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MÈXICO, 1957
ESCUELA NACIONAL DE CIENCIAS POLÌTICAS Y SOCIALES
INDICE…
LA DOCTRINA MONROE
SU NACIMIENTO
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declarar enfáticamente que todos los postulados internacionales enumerados, que
con tanto entusiasmo y decidido apoyo popular han sostenido y sostienen
tratadistas norteamericanos.
(…)
ORIGEN DE LA DOCTRINA
PRECURSORES DE MONROE
John Adams. Tratado de 1778
Al efecto decía:
“Europa tiene un conjunto de intereses elementales, sin relación con los nuestros
o muy remotamente ligados a ellos. De aquí que se vea frecuentemente
mezcladas en controversias, cuyas causas son del todo extrañas a nuestra
empresas. Será poco acuerdo, por nuestra parte, unirnos con ligas artificiales en
las vicisitudes ordinarias de su política o con las combinaciones y pugnas
ordinarias de sus amistades o enemistades.
“Nuestra separación y distancia nos invitan a seguir otro camino. ¿Para qué perder
las ventajas de una situación tan peculiar? ¿Para qué abandonar nuestro propio
terreno y acudir a uno que es extraño? ¿Para qué enlazar nuestros destinos con
los de alguna parte de Europa, poniendo nuestra paz y prosperidad a merced de la
ambición, rivalidad, interés, disposición o capricho de Europa?
“Las palabras de Monroe fueron palabras nada màs. Todo debe ser
decidido de acuerdo con las circunstancias que hagan lo que sea màs
conveniente.
Que declaren la guerra (los Estados Unidos), cuando sea necesario; que
emprendan negociaciones cuando con ellas obtengan los fines que persiguen; que
le hagan modificaciones; en resumen, que obren de acuerdo con lo que su criterio
acerca de los intereses políticos del país, pueda aconsejarles, sin embrollarse en
fórmulas que podrían ser usadas contra ustedes.”
(…)
(…)
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“Pero, ¿llenaría siquiera este fin una declaración del actual presidente de
los EUA defendiendo la significación, el alcance y la misión de la Doctrina
Monroe? Juzgamos que no. Tal declaración sería poco menos inútil.
“El Presidente no tiene autoridad para interpretar o definir la Doctrina,
aunque, por un curioso contraste, tiene la màs amplia y absoluta autoridad para
aplicarla en cualquiera circunstancias según su leal saber y entender. La definición
que el presidente hiciera la doctrina no fijaría de ninguna manera su significación
en el sentido de que por ella se guiara èl mismo o en el futuro se guiaran sus
sucesores en los casos prácticos de aplicación de la Doctrina. La definición que le
dé la doctrina hiciera el presidente Wilson podría ser muy olvidada o violada por èl
mismo si los hechos y las circunstancias impusieran una aplicación convencional
de la Doctrina según los intereses de los EU; y los futuros presidentes no veían en
la definición que ahora hiciera dicho presidente nada absolutamente que los
obligara a tomarla en cuenta y a seguirla o regirse por ella en casos que
demandaran la aplicación de la Doctrina. (…)
“Sòlo un acto de Congreso podría establecer de una manera permanente la
significación de la Doctrina; pero el Congreso ha rehusado hasta ahora hacer esto,
y si lo hiciera coartaría la libertad del presidente, a quien la Constituciòn confiere a
la dirección de los asuntos internacionales de la nación. Esta dirección envuelve la
política exterior del país y es sabido que la doctrina Monroe, en definitiva, no
es sino una política.
“En realidad, la Doctrina Monroe no es interpretable. (…)
La Doctrina Monroe se inspiró en el derecho de los Estados Unidos a la
existencia. Fue un acto de defensa propia ejecutado bajo las màs serias y más
ciertas amenazas y sugerido en parte por otra nación que en la propia Europa
reconocía en las conveniencias de su política la necesidad de combatir y suprimir
estas amenazas.
“Los Estados Unidos comprendieron entonces que su seguridad
nacional era inseparable de la seguridad nacional de los nuevos Estados
americanos, objeto directo de la amenazas que entonces se levantaba Europa
contra la independencia y la libertad del Nuevo Mundo, y fue por esto por lo que el
mensaje de 1823 declaró que los Estados Unidos considerarían cualquier tentativa
de parte de los Gobiernos europeos para extender su sistema a cualquier porción
de hemisferio, ‘como peligrosa para nuestra paz y seguridad’; y fue por la misma
suprema razón que el propio mensaje declaró que los Estados Unidos mirarían
toda interposición europea con el propósito de oprimir o controlar a las naciones
americanas que habían declarado si independencia, ‘como toda manifestación de
una disposición de enemistad hacia los Estados Unidos’. La preservación de las
naciones latinoamericanas, en su independencia, en su soberanía, en su
integridad, como esencial a la paz y la seguridad de los Estados Unidos, fue y es
el objeto de la Doctrina Monroe.
“En el curso del tiempo los Estados Unidos se convirtieron en una gran
potencia y desarrollaron la política de todas las grandes potencias, el imperialismo.
La amenaza europea respecto a otras naciones americanas comprendidas
inevitablemente en la protección de la Doctrina Monroe, cambió de sitio y se situó
desde entonces en el Norte de Amèrica. La política de los EUA consistió ahora en
su propia expansión hacia Sur y en el mantenimiento de la Doctrina Monroe no
sòlo en sus dos puntos originales, no colonización, no intervención en Amèrica,
sino en la prohibición de todas las formas de ingerencia europea en las
cuestiones americanas. Una de las consecuencias históricas de esta política es la
paz de Ancon, que puso término a la guerra del pacífico con la mutilación y la
subyugación de dos naciones suramericanas. Lo que ha hecho que la Doctrina
Monroe se interpretable y cuestionable, es la política que en ella se fundó
posteriormente.
“La Liga de las Naciones Unidas fue concebida para cerrar el ciclo del
imperialismo en el mundo e inaugurar en de la justicia y el derecho. Lo que los
Estados Unidos proclamaron en su propio interés en 1823, es decir, la
preservación de las naciones americanas que habían alcanzado su
independencia, lo proclama la Liga de las Naciones Unidas para todas las
naciones del mundo en interés de la paz universal y de la felicidad del género
humano.
(…)
(…)
DOCTRINA DRAGO
(…)
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Garcìa Moràn, ministro plenipetenciario argentino ante el gobierno de los Estados Unidos.
Si los nacionales de un país están sujetos a sus leyes y cuando tienen algo
que reclamar no tienen otra manera de impetrar justicia que acudir a los tribunales
competentes, fundándose en las leyes vigentes de su país (…).
(…)
3º. Daños causados en guerras civiles.
En un principio general aceptando en Derecho Internacional, que los
gobiernos no son responsables por los daños que causen lo extranjeros radicados
en su territorio las guerras civiles. Sin embargo, si los tratadistas están conformes
con tan justo y equitativo criterio, no lo han estado las grandes naciones,
especialmente Estados Unidos, cuando se ha tratado de reclamar daños y
perjuicios por cuidadanos norteamericanos en los frecuentes motines, cuartelazos
y revoluciones que han sido el mal de muchas de las repùblicas hispanoamericas,
que pugnan precisamente por el restablecimiento sólido de sus instituciones
republicanas y por la conquista de sus libertades; que han padecido el doloroso
trance inevitable de guerras civiles.
(…)
LA OPORTUNIDAD DE LA DOCTRINA
La doctrina Drago fue una gran oportunidad, no sòlo desde el punto de vista
político, sino desde el punto de los principios del Derecho Internacional.
Como hemos dicho, las intenciones de Drago no alcanzaban en un principio
a fijar nueva norma jurídica que incorporar al Derecho de Gentes; sino, por la
solidaridad americana, crear una defesa en favor de los países débiles del
continente, contra Europa.