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Acuerdo de París

La 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las


Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 21) celebrada en
París en 2015, concluyó con la adopción de la Decisión y del
Acuerdo de Paris. Dicho Acuerdo rige desde el 2020 y pretende
mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de
los 2ºC, aumentando la capacidad de adaptación a los efectos
adversos del cambio climático y promoviendo la resiliencia al clima
y un desarrollo con bajas emisiones de carbono. Para lograr las
metas acordadas, el Acuerdo de Paris establece un marco de
transparencia reforzado que tiene como fin el fomentar la confianza
mutua y promover la aplicación efectiva del Acuerdo, aumentando la
claridad y facilitando el seguimiento de los progresos realizados. 
Las Partes participantes reconocieron que la labor de adaptación
debería llevarse a cabo mediante un enfoque que deje el control en
manos de los países, responda a las cuestiones de género y sea
participativo y del todo transparente, tomando en consideración a
los grupos, comunidades y ecosistemas vulnerables, y que dicha
labor debería basarse e inspirarse en la mejor información científica
disponible y, cuando corresponda, en los conocimientos
tradicionales, los conocimientos de los pueblos indígenas y los
sistemas de conocimientos locales.
Cada 5 años, todos los países deben comunicar y mantener sus
objetivos nacionales de reducción de emisiones (sus planes de
desarrollo para la reducción de emisiones). Además, todos los
países deben poner en marcha políticas y medidas nacionales para
alcanzar dichos objetivos. Así, se han presentado 190 planes de
lucha contra el cambio climático que cubren alrededor del 99% de
las emisiones de todas las Partes de la Convención.
El Acuerdo de París reconoce la importancia de ir incrementando la
ambición de los compromisos con objetivos cada vez más
ambiciosos, es decir, cada 5 años los compromisos de los países
serán cada vez mayores.
Asimismo, el Acuerdo reconoce la importancia de los ecosistemas
como sumideros de carbono, en particular, los bosques, que se
incluyen explícitamente en el Acuerdo, y reconoce la posibilidad de
utilizar mecanismos de mercado para cumplir con los objetivos que
se marquen los países, si éstos así lo deciden en sus
contribuciones.
En el Acuerdo se reafirma que los países desarrollados deben
tomar la iniciativa en la prestación de asistencia financiera a los
países menos dotados y más vulnerables, al tiempo que se alienta
por primera vez a las demás Partes a aportar contribuciones
voluntarias. La financiación del clima es necesaria para la
mitigación, ya que se requieren inversiones en gran escala para
reducir significativamente las emisiones. La financiación de la lucha
contra el cambio climático es igualmente importante para la
adaptación, ya que se necesitan importantes recursos financieros
para adaptarse a los efectos adversos y reducir los efectos de un
clima cambiante.
No todos los países en desarrollo tienen capacidad suficiente para
hacer frente a muchos de los desafíos que plantea el cambio
climático. Por ello, en el Acuerdo de París hace gran hincapié en el
fomento de la capacidad relacionada con el clima en los países en
desarrollo, y se pide a todos los países desarrollados que aumenten
su apoyo a las medidas de fomento de la capacidad para aquellos
países menos adelantados.
¿Qué hemos logrado hasta ahora?
Aunque es necesario aumentar en gran medida las medidas
relativas al cambio climático para alcanzar los objetivos del Acuerdo
de París, los años transcurridos desde su entrada en vigor ya han
dado lugar a soluciones con bajas emisiones de carbono y a nuevos
mercados. Cada vez más países, regiones, ciudades y empresas
están estableciendo objetivos de neutralidad de carbono. Las
soluciones de cero emisiones se están volviendo competitivas en
todos los sectores económicos y ya representan el 25 % de las
emisiones. Esta tendencia es más notoria en los sectores de
la energía y el transporte, y ha creado muchas nuevas
oportunidades de negocio para los que se adelantan.
Para 2030, las soluciones de cero emisiones de carbono podrían
ser competitivas en sectores que representan más del 70 % de las
emisiones mundiales.

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