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A
unque el tema parece antiguo y más pro- Sea Villalón o sea Quirós el autor, este resulta
pio de épocas plagadas de romanticismo y ser un íntimo conocedor de la cotidianidad oto-
orientalismo, no lo es. Hace pocos años nos mana. Comienza indicando, a través del diálogo
enteramos de que el rey-sultán de Marrue- entre el protagonista Pedro de Urdemalas, Mata
cos, Mohammed VI, al poco de subir al trono en 1999 y Juan, la poca consideración que tienen los tur-
había disuelto el harén de su padre, Hassan II, un gi- cos de las mujeres: «Que no estiman las mujeres
neceo, según los rumores, de trescientas mujeres, ni hacen más caso dellas que de los asadores, cu-
definitivamente cerrado en 2002. Se trataba de un chares y cazos que tienen colgados en la espetera;
secreto bien guardado en el majzén, estructura cor- en ninguna cosa tienen voto, ni admiten consejo
tesana del poder que lo vertebra desde hace siglos suyo» (Villalón, 1965, p. 232). Una vez descartada
en Marruecos. Miraremos hacia el harén como una su participación directa en el poder, la única vía
estructura de poder a través de varios viajeros, viaje- que les quedaría a las mujeres turcas para ejercer
ros pintores y autoras que atraviesan los siglos mo- su influencia sería la seducción: «La soltana que yo
dernos y contemporáneos, desde el medio galeno curé, que esta tiene hechizado al Gran Turco y hace
Cristóbal de Villalón en el siglo XVI o conocidos pin- lo que le manda; pero las otras, aunque sean muje-
tores orientalistas como Ingres, Gerôme o Delacroix, res del Gran Turco, no tienen nada que rogar, pues
en el XIX, hasta escritoras o ensayistas como Lady no se tiene de hacer» (Villalón, 1965, p. 233). En
Montagu, Amélie Léra, Germaine Tillion y Fatima otro momento Mata le pregunta a Pedro si son ce-
HARÉN Y PODER Mernissi, en una Modernidad que arranca a finales
del siglo XVII y llega hasta el presente poscolonial.
losos los turcos, a lo que este contesta: «La más ce-
losa gente de cuanta hay, y con gran razón, porque
Desde antes mismo de la conquista de Constan- como la mayor parte todos son bujarrones, ellas
Harem and power tinopla por los otomanos, en 1453, este pueblo de buscan su remedio». Tras entretenerse en detalles
procedencia asiática estaba connotado a los ojos de cómo son de «bujarrones» (homosexuales) los
de los europeos de lubricidad desde el momento muchachos y lo poco que les atraen las mujeres,
mismo en que se había asomado al Mediterráneo. pasa a comentar cómo se las apañan estas sin el
José Antonio González Alcantud El espía francés Bertrandon de la Broquère, que pe- concurso masculino: «Los jueves, por ser víspera
netró en la Turquía anterior a la conquista referida, de la fiesta, van todas al baño, aunque sea invier-
Universidad de Granada (España) entre 1432 y 1433, sostenía que, tras la bebida, el si- no, y allí se bañan, y de camino hace una lo que
guiente vicio de los otomanos era la afición sin freno quiere, pues no es conoscida, buscando su aven-
a las mujeres, amén de a los jóvenes imberbes, con tura; en esto exceden los señores y muy ricos a los
El lugar común del harén concebido como encierro The common place of the harem conceived as a con- quienes practicaban la sodomía: «El más grande de otros, que tienen dentro de casa sus baños, y no
de mujeres al servicio del Uno, vigiladas por los eunu- finement of women in the service of the One, wat- los placeres son sus mujeres y muchachos sodomi- tienen a qué salir en todo el año» (Villalón, 1965, p.
cos, fue una figuración y una realidad de la época clá- ched over by the eunuchs, was a figuration and a rea- tas. [El Turco] tiene trescientas mujeres o más, y, de 234). Completa el cuadro diciendo que en uno de
sica del orientalismo, sobre todo entre los siglos XVII lity of the classical period of Orientalism, especially in otra parte, veinticinco o treinta muchachos que están esta especie de «conventos» —así llama a los hare-
y XIX, adjudicado al mundo otomano, pero extensi- the 17th to 19th centuries, attributed to the Ottoman con más frecuencia que sus mujeres con él; cuando nes— su amo Zinan Bajá «tenía sesenta y tres muje-
ble a todo el universo islámico. El serrallo, sin embar- world, but extended to the entire Islamic universe. son adultos, les hace grandes regalos y les concede res». E ironiza: «Mirad si hay monasterio con más
go, también era un lugar de estrictas jerarquías, com- The seraglio, however, was also a place of strict hie- señoríos» (La Broquère, 2010, p. 163). La fama bien monjas».
plicidades e intrigas que influían en la conformación rarchies, complicities and intrigues that influenced ganada de «bujarrones» y celosos guardadores del Como la palabra «harén» provendría etimoló-
del poder. En época colonial la imaginación orientali- the shaping of power. In colonial times the orienta- honor de sus mujeres quedó enraizada en las menta- gicamente de «haram», palabra árabe para desig-
zante se satisfizo en los numerosos prostíbulos de las lizing imagination was satisfied in the many brothels lidades para siempre. nar prohibido, este por principio sería un espacio
colonias. Su influencia en el entorno del poder llega of the colonies. His influence in the environment of El Viaje a Turquía, aunque anónimo, fue adjudi- vetado a los extranjeros del género masculino, lo
hasta el día de hoy, cuando uno de los últimos serra- power reaches today, when one of the last seraglio, cado a finales del siglo XIX por el catedrático zara- que unido a su secretismo acrecentaría todo tipo
llos, el de Hassan II en Marruecos, ha sido disuelto. that of Hassan II in Morocco, has been dissolved. gozano Manuel Serrano y Sanz al conocido literato de fantasías varoniles sobre él. Lo cierto es que en
Cristóbal de Villalón, al encontrar similitudes con su el harén se desarrollaba una vida social controver-
Palabras clave Keywords obra mayor, El crotalón. «Nada se opone a que este tida que para unos sería serena, presidida por la
Harén, sultanato, eunucos, orientalismo, viajeros Harem sultanate, eunuchs, orientalism, travelers […] escribiese el Viaje de Turquía en 1557», sostiene complicidad entre mujeres, niños y eunucos, y para
aún en 1942, en base a los avances de Serrano, su otros se presentaba tormentosa, presidida por la
prologuista en la popular colección Austral (Villalón, figura de poseedor masculino del harén, vigilante
1965, pp. 10-11). Hoy día, sin embargo, se adjudica de un universo donde imperan los celos y en me-
a otras autorías, como al médico llamado Bernardo nor medida la honra femenina que hay que vigilar
de Quirós, que sufrió prisión en Constantinopla, que estrechamente.
ejerció la medicina en su corte y que también llegó Entramos de mano de nuestros autores del XVI
a ser protomédico de Felipe II (García, 2015). Sea en el interior del harén, que responde perfecta-
quien fuere el autor, para nuestro fin, comprender el mente a toda la imaginación estereotípica que po-
harén, el diálogo sobre las mujeres del Viaje a Tur- damos imaginar y que asociamos al despotismo
quía merece ser tenido en consideración como una oriental, donde el Uno, el amo, se impone sobre la
fuente de primer orden. multiplicidad de mujeres y eunucos.
116 TSN nº11, enero-junio 2021. ISSN: 2530-8521 enero-junio 2021 117
Habéis de saber que los señores ni reyes no se ca- luego, en las varias veces que lo he visitado no he sa Usbek, tras abandonar su serrallo en Isfahán con Ahora bien, el tema del harén puede ser con-
san, porque no hay con quién, como no tengan li- podido despegarme mentalmente de una imagi- el fin de viajar a Europa, siente nacer en él los celos, templado solo como un exotismo poblado por
najes ni mayorazgos que se pierdan, sino compran nación estereotípica que une el encierro a una at- acrecentados por la distancia. «Habiendo vivido en las figuras fantasmáticas del deseo sexual: el Uno
alguna esclava que les parezca hermosa y duermen
mósfera entre lujuriosa y sombría, por no llamarla un vasto serrallo, siempre he ganado por la mano masculinizado, la pluralidad de los sexos, la ame-
con ella, o si no alguna que les empresentan, y si
sórdida (véanse imágenes 1 y 2). Así pues, toda lec- al amor, y le he destruido por sus propios deleites: naza de la castración, la crueldad en estado puro,
tiene hijos, aquella queda por su mujer, y hace jun-
tamente, cuando edifica casa para sí, otra apartada tura psicoanalítica de las sombras que se proyectan pero esta misma frialdad engendra los celos que etcétera. En realidad «el serrallo —como sostiene
si tiene posibilidad para ello, y si no un cuarto en en el espejo de «lo real» tiene como telón de fondo me consumen. Contemplo una caterva de mujeres Grosrichard— no es la representación de un régi-
la suya, sin ventana ninguna a la calle, con muchas el serrallo del palacio Topkapi, harén de los hare- abandonadas casi a sus propios antojos» (Montes- men político, sino una estructura de poder» ame-
cámaras como celdas de monjas, donde las mete nes, alfa y omega de la idea del despotismo orien- quieu, 1985, p. 31). En su ausencia, el jefe de los nazado permanentemente por un desorden que no
cuantas tenga, y aun si puede hacer una lengua de tal, paradigma del triunfo del Uno masculinizado eunucos del serrallo informa a Usbek, que está en es otro que la corrupción. Ese sistema político no es
su cerraje el de las mujeres es cosa de más majes- sobre la pluralidad de los sexos femeninos. París, del desorden reinante en aquel: «Tus mujeres otro que el despotismo oriental, organizado y es-
tad. Puede tener, según su ley, cuatro legítimas, y se han figurado que con tu ausencia tenían facul- tructurado en torno al deseo (Grosrichard, 1979, p.
esclavas compradas y empresentadas cuantas qui-
tad para todo, y están sucediendo cosas tan horro- 40), enfrentado al despotismo ilustrado occidental,
siere. (Villalón, 1965, p. 235).
rosas, que yo mismo tiemblo al contarte tan triste sujeto en apariencia a una lógica racional.
historia» (Montesquieu, 1985, p. 204). Y pasa a re- Estructurado el serrallo sobre el principio de
El párrafo anterior sugiere una jerarquía interna latar que una se descubrió el velo en la mezquita, los celos, será precisamente contrapesado por un
en el interior del harén presidida por las mujeres que otra fue sorprendida acostada con una escla- mundo, el del siglo XVIII, donde los salones de mu-
que tienen hijos del amo y además son legítimas va, que vieron a un joven en el jardín, etcétera. El jeres galantes, que alimentaban tertulias filosófi-
—hasta cuatro en la ley del Corán, como es sabido—. jefe de los eunucos, suprema autoridad del harén cas, literarias y musicales, disponiendo libremente
A partir de ahí, existe una jerarquía piramidal: «La en su ausencia, le pide a Usbek poder absoluto de sus cuerpos y deseos, se imponían. La obra de
mayor era la madre del hijo mayor, y todas estaban para restablecer el orden. Este le contesta otorgán- Denis Diderot Les bijoux indiscretes (1748), donde
debajo desta, como abadesa». Las comparaciones doselo, pues no habría nada peor ni más catastrófi- se produce literalmente un diálogo de los sexos fe-
con los conventos, y sus jerarquías internas, siguen co que el desorden y desenfreno. meninos, que se confiesan sus aventuras, es indica-
para hacer comprender al lector una singularidad tiva de la libertad de la que hacen gala las mujeres
no exenta de familiaridad con el mundo cristiano. Recibe con esta un poder absoluto en todo el se- del siglo de los salones ilustrados. Y este diálogo lo
Para vigilar este gineceo saca a relucir con de- rrallo; manda con las mismas facultades que yo ubica Diderot justo en medio del serrallo (Diderot,
talle el papel de los eunucos, llamados agas, que, propio; haz que te precedan el miedo y el terror; 2001). En el interior del harén se produce, pues,
corre de aposento en aposento, imponiendo penas
observando asimismo una estricta jerarquía entre una lucha entre la libertad y la esclavitud de los
y castigos; infunde en todo ese recinto la conster-
ellos, serían los encargados de vigilar el serrallo. Imagen 1. Interior del harén del palacio Topkapi, en Estambul.
nación; anégalo en llantos; haz pesquisas en todo
cuerpos y los deseos.
Todos los eunucos, fuesen negros o blancos, ten- (Foto: JAGA). Las óperas de W. A. Mozart son otro territorio,
el serrallo; empieza por los esclavos; no te deten-
drían de «la tripa cortado miembro» viril. Nada de ga mi amor; comparezca todo ante tu tremendo entre otros muchos, en el cual se presenta el serra-
extrañar, ya que en el mundo cristiano eran fre- tribunal; pon de manifiesto los más escondidos llo con todos sus lugares comunes concitados, pero
cuentes los capones o castrati, jóvenes reclutados secretos; purifica ese lugar infame, y haz tornar a con un toque de humor teatral y musical innegable
y castrados para ejercer el canto sobre todo en el la vida la virtud desterrada. (Montesquieu, 1985, que lo desdramatiza. Mozart tuvo un primer inten-
ámbito eclesial, entre otras cosas. pp. 204-205). to de ópera, que no llegó a terminar, cuya trama,
Como era médico o se hacía pasar por tal, Ur- bajo el nombre de Zaide, transcurre en el serrallo
demalas relata cómo era introducido en el harén, Tras una serie de peripecias que no vamos a otomano. Su asunto había sido tratado previamen-
superando todos los obstáculos aplicables al resto relatar, la primer mujer de Usbek le espeta agria- te por Voltaire en su obra teatral Zayde. La trama es
de los hombres, sobre todo cuando una pupila caía mente antes de morir en medio de la horrorosa sencilla: la joven europea Zaide se encuentra pri-
enferma. Privilegio que solo le estaba dado a él en venganza desatada en el harén por el viajero persa: sionera en el harén y se ha enamorado de un joven
calidad de galeno. «Sí, te he engañado, he cohechado a tus eunucos, cristiano igualmente prisionero del sultán Solimán.
me ha burlado de tus celos, y tu horroroso serrallo Un renegado al servicio de este protege su amor,
Habiendo yo de entrar en el cerraje de las muje- Imagen 2. Exterior del harén del palacio Topkapi, en Estambul. lo he sabido convertir en una mansión de gustos y pero el guardián del harén los sorprende y captu-
res a visitar, llamaba en la primera puerta de hierro (Foto: JAGA). contentos […]. ¿Cómo te presumías que fuese yo ra, si bien «Solimán concede entonces su gracia a
como los encantamientos de Amadís, y salíame a tan crédula que me creyese en el mundo solo para todos» (Stricker, 1991, p. 128). Más adelante, en El
responder el eunuco, y visto que yo era, mandába-
adorar tus antojos, y que pensara que mientras te rapto del serrallo (1782), Mozart vuelve a poner en
me esperar allí, y él iba a dar la nueva en la segunda
puerta, que el médico estaba allí. El segundo por-
No obstante, hoy se sabe que el autor del Viaje a entregabas tú a todos tus gustos, tenías facultad acción toda una trama burlesca y novelesca que
tero iba al tercero, que era el mayoral; este tomaba Turquía omitió la presencia de mujeres en el poder. para frustrar todos mis deseos?» (Montesquieu, transcurre en el harén, que «es una auténtica pri-
luego un bastón en las manos y a todas las mujeres Es el caso de Roxalana o Hürrem, la favorita de Soli- 1985, p. 212). Con ello se cierran las Cartas persas sión que encierra seres libres en otros tiempos y
hacía retirar a sus aposentos y que se escondiesen. mán, y posteriormente de la hija de esta Mihrimâh. montesquianas. El relato epistolar de Montesquieu donde el Basá es un auténtico amo» (Stricker, 1991,
(Villalón, 1965, p. 235). Ambas convirtieron el harén en el centro de las in- viene a confirmar que los «celos» estructuran las re- p. 207). Un cristiano, Belmonte, tiene a su novia,
trigas por el poder, alimentando con ello las imagi- laciones en el interior del serrallo. «El “espíritu del Konstanze, prisionera en el serrallo de Basá Selim.
Puede observarse que Villalón reproduce todos naciones occidentales de sumisión, pero no las de serrallo” comienza allá: consiste en una suerte de El criado del cristiano y la doncella de la cristiana
los lugares comunes sobre el harén o serrallo, que presencia de la mujer en el centro del poder mismo celos que sorprenden al sujeto masculino cuando también están presos y hacen el contrapunto gro-
quedarán establecidos durante siglos y que ali- (Sánchez, 2011). una tercera persona se aproxima, toma contacto o tesco de sus dueños, como hoy día en las popula-
mentará sobre todo el Harem-i-Hümayun del pala- El tema principal, el serrallo, será reiterativo en agrede total o parcialmente a la llamada ayla»; así res fiestas de moros y cristianos. El harén es vigila-
cio de los sultanes de Estambul, el Topkapi. Desde las Lettres Persanes de Montesquieu, donde el per- lo analiza Malek Chebel (Malek, 1995, p. 194). do por el guardián todopoderoso y feroz, como le