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ANTIGONA→ SOFOCLES Comenzaremos con una breve contextualización sobre el teatro,

previa al análisis del texto y los personajes. El siguiente texto pertenece al género de poesía
trágica (teatro), y posee ciertas ramificaciones filosóficas, por ende nos centraremos en la
explicación de la tragedia. La tragedia es un género creado en Atenas para expresar disenso
pero sin poner en peligro el régimen (Stasis), por lo que tiene capacidad de desunir a la
ciudadanía, debido a que el teatro no se desliga de la política, se trata del disfrute estético
ligado a las problemáticas sociales a modo de autocuestión o autoafirmación. Asimismo el
teatro es parte activa de la polis, consta de que los ciudadanos se vean reflejados en las obras,
hasta el punto que los actores son ciudadanos, mientras que la organización de estas están a
mano de la comunidad política. Los festivales eran organizados por el Estado, y durante el
transcurso de estos se suspendía toda actividad política; se realizaba un concurso literario en
el teatro Dionisos (antes de su construcción, en el Ágora) para elegir las tres mejores obras, y
posteriormente el consejo elegía la mejor entre ellas; una parte fundamental de estos
festivales eran los coregas (hombres ricos) que realizaban donaciones (en gran parte para
eliminar sospechas sobre sus tendencias oligárquicas). Estas obras pese a ser por y para el
pueblo, las mujeres eran excluidas a la hora de actuar y, muy probablemente, asistir. Una serie
características de las obras trágicas es que uno se podía identificar con todos los personajes, la
problemática planteada era de una complejidad irreducible, los conceptos estaban cargados
de connotación filosófica y se planteaba una anomalía moral, esto es, se presentaban varias
perspectivas válidas pero incompatibles. Antigona fue la primera representación del autor
Sofocles en el año 441 a.d.n.e, es parte de una trilogía de Edipo: Edipo rey y Edipo colono. Está
tragedia transcurre en espacios intermedios, esto es, que están constantemente entre el
exterior y el interior y no se limitan a abarcar uno solo. Seguidamente explicaré brevemente el
contexto en respecto a la historia contada en la obra “Antígona”; Edipo era el tirano de la
ciudad de Tebas, hasta que se descubre que, sin saberlo, se casó con su madre y mató a su
padre; tras desvelarse esto, se arranca los ojos y se va con su hija Antígona. Así los dos
hermanos de Antígona (Polinices y Etéocles) hicieron un pacto para turnarse el trono de Tebas;
a lo que Etéocles, a la hora de cambiar con su hermano, se negó a cederle el trono. Por ello, los
dos hermanos se enzarzaron en un conflicto en el que los dos resultaron muertos. Ahora
pasaré a realizar un breve resumen del texto, previo al análisis de los personajes, para que de
este modo se entienda mejor: Tras esto, Creonte (tío de Antígona) ocupa el trono, y dicta
rendir homenaje a Eteocles, mientras que se prohíbe rendir la muerte de Polinices, ya que se le
vió como un traidor a su patria; (cabe destacar que en la antigua Grecia, no enterrar a los
muertos suponía no seguir las leyes de los dioses, ya que se creía que una vez muerto y
sepultado los dioses te darían lo que mereces respecto a tu vida; por eso se vio tan mal el
castigo impuesto por Creonte). Por ello, Antigona intenta convencer a su hermana Ismene de
darle sepultura a Polinices (esto ocurre al inicio del diálogo, que está escrito en modo dual,
pero cuando este termina se da fin al modo dual); tras el rechazo de está idea por parte de
Ismene, Antigona decide llevar a cabo su plan sola. Finalmente, unos guardias que pillan a
Antigona enterrando a su hermano, y la llevan ante Creonte, el nuevo gobernante. Creonte,
tras una larga discusión con Antígona, y haciendo caso omiso a los consejos que le dieron de
no condenarla por rendir homenaje a su hermano (por parte de Hemon, su hijo quien estaba
comprometido con Antígona; Tiresias, un profeta de la ciudad…), este decide sancionarla
dándole muerte solamente a ella y no a su hermana (que, en un principio se la vio como
cómplice); aunque posteriormente rectificó, y manda encerrar a Antígona en una cueva para
que pasado el tiempo muriera de hambre. Temiendo las palabras de Tiresias, quien le advirtió
que si castigaba a su sobrina su hijo moriría, Creonte realiza los ritos funerarios a Polinices, y
fue a liberar a Antígona de la cueva; una vez allí se encontró a su hijo Hemón y a Antigona
muertos, ella se había colgado, y él al no soportar el dolor, también se dio muerte. Creonte,
completamente destrozado vuelve al palacio, donde recibe la terrible noticia de que su esposa
también se había suicidado tras recibir la noticia sobre su hijo. Al final, Creonte recibió su
castigo por no hacerle caso a los dioses. Ahora sí, nos centraremos en el análisis de cada
personaje, su evolución en la obra, y lo que estos representan: Comenzaremos con la
protagonista, Antigona; ella recuerda en numerosas ocasiones al héroe Áyax, un personaje
frecuente en otras obras de Sofocles (el heroe de la ética). Uno de los aspectos en los que se
parece a él es, por ejemplo, en su cabezonería; podríamos decir que tanto Ayax como Antígona
toman decisiones que implican ciertos compromisos, y las llevan a cabo asimilando todas las
consecuencias que acarrean. Ambos buscan la honra (Timé), por ello concuerdan en que una
“muerte hermosa” es entregar la vida por aquello que consideran justo. Esto se ve en la brutal
convicción de Antígona a la hora de enterrar a su hermano; sabe que va a morir, pero lo acepta
siempre y cuando haya sido tras cumplir su objetivo. Ella no cambia de parecer ante Creonte, y
no muestra arrepentimiento; acepta lo que ha hecho en su totalidad. Esa asimilación de las
consecuencias llevan a nuestra protagonista a una posición de soledad; la cual se engrandece
al presentarla ante un coro de hombres ancianos, siendo ella una mujer joven; asimismo se
hace ver a Antígona poseyente de una gran audacia al transgredir las leyes. Todo ello hace
verla como una mujer carente de Hybris, esto es, no respeta los límites y se cree igual a los
dioses; por ello, Creonte la ve como la representación de la anarquía y la destrucción (por eso
en un primer momento promulgó un decreto/psephos para condenar a Antígona a la
lapidación, el peor castigo que se le podría imponer, ya que se te da muerte en público; que
posteriormente cambia, ya que el pueblo no están de acuerdo con ella, y por ende no se daría
la lapidación). Al comienzo del diálogo con Ismene, ella le dice a Antígona que reflexione sobre
su posición (es mujer), y que no se arriesgue; a lo que ella no hace caso alguno y sigue
comportándose como un héroe (Áyax). Es pertinente mencionar que, Antígona no cuestiona el
poder político en ningún momento, sino que polemiza el hecho de seguir las leyes siempre; ya
que ella distingue lo legal (Diké/ Justo), una ley/acuerdo escrito, de lo legítimo (Dikaion- Justo),
una ley común y natural (está sería parte de las “leyes” mencionadas en la Retorica de
Aristoteles). Asimismo, el autor nos presenta una contradicción paradójica respecto al
comportamiento de Antígona y su nombre; Antígona, como hemos oído comprobar, es una
gran defensora de la familia (su objetivo es enterrar a su hermano a toda costa), mientras que
su nombre significa Anti-linaje, probablemente refiriéndose a cuando discute con su hermana
al comienzo del relato (cuya negativa la obliga a abandonar su plan inicial y limitarse a lavar y
esparcir tierra sobre Polinices). A continuación, nos centraremos en su hermana, Ismene, la
“culpable” de la contradicción anteriormente mencionada. Ismene, al contrario que Antígona,
es capaz de reflexionar y recapacitar sobre sus decisiones; esto se refleja cuando al comienzo
Ismene le aconseja que no entierre a Polinices, y acredita que no la ayudará ya que es
demasiado arriesgado; mientras que cuando llevan a Antígona ante Creonte, Ismene dice
haber colaborado con ella, y está dispuesta a asumir las consecuencias. A su vez, está
característica también la posee Creonte, quien a lo largo de la obra pasa de condenar a
Antígona a muerte, a ir a liberarla de la cueva en la que la encerró. Asimismo, otra gran
diferencia entre las dos hermanas es que, por un lado Ismene simboliza la feminidad y
sumisión, ya que representa el anonimato y el silencio, que es lo que se entendía por la “virtud
de las mujeres”, que se limitaban al ámbito privado (Oikos); por el contrario, Antigona
representa la “virtud masculina”, ella toma la palabra cuando quiere (Isegoría), y busca la fama
(Kleos) y el reconocimiento/honor (Timé) en el ámbito público (algo muy deseado que
comúnmente hacían los hombres). Seguidamente, Creonte, también conocido como Tyranno
Krate, que se refiere a que es un rey en un sentido negativo pese a que su gobierno sea
legítimo; este personaje se caracteriza por poseer una forma extrema de valorar, para él
únicamente puedes ser amigo (Phile) o enemigo (Echro), bueno o malo. Además
constantemente actúa como si no hubiese un conflicto entre valores (hacerle caso a las leyes
de la ciudad o hacerle caso a las leyes de los dioses), como si hubiese una solución evidente
que es la que beneficia a la ciudad; por ello, Creonte se asemeja a Antígona, ambos rechazan
(en un principio en el caso de Creonte) los consejos que les otorgan, y creen que lo que hacen
es por el bien común. Pero ellos dos también discrepan en torno a las leyes, Antígona realiza
una disolución de fronteras entre la ley de la ciudad y la de los dioses, mientras que Creonte
remarca esa misma división. Como bien hemos podido comprobar, Creonte pasa de no ser un
tirano, a serlo al final de la obra; ello es debido a cuatro episodios de confrontación que le
conducen hacia la tiranía, con el guardia, con Antígona, con su hijo Hemon y con Tiras. El
primer enfrentamiento se da con uno de los guardias que custodiaban el cuerpo de Polinices;
cuando el guardia le da la noticia de que se le ha dado “sepultura” al cuerpo, Creonte se
enfurece y comienza a desarrollar una especie de paranoia que le lleva a desconfiar y pensar
que todo ello es un complot hacia su persona. El segundo es contra Antígona; en está pugna
anteriormente mencionada, la protagonista admite haber violado el edicto y está dispuesta a
asumir las consecuencias de ello, y Creonte se mantiene rígido ante sus decisiones. El tercero y
más importante enfrentamiento es entre Hemón y su padre; está discusión comienza con una
manifestación de preocupación por parte de Creonte por ver si su hijo se muestra irritado por
la condena de Antígona, y en un principio, Hemón se muestra partidario de obedecer a su
padre y aceptar la muerte de su prometida; asimismo, al comienzo de este diálogo Hemón se
dirige con gran respeto a su padre, incluso podríamos decir que se puede percibir cierto grado
de sumisión por su parte, por ejemplo en oraciones como: “Padre, tuyo soy y tú me guías
rectamente con excelentes consejos que yo seguiré. Ningunas bodas son para mí más
importantes de obtener que tu recta dirección.”. Asimismo, Creonte exhibe su ego, y hace ver
que su hijo es poseedor de gran sensatez al concordar con él en opinión. Conforme avanza el
diálogo, este intentará hacer ver a su padre (en un inicio de manera cordial) que las decisiones
que ha tomado respecto a la condena de Antígona son poco razonables, ya que la ciudad está
en contra suya y la la política no es un conocimiento certero, sino que se basa en una decisión
colectiva que necesita ser deliberada (Eubolia). Según progresa el diálogo, Hemon comienza a
dirigirse a Creonte de una forma más agresiva y directa, lo que le lleva a decir que no
replantearse sus decisiones le hace ver como un joven insensato, por lo que le incita a
recapacitar sobre ellas; asimismo Creonte sigue recurriendo su cabezonería, rechaza los
consejos de su hijo y se ciñe a la incomunicación, y trata de desvirtuar los argumento de
Hemón diciendo que es él quien gobierna esas tierras, y por ende quien tiene total potestad de
decisión (él y solo él), lo que también nos muestra el decantamiento de Creonte hacia la
tiranía. Durante toda la discusión, Creonte afirma que su hijo está sometido y se ha aliado con
una mujer (lo cual suponía una gran humillación); así, Hemón le devuelve el golpe con la
siguiente frase: “Sí, si es que tú eres una mujer. Pues me estoy interesando por ti.”; aquí
podemos comprobar que el respeto inicial que mostraba Hemón ha desaparecido por
completo. Por ello ésta discusión finaliza con una amenaza que realiza Hemón afirmando que
la muerte de Antígona arrastrara a alguien más, que como veremos al final de la obra, será a
él. Por último, el cuarto enfrentamiento con Tiresias; previo al análisis del debate, veo
pertinente puntualizar que Tiresias es un profeta ciego al cual le acompaña un muchacho, está
figura representa el principio de comunidad/colaboración, y que el adivino es capaz de ver lo
que otros no ven (es poseyente de la Phronesis, sabiduría práctica, que es la que le falta a
Creonte). Bien es cierto que en un principio Creonte rechaza el consejo de Tiresias, quien
utilizó los mismos argumentos que empleó Hemón para contradecir su decisión; pero, al final
del texto, el tirano cambia de parecer por temor a las predicciones del adivino. Así se nos
presenta a Creonte como alguien carente de visión, no prevé las consecuencias de sus actos y
no escucha los consejos que se le ofrecen, por ello, pese a querer hacer el bien siempre
termina haciendo el mal.

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