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Laminar y Flujo Turbulento
Se ha mostrado que existen varios criterios para clasificar el movimiento de los fluidos, en
particular en esta clase nos vamos a referir al criterio que clasifica los flujos con base en la
importancia relativa de la fuerza debida a la viscosidad del fluido con relación a la fuerza de
inercia.
Para cualquier fluido en movimiento se cumple la segunda ley del movimiento de Newton
∑𝑓 𝑚𝑎 (1)
Las fuerzas que estudiamos en el curso y que se presentan en un fluido en movimiento son
𝐹 𝐹𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑑𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑖𝑜𝑛
Una vez planteada la ecuación del movimiento en los términos anteriores, queremos saber
la importancia relativa de cada una de las fuerzas con relación a su resultante; es decir, con
respecto a la fuerza de inercia. Para ello y con el propósito de darle mayor claridad a la
explicación, consideraremos que cada una de las fuerzas de la ecuación (2), tiene los
siguientes valores (no se consideran las unidades para este ejercicio hipotético).
𝐹 4; 𝐹 8; 𝐹 1; 𝐹 12; 𝐹 3; 𝐹 2
Con estos valores la fuerza de inercia será
𝐹 4 8 1 12 3 2 30
Si ahora dividimos cada una de las fuerzas 𝐹 , 𝐹 , 𝐹 , 𝐹 , 𝐹 , 𝐹 entre la fuerza de
inercia 𝐹
se obtienen los siguientes valores
0.1333
0.2667
0.0333
0.4000
0.1000
0.0667
De la comparación de los cocientes anteriores se puede concluir que el de mayor valor
representa la fuerza dominante en el fenómeno y el de menor valor representa la fuerza
que menos influencia tiene en él.
En el ejercicio numérico anterior se concluye que la fuerza más importante, y que por lo
tanto no se puede omitir en el análisis de problema, es la fuerza de peso propio debida a la
acción de la gravedad, y la de menor importancia en el fenómeno que corresponda es la
fuerza de Coriolis y que por lo tanto no incluirla en el análisis no afecta significativamente
los resultados del modelo matemático que se obtenga sin su inclusión.
Por otra parte si obtenemos el reciproco de todos los cocientes anteriores equivale a dividir
la fuerza de inercia entre cada una de las fuerzas que intervienen en el fenómeno y se
obtiene para este ejercicio hipotético
7.5
3.75
30
2.5
10
15
Ahora se observa que el criterio para conocer cuál es la fuerza predominante
en el fenómeno es aquella cuyo cociente tiene el menor valor. En este caso de
2.5
Por lo demás es oportuno mencionar que estos cocientes entre dos magnitudes
de la misma naturaleza, fuerzas, dan como resultado un Número
Adimensional.
Con base en el análisis anterior procedamos a formar el Número Adimensional
que nos permita conocer la importancia relativa de las fuerzas de viscosidad
con respecto a las fuerzas de inercia. Para ellos recordemos las ecuaciones que
nos permiten calcular dichas fuerzas y hacemos uso del análisis dimensional.
𝐹 𝜏𝐴 𝜇 𝐴 𝜇 𝐿 𝜇
𝐹 𝑚𝑎 𝜌 𝑉𝑜𝑙 𝜌𝐿 𝜌
Dividiendo la fuerza de viscosidad entre la fuerza de inercia, se obtiene
Finalmente
Al reciproco de este cociente se le conoce con el nombre de Número de
Reynolds, y se escribe de la siguiente manera
𝑅
donde
𝑅 𝑛ú𝑚𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑅𝑒𝑦𝑛𝑜𝑙𝑑𝑠 𝑎𝑑𝑖𝑚𝑒𝑛𝑠𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙
𝑉 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑
𝐿 𝑙𝑜𝑛𝑔𝑖𝑡𝑢𝑑 𝑐𝑎𝑟𝑎𝑐𝑡𝑒𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑐𝑎 𝑚
𝜈 𝑣𝑖𝑠𝑐𝑜𝑣𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑐𝑖𝑛𝑒𝑚á𝑡𝑖𝑐𝑎
En el caso del flujo a través de tuberías
𝐿 𝐷 𝑑𝑖á𝑚𝑒𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑡𝑢𝑏𝑒𝑟í𝑎
En el caso del flujo a través de canales
𝐿 𝑅 𝑟𝑎𝑑𝑖𝑜 ℎ𝑖𝑑𝑟á𝑢𝑙𝑖𝑐𝑜
Hasta aquí hemos desarrollado un criterio para medir la importancia relativa
de las fuerzas de viscosidad con respecto a la fuerza de inercia; hemos
demostrado que si el Número de Reynolds es pequeño su importancia es
grande y si el Número de Reynolds es grande su importancia es pequeña.
Surge entonces la pregunta inevitable: cuál es el valor del Número de Reynolds
que establece la frontera para considerar que las fuerzas viscosas son
importantes o no lo son.
Es aquí donde surge el genio de Osborne Reynolds, con su célebre
experimento.
En 1883 Osborne Reynolds realizó su famoso experimento, que se va a
describir brevemente aquí para dar respuesta a la pregunta que nos
planteamos. Este experimento consiste en inyectar colorante en el seno de un
líquido que circula por un tubo de vidrio largo de sección constante. La entrada
al tubo de vidrio consistía en una transición gradual en forma de campana para
evitar toda perturbación en la unión del depósito, que contenía agua en
reposo, y el extremo de la tubería aguas arriba. Si la velocidad del fluido es
suficientemente baja o el diámetro del tubo suficientemente pequeño el
movimiento se caracterizaba por ser permanente y por ser las líneas de
corriente paralelas a las paredes del tubo, bajo estas circunstancias el
colorante inyectado al interior del tubo forma una línea de corriente bien
definida cuyo contorno muestra que sólo existe una pequeña difusión en la
dirección transversal debida al transporte molecular. Además cualquier
perturbación que aparezca en el flujo es amortiguada rápidamente. De hecho
lo que se observa es un flujo muy bien ordenado con un filamento líquido
coloreado recto y paralelo a las pardees de la tubería, a este comportamiento
lo denomino flujo laminar ya que da la apariencia de moverse en láminas
cilíndricas paralelas, cada una de ellas con velocidad creciente a medida que
se alejan de la pared (velocidad nula) hacia el eje del tubo (velocidad máxima).
Flujo Laminar (Avellaneda 2016)
Sin embargo, si la velocidad del fluido se hace suficientemente grande, el
movimiento fluido se hace muy sensible a cualquier perturbación y estas
perturbaciones se amplifican rápidamente; el flujo se hace entonces muy
irregular y pierde su carácter estacionario. La anchura del filamento crece
rápidamente, el contorno se difumina y toma forma irregular hasta que aguas
abajo se convierte en una nube de colorante. En este caso se aprecia un
comportamiento totalmente caótico y desordenado, que por sus
características Reynolds le llamó flujo turbulento.
Asociando las observaciones de sus experimentos Reynolds advirtió que para
gastos pequeños la corriente de tinta se movía como una línea recta a lo largo
de la tubería, demostrando que el flujo era laminar. A medida que el gasto
aumentaba, el número, que hoy lleva su nombre, se incrementaba, ya que no
obstante que no cambiaba el diámetro ni la viscosidad cinemática, la velocidad
si aumentaba al ser directamente proporcional al caudal. Reynolds utilizó la
velocidad media del flujo [V] para calcular la relación .
Para finalizar, es importante recordar que Reynolds, empezando con flujo
turbulento en la tubería de vidrio encontró que a medida que iba
disminuyendo el gasto y en consecuencia la velocidad media del flujo, éste
siempre se volvía laminar cuando la velocidad se reducía hasta hacer que
fuera menor que 2,300. Este es el número crítico inferior de Reynolds para
flujo en tuberías y es de importancia práctica.
En instalaciones usuales de tuberías el flujo cambiará de laminar a turbulento
en el rango de números de Reynolds de 2,300 a 4,000. En dicho rango el flujo
se denomina flujo de transición.
Para propósitos generales se considera que el cambio entre flujo laminar y
turbulento ocurre cuando 𝑅 2,300
A la distancia nos parece un experimento, el de Reynolds, relativamente
sencillo; sin embargo su trascendencia en el avance del conocimiento del
comportamiento de los fluidos en movimiento es trascendental. Es la razón por
lo que al número adimensional que relaciona las fuerzas de viscosidad con las
de inercia se le conoce con el nombre de número de Reynolds, en su honor.
La turbulencia
Se conoce como flujo turbulento al movimiento de un fluido que se da en
forma caótica, o sea aquel flujo el que las partículas del fluido se mueven
desordenadamente y las trayectorias de las partículas se encuentran
formando pequeños remolinos aperiódicos, como por ejemplo el
escurrimiento del agua en un canal de gran pendiente. Debido a esto, la
trayectoria de una partícula se puede predecir hasta una cierta escala, a partir
de la cual la trayectoria de la misma es impredecible, más precisamente
caótica.
Flujo turbulento a la salida de un chorro
La ecuación que se remontan al siglo XIX y describe adecuadamente tanto el
flujo laminar como el flujo turbulento, su solución general sigue siendo un
misterio debido a la gran dificultad que representa modelar matemáticamente
la turbulencia, a tal grado que la fundación Clay premia con un millón de
dólares al que la resuelva (es el Problema Cuatro del Milenio).
La ecuación de Navier‐Stokes, que resume la aportación de Navier (1785‐
1836), Cauchy (1789‐1857), Poisson (1781‐1840), Saint‐Venant (1797‐1886) y
Stokes (1819‐1903), los primeros de nacionalidad francesa y el último Irlandés,
se estableció antes de la computadora.
En los años treinta del siglo pasado, el matemático francés Jean Leary avanzó
en el intento de resolución demostrando que existen (otra cosa es
encontrarlas) y son únicas, pero sólo localmente (en torno de un punto),
definiendo conceptos que se aproximan a la solución (soluciones débiles) y
probando su existencia, entre otras cosas. Muchos especialistas han venido
trabajando en el tema desde su propuesta. Pero el asunto es aún más complejo
por debido a una característica adicional que presentan los fluidos: la
turbulencia. No existe al día de hoy una explicación matemática rigurosa de
cómo un fluido pasa de tener un flujo laminar a uno turbulento. Ya Leonardo
da Vinci observó en su tiempo la aparición de remolinos a diferente escala. Y
los matemáticos han definido un concepto que cuantifica la rotación de un
fluido dándole un nombre indicativo: el rotacional.
Para hacernos una idea de la complejidad del problema, el físico alemán
Werner Heisenberg nos dejó una reflexión que ha quedado como un icono:
“Cuando me encuentre con Dios, le hare dos preguntas: ¿Por qué de la
relatividad” y “Por qué de la turbulencia” Estoy seguro de que me sabrá
contestar la primera.
El meteorólogo Edward Lorenz se planteó en los años sesenta del siglo
pasado la siguiente cuestión: resueltas las ecuaciones de Navier‐Stokes,
¿podríamos predecir el tiempo meteorológico con mayor precisión y a más
largo plazo? ¿Cómo es posible que conociendo exactamente las ecuaciones
que rigen la circulación atmosférica y las condiciones de partida no se
llegue a predecir con un grado de fiabilidad aceptable el tiempo que hará
tres días después? Lo que hizo para experimentar fue simplificar
extraordinariamente las ecuaciones, dando valores numéricos concretos y
tratando de aproximarlas (en vez de en modo exacto, con números
decimales). Tampoco consiguió resolver el “aparentemente sencillo”
sistema. Pero encontró algo que nunca hubiera podido imaginar.
Al tratar las ecuaciones numéricamente, con los ordenadores de aquellos
años, descubrió algunos comportamientos singulares:
1.‐ La evolución de cada una de las componentes de la solución era tan
extraña que indicaba un comportamiento que parecía fruto del azar.
2.‐ Al representar gráficamente la sucesión de valores que toman las
soluciones en el transcurso del tiempo, obtuvo una trayectoria que se
enrolla sobre un curioso objeto de dos lóbulos. Dicho objeto, que atrae
toda trayectoria, no tiene volumen, pero tampoco es una simple
superficie. No era plano (aparentaba tener algo más que largo y ancho,
dos dimensiones), pero no llegaba a ser tridimensional (largo, alto y
ancho). Así apareció el primer “atractor extraño” (ver imagen; hoy se
conoce como atractor de Lorenz) y motivó el estudio de la geometría
fractal.
Finalmente quiero decirles que los números adimensionales son la base de
la Teoría de la Similitud, piedra angular de la Teoría de Modelos
Hidráulicos. Por tal motivo la tarea será que siguiendo el procedimiento
explicado en esta clase encuentren los demás números adimensionales
asociados a las otras fuerzas que mencionamos al inicio de este tema.
Saludos a tod@s
3.‐ Al querer rehacer con más detalle el cálculo de la solución para un
tiempo largo, Lorenz introdujo en el ordenador los valores que había
obtenido para un tiempo menor, observando que las soluciones no tenían
ninguna relación con las previas. Se percató de que las soluciones
dependían del número de cifras significativas consideradas en los cálculos
(el ordenador proporcionaba seis decimales, pero la impresora sólo le daba
tres). Este pequeño error crecía exageradamente lo que ponía en evidencia
la sensibilidad del sistema de Lorenz respecto de las condiciones iniciales.
Pequeñas variaciones provocaban soluciones muy diferentes (sistema mal
acondicionado lo llamamos). Traducido a su campo de investigación, un
mínimo error de observación cambiaba completamente el tiempo que
haría al cabo de una semana. Lorenz bautizó este efecto con una imagen
muy impactante y mediática, el Efecto Mariposa (El aleteo de una
mariposa en Japón puede provocar un huracán en Los Ángeles), origen de
la teoría del Caos. Esto zanjaba negativamente la posibilidad de conocer la
evolución del tiempo que va a hacer en un plazo de tiempo largo, porque
nos encontramos con un sistema impredecible.
Un hecho que nos confirma una vez más que los descubrimientos
realizados teóricamente, pueden tener aplicaciones insospechadas en el
futuro. En el cine, cuando se deseaba quemar una casa, o que hubiera una
inundación, literalmente se incendiaba un edificio real o una maqueta en
el primer caso, y se utilizaba una gran piscina en el segundo. Hasta que, a
Nick Foster, ingeniero de software, se le ocurrió hacer lo que a Edward
Lorenz con las ecuaciones de Navier‐Stokes: trocearlas quedándose sólo
con aquellas partes que tratadas numéricamente en el ordenador fueran
capaces de captar la esencia del movimiento del fluido que se desee
representar (agua en su caso). El ojo humano percibe una cantidad limitada
de información, así que se le puede “engañar” sin que se dé cuenta. Dejó
en las ecuaciones aquellas expresiones que transmiten la turbulencia y el
chapoteo del agua de forma realista, despreciando el resto, hasta crear
una imagen convincente. Y ganó el Oscar a los mejores efectos especiales
por HormigaZ (1999) gracias a ello. Pero no sólo eso. Desde entonces, a
partir del software que desarrolló con este procedimiento y otros que lo
han perfeccionado, ya no hace falta que un especialista se queme bajo un
chaleco ignífugo, ni haya que retocar los fotogramas o echar mano de
maquetas para poder inundar completamente ciudades como Nueva York
como se ve en la imagen de El día de mañana (2004).(Alfonso Jesús
Población Sáez).
La ecuación de Navier‐Stokes, describe la variación de los parámetros del
campo de flujo en cualquier punto del mismo y está dada por la siguiente
expresión para un fluido incompresible cuyo movimiento satisface la ecuación
de continuidad (caso del agua)
𝐝𝐯⃗ 𝛒𝐯 𝟐
𝛒 𝛍𝛁 𝟐 𝐯⃗ 𝛒 𝐫𝐨𝐭𝐯⃗ 𝐯⃗ 𝐠𝐫𝐚𝐝 𝐩 𝛄𝐡
𝐝𝐭 𝟐
Donde ∇ es el Operador Laplaciano, definido por
∇
Se puede apreciar fácilmente que
𝜇∇ 𝑣⃗ 𝑒𝑠 𝑒𝑙 𝑒𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜 𝑟𝑒𝑡𝑎𝑟𝑑𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑠𝑐𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑙𝑢𝑖𝑑𝑜
Todos los demás términos los pueden deducir con base en lo que hemos
examinado hasta esta parte del curso.