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Ezequiel N. Mercurio
Florencia C. López
Daniel H. Silva
Introducción
Desde antaño el poder punitivo intenta disminuir el riesgo de reincidencia criminal. Así, en los
últimos años el debate sobre el derecho penal fundado en la peligrosidad del autor ha resurgido en
nuestro medio con gran intensidad, siempre de la mano de algún caso de gran resonancia en los
medios de comunicación.
En esta línea, en los últimos años en el ámbito de la ejecución de la pena, se han multiplicado la
solicitud de informes psiquiátricos y psicológicos a sujetos condenados, previo a la resolución de
algún instituto que implica una libertad anticipada, ya sea, la libertad condicional, la asistida o salidas
transitorias. Si bien, estos exámenes comenzaron solicitándose para los sujetos condenados por delitos
contra la integridad sexual en la actualidad dicha solicitud ha alcanzado a otra clase de delitos, como
robos reiterados, homicidio o sujetos con problemática adictiva.
Será objeto del presente analizar las solicitudes realizadas por el poder penal y los alcances y
limitaciones de los peritajes psiquiátricos forenses en el marco de la prognosis de una conducta
criminal en el marco de la ejecución de la pena.
Tal como este autor lo ha señalado en artículos previos, las pericias psiquiátricas y psicológicas
han mutado. Han dejado de dedicarse a investigar las cuestiones que gravitan en torno a la
imputabilidad de un sujeto para formar parte del engranaje del poder punitivo legitimando, en no
pocas ocasiones, el derecho penal de autor72 En esta línea, el discurso psiquiátrico y psicológico sobre
la anormalidad pero que no implica enfermedad mental no se limita a la fase de investigación del
delito, buscando asimilar el mismo a su autor, como si el primero emanara como una consecuencia
lógica del segundo; sino que se ha ido trasladando a las fases de ejecución de la pena.
En esta línea, es posible investigar a partir de los cuestionarios solicitados, por la administración
de justicia en la ejecución de la pena –sobretodo jueces y fiscales-, a los expertos aquellas
concepciones positivistas sobre la peligrosidad y el estado peligroso.
En esta línea, el poder punitivo solicita a los psiquiatras y psicólogos se expidan, sobre:
1. Estructura de personalidad
72Mercurio E. De la pericia psicológica al derecho penal de autor. Los discursos del poder. Revista General de Derecho Penal,
Nro. 8, pp. 1-14
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2. Si subsisten elementos que permitan inferir que pueda reiterarse la conducta antisocial de aquel,
indicadores de impulsividad / agresividad y/o trastornos patológicos y si ello pueda poner en riesgo
la integridad física y psíquica de terceros.
3. Pronóstico y necesidad tratamiento
Solicitan asimismo:
Por otra parte solicitan si existe posibilidades que […] reincida en la conducta que diera origen
al presente legajo y en el supuesto caso de que así no fuera, si sus circunstancias actuales de salud le
permitirían acceder a la libertad sin ello implique un riesgo para terceros, por lo que resulta
necesario que se especifiquen, en caso de un dictamen positivo acerca del acceso a la libertad, las
condiciones de aseguramiento que garanticen que […] no reiterará en una nueva agresión sexual,
especificándose cuáles serían los organismo que controlen y verifiquen su correcto desempeño en el
ámbito libre”.
En esta línea, quien estas líneas escribe ha sostenido tanto en la cátedra como en el foro que no
existe metodología científica que permita determinar con certeza si un sujeto cometerá o volverá
a cometer un delito en futuro indeterminado. Por otra parte, lo solicitado corresponde al
denominado estado peligroso, no siendo función de la medicina opinar sobre dicho estado, máxime
cuando se trata de sujetos que han sido considerados punibles y que se encuentran penados.
Por otra parte, no existen condiciones o medidas desde el punto de vista médico que garanticen
con certeza que un sujeto no realizará tal o cual conducta -una agresión sexual, un robo, una agresión
física-.
Por ello, se deberá ser muy cauteloso en estos términos, cuando se afirma que un sujeto por su
mera condición de ser, en estos casos ser antisocial, resulta peligroso, toda vez que se podría sostener
como argumento, en busca de una mayor defensa social, el extremo de neutralizar e inocuizar al sujeto
73Art. 20.- La internación involuntaria de una persona debe concebirse como recurso terapéutico excepcional en caso de que no
sean posibles los abordajes ambulatorios, y sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo
cierto e inminente para sí o para terceros
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a partir de medidas de internamiento indefinido74 o incluso la eliminación de la fuente de peligro, que
entrarían claramente en colisión con los estándares jurídicos en derechos humanos.
Estos cuestionarios dejan entrever aquella idea original de la escuela positiva sobre el estado
peligroso, en donde el delito es la expresión propia de una personalidad anormal y peligrosa, que
requiere tratamiento pero que no está enferma, ya que si tratara de un sujeto enfermo estaría en un
centro asistencial y no en una prisión.
Con relación a los condenados por delitos contra la integridad sexuales existen ciertas
construcciones sociales, muchas veces sostenidas por expertos, que señalan que se trata de un
colectivo de sujetos que reinciden en forma sistemática75 y cuya características de personalidad son
inmodificables76 77.
Sin embargo, dichas afirmaciones no son coincidentes con los trabajos de campo y la bibliografía
internacional sobre la temática, quienes señalan que la reincidencia de los delincuentes sexuales
generalmente es baja en sí misma, y en comparación con las del resto de los delincuentes. Por su parte
la reincidencia exclusivamente sexual se estima en una proporción del 13,7%78. En tanto que se
describen tasas acumuladas a los 10 años de 24% 79. En un estudio realizado en nuestro país, las
autoras hallaron una reincidencia del 15,7%. Definiendo la reincidencia como la realización de una
nuevo delito no necesariamente sexual80. En esta línea, Corach y Wolfsohn señalan que: “la discusión
sobre los índices de reincidencia que se da en los medios de comunicación, cada vez que se le imputa
un delito a una persona que goza del beneficio de una medida alternativa, carece de fundamentos
científicos y de datos válidos”.
74Para ello se mostró partidario de la creación de institutos especiales que los contengan, sin fecha de salida y donde tengan
que trabajar. “El egreso tendría que estar condicionado por juntas severas que constaten que han modificado sus rasgos de
personalidad, cosa imposible de conseguir” Miguel Maldonado. ¿Qué pasa por la mente de un violador?, Infobae, 27 de octubre
de 2012
75"Desde hace muchos años, insistimos en que el violador es reincidente entre un 95% y un 98% de los casos. Lo vemos muy a
menudo”Miguel Maldonado. Revelan que casi todos los violadores son reincidentes, Infobae, 23 de mayo de 2009
76"Son imputables pero irrecuperables; no se reinsertan en la sociedad” Miguel Maldonado. Revelan que casi todos los violadores
son reincidentes, Infobae, 23 de mayo de 2009
77 “Los violadores no son enfermos así que no hay tratamiento, ni medicamento para curarlos: por eso son inmodificables y
reinciden sistemáticamente” Miguel Maldonado. ¿Qué pasa por la mente de un violador?, Infobae, 27 de octubre de 2012
78 Hanson, R. K.; Morton-Bourgon, K. Predictors of sexual recidivism: an updated meta-analysis. Department of the Solicitor
General Canada, 2004
79 Harris, J. R.; Hanson, R. K. Sex offender recidivism: A simple question. Public Safety and Emergency Preparedness Canada.
2004
80 Corach, I., Wulfsohn, A. Aportes de la psicología sobre los ofensores sexuales: estudio descriptivo exploratorio de casos
judiciales. Actas del II Congreso Internacional de Investigación y Practica Profesional en Psicología. Ediciones de la Facultad de
Psicología. Universidad de Buenos Aires. Noviembre de 2010
81 ibidem
82 Sreenivasan, G et al. Predicting the Likelihood of Future Sexual Recidivism: Pilot Study Findings From a California Sex
Offender Risk Project and Cross-Validation of the Static-99. J Am Acad Psychiatry Law. 2007; 35:454–68
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o Sex Offender Risk Assessment Guide (SORAG)
o Rapid Risk Assessment of Sexual Offense Recidivism (RRASOR)
o Minnesota Sex Offender Screening Tool-Revised (MnSOST-R),
o Static-99.
o Violence Risk Scale: Sexual Offender Version
El problema es que ninguna de estas escalas por separado ni su combinación permiten predecir
con certeza conductas individuales futuras.
Es decir, en el supuesto caso de que se acepte que la reincidencia en un delito sexual llegue al
50%, al momento actual, se carecen herramientas que permitan afirmar con certeza qué grupo es el
que recaerá en una nueva conducta antisocial.
Con relación al tratamiento específico para sujetos que han sido condenados por delitos contra la
integridad sexual, la bibliografía señala que los programas basados en tratamiento con terapia
cognitivo-conductal de tipo grupal, individual y una combinación de ambas, presentarían buenos
resultados. Sin embargo, existe controversia con relación a la efectividad para prevenir ataques
sexuales a largo plazo, ya muchos de estos tratamientos luego del egreso del sujeto no son sostenidos
en la comunidad a lo largo del tiempo. La estrategia de la terapia está enfocada en tratar las
distorsiones cognitivas, autocontrol, trabajar sobre la empatía con las víctimas, el control de los
impulsos sexuales, implementación de controles externos, etc)85 86 87.
También se proponen tratamientos farmacológicos en aquellos sujetos que presentan alguna
patología psiquiátrica concomitante88. No existen en la bibliografía estudios controlados de
tratamientos bajo la modalidad de terapia psicoanalítica que permitan analizar los resultados de dichas
intervenciones89.
En consecuencia, la negación de la agresión sexual por parte del condenado se presenta como el
mayor impedimento para el ingreso a este tipo de programas terapéuticos, ya que los sujetos señalan
que no presentan ningún problema por el cual requieran un tratamiento específico. Teniendo en cuenta
esto, los expertos señalan que más que tomar la negación como uno de los elementos de exclusión en
83 Olver M. et al. The Validity and Reliability of the Violence Risk Scale—Sexual Offender Version: Assessing Sex Offender
Risk and Evaluating Therapeutic Change. Psychological Assessment. 2007; 19 (3): 318–329
85 Thibaut F. Troubles des conduites sexuelles. Diagnostic et traitement. Encycl Méd Chir, Psychiatrie, 37-105-G-10, 2000.
86 Balier C., Bouchet-Kervella D. Étude psychanalytique des auteurs de délits sexuels. Psychiatrie, 37-510-A-40, 2008
87 Grossman, L. et al. Are Sex Offenders Treatable? A Research Overview. Psychiatric Services, 1999; 50:349–361
88 Un estudio mostró que el 93% de los sujetos estudiados que habían sido condenado por agresiones sexuales contra menores (45
personas) tenían además del diagnóstico de pedofilia otro diagnóstico psiquiátrico, dentro de los que se encontraban trastornos del
estado de ánimo, trastorno de ansiedad, y trastorno por consumo de sustancias. Los autores señalaron que el no tratar estas
comorbilidades se presentaban como una de las posibles causas del fracaso en el tratamiento y en la recidiva de la conducta
antisocial. Raymond, N. et al. Psychiatric Comorbidity in Pedophilic Sex Offenders. Am J Psychiatry 1999; 156:786–788
89Thibaut F. Troubles des conduites sexuelles. Diagnostic et traitement. Encycl Méd Chir, Psychiatrie, 37-105-G-10, 2000.
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estos programas, esto debe presentarse como uno de los primeros objetivos del programa terapéutico,
es decir trabajar sobre cuestiones relacionadas con la responsabilidad –la negación y la minimización-
y poder así incrementar la motivación para el ingreso al tratamiento específico90 91.
Consideraciones Finales
90 Barbaree, H.E. (1991). Denial and minimization among sex offenders: Assessment and treatment outcome. Forum on
Corrections Research, 3(4), 30-33.
91 Mark Latendresse (2007). Predicting sex offender program attrition: The role of denial, motivation and treatment readiness.
Forum on Corrections Research 19(1), 15-18
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