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El presente documento constituye una versión resumida de la presentación efectuada por

el profesor de la Facultad de Derecho de la UCSC Ramón García Odgers (Chile) titulada “El
case management en la perspectiva comparada”, efectuada en el Seminario
Internacional “El Case Management como mecanismo de flexibilidad y eficiencia del
proceso judicial”, organizado por el Centro de Estudios de la Justicia de las Américas (CEJA)
y la Global Affairs de Canadá, desarrollado el martes 6 de agosto en el Hotel Cumbres
Lastarria en Santiago, Chile.

EL CASE MANAGEMENT EN LA PERSPECTIVA COMPARADA


Quisiera comenzar agradeciendo al CEJA, por intermedio de su Director Ejecutivo
Jaime Arellano y su Director de Proyectos Marco Fandiño. También a Juan José Martínez,
Lorena Espinoza, Cristina García, Sandra Araneda y a todo el staff de CEJA, por la magnífica
organización de este Seminario.
A Alan Uzelac, John Sorabji y Gisella Goes por su disposición a participar en este
Seminario, y por el sacrificado y extenuante viaje que realizaron para estar aquí.
Finalmente, a los académicos nacionales que aceptaron el desafío de compartir
diversas perspectivas sobre el case management, a las autoridades judiciales y del
ministerio de justicia, jueces, abogados, académicos que concurren desde diversos puntos
de Latinoamérica, a los alumnos y público presente.
OBJETIVO DE LA PRESENTACION
El objetivo de esta presentación será delinear un marco general de lo que se
discutirá en este seminario. Para estos efectos, describiré sucintamente que se ha
entendido en la teoría y derecho comparado cuando se habla de case management, su
justificación, configuración y mecanismos de operación. Con estos insumos, propondremos
una conceptualización con sus principales elementos, una breve comparación a modo
ejemplar, finalizando con algunas reflexiones para nuestro medio a modo de conclusión.
Sostengo que el case management consiste en la gestión y control judicial efectiva
de la litigación para alcanzar los fines relevantes del sistema de justicia.
La idea de case management ha sido un tópico muy relevante para la teoría procesal
como instrumento que sintetiza las expectativas para asegurar una justicia de calidad,
razonablemente rápida y económica. En contraste, en nuestro medio el tema es
prácticamente desconocido. No hay literatura en español que lo trate con autonomía
temática. Los pocos textos disponibles reconducen o traducen el término case management
a categorías más tradicionales tales como “dirección del proceso”, o se confunden con las
facultades del juez en la etapa de preparación, lo que oculta gran parte de su riqueza
conceptual y evolutiva. Finalmente, hay quienes asocian el case management como un
asunto de naturaleza económica, organizacional, administrativa, en definitiva, extra
jurídica.

Como veremos, el case management es un concepto complejo que tiene la


potencialidad de definir la fisonomía y eficiencia de un sistema de justicia, por lo que resulta
imprescindible realizar una cuidadosa consideración de su configuración, alcances, fines y
riesgos.
En efecto, en la teoría comparada, el término case management es utilizado con más
de un sentido y con distintos objetivos. Sus alcances y percepciones están fuertemente
condicionados por los contextos culturales de cada sistema procesal desde que se le
observe. Así las cosas, la diversidad de perspectivas y su sentido evolutivo es una
característica de nuestro tema, lo que refleja la complejidad de las realidades
contemporáneas en el ámbito jurídico.
I.-
QUE SE ENTIENDE EN LA TEORÍA Y DERECHO COMPARADO CUANDO SE HABLA DE
CASE MANAGEMENT?
Nosotros diremos que el case management o gestión judicial de casos puede ser
entendido como un marco teórico, como un conjunto de técnicas o como un modelo
procesal.
a.- COMO MARCO TEÓRICO
Como marco teórico, el case management está asociado o constituye una
perspectiva, para describir, interpretar, analizar y enfrentar los problemas del sistema de
justicia. El supuesto fundamental es que el juez, puede constituirse en un factor de
eficiencia para el logro de los objetivos del sistema de justicia si es que interviene
activamente en el proceso de litigación.
Este enfoque puede ser entendido como una superación de las concepciones
ideológicas y teóricas individualistas sobre la función y operatoria de la justicia civil, la que
se origina e impulsa por la interrelación de diversos factores, entre los cuales destacaremos
3, por su mayor visibilidad y alcance:
En primer lugar, una mayor preocupación por los alcances sociales y económicos de
los procesos, y que entre nosotros se ha denominado publicitación del proceso(a propósito
de las aportaciones teóricas de Klein y la Ordenanza austriaca de 1894).
En segundo lugar, por la ampliación y reforzamiento del catálogo de derechos
procesales, consecuencia de su reconocimiento en diversas constituciones y convenciones
internacionales sobre derechos humanos, entre ellos, especialmente, los derechos de
acceso a la justicia y plazo razonable.
Finalmente, a estos factores se suma la muy extendida percepción que la
administración de justicia civil se encuentra en crisis.
Profundizaremos sobre este marco teórico, recurriendo a dos cambios de
paradigmas que se han verificado en el derecho comparado.
El primer cambio de paradigmas se refiere a los objetivos que se asignan al proceso.
Tradicionalmente al proceso se le ha asignado una finalidad única, esto es, decidir el
conflicto pronunciando decisiones justas o correctas. Este enfoque asume que siempre que
se alcanza una decisión de acuerdo con los hechos y el derecho, la justicia ha sido hecha y
nada más importa. Según esta perspectiva, no son relevantes el tiempo ni los recursos
utilizados, si ello da lugar a resultados legalmente correctos.
Sin embargo, una decisión correcta puede llegar muy tarde para ser efectiva,
perdiendo su utilidad o puede ser muy costosa al punto de hacerla inaccesible para un
importante número de ciudadanos.
Por esta razón, en la perspectiva comparada, se constata el desarrollo de un nuevo
paradigma, según el cual, mantener el tiempo y los costos bajo control pasa a ser tan
importante como la producción de una decisión final correcta.
Incluso estos objetivos de alcanzar la decisión en un plazo razonable y a costos
accesibles, se han ido incorporando al elenco de garantías judiciales, infiltrándose
progresivamente en el concepto de juicio justo. De hecho, esta trilogía de objetivos ha sido
recogida en forma expresa en distintos sistemas jurídicos procesales y ha sido reforzada por
la normativa y jurisprudencia sobre derechos humanos, obligando a los Estados a
implementar procedimientos y mecanismos que permitan a los justiciables obtener la tutela
de sus derechos en plazos razonables y con costos del proceso que no constituyan una
limitación indebida al acceso a la justicia, como por ejemplo, la jurisprudencia de la Corte
Europea de Derechos Humanos, en el caso “Steel and Morris V. The United Kingdom”, de
2005, o, entre nosotros, de la Corte Interamericana de Justicia con el caso Cantos con
Argentina de 2002, entre otros.
Establecido que hay una pluralidad de objetivos del proceso, es necesario encontrar
un balance adecuado entre ellos y buscar un mecanismo para hacerlo operativo,
especialmente, cuando estas tres dimensiones de la justicia, si bien interrelacionadas, no
siempre son complementarias, sino que empujan en diferentes direcciones y demandan
compromisos.
Un segundo cambio de paradigmas se observa en relación con la imagen o escenario
en el cual opera el sistema de justicia.
Según el trasfondo conceptual tradicional, los problemas del proceso han sido
considerados pensando en un solo escenario, esto es, la del caso singular. Se trata de una
relación tríadica, fuertemente individualista, donde sólo son visibles dos partes enfrentadas
ante un juez por la resolución de un caso. De acuerdo a este paradigma, el sistema parece
funcionar para la decisión y resolución de un sólo caso. Es lo que se ha denominado como
perspectiva atomizada o microscópica. Esta es la imagen que tradicionalmente nos
transmiten nuestros códigos y leyes procesales y que se refuerza por nuestra formación
jurídica que nos enseña, precisamente, a considerar sólo la controversia en cuestión, pero
no el funcionamiento del sistema jurídico, ni las consecuencias para el conjunto de la
litigación.
El problema, es que esta perspectiva nos conduce exclusivamente a esforzamos en
lograr un resultado justo en la disputa individual, sin considerar cómo ser justo con todos
los que usan o quisieran usar el sistema de litigación.
Sin embargo, como sabemos, los sistemas de justicia contemporáneos se enfrentan
a la realidad dramática de procesar enormes volúmenes de trabajo, por lo que aparece la
necesidad de distribuir los limitados recursos disponibles y organizarlos de la mejor forma,
con el objetivo que los fines del sistema de justicia puedan ser alcanzados en todos los
casos.
Por estas razones, aparece un nuevo paradigma -que llamo del conjunto de casos-
que reconoce que la justicia y el proceso se administran para una pluralidad o multiplicidad
de casos. El supuesto de este nuevo paradigma es que una perspectiva centrada
exclusivamente en el caso individual, implica que alcanzar la justicia sustantiva para algunos
puede constituir una denegación de justicia para otros, si es que no se logra un equilibrio y
distribución equitativa de los recursos judiciales. Como dice TIDMARSH “no podemos
concentrarnos indebidamente en la entrega de una justicia más perfecta en el caso
individual cuando muchos ciudadanos no reciben justicia de los tribunales en lo absoluto.
Según esto, lo importante es que la justicia debe estar en la totalidad de los asuntos
y los recursos del sistema deben ser divididos equitativamente.
Proporcionalidad
Asociado a este escenario ha reaparecido la idea de proporcionalidad, para
identificar y manejar los diversos casos que ingresan al sistema.
La proporcionalidad se traduce en la necesidad de distinguir y priorizar entre los
múltiples casos según su valor, privado y social, y a su complejidad, en atención a los
limitados recursos del sistema judicial.
Para el profesor italiano Remo CAPONI, la proporcionalidad es uno de los principios
rectores del ejercicio de los poderes públicos, que todavía tiene que explorar el potencial
axiológico y ético en el campo de la justicia, pero que está tallada en el regla 1 de las Reglas
de Procedimiento Civil inglesas, donde se explica que la tramitación de un caso incluye,
entre otras cosas: “atribuirle una parte apropiada de los recursos del tribunal, teniendo en
cuenta la necesidad de reservar recursos para otros casos”
Si bien, de acuerdo a esta concepción de proporcionalidad se limita, de algún modo,
los requerimientos del caso individual, tal limitación pasa a ser un medio necesario para
asegurar los derechos del conjunto.
En suma, tener presente el conjunto de casos y asegurar una alternativa de justicia
para todos, en plazos razonables y a costos acotados, exige racionalizar los recursos del
sistema, lo que supone que alguien la ejecute en los casos individuales. En esta perspectiva
case management, propone que los jueces asumen esta responsabilidad de controlar el
desarrollo de la litigación, distribuyendo y racionalizando los recursos del sistema para
alcanzar sus diversos objetivos, bajo criterios individual y socialmente equitativos.
Este marco teórico pone en tensión conceptos e ideas tradicionales y largamente
arraigadas.
b.- PERSPECTIVA INTRUMENTAL O COMO CONJUNTO DE TÉCNICAS.
El segundo enfoque considera el case management como un instrumento o como un
conjunto de técnicas. En este sentido, el judicial case management puede ser entendido
como lo describe el principio 14.1 de los Principios Transnacionales de Procedimiento Civil
de UNIDROIT/ALI, esto es, como los medios y métodos por los cuales la corte o los jueces
“gestionan activamente el procedimiento, ejerciendo discreción para lograr la solución de la
disputa de manera justa, eficiente y con una velocidad razonable”.
El conjunto de técnicas de case management es amplio y variado, y en general,
buscan racionalizar los recursos del sistema, agilizar el ritmo de la litigación y hacer del juicio
un evento manejable.
Las principales técnicas desarrolladas en la experiencia comparada son las
conferencias de case management, el case management diferenciado, el establecimiento
de programaciones para los juicios, y los acuerdos procesales.
1.- Las conferencias.
Consisten en reuniones entre el Juez y las partes, a veces de un modo informal,
incluso por teléfono o mail. El supuesto de estas conferencias es que lo que se necesita para
el case management, es información de calidad, en lo posible en etapas tempranas, ya que
de otro modo, es más probable que el caso tome más tiempo para ser resuelto, su precisión
sea afectada negativamente y además, el proceso se vuelva más costoso, para el sistema y
las partes. Las conferencias de case management están presentes en USA, Inglaterra y
Francia.
La función más importante de la conferencia es la identificación de las cuestiones de
hecho y de derecho relevantes del caso, con el objetivo de reducir muchos casos
aparentemente complejos a simples. La información generada en la conferencia permite al
juez definir el tratamiento que recibirá el caso y distribuir los recursos judiciales, como la
asignación de tiempo para las audiencias, completar determinadas actividades procesales
o adoptar decisiones sobre las exigencias probatorias que plantea el caso.
2. Case management diferenciado - Uso de tracks
La idea es que los casos deben ser tratados según sus reales necesidades y
características concretas. En una disputa compleja, todos los mecanismos procesales
disponibles pueden resultar necesarios. Pero no todos los casos son importantes,
intrincados y difíciles, ni requieren un acceso completo a los mecanismos procesales.
En consecuencia, los casos dependiendo del nivel de sus características particulares
pueden asignarse a un track, o vía de procesamiento, determinados por normas legales o
guías prácticas que contienen los pasos específicos que definen el modo en que
presuntivamente un caso debe ser procesado. Normalmente, la asignación de un caso a un
track se verifica por medio de un proceso de detección temprana que involucra la
comunicación entre los abogados y el juez después de la presentación del caso. En Inglaterra
y Gales, se encuentran tres tracks: small claim, el fast track y el multy track. En Francia se
denominan circuitos: circuits court, moyen, long.
Estos tracks suponen una mayor flexibilidad en el tratamiento de los casos y
manifiestan la preocupación del sistema por la proporcionalidad.
3.- Programación estricta de los eventos del juicio.
Determinar el calendario del procedimiento por adelantado es una de las
herramientas más importantes de un efectivo case management ya que este agendamiento
temprano del juicio, unido a la supervisión y control judicial que supone el case
management, fuerza a los abogados a preparar y administrar los asuntos de sus clientes de
manera más rápida y eficiente, centrarse en los asuntos verdaderamente relevantes del
caso, para cumplir con los cronogramas establecidos o acordados. Este mecanismo también
incluye también el uso de sanciones en caso de incumplimientos.
4. - Los contratos procesales.
Los contratos procesales, es un mecanismo que se ha desarrollado
fundamentalmente en Francia, y que ha sido recogido en Brasil en el nuevo Código.
Se trata de verdaderos acuerdos celebrados entre el juez y las partes, durante la
etapa de preparación, con el fin de establecer plazos personalizados para la controversia
específica, lo que posibilita un programa de actividades acordado por el juez y las partes.
En Francia, se encuentran regulados en el artículo 764 del Code de procédure civile,
según el cual, en términos generales, el juez de la mise en etat determina, en la medida en
que sea necesario, el tiempo para la instrucción del caso, fijando un calendario para la mise
en etat, lo que incluye el número previsible y las fechas del intercambio de conclusiones, de
los debates y la fecha de entrega de la decisión, teniendo en cuenta la naturaleza, la
urgencia y complejidad del caso, y la opinión de los abogados.
Una variante de estos contratos procesales lo constituye la declaración conjunta de case
management (Joint case management statement). Recientemente en el Distrito Norte de
California, se ha dispuesto por medio de una Standing Order (Orden Permanente) de enero
de 2017, que los abogados propongan un plan de programación conjunto, las posibilidades
de acuerdos, y todos los demás asuntos que puedan facilitar la disposición justa, rápida y
económica del caso.
Los principios tras estos contratos procesales y declaraciones conjuntas de case
management son la cooperación entre las partes, proporcionalidad y buena fe.
Las herramientas de case management que hemos revisado apretadamente, no son
excluyentes, sino que muchas veces pueden operar complementaria y articuladamente.
Así, por ejemplo, una conferencia o reunión entre el juez y las partes, ayuda a discernir el
grado de complejidad de un caso, lo que permitirá su asignación a un procedimiento, track
o circuito procesal apropiado. Una vez efectuada esta determinación, decisiones más
específicas, pueden ser adoptadas por el juez o por acuerdo de las partes, entre ellas, los
plazos adecuados para el agendamiento del juicio y las diversas audiencias. Estas técnicas
suponen el uso de tecnologías de información que permitan facilitar su operación.
c.- EN CUANTO MODELO PROCESAL
Según este planteamiento teórico el case management constituye un modelo
procesal que no encaja en ninguno de los dos tradicionales sistemas, esto es, el adversarial
y el inquisitivo ni constituye un híbrido entre ambos.
El case management constituye un modelo procesal, ya que no sólo define el papel
del Tribunal sino que, también, el de las partes y explica muchas características procesales.
En síntesis, esta perspectiva considera más que la sola idea de poderes ampliados de los
jueces.
En este sentido, el case management captura una particular técnica para gestionar
los casos, una cultura y una forma de procedimiento que distribuye competencias y
responsabilidades entre los principales actores del proceso legal.
Así, en el case management el objetivo de agilizar los casos, aunque no es el único,
se vuelve particularmente importante y el tribunal se convierte en el principal encargado
de hacerlo. La intervención de las partes y sus abogados no es eliminada, sino que se sujeta
al control del tribunal para evitar las actividades inútiles, la litigación abusiva y los trámites
que aparezcan desproporcionados a las necesidades del caso concreto. Además, las partes
asumen el deber de colaborar con el tribunal y de coordinarse entre ellas para agilizar el
caso.
Finalmente, el procedimiento se entiende como un dispositivo que el tribunal utiliza
con la colaboración y coordinación de las partes, para procesar los casos lo más
rápidamente posible.
Según esta perspectiva existen muchas técnicas y dispositivos de gestión que se
adaptan perfectamente a todos los modelos de procedimientos. Y todos los sistemas
procesales gestionan los casos y buscan evitar retrasos excesivos.
Lo que distingue al case management como modelo, es que este objetivo de acelerar
los casos se vuelve particularmente importante y el tribunal se convierte en el principal
responsable a cargo de los casos, lo que conlleva una redefinición de la función de las partes
y otras características procesales.
II.-
HACIA UN CONCEPTO DE CASE MANAGEMENT
Teniendo presente estas perspectivas de análisis del case management, podemos
ensayar un concepto: El judicial case management consiste en la gestión y control judicial
de la litigación para alcanzar los fines relevantes del sistema de justicia.
a.- La gestión de la litigación implica considerar el valor y/o peso de un caso dentro
del universo posible de otros casos que merecen, en la actualidad y deberán en el futuro
merecer, la atención y consecuente asignación de los limitados recursos judiciales, según
criterios normalmente asociados a su importancia, cuantía, costos y situación económica
de las partes.
El artículo 764 del Código francés dispone que el juge de la mise en état determinará,
el tiempo necesario para la examinación del caso, teniendo en cuenta la naturaleza,
urgencia y complejidad del caso, y después de haber escuchado la opinión de los abogados.
Esto significa que no todos los casos recibirán la misma cantidad de tiempo ni
urgencia. Una vez identificado que un caso posee ciertas características especiales que
autorizan o sugieren un tratamiento diverso, se genera la necesidad de adecuar el
procedimiento a sus necesidades específicas. Esta posibilidad de un tratamiento
diferenciado de los casos, es posible reconocer en la jurisprudencia de la Corte Europea de
Derechos Humanos, en el asunto Unión Alimentaria Sanders S.A. contra España, en
sentencia de 7 de julio de 1989, cuyo considerando 40 establece que “… es lícito establecer
con carácter provisional un determinado orden de preferencia en el despacho de los asuntos,
teniendo en cuenta su urgencia y su importancia…”
b.- El control de la litigación implica que el sistema judicial se hace cargo de la
distribución y racionalización de los recursos del sistema, especialmente, el tiempo del juez
o tribunal y del ritmo del proceso. Así, para Lord Woolf el case management, constituye “un
sistema integral de gestión del tiempo y los acontecimientos en un juicio que se desarrolla
a través del sistema de justicia, desde su inicio hasta la resolución”.
Este control de la litigación se extiende a dos niveles o dimensiones del case
management: uno macro o estructural, y, otro a nivel micro.
El macro case management se ocupa de la forma como se procesan y gestionan el
conjunto de los casos. En esta perspectiva se incluye la distribución de los casos entre los
diversos tribunales, la manera cómo los jueces de estos tribunales son asignados para los
casos, y el uso de tracks o rutas procesales, que contienen los pasos específicos del
procedimiento para determinados tipos de casos, según consideraciones como su cuantía
o nivel de complejidad.
El nivel micro, en cambio, se refiere al manejo del caso individual o dentro de un
caso. A este nivel, los jueces pueden modelar el procedimiento a la medida de sus
necesidades, lo que requiere procedimientos flexibles. En este micro case management, la
actividad del juez complementa las regulaciones legales, mediante decisiones que se
adaptan a las particularidades del caso.
En ambos niveles, macro y micro, el judicial case management está destinado a
articular las necesidades particulares de un caso individual con el del conjunto de causas.
En ambas dimensiones el tribunal actúa como un catalizador para promover un
tratamiento eficaz y eficiente de los casos a través del sistema, ya que los jueces son los
únicos capaces de establecer el ritmo del litigio, independiente de los intereses de las
partes, con el fin de garantizar un tratamiento justo y oportuno de los casos.
Con todo, la idea de control judicial en la experiencia comparada no significa
necesariamente la participación directa de un juez en el procesamiento completo de un
caso.
Lo importante es que el tribunal asuma la responsabilidad y el control sobre el caso,
y además, esté en condiciones de supervisar su progreso a través de sus diversas etapas. En
esta actividad, es posible que la autoridad judicial se ejerza sobre la base de una delegación,
por medio de algún otro funcionario del tribunal en lugar de la participación directa de un
juez.
Desde esta perspectiva, el case management constituye un concepto que integra y
articula dos categorías que son consideradas, habitualmente, como pertenecientes a
ámbitos distintos; el procesal, por un lado, y el de gestión, por el otro.
De este modo, un activo case management supone una cierta voluntad judicial, una
efectiva división del trabajo entre el personal del tribunal y los jueces y una legislación que
entregue competencias y herramientas claras para la gestión de los casos.
c.- Los fines del case management. El judicial case management constituye un
instrumento destinado a operativizar los objetivos del sistema. Si bien los objetivos
generales de los sistemas de justicia pueden ser variados, lo mismo que su peso relativo y
formulación exacta, Sorabji distingue dos enfoques sobre los propósitos o fines del case
management.
De acuerdo al primer enfoque, el propósito del case management es asegurar que
la preparación del juicio sea más económica y eficiente. Sin embargo, economía y eficiencia
no pueden ser perseguidas a un precio que perjudique la decisión sustantivamente
correcta. Ejemplos, de esta perspectiva son Austria, Alemania, Francia y Hong Kong.
El segundo enfoque, va más allá de alcanzar la decisión correcta en forma económica
y expedita y presenta dos caminos distintos.
El primer camino es el adoptado por Inglaterra y Gales después de las reformas de
1999, donde el propósito del case management es tratar los casos justamente y a un costo
proporcional, según el overriding objective de la regla 1.1 de las CPR. En esta jurisdicción, el
uso apropiado y proporcional de los recursos de la corte es considerado parte de la justicia
sustantiva en sí misma y los casos deben ser gestionados para asegurar que no se utilice
más que una parte proporcional de sus limitados recursos, de modo que no se perjudique
a otros litigantes para obtener una sentencia correcta, oportuna y económica.
El segundo camino, es dejar de lado la idea que el proceso debe ser gestionado para
un juicio y sentencia, lo que, a su vez, adopta dos formas.
De acuerdo a la primera, se incorporan dentro de los deberes de case management,
fomentar el uso de formas alternativas de resolución de conflictos, como en Polonia,
Noruega y Estados Unidos (California).
La segunda, va más allá de promover el uso de mecanismos alternativos y el case
management no debe ser entendido enfocado única o primeramente hacia el juicio y la
sentencia de mérito, sino hacia la gestión del proceso de resolución de disputas como un
todo, en un sentido amplio.
Como se observa, existen diversos objetivos asociados al case management, lo que
depende del sistema específico, su evolución histórica y cultural.
III.
COMPARACIÓN DE MODELOS DE CASE MANAGEMENT
Los modelos de case management en la experiencia comparada, comprenden un
rango variado de versiones. Describiremos, sintéticamente, un cuadro de tres
configuraciones de case management: Estados Unidos, Inglaterra y Gales, y Francia.
1. Justificación.
En todos los casos, la historia común es que los mayores poderes de gestión de los
jueces aparecen como una reacción a los efectos negativos del control del caso por las
partes, especialmente costos, demoras excesivas y el uso de litigación abusiva o estratégica.
En este sentido, en todas estas experiencias se manifiesta la búsqueda de un mayor nivel
de eficiencia, como condición de una adecuada provisión de justicia. En Inglaterra, además,
se observa una justificación especial en aumentar el acceso a la justicia, por vía de la
proporcionalidad en los costos.
2. Densidad normativa y regulación de los poderes del juez.
En el procedimiento civil de Estados Unidos, el case management está regulado en
la Regla 16 de las Reglas Federales. Se trata de una sola norma que delega explícitamente
una amplia discreción, autorizando a los jueces a celebrar conferencias previas al juicio y a
tomar las medidas apropiadas con respecto a una amplia gama de asuntos, incluyendo los
pleadings, el discovery, el summary judgement, el juicio, y una promoción activa de los
acuerdos.
Con todo, esta regla 16, es de un alcance más estrecho en comparación con las CPR
de Inglaterra y Gales, que constituyen un código que gira en torno al case management para
alcanzar el overriding objective. Las CPR dedican una sección entera a los poderes de case
management, el que, además, se encuentra estructurado y regulado con bastante detalle
con pre action protocol, practice direction, tracks, y normas que establecen un conjunto más
sofisticado y completo de pautas para el ejercicio de la discreción judicial.
En Francia, la regulación del case management está distribuido a lo largo del Código,
tanto en el título sobre principios directores del procedimiento (1-24), y en los artículos 763
y siguientes del CPC -que detallan un conjunto de importantes potestades judiciales bajo el
título Instruction devant le juge de la mise en état. La doctrina parece estar conteste que se
trata de un case management más minimalista, fundamentalmente reactivo y que reconoce
una importante participación de las partes.
3. Objetivos/Fines
En Estados Unidos la regla 1 indica que las FRCP deben ser interpretadas y
“administradas” para asegurar la determinación justa, rápida y económica de cada acción y
procedimiento. Con ello se reconoce el deber afirmativo del tribunal de ejercer la autoridad
conferida por las FRCP, para asegurar que la litigación civil se resuelva no sólo
equitativamente, sino también sin costo indebido o retraso.
En Inglaterra y Galés, los fines del case management están determinados por el
objetivo predominante, esto es permitir que el tribunal se ocupe justamente de los casos y
a un costo proporcional.
En Francia, el artículo 3 del Código de Procedimiento Civil francés, sucintamente
describe que “El juez asegura la correcta conducción del procedimiento; tiene el poder de
establecer plazos y ordenar las medidas necesarias”. El objetivo del case management en
este sistema es alcanzar la decisión correcta minimizando en lo posible la duración del
proceso.
4. Cooperación
En todos los casos, se registra un importante espacio para la cooperación de las
partes. La regla 1.3 de las CPR de UK, impuso un deber explícito sobre los litigantes y sus
representantes de asistir a la corte para alcanzar el objetivo predominante, lo que se
manifiesta en las diversas etapas del proceso.
En USA, en las notas del Comité sobre la enmienda de la regla 1 en el año 2015, se
consigna que: “La abogacía efectiva es coherente con - y de hecho depende - del uso
cooperativo y proporcional del procedimiento”.
En Francia, el paradigma de la cooperación lo constituyen los contratos procesales
regulados en el artículo 764 del Código y en los protocolos colectivos de procedimiento.
5. Herramientas
En las tres jurisdicciones es posible reconocer el uso de conferencias, tracks
procesales, algunas formas de acuerdo procesales, generación de calendarios de
procedimiento y régimen de sanciones por incumplimiento a las decisiones judiciales.
Todas estas se desarrollan con ayuda de tecnologías.
IV.
CONCLUSIONES
Entiendo el case management como una tecnología necesaria cuyo uso, sin
embargo, envuelve riesgos que deben ser cuidadosamente considerados.
(En un mundo hipotético, donde la litigación no tuviera costos en tiempo o dinero a
las partes o la sociedad, el case management sería probablemente innecesario. Sin
embargo, no vivimos en ese mundo ideal. Un sistema mínimamente eficiente requiere un
grado de control judicial, especialmente en un sistema por audiencias.)
En este sentido, el case management aparece como una manifestación de la
dinámica evolutiva del proceso civil, que se inserta en la tendencia que promueve un mayor
control judicial en el desarrollo y resultados de la litigación, en la búsqueda de articular los
fines privados y públicos del proceso.
En nuestro medio el instituto viene asociado a un nuevo marco teórico, cuya
importancia es que instala, permite visibilizar y considerar nuevas variables que resultan ser
claves para el entendimiento y solución de problemas que aquejan a nuestros sistemas de
justicia. Así sucede, por ejemplo, con la necesidad de procesar una masividad de casos, la
apuesta por un rol activo del juez para alcanzar ciertos objetivos, especialmente de calidad
y de celeridad en la respuesta jurisdiccional; la existencia de procesos de trabajos donde los
órganos de gestión y el juez, procesan la “agenda del tribunal” o audiencias en espera, la
preocupación por una distribución eficiente de los recursos entre los justiciables, en
especial, del tiempo de audiencias, y el rol de los acuerdos, entre otros.
La tendencia moderna en el case management apunta a privilegiar la cooperación,
lo que permite superar el debate sobre el dominio del proceso y la confrontación entre fines
públicos y privados en la litigación. Esta cooperación para el logro de objetivos procesales,
en un entorno flexible y gestionado por los jueces, puede entregar mayor legitimidad al
case management, al permitir la participación de los litigantes en la toma de decisiones para
la conducción del caso.
Con todo, el ejercicio del case management, las racionalizaciones y balances que
supone, exigen una extrema claridad de los objetivos y valores del sistema de justicia, que
se deben realizar o procurar tanto en los casos individuales como sobre su conjunto.
Por esto, el case management aparece básicamente como un asunto acerca de
responsabilidad, poder y confianza y que mantenerlo o implementarlo dependerá de la
creencia que este mecanismo es mejor en el balance entre sus beneficios y costos.
Esta mayor confianza en el Juez, supone, entre otras cosas, la comprensión y
aceptación social de esta función, del valor político institucional del instrumento, de sus
objetivos, de la distribución de roles que de ella se deriva, de sus límites en otros valores
esenciales para la debida administración de la justicia civil y de la configuración normativa
de cada uno de estos aspectos.
Cómo alcanzar esta confianza y claridad en nuestra tradición y cultura? Este es el
gran desafío. Muchas gracias.

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