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MISION Y "VIDA APOSTOLICA" EN EL DISCURSO MISIONERO DE JESUS


J. Esquerda Bifet
Introducción: La vida de los Apóstoles o "vida apostólica" en relación de
la misión.

El estilo de vida de los Apóstoles, la "vida apostólica", indica el


seguimiento evangélico radical por parte del grupo de discípulos más
inmediatos a Jesús, que recibirán el encargo de prolongar su misma misión.
Según las diversas redacciones del texto evangélico, estos discípulos
podrían ser "los doce" (Mt 10,1; Mc 6,7; Lc 9,1) o un número más amplio
(Lc 10,1). Este grupo es llamado a compartir el mismo estilo de vida de
Jesús para poder compartir su misma misión.
Este tema ha sido de suma actualidad en ciertos momentos históricos
de renovación eclesial. La expresión "vida apostólica", como estilo de
vida de los Apóstoles, tanto en el seguimiento evangélico como en la
misión, se repite en los documentos eclesiales para indicar un punto de
referencia, a modo de tono y de "primera caridad" (Apoc 2,4), que hay que
recuperar.
San Atanasio, en la "Vita Antonii" subraya el género de "vida
evangélica" de San Antonio, como imitación de la vida de los Apóstoles 1.
San Posidio resume en esta misma línea de "vida apostólica" la vida que
San Agustín llevaba con sus presbíteros2. El Papa Gregorio IX indica que
ése es el género de vida de Santo Domingo, practicada primero en su
Presbiterio y luego aplicada a la fundación de la Orden de Predicadores. 3
Con modalidades diversas, tanto la vida sacerdotal en el Presbiterio
(cfr. San Agustín), como la vida monacal (cfr. San Antonio) y la vida

?
1
Ver: F.A. FIGUEIREDO OFM, La vida de la Iglesia primitiva,
Bogotá, CELAM 1991, pp.280ss.
?
2
Vida de San Agustín: PL 32, 33-66. Respecto a la "regla de
San Agustín", como primera regla de "vida apostólica", antes de la
regla de San Pacomio y de San Benito, ver: CL. BOFF, La vita della
comunione dei beni, la regola di S. Agostino, Assisi, Cittadella
Ed. 1991.

?
3
"Novi virum totius apostolicae regulae sectatorem". Cfr.
Acta canonizationis sancti Dominici, Monumenta O.P. Mist. 16,
Romae 1935, pp.30ss, 146-147.
2

religiosa (cfr. Santo Domingo y San Francisco), se ha inspirado en el


estilo de vida de los Apóstoles, como participación en el mismo estilo de
vida y de misión de Jesús. Toda renovación de vida sacerdotal y consagrada
tendrá siempre este punto de referencia.4
Ceñimos nuestros estudio al contenido del discurso misionero de
Jesús, según Mt 9,35-10,42; Mc 6,7-13.30-31; Lc 9, 1-10 y 10, 1-21. Los
textos de "vida apostólica" son muchos más. Pero, al seleccionar y reducir
el estudio a unos límites, queremos hacer resaltar la relación entre el
envío (la misión) y las exigencias del seguimiento evangélico.5
Hoy el tema de la misión recobra actualidad precisamente a la luz de
envío hecho por Jesús. La encíclica "Redemptoris Missio", para relanzar la
misión "ad gentes", hace una llamada a disponerse para esta misión por
medio de una vida semejante a la de los Apóstoles: "Se trata de una
vocación especial, que tiene como modelo la de los Apóstoles: se
manifiesta en el compromiso total al servicio de la evangelización, se
trata de una entrega que abarca a toda la persona y toda la vida del
misionero, exigiendo de él una donación sin límites de fuerzas y de
tiempo" (RMi 65). Por esto, "el misionero es el hombre de las
bienaventuranzas. Jesús instruye a los Doce, antes de mandarlos a
?
4
Ver: Síntesis histórica, líneas evolutivas de la
espiritualidad sacerdotal, en: J. ESQUERDA BIFET, Teología de la
espiritualidad sacerdotal, Madrid, BAC 1991, cap. XIII, pp. 360ss
(Vida clerical). Otros datos en: I.E. LOZANO, De vita apostolica
apud canonicos, "Commentarium pro Religiosis" 52 (1971) 193-210.
La exhortación apostólica "Pastores dabo vobis" (1992) orienta la
espiritualidad sacerdotal en el sentido de la imitación de los
Apóstoles: nn. 15-16, 22, 24, 36, 42, 46, 60. En el número 60 dice
esta exhortación postsinodal: "revivir la experiencia formativa
que el Señor dedicó a los Doce... ser una continuación en la
Iglesia, de la íntima comunidad apostólica formada en torno a
Jesús". La misma exhortación pide que se elabore un "proyecto" de
vida en el Prebiterio (n.79) capaz de "sostener, de manera real y
eficaz, el ministerio y la vida espiritual de los sacerdotes"
(n.3).
?
5
Los Santos Padres que han escrito directamente sobre la vida
sacerdotal, como San Juan Crisóstomo (libros sobre el sacerdocio),
San Agustín ("regla"), San Gregorio Magno (Regla pastoral), se
inspiran también en otros textos: Jn 10; 17; 21; Mc 3,13; 10,
17ss; Mt 4,18ss; 19,21ss; Lc 6,12ss; Act 20,17ss; 1Pe 5,1ss;
textos paulinos, etc. Ver resumen de estos textos en: J. ESQUERDA
BIFET, Signos del Buen Pastor, Bogotá, CELAM 1991, cap. III (el
ministerio apostólico al servicio del Pueblo de Dios).
3

evangelizar, indicándoles los caminos de la misión: pobreza, mansedumbre,


aceptación de los sufrimientos y persecuciones, deseo de justicio y de
paz, caridad; es decir, es indica precisamente las Bienaventuranzas,
practicadas en la vida apostólica" (RMi 91).6
La renovación de la vida misionera tendrá lugar en la medida en que
la misión se relacione estrechamente con la llamada, el encuentro y el
seguimiento de Jesús, al estilo de la "vida apostólica".

1. Características generales del discurso misionero de Jesús


Los textos que constituyen el discurso misionero de Jesús7 indican
fundamentalmente un envío o misión, mientras, al mismo tiempo, precisan
también unas condiciones de seguimiento (personal y comunitario) como
respuesta a una llamada. Hay, pues, una dinámica interna que, en orden
lógico, sería de vocación, seguimiento, misión, comunión.
Todos estos elementos se encuentran en el discurso misionero, en un
plano de actitud relacional entre Cristo y los "enviados", como encuentro
permanente y a modo de consorcio o de compartir la misma vida de Cristo.
El tono que sobresale es el de la misión:
Vocación: La llamada es iniciativa de Cristo y supone una relación
personal con él (Mt 10,1; Mc 6,7; Lc 9,1 y 10,1).
Misión: Se señala la identidad apostólica como participación en la
misma misión de Cristo, objetivos, potestad, contenidos (Mt
10,5; Mc 6,7; Lc 9,2 y 10,1).
Condiciones del seguimiento: Disponibilidad para vivir como Cristo
(Mt 10,1-42; Mc 6,7-12; Lc 9, 1-6;
10,2-9).
Comunión: Grupo evangelizador que crea comunidad (Mt 10,15; Mc 6,7.30-
31; Lc 9,1.10; 10,1.17-21).

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6
Ver también el decreto conciliar "Ad Gentes" nn.23-25.
Comentario en: AA.VV., Chiesa e missione, Roma, Pont. Univ.
Urbaniana 1990. Comentario a "Redmptoris Missio": AA.VV., Haced
discípulos a todas las gentes, Comentario y texto de la encíclica
"Redemptoris Missio", Valencia, EDICEP 1991, 249-270; AA.VV.,
Cristo, Chiesa, Missione, commento all'enciclica "Redemptoris
Missio", Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1992; AA.VV., Redemptoris
Missio, Riflessioni, Roma, Pontificia Università Urbaniana 1991;
AA.VV., La missione del Redentore, Leumann, Torino, LDC 1992.
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7
Mt 9,35-10,42; Mc 6,7-13.30-31; Lc 9, 1-10 y 10, 1-24.
4

La "exégesis" de estos textos no resulta fácil, pues depende de las


"herramientas" (o metodología) que se quieran usar para desentrañar el
contenido doctrinal: lenguaje, estructura literaria, conceptos ideológicos
y base cultural en juego, relación con la comunidad eclesial primitiva,
eco en la fe y en la vivencia eclesial (modelos de "vida apostólica"
suscitados por el Espíritu Santo durante la historia), textos "paralelos",
armonía de la revelación, etc.8
A fin de evitar una exégesis reductiva (con herramientas
"preferenciales" restrictivas), no puede infravalorarse la actitud
profundamente vivencial y relacional de estos textos (vivencias de Cristo
y relación profunda entre él y sus apóstoles), como tampoco cabe hacer
caso omiso del itinerario histórico de la Iglesia en la práctica de la
"vida apostólica". Estos textos quedan "abiertos" a otros fragmentos
escriturísticos (en la armonía global de la revelación e inspiración), así
como a ulteriores luces del Espíritu Santo para interpretarlos (cfr. Lc
24,45), y siempre en armonía con la fe eclesial de todos los tiempos.
La estructura redaccional parece hacer alusión a las directrices
prácticas de la Iglesia primitiva (postpascual), como se refleja en los
Hechos de los Apóstoles9, pero con validez permanente para otras épocas.
Iremos indicando algunos puntos concretos. El "discurso" en general
contiene datos básicos prepascuales, a modo de núcleo tradicional (que
proviene de Jesús), matizados por las realidades prácticas postpascuales
de la experiencia eclesial. Las normas son válidas como actitudes
profundas, aunque los detalles literarios pueden parecer opuestos entre sí
cuando se trata de aspectos secundarios.10
Los textos sinópticos del discurso misionero manifiestan una armonía

?
8
Aprovecho principalmente las investigaciones de: J. ERNST,
Il vangelo secondo Luca, Brescia, Morcelliana 1990; Idem, Il
vangelo secondo Marco, Brescia, Morcelliana 1991; J.A. FITZMYER,
Luca teologo, Aspetti del suo insegnamento, Brescia, Queriniana
1991 (cap. 5º: Il discepolato negli scritti lucani); I. GOMA', El
evangelio de San Mateo, Madrid, Marova 1976 (I, cap. V: Los
enviados del Mesías).
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9
En la comunidad eclesial de los "Hechos" se habla de la
misión también en relación a la comunión y al desprendimiento de
los bienes. Cfr. Act 2,42-47; 4,32-34, etc.
?
10
J. ERNST, Il vangelo secondo Marco, o.c, p. 272ss (L'invio
dei dodici discepoli).
5

entre ellos y también en el contexto global de cada evangelista y de todo


el Nuevo Testamento. No puede infravalorarse la estrecha relación con el
sermón de la montaña (que es el contenido básico del mensaje), así como en
otros textos sobre la vocación, seguimiento, misión y comunión.
Los textos de Juan tienen algo que aportar para la comprensión
integral de la "vida apostólica" en relación a la misión de Jesús. Son los
textos del seguimiento inicial después de Caná (Jn 2,11-12) y del anuncio
de la Eucaristía (Jn 6,66-71), así como los que se refieren al Buen Pastor
(Jn 10), a la intimidad con los Apóstoles (Jn 13-17), al examen de amor
para la misión (Jn 21), al anuncio de lo que han "visto" (1Jn 1,1ss), etc.
Hay que señalar unas características comunes de los "discípulos de
Jesús, como partícipes de su misma vida y misión. Son características
contenidas en los textos del discurso misionero:
- Jesús tiene la iniciativa de llamar y enviar,
- exigiendo un desprendimiento total (dejando otros cargos y
oficios),
- para compartir su misma vida,
- en grupo apostólico de interrelación y comunicación.11

2. Vocación para la misión


Jesús, en el momento de lanzar su discurso misionero, "convocó a los
doce" (Mt 10,1; Lc 9,1), con una "llamada" especial (Mc 6,7; cfr. Mc 3,
13), señalándolos por su nombre (Mt 10,2-4; cfr. Mc 3.16ss. En el envío
según Lucas 10,1ss, se dice que "designó a otros setenta y dos".
Esta convocación de Jesús deja entrever sus sentimientos respecto a
los evangelizadores y a los evangelizandos, con una fuerte actitud
relacional (Mt 9,36-37; Mc 6,34). La llamada para la misión es un don del
Padre y una iniciativa de Jesús, que invita a orar insistentemente (Mt
9,38; Lc 10,2).12

?
11
Los "discípulos" de Jesús ("mathêtés") son llamados con
exigencias totalmente diversas de los discípulos de los rabinos
(ver "mathêtés" en G. KITTEL). El término "mathêtés", en sentido
de discípulo religioso, parece un término cristiano de finales del
siglo primero. No obstante, la figura de los discípulos enviados
por Jesús queda en pie con todas sus exigencias evangélicas
procedentes de la misión realizada por el Señor. Ver: J.A.
FITZMYER, o.c., cap. 5º, p.97ss.
?
12
AA.VV., Vocación común y vocaciones específicas, Madrid,
6

A) El don e iniciativa de la llamada para la misión


La principal característica de la llamada, en el discurso misionero
de Jesús, consiste en su relación estrecha con la misión. Se llama a los
"apóstoles" para una misión evangelizadora. De hecho, la llamada tiene
lugar mientras Jesús mismo estaba realizando su acción evangelizadora
por"todas las ciudades", "enseñando", "predicando el evangelio del Reino"
y "curando" (Mt 9,35; cfr. Mc 6,6). Ya la primera llamada de los "doce"
tuvo como objetivo "enviarlos a predicar" (Mc 3,14) y, por esto
precisamente, fueron llamados "apóstoles" (enviados) (Lc 6,13). Jesús,
pues, a éstos, a quienes había llamado, "les envió" (Mt 10,5; Mc 6,7; Lc
9,2; 10,1).
Tratándose de participar en la misma misión de Jesús (ver más abajo,
en el apartado n.3), aparece claro que la llamada es un don gratuito, una
iniciativa del mismo Jesús, quien había orado antes de la llamada (Lc
6,2). Ahora, en el momento del envío, invita insistentemente a orar:
"rogad, pues, al dueño de la mies, que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38;
Lc 10,2). De hecho, Jesús manifiesta otras veces una iniciativa especial,
puesto que "llamó a los que quiso" (Mc 3,13), como quien llama primero, de
modo totalmente inesperado y gratuito: "Yo os he llamado" (Jn 15,16).
El apóstol es, pues, un don de Dios para la comunidad. Si recibe de
modo gratuito la misión, ha de ejercerla "gratuitamente" (Mt 10,8). El don
de la vocación no es un derecho, ni del apóstol ni de la comunidad. Orar
es la actitud fundamental del hombre ante la creación y la redención, sin
exigir a Dios ni culpar a los hermanos, y también sin soslayar la
responsabilidad en la colaboración: pedir vocaciones, prepararlas y
sostenerlas.
Si nos ceñimos al discurso misionero de Jesús, la misión es un
encargo a unos llamados, los cuales deberán cumplir unas exigencias
parecidas al estilo de vida del Señor (Mt 10,1ss y textos paralelos).
Ahora bien, tanto la llamada como las exigencias (en el seguimiento
evangélico), se repiten y explicitan en otros pasajes. De este modo

Soc. Educ. Atenas 1984; M. LAGUARDIA, La vocación misionera a la


luz del Nuevo testamento y de la teología, "Misiones Extranjeras"
16 (1955) 36-46; L. LEGRAND, Vocation à la mision dans le Nouveau
Testament, "Spiritus" n.113 (1983) 339-352; C.M. MARTINI, A.
VANHOYE, Bibbia e vocazione, Brescia, Morcelliana 1982; C.
ROMANIUK, La vocazione nella Bibbia, Bologna, Dehoniane 1973.
7

encontramos que la llamada (ya antes del discurso misionero) trae como
consecuencia "dejarlo todo" (Mt 4,18-22; Lc 5,4-11); el seguimiento
radical de Cristo arranca de una vocación especial a la misión (Mt 8,18-
22; 19,27; Mc 10,28). Los "apóstoles" son, pues, escogidos para prolongar
a Cristo y su mismo estilo de vida en la misión.
Tanto en el discurso misionero como en la acción misionera de Jesús
se puede constatar una cierta separación respecto a la comunidad, sobre
todo por el modo de vivir y por la misma llamada. Pero esta "separación"
significa un tono de cercanía radical a los evangelizandos. La
"separación" es sólo para potenciar la "inserción" en la realidad humana,
como consecuencia de la Encarnación del Verbo: "Jesús pasaba por todas las
ciudades... curando toda enfermedad y dolencia... se apiadó de ellos"...
(Mt 9,35-36). Por esto, no caben los privilegios humanos en la vida del
apóstol (ver apartado n.4), puesto que los apóstoles son "los pequeños"
(Mt 10,42), para servir en el último lugar (Lc 9,48).
Hay que constatar también que el discurso misionero (en el que se
confía la misión a los apóstoles), presupone haber convivido con Jesús,
que les llamó anteriormente, y haber observado el modo de misionar de
Jesús. De hecho, los apóstoles han vivido anteriormente la llamada por
medio de la escucha de la palabra y del estilo de vida (seguimiento)
semejante al de Jesús. Así se convierten en evangelizadores, anunciando la
palabra y prolongando a Jesús.
La vocación, según el discurso misionero, presupone una llamada
anterior, que se hizo encuentro (relación personal) y seguimiento
permanente. El discurso acentúa la misión, a partir de una llamada y
señalando unas exigencias intrínsecas.13

B) A partir de los sentimientos de Cristo y de su testimonio


Hay un aspecto en el discurso misionero y en su contexto, que ha sido
poco estudiado: el aspecto vivencial y relacional del Señor. El punto
clave podría ser la expresión siguiente: "Viendo la muchedumbre, se

?
13
Respecto a la vocación misionera, ver la nota anterior y:
AA.VV., Vocazione missionaria ad Gentes, Chiesa locale, Istituti
Missionari, Bologna, EMI 1987; J. ESQUERDA BIFET, La vocación
misionera, en: Vocación común y vocaciones específicas, Madrid,
Soc. Educ. Atenas 1984, 63-85; Idem, Spiritualità, vocazione e
formazione missionaria, in: Chiesa e missione, Pont. Univ.
Urbaniana 1990, 199-225 (comentario a "Ad Gentes").
8

estremeció de compasión por ella, porque estaban fatigados y decaídos como


ovejas sin pastor" (Mt 9,36; Mc 6,34).
La interioridad de Jesús aparece frecuentemente en los evangelios.
Para nuestro estudio, no se trata de analizar objetivamente todos los
matices posibles, sino más bien de constatarla y hacer ver su repercusión
en la relación personal de Jesús con los apóstoles y con la comunidad
evangelizada. Jesús no entrega a los suyos principalmente unas ideas (ni
una "empresa"), sino su misma realidad personal, de la que depende el
mensaje evangélico.
El Señor comunica sus sentimientos a sus "amigos" o "consortes" (cfr.
Lc 5,34; Jn 15,14), a los que él ya había elegido por propia iniciativa
(Mc 3,13; Jn 15,16), para "compartir" su misma vida (Mc 3,14). Ellos, por
el hecho de haberse sentido "mirados con amor" (cfr. Jn 1,42; Mc 10,21) e
invitados a "permanecer con él" (Jn 1,39; 15,27; Lc 22,28), podían
comprender las ansias del corazón de Cristo: "La mies es mucha"... (Mt
9,37; Lc 10,2).
La invitación de Jesús a dejarse impresionar por sus amores de
totalidad y de universalismo, se muestra en otras ocasiones del evangelio:
"tengo otras ovejas" (Jn 10,16); "venid a mí todos los que estáis
fatigados y atribulados, que yo os aliviaré" (Mt 11,28). El objetivo de la
misión de Jesús y de su "caminar decididamente hacia Jerusalén" (Lc 9,51),
era el de "salvar" a todos (Lc 9,56). Y de estos amores quiere contagiar a
"los suyos" (Jn 13,1).
Los apóstoles eran testigos de estas manifestaciones vivenciales de
Jesús, como cuando, al regreso de la misión, "se sintió inundado de gozo
en el Espíritu Santo" (Lc 10,21). Era como el contraste con otras
ocasiones en que su mensaje no fue aceptado y, por esto, Jesús "se
admiraba de su incredulidad" (Mc 6.6).
Los apóstoles fueron llamados para vivir en sintonía con estos
sentimientos de Cristo, ya a partir del primer encuentro (Jn 1,39) y, de
modo especial, en el momento de ser enviados. Era lo que después llamaría
San Pablo "tener los sentimientos de Cristo Jesús" (Fil 2,5). Quien se
conmueve por los amores de Cristo ante una multitud desamparada, se siente
también ligado a su mismo compromiso de evangelización, superando toda
dificultad en la búsqueda de soluciones adecuadas. Los detalles del
discurso misionero (por hiperbólicos y contrastantes que parezcan) deben
analizarse a la luz de estas actitudes hondas y radicales.
9

La expresión de Mateo 9,36 ("se estremeció de compasión"), que


encuentra su fuente en Marcos 6,34, se completa con las expresiones de
intimidad y de relación personal que cuenta Lucas al final de la misión,
como para indicar, más que una evaluación, el examen de amor (Lc 10,10; Mc
6,30). La misión se confía a quienes están dispuestos a amar a Cristo por
encima de las propias conveniencias (Jn 21,15ss).
Si los enviados deben ser "fieles al amor de Cristo" 14, ¿cómo se
podría resumir ese amor expresado en el discurso misionero con la palabra
"compasión entrañable" (Mt 9,36)?
Mateo 14,14 nos da una expresión parecida ante una muchedumbre
hambrienta. Marcos nos lo dice en primera persona: "siento compasión de
esta muchedumbre" (Mc 8,2), como hará también Mateo en la segunda
multiplicación de los panes (Mt 15,32). Hay una nota constante en estos
textos, que concuerda con el discurso misionero: "ante la muchedumbre".
Pero lo importante es la "compasión" expresada por Jesús para contagiar a
los suyos de sus mismos amores.
Hay que buscar el eco de esta expresión ("se movió a compasión") en
otras ocasiones de la vida de Jesús. Es como una nota dominante, una
constante, que, a veces, aparece sólo de modo implícito: ante el hijo
difunto y único de una viuda en Naïm (Lc 7,13); ante un leproso (Mc 1,41),
ante un ciego en Jericó (Mt 20,34)... Es la actitud de cercanía de Cristo
según el evangelio de Juan: acercarse o recibir a un fariseo que buscaba
la luz (Jn 3), a una divorciada en Sicar (Jn 4), a un paralítico (Jn 5), a
un ciego de nacimiento (Jn 9)... Ante la tumba de su amigo Lázaro, muerto
unos días antes, "se conmovió hondamente y se turbó... lloró"(Jn 11,33-
35).
Las parábolas indican esas mismas "entrañas de misericordia", que son
nota característica de las promesas mesiánicas (Lc 1,50 y 78), y que Jesús
expresará con comparaciones: el rey que se compadece y perdona (Mt 18,27),
el padre que se conmueve ante el hijo reencontrado (Lc 15,20), el buen
samaritano que se mueve a compasión ante un herido (Lc 10,33)... Es la
compasión materna expresada por Dios en el Antiguo Testamento.15
Este amor tierno es el que deberá mover la vida del apóstol como a

?
14
Cfr. I. GOMA', o.c., p.549, copmentando Mt 10,34-39.
?
15
Cfr. Is 49,15. Ver textos veterotestamentarios de
"compasión" y amor materno de Dios, comentados en la encíclica
"Dives in misericordia", III, n. 4.
10

Pablo (Fil 1,8; 2,1; Col 3,12; 1Cor 10,22; 2Cor 6,12; Filemón 7,12.20),
después de haber experimentado él mismo el amor tierno de Cristo (Gal
2,20; 1Tim 1,13ss).16

3. La misión
El texto del discurso misionero ofrece un contenido relativamente
completo sobre la misión. Lo estudiamos directamente, aunque de suyo
debería relacionarse con otros textos de misión en el contexto de la
pasión, resurrección, ascensión y Pentecostés17. El misterio de la muerte y
glorificación de Jesús, con el envío del Espíritu, está latente en todo
texto que se refiera a la misión.
La identidad del apóstol consiste en prolongar la misma misión de
Jesús, corriendo su misma suerte, participando de sus mismos poderes y
ofreciendo un mismo mensaje para todos los hombres.

A) Identidad de una vida: ser enviados con la misma misión de Jesús


El término "misión" o "envío" se va repitiendo en cada sinóptico:
"los envió" (Mt 10,5; Mc 6,7; Lc 9,2 y 10,1). El "nombre" que se les da
("apóstoles") indica esta misma identidad como algo permanente que forma
parte del propio ser (Mt 10,6; 10,3). Al decir Jesús que hay que pedir
nuevos obreros, no deja de indicar el término "misión": "rogad al dueño de
la mies, que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38; Lc 10,2).
El "envío" ("shaliah") que reciben los apóstoles es para prolongar no
sólo el mensaje de Cristo, sino también su misma persona. Recibir o
rechazar al apóstol, escucharle o no, equivaldrá a recibir o rechazar a
Cristo (Mt 10,40-42; Lc 10,16). Son sus embajadores. Y sus credenciales
consistirán en la representación de Cristo y la fuerza del Espíritu Santo
(Mt 10,20). Un "vaso de agua" dado a ellos será considerado como dado a

?
16
La sintonía con los amores de Cristo es parte esencial de
la "vida apostólica". La formación sacerdotal (inicial y
permanente) está basada en esta sintonía: "Formar a los futuros
sacerdotes en la espiritualidad del Corazón del Señor, supone
llevar una vida que corresponda al amor y al afecto de Cristo
Sacerdote y Buen Pastor: su amor al Padre en el Espíritu Santo y
su amor a los hombres hasta inmolarse entregando su vida" (Exh.
Apost. "Pastores dabo vobis" 49).
?
17
Jn 17,18; 20,21; Mt 28,19-20; Mc 16,14-20; Lc 24,45-53; Act
1-2.
11

Jesús (Mt 10,42).


Hay una cierta separación ("elección") de los apóstoles respecto a la
comunidad de creyentes y seguidores de Cristo. Ellos son "los corderos"
enviados en medio de lobos, corderos con el Cordero, como "apóstoles del
Cordero" (Apoc 21,12.14). Sus "nombres" están "escritos en el cielo" (Lc
10,20), junto al Cordero. El encargo recibido los "cualifica" respecto a
los demás; pero siempre serán "los pequeños" (Mt 10,42), dispuestos a
servir, como niños, en el último lugar (Lc 9,48). Hay un equilibrio y
relación estrecha entre autoridad y servicio.18
Esta participación en la misma misión de Jesús tiene lugar después de
haber escuchado y seguido al Señor, según los textos evangélicos
anteriores al relato que estudiamos. Se trata de hacer como hacía él, que
"pasaba", "enseñando", "curando", "apiadándose" (Mt 9,35-36; Mc 6,34). Los
apóstoles irán ahora aparentemente solos, pero "delante de él... adonde él
había de ir" (Lc 10,1). Se comienza a notar una presencia afectiva y
efectiva, que tendrá lugar en la misión postpascual (Mt 28,20: "estaré con
vosotros"; Mc 16,20: "el Señor con ellos").19
Tampoco puede desligarse el envío, del encargo dado por Jesús al
multiplicar los panes: "dadles vosotros de comer" (Mc 6,37; Mt 14,16; Lc
9,13; cfr. Jn 6,5). Siempre se trata de una dependencia total respecto a
Jesús, para poder obrar en su nombre, como "cooperadores y copartícipes de

?
18
La participación en la misión de Cristo, "Siervo", incluye
esta faceta del Señor: "Jesucristo es Cabeza de la Iglesia su
Cuerpo. Es 'Cabeza' en el sentido nuevo y original de ser
'Siervo', según sus mismas palabras... (Mc 10,45)... La autoridad
de Jesucristo Cabeza coincide, pues, con su servicio, con su don,
con su entrega total, humilde y amorosa a la Iglesia. Y esto en
obediencia perfecta al Padre; él es el único Siervo doliente del
Señor, Sacerdote y Víctima a la vez... La vida espiritual de los
ministros del Nuevo Testamento deberá estar caracterizada, pues,
por esta actitud esencial de servicio al pueblo de Dios (cf. Mt
20,24ss; Mc 10,43.44) ... (cf. 1Pe 5,2-3)"... ("Pastores dabo
vobis" 21).
?
19
En la encíclica "Redemptoris missio", explicando la
"comunión íntima con Cristo, se dice: "Precisamente porque es
'enviado', el misionero experimenta la presencia consoladora de
Cristo, que lo acompaña en todo momento de su vida. 'No tengas
miedo... porque yo estoy contigo' (Act 18, 9-10). Cristo lo espera
en el corazón de cada hombre" (RMi 88).
12

su palabra, de su acción y de su amor".20


Se podría hablar de una "inclusión hebraizante" 21, puesto que la
palabra de Jesús (Mt 5-7) y su acción salvífico-pastoral (Mt 8-9) se
convierte ahora en misión de los apóstoles, como una continuación lógica.
Por esto, los enviados de Jesús hablan y obran como él (Mt 10,1-41).
Consecuentemente serán considerados como Jesús por el servicio (y
autoridad) de la palabra.
Los apóstoles participan, pues, del mismo "poder" ("exusia") de
Jesús, que es es siempre de "servicio" ("diaconia") (Mt 20,28; Mc 10,45) y
de "humillación" ("kenosis") (Fil 2,5; Jn 13,5-16). Si se actúa con el
mismo poder de Jesús, es porque, habiendo recibido la misión de parte del
mismo, se obra y se habla bajo la acción del "Espíritu del Padre" (Mt
10,20), como Cristo se dejó guiar por él (Lc 4,1.14.18; 10,21).
Es el Espíritu de amor quien, obrando por medio de los apóstoles, les
hará partícipes de la misma compasión y ternura de Jesús (Mt 9,36; 11,28-
30; Lc 10,21ss). Por esto habrán de "dar gratuitamente" lo que han
recibido con amor de gratuidad (Mt 10,1). El apóstol se hace "pequeño"
para ser reconocido como prolongación de Jesús (Mt 10,42; cfr. Mt 25,40).
En este punto, la "autoridad" apostólica será auténtica porque dejará
transparentar el modo de obrar de Jesús, que "tiene sed en todos los
sedientos".22
Los apóstoles, enviados por Jesús, le representan y obran en su
nombre. No sólo viven en comunión con él, sino que participan de su misma
misión, prolongan su palabra con autoridad de servicio, imitan su misma
vida de humildad y desprendimiento. Su identidad es la de ser "expresión"
o gloria de Jesús (Jn 17,10), prolongando su mismo hablar y obrar
salvífico (Mt 10,1-42; Mc 6,7-12; Lc 9,2; 10,1-16).
La "alegría" mayor de un apóstol es constatar que, al "desaparecer"
sirviendo, sin buscarse a sí mismo (Jn 3,30: "conviene que él crezca y no
disminuya"), los evangelizandos encuentran a Cristo en el mismo apóstol,
como si fuera su transparencia.
?
20
I. GOMA', o.c., p. 521.
?
21
Ibídem.
?
22
I. GOMA', o.c., p.557. Esta será la actitud apostólica de
Pablo (1Cor 9,22: "me he hecho todo para todos"; 1Thes 2,7: "como
una madre") y de Pedro (1Pe 5,3: "no como dominadores, sino
sirviendo de ejemplo al rebaño").
13

B) Misión: correr la misma suerte de Cristo


No se puede perder de vista que el contexto más amplio del discurso
misionero de jesús, es el anuncio de su pasión y resurrección, es decir,
de su misterio pascual (Lc 9,21-22). Los enviados con la misma misión de
Jesús serán recibidos como él, con la misma resistencia y oposición (Mt
10,16-34; Lc 10,3), "para dar testimonio" (mt 10,18. Jesús les comunica
que todo va a ocurrir por el hecho de seguirle y anunciarle: "por mi
causa" (Mt 10,18).
Ser enviados por Jesús conlleva compartir su mismo camino de Pascua,
su marcha "hacia Jerusalén" (Lc 9,51). Como "amigos del esposo" (Mt 9,15),
compartirán su ausencia o paso doloroso, pero, precisamente por ello,
también serán partícipes de su "gozo" y de su "descanso" (Mc 6,30-31; Lc
9,10 y 10,17). Quien anuncia la Palabra y vive de ella, correrá la misma
suerte del Maestro, a modo de "espada" (Lc 2,35; Mt 10,34) que, mientras
corta lo que deriva del pecado, origina la persecución para el pregonero
(Lc 2,34).
Compartir la suerte dolorosa y gozosa de Jesús, en su itinerario
hacia la Pascua (Lc 9,51), equivale a "beber su cáliz" (Mc 10,38; Lc
12,50). Los "apóstoles", por ser "amigos" de Cristo, correrán, pues, la
misma suerte de quien les envía (Jn 15,18-25; Mt 10,22). La persecución
será por la "causa" de Jesús (Mt 10,28), por su "nombre" (Jn 15,21). Les
"odiarán" como a él (Mt 10,22). La fecundidad del apóstol es como la de
"la mujer que da a luz" en medio de una "tristeza" que luego se cambia en
"gozo" (Jn 16,20-22). Este gozo del apóstol "no se lo puede quitar nadie"
(Jn 16,22), porque es el "gozo" de "completar los sufrimientos de Cristo"
(Col 1,24).
A los apóstoles de Jesús les "escucharán" y también los "rechazarán"
(Lc 10,16). Es la experiencia apostólica de todos los tiempos y de todas
las latitudes. Lo importante es adoptar una actitud de amor a la verdad y
a las personas, semejante a la postura de Jesús: "os envío como corderos
en medio de lobos; sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas"
(Mt 10,16). El hecho de decir la verdad con amor no olvida la prudencia de
buscar y esperar el momento y el modo más oportuno para el anuncio. La
"huida" en la dificultad (como la serpiente que defiende su cabeza),
cuando lo pide el evangelio, es actitud de prudencia de quien espera un
momento mejor para darse en sacrificio pascual. Vivir "crucificado con
14

Cristo" (Gal 2,19) es la suerte de todo apóstol (Mt 10,38-39).


Los apóstoles, precisamente por ser enviados, serán "traicionados" o
"entregados" como lo fue Jesús (Mt 10,17-19; cfr. Lc 9,21-22; 18,31-34).
Sabiendo que hay una providencia divina que cuida de los pájaros, hay que
dejar de lado los "temores" de fracaso, puesto que el Padre ("vuestro
Padre", dice Jesús a los apóstoles, se cuida del mensajero (Mt 10,29-31).
La actitud de "sacudir el polvo" de los pies (Mt 10,12) es un gesto
simbólico, que da a entender la seriedad del mensaje evangélico. Este
mensaje es un desafío para todo ser humano, para cada pueblo y cultura. La
oferta del evangelio es una ocasión única que se podría malograr. El
mensaje evangélico de Jesús llama a tomar una decisión incómoda y no
siempre de acuerdo con los propios intereses personales y de grupo. Si el
mensaje es rechazado, el evangelizador debe dejar bien claro que, mientras
él se siente responsable y declara su inocencia, sigue llamando a la
conversión como apertura a la persona y al mensaje de Jesús. "El anuncio
de la Palabra de Dios tiende a la conversión cristiana, es decir, a la
adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe" (RMi
46). El Evangelio espera una aceptación libre y comprometida.
El regreso de la misión indica también que el apóstol comparte la
misma suerte pascual del Señor. El regreso "a Jesús" es para "darle cuenta
de todo lo que habían hecho y enseñado" (Mc 6,30; Lc 9,10). Jesús es el
Señor de la misión y es con él con quien hay que revisarla en un ambiente
de "gozo" y confianza mutua. El "retorno" a Jesús es, pues, una revisión
hecha con Jesús, que quiere amigos fieles y gozosos en la esperanza.23
Jesús invita a un "descanso" después de la misión (Mc 6,31; Lc 9,10),
en circunstancias de soledad ("un lugar desierto"), como tantas veces
vemos en el evangelio (Mc 1,35; Lc 4,42). Era un descanso, como el de
Jesús, que incluía necesariamente la relación filial y amorosa con el
Padre, en el amor del Espíritu Santo (Lc 10,21), y que preparaba para una
misión subsiguiente (Mc 6,34aa; Lc 9,11). El descanso no es huida, sino
vivencia serena del amor, que encuentra tiempo para todo lo que es
voluntad del Padre, también para retirarse "a un lugar solitario" y
compartir con los otros evangelizadores la misma experiencia de Jesús.
Prescindir de la actitud relacional con Dios y con Jesús, no sería
descanso, sino inicio de complejos, de soledad vacía y de frustración.

?
23
J. ERNST, Il vangelo secondo Marco, o.c., I, Il ritorno
(6,30-31), p. 292ss.
15

Descansar, para el apóstol, es estar con Jesús, volviendo a él para vivir


más como él. Se descansa cuando la identidad de la vida recobra su sentido
más profundo y más sencillo.
El gozo de Jesús por el regreso de los apóstoles es debido al hecho
de ver a sus amigos que han sabido compartir su misma suerte, anotando sus
"nombres en el cielo", junto al nombre de Jesús (Lc 10,20; Mt 10,32; Fil
2,9-10). El gozo del apostolado no se mide por el éxito inmediato, puesto
que "el granito de trigo" tiene que "morir" en el surco para que produzca
la espiga (Jn 12,24). El gozo que Jesús comparte con los suyos es "gozo en
el Espíritu Santo" (Lc 10,21; cfr. Jn 16,22-24), que les ha hecho
"testigos" y transparencia suya (Jn 15,26-27). Es el mismo gozo de Jesús
(Jn 15,11; 17,3), de ver que el Padre es amado y glorificado en la
salvación de "los pequeños" (Lc 10,21).
A Jesús se le comprende, se le vive y se le anuncia sólo en sintonía
con esas vivencias suyas sobre la misión: "Sí, Padre, porque así te
agrada" (Lc 10,21). A Cristo le encuentran y le "ven" de verdad, sólo los
que reconocen su propia pobreza ("fatiga", "cansancio") y le reciben tal
como es, con su amor gratuito y su salvación que es don e iniciativa suya
para todos sin excepción (Lc 10,22-24; Mt 11,25-30).

C) Objetivos, potestad y contenidos de la misión


El objetivo de la misión de los apóstoles, como de la de Jesús, queda
canalizado en la potestad que reciben para liberar del demonio (Mt 10,1;
Mc 6,7; cfr. Mc 3,15; Lc 10,17), curar a los enfermos (Mt 10,1.8; Lc
9,2.6; cfr. Mc 3.15), predicar el Reino (Mt 10,7; Mc 6,12; cfr. Mc 3,14;
Lc 9,2; 10,9). En una palabra, "evangelizar" (Lc 9,6). El contenido
doctrinal habrá que entresacarlo de todo el contexto (como veremos luego).
Los "exorcismos" son una continuación del obrar de Jesús (Mc 1,27).
El hombre queda liberado del demonio y del pecado. El poder de Satanás
quedará aniquilado a través de una misión que se irá cumpliendo hasta el
fin de los tiempos (Mt 10,23; cfr. Lc 10,17-20; Mc 16,17). El éxito final
de la misión tiene sentido escatológico (cfr. Act 1,6-8).
La curación de los enfermos (y la resurrección de los muertos)
también continúa la acción salvífica de Jesús (Mt 9,35) relacionada con el
perdón de los pecados (Mt 9,2; Jn 5,14). La unción de los enfermos con el
óleo (Mc 6,13) recuerda la acción misericordiosa del buen samaritano (Lc
10,33-34).
16

El anuncio va unido a la acción liberadora y curativa, para indicar


la doble faceta del apóstol (médico y maestro), como participación en la
acción, las palabras y, por tanto, la autoridad de Jesús.
El contenido de la predicación se puede resumir en la palabra
"evangelizar, que tiene en Lucas el sentido de "alegre noticia" (Lc 9,6).
De hecho, se trata de una enseñanza concreta ("enseñar", "predicar": Mt
9,35; 10,7; Lc 9,2), que debe ser escuchada y aceptada (Lc 10,16). Este
contenido se puede concretar así:
- Se anuncia que el Reino de Dios está cerca: Mt 10,7; Lc 10,9. Los
apóstoles son enviados a "predicar el Reino de Dios": Lc 9,2.
- Los bienes mesiánicos prometidos se resumen en la paz: Mt 10,12; Lc
10,6. Es la paz anunciada ya e Belén (Lc 2,14) y comunicada por Jesús
resucitado (Lc 24,36; Jn 20,20). La "paz" es el mismo Jesús (Ef 2,14).
- Se llama a conversión, como alejamiento del pecado y cambio profundo
de mentalidad: Mc 6,12.
- Este anuncio de la salvación y de la paz se dirige a las personas
concretas: "a vosotros" (Mt 10,7); "a esta casa" (Mt 10,12).

Estos contenidos son parecidos a la predicación de Jesús. Se puede


comparar Mt 9,35-36 con Mc 1,14-15:
- Jesús predicaba el evangelio del Reino de Dios,
- porque ya se cumplió el tiempo
- y el reino está a la puerta,
- urgiendo a la conversión y a la fe.

Las pautas y contenidos doctrinales que los apóstoles van a predicar


son los mismos que Cristo enseñó en el sermón de la montaña. El discurso
misionero, tal como se encuentra en San Mateo (Mt 10,5-42) es el segundo
sermón más largo narrado por el primer evangelista. El programa misionero
de este discurso es paralelo al del sermón de la montaña y, de modo más
concreto, a las bienaventuranzas (Mt 5,1ss), hablando de los que sufren y
de los pobres, de la misericordia, la paz, la sed, las lágrimas, la
persecución...24
Jesús, en su persona, su obra y su mensaje, es el Reino que ya está
en medio de la comunidad y en los corazones. La comunidad de los apóstoles

?
24
I. GOMA', o.c., V (Los enviados del Mesías), pp. 521ss,
comentando Mt 10,5ss.
17

representa a Jesús y le anuncia como Reino que urge a ser aceptado. 25


La paz puede simbolizar el conjunto de bienes mesiánicos traídos y
comunicados por Jesús (Dios, hombre, Salvador; cfr. Lc 2,14; 24,36; Jn
20,20). Esta paz, por ser don de Dios a hombres libres, no se impone, sino
que se ofrece urgiendo a una apertura responsable. Es una paz
"personificada", que regresa a los apóstoles en el caso de no ser aceptada
(Lc 10,6). El mensaje de Jesús es una realidad salvífica, no una simple
teoría.
La conversión es una llamada dirigida a personas concretas, para que
dejen el pecado, cambien de modo de pensar (criterios, valores, actitudes)
y se abran totalmente a los planes salvíficos de Dios. La Iglesia
primitiva, por boca de Pedro, hará la misma llamada a la conversión, en
relación al bautismo en el nombre de Jesús (Act 2,38; 3,19). Propiamente
es una apertura a la misma persona de Jesús, para adherirse a él con una
actitud de fe, esperanza y amor.26

D) Audacia de la esperanza y de un anuncio sin fronteras


El discurso misionero de Jesús describe un abanico de dificultades
anejas a la misión: rechazo, odio, persecución, tribunales, muerte... A
pesar de la debilidad del evangelizador, comparable a la de un cordero
ante el lobo (Lc 10,3), el apóstol cuenta con la fuerza del Espíritu
Santo. No hay otros puntos de apoyo para defenderse con las mismas armas
(como se hace en la sociedad humana), sino sólo la pobreza bíblica de
sentirse desarmado, como un instrumento débil en las manos poderosas de
Dios. Para "proclamar" a Cristo (Mt 10,32), no hay que dejarse "intimidar"
por ningún género de amenazas (My 10,26).
La actitud audaz del apóstol se basa en la esperanza. No sólo se
tiene la fuerza del Espíritu y la acción especial de la providencia del
Padre; además, se cuenta con la presencia de Cristo (resucitado) y se
trabaja con él, preparando su última venida: "hasta que venga el Hijo del

?
25
"El Reino de Dios no es un concepto, una doctrina o un
programa sujeto a libre elaboración, sino que es ante todo una
persona que tiene que tiene el rostro y el nombre de Jesús de
Nazaret, imagen del Dios invisible" (RMi 18).
?
26
Mc 1,15: "creed en el evangelio"; Nt 5,48: "sed perfectos
como vuestro Padre". "El anuncio de la Palabra de Dios tiende a la
conversión cristiana, es decir, a la adhesión plena y sincera a
Cristo y a su Evangelio mediante la fe" (RMi 56).
18

hombre" (Mt 10,23; cfr. 1Cor 11,26).


Como en el sermón de la montaña (Mt 6,25-34), también en el discurso
misionero, Jesús urge a vivir de la esperanza, incluso ante la
eventualidad del martirio. Nota característica de la misión es el
"martirio", es decir, el hecho de "testimoniar" a Cristo con el riesgo de
perder la propia vida. Así, pues, los apóstoles son enviados para confesar
a Cristo con valentía, llenos de confianza en Dios Padre (Mt 10,26-33;
6,25-34; cfr. Act 4,29-31). El Espíritu Santo, comunicado por Jesús,
obrará con fuerza poderosa a través de instrumentos débiles y dóciles.
La perspectiva escatológica ("hasta la venida del Hijo del hombre",
Mt 10,23), indica, por una parte, que el fruto de la evangelización no
siempre es inmediato. Por otra parte, la acción evangelizadora deberá
continuar hasta la venida definitiva del Señor. Los horizontes de la
misión no tienen fronteras, ni en el espacio ni en el tiempo. La acción
evangelizadora es como el "fermento en la masa", que tiene poder para
hacerla fermentar en su totalidad (Mt 13,33).
El horizonte inmediato de la misión, en el discurso misionero de
Jesús, es el pueblo de Israel (Mt 10,6). Pero los detalles redaccionales
(con influencia postpascual) indican ya un apertura progresiva a todos los
pueblos. En algún modo se anticipa la dimensión universalista del envío
final después de la resurrección "a todos los pueblos".27
La expresión "la mies es mucha" (Mt 9,37; Lc 10,2), con la indicación
de pedir abundancia de obreros, hace recordar que la redención de Cristo
es "por todos" (Mc 10,45; Mt 20,28), y que su salvación, obrada por su
muerte y resurrección, se ofrece a todos cuantos están necesitados de ella
(Lc 9,56). El "pan de vida", que es el mismo Jesús (como Palabra y como
Eucaristía) es "por la vida del mundo" (Jn 6,51).
Aún en el espacio restringido de Israel (Palestina), se nota que la
evangelización queda abierta a un más allá de totalidad: "pasaba
evangelizando y curando en todas partes" (Lc 9,6). En la perspectiva del
tiempo, la evangelización debe continuar "hasta que venga el Hijo del
hombre" (Mt 10,23). Cuando el amor de los apóstoles será más profundo, se
les podrá encargar explícitamente el cuidado de todas las ovejas, también
de las "otras" que todavía no forman parte del actual redil (Jn 10,16;
21,15ss).
La misión "a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 10,6)

?
27
Mt 28,19-20; Mc 16,15-20; Lc 24,47-49; Act 1,1-8, etc.
19

queda matizada por la misión ampliada a los paganos. Se nota una redacción
válida también para la Iglesia postpascual, que ha recibido el encargo de
Jesús de ir "a todos los pueblos". La predicación en "las casas" (Lc 10,5-
7) pasa a ser predicación en "las ciudades" (Lc 10,8-11). Estas ciudades
con "calles" y "plazas" (en plural) pueden indicar un cambio de
perspectiva cultural, pasando de un mundo más rural (Palestina) a otro más
urbano (fuera de Palestina).28
Si ahora los mensajeros (obreros) son pocos, luego serán más, para
preparar la siega del final de los tiempos. Los enviados pasan de ser doce
(Lc 9,1-6), a ser setenta y dos (Lc 10,1-20), como indicando ese aumento
querido por Jesús y que debe pedir la misma comunidad eclesial (Lc 10,2).
Lo importante es que estos mensajeros, pocos o muchos, no se entretengan
en cosas marginales. La "prisa" por evangelizar prohibe entretenerse en
"saludos" innecesarios de una instalación permanente (Lc 10,4). Esos
"saludos" duraban tres días de hospedaje... Los valores "culturales" deben
ceder a las exigencias del evangelio.
El discurso misionero, según San Lucas, tiene lugar en el "camino
hacia Jerusalén" (Lc 9,51). En los Hechos de los Apóstoles, los enviados
siguen a Cristo resucitado hacia el mundo (Act 1,8), porque se trata de
"hablar la Palabra de Dios con confianza... y audacia" (Act 4,31.33), como
"Palabra de vida" (Act 5,20), "para todos los que obedecen a Dios" (Act
5,32). La urgencia de pedir mayor número de mensajeros (Mt 9,38; Lc 10,2)
es porque "la Palabra de Dios debe expandirse" a todos los pueblos (cfr.
2Tes 3,1).
Estos mensajeros, que se irán sucediendo en todos los tiempos,
¿estarán disponibles para la misión? Dependerá de la autenticidad de su
seguimiento evangélico...

4. Desprendimiento y seguimiento evangélico para la misión


El discurso misionero incluye en su programa, como nota esencial, el
desprendimiento de los apóstoles, en armonía con el seguimiento de Jesús
para vivir su mismo estilo de vida. Los textos indican que los enviados
deben quedar libres para evangelizar (Mt 10,8ss; Mc 6,8ss; Lc 9,3ss; Lc
10,4ss). No cabe condicionamientos personales, sociales ni culturales.

?
28
J. ERNST, Il vangelo secondo Luca, o.c., vol. II, pp.466-
480, distingue entre el envío de los doce al pueblo de Israel (Lc
9,1-6) y el envío de los setenta y dos al mundo (Lc 10, 1-20).
20

El texto del envío no es sólo descriptivo de detalles concretos


manifestativos de actitudes hondas, sino que, además (según la redacción
de Mt 10,38-29), exige una entrega de totalidad: "el que no toma su cruz y
me sigue, no es digno de mí" (Mt 10,38). Hay que arriesgar "la vida" por
Cristo (ibídem). La misión exige un seguimiento radical. El seguimiento es
en vistas a la misión (Lc 9,57-62; Mt 8,18-22).
Hay que remitirse a otros textos del seguimiento evangélico de los
doce, para comprender en toda su integridad el discurso misionero. Para
compartir la misma vida y la misma suerte de Cristo, no caben puntos de
apoyo al margen del evangelio, porque "el Hijo del hombre no tiene donde
reclinar su cabeza" (Mt 8,20; Lc 9,58). Para Cristo y para los enviados,
el punto de apoyo es la voluntad salvífica del Padre.
Repetidas veces se dice en el evangelio que los apóstoles, para
seguir a Cristo, "lo dejaron todo" (Lc 5,11; Mt 4,20.22). El acento está
en el "seguir" a Cristo; sólo a partir del sentido "esponsal" del
seguimiento, cabe el desprendimiento de totalidad. Sólo el amor puede
exigir y posibilitar el cumplimiento de esta "regla": "Nosotros lo hemos
dejado todo y te hemos seguido" (Mt 19,27; Mc 10,28). En esta "totalidad"
se incluye la pobreza, la obediencia, la castidad (virginidad), la
humildad, el sacrificio (cfr. Mt 19,28-29; Mc 10,29-30). Para llegar a los
casos concretos de desprendimiento, hay que inspirarse en la misma vida de
Jesús, siempre libre para un amor de totalidad y de cercanía a los
hermanos (cfr. Act 10,38).
Esta "vida apostólica" o de seguimiento de Jesús como los apóstoles,
de hecho la asumen otras personas, también invitadas por Jesús. No sólo
encontramos el grupo de los setenta y dos (Lc 10,1; cfr. Num 11,16), sino
también el grupo que, después de Caná, "con su Madre y con sus parientes",
ha creído en él y le acompaña en su "descenso a Cafarnaún" (Jn 2,11-12).
Había también "muchas mujeres" que repartieron sus bienes para seguirle en
su predicación "por las ciudades y aldeas" (Lc 8,1-3). El seguimiento
evangélico o seguimiento radical de Cristo, como "vida apostólica", no se
ciñe al grupo de los doce, sino que se amplía a otros que quieren
compartir la misma vida de Cristo.29

?
29
Ver bibliografía de las notas 2-4. Queda claro que los
Apóstoles, sus sucesores (los obispos) y sus inmediatos
colaboradores (presbíteros), en toda época histórica, están
llamados al seguimiento evangélico. Sólo ellos (y también los
diáconos) son llamados al "ministerio apostólico", que se comunica
21

El paralelo de Mt 10,29-31 (discurso mesiánico) con Mt 6,25-34


(sermón de la montaña), indica que el seguimiento radical de Cristo para
la misión incluye la confianza absoluta en la providencia amorosa del
Padre. Así se explica la llamada a prescindir de puntos de apoyo como las
riquezas y los poderes temporales (Mt 10,9ss; Mc 6,8ss; Lc 9,3ss; 10,4ss).
Hay que desatarse de toda atadura y condicionamiento (patria, familia,
bienes e incluso algunas manifestaciones culturales), para indicar que
sólo pertenecen al Señor y al anuncio del evangelio.30
Lo importante es vivir como Jesús, su Maestro (cfr. Mt 8,20; Lc
9,58). No querer vivir como él, sería como un discípulo que se antepusiera
a su maestro a modo de "tropiezo" tentador (Mc 8,33). La "vida apostólica"
(llamada también, posteriormente, práctica permanente de "consejos
evangélicos", con o sin votos), es imitación de la misma vida de Cristo,
para participar en su camino de misterio pascual. La aparente "separación"
de Jesús y de sus apóstoles indica una mayor cercanía e inserción: ser
libres para el anuncio del evangelio (las bienaventuranzas y el mandato
del amor).31

por la imposición de manos en el sacramento del Orden. Pero otras


personas, también mujeres, son llamadas por Cristo al mismo
seguimento esponsal para una misión que es siempre de anuncio
evangélico, celebración de los misterios de Cristo y comunicación
de la caridad. La dignidad cristiana (de hijos de Dios) es
fundamentalmente la misma; las exigencias de "vida apostólica"
para los llamados a esta vida, son las mismas; los ministerios o
servicios pueden ser diferentes, pero no implican diferenciación
de dignidad básica ni ventajas temporales. María Magdalena, sin
ser del grupo de los doce (ni, por tanto, sacerdote ministro) fue
la primera en recibir el mensaje de Cristo resucitado y en
anunciarlo a los mismos Apóstoles (Jn20,17). La Madre de Jesús,
como figura de la comunidad eclesial, forma parte del grupo que
sigue al Señor en su camino hacia la Pascua (Jn 2,12).
?
30
De ahí la importancia de la declaración solemne de que
"sólo el Señor es parte de mi herencia" (Sal 15,5), como se
afirmaba en los textos litúrgicos de consagración, tanto para la
vida clerical como para la vida monacal y religiosa,
distinguiendo, no obstante, las diversas formas de "vida
apostólica" (todas ellas con las mismas exigencias evangélicas).
?
31
La "sequela Christi" equivale a caminar con Cristo hacia la
Pacua en Jerusalem (Lucas) y hacia el mundo (Hechos). Se camina
con Cristo hacia el Padre (escatología), imitando su "éxodo" hacia
Jerusalén. Siempre es una "identificación de la propia persona con
22

Si los "enviados" tienen una cierta separación debido a la misión


encomendada y al seguimiento radical, es para poder anunciar el misterio
pascual de Cristo dando testimonio de su misma caridad y estilo de vida.
En el discurso misionero hay abundancia de detalles (a veces
contrastantes) de una vida de desprendimiento radical (Mc 6,8ss; Mt
10,9ss; Lc 10,4ss). Se trata de una confianza en Dios, que no permitirá
que los evangelizadores se queden sin el "salario" (la sustentación) (Lc
10,7). No hay extremismos, sino equilibrio entre diversas exigencias. Pero
los gestos concretos (que son secundarios y que pueden variar según las
circunstancias) dejan entrever actitudes básicas y hondas de
desprendimiento y de disponibilidad. Dios proveerá al sustento y a la
hospitalidad, dentro de unos límites evangélicos de austeridad. La
importancia de los gestos concretos estriba en su significado: pobreza
bíblica traducida en humildad, confianza, desprendimiento y
32
disponibilidad.
Hay una relación esencial entre la pobreza y la predicación
evangélica. Para predicar el evangelio de la "paz", hay que vivir esta paz
en un corazón desprendido y unificado, capaz de sembrar y construir la paz
(Mt 5,9; Mt 10,12; Lc 10,6). Especialmente quienes dirigen la comunidad,
como representantes del Buen Pastor, deberán ser "modelos de la grey", sin
buscar ganancias materiales ni ventajas personalistas (1Pe 5,2-4). Así lo
hicieron siempre los Apóstoles, como Pablo, sin ansiar riquezas de ningún
género (Act 20,33).
Esta pobreza evangélica (que es también desprendimiento de la propia
voluntad y afectividad) hace al apóstol "indiferente" ante las
dificultades, como un "cordero" ante el lobo y el esquilador (Mt 10,16).
Pero este riesgo no es más que el desposorio con Cristo, hasta correr su
misma suerte de cordero pascual. La lógica evangélica traza este camino
para construir la paz: sufrir amando (cfr Mt 5,44-48). En Lucas, el envío
de los doce, que incluye el seguimiento (Lc 9,1-9), se explicita con un
examen de fe y de amor para correr la misma suerte de Cristo muerto y
resucitado (Lc 9,18-22).

el modo de vivir del Maestro y con su destino, una sequela que


implica intimidad e imitación" (J.A. FITZMYER, o.c., cap. 5º,
p.109).
?
32
Algunas normas parecidas se encuentran en documentos
cristianos del siglo I, como en la Didajé 11,3-6, etc.
23

Los apóstoles no pueden esperar privilegios. Ellos son "los pequeños"


(Mt 10,42), que se pueden considerar dichosos con un "vaso de agua" dado
por el nombre de Jesús. Su servicio humilde tiene toda la eficacia
redentora de Cristo (Mc 10,48; Mt 20,28). Su mayor premio es el de
anunciar a Cristo y ser transparencia suya (Jn 16,14; 17,10; 2Cor 2,15).
Una "vida escondida con Cristo en Dios" (Col 3,3) por parte del apóstol,
para anunciar y servir "al niño y a su Madre" (Mt 2,13.20), es el único
camino para descubrir a Cristo que "espera en el corazón de cada hombre"
(RMi 88). Las conversiones de individuos y de pueblos al evangelio se
retrasan durante siglos, porque las huellas de Cristo, que ya se
encuentran en esos ambientes culturales, no encuentran la sintonía del
signo claro del Buen Pastor.33

5. Comunión en el seguimiento y en la misión


El signo de la "comunión" fraterna forma parte del testimonio de la
misión. Precisamente porque la llamada, el seguimiento y la misión tienen
carácter personal, de tú a tú, comportan también el carácter colectivo o
comunitario. Jesús "llama a los doce" (Mc 6,7), los "convoca" (Mt 10,1; Lc
9,1) y "envía" (Mt 10,5).
Este título, "los doce" (y el de "apóstoles") será ya, para el futuro
de la Iglesia, un "colegio" o grupo especial, aún en el conjunto de ciento
veinte reunidos en el Cenáculo antes de Pentecostés (Act 1,15ss). Pedro
ocupa un lugar especial y hablará en nombre de todos el día de Pentecostés
(Act 2,32). En medio de la "multitud de creyentes", los Apóstoles
continuarán formando un grupo especial (Act 5,12-14) para el servicio de
la palabra, de la eucaristía y del compartir los bienes en la comunidad
(Act 2,42-4), haciendo posible que toda la comunidad eclesial sea "un solo
corazón y una sola alma" (Act 4,32).34
?
33
"La presencia y la actividad del Espíritu no afectan
únicamente a los individuos, sino también a la sociedad, a la
historia, a los pueblos, a las culturas y a las religiones. En
efecto, el Espíritu se halla en el origen de los nobles ideales y
de las iniciativas de bien de la humanidad en camino... Cristo
resucitado obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del
hombre... Es también el Espíritu quien esparce 'las semillas de la
Palabra' presentes en los ritos y culturas, y los prepara para su
maduraz en Cristo" (RMi 28).
?
34
Para nuestro estudio no interesa tanto la posible
distinción entre "los doce" y "los apóstoles".
24

Tanto "los doce" o los "apóstoles", enumerados por binarios, como los
"setenta y dos", todos serán enviados "de dos en dos" (Mc 6,7; Lc 10,1).
Esta será una praxis habitual en la Iglesia primitiva, como en el caso de
Bernabé y Saulo (Act 13,2). Esta praxis recuerda la ley mosaica sobre la
credibilidad garantizada por dos testigos (Deut 19,15).35
La unidad de caridad ("koinonia") entre los apóstoles es un factor
determinante de la comunión eclesial (Act 4,32). Por esta unidad (de
apóstoles y también de creyentes en general), oró Jesús en la última cena,
pidiendo que fuera reflejo de la comunión trinitaria (Jn 17,21-23). La
misión de Jesús de los apóstoles procede de la comunión divina (Jn 17,18;
20,21).36
La comunidad del grupo "apostólico" queda ampliada (además de los
setenta y dos según Lc 10,1) con el grupo de las mujeres (Lc 8,1-3). En
Juan destaca la presencia de María la Madre de Jesús ya desde el inicio
del seguimiento (Jn 2,12). En los Hechos, se hará notar esta presencia de
María en el Cenáculo, precisamente en relación a los Apóstoles (Act
1,14).37
El regreso de los apóstoles (y de los setenta y dos) es un hecho que
tiene importancia comunitaria (Mc 6,30-31; Lc 9,10; 10,17ss). El punto de
referencia y de apoyo de la unidad es siempre la persona de Jesús. Su
presencia se deja sentir en todo el proceso de seguimiento y de misión. En

?
35
AA.VV., De dos en dos..., Salamanca, Sígueme 1980. Sólo
Lucas cuenta el envío de los setenta y dos, enviados de dos en
dos, con posible referencia a los setenta de Num 11,16. Nótese que
los nombres de los doce también se ponen por binarios en Mt 10,2-4
y Lc 6,13-16.
?
36
Por esto la Iglesia será definida como misterio de
comunión, que refleja la comunión trinitaria y que, precisamente
por ello, construye la humanidad entera en esta misma comunión
(cfr. LG 4, citando a S. Cipriano). "Este supremo modelo de
unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en tres Personas,
es lo que los cristianos expresamos con la palabra "comunión",
Esta comunión, específicamente cristiana, celosamente custodiada,
extendida y enriquecida con la ayuda del Señor, es el alma de la
vocación de la Iglesia a ser "sacramento", en el sentido ya
indicado" (SRS 40).
?
37
En los Hechos, la "comunión" es la Iglesia como comunidad
"convocada" para amar. María dice relación a esta unidad. El
discípulo amado, según "Redemptoris Mater", recibió a María "en
comunión de vida" (RMa 45, citando a San Agustín).
25

el regreso de los enviados, Jesús invita a concentrarse en la soledad (Mc


6,31; Lc 9,10), para una revisión y (a ejemplo de Jesús) para la oración
(Lc 10,17-24; cfr. Mt 11,25-30).
Esta comunión con Cristo presente en medio de la comunidad
apostólica, es un examen sobre la misión (una evaluación, diríamos hoy),
para un recto discernimiento y una adecuada potenciación. Al dar cuenta a
Jesús, delante de los demás, de la misión realizada, el Señor puntualiza
la identidad del apóstol, que consiste más en el "ser" (es decir, en la
relación con Jesús) que en la eficacia inmediata del hacer. El gozo del
apóstol consiste en su unión con Cristo, que le ha enviado, acompañándolo
en la acción, esperándolo en la misma misión y también en el momento de
revisión (Lc 10,17-20).
El valor y la eficacia de la acción realizada (acción que es una
exigencia de la misión) consiste en la sintonía con el mismo Cristo, en su
amor al Padre (en el Espíritu Santo) y a todos los hombres redimidos (Lc
10,21). Por esto, la acción apostólica no es dicotomía, sino continuación
del encuentro con Cristo. Al regresar para descansar, discernir y orar, se
encuentran con una etapa nueva de la misión que les abre el horizonte a
"multitudes" cada vez mayores (Mc 6,33-34). Los enviados tendrán que
profundizar en los sentimientos de "compasión" de Cristo, para poder
afrontar una nueva etapa de evangelización.
La capacidad de vivir en comunión (comunidad), apoyándose en la
intimidad con Cristo, se convertirá en capacidad ilimitada de misión. El
amor de relación (encuentro) y de seguimiento se demostrarán en el amor de
misión para una incondicional acción apostólica. Todos estos aspectos
tienen una doble dimensión: personal y comunitaria. No existe una
dimensión sin la otra. Al final del evangelio de Juan, el grupo
apostólico, que ha experimentado de nuevo la eficacia de la comunión (Jn
21,1-14), será examinado (en la persona de Pedro) sobre el amor. La misión
(diferenciada según la vocación específica de cada uno) se confía con la
condición de que sea ejercida por amor a Cristo (Jn 21,15-23). Es la misma
misión que Cristo recibió del Padre y que trasmitió con la fuerza del
Espíritu de amor (Jn 20,21.23). La vivencia del signo de la comunión
apostólica (en cualquier comunidad eclesial) es un examen y una
potenciación del amor, que es imprescindible para la misión.
La comunidad apostólica no se encierra en sí misma, puesto que ha
sido querida por Jesús para anunciar el Reino y crear la gran comunidad de
26

los "convocados" por Jesús (la "ecclesia"). El don de la vocación


apostólica proviene de Jesús y es para la comunidad. No es un derecho de
la comunidad, sino una oferta gratuita de Jesús a la comunidad, invitada a
pedir este don (Mt 9,38; Lc 10,2). Por ser don de Dios Amor para la
comunidad, la vocación debe ser vivida en comunión. La comunidad tiene
derecho a que este don vocacional sea ejercido con "gratuidad" (cfr. Mt
10,8) y como transparencia de la caridad del Buen Pastor.38
La comunidad apostólica (evangelizada y evangelizadora a la vez) ,
examinándose continuamente sobre la misión, vive armónicamente la comunión
dentro del grupo específico (colegialidad apostólica, presbiterio, etc.) y
en la apertura a toda la comunidad eclesial: la que ya ha comenzado en un
lugar concreto (Iglesia particular) y la que no tiene fronteras (Iglesia
universal).39

?
38
"La Iglesia, como Esposa de Jesucristo, desea ser amada por
el sacerdote de modo total y exclusivo como Jesucristo Cabeza y
Esposo la ha amado" (PDV 29). La misma exhort. apost. "Pastores
dabo vobis", repetidamente habla de ser trnasparencia del Buen
Pastor: "Por tanto, los presbíteros son llamados a prolongar la
presencia de Cristo, único y supremo Pastor, siguiendo su estilo
de vida y siendo como una transparencia de él en medio del rebaño
que les ha sido confiado" (PDV 15; cita 1Pe 5,1-4). En el n.49
dice: "llamado a hacerse epifanía y transparencia del buen pastor
que da la vida (cf. Jn 10,11.15)".
?
39
1Tim 4,14. H. DE LUBAC, Les Eglises particulières dans
l'Eglise universelle, Paris, Aubier-Montange 1971; J. SANCHEZ
BOSCH, Iglesia e iglesias en las cartas paulinas, "Rev. Catalana
de Teologia" 8/1 (1983) 1-43; Idem, Nascut a temps. Una vida de
Pau l'Apòstol, Barcelona, Edit. Claret 1992; ST. VIRGULIN, Cristo
al centro della missione di Paolo, "Riv. di Vita Spirituale" 40
(1986) 378-397.

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