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Retiro Matrimonial FIMLBN 202

LAS MENTIRAS MARITALES

Para comprender las realidades de la relación matrimonial primero es esencial reconocer sus
irrealidades.
William Lederer y Don Jackson

Cuando la realidad alcanza a muchas personas casadas, las peleas hacen que lo que comenzó
siendo un romance de leyenda, se convierta en una relación conflictiva, amargada y con la
idea de que su matrimonio es un error.

Muchos de nosotros al momento de casarnos estamos dominados por nociones románticas en


cuanto a una vida juntos, que proviene de la tierra de la fantasía. Así que cuando la vida real
no se ajusta a nuestros sueños comienzan los problemas y las más grandes frustraciones.

Por muchísimas razones la mayoría de las parejas comienzan sus vidas juntos con muchas
distorsiones y deformaciones de la realidad tangible y trascendente, es decir, mentiras que les
dominan. Por lo que requieren reconocer la verdad, mantener la decisión de amarse y y
trabajar duro para crecer y disfrutar de su vida juntos o lamentablemente fracasarán.

El matrimonio implica mucho trabajo. Esa es la verdad. Pero nociones románticas


enceguecedoras nos hacen ignorar esto hasta el último momento posible. Muchas parejas
sobreviven a dolorosos descorazonamientos y a la miseria. Pero casi todas las parejas que
experimentan miseria marital expresan ideas que reflejan un patrón de mentiras.

Recuerden que estas mentiras que discutiremos no son las que la mayoría de las parejas
casadas admitirían creer, sino que, las mentiras le afectan a nivel subconsciente, lo cual hace
que sea más difícil enfrentarlas.

1. “ES SÓLO CULPA TUYA”

Una de las mentiras más frecuentes se basa en echar toda la culpa al otro cónyuge. Implica
que las acciones de uno de ellos, hace que el cónyuge reaccione de mala manera y es lo único
que provoca malestar en el matrimonio. Sencillamente, siempre es culpa del otro, y se
podrían estar señalando de esa manera recíprocamente.

Así que sus discusiones mantienen el tono:

– ¡Si tú no hicieras esto, yo no actuara o reaccionara de esta manera!

– ¡Si recibiera más de esto de tu parte, no respondería así¡


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Y así pueden mantenerse en un Ping pong verbal durante toda su vida matrimonial, sin querer
retroceder y analizar su contribución individual al problema. Es más si alguien trata de abrir
sus ojos para que reconozcan que necesitan cambiar personalmente y mirarse a sí mismos
con toda sinceridad, podrían ponerse a la defensiva y acusarlo de estar parcializado.

En realidad hacen falta dos personas para formar un lío. Se necesitan dos para crear una
horrible pelea y dos para un horrible matrimonio. Aun cuando claramente pareciera que una
única persona esta “dañando las cosas”, todavía aseveraría que la respuesta del “cónyuge
ofendido” a lo que el otro está haciendo es importante y relevante para la armonía
matrimonial.

Es decir, aunque no podemos controlar lo que el otro piensa, dice o hace, tenemos la
alternativa de decidir cómo responder a las acciones del otro, pues podemos decidir lo que
pensamos y como reaccionamos. Nuestra elección en cuanto a lo que el otro hace es tan
importante en la determinación de la armonía matrimonial, como lo fue la decisión del otro.

PODEMOS RESPONDER:

DE FORMA HUMILLANTE:

– Sólo piensas en ti. No te importan nuestras cosas ni cómo nos afectas con lo que haces.
¡Eres tan egoísta!

DE FORMA PASIVO AGRESIVA:

– ¡Muy bien... magnífico! Me alegro de lo que hiciste (mientras su enojo crece cada día,
expresado de manera indirecta).

DECIR LA VERDAD CON AMOR

Siguiendo el proceso de expresar:

A. Lo que observo.

B. Lo que pienso o cómo me siento al respecto.

C. Lo que espero o solicito de ti.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman

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Obviamente la tercera respuesta es la más saludable. No se está adjudicando culpa a nadie, lo


que facilita la comunicación. Podría sonar un tanto idealista, pero creemos que una
comunicación de ese tipo es posible entre parejas que trabajan duro en ello.

¿Y qué, cuando se trata de un cónyuge vicioso y abusivo que maltrata al otro tanto verbal
como emocionalmente? El cónyuge afectado estará convencido que el abusivo es quien causa
sus problemas matrimoniales y los instiga, por lo que no le queda estima propia, se siente
humillado en presencia de sus amistades, y sus hijos se sienten avergonzados y sin confianza;
concluyendo que todo es culpa del otro.

Pero recuerde que, aunque “el abusivo” es responsable de su comportamiento, el otro


cónyuge es responsable de permitir que sus acciones le afecten. Y desafortunadamente,
aunque enfrenta una situación muy difícil; con su reacción aguantadora, pasivo-dependiente
o de aislamiento, está permitiendo que le sumerjan en la miseria.

Estar contento a pesar de las circunstancias es una gran meta, y aunque es más fácil decirlo
que hacerlo, esto no nos exime de esa responsabilidad.

No podemos controlar cómo nos tratan los demás, pero debemos tomar control de nuestras
acciones y reacciones. Dentro de lo humanamente posible, las parejas necesitan aceptar de
corazón la enseñanza bíblica en cuanto a que debemos ser sinceros acerca de nuestras
limitaciones y trabajar en ellas antes de pretender cambiar al otro.

3 »¿Y por qué te preocupas por la astilla en el ojo de tu amigo, cuando tú tienes un tronco en
el tuyo? 4 ¿Cómo puedes pensar en decirle a tu amigo: “Déjame ayudarte a sacar la astilla de
tu ojo”, cuando tú no puedes ver más allá del tronco que está en tu propio ojo? 5 ¡Hipócrita!
Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la
astilla en el ojo de tu amigo (Mt 7:3–5).

¿Podría imaginarse un matrimonio donde cada cónyuge pusiera esta enseñanza en práctica?

2. «SI NUESTRO MATRIMONIO CUESTA TANTO, NO DEBEMOS SER EL UNO PARA EL OTRO»

El matrimonio demanda más que mucho esfuerzo, demanda muchísimo trabajo y esfuerzo.
Subráyelo. Acentúelo. Grábeselo como un tatuaje. Esa es la primera regla del matrimonio, y
es así, que un matrimonio se mantiene saludable y cosechando satisfacción a través de los
años.

Si no se asume esta verdad, apenas las cosas no salen bien los cónyuges comienzan a
preguntarse: “¿Somos el uno para el otro?” “¿Somos compatibles?”.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman

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La idea pareciera venir de la mentira, que existe una persona ideal en el mundo, con la cual
podemos llevarnos bien naturalmente y vivir felices por el resto de nuestras vidas sin hacer
esfuerzos.

Aunque parezca extraño, podemos afirmar que el arduo trabajo en el matrimonio a menudo le
sugiere que uno se casó con la persona correcta (aunque podríamos reconocer que hay
excepciones).

En sentido general, las peleas son un síntoma y las difíciles luchas en nuestros matrimonios
muestran donde están nuestros defectos de carácter y deficiencias de personalidad, y nos
brindan la oportunidad de comenzar una búsqueda de crecimiento intencional.

La realidad es que el matrimonio ayuda a resaltar las áreas de nuestras vidas que necesitan
mejoras. Y si alguien fantasea que divorciándose se dará la oportunidad de encontrar un
mejor cónyuge, lo que realmente ocurrirá es que se llevará sus defectos y problemas
irresueltos al otro matrimonio, junto con la carga adicional de su primer fracaso matrimonial
y las consecuencias de este. El divorcio es solo una cura temporal.

El máximo crecimiento personal se encuentra en su propio matrimonio, y sus problemas


apuntan hacia el hecho de que no deben separarse, sino que necesitan la cooperación de cada
uno y la ayuda de otros para poder superar los aspectos negativos de sus personalidades.

Amenazar con – “O cambias o vas a ver”– regularmente no funciona. De hecho, a menudo


hace las cosas mucho más difíciles porque la gente, incluyendo a los cónyuges, no les agrada
ser amenazados o manipulados para cambiar lo que son.

Las parejas cristianas parecen demasiado predispuestas a esta mentira en particular: “Si
cuesta tanto trabajo, no debemos ser el uno para el otro”, porque a cierto nivel, la mayoría de
los cristianos piensan que Dios no permitiría que tuvieran un matrimonio difícil y doloroso.
El sentimiento de que “Dios nos unió” que experimentan muchas parejas cristianas, les lleva
a concluir que: “Por lo tanto, siempre seremos felices el uno con el otro” otro. Esto
contradice las enseñanzas bíblicas acerca dificultades que todas las parejas casadas enfrentan.
Con relación al matrimonio Pablo dice que: “…los que se casen en este tiempo tendrán
problemas, y estoy tratando de evitárselos.” (1 Corintios 7:28).

El matrimonio es un trabajo muy difícil. Sería mejor que no usáramos esa verdad como una
excusa para abandonar los matrimonios en los cuales nos encontramos, sino mas bien para
hacer esfuerzos intencionales por sanar y crecer.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman

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3. “ TÚ PUEDES Y DEBES SATISFACER TODAS MIS NECESIDADES”

Otra noción irreal, que muchos tenemos, es que existe alguien que satisfará todas nuestras
necesidades de una manera total, consistente y maravillosa. Pero lo que ocurre es que
conocemos a esta persona perfecta, nos casamos e inmediatamente comenzamos a notar las
faltas. Sin embargo, seguimos sosteniendo esa posición aun después de 25 años de casados.

Se sorprenderá de cuán tercamente algunas personas se aferran a la idea de que su cónyuge


debe satisfacer todas sus necesidades, deseos e intereses. ¡Las mentiras mueren con
dificultad!

Una forma como esta distorsión del pensamiento se manifiesta, es cuando uno de los esposos
espera que el otro resuelva todo por él. Y esto pudo ser algo que el otro hacia con agrado
durante el tiempo de conquista y en los primeros años de matrimonio, pues le hacia sentirse
necesitado e importante, hasta que la sobrecarga de demandas y expectativas lo abruman y se
resiste, sintiéndose asfixiado y usado ante tal nivel de dependencia.

Una buena pregunta que debe hacer el cónyuge que espera que el otro le resuelva su vida es:
¿Quién se ocupará de sus problemas si su cónyuge quiere o no puede? Y la siguiente
pregunta a responder es: ¿Cómo le hace sentir el creer que solo su cónyuge puede satisfacer
todas estas necesidades?

Muchos con esta forma de dependencia están evadiendo su temor a la responsabilidad adulta,
buscando un refugio ante sus sentimientos de estar desvalidos o ser incapaces de defenderse.

Muchas veces la negativa de un esposo o esposa no significa que no quiera hacer nada, sino
que no puede hacerlo todo. Otra veces la negativa se relaciona con que uno odia alguna
actividad o interés que el otro disfruta.

Ninguna persona puede satisfacer perfectamente las necesidades de otra, así que es mejor
satisfacer nuestras necesidades por medio de una variedad de fuentes que sean saludables y
adecuadas. Muchos de los que se dicen a sí mismos esta mentira son los que no tienen
fuentes tales como buenos amigos, diversiones, trabajo agradable, o una relación sólida con
Dios.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman

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Así que en vez de ver claramente el problema, se tornan a su cónyuge como diciéndole:
“Aquí está mi vida, encárgate de mis necesidades”. Es una manera sencilla de evitar tomar la
responsabilidad plena de nuestras vidas.

Hablamos de fuentes saludables y apropiadas porque hoy en día es muy fácil para los
matrimonios tratar de satisfacer sus necesidades insatisfechas mediante actividades insanas y
adulteras. Actividades que no ayudan ningún matrimonio.

Hay parejas en las cuales uno de los dos, es definitivamente más deficiente que el otro en
satisfacer ciertas necesidades, a veces sin percatarse de lo que están haciendo. En este caso,
el cónyuge cuyas necesidades están insatisfechas siente que la situación se encuentra
desbalanceada. En esas situaciones es muy importante que el cónyuge ofendido que no forme
un berrinche. Ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse (véase
Santiago 1.19) puede facilitar que el cónyuge deficiente examine las razones por las que se
resiste a llevar una mejor vida marital.

Básicamente aquí el reto abarca tres aspectos:

A. Examinar sinceramente que esperas de tu cónyuge.

B. Examinar, con toda franqueza si él o ella puede o quiere satisfacer esas necesidades.

C. Procurar la satisfacción de esa exigencia, de una forma apropiada, a través de algún otro
medio o aceptar que la necesidad no es adecuada y tratar de abandonarla.

Ninguna persona puede satisfacer todas nuestras necesidades. Nuestros cónyuges precisan
sentirse libres de tal responsabilidad.

4. «ME LO DEBES»

¿Recuerdas cuándo comenzaste a citarse con tu cónyuge? Te satisfacía hacer cosas para él o
ella y realmente no esperabas gran cosa como recompensa, sino solo su compañía.

La mayor parte de parejas, ha desarrollado un matrimonio donde todo lo que hace por su
cónyuge tiene “valor meritorio” y este valor es acumulativo.

Por ejemplo:

Sacar la basura = 10 puntos.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman

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Recoger la ropa sucia = 50 puntos.

Escuchar las quejas = 75 puntos.

Hacer algo con él o ella, que no deseaba = 100 puntos.

Entonces, cuando siente una necesidad, subconscientemente quiere “cobrar” todos estos
puntos y dice: “Bueno, se acabó, quiero que salgamos de viaje”, o “Me debes tres horas de
atenciones personales, ¡ahora mismo!”

Por alguna razón, quizás debido al continuo contacto nos lleva a dar las cosas por sentadas,
pasamos del noviazgo (donde hacíamos las cosas con poco interés en recompensa alguna) a
una vida matrimonial donde nos sentimos atrapados el uno para con el otro (cuando todo se
toma en cuenta en términos de “pagos y deudas”).

Este estilo de vida matrimonial es destructivo y está enraizado en la mentira de que la gente,
específicamente nuestros cónyuges, deben “pagarnos” por todo lo que hacemos.

Si han estado funcionando así, algunas preguntas a las que debemos enfrentarnos son:

¿Cuáles esfuerzos valen más, los tuyos o los de tu esposo(a)?

¿Cómo podemos saber cuánto valen en realidad las contribuciones de nuestro cónyuge?

La respuesta esta en saber que están compartiendo sus carga y dejar de preocuparse sobre qué
o cuánto le debe uno al otro.

Prueba a imaginar un acercamiento radicalmente distinto en tu matrimonio. Piensa que tu


cónyuge no te debe absolutamente nada por todas has hecho por él o ella. Has hecho lo que
has hecho porque así lo quisiste y no porque así tenía que ser y nadie te debe nada por hacer
lo que decidiste.

No sugiero que dejar nuestras expectativas a un lado quiere decir que dejemos de querer o
desear cosas de parte de nuestro cónyuge. Sólo sugiero que ella no me debe esas cosas, a
costa de que satisfago sus necesidades. El momento en que comience a demandar estas cosas
de ella, como si fueran mi “primogenitura” inmediatamente estaré creyendo una mentira e
inmediatamente dejaré de apreciar lo que me ofrece.

¿Qué hago cuando mi pareja no me brinda lo que quiero?

Tendrás varias opciones, algunas saludables otras no. Las que no lo son implican que tu
pareja te de lo que quieres a base de gritos, burla, manipulación o intimidación. Tal vez

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman

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obtengas lo que exiges, peor aunque has ganado la batalla, en realidad perdiste la guerra,
porque la manera en que lo logró creará mala voluntad la falta de amor y armonía en el
matrimonio.

En cuanto a las opciones saludables podrías p dirle a tu pareja que recapacite. Podrías ser
más flexible, abandonar tus deseos, o de fallar todo lo demás, satisfacerlas tú mismo sin
amargarte. La realidad es que los cónyuges no se “deben” nada en el matrimonio. Los
matrimonios más saludables son aquellos en los cuales cada persona da porque es lo
indicado, no debido a que es una deuda o para que se le deba algo.

5. «YO NO DEBERÍA CAMBIAR»

La mentira de que en un buen matrimonio los cónyuges no tienen o no deberían tener que
alterar quienes son el uno para con el otro.

Pero en realidad tenemos que cambiar quienes somos para ajustarnos mejor a nuestras
parejas. El reto es decidir qué cambiar. Cuando nos casamos, todos tenemos aspectos de
nuestra pe sonalidad que son deficientes y que necesitan ser mejorados o transformados por
completo.

El matrimonio implica una mejora de nuestras flaquezas, no el ocultarnos detrás de la idea de


que: «Tienes que aceptarme tal y como soy».

Llegar a ser «uno» es una imposibilidad si uno de los cónyuges rehúsa cambiar. No significa
que neguemos la i dividualidad o que lleguemos a aprobar una ciega conformidad a lo que
un cónyuge quiere, simplemente para que él o ella sea feliz. Pero cuando mi esposa tiene
fortaleza donde yo no la tengo, me parece bueno dirigirme, en todo lo que pueda, hacia esa
dirección. Con este tipo de mentalidad, ambos podemos ganar porque estaremos más com-
pletos mientras nos convertimos en «uno».

6. «DEBES SER COMO YO»

Esta mentira presupone que tu modo de ser es el «mejor» y que tu cónyuge debe pensar,
sentir y actuar como tú para que sea aceptable.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman



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La gente que sucumbe a esta mentira tiende a ver al mundo en términos de todo o nada o en
blanco y negro. Muy a menudo arrogantemente pretenden que debido a que piensan o actúan
de determinada forma, sus parejas están mal si pie san o actúan de una manera distinta.
Dicho clar mente, los tales desean una mera copia, más bien que una pareja, estén
conscientes de ello o no.

Si estuviéramos casados con alguien que sintiera y actuara exactamente como nosotros nos
aburriríamos en una semana. Eso no significa que siempre vamos a negarnos a complacer las
preferencias del otro, debido a nuestras preferencias. Es más bien preguntarnos si las
preferencias que tenemos son lo suficientemente importantes como para pelearnos. De no ser
así, necesitamos ser lo suficient mente flexibles para llegar a un acuerdo o en ocasiones,
dejar a un lado lo que queremos.

Somos únicos. Es bueno que todos seamos d ferentes, a pesar de que cause conflictos, porque
el manejo juicioso de nuestras diferencias puede bri darnos un claro sentido de nuestra
individualidad, y un mejor aprecio de cuán distintos son los seres humanos. Lo que
finalmente nos complementa elevando nuestro poder sinérgico.

Usualmente, negamos las mentiras maritales, sobre todo las que nos avergo zarían si fueran
expuestas a la luz. Pero es probable que en tu interior sepas que tienes algunas de estas. La
sanidad matrimonial, nos lleva a revelar estas mentiras y reemplazarlas con la verdad, algo de
lo que somos completamente capaces de comenzar hoy.

Adaptado de “Las Men ras Que Creemos”; Chris Thurman


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CÓMO VENCER SUS MENTIRAS

Tratemos un método que utiliza la fo mación de imágenes en tu mente emotivas y racionales.

Esta técnica le permite enfrentar situaciones que normalmente serían explosivas y jugar
mentalme te con ellas de una manera constructiva y raz nable. Puedes verte a ti mismo
manejando bien las situ ciones. En cierta medida, la técnica le da al cerebro una película en
la cual practica la «escena» justo antes de que tenga que representarla en vivo o después del
hecho para que pueda mejorar. Es lo que algunos autores han llamado imaginación
santificada, donde podemos proyectar en nuestra mente situaciones en las que somos guiados
por la la Palabra y el Espíritu.

19 Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos
para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. 20 El enojo humano no produce la
rectitud que Dios desea. 21 Así que quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con
humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder para
salvar su alma. 22 No sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo
contrario, solamente se engañan a sí mismos. 23 Pues, si escuchas la palabra pero no la
obedeces, sería como ver tu cara en un espejo; 24 te ves a ti mismo, luego te alejas y te
olvidas cómo eres. 25 Pero si miras atentamente en la ley perfecta que te hace libre y la
pones en práctica y no olvidas lo que escuchaste, entonces Dios te bendecirá por tu
obediencia (Santiago 1:19–25).

Las palabras de Santiago insisten en la verdad de Dios sobre el enojo descontrolado o


meramente humano, ese que es rápido y como una reacción explosiva, sin detenernos para
medir lo que decimos o cómo reaccionamos. Nos insiste, que debemos disponernos a poner
en práctica la palabra de Dios, vernos a nosotros mismos en el espejo de sus verdad,
aplicando y obedeciendo para experimentar bendición en cada área de nuestras vidas, y en
especial de nuestras relaciones con otros.

Aquí la manera de implementarlo:

EL INCIDENTE: Debes que llevar tu saco a la tintorería para una reunión en la iglesia muy
importante que tienes al día siguiente. No puedes llevarlo hoy por la m ñana, así que le pides
a tu esposa que lo haga. Le explicas bien claro cuán importante es que lo tengas listo esa
noche. Sin embargo, cuando llegaste a casa, tu saco sucio se encuentra exactamente donde lo
dejaste.

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SU REACCIÓN ADVERSA: No controlas bien esta situ ción. Explotas. Te dices varias
mentiras en ese momento:

«¡Esto es horrible! ¡No tengo nada más que p nerme para la reunión! Se arruinó mi día».

«¡No puedo depender de mi esposa para nada! ¿Cómo es que nunca puede hacer algo bien?»

«¡Es sólo culpa suya! ¡Después de todo lo que hago por ella!».

Desafortunadamente, tu esposa entra en el cua to en ese momento. Se lo dejas saber y tienes


una de las peores peleas en su vida matrimonial.

Ahora, imaginemos la misma escena, pero con diferentes resultados mentales y emocionales.

MIS IMÁGENES: Entras por la puerta y descubres tu arrugado y sucio saco exactamente
donde lo dejaste esa mañana. Sin embargo, en esta ocasión te dices a ti mismo la verdad de
una de las siguientes formas:

«Estoy muy desilusionado de que ella no hiciera lo que le pedí. Ya no puedo hacer nada más
en cuanto a ello, así que necesito ver qué otra cosa me puedo poner para la reunión».

«Ella dijo que haría esto. En algunas ocasiones no hace lo que dice que va a hacer, pero yo
también he hecho lo mismo. No me gusta, pero esa es la realidad».

«Esto no tiene que arruinar mi noche o la reunión de mañana. Haré lo mejor que pueda».

«Cuando la vea, le diré que me enojé por su olvido, pero que no es el fin del mundo, así que
mantendré mi buen humor».

Mientras piensas todo esto te imaginas sintiéndote relativamente calmado en cuanto a la


situación. Me ves molesto, pero bajo control. Te imaginas diciéndole a tu esposa que estás
enojado, pero lo haces de manera respetuosa para que pueda escucharte.

Finalmente, te ves a ti mismo olvidando el asunto y tr tando de solucionar el problema en


vez de perder el tiempo adjudicándole la culpa.

Por supuesto, algunos dirán que todo esto es muy bueno, pero encolerizarnos es la única
forma en que podríamos asegurarnos de que nue tro cónyuge llegue a comprender cuán
importante era esto y así ayudarle a que recuerde que lo haga correctamente la próxima vez.

Mi respuesta sería que esa manera de afrontar la situación crea un círculo vicioso. Si te
encolerizas cada vez que tienes un problema, tu cónyuge terminará ignorándote. Entonces, en
resumidas cuentas, lo que deberías hacer es romper el ciclo dejándole saber a tu pareja que
eso es lo que está haciendo (responde intencionalmente de manera diferente) y cumplir con lo

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dicho. Si esta es tu situación necesitarás utilizar este método para terminar con este viejo
hábito.

De hecho, este método puede ser usado para ayudar a vencer las mentiras que le afectarían en
todo tipo de circunstancias. Puedes usarlo para pr pararte para las conversaciones difíciles,
confro taciones con personas del equipo, el negarte a demandas irracionales, manejar errores
personales o ajenos, manejar la mala conducta de tus hijos o para adquirir fuerza para
finalizar un arduo día.

Como toda técnica, no te desanimes si al principio no te va muy bien. Una vez que tengas
suficiente práctica desarrollarás la habilidad de permitir que la verdad penetre visualmente en
cada situación y obre sus maravillas en el mecanismo mental. El reto es verte a ti mismo
controlando la situación negativamente, y revertir la imagen mental, para verte pensando que
enfrentas bien la situación.

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EJERCICIOS:

NÚMERO 1

Piensa y escribe tres cualidades o capacidades extraordinarias de tu pareja (las más


resaltantes).

Escribe un solo aspecto en lo que quisieras que cambie.

Inicien una conversación donde se expresen, en primer lugar la petición de cambio y cierren
la conversación con los aspectos que admiran del otro.

Comprométanse verbalmente a aprender mutuamente de esas distinciones positivas.

NÚMERO 2

Cada uno hará una lista de aquellos aspectos donde reconocen que tienen amplias diferencia
como cónyuges: personalidad, habilidades, intereses, experiencias, trasfondos y diferencias
naturales como hombre y mujer.

Reconozcan verbalmente como esas diferencias les complementan y tienen el potencial de


hacerles un equipo de una sola carne más fuerte.

EJERCICIO 3

Hacer la lista de las seis mentiras y describir la manera como las identificarás y corregirás en
tu mente y corazón.

Las investigaciones desarrolladas con respecto a la mente y las mentiras que nos decirnos a
nosotros mismos, muestran que atrapar nuestros pensamientos de una manera disciplinada,
en vez de dejarlos correr desenfrenados y caóticamente, puede generar cambios
impresionantes en la forma en que nos sentimos y pensamos.

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Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y


llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. 2 Corintios 10:5 RVR60.

Alvaro y Aura de Rea


Pastores LBNM

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