mayor. Desde
otro ángulo visual, se replica que Ia presencia del caso fortuito y la fuerza mayor son,
verdaderamente, demost¡aciones de la inexistencia de culpa del imputado; y siendo
así, la responsabilidad sigue siendo subjetiva, sólo que la misma resultará 'agravada'.
Por tales razones, yo soy de la idea de que los únicos casos de responsabilidad'objetiva'
son aquellos en los cuales ni siquiera el caso fortuito o la fuerza mayor son admisibles
para librar al imputado del resarcimiento que se Ie impone. En el ordenamiento ita-
liano, la figura se presenta, por ejemplo, en los casos de daños ocasionados por la ma-
nipulación de la energía nuclear. En el nuestro, puede citarse el supuesto del artículo
tSSt del Código Civil": LEÓN, Leysser. La responsabilidad civil. Líneasfundamentales
y nuevas persPectivas, No¡mas Legales, Lima 2004, pp.27 -28.
494
Cresps or posrsróN
495
GuNrH¡n GoNrzeLss BaxxóN
t82ol Ibídem.
teu rl HERNÁNDEZGlL,Antonio. Obras Complefas, Tomo ll La Posesión, Op. Cit., p. 158.
496
Cles¿s or, pospsróN
497
CapÍrur.o VII
CTASES DE POSESIÓN
(CoNr): LA POSESIÓN pRECARTA
L, INDETERMINACION DEL CONCEPTO DE PRECARIO
La situación actual del concepto de "precario", y los contornos in-
definidos que padece, constituye, sin duda, un grave atentado contra la
seguridad jurídica y, por ello, tarnbién, un déficit de justicia que el sistema
institucional debe corregir.y enrumbar.
En efecto, la situación actual es claramente desesperanzadora, pues
nadie sabe a ciencia cierta qué es un "ocupante precario". No está delineado
en la doctrina, ni en los Tribunales, ni siquiera en el sentido común de
los particulares a quienes, finalmente, se dirige el ordenamiento civilístico.
501
GuNrusn GoNz,cLes Ben nóN
l82sl Nótese tal error en esta ejecutoria de la Corte Suprema: "Séptimo.- Que, previamente,
debemos señalar que en el proceso sumarísimo, por su propia naturaleza, los plazos
procesales son más breves, las actuaciones procesales están reducidas en atención al fin
que se propende mediante esta vía, de tal modo que el debate probatorio se encuentra
limitado. Siendo así, si el demandado por desalojo por ocupante precario en esta vía
procesal, señala que no tiene ia condición de ta1, alegando haber adquirido Ia pro-
piedad por prescripción adquisitiva de dominio, adjuntando medios probatorios y, el
solo hecho de admitirlos desnaturalizaría el proceso sumarísimo, abriendo un debate
502
Cres¿s pr pos¡sróN (CoNr): Le pos¡sróu IRECARTA
que necesita de un proceso más amplio, salvo que como prueba se adjunte la sentencia
judicial o escritura pública que contenga la declaracicin de propietario por usucapión
efectuada por notario público (sic), Conro es claro, la presentación de tales documen-
tos no generan mavor controversia por ser públicos, que crean cerfeza en el juez como
culnlinación de un proceso judicial o de un procedimiento notarial que solo se han
limitado a declarar un derecho y'a existente" (Casación N' 5656-2007-Lima, de 01 de
diciembre de 2008).
¿Cómo puede explicarse que al demandado no se le permita probar la propiedad, a pe-
sar de presentar medios probatorios con tal fin; mientras que el demandante si puede
hacerlo? Esta notoria injusticia conlleva que la parte demandada sea desalojada abrup-
tamente en vía surnaria, a pesar de su co¡rdición posesoria, lo que implica violación de
las garantías judiciales (específicamente, la de igualdad) del art. 6" de la Convención
Americana de Derechos Humanos, concordante con el art. 139 de Ia Constitución.
t8261 "Décimo.-
Que, sin embargo, la naturaleza del proceso, como ya se ha dicho, es ia del
desalojo por ocupación precaria, esto es, cuando el dernandado ejerce la posesión sin
título alguno o cuando el poseído ha fenecido; siendo que, según las instancias, en este
caso, el título del demandado ha fenecido con la resolución del contrato por incurn-
plimiento de pago de arriendos, por parte del recurrente; por ende, en esta sede no se
puede revertir los efectos de la declaración antes anotada'l
t8271 «Und'c'mo.-
Que, de lo expuesto en el considerando precedente es de tenerse en
cuenta que con la decisión adoptada por la demandante, los efectos del contrato de
arrendamiento quedaron sin efecto, y de conformidad con lo señalado en el último
párrafo del artículo 911 del Código Civil (Nota: es un error, pues la norma solo tiene
un párrafo), la ocupación de los demandados deviene en precaria, interpretación que
protege la posibilidad del pleno dislrute del derecho a la propiedad por el adquirente,
reconocido y amparado por el articulo 70 de la Constitución de 1993, sin más trabas
que las establecidas expresamente por la ley'i
GuNrrrrn GoNzr r.ps B¡,nnón
l8r8l "Una vez concluido el plazo del contrato de arrendamiento, la condición del arrenda-
tario no es ia de un ocupante precario, ya que el contrato de arrendamiento -si antes
no se ha solicitado la devolución del inmueble- sigue vigente y bajo las condiciones en
un inicio pactadas, siendo que en tal supuesto el arrendador ¡ruede solicitar la devolu-
ción que debe hacerse valer a trar,és de la vía legal correspondiente, según lo prevé el
artículo 1700 del Código Civil'l
"Sexto.- Que, consiguientemente en el presente caso, resulta evidente que si bien los
acto¡es han acreditado ser propietarios con derecho inscrito en los registros públicos
del bien inmueble sublitis, sin ernbargo, tal derecho de propiedad es negaclo por el
demandado quien incluso viene cuestionando en sede judicial la validez del título que
escolta a la demanda, por lo que se incumple el tercer requisito del proceso de desalojo
por causal de ocupación precaria aludido en el considerando precedente, toda vez que,
al alegar el demandado derecho de propiedad y cuestionar judicialmente la vaiidez del
titulo del demandante se da una especial circunstancia que justifica la posesión del
demandado sobre el bien inmueble materia de la demanda'l
La Corte razonó de la siguiente forr.na: "siendo nulo el contrato de anticresis, los de-
mandados resultan ser precarios, de conformidad con el artículo 911 del Código Civil,
que establece que la posesión precaria es la que se ejerce sin título alguno o cuando el
que se tenía leneció'l
)u{
Cr-esns oE posEsróN (CoNr): Le posrsróu pRECARTA
I83rl "Décimo.- (El) articulo 911 del Código Civil, establece que la posesión precaria es la
que se ejerce sin titulo alguno o cuando el que se tenía ha fenecido. La norma acotada
exige que se prueben dos condiciones copulativas: que la parte demandante sea Ia ti-
tular del bien cuya desocupación pretende; ,v que la parte emplazada ocupe el mismo
sin título o el que tenÍa ha fenecido. EI 'titulo" a que se refiere Ia segunda condición
copulativa es el que emana de un acto jurÍdico por el que se otorga al poseedor la pro-
piedad, arrendar-niento, usufructo, uso, comodato, superficie, anticresis, entre otros, del
bien que detenta, ¡ror lo que reiteradas ejecutorias de Ia Corte Suprema de iusticia han
establecido que la posesión precaria es la que se ejerce de facto, sin contar con titulo que
justifique la posesión, entendiéndose co¡no tal a la ausencia absoluta de cualquier cir-
cunstancia que permita advertir la legitimidad de la posesión que detenta el ocupante'l
t8r2l «Décimo Cuarto.- Que, en el caso concreto, confo¡me se tiene de la instrumental obran-
te a fojas tres, e1 bien materia de litis fue adquirido por el demandante por contrato de
venta de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos setenta y cuatro de Ia señora
Concepción Delgado Sosa de Santos; es decir, con fecha anterior a la relación conviven-
cial iniciada con Ia demandada Paula Quispe Cruz, por lo tanto, no podría considerarse
dicho inmueble como bien social o parte de ia sociedad de gananciales habidas dentro
de una convivencia, dado que fue adquirido antes de iniciar la unión de hecho. Ahora,
respecto de las mejoras que alude la recurrente haber hecho en el mencionado inmueble,
se tiene que a nivel de todo el proceso, no se acreditó fehacientemente dicha situación
(artículo 196 de1 Código Procesal Civil); por 1o que 1os argumentos de la recurrente, de
considerar el bien sublítis como parte de la sociedad de ganancíales habídos durante
su convivencia con el demandante, quedan enervados. Décimo Quinto.- Que, respecto
del acta de conciliación otorgado en el proceso de violencia familiar con fecha uno de
diciemb¡e de dos mil cuatro, seguido por la recurrente, por el cual el demandante le
autorizó el ingreso, junto con sus menores hijos, al inmueble ubicado en la Calle BolÍvar
número novecientos setenta (hogar conyugal o de hecho), a razón de haberse reanuda-
do sus relaciones convivenciales con la demandada; constituye título suficiente para no
ser considerada como ocupante precaria, ya que ejercita su posesión en dicho inmueble
como madre de Ios hijos del actor. Por tanto, el título que invoca la demandada para
poseer las dos habitaciones reclamadas no ha fenecido'l
505
GuNrspn GoNzeLEs B¡,nnóN
[8]31 "La posterior permanencia del (hijo) demandado en el inmueble, luego de surgir las
desavenencias y discusiones familiares que refiere e1 actor en su demanda, no convier-
te en precario a1 recurrente; no resultando pertinente en esta vía sumarísima determi-
nar la naturaleza de las relaciones jurídicas existentes entre el propietario y los demás
ocupantes del inmueble, y que autorizarían el derecho de uso a favor del demandado'l
[83.r] "la posesión ejercida por el hijo menor de edad sobre ios bienes de propiedad del
padre, nunca va a ser una posesión precaria, Pues su título posesorio es justamente su
calidad de hijo (...) El solo hecho de acudir a los hijos con una pensión alimenticia,
no exime a1 padre de la obligación de proporcionarles vivienda, Pues este hecho debe
tomado en cuenta a efectos de fijar la pensión, y no tiene efecto alguno en la calidad
posesoria del hijo (...) De obtenerse el desalojo de la madre, que ejerce la tenencia del
menor, se estaría obteniendo de forma indirecta el desalojo del hijo, quien no tiene 1a
calidad de precariol
"Décimo Tercero.- Que, la demandante sustenta su demanda precisamente en e1 he-
506
Cr"esEs oE posrsróN (CoNr): Le pospsróN IRECARTA
t8r6l "Quillto.- Que, revisados los actuados, de lojas r-eintisiete a treinta y nueve, se advierte
el cor¡trato de contprat'enta sujeto a condición susPensi\.a, celebrado entre el deman-
dante Lumiere lfaritime Inc. a lavor del demandado Fe¡nando Zevallos Gonzales, ve-
rificátrdose en la cláusula cuarta, que las partes contratantes, de conforntidad con el
artículo 1583 del código civrl, pactaron que en caso de incumplimiento por parte del
comprador de abonar dos o nrás cuotas mensuales consecutivas o no, otórgaiá la po-
sibilidad al vendedor, de resolver el contrato de compraventa de pleno derecho, y por
ende, exigir la desocupación del inmueble, bastando para ello, 1a comunicación nota-
rial al comprador conforme a lo pactado en la referida cláusula cuarta. Hecho que se
produjo como consecuencia que el demandado no cumplió con pagar las últimas tres
cuotas de la parte fraccionada del precio de venta, ni el saldo deudor como era su obli-
gación contractual, lo cual se acredita con las cartas notariales cursadas al demandante
obrante a fojas cuarenta y dos, sesenta y cinco, ochenta y ocho, ciento once, ciento doce
y ciento trece, configurándose así la causal de resolución de contrato contenida en la
cláusula cuarta del contrato en mención. Siendo así, resulta aplicable al presente caso el
artículo 911 del Código Civil, al haber sido resuelto el contrato de compraventa sujeto
a condición suspensiva y no habiendo objetado el demandado las comunicaciones que
se le cursaron en tal sentido, por lo que tiene la condición de precario porque el título
-civil'l
que tenía ha fenecido, de acuerdo con los articulos 1428 y 1429 del coáigo
.--_. «En
t8371 cuanto a la referencia al artículo 911 del Código Civil, se sostiene qire el compru-
dor que Posee un inmueble no tiene la calidad de poseedor precario, pues la sola ábli-
gación de enajenaer un inmueble hace al acreedor propietario del mismo, conforme al
artículo citado, siendo que la posesión precaria debe entenderse para los poseedores
temporales con título, como los casos del usufructuario, usuario, superficiario y acree-
dor anticrético, no alcanzando la norma al caso sub-materia en donde las paries cele-
braron un contrato de compraventa en donde la restitución del inmueble córresponde
ser accionada en la vía de la acción reivindicatoria'l
GuNts¡R GoNz¡.I-E,s BennóN
t8rsl En la práctica, como nadie sabe qué es precario, entonces resulta que el demandado
puede complicar el asunto hasta que la demanda sea declarada improcedente, por lo
(ue el propietario tiene que iniciar un segundo proceso judicial, lato, de reivindicación
ó mejor derecho. En el ámbito judicial ya se tiene noticia de este problema: "basta-
ría que cualquier.demandado por desalojo por ocupación precaria Presente un título
cualquiera, otorgado por cualquier persona incluso ajena, incluso falsificado, para que
la demanda sea declarada improcedente": ABANTO TORRES, |aime David. "La nuli-
dad de oñcio declarada por eljuez en el Código Civil de 1984'l En Actualidadlurídica,
Gaceta Jurídica, Tomo 219, Lima, febrero 2012,p.33.
508
l
Cles¡s oe pos¡slóN (CoNr): Le poseslóN uRECARTA
cias en este punto, respecto de los sistemas de la tradición jurídica continental, pues
tambión se reconoce una figura por la cual el poseedor actúa por licencia o permiso del
dueño (RIDALL,l.G. Land Law, Lexis Nexis UK, 7'edición, Londres 2003, p. 586). Por
tanto, se trata de un concepto casi universal. Siendo así, ¿de dónde puede deducirse
que un precario, cuyo contenido es el misr-rro en los últir-r-ros dos mil años, sea identifr-
cado con un usurpador?
En cuarto lugar, es necesario conocer ¡'comprender el contexto bajo el cual se dictaron
las normas del pasado. En efecto, el Código de Enjuiciamientos de i352 solo permitia
el desahucio para algunos pocos casos en Ia relación de arrendall-liento, por 1o que
el Código de Procedimientos de 1911 lo amplió para todos los poseedores nrediatos
(usufructo, enfiteusis, uso, habitación, cL)nlod¿to i', obviarr-rente, el precario). En tal
sentido, el precario no es una "e.xcepción" de Ia nt.'diación posesoria, sino Ia ratihca-
ción de que 1os procesos de desahucio o desalojo están destinados a Ia restitución del
bien en los casos de posesión mediata e inmediata. Para llegar a esta conclusión, hubie-
se bastado con leer las actas del Comité de Reforma Procesal que explica claramente
las modificaciones: "Las leyes en vigencia (referencia al Código de Enjuician.rientos de
1852) solo permiten demandar el desahucio directamente en vía sumaria, en algunos
casos de los artículos 1602y 1606 del Código Civil, que tratan de las causas por las qu_e
se rescinde y acaba la locación': COMITÉ DE REFoRIVIA PROCESAL. Exposición de
Motivos del Código de Procedimientos Civiles, Casa Editora de Sanmartí, Lima 1912, p.
287. Luego agrega que: "el procedimiento sumario de desahucio se ha extendido en el
proyecto a la desocupación de bienes sujetos a enfiteusis, usufructo, uso y habitación,
en los casos de los artículos 1902, 1906 y 1174 del código civil (art. 970), atendiendo
a 1a semejanza entre estos casos y los de rescisión y terminación del arrendamiento.
No hay diferencia de naturaleza entre el derecho a recuperar bienes locados por feneci-
miento del tiempo de la locación, y el de recuperar fincas enfitéuticas cuando concluya
el periodo de duración de la enfrteusií'(lbíd., p.291).
t8.rrl No sé la razón por la que se dice que el autor de este libro considera que el concepto
de precario del Código de 1911 era "vulgar" (Asi lo dice: PASCO ARAUCO, Op. Cit',
p. 67), cuando en realidad, siempre hemos sostenido que el art.970 de dicho Código
iuro rrnu definición correcta del instituto. La vulgaridad comenzó cuando un sector de
la jurisprudencia de ese entonces, se ancló en el positivismo más lineal. La vulgaridad
continúa con la doctrina de Pasco. Por tanto, el problema no fue la 1e¡ sino la interpre-
tación desviada que se le dio a partir de cierto momento. Es necesario pasar en forma
previa por un curso acelerado de comprensión de lectura.
510
CLesrs »¡ posEsróN (CoNr): Le posnsrór,¡ pRECARTA
{8.{ 2 l
En todo caso, llama poderosamente Ia atención que PASCO ARAUCO. "La def'ensa del
poseedor precario en el proceso de desalojo'1 En Revista Jurídica del Perú, Ton.ro 1 19,
Lima, enero 201I, pp. 288 ss., rechace el Derecho romano, a pesar de la conlinuada
influencia que este tiene en el mundo jurídico moderno por su gran rigor y coherencia;
sin embargo, sí se someta a las leyes de emergencia dictadas por dictaduras militares.
Es decir, no le gusta la gloriosa historia juridica romana como marco jurÍdico común
para empezar a entender y perfeccionar las normas actuales, y todo por el simple he-
cho de ser historia, pero, en una cont¡adicción total, sí alega a favor de su tesis del
precario, la historia de los decretos-leyes. Luego de nuestra crítica formulada sobre
este tema (por ejemplo: GONZALES BARRÓN, Gunther. La Posesíón Precaria,lurrsta
Editores, Lir¡a 2011, pp. 90-91), el contradictor ha optado por el silencio (Véase: "So-
bre la posesión precaria, el desalojo y los intolerantes'l En Actualidad Jurídictt, Gaceta
]urídica, Tomo 219, Lima, febrero 2012,pp.63-90, en donde no dice una sola palabra).
"Por lo que se refiere a la teoría del Derecho, un repaso a las concepciones del Dere-
cho más características del siglo XX permite, en nri opinión, concluir que ninguna de
ellas puede dar cuenta satisfactoriamente de la dimensión argumentativa del Derecho.
Dicho en forma extremadamente concisa: El formalismo (conceptual, legal o jurispru-
dencial) ha adolecido de una visión extremadamer.rte simplificada de la interpretaiión
y aplicación del Derecho y, por tanto, del razonanriento jurÍdico. El iusnaturalismo
tiende a desatenderse del Derecho en cuanto fenómeno social e histórico, o bien a pre-
sentarlo en forma mlrtificada, ideológica. Para el positivismo normativista (de autores
511
GuNrunn GoNz¡.rEs BennóNr
como Keisen o Hart), el Derecho -podríarnos decir- es una realidad dada de antemano
(las normas válidas) y que el teórico debe simplemente tratar de describir; y no una
actividad, una praxis, configurada en parte por los propios procesos de argumentación
jurídica. El positivisrno sociológico (el realismo jurídico) centró su atención en el dis-
curso predictivo, no en el justificativo, seguramente como consecuencia de su fuerte
relativisrno axiológico y de la tendencia a ver el Derecho corro mero instrumento al
servicio de fines externos y carente de valor moral. Y las teorías críticas del Derecho
(marxistas o no).han tropezado siempre con la dificultad (o imposibilidad) de hacer
compatible el escepticismo jurídico con la asunción de un punto de vista cc'rr.nprometi-
do (interno) necesario para dar cuenta del discurso juridico justificativo": ATIENZA,
Iv{anuel. 'Argumentación y Constitución'l En VVAA. Derecho Procesal Constitucional,
Ius et Veritas - Ediciones Legales, Lima 2011, pp. 58-59.
512
CLesEs pp posESróN (CoNr): Le posrsróN IRECARTA
te{l Esta conclusión no admite objeciones. Véase, por ejemplo, las características del pro-
ceso de desahucio desde el código de Procedimientos de i9ll, hoy convertido en
desalojo: 'Al adoptar la reforma se ha tenido presente que no hay dilerencia apreciable
desde el punto de vista del procedirniento, entre los diversos casos o modos de resci-
sión que enumeran 1os mencionados artículos, pues, todos dan origen a controversias
cuyo esclarecimiento es relativamente fácil y no exige el prolongado debate del juicio
ordinario": COf,,llTÉ DE REFORMA pROCESAL. Expisición áe Ltotivos del Córtigo
de Procedintientos Cit,íles, Op. Cit., p. 282.
513
GuNruEn Goxz¡lss BeRRoN
l,l-l
CLesrs o¡ pos¡slóN (CoNr); L¡, posrsrós pRECARTA
51_5
GuNru¡n Gouzel¡s Bennóu
Véase el imprescindible texto de: iIERNÁNDEZ GIL, Anton io. La función social de la
posesión (Ensayo de teorización sociológico-jurídico), Ahanza Editorial, Nladrid i969,
pp. 147 ss.
En el Derecho comparado, es dificil encontrar un sistema por el cual los procesos
análogos a nuestro desalojo puedan servir para discutir o defender la propiedad, pues,
en tal caso, ¿para qué existiría la reivindicatoria? Además, se ocasionaría la siguiente
paladoja: ¡la protección de la sola posesión (sin derecho) se haría a través de un
proceso surnario,'cómo lo es el interdicto, mientras que la defensa de la propiedad
(con necesario estudio y examen de un título fehaciente, entre otras consideracio-
nes relevantes y de complejidad) se haría ¡también por un sumario (desalojo)! El
Perú se convertiría así en un sisterna anómalo en el que la posesión y la propiedad se
ventilan y dilucidan, en la práctica, en un mismo tip6 ¿. proceso.
5t6
CLests oE pos¡sróN (CoNr): Le posesróN pRECARTA
l8s0l La doctrina 1o reconoce desde siempre: "El juicio de desahucio por prccario es un pro-
ceso de cognición, especial por su brevedad 1'sun-rariedad, aunque cón cierta mezcla
de matices propios del cautelar i, del de ejecución; I'posesorio en cuanto su fin es am-
parar Ia posesión": IvIORENO XIOCHOLi, \1iguel. El Prccario, Bosch Casa Editorial,
Barcelona 1951, p.,116.
t"'l Alguien por al.rÍ ha sostenido la "cuadratura" dei cÍrculo, esto es, que el tén.nino "res-
titución" no significa lo que dice el Diccionario de Ia Lensua v ia doctrina juridica
(PASCO ARAUCO, Op. Cit., pp. 65-66). Esto implica afirrna¡ que 2 más 2 son 5, o que
el gato es un planta. Este solo hecho desbarata cualquier "doctrina" que te¡rga como
punto de partida el uso de planteamientos falsos.
En efecto, el propio Diccionario nos da la razón cuando señala 1as tres acepciones del
vocablo restitución", pues todas ellas aluden al acto de volver una cosa a su posición
anterior. Por tanto, cuando un arrendador entrega el bien al arrendatario, y este lo
devuelve, entonces se produce un "acto de restitución'l Por el contrario, un propietario
que nunca ha poseído, pero que intenta y logra la reivindicatoria, entonces l.ra ejercido
su derecho, pero no se le ha "restituido" una posesión de la que nunca gozó antes.
Vamos a poner un poco de filosofia: la "restitución" es un hecho de la realidad física,
pues se refiere a volver las cosas al punto primigenio, por tanto, su aplicación se pre-
senta en la posesión, que es un hecho. En cambio, los derechos se ejercen, protegen,
tuteian o actúan, pues son prerrogativas del mundo juridico, por ende, son abstractos.
Los derechos no se "restituyen' porque ya se tienen; mientras que ia posesión se logra
(si nunca se tuvo) o se restituye (si antes se le tuvo). En consecuencia, la restitución del
Código Procesal solo puede referirse al tándem: "entrega-devolución'l
Vamos a poner un poco de Derecho: 1a restitución es un deber esencial que surge
en todos los contratos de uso o disfrute temporal de bienes. Por ejemplo, la doctrina
habla de la obligación de restitución en cierto tipo de contratos en los que el deudor
se queda en podet de la cosa dese el inicio de Ia obligación hasta que se deba produ-
cir la devolución (GHERSI, Carlos Alberto. La responsabilidad por la restituciónule la
cosa, Editorial Ad Hoc, Buenos Aires 1988, p. 91). El propio Código Civil Peruano se
refiere en varias non¡as a la "restitución", aun cuando utiliza el térmir.ro equivalente
de'devolución'l corno en los contratos de ntutuo (art. 1648 CC), arrendarniento (art.
517
Guxrur,R GoNzel¿s BennóN
1681-10 cc), conrodaro (arr. 1728 CC) o depósito (art. 1814 CC). Incluso, e1 art.953
CC se refiere a lo misnto, pues se trata de un poseedor que ocupaba e1 bien, Pero es
despojado por acto ilícito, en cuyo caso 1a senter.rcia "le restituye" la posesión que antes
guz..rba el pcrju.lic.rdo.
Volvie¡dó a nuestro tema, Ia obligación de restitución consiste en el deber de liqui-
dación asurnido por el deudor en virtud de título jurídico o social, y que se hace
exigible luego del vencimiento del periodo de la relación o de su finalización por
cualquier cius" o de la voluntad contraria del concedente. EI desalojo sirve para
haceielcctir.a la restitución del bien, por lo que se trata de una típica acción posesoria,
1'no reivindicatoria.
For otro lado, se cucstiona nuestra interpretación con el aislado arl.9l7 CC, sobre me-
joras, pues allí se habla de "restitución', cuando es evidente que el deber de reembolsar
io, -.;o.., puede originarse, tafirbién, cuando e1 propietario no ha sido poseedor.
Sobre el partlcular, debc indicarse que el término se usa en sentido limitado, Pero no
equivocado, lo que que es distinto. En efecto, los poscedorcs están obligados al reem-
bólso por mejoras, sea clue hir1.a restitución por entrega ¡rrevia, o sea que nunca ha1'a
habidó entrega. El Código clice io correcto cuando se refiere a la l-ripótesis de "restitu-
ción]pero e1l-o no excluye que tanrbién se aplique a la segundahipótesis por cfecto de
la propia sistelnática dcl ordenamiento civil, l¡ues el rr-eml¡c¡lso de Illejoras se incardina
con .i sin causa, r', en ta1 contexto, abarca a cualquier Pose'edor. La
",-.,riquecintiento
ciel 917 se corrige, en tbrnla silrr¡rlc' 1-sencilla' con ei ár¡bito de a¡r116¿61en
Iinlitación
del 1954 CC. Ljnii vez ntás, ia posicirin literai de contradictor lo 1leva a ir.rrocrr utl¿
norl.nii aislada, con lo quc' se r!'siriilqc a ver el árbol' ¡"'¡¡' no el bosque El Código Civil
pretende scr un sistet.¡-ta, Lrero cSo ¡r¡¡g6s que no se cl.ltic'nde' r'a nt¡ s¿benlos si por
áolo, culpa o tal vcz por encargo. Con-ro quiera que sea, hav que darse una vuelta por
1¿rs nort-nas del propio sistetlla legal antes de opinar'
518
Clesrs or i'ospsróN (Cour): Le posrsróN IRECARTA
Nadie discute que el concepto de precario solo tiene sentido crr relacirin
con la norma procesalt8s2l, pues el desalojo es el cauce instrumcntal que
sirve para recuperar la posesión. Por tanto, la ley procesal cont¡,lcluenta
la norma civil, y no puede realizarse la construcció¡l del con.L,i):o a par-
plazo anual. Aquí, el clcr-nandante pide Ia rcstitucitin dc la posesión, p.'r,) fr,rl r:1(!io
del despojo, por lo que sc le habilita el intcrilicto. Sin cnrb¿rqo. no lc cstrl pcrnriticlo
el dcsalojo, pues no son acciones intelcaurbi¡blc',s (lc1as.'ei art.9l1 CC, quc l¿s distin.
gue). EI af'cctado, ert buetta cLr.l)tr, s('cn.u!'ntr,t \uli.iünt(.ll(i,tc l)rotr'-i(lo contra el
acto ilicito. Por tantt¡. la oblig¿crr,;r rlc';c¡ii.,.¡itr¡', -;c ¡rorluce ¡r¡r¡ ¡1s's¡rojo () por iicbcr
convcncional, pur-s, r-n anrbos aJsLr:. r'l :. ....r;lt.i;'ti¿ ha .j.io fiosec-dor o cs pr)sacdor
(mediato). En el prinrcr a¿s() .(i:r-c:1', ,'.: .l ::r:rrtli.to: r'n el sL.qundo. el dcs¡lojo.
Por otro lado, nuestra tesis sirve Prrr¿ ri;h¡zar el ejenrplo del propietario que no es
poseedor, ni lo ha sido. Sir'r',.1o a:t. cl .l-i.¡r¿n.lrnte no puede actuar unir p('se -i!)rt qLre
no tuvo o que sinr¡.l¡¡1'runi. \.r l 'l,.,rL'. rr,r; l¡r QLle solo Ie qucda i:tvr¡car la rccla de la
propiedad, r'cso 1c¡ conliuc!' .r la rcivilrtijc¿cirln o a 1a accioi-r de.l¡rativa. Ert cl cjent¡rlo
dcl contradictor, el allctaclo se r-ncuentra sullcicnternr-t-rtc prot('gialo colt el interdicto
posesorio, si es que exhibe solo la posesión; o tanrbión puede actuar por reivindicacir'rn
si exhibe la regla de la propiedad. An.rbas son r.necanisrnos clc protccción diversos,
pues se fundan en hechos y normas distintas. En la prirnera ir-r-r¡rorta solo la posesión;
mientras en la segunda, solo el dominio. Por el contrario, Pasco Arauco pretende quc
el propietario, en ese mistno caso, pueda actuar e1 interdicto o el desalojo [.or frrec.lrlo,
todo en fon¡a alternativa (recuérdese que é1 habla de un usurpador o ladron), sin ha-
cer diferencias. Por tanto, para é1, los derechos realcs sot-r una conmixtión, cn Ia curri.
un no-¡roseedor puede invocar la posesión; o un inierdicto se convierte en cicsalojo, y,
finalmente, un proceso sumario sin,e para lo mismo que la reivinclicación, a pesar de
sus diferencias como el día a la noche. Es una curiosa lógica en la qr.re el clesalojo por
precario tiene función "muiti-usos", pues sirve cor-no interdicto, dcsalojo l.reir.indica-
toria; pero, no vaya a ocurrir que en un próxirno artículo lcautos que tantbién sir','e
para 1a protección de derechos constitucionales, al estilo del arnparo.
La sistemática civil es clara: el poseedor despojado acude al interdicto (art. 921
CC), el poseedor mediato al desalojo (arts. 921 CC, 985, 986 y 987 CPC), y el pro-
pietario a la reivindicación o acción declarativa (art. 923 CC). Por esc, unas son
sumarias, y las otras, plenarias; por eso, unas no atribulen cosa juzgada sobre el
dominio, las otras, si.
l8s2l Hasta PASCO ARAUCO, con toda su errática doctrina, Io admite expresantente (Op.
Cit., p. 65).
519
GuNrstn GoNzerrs BennóN
520
-
Cr¡,srs o¡ pos¡sróN (CoNr): Le posrsróN IRECARTA
521
GuNrHpn GoNzerrs BexnóN
l8s6l ONU. Cornisión de Derechos LIumanos. Informe del ReLator Especial sobre una vivitn'
da adecuaLla, corno parte del dcrecho a un nivel de vida adecuado, Sr. Miloon Kotlnri, l"
de marzo de2002,ElCN.412002159, p. 14.
I8s7l ONU. Comisión de Derechos Humanos. Irforme del Relator Especial sobre la vivienda
adecuada, como eletnento integrante del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr. lvliloon
Kotlnri,25 de enero de 2001, E/CN.4/2001/51, p.8.
522
,
t8s8l Ibíd., p. 9.
l85el Nótese 1a importancia que se otorga a 1a prohibición de los desalojos forzosos, lo que
motivó que el Comité de la ONU aprobase mediante Observación general N' 7, de1
año 1997,la definición de tal figura como: "el hecho de sacar a personas, familias y/o
comunidades de 1os hogares y/o las tierras que ocupan, en forma permanente o provi-
sional, sir.r ofrecerles medios apropiados de protección legal o dc otra índole ni permi-
tirles su acceso a ellos" (párr.4): Ibíd., p. 9.
523
GuNrHsn Go¡¡zelr,s Bennór.¡
524
CLesEs or pos¡sróN (CoNr): Le posrslóN IRECARTA
18601 Así, la sentencia del Tribunal Supremo Español de 30 de novientbre de 1964: "es nor-
mal y frecuente que los padres de familia, al casarse los hijos, ies entreguen una vivien-
da para que vayan a habitar en e1la, y esta cesión del uso y disfrute de la misma, sin
exigencia de pago de renta, constituye técnicamente un verdadero precario, que cesará
cuando quiera ponerle fin el cedente": Cit. BELLO JANEIRO, Don.ringo. El prccario.
Estudio teórico y práctlco, Editorial Cornares, Granada 1997, p. 63.
186rl Sin embargo, un cierto sector pretende cuestionar esta afirmaiión (PASCO
AIIAUCO,
Op. Cit., pp. 69-70) señalando que, en tales casos, el precario es un comodatario, por
lo que sí cuenta con títulojurídico. En consecuencia, el precario no se encuerltra en la
hipótesis del art. 911 sobre la carencia de titulo. Vamos a refutar tal afirmación:
En primer lugar, es conocido que el precario no se funda en un vinculo juridico, sino
social. Así, por ejemplo: GUZlvlÁN BRITO, Alejandro. Dereclrc Privado konnno,Edi-
torial )urídica de Chile, Santiago i997, Tomo i, p. 511. ¿A quién le creemos, entonces,
a Pasco o al eminente profesor chileno, una autoridad mundial en Derecho Civil y
Derecho Romano?
En segundo lugar, unos ejemplos a¡rdarán a entender la diferencia entre tÍtulo jurídico
y título social. Prinrero: si una persona le pide a otra, por simple favor, que la traslade en
525
GuNrnpR GoNzerps Ben nóN
526
CL¡sEs or posr,sróN (CoNr): L¡, posnsróN IRECARTA
sino las esencias. Esta es la discusión que propucna cierto tipo de doctrina, basada en
cuestiones formales intrascendentes. Por lo dernás, el concel¡to "titulo social" es bas-
tante expresivo de su significado: Primero, explica que la vinculación entre ias partes
no es jurídica. Segundo, Ia relación en cuestión se concentra, sintplenrente, en el ám-
bito social: de Ia familia, de los arnigos, del antor. Si seguintos unir visió¡r hipertrofiada
de1 derecho, entonces todas las relaciones sociales se reconduciri¿rn al mundo jurídico,
por lo que tendríamos que reconocer que dos enamorados "han celebrado un contrato
de locación de servicios recípr¡66'l Tercero, la palabra "título" hace recorclar que el
acto es voluntario, perrritido o tolerado. En consecuencia, el tórmino "título social"
resulta adecuado para la idea que busca referi¡.
En quinto lugar, el opositor ya ha perdido 1a brújula cuando argumcnta de la siguiente
forma: "el títu1o pertenece al mundo de los hechos, el derecho pertenece al mundo
de 1as consecuencias jurídicas" (PASCO ARAUCO, Op. Cit., p. 70). Esta "ex¡rlicación
dogmática" ni siquiera es correcta desde la dogmática, pues un grupo importante de
hechos jurídicos requieren ser valorados positivamente por el ordenamiento, y no
basta el solo hecho fáctico de existir. Por ejentplo, el testamento requiere ser válido,
antes de ser eficaz jurídicamente, y ello solo puede ocurrir por virtud de un juicio del
derecho. Por tanto, no es cierto que eI "título pertenece (asi, er.r general y en todos los
casos) al mundo de los hechos", pues en ciertos hechos se requiere el reconocimiento
del sister.r.ra jurídico de forma simultánea.
En sexto lugar, el opositor critica la aclaración o concreció¡r de los plantearnielttos sobre
el importante concepto de "titulo social'i lo que tilda de "actitud de conveniencia" (¿con-
veniencia de qué?). Nunca habíamos leído tamaño dislate. El trabajo científico exige
Ia duda metódica, el afán de llegar a la verdad, la incesante deliberación. La ciencir es
incom¡ratible con el dogma o la cerrazón. Entonces, ¿córno puede decirse que profun-
dizar en las investigaciones es "una actitud de conveniencia"? Sin duda, solo un pseudo
investigador que §e encuentra en pañales puede opinar de esa forma, sin sonrojarse.
Para concluir, un consejo a todos los otros que en forma directa o indirecta preten-
den'tolgarse" del saco ajeno: Dedíquense a escribir algo con cierto sentido, para
lo cual hay que trabajar y reflcxionar, no vociferar por vociferar, menos cuando por
falta de laboriosidad se pretende vivir del esfuerzo de otro.
527
GuNrnrn GoNz¡.1.¡,s B,qnnóN
18621 Por Io dernás, es usual que, al interior de h rel¿ción l¿miliar, el ¡-¡6¡ri¿¡¿¡1¡ del bien,
que tan'rbién posee, solicite la desocupación al l,¿riente no-titulirr, quicn se rcsiste a
ello. En tal circunstancia, debe entcnderse que ei reb.'lde, por efecto de su negativa
a seguir las instrucciones, muta su condrción iurÍdica, \'lrasa de servidor o nrL.ro
alojado a poseedor. Es el caso del padre e hijo que habitan conjuntarnente ia misma
casa; pues, si bien en principio se encuentran en relación de poseedor y servidor, sin
ernbargo, luego el segundo se convierte en poseedor autónomo por rechazo al padre.
Se produciria, entorlces, una coposesión. También cabe que luego de Ia rebeldía, el
padre rnanifieste su aquiescencia o nrera tolerancia al hijo, y este 1o acepte, con 1o
cual se convertiría en precario. AquÍ surgiría una dificultad dogmática en cuanto
padre e hijo ocupan la c¿rsa, pero uno es concedente-poseedor mediato y el otro es
precario-poseedor inmediato, lo que da origen a una co-posesión anómala: el padre
es medi¿rto, en parte, y directo, en parte; mientras el hijo es inmediato, en parte.
En la jurisprudencia peruana se presentó el caso de un padre, titular exclusivo de
un inmueble, que demanda a su ex - esposa (por divorcio judicial) e hijos nrayores
de edad, para que desocupen el inmueble a través de la vía del desalojo por preca-
rio. Los hechos denotan que el padre abandonó en su momento el hogar conyugal,
produciéndose luego la crisis y rompimiento de1 vÍnculo matrimonial; a pesar de Io
cual, la ex - esposa y los hijos continua¡on en ocupación del bien por muclios años.
El abandono prolongado de1 padre hace que pierda la posesión, por lo que no cabe
acudir al desalojo por precario. La Corte Suprerna, mediante casación N" I 5 58-201 1 -
Lima, de 05 de marzo de 2012, anuló la sentencia de vista sin resolver el tema de
fondo.
{8631 'Sexto.- En el presente caso, se tiene del propio dicho del actor, en la demanda (fs.297-
306), el inmueble le fue entregado en fornra voluntaria por el propietario con lecha
veintitrés de junio dcl año mil novecientos noventa para que 1o ocupe; inrnueble que
manifiesta le iba a ser donado, reconociendo de esta manera la existencia del titular
528
Clesrs o¡ posrslóx (Corvr): Le pospslóN pRECARTA
del i¡rmueble cuva prescri¡rciirn se p¡¡¡¿¡¡le, \'que le tue entregado en base a la con-
fianza depositada cn el accionantc'para que 1o ¡.1r5.t.r. en resguardo cle dicho bien;
siendo asi, y habiéndose efectuado un reconocil-t.liento exl¡r..so del derecho del due ño,
no puede pretendcr usucapir el inmuebLc al no habcrse conducido como propietario
del mismo, sino como una persona que se encargó de cuidarl (. . . )'1
t86{l En tal caso, obviamente, el precario reconoce una posición jurídica superior a la su1'a,
por 1o que ya no puede adquirir por usucapiórt o adverse possessioz¡r \\¡ONNACOTT,
Mark. Possessi on of Land, Can.rbridge Univcrsity Press, Carnbridge 2006, p. 135.
t86sl Si el contrato es de transmisión de bien, y no de restitución, entonces no puede
considerarse que el adquirente frustrado sea precario, pues el vendeclor ya otorgó un
título de posesión dellnitivo, no ter.nporal, por lo que dejó de poseer. Si el negocio
jurídico se declara nulo, entonces se destruyen los efectos del título, pero la pose-
sión continúa en manos del cornprador, que por la caracteristica de su ánirro, es un
poseedor en concepto de dueño que puede recurrir a Ia usucapión. Desde siempre
es conocido que un poseedor ad usucapionel, no es precario. Ambas posiciones son
incompatibles: IGLESIAS, Juan. Dereclto Rotnano, Editorial Ariel, Barcelona 1999,
p. t97.
18661 Uno de los'grandes" argumentos de Pasco Arauco en contra de esta tesis es que el
Diccionario de la Lengua dice que "fenecer" solo aplica a las cosas que han existido y
luego terminan, 1o que no ocurriría con la nulidad. ¿O sea el Derecho, con su importan-
te función de asegurar la justicia, tiene que regirse exclusivamente por 1o que diga un
diccionario? ¿No puede salir de ese estrecho marco? Parece que se ha olvidado que tales
obras tienen la finalidad de guiar los sentidos del habla común. El Derecho tier.re que ir
por sus propias rutas, sin tener que linritarse por la doctrina "a lo Martha Hildebrandt'l
t8671 PASCO ARAUCO, Op. Cit., p.82.
Este argumento, sin er.r.ibargo, resulta paradójico en su autor, pues ahora sí lo utiliza
529
GuNrnrn GoNzar-rs BennóN
para ncgar que el desalojo pueda ventilar cur'stiones referentcs a la nulidad del nego-
cio jurídico; errpero, Io mis¡no no se o¡ri¡¿ cuanCo se pretende indebidamente que la
regla de propiedad, y todas sus vicisitudes, se incorporen en el sumario del desalojo.
Es decir, lo que sirve para sostener la propia tesis, ¡-r6¡ lo que se le considera correcto;
ahora sirve para criticar al contrario, por lo que se le acusa de incorrecto. Parece que
el principio elemental de 1a lógica, el de no contradicción, ha quedado derogado para
algunos.
ttu'l 'lngenu unente sc ha interpretado que el juez puede o debe "declarar" de oficio ia
nulid¿d Ccl contrato en la misma sentencia sin mayor detalle adicional. Es decir, el
segundo párrafo clel artículo 220 delr CC se ha interpretado falazmente sin tomar
en cuents cl contenido real de este poder jurídico y sin darse cuenta que esta in-
terpretación quebranta 1os principios procesales de iniciativa de parte y de contra-
dicci(rn. Es necesario cambiar el nrodo de interpretar la norma en estudio. Es fun-
damei-iial hircer una interpretación correctora y en particular una interpretación
sistenrátic-a 1,unir interpretación adecuadora': IvIORALES HERVIAS, Rómuio. "La
inconsistente "declaración" de oficio de la nulidad del contrato en el Código Civil
peruano de 1984'1 En Actualidad Jurídica, Gaceta ]urídica, N'219, Lima, febrero
2012, p.23.
Itrel También se ha pretendido inrpugnar que el usufructo pueda adquirirse por usucapión:
"Resulta ader.r.rás bastante cuestionable que el usufructo pueda ser adquirido por pres-
cripción adquisitiva. Sería una adquisiciór.r por cuánto tiempo? Por el que la ley esta-
blece conto máximo? Esto es posible tratándose de una adquisición originaria corno
530
Clesrs o¡ posEsrór,r (CoNr): Le pos¡slóN pRECARTA
loes la prescripción adquisitiva? Puede tener límites ten.rporales? Esto resulta ntás que
cuestionable": PASCO ARAUCO, Op. Cit., p. 81.
Vamos a responder estos cuestionamientos:
En prirner lugar, la Corte Suprer.na del Perú, en el Segundo Pleno Casatorio, de octubre
de 2008, ha señalado "obiter dicta" que cl usufiucto puede adquirirse ¡ror usucapión.
Hay que 1eer, pues.
En segundo lugar, Ia sistemática civil ratiljca esta posibilidad: si se pennite la adquisi-
ción por usucapión dcl derecho mavor (¡rropi..dad) v del derecho menor (servidurn-
bres), entonces debe ocurrir lo pro¡rio con el derecho inte¡ntedio (usufructo). Eso se
llama coherencia valorativa dei sistema jurídico.
En tercer lugar, debemos recordar que las servidumbres también pueden adquirirse
por prescripción adquisitiva, incluso cuando media justo titulo y buena t'e (art. 1040
CC). ¿Y qué pasa cuando el títuio de la servidumbre dice que es temporal? Pues, rnuy
sirnple, la servidumbre se obtiene según el refleio de1 titulo. Lo mismo pasa con el
usufiucto; ¡ en tocio otro caso, se adquicre en forrra vitalicia, que es su plazo natural.
No existe ningún inconveniente para que las soluciones aplicables a las servidumbres,
lo sean también en el usufructo.
En cuarto lugar, recordemos lo que dice el contradictor (lbíd., p. 86): "Lo correcto es
definir algo por 1o que es, y no a partir de las consecuencias que genera'l Pues bien,
aquí parece que se olvidó de su propio argumento (equivocado, por lo demás, confor-
me se verá luego), pues, en el caso del usufructo, pretende descartar 1a usucapión por
las consecuencias que se producen en caso de ocurrir (¿qué plazo tiene?), y no por lo
'que es'i La pregur.rta es si la usucapión es compatible con el usufructo, v la respuesta es
que son compatibles, desde siempre.
t8701 Veamos cómo se desinforma a ios menos avisados: "como consecuencia de la tesis
de Gonzales, los usurpadores se encuentran en mejor posición que aquellos que sí
entraron de forma legitima al bien, pero que luego ya no quieren desalojarlo (sic),
en la medida que contra estos sí podrá interponerse el desalojo, pero contra aquellos
no' (PASCO ARAUCO, Op. Cit., p.76).En realidad, los usurpadores quedan sujetos
al interdicto de recol¡rar (art.92l CC), e incluso a las acciones penalcs, por 1o que
no necesita el desalojo. Por lo demás, ya hemos argumentado respecto de la insólita
531
GuNrnpR. GoNzer¡s BannóN
equiparación, nunca antes vista en doctrina, pero sostenida por ei o¡-rositor, entre el
ir.rterdicto y el desalojo.
I87rl Otra falacia: "entonces, habría clue preguntarnos, ¿el solo clicho del dcrtrarrdado, ale-
gando estar en ¡rosesión del bicn l.or el tienrpo nc.!'sario i.ar¿ adquirir la propiedad
del misrno por usucapión, es razóll suhciellte Plril que ej ctes¿lojo no ¡r¡6cgcl.1 ¡,
respuesta, naturalmente es, no" (PASCO AR.{UCO, Olr. Cit., P. SS).
El problema del opositor está nral planteado, l.ues sique callando en todos los idiomas
la siguier-rte objeción decisiva: ¿cór-no se explica que un no posec'dor invoque una acción
posesoria? Esta irnportante cuestión lleva a rechazar el desalojo cu¡rndo el actor invoca
la regla de propiedad, por 1o que, en tal hipótesis, la discusió¡r sobre ¿qué puede l.racer e1
den.randado, alegar tarnbién un título o no?, carece de todo sentido. En efecto, si e1 de-
m¿rndante r-ro puede plantear el desalojo, entonces no sabemos para qué discutimos las
acciones que poclría emprender un demandado. Por lo demás, en el caso concreto que
se discute (Casación N" 417-2009-lca, de fecha 22 de septiembre de 2009)' se cometió
una gran injusticia, cuancio se a¡royó un demandante con título formal, sin nada más, y
se olvidó quc el poseedor 1o era en concePto de dueño por mucho tieml.ro. No se trata
de menospreciar el argurnento del demandado, cuat.rdo en realidad este exhibió un cer-
tifrcado de posesiórr. En todo caso, el conflicto, con la constancia de posesión o sin ella,
debió r.:cnviarse a la reivindicatoria, pues e1 actor nunca fue poseedor, por 1o que no le
corres¡roude invocar o plantear acciones posesorias (art.921 CC). Por el contrario, si
el actor hubiese sido un poseedor despojado, pero eso no se desprende de 1a sentencia,
entonces tendría abierta 1a puerta del interdicto. Un amplio análisis de esta sentencia se
encuentra en: GONZALES BARRÓN, Gunther. La Posesiótt Precaria, Jurista Editores,
Lima 2011, pp. 95-100.
t8721 Esa es la razón principal por la que el instrumento del desalojo no sea pertinente
en tal hipótesis, pues el demandante no cuenta con la posesión, por lo que mal
podría ejercitar las acciones posesorias. Por otro lado, si un vendedor declara me-
áiante carta notarial que el contrato está resuelto, entonces el juez del desalojo no
tiene por qué creerle a pie juntillas. Si bien el Código Civil permite la cláusula reso-
lutorii expresa (art. 1430 cc), sin embargo, no permite que la versión de una de las
532
Cles¡s oe posrsróN (CoNr): L,q pos¡slóu pRECARTA
)JJ
GrrNrsr,R GoNz¡.1¡s B¡nnóN
It"l EI art. 170-l CC presuPone esta doctrina, cuando indica que, a pesar del vencinriento
del plazo contractual, el arrendamiento continúa bajo sus mismas estipulaciones. Es
decir, la ¡elación jurídica no e.stá extinta en fo¡ma absoluta. ¿Cómo se pretende negar
esta afirrnación? "Es una figura excepcional'l dice Pasco (lbÍd., p. 87), pero elio oh'ida
que el arrendamiento es una institución "trans-iÍ¡.ica" (¡ralabras de Giovanni Battis-
ta Ferri), esto es, sus normas exceden su solo tipo contractual, pues están pensadas
para la generalidad de relaciones de uso v dislrute de las cosas. Lo ¡nismo ocurre con
la compraventa, respecto de los contratos de translerencia de bienes o derechos. Por
tanto, es diticil suponer que esa norrna sea aplicable al arrendamiento, pero no al co-
modato tnutatis mutandis, en lo referente, por ejemplo, a la penalidad en caso de no
devolverse el bien en el plazo convenido.
Por su parte, el obstinado cont¡adictor se opone a esta nueva doctrina con a¡gumentos
de poca monta: "nadie lo ha sostenido en 1a doctrini' o "ei plazo es el plazo" (lbíd., pp.
85-87). En realidad, la doctrina no ha protirndizado mucho sobre e1 tema, y normal-
mente se lirnita a escribir pocas líneas para reafirmar que el contrato se extingue con el
venci¡niento del plazo. Eso es correcto dentro de ciertos límites, pues en los contratos
de duración (cuya caracteristica es que el plazo permite cunrplir el fin o Ia causa del
negocio) pueden presentarse situaciones lratológicas, y de hecho son frecuentes los
casos en los que no se liquida la reiación por efecto de la inacción de las partes o por la
simple negativa de una de ellas. En tales circunstancias, el contrato está extinguido en
su dimensión sustancial, pero esa no es la única dimensión de una relación jurídica,
pues se encuentra la perspectiva formal, por la que nacen los deberes de liquidación,
cuando Ia relación se mantiene en la vida jurídica. Por tal motivo, la relación sigue sin
agotarse, sin culminarse, es más, los deberes de liquidación, fundados en el contrato,
se mantienen incumplidos. ]ustamente, el derna¡rdante puede solicitar la restitución
o devolución del bien por efecto del contrato, en cuanto no se cumple una de sus
obligaciones, cuál es, la liquidación mediante la debida restitución. De la misma for-
ma, el denrandante podría pedir el pago de la cláusula penal y la indemnización que
corresponda por virtud del contrato, cuya dimensión sustancial está agotada, pero no
ia fornlal. Si no fuera así, entonces nos preguntamos: ¿si el contrato ya se extinguió,
534
CL¡srs ne postsróN (CoNr): L¡ pos¡sróN IREcARTA
535
GuNrrr¡r CoNzer-rs BennóN
la ñlosolía. Por ejerrplo, Einstein descubrió la teoría de Ia relatividad por pura deduc-
ción de los electos que se obscrvan en el universo actual, ¡rues obviarnente no lo midió
ni estuvo presente en su origcn. Sin en'rbargo, de acuerdo con Pasco, el señor Albert
Einstein está profundamente "equivocado'l Es obvio quién está en el error, y ni siquiera
vale gastar tinta en decirlo.
Sobre lo segundo, e1 contradictor solo dice que "no es necesario que Ia relación jurídica
subsista para poder hacer electivo el cobro de l¿r cláusula penal o de los denrás dere-
chos cuya ejecución queda pendiente" (lbid., p. 84). Sin embargo, no explica cómo se
Puede exigir obligaciones contractuales que nacen luego de la extinción del contrato,
pues no se trata de "clerechos cuya ejecución queda pendiente'l En efecto, una cosa es
la renta pendiente de pago antes de la extinción clel contrato, que no se pagó en su mo-
rnento, pero otra cosa muy distinta es la cl¿iusula penal que nace luego de la extinción.
Sobre el particular, el opositor simplemerrte incurre en absoluto silencio.
Fíjense en este otro argurnento, sin r.navor brillo, del opositor (lbíd., p. 85): "Por eilo, la
ejecución de las prestaciones nacidas del contrato es una situación juridica autónorra
que se produce con independencia de Ia duración de aquel. Un contrato puede haber
llegado a su fin, independient.-mente de si están ¡rendientes de ejecución determina-
das plestacioncs'l Este razonamiento no tiene pies ni cabeza, pues la ejecución de
las prestaciones se encuentra vinculada causalmente con el negocio. En todo caso,
rc.itcramos que'la lrase d.-l contradictor solo se qucda en irs prc'staciones penciientes de
ejecución durante el ¡rl¿26 del contrato, pero no dice nada rcspecto de las prestaciones
que se der'.'ngan h.rego cic'l¡ conclusión d.-l lrl¡zo. ;Son obligaciones contractuales o
extracontractuales? EI problema real se encuentra en este último ánrbito: ¿córno
entendemos que un contrato "fenecido'l y cu)'as prestaciones fueron integramente
ejecutadas hasta el plazo de vencimiento (por ejemplo: se pagó la re¡rta por adelan-
tado), resulta subsistiendo para Ia ejecución de las prestaciones sucesivas, luego de
la cul¡ninación del plazo? ¿Es que recién en ese momento cobran vida?
Proponemos un ejemplo adicional para redondear el tema: A y B celebran un con-
trato de arrendanriento, pero cul'o plazo de duración vence, sin que el arrendatario
devuelva el bien. El contrato habia establecido que la mora del deudor conlleva que
toda pérdida del bien sea susceptible de resarcimiento, incluso por caso fortuito si el
siniestro se produce cuando el bien se encuentra en manos de1 arrendatario. Es una
tipica prestación de garantía, que solo se funda en la voluntad de 1as partes. Pues bien,
si el contrato está extinguido por vencimiento dcl plazo, entonce-s la cláusula no puede
regir. Sin embargo, es obvio que todos 1os autores están de acuerdo en que la presta-
ción de garantía es aplicable en este caso, pues lo contrario inrplicaria que estos pactos
sean insen'ibles, pues solo rigen luego de la extinción del plazo de1 contrato (mora,
indemniz¿rcioncs, garantías, penalidades, etc.). ¿Cónlo explicamos esta situaciór-r? Sin
duda, se trata de un avance que ellrl)ecernos a hablar de dos perspectivas diferentes,
la formal 1'la sustancial er.r el árnbito de los contratos de duración, y que tiene su ori-
gen en 1as patologías que surgcn por el incun.rplimiento. Por una parte, se extingue
las prestaciones de actuación de la relación obligacional, sitr embargo, por la otra,
nacen los deberes de liquidación.
l8i6l El servidor de la posesión carece de tutela posesoria, lo cual signilica que su principal
puede retirarlo del control del bien por acto de propia autoridad, en lorma unilaterai
536
Cresrs o¡ posrsrór{ (CoNr): La pos¡slóN pRECARTA
537
a-
IsiTl Nuevan.rcnte PASCO ARAUCO (Op. Cit., p. 75) se confunde cuando cor.rsidera que el
sujotri que recibe el bien en forma voluntaria por acto de liberalidad no se diferencia
del usurpador, pues "las situaciones no sor-r parecidas, son exactamertte iguales'l Real-
mente constitu),e un acto de ceguera pretender que dos cosas totalmente distintas
sean igualadas dc manera forza<la. Uno ha tor¡ado e1 bicn a trar'és dc acto ilícito, por
lo que el actcr puede recurrir al intcrdicto; nrientras ci citro goza de la ¡ro5g5i[p p,l¡
iicencia dci dueño, csto es, no ha,v ilicitud, por lo c1u,: el denrandante recurrr' ai p¡6¿.to
de dcsaioio por precario. Si ei propietario ha sidr¡ dcspcj.rdo, conkrntle irrrc.r- ocurrir
en ei ejentplo que prclrone Pasco, entoncc-s trrnr¡-.c,ec irc'rrsi'1.1 ¡i dcsaloio, pu!'s cLt!'nta
con la tutela clelos interdictos. Ert iodo casr¡, 1r, qu!'I.c\xilii tl.'1.:,:l::il.l.'c'S Prc'tc'llrlr'r tluc-
el desaiojo l'el inierdicto se¡rn Io nrisr.lrt¡, con't..) ¡r ..- iuii.s.:t !' t:a('t- J,iai-ll.iitVJillc'llie,
a gusto dcl clientr.. \' ntás llantatir',r resuiia q,j. L':i.1 '..,'.:.tt'¡1 i'tL,\r'lr'jJ. rl.'iiir '-'o'it1\ l.tl
ex1r.nr.-,, que rinde culto a 1¡ ier-r'se inciin¿,riri.'ei i:l¿:r.,¿l,r i¿, icci'l;.1.,r, I)u.'s L.ien,
a ur-r positivista cotlvicto v cotll!so Ilo sr'le ceL'¿l'l¿ el.ilall¿'l¡ del ¡rt'
':'¿!rJ:.'¡ '-'r'1clt
921 CC (para é1, el Dcrecho son coniunto de ór.:cre:), q'.re diter,'ncia cl¿rantctltr'elltre
el intcrdicto 1'lars otras acctones posesorriis. Por ianio, Llrl¿ \'otr.l tlo puedetl igualarse,
ni cur-¡ll¡ien la urisr¡a función. I.a dc¡ctrina pr'ruiirlii, de nivcl. se ha d¡do cuent¡ que
es i¡rpósible idcntificar ambas hipóresis: "Estos (1os invaiiidos) no podrán rc-currir al
dcsal.rjo silto a los interdictos. Si bien anrbos tienen u¡t nrodelo sur.¡tarísitrto y br-rscan la
restiiución del bien despojado, rlicha restitución busca tutelar Ia poscsión de hccho, sin
ton.iar eu cuenta el dcr,:cho a la posesión que tuviere": LEDESI\lA NAR\AEZ, Ilari¡ne-
lla. Cattt,:ttt,trírts al Código Procc-sa/ Cilll, Gaceta lurídica, Lirna 2011, Tonlo II, p 3-50).
Distinio cs t,l caso si el ¡r¡c¡pl¿t¿¡io nunca ha poseído, pues aquí no pucde t'jercer las
accioncs pr¡scsorias, por lo que soio l: queda exhibir las razorres cle 1a propieclad. \¡ea-
mos 1o qre clice un grarn jurista italiano sobre el particular: "Nuestro derecho conoce
una pc,scsi.irr couro requisito de legitrmación pasiva de la acción de rcivindicación, y
una poscsirin conto fundarlento de la acción de reintegración. Los dos tipos de p.o-
Rodolfo' "Possesso (Diritto Privato)" (Voz)' En
se.sic»r
i,uclicn ¡ro coincidir": SACCO,
f¡1¡;!;!,t¡t:tLd Llcl Díritto,Editore Giuffré, N{i1án 1985, \'olumen XXXIV, p. 50'1. Es decir,
ll rntjr-,i rloctrina iiene colno premisa obvia que existen distintos tipos de poscsión de1
,jeir,rncla<l¡, unas pert-niten actuar la acción rcivindicatoria, y otras, la posesoria. ¿De
quó depende? Si el dernandante tiene, o tuvo la ¡--ose sión, o no la tuvo. Eso precisatnen-
tl ocurre con el riespojo, pues el afectado puede recurrir al interdicto, sin necesidad del
desaloio, y no es que 1os usur¡radrrres se encuentren mejor que los poseedores intne-
diatos, pues, en rcaiidad, el perjudicado tienen múltiples mecanismos para reacciottar
eficazmente. El problema no está en la 1e1,, ni en la interpretación que se haga de ella,
sino en la postura de Pasco, quien pretende decir que un usurpador se encuentra en
situación intpu¡1s, io que es totalnrente falso. El invadido tiene una seric de medios a
s38
Cr ¡sus o¡ posFsroN (Cox r ): L¡ posrsróx IRECARtA
Asimismo, todos los terceros que ingresaron al bien, por obra y gra-
cia del precario, sufren las rnislnas consecuencias, esto es, se encuentran
sujetos al resultado del desalojot8Tsl. Así lo indica la legislación procesal
(arts. 587 y 593 CPCI87'l).
-539
GuNrrt¡n Goxzelr,s BenróN
Isml El imaginativo contradictor <1ice que hemos sostenido 1o contrario, esto es' que los
sub-pnieedores no pueden ser demandados por e1 desalojo (PASCO ARAUCO, Op.
cit., p. 82), p.ro ,lu.roIrl.nte se inventa un molino de viento para luchar contra é1, a1
nrejor estilo del Quijote y sus locas andanzas.
l*t'l Ibíd., p. 89.
tsszl 'i1r51ir,.1mente, cuando la ocupación de la vivienda sobre la que se ejercita la acción
de desahucio viene condicior-rada por una relación familiar o de parentesco, es razona-
ble presun-rir la existencia de graciosa concesión por el dueño y condición de precario
del poseedor que ocupa el inn-rueble por acto de simple liberalidad, tolerancia o con-
desier.rdencia áe su familiar": BELLO JANEIRO, Domingo. El Precario. Estudio teórico
práctico, Op. Cit., P. 76.
540
Cl¿,s¡s o¡ posEsróN (CoNr): L¿ posrsrólJ eRECARTA
Por tanto, no hay problema alguno de prueba, pues una vez que se
ha acreditado el contexto social o familiar, se presume que el demandado
se encuentra en condición de precario, facilitándose el éxito del proceso
de desalojo. La prueba en contra recae en el demandando.
541
GuNrun,R Goxz¡.tss Ban nóx
18831 Se ha criticado esta solución de Ia siguiente nranera: "Si como dice Gonzales, el mistl-lo
resultado rápido y favorable qlre uno obtiene en el proceso c1c desalojo, podria ser ob-
tenido también en un proceso plenario cle reivindicación a trar'és dc Ia tutela cautelar,
entonces para qué seguimos teniendo regulado el desalojo en nuestro sisterna juridico"
(lbíd., p. 76).
Esta afirn-ración demuestra un protundo desconocirricnto de las categorías procesales.
E) desa)ojo es proceso sutnario por Ja )jmitaciót't de cognición (posesjón) ¡ de prucba.
La reivindicación es plenario por Ia arnplia cognición (propiedad) y material probato-
rio que puede actuarse. En el prir-nero se invoca la sola razón de la posesión, mientras
que el segur.rdo exige e1 plantear.r.riento de las razones de la propiedad. Por tanto, es im-
posible refundir antbos procesos, rnáxime cuando uno no genera cosa juzgada sobre el
dominio, pero el otro sí. En consecuencia, si el demandante es propietario, y nunca fue
poseedor, entonces, quiérase o no, solo Ie queda exhibir su título en la reivindicatoria.
No hay otra alternativa. El sumario t-ro puede recmplazar al plcnario por puro placer
o para aumentar la cuent¿ bancaria de los Estudios que se declican a def-ender a cons-
tructoras o inmobiliarias. Sin entbargo, a pesar de la necesidad del plenario, el Derecho
ha ideado mecanismos para evitar que Ia lentitud clel proceso collsume injusticiirs de
todo tipo, eñ tal sentido, 1a tutela cautelar busca atajar el litigio malicioso, pero no hace
inneccsario el desalojo, cuya linalidad y efectos son rlistilltos'
542
Cl,rsls o¡ posnslóx (CoNr): L¡. pos¡sróx IRECARTA
f"ol supóngase que el propietario de un bien inmueble se lo ercarga a un amigo para que lo
custodie en forma indefinida, y también Io autoriza a usarlo. Es el típicoiaio de
i.,ose-
sión.graciosa o por liberalidad que en ningún caso podría considerarse ilegítirna, pues se
funda en la propia voluntad del titular, pero cuya lalta de título lormal la hacc
1.,recaria.
543
GuNrHrn GoNzelps BannóN
18851 LA¡vfA NIORE, Héctor. La posesión y la poscsión prccnria en el derecho civil peruano,
Tesis para optar el grado de J\{agíster en Derecho Civil, Pontificia Universidird Católica
del Perú, I-ima 2006, p. 105.
544
CresEs o¡ poseslóN (CoNr): Le pos¡sióN IRECARTA
ts6l Nótese la confusión conceptual en Ia que navega LAMA MORE, Héctor. "La
posesión
precaria y Ia posesión ilegítima 1 En Diálogo con la Jurisprudencia, Gaceta ]uridica, N.
28, Lima 2001, p. 53: "se puede afirmar que con ia mencionada regulación normativa,
se ha proPorcionado al propietario de un predio una mejor posibllidad de restituir la
posesión del mismo. vía la acción de desalojo, de quien lo conduce sin que le asista de-
recho alguno para continuar poseyendo'i Luego agrega en el mismo articulo: "tampo-
co será precario, cuando la invalidez del título, que porta el poseedor no sea evidenie y
existan elementos que permitan apreciar que e1 poseedor en virtud de su título, puedá
discutir el mejor derecho de propiedad o de posesión. En este caso. el mejor deiecho.
j]]]¡ecado por el poseedor. corresponderá ser dilucidado en otro proceso" (Ibíd., p. 63).
En la primera parte dice que el desalojo permite la defensa de la propiedad del déman-
dante (sic), pero en la segunda parte señala que cuando la partá demandada invoque
el dominio, entonces el tema debe ser reenviado a otro procéso.
¿En qué quedamosi si
el desalojo es acción real, pues tiene que serlo para ambas partes, y no soló en "algunas
ocasiones".
I88a MOMLES HERVIAS, Rómulo. "La inconsistente "declaración'de oficio de la nulidad
del contrato en el Código Civil peruano de 1984'l En Actualidad Jurídica, Gaceta |urí-
dica, N" 219,Lima, febrero 2012, pp. 16-17.
545
GuNrn¡R GoNzerrs B¡,nnóN
14. CONCTUSIONES
EI artículo 911 CC, en sentido literal, no encaja con el resto del
ordenamiento jurídico (artículos 921 y 923 CC; 985, 986 y 987 CPC;
Convención Americana de Derechos Humanos, sobre la igualdad como
elemento esencial del debido proceso; Pacto Internacional de derechos
económicos, sociales y culturales, sobre el derecho humano a la vivienda
adecuada).
546
Cleses »p posnsróN (CoNr): L¡, posrslóN pRECARTA
Por tanto, es necesario avanzar hacia una definición que pueda in-
sertarse dentro de nuestro sistema constitucional y civil. un solo precepto
legal no puede sobrevivir inalterado, si con ello se desmorona el edificio
inspirado en la justicia y racionalidad del entero sistema jurídic6t88eJ.
{88e1 El argumento consistente en izar la bandera del art. 911 CC, a costa de que el barco se
hunda, se expresa así: 'Aquella labor por medio de la cual una ley que eitablece ABC,
termina diciendo DEF, no es una interpretación extensiva, ni creadora ni innovadora.
Por el contrario, se trata de una derogación legislativa por medio de la interpretación"
(PASCO ARAUCO, op. Cit., p. 73).
Esa afirmación se inspira en la tesis de Savign¡ hace bastante tiempo superada por la
nueva concepción del Derecho, basado en normas y argumentación, pero dentio del
marco de principios y valores que sustentan la Constitución. Sin embargo, aun dentro
del limitado ámbito de Savign¡ la opinión transcrita es errada, pues la modificación
de conte_nido que sufre el art. 9l I CC no se hace por discrecionáhdad del intérprete,
como falsamente pretende desacreditar al contrario, sino por virtud de otras normas
del sistema jurídico, como los artículos 921,923 CC, 585, 586,587 CpC, así como por
la Constitución y los Tratados de Derechos Humanos. En consecuencia, ei 911 se mo-
difica en su contenido literal por mérito de las normas y principios señalados.
Es curioso que el opositor no diga una sola palabra de Ios artículos 921 o 923 cc,
o del fundamental art. 587 cPC, que lo aclara todo, o del debido proceso que exige
igualdad de armas, o del derecho humano a la vivienda adecuada. Sobre tales puntoi,
que son la base de nuestra argumentación, Pasco simplemente mantiene sileniio. Por
tanto, su limitada visión de la teoría hermenéutica tampoco es de recibo, pues aquí no
se pretende inventar el contenido del art.911 CC, como él dice falseando ]a vérdad,
sino que la citada norma se complementa con otras disposiciones y principios, que son
el sustento de nuestra tesis. Una supuesta "refutación'que omite trátar efmeollo de la
posición contraria es simplemente un acto que no calza con la honestidad ir.rtelectual
que se requiere en todo trabajo científico.
s47
GuNrHEn GoNzerss Ber.nóN
548
-
CnpÍruro VIII
NACIMIENTO, C ONSERVACI ÓN
Y PÉRDIDA DE tA POSESIÓU
L. NACIMIENTO DE LA POSESION
El nacimiento de la posesión requiere de un acto de injerencia o in-
terferencia decisiva, que permite el control o dominio de un sujeto sobre
alguna parte concreta del mundo externo. Este acto de injerencia puede
ser de carácter unilateral o bilateral. La adquisición unilateral se funda
en el solo acto de voluntad del adquirente de Ia posesión, sin pedir per
miso o autorización al anterior señor de la posesión, si es que 1o hubiesc.
En cambio, la adquisición será bilateral cuando se produzca una doble
actuación: la del precedente poseedor, quien voluntariamente traslada el
poder de hecho al nuevo poseedor, ,v Ia del nueyo poseedor, quicn recibe
el control sobre el bientt'o]. El Código Civil reconoce ambos modos de ad
quisición de la posesión en el art. 90018e'1, pero denomina a la adquisicii»r
bilateral como "tradición", de acuerdo con la secular tradición romanista.
551
GuNrnr,n GoNzerrs BannóN
r8e4 SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Giuffré Editore, Milán 2000,
pp.75-76.
t8e3l Ibíd., p. 79.
t"nl El poder de hecho requiere un acto concreto y efectivo en el momento inicial. PAULO
lo estableció de esa manera en el conocido fragmento del D.41.2.3.1: 'Adquirimos la
posesión material¡¡ente y por Ia intención, y no sólo por la intención o sólo mate-
rialmente. Lo que hemos dicho de que debemos adquirir la posesión material e in-
tencionalmente no siempre debe entenderse en el sentido de que e1 que quiere poseer
un fundo, deba recorrer todas sus partes, sino que basta entrar en cualquier parte del
mismo, con tal de que esté pensado en querer poseer el fundo entero hasta sus lími-
tes": D'ORS, Alvaro y otros (traductores). E/ Dígesto de Justiniano. Versión Castellana,
Editorial Aranzadi, Pamplona 1968, Tomo III, p. 303.
El poder de hecho es meramente potencial en la fase ulterior. Así POMPONIO, según
D.41.2.25.1: "También poseemos por mediación de nuestros colonos e inquilinos, o por
nuestros esclavos; y si se mueren o enloquecen o ceden en arrendamiento a otro aque-
Ilo que elios no tienen, se entiende que retenemos la posesión, sin que haya diferencia
entre el colono y el esclavo por los que podemos retener la posesión': Ibíd., p. 309.
552
N¡,crureNro, coNSERVACTóN y pÉRoroe DE LA posESróN
Si el acto de aprehensión se realiza sobre una cosa mueble sin dueño (res nullius\, en-
tonces la toma de posesión convierte al sujeto en propietario: art. 929 CC.
[8e6] GAZZONI, Francesco. Manuale di Diritto Civile,ESl, Nápoles 1998,p.212.
I8e7l "Ninguna necesidad práctica impone atribuir a una persona 1a posesión de las cosas
que le hayan sido metidas en los bolsillos, mientras estaba durmiendo, ni tampoco la
de otorgarle pretensión contra un tercero que le quite aquellas mientras siga durmien-
do': WOLFF, Martin. "Derecho de Cosas'l En ENNECCERUS, Ludwig, KIPB Theodor
y WOLFF, NIartin. Tratado de Derecho Clvil, Bosch Casa Editorial, Barcelona 1971,
Tomo III-1", ¡r. 69.
5s3
GuNrHr,n GoNzeI-¡s BennóN
554
NecrnrrrNro, coNSERVACTóN y pÉRoro,a. op re posesróN
del pescador solo por caer en Ia red tendida por é1. El zorro que quede apresado en mi
trampa, y los animales fieros que están dentro de mi cercado, están en mi posesión":
WOLFF, Martin. "Derecho de Cosas'i En ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y
\,VOLFF, N{artin. Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo III-1", pp. 69-70.
WESTERT\,IANN, Harr¡ WESTERI\'1ANN, Harm-Pete¡, GURSKY, Karl-Heinz y
EICKMANN, Dieter.Derechos Reales, traducción de Ana Cañizares Laso, Iosé María
Miquel González y otros, de la 7'edición alemana, de 1998, Fundación Cultural del
Notariado, Madrid 2007, Volumen I, p.190.
IHERING, Rudolf von. "El fundar¡ento de la protección posesoria'l EnÍd. La posesión,
traducción de Adólfo Posada, Editorial Reus, Ivladrid 1926, pp. 191-192.
leo2 I
Las ideas de este párrafo resumen el excelente texto de: WESTER\IANN, Harr¡ WES-
TERI\{ANN, Harm-Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EICKMANN, Dieter. Derechos Rea-
le.s, Op. Cit., Volunren I, pp. 190-191.
s55
Gur¡mrn GoNzerrs BennóN
1,2.1 CONCEPTO
La tradición es el acto de consenso bilateral, causalmente enlazado,
nrediante el cual el poseedor precedente (tradens, transferente) pone en
control del bien al poseedor sucesivo (accipiens, adquirente). No existe
tradición que no concluya en la puesta en posesiónlr0rl, por lo que el re-
sultado exige que e\ accipiens cuente con el corpus y animus possidendi.
Sin control del bien, ni voluntad destinada a ese efecto, no se produce
1a tradición.
556
,
557
GuNrusR GoNzelrs BennóN
se considera sujeto del poder de hecho al que recibe las llaves de una
casa, aunque no haya entrado en contacto físico con el inmueble; Pues,
quien ha recibido las llaves tiene un poder de hecho consistente en
la mera posibilidad de la injerencia. El comprador de la casa es po-
seedor cuando obtiene las llaves, mientras un ladrón de las llaves no
tiene el poder de hecho sobre el inmueble, salvo que este se precipite
a abrir la puerta y penetrar en el inmueblete0sl, ¿Cuál es la diferencia
entre el comprador y el ladrón de las llaves? Muy simple: el consen-
timiento del precedente poseedor en el caso del comprador. En este
mismo ejemplo, WOLFF considera que la relación de hecho se basa
en el "vínculo jurídico", al cual se suma la conexión física entre la
persona y el bien representativo ("las llaves") de otro ("inmueble'>)leoel.
La aprehensión física por parte del adquirente no es necesaria para
el perfeccionamiento de la tradición, pero sí lo es Ia posibilidad de
disponer físicamente del bien en cualquier momento, sin embargo,
ello es consecuencia del consenso.
Si el consenso es pura apariencia, ya que ha sido prestado por un
niño pequeño o por un incapaz absoluto, entonces el can-rbio posesorio
se produce igual, pues la posesión es un hecho, Pero no en virtud de
tradición, sino mediante dos actos aislados, uno, la pérdida de posesión;
otro, la adquisición unilateral de la posesiónl"0l. Por tanto, es evidente
que la tradición requiere de un consenso bilateral causalmente enlazado:
el primero es causa del segundo.
558
NectN.rteNro, coNSERvACIóN y pÉRoloe DE LA posESIoN
559
GuNrupR GoNzerps BennóN
560
Nec¡lrlrNrro, coNSERVACTóN y pÉnproe op ra pospstóN
re¡41 CUENA CASAS, Matilde. La función del poder de disposición en los sistemas de trans-
misión onerosa de los derechos reales,lM Bosch Editor, Barcelona 1996, p. 31.
tersl Los códigos romanizados, como el chileno,
tienen 1a misma idea de trádición, 1o que
influye en su doctrina. Así: "En suma, la tradición es el modo de adquirir el dominio
de las,cosas, y consiste en la entrega que el dueño hace de ella a otro, hibiendo por una
parte la facultad e intención de transierir el dominio ¡por otra, 1a capacidad e iniención
de adquirirlo": PESCIO VARGAS, victorio. Los modos de adquirir el dominio, actuali-
,^.-.
d1po. Aldo Topasio Ferretti, Universidad de Valparaiso, Valparaíso 1984, p. 59.
te'61 CUENA CASAS, Matilde.
La función del poder de disposiciónin los sistemai cle trans-
misión onerosa de los derechos reales, Op. Cit., p. 251.
tetl Bajo 1a concepción romana, o de los códigos romanizados, la tradición no es solo
hecho material, pues requiere condiciones propias de un negocio jurídico: a) capaci-
561
GuNrris¡t GoNzetps BannóN
562
Necrnrr,Nro, coNSERVACióx y pÉnoroa o¡ le pos¡,slós
rI'l R ,\N{ÍREZ CRUZ, Eugenio Niaría. Tratado tle los Derechos Reales, Op. Cit., Tor¡o I,
p. 617.
te22l SACCO, Rodollo y CATERINA, Raffaele. // Possesso, Op.
Cit., p. 243. Si el propietario
vende el bien a1 arrendatario, entonces el primero ya r.ro tiene derecho a pedir la resti-
tución del bien (art. 905 CC), y, por ende, la posesión mediata -única que retenía-- ha
quedado extinguida; mientras tanto, el poseedor inmediato -ya sin relación de media-
ción-- se convierte simplemente en "poseedor'i En tal sentido, tiene razón OVEIERO
(Cit. CASTAÑEDA, )orge Euger.rio. Los Derechos Rcalcs, imprenta Villanueva, Lima
1958, Tomo I, p. 115) cuando manifiesta quela traditio brevi nanu carece de objeto
en los sistemas gerrnánicos, por cuanto el poseedor i¡rmediato -antes de la tradición
ficticia-- ya era poseedo¡. En cambio, en los sistemas latinos, la traditio breyi manu
es de vital importancia para detenninar el cambio de situación jurídica de tenedor a
poseedor.
563
GuNruen GoNzeLr,s B¡.nnóN
564
Nect¡utteNro, coNSERVACIóN y pÉn»Ioe o¡ te pospslów
1o cual puede llevar a un estado de anarquía de1 Derecho. La voluntad individual libre
puede hacer de la relación posesoria lo que Ie plazca, desligando ésta del irnprescindi-
ble elemento de facticidad.
Ie':sl \\¡OLFF, NIartin, "Derecho de Cosas'l En ENNECCERUS, Ludxig, KIPP, Theodor y
WOLFF, Martin. Tratado de dereclrc cilil, Op. Cit., Tomo III-1", pp..110-411.
Después de esta cita, no entendemos la opinión de un "autor" nacional, que es abso-
Iutamente desinformada y fuera de foco: "la doctrina es uniforme (sic) en considerar
que la relación que da lugar a la mediación posesoria siempre es una relación juridi-
ca": PASCO ARAUCO, Op. Cit., p. 71. Es necesario que este señor diga dónde está la
unanimidad que pregona, pues la realidad es que la gran mayoria de autores acepta la
tesis contraria, es decir, que los negocios nulos pueden fundar la posesión mediata; o,
en todo caso, si aún cuenta un mínimo de dignidad, debe retractarse y aceptar que ha
mentido dolosamente o que ha realizado afirmaciones sin investigar, lo que demuestra
culpa inexcusable y deshonestidad científica.
le26l «En principio el enajenante tiene que ser poseedor en el momento de Ia enajenación. Sí
en ese momento hubiera perdido la posesión, no podrá transmitir por constituto. Si no
ha adquirido aún la posesión, puede transmitir por medio de un constituto anticipado.
Entonces el adquirente obtiene la propiedad en el mismo momento en que el enaje-
nante adquiere la posesión (y con ello la propiedad), sin necesidad de que se concluya
un nuevo contrato. En tal caso, sin en-rbargo, la concordancia de voluntades entre el
enajenante y el adquirente debe subsistir aún en el momento en que el enajenante ad-
quiere la posesiór.r. Se emplea principalmente para la transmisión, a fines de garantía,
de almacenes de mercancías, en orden a procurar a1 acreedor, mediante constituto, la
propiedad de las cosas subrogadas que hayan ingresado en el almacér.r en el decurso
del tiernpo': WOLFF, Il'lartin. "Derecho de Cosas'l En ENNECCERUS, Ludwig, KiPP,
Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de derecho civil,Op. Cit., Tomo III- 1", pp. 441-442.
1,,4 WESTERMANN, Harry, WESTERMANN, Harm-Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EIC-
KMANN, Dieter.Derechos Reales, Op. Cit., Volumen 1, p. 553.
565
GuNrurn GoNzerE,s Bannóu
566
Necnvupxto, coNSERVACTót{ y pÉnprpe op re pos¡stóN
567
GuNru¡n GoNzerrs BennóN
seedor, pues el ladrón arrojó la cosa, por lo que es imposible ceder una
pretensión contra nadiele33l.
568
Nectrrr¡Nto, coNSERVACIóN v pÉnolpe or te pos¡sIó¡l
"Por tanto, si en el caso citado D restituye el libro a V sin tener conocimiento de la ce-
sión de la pretensión de entrega, quedará también liberado de su obligación de entre-
ga respecto de E": WESTERMANN, Harr¡ WESTERMANN, Harm-Petet GURSKY,
Karl-Fleinz y EICKMANN, Dieter. Derechos Reales, Op. Cit., Volumen I, p. 570.
WESTERMANN, Harry, WESTERMANN, Harm-Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EIC-
KMANN, Dteter.Derechos Reales, Op. Cit., Volumen 1,p.564.
569
GuNrspn GoNzel¡s B,q,nnóN
570
I
Necr¡ar¡Nro, coNSERvACTóN y pÉnoroe op re pospslóN
te40l «Una
exigencia básica desde este punto de vista consiste en articular un sistema trasla-
tivo de esas posiciones jurídicas que supere en agilidad y seguridad al sistema común
de transmisión de derechos patrimoniales representado por el régimen de la cesión
de créditos y demás derechos incorporales": ALONSO ESPINOSA, Francisco losé.
Mercadoprimariodevaloresnegociables,jMBoschEditor,Barcelona 1994,p. l53.En
la misma línea de ideas se señala que: "Es la incorporación del derecho al soporte lo
que caracteriza a los valores. La incorporación se realiza con la finalidad de permitir
la transmisión y el ejercicio del derecho incorporado por unas reglas exorbitantes res-
pecto del Derecho común. Frente al régimen general de la cesión de créditos, tuitivo
de la posición del deudor, se dota a los derechos representados de unas propiedades
571
GuNruEn GoNz.tl¡s BannóN
572
NectutrNro, coNSERvACTóN y pÉnoroa op r¡. pos¡sróN
573
GUNTHER GoNzeI-Es BannóN
te4sl <'<Bajo la premisa de que el contrato se refiere a una 'relación jurídical desencadena el
reflejo condicionado de que este se refiera a un derecho subjetivo (considerado, por
costumbre, como término que no se puede eliminar de la relación). Y entonces: ¿son
contratos los acuerdos que se refieren no a derechos sino a situaciones de hecho, como
la posesión o la detentación (por ejemplo, el acuerdo con el que se establece que la
posesión de la cosa -sit-t tocar el derecho correspondiente- pase de A a B en un deter-
minado momento y en determinadas condiciones)?": ROPPO, Vincenzo. El Contrato,
traducción de Nélvar Carreteros Torres, a cuidado de Eugenia Ariano Deho, Gaceta
Jurídica, Líma 2009, p. 42.
te''el SOLIGO SCHULER, Nicolás. Cesión de derechos posesorios, Op. Cit., p. 52.
574
Nacl¡.rrpNro, coNSERvACTóu y pÉnoloe op re pospsróN
tesol «La
muerte del poseedor termina con un señorío fáctico sobre la cosa; ni siquiera
puede evitarlo la existencia de una mera relación de servicio posesoria. Ahora bien,
la ausencia de posesión respecto de la herencia haría caer la protección posesoria
precisamente cuando, por virtud de la desaparición de ese señorío conectada con la
apertura de la sucesión, es más necesaria': WESTERIvIANN, Harr¡ WESTERMANN,
Harm-Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EICKMANN, Dieter. Derechos Reales, Op. Cit.,
Volumen 1,p.203.
lestl FORNIELES, Salvador. Tratado de las Sucesiones, EDIAR, Buenos Ai¡es 1950, Tomo I,
p.212.
le52l Así opina, por ejemplo, lv{ariano Yzquierdo Tolsada: "El he¡edero aceptante se entien-
de que ha sido poseedor desde la muerte del causante, aunque no haya tenido contacto
material con las cosas, y con independencia de quién haya poseído de hecho durante
el tiempo intermedio': Cit. GÓIUEZ DÍEZ, fusto José. La posesiórt de los bienes heredi-
tarios,Editorial Reus, Madrid 2010, p. 17.
575
GuNrnEn GoNzer-rs BennóN
576
Nlcrlrrrruto, coNSERVACTóN y pÉRorpa oe te pospstó¡l
El Código Civil Español tomó la idea subyacente en esa figura y
la reguló en el art. 440, disponiendo que los bienes de la herencia se
transmiten al heredero sin interrupción desde el mismo momento de la
muerte del causante, en caso de adherirse la herencia. Esta figura -de
sucesión de la posesión- da lugar a la ficción que los juristas españoles
denominan "posesión civilísima"tes.l, pues el sujeto no necesita poder de
hecho sobre el bien, pues le basta su calidad jurídica de herederotesTl. En
virtud de de la "posesión civilísima", por ejemplo, el heredero deviene en
propietario y poseedor, sin necesidad de juicio, ni aprehensión material
sobre las cosas. De esta forma, el heredero está habilitado para plantear un
interdicto, sin necesidad de probar su posesión; o de adicionar la posesión
ad usucapionem que venía ejerciendo el causante, sin contar con posesión
efectiva logra sumar el plazo de la prescripción adquisitiva, siempre que
no haya un tercero que rompa esa continuidad meramente ideal.
tes6l DUALDE, foaquín. La posesión civilísima, Editorial Aries, Barcelona 1959, p. 13.
IesTl «La ley convierte en poseedor de una cosa a una persona que no ha tenido cóntacto al-
guno con ella, suprimiendo por una ficción el corpus posesorio. Más todavía, suprime
también el animus, puesto que el heredero se encuentra siendo poseedor aun cúando
ignore que la herencia le ha sido deferidd': FOURNIELES, salvador. Tratado de las
Sucesiones, Op. Cit., Tomo I, pp.209-210.
Iettl ImPorta¡tes citas en tal sentido pueden verse en la magnífrca obra
del profesor colom-
biano: VALENCIAZEA, Arturo. La Posesión,Op. Cit., p. 204.
resel WESTERIvIANN, Harr¡ WESTERMANN,
Harm-petei, GURSKY, Karl-Heinz y EIC_
KMANN, Dieter.Derechos Reales, Op. Cit., Volumen 1,p.204.
GuNru¡R GoNz¡,r¡s Bannóx
578
NecI¡vtr¡Nto, coNSERVACIó¡,¡ y pÉnoIoe pr re posrsróN
579
GuNrHrn GoNzer,E.s BannóN
580
N¡cinrnNt o, coNSERVACIóN y pÉRotoe pE te pospstóN
"QUINTO: Que, siendo ello así, debe tenerse presente que por
disposición del artículo 660 del Código Civil al fallecer el causante,
todos sus bienes, derechos y obligaciones de los cuales era titular
en vida pasan a ser ahora de sus herederos; por tanto, el derecho
de posesión que el causante ejercía sobre el predio materia de la
demanda, pasó lpso iure, sin solución de continuidad a los here-
deros de aquel, por tal razón, resulta irrelevante acreditar cual de
los herederos efectivamente estuvo en reiación directa del predio
para los efectos de Ia prescripción adquisitiva de dominio, pues
por ficción legal, los demás herederos que no están en relación
efectiva con la cosa, conservan la posesión mediata o posesión
legal sobre los bienes hereditarios. SEXTO: Que, el hecho que ia
' demandada esté en posesión del predio materia de Ia demanda y
que haya obtenido su declaración de propietaria del predio en el
procedimiento administrativo de prescripción adquisitiva que se
tramitó de acuerdo a las normas previstas en el Decreto Legislativo
número 667; en rnodo alguno constituy.e una valla jurídica para
preterir el derecho de los dentás herederos que no están en pose-
sión efectiva de la cosa; por el contrario, por efecto del derecho
de petición de herencia, los herederos tienen expedito el derecho
que les confiere la ley para concurrir junto a la demandada en
la propiedad del inmueble materia de la demanda, bien que les
fue transmitido desde el ntomento mismo de la apertura de la
sucesión; SÉTIUO: Que, en consecuencia, queda claro que en el
presente caso se ha aplicado indebidamente el artículo 923" del
Código Civil al sostenerse que no se ha demostrado el derecho de
propiedad del causante, ya que por efecto de Ia sucesión hereditaria,
no solo se transmiten derechos de propiedad, sino otros derechos
como el que se tiene explicado en los considerandos precedentes;
razón por las cuales debe ser de aplicación en el presente caso Io
previsto en el artículo 664" del mismo cuerpo de leyes".
t%81 Bueno es mencionár que en esta sentencia se produjeron dos votos en discordia, cuy,a
parte medular dice: "los actores no han probado el derecho de propiedad originario
de su causante respecto del predio rústico denominado 'El Nlajuelol mientras que 1a
demandada ejerce la titularidad del bien no en condición de heredera sino de propie-
taria" (5' considerando).
581
-
582
NecrulpNto, coNSERVACTóN y pÉn¡toe op t¡ posE,sróN
2. CONSERVACIÓN DE LA POSESIÓN
Luego de la adquisición de Ia posesión, esta se conserva mediante
la sola posibilidadde injerencia sobre el bien. En efecto, en el Derecho
romano ya se decía que la posesión se adquiere con el corpus et animo,
pero puede conservarse solo con eI anintoie;2]. Esta doctrina es plenamente
feTrl Algunos autores (ejemplo: HEDEMANN, |ustus \\'ilhelm. "Derechos Reales'l En LEH-
MANN, Heinrich y HEDEMANN, )ustus Wilhelm . Tratado de Derecho Civll, traducción
de Iosé Luis Díez Pastor y Manuel GonzáIez Enríquez, EDERSA, Ivfadrid 1995, Tomo II,
p. 64) definen a esta figura como 'tesión a1 adquirente de la acción reivindicatoria'l
fe72l
En el Derecho romano, se reconocieron tres casos de conservación de la posesión solo
animo (SCHULZ, Fritz. Derecho Romano Clásico, traducción de José Santa Cruz Tei-
jeiro, Bosch Casa Editorial, Barcelona 1960,p.423):
- E1 poseedor continuaba poseyendo aunque no se hallase en un lugar próximo al
del objeto, con tal de tener el llamado "ánimo de retorno". El caso típico era el de
las casas de verano o de invierno.
- Si alguien poseía un predio mediante un esclavo o arrendatario, la posterior muer-
te o enajenación mental del mediador no ponía fin a la posesión. La lógica indicaba
que en estos casos se debía perder la posesión por cuanto la muerte o locura del
mediador (esclavo o arrendatario) ponía fin a la voluntariedad necesaria en la rela-
ción posesoria. Sin embargo, el Derecho romano optó por la solución diferente en
mérito a l,a utilitas causa, esto es, por razones prácticas.
- Un caso especial era el del esclavo fugitivo, en cuanto este seguía en posesión de
ia persona de cuyo poder había escapado, pero era solo una posesión ad usuca-
pionem; igualmente se mantenía la posesión sobre todas las cosas llevadas por el
esclavo en su huída y que pertenecian al dominus.
583
GuNrnEn GoNzer,ss Bennóx
válida en la hora actual, aun cuando sea necesario aclarar que la innece-
sariedad del corpus significa que el poseedor no necesita una injerencia
actual sobre el bien, pero siempre se necesita una injerencia potencial, a lo
cual se le añade la abstención de los terceros. En aplicación de cuanto se
ha dicho, el sujeto conserva la posesión aunque haya perdido el contacto
físico sobre el bien, siempre que se encuentre en grado de retomar el con-
tacto en cualquier momento[e73]. Por ejemplo, Ticio deja la bicicleta a un
lado de la calle para tomarla poco después, en cuyo caso ha conservado
la posesión. Otro caso: se conserva la posesión en aquellos períodos de
tiempo en los cuales el bien sea temporalmente inidóneo para sufrir la
dominación física o económica del hombre (por ejemplo: fundo ubicado
en una zona montañosa accesible solo en verano)le74l. En cambio, si un
tercero adquiere el poder sobre el bien ("falta de abstención de los terce-
ros"), entonces el sujeto primigenio habrá perdido la posesión.
te73l Así opinaba SAVIGNY al interpretar los textos dei Derecho romano (Cit. RAMÍREZ
CRUZ, Eugenio Maria. Tratado de Derechos Reales, Op' Cit', Tomo I, pág. $a).
re74r SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., pp. 81-83'
l'7sl VÁSQUEZ RÍOS, Alberto. Los Derechos Reales, Editorial San Marcos, Lima 2003,
Tomo I, p. 173.
584
N.qcllrrr,Nto, coNSERVAcTóN v pÉnor»e DE LA posESIóN
CASTAÑEDA, Jorge Eugenio (Ios Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. l16) da los
siguientes ejemplos: "la inundación temporal de las tierras que se poseen; la pérdida o
extravío del bien mueblel El ejemplo del viajero es citado por CUADROS VILLENA,
Carlos Ferdin and (Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 371 )
le77l VÁSQUEZ RÍOS, Alberto. Los Derechos Reales, Op. Cit., Tomo 1, p. 173. En el mismo
sentido: CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I,
p. 37 L.
585
GuNtsrp GoNzeLss BexnóN
Algunos autores solucionan estas hipótesis al calificar a los detentadores como "ser-
vidlres de la posesión": PAPAÑO, Ricardo, KIPER, Claudio, DILLON, Gregorio y
CAUSSE, Jorge. Derechos Reales, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2004, Tomo I, p' 64'
Esta solución de sentido común ya era reconocida por GAYO desde la época del Dere-
cho romano clásico: "Como principio general, cualquiera t¡ue esté en posesión en nuestro
nombre, como un procurador, un huésped o un amigo, se entiende que somos nosotros
los que poseemos"-(D.4l.29): D'ORS, Álvaro y otros. El Digesto de Justiniano. versión
Castellana, Op. Cit., Tomo III, p. 306.
SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., pp.174'176'
586
Necr¡'rIpNTo, coNSERVACTéN y pÉRoroa p¡ te pospsróN
Por ello, el art. 904 CC se refiere a todo caso en el cual haya im-
pedimento en el ejercicio de la posesión, lo que supone que el poseedor
no pueda controlar físicamente el bien, sea por cuestiones simplemente
materiales o por intromisiones ajenas.
En suma, pues, el 9O4Le82) sirve para excluir del ámbito posesorio las
situaciones con impedimento objetivo (ejemplo: no puedo llegar al predio
por virtud de una catástrofe) y las de impedimento subjetivo, sea por acto
de voluntad del poseedor (ejemplo: salir de viaje) o por acto de voluntad
de tercero (ejemplo: detentaciones pasajeras o toleradas). En este último
caso, un tercero impide provisoriamente el ejercicio físico de la posesión,
pero ello no convierte a este detentador en poseedor. Las características
de esta detentación son la transitoriedad, la intermitencia y el permiso
del titular del derecho. Tal permiso puede obtenerse mediante una simple
tolerancia, inactiva, de acuerdo con las circunstancias concretas, lo que
se traducirá en una mera condescendencia del dominus, en tanto este
siempre se reserva [a potestad de rer.ocar su permiso y prohibir cualquier
contacto del tercero sobre el bient'831.
3. PÉRDIDA DE LA POSESIÓN
3.1
PÉRDIDA VOLUNTARIA E INVOLUNTARIA
Deben distinguirse los supuestos de pérdida voluntaria de los de
pérdida involuntaria de la posesión.
fesll Los ejemplos se pueden multiplicar. Es el caso del cliente de un hotel, cuya detentación
es meramente provisoria, pues además carece del control exclusivo sobre la habitación.
Lo mismo ocurre con el abonado a los espectáculos teatrales frente a1 empresario, o al
asistente regular de un estadio de fútbol: Ibíd., pp. 177-178.
La norma en cuestión se tomó del art. 826 del CC de 1936, y esta a su vez del art. 856,
2 del BGB.
GAZZONI, Francesco. Manuale di diritto privato, Op. Cit., p.212.
GUNrH¡n GoNzerps BennóN
Ie84l Las razones que explican esta solución ya han sido señaladas con anterioridad, y nue-
vamente se repiten: ia posesión es un hecho, no un derecho. Además, el art. 1358 CC
faculta a que los incapaces con discernimiento puedan celebrar contratos para las ne-
cesidades ordinarias de la vida, mientras el art. 197 5 CC responsabiliza por sus actos al
incapaz con discernimiento. Por tanto, si la capacidad natural de "entender y querer"
(discernimiento) es suficiente para obligarse y ser responsable, con mayor razón la
consecuencia será idéntica cuando se trate de un "hecho" como la posesión.
Ie85r SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. ll Possesso, Op. Cit., p. 249.
588
Necttu¿Nro, coNSERVACIóN y pÉRproe op te posEslóN
por lo cual en este caso -a diferencia del abandono- solo existe pérdida
del animus possidendi,lo que igualmente conlleva la pérdida de la pose-
sión en cuanto ello representa un beneficio para terceros. Esta figura es
relevante, especialmente, en sede de posesión mediata, por cuanto aquí
el poseedor no tiene contacto físico con el bien, por lo que el cese de su
posesión puede producirse a través de la renuncia, mediante la sola au-
sencia del animus. Sin embargo, si el elemento material ha permanecido
intacto, el retorno del animus en el sujeto, reconstituye la posesión[e86].
589
GuNrsrn GoNzetns BenxóN
una solución de ese tipo sería una intolerable ficción. Por ello, la mejor
solución pasa por descartar los extremos y entender que el extravío del
bien conlleva la pérdida de la posesión cuando no exista una posibilidad
razonable de que el poseedor pueda encontrar el objeto. ¿Existe alguna
base normativa para esta solución? En nuestra opinión, ese PrecePto es
el art. 904 CC, por el cual se establece que los impedimentos pasajeros
en el control del bien'no conllevan la pérdida de la posesión. Por tan-
to, el momento inicial del extravío no significa el cese inmediato de la
relación posesoria, pero una vez transcurrido un tiempo que implique
una razonable posibilidad -según un juicio social probabilístico- de no
encontrar el objeto, entonces queda consumada la pérdida de la posesión.
Piénsese en los casos discutibles como el menor de edad que entrega ei bien "volunta-
riamente'l Si el menor tiene capacidad de entender y querer se estará ante una pérdida
voluntaria de la posesióU en el supuesto contrario, ante una pérdida involuntaria. Igual
ocurre con las cosas dejadas por el arrendatario en el inmueble arrendado. ¿hay abandono
o no? De esta respuesta depende calificar el caso como pérdida voluntaria o involuntaria.
leel] Esta incorrección se hizo notar a poco de la entrada en vigor del Código de 1984:
AVENDAÑO YALDÉZ, )orge. "La posesión en el Código civil de 1984'i En VV.AA.
Libro Homenaje a José León Barandiarán,Cultural Cuzco, Lima 1985, p. 38.
590
NRct¡trt¡Nro, coNSERVACIoN y pERDIDA or te posrslót¡
591
GuNrsEn GoNzer,ss BennóN
3.3 EL DESPOJO
Un punto importante es el caso del despojo de la posesión, y si este
hecho (ilícito) conlleva la inmediata pérdida de la posesión. Luego de una
revisión del listado del art. 922, podemos advertir que esta hipótesis no
se encuentra expresamente prevista. ¿Qué quiere decir ello? fal vez el
legislador pretendió establecer un supuesto de conservación de la posesión
solo animo en el caso del poseedor despojado? La tesis podría reforzarse
con el art. 904 CC, en cuanto señala que la posesión se conserva aun
cuando existan impedimentos pasajeros para controlar el bien, lo que
significaría el mantenimiento de un estado posesorio "espiritualizado"
durante el tiempo de ocupación del despojante, salvo que este consoli-
de su situación mediante una posesión de más de un año, ante lo cual
quedaría inmune frente a los interdictos.
Cit. D|EZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo
III, p. 635.
HERNANDEZ GIL, Antonio. Obras Completas, Tomo II: La Posesión, Espasa Calpe,
Madrid 1987, p. 3l l.
592
NectlrlrNro, coNSERvACTóN y pÉnptpa oE re pospsróN
leeT) El art. 953 CC señala que la privación de la posesión no surte efectos si el poseedor pri-
migenio recupera el bÍen antes de un año del despojo, o si por sentencia se le restituye.
Sin embargo, esta norma está prevista exclusivamente para efectos de la usucapión, y
tratándose de una ficción jurídica, no es posible extender su ámbito de aplicación por
analogía, pues estamos en presencia de una norma excepcional (art. IV tÍtulo preli-
minar CC). Además, el art. 953 CC constituye una hipótesis muy especial en cuanto
busca beneficiar al poseedor ad usucapionem.
Nota en: WOLFF, Martin. "Derecho de Cosas". En ENNECCERUS, Ludwig, KIPB
Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil. Op. Cit., Tomo III-1', p. 96.
593
GuxtrEn GoNzerrs BennóN
lcegl En la doctrina nacional, el tema se ha tratado poco, aunque los pocos autores inte-
resados comparten nuestra posición. Así por ejemplo, se señala que la usurpación es
un medio de poner ñn a la posesión: RAMÍREZ CRUZ, Eugenio Matia. Tratado de
Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I, pp.650-651' Este autor se aPoya en una posición
similar sostenida por LUCRECIA MAISCH VON HUMBOLDT. Incluso, se asimila la
usurpación dentro del concePto de "pérdida de la posesión' (att. 922-4 CC).
It00ol WOLFR Martin. "Derecho de Cosas". En ENNECCERUS, Ludwig, KIPB Theodor y
WOLFR Martin. Tratado de Derecho Civil. Op. Cit.' Tomo III-1'' p. 92.
594
Necturr,Nro, coNSERVACTóN v pÉxpron o¡ te poseslóN
Por otro lado, si un tercero desea ejecutar los bienes en control del
poseedor, por virtud a la presunción propietaria que juega a favor de la
posesión, entonces el tercero no podrá ser afectado por el acto de renuncia,
pues ello se encuentra en contradicción con la conducta de mantener el
poder de hecho. En consecuencia, y tras el análisis propuesto, debemos
colegir que en los casos de falta de voluntariedad para Poseer -Por re-
nuncia del poseedor-, sin que este se hubiese desprendido del poder de
hecho, entonces los terceros no serán afectados, quienes, no obstante,
podrán prevalerse de la renuncia cuando esta les fuese favorable.
596
C^q.pÍruro IX
EFECTOS DE LA POSESIÓN
l
L. TUTELA POSESORIA
1.T INTRODUCCIÓN
Los derechos reales son un conjunto ("haz") de poderes, facultades
e inmunidades que tutelan la atribución o pertenencia sobre los bienes.
Mediante su normativa se establece la esfera jurídica de los sujetos con
relación a las realidades del mundo externo. Ahora bien, esta atribución
se realiza en dos planos o niveles.
lr002l Aquí seguimos 1a clarificadora exposición de MIQUEL GONZÁLEZ, iosé María. "De-
rechos Reales: Comentarios a las propuestas de enmiendal En W.AA. Código Civil
Peruano. Diez Años, Universidad de Lima - WG Editor, Lima 1995, Tomo I, pp. 413-
414.En este punto, vale resaltar que las definiciones de posesión como "manifestación
GuNrHsn GoNzeLss B¡.nnóN
de la propiedad" (art. 896 cc) son reductivas para los fines de la posesión, en tanto
restringen el ámbito de la tutela posesoria.
froo3l La tutela posesoria cuenta con una serie de instrumentos de protección ("remedios")
600
Er¡ctos op Le posssróN
601
GuNtspR GoNzerps Bannón
de la violencia: en efecto, siendo toda violencia iniusta, contra esta injusticia es contra
la que se dirige el interdicto -Los interdictos posesorios suPonen un acto que, Por su
miima formi es injusto-. El poseedor tiene derecho a exigir que nadie le perturbe
violentamente. No hay ahí violación de un derecho subsistenie por si, tuera de 1a per-
sona, sino un estado de ésta que se encuentra modificado perjudicándola;1'si se quiere
reparar completamente, y en todas sus consecuencias, la injusticia resultante del acto
de violencia de que la persona ha sido víctima, es indispensable restablecer o Proteger
el estado de hecÉo contra el cual la violencia se hubiere dirigido': Cit. Ibíd., pp. 37 -38.
trorol IHERING defrende su tesis de la siguiente manera: "La protección posesoria ha sido,
según esto, introducida teniendo en cuenta la propiedad. Pero es imposible conceder
est"aprotección al propietario sin que los no propietarios se aprovechen de ella al mis-
mo tiempo. Y en efecio; si la prueEa realmente necesaria de la propiedad se limita a la
demostrición de su exterioridad, esta facilidad resulta en pro de todo individuo que
esté en situación de prevalerse personalmente de tal elemento. La posesión adquiere
de esta manera frenti a 1a propiedad una independencia tal, que no sirve só1o y ex-
clusivamente a la propiedad, sino que puede también volverse contra ella. (...) Hay un
paralelisnro qu. ,oltu'u la vista entie Ii posesión y los -títu.los a1 portador. Éstos deben
iu introducción al n.rismo motivo de simplificar y de facilitar la prueba que es, en mi
sentir, la primera base de la protección posesoria. La prueba de que se es acreedor, está
en la simple presentación del título. Pero por esto mismo, precisamente, esa ventaja fa-
vorece lo'miimo al ladrón y al bandido que al verdadero propietario. Aquí también una
institución creada en interés del verdadero derecho habiente, puede volverse contra é1,
porque permite al que no tiene el derecho de realizar a su costa sus propósitos. Pero
nadie pánsara fundár sobre esta circunstancia la opinión de que el finde los títulos sea
facilitár a 1os ladrones la obtención de tales valores. Todos verán aquí la distinción que
es necesario establecer las consecuencias de una institución que el legislador'ha queri-
dol y aquellas que é1'no ha querido', Pero que'no se puede evitar' ("')": Ibíd', pp' 92-93'
t10rtl Ibíd., p. 34.
602
Eppcros or re posrstótl
lr0r2l cit. RAMÍREZ CRUZ, Eugenio Maria. Tratado de Derechos Reales, Editorial Rhodas,
Lima 1996, Tomo I, p. 726.
603
GuNrnnR GoNzerps Bennóx
I'0'31 BENEDETTI, Julio César. La Posesión. Teoría y práctica de su artparo, Editorial As-
trea, Buenos Aires 1 976, pp. 26-27 .
I'o'ol A pesar de que en el Derecho comparado se ha abandonado la tesis de IHERING sobre
el fundamento de la protección posesoria, en nuestro país se la sigue admitiendo sin
mayor crítica.
lr0tsl Se les llar.ua así porque la posesión se tutela por ser un valor en si mismo, a diferencia
de las teorías "relativas'l en donde la posesión se protege en función de un valor distin-
to a ella. Por ejemplo, SAVIGNY es un "relativista" ¡rorque explica la prots66¡5, ¿. l.
posesión como una manifestación más de la prohibición de la violencia.
rr0161 Cit. DÍEZPICAZO,L¡is. Fundantentos de Derecho CiviI
Patrimonial,Editorial Civitas,
Madrid 1995, Tomo III, pp. 552-553.
10r7l «La
f
posesión es tutelada incondicionalmente contra despojos violentos o clandestinos
por parte de terceros, incluso comprendido e1 propietario o el titular de otro dere-
cho real, que quisiese reapropiarse de la cosa robada a é1. É1, en efecto, habiendo sido
despojado, no puede a su vez despojar, sino debe obrar en juicio. La explicación de
la tutela posesoria hasta a favor del ladrón está en el hecho que la ley quiera sobre
todo restablecer el orden social turbado y evitar que allí se pueda hacer justicia por sí
604
Erpcros oe ta posrsróN
mismo (Corte cos. 2511992). Restituida la cosa al poseedor despojado se podrá luego
discutir si él tiene o no tiene (es el caso del ladrón) un titulo para poseerla o si quien
ha despojado sea o no sea titular de un derecho real sobre la cosa. Por tanto, el ladrón
despojado de la cosa vencería en el juicio posesorio, sin embargo sucumbiría en aquel
llamado petitorio, que se refiere a la existencia del derecho real": GAZZONI, Frances-
co. Manuale di Diritto Privato, ESi, Nápoles 1998, p. 67.
I'0'81 SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. II Possesso, Giuffré Editore, Milán 2000, pp.
526-527.
lr0rel Según BARASSI, se debe reconocer que el estado de posesión impiica actuación de las
energías productivas de una cosa para su goce normal. Por consiguiente, esta actividad
es favorablemente considerada por el ordenamiento jurídico en cuanto económica-
mente es más úti1 que Ia vacua titularidad, muchas veces improductiva, productora
de daño social y pérdida de riqueza. Por su parte, DUSI considera que la posesión
revela Ia utilización del capital o el consumo de bienes destinado a la satisfacción de
necesidades;la gestión posesoria se convierte en el presupuesto esencial del bienestar
económico: Cits. VALENCIA ZEA, Arturo. Derecho Civil, Tomo IlI: Derechos Reales,
Editorial Temis, Bogotá 1976, p.203.
t'o'ol MIQUEL GONZALEZ,
losé Maria. "Derechos Reales; Comenta¡ios a las propuestas
de enmienda". En VV.AA. Código Civil Peruano. Diez Años, Op. Cit., Tomo I, p. 414.
605
a
tt02tl En nuestro medio, algunas sentencias han intentado desarrollar los fundamentos de
la protección posesoria, pero ello obviamente debe tenerse como obiter dicta,y nunca
como la ratio decidendi. Así, podemos citar la siguiente sentencia de la Corte Suprema
(Casación N" 282-96): "El interdicto tiene dos fundamentos: por un lado, la necesidad
de restabiecer la tranquilidad social alterada por el conflicto posesorio, y por otro, ase-
gurar la posesión actual a favor del que la está ejercitando, sin perjuicio de que después
se ventile el mejor derecho de posesión. Para la defensa de ia posesión por internedio
de los interdictos no es necesario evaluar los títulos de los que nace el derecho a la
posesión (causa possessionis)..ii
¿5.¡
1rozul poseedor, por sí mismo y sin otro título, inviste al sujeto de un derecho a seguir
poseyendo, a no ser privado de la situación de contacto físico con la cosa en que se
halla, sino por los medios jurídicos oportunos. Cuando le arrebatan 1a cosa, le queda al
sujeto ese áerecho a seguir poseyendo que, como se ve, no necesita, Para ser realizado,
el contacto con la cosa, aunque nace de é1": LACRUZ BERDEJO, José Luis y otros.
Elementos de derecho civil, Volumen III-1': Posesión y Propiedad, JM Bosch Editor,
Barcelona 1990, p. 36.
lr02rl Art. 598.- "Legitimación activa.- Todo aquel que se considere perturbado o despojado de
su posesión pue.de utilizar los interdictos, incluso contra quienes ostenten otros derechos
reales de distinta naturaleza sobre el bien objeto de la perturbación".
606
Eppcros os ra pos¡sIóN
607
GuNrHpR GoNzelps BennóN
608
Erscros o¡ Le pospsróN
plazo máximo de 24 horas desde la ocurrencia del despojo. Transcurrido ese término,
la cuestión es derivada al Poder )udicial. ¿Cuál es el origen de ese plazo de 24 horas?
Como ya 1o dijimos, se trata de un plazo nacido del uso.
rr030l No se admiten criterios "subjetivos" por la inseguridad que produciría la discusión
sobre el conocimiento o no por parte del poseedor respecto de la situación de despojo
producida por obra de un tercero. Por ejemplo: el poseedor se va de viaje y deii su
finca cerrada. A su regreso, luego de un año, se encuentra con que ha sido despojado
hace varios meses. Si aceptáramos el criterio subjetivo, entonces el poseedor -recién
enterado del despojo- podría reaccionar amparado en el art. 920 CC. Esta situación
conllevaría que el estado posesorio (y su protección) quedase lib¡ado a una cuestión
subjetiva, de difícil prueba y de constante litigiosidad. En tal sentido, el ordenamiento
jurídico, en aras de tutelar el statu quo posesorio, ha optado por un criterio objetivo,
esto-es, olorgar al poseedor la posibilidad de reacción "sin intervalo de tiempo" (en-
tendido funcionalmente) con respecto al hecho, y no con respecto del conocimiento
que pudo o no tener el poseedor. Lo contrario llevaria a soluciones absurdas: el sujeto
que se entera luego de diez años podría acudir a la autotutela, a pesar que se opondría
a una posesión absolutamente consolidada, y que habría consumado la adquisición del
derecho mediante la usucapión. Véase, además, 1a anterior nota a pie de página,
tl03'l WOLFF Martín. "Derecho de Cosas'l En ENNECCERUS,
Ludwig, KIpB fheodor y
WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo ill- 1., pp. 110- t 1 1.
GuNrnp¡' GoNzerps BennóN
«El
tr032l derecho a la tutela jurisdiccional es el derecho de toda persona a que se le 'haga
justicia; a que cuando pretenda algo de otra, esa pretensión sea atendida por un órgano
jurisdiccional, a través de un proceso con unas garantías mínimas": GONZÁLEZ PE-
REZ, ]esús. El dereclto a la tutela jurisdiccional, Editorial Civitas, Nladrid 200i, p. 33.
I'0331 WOLFF Martín. "Derecho de Cosas". En ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y
WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo III- 1", pp. 360-361.
610
Ertcros os LA, posrsróN
1to:rl CLIDROS VILLENA, Carlos Ferdin and. Derechos Reales, Cultural Cuzco, Lima 1995,
Torno i, p. 392.
t'0151 HURTAD O POZO,losé. Manual de derecho penal,EDDILI,Lima 1987, p.375.
t1016l «En Derecho penal, y por exigencias del principio de legalidad, la contradicción al or-
existencia de un proceso judicial de desalojo, de carácter especial, para los casos en que
el trabajador incumple su obligación de devolver el bien inmueble destinado a casa-
habitación proporcionado por el empleador. Este proceso se encuentra regulado por
el Decreto Supremo 011-91-TR: MUÑOZ WELLS, |orge. "Sobre el proceso autónomo
de desocupación judicial de inmueble de acuerdo al D.S.011-91-TRl En Aequitas.
Revista de Derecln y Ciencia Política, No 3, Lima 1996, p. ll2.
611
G ur.¡ rHp R Gotqz.a,rps B.ornR.ó)r
t'0r81 BARBERO, Domenico. Sistema de Derecho Privado, Op. Cit., Tomo I, pp.380-381.
«Cuando
Ir0rel la controversia se limita estrictamente a Ia posesión puede hablarse de ac-
ciones y juicios posesorios. En cambio, cuando el pronunciamiento definitivo sobre
la posesión es consecuerlcia del examen del examen de los títulos o de los derechos se
habla de juicio y acciones petitorias": DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho
Civ il Patr imottial, Op. Cit., Tomo lIl, p. 642.
612
Epecros op ra poses¡óN
II040l MoNRoY PALACIOS, Juan Iosé. Bases para la formación de una teoría cautelar,Edi-
ciones Comunidad, Lima 2002, pp.273-277.
613
Gul¡rHsR GoNzerrs BennóN
lr04rl El art. 601 CPC establece que vencido el plazo de un año para instar la pretensión
interdictal, el sujetoque tiene'derecho a Ia posesión'puede accionar_a través de un
proceso de conocimiento. Téngase en cuenta que en este caso el actor debe contar con
un'derecho a la posesión' (ius),y no le basta la mera posesión (factum). Exactamente
1o mismo ocurre coh el proceso plenario, posterior a un interdicto, en donde se discute
el'derecho a la posesión', o sea, la existencia de un derecho real u obligacional, cuyo
contenido o manifestación externa sea la posesión.
tto4rl MONTERO AROCA, Itan. lntroducción al derecho jurisdiccional peruano, ENMAR-
CE, Lima 1999, PP. 203'204.
6t4
,
Eprcros or te posEsróN
615
GuNrusR GoNz¡.r¡s BennóN
616
Errcros o¡ le posesióN
Por ctro lado, y a dif'erencia de lo que ocurre con los derechos rea-
les en donde la titularidad recae sobre todo el bien, y no sobre partes
aisladastron'l; en ia posesiirn, el poder de hecho -justanrente por ser solo
una relación táctica- se puede manifestar sobre todo el bien, o sobre una
parte de este, siempre que sea inmueble o mueble inscrito (art. 921 CC,
art. 599 CPC). SAVIGNY reputó como supuesto típico de la posesión de
una cosa por partes independientes a los fundos rústicos. En ellos, cada
porción de terreno de cie¡ t¿t extensión errr susceptible de ser poseída con
independencia. Siendo ello así, pucdc clecrrse que poseyendo el todo, se
poseen tambiérr las partes; Pero la thlta de la posesion clel toCo nc impi-
de la posesión d¡ una parte que se conserva bajo seirorio del suietotr050l.
HER¡JÁNDEZ GIL, Antor.rio. Obras Conplefas, Tomo II: La Posesión, Espasa Calpe,
t'0{71
Madrid 1987,p.625.
I'M) El fragmento corresponde a ULPIANO y está contenido en D.43.16.I.6: "Lo c\ue no
ofrece duda es que este interdicto (unde vi - vi armata) no se refere a cosas muebles, pues
entonces compete la acción de hurto o de cosas robadas, y puede ejercitarse también la
acción exhibítoria. Claro que si hay algunos objetos en el fundo o en Ia casa de donde uno
ha sido expulsado, no hay que dudar que también compete el interdicto por tales objetoi':
D'ORS, Alvaro y otros. El Digesto de lustíniano. Versión Castellana, Editorial Aranzadi,
Madrid 1968, Tomo III, p. 399.
Iro4el Art. 887 ,2 C.C: " Las partes integrantes no pueden ser objeto de derechos singulares".
{'osol HERI§ÁNDEZ GIL, Antonio. Obras Complefas, Tomo lI: La Posesión, Op. Cit., Torno
ll, pp.214-215.
617
GuurspR GoNzer-rs BennóN
618
Er¡ctos or ra posrsróN
619
GuNrsrn Go¡¡zere s BennóN
tr056l Con excelente criterio, CASTAÑEDA, |orge Eugenio. Los Derecltos Reales, Op. Cit.,
Tomo I, p. 95, no mezcla el etbcto de ia usucapión con la existencia de la posesión: "Se
ha afirmado que 1os bienes del dominio público no pueden ser objeto de la protección
posesoria porque son imprescriptibles. Esta equivocada doctrina la contiene nuestro
cód. proc. civ. en su art.992, por el cual los interdictos no son admisibles respecto
de las cosas que no pueden ganarse por prescripción. Esta confusión proviene de la
influencia que la posesión tiene en la usucapión; pero hemos de expresar que no basta
simplemente poseer para pocier prescribir, ya que deben concurrir otros elementos.
Existen, empero, bienes de uso público, que no son susceptibles de ser poseídos por
nadie. Así, las calles, las plazas, los caminos. Un bien imprescriptible puede ser objeto
de posesión. Nada se opone a ello. (...) La imprescriptibilidad de la cosa que se posee,
no impediría que el poseedor pudiera utilizar los interdictos a fin de defender, aunque
fuere momentáneamente, su posesión1
tr057l El error se encuentra patente, también, en la Exposición de Motivos del abrogado Có-
digo de Procedimientos de 19ll¡'Teniendo ios interdictos por objeto la utilización
económica de la propiedad privada; reqpetando ellos en Ia posesión una propiedad que
comienza; y teniendo por mira ulterior dispensar al poseedor de la prueba en el;uicio
petitorio, es evidente que deben quedar fuera de su amparo todos aquellos bienes que
no se hallan en el comercio de los hombres": Cit. GUZMAN FERRER, Fernando. Có-
digo de Procedimientos Civiles, Editorial Científica, Lima, s/f, Tomo II, p. 1039.
620
,
E¡¡ctos or Le posnstót¡
1,6.1, DESPOJO
El despojo es todo acto unilateral de tercero que priva de la posesión
a quien venía ejerciéndola, sin que medie la volul'rtad o asentimiento del
poseedor afectado. significa extraer la cosa de la esfera de dominación
material de una persona, sin tradición o entrega. Puede conilevar la pér-
dida total o parcial de la posesión «, cle la coposesión. Por ello, no comete
despojo quien se niega a restituir una cosa a su anterior poseedor que Ia
había perdido involuntariamente. ¿Cuál es la razón? El anterior-p:seedcr
había extraviado la cosa, por tanto, el acto unilateral del hellador no
puede lesionar una posesión inexistente. Por otrc lado, ito es esn:ncial a
este concepto que el despojante se apodere de la cosa misma p:.r-, un fin
específico, pues es posible tomarla para tirarla despuisrrosa).
621
GuNrsrR GoNz¡,rrs BennóN
previo, quien por tal hecho, recurre a la vía de hecho para recuperar la
posesión perdida. Este caso se presenta cuando el poseedor es despojado
por un tercero (acto ilícito), y con el fin de remediar esta injusticia, el
ex - poseedor realiza un nuevo acto de despojo para rePoner las cosas
al estado primigenio. ¿Es válido este mecanismo de autotutela? En el
Derecho romano, la cuestión estaba permitida mediante la llamada
"excepción de posesión viciosa", es decir, el poseedor actual no podía
reclamar la tutela posesoria cuando él mismo había tomado la cosa por
violencia, en forma clandestina o cuando era un precario renuente a
la devolución, por lo cual podía ser impunemente despojado por obra
de quien, a su vez, había sufrido el despojo anteriortlosel. En el Derecho
moderno, sin embargo, la mayor parte de los autores entiende inviable
la antigua excepción por cuanto permitiría una expansión intolerable de
la autotutela de los derechos, con el riesgo de incrementar la violencia
y la ausencia de respeto por la ley y por los sistemas institucionalizados
de justicia. En efecto, de mantenerse la "excepción de posesión viciosa",
cualquiera podría despojar a otro alegando que la posesión de este es
"viciosa", y el lesionado en su posesión a su vez podría intentar un nue-
vo despojo, con lo cual la cadena de violencia se volvería interminable.
Por tal razón, aunque el demandante fuese un poseedor vicioso, ello no
justifica la acción arbitraria del demandado, 1'este no puede oPonerse a
Ia pretensión alegando el anterior vicio de posesión. Si la justificación de
la defensa posesoria se encuentra en la protección de Ia paz jurídica y en
la prohibición de la arbitrariedad, entonces Parece consecuencia necesaria
que la posesión, aun viciosa, goce también de Ia protección interdictallro6ol.
(<Supóngase
Irosel que A fuese poseedor de un fundo y que B le hubiese expulsado del mismo
poilu fir..r.. Más tardJB era a su vez expulsado por C. Entonces B demandaba a C
con el interdicto'unde vil Aunque B hubiera obtenido la posesión por la fuerza, no era
la suya una 'posseessio vitiosal Puesto que B no la había adquirido de C con violen-
cia": SCHULz,Fritz. Derecho Romano clásico, traducción de José Santa cruz Teijeiro,
Bosch Casa Editorial, Barcelona 1960' p. 428.
to60) D|EZ PICAZO, Luis. Fundatnentos de Derecho civil Patrimonial, op. cit., Tomo III,
p. 648.
622
Erncros op t,r posesróN
[106r] En el Derecho francés se consideraba hasta hace poco como caracteristica de las ac-
ciones posesorias modernas Ia condición de poseedor anual. El demandante debía de-
mostrar e1 carácter anual de su posesión, sumando inclusive la de sus causantes, aun
en el caso de que el demandado no justificase ninguna posesión útil anterior (lbid.,
p. 6a9). Esta figura, sin embargo, es sumamente peligrosa porque deja al poseedor
no-anual sin tutela posesoria, por lo cual puede ser despojado impunernente. En el
Derecho argentino se distingue entre la "posesión anual no-viciosa" y la "simple pose-
sión'; la primera es objeto de tutela posesoria mediante acciones con eficacia absoluta,
la segunda es objeto de defensa sumarísima mediante acciones policiales con eficacia
Iimitada al despojante y a los causahabientes de mala fe: MARIANI DE VIDAL, Mari-
na. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo l, p.235.
t1062l «También se decidió que mediaba despojo (¡ por consiguiente, delito de usurpación)
623
GuNrusx Goxzel-ss B¡nnóN
pietario y poseedor, haciéndolos aparecer corno un boleto r'ie compraventa, que utilizó
para resistir la ¿ccicin accicin de desalojo intentaci¿ l.or el 1c¡¿dc¡r. EiLr, ¡r¡¡¡- crrstir in
terversión del título'r'haberse conYertido el locatarrr¡ ten!'drrr efl ¡r¡5."¿or por abuso
de confianza': Ibid., p. 165.
lr063l
La conducta serÍa sancionable en la via ¡rg¡¿l f.ues el abuso tj,!'c(rnhanza !'s un nrr'dio
para lograr la usurpacicin. \canros io que tlicc'1a iloctrilr.r .sf!'-r"r-za'a'"Por ei con-
traripo, qué sucecie cuanclo ei autr¡r que es !il vrgilanic -r'rlue vive con su ieinrlia- r'
está en posesión del inn-ruebl.'r'luego de un tic'r;rpo por l.r conianza que tiene con el
d.ueño del terreno se queda aproxirnadarnentc di!'z años en lrosesión, r'fror este lapso
'ie tiempo y,a el vigilante no qui,:re rctir¿rrsc dc'l innruebl.'aduciend.o clue ha rc'alizaLlo
rnejoras y obviarrrente por el tiempo que viene pernranccicndo en el inmucblc'; aqr.rí
lo relevante es que la posesión del vigilante es plevia I'ta¡nbién coetánea al abuso cle
confianza que el vigilante realiza. E,s decir, cl vigilante ingresó en primer iugar por ia
confianza que tenía con el autor al bien inmueble (sic), luego se produce por parte ciel
vigilante un abuso de esa confianza lo que pernrite qr.redarse tr davia en posesión del
inmueble. Sin embargo, en este caso nos preguntamos: ¿existe delito de usurpación de
ininuebie tal como lo plantea el Código penal peruano? Entendenros que sí 1'a que en
ia mayoría de veces el abuso de conlianza por parte del autor no se frresenta al inicio de
una posei;ión que generalnente es a través de los r-ncdios licitos'¿ pacificos el ingreso a
Ia posesión de un innrueble; sino que rnás bien dcspués de un lapso de tiempo el autor
o los autores se quieran quedar -dolosamcnte- con el terreno abusando ahora si dc la
confianza previa que ha existido entre las partes, y eso es lo que castiga el Código penal
peruano": REÁTEGUI SÁNCHEZ, ]ames. "El deiito de usurpación inmobiliaria en el
Código Penal Peruanc. ,\spcctos sustantivos y proces;ales'l En Id. y ESPEIO BASUAL
DO, Carlos. El delito de usurpación inmobiliaria en el Cótligo Penal Peruano, )urista
Editores, Lima 2012, pp. 60-61.
i10611 SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele, i/ Possesso, Op. Cit., pp. 300-301.
!Íó:;l
Sin embargo, también en rl Derecl.ro Penal el requisito de "violer.rcia'se ha flexibilizado,
?ues una corrrente considera quc no es necesaria la violencia contra personas, y bas-
t¿ la violencia ejercida ccin'rra las cosas. Por ejemplo, trascribimos la presente cita, en
su integridad, a pesar de la extensión, pues resulta paradigrnático del nuevo concepto
¡:4
Eprcros D¡ rR posEsróN
If, p.626.
62s
GuNrspn GoNzeI-rs BennóN
626
Errcros »E ra posrsróN
627
GuNrurR Golz¡.rrs B¡, nnóN
I10701 El art. 601 CPC establece que una r.ez vencido el plazo de un año para instar la preten-
siór; inte«iicl¿1, el sujeto que tiene "derecho a la posesión" puede acciona¡ a través de
un proccsc t1e conocimiento. Téngase en cuenta que en este caso el actor debe contar
corr un "cle¡ccho a la ¡rosesión" (ius), y no le basta la mera posesión (factum). Exacta-
ntente 1o misnro ocurre con el proceso pler-rario, posterior a un interdicto, en donde se
rii-scute el "derecho a la posesión'l
Ir07rl Esta cuestión es bien conocida por nuestrajurisprudencia. A título referencial puede
citarse la siguiente sentencra de la Corte Suprema: "Desde el pu¡1e de tista de la prue-
ba, en el interdicto no tiene signihcación 1a prueba escrita de la posesión ni el título
posesorio, sino que se discuten únicamente la posesión fáctica y actual de1 actor y el
hecho perturbatorio o de despojo" (Casación N' 282-96).
628
a
E¡pcros ¡¡ re posgslóN
la posesión a terceros? Cuando el tercero es un heredero del despojante
o un causahabiente de mala fe, entonces ia cuestión parece inclinarse
decididamente por la procedencia del interdicto. El problema se concentra
en los causahabientes de buena fe. Por ejemplo, para los profesores espa-
ñoles MarínPérez y De Los Mozos, Ia soiución es negativa por cuanto
el tercero adquiere una nueva posesió¡ltoz'1. Igual opinión mantiene
Wolff en el Derecho alemán, en donde la posesión viciosa mantiene esa
calidad en caso de cualquier sucesor universal (aunque sea de buena fe),
y es igualmente viciosa solamente para el causahabiente singular que al
recibir la posesión conozca sus vicios. Este conocimiento efectivo del
vicio no se equipara con el desconocimiento por culpa inexcusable; ni
tarnpoco perjudica el conocimiento obtenido después de la adquisición
de la posesióntro73l.
629
GuNrHr,R GoNzarEs Bexnóx
a todos, incluso los causahabientes, salvo proceso plenario que diga otra
cosa. Por posesión tiene una natural fiierza expansiva en
lo demás, la
cuanto se identifica con la realidad misma de las cosas.
B. PROCEDIMIENTO
lro77l Esel caso del Derecho italiano: "El juicio se desarrolla en realidad en dos sucesivas fa-
ses de las cuales la primera termina justamente con la orden de reintegración. Se trata
de una fase de urgencia, de competencia en todo caso dei pretor, el cual debe constatar
sobre todo el acóntecido despojo asumiendo noticias incluso informalmente, y de-
biendo ser notorio el hecho. En segundo lugar, sobre el plano jurídico, el pretor debe
valorar exclusivamente si existe un fumus boni iuris del recurrente, esto es por decir la
no-manifiesta improcedencia de la pretensión desde el punto de vista de la legitima-
ción (...) Emitido la providencia de urgencia que, como tal, es provisoria y meramente
cautelar, se inicia la segunda fase del juicio, aquella de mérito que desarrolla sobre todo
el juez competente pór cuantía (que puede ser el mismo Pretor, Pero_puedetambién
sei el Tribunal) que termina con una sentencia definitiva que valora la procedencia
de la pretensi¿n á la luz de las normas de derecho y puede, eventualmente,rechazar
la deÁanda incluso si la reintegración hubiese sido ordenada provisionalmente por el
pretor: es claro que una cosa es valo¡ar el fumus boni iuris, y otra cosa es juzgar en vía
áefrnitiva en base a una completa instrucción sobre los hechos": GAZZONI, Frances-
co. Manuale di D¡ritto Privato, Op. Cit.' pp.219-220.
630
Eppcros op re posrsró¡l
l'0781 HER¡{ANDEZ GlL, Antonio. Obras Complefas, Tomo Il: La posesión, Op. Cit., Tomo
II, p. 629.
tro7el El art. 599,2 CC establece que los interdictos son procedentes para tutelar la posesión
de servidumbres, cuando estas sean apa¡entes.
t'0801 SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele.
I/iPo55¿rro, Op. Cit., p. 370.
631
GuurHpn Goxzeles Bennóu
632
Erpcros oe ra pospsróN
634
Ep¡cros or L¿. posEslóN
la figura del art. 605 CPC, pues toda cautelar es, por naturaleza, provisional y variable;
es decir, en este caso el despojado no solo puede apelar de la providencia, sino, además,
solicitar en cualquier momento un re-examen de la situación.
Gururrt¡x Gouz¡.r,E,s Be¡rnóN
636
Eppcros or te posssróN
G. PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA
rl087r Cit. SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., pp. 201-203. Sin
embargo, estos autores italianos no se muestran plenamente de acuerdo con la doctri-
na citada en el texto principal.
tr088l RAMÍRIZCRUZ,Eugenio Maria. Tratado de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo 1,p.768.
tro8el Se entiende por prescripción, "el modo de extinción de las pretensiones por la falta
de
637
GuNrnrn GoNzerr,s BennóN
ejercicio de su titular, unida a la falta de reconocimiento por parte del sujeto pasivo en
el tiempo fijado por la ley": CAÑIZARES LASO, Ana. La caducidad de los derechos y
acciones, Editorial Civitas, Madrid 2001, p. 25.
{r0eol Para D|EZ PICAZO, Luis, Fundatnentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo
III, p. 651, esta hipótesis debe encuadrarse en la caducidad, por cuanto esta figura cua-
dra mejor con el interés público subyacente en la posesión como situación jurídico-real.
638
Eppcros o¡ re posrstóN
lroeri El "acto material" alude a un hecho concreto de la realidad. No alude a los derechos
subjetivos, a ios negocios jurídicos, ni a las abstracciones de cualquier índoie.
. ---.
t'0e21 SACCO, Rodolfo y CATERINA,
Raffaele. Il possesso, pp.286-287.
GuNrHrR GoNzeLss BennóN
640
t--
Eprcros or re posrsló¡.1
Por otro lado, así como no hay despojo cuando existe una voluntad
conforme del poseedor, tampoco existe molestia o perturbación cuando
el poseedor ha prestado su asentimiento expreso o mediante actos con-
cluyentes. Esta proposición no se basa en una específica disposición de
la ley; sin embargo, por virtud de los principios generales, la calificación
de un hecho como lesivo viene regularmente excluida si el hecho es vo-
luntariamente permitido por el pretendido afectado. En consecuencia, la
perturbación posesoria solo se produce contra la voluntad del poseedor, lo
que sirve para recordarnos la eficacia eximente del consenso con respecto
de la lesión. Por otro lado, esta reiterada exigencia de "contrariedad a la
voluntad del poseedor" viene mencionad a para recordar de algún modo
la supresión del requisito de la violencia en el acto de lesiónttoesl.
641
GuNrr¡rn GoNzerns BennóN
realizado una instalación en finca ajena), surge sin más la pretensión por
perturbacióni10e6l. En tal sentido, no se acuerda la acción interdictal si no
existe la probabilidad de que la injerencia se reitere. Por ejemplo: quien
incrusta su automóvil en una vitrina ajena producto de un accidente, no
podrá ser demandado a fin de no perturbar en lo sucesivo al poseedor del
negocio en donde se hallaba la vitrinattoeTl. Aquí, el suceso es claramente
eventual, y no reiterativo, de acuerdo con los cánones sociales.
lroeel La exposición de motivos del viejo Código decía 1o siguiente: "El hecho de la posesión
no desaparece ni modifica por palabras, sino por vías de hecho. Prácticamente no tie-
ne, pues, cabida la perturbación presunta, como no la tiene tampoco el temor fundado
de ser despojado. Si ese temor proviene de actos efectivos de perturbación, la citada
frase resulta inútil, y si no son de esa naturaleza los actos que engendran el temor, la
acción judicial no está justificada, y además sería peligrosísima. El proyecto supone,
pues, la perturbación por actos m¿teriales y exije la indicación clara y precisa de ellos
en la demanda": Cit. GUZMÁN FERRER, Fernando. Código de Procedimientos Civiles,
Op. Cit., Tomo II, p.1057.
642
Erucros »r te pospsróu
l¡r0ol La exposición de motivos del a¡t. 1018 del derogado Código de Procedimientos de 1911
decía: "Se comprende, desde luego, que la facultad del demandante no se extiende a exi-
gir la paralización absoluta, ni la demolición total de la obra comenzada o terminada.
Si su interés es precaverse del daño, su derecho no va sino hasta donde es necesario e
inevitable, respetando en lo demás la libertad y el derecho ajenos": Ibid., p. 1093.
lrr0rl La exposición de motivos del art. 1027 del derogado Código de Procedimientos de
1911 decía: "Tiene este interdicto el doble objeto de precaverse del daño que puede
sufrir uno en su persona o en sus bienes raíces; y de ahí que, si en el segundo caso
se requiere para promoverlo Ia calidad de propietario, como en el inte¡dicto de obra
nueva, en el primero no se exige esa calidad, bastando invocar la necesidad del tránsito
por las cercanías de la obra ruinosa. El interdicto, si es procedente, se resuelve o en la
demolición total o parcial de la obra, o en la adopción de medidas de seguridad, si
éstas se juzgan suficientes": Ibíd., p. 1 101.
trr02l Sobre el particular, es bueno tener presente que Ia normativa procesal se ha limitado
a regular el cauce ante la justicia de ias perturbaciones posesorias, siendo el contenido
concreto de estas definido por el ordenamiento sustantivo. El art. 956 CC establece la
posibilidad de pedir la reparación, demolición o la adopción de medidas preventivas
en el caso de obras ruinosas. Por su parte, el art. 96 I CC establece la restricción para no
perjudicar la seguridad, el sosiego y Ia salud de los habitantes de las fincas contiguas,
lo cual inciuye el caso de las obras nuevas. Por lo tanto, estas dos normas ('tláusulas
generales") constituyen el 'tentro del sistemi' que deberá tener en cuenta el juez para
valorar la conducta del demandado, y de esa manera considerar el acto como "pertur-
bación" o no.
643
GuNrn¡n Goxz¡.r-¡s BennóN
644
ErEcros pp re posssróN
irrftlEl art. 601 CPC establece que prescrito el plazo de un año para instar la pretensión
interdictal, el que tiene'derecho a la posesión" puede accionar a través de un proce-
so de conocimiento. Téngase en cuenta que en este caso el actor debe contar con un
'derecho a la posesión' (ius), y no le basta la mera posesión (factum). Exactamente io
mismo ocurre con el proceso plenario, posterior a un interdicto, en donde se discute el
'derecho a la posesión'l
t1'071 WOLFF Martin. "Derecho de Cosas'l En ENNECCERUS, Ludwig, KIPR Theodor y
645
GuNrur« CoNz¿l¿s BennóN
B. PROCEDIMIENTO
El art. 606 CPC señala que una vez admitida la demanda, el juez or-
denará, en decisión inimpugnable, que se practique una inspección judicial.
La jurisprudencia ha señalado que Ia omisión de esta diligencia conlleva la
nulidad de la sentencia, según la Casación N" 3891-2010-Lambaveque, de 06
de septiembre de 2011tttoe], sin embargo, ello olvida que la ausencia de un
trámite no conlleva necesariamente la invalidez del proceso, pues primero
habría que justificar la afectación al debido proceso. Por ejemplo, supongamos
que la contestación de ia demanda exprese una aceptación de los hechos, en
tal caso, otra prueba, incluyendo la inspección, ya no es relevante.
trr08l ('Sexto.-
Que, estando a lo expuesto en las consideraciones ya anotadas, se puede co-
legir, que se ha configurado Ia aducida infracción de la norma procesal contenida en
el artÍculo 606 del Código Procesal Civil, pues del examen de los actuados, se advierte
que no se ha llevado a cabo la inspección judicial ordenada en el auto admisorio de
la demanda, a fin que el juez de primera instancia aprecie personalmente los hechos
relacionados con los puntos que son materia de controversia en el presente proceso'l
646
Eppcros or re pospsróN
E. PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA
647
GuNrurR GoNzeLrs BnnnóN
648
a
Eprcros o¡ te posrslóN
lrrrTl En otros sentidos se habla de la posesión como "contenido de ciertos derechos" o como
"requisito para Ia adquisición de derechos reales'l En el primero, la posesión es el con-
tenido jurídico y económico de un derecho. Por ejemplo: La propiedad es el poder de
usar, disfrutar y disponer un bien.(art. 923), mientras el usufructo es el poder de usar
y disfrutar en bien ajeno (art. 999 CC); en ambos casos e1 titular -ya sea propietario o
usufructuario- tiene el "derecho a poseer" con el fin de usar y disfrutar. Justamente, lo
que el derecho subjetivo garantrza y tutela es el goce del bien, es decir, Ia posesión del
mismo. En el segundo, la posesión se utiliza como supuesto de hecho determinante
para lograr la adquisición de los derechos reales. Por ejemplo: La transferencia de la
propiedad de bienes muebles opera en el momento de Ia tradición, esto es, con el tras-
' paso posesorio (art. 947); además, la posesión continua por un determinado número
' de años conlleva la consumación de la usucapión, uno de los modos adquisitivos de la
propiedad (art. 950,951 CC).
lrlrsl Si Ia llamada "acción posesoria ordinaria" protege el ius possidendi, entonces la rei-
vindicatoria pertenece también a esta categoría. No debemos olvidar que ia acción
reivindicatoria busca, además, investir de la posesión al propietario.
trtlel Art. 585 CPC: "La restitución de un predio se tramita con arreglo a lo dispuesto para el
proceso sumarísimo y las precisiones indicadas en este sub-capítulo".
Artículo 586 C.P.C.: "Pueden demandar: el propietario, el arrendador, el administrador
y todo aquel que, salvo lo dispuesto por el artículo 598, considere tener derecho a la res-
titución de un predio. Pueden ser demandados: el arrendatario, el sub-arrendatario, el
precario o cualquier otra persona a quien le es exigible la restitución".
650
Er¡cros or te posssróN
65r
GuNrHrR GoNzelps BennóN
652
Eprcros op re pospsróN
t'124r MORFNO MOCHOLÍ, Miguel. El Precario,Bosch Casa Editorial, Barcelona 1951, pp.
4t3-4t4.
fttzs) D|EZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo IV, p. 290.
GuNruEn GoNzer-Es BennóN
ttr26l No es argumento para rebatir nuestra posición, la circunstancia de que el art. 586 CPC
señale que tienen derecho. a exigir la restitución, entre otros, 'tl propietario'; pues si ei
desalojo no es acción plenaria, sino posesoria, entonces la referencia debe entenderse
al poseedor que invoca la calidad de propietario. Sin dudas, es una mención anti-
técnica, pero con esta sencilla interpretación se salva la coherencia de 1a norma.
«El
trr27l titular de un derecho puede actuar como tal propietario valiéndose de la acción
reivindicatoria con la ventaja de la amplitud sin límites en la defensa, y posibilidad de
contradecir en los mismos términos el derecho o fundamento que alegare el deman-
dado, sin otro inconveniente que la complicación del trámite que el juicio ordinario
lleva consigo por.imperativo de la plenitud de garantías de que está adornado; más, al
propio tiempo, le es dable utilizar la delensa de su derecho a_poseer, por los trámites
ibréri.dor del desahucio, presentándose, no como titular del derecho mismo, sino a
base del fundamento que superfrcialmente justifica, de su facultad posesoria': MORE-
NO MOCHOLÍ, Miguel. El Precario, Op. Cit., p. 418.
654
Er¡cros or re pospslóN
655
GuNrnsn GoNzarEs BenpóN
656
Erpcros pp le pospsróN
Itr]01 En el Derecho romano existían muchas reglas jurisprudenciales para determinar quién
tenía una causa superior de posesión frente a otro. Así pues, el demandado no pérdía
el proceso en todos los casos en que el demandante hubiese acreditado su pretensión
(el desposesído que antes de perder la posesión hubiese estado en vías de usucapir),
pues podía ocurrir que el demandado tuviese un título superior, o fuese propietario, o
el actor tuviese mala fe, o el demandado hubiese recibido la cosa en primir lugar si los
dos litigantes eran adquirentes, etc.: PETIT, Eugene. Tratado Elemeital de Deiecho Ro-
mano,tradttcciórt de José Ferrandez GonzáIez, Editorial Albatros, Buenos Aires 1961,
pp. 890-893.
tr'r'l RAMÍRFZ CRUZ, Eugenio Maria. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo
I,
p.801.
r"3'z1 VÁSQUEZ RÍOS, Alberto. Los Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p.234.
657
GuNrsrn GoNzeL¡s BennóN
Irr3rl Invoca este artículo en favor de su tesis: MMÍRIZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de
Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 801 .
trr31l PUIG BRUTAU, José. Fundame ntos de derecho civil, Editoriai Bosch, Barcelona 1994,
Tomo III-1', p. 239.
658
I
Erpcros op ra posrsróN
lrrrsl Art. 598.- "Legitimación activa.- Todo aquel que se considere perturbado o despojado de
su posesión puede utilizar los interdictos, incluso contra quienes ostenten otros derechos
reales de distinta naturaleza sobre el bien objeto de la perturbación".
Ir'361 sACCo, Rodolfo y GATERINA, Raffaele. Il possessi, op. cit., p.267.Losautores ita-
lianos citan otros remedios posesorios, difícilmente encuadrablés en tal categoría den-
tro de nuestro ordenamiento. Tal es el caso de la petición de herencia y la pretensión
de restitución de la cosa perdida
GuNlHsn GoNz¡l-Es B¡,nnóN
[rr37i Un fragmento de ULPIANO contenido en D.43.16.1.31 dice: 'El que ha sido expul-
sado por Ia violencia debe reatperar todo el daño que hubiera sufrido por Ia expulsión,
pues debe ser restituido en la condición en que se lnllaría si no hubiese sido expulsado":
D'ORS, Álvaro y oftos. El Digesto de lustiniano. Versión Castellana,Editorial Aranzadi,
Pamplona 1968, Tomo III, p.401.
{rr38r SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. 1l Possesso, Op. Cit, p.377.
lrr3el Ibid., p. 389.
Itt{l Ibídem.
660
t-
Er¡cros pE re posesróN
661
GuNrn¡n GoNzeLrs BennóN
662
Erpcros oe ra posrsrót'l
663
GuNrrHrn GoNz¡.I-E s B¡.nnóN
ttr4r1 SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., pp. 382-383.
l"a2l Ibíd., p. 387.
664
Er¡ctos ou re pospsróN
lrr43l Por el contrario, la distinción es clara entre el "resarcimiento por daño extracontrac-
tual" y el "reembolso de frutos'l La responsabilidad del poseedor de mala fe con res-
pecto a los frutos no sigue los criterios de la responsabilidad civil extracontractual
(arts. 1969-1970 CC). El poseedor responde de los frutos (incluso civiles) indepen-
dientemente de los daños producidos al propietario. Por ejemplo, A cierra el inmue-
ble del que es propietario y se va al extranjero con la decisión de no darlo en goce a
terceros; ante ello, B se posesiona del inmueble y lo da en arrendamiento a terceros;
es más, poco antes del regreso del propietario, B arregla y pinta el inmueble; en ese
caso, los daños sufridos por A serían nulos o muy limitados (desde la perspectiva de
la responsabilidad extracontractual); empero, siempre el poseedor quedirá óbligado a
reembolsar los frutos. Tenemos aquí un ejemplo de acto ilicito que genera una conse-
cuencia diversa de la responsabilidad aquiliana: Ibíd., p. 459.
I"441 ALpA, Guido. Resporsabilidad civil y daño. Lineamientos y
cuestiones, traducción a
cargo de |uan Espinoza, Gaceta Jurídica, Lir¡a 2001, pp.227-228.
GuNrusp GoxzeLrs Bennón
666
Er¡cros os re pospslór.J
667
GuNrurR GoNzel¡s Bannóu
tr'sol HERNÁNDEZGIL, Antonio. Obras CotnpleÍ¿¡.s, Vol. lI: La Posesión, Op. Cit., pág.281.
668
E¡Ecros or ra posE,sróN
lrrsrl <<el
acuerdo de transferencia de la nuda posesión no estaría excluido como sustento
para que el nuevo poseedor pueda vaierse de la suma de plazos posesorios": PASCO
ARAUCO, Op. Cit., p. 64; luego se agrega: "el negocio traslativo de1 que habla el artícu-
lo 898 del CC deberá ser un acuerdo de transferencia de nuda posesión' (Ibíd., p. 65).
En primer luga¡ la inexistente transferencia de "nuda posesión'] ¿constituye transmi-
sión válida del bien, si justamente 1as partes excluyen causalmente el efecto que Ia ley
impone como requisito esencial, es decir, la intención de transmitir? La respuesta ob-
viamente es negativa. En segundo lugar, no existe el concepto de "nuda posesión I pues
la posesión es hecho, que existe o no, pero los hechos jamás existen en forma "nudal
pues son realidades materiales, existentes y comprobables; en cambio, los derechos sin
efectividad posesoria, sin materialidad, sin hecho, sí pueden calificar como tales; así, el
caso de la nuda propiedad. En buena cuenta, los derechos nudos son los que no tienen
posesión, pues la han desgajado de su contenido natural; por tanto, la "nuda posesión'
sería una posesión sin posesión, lo que significauna contradictio in terminis.
rts'z) CAPOZZI, Guido. Dei singoli contratti, Giuffré Editore, Milán 1988, Volumen I,
pp.41-42.
GuNrr¡sn GoNzerps BennóN
conclusión a 1a que llega PASCO ARAUCO, Op. Cit., p. 66' 1o que da iugar
trrsrl Esta es la
a una incoherencia que él no advierte. En efecto, sostiene que la venta de bien ajeno
no puede dar lugar a Ia suma de piazos posesorios, a pesar de la intención de venta,
puei sobredimensiona el art. 1537 CC; sin embargo, "acuerdo de transferencia de nuda
posesión' sí permite la adición de plazos (lbÍdem). Es decir, la venta de lo ajeno no es
negocio de transmisión; pero sí lo es la transferencia de la posesión; en resumen, lo
más es menos; y lo menos es más.
670
Erpcros »E le posr,sró¡¡
ley no puede interpretarse de tal forma que lleve al sin sentido, por tanto,
un contratante que se obliga a transferir la propiedad y entregar la cosa, es
un vcndedor, y no puede desnaturalizarse arbitrariamente el efecto querido
por los particulares en la celebración de su negocio, pues ello implicaiía una
inaceptable intromisión estatal en el fin del contrato. En buena cuenta, la
venta de bien ajeno, aun cuando ambas partes conozcan esta circunstancia,
es igualmente venta, lo que de modo uniforme se reconoce desde el Derecho
romano, y no cabe transformar y desnaturalizar la causa, convirtiéndolo
en otro negocio. El que vende es vendedor, aunque sea de bien ajeno; y
no se le puede transformar en promitente de hecho ajeno, salvo que ello
se deduzca de la común intención de las partes (art. 1362 cc). Exilusiva-
mente en este caso tendría aplicación el incomprensible art. 1537 cc. Es
preferible una interpretación reductora de un precepto equivocado, con lo
cual se restringe el ámbito de lo absurdo; antes que convivir en forma na-
tural con el absurdo. Por tanto, en nuestra opinión, la venta de bien ajeno
es venta, por lo que constituye el negocio de transmisión del art. B9B cc.
lt"'l 'Entonces,Ia conclusión es que en todos aquellos casos en que la suma de plazos po-
sesorios sea invocada para llegar a una finalidad distinta de la prescripción adquisiiiva
del dominio, queda plenamente descartada la exigencia de que el negocio trislativo
deba tener como finalidad la transferencia de la propiedad": Ibíd., p. 61.
671
GuNru¡n GoNzeres BennóN
672
Errcros »p t¿. pos¡sIóN
trrssl «Que, todos los requisitos señalados en los considerandos precedentes deben concu-
rrir copulativamente en el lapso de diez años para que se pretenda adquirir la propie-
dad a través de la usucapión, debiendo señalarse que como en Ia prescripción larga no
se requiere Ia existencia de justo título, no es posible la suma de plazos posesorios, ya
que esta adición solamente es posible cuando exista una transmisión válida del bien'l
I'1561 PASCO ARAUCO, Op. Cit., p.69.
673
GuNrusR GoNzar-Es B¡,nnóN
IrtsTl Aquí vale citar las hipótesis y soluciones de 1a doctrina francesa (JOSSERAND, Louis.
Derecho Civil, traducción de Santiago Cunchillos y Manterola, E)EA-Bosch y Cía.
Editor, Buenos Aires 1950, Tomo I, Volumen III, pp. 320-321):
"a) Un individuo comienza una prescripción sin justo título o sin buena fe, por con-
siguiente, una prescripción de treinta años; después de ocho años, vende el inmueble
y el adquirente tiene justo titulo y buena fe; este último no podrá tener la pretensión
de haber prescrito después de dos años de posesión; deberá poseer personalmente
durante diez años; b) Si se modifica la hipótesis precedente y se supone que el primer
poseedor tenía veinticinco años de posesión, el comprador podrá, después de cinco
años de posesión personal, alegar, no la usucapión abreviada, sino Ia prescripción de
treinta años; c) Si se invierte la hipótesis, si es el primer poseedor quien tenía justo tí-
tulo y buena fe y si su causahabiente no reúne estas condiciones, este último no puede
absolutamente usucapir por diez a veinte años; su único recurso será la usucapión de
treinta años, pero, para realizarla, podrá hacer estado de la posesión de su predecesor;
d) En fin, si ambas posesiones son de la misma calidad, toda dificultad desaparece; y
esto es lo que se produce cuando el nuevo poseedor es un sucesor a título universal del
primero; hay entonces sucessio in possessionem; hay una sola posesión caracterizada
de una vez para siempre por sus orígenes".
674
t-
Erpcros or re posEsIóN
675
GuNrHrR GoNz¿,t-ss BennóN
5. PRESUNCIONESPOSESORIAS
5,1 INTRODUCCIÓN
Según COViELLO, puede definirse como presunción toda inducción
obtenida a partir de un hecho concido, y por medio del cual se reputa
como existente un hecho desconocido. Esta operación inductiva se basa
en una máxima de la experiencia fundada en el cálculo probabilístico de
que un hecho conocido suele ir acompañado por la existencia de un hecho
desconocido. En tal sentido, y siguiendo el curso ordinario de las cosas,
de tenerse por cierto el primer hecho (en doctrir-ra se le llama "afirmación-
base" o hecho conocido) normalmente también es cierto el segundo hecho
(en doctrina se Ie llama "afirmación-resultado", o hecllo desconocido)ttteol.
rttñ) ZAYALA TOYA, Salvador. "l.as presunciones en el derecho civil'l En Derecho. Revista
de Ia Facultad de Derecho de la PontiJicia Universidad Católica del Perú, N" 48, Lima
1994, pp.96-97 .
l"6tl Ibíd., p. 113.
676
Erpcros oE Ln posssróN
rtt62tDÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derccho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
pp.615-616.
{r16rlSe trata de una auténtica "presunción legal'l esto es, una consecuencia jurídica que
cabe dentro de 1o normal, según las máximas de la experiencia que están subsumidas
en la norma concreta. La presunción opera a través de una relación que enlaza un
hecho conocido y cierto, con un hecho desconocido e incierto (una afirmación-base
se enlaza con una afirmación-resultado, que es el objeto de la presunción): ZAYALA
TOYA, Salvador. "Las presunciones en el derecho civil'l En Derecho. Revista de la Fa-
cultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Op. Cit., p. 98.
I'rel Ibíd., p. 113.
GuNrHrn Gouznres Bennóu
lr165l En efecto, la doctrina se muestra conforme en considerar que esta presunción se aplica
principalmente en la usucapión extraordinaria (o larga), béneficiando al poseedoi que
solamente deberá probar el hecho de la posesión actual y el acto genétiio originaáor
de la posesión. Con la prueba sobre esos dos extremos, se presumiiá la continuidad en
la posesión (art. 915 CC).
1'661 <(siendo
f
la posesión la inmediatividad misma del derecho como apariencia, es evidente
que se puede cambiar el modo_de ejercicio y extensión del derecho, pero ello requerirá
siempre un acto exPreso socialmente significativo. En la medida e¡aque no exista este
acto expreso o no sea socialmente significativo, se estima inalterado eLtítulo posesorio.
Esta presunción es inseparable de la establecida en el artículo 469 (del C.C. Español,
similar a nuestro art. 915 C.C.) (...); se trata no sólo de una presunción de continuidad
en la posesión, sino también de una presunción de continuldad en su forma de ejerci-
c.io. Basta la prueba de.la posesión en cualquier momento anterior para que existien-
do una posesión actual se presuma la continuidad también .n ru ,nodo de ejercicid':
ALVAREZ CAPEROCHIPI, fosé Antonio. Curso de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo
678
a
En¡cros or le poseslóN
sobre el tema: "la posesión de los itutrucltles dcltera probarse por hechos positivos cott;o
son el cortes de maderas, la cottstntcciótr tle ediJ'tcios, el arnojonamiento, las plantaciones,
la crianza de ganado y otros de igual sigrtificación, ejectttados por el mistno poseedor o
por orden o encargo suyo".La exposición de motivos de este Código señalaba sobre el
particular: "La determinación de los actos positivos por parte del poseedor que exterio-
ricen su posesión es de la más alta importancia (art. 991). La posesión, jurídicamente
considerada, no es un simple poder de hecho; es la relación de hecho entre la persona y
la cosa, tal como ella se utiliza bajo el aspecto económico. Este elemento económico es
el objeto práctico de la protección a la posesión, e inquirir los actos que 1o significan, es
la función primera del juez en ias controversias posesorias": Cit. GUZMÁN FERRER,
Fernando. Código de Procedimientos Civiles, Op. Cit., Tomo II, pág. 1038. Nótese que la
norma y los motivos se encuentran inspirados en la doctrina de IHERING, cuya obra
ya habÍa sido t¡aducida al idioma castellano desde ñnes del siglo XIX. Nuestros auto-
res, incluso los recientes, siguen operando bajo estos mismos términos. Por ejemplo,
CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 293,
dice que la prueba de la posesión "es una prueba de hechos, objetiva, que consiste en
la demostración de ios actos de utilización económica del bienl Sin embargo, en la ac-
tualidad debe entenderse que la concepción de la posesión como reflejo económico de
la propiedad no es correcta, por lo que las pruebas de la posesión no pueden limitarse
a los actos de significación económica respecto del disfrute o explotación del bien. La
posesión es más amplia, es un control independiente sobre el bien, con exclusión de
los terceros. En tal sentido, un poseedor que cerca un lote de terreno o cierra su local
comercial a la espera de mejores tiempos seguirá siendo poseedor aunque no realice ni
ejecute actos concretos de explotación económica. Sostener lo contrario -al estilo de
IHERING- significaría que en 1os casos citados el bien carece de poseedor ¡ por ende,
puede ser objeto impune de ocupación unilateral. No parece admisible una concep-
679
GuNrnpn GoNzerrs BennóN
En todo caso, sobre este punto, Podemos hacer una remisión a otra
obra nuestratrt6el.
ción posesoria que incentÍva -o, Por Io menos, pern-rita- la violencia sin sanción. En
realidad, para entender adquirida la posesión basta tener el corpus y la "r'oluntad" de
controlar el bien en forma independiente 1'con exclusión de los demás. No es necesario
pruebas "tasadas" de la posesión, y menos reducir esta a hechos de contenido económi-
io de disfrute. No obstante, debe recordarse que la posesión admite un control de "baja
intensidad" y otro de "alta intensidad'l La baja intensidad, de mantenerse, puede llevar
a |a desvinculación sujeto-objeto, con 1a consiguiente pérdida de la posesión. La alta
intensidad puede ser un requerimiento en ciertos bienes productivos, especialmente
importantes para la economía, como los predios rurales.
trrrel 5ot.. la prueba de la usucapión, en específrco, con desarrollo sobre 1a prueba-de la
posesión, en general, puede verse: GONZALES BARRON, Gunther. "La prueba de
ia prescripción adquisitiva'l En vv.AA. La prueba en el proceso civil, Gaceta Jurídica,
Lima 2010, pp.ll-57.
trr70l Por ejemplo: si se hipoteca una explotación industrial, también sirven para su finali-
dad las máquinas y utensilios destinados a dicha explotación, ias cuales pasan a tener
la condición de "accesorios". Por tanto,la ejecución judicial de la hipoteca comprende-
rá el bien principal (inmueble) y los accesorios (máquinas y utensilios). Si bien el art.
1101 CC séñulu qu. la hipoteca se extiende a los accesorios, no precosa cuáles son, por
1o que debe recurrirse a la voluntad de las partes y los usos del tráfico'
En iambio, las materias primas no son accesorios de la explotación industrial, son bie-
nes independientes de la fábrica y de igual condición de esta. En consecuencia, el aco-
pio de maderas no es accesorio de la fábrica de muebles. Esta es la posición dominante
en Alemania con.respecto a las materias primas. Distinto es el caso de la provisión de
piezas de repuesto de 1a fábrica y reservas de material en un edificio en construcción,
ias cuales sise consideran accesorios: ENNECCERUS, Ludwig y NIPPERDEY, Hans
Carl. "Parte Generaf i En ENNECCERUS, Ludwig, KIPR Theodor y WOLFF, Martin.
Tratado de derecho civil, Op. Cit., Tomo l-l', p. 567 .
680
a
Irr711 Ibídem.
tt'7'l MIQUEL GONZALEZ, José María. "Derechos Reales: comentarios a las propuestas de
enmienda'l En W.AA. Código Civil Peruano - Diez Años. Balances y Perspectivas, Op.
Cit., Tomo l, pp. a22-423.
Ittz:l ttO*OA, Francesco. Teoría jurídica de la hacienda mercantil, traducción de
José
María Navas, EDERSA, Madrid 1950, p. 41. El maestro italiano agrega que la "relación
de servicio" no produce efectos actuales o inmediatos, sino que únicamente constituye
la premisa o ia base de efectos futuros, en cuanto expone al accesorio a estar vinculado
a todas las relaciones que tengan por objeto el bien principal (Ibíd., p. a4).
681
GuNrnrn GoNzer-ss B¡n¡.óN
5.4,7 FUNDAMENTO
La presunción de buena fe se fundamenta en Ia "prerrogativa de
probidad" que rige las relaciones jurídicas (argumento teórico), y también
en la evidencia resultante que la prueba de la mala fe es más sencilla que
la prueba de la buena fe (argumento práctico)tttznl.
Nuestra doctrina justifica los alcances de esta presunción señalando que esta es una
'derivación o consecuencia lógica del principio de accesoriedad": RAMÍREZ CRUZ,
Eugenio Maria. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo 1,p.578. El mismo funda-
mento se halla en CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit.,
Tomo I, pp.331-332 y VÁSQUEZ RÍOS, Alberto. Los Derechos Reales, Op. Cit., Tomo
I, p.2r3.
Itt?4) D|EZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
pp.586-587.
Esta es la misma opinión de los anteproyectos legislativos: "el artículo 22 del antepro-
yecto es una innovación importante, consagra la presunción de buena fe dei poseedor,
Ia cual no está consignada en e1 Código de 1936. La presunción de buena fe del posee-
dor se justifrca por razones teóricas y prácticas. Las primeras aluden a la conveniencia
de que en esta materia, al igual que en todos los territorios del derecho, la buena fe sea
Ia regla y la mala fe la excepción . La razón práctica fundamental es que, en Ia realidad
procesal, los jueces se ven forzados a aplicar la presunción de buena fe del poseedo¡
aun cuando el Código no Ia consigne. Así, en juicios de declaración de prescripción
adquisitiva o de pago de frutos, el poseedor es reputado de buena fe sin necesidad
de probar esta úllima. Y es que, prácticamente también, la prueba de la buena fe re-
sulta mucho más difícil que la prueba de la mala fe": AVENDAÑO VefOÉ2, Jorge.
'Anteproyecto del Libro de Derechos Reales'l En COMISIÓN REFORMADORA DEL
CÓDIGO CIVIL DE 1936. Proyectos y Anteproyectos de la Reforma del Código Civil,
PUCB Lima 1980, Tomo 1,p.794.
682
t.-
Erpcros os te posssróN
rttTst DÍEZ PlcAZo, L,¡is. Fundamentos de Derecho civil patrimoniat, op. cit., Tomo III,
p. 585.
I'1761 Ibíd., pp. 585-586.
Itt77l LACRUZ BERDEJO, /osé y otros. Elementos de Derecho civil,Tomo l1-Lo: posesión y
Propiedad, Op. Cit., p. 107.
rtt78) D|EZ PICAzo, L,tis. Fundamentos de Derecho civil patrimonial, op. Cit., Tomo III,
p. 586.
IrtTel En la doctrina se ha discutido mucho la distinción entre "buena fe objetiva" y "buena
GUNrH¡R GoNzer-ss BennóN
684
Er¡cros o¡ Le posrstóN
cosas: posesión y título. Por tanto, no basta la sola posesión, por lo que
la falta de título hará que el poseedor sea reputado de mala fe.
Irr82l La doctrina más atenta ha advertido que esta norma no contiene una presunción, sino
una irrversión de la carga probatoria ("verdad interina"). SERRA DOMÍNGUEZ explica
que vía la presunción el juzgador ext¡ae de la afrrmación declarada que ha sido probada
otra afirmación dilerente, en mérito a un cierto enlace e¡rtre las dos. Es condición im-
prescindible la exlstencia, como mínimo, de dos afirmaciones. En los casgs como el art.
914 CC, no hay afirmación-base de la cual se induzca la afirmación-resultado. El error
se encontraría en identificar la factibilidad de la prueba en contrario con la existencia
de una presunción. Pero la "prueba en contrario" es solo uno de los efectos naturaies
de la presunción, pero no es el único ni el más importante. Para poner en evidencia el
error del legislador, es suficiente retirar de la norma la palabra "presunción'yvariar
el contexto literal de la misma. Se observa que pese a ello, el precepto legai continúa
teniendo sentido, y el artículo así obtenido no puede confundirse con una presunción:
ZAVALA TOYA, Salvador. "Las presunciones en el derecho civil'l En Derecho. Revista
de la Facultad de Derecho de la Pontifcia Universidad Católica del Perú, N'48, Lima
1994,pp. I l0-1 12. A pesar de la solidez dogmática de la tesis expuesta, la cuestión teé-
rica no es especialmente relevante en este caso, y para efectos didácticos continuaremos
denominando a la figura contenida en el art. 914 CC como una "presunción'i
trrsrl Se dice que esta excepción constituye "una consecuencia natural del principio de pu-
blicidad que rige la institución registral (art. 2012). Nadie puede alegar ignorancia de
aquellos derechos que están inscritos, registrados. Quiere decir que aquel que posee un
bien registrado a nombre de otra persona, no puede alegar buena fe, necesariamente
es poseedor de mala fe, puesto que su título es ilegitimo": RAMÍRIZ CRUZ, Eugenio
Maria. Tratado de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I, pp. 581-582. De similar opinión
es CUADROS VILLENA, Carlos Ferdin and. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, p. 335:
"En el análisis de las normas de] artículo 914 in fine y del articulo 2012 del código, se
enfrentan una presunción juris tantum y una presunción juris et de jure. No se trata de
que una presunción.se apoye en otra, sino de que la presunción que admite prueba en
contrario, queda desvirtuada de puro derecho por la inscripción en el Registro que se
supone, sin prueba en contra, conocida por todos'l
Más recientemente se mantiene la misma opinión: "tratándose de un terreno debida-
mente inscrito en los registros públicos a nombre de persona distinta del constructor,
686
Er¡cros or re pospsróN
El art. 2012 CC, por virtud del cual se presume que conocen las
inscripciones registrales, no puede imputar mala fe de forma absoluta,
pues ello contraviene las garantías procesales establecidas por la consti-
tución.En efecto,la buena o maia fe es un hecho que se encuentra sujeto
a prueba (art. 896, 906 CC), y nunca un estado fáctico puede saldarse con
el fácil argumento que existe una presunción que lo da por comprobado o
rechazado. En tal caso, la presunción de buena fe dejaría de ser un hecho,
sujeto al régimen de libre valoración de la prueba, y se convertiría en una
situación jurídica saldada de antemano. Cabe preguntarse: ¿desde cuándo
un hecho como la mala fe no puede ser objeto de prueba en contra? ¿Des-
de cuándo la buena fe puede venir predeterminada por Ia ley sin modo
alguno de contradecirla? Esa conclusión es simplemente inaceptable. En
tal contexto, la inscripción contradictoria a la posesión, en el mejor de los
la buena fe con que podría actuar este, queda completamente desvirtuada por la pre-
sunción del artículo 2012,1a cual no admite prueba en contrario; es decir, el construc-
tor no podrá alegar que construyó sin saber que el terreno era ajeno, y dicha hipótesis
se encuentra negada expresamente por el Código Civil, ya que al tratarse de un predio
inscrito, se presume irremediablemente que el constructor conocía (o valgan verdades,
debía conocer) la ajenidad del terreno": PASCO ARAUCO, Alan. "Edificación en te-
rreno ajeno: Entre la buena y la mala fe del constructor. ¿Convirtiendo las presuncio-
nes absolutas en presunciones iuris tantum?",En Actualidad Jurídica, Gaceta |urídica,
N" 183, Lima, febrero 2009,p.70.
GuNrHpn GoNzelEs BennóN
688
I
Erscros p¿ re pospsróN
689
Gu¡¡rur,x GoNzer-ps BennóN
690
Erecros op tn pospsróN
691
GuNrHr,R GoNz¡.rps BennóN
5.4.5
¿RETROACTIVIDAD DE LA MALA FE?
Por último, queda en duda si la prueba de la mala fe desvirtúa la
"presunción" con efectos retroactivos hasta el momento de inicio del
estado posesorio.
trrsTl Según VEGA VELASCO, )orge y CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos. "Lineamientos del
anieproyecto de pian general dei libro de 1os Derechos Reales'l En COMISIÓN RE-
FORMADORA DEL CÓDIGO CIVIL DE 1936. Proyectos y Anteproyectos de la Re-
forma del Código Civil, PUCB Lima 1980, Tomo I, p. 910, la presunción de propiedad
se sustenta en la doctrina objetiva de IHERING, para quien la posesión constituye
la exteriorización de la propiedad. Una posición análoga fue sostenida por MAISCH
692
Errcros os re posrslóN
VON HUMBOLDT Lucrecia. 'Anteproyecto de plan general para el libro de los De-
rechos Reales", de la misma obra citada, Tomo I, p. 833. Este argumento solo podria
admitirse si fuera cierta la proposición de IHERING respecto a que la posesión es
tutelada por ser, normalmente, una exteriorización de la propiedad. Sin embargo, esta
doctrina ha sido superada totalmente: en primer lugar, si la posesión gira en torno a
la propiedad, entonces un mínimo de lógica nos indica que el dominio debió aparecer
históricamente con antelación a la posesión. Sin embargo, la historia nos muestra que
la posesión apareció antes, en cuyo caso si aún no existía la propiedad, ¿cómo se expli-
ca ia existencia de una posesión como "puesto de avanzada de la propiedad'] si esta no
existÍa?; en segundo lugar, si tenemos como cierto que la posesión sirve para "simpii-
ficar la prueba de la propiedad'l entonces ¿cómo explicar ia tutela posesoria concedida
incluso al ladrón y al usurpador si éstos desde el principio no muestran ningún título
de propiedad?
{rr81 Estas ideas han sido tomadas de la tesis (inédita) para optar el grado de bachiller en
derecho de: MORALES VALENTÍN, Guillermo. Las presunciones legales de propiedad
y buenafe en materia posesoria en el Código Civil Peiuano de 1984,tesís baihiiierato,
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima I 991 .
693
Gu¡¡rnpR GoNzerps BennóN
lrrasl ¡,{leUEL GONZÁLEZ, }osé María. "Derechos Reales: Comentarios a las propuestas
de enmienda'l En vv.AA. código civil Peruano. Diez Años, universidad de Lima -
WG Editor, Lima 1995, Tomo I, P. 422.
rrreol SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. ll Possesso, Op. Cit., pp.469-472.
694
Erecros op ra pos¿stóN
lrrerl Cit. MIQUEL GONZÁLEZ, José ]t{aría. La posesión de bienes muebles (estudio del ar-
tículo 464, 1 del Código Civil), Editorial lt{ontecorvo, }v{adrid 1979,pp.460-461.
695
GuNrs¡r. GoNzer¡s BennóN
tt'e2l BUSTOS PUECHE, José Enrique. La doctrina de la apariencia jurídica, Editorial Dy-
kinson, Madrid.l999, p.40. Como dice PAU PEDRÓN, Antonio. "Esbozo de una teo-
ría general de la oponibilidad'l En Íd. La publicidad registral, CRPIVIE, Ir{adrid 2001, p.
329, Ia tutela de Ia apariencia busca proteger al tercer adquirente de buena fe, y no al
transmitente, por ser el sujeto creador de la situación aparente.
t"erl BUSTOS PUECHE, )osé Enrique. La doctrina de la apariencia jurídica, Op. Cit., p. 40.
696
I
Capiruro X:
LIQUIDACIÓN DEL
ESTADO POSESORIO
L. RELACIONES ENTRE PROPIETARIO Y POSEEDOR: LA
LLAMADA "LIQUIDACIÓN DEL ESTADO POSESORIO"
El propietario cuenta con la reivindicatoria para recuperar el bien
frente a cualquier persona que lo tenga en posesión. Sin embargo, este
conflicto abarca otros aspectos, tales como la atribución de los frutos que
se devengaron durante la posesión ajena, la indeninización de los daños
sufridos por el bien, y el reembolso de las rnejoras a favor del poseedortttea).
En suma, queda en debate la liquidación del estado posesorio.
t"e{r SACCO, Rodolfo y CATERINA, Rafaelle. Il Possesso, Giuffré Editore, Milán 2000,
p.449.
l"esl WESTERMANN, Harr¡ WESTERT,IANN, Harm Peter, GLIRSKY, Karl-Heinz y EICK-
MANN, Dieter. Derechos Reales, traducción de Ana Cañizares Laso, José María Miquel
González y otros, Fundación Cultural del Notariado, Ivladrid 2007, Tomo I, p. 380.
ttts6r SACCO, Rodolfo y CATERINA, Rafaelle. Il Possesso, Op. Cit., pp.526-527.
GuNrupn GoNzeLss BaanóN
¡te7) DÍ87, PICAZO, Luis. Fundamentos de derecho civil patrirnonlal, Editorial Civitas, lla-
drid 1995,'ibmo III, p. 67-5.
Irre8] Una norma particular que deroga la regla general de liquidación del estado posesorio,
es ei art. 1643 CC referido a la revocación e invalidación de donaciones: "¿osf¡rlc)-i
de las donaciones revocadas pertenecen al donante desde r1ue se comunica en forma in-
dubitable la reyocación; y en caso de invalidación de plentt derccho, tlesde c1ue se cita
con la demanda de restitución del bien donado". Esta disposición tiene claramente un
origen francés, en donde no se reconoce ia retroactividad respecto de los frutos: "cies-
pués de vacilaciones y divergencias, se ha llegado a la conclusión de que el donatario
700
LrquroecróN DEL ESTADo PosESoRIo
701
GuNrupn GoNz¡.us Benxóu
Por tanto, cuando se realice un pago por error, pero con la inten-
ción de cumplir una obligación que no existe por efecto de la invali-
dez, entonces el sujeto activo tiene el derecho de exigir la restitución
(art. 1267 CC). Nótese que el pagador actúa voluntariamente, pero
por error según la exigencia de nuestro Código Civillr2o4l. Por tanto,
estas normas (arts. 1267 a 1276) se aplicarán a la nulidad del negocio
jurídico, siempre que el solvens realice el pago por error de hecho o
de derecho (por ejemplo: vicio de la voluntad, capacidad disminuida).
Sin embargo,existen casos en los cuales la prestación se ejecuta, no
por error, a pesar de la nulidad del título de la obligación, como es
el caso de la simulación (existe la voluntad de ambas partes dirigida
expresamente a producir el engaño), la causa ilícita, la inexistencia de
voluntad del sujeto contratante (por suplantación de identidad) o su
incapacidad absoluta. En tales hipótesis no hay pago por error y, Por
lr203lSe considera que la nulidad da lugar a un efecto recuperatorio, de alcance real, reivin-
dicativo de los bienes; mientras que la disciplina de la condictio conlleva un obstáculo
a la concesión de una acción de naturaleza rea1, por cuanto se considera que el receptor
ha obtenido "lo suyo'l aunque sea en forma indebida: jUOSCATi, Enrico. Fonti legali e
fonti prívate delle obbligazionl, CEDAM, Padua 1999, p. 28.
tr204l De eJta forma se sigue la tendencia romanista (ARGÜELLO, Luis Rodolio. lvlanual de
derecho romano, Editorial Astrea, Buenos Aires 1996, p. 349) y francesa; pero que ya ha
sido abandonada en el Derecho alemán e italiano, con algunas diferencias. En el caso
alemán, por ejemplo, se dice que el error no es indispensable para funda¡ la condictio,
pues solo el conocimiento de la ausencia de deuda excluye el derecho a repetir: EN-
NECCERUS, Ludwig, revisada por LEHMANN, Heinrich. "Derecho de Obligaciones'l
En ENNECCERUS, Ludwig, KIPR Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho
Civil,Op. Cit., Tomo 1l-2o-2",p. 98a). Por el lado italiano, la condictio no se excluye por
el simple conocimiento, pues se establecen otras hipótesis de exclusión. Así, la doctri-
na de ese país dice que la exigencia del error se justificaba porque el pago voluntario
se identifica con una liberalidad del solvens, pero eso no ocurre necesariamente de esa
forma, pues alguien puede pagar por encontrarse obligado por virtud de una sentencia
provisoriamente ejecutiva, o por amenazas, o por cumplimiento de una obligación
natural o de un deber moral, o incluso cuando se ejecuta un contrato nulo en el que
igualmente se tiene el derecho a la contraprestación (por ejemplo: contrato de trabajo):
GALLO, Paolo. "lstituzioni di Diritto Privato'i En LEÓN, Leysser. Derecho de las rela-
ciones obligatorias (lecturas seleccionadas y traducción), |urista Editores, Lima 2007, p.
477. Nótese que el conocimiento de la ausencia de obligación no excluye la condictio
en algunos casos narrados por el profesor Gallo.
702
Ltqur»eclóN DEL ESTADo posESoRro
Ir205l «Para
poder entablar \a condictio indebiti, es necesario que medie un error acerca de
la existencia de la deuda, por parte del que hace efectiva la prestación (o de su repre-
sentante). El que paga a sabiendas que nada debe, no puede repetir lo pagado,,: VbN
THUR, Andrea. Derecho civil, Tomo lY: Tratado de las obligaclones, tráducción de
wenceslao Roces, .Editorial Reus, Madrid 1934, p. 306. sin embargo, el desplazamiento
' patrimonial voluntario, si bien descarta el pago indebido, puede activar el enriqueci-
miento injusto cuando no exista causa jurídica suficiente para retener la prestáción
(condictio sine causa), o cuando no se logra el objetivo planeado (condictio causa data
causa non secuta).
GuNrH¡x GoNzerps BannóN
3. REEMBOLSO DE FRUTOS
704
LreuroecróN DEL ESTADo posESoRIo
tura -err ausencia de título legitimador- alcanza la cosa misma, pero ¿debe restituir el
provecho derivado'de su uso? Quien usa una cosa ajena se ahorra un gasto, es el gasto
que debió haber empleado para utilizarla, y en esa medida debe restituir. Si conside-
ramos, como hemos señalado en capítulos anteriores, que la acción no está limitada
por el correiativo empobrecimiento, la restitución se debe con independencia de que
GuNrnpn GoNz¡LE,s BepnóN
706
LtquloecróN DEL ESTADo posESoRro
707
GuNrrlrn GoNzeLps BennóN
I12r3l ENNECCERUS, Ludrvig, revisada por LEHIf ANN, Fleinrich. "Derecho de obligacio-
nes". En ENNECCERUS, Ludrvig, KIPP, Theodor i'\\'OLFF, Ilartin. Tratado de Dere-
cho Civil, Op. Cit., Tomo II-2'-2' , pp.976-977 .
I12r'tl Con relación al enriquecimiento injusto, se comenta la siguiente hipótesis: "De ahí
que la utilización sin contrato de un local ajeno para vivienda u otro uso, obligue
ui pugo de una retribución en la cuantía del alquiler usual que se ha ahorrado, sin
consiáeración a que el propietario hubiera o no podido emplear lucrativamente sus
locales": Ibíd., p. 956.
tr2rsl «Si el enriquecimiento se opera, sin Ia voluntad del perjudicado, por obra de otra
persona, ei injustificado cuando la adquisición, según el ordenamiento jurídico de
ias atribuciones patrimoniales, corresponde al perjudicado. Así, por ejernpio, el or-
denamiento jurídico atribuye al propietario las ventajas de uso de una cosa y, Por
1¿¡to, aquel que por una intromisión injustificada usa. disfruta. consume o reali-
za un bien ajéno, debe entregar al propietario el enriquecimiento obtenido de este
modo": lbid.,p.974.
tr2r6t ÁLVARFZ CAPEROCHIPI, )osé Antonio. El enriquecimiento sin causa,Editoríal, Co'
mares, 3o edición, Granada 1993, pp. 39-40'
trzr7j El art. 1955 CC señala que la figura del enriquecimiento sin causa no procede cuando
el perjudicado puede ejercitar otra acción para obtener la repetición. En base de esta
noi,ru r. habla de una pretensión "subsidiarial es decir, casi la ú1tima posibilidad de
remediar una injusticiaiegún el Derecho Civil. Esta apreciación se funda superficial-
mente en el hecho de que la prestación adeudada por un contrato o la pretensión
reivindicatoria tienen fundamentos jurídicos propios que hacen innecesario acudir
ala condictio propia del enriquecimiento injusto. En realidad, esta figura tiene sus
708
I
Ltqur»ecróN DEL ESTADo posEsoRro
incluye las ganancias que el poseedor pudo lograr con aquel disfrute, o
el commodum negotiafionis (sustitución del fruto mediante su contra-
prestación, en caso de haberse dispuesto la cosa a favor de un tercero,
o mediante la indemnización, en caso de pérdida), pues el valor de
la cosa es una partida patrimonial que actúa en lugar de cualquiera
de los otros conceptbs, y no abáfca las utilidad€§ que produjo la cosa
o el resarcimiento que deben los terceros, salvo que el propietario
se dirija en forma directa contra el causante del daño, en cuyo caso
no tendría nada que repetir del poseedor si el valor fuese satisfecho
íntegramente.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que el valor de los frutos
sirve como dato inicial para el cálculo contable del beneficio neto que le
corresponde al propietario. En efecto, si el poseedor estuviese obligado
a devolver el valor íntegro de los frutos, sin posibilidad de descontar
los gastos invertidos en su producción, entonces se produciría un en-
riquecimiento injusto del propietario, y se condenaría a una situación
penosa al poseedor -aunque sea de mala fe, quien no solo perdería
las utilidades de su inversión, sino además la inversión mismatr22ol. pn
nuestro ordenamiento, la solución no admite dudas, pues el montante
del reembolso sufre Ia deducción de los gastos: "Para el cóntputo de los
frutos industriales o civiles, se rebajarán los gastos y desembolsos reali-
zados para obtenerlos" (art. 893 CC). La norma no incluye a los frutos
naturales, en cuanto estos se obtienen sin intervención humana, por
ende, sin inversión previa.
Esta distinción sirve para solucionar en forma diversa los casos de alteración de la mo-
neda (por ejemplo: depreciación monetaria por inflación): si se trata de una "deuda de
dinerot', el obligado cumplirá entregando las monedas necesarias para sumar el valor
nominal de Ia obligación adeudada. Entonces, si debo 100, pago con 100, aunque esa
suma de dinero se encuehtre totalmente depreciada (art. 1234 CC), salvo la aplicación
excepcional de la teoría de la excesiva onerosidad de la prestación. Por otro lado, si se
trata de una 'deuda de vaior'l el obligado cumplirá pagando con las monedas rePresen-
tativas del valor estimado de la cosa, bien o derecho (art. 1236 CC). La mejor doctrina
se muestra conforme en tipificar la obligación de reembolso de frutos como una típica
'bbligación de valor", salvo para el caso específ,co de los frutos civiles, en donde estos
se fijan ab origine en dinero: sACCo, Rodolfo y GATERINA, Raffaele. 1l Possesso, Op.
Cit., p.459.
l'2201 LACRUZ BERDEJO, José Luis y otros. Elementos de Derecho civil, Tomo III-10: Pose-
sión y Propiedad,Op. Cit., P. 115.
7t0
LrqutoectóN DEL ESTADo posESoRIo
711
GuNrnrn GoNz¡.rps Bexnón
continuar el litigio según los hechos expuestos por las partes cuando se
fija la controversia, aunque en la ejecución de sentencia deberá estimarse
el valor de la cosa ante la pérdida del bien.
rt222t DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
pp.679-680.
712
Lrquroecróu DEL ESTADo posEsoRro
f 12231
Por otro lado, no pueden incluirse en el concepto de 'gasto" o de "mejora" los aumen-
tos de valor originados por cuestiones extrínsecas a lá actuación del poseedor, como
sería el caso de la construcción de un camino, o de obras sanitarias, o el trazado de una
vía de ferrocarril por actuación estatai o de terceros, etc.: GAZEAUX, pedro y TRIGo
REPRESAS, Félix. Compendio de derecho de las obligaciones,LibreríaEditora Platense,
La Plata 1979, Tomo I, pp. 509-510.
lr224l PASCO AMUCO, Alan. "Edificación de
mala fe, mejoras y posesión ilegítimal En
con la Jurisprudencía, Gaceta furídica, N' 143, Lima, agosto 2010, p. l3l.
.lr22sl.Diálogo
«Las
mejoras son las que producen un aumento de valor de lacosa o un ádorno. No
constituyen un concepto idéntico al de gasto, pues éste se relaciona con el coste, y la
mejora es el resultado de ese coste. Aparte de que puede existir mejora derivada de la
naturaleza o del tiempo, que ceden en favor del que haya vencido en la posesión (art.
456 cc Español). Y puede también darse el caso de que la mejora alcance en un de-
terminado momento un valor distinto del gasto, al ser éste e1 coste, y aquella un objeto
que va cambiando de valor. Esto puede tener importancia, si la mejora es separable':
GARCÍA GARCÍA, fosé Manuel.l'Teoría generui de los bienes y de ias .orur;: En Rr-
vista Crítica de Derecho Inmobiliario, N" 676, Madrid, marzo-abril 2003, p. 1030.
lr22ól Thmbién existen las definiciones absurdas como la siguiente: "Las mejorai son modifi-
caciones materiales realizadas por actividad humanio por obra de 1á naturale za (alu-
vión), que hacen que el bien mantenga o incremente su valor económico": LEDESMA
NARVÁEZ, Marianeila. Comentarios al Código Procesal Civil, Gaceta furídica, Lima
2011, Tomo 11,p.376. Cabe preguntarse, ¿si las mejoras son modifrcaciones "por obra
713
GuNrHpn GoNzer,ss BennóN
de la naturaleza', entonces por qué habría que reembolsarlas? ¿Si nadie gastó en ellas
cómo se justifica que el propietario deba pagarle al poseedor por un hecho fortuito en
el que no tuvo injerencia? Por otro lado, también es incomprensible sostener que las
mejoras "mantienen el valor'l pues, en tai caso, ¿qué cosa se reembolsaría si el propie-
tario no ha aurhentado su patrimonio por virtud de la mejora?
u227) SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., p. 463.
714
Lrqur»ecróN DEL ESTADo posEsoRro
I1228] La Corte Suprema ha tenido oportunidad de realizar esta distinción en la Casación N'
570-97: "Son distintas las pretensiones de pago de mejoras y adquisición de la propiedad
de un bien por accesión. Existe aplicación indebida de las normas sobre accesiótt, cuando
se las aplica a una pretensión de pago de mejoras".
tr22e1 Las mejoras consisten en obras que, sin crear distintas entidades, determinan un in-
715
GuNruEn GoNzeL¡s B¡,nnóN
«No
lr230l pueden considerarse mejoras las obras impuestas por 1a necesidad de conserva-
ción y manutención de la cosa, y en particular las obras de reparación: donde, por tan-
to, en la ejecución de estas últimas, el usufructuario no se haya limitado a cumplir lo
estricto indispensable para la conservación de la cosa, las sumas por él erogadas por las
obras e intervencione's no necesarias para 1a conservación de la cosa constituyen gastos
por mejoras (DE MARTINO, ivi, 209) según el cual, se tiene, por ejemplo, mejoras
iuando en la ejecución de la reparación, el usufructuario utiliza materiales mejores de
aquellos precedentemente empleados": CIAN, Giorgio. Commentario Breve al Codice
Civile, Op. Cit., p. 959.
716
Lieuro,q,cróN DEL ESTADo PosESoRro
tiemoo de la restitución...").
Por último, ¿cuánto debe reembolsar el propietario? Si bien el art.
917 señala que el poseedor tiene derecho al valor actual de las mejoras,
empero, este valor tiene como limite el monto de la inversión, debidamente
actualizado. La razón de este límite es que el enriquecimiento sin causa
sirve para evitar una injusticia, pero no para crearla, lo que ocurriría si
el poseedor termina obteniendo lucro. Recuérdese que la figura de las
mejoras sirve para evitar un enriquecimiento, no para lograr lucrou231l.
717
GUNTHE,R GoNzetps Bennó¡r
«Con
[12]21
]ustiniano y por influencia cristiana, se produce una nueva forma de entender el
enriquecimiento injustificado: todo enriquecimiento que provenga de un daño ajeno y
que no haya supuesto un empleo de medios o sacrificio patrimonial es considerado in-
justificado, sin que.se tenga en cuenta la actuación de aquel que gastó, prescindiendo de
toda valoración de culpa o mala fe en su comportamiento. EI hecho del enriquecimiento
es Io decisivo": GONZÁLEZ-PALENZUELA GALLEGO, María Teresa. Las impensas en
el Derecho Romano Clásico, Universidad de Extremadura, Cáceres 1998, p. 248.
t'2331 pASCO ARAUCO, Op. Cit., agosto 2010, p. 135.
7t8
--
r'2341 SACCO,
Rodolfo y CATERINA, Raffaele, Il possesso,Op. Cit., p.463.
lr2r, CIAN, Giorgio, Commentario Breve del Codice Civile, p. f f Oe, quien
cita la obra de
Bigliazzi Geri, Breccia, Busnelli y Natoli. En el mismo sentido se pronuncia: BIANCA,
Massimo. Diritto Civile, 6. La Proprietá, Giuffré Editore, Milán 2005, p.775.
tr23ól WESTER.IUANN,
Harry; WESTE-RMANN, Harm Peter; GURSKy, Kárl Heinz; EICK-
MANN, Dieter. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, pp.404-406.
719
GuNruEn GoNzeres BennóN
720
LrquroecróN DEL ESTADo posESoRro
u24ol Las mejoras scn "necesarias" cuando tienen por objeto impedir la destrucción o el
deterioro del bien (art. 916, t CC). Son mejoras útiles, las que sin pertenecer a la cate-
goría de las necesarias, aumentan el valor y la renta del bien (art. 916, 2 CC).
tr24rl Son mejoras de recreo las que, sin ser necesarias ni útiles, sirven para ornato, lucimien-
to o mayor comodidad (art. 916, 3 CC).
lr242l Con el nombre de ius tollendi se conoció en el Derecho romano la facultad del po-
seedor de retirar las mejoras introducidas por él en una cosa ajena. El Código Civil
establece que el derecho de retirada solamente existe en las n-rejoras de recreo. Este de-
recho tiene dos lír.nites: prirnero, que la retirada de las n.rejoras puede hacerse sin que
la cosa sufra dcterioro o detrimento; segundo, que el propietari,o no prefiera adquirir
la mejora abonando su valor. En la doctrina se ha discutiáo si el i¿rs follendi a]canza a
las mejoras útiles o si por el contrario respecto de estas últimas no se produce. Algunos
autores han entendido que acluÍ existe una laguna legal, la cual puede ser salvada a
través de la analogía, con Io que se ampliaría el derecho de retirada a las mejoras úti]es.
La solución de nuestro Código, sin embargo, se encuentra bien fundada. Ei legislador,
al hacer referencia a las mejoras útiles, lo que concede al poseedor es la posibilidad de
ser reembolsado económicamente, pero no el i¡.¡s tollendi. Aqui existe una importan-
te consideración económica-social, pues hay un interés merecedor de tutela en que
Ias mejoras útiles se mantengan en Ia cosa para determinar un mayor rendimientó y
productividad. Por e_so, l¡s mejoras útiles no son retirables in natura, y el poseedoi
solo tiene Ia posibilidad de reclamar su valor económico. En cambio, la ietiráda de las
T,el$T sunjuarias, siempre que sean separables, no patrimonial,
determina perjuicio para nadie:
DIEZ PlcAZo, Luis. Fundamentos de Derecho civil op. cit- Tomo III,
pp.682-684.
l2a3l
f
Sentencia de la Corte Suprema de fecha 03 de abril d,el2002 y publicada el 28 de febre-
ro del 2003 (Cas. N. 2796-2000-PIURA): "OCTAVO: eue, por ende, la posesión de
hecho de los demandantes es una posesión iiegítima por .uanto no cuentan con título
que los ampare o autorice en la posesión que detentan, no procediendo hacer valer
en el presente caso la presunción de buena fe que se señalien la sentencia de vista
ni mucho menos amparar el pago de mejoras. NovENo: eue las mejoras útiles son
aquellas que sin pertinecer a-lalategoríá de necesarias, aumentan e1 valor y la renta
del bien, como es en el presente caso, asimismo, dichas mejoras serán reembolsables
según el artículo novecientos diecisiete del Código Civil siempre que sean realizadas
antes del emplazamiento judicial. DEclMo: eue en consecuencii, se infiere que la
Sala que emite la sentencia de vista, ha interpretado erróneamente el artículo ócho-
cientos noventiséis del Código Civil, por cuanto el poseedor demandante no ostenta
una posesión pacífrca sino que se ha negado reiteradamente a salir del predio sobre el
72t
GuNrurR Got¡z¡,ms BannóN
cual reclaman mejoras fuera de1 proceso de reivindicación que ha sido necesario in-
terponer, no configurándose el presupuesto del artículo novecientos diecisiete citado
precedentemente para amparar la pretensión sobre pago de mejoras (...)'i Finalmente,
la Corte declaró infundada la demanda de pago de mejoras.
tt2{41 En este caso no eúste acción
f udicial) de reembolso, simplemente existe la posi-
bilidad de retirar las mejoras de recreo mediante un derecho de autotutela. Por otro
Iado, el dueño tiene el derecho (no, la obligación) de pagar el valor actual de la mejora
de recreo, e impedir su retiro. Si el dueño no paga el valor de dicha mejora, entonces
el poseedor puede retener el bien (art. 918 CC contrario sensu). ¿Cttándo se entiende
restituido el bien? Según ME)ORADA CHAUCA, Martín. "La posesión y las mejoras
en el Código Civil Peruano".En lus et Veritas, N' 17, Lima, noviembre \998, pp.244'
245, la restitución implica un acto voluntario, y solo en ese momento prescribe el ius
tollendi. Por nuestra parte, consideramos que la norma comprende cualquier hipótesis
de restitución del bien, sea voluntaria ojudiciai. Lo que no está comprendido en el tér-
mino "restitución'es, evidentemente, los casos de pérdida involuntaria de la posesión
o de pérdida voluntaria cuando el poseedor primigenio retiene la posesión mediata.
722
LrquroacróN DEL ESTADo posESoRro
u2451 La norma procesal ha sido objeto de fundada crítica: "el propio artículo vincula uno
y otro proceso en una extraña forma: cuando medie una previa demanda de desalojo,
el poseedor demandado deberá interponer su demanda áe mejoras en un plazo que
vencerá el día de la contestación, entonces, por qué se constriñe al poseedor demán-
dado en desalojo a demandar las mejoras en el momento indicado en el artículo 595
del CPC, si luego, una vez pendientes, no se pueden reunir y cada uno vivirá su propia
vida sin interferir con el otro?, ¿dónde está la racionalidad de este plazo "vinculado'i?":
ARIANO DEHO, Eugenia. "Las mejoras entre el cc y el cpc: traiando de desenredar
una madeja muy enredada". En Diálogo con Ia Jurisprudencía, Gaceta )urídica, No 7g,
Lima, marzo 2005, p. 80.
11246l MEIORADA
CHAUCA, Martín. "La posesión y las mejoras en el código civil perua-
no'i En lus et Veritas, N. 17, Lima, noviembre 1998, p.245.
723
GuNrHen GoNzems BennóN
724
Capiruro XI
EL DERECHO DE PROPIEDAD:
DE LA CONCEPCIÓN
LIBERAL A LA SOCIAL
1. BASE ECONOMICA DE LA PROPIEDAD LIBERAL
El espíritu capitalista empieza a adueñarse de los hombres a partir
del siglo XV, específicamente en las grandes ciudades marítimas cuyo
florecimiento tiene como causa el comercio. Paralelamente, la concepción
medieval de la vida se resiste a desaparecer. Las sociedades evolucionan,
pero a un ritmo lento, pues detrás de la idea entonces imperante se tiene
una tradición subyacente que se arrastra por muchos siglos; además, la
influencia religiosa todavía es grande para que se produzcan cambios
dramáticos. Pero, ¿qué significa este naciente espíritu capitalista? "Pues,
nada menos, que el objeto principal de la acción humana era la búsqueda
de la riqueza»Ít217).
727
Guursrn GoNz,ttEs BepnóN
"Porque dentro de
¿Por qué triunfa el espiritu capitalista sobre el espíritu antiguo?:
tr24sl
los límites del antiguo régirnen Ias potencialidades de la producción no podían ser ya
explotadas. Paso a paso, Ios hombres nuevos, con sus métodos, adelantaban camino
haiia ,rn volumen de riqueza inalcanzable para la sociedad antigua. Las atracciones de
esta riqueza despertaban apetitos que aquella vetusta sociedad, dada su contextura, era
incapaide satisiacer. En consecuencia, los hombres pusieron en tela de juicio la legiti-
midad de aquella contextura. La actitud para con la usura, la aceptación de los gremios
como un me{io racional de controlar la producción, la noción de que la Iglesia era la
fuente natural del criterio ético, todo comenzó a parecer inadecuado, Porque todo ello
se atravesaba en el camino de las potencialidades que el espíritu nuevo revelaba. La
idea del capitalisn.ro-no cabía dentro de los muros de la cultura medieval. Y el capita-
lismo, en consecueÍrcia, emprendió la tarea de transformar la cultura de acuerdo con
sus nuevos propósitos. Para el1o tuvo desde luego que proceder por etapas; ¡ desde
luego también, no se puede decir que tenga éxito mientras no destruya una resistencia
qr.l .n resumidas cuentas, ha durado tres siglos. Su afán es establecer el derecho a la
.iqrr.ru con el minimo de interferencia de cualquier autoridad social, sea la que fuere.
En este empeño, el capitalisrno se ve obiigado, hablando en términos generales, a Pasar
por dos grándes fases; por un lado pretende transformar la sociedad, mientras por el
otro trata de apoderarse del Estado": Ibíd.'pp.2l-22.
lr2{el La economía áe la época no pedía más. Lai inajenaciones no eran frecuentes y la de-
manda de capitales estaba reducida a Ia mínima expresión: LACRUZ BERDEJO, José
Luis y SANCFIO REBULLIDA, Francisco de Asís. Derecho Inmobiliario Registral,José
MarÍa Bosch Editor, Barcelona 1984, p. 39.
728
Er oeRscuo DE pRopIEDAD: DE LA coucrpclóN LTtsERAL A LA socIAL
tr2rl Nuevamente recurrimos a la claridad del profesor inglés para que explique
estas dife-
rencias: 'Antes del advenimiento del espiritu capitalista, Ios hombres vivian dentro de
un sistema en que 1as instituciones sociales efectivas -Estado, Iglesia o gremio- juzga-
ban el acto económico con criterios ajenos a este mismo acto. El interés individual no
se presentaba colno argu[lento concluyente. No se aceptaba la utiiidad material como
justificación de la conducta económica. Aquellas instituciones sociales trataban de im-
poner, y en parte lo imponían, un cuerpo de reglas para gobernar la vida económica,
cuyo principio animador era el respeto al bienestar social en conexión con la salud
del alma en la vida futura. Ante esta consideración, se estaba dispuesto a sacrificar el
interés econótnico dcl individuo, puesto que ello aseguraba su destino celestial. Con
este propósito a la vista, la competencia era controlada, el número de clientes para cada
comerciante era limitado, habían prohibiciones al comercio por razones religiosas, se
prefijaban los precios y los tipos de interés, los dias festivos eran obligatorios, se regu-
laban los salarios y las horas de la jornada laborable, y se evitaba la especulación dén-
tro de ciertos límites. Estos ejemplos, escogidos al azar entre muchos otros preceptos
de aquel sistema, bastan para demostrar que la conducta económica se regía éonfoime
a normas no económicas. Todo este armazón de reglas se cuarteó porque no era capaz
de contener el impulso de los hombres hacia la satisfacción de cierias expectativas
que, dados Ios medios de producción, aparecieron como realizables en cuanto el ideal
medieval fuera sustituido por e1 de la riqueza como bien en sí": LASKI, Haroid f. E/
Liberalismo Europeo, Op. Cit., pp.23-24.
Ir25r1 Pero no es el triunfo de los pobres.
El Registro está vinculado con una concepción
liberal del mundo, para dotar de la mayor libertad posible a la producción, con el
consiguiente aumento de los bienes y la industrialización de la economía, pero sus
729
GuNrupn GoNzrr-rs BennóN
730
t
El »sRrcuo DE pRoprEDAo: Dp re coNcppcróu LTBERAL A LA socrAL
731
GuNrne¡ GoNz¡.rps B¡,nxóN
Perú, de tanta importancia p¿¡¿ la economía del ¡rais v el crecinriento de las ciudades,
hasta que la hiper-inl1ación dcl gobierno de 19S,;- 1991r Ia puso en situ¿ción de quiebra.
En los inicios de Ios 90's iue declarada en liquidación.
ll2ssl Decimos sir-n¡rlerneltte "ene¡o" porque no se conoce con precisión ia techa de su pro-
mulgación y publicación en el diario oficial. Así, l¿ lecha tradicional que se atribuye es
de OZ de enero, pero el Reglarnento del Registro de Propiedad Inmueble (publicado en
ei diario oficial el 22 de septier.nbre de 1888) señala que la ley es de 20 de enero; mien-
tras que en algunas reproáuccior-res de la norma se señala que la promulgación por el
Presiáente dJla República Andrés Avelino Cáceres ocurrió el 28 de enero. En todo
caso, la ley finalmente aprobada estuvo inspirada grandemente en el ante-proyecto
preparado por el jurista Miguel Antonio de la Lama. Véase el texto que este Propuso
en la revista de su dirección y propiedad: EI Derecho. Semanario de Legislación / Juris-
prudencia, Ario I, N' 36, Lima, 28 de agosto de 1886, p' 1.
trusel lin embargo, cl liberalismo económico de nuestro país decimonónico era, en muchos
/)z
Et orR¡,cgo DE pRopIEDAo: D¡ Le coNcppctóN LIBERAL A LA socIAL
tr2s8l «Cuando
no existieron registro de la propiedad ni ley hipotecaria, fue reacio el capital a
auxiliar a los dueiros de fondos rústicos y urbanos. Temió la existencia de gravámenes
ocultos y cornplejos, las preferencias concedidas al Estado, los derechos de menores,
de mujeres casadas y de terceros. Existia el precedente de sonados pleitos que die-
ron resultados inconvenientes para el capital. En buena parte de la paralización o el
estancamiento del trabajo en el campo se reflejó la dificultad para que se pudieran
celebrar contratos de mutuo simple o de préstamo hipotecario, coincidiendo con la
improductividad de1 dinero disponible, ei menoscabo de las fortunas particulares e,
indirectamente, con la inopia de Ias rentas públicas. Esta situación comenzó a cambiar
mediante 1as leyes de registro de la propiedad de 1888 y de bancos hipotecarios de
1889": BASADRE GROI'IMANN, |orge. Historia de la República del Perú (1522-19i3),
Op. Cit., Tomo X, p. 130.
tr2sel «la propiedad y la producción agrarias quedan liberadas de un golpe del interven-
733
GuNrnsn GoNzer¡s Bennó¡¡
tr2el Descartes inaugura un racionalismo idealista, en el cual el "yo" no necesita de las cosas;
puede existir sin nada alrededor. La crítica de Ortega y Gasset señala que: "el idealismo
tiene perfecta razón al afirmar que yo no puedo saber de las cosas más que en tanto en
734
EL opnrcHo DE pRoprEDAD: DE LA coNcrpcróN LTBERAL A LA socrAL
cuanto estoy presente en ellas. Las cosas -al menos en cuando yo las sé y tiene sentido
hablar de su realidad- no pueden ser independientes de mi. Pero en 1o que no tiene
razón es en afirmar la independencia del sujeto. No puedo hablar de cosas sin yo; pero
tampoco d.e un yo sitt cosas. Yo no me encuentro nunca solo, sino siempre con las cosas,
haciendo algo con ellas; soy inseparable de las cosas, y si estas me necesitan, yo las ne-
cesito a mi vez para ser. De un modo iguamente originario y primitivo, me encuentro
con mi yo y con las cosas. La verdadera realidad primaria -la realidad radical- es la dei
yo con las cosas. (...) Y no se trata de dos elementos -yo y cosas- separables, al menos
en principio, que se encuentran juntos por azar, sino que la realidad radical es ese que-
hacer del yo con las cosas, que llamamos la vida. Lo que el honlbre hace con las cosas es
vivir.Lse hacer es la realidad con que originariamente nos encontramos, la cual no es
ahora ninguna cosa -material o espiritual, porque también el ego cartesiano es una res,
sib\en cogitans-, sino actividad, algo que propiamente no es, sino que se hace. La reali-
dad radical es nuestra vida. Y la vida es lo que hacemos y lo que nos pasa. Vivir es tratar
con el ntundo, dirigirse a é1, actuar en el é1, ocuparse de é1": MARÍAS, )ulián. Historia de
la Filosofía, Editorial Revista de Occidente, 26" edición, Madrid 1974, pp. 434-435.
I'2611 KAUFMANN, Arthur. Filosofía del Derecho,lJniversidad Externado de
Colombia, Bo-
gotá2006, traducción de Luis Villar Borda y Ana María Montoya, pp. 68-69.
735
GuNrurn Gouzelrs BennóN
736
Er osnrcHo DE pRopIEDAp: Dp te coNc¡pcIóN LTtsERAL A LA socrAL
lt2(6) La neo-dogmática que florece en nuestro país, no se ha dado cuenta que se inspira en
un modelo agotado de ciencia jurídica, exageradamente teórica y positivista. Aquí una
opinión que parece sacada del siglo XIX, por cuanto se considera que los valores o la
moralidad son: 'tonsideraciones (que) no pueden tener relevancia alguna a efectos de
solucionar un conflicto entre situaciones jurídicas, para esto están las normas jurídicas
y aquellas subjetividades no encuentran concretización en ninguna de estas": RON-
QUILLO PASCUAL, Jimmy'.'Análisis del conflicto entre derechos de distinto conteni-
do que recaen sobre un mismo bien inmueble inscrito'l En Actualidad lurídica, Gaceta
Jurídica, Tomo 190, Lima, Septiembre 2009, p. 86.
I1267l KAUFMANN, Arthur. La filosofía del derecho en la posmodernidad. Editorial Temis,
Bogotá 2007, traducción del alemán de Luis Villar Borda, p.26-28.
tt2681 IQ{UFMANN, Arthur. Filosofía del Derecho, Op. Cit., pp.75-76.
,/-)/
Gu¡.rrHrn Goxzerps BennóN
«Los
lr26el Códigos Civiles han aparecido, en la historia europea de los últimos dos siglos,
como los supremos garantes de la seguridad jurídica. La seguridad proviene de la es-
tabilidad, uniformidad y organicidad de la regulación: las normas del Código Civil no
son cambiantes, hacen referencia a la figura abstracta y general del "ciudadano" y se
componen en un sistema coherente y riguroso. Los particulares no deben ya temer Ia
variedad y fluidez de las normas consuetudinarias, no ya la multiplicidad de los esta-
tutos de grupo o de categoría. El Código Civil, predisponiendo modelos de conducta
y determinando su relevancia jurídica, permite valorar anticipadamente los riesgos y
Ias ventajas de una determinada acción. La seguridad está en la posibilidad y en la fia-
bilidad de este juicio de pronóstico, que elimina y reduce las incógnitas del futuro. No
se trata solo de un valor 1ógico, o de una refinada técnica en la redacción de las leyes:
el Código Civil refleja una sociedad no lacerada por los conflictos, en la que dominan
intereses e ideas de la burguesía liberal": IRTI, Natalino. La edad de la descodificación,
traducción de Luis Rojo Ajuria, Iosé María Bosch Editor, Barcelona 1992, p.79.
tr270l DE LOS lvlOZOS, José Luis. El derecho de propiedad: crisis y retorno a la tradición
738
El opRrcuo DE pRoprEDAo: D¡ tn coNcspcróN LTBERAL A LA socIAL
se considera que existe una directa relación entrelo que "uno posee" y
en el poder o capacidad de ordenar la propia vida, que es justamente la
libertad social y políticatt272l.
t''z721 ARIÑO ORTIZ, Gaspar. Principios de derecho público económico, ARA Editores, Lima
2004, pp. 207-208.
Ir273l En la presentación del Proyecto de Código Civil Francés de 1804, ante el Consejo de
Estado, se conñrma la conclusión del texto principal: "El hombre nace con necesida-
des; es preciso que pueda alimentarse y vestirse: tiene, pues, derecho a las cosas nece-
sarias para su subsistencia y conservación. He aquí el origen del derecho de propiedad.
(...) El derecho de propiedad es en sí, por consiguiente, una institución directa de la
naturaleza, y Ia manera en que se ejerce es un accesorio, un desarrollo, una conse-
cuencia del derecho mismo": PORTALIS, |ean Etienne Marie. Disc¡¡rso preliminar al
Código Civil Francés, Editorial Civitas, Madrid 1997, traducción de I. Cremades y L.
Gutiérrez-Masson, p. 1 02.
739
GuNrs¡n GoNzel¡s Bennó¡r
hacer de otros que hace posible el hacer del titular. Evitando los
maleficios del poder se favorecen los beneficios que el titular puede
realizar por sí mismo"tr274l.
740
Er ortrcHo DE pRoplEDAp: Dp re coNcepcló¡¡ LIBERAL A LA socIAL
«se
[1278] gobierna mal cuando se gobierna demasiado. un hombre que trata con otro hom-
bre debe ser precavido y prudente; debe velar por su interés, hácerse con las informa-
ciones convenientes y no descuidar lo que es útil. El oficio de ia ley es el de protegernos
contra el fraude'de otro, pero no el de dispensarnos de hacer uso de nuóstra propia
razón. Si fuera de otro modo, la vida de los hombres bajo la vigilancia de las leyes no
sería más que una larga y vergonzosa minoría; y esa misma vigilancia degenerarÍa
en inquisición': PoRTALIS, Jean Etienne Marie. Discurso preliminar al código civil
Francés, Op. Cit., p. 102
741
GuNrspn GoNzerps B¡.xnóN
Portalis, uno de los autores del Código Francés, por ejemplo, selló
el tema con una frase que contiene una analogía reveladora: "al ciuda-
dano le pertenece la propiedad y al soberano el imperio". En efecto, los
teóricos de esa época estaban conformes en que la soberanía era absoluta
por propia definición, ya que un sujeto que ostenta esa calidad, ya sea el
Pueblo o el monarca, no tiene que pedirle permiso a nadie. Pues bien, si
el soberano tiena la plena Potestas, entonces lo mismo le corresponde al
propietario en el mundo doméstico de sus relaciones privadas en torno
a una cosa. La defensa de la voluntad del domino constituye la principal
función de la normativa del derecho privado.
«La
Ít27e) consideración tan relevante que la propiedad tiene en la Declaración puede tener
varias razones. Una de ellas, de orden teórico, es la influencia del contractualismo y
concretamente de Locke, que había escrito que el primer deber de todo gobierno es
proteger Ia libertad, pues dicha defensa es lo que justifica la entrada del individuo en
sociedad. Una segunda razón qtizá tenga que ver con cuestiones de orden pragmá-
tico: los diputados temían que Ia revuelta a favor de los derechos terminara Por no
reconocer ningún límite y que los afanes igualitarios del movimiento revolucionario
pudiera poner en peligro la propiedad de la burguesía en manos de los campesinos":
CARBONELL, Miguei. Para comprender los derechos. Breve historia de sus momentos
clave,Palestra Editores, Lima 2010, p. 192.
742
Er oenrcuo DE pRopIEDA»: Dr Le coNcEpcIót¡ LTtsERAL A LA socIAL
«El
Ir28ol l8 de brumario del año VIII (9 de noviembre de 1799) produjo un giro en la polí-
tica juridica del nuevo Estado francés, que busca a partir de ese momento una suerte
de compromiso entre la vieja monarquía y la república, un nuevo Derecho que aso-
cie, en proporciones variables según los campos, el legado del Antiguo Régimen y los
avances de la Revolución.El Code Civil (y el resto de las codificaciones napoleónicas)
va a enmarcarse en ese proceso de estabilización política y amplia reforma institucio-
nal y administrativa auspiciado por Bonaparte. La Constituci ón de 22 de frimario del
año VIII (13 de diciembre de 1799) supuso el primer paso en esa via estabilizadori':
NUñEZ IGLESIAS, Álvaro y ANDRÉS SANTOS, Francisco J. "Estudio preiiminar y
Notas'l En Código Civil Francés/Code Civil (Edición Bilingüe), traducción de Álvaro
Nuñez Iglesias, Marcial Pons, Madrid 2005, pp. XLVIII-XLIX.
tr28rl Ese fenómeno es recurrente en distintas épocas, pues nosotros mismos
lo hemos teni-
do a fines del siglo XX, con un Estado n.o-lib..uirulvaje en lo económico, pero que no
respetaba los derechos individuales ni las Iibertades políticas.
743
GuNTH¡R Gottz¡tps BennóN
Ir282l Una opinión fuera de época, pero que increíblemente pertenece a la doctrina perua-
na del siglo XXI es la siguiente: "Sin lugar a dudas las autoridades pueden establecer
límites al derecho de propiedad, Pero no por medio de cualquier mecanismo, sino
solamente a través de una ley. Considerar que normas de inferior jerarquía pueden
también limitar el derecho de propiedad, implicaría asumir límites que no se encuen-
tran reconocidos en la Constitución (...).Consideramos que los iímites al derecho de
propiedad deben interpretarse restrictivamente": NINAMANCCO CÓRDOVA, Fort.
iEL qr. puede lo más, puede lo menos? Notas sobre el derecho de propiedad y la
servidumbre de paso a propósito de Ia STC Exp. N" 01994-2008-PA lTC". En Gaceta
Constitucional, Gaceta )urídica, Tomo 32, Lima, agosto 2010, p. 300.
Para rechazar esta opinión, basta señalar que en el Estado Constitucional y Social exis-
ten muchos órganos con potestades para intervenir en la propiedad, por defensa del
bien común, pero que obviamente no emiten leyes en sentido formal. ¿Qué hacemos
en estos casos, por ejemplo con las medidas de la Superintendencia de Banca y Se-
guros? ¿Las declaramos inconstitucionales para beneficio de los neo-liberales? Igual
ócur.", por ejemplo, con la Superintendencia del Mercado de Valores, y las graves
medidas que impone, por ejemplo, respecto de la suspensión de derechos poiíticos de
los accionlstas. Por lo demás, está fuera de época la "lnterpretación restrictiva" de las
limitaciones, pues en realidad la función social insufla de vida al sistema de la propie-
dad, y no se trata de una excepción anómala.
La anterior cita de un dogmático se emparenta con Ia de una economicista que todavía
cree, en pleno auge del constitucionalismo y de Ia protección de los derechos socia-
744
a
ies, en la existe¡rcia de derechos subjetivos como cotos cerrados del titular para que
este decida conforme a su libre y soberana voluntad. Aqui reproducimos 1a insosteni-
ble opinión: "Quien es titular de una facultad tiene una prerrogativa para desarrollar
determinada conducta según su discreción y para satisfacer un intérés específico":
O'NEILL DE LA FUENTE, Cecilia. "No hay cláusulas abusivas sino mal informadas (o
no leídas). ¿Hasta dónde regular la contratación en masa?". En vvAA. Libro Homenaje
. .q Felipe Osterling Parodl, Volur¡en I, Palestra Editores, Lima 2008, p. 829.
:l:::l
W4 DRON, Jeren-r¡ Tlrc rigli to private property, Ctarendon papeibacks, 1988, p. 32.
I'284r IRTI, Natalino. La edad de la descodifcación,JoséMaría
Bosch Editor, Barcelo na'1992,
traducción de Luis Rojo Ajuria.
745
GuNrrlrR GoNzerps Bennó¡q
1r'z8, PERLINGIERI, Pietro. Il diritto civile nella legalitá costituzionale, ESI, Nápoles 1984,
p.66.
lt286l RAMOS NUÑEZ, Carlos Augusto. Toribio Pacheco. lurista peruano del siglo XIX,
746
Et p¡REcuo DE pRopIEDAD: DE LA coNcrpcróN LIBERAL A LA socIAL
Ir287l En el Perú, el origen del registro se vincula con el estado desastroso de la economía
nacional, luego de la guerra con Chile, que había destruido el aparato productivo de
las explotaciones agrÍcolas y mineras, sin perjuicio de la descapitalización reinante,
así como la marcha de peruanos adinerados a Europa, Ia indigente recaudación fiscal
y la pérdida de optimismo a todo niveI. Por tanto, había la necesidad de establecer
reformas urgentes a fin de superar la difícil situación previa. Aquí un cuadro de la
situación del país: "La economía nacional sufría las consecuencias de la depreciación
continua del papel moneda, la emigración en masa de capitales visibles desde 1880 y
ios tremendos daños causados a la agricultura, la ganadería, la minerÍa, la industria y
el comercio por la guerra, la ocupación y la guerra intestina': BASADRE, Jorge. Histo-
ria cle la República del Perú (1822-1933), El Comercio, Lima 2005, Tomo X, p. 33
t'2881 RAMOS NUÑEZ, Carlos Augusto. Toribio Pacheco.
lurista peruano del siglo XIX, Op.
Cit., pp. 218-219.
747
GuNrr¡¡n GoNzems BennóN
rr2sel KAUFMANN, Arthur. La Filosofía del derecho en la posmodernidad, op. cit., p.72.
Ir2erol Sobre el particular, se dice: "Y bien, este cambio de paradigma, 9u: h.u hecho posible
el aludidó papel de las Constituciones como garantía de la división de los poderes y de
Ios derechós iundamentales, se ha producido con esa verdadera invención del siglo XX
¡
que ha sido Ia rigidez de la Constitución (o, si se quiere, la garantía de dicha rigidez)
por tanto, la sujeción al Derecho de todos los poderes, incluso el poder legislativo, tan-
io en e1 plano del derecho interno como en el del derecho internacional. Su sujeción,
precisamente, a1 imperativo de la paz y a los principios de justicia positiva, primeros
entre todos los dereihos fundamentales, establecidos tanto en 1as Constituciones esta-
748
Er ppR¡ctlo DE pRoprEDAo: Dr ra coNcspclóNr LIBERAL A LA socrAL
tales como en esa embrionaria Constitución del mundo que es la Carta de la ONU y la
Declaración Universal de los Derechos Humanos" FERRAJOLI, Luigi. El garantismo y
lafilosofía del derecho, traducción de Gerardo Pisarello y otros, Universidad Externado
de Colombia, Bogotá 2001, pp. 162-163.
t¡2e'l KAUFMANN, Arthur. La Filosofía del derecho en la posmodernidad, Op. Cit., p.
73.
rt2e2) LÓPEZ CALERA, Nicolás Maria. Introducción a
los Derechos Humanoi, Editoiial Co-
mares, Granada 2000, pp.3-4.
749
Guurspn GoNz¡.rss BexnóN
Ir2e31 Ahora bien, ¿cómo llegamos a determinar el contenido de los derechos humanos?
Ese es un grave problema desde la perspectiva filosófica. Para los impulsores del dis-
curso (Alexy), la verdad sale a relucir mediante el diálogo y el consenso. Sin embargo,
con buenos argumentos se ha cuestionado que un método "procesal" o "formal" pueda
alcanzar resultados sobre contenidos. Las reglas para el discurso racional no aseguran
Ilegar a la verdad, pues de esa manera solo podrían lograrse "derechos humanos com-
pietamente huecos'l reducidos a fórmulas de etiqueta. Por tanto, desde una perspec-
tiva contraria (Kaufmann), se considera que los derechos humanos son un problema
de contenido, de justicia imbricada, que solo puede obtenerse de manera empírica a
partir de la experiencia histórica. Aunque siempre tendremos que contentarnos con
proposiciones problemáticas, sin embargo, los teóricos del discurso tampoco aseguran
mucho más, y probablemente menos, por cuanto la verdad emanada de un consenso
(algo ideal) no es comprobable de manera empírica: KAUFMANN, Arthur. La Filoso-
fía del derecho en la posmodernidad, Op, Cit., pp.76-77.
750
EI- »rRpcr¡o DE pRoplEDAo: Dp re coNcppclóN LTBERAL A LA socIAL
Una visión estática del Derecho, y casi fosilizada, podría pensar que
solo los derechos civiles ("libertades", en el constitucionalismo liberal)
influyen en el Derecho civil, pero no los derechos económicos y sociales.
El enunciado es incorrecto, pues el derecho a la salud, a la educación, a la
vivienda, pueden ser reforzados mediante la tutela de resarcimiento que
recibe la víctima que padece la violación del respectivo derecho humano,
lo que es propio de Ia técnica civilística. No es casualidad, por tanto, que
la Corte Interamericana de Derechos Humanos preste cada día mayor
importancia a las reparaciones como mecanismo para revertir, en cuanto
se pueda, la afectación producida. Por ello, las Cortes Internacionales
ya empiezan a utilizar los conceptos propios de la responsabilidad civil
extracontractual, y es de esperar que en el futuro aumente la interdepen-
dencia de ambas disciplinastluesJ.
tt2e41 SEPÚLVEDA CARMONA, Magdalena. "La supuesta dicotomía entre los derechos
civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales a la luz de la evolu-
ción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos". En: COURTIS, Christian,
HAUSER, Denise y RODRÍGUEZ HUERTA, Gabriela (Compiladore s). Protección In-
ternacional de Derechos Humanos. Nuevos Desafíos, Editorial Porrúa - Instituto Tec-
nológico Autónomo de México, México 2005, pp. 283-285.
lr2esl En la Corte Intéramericana de Derechos Humanos, se ha iniciado una corriente
de
reparación del 'daño al proyecto de vida'] fundamentalmente desarrollada por los vo-
tos razonados de los magistrados Cangado Trindade y Abreu Burelli: FERNÁNDEZ
SESSAREGO, Carlos. Los 25 años del Código Civil Peruano de 1984, Motivensa Editora
Jurídica, Lima 2009, p. 597.
751
GuNrupn GoNzerps BennóN
ttz96l COURTIS, Christian. "La protección de ios derechos económicos, sociales y culturales
a través del artículo 26 dela Convención Americana sobre Derechos Humanos". En:
COURTIS, Christian, HAUSER, Denise y RODRÍGUEZ HUERTA, Gabriela (Com-
piladores). Protección lnternacional de Derechos Humanos. Nuevos Desafíos, Editorial
Porrúa - Instituto Tecnológico Autónomo de México, México 2005, pp. 46-49.
752
Er onR¡cno DE pRopIEDAp: Dr re coNcppclóN LIBERAL A LA socIAL
753
GuNrnrR GoNzRLps BennóN
tr2eel Cit. SEpúLVEDA CARNf ONA, Magdalena. "La supuesta dicotomía entre los derechos
civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y culturales alaluz. de la evolu-
ción del Derecho Internacional de los Derechos". En: COURTIS, Christian; HAUSER,
Denise RODRÍGUEZ HUERTA, Gabriela (Compiladores). Protección lnternacional de
Dereclns Hwnanos. Nuevos Desafíos, Op. Cit., pp.295-296.
754
Et peRrcuo DE pRopIEDAo: DE re coNc¡pcró¡¡ LTBERAL A LA socIAL
lrrml ALEXY, Robert (Entrevista preparada por Juan Manuel Sosa Sacio y Yolanda Soledad Tito
Puca). En Gaceta Constitucional, Gaceta )urídica, Tomo 32,Lima, Agosto 2010, p. 351.
t'r0tl ZAGRFBELSKY, Gustavo. El Derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, traducción de Ma-
rina Gascón, Editorial Trotta, Madrid 2009, p. 103.
755
GuNrnrR GoNz.qr¡s B¡.nnóu
lr302l PERLINGIERI, Pietro. Il diritto civile nella legalitá costituzionale, Op. Cit., p. 94.
tt303l CHEREDNYCHNKO, o1ha. "Derechos Fundamentales y Derecho Privado. ¿una re-
lación de subordinación o complementariedad?'i En Palestra del Tribunal Constitu-
cional. Revista de doctrina y jurisprudencia, Palestra Editores, Número 1, Lima, enero
2008, p. 104.
ltro4l LEÓN, Leysser. El problema jurídico de la manipulacíón de información personal,Pon-
tificia Univrsidad Católica del Perú - Palestra Editores, Lima 2007 , p. 363.
756
El »pnecno DE pRoprEDA»: D¡, re coNcrpcróN LIBERAL A LA socIAL
757
GuNrn¡,R GoNzer¡s BennóN
t30sl
f
CAICEDO ESCOBAR, Eduardo. "Función social y derechos humanos económico-so-
ciales" (Ponencia). En W.AA. Derecho Agrario y Derechos Humanos, Libro de Ponen-
cias del Congreso Internacional de Derecho Agrario y Derechos Humanos celebrado
en Lima y Cusco del 7 al 12 de septiembre de 1987, Cultural Cuzco, Lima 1988, p. 231.
758
EL orRr,ctIo DE pRopIEDA»: Dp re coNcppclóN LTBERAL A LA socIAL
Por otro lado, las necesidades del hombre para subvenir sus nece-
sidades, hace que los recursos se exploten a niveles superiores a los que
el ecosistema puede resistir; y en consecuencia, se producen cambios
climáticos, desastres ecológicos, pérdida de biodiversidad, inutilización de
aguas y suelos, empobrecimiento de recursos, etc. Esta amenaza latente a
nuestra civilización, y especialmente a las generaciones venideras, hace que
debamos moderar la explotación de los bienes, por lo que Ia propiedad
empieza a ser objeto de severas restricciones. No cabe invocar alegremente
"la libertad del dominio" cuando la naturaleza misma está en juego, y con
ello la suerte del hombre. Si la propiedad hace mucho tiempo dejó de ser
el reino de la arbitrariedad del propietario (ius abutendi), ahora el tema
se agudiza con Ia necesidad irnpostergable de proteger el medio ambiente:
760
a--
Et opREcHo DE pRopIEDAo: DE ta coNcEpctóN LIBERAL A LA socIAL
t'3'01 ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, l,a,an. llícitos atípicos, Editorial Trotta, Madrid
2006, pp. 50-52.
76t
GUNrH¡n GoNzer¡s BnnnóN
I'3r'l FER¡JÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Los 25 años del Código Civíl Peruano de 1984, Op.
Cit., p. 137.
lr3r2l Art. 21.- Derecho de propiedad privada
2I .I . Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes, excepto mediante el pago
de indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los
casos y según las formas establecidas por Ia ley.
21.2. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos
y según las formas establecidas por Ia ley.
2l .3. Tanto 1a usura como cualquier otra forma de explotación del hombre por el hom-
bre, deben ser prohibidas por la ley.
I'I3INASH ROJAS, Claudio y SARMIENTO RAMfREZ, Claudia. "Reseña de la jurispru-
dencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2008)'1 En Anuario de De-
rechos Humanos, Número 5, Centro de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho
de la Universidad de Chile, Santiago 2009, p. 127.
762
,
tr3t4l 'Al derecho privado, que hasta ahora determinaba en solitario la configuración de las
relaciones juridicas y la decisión de los conflictos jurídicos, se le sobrepone otro or-
den jurídico; éste tiene incluso primacía sobre é1, si bien consiste solotn principios
jurídicos, además de escasos, muy amplios y frecuentemente indeterminados, cuyo
significado para el caso concreto siempre será de más difícil determinación que el
correspondiente a las normas pertinentes del Derecho privado: la claridad y la certe-
za jurídica, necesarias justamente para el tráfico jurídico-privado, resultan afectadas
de modo no irrelevante. La falta de claridad se incrementa por la peculiaridad de la
constelación de los derechos fundamentales": HESSE, Konrad. Derecho Constitucional
y Derecho Privado, Editorial Civitas, Madrid 2001, traducción de Ignacio Gutiérrez,
pp. 59-60.
763
GuNru¡p. GoNzeLrs B¿,nnóN
764
Et oE,Rpcuo DE pRoprEDAo: Dp re coNcppclóN LTBERAL A LA socrAL
765
GuNrnER GoNzerEs BennóN
«Sobre
tr3r51 el particular, el Tribunal Constitucional estima que la medida estatal adoptada
(artículo i001, inciso 4 de1 Código Civil), que limita el derecho a 1a efectividad de las
iesoluciones judiciales y el derecho de los niños v adolescentes a percibir alimentos
-determinados en una sentencia-, no resulta absolutamente necesariLT para la consecu-
ción del objetivo que pretende, pues este pudo haber sido conseguido mediante otras
medidas igualmenie iáóneas, pero menos restrictivas del aludido de¡echo fundamen-
tal, como-por ejemplo el establecímiento de un plazo de prescripciót_r nral'or, más aún
si se tienein considiración qtre 1'a el inciso 1) del mencíonado artículo 2001 del Códígo
Civil establece la precripción de la accíón que nace de una ejectttoría (r1ue ptrede v,ersar
sobre cualquier isunto) en un plazo de diez anos. Resulta arbitrario que el legislador
del Códigó Civil haya fijado un plazo de prescripción de 2 años para aquella acción
qr. nu.."d. una sentencia que fiJa una pensión de alimentos, Pero_ que en el caso de
la acción que nace de una ientencia que fija cualquier otro tipo de pago haya esta-
blecido uíplazo de l0 años, más aún si se toma en consideración que el principio
(el
constitucional de protección del interés superior del niño, niña y del adolescente
mismo que se dcsprende del artículo 4 de la Norma Fundamental) exige un trato es-
pecial respecto de tales menores de edad, no solo en el momento de la producción de
nor-ur, sino también en el momento de la interpretación de las mismas. No se puede
sostener que en un Estado Constitucional se respeta el principio de interés superior del
niño y dei adolescente cuando se verifica que existen, de un lado, leyes que establec-en
la prescripción en 2 años de ia acción para cobrar las pensiones de alimentos de los
niños y aáolescentes ¡ de otro lado, leyes que establecen la prescripción en 10 años
de la acción para cobrar cualquier otro tipo de deuda establecida en una ejecutoria.
por tanto, hatiéndose verificaáo que la medida estatal examinada no supera el exa-
men de necesidad, y consecuentemente que tal medio restringe injusti6cadamente los
derechos de los niños y adolescentes a la efectividad de las resoluciones judiciales y a
percibir alimentos, debe declararse la inconstitucionalidad de tal medida estatal (nor-
ma o sentido interpretativo), por resultar incompatible con la Constitución' (Exp. N"
OZ13Z-2008-PA/TC-lCA, Seniencia de 09 de mayo de 2011,36" fundamento jurídico).
766
EL »pRpcuo DE pRoprEDAo: Dp re coNcspcróN LTBERAL A LA socrAL
767
I
CapÍruro XII
EL CONCEPTO JURÍDICO DE
PROPIEDAD EN EL DERECHO
CIVIL DE LA MODERNIDAD
1. IDEA DE MODERNIDAD
La modernidad se inaugura en el siglo XVII con Descartes y su fe
en la razón del hombre corno medio para conocer la verdad, alcanzar
el conocimiento y lograr el progreso. Se plantea, así, la ciara diferencia
entre sujeto que conoce y el objeto de conocimiento. En tal perspectiva,
el hombre es el arno y señor del universo que puede, a trar'és de la ra-
zón, alcanzar todas las metas. Esta idea se cortecta con 1a otra referida
al progreso del hombre, que puede dominar sus inrpulsos, ia técnica y
la naturaleza.
El racionalisrno conlle'a el nacin:iento de una nueva fornla dg enten-
der la ciencia, cuyas características son la observación, experimentación
y la causalidad. Por el contrario, la ciencia aristotélica, de fines, de tras-
cendencias, de pura especulación, queda enterrada definitivams¡¡s[rrte1.
Por ejemplo, la derrota de Galileo en el Tribunal de la Inquisición, en
el siglo XVI, fue en realidad el adelanto de un triunfo definitivo de la
nueva ciencia.
tt3'ól GOÑI, Carlos. Breve historia de lafilosofía, Ediciones Palabra, Madrid 2010, p. 138,
dice: "Se conoce por Racionalismo la corriente filosófica moderna inaugurada por
Descartes, que abarca los siglos XVII y XVIII (momento en que se transforma en idea-
lismo) y que tiene estas características generales:
- Confianza plena en la razón como único medio de explicar la realidad.
- Desconfianza en el conocimiento sensible y la experiencia.
- Creencia en la existencia de ideas innatas.
- Aplicación del método deductivo, teniendo como paradigma las matemáticas'l
771
GuNrr¡rR GoNzeLrs BennóN
«Lo
I13r71 que hizo Grocio, en realidad, fue generalmente reconocido por los humanistas
cuando redescubrieron a los estoicos. Sobre esta visión de conjunto fundó su trata-
miento del derecho internacional como aquel al cual los soberanos deben sujetarse
por la razón": FRIEDRICH, Carl ]oachim. La Filosofía del Derecho, Fondo de Cultura
Económica, México 1997 , pp. 101- 102.
772
EL coNcppro JuRÍorco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvrl DE LA MoDERNTDAD
t3t8l
f
SCHWARTZ,Pedro. "Derechos de propiedad o ei círculo de tiza caucasi ano".En Infor-
mación Comercial Española, Madrid, enero 1979, p. 67 .
Ir3tel Esta es la posición áe los economicistas, que son representantes del Derecho de la
modernidad: "En un mundo en el se han abolido los derechos de propiedad, el
-que
agricultor que siembra la tierra, la fertiliza, y construye espantapájaros, se encontrará
773
a
que cuando el maíz esté listo para ser cosechado sus vecinos vendrán y se lo llevarán
sin que pueda hacer nada para evitarlo. Obviamente, no habrá ningún incentivo para
volver a-sembrar y el carnpesino abandonará la agricultura. Así, no se crearán los in-
centivos necesarios para conseguir las inversiones requeridas para la subsistencia de
todos 1os integrantes de la sociedad": BULLARD, Alfredo. "un mundo sin propiedad'l
E¡ Estudios de anólisis económico del derecho, ARA Editores'Lima1996'p.76.
ur20l SCHWARTZPedro. "Derechos de propiedad o el círculo de tiza caucasiano".En Infor-
mación Comercial Española, Op' Cit., pp.67-68.
tr32u La "internalización di las externalidades" es una regla económica que tiene su correla-
774
l-
/ /5
GuNrHen GoNz.alE,s BennóN
tr323l U'no de los más importantes autores del Código Civil Francés de 1804, hace más de dos
siglos, explicó la importancia del derecho de propiedad con ideas claramente econó-
micas: "El hornbre nace con necesidades; es preciso que pueda alimentarse y vestirse:
tiene, ¡rues, derecho a las cosas necesarias para su subsistencia y conservación. He aquí
el origen dcl derecho de propiedsd. Nadie habria plantado, sembrado ni edificado, si
las tie¡ras no hubieran sido divididas 1'si cada individuo no hubiera estado seguro de
poseer pacificamente su dominio. El derecho de propiedad es en sÍ, por consiguiente,
una institución .lirccta de la naturaleza, ¡'la manera en que se ejerce es un accesorio,
un desarrollo, una consecuencia del derecho mismo": PORTALIS, Jean Etienne Marie.
Discurso prelirttinar al Código Civil Francés, traducción de I. Cremades y L. Gutiérrez-
Masson, Editorial Civitas, ltf adrid 1997, p. 102.
Esta doctrina no era inusual en la época, conforme se prueba con la exposición
de motivos de Ia famosa Ley Hipotecaria de 1861, que instauró el Registro de Ia
Propiedad en España, y en 1a cual se desarrolla todo un conjunto de proposiciones
económicas sobre la función de la propiedad y su asignación a través del registro.
He aqui una breve cita de los motivos: "Pocas reformas en el orden civil y eco-
nómiéo son de más interés y urgencia que las leyes hipotecarias. Las actuales se
hallan condenadas por la ciencia y por ia opinión, porque ni garantizan suficiente-
mente 1a prosperidad, ni ejercen saludable influencia en 1a prosperidad pública, ni
asientan en sólidas bases el crédito ter¡itorial, ni dan actividad a la circulación de
la riqueza, ni rnoderan e1 interés del dinero, ni facilitan su adquisición a los dueños
de la propiedad inmueble, ni dan la debida seguridad a los que aquella garantía
prestan sus capitales": Cit. GARCÍA GARCÍA, )osé Manuel. "La función registral
y la seguridad del tráfico inmobiliario".En Revista Crítica de Derecho Inmobiliario.
Número cottmemorativo de los 50 años de la reforma hipotecaria de 1944' CRPME,
lvladrid 1995, pp. 100-10i.
trr2'rl El carácter eminentemente liberal del Derecho romano de propiedad ha sido desta-
cado por SCHULZ, Fritz. Derecho Romano Clósico, traducción de José Santa Cruz
Teijeiro, Bosch Casa Editorial, Barcelona 1960, pp. 322-323, mediante las siguientes
notas distir.rtivas:
- La propiedad es sacrosanta, y aunque no hubo una declaración explícita sobre el par-
776
Er coNc¡,pto ¡uRÍorco DE pRoprEDAD EN EL DERECHo cIvrL DE LA MoDERNTDAD
justicia, el valor que preside e informa todo el sistema jurídico. La ¡eferencia valorativa
dominante, consustancial con la idea misma del Derecho. Ella es la que hace posible
una fundamentación objetivamente racional de las decisiones. Una justicia aplicada
intuitivamente, con arreglo a la convicción personal de cada juez, lo que postulaba la
Escuela de Derecho Libre, ya sabemos a donde nos lleva (...) a la arbitrariedad y a la
inseguridad jurídica.
Es más. La dogmeitica jurídica garantiza in extremis la subsistencia del siste-ma jurídico
como un subsistema social diferenciado, respecto de otras esferas o subsisten.ras que
componen el macro-sistema de ordenación social. Algo que no se debe echar en saco
roto, pues esa diferenciación -sin llegar a extremarla como LUHN{ANN propende a
hacer- constituye, sin duda, un logro de las sociedades democráticas modernas. Por
lo menos tanto o más importante que el del mercado, tan idolatrado por los analistas
económicos del derecho. Asegura que las esferas de la economía, de la política, del
derecho no se confundan y se mantengan separadas, aunque no estén plenamente in-
comunicadas. (...)
La Política pide flexibilidad, el Derecho estabilidad. Algunas de sus zonas, como la del
Derecho privado, en cuanto ordenador de las relaciones juridicas del 'hombre común',
aún más. La manipulación partidariamente 'política' de éste, cua)quiera que sea su
signo ideológico, no es deseable. En menos de una década hernos podido ver teorias
'ideologizadas' radicalrnente opuestas, que patrocinaban todas ell;rs un uso 'alterna-
tivo' del Derecho privado. Las de antes promor,ían valores sociales colectivos. Las de
ahora, valores individuales, bajo e1 r'estido de la 'eficiencia econóntical De hacer caso
a unos y otros en su pretensión de '¡eorientar' el ¡nismo Derecho 'dado' e¡r una y otra
dirección, todos ellos convencidos de que su orientación ideológica es la socialmente
más progresiva, lo que es claro es que el ciudadano común, en cuestión de poco tiem-
po, se veria perpLejo y deconcertado. (...) Pero hagamos un esfuerzo de imaginación
-más de bien de ciencia ficción- y tratemos de figurarnos cómo sería nuestro sistema
jurídico y nuestra vida social si se optara por una reconfiguración de1 entero sistema
jurídico, reemplazando el valor de 1a Justicia por el de la Eliciencia. ¿A dónde nos
conduciría el análisis económico del derecho de POSNER, llevado a sus últimas con-
secuencias? No es que vaya a suceder, pero no sería malo que nos lo representáramos
por un momento.
Sería un sistema en el que las controversias jurídicas se resolverían por un criterio ex-
trajurídico, un criterio de economía'política'¡ además, rodeado de no pocas inseguri-
dades en su aplicación y, por tanto, políticamente manipulable. La Econornía, la Políti-
ca y el Derecho aparecerÍan en ese escenario confundidos en un toturn revolutum. No
creo que fuera muy distinto del sistema jurídico del irnperio faraónico de las primeras
dinastías. Sólo falta ligarlo a la divinidad. Clara e inequívocamente significaría un re-
troceso a un estadio mucho más primitivo de la Sociedad. Si a eso le añadirnos que ni
los espacios sagrados de la libertad individual tendrían en ese sistema una posición
garantizada, al menos si no concuerdan con la eficiencia económica, la verdad es que
no parece que ese mundo al que apunta el análisis económico del derecho sea un lugar
demasiado placentero para vivir'1
La idea expuesta es clara y contundente.
778
EL coNcppro IuRÍotco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvll- DE LA ¡,IoDERNIDAD
lrsrol Art. 544 CODE: "Es el derecho de gozar y de disponer de las cosas de la manera mós
absoluta, con tal que no se haga de ellas un uso prohibido por las leyes o por los regla-
mentos".
fr33rl Art. 903 BGB: "El propietario de una cosa, en tanto c¡ue la ley o los derechos de terceros
no se opongatr, puede proceder con la cosa según su voluntad y excluir a otros de toda
intromisión".
[1332] En el Código civil francés se produce una mezcla entre el antiguo régimen y el dere-
cho nuevo. El antiguo régimen se manifiesta en la definición de 1a propiedad como
conjunto de facultades (uso y disfrute), recordando así a la propiedad feudal como
pertenencia hacia una facultad específica de la cosa, y en la que podian coexistir va-
rias pertenencias. El derecho nuevo se advierte en ia definiciór.r de propiedad como
un derecho único (abstracto), aplicable a todo tipo de cosas sin la multiplicidad de
formas dominicales presentes en el régimen feudal. Por el contrario, en e1 Código civil
alemán repugna toda definición de contenido, y su abstracción es total. La propiedad
se entiende corno un poder supremo de cualidad diversa a la suma de poderes, ya que
los compendia a todos y los supera: GROSSI, Pao|.o. La propiedad y las propiedades. Un
análisis histórico, Op. Cit., pp.124-130.
780
El coNcppro ¡unÍoIco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo cIvIL DE LA MoDERNIDAD
cosa, dentro de los límites señalados por la ley; además, está obligado a
abstenerse de causar daño a otro con el abuso manifiesto de su deiecho,
y a usar racionalmente de la cosa conforme a su naturaleza. La propiedad
dejaría de ser una relación de fuerza, para convertirse en una relación
económica fundada en la utilidad socialtr333l.
I'333] COMISION REFORMADORA DEL CÓDIGO CIVIL DE \852, ACTAS CIC IAS SESiONES
de la Comisión Reformadora del Código Civil Peruano,cuarto fascículo, Imprenta Cas-
trillón, Lima 1928, pp. 152-160.
Irr34r Ibíd., pp. 171-173.
t'33s1 AVENDANO VALDEZ, )orge. 'Anteproyecto del Libro de Derechos Reales'l En co-
MISION REFORMADORA DEL CÓDIGO CIVIL. PTOYCC\OS Y ANtCPTOYCCtOS dC IA
Reforma del Código Clvil, PUCB Lima 1980 Tomo I, p. 796.
tr336l según BARBERO, Domenico. sistema del derecho privado, traducción de Santiago
Sentís Melendo, EJEA, Buenos Aires 1967, Tomo I, pp. 172-173, el derecho subjetivo
es un ámbito de actuación licito (agere licere). Es un concepto positivo, no negativo.
781
GuNrurR GoNz.c.Les Ben nóN
tt]rl ESCOBAR ROZAS, Freddy. 'Algunas cuestiones fundamentales sobre el deber jurí-
dico'] En Teoría general del derecho civíl - cinco ensayos, ARA Editores, Lima 2002,
pp. 27 -29, sostiene que las situaciones jurídicas subjetivas de ventaja pueden ser, a su
vez, activas o inactivas, cosa que depende de la posibilidad de obrar de su titular en
relación con la satislacción de iu intelés. Así, es "activa" Ia situación que permite obrar
para realizar el interés que le sirve de presupuesto; e "inactiva" si es que no permite
tb.r. pu.u obtener dichó resultado. Siendo ello asi, constituyen situaciones de ventaja
"acti.,,ás" el dcrecho subjetivo y el poder jurídico; mientras que ei interés legítimo cons_-
titul,e Ia típica situación de ventaja "inactiva'l con respecto al..derecho de propiedad,
este autoria cataloga como una situación jurídica de ventaja "innornir-rada" -esto es.
no lo considera un derecho subjetivo- por cuanto el propie-tario carcce de facultad
de obrar para satisfacer su interés. Asi, es reconocido que el interés del propietario se
concentra en la no-intcrfcrencia de los terceros en su libre goce del bien, aunque este
propietario no tcnga pretensión alguna frente a dichos terceros, \'a que no puede exi-
girles la realización de conducta alguna durante la situación de normalidad; es decir,
el propietario carece de pretensiones contra los terceros que de hecho puedan actuar
sobre el bien que le pertenece; claro que el propietario podría obrar si se viola el deber
de no-interlerir, pero se hará mediante acciones posesorias o interdictales, las cuales
reconducen la cuestión a Ia tutela de la posesión.
Incluso, dentro del puro conceptualismo, tal opinión es discutible por los siguien-
tes fundamentos:
- En una situación de normalidad, el titular de una situación jurídica siempre carece de
pretensioncs. Por ejen-rplo: si se celebra un mutuo, y el mutuatario paga la deuda en el
plazo cor.nenido, ¿qué pretensión tiene el acreedor? La respuesta es ninguna, ya que el
cumplirniento escrupuloso por parte del obligado hace innecesario recurrir a a cualquier
mecanisrno de tutela. Es más, en un "mundo perfecto' (esto es, la "situación de normali-
dad") no habría Derecho objetivo ni Tribunales que lo apliquen, por cuanto las relaciones
sociales se cumplirían en total armonía. Por tal razón, este argumento, llevado al extremo,
implicaria la inexistencia de cualquier derecho subjetivo, y no solo el de propiedad.
- Esta tesis esconde un error de partida, que puede llevarnos directamente a la postu-
ra reduccionista del derecho subjetivo, emparentando este con los medios de protec-
ción. Según esta criticada tesis, el derecho solo existe cuando se produce su violación
y es necesaria la intervención del orden jurídico. Esta doctrina no se concilia con la
realidad, pues todos estamos de acuerdo en la existencia del derecho mientras nadie
interfiere en él; es más, la no-interferencia se debe en gran n.redida a la existencia del
derecho. Los n.redios de protección son instrumentos de tutela de un derecho ya exis-
tente y reconocido; estamos frente a un prius (el derecho subjetivo) que origina su
consecuencia o posterioris (instrumentos de tutela). Como dice BARBERO, Domeni-
co. Sistuna dc Derecho Privado, Op. Cit., Tomo I, p. 173,\a propiedad no es impedir
782
Er co¡¡c¡pro IURÍotco DE pRoplEDAD EN EL DERECHo cIVIL DE LA MoDERNIDAD
que alguien nos robe, sino principalmente un ámbito lícito de actuación referido a una
cosa o un bien, aunque esto ú1timo también incluya lo otro.
- El origen histórico del concepto de "derecho subjetivo" se encuentra en la genera-
lización y abstracción del derecho de propiedad; Por tanto, resultaría ilógico que el
concepto especílico que sirvió para delinear el concepto genérico, la propiedad, fi-
nalmente no pertenezca a esta última categoría. Sería algo así, como sostener que el
contrato no es negocio juridico, pese a que se trata de 1a noción específrca que sirvió
pára construir 1a noción genérica.
- Tampoco convence e1 argumento de que las interferencias de los terceros se remedian
solo con 1as acciones interdictales y, por tanto, el propietario carece de pretensiones
propias. En realidad, el propietario que no puede acudir a la tutela sumaria de la po-
sesión cuenta para sí con la clásica acción reivindicatoria, con la cuai pone fin a la
interferencia indebida de los terceros. Además, el propietario afectado puede solicitar
una tutela inhibitoria en contra de los propietarios vecinos que producen molestias
intolerables en el ejercicio de su derecho (art.961 CC). Por otro lado, ni siquiera es
necesaria una interferencia de terceros para que el propietario cuente con remedios
legales en tutela de su derecho, tal como es el caso de la llamada acción declarativa de
dominio, cuya naturaleza es de mera ceÍteza, comprobación o declaración, sin necesi-
dad dc intcrlcrencias o injcrencias ajenas.
I13]81 La doctrina conceptualista dice sobre el particular: "el hecho de que la propiedad (¡
783
GuNrurn GoNz¡.ms BannóN
784
Et coNcppro JuxÍolco DE pRoplEDAD EN EL DERECHo ctvrL DE LA MoDERNTDAD
785
GuNtspn GoNzelss BennóN
786
El coivcnpro IURÍDICo DE pRopIEDAD EN EL DERECHo clvrt, DE LA MoDERNTDAD
la "violación del interés social" con la "violación por abuso del derecho".
De esta manera, en ia concepción del codificador, el ejercicio contrario
al interés social (o al bien común) conlleva la aplicación de la teoría del
abuso del derecho (art.924 CC;lt:'tsl, por tanto, el afectado puede solicitar
la paralización o suspensión dei acto y el resarcimiento, si fuese el caso,
para Io cual eljuez tiene la delicada misión de decidir los casos de abuso
de acuerdo a las circunstancias del caso concreto.
«Una
Ir345] crítica que se hizo con referencia al art.34 de la Constitución antigua (de 1933)
es que no contenía una sanción. Es decir, se limitaba a establecer un precepto de ca-
rácter dcclarativo al disponer que el ejercicio de la propiedad debía armonizar con
el interés social. Pero no decía que ocurría en caso que un determinado propietario
ejerciese su derecho sin guardar la necesaria armonía con el interés social. Los críticos
de la Constitución de 1933 señalaron en algunas ocasiones que la norma carecía de
eficacia en razón de no tener sanción. Tampoco hubo leyes posteriores que recogieran
para casos específicos el principio del interés social como elemento rector. (...) El art.
924 del nuevo Código Civil pretende salvar la omisión constitucional y establece que
cualquier persona o entidad que sufra o esté amenazada de un daño porque otro se
excede o abusan en el ejercicio de su derecho, pueda exigir al juez que las cosas se
restitul.an al estado anterior o que se adopten las medidas del caso, sin perjuicio de la
indemnización por los daños irrogados. El ejercicio excesivo o abusivo de la propiedad
no necesariamente alecta el interés social. Podría vulnerar tan sólo un interés parti-
cular o privado, en cuyo caso el grupo social perjudicado tendría expedito su derecho
para exigir que las cosas se repongan al estado anterior o que se adopten las medi-
das correctivas a.juicio del juez, sin perjuicio de la indemnización que corresponda":
AVENDANO VALDÉZ. 'Atributos y caracteres del derecho de propiedad'l En VV.AA.
Bibliotcca para leer el Código Civil,Op. Cit., Volumen I, pp. 102-103.
l'36] PÉRFZ PER.EZ, Emilio. Propiedad, Comunidad y Finca Registral, CRPME, Madrid
1995, p.98.
787
GuNrnsR GoNzer-ss BennóN
Sobre esto vale la pena hacer un poco de historia: Los textos roma-
nos habían establecido que no causa daño quien ejercita de su derecho.
No obstante, en la jurisprudencia francesa del siglo XIX se puso límites
al derecho de propiedad cuando este se ejercitaba con la intención de
perjudicar a otro. Se cita el famoso caso del Tribunal de Colmar en 1855,
el cual afirmó que el ejercicio de todo derecho ha de mantenerse dentro
de los límites de satisfacer un interés serio y legítimo. De esta manera, se
evitó que un propietario levantara una falsa chimenea frente a la ventana
de un vecino, sin más finalidad que la de incomodarle; de la misma forma,
un Tribunal de Lyon de 1856 sancionó el hecho de vaciar continuamente
el agua de un pozo solo para dejar sin agua el pozo del vecinolrsa8l.
En estos casos, prototípicos de la teoría, lo que en realidad ocurre
es que loslínrites naturales (o intrínsecos) del derecho subjetivo no están
claramente fijados; en muchas hipótesis, el único límite eficaz es juzgar
la conducta del titular según los criterios objetivos de la buena fe. Se ha
observado, con razón, que si el derecho subjetivo contuviese los límites
dentro de los cuales el titular puede actuar legalmente, entonces el abuso
del derecho sería una imposibilidad lógica. Pero en la realidad los confi-
nes de cada derecho no están precisados, por lo que la teoría del abuso
del derecho sirve para impedir el reconocimiento de situaciones inicuas
que se reputan extrañas al contenido mismo del derecho, pero que ante
su indeterminación de linderos pudieran ser considerados aparentemen-
te como lícitoslr3ael. Con toda razón, dice el profesor italiano Antonio
Gambaro que el abuso del derecho ha sido utilizado para declarar ilícitos
los comportamientos que formalmente se presentan como el ejercicio de
derechos absolutos, pero que, en realidad, tales hipótesis se reabsorben
fácilmente dentro del ilícito civil, una vez reconocido que el ejercicio
¡txzt ppp¡[§DEZ SESSAREGO, Carlos. Abuso del derecho, Editora Iuridica Grijle¡ Lima
1999, p.283-284.
I'3481 PUIG BRUTAU, José. Introducción al derecho civil, Bosch Casa Editorial, Barcelona
1981, p. 423.
l'3ae1 Ibíd., p.424.
788
Er coNc¡pto Juníorco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvrl DE LA MoDERNTDAD
una institución como el abuso del derecho se origina por las necesi-
dades de la vida práctica y por la idea de humanización del ordenamiento
jurídico. Por encima de cualquier discrepancia doctrinal, se encuentra la
noción fundamental de que los derechos subjetivos nunca son ilimitados,
ni pueden ocasionar daños gratuitos a terceros, bajo pena de convertirse
en actos ilícitos, máxime cuando no se tiene en cuenta deberes morales
y sociales. Sin embargo, para el Derecho civil tradicional se ve con re-
celo que una teoría tan amplia e indeterminada lleve a la arbitrariedad
judicial, contraria al valor de la seguridad jurídica. Por fal razón, desde
un principio se buscó establecer los elementos configuradores del abuso
del derecho. sobre el particular, existe una famosa sentencia del Tribunal
Supremo Español, del 14 de febrero de 1944, en el que se desarrollaron
los elementos propios de este institutotrssal:
i. Uso del derecho subjetivo de una manera e-xternantente legal.
ii. Daño a un interés no protegido por una específica prerrogativa
Iegalir:ssJ'
tt3s0l Cit. ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Ensayos sobre teoría general del Derecho y los dere-
chos de las personas, Editorial Huallaga, Lima 1996, p. 47 . El mismo Gambaro opina
que el abuso del derecho, en una segunda óptica, ha sido utilizado para declarar in-
eficaces actos jurídicos que de otra manera hubieran obtenido el resultado jurídico
querido por el agente.
r3srl Art. 226.- "El ejercicio
f
de un derecho no es admisible cuando sólo puede tener por objeto
causar daño a otro".
Ir3s2lArt. 2-2: "el man{iesto abuso de un derecho no está protegido jurídicamente".
tr3s3lArts. II título preliminar, 924 C.C.
It3sl PUIG BRUTAU, Iosé. Introducción al derecho civil, Op. Cit, p. 426.
trrssl La exigencia del daño es discutible, pues si fuera así no podria prevenirse un daño que
no se ha realizado a través de Ia tutela inhibitoria. En todo caso, el daño es un presu-
puesto para el remedio indemnizatorio: FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. A&¿rso
del derecho, Op. Cit., p. 283.
789
GuNrsen GoNzeLes Bennón
«El
tt356l artículo II del Titulo Preliminar del Código Civil vigentc' introduio en su versión
primigenia una irrportante innovación como es la de establecer Ia posibilidad de ac-
cionar para er.itar que se produzca un acto abusivo o prra suprilriir rquel en curso.
En este sentido, el numeral autorizaba al interesado a solicitar se adopten las medidas
que fueren necesarias para in-rpedir la realización de un acto que estaria destinado a
lesionar sus intereses (...). Estirnamos un acierto, que constitLl)'e un valioso precedente
en la lcgislación comparada, que el Código Civil de 1984 prescribiese en su versión ori-
ginal la tutela preventiva de los intereses que pudieran verse afectados con una posible
acción abusiva, así como el que se permitiese tanrbién la su¡rresión del abuso eu acto":
Ibíd., pp. 28t-282.
La misma postura se mantiene con la nueva redacción del art. il del Título Prelirninar
del Código Civil en virtud de la modificación de 1993 por obra de 1as disposiciones
finales del Códígo Procesal Civil.
lr3s7l 'Una empresa quería hacer una inversión inmobiliaria importante. Tenía que escoger
dónde hacer esta inversión entre varios países de Latinoamérica y redujo sus opciones
Iinalntente a Chile, Argentina y Perú. Los abogados peruanos trataron de explicarle
qué quiere decir el artículo 923 del Código Civil. Según este artículo,1a propiedad es el
poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y reivindicar un bien, poder que
debe ejercerse en armonía con e1 interés social. Cuando el inversionista pidió que le
explicaran qué cosa quiere decir el'interés sociall la explicación no tue Inuy clara y la
interpretación en la jurisprudencia nacional sobre cuáles eran los alcances de dicho
término era virtualmente inexistente. No se le podia explicar a qué linrites quedaba
sujeto el ejercicio de su propiedad. El resultado fue que invirtió en Chile": BULLARD
GONZÁLEZ, Alfredo. "Sobre el Código Civil y los dinosaurios'l En VV.AA. ¿Por qué
hay que cambiar el Código Civil?,UPC, Lima 2001, pp.27-28.
790
Er coNcEpro JunÍorco DE pRoprEDAD EN EL DERECHo ctvrL DE LA MoDERNTDAD
6. CARACTERES DE LA PROPIEDAD
Los siguientes caracteres o notas configuradoras de la propiedad
delinean este derecho subjetivo, de acuerdo con la visión tradicional:
DERECHO REAL: es un ámbito de poder que se ejerce en forma
directa e inmediata sobre un bien, generando ia pertenencia de
este a un sujeto.
bien. E1 propietario puede usar, disfrutar y disponer. Tiene sin enrbargo Iimitacio-
nes, algunas de las cuales ya vimos a propósito del art. 923 dei nuevo Código. Allí se
consigna la neceóaria armonía entre el ejercicio de 1a propiedad y cl interés social; y
se indican asimismo los límites que la ley puede poner, y de hecho pone, al ejercicio
de los poderes del propietario. La propiedad sigue siendo, sin ernbargo, un derecho
absoluto porque comparativamente con todos los demás derechos reales, ella confiere
la plenitud de las lacultades sobre la cosa. (...) Puede entonces decirse que la propiedad
79t
GuNrurx GoNzerEs Benn.óN
792
CnpÍruro XIII
Et CONCEPTO IURÍDICO DE
PROPIEDAD EN Et DERECHO CIVIL
DE LA POSTMODERNIDAD
1. IDEA DE LA POSTMODERNIDAD
La postmodernidad nace en el siglo XX como reacción frente a la
comprobación que la razón no ha solucionado los problemas del hom-
bre. En efecto, el avance del conocimiento, de la técnica y de la ciencia,
que tanto ha contribuido al crecimiento de la riqueza, aunque en forma
muy desigual entre los distintos estamentos de la sociedad, sin embar-
go, no ha logrado la felicidad privada, amenazada por el consumismo y
la angustia; ni la honestidad pública, aquejada por la corrupción; ni la
libertad política, sojuzgada por las fallas notorias de la democracia; ni
tampoco se ha logrado la igualdad entre los hombres, socavada por las
diferencias entre la clase dominante, minúscula, frente a los despoieídos,
que son la gran mayoría.
795
GuNrnsn GoNz¡.rEs BennóN
«Pues
11364l bien, en la hipótesis que yo propongo, la modernidad deja de existir cuando
-por múltiples razones- desaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia
como una entidad unitaria. Tal concepción de la historia, en efecto, implicaba Ia exis-
tencia de un centro alrededor del cuál se reúnen yordenan los acontecimientos (...)
La crisis de Ia idea de la historia lleva consigo Ia crisis de Ia idea de progreso: si no hay
un decurso unitario de las vicisitudes humanas, no se podrá ni siquiera sostener que
avanzanhacia un fin, que realizan un plan racional de mejora, de educación, de eman-
cipación. Por lo demás, el frn que la modernidad pensaba que dirigía el curso de los
acontecimientos era también una representación proyectada desde el punto de vista
de un cierto ideal del hombre": VATTIMO, Gianni. "Posmodernidad: ¿una sociedad
transparente?'l En VVAA. En torno a la posmodernidad, Anthropos Editorial, Barce-
lona 20 I I , pp. 1 0- I 1 .
796
-
2. CONCEPTO DE PROPIEDAD
Según ATIENZA y RUIZ IvIANERO: "el derecho de propiedad sobre
una cierta cosa es un título que constituye el fundamento de un complejo
de posiciones normativas (...), no sujetas a límite temporal, en relación a
esa cosa y frente a todos los demás"lt36sl. En Ia tradición jurídica norteame-
ricana se dice algo muy parecido, en tanto se considera que la propiedad
es un conjunto de derechos, libertades, poderes y deberestt366l. Nótese que
el vocablo "propiedad", dentro de este contexto, abarca cualquiera de los
derechos reales con los que comparte el mismo molde.
l'r6sl ATIENZA, N1anuel y RUIZ MANERO, Juan. Ilícitos atípícos, Editorial Trotta, Madrid
2006, p. 48.
rtr66l WALDRON, Jeremy. The right to private property, Clarendon Paperbacks, 1988, p.27.
t'167r ATIENZA, Manuel yRUIZ MANERO,
luan. Ilícitos atípicos, Op. Cit., pp.48-49.
Vale señalar que 1os citados autores colocan en situación de primacia "el derecho a no
ser interferido'l dentro de la idea de Hohfeld, que sigue a Kant, en el sentido de que
no "existen derechos con las cosas, sino entre personas'l En nuestra exposición, el ele-
mento determinante de la propiedad es la posibilidad de ejercer las facultades de
aprovechamiento y disfrute, ya que esta característica identifica e individualiza el
derecho. Es una razón práctica, y no frlosófica.
GuNrgrn GoNzer-p,s B¡,nnóNr
11361 Compárese, por ejemplo, el Código Civil Austriaco de 1811: "Como consecuencia de
su derecho de disponer libremente de su propiedad, el propietario pleno puede, como
regla general, hacer uso de ia cosa o no hacer ningún uso de ella, a su arbitrio; él puede
798
Et coNcrpro ¡unÍolco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo clvrl DE LA posrMoDERNrDAD
t,rrrl EI siguiente comentario se realiza bajo la tesis que 1os bienes privados tienen un alto
comfonente social en su obtención, por 1o cual ei individualismo pierde su principal
"Nadie
baluarte, esto es, que las cosas solo le importarían a su dueño. En tal sentido,
es dueño en excluiiva de sus facultades, porque tendrían ur.r desarrollo totalmente di-
ferente si no hubiera podido cultivarlas en sociedad. La voluntad y el ingenio, e1 senti-
miento y Ia razón no serían siquiera los de ese 'eslabón perdido' humano que ya vivÍa
con otros semejantes. Nadie ei dueño en exclusiva del producto de esas facultades,
socialmente deiarrolladas, ni tampoco de los bienes que le l1egan por herencia. Por
herencia familiar o por herencia po1ítica, que ningún mérito tienen quienes nacen en
Estados unidos o en Europa paia reclamar como propios, en exclusiva, esos bienes
800
Er co¡¡c¡pro JunÍorco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvll DE LA posTNIoDERNIDAD
801
GuNrnrn GoNz¡.r,ps B¡.x.nóN
tr373lEn el caso concreto se analizó la obligación de los propietarios para mantener a los
arrendatarios de pequeñas huertas de 300 m2 por 2,50 malcos al mes. Aquí no existe
proporcionalidad entre ia severa restricción que sufre el propietario y el interés que se
iutela en el arrendatario. AsÍ la sentencia: "Si el deseo y el interés del arrendatario en
particular, de poseer una pequeña huerta, no es tan grande y legítimo, entonces no se
podrá hablar áe que é1 requiére del uso de la propiedad ajena en la misma forma que
por ejempio de una vivienda, que representa un presupuesto indispensable
puru uru
"n "i.uro
digna y para las condiciones de vida personales- A pesar de que la
"lrtencia
vivienda es de gran significado para el arrendatario, como lo es también para el arren-
datario de Ia huerta, el derecho vigente le atribuye a los horticultores una posición
legal considerablemente más fuerte, que no es compatible con el mandato de iograr
uña igualdad y una relación equilibrada de los intereses dignos de protección de ambas
purt.i. E1 sistema reglamentaiio protege en su actual estructura en forma unilaterai
ios intereses re.onocldos al arrendatario para conservar la huerta, que le sirve a sus
necesidades predominantemente ideales, sin tener en cuenta suficientemente los inte-
reses del propietario; esto ha llevado a que la sustancia de la propiedad, garanti,¡da
constituci,cnálmente, se vea ampliamente demeritada (...) El sobrepeso unilateral de
la posición legal del arrendatario no se encuentra en consonancia con el principio
constitucionafde Ia proporcionalidad": SCHWABE, ]ürgen (Compilador). Cincuenta
años de jurisprudeniia áe tribunal constitucional federal alemán, Ediciones Jurídicas
Gustavolbañez - Konrad Adenauer stiftung, Bogotá 2003, traducción de Marcela An-
zola Gil, pp.298-299.
tlr7al Los ..ont.irtu, progresistas aceptan que la libertad no se justifica por el antecedente
(autonomía del su;etó), sino por lis consecuencias (libertad que dota y permite la am-
802
Er coNcppro IURÍDICo DE pRopIEDAD EN EL DEREcHo crvIL DE LA posrMoDrRNIDAD
803
GUNtHER GoNzeLEs B.cnnóN
[t]761 No es extraño, por tanto, que hoy se hable de un'derecho al mínimo vital" o al "mí-
nimo existencial", en tanto la libertad de los seres humanos requiere de una libertad
táctica que la posibilite (Alexy), esto es, que les permita actuar y tomar decisiones sin
estar sujeto a urgencias aprenriantes o necesidades básicas que nublen o impidan el
ejercicio de su autonomia. Por ejemplo, la Corte Constitucional Colombiana señala en
la Sentencia C-400/03, que: "el concepto de mínimo vital, desarrollado por la Corte,
encuentra una doble naturaleza: de un lado, es un verdadero derecho fundamental,
entendido como la necesidad que tiene toda persona a gozar de unos elementos ma-
teriales mínirnos que garanticen su subsistencia, Y de otro, es un PresuPuesto para el
ejercicio de otros derechos fundamentales": Cit. INDACOCHEA PRIVOSI Ursula.
"El derecho al mínimo vital. Un análisis de su posible fundamentación como derecho
humano". En: GRÁNDEZ, Pedro (Editor). El Derecho frente a Ia pobreza. Los desafíos
éticos del constitucionalisnto de los derechos, Palestra Editores, Lima 201 I , p. 265.
La atribución de la riqueza material es un medio para lograr un segundo objetivo:
distribuirla en fo¡ma equitativa, de tal suerte que todos los hombres tengan derecho a
un conjunto base de cosas materiales que le sirvan para su subsistencia, y como Punto
de partida para el ejercicio de sus otros derechos humanos. Hace poco (Sentencia de
09 de febrero 20 I 0, sobre las subvenciones para desempleados respecto de la Ley Hartz
IV), el Tribunal Constitucional de Alemania ha consagrado el derecho fundamental
al "rnínimo existencial digno", que abarca incluso a los inmigrantes. Se trata de un
derecho por el cual la sociedad alemana se preocupa en que no existan pobres. Robert
Alexy se ha mostrado a favor de esta sentencía, en cuanto setiala que la labor de las
Cortes Constitucionales es mantenerse a tono con los tiempos y acorde con la concien-
cia social (SOSA SACIO, luan Manuel y TITO PUCA, Yolanda Soledad. "Entrevista
a Robert Alexy'l En Gaceta Constitucional, Gaceta jurídica, Nu 32, Lima, agosto 2010,
p. 351). Por lo demás, el a¡rtecedente de este derecho social se encuentra en el llamado
"derecho a 1a propiedad", del que ya habla la Declaración Universai de Derechos Hu-
manos, de I 948. Si bien las declaraciones internacionales no tienen el carácter de trata-
dos, sin embargo, es opinión común que la citada Declaración Universal desarrolla los
derechos hunranos, cuya protección constituye uno de los propósitos de las Naciones
Unidas según su Carta Constitutiva de 1948. Así pues, la Carta no establece claramen-
804
El coNcppto iunÍorco DE pRoprEDAD EN EL DERECHo crvrL DE LA posTMoDERNIDAD
te cuáles son y qué debe entenderse por derechos y iibertades fundamentales a los
que hace alusión, por 1o que esta laguna se llena a través de la Declaración Universal
de Derechos Humanos, que de esta forma alcanza carácter vinculante: ORTIZ AHLF,
Loretta. "Fuentes del Derecho internacional de los derechos humanos'l En MARTIN,
Claudia; RODRÍGUEZ-PINZON, Diego; GUEVARA, José. Derecho Internacional de
los Derechos Hwnanos, Universidad Iberoamericana - Academia de Derechos Hu-
manos y Derecho Internacional Humanitario, Washington College of Law American
University - Fontamara, México 2006,p.43.
(t:z7l
El Tribunal Constitucional Federal Alemán, en sentencia de la Sala Primera de 02 de
marzo de 1999, ha sentado con toda claridad esta doctrina: "(C) (l) 2.- El legisladoa
para ia determinación del contenido y límites de la propiedad en el sentido del art. 14
num. 1 frase 2 LF, debe tener en cuenta en forma igual y en una relación de equilibrio,
los intereses del propietario, dignos de ser protegidos y los intereses del bien común.
Para tales efectos él debe tener en cuenta todas las otras normas constitucionales; y
se encuentra sujeto de manera especial a los principios de la proporcionalidad y de la
GuNrsE,R GoNzer¡s Bennóu
806
Er coNcrpro JURÍolco DE pRoprEDAD EN EL DERECHo crvll DE LA posTMoDERNIDAD
{tr78l Sentencia de 17 de marzo de 2010, Caso Pontificia Universidad Católica del Perú sobre
el testamento de Riva Agüero, Exp. N' 03347-2009-PA|TC.
lr37el Sentencia del Pleno del Tribunal Constitucional de 01 de abrii de 2005, en la acción de
rrr80l Sobre el particular, puede verse el artículo de: SÁNCHEZ GOYANES, Enrique. "La
Propiedad Inmobiliaria en la Nueva Ley del Suelo'l En Revista Critica de Derecho In-
mobiliario, N" 701, mayo-junio 2007,pp. 1225 ss.
lr38rl Véase el caso en: LAGO NUÑEZ, Guillermo. "Kelo y el Agente Urbanizador'l En Re-
vista Próctica Urbanística,LaLey, mayo 2006.
808
Et coNcepro IURÍDICo DE pRopIEDAD EN EL DERECHo cIvIL DE LA posTMoDERNIDAD
Por último, vale mencionar que el "bien común", que abarca todo
tipo de intereses generales o colectivos, no se identifica con el Estado
o con los intereses públicos. Se trata de cosas distintas. En efecto, la
protección del propietario cede frente a las necesidades de los otros seres
humanos, del grupo en sentido colectivo, pero no frente al Estado, que
constituye una entidad organizativa de los recursos y funciones públicas.
Así, por ejemplo, se limita la propiedad para que todos podamos disfru-
tar la belleza de una obra de arte, o para que contemos con un medio
ambiente saludable, o para gozar de un mínimo de calidad de vida en la
ciudad, o para acceder a un mínimo existencial en el reparto de la riqueza
material. Todos ellos son intereses vitales, humanos, de la colectividad
social compuesta por hombres concretos o por las generaciones futuras;
y que a veces se contraponen con el ámbito de libertad del propietario
individual. Entonces, el conflicto se da entre personas, sea entre el in-
dividuo aislado y el grupo de individuos, pero no entre un hombre y
una abstracción. Por tanto, aquí no se busca tutelar Ia preeminencia del
Estado o el simple ejercicio del poder públicattts:].
5.1 CONSIDERACIONESGENERALES
La propiedad ha variado radicalmente con el tiempo, y en virtud de
los cambios sociales, Ias nuevas situaciones, el reconocimiento universal
de los derechos humanos y la conciencia del hombre. Hoy no se tiene
la misma noción de propiedad que aquella imperante durante el Estado
liberal, y que aún permanece en los Códigos Civiles. Nuestro Tribunal
Constitucional se ha encargado de recordarnos la concepción clásica:
tr382l La Administración del Estado sirve a la colectividad, y no se incluye en ella, por cuanto
se trata de una persona jurídica quid aliud (ajena): GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo
y FERNÁNDEZ, Tomás-Ram ón. Curso de Derecho Administrativo,Thomson - Civitas,
Madrid 2004, Tomo 1,p.374.
GuNrspR GoNz.rr¡s B¡,xnóN
810
Er coNcppro iuRÍDICo DE pRoprEDAD EN EL DERECHo crvrl DE LA posTMoDERNIDAD
811
GuNrurR GoNz¡.lps Bnpnón
Ir38rl En doctrina se dice que: "el contenido esencial Parece comPrender dos elementos ines-
cindibles:|a rentabilidad económica, que trae su origen de la explotación de los bienes,
alcanzada de tai modo que haga accésible a todos el disfrute y participación en los
bienes económicos; aprovechamiento del titular que permita la difusió-n de los bienes
y sus utilidades; rentibilidad económica y rendimiento social; fin individual y utili-
áad social; es decir, aprovechamiento económico ejercido con eficacia_social difusiva':
BARNÉS VÁSQUEZ, Javier. "La propiedad agraria: a propósito de la sTC 3711987, de
26 de marzo, sobre la ley de reforma agraria andaluza'l En Revista de Administración
Púbtica, N' 119, Madrid, mayo-agosto 1989, p. 285'
f t3s4l «Dicho derecho corresponde, poi naturalezá, a todos los seres humanos; quedando
812
Et coxcppro IURíDICo DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvrl DE LA posrMoDERNrDAD
rr38sl Ninguna proporcionalidad podría justificar que el derecho de propiedad quede re-
ducida a la nada. En tal caso, esa medida de intervención sería inconstitucional. La
doctrina dice: "el contenido esencial parece comprender dos elementos inescindibles:
la rentabilidad económica, que trae su origen de Ia explotación de los bienes, alcanzada
de tal modo que haga accesible a todos el disfrute y participación en los bienes eco-
nómicos; aprovechamiento del titular que permita Ia difusión de los bienes y sus uti-
lidades; rentabilidad económica y rendimiento social; fin individual y utilidad social;
es decir, aprovechamiento económico ejercido con eficacia social difusiva": BARNES
VÁSQUEZ, |avier. "La propiedad agraria: a propósito de ia STC 3711987, de 26 de mar-
zo, sobre la ley de reform a agraria andaluza '. En: Revista de Administración Pública,N"
119, Madrid, mayo-agosto 1989, p. 285.
813
GuNrusn GoNzeI-rs B¡,nnóu
lr3s6l ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, l:uan.Ilícitos atípicos, Op. Cit., p.48.
rr387l Sentencia de 11de noviembre de 2003, Exp. N' 0008-2003-AI/TC, sobre acción de
inconstitucionalidad interpuesta por Roberto Nesta Brero, en rePresentación de más
de 5,000 ciudadanos, contra ei artículo 4. del Decreto de Urgencia N" 140-2001;26'
fundamento jurídico.
814
Er co¡.¡cspro Juníotco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo cIVIL DE LA posrMoDERNrDAD
815
GUNIH¡n GoNzerss Bennó¡¡
del bien), como la función social que condiciona el derecho mismo (de-
limitaciones, restricciones o deberes, protección de intereses generales,
impulso de la producción o generación de riqueza, defensa de los pobres,
etc.). Siendo así, el sistema constitucional, o de derechos humanos, no
asegura un disfrute máximo sobre la cosa, pues en tal circunstancia las
limitaciones serían simplemente externas y excepcionales, sino que protege
un contenido de aprovechamiento suficiente para que la explotación del
derecho permita lograr una rentabilidad, siquiera mínima.
816
Et coNcppro IURÍDrco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo cIVIL DE LA posrMoDERNrDAD
817
GuNrsrR Go¡¡zelrs BnxnóN
t're3l ROGEL VIDE, Carlos. Derecho de cosas. José María Bosch, Barcelona, 1999, p. 118.
Ir3e{] Sentencia de 01 de abril de 2005; Exp. N'0048-2005-AI/TC, sobre inconstitucionali-
dad de la Ley de Regalía Minera.
«La a la opinión del recurrente, que el
lr3esl Ley Fundamental no ordena, contrariamente
tráfico inrnobiliario rural deba ser tan libre como el tráfico de otros bienes 'de capital'l
El hecho de que el suelo y la tierra sean indispensables y no sean susceptibles de acre-
centarse, impide dejar por completo su uso al libre juego de las fuerzas y deseos de los
individuos; un ordenamiento social y legal justo obiiga además a que el interés general
por el suelo sea tenido en cuenta en mayor medida que para el caso de otros bienes
patrimoniales. El suelo y la tierra no son comparables, ni en su significado económico
ni social, con otros valores patrimoniales; no se puede tratar en el tráfico legal como
tJ 18
El coNc¡pro Iuníolco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvrL DE LA posTMoDERNIDAD
819
GuNrnsn GoNz¡tLss BennóN
820
Er coNcppro iunÍprco DE pRoptEDAD EN EL DERECHo cIVIL DE LA posrMoDERNrDAD
drá ser privado de su propiedad sino por causa de utilidad pública y en las condiciones
previstas por 1a ley y los principios generales dei Derecho internacional.
Las disposiciones precedentes se entienden sin perjuicio del derecho que poseen los
Estados de dictar las leyes que estimen necesarias para la reglarnentación del uso de los
bienes, de acuerdo con el interés general o para garantizar ei pago de los impuestos, de
otras contribuciones o de las multas'l
En efecto, esta disposición contiene, en realidad, tres normas. Una primera, de alcan-
ce general, que consagra el uso y goce pacífico de 1os bienes; una segunda referida a
Ios requisitos exigidos para privar de Ia propiedad a sus titulares; y una tercera so-
bre el reconocimiento a los Estados del poder de controlar el uso de los bienes. Estas
normas no son excluyentes, sino complementarias, y las dos últimas se refieren a las
interferencias en el goce, la que se conecta con la primera respeto al derecho de todo
titular a ser respetado en sus bienes (Sentencia del TEDH de 13 de noviembre de 2008,
definitiva 4 de mayo de 2009, Caso Devecioglu contra Turquía): ALONSO NUÑEZ,
Manuel. "El Derecho Turco. Una aproximación al sistema registral turco a propósito
de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo de fecha
13 de noviembre de 2008 (definitiva 4 de mayo de 2009)'1 En Revista Crítica de Derecho
Inmobiliario,N" 71 8, Madrid, marzo-abril 2010, p. 664.
821
GuNr¡rpn GoNzer-rs BennóN
822
Et coxcppto Iuníolco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvrl DE LA posrMoDERNrDAD
823
GuNrunn GoNzetps Brnnón
824
Et coNcnpro JunÍoIco DE pRopIEDAD EN EL DEREcHo cIvIL DE LA posTMoDERNIDAD
El código civil
señala que el propietario cuenta con la potestad
de disponer sobre el derecho (art. 923 cc). sin embargo, existen dudas
respecto a si los denominados "poderes normativos" del propietario a los
que se refieren los filósofos del derecho, constituyen, o no, un sinónimo
de los "actos de disposición" que se utiliza en el Derecho civil.
I'40er ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, luan. Ilícitos atípicos, Op. Cit., p. 48.
Ir4'01 MENGONI, Luigi. 'htto di disposizionel En Enciclopedia del Diritto, Óiuff.é Editore,
Milán 1964, Tomo XIII, p. 189.
I''"tl Ibid., Tomo XIII, pp. 190-191.
825
GuNTHER GoNzerps BlnnóN
826
I
Et coNcEpto Jun͡rco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo cIvIL DE LA posTMoDERNIDAD
827
GuNrr¡¡n GoNz.¡r r-rs B¡.nnóN¡
828
l-
829
GuurnEn GoNz¡Lus B.qnnóN
830
Et coNcEpto ¡uníotco DE pRopIEDAD EN EL DEREcHo crvll DE LA posTMoDERNIDAD
t'1241 MOSCARINI, Anna. Proprietd privata e tradizioni costituzionali comuni, Giuffré Edi-
tore, Milán 2006, p.233.
1,,*l ÁLVARFZ-OSSORIO MICHEO, Fernando. La construcción del derecho de propíedad
por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, (documento), p. 2.
{''t261 MOSCARINI, Anna. Proprietd privata e tradizioni costituzionali comuni, Op. Cit., pp.
233-234.
831
GuNrurR Golvzel¡s BannóN
de una parte del fondo común hereditario. Nótese que en estos casos la
medida legal se encuentra afectada por una elevada dosis discriminatoria.
832
EL coNcEpro IuRÍoIco DE pRoptEDAD EN EL DERECHo cIVIL DE LA posrMoDERNrDAD
iii) las interferencias ilegítimas realizadas por causa extraña, esto es,
por errores de la administración que en algunos casos consuman
despojos en contra del propietario por obra de una exagerada
(rectius: errada) interpretación judicial o administrativa. Esta
causal no se identifica con la antes mencionada de "extinciones
arbitrarias impuestas por el legislador o la administración", ya
que en esta última existe actuación pública, ilegal, pero con una
voluntad estatal destinada a extinguir el dominio; en cambio, en
las "interferencias por causa extraña" hay un simple error que
se pretende como creador o generador de derechos. Ese error se
presenta en el caso típico de discrepancia entre el negocio jurí-
dico inscrito y Ia propia inscripción; pues resulta absurdo que la
mala actuación de la administración pública genere un derecho
a favor de tercero, cuando éste se encuentra vinculado con el
derecho transmitido, tal como es, y no conlo aParece pubiicado
por obra de un funcionario público.
La inmunidad del derecho de propiedad puede derogarse, sin embargo,
por distintos medios (abandono de la tierra, confiscación Por acto ilícito,
etc.), a través de la expropiación, o de otros mecanismos surgidos de la
le¡ siempre que tengan amparo directo o indirecto en la Constitución.
El Tribunal Constitucional Español en la sentencia 30111993, de 21 de
octubre, señala claramente que la expropiación no es la única hipótesis
de ablación del dominio, aunque se trate de un caso específicamente
reguiado, pues el legislador puede establecer sanciones civiles o penaies
que afecten el patrimonio de las Personas. La propiedad no es un reducto
intangible para las sanciones previstas por el ordenamienlelt+3t).
834
Et coNc¡pro JuRÍprco DE pRopIEDAD EN EL DERECHo crvIL DE LA posrMoDERNrDAD
835
GuNrnr¡. GoNzarrs B¡.nnóN
Por otro lado, en algunos casos hay renuencia del Estado Para cum-
plir las resoluciones judiciales de reconocimiento de la propiedad privada,
o los mandatos emanados de leyes. El TEDH ha estimado la demanda
por violación del derecho de propiedad (Sentencia Papamichallopoulos
contra Grécia), aunque la infracción se centra, fundamentalmente, en el
derecho de tutela judicial efectiva, ptles las sentencias no terminaban de
ejecutarsettrasl.
836
CapÍruro XIV
RESTRICCIONES A LA PROPIEDAD
L. LA FUNCIóI.¡ socral coMo rÍruro pARA DELTMITAR
EL CONTENIDO DE LA PROPIEDAD
La disposición de los propios intereses en el ámbito de las relaciones
sociales y económicas es un elemento esencial de la libertad, por lo que
no cabe duda que la propiedad está al servicio de la utilidad individual
de su titular. Por ello, no llama la atención que el primer constitucio-
nalismo haya reconocido a Ia propiedad como un derecho fundamental
de la persona.
sin embargo, hace mucho tiempo se descartó que ese interés sea
el único que deba tenerse en cuenta.
Por otro lado, las necesidades del hombre para subvenir sus nece-
sidades, hace que los recursos se exploten a niveles superiores a los que
t'1161 zAGREBELSKY, Gustavo. El Derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, Editorial rrotta,
Nladrid 2009, traducción de lVlarina Gascón, p. 102.
839
GuNrHsR GoNzeI-rs BennóN
840
RrsrRIccIoNES A LA pRopIEDAD
t'1re1 ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, luan. Ilícitos atipicos, Editorial Trotta, Madrid
1996, pp. 50-52.
Ir{'{01 Art. 21,- Derecho de propiedad privada
21.1.Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes, excepto mediante el pago de
indemnización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos
y según las formas establecidas por la ley.
212. Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de indem-
nización justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según
las formas establecidas por la ley.
21.3. Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre,
deben ser prohibidas por la ley.
841
GuNrHrn GoNzer-Es Bnnnón
842
RsstRtccIoNES A LA pRopIEDAD
tr4{rl ROGEL VIDE, carlos. Derecho de cosas, José María Bosch Editor, Barcelona 1999,
p. t20.
844
RsstRlccroNES A LA pRoprEDAD
845
GuNrn¡n GoNzerps BennóN
visión libre de fincas, los retractos legales, etc. El art. 1599 CC señala las hipótesis en
que se reconoce el retracto, debiendo el propietario otorgar derecho de preferencia a
determinada persona antes de proceder al acto de disposición. Se trata, pues, de una
típica restricción.al "ius disponendi'l
t'4461 CARCELLER FERNÁNDEZ, Antonio.Instituciones de derecho urbanístico, Editorial
846
-
RpsrnIccroNES A LA pRopIEDAD
Irr¡¡l I:r, .'.' i rrrr ic dice lo siguiente:"Las Comunas redactan un PLAN REGULADOR GE-
NEli,il. r.rir,.1o para todo el territorio comunal con los cuales se individualizan las
zonas destinirdas a la expansión del agregado urbano y se determinan los vínculos y
las características de cada zona. En ejecución del plan general elaboran luego los PLA-
NOS PARTICULARIZADOS, zona por zona, donde son puestos en consideración
singulares unidades de suelo, así que todo propietario puede conocer cual es la suerte
reservada al propio": GAZZONI, Francesco. Manuale di diritto Privato, ESI, Nápoles
1984, p. 203.
rt{'tel CÓRDOVA BELTRÁN, Flor de María. "El contrato de compraventa de lotes preurba-
nos'l En GONZALES BARRÓN, Gunther (Compilador). Estudios jurídicos en home-
naje aI Dr. Rubén Guevara Manrique, Gráfica Horizonte, Lima 1999, pp.454-455.
t¡'t501 MARTÍNEZ VASQUEZ DE CASTRo, Luis. La propiedad en las leyes del suelo, op.
Cit., p. 33.
847
GuNru¡n GoNzer-ss B¡,nnóN
848
RsstRIccroNES A LA pRopIEDAD
Por tanto, un solo individuo, en contra del bien común, recoge los
beneficios que toda la sociedad ha pagado, sin que asuma ningún riesgo
o inversión que justifique el lucro obtenido. En tal sentido, hay grandes
extensiones de suelo que no se urbanizan, pues se espera el mejor mo-
mento para la especulación. Lamentablemente mientras se siga privile-
giando regular procedimientos administrativos, y no la función social
de la propiedad en materia urbanística, esto es, privilegiar la forma por
sobre el fondo, entonces seguiremos con una legislación liberal superada
en casi todo sistema legislativo moderno.
informales" o "no les guste pagar, sino invadir", pues ellas son explica-
ciones ingenuas o interesadas por ciertas ideologías ultraliberales.
El resultado es que ahora se dice que los pobres son los culpables
de erosionar la propiedad privada, cuando en realidad el Estado nunca
hizo nada para que esos pobres accedan a la propiedad en condiciones
socialmentá justas, sin embargo, se insiste en que ellos deben quedarse
con las manos vacías a favor de un propietario ausente en el mejor de
los casos, o muchas veces simplemente egoísta o especulador.
850
R¡srRlccroNES A LA pRoprEDAD
851
Guurnnn GoNznr¡s BennóN
"La lógica de las situaciones dominicales está definida por los lí-
mites mismos de la cosa o bien concreto que constituye su objeto
y funcionalizada por el interés propio de su respectivo titular'
por 1o que se desenvuelve en plano distinto al propio de la lógica
de los procesos propios de la forma urbana de aprovechamiento
del territorio (que son de carácter colectivo y apelan al interés
general) y de las decisiones y acciones de transformación que
It4s8l
JIMENEZ DORANTES, Manuel. Autonomía municipal y planeamiento urbanístico.
Op. Cit., p. 19.
tusrl 6g¡RAf CIJóN, José María. La publicidad registral de las situaciones jurídicas urba-
nísticas, CRPME, Madrid 1996' pp. 34-36.
852
a-
RpsrRlccIoNES A LA pRopIEDAD
l'4601 PAREJO ALFONSO, Luciano. Reivindicación del Urbanismo. Liberalización del suelo al
servicio del interés general, Instituto Pascual Madoz, Madrid 1997, p. 14.
853
GuNrn¡n GoNzer¡s Bennóu
I116r] La visión antigua hacía notar que la vivienda en condiciones aceptables permitía
mantener la salud física y mental. El problema no se enfocaba desde la dignidad del
hornbre, sino en la necesidad estrictamente economicista de contar con obreros salu-
dables. Así, por ejemplo, léase este texto de hace más de cincuenta años: "Es notoria,
por otra parte, la influencia que la mala vivienda ejerce sobre la salud mental de la
gente. Los índices elevados de morbilidad, en las grandes ciudades, se dan justamente
en las zonas de tugurios. La criminalidad y el alcoholismo registran sus más altas cifras
en los barrios cuyas viviendas están hacinadas y promiscuas. Pero no soio argumentos
fundamentalmente humanos de justicia social nos deben inclinar a prestar preferente
atención al problema de la vivienda, sino incluso consideraciones económicas, puesto
que además del acondicionamiento sanitario y social que significa la casa para el hom-
bre, eleva su capacidad de trabajo y por ende su rendimiento. Así como la vivienda
adecuada es una de las consecuencias de una situación económica floreciente, todo
desarrollo económico está directamente influenciado por las condiciones de vida de
los trabajadores. Cbmo las viviendas malsanas y la mala alimentación inciden directa-
mente sobre las facultades físicas y morales del trabajador, se engañan quienes llevados
por razones miopes de orden económico contribuyen en mantener a las clases traba-
jadoras en condiciones inferiores de nutrición y alojamiento': CÓRDOVA, Adolfo' Ia
Vivienda en el Perú, Comisión para la Reforma Agraria y la Vivienda, Lima 1958' p' 12'
854
a-
RrstnrccloNES A LA pRopIEDAD
855
GuNrupR GoNzer¡s BennóN
856
RpsrnrccroNEs A LA pRopIEDAD
tt'*l Programa de Estambul, 1996 (aprobado por la Segunda Conferencia de las Nacio-
nes Unidas sobre Asentamientos Humanos):
8. Para superar los problemas actuales y velar porque no se detenga la mejora de las con-
diciones económicas, sociales y ambientales de los asentamientos humanos, debemos
comenzar por reconocer las dificultades a que se enfrentan las ciudades y los pueblos.
Según las proyecciones actuales, a comienzos del siglo próximo (se refiere al XXI) más
de tres mil millones de personas, es decir, la mitad de la población mundial, vivirán y
trabajarán en zonas urbanas. Los problernas más graves a que se enfrentan las ciudades
ylos pueblos,junto con sus habitantes, comp¡s¡ds¡ la escasez de recursos financieros,
la falta de oportunidades de empleo, el aumento del número de personas sin hogar y
asentamientos de precaristas, el incremento de la pobreza y el desequilibrio creciente
entre ricos y pobres, el aumento de 1a inseguridad y de los indices de delincuencia,
las deficiencias y ei deterioro del patrimonio de viviendas y de los servicios e infraes-
tructuras, la falta de instalaciones sanitarias y docentes, el uso indebido de la tierra, la
inseguridad en la tenencia, la creciente congestión del tráfico, el aumento de la conta-
minación, la falta de zonas verdes, las defrciencias en el abastecimiento de agua y el sa-
neamiento, la falta de coordinación del desarrollo urbano y la creciente lulnerabilidad
a los desastres. Todos estos factores han puesto a prueba la capacidad de los gobiernos
a todos los niveles, en particular en los países en desarrollo, para alcanzar el objetivo
del desarrollo económico y social y la protección del medio ambiente, componentes
interdependientes del desarrollo sostenible que se potencia mutuamente y constituyen
e1 marco de nuestro empeño por mejorar la calidad de vida de todos los pueblos. Los
altos índices de migración internacional e interna y el crecimiento de la población en
las ciudades y los pueblos, sumados a las pautas insostenibles de producción y consu-
mo agudizan particularmente esos problemas. En las ciudades y los pueblos de todo el
mundo, grandes sectores de la población viven en condiciones deficientes y padecen
graves problemas, inclusive de orden ecológico, que se ven agravados por la falta de ca-
pacidad de planificación y gestión, la falta de inve¡siones y tecnología, la movilización
insuficiente y la asignación incorrecta de recursos financieros, además de la escasez
de oportunidades sociales y económicas. En el caso de la migración internacional, los
emigrantes tienen necesidades de vivienda y servicios básicos, educación, empleo e
integración social sin menoscabo de su identidad cultural, y debe dárseles protección
y atención adecuadas en los países de acogida.
857
GuNrHsR Gorvzerps BennóN
858
RsstntccroNEs A LA pRoprEDAD
lr{6el «Este
derecho de toda persona a su bienestar nos recuerda ei concepto de desarrollo
humano postulado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)":
KRESALJA, Baldo y OCHOA CARDICH, César. Derecho Constitucional Económico,
PUCR Lima 2009, p. 38.
859
GuNrn¡n GoNzerps BennóN
«El
tr'r701 concepto tradicional de dominio supone la facultad de utilizar, disfrutar y dispo-
ner de la cosa de la que se es propietario y de oponer este derecho a cualquier tercero
que atente en su contra. En el caso de los ecosistemas y recursos naturales, habrá que
protegerlos más allá de esa facultad de disposición absoluta, pues de_su conservación
á"p..,d.n intereses más valiosos que los personales o económicos, al permitir la vida
de una gran cantidad de especies vegetales y animales y la del propio ser humano":
CANTON ZETINA, Oscar. "Derecho a un medio ambiente adecuado y Ia Comisión
Nacionai de derechos ambientales en México'i En CARBONELL, Miguel (Coordina-
dor). Derechos Fundamentales y Estado. Memoria del VII Congreso Latinoamericano
de Derecho Constitucional, Instituto de Investigaciones |urídicas - UNAM, México
2002, p.170.
860
l
RpsrnrcctoNES A LA pRoptEDAD
861
GuNrn¡R GoNzarps BennóN
II473l ONU, Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre una vivienda
adecuada como parte del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr. Miloon Kothari, apli-
cación de la Resolución 60/251 de la Asamblea General de 15 de marzo de 2006, Anexo
I: Principios bósicos y directrices sobre los desalojos y el desplazamiento generados por ei
desarrollo (A/HRC/4/18),5 de febrero de 2007, p. 18'
tr171l La posesión, la ocupación de ia tierra tiene un valor por sí mismo, pues está vinculado
a lis necesidades esenciales de1 hombre, y que por tal razón merece protección. Con
toda razón, se ha dicho que: 'A la repulsa del normativismo en cuanto abandona los
hechos y los valores ha deunirse la del inmovilismo a que propende. Las categorías del
pensar jurídico tampoco constituyen moldes invariables. En cuanto creaciones inte-
iectuales, porque son fruto de quienes actúan como sujetos históricos. El pensamiento,
aun el mái abitracto, no queda sustraído de estímulos y fórmulas cuiturales latentes
que insensiblemente se traducen y vierten en io pensado mismo. si pensamiento y
uoli.ió.,, al producirse, se historifican en la creación de las categorías jurídicas que
reciben esa influencia, tanto más experimentan el influjo del contenido que encierran.
La relatividad, por otra parte, no concierne solo a lo que se cambia y en cuanto cam-
bia, sino también a uqrréllo en que consiste el cambio o el pensamiento acerca de é1":
HERNÁNDEZ GIL, Antonio. La función social de la posesión (Ensayo de teorización
ioló gico -j ur í tlic a), Alianza Editorial, IV1adrid 1 969, pp. 1 47 - 1 48.
so c
862
a-
RssrRtcc¡oNEs A LA pRoprEDAD
Ir''7sl CASTRO -POZO DÍAZ, Hildebrando. Derecho LJrbanístico, Op. Cit., p. 529.
[tt76] oNu-Hábitat maneja actualmente un proyecto clenominaio: "ciudades sin ba-
rrios de tugurios'l por el cual se pretende asegurar que los pobres cuenten con una
vivienda adecuada y servicios básicos. Véase: translate.googleusercontent.com/
translate-c?hl=es&langpair =en7o7ces&rurl=tr... (consulta:24 déjunio de 2011).
863
GuNrs¡n GoNzer¡s BennóN
ttl??) LóPEZ RAI\'IÓN, Fernando. "Sobre el derecho subjetivo a Ia viviendal En Íd. (Coor-
dinador). Construyendo el derecln a la vivienda, Marcial Pons, Madrid 2010, p. I l.
864
RrsrRlccio¡lES A LA pRopIEDAD
t''t781 ONU Comisión de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre una vivien-
tla adecuada, cotfio parte del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr. Miloon Kothari, T"
de marzo de 2002, El CN.4 I 2002 I 59, p. | 4.
lr.rTel ONU, Comisión de Derechos Humanos. Infonne del Relator Especial sobre la vivienda
adecuada, como elemento integrante del derecln a un niyel de vida adecuado, Sr. Miloon
Kothari,25 de enero de 2001, E/CN.4/2001i51, p. 8.
t'{8ol Ibíd., p. 9.
tr'r8Il Nótese la importancia que se otorga a la prohibición de los desalojos forzosos, 1o que
motivó que el Comité de la ONU aprobase mediante la Observación general No 7,
dei año 1997,\a definición de tal figura como: "el hecho de sacar a personas, familias
y/o cornunidades de los hogares y/o las tierras que ocupan, en forma permanente o
provisional, sin ofrecerles medios apropiados de protección legal o de otra índole ni
permitirles su acceso a elios" (párr. 4): Ibíd., p. 9.
865
GuNrnrr. GoNzerps BannóN
Ir482l Ibíd., p. 5. El propio Relator admite que la definición se inspira en la Campaña Nacio-
nal Ináia de promoción de los derechos en materia de vivienda, la Coalición Interna-
cional Hábitat y el Comité de derechos económicos, sociales y culturales.
rrl8rl Ibíd., p. 14.
866
RrstRrccroNES A LA pRopIEDAD
lt48'tl ONU Consejo de Derechos Humanos. Informe de Ia Relatora Especial sobre una vi-
vienda adecuada como elemento íntegrante del dereclrc a un nivel de vida adecuado,
Sra. Raquel Rolnik, y sobre el derecho de no discriminacíón, A1631275 de l3 de agosto
de 2008, p. 6.
Itl8sl ONU, Consejo de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre una vivienda
adecuada como parte del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr. Miloon Kothari, apli-
cación de la Resolución 60/251 de la Asamblea General de 15 de marzo de 2006, Anexo
I: Principios básicos y directrices sobre los desalojos y el desplazamiento generados por el
desarrollo, A/HRC/4/18 de 5 de febrero de 2007, p. 18.
867
GuNrHrn GoNzelss Bennón
tra86l ONU, Comisión de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre una vivien-
da atlecuada, como parte del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr. Miloon Kothari,l"
de marzo de2002,ElCN.412002159, p. 13'
tr487l ONU, Consejo de Derechos Humanos. Informe de la Sra. Rac\uel Rolnik, Relatora Es'
pecial sobre ina vivienda adecuada como elemento integrante del derecho a un nivel
'de
vida adecuado, y sobre el derecho de no discriminación a este respecto, l3 de agosto
de 2008, A1631275;,pp. 17-|9;cuyos datos, de gran importancia, seguimos en el texto
principal.
868
RpsrnrccIoNES A LA PRoPTEDAD
869
GuNrnpR GoNz¡.r,¡s B¡.nnóN
870
RrsrnIccIoNES A LA pRopIEDAD
Ir48el 'En qué consiste el anteproyecto vasco? Vamos a detallarlo (Aquí seguimos Ia reseña
de: Diario El Pak, Madrid, 22 de enero de 201l, p. 30):
a) Toda persona en la comunidad tiene derecho a una unidad inmobiliaria en alquiler
dentro del mercado protegido, o a una prestación económica para que el beneficiario
pueda arrendarlo en el mercado libre. Para ello se requiere estar empadronado en
el País Vasco, carecer de una vivienda digna y estar inscrito más de cuatro años en
el registro oficial Etxebide. Los sujetos comprendidos son aquelios que tengan una
familia de tres o más miemb¡os y sus ingresos anuales sean inferiores a 15,000 euros
anuales; luego en el segundo año abarcará a las familias de dos miembros cuyos
ingresos anuales sean inferiores a 12,000 euros anuales, y para el tercer año ei sujeto
individual con menos de 9000 euros anuales. Si la administración incumple, enton-
ces el afectado puede recurrir al juez para que haga efectivo el derecho individual a
la vivienda.
b) Se regula la declaración administrativa de vivienda deshabitada, para las que no ten-
gan uso por dos años continuos. Los anrntamientos podrán exigir un canon anual
de l0 eu¡os por cada metro cuadrado útil, cuyos ingresos se destinarán a patrimonio
municipal del suelo, o a imponer el alquiler forzoso al propietario, una figura que ya
existe en Cataluña.
c) Otra novedad es la expropiación forzosa de las viviendas de protección oficial si los
beneficiados han mejorado sustancialmente sus ingresos.
d) Las viviendas protegidas no costarán lo mismo y, por tanto, se establecen distintos
tramos de acuerdo al ingreso.
José García Montalvo, catedrático de economía de la Universidad Pompeu Fabra, hace
las siguientes apreciaciones sobre esta propuesta: "Las técnicas más controvertidas de
estas leyes son las relacionadas con la posibilidad de expropiación forzosa de las vi-
viendas que incumplen su función social (vacías, sobreocupadas, infraviviendas o que
incumplan el deber de conservación). De hecho, en el País Vasco ya se han expropiado
viviendas de protección oficial (VPO) vacías o alquiladas irregularmente a partir de
una adicional de la Ley del Suelo vasca. La definición de vivienda vacía siempre genera
un problema práctico. El anteproyecto vasco señala que una vivienda está deshabitada
cuando está desocupada por más de dos años de forma continuada, siempre que no
esté en situación excepcional (segunda residencia, traslado de domicilio por motivo
Iaboral, etc.). En las viviendas deshabitadas se establece un canon que se frja en 10
euros por metro cuadrado útil. También se establece el alquiler forzoso para viviendas
declaradas deshabitadas en ámbitos de acreditada demanda que se mantengan desocu-
padas un año desde Ia declaración. La expropiación de viviendas de protección oficial
se produce por diversas causas (como las señaladas más arriba). Pero el apartado más
innovador e interesante es la posibilidad de expropiación si sobreviene una situación
de mayor capacidad económica (ingresos duplican los máximos para tener una VPO
durante tres años). Una idea similar se quiere aplicar en el Reino Unido. El proyecto
87r
GuNrnr,R GoNz¡,rps BennóN
favor del Estado los predios rústicos declarados en abandono o que no ha1'an cumpli-
do los frnes para 1os que fueron otorgados qratuitamente en adjudicación. Los preciios
así revertidos podrán ser transferidos a favor de particulares a título oneroso (art. 1).
EI Nlinisterio de Agricultura, de oficio o a pedido de parte, declarará el abandono y ia
reversión a favor de1 Estado, previa resolución de los contratos de adjudicación a título
gratuito de los predios abandonados o que no cumplieron el fin de la adjudicación
(art.2). Posteriormente, se aprobó el reglamento a través del Dec. Sup. 035-2004-AG
(publicada el 30-9-2004). Contrariamente a lo que normalmente sucede, el reglamento
ha limitado el ámbito de aplicación de la ley. En efecto, esta tiene por objeto revertir
los predios abandonados o adjudicados en forma gratuita que no habían cumplido sus
frnes (art. 1);1o cual se encuentra ratificado por la propia exposición de motivos de la
ley'. "Durante los gobiernos anteriores, grupos de personas fueron benefciadas con la ad-
judicación de grandes extensiones de tierras del Estado, a través de los llamados contratos
de adjudicación a título gratuito. Estas adjudicaciones gratuitas de tierras del Estado, se
efectuaron con la fnalidad que sean destinadas a fnes exclusivamente agrícolas-ganade-
ros. Estableciéndose, en cada caso, que el incumplimiento de tales condiciones acarrearía
la rescisión de los contratos de adjudicación de tierras y, en consecuencia, la reversión de
las mismas al patrimonio del Estado. No obstante, lo señalado, las autoridades adminis-
tratiyas no han exigido el cumplimiento de las cláusulas de rescisión o resolución, respec-
tivamente, lo cual ha generado que en varios casos los beneficiarios de las adjudicaciones
gratuitas de tierras le den un uso y fnalidad distintos a los pactados con el Estado, como
es el de estar lotizóndolos para fines urbanos-comerciales, lucrando indebidamente con
tierras que el Estado les ad¡udicó gratuitamente y parafines específicos y claramente Pac-
tados enlos respectivos contratos". No obstante, el art. 3 del reglamento establece que
la ley solo se aplica a los predios adjudicados gratuitamente en virtud del proceso de
reforma agraria, o de la Ley de Comunidades Nativas y de Desarrollo Agrario.
872
RpsrnlcctoNES A LA pRopIEDAD
t¡''ell PEñA BERNALDO DE QUIROS, N{anuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario, Op.
Cit., Tomo 1,p.295.
Ir1e2l El art. 8B Const. trata de evitar ]os latifundios mediante la imposición de límites de su-
perficie máxima de 1os predios rurales pertenecientes a un mismo propietario o grupo
econór.nico, sin embargo, aún no aprueba la ley de desarrollo.
873
-
«Como
tr4e3l manifiesta Baliarín Marcial, la función social de la propiedad se cumple, ante
todo, poniendo a la finca en situación de producir, pero, además, se requiere alcanzar
ciertos índices o niveies con los cuales se ilega a la adopción del principio del buen
cultivo. De este modo la productividad agraria alcanza el rango de principio general
del derecho agrario y se constituye en la meta que deben alcanzar las normas jurídico-
agrarias": BREBBIA, Fernando y MALANOS,'Nancy' Derecho Agrario, Editorial As-
trea, Buenos Aires 1997, p. 209.
874
RrstRrcctoNES A LA pRoprEDAD
privativa del código civil, pasa a ser crecientemente impuesta por leyes
administrativas profusas y dispersasir4e4l.
875
GuNru¡n GoNzer¡s BennóN
876
R¡srxIccIoNEs A LA pRoptEDAD
It{"1 VISINTINI, Giovanna. "La protección lrente a las inmisiones nocivas en el ordena-
miento jurídico italiano'l En Íd. Respon sabilidad Contractual y Extracontractual, tra-
ducción de Leysser León, ARA Editores, Lima2002,p.443.
Itsml Análoga disposición se encuentra en cl art. 28 de la Ordenanza No. 620-MML, sobre
877
GuNrurn GoNzerE,s BennóN
Ahora bien, una vez que se produce una "inmisión" que supera la
normal tolerancia debida entre los vecinos, cabe preguntarse: ¿qué me-
canismos de tutela contiene el Código Civil? EI art. 961 CC no contiene
una solución específica, aunque el hecho de "prohibir los humos, ruidos
y demás molestias" da a entender que la tutela civil es de naturaleza
inhibitoria, esto es, el juez se halla autorizado para impedir la conti-
nuación de la actividad perturbadora. Sobre el particular, no Parecen
existir dudas, y no sólo por la literalidad del precepto comentado, sino
también por la procedencia en estos casos del interdicto de retener, típico
renredio posesorio de carácter inhibitorioir5orl. El art. 607 CPC establece
que de ser declarada fundada la den-randa de interdicto de retener, el juez
ordenará el cese de los actos perturbatorios. Sin embargo, si los efectos
de la inmisión son irreversibles, entonces ei perjudicado podrá acudir
a la tutela resarcitorialtsozl; incluso, es posible acumular ambas formas
P.73.
trs021 Normalmente, se ha entendido que la responsabilidad del propietario por inmisiones
tiene carácter objetivo, pues la ley (art. 961 CC) prohibe las inmisiones sobre el presu-
puesto de1 exceso de la tolerancia normal debida entre los vecinos, sin necesidad de1
ingrediente subjetivo de la culpa (VISINTINI, Giovanna. "La protección frente a las
inmisiones nocivas en el ordenamiento jurídico italiano 1 En Responsabilidad Contrac'
tual y Extracontractual, Op. Cit., p. aaz). En el Derecho francés también se considera
que existe una responsabilidad objetiva por los daños causados en virtud de perturba-
.ione. uno.males de vecindario: LE TOURNEAU. La responsabilidad civil, traducción
de )avier Tamayo ]aramillo, Editorial Legis, Bogotá 2004, p. 45.
878
RpsrRIccIoNES A LA PRoPIEDAD
879
GuNrs¡R GoNzRl-¡s BennóN
880
a
RpstrlccloNES A LA pRoprEDAD
881
GuNrnnn GoNzerrs BexnóN
nectada con el art. 24.1 cE": CANOSA USERA, RaúI. Consfilr¡ ción y Medio Atnbiente,
Op. Cit., p. 182.
ttsttl yi51N1¡¡I, Giot.anna. "La protección frente a las inmisiones nocivas en el ordena-
miento jurídico italiano'i En Íd. Rcaon sabilidad Contractual y Extracontractual, Op.
Cit., pp. 4s6-457.
tlsr2l En tal sentido, se ha dicho que en las propuestas para utilizar exclusivamente las nor-
mas sobre relaciones de vecindad en Ia protección del medio ambiente, "... laten ideo-
logías temerosas de la actividad del Estado que consideran peligrosa para el ambiente
y ón..oru para el erario público. La concepción liberal pretende limitar la actividad
administrativa de vigilancia medioambiental y encomendar su protección a los pro-
pios particulares. Desconfian de la acción estatal y prefieren que sean los particulares
quienes, cada cual, defendiendo su propiedad frente a otros propietarios, mantengan
ese medio ambiente adecuado, al que se refiere la Constitución. (...) No parece posible,
a pesar de 1o seductor que resulta, encomendar sólo a las relaciones de vecindad la
priservación del medio, por varios motivos. En primer lugar, porque la Constitución
(art. 45) impone a los poderes públicos obligaciones ambientales, concretas y exige de
ellos acciones positivas. En este sentido, se precisa al menos, la regulación de mínimos
de contaminación admisibles que de no fijarse, serían superados por los particulares.
Ante la ausencia de normativa que impusiera esos mínimos y de Administración que
vigilase su cumplimiento, los propietarios se ampararían en sus Potestades dominica-
lelpara dar a sus bienes el uso que desearan, aunque fuera_contamina¡te. Las recla-
¡1uiion.. de los vecinos no tendrían entonces amparo ante los tribunales, porque los
jueces civiles no podrían por su cuenta imponer límites al goce de la propiedad, en
virtud de criterioi medioambientales. A 1o sumo, protegerían contra emisiones peli-
grosas o insoportables, es decir, garantizarían mínimos que, a menudo, ya asegura con
creces la normativa existente y verifica la Administración': CANOSA USERA' Raúl'
Constitución y Medio Ambiente, Op. Cit', p. 181.
882
I
R¡srnrcctoNES A LA pRopIEDAD
tts', RAMÍREZ CRUZ, Eugenio. Tratado de Derechos Reales, Tomo 1l: Propiedad - Pose-
sión, sle,Lima 1999, p.326.
883
a
parte del Derecho agrarioltst4J, sin embargo, el Dec. Leg. 653 del
año 1991 derogó el art. 883, y la posterior Ley 26505 ratificó que
los predios rústicos se rigen por esa ley y por el Código Civiltrsrsl.
En consecuencia, el art. 964 tiene perfecto asiento en el Código,
máxime cuando regula solo el uso del agua, y no su propiedad, lo
que no podría hacer por su condición de bien de dominio público.
lrsr11 "Se trata de una nortrra que revela nuevanrente Ia politica incoherente vpoca cuidado-
sa del codificador, puesto que ella se afrlica a predios rústicos; ditlcilmente a un predio
urbano": Ibid., Tomo II, p. 328. Por virtud de lo expuesto en el texto principal, la
crítica no es justificada.
tt5rsl Un Proyecto de Ley de Aguas trabajado por el Nlinisterio de Agricultura había enten-
dido e¡rónearnente que esta norma 1'a no tiene cabida en la sistemática de los Códigos
de Derecl.ro privado, por lo cual propone su derogatoria. Este proyecto fue publicado
en separata especial del diario oficial el 25 de abril del 2003. La refutación de esta idea
consta en el texto principal.
trsr6l Esta norma de nuestro Código Civil no se halla dentro del sub-capítulo referido a las
"limitaciones por razón de vecindad'l pero en doctrina se le considera como una hipó-
tesis particular de este tema.
t's'7r PÉREZ PÉREZ, Emilio. PropiaLlad, Cotnunidad y Finca Registral, CRPME, Madrid
1995, p. 155.
El Código considera factible que el propietario pueda recurrir a la autoridad municipal
o judicial para el ejercicio del derecho de corte de ramas y raíces. No se aclara si este
catálogo de opciones queda sujeto a la discrecionalidad del propietario, o si existen
algunos casos en donde éste deba recurrir a la autoridad necesariamente. Por nuestra
parte, preferinros esta segunda interpretación, puesto que el propietario recurrirá a la
autoridad en los casos necesarios según 1a propia literalidad del art. 967 CC. ¿Cuándo
se produce esta necesidad? Por ejernplo: cuando el ejercicio del derecho requiera que
el perjudicado se introduzca en la finca ajena, como ocurre en ei corte de raíces.
t'5"31 \\¡OLFF Martin. "Derechos Reales'l En ENNECCERUS, Ludwig, KIPB Theodor y
884
CapÍruro XV
EXPROPIACIÓN
L. ASEGURAMIENTO DEL DERECHO DE PROPIEDAD
La propiedad es un título jurídico que compendia un conjunto
de posiciones normativas favorables a un sujeto con relación a bienes
determinados; no sujeto a límite temporal, y que da lugar a la ausencia
de derecho de todos los demást'srel. Dentro de estas distintas posiciones
jurídicas se encuentra:
t'5'el ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, J:uan. Ilícitos atipicos, Editorial Trotta, Madrid
2006, p. 48.
It52ol Ibíd., p. 49.
887
GuNrs¡n GoNz¡rps Bennóx
lr52rl «En la n-redida en que el objeto del derecho de propiedad no tiene un valor en sí mis-
mo, salvo de contenido patrimonial, este objeto puede ser sustituible e intercambiable
por otro bien que tenga el mismo valor económico. Así, si el titular del bien afectado
por una expropiación recibe la indemnización justipreciada, no existe perjuicio patri-
mor.rial alguno ni, en consecuencia, lesión al contenido esencial del derecho de propie-
888
ExpnoplacróN
889
GuNrspn GoNz¡,rrs B¡,nnóN
- Reserva de ley, es decir, solo puede declararse por Ley del Con-
greso de la República, que es la expresión de la voluntad popular
elegida en forma democrática.
- Causales justificativas de la expropiación, que son dos según
la Constitución de 1993: Ia seguridad nacional y la necesidad
pública, que serán declaradas por el órgano legislativo median-
te una ley expresa. La Convención Americana sobre Derechos
Humanos de San |osé, habla también del "interés social" como
causa exProPiandi (att. 21.2), por lo que ésta se complementa con
aquellas previstas expresamente en el texto fundamentallrs2al.
- Pago de la indemnización justipreciada ("compensación econó-
mica" o "resarcimiento") según valor de mercado' y que podrá
trs23l Aunque algunas de las garantías establecidas por la Constitución, han sido ampliadas y
exagáradai po r laley 27 117 , aprobada en los 90 's, y que estuvo claramente influencia-
da por la en1o.,ce, dominante doctrina económica neoliberal del Consenso de Wash-
ingion. Es de esperar que la nueva correlación de fuerzas poiíticas, que representa la
voluntad populár, permita la aprobación de una nueva le¡ fundada en la propiedad
como función social.
trs24l En tal contexto, no se entiende el desconocimiento que muestra el Tribunal Consti-
tucional cuando sigue señalando que nuestro sistema jurídico solo reconoce dos cau-
sales de expropiación, con lo que olvida lo prescrito por la Convención Americana
sobre Derechos Humanos. Así por ejemplo: "El acto de expropiación, para que sea
constitucionalmente válido, requiere que existan motivos de seguridad nacional o de
necesida«l público definidos por el Congreso de Ia República mediante una ley espe-
cial porqué la naturaleza de las cosas así lo exige" (STC Exp. N" 03258-201o-PA/TC,
fundaménto jurídico 8.). ¿Y el interés social establecido en el art. 2l de la Convención
Americana?
890
Expnopl¡,cróN
t's'zsl PEÑAILILLO AREVALO, Daniel. La expropiación ante el derecho civil, Editorial furí-
dica de Chile, Santiago 1995, p. 15.
891
GuNrHrR GoNzerps BannóN
892
ExpnoprncróN
893
GuNrHrn GoNz¡,r¡s Ben nóN
Ello no impide, sin embargo, que el Congreso pueda dictar una ley
especial por la cual se sancione la expropiación por necesidad pública
respecto de un inmueble específico, a fin de llevar a cabo una actividad
minera o de hidrocarburoslrs2el. Pero, en el caso que esta medida legislativa
se refiera a territorios de pueblos indígenas, entonces deberá aplicarse
el Convenio N" 169 de la OIT y la jurisprudencia que a ese respecto ha
dictado la Corte IDH (Caso Pueblo Saramaka vs. Surinam, excepciones
preliminares, fondo, reparaciones y costas, de fecha 2B de noviembre
de 2007, fundamento 134). En ese caso, bien puede reputarse que un
proyecto de tal envergadura, y que justifica su declaración de necesidad
pública por parte del Congreso, tipifica como un "megaproyecto" según
los precedentes de la Corte de derechos humanos, por lo que no basta el
"derecho de consulta", sino que se requiere el consentimiento libre, previo
e informado de la comunidad afectada bajo sanción de inconstitucionali-
dad de la Ie¡ aun cuando Ia tierra no fuese propiedad de Ia comunidad.
Alguien dirá que Ia necesidad del consentimiento hace innecesaria la
expropiación, pues en tal circunstancia es perfectamente factible arribar
a un negocio jurídico sobre la ocupación del predio superficial entre las
partes en conflicto; y ello en cierta medida es cierto, pero igual podrían
presentarse situaciones complicadas, tales si los directivos de la comunidad
no están de acuerdo con la actividad minera, pero la mayoría del pueblo,
sí; o podrían subsistir discrepancias en cuanto a la contraprestación por
el uso de la tierra, entre otros casos.
894
ExpRoprecróN
897
GuNrupn GoNzerps BennóN
f rsr3l
El uso del término "propósito público" tiene su origen en una traducción literal del
idioma inglés, de donde se han tomado distintos modelos de convenios de libre co-
mercio.
898
ExpnoptacróN
Sin embago, nuestra doctrina tradicional creía ver que la sola men-
ción de las causales de expropiación por "necesidad pública" y "seguridad
nacional", conllevaba una reducción significativa de las hipótesis expro-
piatorias, especialmente por la eliminación del "interés social" previsto en
el art. 125 de la constitución de 1933, pero eliminado de la constitución
de 1993. En tal sentido, se dice en forma recurrente que la "necesidad
GuNrr¡pn GoNzaI-¡s BannóN
tt53''l AVENDAÑO VALDÉZ, )orge. "Comentario al artículo 923".8n \ry.AA. Código Civil
Comentado, Tomo V Gaceta Jurídica, Lima 2003, p. 190.
r'53s1 GUZMÁN NAPURÍ, Christian. "Expropiación y derecho de propiedad según ia ju-
risprudencia del Tribunal Constitucional Peruano". En /US Constitucional, Editorial
Grijle¡ No. 7, |ulio 2008,p.202.
fts36)«76. Nuestra Constitución reconoce a la propiedad no solo como un derecho subjeti-
vo, conforme a los incisos 8) y 16) del artículo 2" de Ia Constitución, sino como una
garantía institucional, a tenor del artículo 70', según el cual e1 Estado garantiza la
inviolabilidad de la propiedad, la cual debe ser ejercida en armonía con el bien común
y dentro de los iímites que establece la ley.
77. Dicho artÍculo es acorde con las finalidades del Estado Social y Democrático de
Derecho, que reconoce 1a función social que el ordenamiento reserva a la propiedad,
la cual es inherente al derecho mismo. (...)" (Sentencia del Pleno del Tribunal Cons-
900
Expnopr¡,cróN
901
GuNrHsn GoNzarEs B,cnnóN
tts37l Sin embargo, medio siglo después, un sector de nuestra doctrina mantiene la bizantina
distinción entre "necesidad pública'e "interés social".
902
Expnopr¡,clóN
rr538r Cit. PEñAILILLO AREVALO, Daniel. La expropiación ante el derecho civil, Op. Cit,
P.24.
Guururn Goxzerss BennóN
904
ExpxoprecróN
trssel Aquí el inaudito argumento expuesto en la Sentencia de 15 de marzo de 2001, Exp. N"
022-96-llTC, Caso Bonos de Reforma Agraria, que pretende aplicar la Constitución de
1993 a un hecho acaecido nada menos que tres décadas antes:
"2. Que, el artículo 2" dela LeyNo 26597 tiene el propósito, por un lado, de conva-
lidar el sistema dei <justiprecio> representado en bonos, y, por otro, el de otorgar al
<justiprecio> un tratamiento inalterable y ajeno a las circunstancias de tiempo. A este
respecto y si bien el propósito de utilizar bonos como medio de pago, no era incons-
titucional cuando se estipuló, pues la Constitución de 1933, entonces vigente, lo auto-
rizaba; e1 régimen cancelatorio al que se sometió dicho procedimiento, sí fue y sigue
siendo inconstitucional, por las razones de fondo expuestas en la demanda y en cuya
virtud se convirtió en un régimen confiscatorio".
GuNrHEn GoNzerps Bennó¡¡
6. SUIETOS DE LA EXPROPIACIÓN
El sujeto activo de la expropiación (expropiante) es la dependencia
administrativa que tendrá a su cargo la ejecución del proceso de expro-
piación (art. 10.1 Ley 27117). Aquí debe distinguirse entre el Congreso
que agusba Ia ley a instancia del Poder Ejecutivo, Regiones o Gobiernos
Locales (art.2 Leytts'tol¡, y la dependencia administrativa que se encuentra
obligada a ejecutar Ia expropiación (art. 6 Leytt;rtl¡.
Irs{ol.La ley só1o puede dictarse a instancia de esos tres órganos? ¿El Congreso no tiene
capacidad para dictar la ley a instancia de sí mismo? Aquí existe un evidente error
dátécnica iegislativa, y la interpretación correcta será aquella que se realice en clave
"constitucionai",estoes,concordando elart.2de1aleyconelart.107deIaConst.,por
el cual se atribuye iniciativa legislativa a cualquier congresista.
Íls'rtl El inicio de ]a ejecución de Ia expropiación se aprueba por Resolución Suprema con el
voto aprobatorio del Consejo de Ministros, si se trata del Poder Ejecutivo, de la norma
correspondiente en el caso de las Regiones, y de un Acuerdo de Concejo para los Go-
biernos Locales.
906
ExpnoplecróN
Ahora bien, ¿qué ocurre con los titulares de los derechos reales limi-
tados o de garantía que concurran sobre el mismo bien afectado? La ley
NO considera a estos titulares como "sujetos pasivos", pero sí les otorga
Ia garantía de que la indemnización pagada por el expropiante se aplique
a favor de ellos según la magnitud de sus derechos (primera disposición
final de la ley). Esta solución es correcta si tenemos en cuenta que la ex-
propiación implica una transferencia de propiedad sin cargas (igual que en
una ejecución judicial) a favor del Estado, ante lo cual los derechos reales
sobre el bien se trasladan automáticamente a la indemnización obtenida.
Si bien la ley sustantiva no considera a los terceros titulares como "suje-
tos pasivos", sin embargo la ley procesal -con buen criterio- ordena que
éstos sean notificados con la demanda, bajo sanción de nulidad (art. 521
C.P.C.). La norma agrega en su segundo párrafo que: 'Si de los actuados
7. OBIETO DE LA EXPROPIACIÓN
, Desde una perspectiva neoliberal, laLey
27117 ha previsto que solo
los bienes inmuebles sean objeto de expropiación (art. 12.1), incluyendo la
propiedad separada del sobresuelo o subsuelo (art. 13), siempre que éstas
gocen de autonomía jurídica a través de la respectiva independización.
Esta tipo de propiedad sobre o bajo el suelo, y sus diversas modalidades,
se halla reconocida en el art. 955 CC.
908
l-
ExpnopracróN
propiedad que abarca, entre otros, e1 uso y goce de los bienes, definidos como cosas
materiales apropiables o como objetos intangibles, así como todo derecho que pueda
formar parte del patrimonio de una persona. Asimismo, la corte ha protegido, a través
del artículo 21 convencional, los derechos adquiridos, entendidos como que se han in-
corporado al patrimonio de las personas. Respecto a los derechos adquiridos, cabe re-
saltar que estos constituyen uno de los fundamentos del "principio de irretroactividad
de la le¡ es decir, que la nueva ley no tiene la virtud de regular o afectar las situaciones
jurídicas del pasado que han quedado debidamente consolidadas, y que resultan intan-
gibles e incólumes frente a aquella, cuando ante una determinada situación de hecho
se han operado o realizado plenamente los efectos jurídicos de las normas en ese mo-
mento vigentes" (sentencia -147 197 de la corte constitucional de colombia de 19 de
marzo de L997).Por último, resulta necesario reiterar que el derecho de propiedad no
es absoluto y, en ese sentido, puede ser objeto de restricciones y limitaciónei, siempre
y cuando estas se realicen por la vía legal adecuada y de conformidad con los paráme-
tros establecidos en dicho artículo 21'1
Esta decisión de la corte IDH es muy importante en cuanto señala que la propiedad es
un derecho que no puede privarse mediante medidas arbitrarias del Estado; pero tam-
bién reconoce que dentro de los cánones legales sí puede ser restringida, siempre que
la norma limitadora cumpla un fin iegítimo en una sociedad democrática. Es dicir,-da
amplia entrada a la política de intervención, pero pide cumplimiento de la legalidad
y razonabilidad. Esto incluso puede hacer dudar que en este caso pueda aplicarse la
ponderación de Alexy, pues ya la Convención habilita ias limitantes justificadas de la
propiedad.
GuNrrFr¡n GoNzeLps BenxóN
910
ExpnoprecróN
tr56l Sentencia de 09 de mayo de 2011,emitida por la Sala Primera conformada por los
Magistrados Mesía Ramírez, Beaumont Callirgos y Calle Hayen; Exp. No 00834-2010-
PA/TC, en los seguidos por Duke Energy Egenor S. en C. por A. contra Autoridad Au-
tónoma de Ia Cuenca Hidrográfica del Santa y Municipalidad Provincial de Huaylas,
Caraz.
9ll
GUNTr¡¡R GoNz¡.rEs Ban nóN
912
Expxopleclór.l
B. EIECUCIÓN DE LA EXPROPIACIÓN
La sola existencia de la ley no es suficiente para que la expropiación
pueda consumarse, ya que se necesita de un proceso que actúe o ejecute
el acto de intervención estatal, así como lleve adelante el pago de la in-
demnización que corresponde al sujeto pasivo. Este proceso se encuentra
previsto en la Ley 27117 y en las normas pertinentes del Código Procesal
Civil. En buena cuenta:
"si una ley expropia directamente, siempre será necesario que alguna
institución pública adopte algunas medidas para la concreción de
la privación del dominio (por ejemplo, para tomar posesión del
bien expropiado y destinarlo al fin que la motivó¡"i"n't.
t's't7l PEñAILILLO ARÉVALO, Daniel. La expropiación ante el derecho civil, Op. Cit., p. 54.
913
GUNrH¡n GoNzeus BannóN
9t4
ExpRoprecróN
915
GuNrupn GoNze¡,ps BnnnóN
916
ExpRoplecróN
trn8l En el caso concreto, sin embargo, el Tribunal Constitucional se equivoca pues la ley
que se cuestiona no es una de expropiación, sino de transferencia de propiedad, pero
se entiende de los propios bienes del Estado. Así la ley en referencia es el art.410.
del Decreto Legislativo 556, que dispone: "Transfiérase al dominio de las autoridades
autónomas y proyectos especiales del Instituto Nacional de Desarrollo ubicadas en
la zona de costa, todas las tierras eriazas comprendidas en su ámbito debiendo ins-
cribirse la propiedad de las mismas en los Registros Públicos por el solo mérito de la
presente Ley'l
Nótese que se trata de una ley de transferencia, no de expropiación, por io que abarca
solo los bienes estatales, o en todo caso previamente las tierras eriazas referidas de-
bieron ser objeto de reversión por incumpiimiento de los fines de la adjudicación y al
mantenerse en la condición de incultivables.
917
GuNrn¡n Gor'rzeLps BenxoN
'4. Por tanto, para que la privación de los bienes de una Persona
sea compatible con el derecho a la propiedad privada consagrado
en el artículo 21" de la Constitución Americana de Derechos Hu-
manos y en el artículo 70' de la Constitución, debe fundarse en
razones de utilidad pública o de interés social, sujetarse al pago de
una justa indemnización, limitarse a los casos v practicarse según
las formas establecidas por la Constitución 1' la 1e,v. Cuando no
se presenten los supuestos para una exPropiación constitucional
descritos en la sentencia recaída en el Exp. N' 05614-2007-PAl
TC, se estará ante un acto de confiscación que priva en forma
inconstitucional el derecho a la (sic) propiedad privada'
En estos casos la tutela que Ia jurisprudencia de este Tribunal
ha brindado al derecho a la propiedad privada vulnerada por
un acto de confiscación, es que la propiedad confiscada por eI
Estado sea restituida al propietario que se le confiscó su bien; sin
embargo, esta soiución no puede ser utilizada en todos los casos
de confiscación, pues existen supuestos en los cuales el Estado ya
no es propietario porque transfirió a título oneroso la propiedad
confiscada a un tercero que la adquirió de buena fe.
Basándose en io expresado supra, este Tribunal considera que
cuando la propiedad privada es confiscada deben existir dos so-
Iuciones de tutela que son las siguientes:
a. Si el acto de confiscación del derecho a la propiedad privada
tiene su origen en una norma de rango de le¡ la sentencia
estimativa, además de disponer Ia inaplicación de la norma
918
ExpnoplecróN
Irs'el Sentencia
del 15 de abril de 201 1, pronunciada en sesión de pleno jurisdiccional, Exp.
N'3569-2010-PA/TC, en los seguidos por Agrícola Cerro Prieto SAC contra Aspillaga
Anderson Hermanos SA y Poder ludicial.
919
GuNrn¡R GoNzerps B¡.nnóN
Itssol Muchos más detalles sobre el principio de fe pública registral bajo la luz constitucional,
interpretado bajo estrictos límites de justicia y racionalidad, puede verse en mi artículo:
"Constitución y Principios Registrales'l En Gaceta Constitucional, Gaceta |urídica, N' 36,
Lima, diciembre 2010: "Nadie puede perder su derecho sin que de alguna manera le sea
imputable esa consecuencia, ya sea porque pernritió o toleró, o dio lugar a la situación de
apariencia en la cual confió un tercero. Es necesario que el titular actúe con culpa (im-
putabilidad) pues solo de esa forma se explica que la apariencia termine imponiéndose
a la realidad jurídica. En caso contrario, no hay razón justificativa para que el Derecho
renuncie a la verdad, ni para que se despoje a un titular cuyo derecho se encuentra pro-
tegido por mandato de la Constitución mediante la garantía de indemnidad" (p. 39a).
Ir55rl Un ejentplo: GONZALES LOLI, ]orge. "Protección al tercero registral societariol En
VVAA. A los doca años de la Ley Ceneral de Sociedades, Grijley - Cathedra Lex, Lima
2010, pág. 258. Otros defienden la misma tesis extremista del registro, pero no Por
candidez como sus pares nacionales, sino por conveniencia y defensa de intereses cor-
porativos: IvIÉNDEZ, Fernando. De la publicidad contractual a la titulación registral,
Thomson Civitas, Madrid 2008, pág. 153 ss.
920
ExpRoprecróN
921
GuNrupn Gol¡zntss Benxólt
922
ExpRopreclóN
923
GuNrurn GoNz¡.rps Bennó¡t
Hay que tener cuidado con el criterio sentado en esta decisión, pues
resulta difícil evaluar las actuaciones realizadas hace medio siglo. La se-
guridad jurídica, y la primacía del bien común, son motivos suficientes
para que las controversias propietarias tengan un Punto final en el tiempo,
y no se debatan eternamente. De ser así, pronto podríamos asistir a los
reclamos promovidos por los herederos de quien era el propietario de
las zonas aledañas al muro circundante de Lima, y que fueron utilizados
para el crecimiento de la ciudad durante el siglo XIX; o las demandas de
los propietarios primigenios de las áreas que permitieron el trazado de la
Avenida Arequipa en la década de los 20's, entre otros. ¿Qué dirá ante
ello, nuestro Tribunal Constitucional? ¿qué las afectaciones son "conti-
nuadas" y que habrá de indemnizarse con el valor actualizado por deudas
originadas en libras peruanas de la época de los gobiernos aristocráticos,
o de las dudosas democracias de Benavides y Odría?
Debemos tener mucho cuidado con tratar de evadir los efectos del
Padre Tiempo, pues ello podría ser fuente de un nuevo mecanismo para
lograr la exacción fraudulenta del presupuesto estatal, al mejor estilo
924
ExpnoprecróN
925
GuNrHsR GoNzelss Bennoru
926
ExpRopreclóN
I'srr PEñAILILLO AREVALO, Daniel. La expropiación ante el derecho civil, Op. Cit., p. 70.
927
GuNrn¡n GoNzerps B¡nnóN
928
Expnopl¡.crór,¡
da adecuada como parte integrante del derecho a un nivel de vida adecuado, Miloon
i
Kothari, sobre su misión al Perit de a 15 de marzo de 2003, 1l de febrero de 2004, El
cN.4/2004/48/Add.1.
930
t-
ExpRopreclóN
93t
GuNrspR Got{zerrs BennóN
«Ningún
t1s57l país latinoamericano aceptaría jugar la Copa del Mundo si todos Ios árbitros
fuerain europ"os. Sin embargo, en rlna contienda en la que se juegan miles de millones
de dólares cida año se da exictan-rente esta situación. A esta conclusión llega un infor-
me recién publicado por el Observatorio Europeo de las Cor.poraciones de Bruselas y el
Instituto Tiansnacional de Amsterdam, bajo el titulo'sacando provecho de la injusticial
Las autoras, Pía Eberhardt y Cecilia Olivet, sostienen que'el boom de los litigios sobre
inversiones está alimentado por los propios árbitros y los estudios de abogados' que
configurarían una verdadera 'industria' en torno a este tipo de demandas. El Centro
Inte¡iacior.ral de Arreglo de Diferer.rcias relativas a inversiones (CIADI), con sede en el
Banco Nlundial en Waihington, fue creado en los años sesenta como un mecanismo de
solución de los diferendos éntre gobiernos e inversores extranjeros, fundamentalmente
para determinar el mor-rto de las indemnizaciones en caso de expropiaciones. Sin em-
bargo, er'r los últirnos veiute años, cuando los países et-r desarrollo se negaron a aceptar
un acuerdo ntultilateral de inversiones propuesto por los países ricos, conlenzaron a
proliferar acuerdos bilaterales que otorgan al inversor extranjeroel derecho a recurrir
á estos arbitrajes en sus disputas con el gobierno anfitrrón. Las ñrmas nacionales, en
car.¡bio, deben dirinlir sus diferendos con los gobiernos ante la justicia local. Los tra-
tados bilaterales de inversión )'a son más de tres r¡ul v el núntero de casos a arbitrar
se disparó. De treinta,v ocho registrados en 1996, pasamos a cuatrocientos cincuenta
cono.idos en 2011. Y los casos reales pueden ser muchos rnás, y'a que los procedit-nieu-
tos son a menudo secretos y el "caso" a veces no llega a formalizarse, Pues basta con la
antenaza para obligar al gobierno a negociar. Los montos en litigio también subieron y
en 2010 si produjeron ciento cincuenta reclamos de más de cien millones de dólares.
Las razoneide los reclamos varían desde la protesta de Phiiip Morris a la pretensión de
Uruguay y Australia de tomarse en serio la lucha antitabaco hasta el reclamo de la em-
presa eléctrica sueca Vattenfall contra la decisión alemana de abandonar gradualmente
ia energí.a nuclear. Los costos de litigar tan.rbién han subido y hoy llegan, en promedio,
a los oJho millones de dólares, pero hay algunos de más de treinta mi11ones. Los abo-
gados cobran mil dólares por hora cada uno (y trabajan en equipo) y los árbitros han
émbolsado a veces hasta un millón de dólares por caso. Para defenderse de un reclamo
del operador alemán de aeropuertos Fraport, el gobierno filipino gastó 58 millones de
dólares, el equivalente al salario anual de doce mil maestros de escuela. En otro caso,
el presidente del tribunal facturó setecientas diecinueve horas de trabajo, a 660 dólares
más impuestos. Algunos se Preguntan si este mecanismo tendrá algo que ver con que
1os casós se arrast¡en por años. Lo que no ha aumentado mucho, sin embargo, es Ia
cantidad de árbitros o de abogados especializados, que constituyen, según el inforn-re,
'una pequeña comunidad' en la cual tres estudios (Freshfields, White & Case y King &
Spaláing) litigaron ciento treinta casos en 2011. Un g¡upito de apenas quince árbitros
ha mrniludo el cincuenta y cinco por ciento de todas las disputas conocidas. Entre ellas
solo hay dos mujeres y solo uno no es europeo o norteamericano, el chileno Francisco
Orrego Vicuña. De este selecto grupo, el también árbitro Tony Landau ha dicho que'n_o
son lá maña, sino la pequeña mafia inte¡nal La organización Public Citizen, con sede
en Washington, sostienáque tomo estos tribunales elevan a los inversores privados al
mismo estitus que los gobiernos, equivalen de hecho a una privatización de la justicial
932
ExpRoprecrór.¡
Esta privatización se extiende a sus fallos, que en gran proporción lavorecen al inversor
privado, y a la defensa de su p¡opi6 club. A menudo los árbitros son los principales
asesores de los gobiernos que negocian tratados de inversión y el estudio concluye que
el lenguaje ambiguos de estos tratados favorece los litigios futuros, sobre todo con una
ittterP¡sl¡6ió¡1 anrplia de qué es una expropiación 1' una ntirada mu1' restrictiva sobre
los derechos hunlanos y sociales, que rara vez son tenidos en cuenta en los litigios.
Adcnlás de escribi¡ las leyes, los abogados inversionistas son los autores de la mayoría
de los artículos académicos sobre el tema y controlan tres cuartas partes de los cargos
ert las juntas de las ¡evistas especializadas en legislación sobre inversiones, lo que les
pcrrtrite bloquear apreciaciones críticas. El grupo de especialistas es tan pequeño que
por 1o tleuos dos docenas de los abogados más prestigiosos de los estudios que litigan
sobre invcrsiones son también árbitros. un abogado puede ser árbitro en un caso que
involucra a una empresa a Ia que su fi¡ma defiende en otro. 'Hacete amigo del juezl
recorttendaba el gaucho Martin Fierro en el siglo XIX. Los abogados inversionistas han
perfeccionado esta forrnula, transformándola en 'Hacete eI jtez'. La principal víctima
es la propia justicia': BISSIO, Roberto. "Cuando los árbitros juegan suciol En Agenda
Gloünl, N' 100, publicación de La Primera e Instituto del Tercer Mundo, distribuido por
Diario La Primera, Lima,08 de febrero de 2013, p. 1.
Irs58l PEÑAILILLO ARÉVALO, Daniel. La expropiación ante
el derecho civil, Op. Cit., p. 66.
lr5sel'<Basándose en lo expresado supra, este Tribunal considera que cuando la propiedad
privada es confiscada deben existir dos soluciones de tutela que son las siguientes:
a. Si el acto de confiscación dei derecho a la propiedad privada tiene su origen en
una norma de rango de le¡ la sentencia estirnativa, además de disponer la inapli-
cación de la norma autoaplicativa al caso concreto, debe ordenar la nulidad de
cualquier inscripción registral a favor del Estado y que se restituya la propiedad
a la persona que se le confiscó, siempre y cuando el bien confiscado siga siendo
propiedad del Estado.
b. Si la propiedad confiscada por una norma con rango de ley ha sido transferida
por el Estado a un tercero de buena fe y a títu1o oneroso, la sentencia estimativa le
933
GuNrHrn GoNz¡.rps B¡.nnóN
934
a
ExpnoplecróN
trs6'l CANASI, losé. Tratado teórico práctico de la expropiación pública, Primera Parte, La
Le¡Buenos Aires 1967, p. 50.
935
GuNrr¡¡n GoNz¡.rns BennóN
936
ExpRopr¡.cróN
937
GuNrupR GoNzerrs BenxóN
lrs63l MORCILLO DOSMAN, Pedro Pablo. Derecho Urbanístico Colombiano. Historia, De-
recho y Gestión, Editorial Temis, Bogotá 2007 , p. 579.
trsó41 Ibídem,
Its65l Ibídem.
938
ExpRopracróN
13.1 OBIETTVO
Los Gobiernos Locales sólo pueden instar la expropiación por causa
de necesidad pública (arts. 94 a 96 Ley 27972, orgánica de Municipali-
dades), lo que es correcto si tenemos en consideración que la "seguridad
nacional" no es asunto de su competencia. Sin embargo, de acuerdo con
la convención Americana sobre Derechos Humanos, la expropiación se
permite por razones de interés social, lo que puede ser invocado tam-
bién por las corporaciones locales, pues el texto legal deberá leerse de
conformidad con la Constitución y las normas que en forma traslaticia
tienen ese contenido, cómo es el caso de los Tratados Internacionales
sobre Derechos Humanos.
939
GuNts¡n GoNzelEs B¡.nnórv
que hayan sido ocupados por acciones de hecho y sin posibilidad real del
restablecimiento del estado anterior" (inciso 6).
940
ExpRoprecróN
941
GuNrnpn GoNz¡.1.¡s BennóN
tr566l Así claramente: AVENDAÑO ARANA, Francisco. "La Ley No. 29320: como en tiem-
pos de la Reforma Agraria'l En La Ley, periódico mensual de la Gaceta Jurídica, No'
15, febrero 2009, p. 9.
942
ExpRopreclóN
De esta forma, solo queda decir que las nociones de utilidad o ne-
cesidad pública han soportado una natural evolución y se han alejado de
las definiciones restrictivas que solo la vinculaban con la obra pública.
En Italia, la Constitución de la República (art. 42, párrafo 3") dice que
es válida Ia expropiación por motivos de interés generallrs6el, es decir, en
estricto lo sería solo por razones de beneficio para toda la colectividad,
ya que ello viene implícito en el uso del adjetivo "general"; sin embargo,
nadie duda en aceptar un contenido más amplio de dicho concepto.
Así, la Corte Constitucional mediante sentencia de 20 de mayo de 1999,
número 179, reconoce que es posible la expropiación para llevar a cabo
trs7ol ASSINI, Nicola y MANTINI, Pierluigi. Manuale di diritto urbanistico, Giuffré Editore,
Mllin 2007, p.248.
IrsTtl Por 1o demás, y para reiterarlo como ejemplo, laley 2L499, de expropiaciones en Ar-
gentina, define la "utilidad pública" como todos aquellos casos en los que se Procura
la satisfacción del "bien común', sea material o espiritual (art. 1.). Es decir, debe reco-
nocerse que las expresiones "interés general", "interés social'l "frn social'l "necesidad
pública" o "bien común" son circulares entre ellas, Pues una se utiliza para la otra, y
viceversa: MUSTO, Néstor |orge. Derechos Reales. Astrea, Buenos Aires 2000, Tomo I,
p.413.
lrszzl ln doctrina constitucional se señala 1a supremacía de la interpretación sistemática por
sobre la histórica: "un operador jurídico, al interpretar un derecho fundamental tendrá
que adoptar una visión sistemática del Derecho, 1o que implica ya de por sí sujetarse
áciertoiprincipios y reglas consustanciales a Ia misma. Por ejemplo, la interpretación
debe tenér en cuenta, como punto de partida y como posible marco en el qu operar, a
las normas básicas materialeJ del ordenamiento (los valores superiores), al desarrollo
legislativo dado al Derecho, al conjunto de decisiones que sobre el mismo_se lln!:.g
ducido en el ámbito de la justicia constitucional y ordinaria": PECES-BARBA MARTI-
NEZ, Gregori o. Curso de Derechos Fundamentales. Teoría General, Universidad Carlos
III de Madrid - Boletín Oficial del Estado, Madrid 1999, p. 584.
944
ExpnoprlcróN
945
GuNrnpn GoNz¡.rrs BennóN
Agraria'l En La Ley, periódico mensual de la Gaceta Jurídica, N' 15, febrero 2009, p. 9.
t's751 PASQUEL, Enrique. "La tómbola de la propiedad: expropiación y formalizaciónl En
946
ExpnoprectóN
«Ha
11576l sido en efecto observado que la prornoción de la adquisición de la propiedad
entra en la más general obligación del Estado de realizar la igualdad sustanliafde los
ciudadanos. cierto es, sin embargo, que esta obligación se eipecifica en relación a la
adquisición de bienesde particular valor social (como la casa y la tierra) y la inter-
vención puede ser realizado mediante intervenciones favorecedoras (financiamientos,
exenciones fiscales, etc.)": BIANCA, Massimo. Diritto civile 6. La proprietrí, Giuffré
Editore, Milán 2005, p. 184.
947
GUNtspn Go¡rzllrs Ben¡.óN
(r577j
Sobre el particular puede verse el artículo de: SÁNCHEZ GOYANES, Enrique. "La
Propiedad Inmobiliaria en la Nueva Ley del Suelo'l En Revista Crítica de Derecho In-
mobiliario, N" 701, Madrid, mayo-junio 2007,pp. i225 ss.
948
ExpRoprecróN
los Estados Unidos, en donde una reciente sentencia del Tribunal Supremo
de 23 de junio de 2005 (Caso Kelo vs. New London) consideró válida
la expropiación de un conjunto de fincas por parte de un ayuntamiento
(municipio) para efectos de renovación urbana, ya que el "desarrollo eco-
nómico" autoriza la intervención del Estado sobre la propiedad, en tanto
se considera que el desarrollo es una modalidad de "uso público" de los
bienes, lo que da entrada a la expropiación, según la Quinta Enmienda
de la Constitucióntr578l.
lr578l Véase el caso en: LAGO NUÑEZ, Guillermo. "Kelo y el Agente Urbanizador'l En Re-
vista Práctica Urbanística,LaLey, Madrid, mayo 2006.
ttsTel REMOTTI CARBONELL,
José Carlos. La Corte Interamericana de Derechos Huma-
r¡os, IDEMSA, Lima 2004, p. 426.
GuursE,R GoNz,c.Lrs BennóN
tt5s0l DÍEZ, Manuel Maria. Derecho Administrativo, Op. Cit., Tomo IV, p. 358.
950
ExpRoprecró¡¡
tr58tr Sobre el amparo residual puede verse: CASTILLO CÓRDOVA, Lu\s. Comentarios al
Código Procesal Constitucional, Universidad de Piura - ARA Editores, Lima 2004.
951
a-
CapÍruro XVI
MODOS DE ADQUISICIÓN
DE LA PROPIEDAD
L. DEFrNrcrów y clAsrFrcacróN DE Los MoDos DE
ADeuISIclórr¡ DE tA pRoptEDAD
La propiedad de los bienes se adquiere a través de distintas "causas
lícitas" reconocidas y amparadas por el ordenamiento jurídicou582l. La
variedad de "causas" aconseja su estudio a través de tipos y clasificaciones.
955
GuNrnen GoNzeI-rs BennóN
tlssr) Los modos de adquisición de la propiedad no cuentan con una regulación legal gené-
(arts'
rica y orgánica, a diferencia de lo que ocurre con la teoría del negocio jurídico
f+O y sslCC¡, sino que cada uno de los modos específicos recibe un determinado
tratamiento normativo.
Ir585l'el modo de adquirir derivativo supone y requiere la preexistencia del derecho en la
persona de quien se a<lquiere. La elicacia del acto derivativo está, pues, subordinada a
ia existencia y a la exteniión del derecho del causante, como quiera que nadie puede dar
más de lo qr,e tie¡e y de Io que, en la misma medida tiene, esto es, con las limitaciones
y cargas que afectaban la coia que tenía_ en su poder": PESCIO VARGAS, Victorio. Ios
irodis de- arilluirir el dominio, Universidad de Valparaíso, Valparaíso 1984, pp. 13-14'
956
Mooos DE ADQUISICIóN »p LA PRoPIEDAD
tt5tr6l ZATTI, Paolo y COLUSSI, Vittorio. Lineamenti di Diritto Privato, CEDAM, l0' Edi-
ción, Padua 2005, p. 243.
t'587r TRIMARCHI, Pietro. lstituzioni di diritto privalo, Giuffré Editore, 12'Edición, Milán
1998, p. i 19.
Its8s] Un sector doctrinal, sin embargo, sostiene que el modo originario se aplica solo a las
cosas que no pertenecen a nadie o que aún no han sido apropiados. Por ejemplo, en
ese sentido, el eminente profesor chileno Claro Solar: Cit. PESCIO VARGAS, Victorio.
Los modos de adc1uirir el dominio, Op. Cit., p. 12.
957
GuNrxpx Gouza¡,es Bnnnón
titular estrena
Las adquisiciones originarias operan ex novo, ya que el
el derecho o lo adquiere novedosamente, sin vinculación alguna con el
anterior propietario. En tal sentido, aquí no interesa ia regla neffio plus
iuris, pttes no existe acto de transmisión del primigenio hacia el nuevo
titular, sino que éste adquiere Por sí solo 1' sin relación causal con el
anterior. Por tanto, en esta hipótesis se produce un claro rornpimiento
del dominio anterior, una especie de linea divisoria por Ia cual e1 titular
primigenio termina su historial, ntietttras el nuevo lo conlienza sin I'in-
culación con el pasadotrseo .
958
Mooos DE ADeursrclóN o¡ LA pRopIEDAD
no; por tanto, esta última es superio¡ porque opera en forma absoluta e
irremediable. Por tanto, la usucapión es más poderosa que el registrolrsstJ.
Irser] Por tal razón, debe tomarse como palabrería hueca la siguiente opinión: "El Registro
elimina los costos ir.rdirectos generados por la posesión, toda vez que permite la cons-
titución de varios derechos compatibles, todos ellos a ser publicitados vía su inscrip-
ción": CANTUARIAS SALAVERRY, Fernando. "La función económica del Derecho: a
propósito de los derechos de prenda e hipotecal En El Derecho Civil peruano. Perspec-
tivas y problemas actuales, PUCP, Lima 1993,pp.71-72.
La pregunta que surge es la siguiente: ¿y qué puede hacer el Registro con una infor-
mación desactualizada y errónea? ¿La mantenemos pese a todo? ¿O seguimos con la
milonga de que se trata de una "verdad oflcial" y debemos creerle porque lo dice el
Estado y cualquier otra consideración sale sobrando? Graves contradicciones en 1as
que incurren, cuándo no, los cultores del neo-liberalismo.
ttse2l WONNACOTT, Mark. Possession of Land, Cambridge University Press, Londres 2006,
p.126.
trse3l Cit. BIANCA, Massimo. Diritto Civile. 6. La Proprietá, Gttffré Editore, Milán 2005,
p. 830.
GuNrupn GoNznLEs B¡.nnóN
2. APROPIACIÓN
2.I DEFINICIÓN
La llamada apropiación, aprehensión u ocupación consiste en la
apropiación posesoria de bienes vacantes ("sin dueño"), y con toda se-
guridad es el más antiguo modo de adquisición de la propiedad, de cuy.a
estructura se han moldeado las otras, y más modernas, causas adquisitivas
I'serl PEÑA BERNALDO DE QUIRÓS, Manuel. Derechos Rettles. Derecho Hipotecario, CR-
PIvlE, Ivladrid 1999, Ton.ro l, p.76.
tl5e5l IVIARIANI DE VIDAL, Marina. Curso de derechos reales,Zavalía Editor, Buenos Aires
960
Mo»os DE ADeUISICIóN rrr LA pRoprEDAD
961
a
GuNrurn GoNz¡,LEs BennóN
f lseel
El art. 877 del Código de 1936 mencionaba el vocablo genérico "muebles" susceptibles
de apropiación, en cambio, el actual art. 929 CC suena más restrictivo cuando habla de
"lus cosas que no pertenecen a nadie, como las piedras, conchas t otros análogos..l] em-
pero, es evidente que cualquier bien sin dueño, que no se encuentre en tal listado, puede
ier objeto de apropiación, salvo que otra cosa digan las reglamentaciones especiales.
962
Mopos DE ADeutsIClóN oe LA pRoeIEDAD
Según el prologuista de esta obra, el eminente profesor /osé Luis Lacruz Berdejo, se
trata del libro más importante ei cualquier lengua sobre esa materia, por 1o menos,
claro está, al momento de escribirse esa nota (lbíd., p. l2).
I'604r ESPINOZA ESPINOZA,Juan. Derecho de las Personas, Editorial Huallaga, Lima 2001,
p.418.
lr60slEn el Derecho romano, era debatida la posesión de las personas jurídicas. PAULO 1a
negaba, basado en que la persona jurídica ("universitas") no tenía voluntad propia 1',
por ende, carecía de voluntad posesoria (D.41.2.1.22). En cambio, ULPIANO opinaba
que las personas jurídicas sí podían poseer y usucapir, por cuanto ello era lo que se
observaba en Ia práctica (D.aL.2.2): D'ORS y otros. El Digesto de lustiniano. Versión
Castellana, Op. Cit., Tomo III, p. 303. En el Derecho moderno, la discusión carece de
sentido, en cuanto la noción de persona juridica está plenamente consolidada como
un sujeto con capacidad análoga a ia persona física.
I'u*) DÍE7,PICAZO,Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial,EditorialCivitas, Ma-
drid 1995, Tomo III, p. 592. La doctrina mayoritaria se inclina por esta tesis:"Tampoco
ha de ser una voluntad juridicamente cualilicada. Incluso el incapaz de obrar puede
constituir un señorío, siempre que su voluntad sea 1o suficienter-nente madura para
poder dirigirse a una relación duradera con la cosa. El que curado de una enferme-
dad rnental, que motivó su incapacitación, siga aún sujeto a tutela, puede adquirir la
posesión; el niño que va a la escuela posee su cartera y sus libros; mientras que el loco
furioso, la persona sumida en ei delirio de la fiebre o el niño de pecho no puede cons-
964
,
965
a-
«La
lt60sl capacidad natural" abarca a aquel incapaz legal (menor de edad, inhabilitado, etc.)
que puede entender y comprender sus actos, esto es, cuenta con discernimiento: BAR-
BERO, Domenico. Sistema de derecho privado,fradtcción de Santiago Sentís Melendo,
EJEA, Buenos Aires 1967, Tomo I, pp.202-203.
ir6cDl «La analogía iuris procede de una manera distinta. No toma como punto de partida
del razonamiento una sola norma, sino una serie de normas, de las cuales induce un
principio general. El caso a decidir no es igual a ninguno de los supuestos normativos
de ninguna de las normas tomadas en consideración, pero es igual al supuesto de he-
cho del principio general inducido de las normas": O|EZ PICAZO, Luis. Experiencias
jurídicas y teoría del derecho,3'edición, Editorial Ariel, Barcelona 1999, p' 281.
966
Mooos DE ADeutsIClóN o¡ LA pRoptEDAD
tt6r0l Cit. MOREU BALLONGA, José Luis. Ocupación, hallazgo y tesoro, Op. Cit., p.245.
967
t-
l16¡rl Si el contacto físictr con el bien sólo se califica de esporádico, entonces el ocupante ni
siquiera será reputado como poseedor.
tt6r2r Cit. MOREU BALLONGA, José Luis. Ocupación, hallazgo y tesoro, Op. Cit., p.249.
tt6t3l Ibídem.
r'6r4r Ibíd., pp. 247 -248.
968
Mooos DE ADeursrcróN oa LA pRoprEDAD
no-negocial, en donde prima el efecto legal (ex lege) antes que el efecto
querido por el sujeto ("ex voluntate"). Como dice WOLFF, la toma de
posesión en nombre propio no es negocio jurídico; no se requiere en el
ocupante una voluntad jurídicamente calificada, el niño y el incapaz, en
tanto sean capaces de voluntad natural, pueden adquirir la posesión en
nombre propio y con ello la propied¿dttrtsl.
969
GuNrupn GoNzeI-rs BennóN
970
MOOos DE ADQUISICIóN DE LA PRoPIEDAD
el animal hubiera sido abatido por las heridas de varios cazadores, sea
que actúen en concierto o no, podría haber en tal supuesto la adquisición
en común de la piezattotrJ.
971
GuNrHpn GoNzeLrs BennóN
ble. Se refiere a que la caza y pesca no es mate¡ia del Derecho civil, sino del Derecho
agrario y pesquero, respectivamente. Sobre el particular, resulta evidente que uno de
los clásicos rnodos de adquisición de la propiedad siempre es tema de nuestra disci-
plina, no solo por cuestión de objeto, sino también por reiterada tradición histórica:
jlos juristas rornanos fueron los que establecieron los principios de adquisición de la
propiedad en Ia caza y pesca de animalesl
r,.ra i6¡4¡¡¡ZCRUZ,Eúgenio María. Tratado de tlerechos reales,Editorial Rhodas, Lima
1996, Tomo II, pp. 152 ss.
tr62rl En tal sentido, párece exagerado considerar que 1as normas sobre apropiación de ani-
males contenidas en el Código Civil no tienen ámbito de aplicación. Este criterio se
sigue en una propuesta de enmiendas del código, en cuanto se le critica que: "ignora
asi las disposiciones constitucionales que rigen desde 1933 e igualmente la legislación
p".q,rera y la que preserva diversas especies de fauna costera, amazónica y andina,
que establecen que dichos recursos son de propiedad de propiedad de la Nación y que
su adquisición se halla por tanto sometida a las regulaciones dadas para cada caso. A
fin de adecuar las reglas del Código a esas normas y principios, estamos planteando
sustituir los precitados artículos por otros que establezcan que, salvo en los casos de
pesca y caza recreativa, deportiva o eventual, los animales de caza y Pesca deben ser
adquiridos con sujeción a los requisitos de la ley especial que los rije': GUEVARA
PEZO, Vctor. "Derechos reales: propuestas de enmienda': EN: VV.AA. Código Civil
Peruano. Diez Años, Universidad de Lima - WG Editor, Lima 1995, Tomo I, p. 396'
972
Ntooos DE ADeUISICIóN oE, LA PRoPIEDAD
3. HALLAZGO
973
GuNrupn GoNzerps BnnnóN
974
l
Mopos DE ADeursICróN op LA pRoprEDAD
ocu¡rencia. Si el objeto aparece luego en inmediaciones de tal lugar, será fácil determinar
que electivamente es el mismo que se extravió. La denuncia policial tiene valor probato-
rio por tratarse de un documento pre-constituido extendido ante un funcionario público
en período no sospechoso. En cambio, si la denuncia se formula después del anuncio del
hallazgo, carece completamente de valor probatorio. La causa de ello se encuentra en que
no se trata de un documento pre-constrtuido, sino que ha sido preparado ad hoc.
I1610l Sin perjuicio de la responsabilidad penal por delito de apropiación ilícita. Ei art.192-
1 del Código Penal sanciona con pena privativa de la libertad no mayor de dos años
o con limitación de días libres al que se apropia de un bien perdido, sin observar las
normas de1 Código Civil. El profesor español MIGUEL BAIO FERNÁNDEZ opina
acertadamente que esta figura constituye una "apropiación indebida impropia", pues
la característica de este delito es que el sujeto haya recibido el bien, situación que no
se produce en el hallazgo o tesoro, por 1o que esta conducta solo será punible en la
medida que las legislaciones así 1o establezcan, como es el caso de la peruana: Cit.
BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Alberto y GARCIA CANTIZANO, María del Car-
men. Manual de derecho penal. Parte Especial, Editorial San Marcos, Lima 1998, p. 336.
1163rl La cuestión no es pacífica, pues, en una reciente edición de su obra ALVAREZ CA-
975
GuNrnrn GoNzelps BennóN
11632l Nose llega a entender cuál es el fundamento para atribuir la propiedad (en mitad) a
Municipalidad. Tal vez se piense que la pérdida negligente de la propiedad privada
1a
debe revertir en alguna medida a favor del Estado o de sus distintas corporaciones.
I16]rl La postura sostenida en el texto principal es aislada, pues el resto de nuesta doctrina
niega al hallazgo la categoría de modo adquisitivo de propiedad (CUADROS VILLE-
NA, MMÍREZ CRUZ, VÁSQUEZ RÍOS), salvo en el caso que el objeto hallado sea
dinero (CUADROS VILLENA).
976
l-
3.4 RECOMPENSA
En caso que el dueño recobre lo perdido, a través del anuncio
municipal o de Ia comunicación directa efectuada por hallador si este
conociese a aquel, entonces el titular quedará obligado a reintegrar los
gastos y abonar la recompensa ofrecida o, en su defecto, una adecuada
a las circunstancias.
t1634l "lurisprudencia y doctrina coinciden en que el derecho a la recompensa (...) está en-
derezado no só1o a retribuir las molestias del hallador -con independencia de los gas-
tos que hubiere hecho, a los que la ley contempla separadamente-, sino a premiar la
honradez y para acicate de que se actúe de esa manera, es decir, para que los hombres
cumplan con sus obligaciones jurídicas (en el caso, devolver 1o encontrado) -quizá
hasta porque resulta muy fácil quedarse impunemente con el hallazgo-, procediendo
correctamente (conciencia aparte), para que haya orden y paz social": MARIANI DE
VIDAL, Marina. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo II, p. 311.
GuNrnE,n GoNzelps B,rnnóN
978
Mooos DE ADeursrclóN or: LA pRoprEDAD
979
GuNrnsR GoNzer-rs BexnóN
980
I
Mopos DE ADeursrcróN op LA pRoprEDAD
11618l La sentencia ha sido objeto de una fundada crítica: "Como puede apreciarse, las fun-
ciones de capitán no terminan con Ia llegada a puerto de la embarcación, sino que,
por el contrario, incluyen la representación del propietario de esta ante las autoridades
marítimas. En virtud de lo expuesto, podemos concluir que al presentar el protesto
de mar correspondiente al haiiazgo de la red de pesca, el señor Mimbela actuó en
cumplimiento de sus obligaciones de capitán de la embarcación 'Jadranka Bl es decir,
en representación de su propietario y no a título personal": HUNDSKOPF EXEBIO,
Oswaldo. 'Adquisición de derecho de propiedad por hallazgo en el ámbito marítimo'i
EnÍd. Derecho Comercial. Temas Societaríos, Tomo VIII, Universidad de Lima, Lima
2008, p.291.
lr63el Las reglas de la adquisición de propiedad del tesoro no se aplican cuando se trata de
bienes calificados como Patrimonio Cultural de la Nación (art. 936 CC). En tal caso,
rige la Ley 28296, General del Patrimonio Cultural de la Nación, publicada el 22-7-
2004.8n efecto, de acuerdo con el art. 5 de la citada le¡ los bienes muebles integran-
tes del Patrimonio Cultural de la Nación, y que no hayan sido descubiertos (cómo
sería e1 caso de lo's tesoros que tengan esta condición), son de exclusiva propiedad del
Estado. Sin embargo, si los bienes no-descubiertos se encuentran en propiedad priva-
da, mantienen esa condición, con las limitaciones señaladas en la ley. De esta norma se
infiere que no existen mayores diferencias entre el régimen del Código Civil y el de la
Ley 28296, aun cuando el art. 936 CC pareciera establecer lo contrario.
981
GuNrrrrR GoNzer¡s Bennón
t16{01 Además, el requisito de la antigüedad tiene una honda tradición histórica, pues ello
caracteriza esta ligura desde el Derecho romano: ALVAREZ CAPEROCHIPI,Iosé An'
tor.rio. Curso de de rechos reales, Op. Cit., Tomo I, p. 122.
No obstante ello, algún autor nacional impugna el requisito de la antigüedad: "No es
calilicativa del tesoro la condición de antigüedad. E1 Código civil peruano tampoco la
exige, corno no la exigen las legislaciones modernas (...) Consiguientemente, el tesoro
¡ruede ser un bien valioso de creación reciente, pero a condición de que reúna los
der-nás caracteres y especialmente, aquel relativo a la ignorancia de su dueño": CUA-
DI{OS VILLENA, Carlos Ferdinand. Dereclns Rcalcs, Op. Cit., Tomo II, p.370.
l16rrr Las icleirs expuestas en este párrafo han sido extraidas del magnífico y recon.rendable
libro dcl profesor español: ivfOREU BALLONGA, José Luis. Ocupación, hallazgo y te-
soro, O¡r. Cit., pp. 279-287.
982
Mooos DE ADeuISICTóN pp LA pRopIEDAD
II61]] Cit. RoDRÍGUEZ ARRoCTIA, Belinda "EI tesoro: evolución histórica v doctrina'l En
Anales de la Facultad de Derecln de Ia Universitlad de La Laguna, N' 23, La Lagur.ra
2006, p.51.
tr6{rl Ibíder-n.
983
GuNrsER GoNzerss BennÓN
esta forma, se logra asegurar que la cosa sea nullius, con lo cual no es
posible superponerse con el régimen del hallazgo.
984
l-
I16{51 Cit. RAN,IÍREZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo II,
p. t67.
t'6'161 WOLFF Martin. "Derecho de
Cosas'l En ENNECCERUS, Ludwig, KIPR Theodor y
\\rOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil,Op. Cit., Tomo III-1", p. 559.
985
GuNrn¡x GoNIzerEs BennóN
tr6a7l cit. ALVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. curso de Derechos Reales, op. cit.,
Tomo I, p. 124.
l1648l La actuai norma sobre bienes estatales no contiene regulación sobre el tesoro, a dife-
rencia del derogado D.s. 154-2001-EF (art. 111). Sin embargo, en la práctica se man-
tiene 1a misma norma, pues la antigua disposición se limitaba a seguir la regla conteni-
da en el art. 935 CC. Altora, con la laguna legal, la solución es la misma, pues el código
Civil deberá aplicarse en forma supletoria.
tr6{er lv{OREU BALLONGA, Iosé Luis. Ocupación, hallazgo y tesoro, Op. Cit., pp. 396-397 .
{r6s0r ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I'
p.126.
lrosrl iro. su parte, si el descubridor se niega a entregar el tesoro al propietario del terreno,
total o parcialmente (en el caso que lo compartan: art. 935 CC)' entonces incurre,
también, en responsabilidad penal por delito de apropiación ilícita, según el art. 192-1
986
Mopos DE ADeursrcróN or LA pRoprEDAD
C.P. El profesor español MIGUEL BAJO FERNANDEZ opina acertadamente que esta
figura constituye una "apropiación indebida impropia'] pues la característica de este
delito es que el sujeto haya recibido el bien, situación que no se produce en el hallazgo
del tesoro, por lo que esta conducta sólo será punible en la medida que las legislaciones
así io establezcan, corno es el caso de la peruana: Cit. BRAMONT-ARIAS TORRES,
Luis Alberto y GARCiA CANTIZANO, María del Carmen. Iv[anual de Derecho Penal.
Parte Especial, Op. Cit., p. 336.
I'6521 ¡vlORFU BALLONGA,
]osé Luis. Ocupación, hallazgo y tesoro, Op. Cit., p. 37. Sigue
la misma línea de ideas: LACRUZ BERDEJO, José Luis y otros. Elementos de Derecho
Civil,Tomo III-1': Posesión - Propiedad, JM Bosch Editor, Barcelona 1990, pp. 126 ss.
987
GuNrsnR GoNzeLrs BennóN
6. ACCESIÓN
l'6531 ALVARF.Z CAPEROCHIPI, Iosé Antonio. Curso de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I,
p. 120.
l'6s{l lbíd., p. 116.
l'6ssl PEñA BERNALDO DE
QUIROS, Manuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario, Op.
Cit., Tomo I, p. 218.
988
-
I'6s6r ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Ctu'so de Darecltos lleales, Op. Cit., Tomo I,
p.132.
('U'na
f 16571
gran parte de la doctrina entiende que la accesión es un modo de adquirir la
propiedad. La idea dominante en este punto de vista es que la figura de la accesión
supone, ante todo, una adquisición de un nuevo derecho de propiedad sobre el todo
resultante de la unión de dos cosas inseparables. El lundamento de una adquisi-
ción semejante reside en un vasto concepto del poder de atracción real, que es una
de las más salientes características de la propiedad según la concepción clásica. El
dor-r-rinio sobre una cosa -normalmente un fundo- no permite la coexistencia de
un concurrente dominio de otra persona sobre la misma cosa o sobre una parte de
la misma cosa. La propiedad, observa RUSSO, atrae a su órbita a la cosa de otro,
realizando una verdadera expropiación. O bien, como dice FERRANTI, se contra-
pone a la atracción personal la atracción real de una cosa en la esfera del derecho de
propiedad a la cual otra está sujeta. Este amplio concepto del poder absorbente o del
poder expansivo de la propiedad inspira toda una manera de concebir ia teoría de la
accesión': D|EZPICAZO,Ltis. Fundatnentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit.,
Tomo III, pp.245-246.
tr6s8l Si ninguno de los bienes puede considerarse como principal, entonces se aplican las
I'6sel ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales, Op. Cit.,
pp. r31-132.
t16601 NUñEZ BOLUDA, María de los Desamparados. la accesión en las edifcaciones, JM
Bosch Editor, Barcelona 1994, p. 28.
{166'l ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales, Op. Cit., p. 132.
tr662l Hay una sentencia de la Corte Suprema sobre este punto: 'ion distintas las pretensiones
de pago de mejoras y adquisición de la propiedad de un bien por accesión. Existe aplica-
cón indebida de las normas sobre accesión, cuando se las aplica a una pretensión de pago
de mejoras" (Casacion N' 570-97).
990
I
Mooos DE ADeuISrclóN os LA pRopIEDAD
991
GuNrHrn GoNzetE,s BennóN
992
Mooos DE ADQUISICIóN »¡ LA PRoPIEDAD
6.4 ACCESIONESFTUVIALES
Una tradición histórica proveniente del Derecho romano incluye den-
tro de la accesión los problemas derivados de las mutaciones producidas
en los predios por efecto de las aguas. Los problemas clásicos sobre esta
materia son: el aluvión, la avulsión, la mutación de los cauces y Ia formación
de islasl'uusl. Nuestro Código solo regula las dos primeras figuras, mientras
las otras dos han quedado sin ordenación jurídica. Probablemente, en la
mente del legislador primó el hecho de las hipótesis no reguladas son de
escasísima aplicación prácticalr6601, igual que las reguladas.
Las accesiones fluviales están previstas en los arts. 939 y 940 CC.
t'u6slIbíd., p. 273.
I'6«l El anteproyecto de enmiendas al Código Civil preparado por algunos especialistas de
la Universidad de Lima sugirió incorporar algunas norrnas sobre las figuras actual-
mente no reguladas: "Dado que por haberse derogado el art. 883 han quedado los
fundos rústicos sujetos a las disposiciones del Código Civil, estamos proponiendo las
correspondientes disposiciones que establezcan soluciones por accesión para los ca-
sos de abandono de cauce, cambio de cauce y formación de islas": GUEVARA PEZO,
Víctor. "Derechos Reales: Propuestas de enmienda'l En VV.AA. Código Civil Peruano.
Diez Años. Balance y Perspectivas, Universidad de Lima, Lima 1995, Tomo I, p. 396.
tr667l Cit. LACRUZ BERDEJO,
José Luis y otros. Elementos de Derecho Civil, Tomo III-1.:
Posesión - Propiedad, Op. Cit., p. 152.
lrre¡tl Sobre esta segunda hipótesis, debe agregarse que no se entiende producido el aluvión
si ei terreno no ha sido abandonado del todo por el agua, en vista a las crecidas ordi-
narias del río.
993
GuNrnER GoNzRrrs BennóN
tt66el LACRUZ BERDEJO, José Luis y otros. Elementos de Derecho Civil,Tomo III-1': Pose-
- Propiedad,Op. Cit., p. 153.
sión
994
a
primer propietario por dos años y la posesión del propietario del campo
al que se unió la porcióntr67oJ.
6,5.7 INTRODUCCIÓN
La construcción en suelo ajeno es una modalidad de accesión,
particularmente importante en nuestra realidad sociológica, por lo
que el tema es de alta conflictividad en los Tribunales. En tal caso, lo
que se busca es evitar la incertidumbre jurídica producida por la exis-
tencia de dos propietarios sobre un mismo bien inmueble (el del suelo
y el del edificio), y como un régimen de copropiedad es considerado
antieconómico, la solución legal pasa por atribuir la propiedad a uno
solo de los sujetos, con la obligación de restituir lo que signifique un
enriquecimiento sin causa.
It670l l{abida cuenta la necesidad de poseer e1 terreno desprendido, algún autor ha llamado
la atención respecto de que esta figura constituiría una hipótesis especial de usucapión,
aunque contradictoria con los plazos ordinarios: CUADROS VILLENA, Carlos Ferdi-
nand. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo II, p. 393.
I'67'r MARIANI DE VIDAL, Marina. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo II, p.325.
1167'?1
CUADROS VILLENA, Carlos Ferdinand. Derechos Reales, Op. Cit., pp. 394-395. La
misma opinión tiene: RAMIREZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de Derechos Reales,
Tomo II: Propiedad - Copropiedad, s/e, Lima 1999, p. 184.
995
GuNrurR GoNzeLEs BennóN
A.
CONSTRUCTOR DE BUENA FE
Si el constructor es de buena fe, entonces el dueño del suelo puede
optar entre hacer suyo lo edificado, pagando el valor de lo edificado,
u obligar al invasor que le pague el valor del terreno (art. 941 CC). En
ambas soluciones, el principio subyacente es mantener en una sola mano
la propiedad del único bien (suelo y construcción), aun cuando se deban
pagar las compensaciones respectivas.
996
Mooos DE ADeursrcróN os LA pRoprEDAD
recho del propieta¡io del terreno a exigir al invasor de buena le dos opciones: optar por
hacer suyo lo edificado (pagando el valor de 1a edificación), u obligar a que el invasor
le pague el valor del terreno. Las pretensiones antes descritas están previstas para que
sea el dueño del terreno quien, por la vía de la accesión, opte por las alternativas seña-
ladas y no sea el invasor quien haga valer eI pago de lo edificado. De ello se tiene que el
edificador de buena fe no está legitimado para obligar a que el propietario del terreno
le pague el valor de lo edificado'l
Recientemente, se sigue sosteniendo 1o mismo: "Que, no está demás precisar que el
artículo 941 del Código Civil no regula accesión automática en beneficio del dueño
dei terreno, sino únicamente dicha norma únicamente concede un derecho potesta-
tivo consistente.en optar por hacer suya 1a edif,cación o por el contrario obligar al
constructor a pagar el terreno" (Casación N' 1 174-2007-Lima, de fecha 05 de junio de
2008, publicada en el diario oficial el 04 de septiembre de 2008; 8'considerando).
tr674l Cit. PEñA BERNALDO DE
QUIRÓS, IvIanuel. Dereclrcs Reales. Derecho Hipotecario,
Op. Cit., Tomo I, pág.224.
997
GuNrs¡n GoNz¡.r¡s B¡nnóN
998
Mooos DE ADeursICróN oe LA pRoptEDAD
«Sexto.-
tr677l (...) resulta evidente que el ad quem ha desarrollado adecuadamente la natu-
raleza y fines de la reivindicatoria demandada sobre la base de la ejecutoria suprema
número dos mil ciento sesenta - dos mil cuatro para desestimar la demanda, ello por
cuanto si bien se establece que el demandante resulta por un lado ser el propietario no
poseedor del predio sub litis; sin embargo, no se acredita que la demandada sea la po-
seedora no propietaria del mismo, al resultar evidente que esta última es la titular de la
construcción efectuada sobre el terreno del predio submateria, no pudiendo por tanto
prosperar la demanda reivindicatoria'(Casación N'4088-2011-Callao, Sentencia de
l0 de noviembre de 2011, pubiicada en el diario oficial el 29 de febrero de2012).
{16761 «La
accesión tiene su fundamento y es su fin, de una parte en no destruir riqueza inú-
tilmente, no destruir lo edificado; y de otra evitar comunidades de bienes, que son, de
por sí, fuente de discordias. La accesión establece unas reglas que, al mismo tiempo
que evitan esos efectos nocivos, producen claridad en las situaciones jurídicas y segu-
ridad en el tráfico": NUÑEZ BOLUDA, María de los Desamparados. Ia accesión en las
edifcaciones, Op. Cit., pp. 120-121.
lr67el En consecuencia, mientras no se actúe la elección, 'toexisten
dos propiedades, la del
dueño del terreno sobre este y la del dueño de los materiales sobre la edificación. La
propiedad del todo, formado por suelo y edificio, está dividida, de ahí que con frecuen-
cia se designe esta teoría con el nombre de teoría del dominio dividido": Ibíd., p. 1 18.
GuNrusR GoNzelps BennóN
esto es, el dominus soli se reputa titular del edificio desde el momento
mismo de la accesión.
jurisprudencia es claramente favorable
Si tenemos en cuenta que la
a la segunda tesis, entonces vamos a proponer la siguiente solución:
si el actor-propietario del suelo demanda la reivindicación, entonces
ello significa que pretende la recuperación de todo el predio, por lo
tanto, ese hecho permite deducir que ha optado por hacer suya la
edificación; en consecuencia, el demandado-constructor tendrá que
defenderse alegando su buena fe. La sentencia, en caso de estimar
la demanda, ordenará la reivindicación y puesta en posesión a favor
del actor, pero en forma simultánea, dispondrá que en ejecución de
sentencia se liquide la valorización de la obra para real\zar el pago
al demandado.
Esta solución tiene las siguientes ventajas:
B. CONSTRUCTOR DE ]\ÍALA FE
1000
Mooos DE ADeursrcróN op LA pRoprEDAD
Pero, ¿en qué consiste la mala fe del dueño del suelo? De acuerdo
con los principios generales, la hipótesis trataría de un propietario que
conoce la ejecución de la obra llevada a cabo por el constructor, sin haber
fonnulado oposición o reclamo alguno. En tal caso, la mala fe del dueño
del suelo se identifica con su aquiescencia o tolerancia a la construcción.
Esto significa que el titular conoce (o pudo conocer) que un tercero se
encuentra en plena construcción, y no hace nada al respecto. Es una
conducta que los penalistas llamarían de "comisión por omisión", y en
la cual el titular del suelo supone estratégicamente que la actividad ilícita
lo terminará beneficiando, por lo que decide "no actuar". Esa conducta,
contraria a los cánones de un accionar serio, responsable y diligente, no
«Defiende
lt680l que se conceda al edificante de mala fe una cierta compensación económica
de lo empleado en gasto útil. Lo fundamenta, de un lado, en que en nuestro Derecho
no existe la presunción de que el edificante quiso donar, como lo hubo en el Derecho
romano; y de otra, en la teoría de la gestión de negocios": Cit. NUÑEZ BOLUDA,
María de los Desamparados. Ia accesión en las edificaciones, Op. Cif.' p. 179.
1001
GuNrn¡R GoNzerEs B¡,nnó¡r
t'68'r ARIAS SCHREIBER PEZET, Max Exégesis del Código Civil Peruano, Tomo YII: De-
recho de Familia, Gaceta Iurídica, Llma 1997, p. 230. Asimismo: PLÁCIDO V., Alex.
Manual de derecho defamilia, Gaceta )urídica, Lima 2001, p. 153.
I 002
Mopos DE ADeursrcróN or LA pRoprEDAD
de bien propio del suelo, por la sencilla razón que una mejora no tiene la
entidad ni la magnitud necesaria para cambiar el principio de accesión.
Por tanto, solo en la relación interna de los cónyuges se producirá un
reembolso por el valor de la mejora, pero en el momento de liquidarse
la sociedad de gananciales. Para mayores detalles, puede verse el acápite
G de este mismo capítulo.
1t682] DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
p.248.
tt68rl Ibíd., p. 585.
t'6841 Ibíd., pp. 585-586.
I 003
GuNrsrn Gouzerps BennóN
I'68s1 pASCO ARAUCO, AIan. "Edificación en terreno ajeno: Entre la buena y la mala fe del
constructor. ¿Convirtiendo las presunciones absolutas en presunciones iuris tantum?",
En Actualidad lurídica, Gaceta Jurídica, N' 183, Lima, febrero 2009, p. 68.
i004
Mooos DE ADeUISICIóN p¡ LA pRoprEDAD
trc86t DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
pp.265-266.
La Corte Suprema ha declarado en el recurso de casación N' 1589-99 que el construc-
tor tiene buena fe cuando ignora que el terreno no es de su propiedad.
t1687l Se dice que esta excepción constituye "una consecuencia natural del principio de pu-
blicidad que rige la institución registral (art. 2012). Nadie puede alegar ignorancia de
aqueilos derechos que están inscritos, registrados. Quiere decir que aquel que posee
un bien registrado a nombre de otra persona, no puede alegar buena fe, necesaria-
mente es poseedor de mala fe, puesto que su tÍtulo es ilegítimo": RAMÍREZ CRUZ,
Eugenio María. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, pp. 581 -582.
I 005
,
tt688l PASCO ARAUCO, Alan. "Edificación en terreno ajeno: Entre la buena y la mala fe del
constructor. ¿Convirtiendo las presunciones absolutas en presuncion es iuris tantum?",
En Actualidad Jurídica, Gaceta Jurídica, N. 183, Lima, febrero 2009, p.70.
I 006
Mooos DE ADeUISICIóN os LA pRopIEDAD
1007
GuNrnnn GoNzaL¡s BnnnóN
lr68el Esta sentencia ha merecida la siguiente crítica (injusta): "la corte suprema no solo
desconoce los alcances de la presunción normada en el artículo 2012, sino que tam-
bién se pronuncia en manifiesta oposición a 1o establecido por dicha norma, mediante
la cual el legislador estableció una presunción que no admite prueba en contrario; no
obstante ello, Ia Corte Suprema termina destruyendo dicha presuncióniuris et de iure,
convirtiéndola en una presunción iuris tantum" (Ibíd., febrero 2009,p.ZO).
lt.eol TARUFFO, Michele. La Prueba, traducción
de Laura Manríquez y iordi Ferrer Bel-
trán, Marcial Pons, Madrid 2008, p. 56.
1008
a-
1009
GuNruEn GoNzerEs BennóN
t'6e21 PASCO AMUCO, Alan. "Edificación de mala fe, mejoras y posesión ilegítima'l En
Diálogo con la Jurisprudencia, Gaceta |urídica, N" 143, Lima, agosto 2010, p. 136.
Ir6e3l Sobre el tema, existe una amplísima mayoría doctrinal que cita: NUÑEZ BOLUDA,
María de los Desamparados. La accesión en las edifcaciones, Op. Cir., pp, 38 ss.
1010
Mooos DE ADeursrctóN »E LA pRoprEDAD
101 i
GuNrsrn GoNzarE,s Bnnxó¡¡
1012
Mooos DE ADeUISICTóN pp LA pRoprEDAD
I0l3
;
soluciones distintas. Hay una sentencia de la Corte Suprema sobre este
punto: "son distintas las pretensiones de pago de mejoras y adquisicién
de la propiedad de un bien por accesión. Existe aplicacién indebida de
las normas sobre accesión, cuando se las aplica a una pretensión de pago
de mejoras"(Casación N" 570-97).
10r4
Mooos DE ADeursrcró¡r o¡ LA pRopIEDAD
1015
GuNrne n GoNzar-ps BennóN
l0r6
Mooos DE ADQUISICIóN »e LA PRoPIEDAD
t0t7
GuNrHrn Gouzerns BnnxóN
al "propietario del suelo", cualquiera que este fuese, por lo que incluye
también al tercero que se hace propietario.
1018
Mooos DE ADeursrcróN o¡ LA pRoprEDAD
lt708l '<¡CARRASCO PERERA pone de manifiesto Ios altos costes que supone averiguar los tí-
tulos de propiedad y los verdaderos linderos de las fincas. Siendo la única carga que se
podría imponer a la parte edificante el examen del foiio registral de la propia finca. Si
bien, al no contener descripción gráfi.ca y topográfica es bastante dificultoso determi-
nar los lindes a partir del mismo': VERDERA iZQUIERDO, Beatriz. "La construcción
extralimitada: revisión jurisprudencial'l En Revista Crítica de Derecho Inmobiliario,N"
673, Madrid, septiembre - octubre 2002,p. 1798.
frTml En el caso de no existir una norma específica, se plantea el inconveniente de aplicar
por analogia las disposiciones sobre construcción en terreno ajeno, lo cual puede lle-
var a resultados verdaderamente inicuos, pues incluso si el invasor es de buena fe, en-
tonces el propietario del suelo invadido se convierte en titular de ia construcción, con
la obligación de pagar su valor. Pero, cómo la construcción abarca el área de los dos
propietarios, quedan las siguientes dudas: ¿acaso se le atribu,ve toda la construcción y
el suelo al invadido?, o ¿el invadido se queda con la construcción que se asienta en su
suelo propio?, ¿y si la construcción es inseparable? Las legislaciones sin norma expresa
han enfrentado todos estos problemas, \' en alguna medida los jueces han puesto coto
a las pretensiones excesivas del propietario del suelo invadido a través de la doctrina
del abuso del derecho. Para el caso argentino r'éase: IIARIANI DE VIDAL, jV1arina.
Derechos Reales,Op. Cit., Tomo II, p.328.
lr7r0l El vacío legal ha sido suplido por obra de la jurisprudencia. Es el caso paradigmático
de la sentencia del Tribunal Supremo del 31 de mayo de 1949 "... de estos principios
de derecho, el que, acogido bajo forma preceptiva en los artículos 350 y 358, atribuye
al dueño de una superficie de terreno el dominio de lo que a él se incorpora, podría,
al ser esto divisible, conducir a la solución de que el dueño de cada porción de terre-
no lo fuese de lo sobre la misma edificado, con la indemnización correspondiente al
constructor de buena fe, mas no sería la misma admisible por injustificada cuando las
dos porciones del suelo formasen, como en el caso sometido al presente recurso, con
el edificio, un todo indivisible; y así hay que acudir como a raíz de los derechos que se
derivan de la accesión y de las normas que positivamente la regulan al principio -ya
antes considerado- de que lo accesorio cede a lo principal, y atribuir esta calidad al
edificio unido al suelo del edificante, cuando su importancia y valor excedan a los
del suelo invadido de buena fe": Cit. VERDERA IZQUiERDO, Beatriz. "La construc-
ción extralimitada: revisión jurisprudenci a|". En Revista Crítica de Derecho Inmobilia-
río, N" 673, Madrid, septiembre - octubre 2002, p. 1804.
IrTtrl '<Así ei CC italiano establece que, si en la construcción de un edificio se ocupa una por-
ción del fundo contiguo y el propietario del terreno no formula oposición, dentro del
plazo de tres meses contados desde el comienzo de la construcción, el juez, teniendo
en cuenta las circunstancias, puede atribuir al constructor la propiedad del edificio y
la del suelo ocupado, pero con la obligación de pagarle el doble del valor de la super-
ficie y de resarcirle los daños y perjuicios que se le causen. Señala BARBERO que, en
estos casos, en lugar de producirse la atracción de la construcción por parte dei suelo,
l0l9
GurvrH¡R GoNzarEs BannóN
que tendría que derivar de la aplicación dei principio'superficies solo ceditl se llega
a la solución contraria con la ñnalidad evidente de evitar el daño de la construcción,
cuando ésta en su conjunto posea un carácter de principalidad respecto de la porción
del suelo. El superior interés del mantenimiento de la construcción determina ei sacri-
ficio del propietario del fundo": DÍEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil
Patrimonial, Op. Cit., Tomo III, p. 270. Anteriormente, esta excepción había sido reco-
nocida en el Código Civil Alemán. El par. 192 BGB dice: "Si el propietario de unafinca
en la construcción de un edificio ha edtfcado sobre los linderos, es decir, ha invadido los
linderos, sin que le sea imputable dolo o culpa grave, el vecino ha de tolerar la construción
saliente, a no ser que haya formulado oposición antes o inmediatamente después de Ia
extralimitación. El yecino ha de ser indemnizado mediante una renta de dinero. Para
señalar la cuantía de la renta es decisivo el tiempo de la extralimitación".
It7r2l Cit. VERDEM IZQUIERDO, Beatriz. "La construcción extralimitada: revisión juris-
prudencial'l En Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N" 673, Madrid, septiembre
- octubre 2002, pp. 1805-1806.
I17t3l En esta materia seguimos la exposición de VERDERA (Ibid., p. 1808). Sin embargo, no
consideramos como requisito de la frgura "el valor superior del edificio con respecto al
terreno invadido', ya que nuestra ley no lo indica así, aunque e1lo sea normalmente lo
que ocurra en la práctica.
1020
a
1021
GuNrnpr GoNzer¡s BennóN
Por otra parte, si la invasión se produce sobre una vía pública, sólo
cabe la demolición de la construcción extralimitada. El invasor, aun de
buena fe, no puede aducir esta figura, pues ello implicaría desafectar el
dominio público mediante acto unilateral de un particular' Evidentemen-
te, el Código no regula el supuesto Por ser un cuerPo legal de Derecho
privadolrTtrl, aunque podría aceptarse si la extralimitación se produce
sobre un predio de dominio privado del Estado.
lr7lsl "Siendo el edificante de mala fe, se aprecia una pugna entre, de una parte, la idea de
conservación del valor económico y social que suPone el edifrcio, y de otra, la necesi-
dad de dejar totalmente a salvo el derecho del dueño invadido, y en general de aplicar
las normas sobre construcción de mala fe: acaso sea esta segunda faceta la que PrePon-
dere, si bien con la limitación de Ia prohibición de abuso del derecho': LACRUZ BER-
DEJO, Iosé Luis y otros. Elementos de Derecho Civil, Tomo III-1": Posesión - Propiedad,
Op. Cit., p. 173.
tt7t6l RAMÍRFZ CRUZ, Eugenio María. Tratado de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo II,
p.202.
trzrzl g, el Derecho moderno la adquisición de la propiedad es definitiva, a diferencia de lo
que ocurría en el Derecho romano, en donde el titular de los materiales podía reivin-
dicarlos si el edificio resultaba derribado: ALVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio.
Curso de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I, p. 136.
t022
a
I'7'81 LACRUZ BERDEJO, fosé Luis y otros. Elementos de Derecho Civil,Tomo III-1': Pose-
sión - Propiedad,Op. Cit., p. 175.
lrTrel D'ORS, Álvaro. Derecho Privado Romano, EUNSA, Pamplona 1997,p.225.
t023
GuNrHsn GoNzar¡s BennóN
accesión, entonces tendrá que actuarse los arts. 941, 942 y 943 CC, en
vía analógica.
tr720l PUIG BRUTAU, losé. Fundamentos de derecho civil, Tomo III-1", Op' Cit.,p.375.
tt72rl \VOLFF Martin. "Derecho de Cosas". En ENNECCERUS, Ludwig, KIPB Theodor y
WOLFF, Martin. Tratado deDerecho Civil,Op. Cit., Torno III-1"' P' 480.
tr722l ALVARFZ CAPEROCHIPI, losé Antonio. Curso de Derechos Reales,Op. Cit., Tomo I,
pp.138-139.
1024
Mooos DE ADeursIClóN or LA pRoprEDAD
adjunción, existe una gran variedad de opiniones. Por ejemplo, LACRUZ sos-
lr72rl Sobre la
tiene que en la adjunción también se forma un objeto inseparable por medio de la
unión de cosas heterogéneas de distinto dueño (LACRUZ BERDE]O, José Luis y otros.
Elementos de Derecho Civil, Tomo III-7": Posesión - Propiedad, Op. Cit., pp. 177-178),
mientras que para ALVAREZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Rea-
/es, Op. Cit., Tomo I, pp. 139-140, la adjunción presuPone la individualización de un
bien principal y otro accesorio, siendo que este queda absorbido por aquel.
1025
GuNrHsn GoNzeLE,s BennóN
«Tradicionahnente
1172'rl se habla de accesión discreta con referencia a los frutos. Esta deno-
n'rinación responde a la tentativa de dotar de cierto carácter unitario al concepto de ac-
cesión y asi se habla de que la accesión puede ser de dos clases, discreta y contínua. La
primera se refiere a 1o que una cosa puede producir en virtud de sus fuerzas internas;
la segunda hace referencia a todo 1o que puede unirse a una cosa por virtud de fuerzas
exteriores a la misma. Pero es general la opinión de que se trata de una clasificación
sin base real y que puede ser abandonada sin inconveniente alguno": PUIG BRUTAU,
José. Fundamentos de derecho cívil,Op. Cit., Tomo III-1', p. 354.
lr725l MARIANI DE VIDAL, Marina. Derechos Reales,op. Cit., Tomo Il,pp.320-321.
l'7261 ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales, Op. Cit., Tomo
1026
Mopos DE ADeursrcróN op LA pRopIEDAD
1,,2,1 El propietario del animal macho no tiene nada que reclamar con resPecto a la cría na-
cidi pór inseminación natural; en tal caso, el propietario del animal hembra adquiere
la cría sin ninguna obligación de indemnizar. Sin embargo, si se trata de inseminación
artificial con elementos reproductivos propios de animal ajeno, entonces el propietario
del animal hembra adquiere igualmente 1a cría, pero queda obligado a pagar el valor
del elemento reproductor, si obró de buena fe, o al pago del triple de dicho valor, si lo
hace de mala fe (art. 946, 3 CC).
t172sl Si bien el, art. 937 CC no lo dice, se entiende que la unión o mezcla solo es posible en
el caso de los bienes muebles. En el caso de los bienes inmuebles y muebles, el primero
siempre atrae a su órbita de influencia al mueble.
lr72el pEñA BERNALDO DE
QUIRóS, Manuel. Derechos Reales. Derecho Hipotecario,Op.
Cit., Tomo I, p. 218.
tt7r0l ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales, Op. Cit', Tomo I,
p.132.
ttttrt pipT PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III,
pp.245-246.
t027
GUNrH¡x GoNzerps B¡,nxóN
t'7r21 ALVARFZ CAPEROCHIPI, José Antonio. Curso de Derechos Reales, Op. Cit.,
pp.131-132.
l'7331 Ibíd., p. 132.
tr7r4l WOLFF lv{artin. "Derecho de Cosas". En ENNECCERUS, Ludwig, KIPR Theodor y
WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo III-l', pp. 480-481.
tr735l 'Qué pasa si se mezcla dinero de distintos propietarios? El Derecho romano establecía
que ei autor de la mezcla se convertía en dueño de todo el dinero. Según WOLFF, hoy
la solución tendría que depender de si una de las cantidades puede considerarse como
bien principal, en cuyo caso se aplican las reglas de las accesión; en el supuesto contra-
rio, se constituye una copropiedad en proporción de los valores mezclados (Ibíd., Tomo
III-1', p. 482).La opinión citada no es uniforme, por ejemplo LACRUZ BERDEJO,
)oséLuis. ElementosdeDerechoCivil,Tomo III-1':Posesión-Propiedad,Op.Cit.,p.
177) sostiene que: "Excepcionalmente, cuando uno mezcla monedas propias con otras
ajenas, por razones prácticas (las necesidades del comercio), el jurista romano atribuyó
I 028
-
B. ESPECIFICACIÓN
Normalmente, la especificación se regula en forma conjunta con las
hipótesis de accesión mobiliaria y unión y mezcla, pero se omite tener
en cuenta las grandes diferencias entre las unas y la otra.
Argentino: MARIANI DE VIDAL, Marina. Derechos Reales,Op. Cit., Tomo II' p. 331.
1029
GuNrusR GoNzer¡s Benr.óN
p.279.
tri:sl gnu perspectiva más profunda de la cuestión lleva a sostener que el problema está ma1
planteado según los cánones de la economía moderna: el transformador de la materia
(especificador) no es, normalmente, el trabajador que arrienda su fuerza de trabajo,
sino el empresario.mismo.
lr74ol WOLFF, Martin. "Derecho de Cosas'l En ENNECCERUS, Ludwig, KIPR Theodor y
WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil,Op. Cit., Tomo III-1', pp. 487-488. EI autor
alemán agrega el siguiente ejemplo: 'Así pues, si Benvenuto Cellini hubiese cincelado
en plata u;.ná s., ceiebérrimo salero, no habría podido adquirirlo según esta ley'l
1030
Mopos DE ADeursrclóN or LA pRopIEDAD
I03 I
GuNrnrR GoNzeLrs BnnnóN
lr742l El empresario se presenta como un productor, Puesto que s,e trata de quien pro-
duce bienes o servicios, o se interpone en el intercambio de bienes, o sea, es e1
que desarrolla una actividad creadora de riqueza: GALGANO, Francesco. Derecho
Óomercial, traducción de forge Guerrero, Editorial Temis, Bogotá 1999, Tomo I,
P.17.
1032