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El Método Científico en el Ámbito Jurídico

Conceptualización de Método Científico

El método es, literal y etimológicamente, el camino que conduce al conocimiento.


El método es el instrumento de la actividad científica, del que nos servimos para
conseguir el conocimiento de la naturaleza y de la sociedad; que nos conduce a
resultados precisos.
El método científico es un conocimiento adquirido como resultado de la actividad
científica. Por lo tanto, es un producto de la experiencia acumulada, racionalizada y
probada por la humanidad en el desarrollo de la ciencia.
Se distingue de los otros conocimientos científicos por la función peculiar que
desempeña: una vez adquirido y después de haberse verificado su eficacia, pasa a
formar parte de la actividad de conquistar nuevos conocimientos.

Diferenciación entre el Método Científico para las Ciencias Naturales y para


las Ciencias Sociales

Las ciencias naturales son el conjunto de disciplinas científicas que se encargan de


estudiar la naturaleza y los fenómenos naturales. Su finalidad es la de explicar y
descubrir las leyes que rigen el mundo natural, y predecir su comportamiento.
Las ciencias sociales son el conjunto de disciplinas científicas que tienen como
objeto de estudio el ser humano, la sociedad y sus instituciones. Su intención es la
de explicar y comprender cómo funciona el mundo social.
Ambas utilizan el método científico y lo que se proponen es ampliar el conocimiento
sobre la realidad.
Las ciencias naturales son un conjunto de disciplinas científicas que tienen como
objeto de estudio los fenómenos naturales y el mundo natural. Utilizan una
metodología que envuelve el uso de la observación y la experimentación.
Su finalidad es la de aumentar el conocimiento sobre el mundo natural, así como
explicar y predecir sus fenómenos.
Pretenden desarrollar teorías y descubrir las leyes de la naturaleza. Por ello,
excluyen toda explicación que no esté basada en hechos observables, empíricos,
medibles y con capacidad de ser puestos a prueba.
La falsabilidad de las teorías en ciencias naturales es muy importante: las teorías
no son consideradas como verdaderas de forma dogmática, sino que estas deben
ser puestas a prueba constantemente para que la ciencia continúe desarrollándose.
Por otro lado, mantienen una posición determinista sobre el conocimiento del
mundo, con un interés en el descubrimiento de las relaciones causa-efecto en la
naturaleza, y buscan los patrones que definen el comportamiento de los objetos y
elementos naturales, para poder explicar la realidad.
Características de las ciencias naturales:
 Deterministas: existe un interés en las explicaciones causa-efecto.
 Mayor uso de la experimentación y modelos matemáticos de las ciencias
formales.
 La naturaleza y los fenómenos naturales no son ambiguos y su estudio puede
ser simplificado.
 Predomina el método cuantitativo.
 Neutralidad: las creencias u opiniones de quien investiga tienen poca o nula
influencia en el proceso y los resultados de la investigación científica.
 Reproductibilidad y confiabilidad del proceso de investigación y sus
resultados.
 La comprobación y refutación son posible a través de la experimentación.
 Pretenden descubrir leyes, teorías y principios generales del mundo natural.
El mundo natural y sus fenómenos constituyen el objeto de estudio de las ciencias
naturales. Su intención es la de formular leyes y teorías que sean capaces de
predecir lo que va a acontecer.
El método utilizado da prioridad a la experimentación y está basado en un principio
hipotético-deductivo. Es decir, se parte de un problema, se observan los hechos, se
establece una hipótesis y luego se pone a prueba la hipótesis a través de la
experimentación.
Las ciencias sociales son un conjunto de disciplinas que tienen como objeto de
estudio el ser humano, su comportamiento, interacciones, creaciones y la sociedad.
Su intención es la de explicar y comprender cómo funciona el mundo social. Para
esto, las ciencias sociales se valen de diferentes aproximaciones metodológicas,
cuantitativas y cualitativas, para recolectar y analizar datos. Aun si su capacidad
predictiva es limitada, pueden establecer parámetros que aumentan la probabilidad
de predecir ciertos fenómenos sociales.
Las ciencias sociales estudian el ser humano, sus creaciones e interacciones. Su
finalidad está ligada a la comprensión del mundo social humano.
Así como en las ciencias naturales, las ciencias sociales se distancian de
explicaciones sobre la realidad que impliquen presupuestos metafísicos o místicos,
prefiriendo basarse en hechos observables.
Además, es importante reconocer cualquier juicio de valor, opinión personal y
prejuicio en el trabajo de investigación. Esto se debe a que el quehacer de las
ciencias sociales envuelve la subjetividad de quien investiga y del mundo
investigado.
Las ciencias sociales utilizan tanto el método cuantitativo como el cualitativo, o
ambos en conjunto (método mixto), en el trabajo de investigación.
El enfoque cualitativo se centra en comprender y explicar la realidad social a partir
de los datos recolectados y su análisis. Se interesa por contextos específicos,
generalmente acontecimientos que tienen sus propias particularidades y cuya
explicación no aplica a otros contextos sociales.
Este enfoque puede resultar mejor para realizar trabajos de investigación en temas
en los cuales no hay investigaciones previas.
Entrevistas, observación sin interferencia, análisis de documentos históricos y
bibliográficos y de otros medios (fotografías, video, grabaciones de sonido), son
algunas de las técnicas utilizadas en este método.
El enfoque cuantitativo se centra en analizar los resultados de mediciones
realizadas con instrumentos que reduzcan la posibilidad de error o invalidez de los
datos, así como de generalizar descubrimientos.
Este método sigue el parámetro de acción de las ciencias naturales y tiene como fin
hacer descubrimientos para ampliar el campo de conocimiento.
Es recomendable cuando existe un cuerpo previo de estudios, teorías y trabajos ya
realizados en el área a investigar.
Estudios cruzados, encuestas cerradas y de opinión, cuestionarios, entrevistas
estructuradas y experimentos son algunos ejemplos de las técnicas utilizadas en
este método.
Las ciencias sociales tienen diferentes paradigmas desde los cuales se realizan los
trabajos de investigación, como el positivismo, el interpretativismo y la ciencia social
crítica.
Métodos Generales y Métodos Particulares.

Métodos Generales de la Investigación

Los métodos generales de la investigación, son aquellos en los cuales se aplica la


lógica y universalmente puede ser utilizado en cualquier ciencia, de esta manera
apoyan su desarrollo y fundamentación, a partir de observaciones, razonamientos,
análisis, y síntesis, llegando así a la comprobación que permite verificar el
conocimiento.
Algunos de los métodos generales de la investigación son el método deductivo, el
método inductivo, el método sintético y el método analítico.
 Método Deductivo:
Se conoce como método o razonamiento deductivo a un tipo de razonamiento lógico
que se caracteriza por inferir de manera necesaria una conclusión a partir de una
serie de premisas.
La validez del argumento está dada por la forma del argumento, así como su
carácter de verdad: la verdad de las premisas implica la verdad de la conclusión. Es
imposible que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa.
Por ejemplo:
Premisa 1. Todos los hombres son mortales.
Premisa 2. Sócrates es un hombre.
Conclusión. Sócrates es mortal
Tal como se puede observar en el ejemplo, si partimos de la afirmación de que todos
los hombres son mortales, y luego tomamos un caso particular, en el que afirmamos
que Sócrates es un hombre, necesariamente debemos deducir que Sócrates es
mortal.
Si el razonamiento se lleva a cabo de manera válida y correcta, y si las premisas de
las que se parte son no solo válidas sino también ciertas, arrojará siempre
resultados válidos y correctos. Para garantizar esto, los razonamientos de tipo
deductivo se rigen por las normas de inferencia o reglas de transformación.
Por su forma, garantía de validez y proximidad intuitiva (es decir, que se deduce de
manera natural), el razonamiento deductivo es uno de los modos de razonamiento
más empleados en la matemática y en muchas otras ciencias duras.
Un razonamiento deductivo se caracteriza por lo siguiente:
- Parte de una premisa general para ir hacia lo particular.
- Lleva a cabo razonamientos descendentes.
- Las premisas anticipan a la conclusión que ya contienen en sí mismas.
- La validez del argumento está dada por su forma: la verdad de las premisas
garantiza la verdad de la conclusión.

 Método inductivo:
Cuando se emplea como instrumento de trabajo, es un procedimiento en el que,
comenzando por los datos, se acaba llegando a la teoría. Por tanto, se asciende de
lo particular a lo general.
La secuencia metodológica propuesta por los inductivistas es la siguiente:

1. Observación y registro de los hechos.

2. Análisis de lo observado.

3. Establecimiento de definiciones claras de cada concepto obtenido.

4. Clasificación de la información obtenida.

5. Formulación de los enunciados universales inferidos del proceso de


investigación que se ha realizado.

Siguiendo este método, las investigaciones científicas comienzan con la


observación de los hechos, siguen con la formulación de leyes universales acerca
de estos hechos por inferencia inductiva, y finalmente llegan de nuevo por medio de
la inducción, a las teorías.
La contrastación empírica es el criterio de los inductivistas a la hora de evaluar una
nueva teoría. La teoría es aceptada si se prueba empíricamente o de lo contrario es
rechazada.
Este enfoque inductivo de la ciencia ha sido sustituido por el modelo hipotético-
deductivo.
Tal como manifiesta Blaug (1985, pág. 20)* “Este enfoque inductivo de la
ciencia…empezó a derrumbarse gradualmente en la segunda mitad del siglo XIX,
bajo la influencia de los escritos de Ernst Mach, Henri Poincaré y Pierre Duhem, y
a principios de nuestro siglo empezó a tomar una visión prácticamente opuesta en
los trabajos del Círculo de Viena y de los pragmáticos americanos, de lo que surgió
el modelo hipotético-deductivo de explicación científica”.
Actualmente es un método superado y generalmente no aceptado en economía ni
en el resto de las ciencias sociales. El inconveniente de este método estriba en
justificar como fiable y verdadero el conocimiento obtenido por inducción.

 Método Sintético:
Es un proceso de razonamiento que tiende a reconstruir un todo, a partir de los
elementos distinguidos por el análisis; se trata en consecuencia de hacer una
explosión metódica y breve, en resumen. En otras palabras debemos decir que la
síntesis es un procedimiento mental que tiene como meta la comprensión cabal de
la esencia de lo que ya conocemos en todas sus partes y particularidades.
La síntesis significa reconstruís, volver a integrar las partes del todo; pero esta
operación implica una superación respecto de la operación analítica, ya que no
representa sólo la reconstrucción mecánica del todo, pues esto no permitirá avanzar
en el conocimiento; implica Llegar a comprender la esencia del mismo, conocer sus
aspectos y relaciones básicas en una perspectiva de totalidad. No hay síntesis sin
análisis sentencia Engels, ya que el análisis proporciona la materia prima para
realizar la síntesis.
Respecto de las síntesis racionales, por ejemplo, una hipótesis, ellas vinculan dos
o más conceptos, pero Ios organiza de una forma determinada; los conceptos
desnutrición y accidentes de trabajo al vincularse pueden dar por resultado una
hipótesis: a medida que aumenta la desnutrición de los obreros, se incrementa la
tasa de accidentes de trabajo. La hipótesis es una síntesis que puede ser simple o
compleja. Asimismo, todos los materiales pueden ser simples (un organismo
unicelular) o complejos (un animal mamífero); las sociedades pueden ser
relativamente simples (una comunidad primitiva) o complejas (una sociedad
industrial).
La síntesis, sea material o racional, se comprende en el pensamiento; por ello, es
necesario señalar que el pensamiento, si no quiere incurrir en arbitrariedades, no
puede reunir en una unidad sino aquellos elementos de la consciencia en los cuales
- o en cuyos prototipos reales - existía ya previamente dicha unidad.
La síntesis va de lo abstracto a lo concreto, o sea, al reconstruir el todo en sus
aspectos y relaciones esenciales permite una mayor comprensión de los elementos
constituyentes. Cuando se dice que va de lo abstracto a lo concreto significa que
los elementos aislados se reúnen y se obtiene un todo concreto real (por ejemplo,
el agua) o un todo concreto de pensamiento (una hipótesis o ley).
En otros términos, lo concreto (es decir el movimiento permanente hacia una
comprensión teórica cada vez más concreta) es aquí el fin específico del
pensamiento teórico, en tanto que es un fin de tal naturaleza, lo concreto define
como ley la manera de actuar del teórico (se trata de una acción mental
naturalmente) en cada caso particular, por cada generalización tornada aparte.
El análisis y la síntesis se contraponen en cierto momento del proceso, pero en otro
se complementan, se enriquecen; uno sin el otro no puede existir ya que ambos se
encuentran articulados en todo el proceso de conocimiento.

 Método Analítico:
Se entiende como el procesamiento de descomponer un todo en sus elementos
básicos, también es posible otorgarle la cualidad de ir de los efectos a la causa,
dicho de otra forma: a partir de los fenómenos a las leyes.
De una manera más sencilla decimos que el análisis analítico parte de lo complejo
a lo simple, es decir comenzamos analizando un objeto en su totalidad, una vez
analizado esto comenzamos a analizar cada objeto que lo conforma y como se
relacionan con este.
Existen diversos tipos de análisis, los cuales dependerán del objeto o fenómeno que
se desee estudiar:
 Análisis químico
 Análisis matemático
 Análisis literario
 Análisis lógico
 Análisis empírico

En este método, análisis y síntesis se complementan. Aunque algunas corrientes


metodológicas entendía el método sintético en contra posición al método analítico,
pues era el paso de lo simple a lo complejo.
Métodos Aplicables en el Campo Jurídico y su Problemática

La metodología de la investigación científica del Derecho se inserta dentro del


proceso de la investigación jurídica y sus resultados, constituidos éstos por toda
obra jurídica. Este proceso constituye el continente general donde se aplican los
métodos, las técnicas de investigación y su teología, en consecuencia es
procedente su análisis.
Para la aplicación de métodos y técnicas, requerimos de un conducto general,
integrado de objetivos generales y específicos para no perdernos en la tarea
indagatoria, este conducto como ya lo señalamos lo constituye el proceso de la
investigación que se circunscribe a fines generales que en materia jurídica son la
realización de la justicia y la seguridad jurídica, el bien del hombre, el desarrollo del
derecho como ciencia, la búsqueda de la verdad y la paz en la armonía social.
La metodología del derecho es la parte lógica que tiene por objeto el estudio de los
métodos específicos de la ciencia jurídica y los generales aplicables al derecho en
el contexto de la teleología y la axiología jurídica.
Explicamos este concepto con base en los siguientes elementos:
1. La metodología del derecho es una parte de la lógica. Es la parte de la lógica
metodológica, corresponde a la metodología especial que se caracteriza por
referirse a una ciencia específica. Sus contenidos fundamentales derivan de
la lógica metodológica y ésta a su vez se deriva de los contenidos de la lógica
general como parte de la teoría de la ciencia junto con la teoría de los valores
y la teoría de la concepción del mundo y la vida constituyen la filosofía y el
saber fundamental de todos los tiempos.
2. El objeto de la metodología del derecho son los métodos y técnicas jurídicas.
El fin de esta parte de la lógica es el estudio de los métodos específicos de
la ciencia jurídica y para el análisis de este tipo de métodos es necesario
tener como referencia los métodos generales. Por lo tanto, todo método
general aplicado al derecho es también objeto de estudio de la metodología
del derecho en una permanente complementación.
3. También es objeto de estudio de la metodología del derecho todo método
general aplicable. El estudio de la metodología del derecho no se limita a los
métodos específicos del mismo, también comprende el análisis de todo
método general que pueda ser aplicado al derecho; participa así de todos los
contenidos y avances de la metodología general, de la lógica, de la teoría de
la ciencia y de la filosofía.
Los principales métodos generales aplicables a la investigación jurídica

Los principales métodos generales aplicables al derecho con la reiteración


de que los métodos y técnicas son auxiliares y complementarias de
conformidad con el objetivo de la investigación.

A) Método Intuitivo:

El método intuitivo no obstante su poca consideración, tiene gran


importancia en la investigación jurídica y se sustenta en la intuición, y en
el verbo intuir que requiere mirar.
Es un método directo: el sujeto cognoscente, aprende o captura
directamente el objeto de conocer.
Mediante este método tenemos la primera respuesta, la más espontánea
y original ante los problemas planteados.
Da como resultado una primera aproximación o la verdad que podrá
someterse a todo proceso metódico de comprobación mediante otros
métodos complementarios. Los que se pueden utilizar con mayor éxito
son el método científico y el método dialectico.
Se utilizan recíproca y complementariamente el método intuitivo y el
método científico cuando ante la observación de los fenómenos socio –
jurídicos y sus problemas implícitos damos respuestas inmediatas por
intuición, las cuales constituyen verdaderas hipótesis de trabajo o
soluciones anticipadas que mediante el método científico se someten a
revisión, y comprobación para generar teorías o modelos científicos.
Ante cada reto cognoscitivo, ante cada problema tenemos
inmediatamente una idea, una solución incipiente que adquirirá el
carácter de saber científico al analizarse, meditarse, evaluarse y
probarse.
Se complementa el método intuitivo y el método dialectico cuando la
primera respuesta ante un problema planteado se constituye en nuestra
tesis o punto de vista que confrontamos en búsqueda de la anti – tesis o
tesis contraria para llegar a la verdad.
El método intuitivo se fundamenta en la acción y efecto de intuir, palabras
que provienen del latín inteuri mirar, percibir una idea o verdad
instantánea, como si se tuviera a la vista en forma directa.
B) Método Discursivo:

El método indirecto en lugar de ir directamente al objeto, lo considera y lo


contempla desde múltiples puntos de vista, abrazándolo cada vez más
hasta que por fin consigue fijarlo al concepto.
Este método puede aplicarse cuando el objeto de conocimiento es
complejo y no hay respuestas inmediatas a los problemas planteados.
En el desarrollo de este método se pueden aplicar principalmente,
técnicas de investigación documental las que permiten una captura
indirecta de la información.

C) Método Sistemático:

Se ocupa de ordenar los conocimientos agrupándolos en sistemas


coherentes, para lo cual puede combinarse con el método inductivo. Se
combina además con el método deductivo cuando se separan las partes
de un todo en orden jerárquico siguiendo determinados criterios de
clasificación.
Estudia las formas en que se ordenan en un todo, una serie de
conocimientos, de manera que resulten claras las relaciones y
dependencias reciprocas de las partes componentes del todo.
Las técnicas que hacen posible una mejor aplicación de este método, son
las de captura y sistematización de datos, casos y procesos; y las de
análisis y presentación de información que serán analizadas en este
estudio.
La poca aplicación de este método se observa en las deficiencias de la
mayoría de las obras jurídicas; por ejemplo en la producción legislativa,
la presentación asistemática y dispersa de las normas jurídicas, provocan
obscuridad en las disposiciones y difícil acceso de la población de
carácter jurisprudencial.
Este método también puede utilizarse en la interpretación de las normas
jurídicas.

D) Método Deductivo:

El método deductivo se realiza, tomando como fundamento algunos


principios o conocimientos generales que son aplicables para inferir
conclusiones particulares en el área.
En materia jurídica, el método deductivo se realiza principalmente
mediante las técnicas de aplicación de las normas jurídicas generales a
casos concretos.
E) Método Inductivo:

El método inductivo, considera una serie de fenómenos o conocimientos


particulares para llegar a conclusiones generales. Del análisis de varios
casos y objetos particulares, puede llegarse a una conclusión general, el
método inductivo y deductivo, se complementan y pueden combinarse
con el método analítico.
El método inductivo se puede instrumentar de muy diversas formas pero
principalmente mediante las técnicas de análisis y presentación de casos,
de procesos jurídicos, de resoluciones jurisdiccionales y
jurisprudenciales, etc.

F) Método Analógico o Comparativo:

Este método consiste en la comparación de fenómenos por sus


semejanzas y diferencias, este método va de lo conocido a lo conocido.
En el contexto del derecho el presente método puede aplicarse en la
modificación legislativa y en la elaboración de normas jurídicas, para lo
cual conviene considerar siempre la experiencia normativa en el tiempo y
en el espacio, situación que origina la comparación histórica y la
comparación sociológica.

G) Método Histórico:

El punto de referencia de este método es el desarrollo cronológico del


saber. Se sustenta además en la experiencia de los tiempos. Ya que en
el campo del derecho, el conocimiento pleno de las instituciones jurídicas,
solo es posible si consideramos su evolución histórica.
Este método se complementa con la mayoría de los demás; y las técnicas
que pueden aplicarse conjuntamente con este, son las técnicas
documentales.

H) Método Dialectico:

El método consiste fundamentalmente en la confrontación de ideas a


través de la exposición de tesis, y el surgimiento de antítesis o tesis
contrarias para el efecto de llegar a la síntesis.
Este método se vincula principalmente, con el método intuitivo en los
términos ya señalados.
I) Método Científico:

Constituye el método fundamental de la ciencia, porque permite en su


instrumentación la concurrencia ilimitada de todos los métodos y técnicas
existentes.

J) Método Fenomenológico:

Es otro método general que trata de llegar al conocimiento de las cosas


en sí mismas consideradas, es decir tal como se presenta sin agregar
ningún elemento subjetivo.
Este método elimina todos los elementos subjetivos del observador y sin
prejuzgar, sin emitir juicio alguno, trata de describir las cosas tal como
han pasado, tal como son.
Este método fue creado por Hesserl, quien afirma que las cosas solo se
conocen en las apariencias, por ello trata de aislar el conocimiento de
todo aquello que no sea conocimiento en sí mismo. La fenomenología se
funda en el análisis y descripción de los datos inmediatos de la conciencia
pura, en una intelectual intuición que permite revelar la esencia de los
objetos ideales.

K) Otros métodos:

a) La mayéutica de Sócrates:

La mayéutica significa interrogación, este método consiste en


preguntar o averiguar a fuerza de interrogaciones.
Hace que la definición primeramente dada, vaya atravesando por
servicios, mejoramientos, por extensiones o reducciones hasta quedar
ajustada lo más posible, sin llegar nunca a ser perfectos.
Ayuda al hombre a conocer la verdad por medio de sus principios y
propias ideas.

b) La Dialéctica de Platón:

Conserva los elementos principales de la mayéutica de Sócrates, se


sustenta en el dialogo y el intercambio de afirmaciones y negaciones
por eso se llama dialéctica.
Para conocer los principios, la descompone en dos momentos:
1. En la intuición de la idea.
2. En el esfuerzo crítico para esclarecer esta intuición de la idea.
El método dialectico considera que algo esencial de todo lo que existe
es el camino de vivir, solo una idea persiste, que es la verdad.
c) Lógica Deductiva de Aristóteles:

En general, el método de Aristóteles intenta obtener un conocimiento


por medio de sus causas, para lo que utilizan la inducción y la
analogía.
La lógica deductiva es la más genial de Aristóteles, debe prevalecer el
saber sobre las cosas, proporcionando medios seguros para el
desarrollo de la ciencia con sus grandes hallazgos: el silogismo y la
demostración.
Es la aplicación de las leyes del pensamiento racional que nos
permiten tratar de una posición a otra por medio de engarces que los
conceptos más generales tienen con otros menos generales hasta
llegar a los particulares.

d) Método de Descartes:

Descartes trata de hallar un camino exento de todo engaño posible,


duda de todo lo presente aun de lo que el mismo ha dado por seguro.
El método ha sido hasta ahora negativo: dudar. Una vez conquistada
la certeza hay que construir y para ello crear un método nuevo calcado
en el matemático y que se desarrolla en dos momentos:
1. La intuición de las verdades simples.
2. La deducción de las nuevas verdades inferidas y deducidas de las
anteriores por nexos claros, hasta integrar la ciencia en una
cadena de evidencia.
Descartes elabora 21 reglas para la aplicación del método que
después redujo solamente a 4.
Regla de la evidencia. No recibir jamás una cosa como cierta sino se
conoce evidentemente como tal.
Regla del análisis. Dividir cada una de las dificultades entre otras
tantas como se requiera para su mejor resolución.
Regla de síntesis. Llevar en orden los pensamientos, comenzando por
objetos más sencillos, más fáciles de conocer, para subir poco a poco
al conocimiento de lo compuesto.
Regla de control. Debe de hacer en todas partes desmembraciones
tan completas y revisiones tan generales que se esté seguro de no
omitir nada.
Fases del Método Científico: Fase investigadora, fase sistematizadora y fase
expositiva

Dentro de la unidad de los métodos utilizados en la actividad científica, se pueden


distinguir tres géneros principales, que corresponden a otras tantas fases del
proceso del conocimiento. Dichas fases son intrínsecamente inseparables, se
encuentran conectadas recíprocamente, interactúan unas con otras y constituyen
etapas obligadas en cada investigación que se realiza. No obstante, es posible
distinguirlas relativamente con claridad.
Así tenemos, en primer lugar, la fase investigadora, luego viene la fase de
sistematización y, por último, tenemos la fase expositiva.
En la investigación propiamente dicha, se hace el descubrimiento de nuevos
procesos existentes, de aspectos nuevos en los procesos ya conocidos o de
relaciones que no estaban determinadas entre los procesos. La sistematización
permite establecer la conexión racional de los resultados obtenidos, formula su
demostración o consigue su verificación experimental y elabora su interpretación,
ya sea conforme a las explicaciones conocidas o con arreglo a nuevas hipótesis que
entonces se formulan. Después de su sistematización es cuando el nuevo
conocimiento puede ser expuesto en forma convincente, para comunicarlo a los
otros científicos y ofrecerlo a su crítica.

Etapas de la fase investigadora del método científico

Las cinco etapas principales del método científico son:


1. La observación.
2. La formulación de un problema.
3. La formulación de una hipótesis.
4. La fundamentación o comprobación de la hipótesis (sea en forma
experimental o racional).
5. La formulación de leyes y teorías concatenadas.
En primer lugar, en el plano de lo empírico, el hombre observa la realidad, recoge
información, registra datos y, sobre todo asume una actitud de admiración ante el
espectáculo fascinante de lo real.
En esa actitud es donde surge, en segundo lugar, el plano intelectual que, en medio
del asombro, se formula preguntas, problemas, inquietudes, que de alguna manera
lo presionan en busca de solución.
La pregunta es respondida en forma provisional, y aquí es donde surge la hipótesis,
como una posible explicación del fenómeno observado.
En cuarto lugar, el investigador busca una fundamentación o comprobación de su
hipótesis. El espíritu científico no se contenta con afirmaciones producidas en un
momento de lucidez. Requiere una comprobación o verificación. Pone a prueba la
validez de su explicación hipotética, y organiza demostraciones experimentales y/o
racionales, con las cuales confronta su pensamiento con la realidad. A partir de esta
confrontación, que puede tomar bastante tiempo y que es, posiblemente, el trabajo
más ampliamente reconocido como perteneciente al nivel científico, la hipótesis
previa, o bien es desechada definitivamente, o bien es colocada en un lugar
privilegiado dentro del conjunto del saber humano, como una tesis cierta y operante.
En quinto lugar, el científico establece las leyes comprobadas y organiza las
diversas tesis para formar una teoría, que está compuesta por leyes concatenadas
en forma lógica. Esta última operación se llama axiomatización, pues a partir de
axiomas o verdades indemostrables pero ciertas, se desprenden las demás tesis,
de tal manera que todas ellas forman un conjunto armónico y unitario.

Posturas que Critican al Método Científico

Thomas Kuhn y las revoluciones científicas

Thomas S. Kuhn (Cincinnati, EE.UU., 1922) es filósofo e historiador de la ciencia.


Profesor de la universidad de Princetown, su pensamiento es deudor de las
reflexiones de Koyré, Piaget, Wolf y Quine.
Por su condición de historiador de la ciencia se ha interesado profundamente en el
problema del cambio científico. Éste es de carácter revolucionario, la ciencia no
progresa por simple acumulación de conocimientos; las revoluciones científicas son
momentos de desarrollo no acumulativo en los que un viejo paradigma es sustituido
por otro distinto e incompatible con él.
Su obra La estructura de las revoluciones científicas (1962) y el concepto de
paradigma que introduce han supuesto un replanteamiento y crítica de la filosofía
de la ciencia desarrollada hasta entonces (Carnap, Popper, Hempel), al mostrar que
(Kuhn, 1962) no es suficiente para la caracterización de la ciencia la exclusiva
atención al contexto de justificación, y la imposibilidad de un lenguaje observacional
neutro. Procura esclarecer conceptos, corregir malentendidos y, en suma,
demostrar la extraordinaria complejidad del mecanismo del progreso científico,
cuando es examinado sin ideas preconcebidas.
El término paradigma designa todos los compromisos compartidos por una
comunidad de científicos. Por un lado, los teóricos, ontológicos, y de creencias y,
por otro, los que hacen referencia a la aplicación de la teoría y a los modelos de
soluciones de problemas. Los paradigmas son, por tanto, algo más que un conjunto
de axiomas.
1. La historia de la ciencia no se basa en la acumulación, ya que hay gran cantidad
de elementos que se refutan, y se deben tener también en cuenta. Por erróneos que
sean, no dejan de ser científicos. Esto traza una revolución en el estudio histórico
de la ciencia, que se basará en poner de manifiesto la integridad histórica de una
ciencia en su propia época, en vez de comparar lo antiguo con lo actual.
Los aspectos que destacan en esa revolución tienen insuficientes recursos
metodológicos para sacar conclusiones sustantivas; incuso se destruye la
innovación que trastoca los esquemas preestablecidos. Cuando se intuye que es
imposible investigar sin trastocar esos esquemas, se da paso a una revolución
científica que destruye la ciencia normal: se produce un rechazo por parte de la
comunidad científica de una teoría para adoptar otra incompatible con la primera,
se produce un cambio en el análisis y las normas de la ciencia. Estos cambios se
suelen dar a partir de descubrimientos inesperados, aislados que desnudan y
evidencian a la ciencia en uso.
2. La ciencia normal se basa en realizaciones pasadas reconocidas por la
comunidad. A su vez, los paradigmas, estrechamente relacionados con la ciencia
normal, tienen en común la carencia de precedentes para atraer partidarios,
evitando competencia, y son incompletos como para dejar problemas por resolver.
Las transformaciones de los paradigmas son las revoluciones científicas.
Antes de la existencia de paradigmas, las distintas escuelas competían con
planteamientos heterogéneos hechos desde bases distintas. El paradigma es una
base común que una vez sacado a la luz se usará en un campo determinado de la
ciencia de forma general para todos sus investigadores. Cuando aún no existen los
paradigmas, las teorías existentes parecen tener toda la misma importancia. Para
ser aceptada como paradigma, una teoría debe ser mejor que el resto; y esto es
una dificultad para la aparición de paradigmas. En el momento en que uno o varios
científicos producen una síntesis capaz de atraer a la mayoría de los profesionales,
las escuelas más antiguas desaparecen gradualmente por la conversión de sus
miembros al nuevo paradigma. Siempre hay hombres que se aferran a sus las viejas
opiniones y se les excluye directamente de la profesión que, a partir de entonces
pasa por alto sus trabajos.
La creación de sociedades, periódicos y clubes científicos se asocian con la
aparición de un primer paradigma. Al aceptarse un paradigma, el científico
empezará a trabajar a partir de una base de texto y su investigación de publicará a
modo de artículo dirigido a un grupo reducido.
3. Los paradigmas no solucionan problemas, tan solo dan las bases para resolverlos
de forma fiable, por ampliación de los paradigmas. La ciencia normal parece una
empresa de encajar la naturaleza en los esquemas de los paradigmas; lo que no
encaja, ni siquiera se percibe, lo que implica que las zonas investigadas por la
ciencia normal son mínimas. Cuando el paradigma pierde fuerza hay menos
restricciones para investigar: se dice que la ciencia normal es la basada en un
paradigma.
Los científicos informan de los aspectos de la naturaleza que el paradigma muestra
como reveladores de la naturaleza de las cosas, así como los hechos que pueden
compararse con predicciones de la teoría del paradigma, además de los hechos que
resuelven problemas y ambigüedades del paradigma.
En resumen, los pasos a seguir serían: determinar el hecho significativo, acoplar los
hechos a la teoría, y por último, articular la teoría.
4. Los problemas de la ciencia normal no aspiran a producir cambios. Los proyectos
que no encajan en una gama estrecha de posibles resultados, suelen fracasar. Con
ellos es difícil articular un paradigma. En este tipo de problemas, el resultado es
obvio, pero se pone en duda el modo de obtenerlo de forma distinta, solucionando
problemas instrumentales, conceptuales y matemáticos. En la ciencia normal, las
novedades son fracasos, no se acercan a las expectativas.
Los enigmas son una categoría de problemas que pone a prueba el ingenio para
resolverlos. El paradigma sirve de criterio para seleccionar qué problemas pueden
ser resolubles, y éstos serán los únicos considerados como científicos por la
comunidad. Un paradigma puede aislar a la comunidad de problemas importantes
tachándolos de metafísicos, correspondientes a otra disciplina o simplemente,
problemáticos. Los problemas de la ciencia normal son enigmas en ese sentido. Sus
científicos son impulsados a investigar para intentar descifrar un enigma aún por
resolver. Normalmente cualquier disciplina no ofrece otra cosa que hacer. Para ser
un enigma, un problema debe tener más de una solución asegurada; debe haber
reglas que limiten las soluciones aceptables y los procedimientos.
Las categorías principales a que corresponden las reglas complementarias que
proporcionan información sobre los compromisos que deducen los científicos de sus
paradigmas son, en primer lugar, los enunciados explícitos de leyes científicas, y
sobre enunciados y teorías; también los tipos de instrumentación preferidos y modos
de usarla, los compromisos más elevados de tipo metafísico (concepción del
universo...), y, en un nivel aún más elevado, la comprensión del mundo y su orden.
Estos compromisos relacionan la ciencia normal con los enigmas. Proporcionan
reglas que dicen cómo son el mundo y su ciencia. El científico se concentra en los
problemas que definen esas reglas. El reto es entonces llegar a resolver el enigma
residual. En este aspecto, una discusión de enigmas y reglas esclarece la
naturaleza de la ciencia normal.
En otro aspecto puede ser engañoso: las reglas adheridas a una especialidad
científica pueden no especificar los puntos comunes en las prácticas de sus
especialistas. La ciencia normal no necesita estar ultra determinada por reglas. Las
reglas se derivan de los paradigmas, pero éstos pueden dirigir la investigación,
incluso sin reglas.
5. Para descubrir la relación entre reglas, paradigmas y ciencia normal
consideramos cómo aísla el historiador los lugares de compromiso que hemos
descrito como reglas aceptadas. Estudiando los paradigmas se aprenden las
profesiones. Habrá realizaciones cuyo status está en duda, pero no es lo común. La
determinación de paradigmas compartidos no implica reglas compartidas. Las
reglas compartidas permiten comparar paradigmas encontrando qué elementos
pueden haber abstraído los miembros de los paradigmas más globales, y empleado
como reglas. La búsqueda de reglas es más difícil. Se puede estar de acuerdo en
la identificación de un paradigma, sin estarlo en la interpretación o racionalización
del mismo, lo que no impide el desarrollo de las investigaciones. La existencia de
un paradigma no implica la existencia de un conjunto de reglas. A falta de esas
reglas. Lo que tienen en común las técnicas de investigación no es que satisfagan
a un conjunto de reglas. Se trabaja a partir de modelos adquiridos, por ello no se
necesita el conjunto de reglas. La coherencia aportada por la tradición no trae
consigo un conjunto de reglas. Los paradigmas podrían determinar la ciencia normal
sin necesidad reglas descubribles. Hay varias razones que justifican este
razonamiento: podríamos citar, como primer argumento, la dificultad para descubrir
reglas; una segunda razón, corolario de la anterior, sería que los conceptos, leyes
y teorías no son aprendidas en abstracto y por sí mismas, dependen del estudio de
sus aplicaciones. En tercer lugar se puede decir que la ciencia normal puede
trabajar sin reglas si se aceptan las soluciones a los problemas particulares, por lo
que las reglas deben hacerse importantes cuando los paradigmas son inseguros.
Cuando los científicos están en desacuerdo en si los problemas de su campo han
sido resueltos, la búsqueda de reglas adquiere una función.
6. La ciencia normal ha tenido éxito en su objetivo: la extensión y precisión del
conocimiento. No tiende a novedades fácticas o teóricas. Ha desarrollado una
técnica para descubrir fenómenos y a partir de ellos desarrollar nuevas teorías. La
empresa que cae en modificaciones nunca vuelve a ser la misma.
El descubrimiento comienza con la percepción de la anomalía, se violan las
expectativas del paradigma. Se estudia la anomalía y se ajusta el paradigma para
que lo anormal se convierta en esperado. Hasta que esto no se lleva a cabo, el
nuevo hecho no es científico.
El descubrimiento involucra un proceso extenso de asimilación conceptual. No
podemos desplazar el momento de un descubrimiento a un punto determinado, en
la mayoría de los casos.
Si la decisión de usar un aparato, lleva consigo la suposición de que solo se
presentarán ciertos tipos de circunstancias, debemos llegar a la conclusión de que
se deben abandonar las pruebas ordinarias porque su presencia puede ser
engañosa. Esto daría un método inconcebible de investigación. Estos
procedimientos son tan importantes como las leyes y teorías, aunque restringen el
campo fenomenológico. Al reconocer esto podemos ver un sentido especial en el
que un descubrimiento hace necesario un cambio de paradigma, y en consecuencia,
un cambio en los procedimientos y las expectativas.
No todas las teorías pertenecen a paradigmas, también existen en periodos de
crisis, o anteriores a los mismos paradigmas. En éstos últimos las teorías existentes
son especulativas y sus descubrimientos no son los esperados, en general. Cuando
coincide el resultado del experimento con lo que supone la teoría de tanteo, esta
teoría dará paso a un paradigma.
Las características comunes a los descubrimientos serían la percepción previa de
la anomalía, la aparición gradual y simultánea del reconocimiento, tanto conceptual
como de observación, y el cambio consiguiente de las categorías y procedimientos
del paradigma. Estas mismas características están incluidas en la naturaleza del
proceso de percepción.
En la ciencia, la novedad surge dificultosamente de lo que proporciona lo esperado.
Esta percepción de la anomalía abre un periodo en que se ajustan las categorías
conceptuales hasta que lo anómalo se convierte en previsto. En este momento se
habrá completado el descubrimiento. La ciencia normal, que no va dirigida a la
novedad (sino que más bien tiende a suprimirla), puede ser efectiva para que surja
esa novedad. La ciencia se hace así cada vez más rígida, en los campos a los que
se dirige el paradigma hay una información detallada y una gran concordancia entre
naturaleza y la teoría. Cuanto más preciso sea un paradigma, más sensibilidad
habrá hacia la anomalía y a la pertinente ocasión de cambio de paradigma.
7. Tras la asimilación del descubrimiento se pueden explicar los fenómenos y
precisar los ya conocidos. Los descubrimientos no son los únicos elementos de
cambio en los paradigmas. Si las anomalías producen nuevos tipos de fenómenos,
una percepción más profunda es un requisito previo para los cambios de teoría. El
surgimiento de nuevas teorías implica un periodo de inseguridad profunda que lleva
a la destrucción de paradigmas, problemas y técnicas de la ciencia normal. El
fracaso de las reglas existentes sirve para la búsqueda de otras nuevas. En
consecuencia surge una nueva teoría a partir de un fracaso notable de la actividad
normal de resolución de problemas. Normalmente factores externos a la ciencia
desempeñan un papel importante. La nueva teoría parece una respuesta directa a
la crisis. Los problemas derrumbados habían sido reconocidos durante mucho
tiempo y la ciencia normal anterior los creía casi resueltos, por lo que el sentimiento
de fracaso puede ser agudo. No suelen ceder ante un primer ataque. Las soluciones
habían sido previstas antes de la crisis, y en ausencia de crisis fueron descartadas.
Se deben inventar alternativas teóricas, sobre todo en las primeras etapas de un
paradigma. Se deben rediseñar las herramientas.
8. Las crisis son condición para el nacimiento de nuevas teorías. Los científicos
responden a la crisis con incredulidad y aferrándose al antiguo paradigma. Una vez
alcanzado el status del paradigma, una teoría se declara inválida cuando hay un
candidato alternativo para que ocupe su lugar. El acto de juicio que conduce a los
científicos a rechazar una teoría se basa en más de una comparación de esa teoría
con el mundo. La decisión de rechazar un paradigma es la decisión de aceptar otro,
compararlos con la naturaleza y entre ellos. Y no se rechazan debido a que se
enfrentan a anomalías o a ejemplos en contrario. Además, los paradigmas no
pueden por si mismos demostrar que una teoría es falsa: inventarán modificaciones
de su teoría para eliminar cualquier conflicto. Si esos ejemplos en contrario llegaran
a “molestar” en exceso, será porque permiten un análisis nuevo de la ciencia.
Además, las anomalías no parecerán ya hechos simples y pueden parecerse a
tautologías (enunciados de situaciones que no pueden enunciarse de otro modo)
Ha habido hombres obligados a abandonar la ciencia debido a su incapacidad de
tolerar la crisis. Una vez descubierto un primer paradigma, no existe investigación
sin ejemplos en contrario.
La ciencia normal no se diferencia con la ciencia en estado de crisis en el hecho de
que la primera se enfrente a ejemplos en contrario (existen enigmas.). Todos los
enigmas de la ciencia normal se pueden ver como ejemplos en contrario, como
fuentes de crisis. La existencia de una crisis no convierte a un enigma en un ejemplo
en contrario, lo que hace es debilitar las reglas de resolución normal de los enigmas
en modos que permiten la aparición de un paradigma.
Una discrepancia grande por parte de los científicos ante una anomalía en el ajuste
entre la teoría y la naturaleza no debe provocar cualquier respuesta profunda. Los
científicos suelen esperar, o responder con la práctica normal. Para que una
anomalía provoque crisis, debe ser algo más que una anomalía; siempre existen
dificultades en el ajuste del paradigma con la naturaleza, que se resuelven con el
paso del tiempo. No se suele parar a mirar todas las anomalías, debemos
seleccionarlas. Cuando una anomalía parece ser más que un nuevo enigma de la
ciencia normal se inicia la transición a la crisis. La anomalía es reconocida como tal.
Los primeros intentos de resolución del problema seguirán las reglas del paradigma,
para luego ir involucrando alguna coyuntura menor o no tan ligera del paradigma. A
través de esas coyunturas divergentes, las reglas de la ciencia normal se hacen
más confusas.
Todas las crisis se inician con la confusión de un paradigma y el subsiguiente
aflojamiento de las reglas de la investigación normal; y concluyen con la aparición
de un nuevo paradigma y la lucha para su aceptación. La transición de un paradigma
a otro es una reconstrucción que cambia generalizaciones teóricas, métodos y
aplicaciones... habrá coincidencia entre los problemas a resolver.
Con frecuencia surge un nuevo paradigma antes de que una crisis avance mucho
en su desarrollo, o que haya sido reconocida. Frente a la admisión de una anomalía
fundamental, se debe aislarla y darle una estructura, aplicar reglas de la ciencia
normal, aunque no sean ya de del todo correctas para ver en qué zona está la
dificultad, buscar maneras de realzar la importancia del trastorno y generar teorías
especulativas que puedan mostrar al camino hacia un nuevo paradigma. Éste tipo
de investigación es acompañado por el análisis filosófico para la búsqueda de reglas
y suposiciones, para debilitar el dominio de una tradición sobre la mente y sugerir
las bases para una nueva. Al concentrarse en el pequeño trastorno y prepararse la
mentalidad para reconocer las anomalías tal como son, la crisis hace proliferar los
descubrimientos. La transición al nuevo paradigma es la revolución científica.
9. Las revoluciones científicas son episodios de desarrollo no acumulativo en que
un antiguo paradigma es reemplazado por uno nuevo e incompatible. Existe un
paralelismo entre las revoluciones científicas y las revoluciones políticas: Las
revoluciones políticas se inician con un sentimiento de una fracción de la
comunidad, de que las instituciones no satisfacen los problemas del medio en que
vive. Las revoluciones científicas se inician con un sentimiento de una fracción de
la comunidad de que un paradigma ha dejado de funcionar en la exploración de la
naturaleza. El sentimiento de mal funcionamiento que puede conducir a la crisis es
un requisito para la revolución. Las revoluciones políticas tienden a cambiar las
instituciones en modos que éstas prohíben. Su éxito exige el abandono de unas
instituciones a favor de otras, y mientras, la sociedad no es gobernada por ninguna.
La crisis atenúa el papel de las instituciones como el de los paradigmas. Los
individuos se alejan de la vida política y se comportan de manera excéntrica. Luego
se comprometen con alguna proposición concreta para la reconstrucción de la
sociedad. La sociedad se divide en partidos enfrentados (antiguos-nuevos), por lo
que el discurso político fracasa, ya que no se reconoce ninguna estructura y no se
da la persuasión de las masas.
La elección de paradigmas en competencia es una elección entre modos
incompatibles de vida dentro de la comunidad. Para defender un paradigma, un
grupo usa su propio paradigma. En ésta circularidad es muy difícil entrar para los
que están fuera. Entran pues a tomar parte en las revoluciones científicas las
técnicas de argumentación persuasiva, además de la naturaleza y la lógica.
En principio podría surgir un nuevo fenómeno sin destruir las prácticas científicas
establecidas. La nueva teoría podría tratar fenómenos no conocidos previamente,
ser de un nivel más elevado. Pueden establecerse relaciones compatibles entre
teorías nuevas y antiguas, y el desarrollo científico sería acumulativo. Lo nuevo
reemplazaría a lo ignorado, no a otros conocimientos incompatibles. Hay mucha
gente que de hecho piensa que la ciencia se desarrolla de esta manera. De todas
formas, cada vez hay más razones para preguntarse que ésta imagen sea una
imagen de la ciencia; casi todos los nuevos fenómenos han exigido la destrucción
de un paradigma anterior y el conflicto entre escuelas.
La adquisición acumulativa de novedades es en principio improbable, la
investigación normal acumulativa puede triunfar por el uso de técnicas vecinas a las
existentes, pero el hombre que intenta resolver un problema definido por los
conocimientos y técnicas existentes, sabe qué es lo que quiere y se dirige en
consecuencia. La novedad inesperada puede hacer que esto sea erróneo. Hay
conflicto entre el paradigma que descubre la anomalía y el que hace a la anomalía
normal.
Hay tres tipos de fenómenos sobre los que puede desarrollarse una nueva teoría:
los que ya habían sido explicados, aunque las teorías resultantes son raramente
aceptadas (la naturaleza no da un criterio de discriminación); aquellos cuya
naturaleza es indicada por paradigmas, pero sus detalles solo pueden
comprenderse con una teoría posterior (articulan paradigmas existentes, en
general); y las anomalías reconocidas como inasimilables por los paradigmas, que
dan lugar a nuevas teorías.
La nueva teoría deberá permitir predicciones que sean diferentes de las derivadas
de su predecesora, la segunda teoría desplaza a la primera (son incompatibles) .
Se debe limitar la gama de aplicación de las teorías, de lo contrario los científicos
no hablarían “científicamente” de fenómenos aún no observados. Sin la aceptación
de un paradigma no se producirá la ciencia normal. El paradigma no puede tener
grados de precisión completos, pues eliminarían la existencia de enigmas. Las
diferencias aparentes entre una teoría descartada y su sucesora son reales.
Las diferencias entre paradigmas son necesarias e irreconciliables. Éstas
diferencias se dan en problemas de la propia sustancia, tales como la existencia de
partículas subatómicas, la materialidad de la luz, la conservación del calor...; y en la
redefinición de la ciencia correspondiente, ya que cambian los problemas. El papel
de los paradigmas es determinar qué entidades contiene y no contiene la
naturaleza. Esto es esencial por el inmenso tamaño de ésta.
10. Los cambios de paradigmas hacen ver a los científicos el mundo de forma
diferente, se puede decir que incluso responden a un mundo diferente, en algunos
aspectos, incomparable con el anterior. La autoridad más elevada sobre la cual
puede demostrarse que la visión ha cambiado se convertiría ella misma en la fuente
de ese dato y el comportamiento de su visión podría convertirse en fuente de
problemas. El científico que acepta en nuevo paradigma encuentra los objetos
anteriores transformados en muchos de sus detalles.
En el cambio de paradigma se reúnen las experiencias previas y se transforman
para reunirlas en el nuevo paradigma. Quizá la experiencia inmediata deba dejarse
a un lado y discutir las operaciones concretas en los laboratorios, para encontrar
una experiencia estable donde no haya percepciones diferentes.
La ciencia utiliza las manipulaciones en laboratorios que yuxtaponen el paradigma
con la experiencia inmediata (que determina el paradigma). Los paradigmas
determinan grandes cambios de la experiencia. Después de que esa experiencia
haya sido determinada puede comenzar la definición, un lenguaje de observación
puro. Después de una revolución científica muchas mediciones pierden su
importancia y son reemplazadas (no es un cambio total, es el mismo mundo, los
mismos instrumentos...). La ciencia posrevolucionaria incluye manipulaciones
anteriores. Si son cambiadas, es que tienen relación con el paradigma o con sus
resultados concretos.
Las revoluciones resultan casi invisibles y parecen simples adiciones al
conocimiento científico. Existe una autoridad que disimula la existencia y la
significación de las revoluciones científicas, esta autoridad está representada tanto
en libros de texto científicos, como en divulgativos o en escritos filosóficos, los
cuales se dirigen a un cuerpo ya articulado de problemas, datos y teorías con más
frecuencia que el conjunto de paradigmas articulados por la comunidad cuando
fueron escritos. Registran los resultados de las pasadas revoluciones científicas y
muestran las bases para la ciencia normal. Para esto no necesitan proporcionar
informes sobre cómo fueron reconocidas por primera vez y adoptadas esas bases.
Cuando cambia el lenguaje, estructura o problemas de la ciencia normal, es decir,
cuando una revolución científica incide sobre ella, los libros deben ser reescritos, y
una vez reescritos, el sentido histórico sólo se extenderá a los resultados más
recientes de las revoluciones en el campo. Al rescribirse, la ciencia aparece como
acumulativa, a lo que contribuye también que los científicos revisen los trabajos de
sus héroes históricos. Pero la ciencia no se desarrolla así: la mayoría de los enigmas
de la ciencia actual no aparecieron hasta la última revolución científica, las
generaciones anteriores se preocuparon de sus propios problemas, con sus propios
instrumentos y sus propias cánones de resolución, y cambia todo el conjunto de
hechos y teorías que el paradigma de los libros de texto ajusta a la naturaleza. Las
teorías surgen al mismo tiempo que los hechos, a los que se ajustan por medio de
una reformulación de la tradición científica.
12. Los libros de texto son las bases de una nueva ciencia normal, pero hay un paso
previo. Cualquier nueva interpretación de la naturaleza surge de la mente de uno o
varios individuos cuya atención se ha concentrado intensamente en los problemas
provocadores de crisis, y tan novatos que no están tan comprometidos con las
reglas y la visión del mundo de sus contemporáneos.
El investigador de ciencia normal no pone a prueba el paradigma, como
“solucionador” de enigmas, ensayará distintos métodos alternativos. La prueba del
paradigma se da cuando el fracaso persistente para obtener una solución haya
producido una crisis y el sentimiento de crisis haya producido un candidato
alternativo o paradigma.
Una teoría de posibilidades exige que comparemos una teoría dada con todas las
que puedan imaginarse, para que se ajusten al mismo conjunto de datos
observados. Otros dicen que obliga a la construcción imaginaria de todas las
pruebas a que pueda someterse la teoría. Las teorías probabilistas disimulan la
situación de verificación tanto como la iluminan.
Karl R. Popper niega la existencia de todo procedimiento de verificación; lo
importante es rechazar teorías cuyo resultado es negativo. El proceso conjunto de
verificación y demostración de falsación puede explicar el papel de acuerdo o
desacuerdo entre la teoría y los hechos.
La incomparabilidad de paradigmas en competencia puede justificarse por las
siguientes razones: los proponentes de los paradigmas estarán en desacuerdo con
la lista de problemas a resolver; los nuevos paradigmas involucran vocabulario y
aparatos de los tradicionales, pero entran en relaciones diferentes unos con otros,
creando malentendidos entre las escuelas.
La transición debe tener lugar solo una sola vez, o no ocurrir nunca (como los
cambios de forma de la Gestalt). La fuente de resistencia está en la seguridad de
que el antiguo paradigma abarca la naturaleza y terminará resolviendo todos sus
problemas. La conversión de los científicos es lenta hasta que todos aceptan al
nuevo paradigma. La conversión se da por múltiples razones y muchas de ellas
están fuera de la esfera de la ciencia.
Los experimentos cruciales resuelven en un marco teórico nuevo experimentos que
no podían haber sido resueltos usando el antiguo paradigma. Rara vez son
suficientes para dar el giro definitivo. Otro elemento persuasivo es el ir hacia lo más
apropiado y estético (teorías netas, sencillas y apropiadas). Los defensores del
antiguo paradigma confían en que éste se articule y consiga resolver los problemas
que su rival consigue resolver.
13. Tenemos tendencia a ver la ciencia como cualquier campo donde el progreso
sea notable. En la ciencia normal, los miembros trabajan a partir de un paradigma
simple o un conjunto de paradigmas relacionados. Cuando, rara vez, comunidades
distintas investigan un mismo problema, comparten varios de los principales
paradigmas. El resultado del trabajo creador exitoso es progreso.
Antes del paradigma las pruebas de progreso son muy difíciles de encontrar, al igual
que en los periodos revolucionarios. El progreso científico en periodos de ciencia
normal es más fácil de percibir, en ausencia de escuelas competidoras.
El usar un paradigma permite a la comunidad centrarse en objetivos más concretos
sin tener que reexaminar constantemente los primeros principios, logrando una
mayor eficiencia. Esta eficiencia se ve reforzada por aspectos que en general, son
consecuencias del aislamiento de las comunidades científicas y los profanos. El
trabajar sólo para la audiencia de la comunidad, dando por sentado conjuntos de
normas propias, sin preocuparse de la opinión de los que están fuera de su círculo,
pudiendo trabajar así con mayor dinamismo. Las revoluciones científicas concluyen
con una victoria de uno de dos campos. Para los vencedores, la revolución debe
ser progreso.
La comunidad científica es un instrumento eficiente para llevar al máximo de la
limitación y el número los problemas resueltos a través del cambio de paradigma.
Cuando se presenta un candidato a paradigma, los científicos deben estar
convencidos de que es capaz de resolver algún problema extraordinario y
reconocido que no puede ser resuelto de otra forma, y que presenta gran parte de
la habilidad de resolver problemas que la ciencia ha adquirido con paradigmas
anteriores.

Paul K. Feyerabend: contra él método

Para Feyerabend, la ciencia es una actividad esencialmente anárquica: escapa a


cualquier teoría del conocimiento que pretenda recoger en un único modelo de
racionalidad el material de su propia historia. Las revoluciones científicas acontecen
cuando los grandes científicos sostienen teorías y puntos de vista incompatibles con
los principios considerados evidentes, violando los criterios de racionalidad
aceptados.
Todas las metodologías tienen limitaciones y la única regla que queda en pie es la
de que todo vale. No es aconsejable que las elecciones y disociaciones de los
científicos estén obligadas por las reglas establecidas por las metodologías de las
ciencias o implícitas en ella.
El anarquismo científico brinda la posibilidad de tener un punto diferente para cada
problema, poner todos los puntos de vista y luego aplicar una conclusión. Todo es
aceptado por esta perspectiva.
La epistemología de Feyerabend desplaza la atención centrada en la dimensión
racional de la ciencia para enfocarla en el contexto histórico y sociocultural. Su
trabajo da -a veces- la impresión de un análisis ejecutado por un etnógrafo que se
afana en comprender los elementos simbólicos y la forma de vida que han
desarrollado los nativos del mundo occidental en la estructuración de una peculiar
cosmovisión.
1. El pluralismo metodológico.
En el prólogo a la edición castellana de su Tratado contra el método (TCM),
Feyerabend afirma que uno de los problemas capitales sobre la ciencia es saber
cuál es su estructura, cómo se construye y evoluciona.
Aquí es rotundo: la ciencia no presenta una estructura, no existen unos elementos
que se presenten en cada desarrollo científico. O sea, que no hay elementos que
se den en toda investigación científica y que no aparezcan en otros dominios. Al
tratar de resolver un problema los científicos usan indistintamente un método u otro,
no existe una racionalidad que guíe la investigación científica. Al contrario, el
científico hará uso de fuentes muy diversas que le vengan al caso para apoyar su
investigación: sugerencias heurísticas, concepciones del mundo, disparates
metafísicos, y otros medios muy dispares.
Ya aquí se apunta el problema del método científico, y la conclusión que se sigue
es que no tiene sentido formular de una forma general, cuestiones tales como qué
criterio seguiría para preferir una teoría a otra. Dicho más claro, la investigación con
éxito no obedece a estándares generales: ya se apoya en una regla, ya en otra, y
no siempre se conocen explícitamente los movimientos que la hacen avanzar. La
consecuencia es drástica: se va a pique cualquier intento de formular una
metodología racionalista de la ciencia, y nos encontramos con que la ciencia se
encuentra mucho más cerca de las artes de lo que nos pensábamos (este punto se
desarrollará en el último epígrafe de este texto).
Como mantiene Javier Echeverría, entre otros, la idea de un método preciso y
común a las ciencias adviene con la modernidad. Recordemos, al margen, que
Aristóteles en su Metafísica y en otros tantos escritos no se cansó nunca de repetir
que no existe un único método correcto en las ciencias y mucho menos que el
hipotético deductivo sea el superior o más científico, sino que es el objeto de una
ciencia el que determina el método apropiado o correcto en dicha disciplina.
Feyerabend, deudor de las tesis kuhnianas y de la historia de la ciencia, mantendrá
que “la idea de un método que contenga principios firmes, inalterables y
absolutamente obligatorios que rijan el quehacer científico tropieza con dificultades
considerables al ser confrontada con los resultados de la investigación histórica. Es
más, no hay una sola regla, por plausible que sea, y por firmemente basada que
esté en la epistemología, que no sea infringida en una ocasión o en otra”.
Afirma a continuación que estas infracciones, lejos de ser accidentales, son
necesarias para el progreso. La violación de las reglas metodológicas, o incluso
adoptar la opuesta son siempre aconsejables en una determinada situación. Así a
veces es aconsejable elaborar e introducir hipótesis ad hoc, otras que contradicen
resultados experimentales, etc. En suma, esta práctica liberal es razonable y
absolutamente necesaria para el desarrollo del conocimiento.
Es más, el atomismo antiguo, la revolución copernicana, o la teoría ondulatoria de
la luz surgieron de la violación de reglas metodológicas bien asentadas. Con esto
se quiere ejemplificar que las revoluciones científicas generalmente han traído con
ellas cambios metodológicos importantes, de ahí que “la idea de un método fijo, o
la idea de una teoría fija de la racionalidad, descansa sobre una concepción
excesivamente ingenua del hombre y de su entorno social”.
Al encontrarse con esto, Feyerabend se cobija en el anarquismo (epistemológico),
y más concretamente con el liberalismo anarquista, concebido como un intento de
aumentar la libertad, y el correspondiente intento de descubrir los secretos de la
naturaleza y del hombre, por tanto el rechazo de criterios universales y de todas las
tradiciones rígidas (que implicaría el rechazo de una gran parte de la ciencia
contemporánea).
El anarquista epistemológico se opondrá entonces a todo tipo de restricción de su
libertad (en el quehacer científico y metodológico), y mantendrán siempre la
abolición de toda ley, obligación o deber. Su actitud será totalmente libre ante el
juego científico. No obstante el término anarquista está cargado de connotaciones
políticas demasiado pesadas, y además no se encuadra debidamente en lo que
Feyerabend quería señalar. De manera que posteriormente preferirá el calificativo
de dadaísta para su metodología: espero, dice en la introducción de su TCM, que
tras la lectura del presente panfleto, el lector me recuerde como un frívolo dadaísta,
y no como un anarquista serio.
El término dadaísta sin duda es más acertado, lejos de las connotaciones puritanas
del anarquista, el dadaísta está convencido de que la vida sólo empezará a merecer
la pena cuando nos tomemos las cosas a la ligera, cuando eliminemos del lenguaje
los significados putrefactos acumulados durante siglos. Un dadaísta no sólo no tiene
ningún programa, sino que está en contra de todos los programas, e incluso para
ser un buen dadaísta se ha de ser también un anti dadaísta.
Pues bien, a la vista de todo lo anterior, y tras un minucioso análisis de la historia
de la ciencia, Feyerabend afirmará que no hay ninguna regla, por muy fundamental
o necesaria que sea para la ciencia, que no haya sido violada. Si a esto le unimos,
como hemos visto anteriormente, que esta continua infracción metodológica es
totalmente necesaria para el progreso, se sigue fácilmente que el único principio
que no inhibe el progreso es: todo sirve. Tal sería el único principio defendible (o
sea el único que ha sido respetado universalmente) bajo cualquier circunstancia y
etapa del desarrollo de la humanidad.
Pero conviene matizar este principio. En Adiós a la Razón, advierte que este
principio puede leerse de dos maneras muy distintas. Una vendría a decir: yo (o sea,
Feyerabend) adopto dicho lema y sugiero que se use como base del pensamiento;
y la otra: yo no la adopto, pero describo simplemente el destino de un amante de
los principios que toma en consideración la historia: el único principio que le queda
será el todo sirve. Feyerabend acusa de falta de pensamiento claro a los críticos
irritados, que desgraciadamente no han sido bendecidos con un exceso de
inteligencia, ya que sólo han sabido leer el principio de la primera manera, cuando
lo que se decía explícitamente era lo segundo. Y de hecho remite a un pasaje de su
TCM donde dice claramente: “mi intención no es sustituir un conjunto de reglas
generales por otro conjunto; por el contrario, mi intención es convencer al lector de
que todas las metodologías, incluidas las más obvias, tienen sus límites (...) e
incluso de la irracionalidad de alguna de las reglas que la metodología considera
básicas. De hecho el argumento de la contra inducción es una parte de la crítica de
métodos tradicionales, no el punto de partida de una nueva metodología como
parecen suponer muchos críticos”.
Por lo tanto para matizar y examinar esta tesis fuerte, Feyerabend tiene que analizar
el desarrollo del advenimiento de las teorías científicas, y ello le conduce en primer
lugar a otra de sus tesis radicales: la contra inducción.
Su exposición comienza con la afirmación de que se puede hacer avanzar la ciencia
procediendo contra inductivamente. Si partimos de la regla de la contrastación, que
mide el éxito de las teorías según el acuerdo entre la teoría y los datos que
favorecen a la misma, nos percatamos de que constituye la esencia del empirismo
y de las teorías de la confirmación y de la corroboración. Pero si hacemos caso de
la contra regla que nos dice que es aconsejable o necesaria para la ciencia, no sólo
ignorar las reglas, sino adoptar las opuestas, debemos pues, introducir y elaborar
hipótesis que sean inconsistentes con las teorías y/o hechos bien establecidos, esto
es, debemos proceder contra inductivamente (además de inductivamente, señala
en su Contra el Método).
Esto por dos razones:
En primer lugar un científico debe adoptar una metodología pluralista, debiendo
comparar sus ideas con otras ideas, en vez de con la experiencia. Dicho de otra
manera, la evidencia relevante para la contrastación de una teoría T a menudo sólo
puede ser sacada a la luz con la ayuda de otra teoría T' incompatible con T.
Y ello porque el conocimiento no consiste en una serie de teorías autoconsistentes
que tiende a converger en una perspectiva ideal; no consiste en un acercamiento
gradual a la verdad. Por el contrario, el conocimiento es un océano, siempre en
aumento, de alternativas incompatibles entre sí (y tal vez inconmensurables).
La segunda contrarregla en favor de la contrainducción viene dada por el hecho de
que no existe una sola teoría interesante que concuerde con todos los hechos de
su dominio.
Aquí habrá que señalar que ninguna experiencia, que ningún experimento está libre
de teoría. Es decir, todo enunciado factual está contaminado de una serie de
supuestos ontológicos o metodológicos que vician la vara de medir. El supuesto
empirista, que podemos remontar a la Metafísica de Aristóteles, de que los sentidos
son capaces de ver el mundo tal y como es, estaría (desde esta perspectiva
dadaísta) a años luz de acercarse a la verdadera situación del hombre en el mundo.
De acuerdo con Hume, afirma Feyerabend, “las teorías no pueden derivarse de los
hechos”. El requisito de aceptar sólo aquellas teorías que se sigan de los hechos
nos deja sin ninguna teoría. De aquí que la ciencia, tal y como la conocemos, sólo
puede existir si abandonamos este requisito y revisamos nuestra metodología. Es
más: casi ninguna teoría es consistente con los hechos.
A la luz de la fisiología, se advierte que la impresión sensorial se da en la medida
en que existe un órgano receptor capaz de registrarla. Esto muestra que la
impresión es un acto subjetivo, sin ningún correlato objetivo. Por otra parte, como
ya se ha señalado, el examen histórico nos enseña que toda evidencia está
contaminada de supuestos teóricos.
Todo este carácter histórico-fisiológico de la evidencia, le permite mantener que el
hecho no describe meramente un estado de cosas objetivo, sino que también
expresa un punto de vista subjetivo y mítico que concierne a este estado de cosas,
lo que nos obliga a echar una ojeada nueva a la metodología. Por tanto, sería
extremadamente imprudente dejar que la evidencia juzgue directamente nuestras
teorías sin mediación ninguna. Un juicio directo e indiscriminado de las teorías por
los hechos está sujeto a eliminar ideas simplemente porque no se ajusten al sistema
de alguna cosmología más antigua.
De todo esto se deduce (como segunda regla contra metodológica) que hay que
buscar sistemas conceptuales que choquen con los datos experimentales
aceptados, e incluso que propongan nuevas formas de percepción del mundo, hasta
entonces ignoradas. Actuando así, se procede contrainductivamente. En lugar de
inferir hipótesis y leyes inductivamente a partir de las observaciones contrastadas,
el científico progresista actúa a la inversa.
Feyerabend emplea varios capítulos a la tarea de ejemplificar este supuesto
mediante el argumento de la torre. En semejante análisis (que va desde los
capítulos 6 al 16) se tocan además del problema de las interpretaciones naturales
(que es lo que ahora viene al caso), el problema de la irracionalidad en la ciencia, y
el de la inconmensurabilidad entre las teorías, que serán desarrollados en epígrafes
separados.
En cuanto al tema de la contrastación de las teorías, que como hemos visto hace
proponer a la epistemología dadaísta las reglas contrainductivas, se dedica el
análisis histórico del argumento de la torre que emplearon los aristotélicos para
refutar las teorías copernicanas.
Este argumento involucra, en palabras del propio Feyerabend, interpretaciones
naturales, que servirán para ilustrar tanto la tesis del “todo vale”, como de la
necesidad de proceder contrainductivamente como requisito necesario para el
progreso científico.
Repetimos: la naturaleza del fenómeno es apariencia más enunciado. No se trataría
de dos actos distintos, uno consistente en una evidencia, un dato objetivo, y otro en
su expresión mediante un lenguaje observacional que implicaría cierta cosmología,
sino de un sólo acto. Esta unidad sería el resultado de un proceso de aprendizaje
que daría forma al fenómeno, dando la impresión de que los hechos hablan por sí
mismos. Pero como ya hemos advertido, eso no es cierto ya que los fenómenos son
lo que los enunciados afirman que son.
En consecuencia, estas operaciones mentales que están tan conectadas a las
sensaciones serán lo que Feyerabend llamará interpretaciones naturales. Es más,
hablando en boca de Galileo, estas serían necesarias ya que los sentidos por sí
solos sin la ayuda de la razón no pueden darnos una descripción verdadera de la
naturaleza. Y lo que es todavía más rotundo, es imposible eliminar, ni siquiera
parcialmente, el manojo de las interpretaciones naturales.
Luego la única manera de eliminar un determinado punto de vista del dominio de la
observación, es proceder contrainductivamente y emplear otras interpretaciones y
ver lo que pasa. Y precisamente esto es lo que ocurrió con la discusión entre Galileo
y los aristotélicos, ya que este introdujo un nuevo lenguaje observacional, que le
permitió reinterpretar las observaciones y llevárselas a su terreno. Creo que no hace
falta decir que gracias a este proceso contrainductivo hubo cierto progreso.
Por si queda alguna duda, para Feyerabend, el procedimiento de Galileo es
totalmente legítimo. Entonces es completamente razonable introducir lenguajes
observacionales alternativos y compararlos, tanto con el idioma original como con
la teoría bajo examen. Procediendo de esta forma podemos estar seguros de que
la comparación es correcta.
Pero acabar aquí el análisis histórico, y mantener que la teoría heliocéntrica salió
adelante gracias, tan solo, al proceso contrainductivo es dejar las cosas a medias.
Si Galileo tuvo éxito fue gracias a que utilizó la propaganda y otros trucos. Con esto
entramos con la crítica de la racionalidad.

2. La oposición a la razón como fuente de progreso.


Comencemos por el problema de la 'adhoccidad'. Para la mayoría de los filósofos
de la ciencia (como Popper y Lakatos), sostener y aceptar teorías ad hoc resulta
siempre irracional. Es habitual sostener, dice Feyerabend, que los buenos
científicos deben rehusar a hacer hipótesis de tal tipo. No obstante mantienen que
es necesario que estas se insinúen de vez en cuando, aunque haya que oponerse
a ellas y mantenerlas bajo control (Popper), o que la adhoccidad ni es despreciable
ni está ausente del juego científico (Lakatos). Ambos coinciden en las nuevas ideas,
al ir más allá de la evidencia disponible, son comúnmente ad hoc e incluso, dice
Lakatos, no puede ser de otra forma.
Para Lakatos, los científicos que defienden una teoría siempre tratan de preservar
de la refutación a su centro firme, y para ello construyen en su torno un cinturón
protector de hipótesis auxiliares, cambios de significado de los términos, etc. Esta
actitud en algunos casos puede ser perfectamente racional.
Feyerabend, tras el análisis histórico, añade que se puede dar total apoyo a Lakatos
sin ninguna ambigüedad. Yo me permitiría añadir, que podría existir una diferencia
entre ambos planteamientos, en la cita anterior, salvo que Javier Echeverría quiera
engañarnos, cosa que dudo, Lakatos estaría (cerca del planteamiento de Laudan,
aunque desde otra perspectiva) dispuesto a permitir cierta racionalidad en la
adhocidad. Por el contrario Feyerabend no puede admitir esto, ya que el problema
de las hipótesis ad hoc es uno de los frentes de batalla para postular su oposición
a la razón como fuente de progreso.
Elucubraciones aparte, lo que sostiene Feyerabend es que la adhocidad es mirada
con malos ojos por la mayoría de los epistemólogos racionalistas, mientras que el
cree que es una buena estrategia liberadora, estimulante y progresista, y que ya
que no se puede evitar ser ad hoc es mejor serlo respecto a una teoría nueva.
De hecho el análisis histórico nos muestra que Galileo usó hipótesis ad hoc para
salirse con la suya y convertir el argumento de la torre de una refutación de
Copérnico a una confirmación.
Pero los métodos que utiliza Galileo para imponer sus ideas no se limitan al uso de
la adhocidad, sino que pasa por un elenco de medios irracionales, tales como la
propaganda, la persuasión, o la utilización de una lengua vulgar (el italiano) en vez
del latín para sus escritos.
El copernicanismo estaba amenazado por eventos observables, pero Galileo, sin
tapujos, para eliminar el peligro introdujo obstáculos con la ayuda de hipótesis ad
hoc, considerándolas como tendencias definidas por la obvia discrepancia que
existe entre hechos y teoría. (...) las refutaciones se hicieron ineficaces por medio
de hipótesis ad hoc y de hábiles técnicas de persuasión.
Pero este no es el caso tan sólo de Galileo, sino que la historia de la ciencia nos
hace generalizar y afirmar que la lealtad a las nuevas ideas tendrá que conseguirse
por medios irracionales tales como la propaganda, sensibilidad, hipótesis ad hoc y
apelación a los prejuicios de todas clases. Necesitamos estos medios irracionales
para defender lo que no es otra cosa que una fe ciega, hasta que hayamos
descubierto las ciencias auxiliares, los hechos, los argumentos que conviertan la fe
en puro conocimiento.
Por lo tanto el progreso en la ciencia surge gracias a que la razón es dejada de lado.
Pero yendo más allá, la argumentación necesaria para desarrollar esta tesis,
muestra que es aconsejable suprimir la distinción entre contexto de descubrimiento
y contexto de justificación y prescindir de la distinción afín entre términos
observacionales y términos teóricos. Ya que ninguna de estas distinciones
desempeña papel alguno en la práctica científica.
Como hemos visto la fase de descubrimiento puede ser, y a menudo lo es, irracional,
e incluso estar en oposición a las reconstrucciones racionales que suelen hacer los
epistemólogos. El pluralismo metodológico nos muestra que el descubrimiento
científico no está sujeto a un método fijo y en cambio sí está fundamentado en un
elenco de creencias y esperanzas. Por otra parte la ciencia sólo puede existir si se
emplean estas artimañas y se deja de lado la razón (o el contexto de justificación).
De manera que a la vista de las cosas la distinción debe ser abandonada.
De la misma manera la distinción entre términos observacionales y términos teóricos
ha de ser rechazada a la luz del análisis que se ha llevado a cabo. Ya ha quedado
claro que el aprendizaje no va desde la observación a la teoría sino que implica
ambos elementos. De ahí que tanto las teorías como las observaciones pueden ser
rechazadas, las teorías por estar en conflicto con las observaciones, pero también
las observaciones pueden ser abandonadas por razones teóricas. La experiencia
surge siempre junto con las suposiciones teóricas, no antes que ellas, y una
experiencia sin teoría es tan incomprensible como lo es una teoría sin experiencia,
y continúa, eliminad parte del conocimiento teórico de un sujeto inteligente y tendréis
una persona completamente desorientada e incapaz de realizar la acción más
simple.
Pues bien, con todo esto queda seriamente tocada cualquier consideración
meramente racional de la empresa científica, y por si fuera poco, con esta última
tesis sobre la percepción y su ligazón al esquema conceptual se abre el camino al
problema de la inconmensurabilidad, uno de los puntos más importantes de su
crítica a la metodología racionalista de la ciencia.

3. La inconmensurabilidad de las teorías científicas.


Comencemos por el principio. El término inconmensurabilidad quiere decir,
literalmente, imposibilidad de relacionar con la misma medida magnitudes diversas.
En filosofía de la ciencia, se refiere a la afirmación de que no es posible establecer
relaciones y comparaciones entre diversas teorías científicas -sean producto de la
evolución del conocimiento científico, sean simples teorías rivales- para decidir cuál
de ellas es más verosímil, o para reducirlas o traducirlas unas a otras, cuando se
presenten como maneras de hablar distintas acerca de lo mismo.
Pues bien, quienes se niegan a admitir, comenta Echeverría, que los científicos
usan teorías inconmensurables lo hacen para mantener el primado de la razón en
la actividad científica. Y si bien Feyerabend no negó que la ciencia tenga
componentes racionales, en cambio no aceptó que la ciencia sea sólo racional.
Como sabemos el TCM es un extenso diálogo entre Lakatos y el propio Feyerabend,
el apéndice 3 da buena cuenta de ello y del intento de Lakatos por mantener o
restaurar la racionalidad en la actividad científica, no obstante el anarquismo
epistemológico intenta desterrar por varias vías esta concepción racionalista. Uno
de estos caminos es el de la inconmensurabilidad, que Feyerabend manifiesta al
final de dicho apéndice: el fenómeno de la inconmensurabilidad en mi opinión
plantea problemas a todas las teorías de la racionalidad, incluida la metodología de
programas de investigación. La metodología de programas de investigación asume
que las teorías rivales y los programas de investigación rivales pueden compararse
siempre haciendo referencia a su contenido. El fenómeno de la inconmensurabilidad
parece implicar que éste no es el caso.
Las tesis de la inconmensurabilidad de las teorías científicas fue formulada por Kuhn
y Feyerabend el mismo año de 1962, y ya contaba con antecedentes históricos
como las tesis de Quine, sobre la imposibilidad de someter a contrastación hipótesis
aisladas; las tesis de la carga teórica de toda observación (aceptadas por Popper y
Hanson); y sobre todo las tesis de Quine sobre la indeterminación de la traducción
y la inescrutabilidad de la referencia.
No obstante Kuhn y Feyerabend usaron el término de la inconmensurabilidad con
independencia, el primero lo aplicaba a los problemas, métodos y normas
científicas, mientras que el segundo hacía de él un uso más restringido (lo aplicaba
sólo al lenguaje), a la vez que más radical (afectaba a todos los términos primitivos
de las teorías rivales, y no sólo a unos pocos.
Existe un telón de fondo que lleva a ambos a mantener esta tesis. Se trata de que
ambos se consideran relativistas epistemológicos en el sentido de niegan que exista
una verdad externa a la que los conceptos y teorías científicas se acerquen cada
vez más. No se trata de negar el progreso, se trata de negar que existan verdades
universales independientemente de la apreciación del sujeto. La
inconmensurabilidad se trataría entonces en un fuerte ataque contra el realismo,
adoptando una concepción relativista de la verdad en la que esta sólo adquiere
sentido dentro de cada uno de esos marcos conceptuales.
De hecho, para fundamentar su tesis de la inconmensurabilidad, Feyerabend remite
a la hipótesis Sapir-Whorf y a la psicogénesis piagetiana. Trabajos consagrados que
recalcan la relatividad de la conceptualización de la experiencia del mundo según la
cultura, que crea conceptos y concepciones del mundo inconmensurables (Whorf)
y las estructuras lógicas (y prelógicas) del desarrollo de la inteligencia (Piaget).
En particular, el trabajo de Whorf muestra que la gramática de los lenguajes
contiene una cosmología, una concepción comprehensiva del mundo, de la
sociedad y de la situación humana. Pues de la misma manera en que los lenguajes
naturales no se limitan a reproducir ideas o eventos, sino que conforman los hechos
y los estados de cosas, también las teorías científicas conllevan concepciones del
mundo. Por eso mismo hay inconmensurabilidad entre ellas, en el sentido de que
no pueden ser interrelacionadas por medio de las relaciones lógicas usuales:
inclusión, exclusión, solapamiento, etc. También las percepciones pueden ser
inconmensurables entre sí (como muestra la Gestalt).
Con esto tocamos un punto crucial ya que en una obra posterior a su TCM, quizá
para distanciarse del sentido de inconmensurabilidad dado por Kuhn, quizá para
suavizar su propia tesis, manifiesta que al usar el término inconmensurable siempre
quiso decir desconexión deductiva y nada más. Lo cual no deja de ser algo casi
trivial. No obstante aquí señalaremos sus primeras definiciones de la
inconmensurabilidad, sin los matices posteriores.
En TCM expone tres tesis sobre la inconmensurabilidad (pág. 267, 269 y 270):
A) La primera tesis es que existen sistemas de pensamiento (acción,
representación) que son inconmensurables.
Se trata de una tesis histórica (antropológica) que debe apoyarse en evidencia
histórica (antropológica).
B) El desarrollo de la percepción y del pensamiento en el individuo pasa por etapas
que son inconmensurables entre sí.
C) Mi tercera tesis afirma que los puntos de vista sobre materias básicas, son a
menudo tan diferentes unos de otros como lo son las ideologías subyacentes a las
distintas culturas. Más aún: existen teorías científicas que son mutuamente
inconmensurables aunque en apariencia se ocupen del mismo objeto. No todas las
teorías rivales tienen esta propiedad y aquellas que tienen la propiedad, sólo la
tienen mientras sean interpretadas de una forma especial, por ejemplo, sin hacer
referencia a un lenguaje de observación independiente.
Este es en grosso modo el sentido de inconmensurabilidad entre teorías que
defiende Feyerabend en su TCM. Ejemplos de teorías inconmensurables entre sí
serían el materialismo frente al dualismo mente/cuerpo o la teoría cuántica frente a
la mecánica clásica.

4. La crítica del criterio de demarcación.


Frente al demarcacionismo, Feyerabend trató de aproximar el conocimiento
científico a otras formas del saber. La ciencia, comenta, es mucho más semejante
al mito que cualquier filosofía científica está dispuesta a reconocer. La ciencia
constituye una de las formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no
necesariamente la mejor.
La ciencia posee un completo sistema de creencias que son defendidos a capa y
espada por los científicos adscritos a ese paradigma. Es más, como hemos visto
hasta ahora la ausencia de un método científico es la norma (pluralismo
metodológico), y en la práctica científica el progreso acaece gracias a métodos
irracionales y acientíficos (todo sirve). De manera que la ciencia es un mito, un
dogma al que un científico se aferra, es más el dogmatismo desempeña una función
importante. La ciencia sería imposible sin él.
Por tanto como toda secta o religión, sus acérrimos creyentes creen en su ciencia
por encima de todas las cosas. No se trata de que la ciencia sea el mejor tipo de
conocimiento dotado con el mejor método, sino que los científicos o los sectarios
cientificistas creen que es el modo más elevado de conocimiento, porque así han
sido adoctrinados.
Así pues la ciencia se ha impuesto por la fuerza y no por el convencimiento. La
ciencia no sería más que una ideología, y como tal ha de ser tratada. Así pues, si
en una sociedad democrática la separación Estado-Iglesia es un hecho, debe
complementarse con la separación entre Ciencia y Estado.
Mientras un americano puede elegir hoy la religión que prefiera, todavía no le está
permitido exigir que sus hijos aprendan en la escuela magia en lugar de ciencia.
Existe una separación entre estado e iglesia, pero no separación entre estado y
ciencia.
Otra vez más, la historia nos muestra un exceso de racionalismo, y esta vez viene
de la mano del criterio de demarcación. En numerosas ocasiones la ciencia ha
adoptado métodos, conocimientos, etc. de saberes considerados como
pseudocientíficos. Así, la astrología sacó provecho del pitagorismo, y la medicina
actual de la antigua medicina china (acupuntura, diagnóstico por el iris, etc.).
Combinando esta observación con la idea de que la ciencia no posee ningún método
particular, llegamos a la conclusión de que la separación de ciencia y no ciencia no
sólo es artificial, sino que va en prejuicio del avance del conocimiento.

Karl R. Popper
Popper “La lógica de la investigación científica”
Panorama de algunos problemas fundamentales. El hombre de ciencia ya sea
teórico o experimental, propone enunciados (o sistemas de enunciados) y los
contrasta paso a paso. En particular, en el campo de las ciencias empíricas
construye hipótesis (o sistemas de teorías) y los contrasta con la experiencia por
medio de observaciones y experimentos.
El problema de la inducción. Es común llamar “inductiva” a una inferencia cuando
de “enunciados singulares/particulares”, tales como descripciones de los resultados
de observaciones o experimentos, a “enunciados universales”, tales como hipótesis
o teorías. Cualquier conclusión que se saque de este modo corre el riesgo de
resultar una idea falsa.
Se conoce con el nombre del “problema de la inducción” la cuestión acerca de si
están justificadas las inferencias inductivas, o de bajo qué condiciones lo están.
El problema de la inducción puede formularse como la cuestión sobre cómo
establecerse la verdad de los enunciados universales basados en la experiencia.
Muchos creen que la verdad de estos enunciados se “sabe por experiencia”, sin
embargo, es claro que todo informe en que se da cuenta de una experiencia no
puede ser originariamente un enunciado universal, sino solo uno singular. Así pues,
la pregunta acerca de si hay naturales cuya verdad nos conste a ser otro modo de
preguntar si las inferencias inductivas están justificadas lógicamente.
Pero si queremos encontrar un modo de justificar las inferencias inductivas hemos
de intentar establecer un principio de inducción que determine la verdad de las
teorías científicas. Ese “principio de inducción” tiene que ser un enunciado sintético,
es decir, uno cuya negación no sea contradictoria, sino lógicamente posible. Surge,
pues, la cuestión acerca de porque habría que aceptar semejante principio y de
cómo podemos justificar racionalmente su aceptación. El principio de inducción es
superfluo y lleva forzosamente a incoherencias/incompatibilidades lógicas.
El principio de inducción tiene que ser un enunciado universal. Si intentamos afirmar
que sabemos por experiencia que es verdadero, reaparecen de nuevo los mismos
problemas que motivaron su introducción para justificarlo tenemos que utilizar
inferencias inductivas; para justificar estas hemos de suponer un principio de
inducción de orden superior, y así sucesivamente. Por tanto, cae por su base el
intento de fundamentar el principio de inducción en la experiencia, ya que lleva,
inevitablemente a una regresión infinita.
Eliminación del psicologismo. Algunos objetarán que sería más pertinente
considerar como ocupación propia de la epistemología la fabricación de lo que se
ha llamado una “reconstrucción racional” de los pasos que han llevado la científico
al descubrimiento. Si de lo que se trata de reconstruir son los procesos que tiene
lugar durante el estímulo y formación de inspiraciones, tales procesos son asuntos
de la psicología empírica. Otra cosa es que queramos reconstruir racionalmente las
“contrastaciones subsiguientes” mediante las que se puede descubrir que cierta
inspiración fue un descubrimiento o se puede reconocer como un conocimiento.
No existe, en absoluto, un método lógico de tener nuevas ideas, ni una
reconstrucción lógica de este proceso. Todo descubrimiento contiene un elemento
irracional o una “intuición creadora”.
La tarea de la lógica del conocimiento consiste en la investigación de los métodos
empleados en la contrastaciones sistemáticas a que debe someterse toda idea
nueva antes de que se la pueda sostener seriamente.
Contrastación deductiva de teorías. Una vez presentado a título provisional una
nueva idea, aún no justificada, se extraen conclusiones de ella por medio de una
deducción lógica; estas conclusiones se comparen entre sí y con otros enunciados
pertinentes con objeto de hallar las relaciones lógicas (equivalencia, deductivilidad,
compatibilidad) que existan entre ellas.
Podemos distinguir cuatro procedimientos de llevar a cabo la contrastación de una
teoría. En primer lugar se encuentra la comparación lógica de las conclusiones unas
con otras, con lo cual se somete a contraste la coherencia interna del sistema.
Después está el estudio de la forma lógica de la teoría, con objeto de determinar su
carácter: si es una teoría empírica (científica) o si es tautológica, por ejemplo. En
tercer término tenemos la comparación con otras teorías, que tiene por principal
mira la de averiguar si la teoría examinada constituiría un adelanto científico en caso
de que sobreviviera a las diferentes contrastaciones. Y finalmente viene el
contrastarlas por medio de la aplicación empírica de las conclusiones que pueden
deducirse de ella. Con este tipo de contraste se pretende descubrir hasta qué punto
satisfarán las nuevas consecuencias de la teoría a los requerimientos de la práctica.
También en este caso el procedimiento de contrastar resulta ser deductivo. Con
ayuda de otros enunciados anteriormente aceptados se deducen de la teoría a
contrastar ciertos enunciados singulares (predicciones). Se eligen entre estos los
que no sean deductibles de la teoría vigente y más en particular aquellos que se
encuentren en contradicción con ella. A continuación tratamos de decidir en lo que
se refiere a estos enunciados deducidos, comparándolos con los resultados de las
aplicaciones prácticas y de experimentos. Si la decisión es positiva, esto es, si las
conclusiones singulares resultan ser aceptables, o verificadas, la teoría ha pasado
con éxito las contrastaciones, por esta vez. Pero si la decisión es negativa, si las
conclusiones han sido falsadas, la teoría es falsa.
Durante el tiempo en que una teoría resiste las contrastaciones, y en que no la deja
anticuada otra teoría en la evolución del progreso científico, podemos decir que está
corroborada por la experiencia.
El problema de la demarcación. La principal razón para rechazar la lógica inductiva
es porque no proporciona un “criterio de demarcación” apropiado. El problema de la
demarcación es el de encontrar un criterio que permita distinguir entre las ciencias
empíricas, por un lado, y los sistemas metafísicos por el otro. Los positivistas suelen
interpretar este problema de un modo naturalista, como si fuese un problema de las
ciencias naturales. En lugar de considera que se encuentran ante la tarea de
proponer una convención apropiada, creen que tienen que descubrir una diferencia
(que existiría en la naturaleza de las cosas) entre la ciencia empírica y la metafísica.
Al llegar al problema de la inducción es donde se derrumba el intento de resolver el
problema de la demarcación: los positivistas, en sus ansias de aniquilar la
metafísica, aniquilan juntamente con ella las ciencias naturales. Pues tampoco las
leyes científicas pueden reducirse lógicamente a enunciados elementales de
experiencia.
La primera tarea de la lógica del conocimiento es proponer un concepto de ciencia
empírica con objeto de llegar a un uso lingüístico lo más definido posible, y a fin de
trazar una línea de demarcación clara entre la ciencia y las ideas metafísicas, aun
cuando dichas ideas puedan haber favorecido el avance de la ciencia a lo largo de
la historia.
La experiencia como método. Se pueden distinguir tres requisitos que nuestro
sistema teórico tendrá que satisfacer:
Sintético. Que pueda representar un mundo no contradictorio
Posible. Debe satisfacer el criterio de demarcación, debe representar un mundo de
experiencia posible.
Debe representar nuestro mundo de experiencia
Puede describirse la teoría del conocimiento, cuya tarea es el análisis del método o
del proceso peculiar de la ciencia empírica, como una teoría del método empírico,
una teoría de lo que normalmente se llama experiencia.
La falsabilidad como criterio de demarcación. No existe nada que pueda llamarse
inducción, por tanto será lógicamente inadmisible la inferencia de teorías a partir de
enunciados singulares que estén “verificados por la experiencia”. Las teorías no son
nunca verificables empíricamente.
El criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino
el de la falsabilidad, de los sistemas. Ha de ser posible refutar por la experiencia un
sistema científico empírico, es decir que debe ser susceptible de selección en un
sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas.
No se propone la falsabilidad como criterio de sentido; separa dos tipos de
enunciados perfectamente dotados de sentido (los falsables y los no falsables),
traza una línea dentro del lenguaje con sentido, no alrededor de él. Esta propuesta
está basada en una asimetría entre la verificabilidad y la falsabilidad que se deriva
de la forma lógica de los enunciados universales. Pues estos no son jamás
deductibles de enunciados singulares, pero si pueden estar en contradicción con
estos últimos. En consecuencia, por medio de inferencias puramente deductivas
(modus tollens) es posible argüir de la verdad de enunciados singulares la falsedad
de enunciados universales. Una argumentación como esta es el único tipo de
inferencia estrictamente deductiva que se mueve en “dirección inductiva”: de
enunciados singulares a universales.
El criterio de demarcación propuesto nos conduce a una solución al problema de
Hume de la inducción, el problema de la validez de las leyes naturales. Su raíz se
encuentra en la aparente contradicción existente entre lo que podría llamarse “la
tesis fundamental del empirismo” (solo la experiencia puede decidir acerca de la
verdad o falsedad de los enunciados científicos) y la inadmisibilidad de los
razonamientos inductivos, de lo que se dio cuenta Hume.
El problema de la base empírica. Los problemas de la base empírica, concernientes
al carácter empírico de enunciados singulares y a su contrastación, pertenecen casi
exclusivamente a la teoría del conocimiento. Son importantes debido a que dan
lugar a muchos puntos obscuros, especialmente con las relaciones entre
experiencias perceptivas y enunciados básicos (enunciados que puede servir de
premisa en una falsación empírica).
Con frecuencia se ha considerado que las experiencias perceptivas proporcionan
algo así como justificación de los enunciados básicos. Se tenía la impresión exacta
de que los enunciados sólo pueden justificarse lógicamente mediante otros
enunciados.
Hemos de distinguir, por una parte, nuestras experiencias subjetivas o nuestros
sentimientos de convicción que no pueden jamás justificar enunciado alguno, y por
otro lado las relaciones lógicas objetivas existentes entre los diversos sistemas de
enunciados científicos y en el interior de cada uno de ellos.
Objetividad científica y convicción subjetiva. Las teorías científicas no son nunca
enteramente justificables o verificables, pero son, no obstante, contrastables. La
objetividad de los enunciados científicos descansa en el hecho de que pueden
“contrastarse ínter subjetivamente”.
Fue Kant el primero en darse cuenta de la objetividad de los enunciados se
encuentran en estrecha conexión con la construcción de teorías (con el empleo de
hipótesis y de enunciados universales). Solo cuando se da la concurrencia de
ciertos acontecimientos de acuerdo con reglas o regularidades pueden ser
contrastadas nuestras observaciones por cualquiera. Solo merced a tales
repeticiones podemos convencernos de que no nos encontramos con una mera
coincidencia aislada, sino con acontecimientos que, debido a su regularidad y
reproductibilidad son, en principio, contrastables ínter subjetivamente.
El hecho de que estoy experimentando un sentimiento de convicción no puede
aparecer en el campo de la ciencia objetiva más que en forma de hipótesis
psicológica, lo cual pide un contraste o comprobación inter subjetiva.
Pero desde el punto de vista epistemológico, carece enteramente de importancia
que mi sentimiento de convicción haya sido fuerte o débil.
Si persistimos en pedir que los enunciados científicos sean objetivos, entonces
aquellos que pertenecen a la base empírica de la ciencia tienen que ser también
objetivos, contrastables inter subjetivamente. Pero la contrastabilidad intersubjetiva
implica siempre que a partir de los enunciados que se han de someter a contraste,
puedan deducirse otras también contrastables. Por tanto, si los enunciados básicos
han de ser contrastables inter subjetivamente a su vez, no puede haber enunciados
últimos en ciencia, no pueden existir en la ciencia enunciados últimos que no
puedan ser contrastados y, en consecuencia, ninguno que no pueda ser refutado al
falsar algunas de las conclusiones que sea posible deducir de él.
Los sistemas teóricos se contrastan deduciendo de ellos enunciados de un nivel de
universalidad más bajo, éstos, puesto que han de ser contrastables
intersubjetivamente, tienen que poderse contrastar de manera análoga, y así ad
infinitum.
El método deductivo de contrastar no puede estatuir ni justificar los enunciados que
se contrastan, ni se pretende que lo haga; de modo que no hay peligro de una
regresión infinita. De hecho, las contrastaciones no pueden prolongarse ad infinitud:
tarde o temprano hemos de detenernos. No pido que sea preciso haber contrastado
realmente todo enunciado científico antes de aceptarlo: solo requiero que cada uno
de estos enunciados sea “susceptible” de contrastación.

Opiniones en torno a la cientificidad del estudio sobre el Derecho

La concepción moderna de las ciencias, desde el siglo XIX, ha puesto en vigencia


un modelo epistemológico basado en las ciencias formales y las ciencias naturales
como guías. Esto condujo a que otros conjuntos de conocimientos debieran
asimilarse a ellas o permanecer en la sombra como estudios poco confiables o
pseudocientíficos.
En este marco, la Ciencia del Derecho también debió atravesar el test de
cientificidad. Este artículo pretende difundir tres posturas en relación con su
paradigma de época y postularlas en torno a lo que ocurre con el sentido de las
normas jurídicas.
Las tres teorías expuestas son cercanas temporalmente a efectos de mostrar las
reacciones en un contexto semejante. La primera de ellas, expuesta por von
Kirchmann, constituye la más conocida concepción negatoria de la cientificidad
basada en la constante variación de las instituciones jurídicas. La segunda y la
tercera afirman la cientificidad disciplinar pero desde perspectivas diferentes.
Kelsen construye su teoría acentuando las normas jurídicas en una versión
formalizada al extremo. Ello implica desproveerlas de contenido y erradicar su
sentido. Solo interesa su estructura lógica. Por su parte, Ehrlich sostiene la
cientificidad pero reconoce el rol que ocupan los jueces en la interpretación
normativa y los problemas que apareja el lenguaje.
No obstante lo dicho, antes de exponer estas tres posturas, se describe,
brevemente, algunas características de concepción de las ciencias modernas.

La concepción moderna de las ciencias y la Ciencia del Derecho


Comenta Massini Correas (1983) que el paradigma científico moderno (que se funda
con los descubrimientos matemáticos de Descartes) coloca a las ciencias exactas
como ejemplo de rigor, certeza y claridad en las demostraciones. Así, ciencias solo
eran aquellas que respondían a los cánones de las deducciones lógicas.
Pero no solo las disciplinas exactas asumieron el papel de modelo, sino que a ellas
se sumaron, en el siglo XIX, las ciencias naturales con sus postulados fácticos y
método experimental. Conforme a esto, el modelo científico se extendió a lo
empíricamente verificable.
Ante este panorama, la Ciencia del Derecho solo tenía dos caminos para ingresar
a la categoría científica: o bien constituirse como un sistema deductivo, o bien como
una ciencia fáctica. Los juristas que adhirieron a la última vertiente concibieron la
Ciencia del Derecho como un saber experimental, descriptivo de hechos y de
afirmaciones empíricamente constatables. Al igual que las ciencias naturales, la
Ciencia del Derecho debía abordar hechos jurídicos (ya sean leyes estatales,
sentencias judiciales, hechos sociales, entre otros, según la escuela que
emprendiera la tarea de estudio), describirlos, sistematizarlos, compararlos y
encontrar principios explicativos generales que arrojaran predictibilidad y certeza en
los fenómenos.
La concepción moderna de las ciencias brinda parámetros de cientificidad conforme
a los cuales las ciencias fácticas (dentro de las cuales se encontraría la Ciencia del
Derecho) deben reunir las siguientes cualidades: son empíricas en tanto parten de
los hechos y los describen con prescindencia de su valor emotivo, son explicativas
pues trascienden los hechos y su descripción para exponer sus causas y traducirlos
en términos de leyes generales y son analíticas: abordan problemas circunscriptos
para descomponerlos en elementos, su investigación es especializada en un objeto
delimitado y conforme a una perspectiva definida, es metódica y planificada.
El conocimiento científico es claro y preciso, sus resultados son comunicables y
públicos, es sistemático pues conecta ideas lógicamente y es general ya que ubica
enunciados particulares en esquemas amplios. También es legal pues busca leyes
que expliquen los hechos singulares para aplicarlos como pautas generales (leyes
naturales y sociales). Es predictivo puesto que las leyes generales se aplican para
imaginar cómo puede ser el futuro a partir del pasado, las conclusiones científicas
son verificables, es decir, deben aprobar la constatación empírica, las ciencias son
abiertas puesto que todo conocimiento es refutable (Bunge, 1975 y 1997).
La concepción negatoria de la cientificidad del Derecho de von Kirchmann
La atribución de carácter científico al saber jurídico se encuentra estrechamente
ligada a los caracteres que se consideran propios de la ciencia en general. Desde
el paradigma moderno de las ciencias que responde a los cánones positivistas, se
transitaron dos posturas posibles: la afirmación o la negación de tal atributo. Dentro
de cada una de estas posturas se abren múltiples posibilidades de acuerdo a los
fundamentos. Aquí nos abocaremos a la concepción negatoria de la cientificidad del
Derecho a través de la postura de von Kirchmann.
Desde una perspectiva positivista, este jurista negó valor científico al conocimiento
jurídico por su no concordancia con el modelo de las ciencias naturales que
propugnaba la observación neutral de la naturaleza (valga la redundancia), la
posibilidad de experimentación y la de la obtención de un conocimiento de nociones
universales. Asimismo, el procurador prusiano apuntó que las ciencias naturales
poseen un objeto que reúne las notas de universalidad, permanencia, estabilidad e
inmutabilidad. Por el contrario, la jurisprudencia, que gira en torno a la legislación,
no ha sido capaz de encontrar un objeto que reúna tales características. Las leyes
de las ciencias naturales explican sus fenómenos de la misma manera en cualquier
tiempo y espacio, mientras que las instituciones jurídicas mutan constantemente su
regulación y experimentan las más diversas modalidades de consagración
normativa.
El argumento central, entonces, radica en la índole individual y cambiante de la
jurisprudencia en contraste con la generalidad y estabilidad de los demás objetos
científicos. Como señala Novelli (2006), precisamente, el Derecho pertenece a la
casta de las cosas singulares, irreductibles a su esquematización en una ley general
porque es esencialmente mudable y huidizo.
La no cientificidad de la jurisprudencia consiste en que los objetos de las ciencias
naturales conservan sus características en todo tiempo y espacio y permiten el
hallazgo de las leyes que los rigen. Por el contrario, en la jurisprudencia, cuando por
fin se halla el auténtico concepto de una institución, es probable que el objeto ya
haya cambiado.
Los resultados de las labores de los juristas, entonces, solo pueden ser inestables
y lo único constante en ellos es que permanentemente se encuentran en tela de
juicio. Así, la jurisprudencia siempre llega con retraso en relación con la evolución
progresiva y nunca puede alcanzar la actualidad.
Como consecuencia derivada de lo anterior, la jurisprudencia, en caso de procurar
la permanencia forzada de los conceptos elaborados y, por lo tanto, la de su objeto
normativo, atentaría ella misma contra el desarrollo del Derecho.
Por otro lado, la jurisprudencia carecía de influencia en la realidad y para qué sirve
conocer un objeto o una situación si no es con el fin de intervenir sobre él o ella.
Mientras los legisladores crean leyes, un objeto cognoscible para el pueblo y que
interviene directamente sobre la convivencia social, la pretendida Ciencia Jurídica
cae en puras especulaciones y en disquisiciones sin sentido práctico. Peor aún,
cuando produce conocimiento, lo hace sobre una legislación que ya no vive en el
pueblo, que ha cambiado y que el pueblo ya no conoce.
Por último, la jurisprudencia carecería de valor científico por no haber creado nada
para el conocimiento del objeto de su estudio. Para von Kirchmann, lo central de la
jurisprudencia es dar a conocer al pueblo la legislación vigente.
En síntesis, todas las objeciones que realiza von Kirchmann a la cientificidad de la
jurisprudencia provienen de la ausencia de las características de inmutabilidad,
permanencia y universalidad en su objeto. La ciencia de lo variable, singular y
contingente, de acuerdo a la concepción moderna, no puede existir.

La formalización del Derecho y Kelsen


Kelsen intentó, en su Teoría Pura del Derecho, elaborar una teoría jurídica que
respondiera a los estándares de las ciencias positivistas y, que como tal, estuviera
depurada de toda ideología política o consideraciones morales. Su propósito fue el
de elevar el estudio del Derecho al rango de ciencia diferenciada de la moral, de la
política y de las ciencias naturales de modo tal que su progreso dejara de ser lento
y claudicante en comparación con el de las otras disciplinas científicas con ella
emparentadas.
La teoría propuesta por el maestro vienés se aboca al estudio del derecho positivo
en general (no a ordenamientos jurídicos en particular) para determinar qué es el
Derecho y cómo se forma. Es decir, prescinde de toda consideración de política
jurídica acerca de cómo debería ser. La característica de pureza deviene del hecho
de que la Teoría Pura del Derecho ignora todo lo que no responde a su definición.
El objeto de estudio son las normas positivas y desde un enfoque formal por lo que
no existe cabida para consideraciones valorativas (Kelsen, 1982).
En este marco, las normas jurídicas como objeto de estudio son juicios hipotéticos
que se rigen por el principio de imputación (no de necesidad): ante determinado
antecedente (conducta ilícita) debe ser la sanción.
Las normas jurídicas son enunciadas mediante un uso del lenguaje prescriptivo (no
pueden predicarse valores veritativos de ellas). Esto las diferencia de los
enunciados científicos que las describen: las reglas de derecho (pueden ser
verdaderas o falsas ya que son empíricamente verificables).
En cuanto a la validez normativa, esta es parte de su existencia e implica que ella
ha sido creada por un acto conforme al procedimiento y por el órgano que la norma
de orden superior establece. El proceso de fundamentación es ascendente hasta
arribar al tope del ordenamiento jurídico piramidal. La fundamentación del
ordenamiento jurídico depende de su eficacia pues la norma hipotética fundamental
(no es positiva pues es un supuesto gnoseológico) señala que debe obedecerse al
constituyente originario. Es decir, cuando una primera constitución ha resultado
eficaz, todas las normas derivadas de ella serán válidas (Kelsen, 1982 y Aftalión,
Vilanova y Raffo, 1999).
Esta somera síntesis ha sido expuesta con la finalidad de demostrar la influencia de
la concepción moderna de las ciencias pues ha dado origen a las discusiones en
torno a la Ciencia del Derecho como tal y ha obligado a repensar constantemente
acerca de su objeto en torno a las ideas kelsenianas. En principio, el jurista vienés
logró mostrar la importancia de las normas jurídicas como parte del espectro jurídico
empíricamente analizable. Pero además de la relevancia expuesta, Kelsen logró
superar en buena medida las críticas de von Kirchmann puesto que su descripción
de normas jurídicas es completamente formal y, por ello, inmutable en el tiempo.
Mientras se dé el juicio lógico de carácter hipotético-deductivo, entonces, habrá
norma y objeto del derecho. Se ha dicho que la superación de las críticas del
procurador prusiano ha sido solo “en buena medida” puesto que este jurista se
refería a las normas provistas de sentido, a las instituciones jurídicas materiales, al
contenido de las normas. Kelsen, más que resolver este problema desvió el cambio
como solución.
La interpretación y el Derecho para Ehrlich
En los acápites precedentes se han expuesto las visiones sobre la cientificidad del
Derecho de von Kirchmann y de Kelsen. En este apartado se presenta la postura
de Ehrlich. En virtud de que la concepción acerca del Derecho de este pensador se
centra en una perspectiva sociológica, no se desarrolla en forma detallada su
pensamiento. No obstante ello, sí es menester destacar algunas de las tesis de este
pensador, sobre todo las que presenta en una en sus obras a los efectos de mostrar
el rol de la interpretación jurídica que desarrollan los jueces y su relación con la
‘Ciencia’ del Derecho.
Ehrlich fue contemporáneo y compatriota de Kelsen por lo que es interesante
observar los puntos de partida en común. Carrino (1993) apunta que al primero le
inquietaba una cuestión que, al fin de cuentas, también preocupó al maestro vienés,
y que consiste en cuál es la relación entre el derecho formalmente válido y las
relaciones de vida de un pueblo con tanta diversidad interna como el caso del
Imperio Austro-Húngaro.
Ehrlich se abocó a la vida del Derecho y Kelsen a las cualidades formales de las
normas jurídicas.
Su posición, al igual que la de Kelsen, se inscribe en el marco del positivismo
aunque difieren en el objeto empírico. Ehrlich considera que la Ciencia del Derecho
es parte de la ciencia teórica de la sociedad, es decir, de la sociología del Derecho13
y que, por lo tanto, la observación de los hechos, de la sociedad misma, es su
método (Fucito, 1999).
Pero, como se ha manifestado al comenzar este apartado, no es la intención aquí
presentar el pensamiento de Ehrlich sino tan solo algunas de sus reflexiones
particulares y, en especial, las que aparecen en su escrito “Libre Investigación del
Derecho y Ciencia del Derecho libre” puesto que revelan, dentro del paradigma de
la época, una visión en cuanto al rol de la interpretación jurídica. En la obra
mencionada, Ehrlich retoma una tesis expuesta en otro artículo acerca de las
lagunas en el Derecho según la cual el juez, cuya tarea es decidir conforme al
Derecho positivo vigente, aprovecha las oscuridades del ordenamiento jurídico y los
conceptos “más resbaladizos”15 para tener en cuenta las exigencias de la evolución
del Derecho. En concordancia con ello señala que el Derecho no es un sistema
cerrado y pleno de reglas jurídicas abstractas sino que consiste en decisiones
particulares y, por ello, el juez, cuando las reglas jurídicas se lo permiten, adapta el
Derecho a las necesidades propias del contexto de interpretación. El énfasis está
puesto en la actividad creativa, ya sea en forma consciente o inconsciente, del juez
que debe hallar una decisión equitativa acorde con las circunstancias de los casos
concretos.
Ehrlich reconoce la posibilidad de mutaciones en los sentidos atribuidos a las
formulaciones normativas, fenómeno que usualmente ocurre en forma gradual. Esto
es producto de los planteos antagónicos que son llevados ante los jueces y que
requieren una solución que provenga de un sujeto (el juez) pero que no dependan
de su voluntad (es decir, que no sean arbitrarias) sino de un sentimiento general de
justicia emanado de una fuente superior. Así, el jurista debe encontrar y declarar el
derecho vigente, pero al hacerlo también añade algo.
Otra cuestión que apunta Ehrlich es que la relevancia que se le otorga al Derecho
en la vida cotidiana depende de las personas llamadas a aplicarlo, afirmación que
contrasta notablemente con la concepción moderna y dogmática de la Ciencia del
Derecho que confía en el método exegético para conocer la voluntad del legislador
y alcanzar un sentido verdadero y único de las normas jurídicas, a la par que
subsume al juez al rol de mero autómata y boca de la ley.
Las leyes, que son asumidas como la fuente principal del Derecho, han surgido de
un proceso de cristalización del derecho consuetudinario y del derecho de los
juristas. El derecho moderno, basado en las legislaciones repletas de prescripciones
como expresiones máximas de la esencia del Estado funcionarial, se presenta a sí
mismo como inamovible y completo. No obstante ello, esto es solo una apariencia
ya que, como apunta el iusfilósofo austríaco, todos los sistemas de reglas tienen
lagunas jurídicas y no existe medio para detener la evolución de las instituciones
sociales que brindan contenido a las normas de decisión.
Si estas son las dos intenciones perseguidas, es decir, la de la seguridad jurídica y
la de la previsibilidad de las decisiones, el Derecho ha fracasado y continuará
fracasando en su misión, puesto que no es un dogma rígido. Aún más, el autor en
tratamiento asegura que la administración de justicia usualmente encuentra las
soluciones justas aun cuando deba recurrir a “caminos circunvalatorios” para ello ya
sea porque modifica el sentido hasta ese entonces atribuido en la aplicación de una
ley o porque la relega al olvido.
Por otro lado, para alcanzar la caracterización de objetivas de las decisiones
judiciales, el Derecho se vale de recursos como la colegialidad y las instancias de
recursos. Sin embargo, esta empresa es caracterizada como inútil en tanto toda
aplicación de una regla general a un caso particular es efectuada por sujetos
individuales.
Como puede notarse, el pensamiento de Ehrlich realiza un aporte allí donde Kelsen
había dejado vacío al Derecho. Kelsen, para superar las objeciones que se
presentaban a la creación de una teoría general del Derecho, como las formuladas
por von Kirchmann, recurrió a una formalización extrema. En este punto, Ehrlich no
se preocupó por las formas sino por la vida del Derecho, cómo se manifiesta en la
sociedad y era receptado por los jueces y por la legislación.
Bibliografía:
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Arrieta, E. (s.f.). Ciencias naturales y ciencias sociales. Diferenciador.

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Kuhn, T. S. (1962). La estructura de las revoluciones científicas. México D. F.: Fondo de cultura económica.

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