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Metáfora del barco y la tormenta.

Enviado por Javier Agustín...

"Imaginemos que tu vida transcurre en un barco en altamar, donde eres el único tripulante a bordo.
Conocer la dirección hacia la cual estás navegando resulta motivante y le da sentido a tu viaje, aunque eso
no te asegura que el camino sea siempre agradable .
Navegando van a existir diversos factores que no dependen de ti: el viento puede variar, ciertos elementos
pueden averiarse temporalmente, a veces será de día o de noche y en algunas ocasiones vas a atravesar
fuertes tormentas. 
¿Qué sucede en esos momentos en los que los cambios del contexto parecen tomar dominio de la situación?
Muchas veces podemos huir de la tormenta y obsequiarnos la sensación de estar a salvo, aunque esto tenga
un precio muy alto a largo plazo: alejarnos del lugar hacia el cual realmente queremos ir.
En algunas otras ocasiones, cuando la tormenta es muy grande como para escapar, permanecemos en
contacto con ella, aun que podríamos dejar de navegar, echar anclas, lamentarnos y preguntarnos ¿por qué
el clima es así?. 
Podemos discutir con las nubes y el viento, pretendiendo cambiarlas por un ambiente más amable.
Existe una forma un tanto alternativa, a la cual no solemos estar muy acostumbrados: consiste en continuar
navegando hacia la dirección deseada, aceptando la tormenta tal cual es, sin intentar pelear con ella y
sabiendo que, por más aterradora que se vea, es sólo un fenómeno, clima normal que se irá tarde o
temprano, ¡no existen tormentas eternas!.
En este punto hay una incómoda verdad: a nadie le agrada verse avasallado por una tormenta, no obstante
¿valdría la pena permanecer en contacto con la tempestad sí gracias a ello te estarías acercando hacia
donde quieres ir?.
Entonces, al encontrarnos con una tormenta de la cual no podemos escapar podemos observar dos grandes
alternativas: una implica estar en contacto con el malestar de atravesarla, la otra...implica vivir el sufrimiento
de maldecir las nubes, de pensar en lo injusto que resulta ese cambio climático, de luchar inútilmente y solo
contemplar nuestra impotencia, ver cada vez más lejos nuestro deseado destino y vivir el sufrimiento que nos
genera el dejar de navegar.
Aquellas ocasiones en las que experimentamos la disposición a continuar navegando sin intentar controlar lo
incontrolable, podemos contemplar detalles que quizás ignoramos hasta entonces. 
Diversas tempestades nos otorgan cierta maestría en el manejo de las velas, nuestra experiencia se
desarrolla, creamos habilidades para atravesar los momentos críticos, podemos conocer las herramientas
que tenemos a mano y adquirir dominio sobre su uso.
Con el tiempo tomamos experiencia y nos volvemos diestros, hábiles, eficaces, valerosos e imponentes ante
cualquier tempestad, experimentamos la motivación de que querer ir cada vez mas lejos y de la seguridad de
contar con lo necesario para enfrentar cualquier reto.
¿Cómo querrías actuar la próxima vez que te encuentres atravesando una tormenta?"
 

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