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programas energéticos.
Eficacia luminosa: se trata de la relación entre el flujo luminoso emitido por una
fuente y su potencia eléctrica absorbida. Se expresa en lúmenes por vatio
(lm/W). También se puede expresar como porcentaje, y en ese caso se
denomina eficiencia luminosa. Por ejemplo, la eficiencia de una lámpara LED
de 4,1W es de entre un 8 y un 10 por ciento y la de una lámpara de tungsteno
halógena oscila entre el 2 y 3 por ciento, lo que indica que las LED son más
eficaces.
Fluorescentes: son los típicos tubos de las cocinas, que emplean la
fluorescencia para generar luz. El principio es la activación de partículas de
flúor dentro de un tubo mediante la radiación ultravioleta que se produce al
hacer pasar una corriente eléctrica sobre átomos de mercurio a baja presión.
Puesto que este tipo de lámparas necesitan calentarse hasta llegar a su
funcionamiento normal, no es recomendable encenderlas y apagarlas
constantemente si lo que queremos es ahorrar energía.
No frost: sistema empleado para evitar la típica escarcha que se forma en las
paredes de frigoríficos y congeladores. Esta escarcha origina un consumo
eléctrico adicional, por lo que los electrodomésticos no frost son más eficientes
desde el punto de vista energético.
Vidrios absorbentes: son aquellos que están diseñados para absorber la mayor
cantidad de calor de la radiación del sol. Son ideales en los climas fríos porque
permiten calentar la vivienda de manera natural.
así como definir diferentes técnicas de implementación de
programas energéticos.
Es más, implementar normas ISO, como la norma ISO 50001 sobre Sistemas
de Gestión Energéticos se está haciendo cada vez más frecuente.
También se tienen que definir unas líneas de base para la energía o consumos
de referencia
Así, se procederá con su seguimiento y análisis dentro del propio sistema, una
vez se hayan implementado las medidas correspondientes de ahorro
energético.