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Análisis y comentarios de Autores

Libro: Casa Tomada

Jordi Soler: escritor y poeta mexicano. Nació en 1963


en la comunidad de La Portuguesa, cerca de Yanga, en
Veracruz, México.
Este escritor utiliza la obra para realizar una comparación
debido a los sucesos de la crisis del 2008.
Uno de los elementos que más desconcierta de esta crisis económica es
la oscuridad que la rodea. Ya hace semanas que economistas y expertos
en finanzas destripan el fenómeno en páginas de periódicos, tertulias
radiofónicas y programas de televisión; sus explicaciones están siempre basadas en cifras, en
estadísticas, en conceptos económicos cuya oscura prosopopeya nos permite apenas
vislumbrar los contornos del problema. Cuesta trabajo sacar algo en claro de ese aluvión de
explicaciones y encima, simultáneamente, hay que experimentar en carne propia eso que no
aciertan a explicarnos, ese combate diario contra una entelequia maligna que no se ve, que no
se sabe bien por dónde atacará la próxima vez y cuyos efectos son tan palpables como el
morro acezante de un oso del Pirineo.

Este enemigo invisible que nos acecha últimamente, la célebre crisis, se parece al del cuento
Casa tomada, de Julio Cortázar: dos hermanos cuarentones viven en una casona que han
heredado de su familia; Irene pasa las tardes tejiendo calcetines y jerséis y el hermano, que es
el narrador del cuento, lee un libro tras otro mientras aviva displicentemente el fuego en la
chimenea; los días pasan en el cuento con un ritmo inalterable, antes de la lectura y el tejido
los hermanos limpian la casa, cocinan y comen siempre a sus horas, llevan una vida
perfectamente estable, reciben mensualmente el dinero que les dejan unas tierras que
también han heredado y ninguno de los dos tiene inquietudes sociales ni, hasta donde se sabe,
carnales; llevan una vida perfecta hasta que un día, en el extremo oscuro de la casa, ese que
nunca visitan, pues para vivir les basta con la zona que habitan, se oyen unos ruidos, "el sonido
venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de
conversación", escribe Cortázar, y su narrador, que es también personaje, avisa a su hermana:
"Han tomado la parte del fondo". Poco a poco eso que ha tomado la mitad de la casa y que,
aunque no se ve, deja sentir despiadadamente su presencia, va arrinconándolos en sus
habitaciones, en la cocina, y cuando llegan al garaje se ven orillados a tomar una
determinación, que no revelaré para no arruinar la lectura de quién no conozca el cuento.

Buena parte de la sensación de casa tomada con la que vivimos estos días se debe al exceso de
información sobre la crisis, un tema naturalmente complejo, prácticamente ininteligible para la
mayoría de la gente, que al ser tratado con la simpleza grandilocuente que exigen los titulares
de primera plana, da la impresión de que nos estamos acercando al fin del mundo. A estas
alturas ya es difícil distinguir qué ha sido producido porla crisis y qué por la psicosis que ésta
provoca.
Aroa Moreno Durán: Nacida en Madrid,
España, escritora española ganadora del premio
de novela "El Ojo crítico" con "La hija del
comunista".
Aquí la también periodista utiliza la obra de
Julio Cortázar con el fin de colocarla como
punto reflexivo relacionándola a una crisis con
las universidades públicas.
Cortázar tuvo un sueño. Una pesadilla. Y le sirvió para escribir uno de sus mejores cuentos, La
casa tomada. El relato narra cómo dos hermanos viven en una casa espaciosa y antigua que
fue de la familia. Cobran las rentas de unas tierras, así que no tienen preocupaciones
económicas. Llevan una vida normal y rutinaria: ella teje, él le compra las madejas, limpian,
preparan juntos la comida a la misma hora todos los días, él espera la llegada de novedades de
literatura francesa. Un día, empiezan a escuchar extraños ruidos, murmullos. Primero, en la
biblioteca, «han tomado la parte del fondo», dice uno de ellos. Poco a poco, la extrañeza, ese
ellos desconcertante por su plural, va tomando toda la casa. Los hermanos van
arrinconándose, cerrando estancias, lamentando los recuerdos y objetos que van perdiendo en
las habitaciones clausuradas. Pero nada cambia en su carácter: no hay rebelión ni
enfrentamiento y nunca descubren la naturaleza de la invasión. Pierden después la cocina y,
finalmente, completamente replegados, con todas las puertas cerradas, salen. Les dejo sin el
punto final para su lectura. Este relato se publicó en 1946 en la revista Anales de Buenos Aires,
dirigida entonces por Jorge Luis Borges. En 1951, Cortázar lo recogió en su primer libro de
cuentos, Bestiario.

Estos últimos días, me ha venido al recuerdo este cuento del escritor argentino al hilo de todo
lo que está sucediendo en torno a la universidad, sea cual sea su desenlace. Parece que no
está quedando espacio público, espacios levantados para todos, nuestra casa, seguridad-
confianza, no solo heridos de muerte por la escasez de recursos, sino tocados en su esencia.
Con una salvedad, aquí conocemos, gracias al trabajo periodístico, y a los que deciden abrir la
puerta, la naturaleza de los invasores. Una universidad presionada, con oscuridades desde su
propia creación, con un rector que salió acusado de plagio, techo para el abuso de quien no
tiene ningún pudor en utilizarla y que después de ver cómo se va desarrollando este caso en
concreto, no tienen la altura o la humildad para ser conscientes del fraude y retirarse. Es la
percepción de que esto no es más que un poco de luz sobre las sombras dentro de las
instituciones, otra arista del gran iceberg, el extraño murmullo que hoy escuchamos con
claridad dentro de la universidad.

Estudié en la universidad pública y, con todas sus deficiencias, sobre todo, en una carrera
como Periodismo, aquella fue nuestra casa. Entramos en ella porque nos midieron con igual
rasero a todos los alumnos. Me desgastaré lo que haga falta en su defensa, con sus temarios
obsoletos y carentes de medios, porque de alguna manera forjó nuestra forma de pensar y de
trabajar. Sin duda, nuestra forma de enfrentarnos al mundo y de tratar siempre de mantener
una actitud crítica frente a él. El lugar que debe ser garantía para la investigación, la ciencia, las
humanidades y el desarrollo, se enturbia de falsedades y es bandera de la prevaricación. Y ahí
la gravedad: que a su paso, todo ha quedado sucio, aunque esto sea solamente otra habitación
más a la que echamos la llave. ¿Casa tomada o casa cedida?
A Cortázar le preguntaron por el significado de su cuento. Fue escrito en tiempos en los que el
peronismo escalaba al poder. Él no negó que pudiera darse una dimensión política y simbólica
al relato, léase país donde se escribió casa, pero justificó como un mal sueño su origen.
Ninguna palabra muere inocente y cada viaje en la literatura es único. Cortázar escribió un
cuento fantástico y esto solo es una interpretación personal desde el hoy. Lo que fue escrito
entonces, ahora a mí se me revela como la conciencia de que estamos siendo despojados de
todo lo que fue nuestro. Podemos hacer ruido como los protagonistas para opacar las voces
que van tomando la casa. O como dijo un amigo sobre el cuento de Cortázar: podemos vivir
bajo la incongruencia de sabernos expulsados de nuestra propia vida.

Emmanuel Carballo 1929-2014: Fue un escritor,


ensayista, crítico literario, editor y periodista mexicano.
Dentro de esta nota publicada por el diario Universal
Emmanuel Carballo, dio a conocer la reseña que realizó
para la Obra de Julio Cortázar y cuál fue la reacción de
este último al leerla.
"Casa tomada" es un cuento, el primero de una colección de ocho, que
Julio Cortázar dio a conocer el año de 1951 en Bestiario, su primer libro
de narraciones cortas. La primera edición compuesta en tipo claro y grande, ocupa menos de
diez páginas. Dados estos datos, es posible comprender de qué modo un texto breve y ya
publicado pudo convertirse en un libro nuevo y aplicable a la bibliografía del autor.

El secreto reside en que "Casa tomada" dejó de ser literatura para trasformarse en un
producto que tiene que ver sustancialmente con la arquitectura. Juan Fresán, el responsable
de la "traducción al diseño gráfico", hizo posible que las líneas de este cuento cupieran en el
plano de una casa que consta de 16 sitios habitables. Ellos son, de la calle hacia adentro, los
siguientes: 1) Zaguán, 2) Puerta cancel, 3) Living, 4) Dormitorio de Irene, 5) Dormitorio del
narrador, 6 y 7) Pasillos, 8) Cocina, 9) Baño, 10) Puerta de roble, 11) Biblioteca, 12) Comedor,
13) Sala, 14, 15 y 16) Dormitorios vacíos. Conforme avanza la acción del cuento, los dos
hermanos, únicos personajes de carne y hueso, son empujados por fuerzas misteriosas e
invisibles de los cuartos más profundos a los más próximos a la calle, y de allí a lo desconocido.
Los cuartos y pasillos que abandonan los dos hermanos, y que quedan en poder de los "otros",
seres que no se ven pero cuya presencia se siente, son ocupados, en el plano, por letras que en
la última página componen esta frase: "Julio Cortázar / Casa tomada".

Verdadera traducción del idioma de las letras al idioma de las líneas, "Casa tomada" se
presenta como un juego inteligente y sofisticado, como una broma terrible e infantil. Aquí
Cortázar juega a ordenar y desvanecer lo absurdo mediante el uso de procedimientos lógicos,
a certificar con la ayuda de la arquitectura un hecho más cerca del sueño que de la vigilia.

Con rigor y exactitud va mostrando lo indemostrable, va desligando al lector del mundo de las
apariencias y lo va metiendo al mundo de los símbolos.

En otras palabras, da por cierta una objetividad falsa; al final del juego, y en otro nivel de
significación, el de los símbolos, la mentira da a luz la verdad.
En un principio sólo eran verdaderas las cosas y los hechos pequeños (las habitaciones de la
casa, los muebles, las comidas, las lecturas, los tejidos incesantes de Irene) y al terminar el
cuento estas verdades forman parte del sueño, y la única vigilia, es decir la única verdad, es la
de los hermanos que abandonan la casa y lo que ello representa, del mismo modo como una
persona al despertar se deshace bruscamente de una pesadilla. La casa son ellos mismos, y la
dejan atrás en el momento en que se produce un cambio (una crisis) que los conduce a una
nueva etapa de sus vidas.

A lo largo de "Casa tomada" se enfrentan simbólicamente dos fuerzas enemigas: una que tiene
nombre y otra innombrada. La primera es el día de hoy y la otra el día de mañana. Esas fuerzas
adversarias también se llaman lo que somos y lo que queremos ser, o lo que fuimos y no
acabamos de olvidar. Una y otra viven dentro de los personajes. Son parte de ellos mismos, y
por eso el campo en que se libra la batalla no es externo sino interno. El aparente combate
silencioso entre las fuerzas oscuras y las dos personas de carne y hueso, Irene y su hermano,
no es más que una argucia narrativa de que se vale Cortázar para contar a sus lectores una
fábula cuya moraleja puede ser ésta: el hombre es un ser proyectado para la muerte, un ser
que no se baña dos veces en las mismas aguas, un ser cuya única función trascendente
consiste en despedirse a lo largo de la vida de todo lo que ama, usa e imagina.

En su traducción a la arquitectura, "Casa tomada" es algo más que un juego divertido y eficaz,
es uno de los textos cortos más significativos y esclarecedores del Julio Cortázar de la primera
época. Ni más, ni menos.

En abril de 1970 le envié a Cortázar el recorte periodístico de mi nota crítica sobre esa nueva
edición de "Casa tomada". El 4 de mayo de ese mismo año, y desde París, Julio me hizo llegar
las líneas que copio en seguida y en las que expone, a vuelo de pluma, lo que piensa de mi
nota y de la presentación arquitectónica de su texto...

"Querido Emmanuel, gracias por tus líneas y por la reseña del libro de Fresán y Paco (Porrúa, el
editor). Es el primer comentario inteligente que leo sobre esta cronopiada de Fresán, y pienso
que tu versión es justa. Yo también pienso que el "tratamiento" del cuento en esta edición le
da un sentido todavía más inquietante que su forma original; en todo caso es parte de esta
búsqueda de formas nuevas para la literatura (¿viste la novela de Buzzati en forma de "comic
ships"?) que puede llevarnos lejos.

"Los abrazo mucho, Julio".

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