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I. CONCEPTO
Se dice que en un mercado los agentes son precio aceptantes, cuando sea cual sea, la
cantidad demandada o producida por los mismos, son incapaces de afectar al precio, que
para estos agentes se comporta como si fuera una constante. No es que el precio no pueda
variar, es que no lo va a hacer por los cambios en las cantidades demandadas o producidas
por los agentes, es decir, que son incapaces de influir en el precio, porque se trata de
mercados muy atomizados y su cantidad demandada o consumida es irrelevante frente al
total del mercado.
La condición de agente precio aceptante se expresa matemáticamente como:
En competencia perfecta se dice que los agentes son precio aceptantes y que por tanto, es el
mercado, es decir la suma de todos los consumidores y de todos los productores, el que
define el precio.
Gráficamente, el consumidor precio aceptante tiene una curva de demanda totalmente
horizontal (precisamente para lo que la curva de demanda presenta infinita elasticidad,
porque los bienes lanzados al mercado son perfectamente sustitutivos entre sí (son bienes
homogéneos), es decir que cualquier bien tiene infinitos sustitutivos posibles, de ahí que si
un productor tratara de fijar un precio por encima del de mercado, nadie le compraría, sino
que comprarían cualquiera de los infinitos sustitutivos a su bien, que son además más
baratos.
II. LA CURVA DE INGRESOS MARGINALES CON AGENTES PRECIO ACEPTANTES
Los ingresos marginales expresan la variación en el Ingreso total ante un cambio
infinitesimal en la cantidad vendida X. Por definición,
En competencia perfecta, con una elasticidad de demanda
Es decir, BMg (X) = Img (X) - CMg (X) = 0, o lo que es lo mismo, CMg(X) = IMg (X).
Como el Ingreso marginal en un Mercado de agentes precio aceptantes es el Precio, la
condición necesaria se resume diciendo Px= Cmg(x). La condición suficiente para
maximizar beneficio será:
En la medida en que las economías se van haciendo más complejas, la producción se hace cada vez
más especializada y -por lo tanto- hay cada vez mayor y más variado tipos de comercio y
mercados. Mientras más nos especializamos en algún tipo de producción, más necesitaremos
recurrir a mercados donde comprar el resto de lo que necesitamos.
Por supuesto, este tipo de situaciones generaron algunos problemas: por ejemplo en un mercado
donde se concentraba la producción, comenzaron a haber abusos. Un productor grande terminaba
arruinando a los productores mas chicos poniendo un día precios muy baratos, obligándolos a
abandonar el mercado. También era donde se concentraba la mayor cantidad de dinero y,
obviamente, el lugar ideal donde cobrar impuestos.
Todas estas situaciones generaron la necesidad de regularlos para que funcionen mejor, con
mayor transparencia, impidiendo la formación de monopolios, etc. Pero por lo general las
intervenciones eran para fortalecer los mercados, ya que son el origen de la riqueza y la
producción.
La producción no viene del aire, viene del trabajo de un grupo de personas que producen más de
un bien con el objetivo de poder cambiarlo por otros que necesitan. Si de pronto hay muchas
restricciones en el mercado que te impiden vender tus excedentes, lo más probable es que dejes
de producir lo que te sobra.
Es decir que el éxito de las intervenciones en el mercado se mide con dos variables:
SI no se logran ambos objetivos, entonces la intervención ha sido más dañina que beneficiosa.
El gobierno nacional comenzó, al principio despacio, pero luego más rápidamente a intervenir los
mercados, pero no con el ánimo de transparentarlos o hacerlos más justos o eficientes, sino para
desarticularlos y remplazarlos por reglas atadas a la voluntad del funcionario de turno.
Así es como primero se destruyó el mercado de energía y combustible. Todos los incentivos a
producir e invertir para el sector privado fueron cambiados por la decisión de inversión del Estado.
El resultado fue la pérdida del autoabastecimiento. Mientras la economía desde el 2003 creció
más de un 100%, la producción de energía lo hizo un poco más del 40%, lo que se evidencia en la
creciente necesidad de importar combustible.
El segundo fue el mercado de futuros de los granos y la producción de trigo, maíz y carne. Desde
que comenzó la intervención la producción de todos estos productos es cada vez menor.
Otro es el mercado inmobiliario. Uno de los sectores más dinámicos en los últimos tiempos fue
obligado a pesificarse, con lo cual comenzó un proceso de deterioro del que nada parece podrá
rescatarlo.
El mercado cambiario también perdió su relevancia y varias casas de cambio se han visto obligadas
a cerrar. Esto no ha mejorado las operaciones, sino que ha creado una cantidad enorme de dólares
distintos y cada vez más alejados uno de otros.
Finalmente llegó la reforma al mercado de capitales, con una regulación cuyo claro objetivo es
poder intervenir las empresas ya cotizantes, y no fomentar su expansión y transparencia.
Esta ley definitivamente espanta a toda empresa que haya pensado en abrir su capital usando este
mercado.
Lo que vimos con esta descripción es que el gobierno ha ido eliminando mercados en lugar de
fortalecerlos y, hasta ahora, los resultados son cada vez peores. Porque es tan cierto que existen
las fallas de mercado que deben ser reguladas y minimizadas, como que existen las del Estado y
que una mala intervención puede dañar mucho más que una falta de regulación.
Hay muchas voces dispuestas a defender cualquier intervención por parte del Estado como buena,
en contraposición con la falta de intervención de los 90. Lo cierto es que los excesos de hoy
pueden ser tan nocivos como las carencias de ayer, y muchas de las últimas intervenciones dañan
más de lo que promueven y preservan.
En la medida en que las economías crecen y se hacen cada vez mas sofisticadas, para crear
incentivos, transparencia y mayor equidad, es necesario generar mejores mercados y no
destruirlos.
Dejar los manejos a políticas discrecionales y arbitrarias muestra, hasta ahora, que se destruyen
mercados y con ellos a la producción.
Mas intervención y control ha significado hasta ahora menos energía, menos agricultura, menos
construcciones y ahora menos inversión. Resulta evidente que en función de los resultados
obtenidos, que con la destrucción de mercados se generan más problemas que soluciones.