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Sesión 4 Tarea Debate Contemporneo Entorno Al Realismo Cientfico
Sesión 4 Tarea Debate Contemporneo Entorno Al Realismo Cientfico
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Alba Velázquez
University of Malaga
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Resumen
Abstract
Scientific realism is a position in philosophy of science which has, at the same time,
great defenders and great critics. This paper tries to point out the current state of the
discussion between scientific realists and antirealists. For this purpose, I attempt to give
a definition of “scientific realism. In the same way, I clearly state the ideas that have to
be accepted to serve as tag for “realist”. Equally, I am expounding the main arguments
for and against scientific realism, and I comment on some of the main realistic and
antirealistic contemporary proposals which make up the current overall view.
1. Introducción
Para llevar a cabo esta tarea, en primer lugar trataré de definir en qué consiste el
realismo científico. Esta definición la daré a través de las principales tesis de las que
esta tradición se compone. Esto no es una tarea fácil, pues el realismo científico es una
propuesta que acoge posiciones muy variadas, aunque trataré de ir al núcleo de la
tradición. En segundo lugar, analizaré los principales argumentos a favor y en contra. Se
considera como principal argumento el que en su día formuló Hilary Putnam y fue
bautizado como el argumento del “no [hay] milagro” (Putnam, 1975, pág. 73). Como
objeciones, cabe destacar la metainducción pesimista, la infradeterminación de las
teorías por la evidencia empírica y la inconmensurabilidad de las teorías. A
continuación, enunciaré algunas de las más importantes posturas realistas de la
actualidad, que no por ello iguales, pues por ejemplo, el realismo de Mario Bunge es
bastante diferente al realismo estructural. La última parte del trabajo la conforman las
conclusiones, en las que además de incluir mi posición personal en el debate, comento
la importancia que para mí tiene esta discusión, y cómo la filosofía de la ciencia se está
beneficiando de ella.
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2. ¿Qué es el realismo científico?
Ahora que está algo más definido el terreno de la discusión, entraremos un poco
más en los matices de esta tesis. Una posible clasificación, que por supuesto no es la
única, de las distintas dimensiones del realismo científico podría ser la siguiente:
Realismo ontológico. Defiende que las entidades teóricas que postulan las teorías
científicas, correctamente establecidas, existen (aunque excepcionalmente hay
ocasiones en que no es así). Cuando se habla aquí de entidades teóricas, nos referimos a
aquellas entidades inobservables que alguna teoría postula (Diéguez, 2010, pág. 252)
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Realismo teórico. A las teorías científicas se les puede atribuir valor de verdad o
de falsedad (Diéguez, 2010, pág. 253).
La aceptación conjunta de estas cinco tesis es algo bastante infrecuente, hasta tal
punto es así que podría afirmarse que sólo algunos realistas en sentido fuerte como Karl
Popper o Mario Bunge encajarían su filosofía con todas ellas (Diéguez, 2010, pág. 254)
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Pero sin duda, la crítica de la inducción pesimista de Laudan es una de las que
más peso ha tenido. Ésta afirma que, si se trata de un milagro, es un milagro demasiado
frecuente, puesto que la historia de la ciencia nos ofrece una gran cantidad de teorías
que fueron exitosas y que hoy ya hemos abandonado por falsas. Laudan ofrece una lista
de algunas de ellas─ como la teoría del flogisto o el geocentrismo de Ptolomeo─ y
asegura que es capaz de ofrecer media docena de teorías falsas y exitosas por cada
exitosa y verdadera que le ofrezca el realista (Laudan, 1981, pág. 35). En definitiva,
para Laudan no existe una conexión entre la verdad de una teoría y su éxito predictivo.
Las respuestas por parte de algunos autores realistas no tardaron en aparecer. Las
principales réplicas han sido las siguientes (Diéguez, 2010, pág. 263):
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Psillos considera que es posible saber, en cierto modo, que las explicaciones son
verdaderas aproximadamente gracias al conocimiento de fondo que previamente
tenemos de la ciencia, que es quién guía a la hora de seleccionar las mejores hipótesis
aportando “consideraciones explicativas” que nos hacen decantarnos por unas u otras
(Psillos, 1996).
Otro de los grandes retos a los que se enfrenta el realismo científico es a la tesis
de la infradeterminación de las teorías por la evidencia empírica. Su formulación es la
siguiente: toda teoría científica tiene rivales empíricamente equivalentes, es decir, una
misma evidencia empírica puede encajar perfectamente con dos teorías que sean
incompatibles (Devitt, 2011, pág. 287). La primera formulación de este argumento está
representada por la tesis Duhem-Quine. Pierre Duhem sostenía que toda hipótesis se
contrasta siempre con otras hipótesis auxiliares, de modo que si se da alguna
contradicción entre la experiencia y las predicciones obtenidas del conjunto de
hipótesis, es posible que la culpa sea de cualquiera de las dos, y la experiencia no dice
nada sobre la decisión al respecto (Duhem, 1989, pág. 284). En la misma línea, Quine
afirma que nuestros enunciados acerca del mundo externo se someten como cuerpo total
al “tribunal de la experiencia sensible”, y no de forma individual. Asimismo, cualquier
enunciado puede concebirse como verdadero siempre que se hagan reajustes
suficientemente drásticos en otras zonas del sistema (Quine, 1984, pág. 75-77). Es decir,
que si mantenemos un enunciado como verdadero no será debido a la experiencia
únicamente, sino a otros factores pragmáticos que determinarán la decisión. Otro de los
autores que ha defendido esta tesis es Bas van Fraassen, quien ideó un algoritmo que
permite crear, a partir de una teoría dada, un conjunto infinito de teorías incompatibles
pero empíricamente equivalentes a ella, lo que según el filósofo holandés es suficiente
para demostrar que no hay correspondencia entre adecuación empírica y verdad (van
Fraassen, 1980).
Las respuestas por parte de los realistas científicos han ido dirigidas hacia la
versión fuerte de la tesis, y han sido muy variadas. Algunos realistas han negado
directamente que puedan existir dos teorías totalmente equivalentes en sentido fuerte. El
que se hayan dado casos de indeterminación débil no significa que siempre pueda
construirse una teoría “no trivial” empíricamente equivalente a otra ya existente (Ellis,
1985, pág.65).
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Otra línea de argumentación es la seguida por Leplin. Según él, si la tesis de la
infradeterminación es correcta, también lo son las hipótesis auxiliares usadas para
obtener consecuencias empíricas de una teoría estarían infradeterminadas. No
podríamos decir con seguridad cuáles son esas consecuencias empíricas, por lo tanto,
tampoco sería posible establecer qué dos teorías son empíricamente equivalentes. Pero
en tal caso, la tesis de la equivalencia empírica no vale como premisa para derivar la
tesis de la infradeterminación, ya que ésta la convierte en inoperante (Leplin, 1997).
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ambos tienen un núcleo común1. Por ejemplo, ambos estarían de acuerdo en afirmar que
las teorías científicas son formas de ver el mundo, y su adopción afecta a la concepción
particular que cada uno tiene del mundo.
Las críticas hacia esta tesis han consistido principalmente en reprochar, tanto a
Kuhn como a Feyerabend, el haber atribuido un carácter irracional y totalmente
relativista a la ciencia. El racionalismo, aquí, debe entenderse como la idea de que no
existen criterios racionales y objetivos para establecer cuándo una teoría es superior a
otra. Y entendemos por relativismo la idea de que las sucesivas teorías no proporcionan
un acercamiento progresivo a una pretendida verdad objetiva (Diéguez, 1998, pág. 137).
El antirrealismo que supone la tesis de la inconmensurabilidad sería de tipo
epistemológico, semántico y progresivo2. Los paradigmas de Kuhn o las teorías
generales de Feyerabend actúan como marcos conceptuales de la realidad, por lo que no
es posible establecer una correspondencia en mayor o menor grado con la realidad en sí
misma (Diéguez, 1998, pág. 143).
Una vez definido qué es el realismo científico, aunque sea a grandes rasgos, y
cuáles han sido las principales objeciones del bando antirrealista y sus respectivas
respuestas, pasamos a explicar la evolución que ha sufrido esta tradición en las últimas
1 El propio Kuhn, veinte años después afirma esta idea: «Mi uso del término “inconmensurabilidad” era
más amplio que el de Paul Feyerabend; sus posiciones respecto al fenómeno eran más radicales, pero
nuestra coincidencia en aquel tiempo era sustancial» (Kuhn, 1996, págs. 95-96)
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décadas a través de la exposición de algunos de los principales defensores del realismo
científico en la actualidad3.
Tesis R2: Los conceptos de verdad y falsedad son en principio aplicables a todos los
productos lingüísticos de la investigación científica, incluyendo dossiers de
observación, leyes y teorías. En particular, las reclamaciones sobre la existencia de
entidades teóricas tienen un valor verdadero.
3 Esta exposición sobre las principales posturas realistas en la actualidad no pretende ofrecer
una visión exhaustivamente completa del panorama actual, en primer lugar, debido a la
extensión permitida en este trabajo, y en segundo lugar, porque el motivo por el cual se
presentan los siguientes autores es ofrecer una visión general de algunas posturas sobre realismo
científico, si el lector desea ampliar su visión sobre algún autor, puede acudir a las referencias
bibliográficas que adjunto de los mismos al final de este trabajo. Por otra parte, los autores que
he seleccionado, al ser algunos de los más influyentes en el debate, tienen una gran
cantidad de obras en las que tratan el tema del realismo científico, lo que yo he tratado de
enunciar es “el núcleo” de su postura en el debate.
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En esta misma obra realiza también otra importante aportación: propone usar el
concepto de “verosimilitud” para definir un concepto absoluto de progreso (Niiniluoto,
1999, pág. 201). Como vemos, una de las cuestiones centrales de nuestro autor es la de
progreso científico, la cual es tratada en su conocida obra Is Science Progressive?
(1984). Aquí, nos dice que “el progreso de la ciencia consiste esencialmente en
reemplazar las primeras teorías por nuevos resultados que son verdaderos o al menos
más cercanos a la verdad que las primeras. En otras palabras, la ciencia progresa
aproximándose a la verdad” (Niiniluoto, 1984, pág. 93).En un artículo anterior, explica
además que “la ciencia progresa hacia teorías cada vez más verosímiles en sistemas
conceptuales que debido a los lenguajes en que son formuladas tienen un gran poder de
unificación” (Niiniluoto, 1979, pág. 256). Es decir, el realismo que defiende Niiniluoto
se basa en una concepción de la ciencia en la que la imagen que ésta nos ofrece del
mundo es verosímil y en la cual existen las entidades inobservables que son propuestas.
La verdad de la ciencia tiene un carácter objetivo, es decir, los enunciados que son
verdaderos serían aquellos que se corresponden con los hechos del mundo real, bien en
su aspecto observable, o también bajo el aspecto inobservable.
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Uno de los autores realistas que in duda cabe resaltar en la actualidad es Stathis
Psillos. Sus principales obras en las que expone su visión realista son Scientific
Realism: How Science Tracks Truth (1999) y más recientemente Knowing the Structure
of Nature. Essays on Realism and Explanation (2009). El filósofo griego, que además es
físico de formación, caracteriza su posición realista a través de las siguientes tesis:
Psillos ha sido un fuerte defensor, además, de uno de los puntos que defiende en
su tesis semántica: el hecho de que los términos teóricos de las teorías científicas
realmente refieren. Su teoría de la referencia es de tipo causal, porque, según dice “este
tipo de teorías de la referencia presenta grandes ventajas para defender el realismo
científico” (Psillos, 1999, pág. 247).
Su teoría causalista admite que existe continuidad referencial entre una teoría
pasada y su sucesora, en la medida en que ambas se refieren a un mismo agente causal,
sólo que, si la teoría pasada fue rechazada, esto se debe a que ofrecía descripciones
incorrectas acerca de las propiedades de dicho agente causal. Según esta concepción, las
nuevas teorías ofrecen una mejor descripción de la realidad. En este sentido, puede
afirmarse que la ciencia avanza a través de descripciones más correctas de los mismos
agentes causales y que, de este modo, se incrementa nuestro conocimiento del mismo
mundo. Psillos afirma que “en la medida en que las teorías sucesoras son más
verosímiles que sus predecesoras en sus descripciones de la naturaleza de esos agentes
causales, se puede argumentar que la ciencia ha logrado una mejor aproximación a la
estructura causal objetiva del mundo” (Psillos 1999, p.284). Por lo tanto, la teoría
causalista respalda la idea de que, a pesar de que varíe nuestro conocimiento, la
referencia de los términos fundamentales de las teorías científicas permanece a través de
esos cambios, y de este modo, Psillos hace una crítica también a la tesis de la
inconmensurabilidad de las teorías.
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todas las tesis. Pues bien, Mario Bunge es uno de ellos, y es por ello que me gustaría
incluir su visión sobre esta tradición en el presente trabajo.
4 La exposición de estas siete tesis no se hacen en páginas concretas, sino que el autor lo hace a lo largo
de los capítulos 1 y 10 de la citada obra.
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los que éstas surgen. Esta última noción, como vemos, está estrechamente relacionada a
su vez con su materialismo.
No me gustaría dejar fuera de este trabajo una de las más recientes propuestas
sobre esta tradición: el realismo estructural. Este tipo de realismo surge principalmente
como una respuesta a la objeción de la metainducción pesimista (explicada en el
apartado anterior). Recordemos que esta objeción surge, a su vez, como una respuesta al
argumento realista del “no-milagro”. Pues bien, lo que sostiene el realismo estructural
es que “el conocimiento aportado por las teorías científicas como un conocimiento
acerca de la estructura del mundo, y no sobre su naturaleza” (Borge, 2013, pág. 151).
James Ladyman (1998) y Steve French (2003a y 2003b) distinguen dos corrientes
dentro del realismo estructural, por un lado, el “realismo estructural epistémico” y por
otro el “realismo estructural óntico”. El primero en surgir fue el realismo estructural
epistémico, y lo que le diferencia principalmente de otros tipos de realismo científico
tradicional es que éste debilita el acceso epistémico de las teorías científicas al mundo,
pues este queda limitado a los aspectos estructurales (Borge, 2015a, pág. 88). Por su
parte, el realismo estructural óntico defiende que “el conocimiento estructural del que
las teorías nos proveen agota todo cuanto puede conocerse del mundo, pues esas
estructuras que conocemos son en efecto el elemento último de la realidad” (Borge,
2015a, pág. 107).
5 Estos últimos tipos de realismo no los explico de forma tan exhaustiva debido a que no están
tan relacionados con el tema del trabajo, que es el realismo científico. Para saber más sobre
estas tesis se puede consultar Bunge, M. (2011) 100 Ideas. Buenos Aires: Penguin Random
House.
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realismo científico, concretamente el semántico, acepta que una teoría se considera
verdadera o falsa en función de su evidencia empírica. Van Fraassen rechaza totalmente
esta tesis, y argumenta que la atribución de verdad a una teoría es un fenómeno de la
actividad científica que implica más que una creencia. Cuando un científico acepta una
teoría, él mismo se implica en ese programa de investigación. Van Fraassen cree que a
la hora de aceptar una teoría tiene mucho más peso los intereses personales, como el
querer resolver unas cuestiones antes que otras, a que simplemente ésta tenga
adecuación empírica (Van Fraassen, 1987, pág. 68).
3. Conclusiones
Después de haber hecho una breve exposición de algunas de las posturas más
relevantes en el debate entre realistas y antirrealistas, creo que, en primer lugar, queda
demostrada la afirmación que hago al comienzo de este trabajo que dice que “hay tantas
posturas realistas como autores realistas”, incluso podríamos decir que hay más posturas
que autores, siendo un ejemplo paradigmático de ello Mario Bunge, que llega a sostener
hasta siete tesis realistas. Otra idea que refleja este trabajo es que este debate parece que
nunca va a tener un claro vencedor. Cada postura realista que se formula, ha de
enfrentarse, en primer lugar, a las objeciones clásicas, propósito nada fácil, y a su
misma vez, a menudo, ha de hacer frente a objeciones nuevas, que suelen recibir
respuesta del otro bando, y así sucesivamente. Lo cierto es que, bajo mi punto de vista,
este debate sigue manteniendo viva a la filosofía de la ciencia y la obliga a estar
constantemente actualizada con los nuevos descubrimientos de todas las ciencias
particulares. Así que en este punto, no podría estar más de acuerdo con Ian Hacking
cuando afirma que “Los dos temas de actualidad de la filosofía de la ciencia son uno
epistemológico, la racionalidad, y otro metafísico, la verdad y la realidad” (Hacking,
1996, pág. 137).
Por otra parte, el realismo científico siempre ha sido considerado una tradición
que requiere un fuerte compromiso ontológico, especialmente cuando entra en juego la
existencia de entidades inobservables, pero durante los últimos años, esto está dejando
de ser así. El realismo científico es cada vez algo “más local”. Es decir, para que alguien
se considere realista científico, no es necesario que acepte todas las tesis del realismo,
pues como ya he explicado hay muy pocos autores que hacen esto. El realista, hoy en
día, puede tener un compromiso más débil con la realidad, como por ejemplo, lo tiene el
realista estructural al afirmar que las teorías científicas nos hablan de la estructura del
mundo, y no de la naturaleza de este. Del mismo modo, alguien puede ser realista
científico respecto de la existencia de la curvatura de la luz, pero no serlo de los átomos.
Personalmente, me encuentro convencida por el realismo científico. Es evidente que hay
buenos argumentos tanto para estar a favor como en contra, pero me proclamo a favor
de, al menos, la tesis ontológica y epistemológica.
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en congresos y en el mundo académico en general se estén discutiendo temas tan
metafísicos como la “verdad”, la “realidad” o la “adecuación”.
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