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La trama gira entorno a Antígona, quien desafía la ley para rendir la muerte de su
hermano Polinices, considerado traidor de la patria.
Resumen
Antígona se lamenta junto a su hermana Ismene por las pérdidas de sus hermanos
Polinices y Eteocles, los cuales murieron en una batalla entre ambos por el trono de
Tebas.
Pronto, lo sucedido llega a los oídos del rey. Este decide mandar a capturar al
culpable del hecho, quien pagará por desafiar las leyes del Estado.
Tiresias advierte al rey que el cadáver de Polinices ha de ser enterrado, ya que los
perros lo están devorando y esto simboliza el malestar de los dioses. También le dice
que debe liberar a Antígona. Creonte lo acusa de engaño y el vidente se enfada y le
advierte de la futura pérdida de su hijo.
Finalmente, el rey regresa al palacio cargando con el cuerpo de su hijo. Allí descubre
que su esposa también se ha quitado la vida y se lamenta y se culpa a sí mismo por
los hechos.
Análisis
Conflicto entre leyes humanas y divinas
Pero, ¿qué pesa más: el respeto a la ley creada por los hombres o a las normas
dictadas por los dioses?
Antígona prefiere morir habiendo sepultado a su hermano porque, a sus ojos, este es
el camino del amor, el que desean los dioses de “abajo”. Pero, ¿qué suponía no
enterrar a los muertos en el contexto en que se enmarca la obra? ¿Por qué este
hecho es tan importante para la protagonista?
Los griegos creían que si un cuerpo sin vida no recibía sepultura junto a otros ritos
funerarios, su alma vagaba por la tierra sin rumbo y no conseguía llegar al reino de
Hades, en el inframundo. Para Antígona es más doloroso que el cadáver de su
hermano quede insepulto que su propia muerte. Cree que, en el mundo de los
difuntos, su acción finalmente será elogiada.
Es evidente que Antígona también supone una oportunidad para reflexionar acerca
del poder político.
Esta obra no solo hace evidente el conflicto entre la ley de los dioses y la ley civil.
También se constata el estatus de la mujer en la sociedad griega de la época. La
mujer estaba totalmente al margen de los asuntos políticos, pues no eran
consideradas como ciudadanas.
Podemos diferenciar en la obra dos “tipos” de mujer. Uno representado por Ismene y
el otro por Antígona.
La segunda, Antígona, se arma de valentía para defender los valores humanos y las
leyes de los dioses, aunque para ello tenga que enfrentarse a su propia muerte. Así,
la protagonista no solo es una mujer valiente al vulnerar su “rol social” sino que es la
única “ciudadana” capaz de enfrentarse al poder y poner en evidencia la tiranía de
Creonte.
Con una visión más actual de la obra, vemos como Sófocles elige a una figura
femenina como heroína, este hecho pudo ser insólito en la época en que los
hombres son los grandes héroes trágicos.
Como toda tragedia, esta obra de Sófocles conduce a sus personajes a un destino
desdichado. La preocupación por el destino y quién controla la voluntad del mismo
están presentes en Antígona.
El destino no está en manos del libre albedrío, es ineludible. No hay nada que el
hombre pueda controlar, la última decisión con respecto al mismo está en manos de
los dioses. Esto queda evidenciado con la sentencia de Corifeo en el desenlace:
“Ahora no hagas plegarias. No hay hombre que pueda eludir lo que el destino le ha
fijado”.
En esta obra cada quien tiene su final y atiende a las consecuencias de infringir leyes
humanas o leyes divinas, las cuales no tienen por qué estar en sintonía.
Creonte desafía el deber religioso con su acción hacia Polinices y también castigando
a Antígona. Finalmente, los dioses le conducen a la pérdida de su hijo y su esposa. A
pesar de intentar cambiar sus malas acciones con el fin de no enfurecer a los dioses.
Antígona reta las leyes impuestas por los hombres y sufre las consecuencias de la
“justicia”. Tampoco puede evitar el destino trágico que acompaña a su familia, como
ya se anuncia en obras como Edipo Rey.