Sobre-La-Oracion Gregg Martin

También podría gustarte

Está en la página 1de 14

SOBRE LA ORACIÓN

(Orientación del Vice Director de Soka Gakkai U.S.A., Greg Martin,


Centro Cultural de Seattle, EE.UU., 9/6/1995)

Traducción de Eduardo Ciancaglini

Me gustaría hablarles acerca de dos pasajes de gosho acerca de la


oración, que dicen: “...Nunca dejarán de ser respondidas las oraciones del
devoto del Sutra del Loto” y “¿Cómo podrían sus oraciones dejar de ser
contestadas?”.

Muchos de nosotros hemos experimentado que nuestras oraciones no


recibieran respuesta. Desearía referirme acerca de la naturaleza de la oración
según el Budismo y de cómo podemos engrandecer el poder y el beneficio que
recibimos de nuestra oración.

Nuestra práctica del Budismo jamás debe convertirse en una lucha de


interminables eones hasta para los más pequeños cambios en nuestro karma.
Muy por el contrario, el Budismo de Nichiren Daishonin está concebido para
producir efectos drásticos en nuestra vida diaria y en nuestro karma y si esto
no es lo que ocurre, tenemos que preguntarnos el porqué. ¿Acaso el Daishonin
no nos promete que nuestras oraciones serán contestadas?

Todas nuestras oraciones son contestadas con absoluta seguridad, sólo


que a veces la respuesta es NO. A veces, si estamos orando por algo que nos es
perjudicial, la respuesta es NO. Por esta razón es por la que quiero hablar de la
naturaleza de la oración según el Budismo.

La oración según el Budismo es significativamente diferente de lo que es


la oración con la cual la mayoría de nosotros estamos familiarizados desde
nuestra infancia. Si no comprendemos la diferencia, tendremos la tendencia a
continuar orando como si estuviéramos tratando de comunicarnos con algún
poder externo a nosotros. Con esto, estaríamos tocando sólo los aspectos
superficiales de un Buda, mientras que en nuestro interior permaneceríamos
conectados a nuestra anterior forma de pensar.

La oración, según la tradición occidental, intenta la comunicación con un


poder trascendental por encima y más allá de nosotros. Este poder, que no
existe dentro de la vida de los seres humanos, ha de ser encontrado en algún
otro lugar. De este modo, la oración se orienta hacia otro ser. Este enfoque
religioso se basa en la premisa de que los seres humanos, en lo profundo de
nuestras vidas, somos impuros, de que inherentemente no somos buenos. Las
oraciones llegan así a estar llenas de sentimientos de culpa y de inadecuación.
Según el Budismo, la Fuente o Poder está dentro de nosotros. Una
oración budista va dirigida hacia nuestro interior . Estamos recurriendo a la
ayuda de nuestra propia naturaleza de Buda inherente. Según el Budismo, los
seres humanos somos, por naturaleza, muy valiosos y buenos. Poseemos
naturaleza de Buda. Las oraciones budistas están llenas de un sentido de
responsabilidad y agradecimiento.

La oración tradicional en nuestra cultura occidental, tiende al pesimismo


y la superficialidad. Por el contrario, el Budismo posee un enfoque de la vida
humana que es esencialmente optimista y, por tanto, profundo. El gosho del
que leíamos un párrafo anteriormente, dice: “Uno no desecha el oro por estar
contenido en una bolsa inmunda. Uno no ignora los árboles de sándalo por el
desagradable olor de los árboles de arándano que crecen a su alrededor, y
uno no rehusa recoger las flores de loto porque el estanque del valle en el que
crecen está sucio”.

En esto podemos ver el enfoque fundamentalmente optimista de la vida


humana que posee el Budismo de Nichiren Daishonin. “Vamos a esforzarnos
en recoger flores de loto en el empantanado estanque de nuestra vida”, tal
debe ser nuestra oración. La invocación de daimoku al Gohonzon está
orientada a abrir nuestros ojos para poder ver florecer los lotos. Para nosotros
es extremadamente difícil percibir lo que hay en lo profundo de nuestras vidas;
por ello, el Daishonin nos dejó una oración para que abramos los ojos y
veamos revelados los tesoros que poseemos.

Si invocamos daimoku frente al Gohonzon en busca de algún poder


externo que venga hacia nosotros y produzca un milagro, estamos buscando en
el lugar equivocado. Nuestra naturaleza de Buda se encuentra en el profundo y
oscuro almacén de nuestra vida. No es fácil de encontrar . Tenemos la tendencia
a buscar nuestra naturaleza de Buda en las áreas de nuestra vida en las que
podemos verla con facilidad. Dentro de nosotros no sólo se encuentra la causa
de nuestros sufrimientos, sino también la solución a todos nuestros problemas.
Si usted dirige sus oraciones hacia afuera, éstas no serán respondidas. Nada
pasará.

El Budismo NO enseña que “los deseos mundanos conducen hacia los


beneficios”; tampoco enseña que “beneficio es lo mismo que iluminación”. Lo
que SÍ enseña es que los deseos mundanos nos conducen a la iluminación.

Todos sabemos que sufrimos adversidades en nuestras vidas. En el gosho


“Felicidad en este mundo”, Nichiren Daishonin establece: “Sufra lo que tenga
que sufrir, goce lo que tenga que gozar. Considere el sufrimiento y la alegría
como hechos de la vida. [...] Nadie puede escapar de los problemas, ni
siquiera los sabios y venerables”. Hasta los sabios y los venerables sufren
adversidades. El Budismo acepta el hecho de que ocurran adversidades y de
que suframos. Nuestro sufrimiento hace brotar el deseo de erradicarlo. Todos
deseamos eliminar el sufrimiento. Este deseo nos impulsa a tomar acción con
la intención de eliminar el sufrimiento.

Sin embargo, debido a que carecemos de sabiduría y a causa de que


existe la oscuridad en nuestra vida, realizamos una acción incorrecta a pesar de
nuestra sinceridad: hacemos una causa negativa en vez de una positiva. Aunque
estamos haciendo el máximo esfuerzo, estamos llenos de concepciones y
percepciones erradas.

Imaginemos a los “Marineros de Seattle”, un equipo de beisbolistas muy


entrenados y extremadamente capaces. Supongamos que son enviados al
exterior a competir por la Copa Mundial de Fútbol. Se les informa que, si
ganan, recibirán un millón de dólares al año por el resto de sus vidas. ¡Se
sienten motivados! Pero nadie les enseña el reglamento de fútbol. Así, los
Marineros salen a la cancha de fútbol con sus guantes y sus bates dispuestos a
ganar la Copa Mundial. Juegan dando lo mejor de sí, pero sólo saben jugar
según el reglamento del béisbol, porque no conocen el del fútbol: así intentan
batear la pelota para dirigirla al arco y hacer un gol. Entonces son sancionados.
A pesar de su sinceridad, manejan las reglas equivocadas: no pueden jugar
porque no conocen las reglas.

La vida también es así. Por muy sincero, dedicado o trabajador que se


sea, uno es infeliz si su vida está llena de concepciones erradas, ya que debido
a ellas, se continuará realizando causas negativas a pesar de sí mismo y de esta
manera se perpetuará el karma negativo, lo cual conducirá a más sufrimiento.
Esto hará que el deseo de erradicar el sufrimiento aumente más aún. Es por eso
que, a veces, parece que cuanto más intentamos arreglar las cosas, peores se
vuelven.

El Buda Shakyamuni estableció que deberíamos eliminar los deseos para


salir de los caminos del sufrimiento. Pero esto, aparte de ser imposible de
llevar a cabo hoy en día, nos conduce a un callejón sin salida. Nichiren
Daishonin dijo que podemos transformar los deseos mundanos ejerciendo la
sabiduría. Cuando estamos sufriendo podemos invocar daimoku frente al
Gohonzon y orar por sabiduría, para poder ver correctamente la causa u origen
de nuestro sufrimiento y realizar la causa adecuada. La sabiduría nos permite
romper esta cadena kármica . Desarrollamos sabiduría, lo que nos inspira a
tomar la acción que nos libera de nuestro sufrimiento y, a la vez, nos lleva a
profundizar la fe. Así transitamos, entonces, por un camino de la vida
completamente diferente.
Según el Budismo, la intención de nuestra oración es transformar la
ilusión en sabiduría. La sabiduría es el máximo beneficio de nuestra práctica
budista. Nuestra sociedad tiende a promover la concepción de que el propósito
de la vida es reunir tantos bienes materiales como nos sea posible. Sin
embargo, el Budismo dice que no es éste el propósito de la vida.

Una vez, vino a verme un miembro de la División Sonen y me dijo que


necesitaba ayuda con su “karma financiero”, ya que no había logrado
transformarlo en diez años de práctica. La primera pregunta que le hice fue:
¿Qué tipo de trabajo hace usted? Me dijo que no tenía trabajo y pregunté el
porqué. Contestó que había renunciado a su trabajo seis meses atrás. Le
pregunté por qué lo había dejado, a lo que me contestó que había tenido un
desacuerdo con su jefe y que había sentido que tenía que renunciar. Le
pregunté acerca del trabajo que había tenido antes, y me dijo que lo habían
despedido porque se había disgustado con su jefe. ¡Esa persona, a lo largo de
diez años de práctica, había tenido ocho trabajos distintos y los había perdido a
todos! Le pregunté cómo era que esperaba tener una excelente situación
financiera si ni siquiera tenía trabajo. No hay magia en el Budismo, no es
lógico pensar que uno pueda lograr una gran fortuna económica si no la
produce. Entonces él me planteó que su verdadera pregunta era: “¿Por qué
tengo el karma de tener jefes autoritarios?”

La mayoría de nosotros creemos que las cosas malas que nos suceden son
nuestro karma. Pensamos que nuestro karma existe fuera de nosotros, pero esto
es incorrecto. No somos los únicos a los que nos pasan cosas negativas: a todo
el mundo le pasan cosas malas. Entonces, ¿qué es el karma?

El karma es nuestra incapacidad de manejar las adversidades . No


sabemos cómo manejarnos con los obstáculos cuando nos golpean y
terminamos haciendo lo equivocado, creándonos así más sufrimientos. En todo
caso, le señalé su tendencia a molestarse con sus jefes. Existía un patrón claro:
era muy difícil para esta persona darse cuenta de que su problema era la ira.

El Budismo dice que si usted tiene ira, posee el veneno de la arrogancia. Le


dije que hasta que no fuera capaz de controlar su mente arrogante y su ira, no
podría mantener un trabajo. En realidad era una persona muy talentosa en su
trabajo, pero esto mismo lo llevó a creer que podía hacer lo que quería y a
maltratar a los demás. Le dije que necesitaba encontrar la forma de no perder
sus trabajos: tenía que transformar su karma.

Le dije también que no permitiera que su ira lo derrotara y que orara


sinceramente por tener la sabiduría de responder frente a las situaciones de un
modo distinto a la ira. Hasta hoy, ha estado empleado por tres años y acaba de
comprar una casa.
¿Qué beneficio sería mayor: otro trabajo que tal vez también podría
perder o tener la sabiduría de percibir la causa raíz de su problema y nunca
tener que repetirlo? La gente pagaría millones de dólares por tener sabiduría
para comprender la verdadera naturaleza de sus sufrimientos.

El Budismo se refiere a la vida interior, a despertar la sabiduría acerca de


nuestra verdadera naturaleza. Esa sabiduría es mil veces más valiosa que todos
los pequeños beneficios que uno pueda acumular. Quedando atrapados en la
búsqueda de posesiones materiales, algunos de nosotros podemos pensar “esto
sería una maravillosa prueba real”. Yo no lo creo así. ¿Cuántas veces se nos
ha ocurrido pensar al ver a un millonario: “¡Caramba! ¿Cuál será la religión
que practica esta persona? A lo mejor me convierto a ella”?

La búsqueda de posesiones materiales no es algo negativo, pero éste no


es el propósito de la vida. Lo que el ser humano anda buscando es el modo de
transformarse a sí mismo: ésa es la naturaleza de la oración budista. Nichiren
Daishonin NO dijo que los deseos se convierten en beneficios, sino que los
deseos conducen al conocimiento de uno mismo.

Por supuesto que, al cambiar nosotros, nuestro medio ambiente


refleja este cambio y experimentamos beneficios. Pero si lo único que
buscamos es el beneficio sin pasar por el proceso interno, nada ocurrirá.

El Gohonzon casi no tiene poder para transformar nuestro medio. El


Gohonzon lo que sí tiene es el poder para transformarnos a nosotros. Cuando
usamos el Gohonzon para transformarnos a nosotros mismos, recién entonces
transformamos nuestro alrededor. Hay una gran diferencia. Deberíamos
determinar frente al Gohonzon el resolver nuestro problema o sobrepasar
nuestro sufrimiento. Cuando usted ore al Gohonzon con este enfoque, se
sorprenderá al ver lo que percibe de sí mismo y lo que necesita cambiar en su
vida. De lo que trata el Budismo es acerca de la reforma interior, no sobre la
reforma exterior. Por supuesto, en el medio ambiente también ocurren
beneficios, pero en realidad éste no es el punto primordial. El cambio interior
sí lo es.

Hemos oído hablar acerca de las Cuatro Fuerzas del Budismo. Las
fuerzas de la Fe y de la Práctica activan las fuerzas del Buda y de la Ley.
¿Dónde residen los poderes del Buda y de la Ley? ¿En el Gohonzon? No. Las
fuerzas del Buda y de la Ley yacen en la naturaleza de Buda dentro de nuestra
propia vida. Las fuerzas de la Fe y de la Práctica las despiertan y las hacen
emerger. La fuerza de nuestra Fe determina el grado en que manifestamos la
fuerza del Buda y la fuerza de la Ley en nuestra vida.
¿Cuál es la fuerza del Buda? La fuerza del Buda es la sabiduría. Equivale
a decir la mente del Buda, o sea la mente que percibe la verdadera naturaleza
de todos los fenómenos. ¿Cuál es la fuerza de la Ley? Es el cuerpo o acción del
Buda. Cuando oramos al Gohonzon, contactamos la sabiduría para percibir la
verdadera naturaleza de lo que realmente está ocurriendo y así atacar la raíz de
nuestro problema. El camino de nuestra vida ha sido ya muy transitado por
nosotros: es como una autopista. Hemos estado caminando por el sendero de
nuestra vida, tomando las mismas decisiones, haciendo las mismas cosas,
existencia tras existencia. Jamás habíamos despertado al hecho de que estamos
caminando en círculos, regresando siempre al mismo punto.

La fuerza del Buda y la fuerza de la Ley se manifiestan porque usamos


nuestra voz -la voz del Buda- para orar al Gohonzon. Nuestra oración al
Gohonzon debe consistir en que, con sabiduría y fortaleza, estamos decididos a
sobrepasar nuestro problema. Debemos tener ese tipo de determinación al orar.
Puede que no tengamos una clave sobre lo que debemos hacer, pero esto no
debe ser un problema: precisamente por eso practicamos... ¡si ya supiésemos
qué hacer no estaríamos sufriendo, sino que ya lo hubiéramos solucionado!

Hacemos acopio de la determinación y luego necesitamos sabiduría.


Invoquen daimoku al Gohonzon, estudien el gosho , lean las orientaciones
del Presidente Ikeda y pidan orientación a sus responsables. Todo esto
funcionará para mostrarles la causa u origen de su sufrimiento.

Un ejemplo es cuando usted lee la orientación del Presidente Ikeda con una
actitud seria, no por mera formalidad sino con la siguiente postura: “Ikeda
Sensei, tengo un problema: necesito sabiduría”. Comienza a leer y, de pronto,
su vista se detiene en un párrafo y usted siente: “Él está hablando acerca de
mí”. Deténgase allí mismo y llévelo a la práctica. Eso es sabiduría. La
sabiduría provino de su mentor, de su maestro. Entonces, usted se dará cuenta
de que posee un vínculo personal con el Presidente Ikeda. Descubrirá que él le
está dando instrucciones acerca de cómo vencer. Él le está enseñando las
reglas.

Si no está buscando sabiduría, no la encontrará. Si solamente está


buscando beneficios, no encontrará sabiduría. La sabiduría es el más
valioso de los tesoros.

Nosotros practicamos el Budismo para llegar a ser la persona que queremos


ser... ¿En qué tipo de persona se está convirtiendo usted? Lo que queremos es
estar iluminados, ser Budas. En realidad, algunas veces esto puede parecernos
demasiado abstracto, sin embargo, convertirse en una persona iluminada, hacer
resplandecer la luz de la propia vida, es algo que se puede hacer todos los días.
Cada vez que usted invoca daimoku frente al Gohonzon para hacer
emerger la sabiduría de comprender la causa u origen de su sufrimiento y
la acción fundamental que debe realizar para lograr la felicidad, está
buscando la iluminación. La Budeidad no es algo ajeno, ni algo que tal vez
algún día lograremos: cada mañana y cada noche, usted logra la Budeidad.

El gosho “La Persona y la Ley” establece lo siguiente: “Puesto que la


Ley es suprema, la Persona es digna de respeto”. Debido a que la enseñanza
que abrazamos es verdadera, quienquiera que abrace esta enseñanza se
convierte en una persona respetable: se convierte en Buda. El gosho continúa
diciendo: “Puesto que la Persona es digna de respeto, la Tierra es sagrada”.

Debido a que abrazamos al Gohonzon, logramos la Budeidad; dondequiera que


usted vaya, ése lugar se convierte en Tierra de Buda. La cocina se torna en la
cocina del Buda, la escuela se torna en la escuela del Buda. ¿Cuántos de
ustedes encuentran la Tierra del Buda cuando van al trabajo? ¿Quién se supone
que puede llevar al Buda al trabajo? Usted es quien tiene Gohonzon. Se supone
que es usted el que tiene que hacer despertar la vida del Buda y llevársela al
trabajo con usted... ¡pero resulta que la olvidó en su casa frente a su altar!

Si usted invoca daimoku al Gohonzon por la mañana con la


determinación de “Me llevaré conmigo la vida del Buda y transformaré mi
lugar de trabajo. Necesito sabiduría, necesito fuerza, pero voy a establecer la
diferencia”, se sorprenderá del poder que ya posee para transformar su
medio ambiente.

En “La Revolución Humana”, el Presidente Ikeda dice: “Si una persona


cree en algo errado, sea lo que sea, ese algo lo arrastrará a las profundidades
del sufrimiento. Lo mismo vale para un grupo de personas, para la sociedad y
para toda una nación. Confundir como verdadero algo que en realidad
constituye una falacia y creer en ello, es la cosa más terrible en la vida. Si las
cosas en las que usted cree están equivocadas, éstas lo harán caer en el
infierno en un minuto. Sus creencias fundamentales son lo más importante del
mundo para usted. Si su vida está basada en ilusiones y falacias, usted se
encontrará sufriendo en el Infierno y no podrá salir de allí. Practicamos para
aprender las reglas de la vida y cambiar nuestra visión básica de ésta. Una
vez que usted conozca las reglas del juego, podrá jugarlo libremente por el
resto de su existencia.”

El Presidente Ikeda concluye diciendo: “Nada ayudará entonces a esa


persona por más buenas intenciones que tenga y por más esfuerzos que haga,
si esa persona cree en algo falso o contrario a la ciencia, no podrá evitar caer
en el infortunio. Esto es inevitable. Uno puede depositar su confianza en una
doctrina específica, en una ciencia, en la religión de su país, en sus negocios,
en sus familiares, en sus amigos, en sus convicciones, en la medicina o en la
tecnología. Los seres humanos no pueden actuar a menos que crean en algo.
Inconscientemente, hasta aquél que hace alarde de su ateísmo actúa sobre la
base de alguna creencia. Todos los asuntos humanos no son más que la suma
total de sus acciones enraizadas en la fe. El creer no es algo separado de la
vida, tampoco es algo que se encuentra confinado a un grupo selecto de
personas. Lo importante es hasta qué punto uno está consciente de aquello en
lo que cree. La mayoría de las personas jamás llega a cuestionarse si la
esencia de sus creencias es realmente correcta. Sea correcta o incorrecta su
creencia, sea justa o perniciosa, las ignoran y viven la vida sin darse cuenta.
Allí, precisamente allí, yace la raíz de su infelicidad”.

¿Cuántas veces nos hemos preguntado si nuestras creencias


fundamentales son correctas? Muchas, muchísimas veces he conocido
personas con quince o veinte años de práctica que se encuentran
atascadas, incapaces de avanzar. Su práctica se ha tornado en una
dificultad. Cuando examinamos la causa u origen, vemos que en su mente
conocen todos los conceptos del Budismo correctamente, pero en sus
corazones aún creen que es responsabilidad de otros: están en dotai ishin, o
sea “uno en cuerpo, muchos en mente”. Hablan como budistas pero dentro
de sí mismos carecen de las creencias budistas. No han examinado sus
creencias fundamentales. Finalmente su práctica budista deja de producir
beneficios porque no están intentando transformar sus creencias falsas en
verdaderas.

El “Rissho Ankoku Ron” establece: “Por lo tanto, usted rápidamente


debe reformar las creencias que mantiene en su corazón y abrazar el Vehículo
Único, la única doctrina correcta del Sutra del Loto”. En otras palabras,
invocamos daimoku frente al Gohonzon. El Gohonzon es el Kanjin no Honzon,
es decir, el Verdadero Objeto de Veneración para observar la verdad de la
propia vida.

Cada vez que invoque daimoku buscando la verdad, se tornará en una persona
extraordinariamente consciente de sí misma -lo cual requiere de coraje- y
asimismo podrá descubrir que usted también posee la naturaleza de Buda. A
menos que usted tenga el coraje de realmente verse tal como es, vale decir, de
confrontar los aspectos negativos de su vida, no podrá encontrar la naturaleza
de Buda. Tiene que tener el coraje para ver.

La pregunta es: ¿funcionará igual cualquier oración? En “La Revolución


Humana”, Vol. 10, el Presidente Ikeda se pregunta si el daimoku es suficiente.
Su conclusión es que NO. El daimoku es la base de todo, pero por sí mismo no
es suficiente. El daimoku se debe conectar a otros aspectos de la práctica. El
gosho “Sobre la Oración” dice: “Nunca dejarán de ser respondidas las
oraciones de los devotos del Sutra del Loto” y Nichikan Shonin, 26° Sumo
Prelado, afirmó: “Ninguna oración del devoto del Sutra del Loto quedará sin
respuesta”. Sin embargo, el gosho “La estrategia del Sutra del Loto” dice:
“Quien es cobarde en la fe no puede lograr nada”. En otras palabras, es
posible que sus oraciones no obtengan respuesta.

El Vicepresidente Tsuji dijo alguna vez: “Todos tenemos el mismo


Gohonzon y practicamos de la misma manera; sin embargo, vemos que
algunas personas reciben tremendos beneficios; a otros no les sucede mayor
cosa, y hasta hay algunos que se encuentran con tremendas pérdidas. ¿Cómo
debe ser la relación correcta con el Gohonzon? ¿Cómo podemos practicar
para obtener beneficios? [...] El Gohonzon que está fuera de nosotros hace
surgir el júbilo que está dentro de nosotros. Y cuando establecemos una
relación con el Gohonzon frente a nosotros, al invocar Nam-myoho-renge-
kyo, el Nam-myoho-renge-kyo que está dentro de nosotros emergerá. Si
miramos al Gohonzon y pensamos que está allá afuera mientras invocamos
daimoku pensando que «por hacer esto voy a conseguir algo», somos como un
mendigo pidiendo limosna. Aún en estas circunstancias, probablemente
recibamos beneficios; no obstante, el tipo de beneficios que recibamos será
tan pequeño como la propina que se le da a un mozo en comparación con el
costo total de la comida que nos ha servido” (Los Ángeles, 17/4/81).

Debemos invocar daimoku con la actitud de que a través de nuestras


oraciones al Gohonzon -sea por nuestra nueva casa o por los negocios o la
salud-, podamos contribuir con el kosen-rufu. Plantéele a su Gohonzon interior:
“Por el kosen-rufu, permíteme por favor sobrepasar estas dificultades”. Los
shoten zenjin nos darán protección basados en nuestras oraciones por el kosen-
rufu. Sin pensar en el kosen-rufu y simplemente invocando Nam-myoho-renge-
kyo, obtendremos pocos beneficios. Los beneficios derivados de nuestras
oraciones basadas en el kosen-rufu , son tan dinámicos como volar en avión,
mientras que orar sólo por nuestro propio beneficio es tan lento como caminar.

El gosho “Sobre el logro de la Budeidad” dice: “Sin embargo, aun


cuando usted invoque Nam-myoho-renge-kyo y crea en él, si piensa que la Ley
se encuentra fuera de usted mismo, no está abrazando la Ley Mística, sino
cualquier otra enseñanza inferior”. ¿Qué significa esto? Si usted piensa que
la causa de sus problemas está fuera suyo y que igualmente lo están las
soluciones, no estará abrazando la Ley Mística, sino una enseñanza
inferior, aunque esté invocando daimoku al Gohonzon. Este es un punto
importante: aunque oremos al Gohonzon, si creemos: “la respuesta está
fuera de mí”, en realidad, de hecho, ni siquiera estamos practicando el
budismo, por más que estemos invocando daimoku.

El gosho continúa diciendo: “Enseñanza inferior se refiere a todas las


que no son este sutra, que constituyen doctrinas provisionales y transitorias.
No hay ninguna enseñanza inferior que conduzca directamente a la
iluminación y, sin un camino directo hacia la iluminación, usted no podrá
lograr la Budeidad, aunque practique existencia tras existencia, a lo largo de
innumerables eones”.

¡Imagínese hacer gongyo, invocar daimoku, hacer shakubuku, participar


de los zadankai y hacer zaimu existencia tras existencia durante incontables
eones y, no obstante, nunca cambiar su karma ni jamás lograr la iluminación!
Ésta es una idea deprimente.

El Daishonin aquí está señalando lo importante que es no ver fuera de usted


mismo. No trate de obtener el poder desde el exterior: busque la solución al
problema dentro suyo . Usted es el problema y también la solución . Si invoca
daimoku frente al Gohonzon con la oración: “quiero manifestar la sabiduría
para comprender lo que debo hacer; quiero tener la sabiduría para saber qué
acción tomar”, se sorprenderá de su avance.

Las oraciones dirigidas hacia afuera no ayudan en nada, aunque se


repitan por el resto de su vida. El Daishonin señala aquí estrictamente que, si
va a invocar daimoku, no pierda su tiempo intentando arreglar las cosas desde
afuera. El Gohonzon casi no tiene poder hacia el medio ambiente externo, pero
sí tiene un universo de ilimitado poder para transformarlo a uno y reformar la
propia vida. Abra su vida y véase realmente tal como es; confróntese y lidie
consigo mismo. Con seguridad usted está caracterizado por uno de los tres
venenos: avaricia, ira o estupidez. Para descubrir cuál es el suyo, pregúntese a
sí mismo: ¿soy egoísta? ¿Soy irascible? ¿Soy estúpido? ¡Seguro que es alguno
de los tres!

El Daishonin continúa: “De tal modo, lograr la Budeidad en esta


existencia resulta imposible. Entonces, cuando invoque la Ley Mística y recite
el Sutra del Loto, tiene que llegar a sentir la profunda convicción de que
Myoho-renge-kyo es su propia vida. [...] Por ejemplo, el pobre es incapaz de
juntar un solo centavo si se limita a contar la fortuna de su vecino, aunque lo
haga noche y día”.

Este gosho sigue diciendo que si usted no comprende que esto está
sucediendo dentro de usted y no allá, en otro lugar, no podrá cambiar su
karma. Su práctica se convertirá así en una “interminable, penosa austeridad”.
Veámoslo de otro modo: observe su vida, ¿hay algún aspecto de ella en el cual,
cuando invoca daimoku, le resulta una interminable y penosa austeridad?
Puede que sea el trabajo, sus relaciones, sus hijos o cualquier otra cosa. Hasta
puede que le vaya muy bien en las demás áreas, pero cuando se trata, por
ejemplo, de las relaciones personales, puede llegar a comportarse de manera
totalmente no budista y no obtener beneficios; esto puede llegar a prolongarse
por años y hasta puede llegar a darse por vencido de tanto dolor.

El problema allí no es el Budismo. El problema tampoco es que su


karma es muy pesado: el problema es que usted está buscando en el lugar
equivocado. Usted es el problema, pero no está buscando adentro. Es más fácil
ver afuera.

Digamos que tiene un gran problema que quiere resolver. Comienza un


millón de daimoku. Cuando va por el 999.950, de repente se le ocurre “tal vez
el problema sea yo”. Si tenemos esto en cuenta de antemano, podemos
abreviar un poco el proceso: comience asumiendo “el problema soy yo”. ¡Así
podrá progresar con sólo invocar 50.000 daimoku en vez de un millón!

La calidad de su oración es tan importante como la cantidad: lo importante es


invocar con calidad y cantidad. Cuando vemos nuestra práctica, sólo la vemos
en una sola dirección y siempre apunta hacia nosotros mismos. La mayoría de
las veces pensamos que estamos muy bien. Pero otra persona puede ver
claramente si nos hemos desviado. Esto es especialmente válido cuando se
tiene un responsable en la fe. Para eso recibimos orientaciones.

Cuando usted va a recibir orientación, ¿cuál cree que va a ser la


orientación? “¡Invoque daimoku!” ¿No es así? ¿O acaso le ha sucedido alguna
vez que la orientación que le dieron fue: “Me parece que está haciendo
demasiado daimoku.”? ¡Por supuesto que no! Por eso, cuando va a recibir
orientación, usted ya sabe de antemano cuál será la conclusión. La persona que
orienta también sabe cuál será la conclusión.

Entonces, ¿para qué recibe orientación? La razón es que su daimoku no está


alcanzando al Gohonzon. Algo parece estar fallando y usted se siente frustrado.
Necesita que alguien se lo señale y le diga: “¡Ojo! Tu enfoque ya no es
budista, has perdido el espíritu correcto y estás invocando daimoku con la
motivación equivocada”. El poder de la orientación es el de redirigir nuestra
oración al Gohonzon para lograr que el beneficio comience a fluir nuevamente.

Cuando perdemos la perspectiva budista y comenzamos a ver fuera de


nosotros, bien sea culpando a otros o pensando que el problema está fuera, no
aparece por arte de magia una voz que nos alerta: “¡Cuidado! ¡Estás a punto
de poner el asunto fuera de tu control!”, sino que esta postura se va
apoderando imperceptiblemente de nosotros y, antes de que podamos darnos
cuenta, nuestro daimoku ha perdido poder: la alegría ya no está presente.

Puede que usted comience a pensar: “Quizá antes nunca logré


beneficios; quizá esta práctica nunca funcionó para mí”. Comienzan así a
aparecer las dudas, y de este modo se doblega nuestra fe: es por eso que
necesitamos orientación. Nuestra organización está conformada por personas
que orientan en la fe correcta con el fin de fortalecer y redirigir la oración,
deshacerse de toda perspectiva no budista y, al invocar daimoku, enfocar la
oración hacia su Revolución Humana. Inmediatamente después de esa clase de
orientación, la gente tiene beneficios, pero no por la orientación misma sino
por la oración de la persona. La orientación nos ayuda a orar correctamente.

Según el Budismo, la forma en que oramos establece la diferencia. ¿Qué


significa orar como devoto del Sutra del Loto? Un aspecto es que el devoto o
practicante del Sutra del Loto lleva a cabo enérgicamente tres cosas: sus
oraciones no pueden ser respondidas si usted no está practicando para
otros, si no está estudiando y si no está invocando daimoku al Gohonzon.
Usted sabrá si está haciendo o no su máximo esfuerzo en esas tres áreas. Si su
práctica ha perdido el poder de producir beneficios, yo en su lugar examinaría
de inmediato esos tres pilares y me preguntaría: “¿Me estoy esforzando al
máximo en ampliar mi capacidad en el estudio, en la práctica para mí y los
demás?”. Si usted desea movilizar su vida con mayor rapidez, fortalezca estos
tres aspectos de su práctica.

Algunas personas pensaron -con relación a lo que dijo el Presidente


Ikeda en febrero de 1990- que el mostrar la prueba real en su vida diaria era lo
mismo que practicar para otros: esto no es así. Lo uno es tan importante como
lo otro, esto es seguro. Por supuesto que debemos mostrar la prueba real en
nuestra vida cotidiana, pero no son la misma cosa. Nuestra práctica se
desenvuelve en estos dos ámbitos, pero son diferentes entre sí. Lo que el
Presidente Ikeda nos estaba diciendo era que no debemos llevar a cabo la
práctica para otros a costa de nuestra vida cotidiana. También nos estaba
diciendo que no practiquemos por obtener beneficios a expensas de la felicidad
de otros. Luche por colmar ambas. El estudio es la columna vertebral para
poder hacer esto.

La oración del Devoto del Sutra del Loto es respondida porque él lleva a
cabo estas tres prácticas enérgicamente. El devoto del Sutra del Loto no está
buscando beneficios personales sino iluminación y sabiduría para desarrollarse
como un Buda. Por supuesto, cuando uno se convierte en un Buda,
naturalmente obtiene beneficios.

El Presidente Ikeda transmitió la siguiente orientación: “Sin embargo,


según el Budismo, las oraciones nunca terminan con el sólo acto de la
oración, sino que incluyen las acciones que uno emprende para lograrlas. Es
así como disparar una flecha con un arco: primero tensamos el arco al
máximo con la flecha insertada en la cuerda y luego ésta sale disparada
cargada de energía. La oración sin acción es idealismo y la acción sin oración
es fútil... Una gran oración proviene de un gran sentido de responsabilidad”.

Otro aspecto del karma que se malinterpreta con frecuencia es el


siguiente: A menudo pensamos que nuestro karma es algo que está fuera de
nosotros. Sin embargo, la conducta de otra persona no es nuestro karma .
Nuestro karma es que no sabemos cómo responder ante el comportamiento de
otro. No podemos manejar la conducta de otro y respondemos en forma
equivocada: ése es el problema. Nuestro comportamiento es nuestro karma. A
veces, es posible que pensemos que somos una persona terrible si en nuestro
entorno nos topamos con una persona que es terrible. Eso no es cierto: ésa es
una persona terrible por sus propias causas.

La pregunta es: ¿Por qué entonces está usted sufriendo? Usted tiene
el karma de estar con esa persona, pero de todas maneras esa persona iba a
ser así: usted no ocasionó que ella sea así. Pregúntese a sí mismo: “¿Por qué
soy incapaz de tratar armoniosamente con esa persona? ¿Por qué esa persona
se enfurece? ¿Por qué permito que esa persona me haga infeliz?” . En un caso
así, usted tiene el karma de no ser capaz de manejar estas circunstancias de su
entorno: allí radica su problema. Cuando invoca daimoku para ser capaz de
conducirse bien con esa persona, para ser capaz de crecer más y más y de ser
más fuerte que esa persona con el propósito de no seguir siendo influenciado
por ella, entonces ya no le afectará: usted habrá transformado su entorno.

El Presidente Ikeda continúa diciendo en la misma orientación:


“Nunca surgirá una verdadera oración de una actitud irresponsable,
superficial, tomando las cosas a la ligera en su trabajo, en su vida cotidiana o
con relación a la propia existencia. Quienes asumen la responsabilidad de
todo aquello en lo que están involucrados y se esfuerzan seriamente en
mejorar, desarrollarán oraciones fuertes. La vida cotidiana, así como la vida
misma, son verdaderas batallas. Usted, ¿gana o pierde? El resultado no
siempre está determinado por la experiencia o habilidades que uno posea sino
que lo más importante es la decisión de ganar. Luego, ore sinceramente con
toda su fuerza, haciendo surgir una gran sabiduría, a la vez que hace cada
esfuerzo necesario para lograr su objetivo”.

Comience con la siguiente determinación: “Sobrepasaré mi sufrimiento,


¡Lo haré!”. Y como usted no tiene la menor idea de cómo hacerlo, por lo tanto
necesitará sabiduría y fortaleza. Este tipo de oración autopotenciadora produce
resultados.

El Presidente Ikeda en "La Nueva Revolución Humana" dice lo


siguiente: “El Budismo es una enseñanza de razón sin igual. Por ende, la
fuerza de nuestra fe debe manifestarse en la forma de estudiar, de ejercer
nuestro ingenio o creatividad y en hacer el doble de esfuerzos que cualquier
otra persona. El daimoku sincero es un manantial de energía para desafiar
todo esto. Pero además, su daimoku también ha de constituir un compromiso.
Por supuesto que hay diferentes formas de orar. Algunas personas puede que
oren para que todo les llegue solo, sin tener que hacer ningún esfuerzo, pero
una religión que estimule tal tipo de oración, está conduciendo a la gente
hacia la ruina. La oración en el Budismo de Nichiren Daishonin significa
invocar daimoku basados en un compromiso o promesa. En su verdadera
esencia, esta promesa es la de lograr el kosen-rufu. Significa invocar daimoku
resueltamente y con la determinación: «Lograré el kosen-rufu de mi país. Por
lo tanto, demostraré una magnífica prueba real en mi trabajo. Por favor,
capacítame para hacer surgir, de alguna manera, mi máximo potencial». Así es
como deberían ser nuestras oraciones.”

“También es importante que nos establezcamos objetivos claros y


concretos de lo que anhelamos lograr cada día y luego orar y desafiarnos
para concretar cada uno de ellos. Esta determinación sincera hará surgir la
sabiduría y abundancia de recursos que conducen por ende al éxito. En
resumen, para vencer en la vida requerimos de determinación y de oración, de
esfuerzo y de ingenio o creatividad. Es equivocado soñar con hacernos ricos
rápidamente, con la expectativa de tener un golpe de suerte inusitado o con
una maquinación deshonesta para hacer dinero. Esto no es fe. Eso es mera
fantasía.” (World Tribune, 6/6/94).

La oración funciona, definitivamente. Pero tiene que ser una oración


correcta. La forma en que invocamos daimoku establece una diferencia
enorme. Lo que estamos haciendo y pensando mientras invocamos daimoku
frente al Gohonzon es lo que marca la diferencia entre unas cuantas gotas de
beneficios y un torrente de beneficios absolutamente increíbles.

Por favor, reflexionen sobre el hecho de si están teniendo una actitud


budista o si lo que están tratando de lograr es que algún otro los ayude. ¿Cuál
es su postura frente al Gohonzon? ¿Están jugando a sentirse víctimas o, por el
contrario, están llenos de la determinación de sobrepasar sus sufrimientos?
“Necesito sabiduría y fortaleza, pero ¡lo voy a lograr!”. Con una oración así
creo que no habrá nada que no puedan alcanzar. ¡Muchas gracias por su
atención de esta noche! 

También podría gustarte