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Advertencia:
Considero necesario advertir que este es un documento preparado por el docente del
curso Derecho Procesal Constitucional, con la finalidad de orientar a los participantes
acerca de los principios técnicos más importantes relativos al proceso de amparo. El
documento es fragmento de otro documento de mayor extensión, el cual en su totalidad
se encuentra actualmente en proceso de revisión, actualización y ampliación por el
autor.
Es importante señalar también que todas las referencias bibliográficas que aparecen
en el texto, se encuentran igualmente en proceso de revisión y actualización. Su
utilización como documento docente en este momento, solo sirve al propósito
antedicho.
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casos establecidos en la ley, deben previamente agotarse los recursos ordinarios, judiciales
y administrativos, por cuyo medio se ventilan adecuadamente los asuntos de conformidad
con el principio del debido proceso". Establecido también en el inciso h) del artículo 10 de
la misma Ley de Amparo. La justicia constitucional no debe intervenir sino cuando el
afectado no tiene ya ningún otro medio legal de defensa, para que la autoridad o entidad
responsable le respete sus derechos garantizados en la Constitución o se le restituya en el
goce de los mismos.
La Corte de Constitucionalidad, a este respecto, ha considerado en reiterados fallos,
"Que de conformidad con lo dispuesto en el Artículo 19 de la Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de Constitucionalidad, en los asuntos del orden judicial es presupuesto obligado
para pedir amparo que el interesado agote previamente los recursos ordinarios procedentes
según el procedimiento en el que se ha venido discutiendo el asunto de que se trate, ya que
el amparo es un remedio subsidiario y extraordinario. Lo que la ley persigue con esta
exigencia es que el acto reclamado sea definitivo, es decir, que no quepa contra él ningún
recurso ordinario legalmente establecido, porque el postulante haya cumplido con la
exigencia legal de agotarlos previamente" (80)
Y de igual manera se ha considerado cuando el acto reclamado es de carácter
administrativo, así: "Que tal como lo ha sustentado esta Corte en fallos anteriores, para pedir
amparo en asuntos de materia administrativa es necesario que el interesado haya hecho uso
previamente de los procedimientos o recursos ordinarios que las leyes comunes establecen
porque existiendo tales procedimientos y recursos conforme a los cuales deben discutirse
tales asuntos, no es la vía de amparo en la que corresponde dilucidar los mismos en forma
directa" (81).
Conviene advertir; sin embargo, que el principio de definitividad tiene algunas
excepciones, verbigracia, cuando en un asunto de carácter judicial, que se ventila ante la
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y, en aras de preservar el imperio de tales derechos en los distintos órdenes de la vida social,
en su aspecto jurídico se determinó también que no hay ámbito que no sea susceptible de
amparo. Los constituyentes decretaron, sancionaron y promulgaron una ley específica que
incluye este instituto, en la cual regularon su ubicación y procedencia en los distintos ramos
del orden jurídico guatemalteco, a efecto de no convertirlo ni en obstáculo, ni en sustituto
de la tutela judicial ordinaria. En congruencia con las afirmaciones anteriores, la Ley de
Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, determina en el artículo 10 inciso h),
que procede el amparo en asuntos del orden judicial, sólo cuando habiendo hecho uso el
interesado de los recursos y procedimientos establecidos en la ley, subsista la amenaza,
restricción o violación a sus derechos.
"II) En el caso de estudio, el postulante alega que el Tribunal impugnado ha violado
una prohibición legal, contenida en el artículo 42 del Código de Comercio, al mantener un
embargo sobre su participación social en la entidad mercantil que se ha mencionado; y se le
ha conculcado su derecho de defensa e infringido el principio del debido proceso...
"III. Del estudio de las actuaciones, se desprende que el postulante tuvo la
oportunidad de impugnar el embargo al cual se opone y de apelar de lo resuelto por el
tribunal de primer grado, para que la Sala jurisdiccional revisara la decisión tomada por
aquel. En tal sentido, se aprecia que no infringió este último Tribunal el debido proceso"
(86).
En el caso mencionado, la violación del debido proceso legal no puede imputarse al
órgano de decisión; pues fue el afectado quien, en su oportunidad, no utilizó correctamente
los medios de defensa ordinarios que tenía a su alcance y posteriormente, mediante el
amparo, pretendía el restablecimiento del orden de los procedimientos. En el caso de
ejemplo, es evidente que no se cumplió con el principio de preparación del amparo por
errores "in procedendo"; ya que de haberse utilizado los medios legales de defensa
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precepto estatuye que los habitantes de la República tienen derecho a dirigir peticiones a la
autoridad, y ésta está obligada a dictar a toda petición hecha por escrito, esté bien o mal
formulada, una resolución que debe hacerse saber en el término respectivo al interesado.
El derecho de petición garantizado por el artículo 28 constitucional, por su carácter
genérico no establece ninguna clase de principios y formalidades que deban llenarse para
ejercitarlo y, por ello, su ejercicio está normado en cada ámbito jurídico por leyes especiales
que lo desarrollan. Por eso, puede decirse que la acción de amparo contiene un derecho
abstracto de petición, a favor de las personas y a cargo de los Jueces y Tribunales de
Amparo, para plantear mediante procedimientos y formas del orden jurídico controversias
en relación con supuestas violaciones a los derechos fundamentales. Y en atención a ello,
debe sujetarse a una serie de principios para obtener la debida tutela de los derechos
fundamentales.
Como el primero de esos principios de la acción, se ha mencionado que el amparo
se seguirá siempre a instancia de la parte que se considere agraviada; lo cual equivale a una
exigencia de que el accionante tenga un interés jurídico que deducir y, de ninguna manera,
parta de un interés general.
La Corte de Constitucionalidad ha interpretado este último aspecto: "En el caso que
se analiza el reclamante pretende que se ordene a la Corte Suprema de Justicia "emitir los
nombramientos definitivos de quienes actualmente ocupamos los cargos de jueces de
primera instancia de la República", pretensión que no es congruente con la vía escogida,
porque ésta es personal, por lo que cada quien puede pedir amparo para que se le restablezca
la situación jurídica que le hubiera sido afectada, si procediere, pero no puede pedirse
amparo por representación o, bien, tenga, por excepción legal, la facultad jurídica de pedirlo.
En consecuencia, también por este aspecto el amparo debe denegarse" (87)
En efecto, ese es el espíritu de las normas que rigen la procedencia y efectos del
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amparo. Sin embargo, el amparo siendo un proceso especial, por razón jurídico-material,
en atención al alto rango de los derechos que tiende a tutelar, para lograr esta meta,
excepciona de principios técnicos exigibles en otros procesos jurisdiccionales aunque de
cualquier forma no pasa por alto la necesidad de regresar a un cauce formal que impida el
caos y el abuso.
Congruente con lo anterior, el artículo 23 de la Ley de Amparo, permite que los
abogados colegiados y los parientes dentro de los grados de ley, actúen gestionando por el
afectado y sin acreditar representación en forma cuando declaren que actúan por razones de
urgencia, para la debida protección de los intereses que le han sido encomendados, pero,
desde luego, para regresar al cauce formal que impida el caos y el abuso, a renglón seguido
establece que "Antes de resolver el amparo deberá acreditarse la representación que se
ejercita, salvo casos de urgencia que el tribunal calificará". Asimismo, en los artículos 25 y
26 de la Ley de Amparo, se establece en el artículo primero, la legitimación activa que tienen
el Ministerio Público y el Procurador de los Derechos Humanos, para interponer amparo a
efecto de proteger los intereses que les han sido encomendados; y en el segundo precepto,
lo relativo a la solicitud verbal de amparo, que se permite a las personas notoriamente pobres
o ignorantes, a los menores y a los incapacitados, que no pudieren actuar con auxilio
profesional, quienes podrán comparecer ante los tribunales, los que están obligados a
levantar acta acerca de los agravios denunciados, para luego remitir copia de la misma al
Procurador de los Derechos Humanos, para que aconseje o patrocine el interesado; con lo
cual se vuelve nuevamente al cauce formal establecido.
Con las anteriores consideraciones queda fundamentado el principio que nos ocupa
y que se refiere a las particularidades de la acción de amparo como un específico derecho
de petición.
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procesal. Juventino V. Castro (90), considera que "la acción de amparo -como todas las
acciones procesales debe contener un número cierto de presupuestos y elementos esenciales,
que permitan su admisión por los jueces y tribunales de amparo, su permanencia vital y
productora de efectos jurídicos dentro del proceso, y la eficacia sostenida y suficiente para
obtener una decisión -referida al fondo-, de la llamada controversia constitucional".
Contrario a lo que podría pensarse a primera vista, Fix Zamudio (91) explica que
"no es exacto que para la procedencia de la acción de amparo, se requiera una violación de
garantías, sino que dicho requisito es necesario para obtener una sentencia favorable, es
decir, para que la pretensión del actor se considere fundada; y por tanto, el único presupuesto
de la acción de amparo es la existencia de un litigio constitucional y sus únicos elementos
son la capacidad de accionar, instancia y pretensión".
Puede afirmarse, en consecuencia, que lo que algunos tratadistas denominan,
presupuestos y causas de improcedencia de la acción de amparo, son, a la verdad y con rigor
técnico, supuestos o condiciones de una resolución sobre el fondo, y cuya falta determina,
no la improcedencia de la acción propiamente tal, sino de la pretensión a cuya actuación
tiende el proceso. Fix Zamudio (92), aclara que "Esta improcedencia de la pretensión del
promovente del amparo, puede consistir en la falta inicial de requisitos procesales, en el
momento en que se presenta la demanda, y entonces se denomina inadmisibilidad o bien,
en las irregularidades procesales sobrevenidas en el curso ulterior del proceso, o a hechos o
actos materiales o jurídicos, que afecten la relación sustancial, impidiendo un
pronunciamiento sobre el mérito, y entonces se le intitula improcedibilidad".
La Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad es congruente con
las anteriores consideraciones doctrinarias y por ello no contiene ninguna enumeración
taxativa de causas de improcedencia, contrario a lo que ocurría con la Ley Constitucional
de Amparo, Habeas Corpus y de Constitucionalidad, derogada, que sí enumeraba algunas
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Podrá pensarse que la admisión obligatoria del amparo da lugar a que se abuse de su
ejercicio, posibilidad que no puede desatenderse, toda vez que la negativa de su admisión
constituye causa de responsabilidad. Sin embargo, el principio de la proscripción del
ejercicio inmotivado de la acción, en cierta forma protege al instituto de amparo de su
ejercicio abusivo. El ejercicio inmotivado de la acción es, en la mayoría de los casos,
producto de la mala fe del postulante, quien sin motivo real o aparente, que puede dar como
resultado la protección de sus derechos fundamentales; recurre al amparo con el único fin
de demorar la ejecución del acto reclamado.
Ante la posibilidad de tales actitudes se hace necesario el establecimiento de
sanciones que deberá imponer el tribunal de amparo cuando considere inmotivada la acción
y que medió mala fe en su ejercicio, o cualquiera otra circunstancia que la haga frívola y
notoriamente improcedente. Se establece así, lo que Juventino V. Castro (93) denomina
"ética en el ejercicio de la acción de amparo".
La Ley de Amparo, en previsión de las situaciones mencionadas, establece en su
artículo 46, que "Cuando el tribunal estime, razonándolo debidamente, que el amparo
interpuesto es frívolo o notoriamente improcedente, además de condenar en las costas,
sancionará con multa de cincuenta a mil quetzales, según la gravedad del caso, al abogado
que lo patrocine". Cabe la aclaración de que la sanción se impone al abogado patrocinador,
porque éste es el responsable de la juridicidad del amparo.
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iniciado.
Este principio se consagra en el artículo 6o. de la Ley de Amparo, Exhibición
Personal y de Constitucionalidad, que dispone: "En todo proceso relativo a la justicia
constitucional sólo la iniciación del trámite es rogada. Todas las diligencias posteriores se
impulsarán de oficio bajo la responsabilidad del tribunal respectivo, quien mandará se
corrijan por quien corresponda, las deficiencias de presentación y trámite que aparezcan en
los procesos".
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Al margen de lo que parece ser una “reforma sui generis” de la ley constitucional que, entre
otra garantías, regula la de amparo, lo que resulta innegable es que en un alto porcentaje de
procesos de amparo la prueba resulta innecesaria, pues con el informe circunstanciado o los
antecedentes rendidos por la autoridad responsable; las alegaciones del postulante, del
tercero si lo hubiere y del Ministerio Público, el tribunal cuenta con material suficiente para
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hacerse mediante la sentencia que decida sobre la procedencia o improcedencia del amparo.
Conviene tener presente en este punto, que de acuerdo a su teleología, el amparo
tiende a proteger a las personas en el goce de sus derechos fundamentales, por medio de su
función preventiva y reparadora. La suspensión provisional del acto reclamado cumple con
preservar la función para la cual fue instituido, pues de no darse la suspensión provisional,
haría inútil la función tuteladora del amparo, en aquellos casos de imposible reparación. La
sentencia en este supuesto sería de imposible ejecución y solo sería factible, en el mismo
supuesto, la deducción de responsabilidades civiles y penales, a tenor del artículo 51 de la
Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, pero con ello no se estaría
restituyendo al afectado en el goce de sus derechos fundamentales, sino dándole un giro
distinto a su pretensión, por imperativo legal.
La Ley de Amparo, en su artículo 29, dispone que la suspensión provisional del acto,
resolución o procedimiento podrá acordarse, antes de dictar sentencia, a petición del
interesado o de oficio. Otra disposición legal muy importante es la contenida en el artículo
27 de la citada ley: "En cualquier caso el tribunal, en la primera resolución que dicte, aunque
no hubiere sido pedido, resolverá sobre la suspensión provisional del acto, resolución o
procedimiento reclamados, cuando a su juicio las circunstancias lo hagan aconsejable". Con
el epígrafe "Amparo provisional de oficio", el artículo 28 de la misma ley, se refiere a los
casos en que deberá decretarse de oficio la suspensión provisional, desde luego, sin excluir
otros casos que se escapan a la previsión legal y que se dejan a criterio del tribunal de
amparo. Los casos enumerados son los siguientes:
a) Si del mantenimiento del acto o resolución resultare peligro de privación de la vida del
sujeto activo del amparo, riesgo a su integridad personal, daño grave o irreparable al mismo.
b) Cuando se trate de acto o resolución cuya ejecución deje sin materia o haga inútil
el amparo al hacer difícil, gravosa o imposible la restitución de las cosas a su estado anterior;
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5.1. Principio de la apreciación del acto reclamado tal y como fue probado ante la
autoridad responsable
Este principio tiene mayor aplicación en el amparo en materia judicial; es decir,
cuando el acto reclamado lo constituyen las resoluciones definitivas dictadas por los órganos
judiciales en el ejercicio de su función jurisdiccional.
Se ha afirmado en otro apartado que el amparo no constituye una tercera instancia
y, por tanto, no implica una revisión de lo resuelto por la autoridad responsable.
En atención a lo anterior, el acto reclamado debe apreciarse tal y como fue probado
ante la autoridad responsable, y ello significa que, en la sentencia del amparo, sólo se
tomarán en consideración las pruebas que justifiquen la constitucionalidad del acto. No se
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tomarán en consideración aquellas pruebas que tiendan a comprobar hechos que debieron
ser probados ante la autoridad responsable, dentro del procedimiento ordinario.
De acuerdo con Burgoa (98), este principio sólo tiene validez cuando el acto
reclamado sea una resolución final derivada de un procedimiento previo, ya que si se
examina aisladamente un acto concreto de autoridad, no precedido o formando parte de un
proceso, o bien de un procedimiento en forma de juicio, antes nada se ha aprobado, y en el
amparo tampoco se podría probar cosa alguna, resultando de todo esto la inutilidad del
proceso de amparo en múltiples casos.
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nada hubiera ocurrido. Aclara el autor citado, que distinto es el supuesto en que sobrevienen
situaciones que varían la cuestión, y que autorizan a entablar una nueva acción.
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