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Hace pocos hemos sido testigos del caso de Ana Estrada Ugarte, persona afectada
por una enfermedad incurable y que solicito la eutanasia, ante el Décimo Primer Juzgado
Constitucional de Lima (expediente 00573-2020-0-1801-JR-DC-11), que, en una decisión
judicial sin precedentes, le reconoció el derecho a una muerte digna por la eutanasia y
ordenó al Ministerio de Salud (Minsa) y a EsSalud respetar su decisión. Decisión
controvertida que trae a debate la discusión postergada sobre la perspectiva del Derecho a la
Dignidad al abordar ciertos temas que colisionan con otros derechos fundamentales.
Por otro lado, el Juez Constitucional Dr. Eloy Espinosa-Saldaña Barrera afirma
que:
Planteemos algunos ejemplos. Y es que en nombre de la dignidad humana
–dentro de alguna de las comprensiones a las cuales ya he hecho mención– pueden
justificarse situaciones tan diversas como el rechazo o la tolerancia del sexo
consentido entre o con adolescentes. Lo mismo puede señalarse sobre el pleno
reconocimiento o la proscripción del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Esa ambigüedad también permite justificar tanto la permisión relativa como la
prohibición absoluta del aborto. Y así, un largo etcétera. Y, de otro lado, cada vez
se encuentra una mayor cantidad de situaciones vinculadas a los derechos, las
cuales difícilmente pueden encontrar sustento en la dignidad (por ejemplo, la
titularidad de derechos concedida a algunas personas jurídicas). En síntesis, se
reconoce que la dignidad humana indudablemente ha sido una valiosa justificación
para los derechos, pero hoy se encuentra lejos de ser un fundamento muy firme o
sólido al respecto. Ello se explica, en primer lugar, debido al ya mencionado
carácter abierto de la noción de dignidad. (Espinoza-Saldaña, 2021. Pág. 197)
14. JURISPRUDENCIA