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Antígona de Sófocles

Antígona es una tragedia de Sófocles basada en el mito homónimo de la Antigua


Grecia.

La trama gira entorno a Antígona, quien desafía la ley para rendir la muerte de su
hermano Polinices, considerado traidor de la patria.

El tema principal de esta tragedia es la contraposición entre el orden cívico y el


divino. Sin embargo, plantea otros dilemas que actualmente conservan vigencia y
están sujetos a debate: la libertad, los derechos del individuo frente a la obediencia
de las leyes del Estado, también dibuja el papel de la mujer en la sociedad.

La obra ocupa un lugar muy importante en la dramaturgia universal. Esta tragedia se


escribió hace más de 2000 años en Grecia, la cuna de la democracia, y su primera
representación data del año 441 a. C. A día de hoy, se sigue considerando como una
de las obras más relevantes de su autor.

Veamos, a continuación, cómo se manifiestan a través de un resumen y análisis de la


obra.

Resumen
Antígona se lamenta junto a su hermana Ismene por las pérdidas de sus hermanos
Polinices y Eteocles, los cuales murieron en una batalla entre ambos por el trono de
Tebas.

Creonte, el nuevo rey de Tebas y tío de Antígona, ha ordenado que no se le dé


sepultura a Polinices. De esta forma, su espíritu vagará por la tierra.

Ante esta situación, la protagonista pretende salvaguardar el deber familiar frente al


deber de Estado y, a pesar de las recomendaciones de Ismene, decide rendirle culto
a su hermano y darle sepultura.

Pronto, lo sucedido llega a los oídos del rey. Este decide mandar a capturar al
culpable del hecho, quien pagará por desafiar las leyes del Estado.

Más adelante, la protagonista es capturada cuando intenta enterrar de nuevo el


cuerpo de su hermano. Ante el rey, Antígona confiesa el “delito” y trata de salvar a
Ismene, acusada de cómplice.
Hemón, hijo de Creonte y prometido de Antígona, intenta por todos los medios el
perdón de su padre. Sin embargo, el rey resuelve enterrar a Antígona viva con
suficiente agua y comida para no ser culpable de su muerte.

Tiresias advierte al rey que el cadáver de Polinices ha de ser enterrado, ya que los
perros lo están devorando y esto simboliza el malestar de los dioses. También le dice
que debe liberar a Antígona. Creonte lo acusa de engaño y el vidente se enfada y le
advierte de la futura pérdida de su hijo.

Un mensajero entra en palacio para informar de la muerte de Antígona, cuyo cuerpo


colgaba del velo de su boda. También notifica la muerte de Hemón a su madre, el
cual perdió la vida al intentar apuñalar a su padre tras la muerte de su amada.

Finalmente, el rey regresa al palacio cargando con el cuerpo de su hijo. Allí descubre
que su esposa también se ha quitado la vida y se lamenta y se culpa a sí mismo por
los hechos.

Análisis
Conflicto entre leyes humanas y divinas

Una de las grandes dicotomías de esta obra de Sófocles se da por el enfrentamiento


entre moralidad y divinidad. Cada uno de estos aspectos está representado por dos
personajes esenciales en la obra:

 Antígona, como símbolo y defensora de las leyes divinas, cuyos actos se


mueven por el respeto a los dioses y el amor a la familia.
 Creonte, como hombre de Estado que siente la obligación política y el orden
de la ciudad están por encima de todo.

Pero, ¿qué pesa más: el respeto a la ley creada por los hombres o a las normas
dictadas por los dioses?

El conflicto entre Antígona y Creonte es el más importante de la obra. Antígona


defiende estas leyes que, aunque no están escritas, se mantienen vigentes desde
tiempos remotos. Para ella, honrar a los dioses debe estar por encima de todo, el
camino del amor es el que las deidades desean. Sin embargo, elegir la ley del Estado
es seguir los deseos de la humanidad.

Antígona prefiere morir habiendo sepultado a su hermano porque, a sus ojos, este es
el camino del amor, el que desean los dioses de “abajo”. Pero, ¿qué suponía no
enterrar a los muertos en el contexto en que se enmarca la obra? ¿Por qué este
hecho es tan importante para la protagonista?
Los griegos creían que si un cuerpo sin vida no recibía sepultura junto a otros ritos
funerarios, su alma vagaba por la tierra sin rumbo y no conseguía llegar al reino de
Hades, en el inframundo. Para Antígona es más doloroso que el cadáver de su
hermano quede insepulto que su propia muerte. Cree que, en el mundo de los
difuntos, su acción finalmente será elogiada.

Para Creonte, en cambio, el derecho es primordial. Polinices ha traicionado a su


pueblo y no merece sepultura. Antígona se ha saltado la prohibición.

De alguna manera, quiere asegurar el cumplimiento de la ley para conseguir la paz


de Tebas después de un periodo de guerra. Para este personaje, la justicia y la patria
están por encima del amor, en este caso fraternal, también el de su propia familia. Si
él no cumple con lo que dictan las leyes por defender a su familia, posiblemente no
obtenga el “respeto” de su pueblo.

La dimensión política en Antígona: autocracia y


democracia

Es evidente que Antígona también supone una oportunidad para reflexionar acerca
del poder político.

En el contexto en que se escribe la obra, la democracia se está consolidando en


Grecia. En ciudades como Atenas los dirigentes eran elegidos por hombres libres, lo
que excluía a mujeres y esclavos, y participan en las decisiones que toman sus
gobernantes.

Es posible que la actitud de Creonte en Antígona tenga la misión de advertir sobre el


abuso de poder en la democracia. Con ello, cabe preguntarse: ¿está hablando ya
Sófocles en esta obra de tiranía en pleno “auge” democrático en Grecia? ¿Está
advirtiendo de alguna forma de los límites entre autocracia y democracia?

En Antígona no existe una democracia, el poder es heredado de padres a hijos y el


pueblo no tiene derecho a entrometerse en los asuntos que se suponen de Estado.
Vemos que el personaje de Creonte, especialmente en la escena que debate con su
hijo sobre darle o no muerte a la amada de este, es una persona soberbia que poco o
nada le importa el pueblo al que representa. Queda claro en algunos diálogos:

Pero, ¿es que me van a decir los ciudadanos lo que he de mandar?

¿He de gobernar esta tierra según otros o según mi parecer?

La ciudad, pues, ¿no ha de ser de quien la manda?


Antígona como mujer y heroína griega

Esta obra no solo hace evidente el conflicto entre la ley de los dioses y la ley civil.
También se constata el estatus de la mujer en la sociedad griega de la época. La
mujer estaba totalmente al margen de los asuntos políticos, pues no eran
consideradas como ciudadanas.

Podemos diferenciar en la obra dos “tipos” de mujer. Uno representado por Ismene y
el otro por Antígona.

Ismene es el prototipo de mujer de la época. Ella afirma, ante la propuesta de su


hermana de honrar el cuerpo de su hermano, que “son dos mujeres, incapaces de
luchar contra hombres” y que “deben obedecer órdenes” y no “transgredir el poder
de los que mandan”, con ello demuestra que no quiere desafiar a las leyes.

La segunda, Antígona, se arma de valentía para defender los valores humanos y las
leyes de los dioses, aunque para ello tenga que enfrentarse a su propia muerte. Así,
la protagonista no solo es una mujer valiente al vulnerar su “rol social” sino que es la
única “ciudadana” capaz de enfrentarse al poder y poner en evidencia la tiranía de
Creonte.

Con una visión más actual de la obra, vemos como Sófocles elige a una figura
femenina como heroína, este hecho pudo ser insólito en la época en que los
hombres son los grandes héroes trágicos.

Es, en este caso, Antígona la figura que desobedece y es capaz de contraponer el


deber divino y el de la ley.

Desenlace: la fuerza del destino

Como toda tragedia, esta obra de Sófocles conduce a sus personajes a un destino
desdichado. La preocupación por el destino y quién controla la voluntad del mismo
están presentes en Antígona.

El destino no está en manos del libre albedrío, es ineludible. No hay nada que el
hombre pueda controlar, la última decisión con respecto al mismo está en manos de
los dioses. Esto queda evidenciado con la sentencia de Corifeo en el desenlace:
“Ahora no hagas plegarias. No hay hombre que pueda eludir lo que el destino le ha
fijado”.

En esta obra cada quien tiene su final y atiende a las consecuencias de infringir leyes
humanas o leyes divinas, las cuales no tienen por qué estar en sintonía.
Creonte desafía el deber religioso con su acción hacia Polinices y también castigando
a Antígona. Finalmente, los dioses le conducen a la pérdida de su hijo y su esposa. A
pesar de intentar cambiar sus malas acciones con el fin de no enfurecer a los dioses.

Antígona reta las leyes impuestas por los hombres y sufre las consecuencias de la
“justicia”. Tampoco puede evitar el destino trágico que acompaña a su familia, como
ya se anuncia en obras como Edipo Rey.

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