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y principios procesales
Constitución
y principios procesales
Presentación............................................................................................................... 17
Introducción.................................................................................................................. 88
1. Postulados esenciales del régimen procesal del Código General
del Proceso............................................................................................................ 88
1.1. Tutela jurisdiccional efectiva..................................................................... 90
1.2. El principio de igualdad............................................................................ 94
1.3. La actuación oral....................................................................................... 95
1.4. Publicidad.................................................................................................. 97
1.5. La concentración....................................................................................... 101
1.6. La inmediación.......................................................................................... 104
1.7. La informalidad......................................................................................... 105
1.8. La flexibilidad............................................................................................ 107
1.9. Fuerte dirección judicial............................................................................ 109
1.10. Principio de legalidad................................................................................ 109
1.11. El principio dispositivo.............................................................................. 110
1.12. La regla general de las dos instancias....................................................... 112
Tabla de contenido 11
PRESUPUESTOS PROCESALES
Y DEBIDO PROCESO
Martín Agudelo-Ramírez
Introducción.................................................................................................................. 120
1. Algunos planteamientos doctrinarios sobre los requisitos formales
del proceso............................................................................................................ 120
2. Necesidad de repensar los requisitos formales del proceso................................. 124
2.1. Inutilidad del deslinde entre presupuestos procesales y materiales
en los términos en que suele presentarse en los procesos de aplicación
del derecho................................................................................................. 125
2.2. Sobre las sanciones por la ausencia de requisitos formales...................... 128
3. A modo de conclusión, por un tratamiento uniforme de la teoría de
los presupuestos procesales.................................................................................. 130
Referencias ................................................................................................................... 131
Introducción.................................................................................................................. 134
1. Apuntes para una decisión judicial dialógica....................................................... 136
2. Los contornos de los principios constitucionales que informan la función
del juez.................................................................................................................. 140
a) Del principio de imparcialidad.................................................................. 140
b) El principio de legalidad –bajo el prisma de un caso judicial
complejo–.................................................................................................. 143
c) Se abre paso el principio democrático en el proceso................................ 148
Referencias ................................................................................................................... 152
12 Tabla de contenido
PRESENTACIÓN
La dinámica que se vive en la actualidad, 2020, año que jamás se podrá olvidar
en la historia de la humanidad, originada por la pandemia COVID-19, ha exigido
reacciones inmediatas a situaciones sin iguales. Lo cotidiano queda atrás, son inmensas
las incertidumbres ante el cambio fortuito de las situaciones globales y locales. La
asegurabilidad y la protección de los derechos, así como las instituciones jurídicas
están mutando, la manera de administrar justicia esta cambiando, el derecho avizora
transformaciones sustanciales y procesales, nuevos diseños, formas, estrategias,
métodos y metodologías, desafíos que se necesitan para garantizar una verdadera tutela
judicial efectiva por parte del Estado.
Hoy se escriben y se compilan en esta obra los resultados de las investigaciones
de académicos y juristas que analizan los temas de Derecho Constitucional y Derecho
Procesal. En sus capítulos, explican las problemáticas y preocupaciones que afronta
el Derecho Procesal moderno para resguardar el derecho sustancial en las situaciones
caóticas y fortuitas que exigen un trabajo conjunto para proponer y comprender las
transformaciones que éstas exigen.
En esta ocasión y así como lo ha realizado desde hace dieciséis años, como
respuesta a los retos actuales, a la problemática del derecho vivencial, la Universidad
Libre Seccional Cúcuta y el Instituto Colombiano de Derecho Procesal -ICDP-, entregan
a la comunidad académica y jurídica esta obra para ser presentada en el Congreso
Internacional de Derecho Procesal, evento académico que abre sus puertas cada año,
este, en su versión XVI, congrega a estudiantes, académicos, profesionales de las
ciencias jurídicas, jueces y fiscales que nutren sus conocimientos para aplicarlos en
su desempeño profesional a las realidades sociales, proponiendo soluciones pacíficas
a las controversias y asegurando así los principios procesales a los habidos de justicia.
Esta obra que se presenta hoy a la comunidad jurídica nacional e internacional,
titulada CONSTITUCIÓN Y PRINCIPIOS PROCESALES, compila los resultados de
las investigaciones desarrolladas por nuestros expositores, y rinde cuenta de la especial
importancia que reviste por esta época, en la que los sistemas procesales transitan hacia
la virtualidad, para garantizar la adecuada y eficiente prestación del servicio esencial
de la administración de justicia.
Quien se aventure a disfrutar de su lectura podrá comprender lo que la doctrina
expone como principios procesales, refiriéndose a la tutela judicial efectiva, plazo
18 Presentación
razonable y debido proceso, como lo establece el Código General del Proceso, así como
otros principios que son pilares también del derecho procesal y que han sido resultado
de los desarrollos jurisprudenciales.
La temática que se edita en este libro, en un momento crítico que sufre el mundo
entero, pone de presente un nuevo escenario que seguramente proporcionará soluciones
a la situación después de que ha estado suspendida la administración de justicia, las
propuestas nos llaman a reaccionar frente a lo que se ha mantenido en suspenso desde
hace cuatro meses por la crisis generada por un enemigo invisible, que logró dejar en
espera la solución de conflictos sociales que cursan en sede judicial, lo que conlleva a
múltiples controversias sobre la aplicación y nuevos contenidos de los principios que
orientan el proceso.
El aporte que se hace a la comunidad jurídica son rigurosos estudios que datan
sobre los siguientes temas: 1) el proceso como garantía de protección de los derechos:
reflexiones en torno a la tutela judicial efectiva; 2) La decisión judicial dialógica;
3) Principios, derechos y garantías procesales; 4) Las garantías de un debido proceso
legal; 4) La argumentación basada en Principios en el Código General del Proceso; 5) Corte
penal internacional: oportunidad versus necesidad; 6) Principios constitucionales en la
era digital: aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y los ODR (online dispute
resolution); 7) Presupuestos procesales y debido proceso; 8) Los principios formativos
del derecho procesal del trabajo colombiano; 9) Reflexiones en torno al funcionamiento
de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso; 10) Reparación por
daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia.
Constitución y principios procesales son temas que abren un gran abanico de
temáticas que propician la formulación de soluciones a los problemas que se presentan
en la administración de justicia para asegurar la tutela judicial efectiva tan prometida
por el sistema de justicia en Colombia.
Es responsabilidad ineludible presentar entonces, el libro de investigación
CONSTITUCIÓN Y PRINCIPIOS PROCESALES, que será socializado en el seno del
XVI CONGRESO INTERNACIONAL DE DERECHO PROCESAL, organizado por
la Universidad Libre Seccional Cúcuta y el Instituto Colombiano de Derecho Procesal,
estoy segura que será una herramienta e instrumento bibliográfico que les permitirá
enriquecer sus estudios e investigaciones.
Cúcuta, junio 24 de 2020
RESUMEN:
Cuando hablamos de normas procesales, no hacemos referencia solo al núcleo amplio
de leyes formales de contenido procesal, sino que cada vez con más frecuencia,
sobre todo desde la constitucionalización del Derecho Procesal, han cobrado mayor
importancia los valores superiores del ordenamiento, los principios procesales, los
derechos de contenido procesal y las garantías con idéntico contenido. Se impone
la necesidad de delimitación de estos términos, de comprobar a qué concepto hace
referencia cada uno y averiguar de qué modo se complementan todos ellos.
Palabras Clave:
Principios, derechos, valores, garantías.
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de
investigación independiente del autor.
**
Licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, España. Doctor en Derecho por la Uni-
versidad de Salamanca, España. Catedrático (Full Professor) de Derecho Procesal de la Universidad
de Salamanca, España. Presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal. Coordinador
del Programa de Doctorado “Administración, Hacienda y Justicia en el Estado Social”.
Correo electrónico: lbujosa@usal.es
CvLAC: https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh=0001426903
Google Scholar: https://scholar.google.com/citations?user=f8maqfcAAAAJ&hl=es
ORCiD: https://orcid.org/0000-0003-1660-7483
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Lorenzo M. Bujosa Vadell
ABSTRACT:
When we speak of procedural norms, we do not refer only to the broad nucleus of
formal laws with procedural content, but increasingly, especially since the consti-
tutionalization of Procedural Law, the higher values of the legal order, procedural
principles, procedural content rights and guarantees with identical content, have
become more important. There is a need to define these terms, to check which
concept each one refers to and to find out how they all complement each other.
Key Words: Principles, rights, values, guarantees.
INTRODUCCIÓN
1
Almagro Nosete, añadía una definición canónica de Derecho Procesal, concebido como el “con-
junto de normas que contienen y desarrollan las reglas, las condiciones y límites de las garantías
constitucionales de los ciudadanos, en cuanto a la aplicación coercitiva e imparcial de las leyes, por
los órganos jurisdiccionales, referidas a situaciones concretas, formalizadas según las pretensiones
de las partes actuantes y decididas por medio de resoluciones imperativas, conforme a un método
jurídico” (Almagro Nosete, Cortés Domínguez, Gimeno Sendra, & Moreno Catena, 1986, pág. 16).
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Principios, derechos y garantías procesales ¿Diferentes o iguales?
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Nos situamos en una concepción dinámica del Derecho, que atiende a la práctica social y que trata
de superar la confrontación tradicional entre iusnaturalistas y positivistas, configurada no solo
las normas jurídicas positivas, sino también su justificación moral externa, configurada por los
valores y los fines trazados en la respectiva Constitución política, que a su vez está abierta a todo el
acervo procedente de los órganos supranacionales de interpretación y aplicación de convenciones
internacionales de derechos humanos y libertades fundamentales (Rodilla González, 2013);
(Atienza, 2017).
21
Lorenzo M. Bujosa Vadell
3
En este sentido ver: (García Odgers, 2020).
4
Es pertinente recordar así la doctrina contenida en la Sentencia C-029 de 1995: “las normas
procesales tienen una función instrumental. Pero es un error pensar que esta circunstancia les reste
importancia o pueda llevar a descuidar su aplicación. Por el contrario, el derecho procesal es la
mejor garantía del cumplimiento del principio de la igualdad ante la ley. Es, además, un freno eficaz
contra la arbitrariedad. Yerra, en consecuencia, quien pretenda que en un Estado de derecho se puede
administrar justicia con olvido de las formas procesales. Pretensión que sólo tendría cabida en un
concepto paternalista de la organización social, incompatible con el Estado de derecho” (Sentencia
C-092, 1995).
5
El apartado primero del artículo 1° CE dispone: “España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la
libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político” (Constitución Política, 1978).
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Principios, derechos y garantías procesales ¿Diferentes o iguales?
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Continúa diciendo Peces Barba, refiriéndose al artículo 1.1. CE, que “Esta norma tiene una dimensión
de totalidad en relación con el sistema jurídico, con el Ordenamiento y, es guía y modelo ético para
la interpretación y para el desarrollo del mismo y también límite” (Peces Barba, 1984).
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En palabras de Vila Casado: “Los principios, como ya se indicó, son conceptos deontológicos;
pertenecen, por tanto, al mundo del deber ser. Los valores son, en cambio, conceptos axiológicos;
responden al criterio de lo bueno, lo mejor” (Vila Casado, 2012, págs. 241-242).
8
No en vano, Beladiez Rojo afirma: “La definición de lo que ha de entenderse por principio jurídico
o principio general del Derecho (expresiones que van a ser empleadas como sinónimas, como más
adelante se precisará) es una de las cuestiones que más difíciles resultan a los juristas. La razón
de esta dificultad se comprende con sólo atender a su significado meramente gramatical. Es claro
que, si por principio se entiende ‘el elemento fundamental de una cosa’, los principios jurídicos sólo
pueden ser los fundamentos del Derecho, y ahí radica, precisamente, la complejidad de su definición”
(Beladiez Rojo, 1997, pág. 17).
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Es la acepción que sostiene Berzosa, V., “Principios del proceso”, Justicia, 1992, núm. III, págs.
553-554: “La expresión principios del proceso hace referencia a las ideas base de determinados
conjuntos de normas que se deducen de la propia ley, aunque no estén expresamente formuladas
en ella. Estas ideas o criterios constituyen, por tanto, el sustrato de los distintos tipos procesales,
informan su estructura y se manifiestan en su construcción o regulación legal” (Berzosa Francos,
1992).
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10
Ver: (Bowden, Croall, & Parker, 1998); (Dwyer, 2009).
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Un ejemplo significativo serían los acuerdos probatorios, sobre los que puede verse: (Marinoni,
2018).
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A ello se refiere, Vázquez Sotelo, J.L., “Los principios del proceso civil”, Justicia, 1993, núms.
III y IV, pág. 600, cuando afirma: “Conviene ante todo distinguir entre principios y aforismos o
reglas jurídicas. Debemos a Justiniano la inclusión en el Digesto de una colección de regulae iuris
que han llegado a nuestros días y que constantemente se repiten en los trabajos doctrinales o en
escritos forenses y de las que hace uso también la Jurisprudencia. Esto hace que sea fácil confundir
esos aforismos con los principios procesales, creyendo que cada afirmación traduce un principio”
(Vázquez Sotelo, 1993).
Es sabido que la configuración del poder político y sus particularidades en cada Estado es conse-
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cuencia de factores diversos que tienen mucho que ver con la historia propia y con la influencia de
una sociedad cada vez más globalizada. En España, tras unas largas décadas en que se había utili-
zado torcidamente la creación de jurisdicciones especiales o la utilización de las existentes como
medio de persecución política, el Constituyente quiso que quedaran claramente fijados en la parte
orgánica de la Constitución de 1978 varios principios o garantías de la jurisdicción y entre ellos
los de unidad y de exclusividad jurisdiccional que cumplen una importante misión constitucional:
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básicamente asegurar que el ejercicio de la jurisdicción se realice con la independencia judicial; pero
este aseguramiento no se realiza de cualquier modo sino de una manera concreta. Se trata de que
quienes ejerzan la función jurisdiccional estén sometidos a un mismo y único estatuto jurídico de
derechos y deberes (el contenido en la Ley Orgánica del Poder Judicial) y estén vinculados en cuanto
a su régimen jurídico –pero no, obviamente, en cuanto al ejercicio concreto de la jurisdicción– al
Consejo General del Poder Judicial.
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Calvo Sánchez, explica que “La independencia e imparcialidad aparecen como caracteres de los
momentos desde los que puede ser contemplada la Jurisdicción. La independencia alude al mo-
mento constitucional, a la Jurisdicción como Potestad; la imparcialidad al momento procesal, a la
Jurisdicción como Función” (Calvo Sánchez, 1988). No puedo sin embargo negar las dificultades
prácticas de estas garantías, que quedan claramente ilustradas en las páginas de: (Nieto García,
2010, pág. 130).
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En este sentido Almagro Nosete afirmaba el carácter instrumental de la independencia judicial
respecto a la imparcialidad “que es, en realidad, el fin perseguido por las garantías en que aquélla
se manifiesta” (Almagro Nosete, Cortés Domínguez, Gimeno Sendra, & Moreno Catena, 1986) y
para Cintra: “A imparcialidade do juiz é uma garantia de justiça para as partes. Por isso, têm elas o
direito de exigir um juiz imparcial: e o Estado, que reservou para si o exercício da função jurisdi-
cional, tem o correspondente dever de agir com imparcialidade na solução das causas que lhe são
submetidas” (Cintra, Grinover, & Dinamarco, 2006).
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Por lo que estrictamente se refiere a la actuación probatoria Parra Quijano, describe que “la parte
contra la cual se postula, opone o aporta una prueba, debe conocerla, y ella (la prueba) no se puede
apreciar si no se ha celebrado con audiencia o con conocimiento de esa parte. Al proceso no pueden
ingresar pruebas en forma subrepticia, escondida, o a espaldas de la contraparte” (Parra Quijano,
2008, pág. 76).
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del proceso, como manifestación del poder de disposición del que aparece
como titular del derecho material ejercitado (Gómez Orbaneja, 1975).
Por otro lado, también es un elemento básico la determinación del
material fáctico sobre el que va a decidir el órgano jurisdiccional. En prin-
cipio, en el proceso civil, es el que le aportan las partes: principalmente el
demandante, aunque también el demandado puede pronunciarse sobre las
pretensiones y sobre los hechos de la demanda, con indicación de los que
se admiten, los que se niegan y lo que no le constan. Hay, pues, una clara
aplicación del principio de aportación de parte, que además es lógica en el
ámbito del Derecho Privado, pues es normal que en estos casos sean las partes
las que conocen los hechos y disponen de las fuentes de prueba respecto
de los mismos –o por lo menos saben dónde buscarlas–17. Es cierto que,
salvo excepciones, no es lógico que en la mayoría de esos asuntos el órgano
público se ponga a investigar como hace la Fiscalía en el proceso penal. Pero
no debe confundirse, como tantas veces se ha hecho, la naturaleza privada
del derecho material subyacente, con la naturaleza pública del instrumento
que el Estado organiza para que pueda satisfacerse en las mejores condicio-
nes el derecho fundamental al acceso a la justicia (Dinamarco, 2008, págs.
359-362). Por ello la implementación del principio de aportación de parte no
puede considerarse incompatible con una posición activa del juez. Se trata de
procurar que la verdad procesal, la declarada por el juez en sentencia firme,
se ajuste lo más posible a la verdad real18, la verdad a secas, porque al fin y
al cabo en términos metafísicos la verdad sólo es una (Taruffo, 2010) y en
el proceso lo que tratamos de hacer es “re-construirla” (Sobral & Gómez
Fraguela, 2006), respetando los derechos y garantías constitucionales. Pero
reconozcamos que esta una forma de configurar el proceso, no la única.
Para Vázquez Sotelo “La aportación de parte más que en argumentos dogmáticos se funda en
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Como señala Berzosa Francos, V., “Principios…”, op. cit., p. 614: “El segundo de los criterios
consecuencia de la oralidad, en la medida en que es posible hablar de prioridades entre ellos, es el
principio de concentración, que constituye, sin duda, la principal característica exterior del proceso
oral y la que tiene mayor influencia en la brevedad de los pleitos” (Berzosa Francos, 1992).
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Para Picó i Junoy, a partir de la doctrina jurisprudencial del Tribunal Constitucional español, recuerda
que implica que los juicios puedan ser conocidos más allá del círculo de las partes, pudiendo así
tener una proyección general, que no puede hacerse efectiva más que con la asistencia del público
y de los medios de comunicación, en cuanto tal presencia les permite adquirir la información en su
misma fuente y trasmitirla a cuantos por diversas razones no puedan tener directo acceso (Picó i
Junoy, 2012, pág. 139).
Sobre la dimensión política del principio de publicidad en concreto: “Hoy en día se suele hablar de
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publicidad procesal desde el punto de vista del derecho a la inmediata percepción de las actuaciones
verificadas por y ante el Tribunal por personas que no forman parte del mismo” (Pedraz Penalpa,
1990, pág. 206).
22
En Sentencia 26 del 27 de febrero de 1987 se dispuso: “…derecho fundamental y garantía
institucional no son categorías jurídicas incompatibles o que necesariamente se excluyan. sino que
buena parte de los derechos fundamentales que nuestra CE reconoce constituyen también garantías
institucionales, aunque, ciertamente, existan garantías institucionales que, como por ejemplo la
autonomía local, no están configuradas como derechos fundamentales” (Sentencia 26, 1987).
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Para Pérez Luño: “Los derechos fundamentales se presentan en la normativa constitucional como
un conjunto de valores objetivos básicos (la doctrina germana los califica, por ello, de Grundwert) y,
al propio tiempo, como el marco de protección de las situaciones jurídicas subjetivas” (Pérez Luño,
2013, pág. 16).
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Francisco Ramos Méndez destaca además el carácter expansivo de estas garantías: “El Tribunal
Constitucional, con buen criterio, no se ha preocupado demasiado de construir una clasificación
dogmática de las garantías o de ser rigurosos en encuadrar un supuesto concreto en la cobertura de
una de ellas con preferencia de otras. Antes bien, la jurisprudencia constitucional ha atendido a los
intereses del caso concreto y no ha vacilado en invocar un cúmulo de garantías, todas a una para
extraer las consecuencias concretas que procediese” (Ramos Méndez, El sistema procesal español,
2016, pág. 375).
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4. ¿DIFERENCIA O IGUALDAD?
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Como recuerda Pérez Escobar, J., Derecho constitucional colombiano, 8.ª ed., Bogotá, 2010, p.
323: “real efectividad, no sólo por ser respetados y protegidos, lo cual es relativamente fácil de
conseguir en tratándose de derechos relacionados con la libertad, sino también para hacer efectivos
los derechos de contenido económico, social y cultural o los denominados colectivos o de grupo”
(Pérez Escobar, 2010).
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Para Gomes Canotilho: “Designa-se por constitucionalização a incorporação de direitos subjetivos
do homem em normas formalmente básicas, subtraindo-se o seu reconhecimento e garantia à
disponibilidade do legislador ordinário (Stourzh). A constitucionalização tem como consequência
mais notória a protecção dos direitos fundamentais mediante o controlo jurisdicional da
constitucionalidade dos actos normativos reguladores destes direitos. Por isso e para isso, os
direitos fundamentais devem ser compreendidos, interpretados e aplicados como normas jurídicas
vinculativas e não como trechos ostentatórios ao jeito das grandes ‘declarações de direitos” (Gomes
Canotilho).
Al respecto ver: (Ramos Méndez, 1982); (Álvarez Sacristán, 1999).
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CONCLUSIONES
En España se han sucedido diversos planes de informatización que han culminado en la Ley 18
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REFERENCIAS
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RESUMEN:
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Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de
investigación independiente del autor.
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Abogada, Universidad Latina de Panamá. Especialista en Justicia Constitucional y Tutela Juris-
diccional de los Derechos, Universidad de Pisa. Especialista en Docencia Superior, Universidad
Latina de Panamá. Especialista en Mediación, Universidad de Panamá. Especialista en Asesoría
Jurídica de Empresas, Universidad Politécnica de Madrid. Magister en Derecho Procesal, Univer-
sidad de Panamá; Magister en Derecho Mercantil, Universidad Santa María La Antigua. Doctora
en Administración, Hacienda y Justicia en el Estado Social, Universidad de Salamanca. Doctora
en Derecho, Universidad Católica Santa María La Antigua. Actualmente es catedrática de Derecho
Mercantil de la Universidad de Panamá, abogada litigante, Miembro del Instituto Colombo Panameño
de Derecho Procesal y Miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal.
Correo electrónico: maria.chen@up.ac.pa
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María Cristina Chen-Stanziola
Palabras Clave:
Tutela judicial efectiva, debido proceso, principio pro homine, dignidad humana,
derechos fundamentales.
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El proceso como garantía de protección de los derechos: reflexiones en torno a la tutela judicial efectiva
Más adelante agrega Jorge Fábrega Ponce, al hablar del proceso como
garantía constitucional, indica que: “...a) La Constitución presupone la exis-
tencia de un proceso como garantía de la persona humana” (Fábrega Ponce,
2004, pág. 362). Y ello es así, puesto que la ley debe desarrollar los valores y
preceptos fundamentales que se encuentran consagrados en la Constitución, de
manera que se pueda acudir a la justicia en busca de la protección de los
derechos que la misma Constitución proclama, sin que exista la posibilidad de
que la ley pueda ir en contra de los preceptos de la Constitución, puesto
que si es así, esa ley sería inconstitucional y estaría legitimado cualquier
ciudadano para pedir a la Suprema Corte de Justicia Panameña, la declara-
toria de inconstitucionalidad de dicha ley.
Existe una protección procesal de manera general, que se encuentra
presente en todo el conjunto de normas que integran nuestro derecho positivo
y cuya administración e interpretación corresponde al órgano jurisdiccio-
nal; ya que cada una de las diferentes jurisdicciones recoge, la protección y
defensa de los derechos fundamentales proclamados en nuestra Constitución
y desarrollados a través del derecho positivo.
Las garantías procesales están presentes en todos los procesos, en es-
pecial en el proceso penal, reflejado en la prohibición de doble juzgamiento
penal, la garantía del juez natural, son una muestra evidente de esa protección
procesal genérica presente en todo nuestro sistema judicial. Tanto es así, que
en el proceso civil, de naturaleza eminentemente privada, se demuestra en
diversos momentos procesales tales como: el de la notificación personal de
la demanda (artículo 1002, numeral 1 del Código Judicial), desarrollando la
garantía constitucional del debido proceso consagrada en el artículo 32
de la Constitución Nacional y presente en diversos convenios internacio-
nales en materia de derechos humanos, como el artículo 8 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, el cual señala:
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacio-
nales competentes, que la amparen contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley.
La protección procesal de los derechos humanos, además de necesitar
la existencia de normas que el administrado pueda invocar ante una eventual
violación de sus derechos ante el tribunal de justicia competente, supone que
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1
Así mismo, Idem, p. 82, señala que: “Ante esta realidad, la Constitución se define como una norma
sobre aplicación de normas, un sistema amplio de articulación normativa, mientras que su carácter
supremo se manifiesta en la posibilidad de fijar la habilitación de esa recepción y aplicación de
distintos ordenamientos. Aún más. Podríamos afirmar que los tratados internacionales incorporados
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El proceso como garantía de protección de los derechos: reflexiones en torno a la tutela judicial efectiva
en el orden interno de alguna manera complementan la experiencia normativa del Texto Fundamental,
lo que se soporta, desde luego, en el consentimiento soberano del Estado para vincularse en los
términos expresados en los propios instrumentos. En esta tesitura, me parece que la apreciación
de los operadores jurídicos sobre estos conjuntos de normas y la labor propiamente interpretativa,
no puede seguir descansando en el criterio jerárquico por cuanto no se trata de normas producidas
directamente por la Constitución, aunque necesariamente ameriten su conformidad con la misma
como criterio de identidad. La vinculación con el orden jurídico interno se presenta en un modelo
de ordenamientos diferenciados de origen cuya vinculación se produce mediante la incorporación
del tratado y su aplicación…” (Gozaíni, 1995).
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El principio pro actione puede formularse como aquel que impide interrum-
pir el desarrollo normal de la acción ejercitada, si no es en base a una causa
expresamente prevista por la Ley e interpretada en el sentido más favorable
a su desarrollo normal hasta el fin y que obliga a resolver un litigio de una
vez y por todas, si cabe hacerlo. O dicho de otra forma, de acuerdo con este
principio, no se debe cerrarse al ciudadano la vía para el ejercicio de un
derecho si una interpretación lógica de la norma permite otras alternativas.
Es prioritario, por tanto, para el principio pro actione, en aras a la efectividad,
facilitar el acceso del ciudadano al final de la tutela judicial, por encima de
otras consideraciones que, en principio, han de supeditarse a él.
(....) .... los Jueces y Tribunales han de aplicar e interpretar la regulación del
recurso en la forma más favorable a su admisión.
Existiendo recurso, el acceso al mismo y el derecho a su resolución, se rigen
por los mismos principios que el derecho de acceso al proceso, del que es
continuación (Chamorro Bernal, 1994, pág. 314).
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a considerar las mismas, al momento de tomar medidas como las que han
sido aplicadas en este caso.
Esta es una política de Estado que cuenta con la reglamentación legal para
procurar su cumplimiento, por lo que es deber de los entes gubernamentales y
de quienes ejercemos el control de su actividad, llamar a la observación de las
mismas, tal y como lo exige el caso en estudio donde la demandante ha ejer-
cido su derecho a utilizar los recursos legalmente establecidos y las normas
en el campo del derecho que le son aplicables que a la vez contemplan un
derecho particular que se ve afectado por el acto administrativo impugnado.
Por último, es oportuno manifestar que este Tribunal reconoce no sólo el
derecho a la Tutela Jurídica Efectiva desde un propósito garantista del libre
acceso a la jurisdicción, sino que además es del criterio que la aplicación del
mismo debe estar sujeta al objetivo de emitir un pronunciamiento de fondo
sobre la pretensión que esté fundada en nuestras fuentes de derecho (como
viene a constituirse la propia ley).
CONCLUSIONES
59
María Cristina Chen-Stanziola
igualdad de las partes ante la ley. Es necesario reiterar que la tutela judicial
efectiva, no se cumple con la mera posibilidad de acceso a los tribunales, hay
un elemento muy importante que se engloba dentro de ella y es precisamente,
la argumentación que ejerce el juez al momento de explicar las razones por
las cuales arriba a una determinada decisión dentro del proceso. No podemos
concluir estas líneas sin antes puntualizar que existen tres aspectos claves
que restan por abordar en futuras ocasiones en cuanto a la tutela judicial
efectiva, como sería el de la motivación adecuada de las decisiones judicia-
les, la duración en tiempo razonable de los procesos y la efectividad de las
sentencias que dictan los tribunales, lo cual en nuestros países sigue siendo
un verdadero desafío.
Finalizo esta reflexión, tratando de haber cumplido con el cometido solici-
tado por la Universidad Libre de Cúcuta y agradeciendo su gentil invitación
para abordar temas de actualidad procesal, en los encuentros que realizan
cada año.
Indudablemente los momentos turbulentos que vivimos por la pandemia del
coronavirus, generan un halo de pesimismo, desasosiego y en cierta medida
de desesperanza, que hacen que cierre este artículo con una profunda tris-
teza, por todos los que han partido de prisa por el virus, por los que lo han
perdido todo, incluso la esperanza; pero como bien diría el Papa Francisco
en su bendición Urbi et Orbi, los cristianos tenemos que aprender a confiar
en que Dios, nuestro padre vela por nosotros.
Con la fe puesta en Dios, le pido su misericordia y el fin de esta pandemia
que aqueja el mundo. Esperamos que podamos realizar este encuentro y la
llegada de días mejores para la humanidad.
Santiago de Veraguas, 27 de marzo de 2020.
REFERENCIAS
60
El proceso como garantía de protección de los derechos: reflexiones en torno a la tutela judicial efectiva
61
María Cristina Chen-Stanziola
62
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
RESUMEN:
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de
investigación con número de referencia RTI2018-095424-B-I00: “La justicia penal ante los retos
de la eficiencia, la seguridad y las garantías procesales, en especial la instrucción y las técnicas de
simplificación del enjuiciamiento de los delitos”. Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades
del Gobierno de España.
**
Doctor en Derecho, Università degli Studi di Bologna (Italia) y por la Universidad de Valencia (Espa-
ña). Profesor Catedrático de Derecho Procesal, Departamento de Derecho Administrativo y Procesal,
Facultad de Derecho. Universitat de València, España. Miembro del Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal y de la Asociación Española de Profesores de Derecho Procesal. Vicepresidente
para Europa de la Asociación Mundial de Justicia Constitucional.
Correo electrónico: luis.a.cucarella@uv.es
CvLAC: https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh=0001676440
63
Luis Andrés Cucarella Galiana
Palabras Clave:
Corte Penal Internacional. Proceso penal. Oportunidad criminal. Tribunales in-
ternacionales.
ABSTRACT:
Key words:
INTRODUCCIÓN
64
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
1
Sobre este principio de la Jurisdicción: (Ortells Ramos, 2009, págs. 87-95).
2
También puede consultarse: (Montero Aroca, 1981).
3
El art. 117.1 CE proclama que “la justicia emana del Pueblo y administra en nombre del Rey por
Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y
sometidos únicamente al imperio de la ley”.
Por su parte, el art. 122.2 CE dispone que “el Consejo General del Poder Judicial es el órgano de
gobierno del mismo (…)”.
65
Luis Andrés Cucarella Galiana
4
Sobre la misma, consultar (Diaz Revorio, 2009); (Cucarella Galiana, 2012).
5
Sobre este Tribunal, consultar (De Vega Bladez, 1999); (Medina, 2003).
6
Sobre esta Jurisdicción, consultar (Doig Díaz, 2003).
7
Sobre este tribunal, consultar (Gimeno Sendra, 1995); (Pérez Cruz, 1996)
8
Sobre este tribunal, consultar (Cucarella Galiana, 2014); (Fairén Guillén, 1975); (Fairén Guillén,
1988); (Mascarell Navarro, 1997); (Mascarell Navarro, 2010).
9
Sobre la vigencia del principio de unidad de Jurisdicción y el Tribunal de las Aguas: (Fairén Guillen,
1978).
66
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
10
Véase al respecto: (Ortells Ramos, 2009).
67
Luis Andrés Cucarella Galiana
11
En el apartado V de la Exposición de Motivos de la LO 6/2000, de 4 de octubre, de ratificación por
España del Estatuto de la CPI, se indica que “el concurso activo en la creación de la Corte Penal
Internacional es, así, una oportunidad histórica para reiterar la firme convicción de que la dignidad
de la persona y los derechos inalienables que le son inherentes constituyen el único fundamento
posible de la convivencia en cualesquiera estructuras políticas, estatales o internacionales”.
68
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
12
Sobre este principio consultar: (Garberí Llobregat, 1996).
13
Al respecto, Bonet Navarro afirma que el principio del juez legal “impone que cada ciudadano sepa
en cada momento qué órgano jurisdiccional está llamado a juzgarlo en relación con cada asunto,
con sólo leer las normas que establecen la competencia de los tribunales” (Bonet Navarro, 1981,
pág. 106).
Véase: (Gimeno Sendra, 1998); (Palacio Sánchez-Izquierdo, 1999).
14
15
En concreto, Ortells Ramos, afirma que un tribunal de excepción implica “la creación de tribunales
ad hoc o ad personam, con atribución a los mismo de competencia para enjuiciar una ocaso o a una
persona, a pesar de que tal competencia ya correspondía a algún tribunal en virtud de un régimen
preestablecido” (Ortells Ramos, 2009, pág. 104).
69
Luis Andrés Cucarella Galiana
70
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
16
El art. 6 del Estatuto de creación del Tribunal define dichos delitos de la siguiente manera: “A
saber, violaciones de las leyes o usos de la guerra. En dichas violaciones se incluye el asesinato,
los malos tratos o la deportación para realizar trabajos forzados o para otros objetivos en relación
con la población civil de un territorio ocupado o en dicho territorio, el asesinato o malos tratos a
prisioneros de guerra o a personas en alta mar, el asesinato de rehenes, el robo de bienes públicos
o privados, la destrucción sin sentido de ciudades o pueblos, o la devastación no justificada por la
necesidad militar, sin quedar las mismas limitadas a estos crímenes”.
17
El art. 6 del Estatuto de creación del Tribunal define dichos delitos de la siguiente manera: “A
saber, planificar, preparar, iniciar o librar guerras de agresión, o una guerra que constituya una
violación de tratados, acuerdos o garantías internacionales, o participar en planes comunes o en
una conspiración para lograr alguno de los objetivos anteriormente indicados”.
18
El art. 6 del Estatuto de creación del Tribunal define dichos delitos de la siguiente manera: “A saber,
el asesinato, la exterminación, esclavización, deportación y otros actos inhumanos cometidos contra
población civil antes de la guerra o durante la misma; la persecución por motivos político, raciales o
religiosos en ejecución de aquellos crímenes que sean competencia del Tribunal o en relación con los
mismos, constituyan o no una vulneración de la legislación interna de país donde se perpetraron”.
71
Luis Andrés Cucarella Galiana
19
Sobre los trabajos relativos a la Conferencia de Roma que condujo a la aprobación del Estatuto de la
Corte: (Urios Moliner, 2003, págs. 54-59). Las discusiones y los trabajos realizados fueron duros y en
ocasiones, con bastantes desencuentros. Al respecto, debe tenerse presente que a dicha conferencia
asistieron un total de 160 Estados, 20 organizaciones internacionales, 14 agencias especializadas
de Naciones Unidas, y alrededor de 200 organizaciones no gubernamentales (Urios Moliner, 2003,
pág. 54).
20
Urios Moliner pone de manifiesto que, si bien la idea inicial es que fuera aprobado por consenso, la
presión de los EE.UU. llevó a que fuera sometido a votación (Urios Moliner, 2003, pág. 58).
72
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
En este sentido, el art. 11.1 ECPI dispone que “la Corte tendrá competencia únicamente respecto
21
de crímenes cometidos después de la entrada en vigor del presente Estatuto” (Estatuto de Roma
de la Corte Penal Internacional, 1998). El apartado 2 dispone que “si un Estado se hace Parte en el
Presente Estatuto después de su entrada en vigor, la Corte podrá ejercer sus competencia únicamente
con respecto a los crímenes cometidos después de la entrada en vigor del presente Estatuto respecto
de ese Estado, a menos que éste haya hecho una declaración de conformidad con el párrafo 3 del
artículo 12” (Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, 1998).
22
Así se pone de manifiesto en los párr. 1, 2 y 3 del preámbulo, al afirmar que “conscientes de que
todos los pueblos están unidos por estrechos lazos y sus culturas configuran un patrimonio común
y observando con preocupación que este delicado mosaico puede romperse en cualquier momento.
Teniendo presente que, en este siglo, millones de niños, mujeres y hombres han sido víctimas de
atrocidades que desafían la imaginación y conmueven profundamente la conciencia de la humanidad.
Reconociendo que esos graves crímenes constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el
bienestar de la humanidad (…)” (Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, 1998). Estas
previsiones se completan con lo previsto en el párr. 11 en el que se afirma que “decididos a garantizar
que la justicia internacional sea respetada y puesta en práctica de forma duradera” (Estatuto de Roma
de la Corte Penal Internacional, 1998).
73
Luis Andrés Cucarella Galiana
23
En este sentido, en los párrs. 4 y 5 del preámbulo se afirma que “afirmando que los crímenes más
graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto no deben quedar sin castigo y
que, a tal fin, hay que adoptar medidas en el plano nacional e intensificar la cooperación internacional
para asegurar que sean efectivamente sometidos a la acción de la justicia. Decididos a poner fin a
la impunidad de los autores de esos crímenes y a contribuir así a la prevención de nuevos crímenes
(…)” (Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, 1998).
24
Claramente estas ideas se desprenden de los párrs. 7, 8 y 9 del preámbulo, en donde se afirma que “reafir-
mando los Propósitos y Principios de la Carta de las Naciones Unidas y, en particular, que los Estados se
abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia
política de cualquier Estado o en cualquier otra forma incompatible con los propósitos de las Naciones
Unidas. Destacando, en este contexto, que nada de lo dispuesto en el presente Estatuto deberá entenderse
en el sentido de que autorice a un Estado Parte a intervenir en una situación de conflicto armado o en los
asuntos internos de otro Estado. Decididos, a los efectos de la consecución de esos fines y en interés de
las generaciones presentes y futuras, a establecer una Corte Penal Internacional de carácter permanente,
independiente y vinculada con el sistema de las Naciones Unidas que tenga competencia sobre los crímenes
más graves de trascendencia para la comunidad internacional en su conjunto (…)” (Estatuto de Roma de
la Corte Penal Internacional, 1998).
74
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
Una vez que hemos sentado las bases sobre las cuales se asienta desde
un punto de vista organizativo la CPI, queremos hacer referencia brevemente
El mecanismo del tratado internacional se descartó porque hubiera dilatado mucho en el tiempo la
25
constitución de dichos tribunales y, por otro lado, porque requiere el consentimiento de los Estados
para que les vinculara. La opción de que se hubieran constituido por resolución de la Asamblea
General de Naciones Unidas también presentaba dificultades. Sobre todo, se puso de manifiesto el
carácter de recomendación de sus resoluciones, sin que tengan carácter obligatorio (Urios Moliner,
2003, pág. 47).
75
Luis Andrés Cucarella Galiana
3.1. Competencia.
3.1.1. Desde un punto de vista objetivo.
Con carácter general, dicha competencia se concreta en el artículo 5
ECPI . Así, el apartado 1 dispone que la competencia de la Corte se limite
26
a) El crimen de genocidio;
b) Los crímenes de lesa humanidad;
c) Los crímenes de guerra;
d) El crimen de agresión.
En la elaboración del ECPI se discutió sobre cuáles debían ser los delitos
que se encomendaran a la CPI. Se barajó la posibilidad de incluir en su
ámbito competencial, delitos de terrorismo, narcotráfico, o delitos cometidos
contra funcionarios de Naciones Unidas. Estas propuestas no prosperaron27.
26
Sobre la competencia de la CPI: (Rodríguez Cedeño & Guerrero Peniche, 2000, págs. 77-114).
27
Rodríguez Cedeño y Guerrero Peniche, afirman que “durante las negociaciones todos los Estados
apoyaron la inclusión del crimen de genocidio, una gran mayoría apoyó la inclusión de los crímenes
de guerra y de los crímenes contra la humanidad y una mayoría, el crimen de agresión. Otros
Estados, en forma minoritaria, plantearon sin éxito la inclusión de crímenes como el narcotráfico, el
76
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
terrorismo e incluso los perpetrados contra el personal de Naciones Unidas y el personal asociado”
(Rodríguez Cedeño & Guerrero Peniche, 2000, pág. 92).
28
Olasólo Alonso afirma que “el principio de complementariedad (que no de subsidiaridad como algunos
autores lo han descrito), desarrollado por los arts. 1, 17, 18, 19 y 20 ER, tiene como fundamento un
sistema de jurisdicción compartida entre la CPI y las jurisdicciones nacionales” (Olásolo Alonso,
2012, pág. 5).
Para un examen de la concurrencia de competencias entre la Corte Penal Internacional y las
jurisdicciones nacionales: (Jiménez Fortea, 1999); (Cuerda Riezu & Ruiz Colome, 1999); (Arcos
Vargas, 2000, págs. 435-454).
29
En el primer caso, es decir, cuando el Estado no puede proceder a investigar o enjuiciar esos crímenes,
debe tenerse presente el art. 17.3 ECPI. En dicho párrafo se afirma que “a fin de determinar la
incapacidad para investigar o enjuiciar en un asunto determinado, la Corte examinará si el Estado,
77
Luis Andrés Cucarella Galiana
debido al colapso total o sustancial de su administración nacional de justicia o al hecho de que carece
de ella, no puede hacer comparecer al acusado, no dispone de las pruebas y testimonios necesarios
o no está por otras razones en condiciones de llevar a cabo el juicio” (Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional, 1998).
Para el segundo caso, es decir, para determinar si el Estado tiene o no disposición para actuar en un
asunto determinado, el párr. 2 del citado artículo, ofrece diferentes criterios (Estatuto de Roma de
la Corte Penal Internacional, 1998).
78
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
30
En general sobre estos principios: (García Ramírez, 2003).
Sobre la competencia de la CPI para este delito: (Díaz Soto, 2014).
31
79
Luis Andrés Cucarella Galiana
32
Es preciso tener presente que el requisito de la gravedad aparece contemplado en el preámbulo y en
diferentes preceptos del ECPI. El artículo 5.1 ECPI, de igual modo que el artículo 1, y los párr. 3,
4 y 9, subrayan el carácter de la gravedad para determinar la competencia de la Corte. La primera
cuestión o duda que puede surgir es la de si basta que se cometa un crimen de los mencionados en el
artículo 5, para que pueda entenderse que es un crimen grave y por lo tanto, la Corte sea competente.
80
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
No obstante, hay que tener presente que la gravedad, además de utilizarse para calificar los delitos
en los artículos indicados, es utilizada como un criterio determinante de la admisibilidad de la causa
ex artículo 17 ECPI. Por lo tanto, no basta con que se conozca un delito de los mencionados, sino que
además el asunto debe ser “de gravedad suficiente para justificar la adopción de otras medidas por
la Corte” (art. 17.1 d) ECPI. Existe, por lo tanto, una valoración de la gravedad para poder decidir
si se procede o no criminalmente en el ámbito internacional.
81
Luis Andrés Cucarella Galiana
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
82
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
83
Luis Andrés Cucarella Galiana
84
Corte Penal Internacional: oportunidad versus necesidad
Pérez Cruz, M. A. (1996). “La L.O. 5/1995, del Tribunal del jurado: sus
avatares legislativos y post-lesgislativos”. Barcelona: Justicia.
Picó I Junoy, J. (2004). Los juzgados de lo mercantil. Revista Jurídica de
Catalunya, 103(4), 1017-1030.
Pillado González, E. (2007). La competencia penal de los juzgados de
violencia sobre la mujer: un estudio jurisprudencial. Revista Estudios
Penales y Criminológicos(27), 191-221.
Quel López, F. J. (1994). Los efectos de la creación del Tirbunal Internacio-
nal Penal para la antigua Yugoslavia en el orden interno español.
Revista Española de Derecho Internacional.
Riverón Palenzuela, B. (1996). Poder judicial, unidad jurisdiccional y
Estado utonómico. Granada: Comares.
Rodríguez Cedeño, V., & Guerrero Peniche, J. N. (2000). Contribución
al estudio de la competencia de la Corte Penal Internacional y su
ejercicio. Derecho Penal y Criminología, 21(69).
Urios Moliner, S. (2003). Antecedentes historicos contexto de la creación
de la CPI. En J. L. Gómer Colomer, J. González Cussac, & J. Cardona
Lloréns, La Corte Penal Internacional (un estudio interdisciplinar).
Valencia: Tirant Lo Blanch.
85
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
RESUMEN:
El Código General del Proceso constituye una regulación normativa moderna, nove-
dosa y adaptada a las circunstancias del nuevo milenio, así como a la Constitución
Política de Colombia y a sus principios fundamentales. No obstante, conserva, en
coherencia con ese instituto mayor, las características procesales tradicionales fruto
de la evolución de la humanidad y de las conquistas jurídicas de los pueblos en
todos los tiempos. Existe, pues, un enlace inequívoco entre la Carta y el indicado
estatuto procesal civil, que se muestra especialmente en la coincidencia entre los
postulados que los atan y vinculan. Así, la tutela jurisdiccional efectiva –con sus
garantías básicas–, el derecho de igualdad en general y entre partes procesales,
87
Octavio Augusto Tejeiro Duque
la informalidad –que impide los ritos por los ritos mismos-, la legalidad –como
garantía de acogimiento necesario al ordenamiento–, la gratuidad de la actividad
judicial –a fin de que los ciudadanos cuenten con un servicio de justicia carente de
costos–, la regla de las dos instancias –que supone la posibilidad de los usuarios de
acudir ante jueces de mayor jerarquía para obtener una nuevas visiones y solucio-
nes de los conflictos–, son el reflejo de la ciencia jurídica constitucional y procesal
formada en el mundo durante el lento avance de la historia, al tiempo que la con-
centración –unidad de acto procesal–, la inmediación –entendida como ausencia
de intermediarios en la comunicación entre el juzgador, las partes y las fuentes
de prueba–, la publicidad –en tanto exigencia de conocimiento de los asuntos que
interesan a la sociedad y a las partes envueltas en un litigio–, la oralidad –como
conjunto delas tres anteriores y forma eficaz de comunicación intraprocesal–, la
aportación probatoria de parte –en tanto son ellas, las partes, y no el juzgador, las
encargadas de aportar los medios de convicción al proceso–, y el uso necesario
de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones son en conjunto el
carácter nuevo del sistema procesal de la actualidad y de los años venideros.
Palabras Clave:
Postulados del Código General del Proceso, tecnologías de la información y de las
comunicaciones en el Código General del Proceso, aportación probatoria de parte
y proceso averiguatorio, oralidad, concentración, inmediación y publicidad.
INTRODUCCIÓN
88
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
89
Octavio Augusto Tejeiro Duque
esenciales del régimen procesal, partiendo, eso sí, de una afirmación inicial
necesaria consistente en que no todos los principios reconocidos por el
código tienen su fuente normativa en este primer título, pues los hay que
no aparecen textualmente señalados allí, aunque fluyen de los otros libros,
secciones, títulos, capítulos o artículos y aún de manera no explícita, como
se anotará en su oportunidad.
90
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
91
Octavio Augusto Tejeiro Duque
92
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
93
Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
No sobra insistir que las facultades indicadas tienen por objeto hacer
imperar la igualdad en el escenario del proceso y que, por ese motivo, su
aplicación está restringida a los casos en que sea necesaria de conformidad
con esa teleología.
95
Octavio Augusto Tejeiro Duque
96
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
1.4. Publicidad
97
Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
99
Octavio Augusto Tejeiro Duque
acogidos por Colombia, entre los que se halla el Pacto de Nueva York,
conocido como Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ratifi-
cado por Colombia (Ley 74, 1968) y vigente desde el 23 de marzo de 1976,
aplicable porque constituye bloque de constitucionalidad y normatividad
de carácter superior.
Él establece, en clara simetría con el ordenamiento interno, la publi-
cidad como una garantía fundamental a favor de la comunidad democrática,
pero no olvida las limitaciones cuando se produce tensión al chocar con
derechos fundamentales de las personas o con intereses esenciales de la
sociedad y, como consecuencia, admite la posibilidad de adelantar juicios de
manera reservada, a los que resulta vedado asistir los terceros y los medios
de comunicación, en aquellos casos en que puedan lesionarse tales derechos
o intereses. Dice el indicado texto 14.1 que “[T]odas las personas son iguales
ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser
oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido por la ley, en la substanciación de
cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la de-
terminación de sus derechos u obligaciones de carácter civil. La prensa y el
público podrán ser excluidos de la totalidad o parte de los juicios por con-
sideraciones de moral, orden público o seguridad nacional en una sociedad
democrática, o cuando lo exija el interés de la vida privada de las partes o,
en la medida estrictamente necesaria en opinión del tribunal, cuando por
circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los
intereses de la justicia; pero toda sentencia en materia penal o contenciosa
será pública, excepto en los casos en que el interés de menores de edad exija
lo contrario, o en las acusaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la
tutela de menores” (PIDCP, 1966)
Huelga decir, por razones de eventual lesión a derechos como el de la
intimidad, o de intereses comunes como el de la seguridad nacional o el del
orden o la moral públicos, es posible convertir en reservado algún juicio,
de conformidad con la norma señalada, que, cual se ha sostenido, resulta
plenamente aplicable en el Colombia.
Igualmente, de conformidad con el artículo 44 numeral 5 (Ley 1564,
2012), puede el funcionario “…expulsar…” a quienes perturben el curso de
la audiencia o diligencia, en un claro ejercicio del poder correccional y de
100
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
1.5. La concentración
101
Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
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Octavio Augusto Tejeiro Duque
1.6. La inmediación
104
Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
1.7. La informalidad
Asimismo, giran postulados como el de informalidad, que nace fácil-
mente del encuentro personal de los intervinientes y que torna innecesario,
105
Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
1.8. La flexibilidad
También hace su aparición la flexibilidad legal o elasticidad, entendida
como la posibilidad de manejar el proceso sin encuadramientos ni fórmulas
férreas, sin artículos, ni incisos que determinen en detalle cada paso, en la
medida en que la actividad debe ser regulada más por el sentido común, el
debido proceso, la razonabilidad y la proporcionalidad, sin que se pase por
alto, eso sí, que algunas reglas mínimas son necesarias.
Aunque el código no la plantea como un principio expreso, sí emerge
de su análisis sistémico, puesto que son variadas las posibilidades de altera-
ción del parámetro procesal señalado en las normas respectivas. Así, aunque
el proceso verbal cuenta con la posibilidad de dos audiencias, una inicial y
una de instrucción y fallo, bien puede el juzgador decretar todas las pruebas
pertinentes, conducentes y útiles en el auto que cita a la audiencia con el fin
de lograr unir las dos oportunidades y adelantar una sola, en ejercicio del
principio de concentración y del mencionado de flexibilidad, tal como se
observa en el parágrafo del artículo 372.
Del mismo modo, implica aplicación concreta de ese postulado la
permisión del legislador para que el juez, en tratándose de procesos en que
la inspección judicial es forzosa, si lo considera pertinente, adelante en una
sola audiencia “…en el inmueble…” materia de usucapión o de imposición,
extinción o modificación de servidumbre, toda la actuación procesal incluida
la sentencia, luego de escuchar allí mismo los alegatos de las partes, tal como
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
1.13. Gratuidad
Se establece el de gratuidad, que impone al Estado el deber de prestar
el servicio de justicia sin que para ello pueda cobrar algún estipendio, salvo
el caso del arancel judicial y el de las costas procesales.
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Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
REFERENCIAS
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Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Principios del Código General del Proceso y su origen constitucional
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Octavio Augusto Tejeiro Duque
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Presupuestos procesales y debido proceso
Martín Agudelo-Ramírez**
RESUMEN:
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Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de
investigación independiente del autor.
Abogado, Universidad Autónoma Latinoamericana -UNAULA-. Especialista en Humanismo, Uni-
**
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INTRODUCCIÓN
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Presupuestos procesales y debido proceso
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Martín Agudelo-Ramírez
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Presupuestos procesales y debido proceso
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Martín Agudelo-Ramírez
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Presupuestos procesales y debido proceso
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Martín Agudelo-Ramírez
1
Es importante tener un adecuado entendimiento sobre el alcance de la primacía del derecho sustancial
sobre lo formal. Nunca el derecho sustancial está por encima del derecho procesal. La aplicación de
normas sustanciales no puede justificar la ausencia de algún requisito formal que sea identificado
dentro del marco de principios y garantías del debido proceso.
126
Presupuestos procesales y debido proceso
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Martín Agudelo-Ramírez
128
Presupuestos procesales y debido proceso
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Martín Agudelo-Ramírez
por una relación procesal ordenada por la que se pueda válida y eficazmente
estimar o desestimar las pretensiones procesales. El Código General del
Proceso, en Colombia, lo permite dado que: (a) impone despacho saneador,
a fin de remediar o precaver vicios e integrar litisconsorcios necesarios (art.
42.5 CGP); (b) define poderes para asegurar la igualdad real de las partes
(art. 2 CGP y 42.2 CGP); (c) autoriza que se profiera sentencia anticipada,
en cualquier tiempo, por ausencia de determinados presupuestos materiales
(art. 278.3 CGP); (d) exige interpretar demanda y su respuesta, respetando
la congruencia y la contradicción para decidir el fondo (art. 7 y 42.5 CGP);
(e) dispone que se comprendan las normas procesales teniendo en cuenta la
efectividad de los principios reconocidos en la ley sustancial); y, (f) garantiza
que se den impulsos oficiosos del proceso, para evitar paralización y dilación
y procurar la mayor economía procesal (art. 42.1 CGP).
130
Presupuestos procesales y debido proceso
REFERENCIAS
131
Martín Agudelo-Ramírez
132
La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
RESUMEN:
* Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte del proyecto de in-
vestigación “La necesaria reforma en la formación de los abogados”, financiado por la Universidad
Católica de Oriente, realizada durante los años 2019-2020.
** Abogado, Universidad de Medellín -UDEM-. Magister en Derecho Procesal, Universidad de Me-
dellín. Doctora en Derecho, Universidad Externado de Colombia. Actualmente docente investigadora
integrante del Grupo de Investigación Jurídicas de la Universidad Católica de Oriente.
Correo electrónico: radiana2113@gmail.com
CvLAC: https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh=0000187658
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7833-1393
Google Académico: https://scholar.google.es/citations?user=oXxZdTgAAAAJ&hl=es
133
Diana María Ramírez-Carvajal
Palabras clave:
Decisión judicial, proceso dialógico, decisión dialógica, principios cons-
titucionales.
INTRODUCCIÓN
1
Taruffo, Michele. Sobre las fronteras- escritos sobre la justicia civil-. Bogotá, Temis, 2006. Pp.213-
246. Taruffo, Michele. La prueba de los hechos. Madrid, Trotta, 2002. Págs. 89 y ss.
134
La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
135
Diana María Ramírez-Carvajal
pueden resaltar dos problemáticas que están siendo analizadas dentro de esta
investigación. La primera es la que da cuenta de la aplicación material de los
principios en sede judicial y la segunda la interacción del poder judicial con
la sociedad a la cual sirve, una sociedad heterogénea, que tiene tantas y tan
diversas maneras de entenderse a sí misma y de interactuar.
Todo ello debe ajustarse celosamente al debido proceso, cuidando el
principio democrático, el principio de defensa y el de contradicción. Aun
más, la constitucionalización del derecho tiene un profundo impacto en la
brecha educativa, desde el estudio prevalente de la ley sobre la forma, lo cual
podría llevar riesgosamente a poner la ley sustantiva por sobre la constitu-
ción. Esto último, debido a que se lleva a un segundo plano de enseñanza, la
importancia de las garantías constitucionales procesales y la realidad social
del siglo XXI –completamente inmersa en principios constitucionales y en
teorías de justicia–.
Lo aquí́ referenciado se expondrá́ a partir de dos segmentos: el primero
aborda lo que se podría entender por decisión dialógica, la segunda analiza
los contornos de los principios constitucionales de la función judicial, donde
se abordan prioritariamente: la imparcialidad, el principio de legalidad y
finalmente, se apertura la discusión sobre el principio democrático en el
proceso.
Algunas conclusiones se anticipan, los jueces apenas fomentan la apli-
cación de los principios constitucionales, aún les es bastante ajeno el proceso
de ponderación y argumentación de principios y por tanto aún está lejana la
decisión judicial dialógica. Por eso, hoy es un imperativo, que la educación
de los abogados se transforme de forma disruptiva, iniciando en los primeros
años con teorías de la justicia, argumentación y ponderación de principios,
y dejando para los últimos semestres la aplicación de los códigos, esto para
atender de una mejor manera, la construcción de competencias analíticas, y
especialmente para preservar la democracia y el Estado de derecho.
136
La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
2
Al respecto se pueden consultar las siguientes obras de Taruffo, como La prueba de los hechos
(Taruffo, 2002), Sobre las fronteras, escritos sobre la justicia civil (Taruffo, 2008), Páginas sobre
la justicia civil (Taruffo, 2009) y Simplemente la verdad (Taruffo, 2010), entre otras.
3
Las lecciones introductivas para el estudio del Derecho de Vittorio Denti, marcan un ícono que guía
el estudio profundo del derecho procesal por fuera de la dogmática. El maestro italiano se centra
en la historia para luego establecer discusiones críticas con el derecho comparado; posterior a ello,
propone centrar los principios constitucionales, la tutela judicial y finalmente se adentra en el estudio
de las reglas generales del proceso, de los jueces y también de los abogados que interactúan en el
mismo (Denti, 1989).
137
Diana María Ramírez-Carvajal
138
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4
“Toda decisión judicial debe fundarse en las pruebas regular y oportunamente allegadas al proceso.
Las pruebas obtenidas con violación del debido proceso son nulas de pleno derecho.”
139
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5
Como por ejemplo los principios de Bangalore y las directivas de la ONU.
6
Constitución Política de Colombia, artículos 228, 229 y 230.
7
Código General del Proceso, artículo 164.
140
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141
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8
Al respecto pueden leerse textos de (Muñoz, 2019) El estándar probatorio penal y su motivación;
(Ferrer, 2016) Los estándares de prueba en el proceso penal español; (Taruffo, 2005) Tres
observaciones sobre “por qué un estándar de prueba subjetivo y ambiguo no es un estándar”;
(González Lagier, s/f) ¿Es posible formular un estándar de prueba preciso y objetivo? Algunas
dudas desde un enfoque argumentativo de la prueba; (Laudan, 2005) Por qué un estándar de prueba
subjetivo y ambiguo no es un estándar.
142
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9
Constitución Política de Colombia, art. 228
10
Constitución Política de Colombia, art. 29: “El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones
judiciales y administrativas. Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto
que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas
propias de cada juicio”.
11
Constitución Política de Colombia, art. 230: “Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos
al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina
son criterios auxiliares de la actividad judicial”; artículo 4.º: “La Constitución es norma de normas.
En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán
las disposiciones constitucionales”.
143
Diana María Ramírez-Carvajal
Por ello, los jueces en cada sentencia deben anteponer a la norma de ley,
el derecho fundamental al debido proceso12 y sus principios integradores de
legalidad y legitimidad. Como afirma Bernal, el debido proceso es un derecho
fundamental en el sentido de que es el correlato subjetivo institucional del
principio del discurso, por ello el respeto al debido proceso garantiza en la
democracia el respeto a la libertad, la igualdad, los derechos políticos o de
participación y los derechos sociales (Bernal Pulido, 2004, pág. 12).
Es por ello por lo que el debido proceso, desde la perspectiva formal
y de legalidad, impulsa nuevos paradigmas en la actividad jurisdiccional.
Modela los principios constitucionales de justicia, igualdad y libertad, pero
también propende por un sistema procesal basado en la corrección, ya que
como expone Trocker la garantía constitucional del debido proceso com-
prende tanto la inserción activa de los derecho de los interesados, como el
desarrollo de las operaciones procesales, lo que se explica en una importante
función correctiva (Trocker, 1974, pág. 390).
En esta perspectiva, el principio de legalidad requiere jueces técnicos
pero sensibles, garantes de una sociedad en contexto. Este es el juez-poder,
el juez como garantía de acceso a la justicia. Así lo expresan los principios
de Bangalore, apropiados por el Consejo Económico de la ONU: “La inde-
pendencia judicial es un requisito previo del principio de legalidad y una
garantía fundamental de la existencia de un juicio justo. En consecuencia,
un juez deberá́ defender y ejemplificar la independencia judicial tanto en
sus aspectos individuales como institucionales. El juez deberá́ ejercer su
función judicial de forma independiente, partiendo de su valoración de los
hechos y en virtud de una comprensión consciente de la ley, libre de cualquier
influencia ajena, de instigaciones, presiones, amenazas o interferencias,
sean directas o indirectas, provenientes de cualquier fuente o por cualquier
razón” (Resolución ECOSOC 2006/23, 2006).
Por esto, hacer brillar el principio de legalidad en la decisión dialógica,
es uno de los mayores retos para el juez moderno.
12
Estos cambios hacia las garantías del Estado constitucional y de derecho son para Colombia una
realidad con la Constitución de 1991.
144
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Constitución Política de Colombia, art. 44. Son derechos fundamentales de los niños: la vida, la
13
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La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
riesgosos. Gozarán también de los demás derechos consagrados en la Constitución, en las leyes y en
los tratados internacionales ratificados por Colombia. La familia, la sociedad y el Estado tienen la
obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio
pleno de sus derechos. Cualquier persona puede exigir de la autoridad competente su cumplimiento
y la sanción de los infractores. Los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás
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La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes,
en los términos que la Constitución establece”.
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15
Constitución Política de Colombia, art. 2.º: “Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad,
promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan
y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia
nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un
orden justo. Las autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas
residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, y para
asegurar el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares”.
16
Código general del proceso, artículo. 176 inciso final
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La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
Quinto criterio: ¿Es simple? Esto significa que la hipótesis explica más con
un número menor de hechos desconocidos” (González Lagier, 2003)
CONCLUSIONES
Constitución Política de Colombia, art. 121: “Ninguna autoridad del Estado podrá ejercer funciones
17
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REFERENCIAS
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La decisión judicial dialógica: un mandato de los principios procesales constitucionales
155
Las garantías de un debido proceso legal
RESUMEN:
Palabras Clave:
Derechos Humanos, Debido Proceso Judicial, Derecho de Defensa, derecho a
recurrir, rechazo in límine y Vulneración de garantías.
INTRODUCCIÓN
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de
investigación independiente del autor.
Abogada, Universidad Externado de Colombia. Especialista en Derecho Penal, Universidad de
**
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Ángela María Buitrago-Ruiz
sujetos y del abuso del derecho, surgen de manera inesperada elementos que
nos hacen someter a discusión aspectos fundamentales que se están alejando
cada vez más de nuestra práctica diaria, ante la pretensión de derogar derechos
humanos instituidos en la Convención (CADH, 1969), en el Pacto de dere-
chos Civiles y Políticos (PIDCP, 1966), que se han constituido en un límite
infranqueable, pero que la realidad muestra que en algunas jurisprudencias
y en particular en Colombia, algunos jueces cada día están razonando ju-
dicialmente con un prejuicio o preconcepto sobre el ejercicio de la defensa.
Por esta razón he considerado que este escrito que será destinado al
Congreso de Cúcuta, debe resaltar el tesón de la doctora Débora Guerra
y del doctor Carlos Colmenares, por insistir en un marco del congreso
destinado a los derechos constitucionales, pues se refuerza cada año el
objetivo de recalcar que existen derechos superiores que deben ser el
marco de cualquier interpretación normativa, y sobre todo que deben
ser referentes obligados de cualquier decisión judicial, hacen esta labor
realmente fundamental.
Abordaré a continuación, aspectos que considero necesarios recordar
como parte de un ejercicio académico que debería proponerse permanente-
mente y respetarse dentro del debate procesal penal.
Los derechos humanos del debido proceso legal no pueden derogarse
por la suspicacia de que la defensa lo que busca es “dilatar el proceso”.
La permisión de esta clase de sesgos y el aval por decisiones de la
Suprema Corte de Justicia lleva en muchas ocasiones a la arbitrariedad
judicial de algunos funcionarios que lo único que pretenden solucionar es
el hoy y el ahora, pero cuando se observa con detenimiento lo que están
realizando es abusando de su cargo y generando una práctica judicial muy
peligrosa, en aras de “una celeridad procesal” que puede estar influenciada
incluso por presiones externas, bien prensa u organismos de control, que en
algunas ocasiones genera intromisiones en los procesos penales de manera
indebida y desbordada.
Sentencias como las que se han proferido por la Corte Suprema de Jus-
ticia en el radicado AP5563 (47469) de 2016, siendo ponente el Dr. Gustavo
Enrique Malo Fernández en donde se concluyó que:
158
Las garantías de un debido proceso legal
Y continuó la providencia:
“JUEZ - Deberes: rechazar maniobras dilatorias o manifiestamente incon-
ducentes
“Frente a actuaciones ostensiblemente infundadas e inconducentes como
la realizada por el defensor, los jueces tienen la obligación, no la facultad,
como lo prevé el artículo 139 “Deberes específicos de los jueces”, de recha-
zarlos de plano y esta decisión constituye una orden porque tiende a evitar
el entorpecimiento de la actuación (art. 161-3 C.P.P./2004) que, como tal, no
admite recursos” (Sentencia CAS-SP 48573, 2016).
Por esa razón creo que este tema que he escogido podrá servir para
reflexionar en el marco académico de un derecho respetuoso de las garantías,
de un sistema de justicia adecuado y respetuoso de los derechos humanos.
Esta decisión de la Corte Suprema de Justicia, fue retomada a su vez
por un juez de la República para rechazar in límine1, un recurso de nulidad
interpuesto contra una decisión que pretendía incorporar la ley procesal civil
a la ley procesal penal en aspectos plenamente regulados por esta última
como son los documentos privados en donde se requiere testigo de acredi-
tación y de autenticación, pretendiendo sostener que al aplicar el CGP, estos
documentos no requerían de testigo de autenticación, sino que se presumían
auténticos, y debería haber tachado la defensa de manera previa los mismos,
para poder oponerse a su incorporación.
1
Audiencia Pública del 12 y 13 de febrero de 2020, radicado 11001600002720120032000.
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Las garantías de un debido proceso legal
alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas
o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social…” (CADH, 1969).
Pues no hay duda de que son los jueces los que deben obligatoriamente
velar porque esto suceda, y no ser ellos los que desconozcan estas garantías.
Pero además si las decisiones de los jueces quedan bajo su órbita de
disposición para la concesión de recursos, pues será inane la aspiración de la
corrección de la decisión en garantía del derecho de defensa, y de la justicia.
Las garantías condicionan el ejercicio del ius puniendi y, por lo tanto,
deben ser acatadas, no evitadas ni abiertamente ni de manera simulada. Porque
precisamente lo que se pretende al consagrar todo este plexo de derechos, es
proteger a los individuos a las decisiones arbitrarias o caprichosas.
Lo que se busca con estas garantías es asegurar una justicia material-
mente correcta, y con la posibilidad de discutir ante un superior decisiones
que pueden ser injustas, ilegales o arbitrarias. E incluso cuando se trata de
recursos horizontales que también son posibles, de reconsideraciones cuando
yerros han marcado la decisión, y que confrontados con las disposiciones
pueden llevar incluso al funcionario de primera instancia a reconocer sus
equivocaciones (cuando se trata de jueces justos y éticos).
3. DERECHO A LA IMPUGNACIÓN
165
Ángela María Buitrago-Ruiz
Por esa razón los recursos judiciales son una garantía judicial y no
pueden derogarse ni inadmitirse por la suspicacia de que la “defensa dilata”.
Podrán rechazarse o inadmitirse, cuando son improcedentes, cuando no se
sustentan adecuadamente –e incluso en estos casos debe sopesarse– pero no
cuando se parta de un sesgo o un prejuicio.
Es claro que puede haber abogados que quieran dilatar, pero para
eso están los remedios procesales que también se prevén en el régimen
adjetivo. De igual manera se pueden tomar y acudir a los mecanismos que
efectivamente dispone el código de procedimiento penal para evitar estos
comportamientos, pero no para evitar los controles horizontales o verticales
de decisiones que así lo prevén.
Por lo tanto, el debido proceso judicial es un deber que permite hablar
de una justicia legítima y justa.
La corrección de las decisiones debe garantizarse en actuaciones donde
se ponga en juego la validez y legalidad de la actuación. Si no se materializa
el derecho a recurrir, la verdad es que se está limitando un derecho previsto
a nivel internacional e interno que hace inválido el proceso.
Las disposiciones adjetivas y en particular el artículo 176 de la Ley por
la cual se expide el Código de Procedimiento Penal, contempla que:
“Son recursos ordinarios la reposición y la apelación. Salvo la sentencia
la reposición procede para todas las decisiones y se sustenta y resuelve de
manera oral e inmediata en la respectiva audiencia” (Ley 906, 2004).
166
Las garantías de un debido proceso legal
Pero además cuando se invoca una nulidad (en debida forma) por
ejemplo por cualquiera de las partes, los jueces deben resolver a través de
providencias judiciales como lo dispone el articulo 161 y siguientes (Ley
906 de 2004).
Es decir, el juez por mandato legal y cuando se trata de aspectos
sustanciales debe pronunciarse a través de un auto interlocutorio que implica
igualmente la posibilidad de ser analizado por él mismo o por otro juez
vertical.
La actuación de los jueces sólo puede ser a través de los medios
previstos en la misma ley, puesto que cualquier actuación por fuera de ella,
también será arbitraria, y en perjuicio de los derechos consagrados para las
partes.
Es importante mirar como en el caso Ruano Torres y otros vs el
Salvador el debido proceso está ligado con la noción de justicia.
“151. La Corte ha señalado que el derecho al debido proceso se refiere al
conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales a
efectos de que las personas estén en condiciones de defender adecuadamente
sus derechos ante cualquier acto del Estado, adoptado por cualquier autoridad
pública, sea administrativa, legislativa o judicial, que pueda afectarlos. El
debido proceso se encuentra, a su vez, íntimamente ligado con la noción
de justicia, que se refleja en: i) un acceso a la justicia no sólo formal, sino
que reconozca y resuelva los factores de desigualdad real de los justiciables,
ii) el desarrollo de un juicio justo, y iii) la resolución de las controversias de
forma tal que la decisión adoptada se acerque al mayor nivel de corrección
del derecho, es decir que se asegure, en la mayor medida posible, su solución
justa” (Caso Ruano Torres y Otros vs. El Salvador, 2015).
167
Ángela María Buitrago-Ruiz
lidad sin sentido “cuando se demuestra que los recursos son rechazados sin
llegar al examen de la validez de los mismos, o por razones fútiles […] cuyo
efecto es el de impedir a ciertos demandantes la utilización de los recursos
internos que, normalmente, estarían al alcance de los demás” (Caso Acosta
y Otros vs. Nicaragua, 2017, pág. 41)
Si esto es así, e incluso la misma jurisprudencia internacional ha
negado la posibilidad de rechazar los recursos por meras formalidades, lo
que debemos entender es que cuando además se refieren a prejuicios respecto
de las intervenciones de la defensa, debe ser aún más reprochable, por esa
razón consideramos que con base no sólo en esta sentencia, sino sentencias
como las de casos en 1989 (Caso Godínez Cruz Vs. Honduras, 1989) y 1999
(Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, 1999), que nos permiten afirmar
sin temor a equívocos que el rechazo de un recurso contemplado en la ley de
esa manera debe ser analizado con mucha seriedad, porque se están vulne-
rando múltiples garantías a los sujetos, pero sobre todo se está vulnerando
el debido proceso legal.
El derecho a recurrir se constituye en una “debida garantía” que debe
ser respetada por la jurisdicción, pero que además como no lo recuerda la
jurisprudencia interamericana, es obligatoria para Colombia:
Si bien los Estados pueden y deben establecer presupuestos y criterios de
admisibilidad de los recursos internos, tales presupuestos deben atender a
razones de seguridad jurídica, para la correcta y funcional administración
de justicia y la efectiva protección de los derechos de las personas. Así,
cualquier norma o medida de orden interno que imponga costos o dificulte
de cualquier otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y que
no esté justificada por las razonables necesidades de la propia administración
de justicia, debe entenderse contraria al artículo 8.1 de la Convención Corte
IDH.” (Caso Acosta y Otros vs. Nicaragua, 2017)
168
Las garantías de un debido proceso legal
Este último acápite lleva a poner sobre la mesa algo que en la práctica
judicial sucede desde hace mucho tiempo, y que permite demostrar una
práctica arraigada judicial en determinados eventos que aconsejaría analizar
y estudiar desde otras áreas interdisciplinarias, la forma cómo la judicatura
puede llegar a entronizar criterios que hoy rigen de manera consensuada entre
los jueces, así como utilización de términos, atribuciones y concepciones
que me permite ilustrar lo que se menciona desde la academia (Fernández
León, 2015), que es un elemento común en las decisiones de libertad. Y por
lo interesante del asunto vale la pena citarla textualmente:
Con absoluto desconocimiento de la regla jurídica que imprime a la
responsabilidad carácter “personalísimo”, sin indagar sobre la apodíctica
intención maliciosa y luego de tildar esas equívocas situaciones de maniobras
dilatorias, se bosqueja el pretexto para obstruir la libertad, tanto del preso,
representado por el letrado autor del aparente desliz ético, como de los
restantes coimputados encarcelados.
Las razones para la denegación son, entre otras: que un interno no haya com-
parecido y se frustre una diligencia; que un recluso se enferme y no cumpla
la cita del juzgado; que un defensor haya solicitado aplazamiento de una
audiencia; que un detenido o su abogado hayan impetrado nulidades, inter-
puesto recursos o formulado otras peticiones que no agraden al operador, etc.
Por ende, esto más que ser anecdótico se convierte en una constante
en algunas de las decisiones judiciales que de manera recurrente, vienen ha-
ciendo costumbre afirmaciones de esta naturaleza, y que quizás ante algunos
hechos que pueden ser ciertos, han abierto paso a la mayoría de las actua-
ciones que la defensa debe desarrollar en ejercicio del mandato conferido.
La forma como se trata de impedir en este momento el ejercicio del
sagrado deber de defender a alguien se constituye en anteponer la frase
lapidaria y coercitiva de la acción: “maniobras dilatorias”.
Quizás este no es el espacio para debatir a profundidad el impacto de
estas prácticas arraigadas en la justicia judicial, pero si es necesario por lo
menos aprovecharlo para invitar a esta discusión en búsqueda de convocar a
múltiples personas que quieran realizar una investigación sobre el fenóme-
no, bien como respuesta a hechos que corresponden a una realidad, o bien
como fenómeno de control arbitrario de actividades legítimas en ejercicio
169
Ángela María Buitrago-Ruiz
170
Las garantías de un debido proceso legal
Todo esto para indicar que cuando se legisla en contravía del princi-
pio de buena fe –partiendo del supuesto de mala fe– de las defensas y de
la utilización generalizada de maniobras dilatorias, las normas apuntan a
injusticias materiales como las anteriormente trascritas, vulnerando también
los derechos de las personas que actúan de manera ética, y con fundamento
2
Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Penal (CSJ AHP, 6 ag. 2010, rad. 34727; AHP, 13 feb.
2013, rad. 40660; AHP, 13 nov. 2014, rad. 45002; AHP, 26 oct. 2015, rad. 47004.
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Ángela María Buitrago-Ruiz
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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Las garantías de un debido proceso legal
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Ángela María Buitrago-Ruiz
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Los principios procesales
RESUMEN:
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de inves-
tigación “Constitución y Principios Procesales”, adscrito a los Grupos de Investigación en Derecho
Público -GIDPU- y en Derecho Procesal -GIDPRO- de la Universidad Libre Seccional Cúcuta.
**
Doctor en Derecho Cum Laudem de la Universidad de Salamanca, España. Magister en Derecho
Procesal de la Universidad de Medellín. Abogado egresado de la Universidad Libre Seccional
Cúcuta, Suman Cum Laudem. Profesor investigador en pregrado y posgrado, líder del Grupo de
Investigación de Derecho Procesal -GIDPRO- de la Universidad Libre Seccional Cúcuta.
Correo electrónico: carlosa.colmenaresu@unilibre.edu.co; colmenaco@yahoo.com
CvLAC: http://scienti.colciencias.gov.co:8081/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh= 0001025910
Google Scholar: https://scholar.google.com/citations?user=zsb1XJAAAAAJ&hl=es
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2972-2117
175
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
INTRODUCCIÓN
1
Como se dispone en el artículo 228 de la Constitución Política (Constitución Política, 1991).
2
Artículo 12 (Ley 1564, 2012)
176
Los principios procesales
3
Artículo 42.6 (Ley 1564, 2012)
4
Artículo 11. (Ley 1564, 2012)
5
Artículo 11. (Ley 1564, 2012)
6
En todo caso, de conformidad con el artículo 93 de la Constitución Política, los pactos y convenios
internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia, hacen parte del ordenamiento
177
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
por lo mismo, pueden ser enmarcadas dentro de los aportes de la filosofía del
derecho y del constitucionalismo al Derecho Procesal, con el que se integra
el bloque de constitucionalidad7.
Precisamente en esta dirección el profesor Jorge Rojas, destaca que
Eduardo J. Couture, ya desde mediados del siglo pasado, consciente de los
nuevos lineamientos del derecho, fundados especialmente en los derechos
humanos y conforme a las convenciones internacionales, le otorgaba impor-
tancia de ese nuevo orden mundial en el ámbito del proceso (Rojas, 2017,
págs. 473-474), tan es así que este maestro del Derecho Procesal señalaba
que:
De la Constitución a la ley, no debe mediar sino un proceso de desenvol-
vimiento sistemático. No solo la ley procesal debe ser fiel intérprete de los
principios de la Constitución, sino que su régimen del proceso, y en especial
el de la acción, la defensa y la sentencia, sólo pueden ser instituidos por la
ley (Rojas, 2017, pág. 474).
interno con carácter supralegal y también con finalidades interpretativas. Uno de tales instrumentos
es la Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, ratificado
por Colombia mediante la Ley 74 de 1968 (Ley 74, 1968).
7
El bloque de constitucionalidad en palabras del profesor Rodrigo Uprimny: “… hacen parte del
bloque en sentido estricto (i) el Preámbulo, (ii) el articulado constitucional, (iii) los tratados
de límites ratificados por Colombia, (iv) los tratados de derecho humanitario, (v) los tratados
ratificados por Colombia que reconocen derechos intangibles, (vi) los artículos de los tratados
de derechos humanos ratificados por Colombia, cuando se trate de derechos reconocidos por la
Carta, y (vi) la doctrina elaborada por los tribunales internacionales en relación con esas normas
internacionales. Como es obvio, esta lista genérica incluye específicamente los convenios de
la OIT y la doctrina elaborada por los órganos de control de esa organización internacional. Y
de otro lado, para integrar el bloque en sentido lato, habría que agregar a las anteriores pautas
normativas (i) las leyes estatutarias y (ii) las leyes orgánicas, en lo pertinente”. (Uprimny Yepes,
2017, pág. 34).
178
Los principios procesales
179
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
para pasar a una justicia que pondera los valores según cada caso (Guzmán,
2011, pág. 46)
Ahora, partiendo del anterior marco, es importante precisar sobre la
posición que aquí se asume en relación con los principios procesales, que
como ya se expuso, se reducen al binomio del debido proceso y la tutela
judicial efectiva, que no se trata de desconocer la existencia de instituciones
como el plazo razonable, la imparcialidad, el jue natural, el juez competente
e independiente, el derecho de defensa, la igualdad de las partes, la publici-
dad, la contradicción, la doble instancia, la concentración, la inmediación,
entre otras, sino que, como dice el profesor Nieva Fenoll, es importante
determinar que es esencial y que no lo es (Nieva Fenoll, 2014, pág. 125) y
aunque todos estos sean relevantes, varios de estos reconducen a un con-
cepto o institución procesal más general que los comprende. De allí que, por
ejemplo, en Colombia cuando se ejerce la acción consagrada en el artículo
86 de la Constitución Política con fundamento en la violación de algunas de
las garantías mencionadas como la publicidad, la contradicción, el derecho
a ser oído, la notificación en debida forma o pretermitir la oportunidad para
exponer los alegatos, el derecho constitucional invocado como vulnerado es
el debido proceso.
Así, con apoyo en la jurisprudencia constitucional, puede afirmarse
que muchos de las garantías que suelen denominarse como “principios”,
realmente se encuentran comprendidos dentro del debido proceso, el cual,
de acuerdo con la Corte Constitucional, se define como:
… el conjunto de garantías previstas en el ordenamiento jurídico, a través
de las cuales se busca la protección del individuo incurso en una actuación
judicial o administrativa, para que durante su trámite se respeten sus derechos
y se logre la aplicación correcta de la justicia. Hacen parte de las garantías
del debido proceso:
(i) El derecho a la jurisdicción, que a su vez conlleva los derechos al libre e
igualitario acceso a los jueces y autoridades administrativas, a obtener
decisiones motivadas, a impugnar las decisiones ante autoridades de
jerarquía superior, y al cumplimiento de lo decidido en el fallo;
(ii) el derecho al juez natural, identificado como el funcionario con capaci-
dad o aptitud legal para ejercer jurisdicción en determinado proceso o
180
Los principios procesales
8
Frente al que debe precisarse que, ya desde hace varias décadas de manera paulatina, ha dejado
de hablarse de acción para comenzar a hablarse de acceso a la administración o de acceso a la
justicia, tal como lo pregona el artículo 229 de la Constitución Política Colombiana (Constitución
Política, 1991).
181
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
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Los principios procesales
9
Las cuales como admite el mismo autor, siguiendo a Carrió, pueden superponerse o agruparse entre
ellas en atención a similitudes conceptuales (Oteiza, 2011, pág. 30).
183
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
184
Los principios procesales
10
Desde luego, la concepción de convencionalidad para la época en que Couture desarrolló sus estudios
sobre derecho procesal no se encontraba tan arraigada a la cultura y al ordenamiento jurídico, ya
que, por ejemplo, en Colombia, sólo hasta la Constitución Política de 1991, se empezó a conferir la
trascendencia necesaria a dichos preceptos supranacionales.
185
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
formal del proceso, dicho en otras palabras, la formalidad del proceso está
conformado por los presupuestos procesales, los presupuestos materiales y
la bilateralidad de la audiencia, pero una cosa es adelantar el proceso en la
forma prevista en la ley y otra cosa es que decida de fondo el asunto, pues esta
última es precisamente la tutela efectiva, la cual fue prevista en el artículo 2º
del Código General del Proceso no como un simple enunciado sino que en el
artículo 42 numeral 5 le impone el deber al juez de interpretar la demanda
para asegurar la sentencia de fondo, reiterando en el artículo 372 numeral
8 de la misma norma, que la finalidad del control de legalidad es asegurar
la sentencia de fondo, por ello, desde la presentación de la demanda se le
exige que verifique si tiene jurisdicción, si es competente, si las partes tienen
capacidad para ser parte, si están legitimadas, sin existe una debidamente
acumulación de pretensiones, que no existe pleito pendiente, cosa juzgada
o caducidad.
La Corte Constitucional, señala que la tutela judicial efectiva ha sido
considerada “expresión medular del carácter democrático y participativo
del Estado” y “pilar fundamental de la estructura de nuestro actual Estado
Social de Derecho” (Sentencia C-086, 2016)11. Encuentra sustento no solo en
el texto de la Carta Política sino en los instrumentos que se integran a ella
a través del bloque de constitucionalidad12. Su vínculo con el Preámbulo es
de primer orden al estar “directamente relacionada con la justicia como
valor fundamental de la Constitución” (Sentencia T-339, 2015). Apunta
al cumplimiento de los fines esenciales del Estado (artículos 1 y 2 de la
Constitución Política), entre ellos, garantizar la efectividad de los derechos,
promover la convivencia pacífica, velar por el respeto a la legalidad y a la
dignidad humana y asegurar la protección de los asociados en su vida, honra,
bienes, creencias y demás derechos y libertades públicas (Sentencia C-426,
11
Al respecto también pueden consultarse: (Sentencia C-059, 1993); (Sentencia C-416, 1994);
(Sentencia C-037, 1996); (Sentencia C-1177, 2005); (Sentencia C-454, 2006); (Sentencia C-279,
2013).
12
El fundamento del derecho a la tutela judicial efectiva se encuentra especialmente en los artículos
1, 2, 29 y 229 de la Constitución Política, así como también en los artículos 25 de la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Sobre este punto pueden ser consultadas: (Sentencia C-279, 2013); (Sentencia C-180, 2014); (Sentencia
T-339, 2015).
186
Los principios procesales
187
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
cumpla lo allí ordenado, con lo que entonces, la cosa juzgada también hace
parte de la tutela judicial efectiva.
Por eso, hoy cobra importancia saber que es un deber del juez interpretar
la demanda para asegurar la sentencia de fondo y que en todo el trámite del
proceso debe aplicar el control de legalidad con esa finalidad –asegurar la
sentencia de fondo–, como lo pregona el artículo 372 numeral 8 del Código
General del Proceso.
Se trata pues de un error, incluir el derecho a la tutela judicial efectiva
como parte del debido proceso, sin perjuicio de la estrecha relación que
existe entre estos y la convergencia de estos en el ejercicio jurisdiccional, es
decir, siempre que se hable de jurisdicción y proceso, se tendrá que hablar
necesariamente de debido proceso y tutela judicial efectiva, pero esto no
significa que esta última se subsuma en el primero, pues se trata de dos
objetos distintos que incluso desde el mismo texto del Código General del
Proceso se distinguen.
No sólo fue Colombia el país en el que al reformar su estatuto procesal,
distingue la tutela efectiva del debido proceso, en el año 2013 en Uruguay
con el liderazgo del profesor Santiago Pereira Campos, se reformó el Código
General del Proceso de ese país con lo que se modificó el artículo 11 del
mismo, en el que expresamente se precisa, determina y diferencian estos dos
principios, que vale la pena transcribir por su importancia y que sirve como
soporte para afirmar que no es lo mismo tutela efectiva y debido proceso,
cada uno cumple su propia misión en el sistema jurídico:
Derecho al proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva.
11.1 Cualquier persona tiene derecho a acudir ante los tribunales, a plantear
un problema jurídico concreto u oponerse a la solución reclamada y a ejercer
todos los actos procesales concernientes a la defensa de una u otra posición
procesal y el Tribunal requerido tiene el deber de proveer sobre sus peticiones.
188
Los principios procesales
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Carlos Alberto Colmenares-Uribe
190
Los principios procesales
Según el artículo 4° de la Ley 270 de 1996, modificado por el artículo 1 de la Ley 1285 de 2009:
13
“La administración de justicia debe ser pronta, cumplida y eficaz en la solución de fondo de los
asuntos que se sometan a su conocimiento. Los términos procesales serán perentorios y de estricto
cumplimiento por parte de los funcionarios judiciales. Su violación injustificada constituye causal
de mala conducta, sin perjuicio de las sanciones penales a que haya lugar. Lo mismo se aplicará
respecto de los titulares de la función disciplinaria” (Ley 270, 1996).
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14
Artículo 102 (Ley 1564, 2012).
15
Artículo 95 numeral 4º (Ley 1564, 2012).
196
Los principios procesales
16
Artículo 134 (Ley 1564, 2012).
197
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198
Los principios procesales
tiempo o ver extinguir sus derecho sino para que haya un pronunciamiento
de fondo.
La profesora Rocío Mercedes Araújo Oñate, en su brillante trabajo
intitulado “Acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva. Propuesta para
fortalecer la justicia administrativa. Visión de derecho comparado 2011”.
señala como una de las primeras manifestaciones constitucionales en las que
se prevé el derecho a la tutela judicial efectiva, la Constitución de Italia de
1947, que en su artículo 24 consagra el derecho de toda persona a actuar en
juicio para tutelar sus propios derechos subjetivos e intereses legítimos que
sean susceptibles de ser conocidos por la jurisdicción con independencia
de la clase de proceso de la que se trate, con respeto por el derecho de
defensa, ampliando la esfera de la tutela cautelar y garantizando el derecho
a la igualdad. Esta disposición se amplía con lo previsto en el artículo 113
de la Constitución, en la que la tutela judicial efectiva dirige su protección
a aquellos derechos e intereses legítimos que se hubieren vulnerado por
los actos de la administración pública, con lo que la jurisdicción controla los
actos de la administración pública (Araújo Oñate, 2011, pág. 259).
En ese sentido, el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva
en Italia involucra no sólo el acceso a la jurisdicción y las garantías nece-
sarias para que el mismo sea pleno, sino que comprende también todas las
actuaciones procesales posteriores a la presentación de la demanda (inclu-
idas las medidas cautelares) que resulten útiles para la real y efectiva tutela
jurisdiccional, a lo que se suma la necesidad de que el proceso se tramite en
un plazo razonable, con lo que se plantea que con la duración del proceso
no se puede perjudicar a quien tiene la razón así como la necesidad de una
defensa técnica y del derecho mismo de defensa o no indefensión (Araújo
Oñate, 2011, pág. 259).
La Ley Fundamental de Bonn de 1949 estableció en su artículo 19 el
derecho fundamental individual a la tutela judicial efectiva, cuyo propósito
fue ampliar el conjunto de garantías procesales conformadas por el acceso a
la jurisdicción y el debido proceso para comprender el control judicial efectivo
sobre todo tipo de actuaciones administrativas que vulneraban derechos in-
dividuales, garantizando al ciudadano el control pleno y efectivo sobre todas
las actuaciones administrativas que pueden poner en peligro o causar daño
a los derechos propios y libertades individuales; impone con lo anterior el
199
Carlos Alberto Colmenares-Uribe
“Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio
17
de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión” (Araújo
Oñate, 2011, págs. 259-264).
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CONCLUSIONES
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REFERENCIAS
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Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte del proyecto de
investigación “Observatorio de Comercio Electrónico II fase” financiado por la Vicerrectoría de
Investigaciones e Interacción social - VIIS de la Universidad de Nariño..
**
Abogado de la Universidad de Nariño. Especialista en Derecho Procesal Civil y Magister en Derecho
Comercial de la Universidad Externado de Colombia, cursa estudios de Doctorado en Derecho en
la Universidad Carlos III de Madrid. Miembro del Capítulo Nariño del Instituto Colombiano de
Derecho Procesal. Profesor investigador tiempo completo en pregrado y posgrado de la Universidad
de Nariño, líder de grupo de investigación Centro de Estudios Jurídicos Avanzados - CEJA de la
misma Institución. Profesor de posgrado en la Universidad Libre seccional Cúcuta, conferencista
nacional e internacional en temas de derecho procesal, comercial y nuevas tecnologías.
Correo electrónico: omarcardenas@udenar.edu.co
CvLAC: https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh= 0001371022
Google Schoolar: https://scholar.google.es/citations?user=sdS5-8gAAAAJ&hl=es
ORCiD: https://orcid.org/0000-0002-7987-8785
209
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
RESUMEN:
Los acontecimientos de 2020 han puesto a la orden del día la necesidad de digi-
talizar las expresiones de justicia. El encuentro entre la justicia tradicional y las
TIC, denominado e-justicia, ciberjusticia, justicia digital o justicia electrónica,
impone nuevas formas de abordar el proceso; en este trabajo se explora la nece-
sidad de incorporar el habeas data a los tradicionales principios que integran el
debido proceso, el cual se encuentra en tensión con el principio de libre acceso a
la información. Una justicia digital implica que los diversos actores de la Rama
Judicial deberán recaudar, tratar y almacenar datos de los usuarios, entre los
cuales existen datos sensibles, imponiendo algunas exigencias especiales, desde
el manejo mismo de las redes sociales oficiales hasta elementos más complejos en
el trámite del proceso. Por otro lado, el trabajo analiza idéntica problemática en
los métodos alternativos de solución de conflictos –alternative dispute resolution–
(MASC/ADR) cuando se despliegan por medios virtuales, pasando a denominarse
online disute resolution (ODR), lo que conlleva obligaciones especiales sobre el
tratamiento de datos.
Palabras clave:
e-justicia, ODR, habeas data, redes sociales.
ABSTRACT:
The events of 2020 have placed on the agenda the need to digitize expressions of
justice. The meeting between traditional justice and ICT, called e-justice, cyber
justice, digital justice or electronic justice, imposes new ways of approaching the
process; This work explores the need to incorporate habeas data into the traditio-
nal principles that make up due process, which is in tension with the principle of
free access to information. A digital justice implies that the various actors of the
Judicial Branch must collect, process and store user data, among which there are
sensitive data, imposing some special requirements, from the very management of
official social networks to more complex elements in the process process. On the
other hand, the work analyzes identical problems in alternative conflict resolution
methods –alternative dispute resolution– (MASC / ADR) when they are deployed
by virtual means, becoming online dispute resolution (ODR), which entails special
obligations regarding data processing.
Key words:
e-justice, ODR, habeas data, social networks.
210
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
INTRODUCCIÓN
1
Sobre este punto consultar: (Peña Valenzuela, El contrato por medios electrónicos, 2003); (Rincón
Cárdenas, 2015); (Tur Faúndez, 2018); (Gómez Gómez, 2017).
2
Ver: (Pérez Bessio, 2015); (Nisimblat Murillo, 2018); (Martínez Tovar, Ortiz Montoya, & Torres,
2015); (Aldama Saínz, 2015); (Bujosa Vadell, La valoración de la prueba electrónica, 2015); (Bujosa
Vadell, 2019); (Ramírez Jiménez, 2019); (Cárdenas Caycedo, 2019); (Díaz Limón, 2018).
3
Un reciente fallo de la Corte Constitucional colombiana generó polémica por cuanto expresó que
tendrá la categoría de indicio los denominados “screenshots” o capturas de pantalla de conversacio-
nes realizadas a través de la aplicación de mensajería instantánea “WhatsApp” e impresas en físico.
La sentencia ha sido objeto de críticas que se comparten plenamente, puesto que la estructura de
Código General del Proceso permite concluir que dichos medios de prueba, en cuanto no han sido
objeto de tacha o desconocimiento por la parte contra la cual se aducen, deben tener pleno valor
probatorio como documentos y no como indicios (Sentencia T-043, 2020). Una de las posiciones
críticas frente al pronunciamiento puede verse en: (Canosa Suárez, 2020).
211
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
4
En el caso colombiano el Consejo Superior de la Judicatura emitió varios acuerdos suspendiendo
los términos procesales, durante el aislamiento, se redujo ostensiblemente la atención en las sedes
judiciales permitiendo solo determinados procesos puntualmente establecidos. Ver: (Acuerdo
PCSJA20-11546, 2020); (Acuerdo PCSJA20-11528, 2020); (Acuerdo PCSJA20-11527, 2020);
(Acuerdo PCSJA20-11526, 2020); (Acuerdo PCSJA20-11517, 2020); (Acuerdo PCSJA20-11549,
2020).
5
“Artículo 11. De las firmas de los actos, providencias y decisiones. Durante el período de aislamiento
preventivo obligatorio las autoridades a que se refiere el artículo 1 del presente Decreto, cuando no
cuenten con firma digital, podrán válidamente suscribir los actos, providencias y decisiones que
adopten mediante firma autógrafa mecánica, digitalizadas o escaneadas, según la disponibilidad
de dichos medios. Cada autoridad será responsable de adoptar las medidas internas necesarias
para garantizar la seguridad de los documentos que se firmen por este medio” (Decreto 491, 2020).
212
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
213
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
214
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
tenga entre sus contactos a partes del litigio puede generar dudas sobre la
imparcialidad, concluyendo que efectivamente puede ser un elemento que
provoca dudas (Ordoñez Solís, 2016). En Reino Unido, se avanzó un poco
más construyendo la “Guía sobre el uso de blogs por los jueces” (Ordoñez
Solís, 2016) que cobija a las redes sociales.
En el ámbito colombiano, frente al tema de uso de redes sociales por
parte de juzgados, tribunales y cortes resulta fundamental la aplicación del
principio de equivalencia funcional (Torres Torres, 2010) contenido en la Ley
527 de 1999 y reconocido jurisprudencialmente en varias sentencias6, así
como en la Ley Modelo de la CNUDMI (Ley Modelo de la CNUDMI sobre
comercio electrónico, 1999), permite concluir que aquello que es público en
el mundo offline lo será en el mundo online; mientras que aquello que está
sometido a reserva lo es en ambas esferas. Lo contrario implicaría, nada
menos, que vulnerar el derecho de las partes a la guarda de su intimidad
(Constitución Política de Colombia, 1991, artículo 15) y dependiendo de la
información revelada indebidamente, puede conllevar incluso una vulnera-
ción del debido proceso (artículo 29).
Una práctica en algunos perfiles de juzgados revisados es difundir
por redes sociales los estados. El artículo 295 del CGP reguló la notificación
por estados para autos y sentencias que no deban notificarse bajo otras de
las modalidades previstas en la misma codificación. La norma en comento
contempla que “el estado se fijará en un lugar visible de la Secretaría, al
comenzar la primera hora hábil del respectivo día, y se desfijará al finalizar
la última hora hábil del mismo” (Ley 1564, 2012), prescripción que permite
concluir que los estados están a la vista del público y no son objeto de reserva;
por lo tanto, resulta válido concluir aplicando el principio de equivalente
funcional, que su publicación por medios como redes sociales oficiales del
despacho no está prohibida.
No obstante, surge la duda derivada del parágrafo del mismo artículo
295 CGP que contempla:
6
Ver en este punto: (Sentencia C-662, 2000); (Sentencia C-831, 2001); (Sentencia C-356, 2003);
(Sentencia T-687, 2007); (Sentencia C-012, 2013).
215
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
Cuando se cuente con los recursos técnicos los estados se publicarán por
mensaje de datos, caso en el cual no deberán imprimirse ni firmarse por el
secretario (…) Cuando se habiliten sistemas de información de la gestión
judicial, la notificación por estado solo podrá hacerse con posterioridad a la
incorporación de la información en dicho sistema (Ley 1564, 2012).
Naturalmente, la norma hace referencia a un recurso técnico debidamen-
te habilitado y autorizado por el Consejo Superior de la Judicatura, es decir
oficial, y las redes sociales están lejos de ser el recurso al que hace referencia
el aparte transcrito. En consecuencia, la publicación de los estados por redes
sociales de manejo del juzgado no implica que el secretario desatienda la
fijación en físico en un lugar visible del despacho para consulta del público;
dicho en otras palabras, el uso de las redes sociales no es más que adicional o
complementario, pero que para nada sustituya la exigencia legal mentada. En
este punto, el Decreto 806 de 2020 ratificó la posibilidad del estado electrónico
y su validez, sin necesidad de imprimirlos ni fijarlos por el secretario, para lo
cual se ha dispuesto el portal www.ramajudicial.gov.co. (Decreto 806, 2020)
Tampoco es viable plantear que el uso o publicación de estados a través
de una red social reviste a la publicación de una entidad o valía jurídica su-
perior. En tal sentido, si existe una falta de publicidad en el proceso, esta no
puede ser subsanada invocando que los estados se ventilaron digitalmente
en tal o cual red social, puesto que, se itera, tal publicación, no es más que
accesoria, adicional, o si se quiere, no es más que un mecanismo de facilita-
ción a la parte que para nada conlleva –por sí sola– de nuevas o adicionales
consecuencias jurídicas.
Una postura cercana a este planteamiento fue esbozada por la Corte
Suprema de Justicia en sede de tutela en la sentencia STC 16384-2019 (Sen-
tencia STC 16384-2019, 2019), en la cual se analizó la actuación de varios
juzgados frente al hecho de que en audiencia inicial se fijó día y hora para
la siguiente audiencia de instrucción de juzgamiento quedando las partes
notificadas por estrados; posteriormente, mediante auto se modificó tal
proveído para hacerla antes de la fecha fijada, el cual se notificó por estados
y se publicó a través de la red social Facebook, y además existió un cambió
de juzgado en razón de las medidas de descongestión, lo que condujo a una
mayor confusión en la actuación. La parte demandante no acudió el día
y hora fijados en la nueva providencia, causando una decisión adversa y
216
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
7
Sobre las notificaciones electrónicas ver: (Murillo Paños, 2015).
8
Los magistrados Luis Alonso Rico Puerta y Ariel Salazar Ramírez presentaron aclaración de voto
al considerar que el control de convencionalidad no debe ser utilizado en todos los eventos en que
exista una vulneración de derechos, sino que está “restringida a los eventos de ausencia de regula-
ción, déficit de protección a nivel de las normas nacionales, o una manifiesta disonancia entre estas
y los tratados internacionales que ameriten la incorporación de los últimos” y por no verse afectado
el efecto útil de la Convención por aplicación de leyes contrarias al instrumento (Sentencia STC
16384-2019, 2019).
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Ilustración 1. Perfil de Facebook del Juzgado Quinto Civil Municipal de Santa Marta y Perfil de
Twitter del Juzgado Tercero Civil del Circuito de Montería.
Tomado de: Perfil de Facebook del Juzgado Quinto Civil Municipal de Santa Marta (@J05CMSM)
y Perfil de Twitter del Juzgado Tercero Civil del Circuito de Montería (@J3CCmonteria).
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Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
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Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
Para efectos de este trabajo y con una orientación ilustrativa del fenó-
meno, se escogió el perfil de la red social Facebook de la Corte Suprema de
Justicia (Perfil oficial de la Corte Suprema de Justicia, 2020), procediendo
a fijar un periodo comprendido entre el 03 de mayo de 2019 al 04 de mayo
de 2020, realizando una categorización de las publicaciones y agrupándolas,
encontrando los siguientes resultados9:
• Número total de publicaciones encontradas: 409
• Información Administrativa: 53 publicaciones, equivalente al
12,95%. Publicaciones sobre el funcionamiento de la misma Corte,
prestación del servicio, medidas administrativas o afines.
• Manifestaciones sociales: 15 publicaciones, equivalente al 3,66%.
Publicaciones sobre condolencias, evocación de personas, fechas
importantes, mensajes sociales.
• Información pedagógica: 83 publicaciones, equivalentes al 20%.
Referida a información de interés general que pretende difundir
un tema concreto entre la ciudadanía.
• Sentencias o compendios de sentencias: 218 publicaciones, equi-
valentes al 53,30%.
• Otros: 40 publicaciones, para un 9,77%.
9
El trabajo de campo fue realizado con el apoyo de Jesús David Garcés Rojas, estudiante de tercer
año de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nariño e integrante del semillero de derecho
procesal.
220
Principios constitucionales en la era digital:
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Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
222
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
10
La Corte Constitucional ha reconocido directamente esta nueva realidad: “La publicidad de las
sentencias cumple importantes fines constitucionales relacionados con propósitos de pedagogía,
información y control social, a través de los cuales se permite el estudio de la manera como los jueces
deciden sus causas o han decidido causas pretéritas. Por lo demás, como se señaló con anterioridad,
el uso de las actuales tecnologías para llevar a cabo dicha publicidad conduce a una democratización
de la información, ya que permite –sin ningún tipo de barrera– el acceso de toda persona a consultar
las bases de datos que las contienen. Este actual sistema de consulta se contrasta frente al acceso
restringido que existía con anterioridad, básicamente en las sedes de los despachos judiciales o en
ediciones impresas que se encontraban en relatorías o bibliotecas públicas, lo que ha conducido a la
transformación de un estado de divulgación limitada (incluso sin que estuviese asociada al nombre)
a un fenómeno de amplia o múltiple exposición de la persona y a que la distinta información personal
que sobre ella consta en las sentencias se vuelva prácticamente pública. En efecto, hoy en día, con
la existencia de motores de búsqueda prácticamente se puede conocer el estatus judicial de otro”
(Sentencia T-020, 2014).
223
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
Hay puntos en esta cuestión que deben ser objeto de reflexión. Permitir
el libre acceso a una providencia donde se ventila, por ejemplo, la información
médica de una persona, sus disputas contractuales, familiares, la liquidación
de su pensión, las secuelas de un accidente, entre otros aspectos de la vida:
¿debe permitirse sin restricciones?
11
Un caso similar al planteado, en el que una mujer vio afectadas sus posibilidades de trabajo en
Colombia e incluso en España, por cuanto al digitar su nombre en el buscador de google arrojaba
como resultado la sentencia de una contienda laboral en la que actuó como demandante contra un
empleador anterior, fue objeto de análisis en Colombia (Guzmán Caballero, 2018).
12
Jordi Nieva Fenoll (2018) ha plasmado una obra de obligada referencia en el tema de inteligencia
artificia (AI por sus siglas en inglés) y el proceso judicial. En este punto, y en lo que atañe al uso
de la AI en materia de procedimiento, Jordi Nieva revela diferentes usos entre los que se incluye la
proyección de providencias judiciales para casos previsibles: “Para conseguir ese ahorro de tiempo
y recursos, bastaría con que las partes plantearan sus demandas y defensas a través de una aplica-
ción, es decir, lejos del estilo literario que hoy se emplea todavía para solicitudes tan simples como
la reclamación de una cantidad de dinero no discutida o un desahucio por falta de pago. Habría
que seleccionar los procedimientos que algo así podría ser posible –la enorme mayoría de los que
se sustancian sin oposición–, haciendo que las reclamaciones puedan estar resueltas en un plazo
brevísimo, es decir, el que sea razonable para que el demandado, si le interesa, pueda preparar su
defensa. Si la prueba, además, es simplemente documental y los documentos son previsibles, la
aplicación puede ser diseñada para analizarlos con resultados verdaderamente espectaculares, que
ya se está demostrando que superan las posibilidades de revisión humanas en un 10 por 100 de
224
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
efectividad al menos. (…) Todo ello debiera hacer que en el futuro los procedimientos se sustancien
más rápidamente y sobre todo que sean previsibles en cuanto a su desarrollo, tiempo de espera y
resultados, lo que permite una eficiencia que es realmente necesaria en el tráfico comercial, y que
sobre todo descargaría relevantemente a los juzgados. Este es, sin duda, el campo más sencillo por
el que la inteligencia artificial debería seguir entrando en el sistema de justicia” (Nieva Fenoll, 2018).
13
El artículo 2 de la Ley 1581 de 2012, contempla las bases de datos expresamente exceptuadas de la
aplicación de la ley así: “El régimen de protección de datos personales que se establece en la presente
ley no será de aplicación: a) A las bases de datos o archivos mantenidos en un ámbito exclusivamente
personal o doméstico.
Cuando estas bases de datos o archivos vayan a ser suministrados a terceros se deberá, de manera
previa, informar al Titular y solicitar su autorización. En este caso los Responsables y Encargados
de las bases de datos y archivos quedarán sujetos a las disposiciones contenidas en la presente ley;
b) A las bases de datos y archivos que tengan por finalidad la seguridad y defensa nacional, así
como la prevención, detección, monitoreo y control del lavado de activos y el financiamiento del
terrorismo; c) A las Bases de datos que tengan como fin y contengan información de inteligencia y
contrainteligencia; d) A las bases de datos y archivos de información periodística y otros contenidos
editoriales; e) A las bases de datos y archivos regulados por la Ley 1266 de 2008; f) A las bases de
datos y archivos regulados por la Ley 79 de 1993” (Ley 1581, 2012).
225
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
14
Esta postura encuentra respaldo en las decisiones de la Corte Constitucional: “Aun cuando se entiende
que las sentencias son públicas, y así deben seguir siéndolo, la información personal contenida en
ellas está sometida a los principios de la administración de datos, por lo que eventualmente pueden
incluir datos sensibles o semiprivados, en cuya circulación y acceso deben cumplirse los principios
de finalidad, necesidad y circulación restringida que rigen el derecho al habeas data. Esta última
circunstancia habilita la supresión relativa de información, con miras a proteger la intimidad, el
derecho al trabajo o la reinserción de las personas en la sociedad, a través de medidas que garanticen
la imposibilidad de proceder a su identificación, en concreto en las versiones que se publiquen en
la Web de una providencia” (Sentencia T-020, 2014).
226
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
Los datos sensibles, por lo tanto, solo pueden tratarse en los estrictos
linderos de la norma mentada, y su uso judicial es permitido, naturalmente,
al interior del proceso y no para su divulgación por medio de internet.
Anotaciones que se hacen toda vez que un proceso judicial puede im-
plicar el tratamiento de datos sensibles de manera relativamente fácil. Varios
ejemplos se pueden plantear: (i) en la diligencia de práctica de testimonios el
testigo es indagado por datos personales al inicio de la diligencia; (ii) en los
procesos relativos al derecho laboral colectivo es posible revelar la pertenen-
cia a sindicatos; (iii) un proceso de responsabilidad médica trata, como su
nombre lo indica, datos relativos a la salud del demandante; (iv) un proceso
de divorcio puede ventilar temas sobre la intimidad y la vida sexual de las
partes; (v) un sinnúmero de procesos pueden contar con información de
menores (filiación, alimentos, sucesiones, entre otros); (vi) los procesos
ejecutivos puede permitir el acceso a parte de la información financiera
del ejecutado (Ley 1266, 2008).
Por su parte, la Ley 1712 de 2014 denominada “Ley de transparencia
y del derecho al acceso a la información pública nacional”, en su artículo
segundo contempla el principio de máxima publicidad para titular universal,
según el cual la información pública no puede ser reservada ni limitada,
salvo que exista una disposición constitucional o legal que así lo haga (Ley
1712, 2014). El artículo 5 de la misma regulación prevé que es aplicable a
toda entidad pública e incluye –para no generar dudas– a todas las ramas del
poder público, en absolutamente todos los órdenes y niveles. Ello permite
concluir que la Rama Judicial se encuentra cubierta por estas disposiciones
(Ley 1712, 2014).
La Ley 1712 de 2014 incorporó los conceptos de información pública
clasificada e información pública reservada. El primero hace referencia a la
información que, estando en poder de una entidad pública o sujeto obliga-
do, pertenece al ámbito propio, particular y privado o semiprivado de una
persona natural o jurídica, y su acceso puede ser negado; la segunda, por
su parte, es aquella que no se permite divulgar a particulares por implicar
daño a intereses públicos. En el mismo sentido, el artículo 18 de la Ley 1712
de 2014 contempló la información pública clasificada, respecto de la cual su
acceso puede ser rechazado o denegado, por causarse daño a tres grupos de
derechos: (i) intimidad de las personas; (ii) vida, salud o seguridad; y (iii)
227
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
15
La Corte Constitucional trató el tema en la sentencia C-274-13, oportunidad en la cual se dejó claro
que las limitaciones a la salud o la vida efectivamente son ilimitadas temporalmente en la medida
que dure la afectación y ello es imposible conocerlo de antemano; en cambio, para la tercera opción,
esto es, secreto profesional, empresarial e industrial, la reserva se mantienen durante la vigencia del
mismo regulada en las leyes especiales (Sentencia C-274, 2013).
16
“Finalmente, en relación con el parágrafo del artículo 18, se establece que ninguna de las reser-
vas tendrá aplicación cuando la persona natural o jurídica haya consentido en su revelación. Ello
resulta conforme a los parámetros constitucionales que garantizan tanto el derecho de acceso a la
información, como los derechos a la intimidad, el secreto profesional, y las libertades económicas.
Señala también el parágrafo, en relación con todas las excepciones consagradas en el artículo, que
su duración es ilimitada” (Sentencia C-274, 2013).
17
Código General del Proceso: “ARTÍCULO 123. EXAMEN DE LOS EXPEDIENTES. Los expe-
dientes solo podrán ser examinados: 1. Por las partes, sus apoderados y los dependientes autorizados
por estos de manera general y por escrito, sin que sea necesario auto que los reconozca, pero solo en
relación con los asuntos en que aquellos intervengan. 2. Por los abogados inscritos que no tengan la
calidad de apoderados de las partes. Estos podrán examinar el expediente una vez se haya notificado
a la parte demandada. 3. Por los auxiliares de la justicia en los casos donde estén actuando, para lo
de su cargo. 4. Por los funcionarios públicos en razón de su cargo. 5. Por las personas autorizadas
por el juez con fines de docencia o de investigación científica. 6. Por los directores y miembros de
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Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
consultorio jurídico debidamente acreditados, en los casos donde actúen. (…) Hallándose pendiente
alguna notificación que deba hacerse personalmente a una parte o a su apoderado, estos solo podrán
examinar el expediente después de surtida la notificación” (Ley 1564, 2012).
229
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
18
La Corte Constitucional también se ha enfrentado a peticiones para reservar el nombre de las partes
en algunas de sus sentencias. Ver: (Auto 094, 2017); (Auto 522, 2015).
19
“Las decisiones en firme podrán ser consultadas en las oficinas abiertas al público que existan
en cada corporación para tal efecto o en las secretarías de los demás despachos judiciales, salvo
que exista reserva legal sobre ellas. Toda persona tiene derecho a acceder a los archivos que
contengan las providencias judiciales y a obtener copia, fotocopia o reproducción exacta por
cualquier medio técnico adecuado, las cuales deberán expedirse, a costa del interesado” (art.
64) (Ley 270, 1996).
230
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
231
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
20
El concepto de “excluido digital” no es nuevo en el derecho de las TIC ni tampoco, como se pensaría,
exclusivo de países en desarrollo o con altos índices de pobreza o desigualdad, por el contrario,
excluidos digitales existen en países altamente desarrollados. Para citar un ejemplo, de un país
altamente industrializado: “De las personas en el Reino Unido que utilizan los servicios digitales
de gobierno, se estima que el 30% puede hacerlo sin ayuda y otro 52% puede llegar a hacerlo con
un poco de ayuda. El 18% restante son “excluidos digitales” (Thomas & Tomlinson, 2018).
232
Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
digitalizar una de sus manifestaciones –en este caso la judicial– debe proteger
esa información ciudadana para evitar su uso indebido y con ello la violación
de otros derechos.
La formulación tradicional del principio o derecho al debido proceso,
según la postura que ha hecho carrera en Colombia21, es que al interior de
éste se aglutinan varios principios o derechos que son sus manifestaciones,
tales como: derecho a la prueba22, licitud de esta23, doble instancia, derecho
de defensa, juez natural, preexistencia de las formas procesales, tutela judi-
cial efectiva, entre otros. Se propone que en un sistema que pretende unir la
justicia y las TIC, otro derecho debe considerarse como integrante del debido
proceso y en general del derecho procesal: el que la administración judicial
no vulnere el habeas data de los usuarios.
Un proceso civil totalmente digitalizado, incorporado plenamente en el
fenómeno de la e-justicia, propone interesantes retos a la administración de
justicia, en primer lugar, el tratamiento de datos y específicamente estudiar
su núcleo esencial otros derechos que, a su vez, lo integran. Dicho de otro modo, el debido proceso
no es un principio excluyente sino aglutinante, bajo su cobertura yacen otros derechos igualmente
fundamentales. La Corte lo expresa así: “De acuerdo con la jurisprudencia de la Corte, el debido
proceso comporta al menos los derechos (i) a la jurisdicción, que a su vez conlleva las garantías a
un acceso igualitario de los jueces, a obtener decisiones motivadas, a impugnar las decisiones ante
autoridades de jerarquía superior y al cumplimiento de lo decidido en el fallo; (ii) al juez natural,
identificado como el funcionario con capacidad legal para ejercer jurisdicción en determinado
proceso o actuación, de acuerdo con la naturaleza de los hechos, la calidad de las personas y la
división del trabajo establecida por la Constitución y la Ley; y (iii) el derecho a la defensa” (Sen-
tencia C-162, 2019).
22
“Sala Plena ha indicado que el debido proceso probatorio supone un conjunto de garantías en cabeza
de las partes en el marco de toda actuación judicial o administrativa. De este modo, ha afirmado que
estas tienen derecho (i) a presentar y solicitar pruebas; (ii) a controvertir las que se presenten en
su contra; (iii) a la publicidad de las evidencias, en la medida en que de esta forma se asegura la
posibilidad de contradecirlas, bien sea mediante la crítica directa a su capacidad demostrativa o
con apoyo en otros elementos; (iv)a que las pruebas sean decretadas, recolectadas y practicadas
con base en los estándares legales y constitucionales dispuestos para el efecto, so pena su nuli-
dad; (v) a que el funcionario que conduce la actuación decrete y practique de oficio los elementos
probatorios necesarios para asegurar el principio de realización y efectividad de los derechos
(Arts. 2 y 228 C.P.); y (vi) a que se evalúen por el juzgador las pruebas incorporadas al proceso”
(Sentencia C-162, 2019).
23
Sobre el tema de prueba ilícita ver: (Sanabria Villamizar, 2019).
233
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
en qué casos se requiere la autorización del titular para hacer uso de su in-
formación en los sistemas y bases de datos judiciales, más aún si se pretende
publicar los datos sensibles en Internet.
En segundo lugar, las normas procesales deben ajustarse. Resulta
fundamental contemplar de manera más concreta, los eventos en los cuales
debe procederse a anonimizar las sentencias o autos que se hacen públicos en
la web, al menos un catálogo base y una regla general servirían mucho para
orientar la actividad a nivel nacional, comprendiendo que una sentencia puede
revelar, innecesariamente, muchos datos personales, íntimos o sensibles de las
personas involucradas (ej. casos de responsabilidad médica, laborales, procesos
de familia, etc.). El avance dado por el Decreto 806 de 2020 en materia de
estados electrónicos resulta un hito fundamental (Decreto 806, 2020).
En tercer lugar, debe reinterpretarse la regla del artículo 285 CGP que
contempla que la sentencia no es reformable, y que permite solo su aclara-
ción por duda o por corrección por errores puramente aritméticos tal como
se desprende del artículo citado y del artículo 286 CGP. En tal sentido, debe
considerarse la posibilidad de anonimizar la providencia cuando existan datos
sensibles como una opción cuando el documento se pretende hacer público,
además debe diseñarse un trámite al interior del proceso para advertir al juez
de tal situación y que éste de entrada, ordene lo pertinente24.
En cuarto término, un proceso totalmente digitalizado pone de presente
un problema de grueso calado: la ciberseguridad o seguridad digital. El acceso
de terceros no autorizados a los sistemas es un riesgo latente en toda opera-
ción digital, riesgo que requiere ser mitigado en la mayor medida posible. La
Rama Judicial debe contemplar mecanismos de protección de sus bases de
datos, pues contienen información delicada y sensible en todos los ámbitos,
24
La Corte Constitucional ha advertido: “La posibilidad de modificar el texto de una providencia de la
Corte Constitucional que se encuentra en firme, solo procede cuando en la trascripción de la misma
se producen yerros o inconsistencias que puedan inducir a error, situación en la cual es aplicable
el Artículo 286 del Código General del Proceso, con el único fin de efectuar su corrección. Sin
embargo, esta Corporación ha considerado necesario, en algunos casos, después de la publicación
de la providencia respectiva, sustituir los nombres de los sujetos implicados en trámites de tute-
la para proteger el derecho a la intimidad, dado que con la reserva del nombre no se altera el fondo
de la decisión” (Sentencia T-252, 2016).
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Principios constitucionales en la era digital:
aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
“Conforme a lo anteriormente planteado, podemos definir que el derecho al olvido es una facultad
25
que se encuentra estrechamente relacionada con la protección de datos personales, en otras palabras,
235
Omar Alfonso Cárdenas-Caycedo
en la tutela de los derechos a la intimidad, privacidad entre otros derechos inherentes al ser humano.
La facultad de olvidar es importante para construir ciudadanía y garantizar una nación en paz. El
olvido como derecho, debe entenderse en el marco del ejercicio y de la tutela de intereses que tienen
el carácter de privado, en el ámbito de la redefinición de su propia identidad digital. El derecho
al olvido se puede concebir como una barrera fundamental entre la inmanencia del denominado
proceso de datización, realizado en el contexto tecnológico actual y el libre desarrollo de su propia
identidad personal en internet” (Galvis Cano & Salazar Bautista, 2019).
Ver: (Sentencia T-414, 1992); (Sentencia T-098, 2017); (Sentencia T-699. Sala Séptima de Revisión,
26
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27
Sobre este punto: (Ortega Hernández, 2015); (Alonso Salgado, 2015).
28
Decreto 1069 de 2015: “Artículo 2.2.4.2.7.1. Actas y constancias. Sin perjuicio de lo establecido
en el artículo 2.2.4.2.7.7., del presente capítulo, los conciliadores, notarios y servidores públicos
habilitados por ley para conciliar, deberán registrar en el SICAAC, las actas y constancias derivadas
de los trámites conciliatorios desarrollados ante ellos. (…) En las actas y constancias se incluirá la
información relativa a la dirección física y electrónica de quienes asistieron a la audiencia. (…) Las
actas y constancias de las que tratan los artículos 1° y 2° de la Ley 640 de 2001 son documentos
públicos y por tanto hacen fe de su otorgamiento, de su fecha y de las declaraciones que en ellos
haga el conciliador que las firma” (Decreto 1069, 2015).
29
Disponible en línea en el siguiente enlace: https://www.sicaac.gov.co/
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CONCLUSIONES
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REFERENCIAS
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aproximación al tratamiento de datos en la e-justicia y losODR (online dispute resolution)
com/noticias/tecnologia/tic/publicacion-de-sentencias-en-internet-
una-condena-perpetua-en-google
Ibáñez Jiménez, J. W. (2018). Derecho del Blockchain y de la tecnología
de registros distribuidos. Pamplona: Thomson Reuters Arazandi y
Universidad Pontificia ICAI ICADE.
Ley 1266. (31 de diciembre de 2008). Congreso de la República. Por la cual
se dictan las disposiciones generales del hábeas data y se regula el
manejo de la información contenida en bases de datos personales,
en especial la financiera, crediticia, comercial, de servicios y la
proveniente de terceros países... Bogotá D.C., Colombia: Diario
Oficial No. 47.219 de 31 de diciembre de 2008. Obtenido de http://
www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1266_2008.html
Ley 1564. (12 de julio de 2012). Congreso de la República. Por medio de
la cual se expide el Código General del Proceso y se dictan otras
disposiciones. Bogotá D.C., Colombia: Diario Oficial No. 48.489 de
12 de julio de 2012. Obtenido de http://www.secretariasenado.gov.
co/senado/basedoc/ley_1564_2012.html
Ley 1581. (17 de octubre de 2012). Congreso de la República. Por la
cual se dictan disposiciones generales para la protección de datos
personales. Bogotá D.C., Colombia: Diario Oficial No. 48.587 de 18
de octubre de 2012. Obtenido de http://www.secretariasenado.gov.
co/senado/basedoc/ley_1581_2012.html
Ley 1712. (6 de marzo de 2014). Congreso de la República. Por medio de
la cual se crea la Ley de Transparencia y del Derecho de Acceso
a la Información Pública Nacional y se dictan otras disposiciones.
Bogotá D.C., Colombia: Diario Oficial No. 49.084 de 6 de marzo
de 2014. Obtenido de http://www.secretariasenado.gov.co/senado/
basedoc/ley_1712_2014.html
Ley 270. (7 de marzo de 1996). Congreso de la República. Ley Estatutaria
de la Administración de Justicia. Bogotá D.C., Colombia: Diario
Oficial No. 42.745, de 15 de marzo de 1996. Obtenido de http://www.
secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0270_1996.html
Ley Modelo de la CNUDMI sobre comercio electrónico. (1999). Comisión
de las Naciones Unidad para el Derecho Mercantil Internacional.
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La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
RESUMEN:
La presente ponencia tiene por finalidad resaltar la importancia de la efectividad
normativa de los principios jurídicos a partir de la teoría jurídica contemporánea
y su impacto en el proceso judicial colombiano. Para lo cual, se hará un recuento
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte del proyecto de inves-
tigación “La noción de verdad y proceso judicial en facticidad y validez: Un ensayo sobre la noción
de verdad en el proceso judicial”, adscrito al Grupo de Investigación en Prospectiva y Desarrollo
Humano de la Universidad Libre -Seccional Cúcuta-.
Abogado, Universidad Libre de Colombia -Seccional Cúcuta-. Especialista en Derecho Penal y
**
Criminología, Universidad Libre de Colombia -Seccional Cúcuta-. Magister (C) en Filosofía del
Derecho y Teoría Jurídica de la Universidad Libre Sede Bogotá. Docente de la Universidad Libre
Seccional Cúcuta.
Correo electrónico: yefri.torrado@unilibre.edu.co
CvLAC: http://scienti.colciencias.gov.co:8081/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh= 0001446014
Google Schoolar: https://scholar.google.es/citations?user=LqN7vmcAAAAJ&hl=en
ORCiD: https://orcid.org/0000-0002-1685-5295
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INTRODUCCIÓN
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La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
Ya que, ante la insuficiencia del derecho de abarcar todos los posibles estados
de cosas que pueden suceder en el mundo y la dicotomía entre derecho justo
e injusto, se ha recurrido a los principios, específicamente a los principios
generales del derecho que tienen su cuna en el derecho romano.
En el siglo XIX, la jurisprudencia de conceptos entendió que las institu-
ciones o conceptos del derecho romano que debían ser sistematizadas en fin de
la función creadora del legislador y de la interpretación por parte del juez en
los casos dudosos. De manera similar, la Escuela Histórica afirmando, que si
bien, el derecho romano es el punto de partida, el derecho va modificándose de
acuerdo con el espíritu del pueblo o la conciencia común (Von Savigny, 1878,
pág. 29). De ahí que los muchos de los principios generales del derecho vengan
expresados en su lengua nativa, el latín, éstos pueden que estén recogidos o
no por el legislador de manera expresa en la ley. Ihering va más allá, critica
el deductivismo y génesis del derecho basado en abstracciones lógicas que
sistematizan el ordenamiento jurídico -tesis principales de la jurisprudencia
de conceptos y la escuela histórica-; por el contrario, trata a los principios
generales, las instituciones y conceptos jurídicos del derecho romano como
razonamientos utilizados para la resolución de situaciones reales, es decir,
medios para cumplir con un fin de la resolución de conflictos causados por
intereses encontrados (Recaséns Siches, 1980, págs. 40-41).
Posteriormente, con el iuspositivismo kelseniano, los principios van a
ser considerados como elementos jurídicamente indiferentes contenidos en
normas jurídicas, según esta perspectiva el “que una constitución declare que
los hombre nacen libre e iguales entre ellos, o que el fin del Estado es el de
asegurar la felicidad de los ciudadanos” (Kelsen, 2010, pág. 64), son “afirma-
ciones que no tienen ninguna relación con la norma fundamental del orden
jurídico y la ciencia del derecho no está en condiciones de reconocerles un
significado objetivo” (Kelsen, 2010, pág. 65) lo que será sustentado por aquella
vieja dicotomía en cuanto al valor de las fuentes del derecho que disputaban
los romanos entre el derecho en jus scriptum y non scriptum (Von Savigny,
1878, pág. 83) ya que para Kelsen dichos principios son indiferentes para la
decisión judicial por no haber sido escritos y por no tener una estructura de
regla jurídica. No obstante, existe una posibilidad y es la relacionada con los
principios jurídicos, aquellos positivizados por el legislador y rastreables por
la regla de reconocimiento. Así lo expresa el mismo Kelsen: “La situación
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Yefri Yoel Torrado Verjel
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La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
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Yefri Yoel Torrado Verjel
Por lo tanto, los principios, sean estos de derecho natural como parte
de los principios generales del derecho (Corte Constitucional, 2015) y toda
la doctrina constitucional fueron –y aún lo son– entendidos como criterios
interpretativos de la ley en los casos dudosos u oscuros, tal como lo señalan
los artículos 4º y 5º de la misma ley. Esta forma de entender los principios
en el sistema de fuentes colombiano y la formación de generaciones de juris-
tas bajo el paradigma formalista del derecho ha dificultado la comprensión
de los alcances y eficacia normativa a pesar del cambio de paradigma que
representó la Constitución Política de 1991.
En consecuencia, los principios a partir de 1991 tendrán en el sistema de
fuentes un papel vital. En primer lugar, los principios jurídicos harán parte del
corpus normativo al expresar mediante su estructura, el catálogo de derechos
fundamentales; en sergundo lugar, se va a incluir a los principios generales
del derecho como fuente de derecho auxiliar (art. 230) (Constitución Política
de Colombia, 1991); y, en tercer lugar, los principios jurídicos al hacer parte
de la constitución tendrán prevalencia sobre la ley y otras normas jurídicas
(art. 4º), a esto se le conoce como el carácter normativo de la constitución
(Vila Casado, 2012, pág. 177), sin embargo, una de las condiciones para que
exista dicho carácter normativo es que “no funciona por el sólo hecho de haber
adoptada por el pueblo, sino que debe ser vivida tanto por sus destinatarios
como por los detentadores del poder” (Vila Casado, 2012, pág. 157) entre
estos se incluyen a los jueces que tienen la labor de aplicar las normas de la
Constitución de manera directa y preferente.
De lo anterior, queda claro que no se discute la validez de los principios,
sean éstos principios generales del derecho o principios jurídicos, a pesar
que ambos tienen ese carácter normativo debido a la incorporación de los
primeros en como fuente de derecho. Por eso, de aquí en adelante, se hará
referencia a la palabra principis o principios jurídicos para referirse a ambos.
Se puede afirmar, que tratar de negar la existencia de éstos sería como tratar
de tapar el sol con una mano. Sin embargo, el problema radica a la hora de
su apliación, surguiendo dudas acerca de cuándo se debe aplicar un princi-
pio y de qué manera dar aplicación a éstos bajo su estructura ampllia y no
concluyente que los difrencian de las reglas. A continuación, se retomará
la exposición del desarrollo de los principios, dándoles énfasis a esas dos
interrogantes desde la teoría jurídica actual.
262
La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
2.1. Reglas.
2.2. Principios.
Frente a este tipo de enunciados jurídicos va a existir discrepancias
en cuanto a su definición y por consecuencia a su aplicación derivada. Para
Dworkin, tanto reglas como principios “apuntan a decisiones particulares
referentes a la obligación jurídica en determinadas circunstancias, pero
difieren en el carácter de a orientación que dan.” (Dworkin, 2015, pág.
75), la diferencia es que los principios “tienen una dimensión que falta en
las normas: la dimensión del peso o importancia” (Dworkin, 2015, pág.
77). Éstos tienen en su contenido sustancial una exigencia de la justicia,
la equidad o alguna otra dimensión de la moralidad (Dworkin, 2015, pág.
72). Zagrebelzky comparte dicho concepto en cuanto los principios son
bienes en sí mismos, que desde un carácter deontológico indica cual debe
263
Yefri Yoel Torrado Verjel
264
La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
2.3. Valores.
En cuanto a los valores al igual que las reglas no existe mayor discusión,
salvo la confusión que suele darse entre éstos y los principios. Dworkin, si
bien no utiliza la palabra valor, utiliza una categoría que apunta al mismo
concepto, para él las directrices políticas (policies) es un tipo de estándar que
“propone un objetivo que ha de ser alcanzad; generalmente una mejora en
algún rasgo actual económico, político o social de la comunidad (aunque en
algunos objetivos sean negativos, en cuanto estipulan que algún rasgo actual
ha de ser protegido de cambios adversos) (Dworkin, 2015, pág. 72). De igual
manera, Zagrebelsky los identifican como bienes fines o una meta que pide
ser alcanzada mediante actividades orientadas teleológicamente (Zagrebelsky,
2014, pág. 175). Como toda acción orientada a fines, su racionalidad se mide
por la eficiencia de los medios para alcanzar el fin propuesto (Habermas,
2014, pág. 32). En otras palabras, la decisión que se toma para la búsqueda
de ese bien final o meta es válida siempre que conduzca de manera idónea
y eficiente: “el fin el fin justifica los medios”.
Lo que en modelo de los valores es lo mejor prima facie, en el modelo
de los principios es debido prima facie. De esta manera, los principios y
los valores se diferencian sólo en virtud del carácter deontológico de los
primeros y del carácter axiológico de los segundos. (Zagrebelsky, 2014,
pág. 175).
En cuanto a Alexy, si bien él diferencia los sentidos deontológico y
axiológico que corresponde a los principios y los valores respectivamente;
incluso, señalando que “el concepto de principio da lugar a menos inter-
pretaciones deficientes que el de los valores” (Alexy, 2017, pág. 126), opta
por no discriminar estos últimos por considerar que “ambos aspectos son
igualmente importantes como para preferir el modelo de los principios”.
Esto va a tener consecuencias en la forma de aplicación, no solo de valores
sino, como se dijo ut supra también de los principios al reducir estos a
bienes que pueden optimizarse y por lo tanto ponderarse según su principio
de proporcionalidad.
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La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
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3.1.1. Legitimidad.
En cuanto a este requisito, el código establece que la parte quien la
solicite tenga un interes para actuar, además de la capacidad para ser parte.
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La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
pág. 68). Estos aspectos que recoje el CGP y serán objeto de argumentación
por el juez, el indicar que la medida solicitada busca un fin, que dicho fin
se enmarca en la protección de un derecho subjetivo, cuya legitimación ya
ha sido evaluada en el anterior punto y que el derecho es reconocido por el
ordenamiento jurídico.
3.1.4. Proporcionalidad.
Este quizá sea el aspecto que representa mayor dificultad a la hora de
la argumentación de decisiones de este tipo debido a la exigencia de brindar
razones que rebasan el ámbito de la subsunción judicial y su caracteristico
deductivismo. Por le contrario, al estar presente los principios que recono-
cen derechos de las personas, muchos de los cuales no están expresamente
señalados en el texto de la ley, exige un razonamiento de índole inductivo,
o como ha sido llamado análisis en doble vía entre los hechos y el derecho
(Zagrebelsky, 2014).
Aún, en la teoría del derecho se debate sobre la forma de solucionar el
conflicto entre principios. Como se ha indicado ut supra, entre las propuestas
se encuentran la propuesta de Dworkin quien en su idea de constructivismo
judicial deja a los jueces la tarea de identificar las razones que justifican la
elección de un principio de preferencia sobre otro bajo el entendido de su
peso. Si bien, Dworkin (Dworkin, 2015, pág. 146) no señala ningún proce-
dimiento mecánico para demostrar cuáles son los derechos de las partes en
los casos difíciles, sí es enfático en indicar un ideal regulativo en la tarea
del juez de argumentar lo mejor posible bajo el arquetipo del juez Hércules
269
Yefri Yoel Torrado Verjel
3.1.4.1. Idoneidad.
En el inicio del análisis de las circunstancias fácticas se ubica un
estudio racional de medios (M) y fines (F). Los cuales deberán planterse
en relación con los principios que continenen derechos fúndamentales que
busca optimizarse con la adopción de una medida, para el objeto de estudio,
de una medida cautelar.
Por lo tanto, será necesario, en primer lugar identificar los principios
que entran en juego, es decir, P1. Alexy menciona que identificar la finalidad
perseguida por la medida es equivalente a hablar del principio que proteje
la finalidad. (Alexy, 2017, pág. 93). En otras palabras que M1, satisface la
finalidad de proteger P1. Parte de paso, ya lo recoge el supuesto de hecho
analizado con anterioridad del peligro en la demora, sin embargo el peligro
es a razón de la finalidad de proptección de P1. No obstante, el análisis de
idoneidad, permite valorar otros medios que sean igualmente eficaces para
la conselcución del fin trazado.
Este análisis debe observarse en el ámbito ideal de realización. Aún
no se valorará si la medida o medidas afectan más o menos el principio que
270
La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
3.1.4.2. Necesidad.
En el estadio de análisis de necesidad se deben tomas las medidas
identíficadas como idóneas y valorar su impacto en relación con P2, es decir,
el principio que entra en conflicto con P1 al buscar perseguir la finalidad de
proptección del derecho contenido en dicho principio.
Alexy afirma que este criterio de ponderación deviene del criterio de opti-
mización de Pareto (Alexy, 2017, pág. 141), el cual es un concepto de análisis
económico que permite equilibrar gustos y obstáculos (Pareto, 1946, pág.
120). Aplicado al derecho y al conflicto entre principios jurídicos, sería el de
escoger, a partir de las circunstancias fácticas (variables) las medidas (M)
que persiguen un fin (F) –lo que en lenguaje económico de Pareto sería el
gusto– obstaculizadas por el principio que puede resultar afectado al imponer
las medidas escogidas como idóneas y visceversa. Esta no es la unica vez que
se pretende introducir el criterio de equilibrio económico de Pareto en el aná-
lisis del derecho, Jhon Rawls (Rawls, 2015, págs. 72-81), tabién lo utiliza para
fundamentar el segundo principio de justicia bajo el criterio de eficiencia en la
distribución de ventajas y oportunidades en el marco de la posición original.
271
Yefri Yoel Torrado Verjel
272
La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
273
Yefri Yoel Torrado Verjel
3.1.5. Caución.
Referente al requisito de la caución dispuesto en el artículo 590 del CGP,
se deben adecuar los supuestos de hecho que, en caso de decidir en favor de
la medida, deberá, con el fin de asegurar la costas y perjuicios derivados de
su práctica, ordenar prestar “caución equivalente al veinte por ciento (20%)
del valor de las pretensiones estimadas en la demanda” (Ley 1564, 2012).
Así mismo, el monto de la caución podrá aumentarse o disminuirse
siempre y cuando se argumente razonablemente. Este último supuesto lleva
nuevamente al ámbito de la argumentación basada en principios; ya que acude
a la noción de lo razonable en busqueda de una argumentación no silogística
propia de las reglas y de lo racional. “Lo razonable busca conectar la realidad
concreta con los fines considerados apreciados por esa sociedad y la esco-
gencia de medios considerados éticos dentro de la misma” (Recasens Siches,
1980, págs. 287-288). Por lo tanto, el juez, al momento de justificar un aumento
o disminución de la caición deberá identificar un fin que busque materializar
274
La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
CONCLUSIONES
275
Yefri Yoel Torrado Verjel
REFERENCIAS
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La argumentación basada en principios en el Código General del Proceso
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Yefri Yoel Torrado Verjel
278
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
RESUMEN:
El derecho procesal del trabajo colombiano nació en la década de los cuarenta del
siglo XX, en un contexto social y político que propició la expedición del Código
Procesal del Trabajo de 1948, que se fundó, en parte, en principios originarios a
partir de la naturaleza del derecho del trabajo y otros por recepción del derecho
procesal civil comparado, no del colombiano –que estaba contenido, en general, en
*
Capítulo inédito. El presente capítulo de investigación e innovación hace parte de proyecto de
investigación “Caracterización del proceso del trabajo colombiano frente al derecho comparado”,
adscrito al Grupo de Investigación en Derecho Procesal -GIDPRO- de la Universidad Libre Seccional
Cúcuta.
Abogado. Docente de la Universidad Libre Seccional Cúcuta. Especialista en Derecho Laboral por la
**
279
Samir Alberto Bonett-Ortiz
INTRODUCCIÓN
1
En derecho del trabajo: (Plá Rodríguez, 1990). En derecho procesal civil: (Mitidiero, 2018).
2
(Sentencia C-824, 2015); (Sentencia 00164, 2009).
280
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
autonomía científica del derecho procesal del trabajo frente a aquel, además
de un objeto y conflicto jurídico de distinta naturaleza.
A pesar de esto, partiendo de la revisión de los antecedentes del pro-
yecto de ley de lo que sería el Código Procesal del Trabajo de 1948 (Decreto
Legislativo 2158, 1948), en adelante Código de 1948, es posible advertir unos
aspectos interesantes, no siempre examinados por la doctrina procesal del
trabajo, ni civil. En efecto, para intentar responder la pregunta de investi-
gación, se parte de la hipótesis de que los principios formativos del derecho
procesal del trabajo colombiano no son exclusivos todos y, por lo tanto, ajenos
al derecho procesal civil. Como se examinará, algunos de los principios
adoptados por el Código de 1948 derivan de la naturaleza protectora del
derecho del trabajo sustancial, como las facultades extra y ultra petita del
juez al emitir la decisión judicial, y otros fueron tomados de esta disciplina
procesal, como los de oralidad y juez director del proceso.
El marco teórico de la investigación lo constituye la doctrina que
fundamentó el nacimiento del derecho procesal del trabajo colombiano, al
menos en cuanto a los principios se refiere, desde dos puntos de vista, pues
se ha notado que unos principios derivan de la naturaleza del derecho del
trabajo sustancial y otros del derecho procesal civil. Frente a los primeros
y partiendo de su adaptación al derecho procesal del trabajo, se tendrán en
cuenta algunas obras iniciales en Iberoamérica sobre la materia, como las
de Stafforini en Argentina, Menéndez-Pidal en España, Gaete y Pereira
en Chile y, Salazar en Colombia. Respecto a los segundos, especialmente
algunas obras de la Escuela italiana, como las de Chiovenda, Carnelutti y
Calamandrei y, en Devis Echandía en Colombia. También conforman el marco
teórico, en el nivel normativo, los respectivos códigos procesales, como el
Código de 1948, el Código Judicial de 1931 (Ley 105, 1931), el Código de
Procedimiento Civil de 1970 (Decreto Legislativo 1400, 1970) y el Código
General del Proceso de 2012 (Ley 1564, 2012).
El método de la investigación se compone de estos aspectos: i) el tipo
de investigación es jurídica, ii), el enfoque es cualitativo, iii) el alcance es
exploratorio, iv) el método se compone principalmente del uso de los métodos
de análisis y síntesis, lógico, hermenéutico y comparado y; v) las fuentes,
técnicas e instrumentos de recolección de información son: las fuentes,
primarias y secundarias (doctrina procesal, jurisprudencia y normativa); la
281
Samir Alberto Bonett-Ortiz
282
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
3
Sobre este punto: (Alexy, 1993, pág. 86); (García Máynes, 2002, pág. 85); (García de Enterría &
Tomás-Ramón Fernández, 2017, pág. 74-75); (Dworkin, 1985).
4
Al respecto ver: (Sentencia C-818, 2005); (Sentencia T-406, 1992); (Sentencia C-574,1992); (Sen-
tencia C-027, 1993); (Sentencia C-276, 1993); (Sentencia C-1287, 2001); (Sentencia SU-1122, 2001);
(Sentencia C-1041, 2007).
5
Puede verse también: (Devis Echandía, 1966, pág. 47-66).
6
A partir de la expedición del Código General del Proceso de 2012, el autor cambió el título de la obra
a Código General del Proceso. t. 1. Parte general (López Blanco, 2017, pág. 103-109). Inicialmente
283
Samir Alberto Bonett-Ortiz
López Blanco no hacía la distinción entre principio y regla procesales, lo que hace desde la 7ª edición
de su obra (López Blanco, 1997).
7
Diccionario de la Lengua Española. Principio, sexta acepción (Diccionario de la Lengua Española,
2020).
8
Sobre la autonomía del derecho procesal del trabajo, Stafforini sostenía en Argentina, antes de la
expedición en Colombia del Código de 1948: “El derecho procesal del trabajo es una disciplina
jurídica perfectamente caracterizada por la especialidad de sus instituciones, por los principios
en que se funda y por la naturaleza de sus propósitos y fines. Una materia jurídica especial que
irá cobrando mayor desarrollo a medida que se elabore y sistematice su contenido científico.
Funda su autonomía, como disciplina jurídica, en la diferencia esencial que existe entre los
284
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
Una de las primeras normativas expedidas fue el Código Procesal del Trabajo
de 1948, aún vigente con varias reformas, y hasta esa época los asuntos del
trabajo se regían por el CJ de 1931, y la competencia estaba asignada a los
jueces civiles, no a un juez especializado.8 9
Siendo ya el derecho del trabajo una disciplina autónoma del derecho
civil, desde el punto de vista sustancial, se esperaría que también en el ámbito
procesal existiera esa autonomía, pues la especialidad de la materia imponía
la necesidad de un juez especial (del trabajo) frente a un juez general (civil),
así como un proceso especial, que se adaptara (Gaete Berríos & Pereira
Anabalón, 1950, pág. 21-23) a la naturaleza del derecho sustancial que se
pretendía garantizar10.
En ese sentido, el CJ de 1931, de herencia española, era una normativa
caracterizada, al menos en lo que interesa en esta investigación, por estos
aspectos: i) estaba diseñado para la resolución de asuntos civiles, no del
trabajo; ii) el juez no tenía los poderes necesarios para garantizar la dirección
del proceso y la igualdad de las partes, iii) la forma del procedimiento estaba
conflictos del trabajo y los de derecho común y, como lógica consecuencia, entre las normas que
rigen los litigios a que dan lugar unos y otros” (Stafforini, 1946, pág. 7). (1). Nota de la cita: (1) Ver
núm. 11.
Menéndez-Pidal afirmaba en España, también antes del Código de 1948: “No puede ponerse hoy
en duda la autonomía científica del Derecho procesal social necesario en la jurisdicción especial
del trabajo, evidenciándolo así el hecho de que casi todas las legislaciones y tratadistas regulan y
hacen el estudio de los procedimientos ante la misma. Veremos más adelante cómo esta jurisdicción
social se ha impuesto en la realidad de la vida, y con ella una serie de principios que son exclusiva
o preferentemente de aplicación al Derecho procesal del trabajo y a ninguno de los otros Derechos
procesales…;” (Menéndez-Pidal, 1947, pág. 6).
9
A pesar de la unidad del derecho procesal, según la cual se funda en unos principios, finalidades
e instituciones generales, se ha aceptado –y así se evidencia de la organización judicial de los
Estados y de la regulación legal del proceso– que, a partir del objeto, sujetos y necesidades
social y jurídica, el derecho procesal puede dividirse en varias disciplinas autónomas, pero que
conservan una relación a través de la cual comparten esos principios, finalidades e instituciones
generales.
10
La Constitución Política de 1991 consagra el trabajo con una triple calidad: valor (Preámbulo),
principio (art. 1°) y derecho fundamental (art. 25). Sobre estos aspectos: (Sentencia C-1064, 2001).
Asimismo, la Constitución estableció el mandato al Congreso de la República para que expidiera
el Estatuto del Trabajo, señalando los principios mínimos que debe contener (art. 53), lo que no ha
sucedido hasta ahora. Al respecto: (Calderón Ortega, 2014, pág. 71-97).
285
Samir Alberto Bonett-Ortiz
11
Sobre el estado actual del proceso del trabajo colombiano: (Bonett Ortiz, 2017, pág. 215-236).
12
Sobre los antecedentes jurídicos de la expedición del Código de 1948: (Salazar, 1963, pág. 41-63).
13
Sobre el contexto social y político: (Ostau de Lafont De León, 2006, pág- 182-202).
286
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
“Las sentencias deben ser claras, precisas y en consonancia con las demandas y demás pretensiones
14
1998).
La palabra juicio debe entenderse sustituida por proceso, según el art. 52 de la Ley 712/01. (Ley
712, 2001).
287
Samir Alberto Bonett-Ortiz
16
Al respecto, Devis Echandía afirma: «Mayor fue, sin duda, la influencia de la ley española de En-
juiciamiento Civil de 1855, en el procedimiento civil colombiano, primero al adoptarse el Código
del Estado federado de Cundinamarca en 1858, que se basó casi totalmente en aquélla, y luego
en ámbito nacional al adoptarse dicho Código para todo el país en el año de 1873 con el título de
“Código Judicial Nacional”, que en lo sustancial se reprodujo en el Código de 1931, actualmente en
vigencia». (Devis Echandía, 1980, pág. 500).
Citado por: (Bonett Ortiz, 2016, pág. 97-98).
17
288
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
18
Los Principios fueron traducidos al castellano en 1922 y 1925, y las Instituciones en 1936. Principios
de derecho procesal civil. Traducción española de la 3ª ed. italiana. Prólogo y notas del profesor
José Casáis y Santaló. Madrid: Reus. t. I (1922), t. II (1925); Instituciones de derecho procesal civil.
vol. I, II y III. Traducción del italiano y notas de derecho español por E. Gómez Orbaneja. Madrid:
Editorial Revista de Derecho Privado.
19
Según expresión de Cappelletti, Chiovenda es “el más profundo… teórico de la oralidad”. (Cappe-
lletti, 1972, pág. 88). Citado por (Bonett Ortiz, 2016, pág. 90).
289
Samir Alberto Bonett-Ortiz
20
“Artículo 42. Principios de oralidad y publicidad. Las actuaciones y diligencias judiciales, la práctica
de pruebas y la sustanciación se efectuarán oralmente en audiencia pública, so pena de nulidad,
salvo los casos exceptuados en este Decreto”.
Chiovenda, G. (1925). Principios de derecho procesal civil. t. II. Op. cit., pp. 127-176; Instituciones
21
de derecho procesal civil. vol. III. Op. cit., pp. 167-220. También: (Chiovenda, 1936, pág. 167-220);
(Wach, 2006, pág. 17-66). La primera edición de la obra en alemán fue en 1877.
22
“Artículo 48. Dirección del procedimiento por el Juez. El Juez dirigirá el proceso en forma que
garantice su rápido adelantamiento, sin perjuicio de la defensa de las partes”.
23
Artículo 42.
290
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
24
“Artículo 39. Principio de gratuidad. La actuación en los juicios del trabajo se adelantará en papel
común, no dará lugar a impuesto de timbre nacional ni a derechos de secretaría, y los expedientes,
despachos, exhortos y demás actuaciones cursarán libres de porte por los correos nacionales”.
“Artículo 49. Principio de lealtad procesal. Las partes deberán comportarse con lealtad y probidad
25
durante el proceso, y el Juez hará uso de sus poderes para rechazar cualquier solicitud o acto que
implique una dilación manifiesta o ineficaz del litigio, o cuando se convenza de que cualquiera
de las partes o ambas se sirven del proceso para realizar un acto simulado o para perseguir un fin
prohibido por la ley”.
26
“Artículo 54. Pruebas de oficio. Además de las pruebas pedidas, el Juez podrá ordenar a costa de
una de las partes, o de ambas, según a quien o a quienes aproveche, la práctica de todas aquellas
que a su juicio sean indispensables para el completo esclarecimiento de los hechos controvertidos”.
291
Samir Alberto Bonett-Ortiz
La expresión “obligación de probar” debe entenderse actualmente como carga de la prueba (Devis
27
292
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
establecía las medidas para mejor proveer (art. 600). Como sostiene Parra
Quijano sobre el art. 54 del Código de 1948, “… resulta importante señalar
que constituye el ingreso de las pruebas de oficio en el ordenamiento jurídico
colombiano” (pág. 187)30.
vi) Libre apreciación de la prueba31. También en materia de prueba, el Código
de 1948 dio un salto al pasar del sistema de tarifa legal contenido en el
CJ de 1931, al sistema de libre apreciación de la prueba (art. 61) (Salazar,
1963, pág. 371-375). Además de este sistema, esta disposición también
impuso al juez el deber de analizar la “conducta procesal observada por
las partes”.
28 la verdad o verificar los hechos que deben servir de base a su sentencia o al auto que decida un
incidente, es un deber suyo decretarlas oficiosamente. Pero es discrecional del Juez la apreciación
de esa conveniencia con imparcialidad y buena fe; jamás con arbitrariedad.
Nada impide que las partes le soliciten al juez o magistrado que haga uso de su facultad oficiosa y
les insinúen las pruebas que faltan por practicarse; si el Juzgador las considera útiles para llegar a la
verdad de los hechos y por tanto a la sentencia justa, tiene el deber de decretarlas de oficio”.
29
Citado por: (Bonett Ortiz, 2017, pág. 54).
30
Sobre los antecedentes de la consagración de la prueba de oficio en el Código de 1948, Parra Quijano,
J. (2004). Racionalidad e ideología en las pruebas de oficio. Bogotá: Temis. pp. 85-91.
Los autores clásicos sobre la teoría general de la prueba judicial ya se mostraban partidarios del
31
sistema de libre apreciación de la prueba, como Lessona, quien afirmaba: “Imponer al Juez un
convencimiento que no responde a su conciencia, y, adviértase, no a una conciencia que juzga
por impresión, sino que juzga a razón vista y por motivos lógicos, es cosa evidentemente extra-
ña…,” (cursiva del texto) (Lessona, 1957, pág. 357). La primera edición de la obra en italiano
fue en 1894.
Para un panorama completo del origen y fundamentos de los sistemas de apreciación o valoración
de la prueba: (Devis Echandía, 1976, pág. 84-113).
293
Samir Alberto Bonett-Ortiz
32
“El derecho comparado es útil para alcanzar un mejor conocimiento de nuestro derecho nacional y
para enriquecerlo” (David, 2010, pág. 4).
33
Al respecto: (Devis Echandía, 1980, pág. 673-721).
34
“Artículo 1°. Gratuidad de la justicia civil. El servicio de la justicia civil que presta el Estado es
gratuito, con excepción del impuesto de timbre y papel sellado y de las expensas señaladas en el
arancel judicial para determinados actos de secretaría”.
294
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
35
“Artículo 71. Deberes de las partes y sus apoderados. Son deberes de las partes y sus apoderados:
1. Proceder con lealtad y buena fe en todos sus actos.
2. Obrar sin temeridad en sus pretensiones o defensas y en el ejercicio de sus derechos procesales.
3. Abstenerse de usar expresiones injuriosas en sus escritos y exposiciones orales, y guardar el
debido respeto al juez, a los empleados de éste, a las partes y a los auxiliares de la justicia.
4. Comunicar por escrito cualquier cambio de domicilio o del lugar denunciado en la demanda o su
contestación para recibir notificaciones personales, so pena de que éstas se surtan válidamente en
el anterior.
5. Concurrir al despacho del juez cuando éste los cite y acatar sus órdenes en las audiencias y dili-
gencias.
6. Prestar al juez su colaboración para la práctica de pruebas y diligencias, a riesgo de que su re-
nuencia sea apreciada como indicio en contra suya.
7. Abstenerse de hacer anotaciones marginales o interlineadas, subrayados y dibujos de cualquier
clase en el expediente, so pena de incurrir en multa de quinientos pesos”.
“Artículo 179. Prueba de oficio y a petición de parte. Las pruebas pueden ser decretadas a petición de
36
parte, o de oficio cuando el magistrado o juez las considere útiles para la verificación de los hechos
relacionados con las alegaciones de las partes. Sin embargo, para decretar de oficio la declaración
de testigos, será necesario que éstos aparezcan mencionados en otras pruebas o en cualquier acto
procesal de las partes.
Las providencias que decreten pruebas de oficio no admiten recurso alguno. Los gastos que impliquen
su práctica serán de cargo de las partes, por igual, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre costas”.
37
El Instituto Colombiano de Derecho Procesal fue fundado en 1969 por iniciativa, entre otros, de
Hernando Devis Echandía, Hernando Morales Molina, Carlos Ramírez Arcila.
38
Al respecto: (Devis Echandía, 1969).
295
Samir Alberto Bonett-Ortiz
39
Sobre la justificación, Liebman afirma: “Esta concepción (principio dispositivo) no es ya aceptable,
porque, aunque el objeto del proceso civil son los derechos subjetivos de las partes, el proceso no es
un negocio privado: el Estado, aunque no esté interesado en el objeto de la controversia, no puede
ser sin embargo indiferente al modo en que el proceso se desarrolla y se concluye”. (Liebman, 1980,
pág. 286).
40
La primera edición de la obra en italiano fue en 1962. Al respecto ver: (Cappelletti, 1972, pág. 111-
135).
41
“Artículo 187. Apreciación de las pruebas. Las pruebas deberán ser apreciadas en conjunto, de acuerdo
con las reglas de la sana crítica, sin perjuicio de las solemnidades prescritas en la ley sustancial para
la existencia o validez de ciertos actos.
El Juez expondría siempre razonadamente el mérito que le asigne a cada prueba”.
42
“Artículo 3°. Proceso oral y por audiencias. Las actuaciones se cumplirán en forma oral, pública
y en audiencias, salvo las que expresamente se autorice realizar por escrito o estén amparadas por
reserva”.
296
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
43
“Artículo 42. Deberes del juez. Son deberes del juez:
1. Dirigir el proceso, velar por su rápida solución, presidir las audiencias, adoptar las medidas con-
ducentes para impedir la paralización y dilación del proceso y procurar la mayor economía procesal.
2. Hacer efectiva la igualdad de las partes en el proceso, usando los poderes que este código le otorga.
3. Prevenir, remediar, sancionar o denunciar por los medios que este código consagra, los actos con-
trarios a la dignidad de la justicia, lealtad, probidad y buena fe que deben observarse en el proceso,
lo mismo que toda tentativa de fraude procesal.
4. Emplear los poderes que este código le concede en materia de pruebas de oficio para verificar los
hechos alegados por las partes.
5. Adoptar las medidas autorizadas en este código para sanear los vicios de procedimiento o preca-
verlos, integrar el litisconsorcio necesario e interpretar la demanda de manera que permita decidir
el fondo del asunto. Esta interpretación debe respetar el derecho de contradicción y el principio de
congruencia. (…)”.
44
“Artículo 281. Congruencias. (…)
Parágrafo 1°. En los asuntos de familia, el juez podrá fallar ultrapetita y extrapetita, cuando sea
necesario para brindarle protección adecuada a la pareja, al niño, la niña o adolescente, a la persona
con discapacidad mental o de la tercera edad, y prevenir controversias futuras de la misma índole.
Parágrafo 2°. En los procesos agrarios, los jueces aplicarán la ley sustancial teniendo en cuenta que
el objeto de este tipo de procesos es conseguir la plena realización de la justicia en el campo en
consonancia de los fines y principios generales del derecho agrario, especialmente el relativo a la
protección del más débil en las relaciones de tenencia de tierra y producción agraria.
En los procesos agrarios, cuando una de las partes goce del amparo de pobreza, el juez de primera
o de única instancia podrá, en su beneficio, decidir sobre lo controvertido o probado aunque la
demanda sea defectuosa, siempre que esté relacionado con el objeto del litigio. Por consiguiente,
está facultado para reconocer u ordenar el pago de derechos e indemnizaciones extra o ultrapetita,
siempre que los hechos que los originan y sustenten estén debidamente controvertidos y probados.
En la interpretación de las disposiciones jurídicas, el juez tendrá en cuenta que el derecho agrario
tiene por finalidad tutelar los derechos de los campesinos, de los resguardos o parcialidades indígenas
y de los miembros e integrantes de comunidades civiles indígenas”.
297
Samir Alberto Bonett-Ortiz
CONCLUSIONES
45
“Artículo 94. Interrupción de la prescripción, inoperancia de la caducidad y constitución en mora.
(…)
El término de prescripción también se interrumpe por el requerimiento escrito realizado al deudor
directamente por el acreedor. Este requerimiento solo podrá hacerse por una vez”.
46
“Artículo 151. Prescripción. Las acciones que emanen de las leyes sociales prescribirán en tres años,
que se contarán desde que la respectiva obligación se haya hecho exigible. El simple reclamo escrito
del trabajador, recibido por el patrono, sobre un derecho o prestación debidamente determinado,
interrumpirá la prescripción pero sólo por un lapso igual”. La misma disposición consagra el Código
Sustantivo del Trabajo de 1950 (art. 489).
298
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
REFERENCIAS
299
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4ª ed. Traducido y anotado con arreglo a la Legislación y Jurispru-
dencia españolas por Enrique Aguilera de Paz. Con una introducción
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301
Samir Alberto Bonett-Ortiz
302
Los principios formativos del derecho procesal del trabajo colombiano
303
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
*
Artículo inédito. El presente artículo de investigación e innovación hace parte del proyecto de in-
vestigación “”. La autora hace parte del Grupo de Investigación en Derecho Procesal -GIDPRO- y
del Semillero en Derecho Procesal “Hernando Devis Echandía” de la Universidad Libre Seccional
Cúcuta.
**
Abogado egresado de la Universidad Libre seccional Cúcuta, con Especialización en Derecho Dis-
ciplinario de la Universidad Externado de Colombia, Maestría en Derecho Penal de la Universidad
Libre de Bogotá y Maestría (c) en Razonamiento Probatorio de la Universidad de Girona, España, y
la Universidad de Genova, Italia. Profesor de pregrado de la Universidad Libre seccional Cúcuta y de
posgrados de varias universidades de Colombia en asignaturas relacionadas con derecho probatorio.
Correo electrónico: ronald.sanabria@unilibre.edu.co
CvLAC: https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_
rh=0001435755
Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?user=RNfDWqoAAAAJ&hl=es
305
Ronald Jesús Sanabria Villamizar
INTRODUCCIÓN
306
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
1
Un análisis sobre las providencias de Consejo de Estado y la Corte Suprema de Justicia, Sala de
Casación Civil, antes del CGP, puede verse en trabajo de Quintero Pérez (2017). Para las providencias
de la Sala de Casación Penal, véase Pulecio Boeck (2012).
307
Ronald Jesús Sanabria Villamizar
Ante este panorama que permite avizorar una dimensión colosal del
tema, en las siguientes líneas se pretende abordar una visión particular de
las cargas de la prueba, bajo una exposición sencilla, esquemática y de corte
funcional, dejando para otro lugar los múltiples debates que se presentan en
el ámbito académico y matices que podrían llegar a ser relevantes en otro
contexto. En todo caso, a pie de página se hará referencia a algunas discu-
siones y posiciones diferentes a las que aquí se asumen.
Aunque sus fronteras han sido puestas en duda desde hace tiempo por
un sector de la teoría del derecho2, la decisión judicial implica resolver dos
cuestiones analíticamente diferenciables: el problema de los hechos (quaes-
tio facti) y el problema del derecho (queastio iuris). Lo ideal es que el juez
pueda, producto del debate probatorio al interior del proceso, concluir que
los enunciados fácticos objeto de discusión (tema de prueba) han quedado
probados3 –a esto se le suele llamar la prueba de los hechos–, para luego
proceder a identificar la norma jurídica aplicable al caso, lo que le permite
realizar un juicio de calificación jurídica de los hechos probados respecto
del supuesto de hecho de la norma jurídica, para, finalmente, concluir si hay
merito a conceder las pretensiones alegada(s) por la(s) parte(s) –a esto se le
suele llamar la calificación jurídica de los hechos probados–.
El primero de los ejercicios señalados para emitir una decisión judicial
es el que más importa en este trabajo: la conclusión de que un enunciado
fáctico que constituye un hecho jurídicamente relevante –en adelante HJR–
(un hecho alegado por las partes que constituye tema de prueba) ha quedado
probado, lo que también suele llamarse en el contexto de la argumentación
jurídica como enunciados probatorios (“está probado que p”, enunciado pro-
batorio positivo, o “no está probado que p”, enunciado probatorio negativo,
2
Sobre este tema, véase Lagier (2013).
3
Las condiciones necesarios y suficientes para que el juez pueda emitir este tipo de conclusiones,
también llamados enunciados probatorios, no son objeto del presente estudio. Sobre este tema, se
recomienda la obra de Ferrer Beltrán (2005).
308
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
4
Esta expresión no suele ser utilizada en los textos especializados en torno a la prueba.
5
Para el caso colombiano, véase Valencia Zea y Ortiz Monsalve (2016). Una exposición sobre las
principales ideas que ha dado la teoría del derecho para solucionar estos casos puede encontrarse
en Martínez Zorrilla (2010).
6
En Colombia, esta idea está consagrada expresamente en los artículos 8 y 48 de la Ley 153 de 1887;
el último de los artículos dispone que: “Los jueces ó magistrados que rehusaren juzgar pretex-
tando silencio, oscuridad ó insuficiencia de la ley, incurrirán en responsabilidad por denegación
de justicia”.
309
Ronald Jesús Sanabria Villamizar
7
Aunque este hecho (la incertidumbre del juzgador) no sería relevante para un sector de la concepción
racionalista de la prueba, pues apela a un estado mental, se utiliza esta expresión en esta parte del
artículo por ser la más usada en la tradición continental europea.
En capítulo referido a las reflexiones desde la concepción racionalista se analizará las implicaciones
se esta expresión.
8
Sobre la incompatibilidad del fallo non liquet en el estado de derecho, véase Martínez Benavides
(2012).
9
El origen del principio se le suele atribuir a Chiovenda, que señaló que “las actividades procesales
pertenecen a una relación única”, “los resultados de la actividad procesal son comunes entre las partes”,
310
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
“Cuando la actividad de una parte es perfecta y completa para producir sus efectos jurídicos, éstos pueden
ser utilizados por la otra parte”. Citas tomadas de Montero Aroca (2012, p. 112).
10
En la doctrina colombiana hacen referencia a comunidad de la prueba, entre otros, Hernán Fabio
López Blanco (2017), Nattan Nisimblat (2018).
311
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11
Así, por ejemplo, Jordi Ferrer Beltrán (2019) sostiene que el principio de adquisición procesal torna
innecesario la carga de la prueba subjetiva o, lo que es lo mismo, el elemento de la regla de conducta
para las partes de la carga de la prueba.
312
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
313
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12
Desde una perspectiva epistemológica, explica Laudan (2013) que una decisión judicial incurre en
error en la relativo a la determinación de los hechos cuando “una persona inocente es tratada como
culpable o cuando una persona culpable no es hallada como tal por el sistema. Por obvias razones,
llamaré a la primera clase de error un falo hallazgo inculpatorio y, al segundo, un falso hallazgo
exculpatorio” (p. 34).
Aunque la definición de Laudan se limita al proceso penal, esta idea es perfectamente aplicable a
cualquier tipo de proceso judicial, al margen de su especialidad. El juez civil puede concluir que
algo esta probado, y esta conclusión no ajustarse a la realidad.
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Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
La definición que se cita es lo que Ferrer denominada negación externa. En cambio, una categoría
13
diferencia es la negación interna del enunciado (está probado que no-p), caso en el cual “se afirma
la prueba de una proposición: en concreto de la proposición que describe la no ocurrencia de un
hecho” (p. 82).
315
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316
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
317
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Una posición similar a la Peyrano asume Gustavo Calvinho (2016), quien sostiene que al aplicarse la
14
regla de juicio: “Estamos, pues, ante una cuestión de derecho frente a un hecho incierto” (p. 44).
318
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
obligaciones y los deberes15; entre todas, hay una que siempre se resalta y
suele ser una constante en los textos jurídicos: las cargas son facultativas,
no son coercibles, de ahí que Jairo Parra Quijano (2014) hable del “principio
de autorresponsabilidad” (p. 6). Bajo ese entendido, una vez el juez se ve en
la necesidad de resolver el proceso con la regla de juicio, debe preguntarse
quién tenía la regla de conducta de probar ese hecho o, lo que es lo mismo,
quién asumió el riesgo del fracaso probatorio. Sin la regla de conducta la
regla de juicio no podría aplicarse, al menos no bajo parámetros objetivos.
La regla de conducta necesita a la regla de juicio. Aunque se rea-
licen todos los esfuerzos, el error y el fracaso de la actividad probatoria
siempre serán una posibilidad; tan solo podemos minimizar al máximo
su ocurrencia. En ese contexto, por seguridad y debido proceso las partes
deben conocer lo que está en juego y quién asume el riesgo en el caso
que ocurran. Dejando a un lado el error, el riesgo de fracaso implicaría
una decisión adversa que hace tránsito a cosa juzgada, y las partes, por
seguridad jurídica, deben conocer quién asume ese riesgo y contar con
un escenario para desplegar una estrategia procesal que tienda a evitarlo.
Sin regla de juicio, la regla de conducta no podría aplicarse, al menos no
respetando el debido proceso.
15
Sobre el tema, véase la obra de Hernando Devis Echandía (1976).
16
Hernando Devis Echandía (1976) señala que se pueden resumir en ocho:
“a) el que impone al acto la carga de probar; b) el que exige probar a quien afirme; c) el que exige
al demandante los hechos de sus pretensiones y al demandado los de sus excepciones; d) el que
exige la prueba a quien alegue un hecho o circunstancia anormal; e) el que impone la carga a quien
innove; f) el que tiene en cuenta la naturaleza constitutiva o extintiva e invalidativa de los hechos;
g) el que atribuye a cada parte la prueba de los hechos que forman los presupuestos cuyo aplicación
se reclama; h) el que distribuye la carga según la posición de la parte respecto del bien jurídico
deseado o el efecto jurídico perseguido” (p. 453).
319
Ronald Jesús Sanabria Villamizar
o acto del lenguaje, ii) criterio del interés o de la incumbencia y iii) criterio
de la facilidad.
El criterio de la afirmación es el más sencillo: quien afirma prueba.
Lo determinante aquí es el acto del habla, del lenguaje, de aseverar o negar
la ocurrencia de un hecho; quien lo hace, tendría la carga de probarlo. Este
criterio, que podría ser tildado de material por no basarse en aspectos norma-
tivos, aunque por su simpleza pareciera ser útil y funcional a las necesidades
del proceso, lo cierto es que no soluciona un grupo considerable de casos: a
veces las partes alegan hechos que favorecen a su contraparte, y por tanto
perjudican en mayor o menor medida sus intereses; también puede suceder
que la parte omita alegar un hecho jurídicamente relevante necesario para
otorgar su pretensión. En estos casos el criterio de la afirmación no resulta
útil para resolver el problema de la carga de la prueba.
El segundo criterio es el de la incumbencia o interés, que se le atribuye
a Leo Rosemberg (1956) y Gian Antonio Micheli (2004)17. Este, que es nor-
mativo pues exige al juez acudir a las normas jurídicas para poder aplicarlo,
se encuentra descrito magistralmente por el primer inciso de artículo 167 del
CGP, que es el mismo del CPC: “Incumbe a las partes probar el supuesto de
hecho de las normas que consagran el efecto jurídico que ellas persiguen”. La
asignación de la carga de la prueba dependerá bajo este criterio de los hechos
individuales que tiene la potencialidad de configurar el supuesto de hecho
(hechos abstractos) de las normas jurídicas que fundamenta la pretensión y la
excepción, según corresponda: si el anhelo de la parte es que con la decisión
judicial se generan determinados efectos, será su carga probatoria acreditar
las condiciones que la norma contempla para que se generen, pues es ella a
quien le interesa que se tengan por probados.
El tercer criterio es el de la facilidad probatoria. El maestro Parra
Quijano (2017) afirma que el criterio del interés o la incumbencia está basado
en una ideología liberal; en cambio, el criterio de facilidad se fundamenta en la
Así lo sostiene, entre otros, Peyrano (2018), que afirma: “Como propuesta superadora, apareció la
17
teoría normativa de Leo Rosenberg cuyo ideario puede así sintetizarse: “cada parte debe afirmar y
probar los presupuestos de la norma que le es favorable”. Tal propuesta fue luego mejorada, según
algunos, por Micheli para quien soportar la carga de la prueba respeto de un hecho, la parte que
pretende deducir de él efecto jurídico” (p. 114).
320
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
solidaridad, que se deriva del marco axiológico del estado social de derecho18,
amén de los deberes de las personas con la administración de justicia. La
idea de este criterio es que la carga la prueba la tiene, no quien afirma ni a
quien le interesa, sino a quien le queda más fácil probar determinado hecho.
El uso de este criterio ha sido objeto de crítica, entre otras cosas, por los
problemas prácticos en su aplicación: quién y con base en qué se determina
la facilidad para probar un hecho, exactamente qué es lo que tiene que probar
la parte a la que le asigna la carga de la prueba y, finalmente, cuáles son las
consecuencias ante su incumplimiento. En el siguiente capítulo, en donde se
abordará los tipos de carga de la prueba, se estudian estos problemas.
18
Un estudio de la relación entre carga dinámica de la prueba y estado social de derecho puede verse
en el trabajo Pedro Alirio Sánchez (2013).
321
Ronald Jesús Sanabria Villamizar
lo que permite considerarla como la regla general. Si, como se vio, el criterio
de interés normativo se basa los supuestos de hechos de la norma jurídica, se
tiene que las partes saben de antemano quién asume el riesgo ante el fracaso
de la actividad probatoria sobre la demostración de un hecho jurídicamente
relevante y, en consecuencia, cuáles son sus responsabilidades probatorias.
Lo saben de antemano en la medida que el supuesto de hecho se encuentra
determinado por la norma jurídica, que en la mayoría de los casos cumple
las condiciones de ser abstracta, impersonal, general y previa; la excepción
estaría en las pretensiones atípicas; sin embargo, incluso en las pretensiones
atípicas se suele acudir a casos anteriores (providencias) que sirven como
derrotero para determinar las condiciones fácticas para la aceptación de la
pretensión en la decisión.
¿Quién asigna la regla de conducta en la carga estática? La norma
jurídica. Por eso, en este tipo de carga no se requiere una decisión judicial
previa a la sentencia para su funcionamiento, pues son las partes las llamadas
a realizar un juicio de relevancia normativa sobre los enunciados fácticos que
fundamentan sus pretensiones, teniendo en cuenta los supuestos de hechos
que la norma jurídica que la fundamentan, para determinar sobre que hechos
tienen la regla de conducta de la carga de la prueba.
¿Cómo la parte cumple la regla de conducta de la carga estática?
Debe realizar actos procesales de naturaleza probatoria que le permitan al
juez dar por probado los hechos jurídicamente relevantes. Para ello deberá
hacer uso de los mecanismos jurídicos que brinde el régimen probatorio
con el que se esté llevando el proceso. La estrategia variará si se trata de un
sistema de valoración de sana crítica en el marco de la libertad probatoria o
en un sistema de tarifa legal; además, también se deberá tener en cuenta los
hechos exentos de prueba. Esto sin perjuicio a los efectos del principio de
adquisición procesal ya vistos y la actividad probatoria oficiosa del juez, en
los casos que es permitido.
¿Qué debe analizar el juez al aplicar la regla de juicio en la sentencia?
Como se dijo, debe revisar la regla de conducta, pero como en este caso el juez
no ha intervino en su asignación le corresponde realizar una labor adicional.
Tomando como base la pretensión o excepción de la parte, debe determinar
el fundamento normativo, su supuesto de hecho (hechos abstractos) y los
enunciados fácticos alegados por la parte (hechos individuales) que tienen la
322
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
19
Una crítica severa a la carga dinámica de la prueba puede verse en los trabajos de Adolfo Alvarado
Velloso (2011; 2014).
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324
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
juez podrá requerir a la parte que le resulte más fácil para que demuestre
determinados hechos” (acta n. 27, 2004). Ante esta regulación, Jairo Parra
manifestó, según consta en el acta, que darle la tarea al juez de señalar que
hechos deben probar las partes “presenta dificultades” (p. 5). Luego se registra
un comentario de Carlos Bernardo Medina Torres: “el segundo inciso recoge
la teoría utilitarista de la carga de la prueba diseñada por Jeremías Bentham,
la cual ya se viene aplicando en los procesos de competencia desleal, tal como
lo establece el artículo 32 de la ley 256 de 1996” (p. 5).
En la siguiente sección se inició la discusión bajo una redacción similar,
pero con diferencias que resultan relevantes para la comprensión del fun-
cionamiento de la carga dinámica; el artículo era el siguiente: “No obstante,
cuando a una de las partes le resulte más fácil probar determinados hechos,
el juez podrá requerirla para que los demuestre” (acta n. 28, 2004). De los
debates en torno a esta regulación, se resalta: i) con excepción de María
Julia Figueredo20, hubo acuerdo con la aplicación de la carga dinámica de
la prueba por parte de juez en el caso en concreto; ii) hubo acuerdo en que
la aplicación de la carga dinámica no se podría presentar en la sentencia,
pues esto sorprendía a las partes y afectaba el debido proceso21; iii) el punto
de mayor discusión fue el momento en el que se podría aplicar, algunos
consideraban que en cualquier momento22, otros sostenía que debía ser en el
20
Estas fueran las consideraciones de la doctora Figueredo, según se dejó constancia en el acta (n. 28,
2004):
“La Dra. Figueredo comenta que para suplir las deficiencias de las partes existe la prueba de oficio y
propone conservar la regla según la cual quien alega los hechos es quien tiene la carga de probarlos.
Añade que si se trata de invertir la carga de la prueba lo debe hacer la ley en vez de asignarle esa
tarea al juez.
(…)
La Dra. Figueredo expresa que comparte la idea de regular las cargas dinámicas, pero se debe pre-
cisar a quién le corresponde invertir la carga de la prueba. Sugiere que no sea el juez quien señale
a quien le corresponde demostrar determinado hecho, dado que cada parte sabe por anticipado qué
hechos puede demostrar con mayor facilidad que su adversario”
21
Esta idea fue expuesta por Pablo Felipe Robledo: “… la inversión de la carga de la prueba no se puede
hacer en el momento de fallar porque se desconocerían derechos fundamentales y se sorprendería
a las partes en el proceso”.
22
Pablo Felipe Robledo, Carlos Bernardo Medina, Eurípides de Jesús Cuevas y Marcel Silva se inclinan
a esta postura.
325
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23
Sobre este tema, señaló Marco Antonio Álvarez (n. 28, 2004): “… podría conculcarse el debido proceso
si se permite que se cambien las reglas de juego en cualquier momento del debate probatorio”.
24
La propuesta fue de Álvarez (n. 28, 2004): “… precisar las razones para calificar la facilidad de
demostrar un hecho”.
25
Esta postura fue expuesta, entre otros, por Eurípides de Jesús Cuevas: “… el traslado de la carga
de la prueba es por razones de facilidad probatoria sin llegar al campo de la prueba oficiosa” (acta
326
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
29, 2004). En el mismo sentido, Jairo Parra Quijano, señalando los inconvenientes de la primera
opción, señaló: “… la propuesta No. 1 presenta el inconveniente de que no trae un criterio en virtud
del cual el juez pueda enrostrar la carga de la prueba a una de las partes”.
26
Esta idea fue expuesta por Eurípides de Jesús Cuevas: “… sugiere que no se fije el momento en el
que se debe trasladar la carga de la prueba, pero tampoco debe hacerse en la sentencia. Propone que
se acoja la segunda fórmula presentada, dado que a pesar de plantearse de forma abstracta ofrece
mayor amplitud al juez para señalar la parte que debe probar determinado hecho”.
Esta idea fue expuesta por Jairo Parra Quijano, presidente de ICDP y de la Comisión: “…manifiesta
27
que con dicha propuesta se pasa de un sistema liberal en materia de carga de la prueba, a aceptar
criterios de solidaridad”.
28
Esta idea fue expuesta por Ulises Canosa, secretario de la Comisión: “… con la primera propuesta
no se indica claramente que se va a dar paso a la aplicación de la teoría de las cargas dinámicas en
el código de procedimiento civil, lo cual puede conducir a que el funcionario judicial entienda que
se trata de la misma regla que les permite decretar pruebas de oficio” (acta 29, 2004).
327
Propuesta del ICDP Texto Ponencia. Texto ponencia. Tercer Debate, Texto ponencia. Cuarto Debate, Plenario, Senado(c)
Segundo Debate Comisión Primera, Senado(b)
328
Plenaria Cámara(a)
Artículo 167. Carga de la prue- Artículo 167. Carga de la Artículo 167. Carga de la prueba. In- Artículo 167. Carga de la prueba. Incumbe a las partes probar el
ba. Incumbe a las partes probar prueba. Incumbe a las par- cumbe a las partes probar el supuesto supuesto de hecho de las normas que consagran el efecto jurí-
el supuesto de hecho de las tes probar el supuesto de de hecho de las normas que consagran dico que ellas persiguen.
normas que consagran el efecto hecho de las normas que el efecto jurídico que ellas persiguen. No obstante, según las particularidades del caso, el juez podrá,
jurídico que ellas persiguen. consagran el efecto jurídico No obstante, según las particularida- de oficio o a petición de parte, distribuir, la carga al decretar las
No obstante, cuando a una de que ellas persiguen. des del caso, el juez podrá distribuir pruebas, durante su práctica o en cualquier momento del proceso
las partes le resulte más fácil No obstante, cuando a una la carga al momento de decretar las antes de fallar, exigiendo probar determinado hecho a la parte
probar determinados hechos, de las partes le resulte más pruebas o durante su práctica, exi- que se encuentre en una situación más favorable para aportar
corresponde a ella demostrarlos. fácil probar determinados giendo probar determinado hecho las evidencias o esclarecer los hechos controvertidos. La parte se
Ronald Jesús Sanabria Villamizar
Los hechos notorios y las afir- hechos, corresponde a ella a la parte que se encuentre en una considerará en mejor posición para probar en virtud de su cerca-
maciones o negaciones indefi- demostrarlos. El juez, aten- situación más favorable para aportar nía con el material probatorio, por tener en su poder el objeto de
nidas no requieren prueba. diendo los anteriores crite- las evidencias o esclarecer los hechos prueba, por circunstancias técnicas especiales, por haber interve-
rios, podrá distribuir la carga controvertidos. La parte se considera- nido directamente en los hechos que dieron lugar al litigio, o por
de la prueba al momento de rá en mejor posición para probar en estado de indefensión o de incapacidad en la cual se encuentre la
decretarlas. virtud de su cercanía con el material contraparte, entre otras circunstancias similares.
Los hechos notorios y las afir- probatorio, por tener en su poder el ob- Cuando el juez adopte esta decisión, que será susceptible de re-
maciones o negaciones inde- jeto de prueba, por circunstancias téc- curso, otorgará a la parte correspondiente el término necesario
finidas no requieren prueba. nicas especiales, por haber intervenido para aportar o solicitar la respectiva prueba, la cual se someterá
directamente en los hechos que dieron a las reglas de contradicción previstas en este código.
lugar al litigio, o por estado de indefen- Cuando el juez adopte esta decisión, que será susceptible de re-
sión o circunstancias de incapacidad en curso, otorgará a la parte correspondiente el término necesario
la cual se encuentre la contraparte, en- para aportar o solicitar la respectiva prueba, la cual se someterá
tre otras circunstancias similares. a las reglas de contradicción previstas en este código.
Los hechos notorios y las afirmaciones Los hechos notorios y las afirmaciones o negaciones indefinidas
o negaciones indefinidas no requieren no requieren prueba.
prueba.
(a)
Este cambio se justificó de la siguiente manera (XX, n. 745, 2012):
Se adiciona el inciso segundo del artículo para dotar al juez de la posibilidad de pronunciarse sobre la distribución de la carga de la prueba (carga dinámica de la prueba), en caso de que
advierta que a alguna de las partes le queda más fácil demostrar ciertos hechos. Tal pronunciamiento deberá́ tener lugar al hace que se supere la crítica que a la carga diná- mica de la prueba
se hace en algún sector de la doctrina.
(b)
Este cambio se justificó de la siguiente manera (XXI, n. 114, 2012):
El inciso 2° distribución la carga de la prueba. Así las cosas, se sustituye la regla según la cual le corresponde probar a la parte que “le resulte más fácil probar determinados hechos” por la
regla según la cual le corresponde probar “a la parte que se encuentre en una situación más favorable para aportar las evidencias o esclarecer los hechos controvertidos”.
Asimismo, el inciso 2° establece de manera no taxativa las situaciones de hecho en las cuales se considera que una parte está “en mejor posición para probar”, a saber: “en virtud de su cercanía
con el material probatorio, por tener en su poder el objeto de prueba, por circunstancias técnicas especiales, por haber intervenido directamente en los hechos que dieron lugar al litigio, o
por estado de indefensión o circunstancias de incapacidad en la cual se encuentre la contraparte”.
Este cambio se justificó de la siguiente manera (XXI, n. 261, 2012):
(c)
En el inciso 2° se aclara que la distribución de la carga de la prue- y se amplía el momento en el que se puede tomar esta decisión a cualquier oportunidad antes de fallar, la distribución de
la carga de la prueba sólo se hacen evidentes en el curso del proceso, y no puede decirse de antemano.
Se incluye un inciso 3° en el que se expresa que cuando el juez tome la decisión de distribuir la carga de la prueba entre las partes, otorgará el término par aportar o solicitar la respectiva
prueba, que se some- terá a la contradicción de la contraparte. La decisión así adoptada es susceptible de recurso de reposición. Esta regla busca preservar el derecho de defensa de la parte
a la que se asigna la carga de probar el hecho y evitar que en la sentencia se haga un reproche a la parte, que puede resultarle sorpresivo. Así la distribución de la carga tiene que ser una
decisión previa a la práctica de las pruebas, y por ello se dispone que sea susceptible de recursos por parte de la (...).
Reflexiones en torno al funcionamiento de la carga dinámica de la prueba en el Código General del Proceso
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Se resaltan dos de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia: SC9193-17 y SC21828-
17. Por su parte, la Corte Constitucional se ocupó de analizar en la sentencia C-086 de 2016 la
constitucionalidad del carácter facultativo de la aplicación carga dinámica de la prueba; en sede de
resolución de casos particulares, se destaca la T-615 de 2019.
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A consideración del autor (2017), esta es “una interpretación ‘moderada’, por cuando entiende que
el juez no modula, ‘manipula’ la CP en el sentido de imponerla a una parte interesarse por probar
un supuesto de hecho que no es de su interés, ni de variar la regla de juicio sino está probado el
supuesto de hecho, sino que apenas le autoriza para exigirle a cualquier de las partes que participe
activamente en la producción de un medio de prueba (y no en entregar un resultado probatorio) sin
que ésta puedan excusarse en que a ella no le corresponde dicha carga de la prueba, para no cumplirlo
(p.402).
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CONCLUSIONES
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REFERENCIAS
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
RESUMEN:
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Jessica Tatiana Jiménez-Escalante
INTRODUCCIÓN
1
Puede verse, por ejemplo, como las transacciones con bitcoins de forma más reciente, han empezado
a tomar enorme fuerza en el mundo, respecto de las cuales no pocos han sido los debates del derecho
comercial y procesal frente a su regulación (Cárdenas Caycedo, 2016).
2
Como lo señala Daniel Peña Valenzuela, la red global es a la vez medio de comunicación y plataforma
de negocios, las empresas tradicionales han encontrado en internet un novedoso medio de distribución
y mercadeo de productos y servicios, pues este se ha convertido en una herramienta para mejorar
el servicio al cliente y lograr un mayor interactividad entre las empresas y los consumidores (Peña
Valenzuela, 2007, págs. 80-81).
342
Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
3
En este sentido, ya desde inicios del presente siglo, la Corte Constitucional advertía que “Los
avances de la humanidad en los campos científico y tecnológico siempre han planteado retos al
derecho. El desarrollo de nuevas técnicas de producción y el desenvolvimiento de complejas formas
de comunicación, por citar tan sólo dos ejemplos, tienen efectos directos en la estructura política
y económica de la sociedad, que, de acuerdo con su grado de incidencia en el tráfico jurídico, en
la distribución de bienes y servicios escasos y en el ejercicio de los derechos fundamentales de las
personas, demandan diferentes respuestas del ordenamiento jurídico” (Sentencia C-1147, 2001)
4
Al respecto, la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, ha señalado que el impacto
en los derechos subjetivos de los ciudadanos se genera y aumenta en la medida de que el uso de
las plataformas digitales es “una actividad universal, descentralizada, abierta, sin horarios, con
vigilancias tenues o inexistentes, donde prevalece la libertad de expresión frente a cualquier censura”
(Sentencia SC5238, 2019).
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Jessica Tatiana Jiménez-Escalante
5
Indica el señor JWFC que se trata de una publicación falsa porque ni él ni su empresa habían estafado
a nadie, ni se encontraban investigaciones en curso por tales hechos, ni dentro de los dos años que
transcurrieron hasta el momento de la presentación de la acción desde la publicación del blog, se
registró ningún comentario sobre los hechos allí expuestos de forma anónima (Sentencia SU-419,
2019).
6
Las siglas “MC” corresponden a las designadas por la Corte Constitucional para referir la empresa de
propiedad del accionante, esto claramente, buscando evitar nuevos daños a partir de la divulgación
de la información que permita identificar al accionante y su actividad económica.
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
Problema jurídico
¿Cuál es la protección con que cuentan en Colombia las víctimas de
daños extracontractuales causados en medios digitales para hacer efectiva
la reparación de los perjuicios sufridos por estos daños?
7
Sobre el concepto de responsabilidad tanto en su régimen contractual como extracontractual, puede
consultarse: (Guerra Moreno & Clavijo Cáceres, 2015).
345
Jessica Tatiana Jiménez-Escalante
8
Sobre los elementos estructurales o axiológicos para la configuración de responsabilidad civil
extracontractual, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia ha decantado como elementos
esenciales al daño y la relación de causalidad. Al respecto pueden consultarse: (Sentencia SC0002,
2018); (Sentencia SC4901, 2019); (Sentencia SC780, 2020).
346
Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
9
Este derecho ha sido definido por la Corte Constitucional como “la comunicación de informaciones,
entendidas como datos que describen una situación con sustento empírico, no constituyendo una
mera opinión” (Sentencia T-022, 2017).
10
La libertad de opinión se entiende “… como libertad de expresión en sentido estricto, la cual implica
básicamente la posibilidad de poder difundir o divulgar, a través de cualquier medio de comunicación,
las propias ideas, opiniones y pensamientos” (Sentencia T-117, 2018).
347
Jessica Tatiana Jiménez-Escalante
Sobre este punto, cabe destacar el Auto 258 del 9 de mayo de 2018, a través del cual se declaró la
11
nulidad de la Sentencia T-063A de 2017, que decidió el caso referido en la introducción del presente
documento en tutela presentada por un ciudadano contra Google LLC y Google Colombia Ltda.
y en el que se aduce como motivo de anulación que: “el hecho de obligar a Google al monitoreo
y filtrado de información que publican los usuarios de Blogger, es una forma de censura, mucho
más cuando se hace como lo pretende la Corte, sin autorización o mandato judicial. La intención
difamatoria o calumniosa de cierto contenido no se genera de forma manifiesta del solo análisis
de un texto por un tercero (en este caso Google), determinación de la ilegalidad que requiere del
análisis de circunstancias que no surgen de la mera lectura del contenido y de la ponderación de los
derechos que pudieren estar en pugna, como el derecho a expresar una opinión sin censura previa
y el derecho al honor” (Auto 258, 2018).
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
12
Al respecto es necesario recordar que, el ejercicio del test de proporcionalidad puede realizarse en
tres intensidades, débil, intermedio y estricto, el primero de estos se aplica cuando el juicio está dirigido
a verificar que la actividad legislativa se ejerza dentro del marco de razonabilidad y que, por ende, no
se adopten decisiones arbitrarias o caprichosas; el segundo, ordena que el fin sea constitucionalmente
importante, que el medio para lograrlo sea efectivamente conducente y que la medida no sea eviden-
temente desproporcionada; y el tercero, evalúa si el fin perseguido por la norma es imperioso, si el
medio escogido, además de ser efectivamente conducente, es necesario y si los beneficios de adoptar
la medida exceden o no las restricciones impuestas sobre otros valores o principios constitucionales,
esto es, si la medida es proporcional en sentido estricto.
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Derecho que hace parte integral de la dignidad humana (Sentencia SU-419, 2019).
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
Sobre este punto, señala la Corte Constitucional en esta oportunidad que, el derecho al buen nombre,
14
cobija tanto a las personas naturales como a las jurídicas, protección que se determina a partir del
desarrollo del núcleo esencial del artículo 15 de la Constitución Política frente a expresiones ofensivas
e injuriosas que puedan levantarse contra estos sujetos. Se trata, como lo indica esta Corporación, del
denominado “Good Will” del derecho anglosajón, el cual como derecho al buen nombre de la persona
jurídica puede ser estimado pecuniariamente (Sentencia T-412, 1992).
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Jessica Tatiana Jiménez-Escalante
web” (Proyecto de Ley 179, 2018) y que imponía el deber a los proveedores
de servicios y herramientas que permitan la publicación de contenido en
internet con operación en Colombia, recibir las denuncias y reportes de los
usuarios víctimas de publicaciones abusivas y tomar inmediatas acciones para
impedir la difusión de las publicaciones denunciadas; así como el ejercicio
de funciones sancionatorias por parte del Ministerio de Tecnologías de la
Información y las Comunicaciones a los proveedores que incumplieran
con tales disposiciones. Este proyecto fue objeto de múltiples críticas por
constituir una posible forma de censura previa, con lo que terminó siendo
archivado el 3 de abril de 2019.
En el mes de agosto de 2019, se presentó un nuevo proyecto de ley, el
No. 176 que según se expone en su texto, pretende “establecer parámetros
y procedimientos generales del uso de las redes sociales en internet que
permitan proteger a los usuarios frente a conductas lesivas o potencialmente
peligrosas resultado de la extralimitación o uso inadecuado de las redes
sociales virtuales” (Proyecto de Ley 176, 2019), imponiendo, entre otras,
una serie de deberes a los usuarios de las redes, proponiendo la “Cátedra de
Media Social” que deberá impartirse en todos los colegios del país y san-
ciones administrativas por parte del Ministerio de las TIC a los usuarios o
administradores, que van desde la imposición de multas de hasta cien (100)
salarios mínimos legales mensuales vigentes hasta la cancelación o suspen-
sión de la página web o el perfil (Proyecto de Ley 176, 2019).
De igual forma, en el mes de febrero del año 2019, se convocó por la
Corte Constitucional a audiencia pública sobre la libertad de expresión en el
uso de las redes sociales, en la que intervino en calidad de representante del
Centro de Estudios Jurídicos y Sociales –Dejusticia–, Vivian Newman Pont,
quien se refirió puntualmente a la necesidad de determinar las relaciones
jurídicas entre los sujetos que interactúan en las redes, con la finalidad
de identificar los roles en los que se enmarca la situación problémica; así,
considera Newman Pont que existen dos tipos de roles, uno activo generado
entre la plataforma y el usuario (que en términos de responsabilidad como
se ha señalado, corresponde a una relación de tipo contractual) y uno
pasivo que corresponde a la relación usuario-usuario (la cual, como se ha
dicho previamente, se enmarca en un contexto de relación extracontractual)
(Newman Pont, 2019).
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
15
Entiendo el anonimato como un elemento del derecho a la libertad de expresión que permite incluso
hacer extensiva esta posibilidad al uso de herramientas como la encriptación y que surgió como una
necesidad de contrarrestar el uso invasivo de algunas compañías e incluso gobiernos dentro de la
web, sobre la información de los usuarios (Martínez Gallardo, 2011).
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como hoy impera era casi impensable para aquel momento. Por esto, también
para la protección constitucional de los derechos fundamentales que se con-
creta a través de la acción de tutela, los conflictos originados en la red han
representado un verdadero reto, en el que la discusión y la incertidumbre, ha
dominado en muchos casos tal escenario; sin embargo, de forma paulatina
se ha ido construyendo una línea jurisprudencial cada vez más sólida en
torno a los elementos de carácter procesal y sustancial que deberán tenerse
en cuenta para resolver los conflictos que sobre esta materia se susciten a
través de esta acción constitucional.
En el capítulo anterior, se abordaron los elementos de tipo sustancial
(principalmente definidos por la Corte Constitucional) para la configuración
de la responsabilidad por estos hechos, corresponde ahora señalar cuál es el
contenido procesal de las subreglas establecidas por la Corte Constitucional
para la procedencia de la acción de tutela cuando con esta se pretende la
protección de los derechos a la intimidad, el buen nombre, la dignidad y
la honra, que se alegan como conculcados por causa de publicaciones en
páginas web o redes sociales. Para ello, luego del análisis de la jurisprudencia
constitucional sobre este punto de derecho, se han identificado tres grandes
variables: i) Los criterios para la procedencia de la acción de tutela; ii) las
medidas cautelares; y iii) las ordenes emitidas por el juez constitucional para
la protección de los derechos reclamados.
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
el caso concreto se presentan las condiciones necesarias para que este sea el
mecanismo idóneo para la protección de los derechos.
En ese sentido, en el asunto bajo estudio, ha señalado esta Corporación
que la tutela resulta procedente cuando el afectado se encuentra en estado de
indefensión (de acuerdo con lo previsto en el numeral 9° del artículo 42 del
Decreto 2591 de 1991). Sin embargo, frente a esta variable de procedencia,
pese a haber sido sentado el anterior criterio, presenta diversas justificaciones
que obedecen al contenido propio del caso que se resolvía en cada una de las
sentencias analizadas, entre las que se encuentran:
i) Se configura la indefensión cuando la circulación de la información
se da a través de medios que producen un alto impacto social que
trasciende la esfera privada de quienes se ven involucrados (Sen-
tencia T-050, 2016), consideración que por sí misma permitiría en
principio, que cualquier afectación a algún derecho generado en
la red social pueda ser objeto de protección constitucional, en la
medida de que precisamente, la naturaleza misma de la red es la
difusión de la información o al menos la potencialidad de difusión
de la misma a cualquier persona en el mundo.
ii) Cuando la persona afectada carece de medios físicos o jurídicos
de defensa o estos resultan insuficientes para resistir o repeler la
vulneración o amenaza de su derecho fundamental (Sentencia
T-243, 2018), lo que se traduce en un criterio de subsidiariedad de
la acción.
iii) Esta situación se evidencia cuando se realizan publicaciones que
afectan los derechos a la honra o el buen nombre a través de las
distintas redes sociales sobre las que el demandante o afectado no
tiene la posibilidad de denunciar al interior de la plataforma por
conculcar las normas de la comunidad (Sentencia SU-419, 2019).
Este criterio es similar al anterior, aunque se resalta por el particu-
lar pronunciamiento que realiza sobre la posibilidad de denuncia
o reporte de estas situaciones al interior de la red (especialmente
si se trata de redes sociales).
En suma, el requisito de procedencia de la acción de tutela contra
particulares por daños ocasionados en medios digitales, exige que la víctima
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En este asunto los hechos que dieron lugar a la acción de tutela se sintetizan en lo siguiente: En
el año 0215, la Sociedad de Autores y Compositores de Colombia (Sayco) dispuso la cesación
de la calidad de socio al señor RGRB, quien luego de esta decisión, en distintas oportunidades
empezó a publicar en sus cuentas de Facebook y YouTube, mensajes en los que señala al señor
RMM (miembro del Consejo Directivo de Sayco) como “ratero”, “mafioso” y “corrupto”, entre
otros calificativos, por lo que RMM acudió a la acción de tutela solicitando que se ordene a RGRB
retirar todo el material (videos, estados, comentarios, fotos, etc.) que contenga información expresa
o tácita que, por ser injuriosa, calumniosa y deshonrosa, vulneren los derechos fundamentales al
buen nombre, la dignidad y la intimidad (Sentencia SU-419, 2019).
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
A la que puede sumarse una cuarta variable, que consiste en las órdenes emitidas para que el
17
accionado se abstenga de incurrir en nuevas conductas que afecten este tipo de derechos contra el
accionante, so pena de que este último pueda iniciar como incidente el desacato contemplado en el
artículo 52 del Decreto 2591 de 1991 (Sentencia SU-419, 2019).
18
En este asunto los hechos que dieron lugar a la acción de tutela se sintetizan en lo siguiente: La
accionante fue vinculada a un proceso penal que se adelantaba contra una red de trata de personas,
del cual fue exonerada. La casa editorial accionada publicó para el momento en que se inició el
proceso dicha situación, noticia que aún se encontraba publicada en internet sin que se advirtiera
que había prescrito la acción penal a su favor, situación que le generaba a ella y su familia,
dificultades para el desarrollo de sus actividades diarias, trámites ante entidades financieras y la
búsqueda de empleo. La accionante presentó derecho de petición sobre este asunto a la empresa
accionada sin obtener respuesta alguna, por lo que decide acudir a la acción de tutela (Sentencia
T-277, 2015).
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19
Esta figura, propia del proceso penal, que trae como consecuencia que se desintegre el delito,
“precisamente porque en la calumnia es esencial la falsedad del hecho concreto imputado; y en
tratándose de la injuria, la exceptio veritatis excluye la ilicitud o antijuridicidad del acto y equivale,
en consecuencia, a una causal de justificación” (Sentencia C-417, 2009), ha sido admitida por la
jurisprudencia constitucional en estos casos.
20
Mecanismo que no puede confundirse con el derecho a réplica que puede ejercer el lesionado
cuando asume su defensa controvirtiendo las afirmaciones difundidas, pues esta no goza de la
misma estirpe constitucional que el derecho a la rectificación en condiciones de equidad (Sentencia
T-040, 2013).
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mantenerse en privado. Por lo tanto, el único medio eficaz a través del cual
el juez puede hacer efectiva la protección directa e inmediata del derecho
a la intimidad, de acuerdo con la obligación que le impone el artículo 15
Superior, es a través de la condena in abstracto de los perjuicios morales
causados por la difusión de la información (Subrayado fuera del texto)
(Sentencia T-036, 2002)21.
del perjuicio moral, puede consultarse: (Yáñez Meza D. A., 2015, págs. 1136-1137).
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22
Aunque excepcionalmente pueda pretenderse la responsabilidad del Estado a través del medio
de control de reparación directa, como ocurrió en el caso de José Ramiro Gerena Villamil y sus
familiares, quienes demandaron la responsabilidad del Estado por los hechos ocurridos el 4 de
diciembre de 2001, cuando este se desempeñaba como conductor del director de la Revista Semana
y su fotografía fue utilizada para ilustrar un artículo relacionado con las Cooperativas de Seguridad
y posteriormente para las publicaciones emitidas por orden del Gobierno Nacional a través de los
canales de televisión Canal Uno, Canal A y Señal Colombia, en horario triple A, a través de la cual se
ofrecía una recompensa de mil millones de pesos por la captura del jefe paramilitar Carlos Castaño
(Sentencia 32422, 2015).
23
Vía judicial que se habilitaría en caso de que los afectados por la publicación divulgada en la red
cumplan con las condiciones previstas en la Ley 472 de 1998, esto es, que se trate de un asunto
interpuesto por un número plural o conjunto de personas que reúnan condiciones uniformes respecto
de una misma causa que originó perjuicios individuales para estas (Ley 472, 1998) y que, en tratándose
de daños ocasionados en medios digitales se referirá a aquel conjunto de personas que producto de
una misma publicación o serie de publicaciones, hayan visto afectados sus derechos con ocasión de
la información allí divulgada.
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Correspondiendo al demandante “para el éxito de la pretensión resarcitoria la aducción y prueba
de los siguientes elementos: (i) la publicación, divulgación o circulación del material sensible,
difamatorio o inexacto; (ii) que concierna o verse sobre el demandante; y (iii) que haya destino o
acceso a una tercera persona. Además, se exige, con la misma finalidad, la demostración de (iv) la
responsabilidad con culpa probada, esto es, la falta de diligencia o cuidado para tomar las medidas
de protección previas o posteriores a la difusión de contenidos gravosos a la honra o el honor del
afectado; y (v) los perjuicios efectivamente causados. Es decir, deben probarse los elementos axio-
lógicos de la responsabilidad” (Sentencia SC5238, 2019).
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
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Aunque no puede perderse de vista el carácter subsidiario propio de esta acción constitucional.
26
A lo que habrá de agregarse que el Código General del Proceso que lo regula, estableció “un plazo
razonable para la decisión de la controversia, que pretende contribuir a la solución de un problema
neurálgico del proceso, que por años ha generado una justicia lenta y en consecuencia, poco efectiva”
(Sanabria Villamizar & Jiménez Escalante, 2018, pág. 73).
Siempre que se cumpla con los requisitos dispuestos para la prosperidad de estas medidas: i) La
27
legitimación e interés para actuar, ii) la existencia de amenaza o vulneración del derecho, iii)
apariencia de buen derecho, iv) necesidad, v) efectividad y vi) proporcionalidad de la medida (art.
590) (Ley 1564, 2012).
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Esto, en la medida de que, como ha sido sentado por la jurisprudencia constitucional, para la
prosperidad del amparo de los derechos en sede de tutela, el accionante deberá probar los hechos por
este afirmados siquiera sumariamente, en otras palabras, “un juez no puede conceder una tutela si
en el respectivo proceso no existe prueba, al menos sumaria, de la violación concreta de un derecho
fundamental” (Sentencia T-571, 2015). Al respecto también puede consultarse, entre otras: (Sentencia
T-702, 2000).
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Esto por cuanto, en el asunto referido, el criterio expuesto corresponde a un argumento de obiter
dicta, por no haber sido la razón que fundo la decisión en el caso bajo estudio, que terminó por
desestimar los cargos del recurso extraordinario interpuesto.
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Como la Unión Europea, en la que desde ya hace varios años se ha regulado este derecho y que
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31
Esto ocurrió en el caso decidido inicialmente en Sentencia T-063A de 2017 (Sentencia T-063A, 2017)
y posteriormente en la Sentencia de Unificación 419 de 2019 (Sentencia SU-419, 2019) en la que se
identifica con el expediente No. T-5.771.452, donde con ocasión de las publicaciones difamatorias
realizadas contra el accionante y su establecimiento de comercio, le fueron generadas pérdidas
económicas.
32
Como se alegó en el caso decidido en Sentencia T-277 de 2015 (Sentencia T-277, 2015).
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CONCLUSIONES
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de las ordenes de rectificación y retracto de cara a evitar que las mismas sea
un foco de revictimización?
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Jessica Tatiana Jiménez-Escalante
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Reparación por daños extracontractuales causados en medios digitales en Colombia
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Esta obra se terminó de imprimir en 2020
en los Talleres Gráficos de
Grupo Editorial Ibañez S.A.S.
Cra. 69 Bis núm. 36-20 Sur
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