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(05/12/2022)
5. Autoritat i poder.
5.1. Introducció a una noció de poder i violència: Sobre la violència (Hannah Arendt).
Bibliografía específica:
Arendt, Hannah. Sobre la violencia. Madrid: Alianza Editorial.
Uno:
Dos:-
“De hecho, una de las diferencias más evidentes entre poder y violencia es que el primero
necesita siempre del número, mientras que la violencia, hasta cierto punto, puede pasarse sin
ellos porque se apoya en instrumentos. Un gobierno de la mayoría sin limitaciones legales, es
decir, una democracia sin constitución, puede ser temible en la supresión de los derechos de
las minorías y muy efectiva para sofocar la disensión sin utilizar la violencia. Pero eso no
significa que la violencia y el poder sean lo mismo.” (pp. 56-57)
“La manifestación extrema del poder es Todos contra Uno, mientras que la manifestación
extrema de la violencia es Uno contra Todos” (p. 57)
“Nada hay más común que la combinación de la violencia y el poder, y nada menos frecuente
que encontrarlos en su forma pura, y por lo tanto, extrema. De esto no se deduce que la
autoridad, el poder y la violencia sean lo mismo.
Aún así debe admitirse que es especialmente tentador pensar el poder en términos de mandato
y obediencia y, como consecuencia, equiparar el poder con la violencia al debatir acerca de lo
que en realidad es solamente una de las manifestaciones del poder, a saber, el poder del
gobierno.” (p. 63)
“Las instrucciones de manual acerca de “cómo hacer una revolución” en una progresión que
va de la disensión a la conspiración, de la resistencia a la rebelión armada, se basan todas en
el error de que las revoluciones “se hacen”. En un enfrentamiento de violencia contra
violencia, la superioridad del gobierno ha sido siempre absoluta, pero esa superioridad sólo se
mantiene mientras la estructura de poder del gobierno permanece intacta, es decir, mientras
las órdenes son obedecidas y el ejército o la polícia están dispuestos a utilizar sus armas.
[...] Todo depende del poder que haya detrás de la violencia. La dramática desintegración del
poder que tiene lugar en las revoluciones revela instantáneamente cómo la desobediencia
civil -a las leyes, a los gobernantes, a las instituciones- no es más que la manifestación
externa del apoyo y el consenso” (pp. 65-66)
“[...] Cuando la violencia no está respaldada, ni es refrendada, por el poder, tiene lugar la
conocida inversión en la relación medios-fin. Los medios, los medios de destrucción,
determinan ahora el fin, con la consecuencia de que el fin será la destrucción de todo poder.
Tres:
“La violencia, instrumental por naturaleza, es racional en la medida en que resulta efectiva en
cuanto a la consecución del fin que debe justificarla. Y dado que cuando actuamos nunca
sabemos con certeza cuáles serán finalmente las consecuencias de lo que hacemos, la
violencia sólo puede ser racional si persigue fines a corto plazo. La violencia no promueve
ninguna causa, ni la historia, ni la revolución, ni tampoco el progreso o la reacción, pero
puede servir para poner de manifiesto agravios y atraer sobre ellos la atención pública. [...] Y
desde luego la violencia, contrariamente a lo que tratan de decirnos sus profetas, es más un
arma de la reforma que de la revolución. [...] Indudablemente, la violencia da resultados, pero
lo hace de forma indiscriminada.” (pp. 102-104)
“Más aún, el peligro de la violencia, aunque ésta se mueva conscientemente dentro de unos
límites moderados de objetivos a corto plazo, siempre será que los medios superen al fin. Si
los objetivos no se consiguen rápidamente, el resultado no será solamente el fracaso, sino la
introducción de la práctica de la violencia en la totalidad del cuerpo político. Toda acción es
irreversible, y en caso de derrota, la vuelta al statu quo es poco probable.” (pp. 104-105)