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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE GUERRERO

FACULTAD DE DERECHO ACAPULCO

MATERIA:

JUICIO DE AMPARO

TESIS:

PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES RECTORES DEL AMPARO

A) PRINCIPIO DE AGRAVIO PERSONAL Y DIRECTO


B) PRINCIPIO DE RELATIVIDAD DE LA SENTENCIA DE AMPARO
C) PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO Y SUPLENCIA DE LA QUEJA
DEFICIENTE

CATEDRÁTICO
JOSÉ MARTIN RÍOS RAMÍREZ

APRENDIZ:
 ANA LEYDI LÓPEZ FABIAN
 JOSÉ CARLOS BASURTO LÓPEZ
 MARIANA LÓPEZ HERNÁNDEZ
 GÉNESIS JIMENA LÓPEZ FLORES
 LORENA RAMOS GALLARDO

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Principios constitucionales rectores del amparo
Estos principios constituyen el fundamento del funcionamiento procesal y Sustancial del
juicio de amparo, que es una figura procesal que tiene por objeto el Control de los actos
de autoridad que tienen como destinatario al gobernado. Estos Actos deben de estar
ajustados al marco normativo constitucional. Esta clase de Principios, fueron propuestos
por los precursores del amparo mexicano, quienes Fueron Don Manuel Crescencio Rejón y
Mariano Otero y han venido Perfeccionándose desde ese entonces por la actividad
jurisdiccional.

Principio de agravio personal y directo.


Este principio es la tercera de las bases sobre las que descansa el juicio de amparo
mexicano, se refiere específicamente al perjuicio que causa el acto reclamado en la esfera
de derechos del gobernado. La Suprema Corte de Justicia de la Nación a través de los
criterios jurisprudenciales que ha emitido, ha pronunciado una definición de este
principio.

El Principio de Agravio personal y directo; en este se hace referencia a la existencia de un


menoscabo u ofensa que recae y se concreta en una persona física o moral determinada y
que, sin ser necesariamente patrimonial, sea apreciable objetivamente y consista en una
afectación real, no subjetiva, cuya realización sea pasada, presente o inminente, no
simplemente eventual, aleatoria o hipotética. Suprema Corte de Justicia de la Nación y la
práctica judicial.

1.- Principio de la iniciativa o instancia de parte

Fracción I del artículo 107 constitucional, en relación con el artículo 4 de la ley de amparo,
descubrimos un principio básico de nuestro juicio de garantías, que es la iniciativa o instancia de
parte

Este principio fundamental es no solo una de las piedras angulares y sobre las que descansa
nuestra institución de control, sino una de las ventajas y conveniencias del sistema. Se expuso que
una de las peculiaridades del régimen de control por órgano jurisdiccional consistía precisamente
en la circunstancia de que esta nuca procede oficiosamente, es decir, sin que haya un interesado
legítimo en provocar su actividad tuteladora, sino que se requerirá la instancia de parte.

Siempre y cuando exista la iniciativa del afectado por un acto autoritario en los casos específicos
por el artículo 103 de la constitución nunca se provoca el desequilibrio entre los diversos poderes
del Estado, ya que no son estos los que impugnan la actuación de los demás, como sucede
generalmente en los régimen de control por órgano político, sino todo sujeto que se encuentre en
la situación de gobernado

Si no existiera este principio de la iniciativa de parte para suscitar el control constitucional


ejercido por los órganos jurisdiccionales federales, si fuere legalmente permitido a los diversos
poderes o autoridades del Estado, en su carácter de tales, entablar el juicio de amparo,
evidentemente este sería visto con recelo, al considerarlo como arma de que una entidad política
pudiera disponer para atacar a otra y viceversa. Siendo el afectado o agraviado el único a quien
incumbe el ejercicio de la acción de amparo, cuando ve lesionados sus derechos en los casos
previstos por el artículo 103 constitucional.

a) Implicación de agravio

El juicio de amparo se promueve a instancia de la parte agraviada, la parte agraviada es aquel


gobernado que recibe o infiere un agravio. Evidentemente este implica la causación de un daño,
es decir, de un menoscabo patrimonial, o de un perjuicio, no considerado como la privación de
una garantía licita

b) ELEMENTOS DEL CONCEPTO DE AGRAVIO

La presencia del daño o del perjuicio constituye, pues, el elemento material del agravio, por así
decirlo. Ahora bien, no basta que exista dicho elemento para que haya un agravio desde el punto
de vista jurídico, sino que es menester que sea causado o producido en determinada forma. Es
necesario que el daño o el perjuicio sean ocasionados por una autoridad al violar una garantía
individual, o al invadir las esferas de competencia federal o local, en sus correspondientes casos,
esto es, que se realice alguna de las hipótesis previstas en las tres fracciones del artículo 103
constitucional.
Consiguientemente, el concepto de agravio empleado en la fracción I del artículo 107
constitucional, equivale a la causación de un daño o un perjuicio realizado por cualquier autoridad
estatal.
c) Naturaleza del agravio

El agravio para que pueda ser reguladora del juicio de amparo, necesita ser personal, es decir, que
recaiga precisamente es una persona determinada, bien sea física o moral. Por ende todos
aquellos daños o perjuicios en que puede manifestarse el agravio, que no afecten a una persona
concretamente especificada, no pueden reputarse como agravios desde el punto de vista
constitucional, no originando, por tanto, la procedencia del amparo.
Además de la personal determinación del agravio, este debe ser directo, es decir, de realización
presente, pasado o inminente futura. En consecuencia, aquellas posibilidades o eventualidades en
el sentido de que cualquier autoridad estatal cause a una persona determinada un daño o un
perjuicio, sin que la producción de este sea inminente o pronta a suceder, no pueden reputarse
como integrantes del concepto de agravio, tal como lo hemos expuesto, para hacer procedente el
juicio de Amparo. Por esta razón, los llamados “derechos reflejos”, o sean aquellos que no
engendran para el hombre ningún provecho inmediato, no pueden ser objeto o materia de
afectación por un acto autoritario generador de amparo

d) Estimación del agravio


No deja de tener importancia práctica principalmente, la cuestión que consiste en determinar, si la
existencia de los daños o perjuicios constitutivos del agravio queda a la apreciación del quejoso, o
si el juzgador constitucional pueda sustituirse a este en la estimación correspondiente.
El espíritu del legislador al consignar en el artículo 73 de la ley de amparo como causa de
improcedencia del juicio constitucional la circunstancia de que los actos impugnados nos afecten
los interesados jurídicos del quejoso, revela que la posible afectación debe ser real u objetiva y,
por ende susceptible debe ser apreciada por el juez de amparo, ya que si la existencia de los daños
o perjuicios fuese materia de la sola estimación del agraviado.

e) Sanción jurídica por ausencia del agravio

Si el elemento agravio es una condición sine qua non para la procedencia jurídica del juicio de
amparo, que sucede si no existe aquel, no obstante que se encuentren satisfechos los extremos
del artículo 103 constitucional, es decir, si, verbigracia, se promulgase una ley que coartara la
libertad de manifestar públicamente las ideas contenidas en el artículo 7 de la ley fundamental ,sin
que tal ley afecte a nadie, o si se prohibiere para lo futuro la formación de asociaciones o
sociedades de determinada índole en contravención, al artículo 9 constitucional, o si, por último,
una legislatura decretara un impuesto para grabar una determinada actividad que por su
naturaleza fuese considerada de carácter federal.

2.-principio de la relatividad de las sentencias de amparo

a) Exposición del principio


Uno de los principios más importantes y característicos del juicio de amparo y cuya aplicación
práctica también ha contribuido a que dicha institución sobreviva en medio de las turbulencias de
nuestro ambiente político y social, es el que concierne a la realidad de las sentencias que en él se
pronuncian, consagrado por artículo 107 constitucional

El principio aludido, contenido ya en la constitución yucateca de 1840, así como en las


instituciones jurídicas en las que nuestro juicio de amparo encuentra sus precedentes
históricos, es una de las bases sobre las que descansa el éxito y la vida misma de
nuestra institución controladora. En efecto, con antelación hemos observado que la
causa y motivo del fracaso de muchos regímenes de preservación del orden
constitucional, principalmente de aquellos en los que la tutela se impartía por el
órgano político ha sido precisamente la circunstancia de que sus resoluciones o
consideraciones respecto de la inconstitucionalidad de los actos autoritarios han
tenido efectos “erga omnes”, esto es, contra todos absolutamente, de tal manera que
no se referían exclusivamente al agraviado en particular, si es que existía, sino que
implicaban una mera impugnación o ataque a la autoridad que desarrolla la actividad
inconstitucional, o cual repetimos, significaba una afrenta para aquella, cuya sucesión,
muchas veces reiterada y constante, originaba el desquiciamiento jurídico, social y
político, por las repetidas fricciones que provocaba entre las entidades públicas

A) Alcance del principio frente a las leyes declaradas inconstitucionales

Las sentencias respectivas contraen su eficacia al caso concreto que hubiese suscitado el ejercicio
de la acción por parte del quejoso, relevándose únicamente a este del cumplimiento de la ley
reclamada, la cual conserva su fuerza normativa frente a los que i la hayan impugnada, toda vez
que tales sentencias no entrañan su derogación o abrogación.

En la teoría del derecho existen órganos del Estado; en realidad existen hombres que
desarrollan las funciones inherentes al órgano, individuos dotados de pasiones, capaces de todas
las susceptibilidades y de todos los rencores. La declaración de una inconstitucionalidad de una ley
hecha por tierra toda una política; por más que se atenúen los efectos de la sentencia de amparo,
la autoridad contra quien se otorga de la ley, una anulación erga omnes, el poder judicial habría
abandonado sus funciones propias para constituirse en un agresor de los otros poderes, y estos
emprenderían una política encaminada a privarlo de esta función.
Cuando se organiza un sistema de defensa de la constitución ha de preverse un grave
peligro: el de que el poder controlador de la constitucionalidad no degenere a su vez en un poder
incontrolado.
En el fondo de las anteriores opiniones se advierte la idea de que una ley declarada
jurisdiccionalmente inconstitucional no debe seguirse aplicando por ningún autoridad en ningún
caso concreto similar al que haya provocado la referida declaración, argumentándose que el
principio de relatividad de las sentencias de amparo en relación con las leyes, provoca la situación
de que sigan observando ordenamientos legales opuestos a la constitución de la república.
Teóricamente, la idea de que una ley declarada inconstitucional en vía de amparo no
debe seguirse aplicando por modo absoluto, es correcta; pero precisamente en aras de esa misma
idea y obsequiándose las reglas de congruencia lógica, deberían también suprimirse el principio de
iniciativa o instancia de la parte agraviada, la preclusión de la acción de amparo, el libre
desistimiento de esta acción y otras figuras procesales tratándose del amparo contra leyes.

a) Modalidades del principio

El acto o la ley reputados inconstitucionales por el agraviado no se anulan por el órgano de control
mediante una declaración general que propiamente engendra su invalidez, sino que se invalidan
en cada caso concreto, sin que por ello la tutela del orden constitucional tenga menor eficacia,
pues la actividad autoritaria que por la contraviene perece “merced a los golpes redoblados de la
jurisprudencia”. Por otra parte, o que viene a corroborar el principio de la relatividad de las
sentencias en materia de amparo, es la circunstancia de que sus efectos solo se refieren a la
autoridad o autoridades que hayan figurado como responsables o demandadas en el juicio
respectivo, y que por lo que respecta a las demás, que en este no hayan tenido injerencia alguna.
3.- PRINCIPIO DE ESTRICTO DERECHO
Es uno de los fundamentos sustanciales del juicio de amparo, por medio del cual se establece que
el órgano jurisdiccional debe de circunscribirse exclusivamente al análisis de las cuestiones
planteadas en el escrito de demanda de amparo, con las que se fija la Litis, sin que puedan suplirse
la deficiencias, omisiones e inconsistencias de los conceptos de violación o de los agravios
expresados al interponer un recurso. Este principio se encuentra fundamentado en lo prescrito por
el artículo 107 fracción II, párrafo segundo, a contrario sensu y 76 de la Ley de Amparo,
interpretada a contrario sensu. Al igual que el principio precedente, el principio de estricto
derecho posee

Este principio no rige la procedencia del amparo, a diferencia de los anteriores que hemos
estudiado, sino que impone una norma de conducta al órgano de control, consistente en que, en
los fallos que borden la cuestión constitucional planteada en un juicio de garantías, solo debe
analizar los conceptos de violación expuestos en la demanda respectiva, sin formular
consideraciones de inconstitucionalidad de los actos reclamados que no se relacionen con dichos
conceptos.

En su faceta opuesta, el citado principio equivale a la imposibilidad de que el juzgador de amparo


supla las deficiencias de la demanda respectiva, colme las omisiones en que haya incurrido el
quejoso en la parte impugnativa de los actos reclamados, o de que lo sustituyan en la estimación
jurídica de dichos actos desde el punto de vista constitucional.

El principio de estricto derecho no se establece directamente en la constitución. Sin embargo,


interpretando a contrario sensu los párrafos segundo y tercero de la fracción II de su artículo 107,
que prevén la facultad de suplir la deficiencia de la queja, se infiere que, fuera de los casos en que
dicha facultad es ejercitable, opera el citado principio, el cual, por su parte, se consigna en el
artículo 79, párrafo segundo, de la ley de amparo, respecto de los juicios de garantía en materia
civil contra actos de autoridades judiciales

a) Su alcance
Tratándose de juicios de amparo administrativos y laborales, el citado principio rige parcialmente,
pues en relación con los primeros, el juzgador carece de la facultad de suplencia en el caso en que
los actos reclamados no se confundan en leyes declaradas inconstitucionales por la jurisprudencia
de la suprema corte o los quejosos no sean menores de edad o incapacitados; y en cuanto a los
segundos, debe apreciar únicamente los conceptos de violación expresados en la demanda de
garantía, si el quejoso es el, los conceptos de violación expresados en la demanda de garantías, si
el quejoso es el patrono.
 En materia agraria, la excepción aplica cuando el amparo es promovido por
Un núcleo de población ejidal o comunal; o por ejidatarios o comuneros.
Este supuesto deriva de lo expresado por el artículo 76 bis fracción III.
 En los casos de amparo promovidos por menores o incapaces, de
Conformidad con el artículo 76 bis fracción V de la Ley de Amparo.
 Si el acto reclamado se funda en una ley declarada inconstitucional por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. Artículo 76 fracción I de la Ley de
Amparo.
 En materia civil y administrativa, cuando la autoridad de amparo considere
Que ha habido un contra del quejoso una violación manifiesta y evidente de
La ley. Ley de Amparo en su artículo 76 bis fracción VI.

4.- la suplencia de la demanda y del recurso deficiente

a) Su implicación
Respecto de la demanda. Dicha facultad propiamente constituye una salvedad al principio de
estricto derecho, conforme a la cual el juzgador de amparo tiene la potestad jurídica de no acatar
tal principio en las sentencias constitucionales que pronuncian. Por tanto, suplir la deficiencia de la
queja implica no ceñirse a los conceptos de violación expuestos en la demanda de amparo, sino
que, para conceder al quejoso la protección federal, el órgano de control puede hacer valer
oficiosamente cualquier aspecto inconstitucional de los catos reclamados.
Por otra parte la suplencia de la queja no opera cuando el amparo es improcedente por cualquier
causa constitucional, legal o jurisprudencial, ya que no tiene el alcance de sustituir o de obviar tal
improcedencia.
El concepto “queja” que no importa la materia sobre la que se ejerce la mencionada facultad,
equivale al de “demanda de amparo”, de donde se colige obviamente que “suplir la deficiencia de
queja” entraña suplir la deficiencia de la demanda de garantías”.
La idea de “deficiencia” tiene dos acepciones: la de falta o carencia de lago y la de imperfección.
Por ende, suplir una deficiencia es integrar lo que falta, remediar una carencia o subsanar una
imperfección, es decir, completar o perfeccionar lo que está incompleto o imperfecto.
Una demanda de amparo puede ser deficiente, en consecuencia, por omisión (falta o carencia) o
por imperfección, de donde se infiere que suplir una deficiencia significa colmar las omisiones en
que se haya incurrido o perfeccionarla, esto es, completarla.

No hay que confundirse la suplencia de la demanda deficiente con la suplencia del error en que
incurra el quejoso al citar la garantía que estime violada. El error, que puede suplirse por los jueces
de distrito, tribunales colegiados de circuito y suprema corte, conforme al artículo 79 de la ley de
amparo, se traduce simplemente en una equivocada citación o invocación de la garantía individual
que el agraviado considera contravenida, tanto en su denominación, como en el precepto
constitucional que la contenga.
La suplencia de error solo significa que el juzgador de amparo, en la sentencia respectiva, puede
corregir dicha equivocada citación o invocación, examinando” en su conjunto los agravios y
conceptos de su violación y los agravios, así como los demás razonamientos de las partes, a fin de
resolver la cuestión efectivamente planteada, pero sin cambiar los hechos expuestos en la
demanda”
b) Su naturaleza
La suplencia podía ser facultativa u obligatoria. Sin embargo, conforme a las mismas los tribunales
federales ya tienen la obligación de suplir la deficiencia de la demanda de amparo o de los
agravios en cualquiera de los recursos aludidos. Así lo determina claramente el artículo 107
constitucional en su fracción II modificada por decreto congresional publicado el 7 de abril de
1986 y en amparos sobre materia agraria y 76 bis de la ley de la materia.
c) Su extensión y en qué casos procede
La suplencia, bajo sus dos aspectos apuntados (de la demanda y de los recursos)
opera obligatoriamente en los siguientes casos:
En cualquier materia, cuando los actos reclamados se funden en leyes que hayan
sido declaradas inconstitucionales por la jurisprudencia de la suprema corte.

d) antecedentes de la suplencia

Tratándose del amparo contra leyes, la suplencia se estableció en las reformas del año
1950 que entraron en vigor en mayo de 1951. Ya se ha dicho que este caso la suplencia
opera cuando la jurisprudencia de la corte haya declarado inconstitucional una ley y los
actos reclamados sean aplicativos de la misma.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
http://216.242.144.34/Derecho%20de%20Amparo%20I/PDF/Tema%203.pdf
https://www.te.gob.mx/ccje/Archivos/curso_juicio_amparo/principios_del_juicio_amparo.pdf
LIBRO FÍSICO DE CARLOS IGNACIO BURGOA PÁG. 268-301

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