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CICLO VITAL

Características del desarrollo evolutivo de


niños, niñas y adolescentes
Entre 2 y 5 años:
Entre 6 y 9 años:
• Comienzan a adquirir mayor autonomía y
quieren hacer las cosas por sí mismos
• Comienzan a desarrollar fuertemente sus
(“yo solito”). habilidades cognitivas, con el inicio de su
etapa escolar. Adquieren nuevos
• A veces son oposicionistas o negativistas: conocimientos, son muy curiosos.
quieren elaborar un sentido de sí mismos,
• Van adquiriendo interés en el “por qué
afianzar su identidad (“no quiero”, “no me
suceden las cosas”, las causas, los efectos y
gusta”).
las relaciones entre los eventos.
• Les gusta tomar la iniciativa: corren
riegos, inventan y crean juegos e historias.
• Necesitan explicaciones claras y sin rodeos,
más que grandes explicaciones.
- A los dos años comienzan a jugar con
las palabras y empiezan los primeros
• Aprenden sobre la expresión de emociones,
basándose en las experiencias familiares y
juegos de ficción.
lo que observan en el colegio.
- A los tres años comienzan a jugar
representando roles, disfrazándose
• Son especialmente inquietos, por lo cual
necesitan mucha actividad y movimiento
e imitando a otros, especialmente a
para el desarrollo de su motricidad.
los padres y adultos más cercanos. Es
importante la imaginación y la aparición • Se deben adaptar a las actividades
de personajes fantásticos. escolares, reconociendo reglas y
asumiendo distintos roles y fortaleciendo
- A los cuatro años comienzan a jugar
las relaciones sociales con profesores y
con reglas propias.
compañeros de curso.
- A los cinco años comienzan los juegos
• Aprenden mecanismos sociales, actitudes y
con reglas más claras y externas.
valores útiles para su vida.
• Al finalizar esta etapa, reconocen emociones
Entre 10 y 14 años:
en otros y las expresan a través de sus
dibujos. • Comienzan a desarrollar cambios biológicos,
psicológicos y cognitivos.
• Necesitan demostraciones de afecto,
seguridad y confianza de los miembros de • Comienzan a desarrollar los caracteres
su familia. sexuales secundarios que los llevarán a ser un
individuo sexualmente maduro. Al ser cambios
• Las rabietas son una forma de reaccionar
físicos visibles, hay una mayor preocupación
ante las frustraciones, funcionan como
por el aspecto físico.
una emoción para ser atendido o para
obtener lo que se desea. • Comienzan con el proceso de construcción
de su identidad adulta.
• Las reacciones regresivas (volver a
comportarse como un bebé) son para ganar • Se relacionan más cercanamente con el
el afecto y atención de los padres. grupo de pares, estableciendo relaciones
más distantes con la familia.
• Es importante prestar atención a rabietas
y reacciones regresivas, identificando lo • Tienen más conflictos con los padres y
que realmente quiere decir o expresar adultos y se empiezan a distanciar,
cada una. privilegiando la opinión del grupo de pares
• Se dan cuenta de que existen normas en por sobre la de los adultos.
el entorno y desarrollan la capacidad para • Suelen estar probando constantemente a
tomar decisiones. los adultos, los límites que ponen, las
normas establecidas.
Entre 15 y 19 años: siempre con fundamentos.
• Se consolida el desarrollo de los cambios
propios de la adolescencia.
• Comienzan con el proceso de
consolidación de su identidad adulta,
prestando menos atención a la opinión de
los adultos y favoreciendo la del grupo de
pares.
• Se perfilan los intereses intelectuales,
creativos y laborales, y se piensa en lo que
se hará después de salir del colegio.
• Se relacionan más cercanamente con el
grupo de pares y con el sexo opuesto,
estableciendo relaciones más distantes con
la familia.
• Las tensiones entre padres e hijos en esta
etapa comienzan a estabilizarse.

¿Qué deben considerar los adultos que


viven con niños niñas y adolescentes?

Entre 2 y 5 años:
• Estar atentos a que, como adultos, se es
un ejemplo que los hijos pueden imitar,
tanto en lo bueno como en lo malo.
• Expresarles su afecto y cariño, a partir del
desarrollo de una comunicación clara,
empática y abierta entre todos los
miembros de la familia. Demostrarles
seguridad y darles a entender que pueden
confiar en ellos.
• Acompañarlos en el descubrimiento del
mundo a partir de juegos compartidos.
• Entender que el niño va a ir necesitando
de sus propios espacios, de manera de
proporcionarle oportunidades para que
pueda ir haciendo cosas por sí solo y
adquiera mayor autonomía, siempre
considerando los procesos de supervisión y
acompañamiento de los adultos.
Entre 6 y 9 años:
• Hacer una distinción clara entre las
funciones que cumple la escuela y las
funciones que cumple la familia en la
educación de los hijos, lo que implica
conocer familiarmente cuáles son sus
límites y normas, y cumplirlas. A su vez
deben conocer los aspectos en común que
pueden presentar estos dos sistemas en su
conjunto para colaborar mutuamente.
• Crear espacios para el diálogo a través de
una comunicación directa, sincera y
auténtica con sus hijos.
• Abordar temas complejos con los hijos,
informándose previamente y hablando
• Fortalecer el desarrollo de las emociones
y sentimientos en los hijos, modulándolas a
través de ejemplos, lo cual fomenta un
autoconcepto sólido y una autoestima
positiva.
• Expresarles su afecto y cariño, a partir del
desarrollo de una comunicación clara,
empática y abierta entre todos los miembros
de la familia.
Entre 10 y 14 años:
• Reforzar el desarrollo de la autonomía, lo
que implica un proceso tanto de los padres (y
adultos significativos) como de los hijos.
• Establecer reglas claras pero flexibles,
considerando las posibilidades de negociar
directamente con los adolescentes.
Anticiparse a los riesgos.
• Establecer momentos de conversación y
comunicación, que consideren la atención y
escucha activa por parte de los adultos, de
los temas que los adolescentes quieran
abordar con ellos.
• Respetar y reconocer cuáles son los límites
que los hijos van estableciendo, siempre
tomando en cuenta que es parte de un
proceso de aprendizaje y de adquisición
progresiva de la propia independencia.
Entre 15 y 19 años:
• Reforzar el desarrollo de la autonomía, lo
que implica un proceso tanto de los padres (y
adultos significativos) como de los hijos.
• Establecer reglas claras pero flexibles,
considerando las posibilidades de negociar
directamente con los adolescentes.
• Establecer momentos de conversación y
comunicación que consideren la atención y
escucha activa por parte de los adultos, de
los temas que los adolescentes quieran
abordar con ellos.
• Es importante también considerar que los
hijos van desarrollando un mayor grado de
autonomía, por lo cual los adultos deberán
respetar y reconocer cuáles son los límites
que los hijos van estableciendo, siempre
tomando en cuenta que es parte de un
proceso de aprendizaje y de adquisición
progresiva de la propia independencia.
• Anticipar riesgos y expresar posturas claras
a temas complejos (consumo de sustancias,
sexualidad, entre otros).

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